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Los Preacuerdos y Su Control Por Parte Del Juez
Los Preacuerdos y Su Control Por Parte Del Juez
D E R E C H O P R O C E S A L P E N A L I I
2023–2
Universidad Pontificia
Bolivariana
Montería – Córdoba
2023.
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ÍNDICE
I. Introducción
II. Fundamentos de los Preacuerdos y Negociaciones.
1. Justicia Premial como justificación ideológica.
2. Definición de "preacuerdo" y su relación con "negociación" y "acuerdo".
3. Finalidades de los "preacuerdos y las negociaciones".
A. Humanización de la actuación procesal y la pena.
B. Obtener pronta y cumplida justicia.
C. Activar la solución de los conflictos sociales que genera el delito.
D. Propiciar la reparación integral de los perjuicios ocasionados con el injusto.
E. Lograr la participación del imputado en la definición de su caso.
F. Aprestigiar la administración de justicia.
G. Evitar cuestionamientos a la administración de justicia.
4. Elementos que legitiman "materialmente" un preacuerdo.
A. Los preacuerdos y las negociaciones representan un componente esencial de la
administración de justicia.
B. Los preacuerdos y las negociaciones entre la Fiscalía y el imputado o acusado responden
a criterios político criminales.
C. Los preacuerdos y las negociaciones de culpabilidad tienen relación directa con el
principio de economía procesal.
D. Los preacuerdos y las negociaciones deben responder a criterios de justicia material y no
deben ser ajenos al establecimiento de la verdad real.
III. Elementos Sustanciales de Validez del Preacuerdo.
1. Los acuerdos y negociaciones no proceden en relación con delitos bagatela.
2. Están regidos por el principio de legalidad modulado.
3. La reducción de cargos que se presenta en una alegación de culpabilidad puede ser
cualitativa y cuantitativa.
A. Eliminación de una causal de agravación punitiva.
B. Tipificación específica que implique disminución de pena.
4. El sistema de los cuartos no procede en el ámbito de dosificación de la pena.
5. Los acuerdos y negociaciones no proceden en relación con delitos de homicidio o
lesiones personales bajo la modalidad dolosa y delitos contra la libertad.
IV. Aspectos Procesales de los Preacuerdos.
1. Procedencia de un "preacuerdo".
A. Desde la imputación y hasta la presentación del escrito de acusación.
B. Entre la acusación y el interrogatorio inicial del juicio oral.
C. En la audiencia preparatoria.
D. Al inicio del juicio oral.
2. Elementos procesales del instituto de los "preacuerdos y negociaciones".
A. Responden a un acto procesal de postulación.
B. Es un trámite opcional para el implicado y para la Fiscalía.
C. Implica responsabilidades legales para sus intervinientes.
D. El imputado o acusado en el trámite del preacuerdo y la negociación, debe estar
asistido por su defensor.
E. En el trámite de las alegaciones preacordadas de culpabilidad, intervienen el
Ministerio Público y la víctima.
F. La alegación acordada de culpabilidad debe ser producto de un acto informado,
libre, espontáneo y voluntario del imputado o acusado.
G. La alegación de culpabilidad preacordada asume la forma de una confesión
transaccional.
H. Una vez el juez de conocimiento aprueba el acuerdo, resulta improcedente la
retractación de alguno de los intervinientes.
