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INTERVENCIONES EN EL SÍNODO SOBRE LA VIDA

CONSAGRADA

l. ESPIRITUALIDAD DE LA VIDA CONSAGRADA

Camilo Maccise *

Hablo en nombre de la Unión de los Superiores Generales. Mi interven-


ción está relacionada con lo que el lnstrumentum Laboris dice en el n. 86,
cuando subraya la necesidad de una vitalidad espiritual y apostólica de la
VC frente a los desafíos y compromisos para el futuro. Una espiritualidad
vital y renovada es la base para una auténtica renovación de la VC.
Hablando de la espiritualidad de la Vida Consagrada quiero poner de
relieve cuatro puntos:
1. El concepto de espiritualidad
2. Los elementos fundamentales de una espiritualidad de la Vida Consa-
grada
3. Las características de una espiritualidad de la Vida Consagrada hoy
4. La necesidad de una relectura de la propia espiritualidad

1 • EL CONCEPTO DE ESPIRITUALIDAD
Al hablar de la dimensión espiritual y mística de la vida consagrada, se
corre el peligro de entender la espiritualidad en forma dicotómica, como si
se tratara de algo previo a la acción y separado de la misma. Eso convertiría
la espiritualidad en un espiritualismo desencarnado que, vivido desde esa
perspectiva, no dice nada al hombre y a la mujer de hoy.
Es importante, por eso, que el Sínodo parta del concepto de espirituali-
dad como un estilo o forma de vivir la vida cristiana, que es vida "en Cristo"
y "en el Espíritu", que se acoge por la fe, se expresa en el amor y se vive en
la esperanza dentro de la comunidad eclesial. Hablar de espiritualidad no es,
por tanto, hablar de una parte de la vida, sino de toda la vida. Es referirse a
una cualidad que el Espíritu imprime en nosotros. Es tratar también de la

• Prepósito General de la Orden de los Carmelitas Descalzos.


480 Camilo Maccise

acción bajo el impulso del Espíritu Santo. La referencia primordial de la espi-


ritualidad cristiana es Jesús; la conversión a él y su seguimiento.

2. Los ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE UNA ESPIRITUALIDAD DE LA VIDA CONSAGRADA

La vida cristiana, siendo una, se diversifica por la riqueza de su conteni-


do y por las circunstancias en las que se vive. Hay unidad de vida cristiana y
diversidad de espiritualidades: oriental y occidental, antigua, medieval,
moderna, contemporánea, laical, sacerdotal, religiosa, masculina y femenina.
Un estilo o modo de vivir la vida cristiana es el de la vida consagrada.
Ella tiene como punto de partida un carisma comunicado por el Espíritu para
seguir a Jesús en una consagración, vivida en comunión para la misión. La
fe, la esperanza y el amor se expresan y se viven en conexion con esa entre-
ga peculiar al servicio de Dios y de los hermanos y hermanas. Las relaciones
con la sociedad, con la mujer o el varón respectivamente, y con los bienes
de este mundo adquieren una cualificación diferente a causa de la dedica-
ción total a Dios por medio del compromiso de la obediencia, castidad y
pobreza consagradas. Estas características se hacen presentes, de uno o de
otro modo, en la gran diversidad de Institutos. El Espíritu es quien concede a
todas estas formas la capacidad de insertarse dentro del camino del pueblo
de Dios con este rostro y estilo peculiares que acentúan la dimensión escato-
lógica de la vida cristiana, al manifestar "ante todos los fieles los bienes
celestiales que se hallan presentes en este mundo" (LG 44). Esto empeña a la
ve en una lucha contra todo lo que se opone al Reino de Dios y la expone a
la incomprensión, la persecución e incluso el martirio.

