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LOS PREACUERDOS Y SU CONTROL POR PARTE DEL JUEZ

ELKIN MANUEL ROMERO ORTEGA

JOSÉ MARÍA CÓRDOBA SALGADO

MARIO ALBERTO ROJAS HERNANDEZ

VIII SEMESTRE, DERECHO

D E R E C H O P R O C E S A L P E N A L I I

2023–2

Dcte. PhD. EUARDO FLOREZ ARISTIZABAL

Universidad Pontificia
Bolivariana

Montería – Córdoba

2023.
2

ÍNDICE

I. Introducción
II. Fundamentos de los Preacuerdos y Negociaciones.
1. Justicia Premial como justificación ideológica.
2. Definición de "preacuerdo" y su relación con "negociación" y "acuerdo".
3. Finalidades de los "preacuerdos y las negociaciones".
A. Humanización de la actuación procesal y la pena.
B. Obtener pronta y cumplida justicia.
C. Activar la solución de los conflictos sociales que genera el delito.
D. Propiciar la reparación integral de los perjuicios ocasionados con el injusto.
E. Lograr la participación del imputado en la definición de su caso.
F. Aprestigiar la administración de justicia.
G. Evitar cuestionamientos a la administración de justicia.
4. Elementos que legitiman "materialmente" un preacuerdo.
A. Los preacuerdos y las negociaciones representan un componente esencial de la
administración de justicia.
B. Los preacuerdos y las negociaciones entre la Fiscalía y el imputado o acusado responden
a criterios político criminales.
C. Los preacuerdos y las negociaciones de culpabilidad tienen relación directa con el
principio de economía procesal.
D. Los preacuerdos y las negociaciones deben responder a criterios de justicia material y no
deben ser ajenos al establecimiento de la verdad real.
III. Elementos Sustanciales de Validez del Preacuerdo.
1. Los acuerdos y negociaciones no proceden en relación con delitos bagatela.
2. Están regidos por el principio de legalidad modulado.
3. La reducción de cargos que se presenta en una alegación de culpabilidad puede ser
cualitativa y cuantitativa.
A. Eliminación de una causal de agravación punitiva.
B. Tipificación específica que implique disminución de pena.
4. El sistema de los cuartos no procede en el ámbito de dosificación de la pena.
5. Los acuerdos y negociaciones no proceden en relación con delitos de homicidio o
lesiones personales bajo la modalidad dolosa y delitos contra la libertad.
IV. Aspectos Procesales de los Preacuerdos.
1. Procedencia de un "preacuerdo".
A. Desde la imputación y hasta la presentación del escrito de acusación.
B. Entre la acusación y el interrogatorio inicial del juicio oral.
C. En la audiencia preparatoria.
D. Al inicio del juicio oral.
2. Elementos procesales del instituto de los "preacuerdos y negociaciones".
A. Responden a un acto procesal de postulación.
B. Es un trámite opcional para el implicado y para la Fiscalía.
C. Implica responsabilidades legales para sus intervinientes.
D. El imputado o acusado en el trámite del preacuerdo y la negociación, debe estar
asistido por su defensor.
E. En el trámite de las alegaciones preacordadas de culpabilidad, intervienen el
Ministerio Público y la víctima.
F. La alegación acordada de culpabilidad debe ser producto de un acto informado,
libre, espontáneo y voluntario del imputado o acusado.
G. La alegación de culpabilidad preacordada asume la forma de una confesión
transaccional.
H. Una vez el juez de conocimiento aprueba el acuerdo, resulta improcedente la
retractación de alguno de los intervinientes.

3. Facultades de los fiscales y limitaciones al poder dispositivo.


4. Control judicial en el proceso de preacuerdos.
V. Normativa Vigente y Jurisprudencia.
1. Recuento normativo vigente en Colombia
2. Principales líneas jurisprudenciales.

VI. Conclusiones.
VII. Bibliografía General.
3

I. INTRODUCCIÓN

Desde sus inicios, el Derecho colombiano ha estado impregnado por la influencia del sistema
jurídico continental europeo, lo que ha dado lugar a una marcada tendencia positivista o
legalista en la tradición jurídica del país. Esta inclinación se refleja especialmente en el
ámbito del Derecho Penal, donde la estricta observancia de las formalidades propias de cada
juicio se considera un elemento fundamental tanto en la investigación, como en el
juzgamiento y aún más importante en defensa de una persona implicada en un proceso penal,
para cualquier abogado penalista colombiano, ya sea en calidad de defensor o acusador. En
este contexto, la norma legal se erige como la principal salvaguardia contra el poder punitivo
del Estado y desempeña un papel crucial tanto como garantía como amenaza de control
social.1

No obstante, la introducción de elementos neoconstitucionalistas con la promulgación de la


Constitución Política de 1991 ha abierto la puerta a la coexistencia de diversas ideologías,
entre las cuales, se encuentra una puerta de entrada el sistema procesal penal angloamericano.
Lo novedoso es que la expresión "debido proceso" ya no se limita a las "formas propias del
juicio"2, que poseen una connotación puramente formal y se relacionan con reglas de
procedimiento, sino que adquiere una dimensión material como un principio constitucional.
Independientemente de la forma que adopte un proceso, su validez se mide en función de una
serie de elementos materiales que le otorgan sustancia.

Dentro del actual contexto constitucional colombiano, donde lo material prevalece sobre lo
formal, se ha vuelto jurídicamente admisible la idea de procedimientos abreviados, como los
preacuerdos y las negociaciones de culpabilidad, siempre y cuando cumplan con los
principios materiales del debido proceso constitucional.3

Los preacuerdos y las negociaciones son ese conjunto de trámites que se materializan en
conversaciones y contactos entre la Fiscalía General de la Nación y el imputado o acusado,
con la finalidad de culminar de manera anticipada un proceso penal, en el cual el procesado
decide renunciar a la celebración de un juicio oral público, admitiendo su responsabilidad en
los hechos investigados, a cambio de recibir de un juez o jueza una rebaja punitiva. Por lo
anterior, encontramos que la introducción de institutos como ‘los preacuerdos y las
negociaciones’ solo encuentran asidero en el actual contexto constitucional, ya que, en un
sistema rígido, legalista, sería impensable considerar que un imputado o acusado pueda
renunciar a una multiplicidad de derechos de su defensa, como el contradictorio, el debate
probatorio y el interrogatorio a los testigos de cargo, entre otros; sin embargo, como
aludimos, con una concepción más amplia de debido proceso, dónde importa más los
principios superiores como el de la igualdad, la proporcionalidad y la seguridad jurídica, se
erige la base de una justicia premial o negocial, que premie la colaboración con la justicia y
una economía procesal que promete ser medicina para el congestionado y patitieso sistema
penal colombiano.

Este trabajo se propone como una guía para comprender el tema de los preacuerdos y las
negociaciones. En primer lugar, exploraremos el concepto de justicia premial como
fundamento ideológico de estas instituciones. Luego, nos adentraremos en la definición de
"preacuerdo" y su relación con los términos "negociación" y "acuerdo", así como en la
finalidad de los "preacuerdos y negociaciones" para delimitar con precisión el alcance de
estas instituciones jurídicas. Siguiendo este enfoque sustantivo y material, analizaremos los
‘elementos sustanciales de validez’ de un preacuerdo y los ‘factores de legitimación
material’. Una vez abordados estos aspectos sustantivos, nos centraremos en los aspectos

1
MITES AL PODER DISPOSITIVO Y CONTROL JUDICIAL A LOS PREACUERDOS EN APLICACIÓN DEL ESTANDAR
DE PRUEBA PARA CONDENAR.
2
Articulo 29 Constitución Política de Colombia
3
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia C-1260 de 2005, MP. Clara Inés Vargas Hernández. Señaló en tal
contexto socio-político, que “entre la Fiscalía y el imputado o el acusado pueden celebrarse acuerdos
orientados a que se dicte anticipadamente sentencia condenatoria, lo que implica la renuncia a la etapa del
juicio, es decir, a ser vencido en juicio (…) es la posibilidad del imputado o procesado de renunciar a una de
las etapas del proceso, la del juicio (…) de renunciar a ser vencido en juicio”
4

procesales, incluida la oportunidad procesal para la procedencia de un "preacuerdo",


elementos procesales relacionados con los "preacuerdos y negociaciones", las facultades
otorgadas a los fiscales y las limitaciones al poder dispositivo, así como el control judicial en
el proceso de preacuerdos.

Por último, examinaremos la normativa actual en Colombia referente a los preacuerdos y las
negociaciones, y revisaremos las tendencias jurisprudenciales que surgen en el debate sobre
aquel asunto de que, si estamos en un sistema de corte dispositivo, donde el Juez no interviene
oficiosamente para establecer la verdad material, puede permitirse que las partes construyan
la verdad por consenso sin necesidad de demostrar un mínimo de verdad objetiva. Este dilema
plantea la pregunta de si el Juez debe realizar un control material para alcanzar un
"convencimiento más allá de toda duda razonable" o si, en virtud del principio dispositivo,
debe limitarse a un control formal del "preacuerdo" sin cuestionarlo.

II. Fundamentos de los Preacuerdos y Negociaciones

a. Justicia premial como justificación ideológica.