VI. Conclusiones.
VII. Bibliografía General.
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I. INTRODUCCIÓN
Desde sus inicios, el Derecho colombiano ha estado impregnado por la influencia del sistema
jurídico continental europeo, lo que ha dado lugar a una marcada tendencia positivista o
legalista en la tradición jurídica del país. Esta inclinación se refleja especialmente en el
ámbito del Derecho Penal, donde la estricta observancia de las formalidades propias de cada
juicio se considera un elemento fundamental tanto en la investigación, como en el
juzgamiento y aún más importante en defensa de una persona implicada en un proceso penal,
para cualquier abogado penalista colombiano, ya sea en calidad de defensor o acusador. En
este contexto, la norma legal se erige como la principal salvaguardia contra el poder punitivo
del Estado y desempeña un papel crucial tanto como garantía como amenaza de control
social.1
Dentro del actual contexto constitucional colombiano, donde lo material prevalece sobre lo
formal, se ha vuelto jurídicamente admisible la idea de procedimientos abreviados, como los
preacuerdos y las negociaciones de culpabilidad, siempre y cuando cumplan con los
principios materiales del debido proceso constitucional.3
Los preacuerdos y las negociaciones son ese conjunto de trámites que se materializan en
conversaciones y contactos entre la Fiscalía General de la Nación y el imputado o acusado,
con la finalidad de culminar de manera anticipada un proceso penal, en el cual el procesado
decide renunciar a la celebración de un juicio oral público, admitiendo su responsabilidad en
los hechos investigados, a cambio de recibir de un juez o jueza una rebaja punitiva. Por lo
anterior, encontramos que la introducción de institutos como ‘los preacuerdos y las
negociaciones’ solo encuentran asidero en el actual contexto constitucional, ya que, en un
sistema rígido, legalista, sería impensable considerar que un imputado o acusado pueda
renunciar a una multiplicidad de derechos de su defensa, como el contradictorio, el debate
probatorio y el interrogatorio a los testigos de cargo, entre otros; sin embargo, como
aludimos, con una concepción más amplia de debido proceso, dónde importa más los
principios superiores como el de la igualdad, la proporcionalidad y la seguridad jurídica, se
erige la base de una justicia premial o negocial, que premie la colaboración con la justicia y
una economía procesal que promete ser medicina para el congestionado y patitieso sistema
penal colombiano.
Este trabajo se propone como una guía para comprender el tema de los preacuerdos y las
negociaciones. En primer lugar, exploraremos el concepto de justicia premial como
fundamento ideológico de estas instituciones. Luego, nos adentraremos en la definición de
"preacuerdo" y su relación con los términos "negociación" y "acuerdo", así como en la
finalidad de los "preacuerdos y negociaciones" para delimitar con precisión el alcance de
estas instituciones jurídicas. Siguiendo este enfoque sustantivo y material, analizaremos los
‘elementos sustanciales de validez’ de un preacuerdo y los ‘factores de legitimación
material’. Una vez abordados estos aspectos sustantivos, nos centraremos en los aspectos
1
MITES AL PODER DISPOSITIVO Y CONTROL JUDICIAL A LOS PREACUERDOS EN APLICACIÓN DEL ESTANDAR
DE PRUEBA PARA CONDENAR.
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Articulo 29 Constitución Política de Colombia
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CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia C-1260 de 2005, MP. Clara Inés Vargas Hernández. Señaló en tal
contexto socio-político, que “entre la Fiscalía y el imputado o el acusado pueden celebrarse acuerdos
orientados a que se dicte anticipadamente sentencia condenatoria, lo que implica la renuncia a la etapa del
juicio, es decir, a ser vencido en juicio (…) es la posibilidad del imputado o procesado de renunciar a una de
las etapas del proceso, la del juicio (…) de renunciar a ser vencido en juicio”
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Por último, examinaremos la normativa actual en Colombia referente a los preacuerdos y las
negociaciones, y revisaremos las tendencias jurisprudenciales que surgen en el debate sobre
aquel asunto de que, si estamos en un sistema de corte dispositivo, donde el Juez no interviene
oficiosamente para establecer la verdad material, puede permitirse que las partes construyan
la verdad por consenso sin necesidad de demostrar un mínimo de verdad objetiva. Este dilema
plantea la pregunta de si el Juez debe realizar un control material para alcanzar un
"convencimiento más allá de toda duda razonable" o si, en virtud del principio dispositivo,
debe limitarse a un control formal del "preacuerdo" sin cuestionarlo.
En vista, de que el fundamento de la justicia premial es el consenso entre las partes (fiscalía
y defensa), o bien puede hablarse de la manifestación de la voluntad de las partes,
generalmente, la manifestación de la voluntad más importante es la que conlleva una
4
Información basada en el trabajo "LÍMITES AL PODER DISPOSITIVO Y CONTROL JUDICIAL A LOS
PREACUERDOS EN APLICACIÓN DEL ESTANDAR DE PRUEBA PARA CONDENAR" de Gabriel Fernando Roldán
Restrepo, presentado como requisito para optar al título de Magister en Derecho Procesal Contemporáneo
en la Universidad de Medellín, Facultad de Derecho, en 2016.
