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La figura simbólica del buitre en mientras agonizo de William

Faulkner

Juan Carlos García Ulloa

“Si me fuera a reencarnar, quisiera volver al mundo


como un buitre: nadie lo odia, ni lo envidia, ni lo desea,
ni lo necesita; jamás lo molestan y nunca está en
peligro; además, le mete el diente a cualquier cosa.”
―William Faulkner

Ganador del premio nobel en 1945, y dos Pulitzer en 1955 y 1963


respectivamente, William Faulkner es considerado uno de los escritores
norteamericanos más importantes y más influyentes de todos los tiempos. Entre
los autores que vivamente reconocen dicha influencia se encuentran brevemente:
Juan Rulfo, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Juan
Carlos Onetti, y muchos más. De entre su amplia obra, la crítica suele rescatar
como sus mejores trabajos las novelas: Sartoris, mientras agonizo, luz de agosto,
¡Absalón, Absalón!, y una fábula. A pesar de su complejidad, quizá mientras
agonizo no sea la novela más compleja o la más laureada de William Faulkner, sin
embargo, es una obra rica en oportunidades para su estudio y cuidadoso análisis.

Con un título tan revelador, el esforzarse en la elaboración de un alongado e


insufriblemente intricado preámbulo para llevar a cabo la explicación concreta y sin
embargo elegante de las pretensiones teóricas y literarias de este ensayo, sin
duda pondría en riesgo a este humilde ensayista de caer en redundantes y
exhaustivos circunloquios, como suele ser el caso de grandes teóricos;
pensadores con incomparable capacidad analítica, siempre preocupados por la
necesidad de encontrar nuevas formas de aproximarse a la obra de arte literaria.
Dichos pensadores en su búsqueda honesta y caballeresca, han caído víctimas de
los terribles vicios de la redacción, pues donde pudiesen haber descrito para
nosotros sus brillantes hallazgos con elegante y humilde sencillez, se han
entregado a interminables y luminosas elucubraciones, y así es siempre que las
cuartillas y la grandilocuencia de las rocambolescas palabras y culteranas
oraciones pareciesen tener aún más peso que la redacción sencilla, tan breve
como elucidante. Ese pudiera ser en realidad el problema de los teóricos y la
academia.

Expresadas algunas inquietudes, pudiéramos ahora dedicarnos propiamente a


delimitar los alcances y las necesidades metodológicas de este ensayo.
Empecemos por recordar que a partir de este punto habremos de dedicar las
siguientes paginas a la construcción de un análisis de la figura simbólica del buitre
y sus implicaciones literarias dentro de la particularidad de la obra; mientras
agonizo (2013), de William Faulkner.

A pesar de las constantes menciones a distintos elementos de probable valor


simbólico, tales como la figura del caballo o el pez, no parece absurdo afirmar que
la figura del buitre dentro de la novela conlleva un valor mucho más central como
un catalizador para distintos eventos pivótales dentro de la trama. Dicha figura
puede funcionar como una mera alegoría de la muerte y descomposición, como un
signo, o bien, bajo cierta línea de interpretación, podemos tomar provecho de su
excedente de sentido como símbolo, y formular así interpretaciones
complementarias sobre sus variadas apariciones en el interior de la obra literaria.
Durante la lectura de este ensayo habremos de ahondar un poco más sobre la
particularidad de la figura del buitre y sus distintas apariciones, como signo o
símbolo, haciendo las distinciones cuando sea pertinente para el enriquecimiento
literario del lector; momentos en los que la aparición de dicha figura pudiese
decirnos aún más de lo que se encuentra en el nivel superficial de las palabras.

Antes de comenzar directamente con nuestro análisis, valdría la pena llevar a


cabo una reminiscencia de orden general con respecto a la novela; sus personajes
y trama, empresa no del todo modesta al componerse de la visión personal de 15
personajes narradores distribuidos en 59 capítulos: Los personajes más
significativos de la obra son sin duda la familia Bundren, compuesta por Addie
bundren, madre. Anse Bundren, padre. Y sus hijos: Darl, Jewel, Cash, el pequeño
Vardaman, y la única hija del matrimonio; Dewey Dell.

