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ADQUISICIÓN DE LA HERENCIA POR TERCEROS

Era la esencia del derecho de sucesiones el principio según el cual la herencia, nace por

voluntad del testador o por imperio de la ley, debía ser adquirida exclusivamente por aquellas

personas que tuvieran la investidura de herederos. No obstante el derecho romano admitió

que en casos excepcionales la adquisición de la hereditas recayera en persona distinta del

heres, como ocurría en la usucapio pro herede, en la in iure cessio hereditatis en la herencia

vacante (hereditas vacans) y en los casos especiales que se conocen con el nombre de

transmissiones.

a) "Usucapio pro herede"

El instituto de la usucapión, un modo iure civile de adquirir el dominio, tuvo un papel

importante en materia de sucesiones y dio lugar a lo que los romanos llamaron 'usucapio pro

herede'. Esto implicaba la adquisición por usucapión de los bienes hereditarios por parte de

una persona que estuviera en legítima posesión de ellos de manera ininterrumpida durante un

año. Para que esta adquisición fuera válida, se requería que el poseedor tuviera la capacidad

de ser heredero (testamento factio passiva).

Dentro del Derecho romano, la figura de la 'usucapio pro herede' se aplicó como un medio

para inducir al heredero voluntario a aceptar una herencia y evitar una prolongada yacencia

de la misma, así como una posible vacancia que impediría el pago de las deudas hereditarias.

y la continuidad del culto familiar, ya que no existía un plazo definido para que el heredero

pudiera aceptar la herencia. La 'usucapio pro herede' podía ocurrir incluso cuando existía un

heredero propio que no había aceptado la herencia, lo que provocaba que el adquirente

ocupará una posición contraria al propio heredero. Sin embargo, el heredero podía evitar las

consecuencias de esta usucapión simplemente aceptando la herencia. La posesión ilegítima


del adquirente, inicialmente considerada válida para forzar al heredero a aceptar,

eventualmente llevó a una reacción que permitió al heredero revocar la usucapio cuando el

poseedor actuaba de mala fe.

Además, Marco Aurelio otorgó una acción legal contra aquel que a sabiendas poseía la

herencia de manera indebida, basada en el despojo sufrido (crimen expilatae hereditatis). Para

el siglo I dC, la 'usucapio pro herede' se limitó a la propiedad de objetos singulares que se

hubieran poseído, ya no a compartir la totalidad de la herencia. En este caso, el poseedor no

tenía la calidad de heredero y no era responsable de las deudas hereditarias.

b) "In iure cessio hereditatis"

Los agnados llamados a la sucesión ab intestato y los gentiles, que se hacían herederos

haciendo adición de ella podían ceder sus derechos a la herencia que les había sido deferida,

mediante la in iure cessio hereditatis. La "in iure cessio hereditas" era un proceso legal

significativo en el Derecho romano, que permitía la transmisión de una herencia de una

persona fallecida a un heredero designado de manera formal y legal. Este proceso se realizaba

en presencia de un magistrado romano, generalmente un pretor, y estaba basado en el antiguo

sistema de "legis actiones", que eran acciones legales formales.

El procedimiento comenzaba con el heredero designado solicitando al magistrado la herencia

"in iure cessio". El magistrado se aseguraba de que el heredero cumplía con los requisitos

legales y estaba capacitado para heredar. Una vez confirmado, se llevaba a cabo una

audiencia formal en la que se transferían los derechos y responsabilidades de la herencia al

heredero.

La "in iure cessio hereditas" tenía un propósito importante, ya que aseguraba una transición

legal y ordenada de la propiedad hereditaria. Además, permitiría establecer quién tenía el


derecho legal sobre los activos y pasivos de la herencia, lo que facilita la resolución de

disputas y conflictos hereditarios. A medida que evolucionó el Derecho romano, este proceso

se volvió más formalizado y se adaptó a las necesidades cambiantes de la sociedad romana en

expansión.

Los herederos testamentarios no estaban autorizados a realizar esa cesión, porque su

llamamiento provenía de la voluntad del testador.