La justicia penal premial, conocida como justicia penal consensual o justicia consensuada,
encuentra sus raíces en la figura del plea bargaining (negociación de culpabilidad) del
sistema legal estadounidense. Se trata de un mecanismo que permite a los acusados reconocer
su culpabilidad a cambio de la reducción de la pena que se les impondría por el delito
cometido. Bajo este enfoque, el procesado puede negociar con la Fiscalía la forma en que se
resolverá su situación legal.4
En el contexto jurídico colombiano, los preacuerdos y las negociaciones de culpabilidad
encuentran su fundamento en la noción de justicia premial. Este principio se erige como una
poderosa herramienta ideológica que busca equilibrar los intereses de la sociedad, la
eficiencia del sistema judicial y la protección de los derechos de los acusados.
La justicia premial se fundamenta en la idea de que aquellos acusados que colaboran
activamente con la justicia y asumen responsabilidad por sus actos deben recibir beneficios
procesales y penales. Esta colaboración puede incluir la confesión de los hechos, la
revelación de información crucial para la investigación o el testimonio contra otros
implicados. La justicia premial persigue, en última instancia, incentivar la cooperación de los
acusados y agilizar los procesos judiciales, al tiempo que garantiza que los culpables
enfrenten consecuencias proporcionales a sus acciones.
Julio González Zapata, experto en derecho procesal, define el derecho premial como “aquel
en el cual el Estado renuncia a la acción penal, a la pena o a parte de esta, como
contraprestación a la colaboración que el delincuente pueda ofrecer. En esencia, implica un
acuerdo entre las partes involucradas en el proceso penal”.
En Colombia, esta figura ha sido respaldada por altas cortes, como se evidencia en la
sentencia C-516 de 2007 de la Corte Constitucional5. Esta sentencia establece que los
preacuerdos y las negociaciones buscan simplificar los procesos judiciales mediante el
consenso entre las partes, sin ejercer un control dispositivo sobre la acción penal, sino
mediante el consenso en busca de alternativas que permitan anticipar o acortar la acción
penal.
La sentencia C-645 de 20126 de la Corte Constitucional reafirma la existencia de la justicia
premial en el sistema penal colombiano, destacando que su objetivo es cumplir con principios
constitucionales como la legalidad, la igualdad, la proporcionalidad y la seguridad jurídica.

En vista, de que el fundamento de la justicia premial es el consenso entre las partes (fiscalía
y defensa), o bien puede hablarse de la manifestación de la voluntad de las partes,
generalmente, la manifestación de la voluntad más importante es la que conlleva una

4
Información basada en el trabajo "LÍMITES AL PODER DISPOSITIVO Y CONTROL JUDICIAL A LOS
PREACUERDOS EN APLICACIÓN DEL ESTANDAR DE PRUEBA PARA CONDENAR" de Gabriel Fernando Roldán
Restrepo, presentado como requisito para optar al título de Magister en Derecho Procesal Contemporáneo
en la Universidad de Medellín, Facultad de Derecho, en 2016.
5
Sentencia C-516 de 2007 de la Corte Constitucional de Colombia.
6
Sentencia C-645 de 2012 de la Corte Constitucional de Colombia.
5

‘aceptación de responsabilidad’ o sea la que hace el imputado o acusado, pues resulta que
cuando, dicha manifestación es unilateral, porque con la manifestación de la voluntad solo
se obliga una parte que generalmente es el imputado o acusado, estamos ante el “allanamiento
de cargos”, sin embargo, cuando dicha manifestación es bilateral porque el acuerdo de
voluntades genera obligaciones tanto para la Fiscalía, como para el imputado o acusado, por
tanto, se entiende que ha habido un proceso de negociación y confluencia de voluntades,
estamos entonces ante la “negociación o preacuerdo”.

Por lo anterior, la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, en una providencia
de 20127, sostiene que los institutos de allanamiento a cargos y preacuerdos y negociaciones
se basan en la premisa de que, a mayor colaboración y mayor economía procesal, la respuesta
premial debe ser más significativa.

En resumen, la justicia premial, respaldada por diversos pronunciamientos de las altas


instancias judiciales en Colombia, es un componente esencial del sistema legal colombiano.
Su objetivo es humanizar el proceso penal, lograr una justicia pronta y cumplida, solucionar
conflictos penales, propiciar la reparación de daños causados por el delito y permitir la
participación del imputado en la definición de su caso. El sistema de justicia premial nos trae
herramientas como el “allanamiento a cargos” y “los preacuerdos y las negociaciones”, con
los cuales se pretende promover una administración eficiente de justicia y se equilibran los
intereses de todas las partes involucradas, incluyendo a las víctimas; siendo el objeto de
estudio de este trabajo estas últimas.

b. Definición de “preacuerdo” y su relación con “negociación” y “acuerdo”.


El “preacuerdo” se configura como un instrumento jurídico central en el contexto de la
justicia premial. Este término se refiere a un acuerdo preliminar entre la defensa y la fiscalía,
que establece las condiciones bajo las cuales un acusado está dispuesto a admitir su
culpabilidad a cambio de ciertos beneficios.

Los preacuerdos en el contexto del derecho penal colombiano representan un proceso


especial que simplifica y acelera la actuación procesal, conocido de varias maneras en la
doctrina como proceso abreviado por negociación, proceso abreviado por preacuerdo,
proceso especial abreviado por vía de negociación o preacuerdo, terminación consensual
anticipada, entre otras8, basado en el ‘consenso entre las partes’ para concluir
anticipadamente con una ‘aceptación de responsabilidad’ que conlleva sanciones diferentes
a cambio de la renuncia a un juicio y a las garantías procesales correspondientes.

La relación entre el “preacuerdo,” la “negociación” y el “acuerdo” es fundamental para


comprender el proceso. La “negociación” es el proceso general en el cual las partes discuten
y negocian los términos del “preacuerdo”, mientras que el “acuerdo” es el resultado final de
esta negociación, es decir, que cuando la defensa negocia con la contraparte acusadora y llega
a un consenso, estamos ante el “preacuerdo”, ahora bien, cuando dicho consenso es aprobado
por el Juez nos encontramos ante el “acuerdo”9.

Aunque en un primer momento podría llegarse a pensar que el código procesal penal
colombiano utiliza indistintamente el término “preacuerdo” para referirse tanto a los
‘acuerdos’ como a los ‘preacuerdos’, lo cierto es que no, ya que en el artículo 10° del C.P.P.
en su inciso 4° menciona “El juez podrá autorizar los acuerdos o estipulaciones a que lleguen
las partes y que versen sobre aspectos en los cuales no haya controversia sustantiva, sin que

7
Providencia rad. 38.285 de 2012 de la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia de Colombia.
Esta providencia destaca que la reforma no desconoció los institutos de allanamiento a cargos y
preacuerdos, y enfatiza la relación entre la colaboración, la economía procesal y la respuesta premial.
8
Roldán Restrepo, G. F. (2016). Límites al poder dispositivo y control judicial a los preacuerdos en aplicación
del estándar de prueba para condenar. (Trabajo de Grado de Magister en Derecho Procesal
Contemporáneo). Universidad de Medellín, Facultad de Derecho, Medellín, Colombia.
9
A éste respecto, los doctrinantes Nelson Saray Botero y Sonia Patricia Uribe, han expresado que el género
es la negociación, que el preacuerdo es la etapa inicial y el acuerdo es el acta final aprobada por el juez de
conocimiento (Saray, 2017).
6

implique renuncia de los derechos constitucionales”, por otro lado, en el epígrafe del Título
II del Libro III del C.P.P. que en seis artículos regula los “Preacuerdos y negociaciones entre
la Fiscalía y el imputado o acusado”; en tal sentido, parece lo más correcto no confundir
como análogos los términos “acuerdo”, “preacuerdo” y “negociación.10

Según la Usaid, la Defensoría del Pueblo conceptuó que No era erróneo la utilización
indistinta del término “preacuerdos” para referirse tanto a los “acuerdos” como a los
“preacuerdos”, ya que, siendo uno o el otro, llevado a cabo con la fiscalía o aprobada la
legalidad por el Juez, todo ello se lleva a cabo de forma previa al juicio oral, dónde tal
convención entre las partes debe ser aceptada por el Juez de conocimiento, para darle fuerza
vinculante. Pese a lo anterior, gran parte de la doctrina y la jurisprudencia nacional no
comparte esta posición y doctrinantes como Roldán Restrepo afirman que hubo un error en
la técnica legislativa (en la Ley 906 de 2004 en el Título II del Libro III) en el hecho de que
el legislador optara por la locución “preacuerdos”, en vez de “acuerdos”, ya que, tales
imprecisiones no resultan inocuas o superfluas, sino que suman a la regulación inapropiada
de la figura de terminación anticipada del proceso por negociación.

Es por ello que, en un proyecto de reforma presentado por el Fiscal General de la Nación y
el Ministro de Justicia11, se propone una mayor precisión en las definiciones, diferenciando
tres momentos de la justicia negociada: negociación, preacuerdo y acuerdo. 1.) Una
Negociación, consistente en los acercamientos del investigado, de la mano de su defensor
con la Fiscalía; 2.) Un Preacuerdo, contentivo del conjunto de condiciones pactadas; y, 3.)
Un Acuerdo, como pacto ya homologado por el Juez.

Habiendo hecha aquella importante distinción, pasaremos a definir la negociación o


preacuerdo, que está consagrada en el Capítulo único del Título II del Libro III de la Ley 906
de 2004, como un convenio que conlleva la supresión de una parte del proceso, para que a
cambio de obtener una rebaja de la sanción, el procesado por medio de su apoderado acepte
los cargos que la Fiscalía le dedujo en la imputación (si éste se produce en la fase
investigativa) o al formularle acusación (si se lleva a cabo en desarrollo del juicio), obviando
la prosecución del proceso hasta el juicio, y autorizando la culminación anticipada mediante
la emisión de sentencia condenatoria. Es así como se consagra:

Ley 906 de 2004 Articulo 351. “La aceptación de los cargos determinados en la audiencia
de formulación de la imputación, comporta una rebaja hasta de la mitad de la pena
imponible, acuerdo que se consignará en el escrito de acusación”.

Ley 906 de 2004 Articulo 352. “Presentada la acusación y hasta el momento en que sea
interrogado el acusado al inicio del juicio oral sobre la aceptación de su responsabilidad, el
fiscal y el acusado podrán realizar preacuerdos en los términos previstos en el artículo
anterior.
Cuando los preacuerdos se realizaren en este ámbito procesal, la pena imponible se reducirá
en una tercera parte.”

Según el e Manual de Funciones de la Fiscalía General de la Nación, en su sección 14 12, los


ha definido como:
“El preacuerdo es un convenio sobre los términos de la imputación, la aceptación total o
parcial de los cargos, o diferente tipificación de la conducta, celebrado entre el fiscal
delegado y el imputado o acusado asistido por su defensor, que tiene como objetivo
específico la rebaja de la pena (…)”

Póngase especial atención cuando en cualquiera de las definiciones de ´preacuerdos y


negociaciones’ se menciona el hecho de que el convenio es celebrado entre la Fiscalía y
entre el Apoderado, esto es de suma importancia, toda vez que el artículo 354 del C.P.P.
consagra que los acuerdos celebrados sin la asistencia del defensor serán inexistentes.