5
Sentencia C-516 de 2007 de la Corte Constitucional de Colombia.
6
Sentencia C-645 de 2012 de la Corte Constitucional de Colombia.
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‘aceptación de responsabilidad’ o sea la que hace el imputado o acusado, pues resulta que
cuando, dicha manifestación es unilateral, porque con la manifestación de la voluntad solo
se obliga una parte que generalmente es el imputado o acusado, estamos ante el “allanamiento
de cargos”, sin embargo, cuando dicha manifestación es bilateral porque el acuerdo de
voluntades genera obligaciones tanto para la Fiscalía, como para el imputado o acusado, por
tanto, se entiende que ha habido un proceso de negociación y confluencia de voluntades,
estamos entonces ante la “negociación o preacuerdo”.
Por lo anterior, la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, en una providencia
de 20127, sostiene que los institutos de allanamiento a cargos y preacuerdos y negociaciones
se basan en la premisa de que, a mayor colaboración y mayor economía procesal, la respuesta
premial debe ser más significativa.
Aunque en un primer momento podría llegarse a pensar que el código procesal penal
colombiano utiliza indistintamente el término “preacuerdo” para referirse tanto a los
‘acuerdos’ como a los ‘preacuerdos’, lo cierto es que no, ya que en el artículo 10° del C.P.P.
en su inciso 4° menciona “El juez podrá autorizar los acuerdos o estipulaciones a que lleguen
las partes y que versen sobre aspectos en los cuales no haya controversia sustantiva, sin que
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Providencia rad. 38.285 de 2012 de la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia de Colombia.
Esta providencia destaca que la reforma no desconoció los institutos de allanamiento a cargos y
preacuerdos, y enfatiza la relación entre la colaboración, la economía procesal y la respuesta premial.
8
Roldán Restrepo, G. F. (2016). Límites al poder dispositivo y control judicial a los preacuerdos en aplicación
del estándar de prueba para condenar. (Trabajo de Grado de Magister en Derecho Procesal
Contemporáneo). Universidad de Medellín, Facultad de Derecho, Medellín, Colombia.
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A éste respecto, los doctrinantes Nelson Saray Botero y Sonia Patricia Uribe, han expresado que el género
es la negociación, que el preacuerdo es la etapa inicial y el acuerdo es el acta final aprobada por el juez de
conocimiento (Saray, 2017).
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implique renuncia de los derechos constitucionales”, por otro lado, en el epígrafe del Título
II del Libro III del C.P.P. que en seis artículos regula los “Preacuerdos y negociaciones entre
la Fiscalía y el imputado o acusado”; en tal sentido, parece lo más correcto no confundir
como análogos los términos “acuerdo”, “preacuerdo” y “negociación.10
Según la Usaid, la Defensoría del Pueblo conceptuó que No era erróneo la utilización
indistinta del término “preacuerdos” para referirse tanto a los “acuerdos” como a los
“preacuerdos”, ya que, siendo uno o el otro, llevado a cabo con la fiscalía o aprobada la
legalidad por el Juez, todo ello se lleva a cabo de forma previa al juicio oral, dónde tal
convención entre las partes debe ser aceptada por el Juez de conocimiento, para darle fuerza
vinculante. Pese a lo anterior, gran parte de la doctrina y la jurisprudencia nacional no
comparte esta posición y doctrinantes como Roldán Restrepo afirman que hubo un error en
la técnica legislativa (en la Ley 906 de 2004 en el Título II del Libro III) en el hecho de que
el legislador optara por la locución “preacuerdos”, en vez de “acuerdos”, ya que, tales
imprecisiones no resultan inocuas o superfluas, sino que suman a la regulación inapropiada
de la figura de terminación anticipada del proceso por negociación.
Es por ello que, en un proyecto de reforma presentado por el Fiscal General de la Nación y
el Ministro de Justicia11, se propone una mayor precisión en las definiciones, diferenciando
tres momentos de la justicia negociada: negociación, preacuerdo y acuerdo. 1.) Una
Negociación, consistente en los acercamientos del investigado, de la mano de su defensor
con la Fiscalía; 2.) Un Preacuerdo, contentivo del conjunto de condiciones pactadas; y, 3.)