3. LAS CARACTERISTICAS DE UNA ESPIRITUALIDAD DE LA VIDA CONSAGRADA HOY.


La vida consagrada necesita encontrar su camino de espiritualidad den-
tro del pueblo de Dios en cada época de la historia. Actualmente, con los
matices diferentes que estan ligados al propio carisma y al contexto socio-
cultural, la ve resalta algunos aspectos fundamenta/es dentro del único
camino de espiritualidad del pueblo de Dios. Ellos le dan identidad y la
convierten en signo estimulante. Características de una espiritualidad de la
ve en nuestro mundo de cambios rápidos y profundos deberían ser, entre
otras:
• identificación con jesucristo en un estilo alternativo de vida, que
supone romper con las seguridades del poder, del saber y del tener y superar
la tentación del aburguesamiento;
• vivir en una actitud permanente de, éxodo y conversión para abrirse a
los signos de los tiempos y a los desafíos que presentan;
Espiritualidad de la vida consagrada 481

• permanecer personal y comunitariarnente a la escucha de la Palabra


de Dios en la Escritura y en la vida, para centrarse en Dios como el único
absoluto con una oración-actitud de vida, que lo descubre presente en las
personas y en los acontecimientos;
• subrayar el aspécto comunitario de la historia de la salvación en una
renovada fraternidad evangélica dentro de una Iglesia de comunión;
• una experiencia renovada del misterio de la encarnación en la histo-
ria, en las diversas realidades culturales, en el servicio preferencial a los
pobres, en el trabajo. para ir construyendo el Reino de Dios, a partir de un
amor con dimensión social. Todo esto sin dicotomías ni reduccionismos.
Buscando unir lo natural y lo sobrenatural, lo temporal y lo eterno, lo indivi-
dual y lo social, la inmanencia y la trascendencia.
• libertad evangélica: "parresia" que comunica el Espíritu para anunciar
las exigencias y del Reino y denunciar todo lo que se opone a él, en un com-
promiso con la justicia y la paz, asumiendo los aspectos conflictivos y marti-
riales del testimonio cristiano, vistos en la perspectiva del misterio pascual;
• tener a María como modelo de seguimiento de Jesús en la escucha de
la Palabra y en la cercanía a las necesidades de los demás.

4. LA NECESIDAD DE UNA RELECTURA DE LA PROPIA ESPIRITUALIDAD

El Papa Juan Pablo 11, en el discurso a los participantes en el Congreso


Internacional de Vida Consagrada, el 27 de noviembre de 1993, invitaba a
imitar la creatividad de los fundadores con una fidelidad madura que tenga
en cuenta las interpelaciones de los signos de los tiempos '. Esto es especial-
mente importante para la espiritualidad. ·
En este doble movimiento de regreso a las fuentes y de atención a los
desafíos del mundo de hoy se hace urgente y necesaria la formación perma-
nente para releer la espiritualidad del propio Instituto religioso. Esperamos del
Sínodo un impulso para que la vida consagrada viva y testimonie las riquezas
de su espiritualidad, en general, y la de cada carisma, con fidelidad creativa y
encarnada en las diversas culturas y situaciones del mundo de hoy.

Corso d'ltalia, 38
00198 ROMA

1. Cf. L'Osservatore Romano, 3 diciembre 1993, p.7.


2. VIDA FRATERNA EN COMÚN

Mª. Elena Echavarren *

Ante todo, agradezco sinceramente al Santo Padre el poder vivir en


directo la gracia extraordinaria de este Sínodo.
Contando con la benevolencia de todos ustedes, me permito, como
franciscana y religiosa apostólica, hacer un subrayado a propósito de LA
VIDA FRATERNA EN COMUN "lnstrumentum laboris", 57; "Relatio ante dis-
ceptationem ", 20.
1 . La vida fraterna es considerada hoy en la teología y en el derecho de
la Iglesia como un elemento constitutivo de los Institutos de Vida Consagrada
y de las Sociedades de vida Apostólica (Cfr. PC 15; LG 43; ES 25 ss.; ET 39-
41; Can. 602; 607,2; 731, 1 ... ).
Sus modalidades son diversas, según las características de los diversos
Institutos. Mi objetivo es hablar de la vida fraterna que identifica los Institutos
religiosos, es decir, de la vida fraterna que se encarna viviendo en común.
2. Sobre la importancia de este factor en la vida religiosa, baste recordar
la siguiente afirmación del Papa, en un discurso a la Plenaria de la Congrega-
ción de los Institutos de Vida Consagrada y de las Sociedades de Vida Apos-
tólica (20 de noviembre de 1992): "Toda la fecundidad de la vida religiosa
depende de la calidad de la vida fraterna en común".
Un comentario autorizado y actualizado sobre el tema lo tenemos en el
valioso documento sobre la Vida fraterna en Comunidad, publicado por la
Congregación el 2 de febrero de este año. Era obvio que el "lnstrumentum
laboris" del Sínodo pusiera de relieve, en diversas ocasiones, la dimensión
comunitaria que nos caracteriza, en cuanto llamados a vivir en plenitud el
amor evangélico en clave fraterna.
3. El principio unificador de la vida espiritual y de la vida apostólica del
religioso/a debe ser la perfección en el amor de Dios y del prójimo (Cfr. PC 1).