10
(Roldan Restrepo, 2016, pág. 15)
11
Proyecto de Ley 224 de 2015, Cámara, radicado en abril 16 de 2015.
12
(Nación, 2009)
7

Ley 906 de 2004 Articulo 354. Son inexistentes los acuerdos realizados sin la asistencia del
defensor. Prevalecerá lo que decida el imputado o acusado en caso de discrepancia con su
defensor, de lo cual quedará constancia.

Así en retrospectiva, los preacuerdos son una de las formas de terminación anticipada del
proceso penal, que provienen del Plea Bargaining, figura de origen anglosajón, que ha
permeado el llamado sistema continental, colonizando de a pocos los sistemas penales de los
países latinoamericanos, especialmente el colombiano, teniendo como principal finalidad que
a cambio del ofrecimiento de una pena reducida, el procesado se pliegue a la pretensión
punitiva, ganando el sistema judicial en términos de celeridad y eficacia en los
procedimientos.

c. Finalidades de los "preacuerdos y las negociaciones".


En el sistema penal colombiano, los acuerdos y las negociaciones son mecanismos procesales
de gran importancia que permiten la resolución de casos penales de manera consensuada
entre la Fiscalía y el imputado o acusado. Estos instrumentos no solo tienen el propósito de
agilizar la administración de justicia, sino que también persiguen varias finalidades
fundamentales que garantizan un proceso equitativo y eficaz.

Como bien mencionamos hasta este punto, siendo la Justicia Premial el género y el
“preacuerdo” la especie, hay que tenerse en cuenta que la justicia premial dispone otro tipo
de mecanismos para la obtención de beneficios a cambio de colaborar con la justicia, como
lo es el “principio de oportunidad” y el “allanamiento a cargos”, por ello, el conocer los
principios y finalidades de los preacuerdos se constituyen en una importante herramienta para
delimitar la noción de esta institución y diferenciarlo de otros mecanismos de Justicia
Premial.

Es así como el artículo 348 de la Ley 906 de 2004, señala como finalidades de los preacuerdos
y las negociaciones, las siguientes: en el inciso 1°: Humanización de la actuación procesal y
la pena; Obtener pronta y cumplida justicia; Activar la solución de los conflictos sociales que
genera el delito; Propiciar la reparación integral de los perjuicios ocasionados con el injusto;
Lograr la participación del imputado en la definición de su caso. En el inciso 3°: aprestigiar
la administración de justicia.

1. Humanización de la actuación procesal y la pena. Esta finalidad busca humanizar


el proceso penal y las sanciones impuestas a los infractores. En lugar de enfocarse
únicamente en la aplicación de penas severas, se promueve un enfoque más
compasivo y centrado en la rehabilitación y la reintegración del imputado a la
sociedad. Esto implica considerar las circunstancias personales del infractor, como su
grado de responsabilidad y la posibilidad de reforma.

2. Obtener pronta y cumplida justicia. Esta finalidad tiene como objetivo acelerar la
resolución de los casos penales y garantizar que la justicia sea efectiva y oportuna.
Los previos acuerdos y las negociaciones permiten evitar largos y costosos juicios, lo
que beneficia a todas las partes involucradas en el proceso judicial. La obtención de
una justicia pronta y cumplida contribuye a la satisfacción de las víctimas, a la
eficiencia del sistema judicial y a la reducción de la congestión en los tribunales.

3. Activar la solución de los conflictos sociales que genera el delito. Esta finalidad
reconoce que el delito no solo afecta a las partes involucradas en el proceso penal,
sino que también tiene un impacto en la sociedad en su conjunto. Los preacuerdos y
las negociaciones buscan resolver los conflictos generados por el delito de una
manera que promueva la armonía y la convivencia social. Esto se logra a través de la
imposición de sanciones proporcionales y la reparación de los perjuicios causados.
8

4. Propiciar la reparación integral de los perjuicios ocasionados con el injusto. En


casos en los que el imputado haya causado daños a las víctimas, ya sea de manera
material o moral, esta finalidad busca garantizar que se reparen esos perjuicios de
manera integral. Esto puede implicar la restitución de bienes robados, el pago de
indemnizaciones, disculpas públicas o cualquier otra medida que contribuya a
compensar a las víctimas por el daño sufrido.

5. Lograr la participación del imputado en la definición de su caso. Esta finalidad


reconoce el derecho del imputado a participar en la toma de decisiones relacionadas
con su caso. A través de los preacuerdos y las negociaciones, se le brinda al imputado
la oportunidad de admitir su responsabilidad en el delito y colaborar con la justicia
de manera voluntaria. Esto promueve la transparencia en el proceso penal y permite
que el imputado tenga cierto control sobre su destino judicial.

6. Aprestigiar La Administración De Justicia. La finalidad de "aprestigiar la


administración de justicia" según el artículo 348 del Código de Procedimiento Penal
se refiere a garantizar que los mecanismos procesales transaccionales o paccionados
contribuyan a mejorar la imagen y la confianza en el sistema judicial. Para lograr esto,
se establece la necesidad de cumplir con varios requisitos, como que los preacuerdos
respondan a la voluntad libre, consciente e informada del procesado, que la Fiscalía
actúe con seriedad y compromiso, y que el acuerdo se base en la verdad real y la
justicia material. La función preventivo general de la pena se refiere a la prevención
del delito a través del impacto que tiene el sistema penal en la percepción de la
sociedad. Si la administración de justicia goza de prestigio y credibilidad, es más
probable que la sociedad perciba el sistema como justo y efectivo. Por lo tanto, el
aprestigiamiento de la administración de justicia puede contribuir a fortalecer la
función preventiva general, ya que una justicia respetada es más disuasoria para el
delito.

7. Evitar Cuestionamientos A La Administración De Justicia. Se centra en garantizar


que los acuerdos y negociaciones entre la Fiscalía y los procesados sean ética y
jurídicamente sólidos. Su propósito es prevenir la imposición de penas
inapropiadamente bajas o beneficios excesivos para delitos graves, de modo que no
generen desconfianza o incertidumbre en la comunidad. En esencia, busca preservar
la integridad y el prestigio del sistema judicial, asegurando que los acuerdos estén
alineados con principios de verdad, justicia material y reparación integral a las
víctimas, sin sacrificar estos valores en aras de la descongestión judicial o el mero
procedimentalismo.

Mientras que en otras instituciones de justicia premial, como el principio de oportunidad, el


imputado puede proporcionar información sobre otros delincuentes a cambio de beneficios,
en los preacuerdos y las negociaciones, el imputado desempeña un papel más activo en la
definición de su propio caso. Esto implica que debe aceptar la responsabilidad de los hechos
y negociar los términos de su condena de manera directa con la Fiscalía.

Es por ello que resulta de vital importancia identificar y manejar las finalidades de estos
preacuerdos para delimitarla con otras instituciones de justicia premial. diferencia de algunas
instituciones de justicia premial que pueden centrarse en obtener información sobre otros
delincuentes, los preacuerdos y las negociaciones están orientados hacia la justicia
restaurativa y la reparación del daño causado a la víctima y en los preacuerdos y las
negociaciones, se espera que el imputado colabore activamente en la reparación de los
perjuicios causados por su delito. Esto va más allá de la mera obtención de información sobre
otros infractores y se centra en la restitución de los derechos de las víctimas y la restauración
de la armonía en la comunidad afectada. Este enfoque restaurativo es una característica
distintiva de los preacuerdos.
9

d. Elementos que legitiman "materialmente" un preacuerdo.


Estos elementos no siguen una procesal rígida o una fórmula predefinida como se encuentra
en el positivismo jurídico. Más bien, se incorporan en el proceso judicial a través del principio
rector denominado "moduladores de la actividad procesal". Estos moduladores tienen
carácter obligatorio, prevalecen sobre otras disposiciones y sirven como base para la
interpretación del proceso, como se establece en los artículos 26 y 27 del Código de
Procedimiento Penal. Esto significa que su aplicación es esencial y debe ser considerada
como el fundamento principal para guiar la actividad procesal.13
Al respecto, dichas normas consagran:
Ley 906 de 2004 Articulo 26. Las normas rectoras son obligatorias y prevalecen sobre cualquier
otra disposición de este código. Serán utilizadas como fundamento de interpretación.
Ley 906 de 2004 Articulo 27. En el desarrollo de la investigación y en el proceso penal los
servidores públicos se ceñirán a criterios de necesidad, ponderación, legalidad y corrección en
el comportamiento, para evitar excesos contrarios a la función pública, especialmente a la
justicia.

Como puede interpretarse sistemáticamente, los criterios de


 necesidad,
 ponderación,
 legalidad; y
 corrección en el comportamiento,
son moduladores de la actividad procesal, por ende, normas rectoras de obligatorio
cumplimiento y por tanto cualquier actividad de un proceso penal, debe estar acorde a estos
principios moduladores, máxime cuando se consagra un procedimiento alternativo al
ordinario, estos se constituyen criterios que guían y permite avanzar en estas rutas
alternativas de manera segura para con los derechos fundamentales del procesado y la política
criminal vigente.

Es así como en el plan de formación de la rama judicial de Colombia en el trabajo


desarrollado por GÓMEZ PAVAJEAU, hace una recopilación de tales elementos así:
 Los preacuerdos y las negociaciones representan un componente esencial de la
administración de justicia.
 Los preacuerdos y las negociaciones entre la Fiscalía y el imputado o acusado
responden a criterios político criminales.
 Los preacuerdos y las negociaciones de culpabilidad tienen relación directa con el
principio de economía procesal.
 Los preacuerdos y las negociaciones deben responder a criterios de justicia material
y no deben ser ajenos al establecimiento de la verdad real.