Un Acuerdo, como pacto ya homologado por el Juez.
Ley 906 de 2004 Articulo 351. “La aceptación de los cargos determinados en la audiencia
de formulación de la imputación, comporta una rebaja hasta de la mitad de la pena
imponible, acuerdo que se consignará en el escrito de acusación”.
Ley 906 de 2004 Articulo 352. “Presentada la acusación y hasta el momento en que sea
interrogado el acusado al inicio del juicio oral sobre la aceptación de su responsabilidad, el
fiscal y el acusado podrán realizar preacuerdos en los términos previstos en el artículo
anterior.
Cuando los preacuerdos se realizaren en este ámbito procesal, la pena imponible se reducirá
en una tercera parte.”
10
(Roldan Restrepo, 2016, pág. 15)
11
Proyecto de Ley 224 de 2015, Cámara, radicado en abril 16 de 2015.
12
(Nación, 2009)
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Ley 906 de 2004 Articulo 354. Son inexistentes los acuerdos realizados sin la asistencia del
defensor. Prevalecerá lo que decida el imputado o acusado en caso de discrepancia con su
defensor, de lo cual quedará constancia.
Así en retrospectiva, los preacuerdos son una de las formas de terminación anticipada del
proceso penal, que provienen del Plea Bargaining, figura de origen anglosajón, que ha
permeado el llamado sistema continental, colonizando de a pocos los sistemas penales de los
países latinoamericanos, especialmente el colombiano, teniendo como principal finalidad que
a cambio del ofrecimiento de una pena reducida, el procesado se pliegue a la pretensión
punitiva, ganando el sistema judicial en términos de celeridad y eficacia en los
procedimientos.
Como bien mencionamos hasta este punto, siendo la Justicia Premial el género y el
“preacuerdo” la especie, hay que tenerse en cuenta que la justicia premial dispone otro tipo
de mecanismos para la obtención de beneficios a cambio de colaborar con la justicia, como
lo es el “principio de oportunidad” y el “allanamiento a cargos”, por ello, el conocer los
principios y finalidades de los preacuerdos se constituyen en una importante herramienta para
delimitar la noción de esta institución y diferenciarlo de otros mecanismos de Justicia
Premial.
Es así como el artículo 348 de la Ley 906 de 2004, señala como finalidades de los preacuerdos
y las negociaciones, las siguientes: en el inciso 1°: Humanización de la actuación procesal y
la pena; Obtener pronta y cumplida justicia; Activar la solución de los conflictos sociales que
genera el delito; Propiciar la reparación integral de los perjuicios ocasionados con el injusto;
Lograr la participación del imputado en la definición de su caso. En el inciso 3°: aprestigiar
la administración de justicia.
2. Obtener pronta y cumplida justicia. Esta finalidad tiene como objetivo acelerar la
resolución de los casos penales y garantizar que la justicia sea efectiva y oportuna.
Los previos acuerdos y las negociaciones permiten evitar largos y costosos juicios, lo
que beneficia a todas las partes involucradas en el proceso judicial. La obtención de
una justicia pronta y cumplida contribuye a la satisfacción de las víctimas, a la
eficiencia del sistema judicial y a la reducción de la congestión en los tribunales.
3. Activar la solución de los conflictos sociales que genera el delito. Esta finalidad
reconoce que el delito no solo afecta a las partes involucradas en el proceso penal,
sino que también tiene un impacto en la sociedad en su conjunto. Los preacuerdos y
las negociaciones buscan resolver los conflictos generados por el delito de una
manera que promueva la armonía y la convivencia social. Esto se logra a través de la
imposición de sanciones proporcionales y la reparación de los perjuicios causados.
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Es por ello que resulta de vital importancia identificar y manejar las finalidades de estos
preacuerdos para delimitarla con otras instituciones de justicia premial. diferencia de algunas
instituciones de justicia premial que pueden centrarse en obtener información sobre otros
delincuentes, los preacuerdos y las negociaciones están orientados hacia la justicia
restaurativa y la reparación del daño causado a la víctima y en los preacuerdos y las
negociaciones, se espera que el imputado colabore activamente en la reparación de los
perjuicios causados por su delito. Esto va más allá de la mera obtención de información sobre
otros infractores y se centra en la restitución de los derechos de las víctimas y la restauración
de la armonía en la comunidad afectada. Este enfoque restaurativo es una característica
distintiva de los preacuerdos.