"' Superiora General de las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia.


Vida fraterna en común 483

De aquí deriva que la función primordial de toda vida religiosa en la Iglesia


está en la línea de la caridad. En la Iglesia, que se identifica cada vez más,
como misterio de "comunión" -de pueblo de Dios constituido por una gran
familia de hermanos- el religioso/a, llamado especialmente a la perfección de
la caridad, debe ser modelo y promotor de unidad, de comunión fraterna.
Y en el mundo de hoy, dividido por radicalismos egoístas, la vida frater-
na en común armonía en el amor de diferencias personales y culturales -se
convierte en un signo atrayente de reconciliación.
Además, una vida fraterna en común que se amplía y se proyecta, en
esta clave, al entorno, al pueblo sencillo, al pobre, a cristianos y no cristia-
nos y hasta a la entera creación, lleva a la experiencia de "ser hermanos"
colaborando así a construir la gran familia de hijos de Dios y una auténtica
"civilización del amor".
4. Considero que el Sínodo prestaría un gran servicio a la Vida religiosa
si reafirmara la identidad y las exigencias fundamentales de la fraternidad
vivida comunitariamente por los religiosos/as, de acuerdo con la actual doc-
trina y disciplina de la Iglesia. Respetando lógicamente los matices propios
de cada carisma, pienso que se debiera insistir en ciertos aspectos básicos
del compromiso de vida fraterna en común como dimensión esencial para la
"fidelidad" y "credibilidad" de los religiosos y las religiosas.
• Fidelidad, en cuanto que la plenitud del amor fraterno, encarnado en
el ritmo de una comunión auténtica en los tres espacios fundamentales -ora-
ción, trabajo y convivencia- debe dar el tono, la vitalidad y el gozo del
seguimiento radical de Jesús en el estado religioso.
• Y credibilidad en cuanto que la coherencia de comunidades evangéli-
camente fraternas facilitará el servicio -como ejemplo, entrega y estímulo- a
la Iglesia comunión y al mundo.
5. Me tomo la libertad de suplicar a nuestros Hermanos Responsables de las
Iglesias locales que valoren esta dimensión fundamental de la vida fraterna en
común como fecundidad para la misión, que la promuevan y estimulen. Y que,
excluido cualquier repliegue sobre la propia Comunidad y aun contando con la
sensibilidad y disponibilidad de los religiosos y las religiosas frente a las urgencias
de la evangelización, eviten encomendar a los Institutos religiosos tareas que com-
prometan el ritmo de vida fraterna en común que es propio de su carisma.
Este cultivo y respeto de la específica vocación religiosa en el estilo de
vida y compromiso apostólico, revertirá en un más rico y vivificante servicio
a la Iglesia y a su misión en el mundo, por la fuerza del Espíritu.