1. Los preacuerdos y las negociaciones representan un componente esencial de la


administración de justicia.
En el contexto judicial, la implementación del sistema acusatorio no ha logrado la esperada
descongestión judicial en algunas regiones del país. No obstante, la justicia consensuada,
especialmente a través de preacuerdos y negociaciones entre la Fiscalía y los acusados,
emerge como un componente esencial de la administración de justicia. Este enfoque permite
concentrar recursos y esfuerzos en casos de mayor impacto social, evitando costos y demoras
asociadas a juicios innecesarios. La práctica de la justicia consensuada, respaldada por el
Tribunal Supremo de los Estados Unidos, se considera fundamental para una resolución
eficiente de procesos penales, ofreciendo beneficios como la rapidez en la resolución, la
prevención de efectos negativos de la prisión preventiva y la mejora de las perspectivas de
rehabilitación del condenado. En este contexto, los preacuerdos y las negociaciones no solo
representan una estrategia pragmática sino también un elemento crucial para la legitimación
material de estos procesos en la administración de justicia.

13
BERNAL CUÉLLAR, Jaime y MONTEALEGRE LYNETT, Eduardo. El proceso penal T. I. Universidad Externado
de Colombia, Bogotá, 2004., pp. 265 y ss.
10

2. Los preacuerdos y las negociaciones entre la Fiscalía y el imputado o acusado


responden a criterios político criminales.
En el ámbito actual, la separación rígida entre el Derecho Penal y la Política Criminal,
propuesta por el positivismo formalista, ha sido superada. Ambas disciplinas son
consideradas parte de la Ciencia Penal. La Política Criminal se encarga de diseñar estrategias
para la prevención y sanción del delito, determinando condiciones eficaces para la aplicación
del Derecho Penal y del proceso penal.

Los preacuerdos y las negociaciones entre la Fiscalía y el imputado o acusado están


fundamentados en criterios político-criminales, ya que son instrumentos legales para resolver
conflictos sociales originados por el delito. Estos mecanismos contribuyen a humanizar la
pena y cumplen con las finalidades de prevención general y prevención especial de la sanción
penal establecidas por la política criminal en el Estado Social y Democrático de Derecho.

La Política Criminal permite a los funcionarios seleccionar procesos aptos para la


negociación, considerando el impacto social del delito, la afectación del bien jurídico
tutelado, la necesidad de imposición de pena y su cuantía. En el marco del Estado de Derecho,
la Política Criminal no busca combatir la criminalidad a cualquier precio, sino luchar contra
el delito de manera racional y limitada.

La justicia consensuada, en este contexto, contribuye a la racionalización de la reacción penal


al proporcionar una solución a los conflictos sociales y generar confianza en las instituciones
que la emplean. Aunque la Carta Política y la ley establecen decisiones político-criminales
generales, la Comisión Nacional de Política Criminal y el Fiscal General de la Nación tienen
la responsabilidad de desarrollar aspectos específicos para la aplicación exitosa de estos
institutos, según lo establecido en el artículo 348 del CPP.

3. Los preacuerdos y las negociaciones de culpabilidad tienen relación directa con el


principio de economía procesal.
Los preacuerdos y las negociaciones de culpabilidad están estrechamente vinculados al
principio de economía procesal. La Política Criminal que subyace en estos procedimientos
busca alcanzar objetivos de eficacia y eficiencia en el proceso penal. Estos mecanismos son
inherentes al sistema acusatorio, conocido por promover una justicia más rápida y ágil,
eliminando costos y garantizando una administración de justicia efectiva.

La culpabilidad negociada, a través de la justicia consensuada, permite a la administración


de justicia abordar los casos más relevantes, evitando costos físicos, humanos y técnicos
asociados a juicios extensos. Además, contribuye a mejorar las perspectivas de rehabilitación
del acusado al favorecer condenas más cortas y consolidar la prevención especial positiva.

Sin embargo, es crucial destacar que la eficacia y economía procesal no deben imponerse a
expensas de la justicia garantista. El modelo de Estado exige que se respeten los principios
fundamentales de un proceso justo y equitativo, incluso en el contexto de los acuerdos y
negociaciones de culpabilidad. La legitimación material de estos procedimientos radica en
encontrar un equilibrio entre la eficiencia procesal y la protección de los derechos
individuales, asegurando que la justicia se administre de manera equitativa y respetuosa con
las garantías fundamentales.

4. Los preacuerdos y las negociaciones deben responder a criterios de justicia material


y no deben ser ajenos al establecimiento de la verdad real.
Este modulador destaca la estrecha relación entre los preacuerdos y las negociaciones de
culpabilidad con el principio de economía procesal. Se subraya que la Política Criminal que
subyace en estos procedimientos busca lograr objetivos de eficacia y eficiencia en el sistema
penal. Se resalta la naturaleza inherente de estos mecanismos al sistema acusatorio, conocido
por su capacidad para agilizar la justicia, reducir costos y garantizar una administración
efectiva de la justicia.
11

Se enfatiza que la culpabilidad negociada, a través de la justicia consensuada, permite a la


administración de justicia priorizar casos relevantes, evitando los costos físicos, humanos y
técnicos asociados a juicios prolongados. Se destaca el impacto positivo en las perspectivas
de rehabilitación del acusado al favorecer condenas más cortas y fortalecer la prevención
especial positiva.

No obstante, se advierte de manera crucial que la eficacia y economía procesal no deben


comprometer los principios garantistas de la justicia. Se subraya que el modelo de Estado
exige el respeto a los fundamentos de un proceso justo y equitativo, incluso en el contexto de
acuerdos y negociaciones de culpabilidad. Se resalta que la legitimación material de estos
procedimientos reside en encontrar un equilibrio entre la eficiencia procesal y la protección
de los derechos individuales, asegurando que la justicia se administre de manera equitativa y
respetuosa con las garantías fundamentales.

III. Elementos Sustanciales de Validez del Preacuerdo.

1. Los acuerdos y negociaciones no proceden en relación con delitos bagatela.


En el contexto de los preacuerdos y las negociaciones de culpabilidad, se establecen
elementos sustanciales que delimitan su procedencia. Estos acuerdos no son viables en
relación con delitos insignificantes o "bagatela". La viabilidad de los preacuerdos requiere la
existencia de un mínimo de prueba que sustente la autoría o participación del acusado en el
hecho delictivo, verificando condiciones como la conducta, la imputación objetiva y
subjetiva, el grado de participación, el injusto y la culpabilidad del agente.

La condición de injusto abarca tanto el desvalor del acto como el desvalor del resultado,
exigiendo demostrar la antijuridicidad en sentido formal y material. Se destaca que la
lesividad debe afectar el bien jurídico de manera relevante, comprometiendo su existencia de
manera seria. Los denominados "delitos bagatela" no constituyen un reato real, ya que su
insignificante afectación del bien jurídico los excluye del ámbito penal.

En situaciones donde exista injusto y culpabilidad, pero se degraden, siendo susceptibles de


ser tratadas con el principio de oportunidad, y si este principio falla o el acusado incumple
compromisos, los beneficios de preacuerdos y negociaciones pueden aplicarse. En casos
especiales, se sugiere flexibilidad en la aplicación del rigor de la legalidad, especialmente
ante desigualdades materiales por indefensión y debilidad psíquica, económica o física. Se
subraya la importancia de considerar el principio de igualdad material al valorar el injusto,
la culpabilidad y las consecuencias jurídicas del delito, según lo establecido en el artículo 7
del Código Penal.

2. Están regidos por el principio de legalidad modulado.


El principio de legalidad, fundamental en el Derecho Penal del Estado de Derecho, cumple
dos funciones esenciales: limitar las fuentes formales del Derecho Penal (con la ley como la
principal fuente) y garantizar certeza jurídica y seguridad política. Este principio ha
evolucionado desde las concepciones de Feuerbach hasta la influencia de Rousseau y la
Revolución Francesa, consolidándose en la moderna concepción que prioriza la seguridad
jurídica.

En el contexto de los preacuerdos y las negociaciones, el principio de legalidad se manifiesta


de manera modulada. La ley procesal establece los momentos, intervinientes, rebajas
punitivas y consecuencias de estos acuerdos. La Corte Constitucional ha delineado las
facultades de la Fiscalía, asegurando que no existe libertad para forzar los términos de la ley.
Se destaca que la calificación jurídica de la Fiscalía está condicionada por el respeto al
principio de legalidad y las circunstancias fácticas y jurídicas del caso.
12

La jurisprudencia constitucional ha enfatizado la modulación y ponderación del principio de


legalidad, reconociendo al fiscal un margen de apreciación en la imputación. Sin embargo,
esta flexibilidad no puede violar el principio de legalidad, que impide la creación de nuevos
tipos penales. La justicia consensuada, al cuestionar el principio de legalidad positivista,
encarna la modulación procesal, guiada por la necesidad y la ponderación entre legalidad y
eficiencia procesal.

En conclusión, el principio de legalidad modulado en los preacuerdos y negociaciones


implica una adaptación flexible que considera la necesidad política-criminal, manteniendo
un equilibrio con los derechos individuales y las garantías fundamentales.

3. La reducción de cargos que se presenta en una alegación de culpabilidad puede ser


cualitativa y cuantitativa.
El artículo 350 del CPP establece que “el fiscal y el imputado, mediante su defensor, podrán
adelantar conversaciones para llegar a un acuerdo, en el cual el imputado se declarará
culpable del delito imputado, o de uno relacionado de pena menor”, a cambio de que el Fiscal:
a) Elimine de su acusación alguna causal de agravación punitiva o algún cargo
específico.
b) Tipifique la conducta, dentro de su alegación conclusiva, de una forma específica
con miras a disminuir la pena.

En el ámbito de la eliminación de agravantes o cargos, la reducción puede adoptar un carácter


cuantitativo. La negociación puede también dirigirse a la adecuación de la conducta de
manera específica para lograr una disminución de la pena, lo que implica una reducción
cualitativa y cuantitativa. Asimismo, la negociación puede versar sobre la no imposición de
penas privativas de derechos, lo cual constituiría una reducción cualitativa.

los preacuerdos y negociaciones de culpabilidad pueden comprender varios temas:


a) Todos aquellos referidos en la expresión contenida en el artículo 351 del CPP, “hechos
imputados y sus consecuencias”.
b) El delito imputado o uno relacionado de pena menor (artículo 350).
c) Un cargo específico o alguna causal de agravación (artículo 350).
d) La tipificación de la conducta de forma específica con miras a disminuir la pena (artículo
350).