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BERNAL CUÉLLAR, Jaime y MONTEALEGRE LYNETT, Eduardo. El proceso penal T. I. Universidad Externado
de Colombia, Bogotá, 2004., pp. 265 y ss.
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Sin embargo, es crucial destacar que la eficacia y economía procesal no deben imponerse a
expensas de la justicia garantista. El modelo de Estado exige que se respeten los principios
fundamentales de un proceso justo y equitativo, incluso en el contexto de los acuerdos y
negociaciones de culpabilidad. La legitimación material de estos procedimientos radica en
encontrar un equilibrio entre la eficiencia procesal y la protección de los derechos
individuales, asegurando que la justicia se administre de manera equitativa y respetuosa con
las garantías fundamentales.
La condición de injusto abarca tanto el desvalor del acto como el desvalor del resultado,
exigiendo demostrar la antijuridicidad en sentido formal y material. Se destaca que la
lesividad debe afectar el bien jurídico de manera relevante, comprometiendo su existencia de
manera seria. Los denominados "delitos bagatela" no constituyen un reato real, ya que su
insignificante afectación del bien jurídico los excluye del ámbito penal.
Ley 890 de 2004 Artículo 3°. El artículo 61 del Código Penal tendrá un inciso final
así:
"El sistema de cuartos no se aplicará en aquellos eventos en los cuales se han llevado
a cabo preacuerdos o negociaciones entre la Fiscalía y la defensa".
Ley 1098 de 2004, el artículo 199 de esta Ley, determina que cuando se trate de los delitos
de homicidio o lesiones personales bajo la modalidad dolosa, delitos contra la libertad,
integridad y formación sexuales, o secuestro, cometidos contra niños, niñas y
adolescentes, se aplicarán las siguientes reglas: No procederán las rebajas de pena con
base en los preacuerdos y negociaciones entre la Fiscalía y el imputado o acusado,
previstos en los artículos 348 a 351 de la Ley 906 de 2004.
1. Procedencia de un "preacuerdo".
En el ámbito del derecho procesal penal, la normativa establece de manera precisa los
momentos y circunstancias en los que se pueden llevar a cabo los preacuerdos y las
negociaciones entre la Fiscalía y el imputado o acusado. Es importante destacar que este
proceso no se aplica de la misma manera en todos los casos, como lo es en el principio de
oportunidad.
Por otro lado, la otra norma que consagra el otro momento procesal para la procedencia de
los preacuerdos y negociaciones, es el artículo 352 de la Ley 906 de 2004, así:
Así las cosas, basándonos en el capitulo de la ley 906 de 2004 que regula el tema de los
preacuerdos y negociaciones en Colombia, podríamos decir que solo hay dos momentos
procesales en los cuales procede la figura de los preacuerdos y las negociaciones:
Sin embargo, una parte de la doctrina conviene en que en realidad, esta oportunidad procesal
tiene cuatro momentos así:
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no está obligado en todos los casos a llevar a cabo los acuerdos, y su función
va más allá de ser un "simple observador". En este contexto, el sistema de
justicia en Colombia, especialmente en preacuerdos y negociaciones, puede
considerarse más como heterocompositivo, ya que la voluntad de las partes
no vincula automáticamente al juez, y su intervención es esencial para
garantizar los principios constitucionales y los derechos fundamentales.
manera clara que los acuerdos realizados sin la presencia del defensor son
inexistentes. La participación activa de la defensa en el proceso de preacuerdo
es crucial para garantizar los derechos del procesado y proporcionar la
información necesaria sobre las implicaciones de someterse a este
procedimiento.
En cuanto a la validez del acuerdo, el artículo 369 del CPP establece que si el
juez o jueza de conocimiento rechaza la alegación de culpabilidad, deberá
llevar a cabo el juicio como si el imputado hubiera mantenido su declaración
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283 de la Ley 906 de 2004, la aceptación por parte del imputado es el reconocimiento libre,
consciente y espontáneo de su participación en la conducta delictiva investigada.