Si así lo deseáramos, podríamos separar la novela para mayor confort dentro de


tres simples actos, el primero: la agonía y muerte de Addie Bundren. El segundo y
por mucho el más largo de todos: el largo y tortuoso viaje hasta Jefferson, sitio de
descanso final para los decadentes restos de Addie Bundren. Y como último acto,
naturalmente, designaríamos el desenlace que cae con fuerza sobre Darl y el
resto de la familia Bundren tras su llegada al pueblo de su madre, de la muerte, y
de los nuevos comienzos.

En el aquí designado primer acto, Darl habrá de tomar parte, a regañadientes, de


un viaje de trabajo el cual habrá de redituar tres dólares a la necesitada familia, y a
la vez será la causa de que Jewel se pierda el fallecimiento de su madre, evento el
cual provocará una catarsis en él, convirtiéndolo en un personaje fundamental de
la historia; la fuerza que hace avanzar el viaje final de su madre. Recordemos;
Jewell es hijo de Addie Bundren, más no de Anse, si bien este hecho nunca se ha
hecho público, Darl lo sabe sin lugar a dudas, así como pudo saber con una sola
mirada, que Dewey Dell había perdido su virginidad y muy probablemente se
encontraba embarazada. Darl no deseaba separarse de su madre, a pesar de no
haber sido nunca bien favorecido por ella, este sentimiento de rechazo provoca la
envidia e ira de Darl sobre Jewel, a quien no parece importarle demasiado la
situación familiar, a los ojos de Darl, a Jewel pareciera importarle más su caballo
que su madre, lo cual dará lugar a un leitmotiv de la novela: ‘la madre de Jewel es
un caballo’.

En este primer acto, durante el viaje de trabajo compartido por Darl y Jewel, será
Darl; primogénito de los Bundren, quien usará la aparición de unos cuantos buitres
en el cielo para jugar con los sentimientos de Jewel hacia su madre,
recriminándole el no haberse quedado para acompañarla en su lecho de muerte;
Un deseo previamente establecido como aquel de mayor importancia para la
difunta Addie Bundren.
“No es tu caballo quien se ha muerto, Jewel (…) ¿Los ves? (…) Arriba,
sobre la casa, destacándose en el cielo, que rápidamente se ennegrece, se
ciernen ellos trazando círculos cada vez más pequeños (…) Te digo que no
es tu caballo quien se ha muerto (…) No puedo querer a mi madre, pues no
tengo madre ninguna. La madre de Jewel es un caballo. Impasibles, los
grandes zopilotes se ciernen con círculos ascendentes, y las nubes les
prestan una engañosa ilusión de retroceso.” (Faulkner, W. 2013. (Pág. 38).

Claramente, la aparición de buitres en el cielo es una señal inequívoca para cualquier


persona de la decadencia y putrefacción de algún cuerpo. Un signo imperdible sobre
la proximidad de la muerte. A pesar de no estar aún en casa, Darl tiene la
seguridad de que su madre ha muerto, los buitres lo han alertado con su fría
indiferencia de carroñero. En este nivel literario los buitres operan como un signo,
una señal, y no propiamente como un símbolo, si bien dicha lectura es permitida
en su simplicidad. Para ayudarnos a despejar el dilema signo versus símbolo,
tomaré como referencia el trabajo de la Dra. Lilia Leticia García Peña, quien en su
ensayo “nociones esenciales para el análisis de símbolos en los textos literarios”,
publicado en la Revista electrónica de teoría de la literatura y literatura comparada;
nos ayuda simplificando esta importante distinción de la siguiente manera:
“Metodológicamente podemos decir que «el símbolo es un caso límite del
conocimiento indirecto» (Durand, 1993: 18), (…) su aspecto concreto, su apariencia
sensible (…) expresa o epifaniza un significado ausente. El signo refiere, el símbolo
representa.” (García, L. 2012: Pág.127)