4. El sistema de los cuartos no procede en el ámbito de dosificación de la pena.


El artículo 3 de la Ley 890 de 2004 establece de manera clara que el sistema de cuartos
no se aplicará en casos en los cuales se hayan llevado a cabo preacuerdos o negociaciones
entre la Fiscalía y la defensa.

Ley 890 de 2004 Artículo 3°. El artículo 61 del Código Penal tendrá un inciso final
así:
"El sistema de cuartos no se aplicará en aquellos eventos en los cuales se han llevado
a cabo preacuerdos o negociaciones entre la Fiscalía y la defensa".

La Corte Constitucional ha distinguido dos modalidades de terminación anticipada en el


Código de Procedimiento Penal: los preacuerdos y las negociaciones, por un lado, y el
allanamiento o aceptación unilateral de cargos, por otro. En este sentido, solo los
preacuerdos y negociaciones, que involucran un proceso de conversaciones y acuerdo
entre la Fiscalía y el imputado o acusado, forman parte de la justicia consensuada. En
cambio, la aceptación unilateral de cargos por parte del procesado, aunque pone fin
anticipadamente al proceso, no implica conversaciones ni negociaciones entre las partes
y, por lo tanto, no se considera parte de la justicia consensuada. Ello para decir que la
aplicación o no de la ley de cuarto dependerá de si para llegar a la aceptación de cargos
por parte del procesado, se planteó una negociación con la fiscalía, en cuanto a los
términos de dicha aceptación.
13

5. Los acuerdos y negociaciones no proceden en relación con delitos de homicidio o


lesiones personales bajo la modalidad dolosa y delitos contra la libertad.

Ley 1098 de 2004, el artículo 199 de esta Ley, determina que cuando se trate de los delitos
de homicidio o lesiones personales bajo la modalidad dolosa, delitos contra la libertad,
integridad y formación sexuales, o secuestro, cometidos contra niños, niñas y
adolescentes, se aplicarán las siguientes reglas: No procederán las rebajas de pena con
base en los preacuerdos y negociaciones entre la Fiscalía y el imputado o acusado,
previstos en los artículos 348 a 351 de la Ley 906 de 2004.

IV. Aspectos Procesales de los Preacuerdos.

1. Procedencia de un "preacuerdo".
En el ámbito del derecho procesal penal, la normativa establece de manera precisa los
momentos y circunstancias en los que se pueden llevar a cabo los preacuerdos y las
negociaciones entre la Fiscalía y el imputado o acusado. Es importante destacar que este
proceso no se aplica de la misma manera en todos los casos, como lo es en el principio de
oportunidad.

En efecto, el artículo 350 de la Ley 906 de 2004, consagra que:

Desde la audiencia de formulación de imputación y hasta antes de ser presentado el


escrito de acusación, la Fiscalía y el imputado podrán llegar a un acuerdo sobre los
términos de la imputación. Obtenido este preacuerdo, el fiscal lo presentará ante el
juez de conocimiento como escrito de acusación.

El fiscal y el imputado, mediante su defensor, podrán adelantar conversaciones para


llegar a un acuerdo, en el cual el imputado se declarará culpable del delito imputado,
o de uno relacionado de pena menor, a cambio de que el fiscal:

1. Elimine de su acusación alguna causal de agravación punitiva, o algún cargo


específico.
2. Tipifique la conducta, dentro de su alegación conclusiva, de una forma específica
con miras a disminuir la pena.

Por otro lado, la otra norma que consagra el otro momento procesal para la procedencia de
los preacuerdos y negociaciones, es el artículo 352 de la Ley 906 de 2004, así:

PREACUERDOS POSTERIORES A LA PRESENTACIÓN DE LA ACUSACIÓN.


Presentada la acusación y hasta el momento en que sea interrogado el acusado al
inicio del juicio oral sobre la aceptación de su responsabilidad, el fiscal y el acusado
podrán realizar preacuerdos en los términos previstos en el artículo anterior.

Cuando los preacuerdos se realizaren en este ámbito procesal, la pena imponible se


reducirá en una tercera parte.

Así las cosas, basándonos en el capitulo de la ley 906 de 2004 que regula el tema de los
preacuerdos y negociaciones en Colombia, podríamos decir que solo hay dos momentos
procesales en los cuales procede la figura de los preacuerdos y las negociaciones:

1. Desde la audiencia de formulación de imputación y hasta antes de ser presentado el escrito


de acusación.
2. Presentada la acusación y hasta el momento en que sea interrogado el acusado al inicio del
juicio oral.

Sin embargo, una parte de la doctrina conviene en que en realidad, esta oportunidad procesal
tiene cuatro momentos así:
14

Ley 906 de 2004 Oportunidad


1. Artículo 350 Desde la audiencia de formulación de
imputación hasta antes de ser
presentado el escrito de acusación. Se
podrá llegar a un preacuerdo sobre los
términos de la imputación.
2. Articulo 352 Presentado el escrito de acusación y
hasta el momento en que sea
interrogado el acusado al inicio del
juicio oral.
3. Articulo 356 En la audiencia preparatoria. el
artículo 356 del CPP, que regula lo
relativo al desarrollo de la audiencia
preparatoria, señala que, si el procesado
acepta los cargos, se procederá a dictar
sentencia, reduciendo hasta en la tercera
parte la pena por imponer. Es claro que
la aceptación de tales cargos puede ser
unilateral o producto de una
negociación entre las partes.
4. Articulo 367 Alegación inicial en desarrollo del
juicio oral. Una vez instalado el juicio
oral, el juez advertirá al acusado, si está
presente, que le asiste el derecho a
guardar silencio y a no auto
incriminarse, y le concederá el uso de la
palabra para que manifieste, sin
apremio ni juramento, si se declara
inocente o culpable. La declaración
podrá ser mixta, o sea, de culpabilidad
para alguno de los cargos y de inocencia
para los otros. De declararse culpable
tendrá derecho a la rebaja de una sexta
parte de la pena imponible respecto de
los cargos aceptados.

2. Elementos procesales del instituto de los "preacuerdos y negociaciones".


Los elementos procesales de los preacuerdos y las negociaciones, básicamente
desarrollan el principio rector consagrado en el artículo 10 del CPP, en especial cuando
dice en su inciso 1, que “la actuación procesal se desarrollará teniendo en cuenta el
respeto a los derechos fundamentales de las personas que intervienen en ella y la
necesidad de lograr la eficacia del ejercicio de la justicia. En ella los funcionarios
judiciales harán prevalecer el derecho sustancial.”

Así, el ya citado autor Gómez Pavajeau, propone la siguiente recopilación:

a. Responden a un acto procesal de postulación. Los diálogos entre la Fiscalía


y el imputado o acusado, en el contexto de un acto procesal de postulación,
tienen como objetivo la conclusión expedita del proceso penal, eliminando la
fase del juicio y buscando resolver de manera abreviada el conflicto social
derivado del delito. Las partes expresan su voluntad de suprimir el
procedimiento, dejando al juez la responsabilidad de aprobar o desaprobar el
acuerdo mediante una sentencia. Aunque el preacuerdo y la negociación se
desarrollan dentro de la libertad de disposición de derechos, el juez
desempeña un papel crucial al definir la eficacia del pacto. Este principio
dispositivo es limitado, ya que el juez no actúa simplemente como un notario,
sino que tiene la facultad de aprobar o desestimar el acuerdo, ejerciendo sus
atribuciones constitucionales y legales. La jurisprudencia destaca que el juez
15

no está obligado en todos los casos a llevar a cabo los acuerdos, y su función
va más allá de ser un "simple observador". En este contexto, el sistema de
justicia en Colombia, especialmente en preacuerdos y negociaciones, puede
considerarse más como heterocompositivo, ya que la voluntad de las partes
no vincula automáticamente al juez, y su intervención es esencial para
garantizar los principios constitucionales y los derechos fundamentales.

b. Es un trámite opcional para el implicado y para la Fiscalía. Las


conversaciones que conducen a una negociación pueden surgir tanto de la
voluntad del procesado y su defensa como de la Fiscalía. En caso de que la
iniciativa provenga de la Fiscalía, el procesado, en acuerdo con su defensor,
tiene la opción de no participar en el proceso de negociación y elegir ir a
juicio. Por otro lado, la Fiscalía debe evaluar las posibilidades de éxito en un
juicio, analizando la consistencia de su teoría del caso y la contundencia de
los elementos de prueba recopilados durante la investigación.

La exigencia legal de contar con un mínimo de pruebas de responsabilidad del


imputado o acusado es crucial para determinar la conveniencia de someterse
a la negociación. La defensa, por su parte, debe realizar un pronóstico serio
sobre la posibilidad de una condena. En situaciones donde existe una alta
probabilidad de condena, la defensa puede lograr una rebaja punitiva
significativa para su cliente mediante la negociación con la Fiscalía.

El requisito del mínimo probatorio, la solidez de la teoría del caso y las


posibilidades de condena o absolución son criterios clave que tanto la Fiscalía
como la defensa deben considerar al decidir someterse a un proceso de
negociación. En este contexto, se destaca que la negociación es una potestad
discrecional, ya que no hay una obligación por parte del Estado o del acusado
de iniciar conversaciones para este fin. En otras palabras, el fiscal no está
obligado a negociar si prefiere seguir con los procedimientos del juicio.

c. Implica responsabilidades legales para sus intervinientes. En el proceso de


preacuerdo y negociación, todos los participantes deben actuar con
objetividad, respetando la legalidad y los precedentes judiciales para preservar
la integridad de la administración de justicia. La Fiscalía no puede inducir al
imputado a un acuerdo mediante coacciones, promesas falsas o beneficios
ilegítimos. Cualquier práctica de este tipo debe ser rechazada y el acuerdo
improbado.

El juez o jueza de conocimiento tiene la responsabilidad de dosificar la


sanción dentro de los límites establecidos por la ley, asegurando el respeto de
las garantías fundamentales tanto del procesado como de la víctima. La
defensa, por su parte, no debe contribuir a la generación de impunidad ni
someter a su cliente a negociaciones o declaraciones de culpabilidad
acordadas con la Fiscalía si las expectativas de absolución son elevadas.