En términos simples, la aceptación se entiende como la admisión de los cargos por parte del
procesado, donde renuncia de manera voluntaria a disputar los aspectos probatorios que lo
vinculan con el delito. La admisión de la comisión del delito se convierte en el factor
fundamental para la realización de preacuerdos o negociaciones. Es importante destacar que
esta admisión puede equipararse a la comparecencia como testigo, bajo la gravedad de
juramento, actuando, de alguna manera, como testigo en su contra.
De esta forma, tenemos que la aceptación de responsabilidad por parte del procesado, puede
hacerse bien por: i. allanamiento a cargos, o; ii. Preacuerdos y negociaciones, en todo caso
ambas implican la renuncia a ciertos derechos de defensa del imputado o acusado. Es así
como el artículo anteriormente señalado consagra un imperativo a cargo del juez de verificar
estas garantías mínimas del procesado, de allí nace la figura del control judicial a los
preacuerdos y negociaciones. Este control consagrado en el artículo citado, encuentra asidero
en lo que la doctrina conoce como audiencia de control de legalidad del consenso.
En este punto, es dónde nace una discusión importante y que será ampliada en el punto de
líneas jurisprudenciales de este trabajo, a saber tal discusión, se enfoca en la aparente
contradicción entre la presunción de inocencia y el principio in dubio pro reo, que exigen un
“convencimiento más allá de toda” duda para condenar (artículo 7° C.P.P.), y la exigencia
específica de los preacuerdos, que requiere un "mínimo de prueba que permita inferir la
autoría o participación en la conducta y su tipicidad" (artículo 327 inciso tercero C.P.P.). La
pregunta es si esta exigencia específica es coherente con el estándar general de prueba para
condenar. En cuanto al control material de los preacuerdos, el artículo 327 C.P.P. establece
que el juez debe verificar que exista ese “mínimo de prueba” y asegurarse de que el acuerdo
se haya llevado a cabo de manera voluntaria, consciente y libre. Este control busca equilibrar
la necesidad de pruebas sólidas con la flexibilidad permitida por los preacuerdos,
garantizando al mismo tiempo el respeto a los principios de presunción de inocencia e in
dubio pro reo.
Así, aunque bien hoy la gran parte de la jurisprudencia aboga por un control material del
preacuerdo, lo cierto es que hay otra que repudia dicho control material, esto será ampliado
en la exposición de líneas jurisprudenciales. Sin embargo, Roldan Restrepo, abogando por
un control material, hace una recopilación de algunas reglas que debe observar el juez al
momento de realizar el control de legalidad de la convención, las cuales:
d. Tomar muy en serio, o digamos “con tiento” la aceptación anticipada de culpabilidad del
procesado, y si llegare a columbrar que su prisa obedece a fines que eluden una finalidad de
establecer con objetividad la verdad, o encubrir a otros responsables del hecho, deberá
improbar la pretensión unilateral del procesado.
g. Realizar control material y aprobar solamente los preacuerdos que respeten las garantías
fundamentales de todas las partes y los intervinientes.
Dado lo expuesto, se consolidan las líneas jurisprudenciales mencionadas, las cuales sirven
como guía y referencia para la correcta aplicación de los principios fundamentales en el
ámbito jurídico.
VI. Conclusiones.
La errada noción de que la Fiscalía ostenta un dominio exclusivo sobre la pretensión en los
preacuerdos plantea un dilema crucial en la administración de justicia. La impropiedad de
considerar estos acuerdos como simples "negocios jurídicos" desdibuja la naturaleza pública
e irreductiblemente contradictoria del proceso penal. La racionalidad de los preacuerdos,
lejos de ser un acto de libre disposición, descansa en la satisfacción de intereses públicos.
La figura del Juez, como garante de la legalidad y equidad, se ve comprometida por esta
concepción. Su papel no puede ser relegado a una mera formalidad o "intromisión", sino que
debe ser reconocido como esencial para mantener la integridad del proceso. La delicada
balanza entre celeridad y respeto de derechos fundamentales exige una revisión crítica de la
distribución de poderes entre la Fiscalía y el Juez.