Roma, 9 de octubre de 1992


3. EL SENTIDO Y LOS RASGOS DE LOS INSTITUTOS
SECULARES*

Emilio Tresalti *

l. Los Institutos Seculares son una forma de vida consagrada que se rela'
ciona de una forma muy particular con el mundo 1 •
Los Institutos Seculares (laicales) pueden dar una aportación importante
y específica a la evangelización 2 •
Estos se ofrecen a toda la Iglesia y a sus Pastores como cristianos laicos
que asumen la radicalidad evangélica por medio de los consejos evangélicos
vividos a través del compromiso de los votos para toda la vida.
Los Institutos Seculares no actúan, como tales, por medio de obras pro-
pias sino más bien ponen sus miembros a disposición del Evangelio 3 •
La característica de los miembros .de los IS está en realizar una síntesis
vital entre secularidad y consagración.
Por la misma naturaleza de nuestra consagración somos bien conscien-
tes del nacimiento de nuevos valores y culturas en los cuales la vida consa-
grada deber dar fruto, colocándose en el contexto de la nueva evangeliza-

"' Tradujo del italiano Afrodisio Hernández Casero.


"' Director General del Instituto "Cristo Rey", Miembro del Consejo Ejecutivo de la "Confe-
rencia Mundial de Institutos Seculares" (CMIS).
1. Cfr. CDC can. 710-714.
2. En todo lo que diga tendré presente solamente los IS laicales; mantengo en efecto que
las palabras relativas a los clericales y mixtos vayan articuladas de forma diversa.
3. "Estos deben escuchar, como dirigida especialmente a ellos, la llamada de la Exhorta-
ción apostólica Evangelii Nuntiandi 'El campo propio de su actividad evangelizadora está en el
complicado y vasto mundo de la polrtica, de la realidad·social, de la economfa, asf como el de
las ciencias y de las artes, de la vida internacional, de los instrumentos de la comunicación
social" (N.70). Esto no significa evidentemente que los Institutos Seculares en cuanto tales deban
asumir estos compromisos. Esto se refiere normalmente a cada uno de sus miembros. Deber de
los Institutos mismos es el de formar la conciencia para una madurez, etc. PABLO VI, A los Res-
ponsables Generales de los IS., 25 de agosto 1976 en Los Institutos Seculares-Documentos, Vl,
ed. CMIS Roma 1990 p. 38.
El sentido y los rasgos de los Institutos seculares 485

ción del mundo contemporáneo. Mantenemos que nuestra forma de vida


puede dar un aporte específico a la evangelización de las culturas y, al
mismo tiempo, a la inculturización del evangelio.
Nosotros deseamos ser conocidos y reconocidos por lo que somos -o
debemos ser- según la mente de nuestros fundadores y según.los documen-
tos constitutivos de la Autoridad de la Iglesia.
Quisiera subrayar aquí algunos aspectos que dicen relación de modo
particular a los Institutos Seculares (laicales).
1.- Los miembros de los IS se sitúan en el plano del ser más que sobre el
plano del hacer. Si alguno me pregunta: Vosotros, ¿qué hacéis?, me sale
espontánea la respuesta: "Nada". No tenemos obras propias. Cada uno de
nosotros tiene su profesión, su trabajo. :ada uno de nosotros está también
comprometido, siempre según su propia vocación personal, en actividades
sociales, políticas, sindicales, de voluntariado y/o en actividades eclesiales a
nivel parroquial o diocesano como cualquier otro laico "comprometido".
Pero, entonces, ¿para qué sirve estar consagrados de un modo especial y
hacer los votos de pobreza, castidad y obediencia? Esta es con frecuencia la
objeción que se hace desde el ámbito eclesial. Tal objeción se deriva del
hecho de que la consagración no es apreciada por lo que es, sino solamente
por lo que hace. No está todavía claro que "la vida consagrada tiene un
valor en sí misma para la Iglesia y que incide en su vida y en su misión, más
allá de la eficacia de aporte dado por las obras" 4 •
2.- Los miembros de los IS se sitúan en la línea de la vocación de laicos
-entendidos según la definición/descripción de la Lumen Gentium- expresa-
do con las siguientes palabras:
"Por su vocación es propio de los laicos buscar el reino de Dios tratando
las cosas temporales y ordenándolas según Dios ... A ellos les corresponde de
forma particular iluminar y ordenar todas las cosas temporales, a las cuales
están estrechamente unidos, de modo que se hagan y crezcan constantemen-
te según Cristo y que sean de alabanza para el Creador y Redentor" 5 •
Para comprender y permitir que se desarrollen los IS es necesaria una
exacta comprensión de la vida consagrada y, consiguientemente, de la voca-
ción laical.
En este sentido me parece que los IS responden a las exigencias profun-
das del mundo de hoy, como ha sido puesto en evidencia por el lnstrumen-