El incumplimiento de deberes profesionales, la infracción de normativas


pertinentes y la falta de objetividad pueden dar lugar a responsabilidades
disciplinarias y, en algunos casos, penales para quienes participan en el
proceso de preacuerdos. La justicia consensuada requiere una gestión
transparente, considerando los intereses superiores de la justicia material y
respetando los derechos de todos los intervinientes. En este contexto, no se
debe propiciar la impunidad ni la injusticia, ya que ello contradice los
propósitos establecidos por la ley para este instituto, comprometiendo la
responsabilidad penal y disciplinaria de los participantes.

d. El imputado o acusado en el trámite del preacuerdo y la negociación,


debe estar asistido por su defensor. El artículo 354 del CPP establece de
16

manera clara que los acuerdos realizados sin la presencia del defensor son
inexistentes. La participación activa de la defensa en el proceso de preacuerdo
es crucial para garantizar los derechos del procesado y proporcionar la
información necesaria sobre las implicaciones de someterse a este
procedimiento.

El defensor, ya sea de confianza o público, desempeña un papel fundamental


al hacer un juicio pronóstico sobre la conveniencia para que el procesado
asuma la responsabilidad o, en su defecto, decida ir a juicio. Su participación
debe ser proactiva en las conversaciones con la Fiscalía, buscando la
eliminación de cargos, la supresión de agravantes y una reducción
significativa de la pena.

En el caso de un defensor público, es esencial que asuma su rol con


objetividad y responsabilidad, sin inducir al procesado a la negociación con
el único propósito de evitar la preparación y participación en el juicio. La
validez de la manifestación de culpabilidad del acusado, según el artículo 368
del CPP, requiere que sea libre, voluntaria, espontánea y debidamente
asesorada por el defensor.

La Corte Constitucional ha destacado que el derecho a estar asesorado por la


defensa es un requisito imprescindible para la negociación entre la Fiscalía y
el imputado. La renuncia a un juicio oral debe ser una decisión libre,
consciente y debidamente informada, asesorada por la defensa, y sometida al
control de legalidad del juez correspondiente.

Es crucial recordar que el derecho de defensa no puede ser renunciado, y debe


garantizarse desde antes de la formulación de la imputación, según lo
establecido por la Corte Constitucional. En caso de discrepancia con el
defensor, prevalecerá la decisión del imputado o acusado, según lo dispuesto
en el artículo 354 del CPP.

e. En el trámite de las alegaciones preacordadas de culpabilidad,


intervienen el Ministerio Público y la víctima. En el proceso de justicia
consensuada, el Ministerio Público desempeña un papel crucial como
interviniente especial. Su presencia se justifica en el contexto de un
procedimiento complejo donde el procesado renuncia a ciertos derechos, y es
necesario garantizar otros, convirtiéndose así en el representante de la
sociedad y protector de los derechos fundamentales del procesado. El
Ministerio Público debe realizar diversas verificaciones, como la legalidad del
procedimiento, el estado personal y la capacidad del procesado para
comprender los efectos de la negociación, la libertad, información y
espontaneidad en su decisión, la correcta determinación de la imputación y la
acusación, así como la adecuada dosificación de la pena y concesión de
beneficios.

Para ejercer plenamente sus facultades constitucionales y legales, fiscales,


jueces y juezas deben informar oportunamente al representante del Ministerio
Público sobre las diligencias y actuaciones de su competencia, según el
parágrafo del artículo 109 del CPP. Además, es esencial que el Ministerio
Público vele por el respeto de los derechos de las víctimas. La jurisprudencia
podría requerir su presencia en la audiencia que aprueba los preacuerdos y
negociaciones, dada la importancia de su compromiso.

La víctima también tiene el derecho de intervenir en la celebración de los


preacuerdos y negociaciones, según la sentencia C-516 de 2007 de la Corte
Constitucional. Deberá ser escuchada e informada sobre la celebración del
acuerdo por parte de la Fiscalía y el juez o jueza encargado/a de aprobarlo. Su
17

participación fortalece la actividad de la Fiscalía al proporcionar elementos


probatorios y jurídicos para estructurar la imputación.

La intervención tanto del Ministerio Público como de la víctima es de gran


importancia, ya que la elección de los términos fácticos y jurídicos de la
acusación no es una cuestión meramente discrecional, sino que también tiene
en cuenta la posición de la sociedad y de las víctimas, según destaca la
doctrina.

f. La alegación acordada de culpabilidad debe ser producto de un acto


informado, libre, espontáneo y voluntario del imputado o acusado. El
artículo 293 del CPP confiere al juez o jueza de conocimiento la competencia
para revisar que el acuerdo alcanzado entre el imputado o acusado y la Fiscalía
sea voluntario, libre y espontáneo. Esta verificación es un requisito esencial
para la aprobación del acuerdo por parte de dicho funcionario. Si el acuerdo
se realiza entre la formulación de la imputación y la presentación del escrito
de acusación, el juez o jueza de control de garantías debe indagar al imputado
sobre la comprensión de los efectos de aceptar la culpabilidad.

Tanto la defensa como la Fiscalía tienen la responsabilidad de informar de


manera adecuada al imputado sobre los efectos de someterse a un proceso de
negociación. Si el imputado decide renunciar a las garantías de guardar
silencio y al juicio oral, el juez de control de garantías o de conocimiento debe
verificar que esta decisión sea libre, consciente, voluntaria y debidamente
informada, con la asesoría de la defensa, según el artículo 131 del estatuto
procesal.

Es crucial que el imputado reciba información veraz sobre las consecuencias


de su decisión. El caso Blackledge versus Allison ilustra las consecuencias de
un asesoramiento inadecuado, destacando la importancia de que el imputado
esté al tanto de las implicaciones de su declaración de culpabilidad.

En el caso de Blackledge vs. Allison, ocurrido en Estados Unidos, el acusado


se declaró culpable de un cargo específico durante la lectura de la acusación.
Durante ese proceso, el juez le preguntó al acusado sobre su comprensión de
las consecuencias de esa declaración de culpabilidad, y el acusado afirmó
que comprendía que podría ser condenado a un mínimo de 10 años hasta
cadena perpetua. Sin embargo, tres días después, durante la audiencia para
la imposición de la pena, el acusado fue condenado a una pena entre 17 y 21
años de prisión. Posteriormente, el acusado solicitó un mandato de hábeas
corpus, argumentando que su declaración de culpabilidad fue inducida por
una promesa de su abogado de que solo sería condenado a 10 años. El
Tribunal de Distrito Federal inicialmente desestimó la petición, pero el
Tribunal de Apelaciones la anuló. Argumentó que las respuestas del acusado
a las preguntas del juez durante la lectura de la acusación no impedían sus
alegaciones posteriores sobre una promesa rota. Además, el acusado afirmó
que había sido instruido para negar la existencia de cualquier promesa
durante esas preguntas.

Este caso destaca la importancia de garantizar que el acusado esté plenamente


informado y comprenda las consecuencias de su declaración de culpabilidad.
También resalta la necesidad de asegurar que el acusado haya tomado esa
decisión de manera voluntaria y sin coacción, contribuyendo así a la validez
y legitimidad de la justicia consensuada.

En cuanto a la validez del acuerdo, el artículo 369 del CPP establece que si el
juez o jueza de conocimiento rechaza la alegación de culpabilidad, deberá
llevar a cabo el juicio como si el imputado hubiera mantenido su declaración
18

de inocencia inicial. Entre los motivos para rechazar la alegación de


culpabilidad preacordada se incluye la falta de voluntad libre, espontánea e
informada por parte del imputado. Los jueces deben indagar de manera
exhaustiva para establecer las circunstancias y la forma en que se llevaron a
cabo las conversaciones que llevaron al acuerdo entre la Fiscalía y el
imputado. La jurisprudencia de otros países, como la jurisprudencia
norteamericana, puede ofrecer criterios importantes en este sentido.

g. La alegación de culpabilidad preacordada asume la forma de una


confesión transaccional. La alegación de culpabilidad preacordada, desde el
punto de vista probatorio, se equipara a una confesión. Esta confesión se
convierte en la base de la sentencia, y a pesar de que el procesado renuncia a
la presentación de pruebas y a la contradicción probatoria, sus derechos
constitucionales de necesidad, licitud y legalidad de la prueba permanecen
intactos.

Cuando el procesado acepta voluntariamente los términos de la imputación o


acusación, tanto en lo fáctico como en lo jurídico, esa admisión de
culpabilidad se entiende, en la práctica judicial, con los mismos efectos
normativos de una confesión simple. Desde este punto de vista, la aceptación
voluntaria de culpabilidad proporciona al juez o jueza el conocimiento sobre
la existencia del hecho y la responsabilidad penal del procesado más allá de
toda duda razonable.

La Corte Constitucional, al revisar la constitucionalidad del artículo 293 de la


Ley 906 de 2004, señaló que la aceptación voluntaria de la responsabilidad
por parte del imputado, que conduce a una sentencia condenatoria, configura
una confesión. Esta posición se extiende a la justicia consensuada, donde la
alegación de culpabilidad preacordada se considera un mecanismo que
también se basa en la confesión del procesado.

h. Una vez el juez de conocimiento aprueba el acuerdo, resulta


improcedente la retractación de alguno de los intervinientes. La justicia
consensuada se fundamenta en una política criminal que busca eficacia y
economía procesal, destacando la seriedad y el compromiso de los
participantes. En este contexto, el artículo 293 del CPP establece que una vez
que el juez o jueza de conocimiento examina y verifica que el acuerdo entre
la Fiscalía y el acusado fue voluntario, libre y espontáneo, debe aprobarlo. A
partir de este momento, ninguno de los intervinientes puede retractarse de lo
acordado. Este imperativo busca dotar al procedimiento de seriedad para
asegurar credibilidad en el instituto.