Concluido el primer acto de la novela con la muerte de Addie, la familia Bundren


se apresta a un largo y peligroso viaje, dando así comienzo al segundo acto.
Durante su viaje, la familia pasa la noche en la propiedad de Samson, y por la
mañana reemprenden el viaje con la intención de cruzar el río, a pesar de haber
sido informados de que la corriente ha arrastrado los puentes. La mañana en la
que dejan la propiedad de Samson, este puede ver un buitre saliendo de su
granero:
“De primeras pensé que se trataba de alguno de ellos que se había
quedado; luego vi lo que era. Era un zopilote. Miró alrededor y me vio y
echó a correr hacia la salida, con las patas separadas, con sus alas
arrastrando (…) Cuando estuvo fuera, echó a volar. Tuvo que aletear un
buen rato para poder remontarse en el aire, por lo denso y pesado y lleno
de lluvia que el aire estaba.” (Pág. 46)

El encuentro anterior bien pudiese explicarse debido a que el cuerpo de Addie


Bundren comienza a descomponerse, sin embargo, desde un punto de vista
simbólico, esta extraña visión puede explicarse como una señal del futuro, de los
peligros que encontrará la familia en el río, la perdida de sus animales y la lesión
de Cash. Sobre las propiedades del buitre en torno a las predicciones, Jean
Chevalier, en su diccionario de los símbolos (1986) nos dice: “El buitre es (…) en
las tradiciones grecorromanas un pájaro adivinatorio. Es uno de los pájaros
consagrados a Apolo, porque su vuelo, como el del cisne, el del milano o el del
cuervo ofrece presagios” (Pág. 205)

Tras superar sus problemas en el río, no queda más opción que continuar. Donde
antes viajaban cuatro hermanos, ahora Jewel se les ha unido, tras entregar su
caballo personalmente a Snopes. Cinco hermanos en el camino, cinco buitres en
el cielo. Vardaman es quien los observa: “Ahora son cinco los que hay” (Pág. 86).
Esta relación simbólica, este juego parece hacer referencia a los Bundren como
buitres, de ser así, hay un Bundren quien particularmente pareciera ser una
caricatura, o bien una versión antropomorfa de un buitre. Un ser comodino,
acostumbrado a tomar ventaja de las circunstancias: Anse Bundren obtendrá
grandes beneficios de la muerte de su esposa y a través del sacrificio de sus hijos,
el mismo es una criatura encorvada y desgarbada como los buitres que siguen a la
familia.

Vardaman, continua avistando a esas aves, él pregunta a Darl: “¿Dónde pasan la


noche, Darl? (…) ¿Dónde se meten cuando nos paramos en algún granero para
pasar la noche? (…) Esta noche voy a ver dónde se meten mientras estamos en el
granero.” (Pág. 86). La curiosidad de Vardaman por los buitres lo hará conocedor
de un secreto que terminará poniendo a Darl en un tren a Jefferson. Durante el
transcurso de la novela, los buitres son más que solo un leitmotiv, han llegado
incluso a ser parte del hilo conductor de la obra. Tras el incendio del granero, un
evento pivote en la novela, la familia Bundren avanza en dirección a Jefferson con
la finalidad de enterrar a Addie. En el camino, a medida que los días pasan, las
apariciones de buitres se irán haciendo más comunes, y su número irá creciendo.
Si bien la primera aparición de los buitres, como ya hemos explicado, tenía la
finalidad de informar a los jóvenes Bundren el fallecimiento de su madre, y la
segunda aparición quizá fuese una señal de los peligros del río, más tarde las
apariciones se convertirán en la señal inequívoca de que la familia viaja con un
cadáver en descomposición, una descomposición la cual se extiende rápidamente
al seno familiar.