4. Cfr. card. B. HUME, Relatio ante Oisceptacionem 4a, Sínodo de los Obispos IX Asamblea
General, 2-29 octubre 1994.
5. LG 31.
486 Emilio Tresalti

tum Laboris después de muchas intervenciones de los Padres Sinodales. Me


refiero particularmente a la evangelización.
No es propio de los IS intervenir directamente en la pastoral y en la
evangelizaciór. Sus miembros llevarán sobre todo la riqueza de los valores
evangélicos, potenciada por su especial consagración y por su consiguiente
compromiso de vida según los consejos evangélicos a todos los ambientes y
situaciones del mundo actual, ya sea en los países de antigua evangelización
o ya en los que aún están por evangelizar, por medio de sus compromisos en
las realidades temporales y a través de su testimonio de una vida vivida
según el evangelio.
Esta presencia evangelizadora es natural en el sentido de que el laico
pertenece naturalmente a los ambientes laborales, sociales y políticos en los
cuales está insertado. No va ni viene enviado a ellos por nadie. Esto vale ple-
namente también para el laico miembro de un instituto secular.
Para poder dar fruto los IS y sus miembros deben ser fieles a su propia
vocación. No es admisible que sean religiosos (un poco) secularizados ni
que estén dominados por el espíritu del mundo que está en antítesis también
con la secularidad, tal y como como ésta ha sido definida en los documentos
conciliares LG y GS. Ellos representan una verdadera novedad en la historia
de la espiritualidad cristiana organizada. No pueden ser considerados como
una forma de evolución de la vida religiosa. O, por lo menos, no según la
acepción del término evolución.
Si por una parte se sitúan en continuidad con la consagración vivida por
el compromiso de los consejos evangélicos, por otra representan una discon-
tinuidad densa de significado respecto a la vida religiosa.
Trataré de explicar del modo más claro posible estos dos conceptos de
continuidad y discontinuidad.
El punto de partida para entender bien esta forma de vida es la natural y la
misión propia de Chritifideles /aici, ya sea en lo que concierne a la edificación
del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, ya por lo que concierne a la construcción
de la ciudad del hombre, a la cual los laicos están llamados por título propio.
El capítulo cuarto de la Lumen Gentium y su aplicación en otros docu-
mentos conciliares (Apostolicam Actuositatem) y posconciliares (Exhortación
Apostólica Evangelii Nuntiandi y Christifideles Laici), viene presentado con
seriedad y profundidad teológica. El sentido y el valor de la consagración
secular o secularidad consagrada estarán claros en la medida en la que el
concepto de /aicidad expresado en los citados documentos esté claro '·

6. "El Concilio exhorta a los cristianos, ciudadanos de la ciudad temporal Y de la ciudad


eterna, a cumplir con fidelidad sus deberes temporales, guiados siempre por el espfritu evangéli-
El sentido y los rasgos de los Institutos seculares 487

Nuestra consagración (especial) radica en la consagración bautismal y por


tanto tiene una referencia íntima con la unión con Dios y con la unidad de
todo el género humano. Aquí, ciertamente, se sitúa en continuidad con otras
formas de vida. Aunque ésta tiene su propia característica, ésta se realiza en
un ambiente en el cual nuestra laicidad adquiere, por decirlo de algún
modo, la máxima eficacia, manteniendo su justa autonomía y evitando toda
tentación de laicismo o secularismo.
Pablo VI expresaba así esta descontinuidad: "Una forma nueva de vida
consagrada ... una forma nueva diversa de la vida religiosa no solamente por
la diversa forma de actualizar el "seguimiento de Cristo", sino también por el
diverso modo de asumir la relación Iglesia-mundo, que es esencial para toda
vocación cristiana (cfr. Gaudium et Spes, 1)" 7 •

