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1445-Texto Del Artículo-1620-1-10-20220627
1445-Texto Del Artículo-1620-1-10-20220627
CONSAGRADA
Camilo Maccise *
1 • EL CONCEPTO DE ESPIRITUALIDAD
Al hablar de la dimensión espiritual y mística de la vida consagrada, se
corre el peligro de entender la espiritualidad en forma dicotómica, como si
se tratara de algo previo a la acción y separado de la misma. Eso convertiría
la espiritualidad en un espiritualismo desencarnado que, vivido desde esa
perspectiva, no dice nada al hombre y a la mujer de hoy.
Es importante, por eso, que el Sínodo parta del concepto de espirituali-
dad como un estilo o forma de vivir la vida cristiana, que es vida "en Cristo"
y "en el Espíritu", que se acoge por la fe, se expresa en el amor y se vive en
la esperanza dentro de la comunidad eclesial. Hablar de espiritualidad no es,
por tanto, hablar de una parte de la vida, sino de toda la vida. Es referirse a
una cualidad que el Espíritu imprime en nosotros. Es tratar también de la
Corso d'ltalia, 38
00198 ROMA
Emilio Tresalti *
l. Los Institutos Seculares son una forma de vida consagrada que se rela'
ciona de una forma muy particular con el mundo 1 •
Los Institutos Seculares (laicales) pueden dar una aportación importante
y específica a la evangelización 2 •
Estos se ofrecen a toda la Iglesia y a sus Pastores como cristianos laicos
que asumen la radicalidad evangélica por medio de los consejos evangélicos
vividos a través del compromiso de los votos para toda la vida.
Los Institutos Seculares no actúan, como tales, por medio de obras pro-
pias sino más bien ponen sus miembros a disposición del Evangelio 3 •
La característica de los miembros .de los IS está en realizar una síntesis
vital entre secularidad y consagración.
Por la misma naturaleza de nuestra consagración somos bien conscien-
tes del nacimiento de nuevos valores y culturas en los cuales la vida consa-
grada deber dar fruto, colocándose en el contexto de la nueva evangeliza-
4. Cfr. card. B. HUME, Relatio ante Oisceptacionem 4a, Sínodo de los Obispos IX Asamblea
General, 2-29 octubre 1994.
5. LG 31.
486 Emilio Tresalti
co. Se equivocan los cristianos que, pretextando que no tenemos aquí ciudad permanente, pues
buscamos la futura, consideran que pueden descuidar fas tareas temporales, sin darse cuenta
que la propia fe es un motivo que les obliga al más perfecto cumplimiento de ellas según fa
vocación personal de cada uno. Pero no es menos grave el error de quienes, por el contrario,
piensan que pueden entregarse totalmente a los asuntos temporales, como si estos fueran ajenos
del todó a la vida religiosa, pensando que ésta se reduce meramente a ciertos actos de culto y al
cumplimiento de determinadas obligaciones morales. El divorcio entre la fe y la vida diaria de
muchos debe ser considerado como uno de los más graves errores de nuestra época. Ya en el
Antiguo Testamento los profetas reprendían con vehemencia semejante escándalo. Y en el
Nuevo testamento sobre todo, Jesucristo personalmente conminaba graves penas contra él. No
se crf;en, por consiguiente, opciones artificiales entre las ocupaciones profesionales y sociales,
por una parte, y la vida religiosa, por otra. El cristiano que falta a sus obligaciones temporales,
falta a sus deberes con el prójimo; falta, sobre todo, a sus obligaciones para con Dios y pone en
peligro su eterna salvación. Siguiendo el ejemplo de Cristo, quien ejerció el artesanado, alégren-
se los cristianos de poder ejercer todas sus actividades temporales haciendo una sístesis vital del
esfuerzo humano, familiar, profesional, científico o técnico, con los valores religiosos, bajo cuya
altfsima jerarquía todo coopera a la gloria de Dios. Competen a los laicos propiamente, aunque
no exclusivamente, las tareas y el dinamismo seculares. Cuando actúan, indivirjual o colectiva-
mente, como ciudadanos del mundo, no solamente deben cumplir las leyes propias de cada dis-
ciplina, sino que deben esforzarse por adquirir verdadera competencia en todos los campos.
