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INTERMITENTES LUCES ROJAS JUNTO A LA VEREDA DE LA VIDA

Ni de lejos alcanzamos a asomarnos al complejo enrevesado de excepciones que componen


nuestras reglas. Especialmente nosotros los perdidos habitantes de este pañuelo entre mar y
cordillera, especialmente especiales, pues no nos aplican ninguna de nuestras innúmeras leyes
a la hora de tener que obedecerlas como cualquiera. Yo creo que ese es el punto: “como
cualquiera” es un folio del que arrancamos despavoridos, como si ello redujera todo a un
sujeto tipo, la normal estadística, el hombre gris, invisible, como una masa en primera fila ,
nadie no quiere ser especial, por eso es que debemos poner los intermitentes cuando
arrimados a la cuneta revisamos la numeración de la casa que vinimos a buscar por vez
primera, segunda o tercera, qué más da, los intermitentes nos eximen de la ley que es para los
otros, no para mí, pues yo soy especial, siempre lo he sido, no puedo evitarlo, y exijo ser
tratado como tal ¿Los demás? No, sólo yo merezco la excepción, pues mire oficial, atienda mis
razones, se da cuenta cuán comprensibles son ellas, claro en el contexto que considere
atentamente usted mi situación, que es especial… y es que siempre ha sido así, sabe usted, mi
mami ya me lo decía y yo creo que hasta mi papi me tenía celos, pero ¿qué se le va a hacer?
¿no?, o se lo es o no se lo es, y yo lo soy -siempre lo he sabido-, y hasta mis hermanos yo creo
que lo resentían en el fondo, pero bueno… dígame usted, no habrá otra manera de arreglar
esto digo yo ¡oh!, no es eso lo que le iba a mostrar claro que no, se me cayeron los billetes
esos, descuidado que soy, esto era mire… ¿ve? Es del cuñado de mi compadre, el coronel
Salcedo, pueh, de la DICTOCUTSI de Carabineros, si pues, ¡ah es general ahora! mire usted que
hace tiempo que no lo veo yo pero es muy unido con su hermana, la Florita, casada con mi
compadre Raúl, claro… es que es un pañuelo, claro, mire usted, gracias mi cabo, si claro,
circulo en seguida.

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