11.- No pocas veces me he sentido tentado de decir: "Los IS han tenido


su tiempo, están desapareciendo. No aguantan la prueba del tiempo. No tie-
nen futuro".
Otra actitud bastante difundida podría ser resumida de la siguiente
forma: "Pero si son cuatro gatos, no debemos perder el tiempo con ellos. Es
en cambio necesario mantener las vocaciones religiosas. Es importante

co. Se equivocan los cristianos que, pretextando que no tenemos aquí ciudad permanente, pues
buscamos la futura, consideran que pueden descuidar fas tareas temporales, sin darse cuenta
que la propia fe es un motivo que les obliga al más perfecto cumplimiento de ellas según fa
vocación personal de cada uno. Pero no es menos grave el error de quienes, por el contrario,
piensan que pueden entregarse totalmente a los asuntos temporales, como si estos fueran ajenos
del todó a la vida religiosa, pensando que ésta se reduce meramente a ciertos actos de culto y al
cumplimiento de determinadas obligaciones morales. El divorcio entre la fe y la vida diaria de
muchos debe ser considerado como uno de los más graves errores de nuestra época. Ya en el
Antiguo Testamento los profetas reprendían con vehemencia semejante escándalo. Y en el
Nuevo testamento sobre todo, Jesucristo personalmente conminaba graves penas contra él. No
se crf;en, por consiguiente, opciones artificiales entre las ocupaciones profesionales y sociales,
por una parte, y la vida religiosa, por otra. El cristiano que falta a sus obligaciones temporales,
falta a sus deberes con el prójimo; falta, sobre todo, a sus obligaciones para con Dios y pone en
peligro su eterna salvación. Siguiendo el ejemplo de Cristo, quien ejerció el artesanado, alégren-
se los cristianos de poder ejercer todas sus actividades temporales haciendo una sístesis vital del
esfuerzo humano, familiar, profesional, científico o técnico, con los valores religiosos, bajo cuya
altfsima jerarquía todo coopera a la gloria de Dios. Competen a los laicos propiamente, aunque
no exclusivamente, las tareas y el dinamismo seculares. Cuando actúan, indivirjual o colectiva-
mente, como ciudadanos del mundo, no solamente deben cumplir las leyes propias de cada dis-
ciplina, sino que deben esforzarse por adquirir verdadera competencia en todos los campos.
Gustosos colaboren con quienes buscan idénticos fines. Conscientes de las exigencias de la fe y
vigorizados con sus energías, acometan sin vacilar, cuando sea necesario, nuevas iniciativas y
llévenlas a buen término. A la conciencia bien formada del seglar toca lograr que la ley divina
quede grabada en la ciudad terrena. De los sacerdotes, los laicos pueden esperar orientación e
impulso espiritual". GS 43.
7. PABLO Vl, en el aniversario de la "Provida Mater'', en l.c. p.40.
488 Emilio Tresalti
encontrar nuevos modos de recuperar los espacios perdidos o reducidos en
el campo de la escuela y de la asistencia sanitaria".
O también: "Los Institutos Seculares son peligrosos, hay que estar aten-
tos a estas ideas de poner juntas secularidad y consagración. La consagración
es una cosa seria, va salvaguardada por todo aquello que puede diluirla o
vaciarla".
Estas actitudes y juicios que he tomado a grosso modo y un poco exage-
radamente se derivan en gran parte de un escaso conocimiento experiencia!
o bien de un conocimiento limitado a situaciones marginales. Este deficiente
conocimiento proviene con frecuencia de la misma naturaleza de los IS que
les hace poco "visibles" o que les lleva a no dejarse ver. De aquí se deduce
que solamente aquellos que son menos "típicos", pero precisamente por esto
más visibles, son puestos en evidencia.
Me parece, por tanto, útil el hacer claridad en este campo.
El futuro de los Institutos Seculares, está estrechamente unido a su fideli-
dad al propio carisma.
Me refiero no sólo a la fidelidad personal de todos y cada uno de los
miembros a la propia vocación, sino también a la fidelidad al carisma del
instituto secular.
No puedo por menos de citar a este propósito una incisiva frase de
Pablo VI: "Si permanecen fieles a su propia vocación los Institutos Seculares
se convertirán como en el "laboratorio experimental" en el que la Iglesia
verifica las modalidades concretas de sus relaciones con el mundo".
La fidelidad a la propia vocación consiste en esto: aceptar la consagra-
ción como valor primario y esencial en cuanto que es una respuesta irrevo-
cable de amor total al amor que Dios tiene por nosotros en Cristo. Esta res-
puesta tiende a expresarse concretamente en las acciones que son propias de
nuestra condición laical y secular. De cualquier modo nuestra consagración
nos hace todavía más laicos y seculares, si así se puede decir. El obligarse a
los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia es un medio
excelente por el cual nuestra consagración en la secularidad se vuelve más
libre y, por tanto, hace a la misma secularidad más eficaz. De aquí se dedu-
ce que debe ser la secularidad la que defina el modo de vivir los consejos
evangélicos y no a la inversa•.
A esta fidelidad todos estamos llamados. In primis ciertamente los Institu-
tos Seculares; pero después, y no menos, todos aquellos que tienen en la Igle-
sia el compromiso de verificar los carismas y de vigilar la fidelidad de todos.

