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La Figura Simbólica Del Buitre en Mientras Agonizo de William Faulkner
La Figura Simbólica Del Buitre en Mientras Agonizo de William Faulkner
Faulkner
En este primer acto, durante el viaje de trabajo compartido por Darl y Jewel, será
Darl; primogénito de los Bundren, quien usará la aparición de unos cuantos buitres
en el cielo para jugar con los sentimientos de Jewel hacia su madre,
recriminándole el no haberse quedado para acompañarla en su lecho de muerte;
Un deseo previamente establecido como aquel de mayor importancia para la
difunta Addie Bundren.
“No es tu caballo quien se ha muerto, Jewel (…) ¿Los ves? (…) Arriba,
sobre la casa, destacándose en el cielo, que rápidamente se ennegrece, se
ciernen ellos trazando círculos cada vez más pequeños (…) Te digo que no
es tu caballo quien se ha muerto (…) No puedo querer a mi madre, pues no
tengo madre ninguna. La madre de Jewel es un caballo. Impasibles, los
grandes zopilotes se ciernen con círculos ascendentes, y las nubes les
prestan una engañosa ilusión de retroceso.” (Faulkner, W. 2013. (Pág. 38).
Tras superar sus problemas en el río, no queda más opción que continuar. Donde
antes viajaban cuatro hermanos, ahora Jewel se les ha unido, tras entregar su
caballo personalmente a Snopes. Cinco hermanos en el camino, cinco buitres en
el cielo. Vardaman es quien los observa: “Ahora son cinco los que hay” (Pág. 86).
Esta relación simbólica, este juego parece hacer referencia a los Bundren como
buitres, de ser así, hay un Bundren quien particularmente pareciera ser una
caricatura, o bien una versión antropomorfa de un buitre. Un ser comodino,
acostumbrado a tomar ventaja de las circunstancias: Anse Bundren obtendrá
grandes beneficios de la muerte de su esposa y a través del sacrificio de sus hijos,
el mismo es una criatura encorvada y desgarbada como los buitres que siguen a la
familia.
A medida que el ánimo general decae, el descontento por las acciones de Anse
crecen. La pierna de Cash está en riesgo, Jewel ha perdido su caballo, Darl ha
optado por incendiar el granero para terminar con el sufrimiento de la familia, y el
secreto de Dewey Dell se vuelve más acuciante a medida que se acercan a
Jefferson donde intentará deshacerse de dos pájaros. Pareciese que los buitres se
diesen cuenta de esta descomposición fraternal, aumentando su número a la par.
“Ahora son siete los que hay, formando un redondelito negro, allá arriba (…) Ayer
no eran más que cuatro” (Pág. 80). A pesar de la sombra que proyecta la figura
del buitre sobre los Bundren, la dualidad de dicha figura simbólica nos permite
hacer una nueva interpretación sobre su papel en la novela, un rol benigno.
Chevalier nos informa sobre este otro rol simbólico del buitre:
“El buitre real, que come entrañas, es un símbolo de muerte entre los
mayas (...) Pero por alimentarse de carroñas e inmundicias puede
igualmente considerarse como agente regenerador de las fuerzas vitales,
que están contenidas en la descomposición orgánica y en los desperdicios
de cualquier clase, o dicho de otra manera, como purificador o mago que
asegura el ciclo de la renovación transmutando la muerte en nueva vida.
(Chevalier, J. 1986. Pág. 205)
Lilia