La Corte Constitucional, al revisar la constitucionalidad de esta disposición,


enfatizó en la importancia de la manifestación de voluntad del imputado,
realizada de manera libre, espontánea, informada y con la asistencia del
defensor. Además, subrayó que el legislador no debería permitir que el
imputado se retracte sin justificación válida, ya que esto afectaría la eficacia
del procedimiento y, en general, la administración de justicia.

La norma impugnada prohíbe la retractación de cualquiera de los


intervinientes, incluida la Fiscalía, dado que el acuerdo implica la voluntad
del Estado expresada a través de la Fiscalía. Se destaca que la garantía
constitucional del derecho de defensa del imputado no puede condicionar la
terminación anticipada del proceso a nuevas manifestaciones de su voluntad,
ya que ello haría precaria la primera manifestación y socavaría la entidad y
utilidad del mecanismo, contraviniendo el principio de seguridad jurídica.
19

La determinación de prohibir la retractación después de la aprobación del


acuerdo busca mantener la seriedad y eficacia del procedimiento, evitando
que la terminación anticipada del proceso esté sujeta a cambios de voluntad,
lo cual es esencial en el nuevo procedimiento y es coherente con el principio
de seguridad jurídica.
3. Limitaciones al poder dispositivo.
La directiva 001 del 28 de septiembre de 2006 de la Fiscalía General de la Nación,
consagra en su artículo cuarto, los límites a las negociaciones que debe acatar el fiscal,
disponiendo así:
Directiva 001 de 28 de septiembre de 2002 CUARTA. Límite a las negociaciones.
Además de lo establecido en los artículos anteriores, los preacuerdos y
negociaciones tendrán como límites las siguientes reglas: OPORTUNIDADES
PROCESALES Y ALEGACIONES DE CULPABILIDAD 191 a) El fiscal delegado
no podrá realizar preacuerdos o negociaciones con el investigado o su defensa, antes
de la audiencia de formulación de la imputación, en relación con los cargos que el
primero presentará en ésta. b) Cuando se trate de un concurso de conductas punibles
no podrá preacordarse la eliminación del cargo por el delito de mayor
trascendencia, atendiendo el bien jurídico y la pena establecida para el mismo. c)
Hecha la imputación, con la misma evidencia no podrá solicitarse ni hacerse una
nueva formulación de imputación que entrañe revocatoria o modificación de la
inicial, tendiente a hacerla menos gravosa. d) La Fiscalía debe asegurarse que el
imputado o acusado actúa libre de coacción o amenaza, consciente de la
importancia de su declaración y de los derechos a los que renuncia; además, cuidará
que esté asistido de una defensa efectiva y que ciertamente existe una base fáctica y
probatoria para la negociación. Igualmente le advertirá que el preacuerdo logrado
no admite retractación, una vez que se le hubiere hecho el respectivo control de
legalidad.
Por otro lado, la jurisprudencia de las altas cortes colombianas 14, ha distinguido una
serie de limitaciones a ese poder dispositivo del Fiscal, las cuales acarrean un reproche por
parte del Juez al momento de aprobar o improbar dicho preacuerdo, tales situaciones:

a. Cuando no existe un mínimo de prueba para condenar a efectos de evitar falsas


auto incriminaciones, según el estándar probatorio que para condenar fijó el
artículo 327 del C.P.P. Al efecto las sentencias 29979 de 2008 y 31280 de 2009.
b. Cuando razones de justicia aconsejen absolver a pesar de la aceptación de cargos
(casos de atipicidad objetiva), según las sentencias N° 31531 de 2009 y 40972 de
2014.
c. Cuando existen vicios en el consentimiento del acusado, conforme al artículo 293
del C.P.P., según el cual en caso de aceptación de la imputación por el procesado
a motu proprio o por acuerdo con la Fiscalía, se entenderá lo actuado como
acusación suficiente y se enviará al Juez de Conocimiento para que discierna si
fue consciente y voluntario. En consonancia con tal preceptiva la Corte mediante
sentencia 38834 de 2013.
d. Cuando se confiere más de un beneficio de los cuatro antes anotados, conforme
al artículo 351 del C.P.P.
e. Cuando se desconocen las prohibiciones legales de preacordar.
f. Cuando hay incremento patrimonial en el acusado y no se garantiza su reintegro,
conforme al artículo 349 del C.P.P., según los Autos 29473 de 2009 y 34829 de
2011.
g. Cuando la víctima no es oída por el fiscal al momento de la negociación (Corte
Constitucional sentencia C-516 de 2007).

4. Control judicial en el proceso de preacuerdos.


El análisis de la aceptación de la responsabilidad por parte del procesado es esencial para
comprender la esencia del control judicial que se realiza a los preacuerdos. Según el artículo

14
20

283 de la Ley 906 de 2004, la aceptación por parte del imputado es el reconocimiento libre,
consciente y espontáneo de su participación en la conducta delictiva investigada.

Ley 906 de 2004 ARTÍCULO 283. ACEPTACIÓN POR EL IMPUTADO. La aceptación


por el imputado es el reconocimiento libre, consciente y espontáneo de haber participado en
alguna forma o grado en la ejecución de la conducta delictiva que se investiga.

En términos simples, la aceptación se entiende como la admisión de los cargos por parte del
procesado, donde renuncia de manera voluntaria a disputar los aspectos probatorios que lo
vinculan con el delito. La admisión de la comisión del delito se convierte en el factor
fundamental para la realización de preacuerdos o negociaciones. Es importante destacar que
esta admisión puede equipararse a la comparecencia como testigo, bajo la gravedad de
juramento, actuando, de alguna manera, como testigo en su contra.

A pesar de que el procesado haya decidido aceptar su responsabilidad, el juez de


conocimiento juega un papel crucial al precisar las condiciones en las que se llevó a cabo
esta aceptación. El artículo 131 del Código de Procedimiento Penal establece que, si la
imputada renuncia a ciertas garantías, el juez debe verificar que dicha decisión sea libre,
consciente, voluntaria, debidamente informada y asesorada por la defensa. Esto implica un
interrogatorio personal del imputado o procesado para garantizar la validez y legalidad del
proceso.

Ley 906 de 2004 ARTÍCULO 131. RENUNCIA. Si el imputado o procesado hiciere


uso del derecho que le asiste de renunciar a las garantías de guardar silencio y al
juicio oral, deberá el juez de control de garantías o el juez de conocimiento verificar
que se trata de una decisión libre, consciente, voluntaria, debidamente informada,
asesorada por la defensa, para lo cual será imprescindible el interrogatorio personal
del imputado o procesado.

De esta forma, tenemos que la aceptación de responsabilidad por parte del procesado, puede
hacerse bien por: i. allanamiento a cargos, o; ii. Preacuerdos y negociaciones, en todo caso
ambas implican la renuncia a ciertos derechos de defensa del imputado o acusado. Es así
como el artículo anteriormente señalado consagra un imperativo a cargo del juez de verificar
estas garantías mínimas del procesado, de allí nace la figura del control judicial a los
preacuerdos y negociaciones. Este control consagrado en el artículo citado, encuentra asidero
en lo que la doctrina conoce como audiencia de control de legalidad del consenso.

En este punto, es dónde nace una discusión importante y que será ampliada en el punto de
líneas jurisprudenciales de este trabajo, a saber tal discusión, se enfoca en la aparente
contradicción entre la presunción de inocencia y el principio in dubio pro reo, que exigen un
“convencimiento más allá de toda” duda para condenar (artículo 7° C.P.P.), y la exigencia
específica de los preacuerdos, que requiere un "mínimo de prueba que permita inferir la
autoría o participación en la conducta y su tipicidad" (artículo 327 inciso tercero C.P.P.). La
pregunta es si esta exigencia específica es coherente con el estándar general de prueba para
condenar. En cuanto al control material de los preacuerdos, el artículo 327 C.P.P. establece
que el juez debe verificar que exista ese “mínimo de prueba” y asegurarse de que el acuerdo
se haya llevado a cabo de manera voluntaria, consciente y libre. Este control busca equilibrar
la necesidad de pruebas sólidas con la flexibilidad permitida por los preacuerdos,
garantizando al mismo tiempo el respeto a los principios de presunción de inocencia e in
dubio pro reo.

Así, aunque bien hoy la gran parte de la jurisprudencia aboga por un control material del
preacuerdo, lo cierto es que hay otra que repudia dicho control material, esto será ampliado
en la exposición de líneas jurisprudenciales. Sin embargo, Roldan Restrepo, abogando por
un control material, hace una recopilación de algunas reglas que debe observar el juez al
momento de realizar el control de legalidad de la convención, las cuales:

a. La veracidad no puede ser sacrificada en aras de la celeridad y eficacia.


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b. No puede olvidar el “Principio de Imparcialidad” acogido en el artículo 5°, “En el ejercicio


de las funciones de control de garantías, preclusión y juzgamiento, los jueces se orientarán
por el imperativo de establecer con objetividad la verdad y la justicia”.

c. No puede estar empeñada a finalidades pragmáticas a ultranza, ya que su sometimiento al


imperio de la ley, y su compromiso con la verdad y la justicia, le exigen un rol que no puede
ser de una pasiva complacencia y como mero estampillador de decisiones concertadas.

d. Tomar muy en serio, o digamos “con tiento” la aceptación anticipada de culpabilidad del
procesado, y si llegare a columbrar que su prisa obedece a fines que eluden una finalidad de
establecer con objetividad la verdad, o encubrir a otros responsables del hecho, deberá
improbar la pretensión unilateral del procesado.

e. No convertir el proceso penal en un festín de regalías que desnaturalizan y desacreditan la


función de Administrar justicia.

f. No olvidar su misión de garantizar la realización de las garantías fundamentales para las


partes e intervinientes en el proceso penal.

g. Realizar control material y aprobar solamente los preacuerdos que respeten las garantías
fundamentales de todas las partes y los intervinientes.