8. Cfr. G. LAZZATI, De natura vinculi sacri in lnstitutis non-religiosis Periodica de Re Morali,


canónica, litúrgica, vol.67 (1987) pp. 489-497.
El sentido y los rasgos de los Institutos seculares 489

Las tentaciones de infidelidad provienen de hecho no sólo del interior


de los institutos, sino también del ambiente eclesial.
Es ciertamente difícil responder a todos aquellos que, para demostrar
cómo la laicidad de los IS resulta modificada por el compromiso de vida
según los consejos evangélicos, ponen ejemplos concretos de Institutos Secu-
lares en los cuales es más que evidente tal modificación. En los que la laici-
dad nos es ni siquiera "exterior". En los que la relación con el mundo y con
las cosas de este mundo viene filtrada de tal modo que resultan menos impli-
cados que muchos "religiosos" y "religiosas". Se recalca también cómo éstos
han sido aprobados por el competente dicasterio. Pero quizás no se pueda
acusar a estos institutos de infidelidad a un carisma que no es el suyo.
Desde otra vertiente, si así se puede decir, algún instituto ha dicho: si el
subrayar la consagración se hace en detrimento de la secularidad, esto es, de
mi compromiso en el mundo, pues bien, entonces dejo esta vida consagrada
que limita mi laicidad. A una retirada intraeclesial prefiero la apertura al
mundo para llevarlo a Dios. Y esto ha sucedido también de forma concreta 9 •
Ya, por lo que se ha dicho, se pueden encontrar elementos de prospecti-
va. Un dato que se deriva de mi experiencia personal, directa o indirecta, es
que existen en los países más diversos del mundo vocaciones para nuestra
forma de vida. No pocas veces estas vocaciones abortan por falta de una
asistencia adecuada. Es decir, porque no encuentran en aquellos que se ocu-
pan de las vocaciones, en los directores espirituales, en los pastores en gene-
ral, comprensión, ayuda y sostén. Otras veces encuentran obstáculos explíci-
tos en los ambientes eclesiales.
A pesar de esto, algunos logran encontrar un Instituto que responde a
sus espectativas y a emprender con éxito su camino espiritual.
Un motivo de preocupación es también el de aquellas tentativas de fun-
dación, por parte de algún obispo, de Institutos Seculares como una forma de
vida religiosa más flexible, menos comprometida en el plano canónico, más
fácilmente gestionables y utilizables como soporte pastoral o de secretaría
para las actividades de la propia diócesis.
O bien de parte de Ordenes y Congregaciones que, vista la escasez de
vocaciones tratan de asociarse eventualmente con laicos con unos compro-