Gustosos colaboren con quienes buscan idénticos fines. Conscientes de las exigencias de la fe y
vigorizados con sus energías, acometan sin vacilar, cuando sea necesario, nuevas iniciativas y
llévenlas a buen término. A la conciencia bien formada del seglar toca lograr que la ley divina
quede grabada en la ciudad terrena. De los sacerdotes, los laicos pueden esperar orientación e
impulso espiritual". GS 43.
7. PABLO Vl, en el aniversario de la "Provida Mater'', en l.c. p.40.
488 Emilio Tresalti
encontrar nuevos modos de recuperar los espacios perdidos o reducidos en
el campo de la escuela y de la asistencia sanitaria".
O también: "Los Institutos Seculares son peligrosos, hay que estar aten-
tos a estas ideas de poner juntas secularidad y consagración. La consagración
es una cosa seria, va salvaguardada por todo aquello que puede diluirla o
vaciarla".
Estas actitudes y juicios que he tomado a grosso modo y un poco exage-
radamente se derivan en gran parte de un escaso conocimiento experiencia!
o bien de un conocimiento limitado a situaciones marginales. Este deficiente
conocimiento proviene con frecuencia de la misma naturaleza de los IS que
les hace poco "visibles" o que les lleva a no dejarse ver. De aquí se deduce
que solamente aquellos que son menos "típicos", pero precisamente por esto
más visibles, son puestos en evidencia.
Me parece, por tanto, útil el hacer claridad en este campo.
El futuro de los Institutos Seculares, está estrechamente unido a su fideli-
dad al propio carisma.
Me refiero no sólo a la fidelidad personal de todos y cada uno de los
miembros a la propia vocación, sino también a la fidelidad al carisma del
instituto secular.
No puedo por menos de citar a este propósito una incisiva frase de
Pablo VI: "Si permanecen fieles a su propia vocación los Institutos Seculares
se convertirán como en el "laboratorio experimental" en el que la Iglesia
verifica las modalidades concretas de sus relaciones con el mundo".
La fidelidad a la propia vocación consiste en esto: aceptar la consagra-
ción como valor primario y esencial en cuanto que es una respuesta irrevo-
cable de amor total al amor que Dios tiene por nosotros en Cristo. Esta res-
puesta tiende a expresarse concretamente en las acciones que son propias de
nuestra condición laical y secular. De cualquier modo nuestra consagración
nos hace todavía más laicos y seculares, si así se puede decir. El obligarse a
los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia es un medio
excelente por el cual nuestra consagración en la secularidad se vuelve más
libre y, por tanto, hace a la misma secularidad más eficaz. De aquí se dedu-
ce que debe ser la secularidad la que defina el modo de vivir los consejos
evangélicos y no a la inversa•.
A esta fidelidad todos estamos llamados. In primis ciertamente los Institu-
tos Seculares; pero después, y no menos, todos aquellos que tienen en la Igle-
sia el compromiso de verificar los carismas y de vigilar la fidelidad de todos.
1O. JuAN PABLO 11, Discurso a los RG de los JS 28-8-1980 en /.c. pp. 42-43.
El sentido y los rasgos de los Institutos seculares 491
Si los Institutos Seculares son fieles todavía podrán dar una aportación
específica al crecimiento de la santidad de la Iglesia y a la evangelización,
adecuada a las exigencias del mundo del tercer milenio.
Creo un deber añadir, que no obstante algunos signos sobre la corres-
ponsabilidad de otros en la Iglesia, el peso de esta fidelidad pertenece prima-
riamente a los mismos Institutos. Estos deben tener el coraje de ser ellos mis-
mos, aunque esto signifique el tener que andar contra corriente. Esto
comporta la donación total de uno mismo tal y como la consagración lo
exige; lealtad hacia el mundo creado y amado por el Padre hasta el punto de
entregar para ello a su Hijo unigénito 11 •
V. Capodistria, 15
00198 ROMA - Italia