V. Normativa Vigente y Jurisprudencia.


A. Recuento normativo vigente en Colombia.
En Colombia, la normativa principal respecto a los preacuerdos y negociaciones, está
consagrado en la ley 906 de 2004 código de procedimiento penal, en su Título II capitulo
único del Libro III. Sin embargo, a lo largo de toda la ley hay múltiples disposiciones que
sistemáticamente también regulan algún aspecto sustancial o procedimental de los
preacuerdos y negociaciones, entre ellas:

1. Finalidades. Articulo 348 consagra las Finalidades de los preacuerdos y


negociaciones: Humanizar la actuación procesal, obtener pronta justicia, activar
solución de conflictos sociales, propiciar reparación integral de perjuicios, lograr
participación del imputado y observar directivas y políticas criminales.
2. Limites. El artículo 349 consagra la improcedencia de acuerdos o negociaciones en
delitos con incremento patrimonial sin reintegro y aseguramiento del remanente.
3. El articulo 350 consagra la habilitación legal de realizar los Preacuerdos desde la
audiencia de formulación de imputación: posibilidad de acordar términos de
imputación y cambiar la tipificación del delito a cambio de declaración de
culpabilidad.
4. Artículo 351 consagra las Modalidades de preacuerdos: rebaja hasta la mitad de la
pena imponible, por la aceptación o acuerdo sobre hechos imputados y consecuencias
en la audiencia de formulación de imputación, cambio favorable para el imputado en
relación a la pena constituye única rebaja compensatoria.
5. El Artículo 352 consagra la posibilidad de realizar los Preacuerdos posterior a la
presentación de la acusación: posibilidad de realizar preacuerdos con reducción de
una tercera parte de la pena imponible.
6. El Artículo 353 consagra la posibilidad de que la Aceptación sea total o parcial de los
cargos: beneficios de punibilidad extensivos solo para lo aceptado.
7. El Artículo 354 consagra unas reglas comunes para los acuerdos: inexistentes sin la
asistencia del defensor, prevalencia de la decisión del imputado en caso de
discrepancia, citación a audiencia para proferir sentencia con manifestaciones de la
Fiscalía y el imputado
8. Aceptación de responsabilidad. El Artículo 283 consagra la definición de lo que es
y lo que conlleva la aceptación de la responsabilidad como genero de los preacuerdos
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"La aceptación por el imputado, es el reconocimiento libre, consciente y espontáneo


de haber participado en alguna forma o grado en la ejecución de la conducta delictiva
que se investiga".
9. Retractación del preacuerdo. El Artículo 293 consagra que una vez aprobado el
preacuerdo, ninguno de los intervinientes puede retractarse de lo pactado.
10. Control material. El Artículo 32 consagra que el juez debe verificar que exista un
"mínimo de prueba que permita inferir la autoría o participación en la conducta y su
tipicidad" al aprobar el acuerdo.

Estas las disposiciones relevantes del Código de Procedimiento Penal de Colombia en


relación con los preacuerdos y negociaciones.

B. Principales Líneas jurisprudenciales


En el complejo entramado del sistema judicial, los preacuerdos y negociaciones se erigen
como herramientas fundamentales que permiten la agilización y eficiencia en la resolución
de procesos judiciales. Estos mecanismos, concebidos para propiciar la colaboración entre
las partes involucradas, han sido objeto de análisis y consolidación jurisprudencial que
delinean los límites y garantías que deben regir su aplicación.

La jurisprudencia, cual faro en la interpretación de la legalidad, ha forjado diversas líneas


conductoras que inciden directamente en la validez, equidad y transparencia de los
preacuerdos y negociaciones. En este contexto, resulta imperativo desentrañar las principales
directrices jurisprudenciales que enmarcan estos procesos, garantizando así un justo
equilibrio entre la celeridad procesal y el respeto irrestricto de los derechos fundamentales.

1. Línea Jurisprudencia: Imputación precisa y jurídica: La postura Jurisprudencial se


resalta la imperiosa necesidad de una imputación precisa y jurídica para salvaguardar el
derecho al debido proceso. Este principio, fundamentado en el Artículo 33 de la Constitución
Política, enfatiza la importancia de una imputación clara para el ejercicio adecuado del
derecho a la defensa.
En este sentido, entre otras, en la Sentencia N° 24.026 de fecha 20/10/2005 de la Corte
Suprema de Justicia Sala Penal, ha consolidado el criterio jurisprudencial en torno a la
imputación precisa, reforzando así los pilares del debido proceso.

2. Línea Jurisprudencial: Ajuste de la tipicidad por el fiscal. La Postura Jurisprudencial


radica en el hecho de que la tipicidad debe ser ajustada con precisión por parte del fiscal,
evitando cualquier atisbo de arbitrariedad en la imputación. La jurisprudencia,
particularmente en la Sentencia N° 24.764 de fecha 01/06/2006 de la Corte Suprema de
Justicia, subraya la importancia del principio de no tipificación arbitraria como garante de un
proceso justo.

3. Línea Jurisprudencia: Control de legalidad en allanamientos y negociaciones. En esta


postura Jurisprudencial Se establece un control riguroso de legalidad en los allanamientos y
negociaciones. La jurisprudencia, basada en la Sentencia N° 25.724 de fecha 19/10/2006,
de la Corte Suprema de Justicia, protege los principios de legalidad, tipicidad estricta, así
como el Artículo 29 de la Constitución Política.

4. Línea Jurisprudencial: Control de aceptación de cargos. Aquí la Postura Jurisprudencial


radica en la aclaración de que el control del juez en la aceptación de cargos se enfoca en la
voluntariedad, libertad y respeto a los derechos fundamentales del acusado, conforme a lo
establecido en la Sentencia N° 25.108 de fecha 30/11/2006.

5. Línea Jurisprudencial: Vinculación del juez a acuerdos y aceptaciones. En esta Postura


Jurisprudencial, la jurisprudencia destaca la necesidad de que el juez esté vinculado a
acuerdos y aceptaciones como mecanismo para garantizar la eficacia del proceso. Esto se
refuerza en los Autos N° 27.159 de fecha 18/04/2007 y N° 27.218 de fecha 16/05/2007.
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6. Línea Jurisprudencial: Declaración de nulidad por el juez. La Postura Jurisprudencial


radica en que el juez puede declarar la nulidad en casos de violación de garantías
fundamentales y degradación del comportamiento procesal, conforme a lo establecido en la
Sentencia N° 28.872 de fecha 15/07/2008.

Dado lo expuesto, se consolidan las líneas jurisprudenciales mencionadas, las cuales sirven
como guía y referencia para la correcta aplicación de los principios fundamentales en el
ámbito jurídico.

VI. Conclusiones.
La errada noción de que la Fiscalía ostenta un dominio exclusivo sobre la pretensión en los
preacuerdos plantea un dilema crucial en la administración de justicia. La impropiedad de
considerar estos acuerdos como simples "negocios jurídicos" desdibuja la naturaleza pública
e irreductiblemente contradictoria del proceso penal. La racionalidad de los preacuerdos,
lejos de ser un acto de libre disposición, descansa en la satisfacción de intereses públicos.

La figura del Juez, como garante de la legalidad y equidad, se ve comprometida por esta
concepción. Su papel no puede ser relegado a una mera formalidad o "intromisión", sino que
debe ser reconocido como esencial para mantener la integridad del proceso. La delicada
balanza entre celeridad y respeto de derechos fundamentales exige una revisión crítica de la
distribución de poderes entre la Fiscalía y el Juez.

La complejidad inherente a la relación entre los fundamentos de la justicia penal negociada


y los principios que históricamente han guiado el sistema jurídico plantea desafíos
sustanciales. La renuncia a la no autoincriminación y la aceptación de culpabilidad,
fundamentales en los preacuerdos, requieren una consideración cuidadosa de su impacto en
el derecho de las víctimas y la búsqueda de la verdad y la justicia.

La distorsión del modelo angloamericano en el contexto colombiano, junto con una


liberalidad jurisprudencial desequilibrada, amenaza las garantías procesales. La eficiencia no
debe comprometer la calidad de la justicia ni obviar la importancia de la verdad y la
reparación a las víctimas. La dogmática penal y la función vigilante del Juez son piedras
angulares para salvaguardar estos principios en un sistema que aspira a la conciliación entre
agilidad y equidad judicial. En esta encrucijada, el Juez emerge como un contrapeso esencial
para preservar la legitimidad de la justicia negociada.

VII. Referencias Bibliográficas.

1. Roldán Restrepo, G. F. (2016). LÍMITES AL PODER DISPOSITIVO Y CONTROL


JUDICIAL A LOS PREACUERDOS EN APLICACIÓN DEL ESTANDAR DE
PRUEBA PARA CONDENAR [Tesis de Maestría, Universidad de Medellín,
Facultad de Derecho, Medellín, Colombia].

2. Preacuerdos y Negociaciones de Culpabilidad. Carlos Arturo Gómez Pavajeau. Año:


2010. CONSEJO SUPERIOR DE LA JUDICATURA. Bogotá. D.C.

3. APONTE CARDONA, ALEJANDRO DAVID. Principio de Oportunidad y Política


Criminal. De la discrecionalidad técnica a la discrecionalidad política reglada.
Consejo Superior de la Judicatura-Escuela Judicial “Rodrigo Lara Bonilla”, Bogotá,
2009.

4. GÓMEZ PAVAJEAU, CARLOS ARTURO. "El principio de antijuridicidad


material." Giro, Bogotá, 2007.
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5. BAZZANI MONTOYA, DARÍO. La terminación anticipada del proceso penal por


consenso y el principio de oportunidad. En: Reflexione sobre el nuevo Sistema
Procesal Penal. Consejo Superior de la Judicatura-Escuela Judicial “Rodrigo Lara
Bonilla”- Instituto de Estudios del Ministerio Público, Bogotá.

6. GUERRERO PERALTA, OSCAR JULIÁN. El difícil encuentro entre el proceso


penal anglosajón y el proceso penal continental. En: Estudios Penales 2. Instituto de
Estudios del Ministerio Público-Procuraduría General de la Nación. Bogotá, 2004.

7. GUERRERO PERALTA, OSCAR JULIÁN. El difícil encuentro entre el proceso


penal anglosajón y el proceso penal continental. En: Estudios Penales 2. Instituto de
Estudios del Ministerio Público-Procuraduría General de la Nación. Bogotá, 2004.

8. Sentencias de la Corte Constitucional Colombiana.

9. Sentencias de la Corte Suprema de Justicia.

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