9. Este peligro ha sido puesto en evidencia lúcidamente por G. Lazzati en la intervención


antes citada con las siguientes palabras: "Si haec ambiguitas non so/uta remanet., duplex exsurgit
periculum nobis enixe vitandum; periculum nec imaginarium neque inane, nam talispericuli
cum factis jam urgetur instantia! - Primum periculum hoc est: fmpeditur lnstituta saecularia quin
propriam sequantur gratiam vocationis quae saecularitatis consacratae est. Unde periculum
exurgit haec lnstituta a sua vera ratione detorquendi: unde etiam periculum ut et ipsa lnstituta
sese ab omni Ecclesiae tutela liberent ut alias exquirant vitae formas quae et ipsae authenticae
saecularitatis servadae non correspondet..." f.c. p. 492.
490 Emilio Tresalti

misos propios o semejantes a los de la vida consagrada para llevar adelante


obras para las cuales escasea el personal. En este caso, auténticas vocaciones
para la vida consagrada secular se ven reducidas a formas de vida que no
son caminos de santidad ni contribuyen realmente a la evangelización. No
considero que sea un buen servicio a la Iglesia y a la causa del Evangelio.
Ciertamente, si todavía se piensa que la evangelización se realiza princi-
palmente a través de las instituciones católicas en el campo educativo, sani-
tario, asistencial no se entiende bien qué aportación pueden dar a la evange-
lización los Institutos Seculares 10 •
Considero que se debe mejorar el conocimiento de todas las formas de
vida consagrada en la pastoral vocacional, en particular por la parte masculi-
na, para la cual, con frecuencia, no se ve otro camino que la del ministerio
sacerdotal y diaconal.
La fidelidad resulta por tanto compleja e implica responsabilidades con-
vergentes desde los distintos ámbitos eclesiales. Queda como cosa cierta que
el futuro de los Institutos Seculares está condicionado por la fidelidad al pro,
pio carisma.
Otro elemento que sirve de obstáculo a su desarrollo está constituido
por la reserva que le rodea. Una actitud de duda o, más aún, de rechazo en
lo que respecta a los IS que se verifica en algunos ambientes eclesiásticos
deriva del hecho de que los IS no se dan a conocer. Estos son vistos como
una especie de sociedad secreta o no suficientemente abierta aún en las rela-
ciones con el Obispo.
Yo opino que actitudes de este tipo deberían estar superadas, una vez
superada la fase adolescente de la vida de los mismos Institutos.
Con todas estas premisas yo considero que esta forma de vida puede y
debe dar mucho fruto a la obra de la evangelización.
La presencia como fermento de personas consagradas que desde el
mismo interior del mundo, encarnadas y comprometidas naturalmente en los
varios "mundos", impregnándolo de evangelio y de vida divina es algo de lo
que el mundo tiene suma necesidad.
La presencia fermentadora de personas consagradas en medio de otros
fieles cristianos laicos puede potenciar y estimular la fidelidad y la vida cris-
tiana de estos a la vez que fermentar el mundo para que crezca y se desarro-
lle según los planes de Dios.
Estas son modalidades no realizables por medio de las instituciones edu-
cativas, sanitarias y otras de la Iglesia.
Esta es la misión de los Institutos Seculares.

1O. JuAN PABLO 11, Discurso a los RG de los JS 28-8-1980 en /.c. pp. 42-43.
El sentido y los rasgos de los Institutos seculares 491

Si los Institutos Seculares son fieles todavía podrán dar una aportación
específica al crecimiento de la santidad de la Iglesia y a la evangelización,
adecuada a las exigencias del mundo del tercer milenio.
Creo un deber añadir, que no obstante algunos signos sobre la corres-
ponsabilidad de otros en la Iglesia, el peso de esta fidelidad pertenece prima-
riamente a los mismos Institutos. Estos deben tener el coraje de ser ellos mis-
mos, aunque esto signifique el tener que andar contra corriente. Esto
comporta la donación total de uno mismo tal y como la consagración lo
exige; lealtad hacia el mundo creado y amado por el Padre hasta el punto de
entregar para ello a su Hijo unigénito 11 •

V. Capodistria, 15
00198 ROMA - Italia

11. Jn. 3, 16.

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