A medida que el ánimo general decae, el descontento por las acciones de Anse
crecen. La pierna de Cash está en riesgo, Jewel ha perdido su caballo, Darl ha
optado por incendiar el granero para terminar con el sufrimiento de la familia, y el
secreto de Dewey Dell se vuelve más acuciante a medida que se acercan a
Jefferson donde intentará deshacerse de dos pájaros. Pareciese que los buitres se
diesen cuenta de esta descomposición fraternal, aumentando su número a la par.
“Ahora son siete los que hay, formando un redondelito negro, allá arriba (…) Ayer
no eran más que cuatro” (Pág. 80). A pesar de la sombra que proyecta la figura
del buitre sobre los Bundren, la dualidad de dicha figura simbólica nos permite
hacer una nueva interpretación sobre su papel en la novela, un rol benigno.
Chevalier nos informa sobre este otro rol simbólico del buitre:

“El buitre real, que come entrañas, es un símbolo de muerte entre los
mayas (...) Pero por alimentarse de carroñas e inmundicias puede
igualmente considerarse como agente regenerador de las fuerzas vitales,
que están contenidas en la descomposición orgánica y en los desperdicios
de cualquier clase, o dicho de otra manera, como purificador o mago que
asegura el ciclo de la renovación transmutando la muerte en nueva vida.
(Chevalier, J. 1986. Pág. 205)

Durante el denominado tercer acto de la novela, los Bundren arriban a Jefferson.


Dewey Dell intenta conseguir alguna droga para abortar, sin embargo, no queda
nada claro si lo ha conseguido, al contrario, ella comienza a tener la certeza de
haber sido timada, y de ser cierto, pronto tendría que hacerse cargo de dar a luz a
una nueva vida. Cash ha perdido la pierna y ahora debe reconstruir a partir de lo
que aún le queda. Jewel deberá pensar en qué hará ahora, de vuelta a casa sin su
madre. Darl ahora es llevado lejos, denunciado por Dewey Dell; la policía lo lleva
al manicomio. El pequeño Vardaman aún tiene toda una vida por delante, y Anse
Bundren ha obtenido lo que deseaba; con una dentadura y una esposa nueva,
comienza desvergonzadamente una vida nueva. Del cuerpo inerte de Addie
Bundren ha florecido, si es esta la palabra, una nueva vida para todos los
miembros de la Familia Bundren, su catártica experiencia ha purgado su carácter y
los ha moldeado como nuevas personas, aún Anse, o quizá sobre todo él; habrá
de comenzar una nueva etapa, emergiendo como un nuevo ser, regenerado a
partir de la descomposición.

En la muerte, una madre ha moldeado vida, dicha comparación entre la


regeneración que produce la muerte y la relación simbólica que existe entre
ambas y la figura del buitre, puede llevarnos ahora a hacer una comparación entre
estas dos figuras, la madre y el buitre. Con respecto a la maternidad en relación
con el simbolismo del buitre, Chevalier nos ayuda a hacer la siguiente
recuperación: “La diosa buitre egipcia, Nekhbet, era, según las creencias
populares, la protectora de los nacimientos.” (Pág. 205). Esto es interesante pues
nos hace reflexionar no solo acerca de la maternidad de Dewey Dell, sino también
acerca de la condición de madre que ejerce Addie Bundren, aún desde la
incertidumbre del reino de la muerte, y su posible influencia protectora
manifestada simbólicamente por los buitres.
En la lectura de este ensayo hemos reconocido la importancia del símbolo en la
aportación de un excedente de sentido en el interior de cualquier obra literaria, y a
la vez, lo hemos diferenciado del signo, haciendo las distinciones pertinentes. No
solo esto, sino también se han señalado los distintos sentidos que pudiese aportar
la figura simbólica del buitre y su importancia para enriquecer la lectura de una
obra consagrada en la literatura universal. Con respecto a la novela: al igual que
ocurre en el mundo real, o mejor dicho, debido a esto, la figura simbólica del buitre
funciona tanto como un símbolo de la muerte, como uno de transformación,
purificación y regeneración. Es gracias a esto; que a partir de la muerte, la familia
Bundren habrá de conocer para bien o para mal, una nueva vida; mientras Addie
Bundren yace.
Bibliografía

Lilia

Faulkner, W. Mientras agonizo. 2013. España. Alianza editorial.

Chevalier,J. Diccionario de los símbolos. 1986. Barcelona, España. Editorial


Herder

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