Los herederos ab intestato y aun los testamentarios pudieron ceder también la herencia ya

adquirida, valiéndose de la in iure cessio. En este supuesto los efectos de tal cesión eran más

atenuados. Producía solamente la transmisión de las cosas corporales de la herencia. Los

créditos se extinguen por implícita renuncia, y las deudas se mantenían a cargo del heredero

cedente. Los proculeyanos admitieron la posibilidad de hacer esta cesión de la herencia ya

adquirida a los herederos necesarios; los sabinianos, siguiendo antiguos precedentes, sólo a

los voluntarios. La cesión de la herencia en sus dos formas, antes y después de la adición,

desapareció alrededor del siglo III de la edad imperial, con la caída en des uso de la in iure

cessio como modo de transmitir la propiedad.

c) “Heredis Vacans”

En el derecho romano, el término "heredis vacans" se refiere a la situación en la que una

herencia quedaba sin heredero, es decir, sin que alguien estuviera legalmente destinado a

adquirirla después del fallecimiento del causante. Esta circunstancia podía ocurrir por varias

razones:

1. Falta de Herederos Testamentarios o Legítimos: Si el causante no hubiera designado

herederos en su testamento o si, en ausencia de testamento, no existían herederos legítimos

según las leyes romanas, la herencia se consideraba vacante.


2. Incapacidad de los Herederos: Si los herederos designados eran incapaces de suceder,

ya sea por razones legales o personales, también se podía dar el caso de una herencia vacante.

Esto podría deberse a la esclavitud, la extranjería o el estatus de filiusfamilias.

3. Repudio de la Herencia: Otra causa para que una herencia se considerara vacante era

cuando el heredero voluntario, aquel designado por el causante en su testamento, rechazaba la

herencia. En este caso, la herencia quedaba sin titular.

Para abordar esta situación de herencia vacante, se implementaron disposiciones legales. La

lex Iulia de maritandis ordinibus, una ley promulgada en la época de Julio César, estableció

que las herencias vacantes serían adquiridas por el erario público, denominado "naerarium", y

posteriormente por el "fiscus". El erario público era el tesoro del Estado, y el fiscus se refería

al patrimonio del emperador.

Esta adquisición por parte del erario y el fiscus se realizaba de pleno derecho, lo que significa

que no requería un proceso legal adicional. Sin embargo, para evitar perjuicios financieros y

garantizar que el Estado no asumiera deudas excesivas, se admitió que los bienes vacantes

solo pasarían al fisco después de una aceptación explícita. En este caso, el fisco solo estaba

obligado a asumir las deudas de la sucesión hasta el monto de los bienes hereditarios.

La regulación de las herencias vacantes refleja la complejidad y el detallado sistema legal

romano en torno a la sucesión, que abordaba cuestiones tanto de propiedad como de deudas

en el contexto de la herencia.

d) Transmissiones

El principio fundamental en el derecho romano era que, si un heredero fallecía antes de hacer

la adición de la herencia, es decir, antes de aceptar formalmente su posición como heredero y

sus obligaciones y derechos asociados, su llamamiento a la sucesión no se transmitía a sus

propios herederos. Esta norma se expresaba con la máxima "hereditas non adquisita non
transmittitur ad heredes," lo que significa que una herencia no adquirida no se transmitía a los

herederos del heredero fallecido.

Sin embargo, a lo largo del tiempo y bajo la influencia de las reformas legales,

particularmente durante el reinado de Justiniano, este principio experimentó importantes

derogaciones y excepciones, conocidas como "transmissiones." Estas excepciones

permitieron la transmisión hereditaria del derecho derivado de la delación de la herencia en

circunstancias específicas.

Un precedente clásico de las "transmissiones" se encontraba en situaciones en las que el

pretor otorgaba a los herederos del heredero fallecido la posibilidad de una restitución

completa, conocida como "in integrum restitutio," cuando el heredero inicial se encontraba

impedido de aceptar la herencia. Esta restitución permitía a los herederos de ese heredero

fallecido ocupar su lugar y aceptar la herencia.

Otro escenario involucraba a un paterfamilias que tenía el derecho de adquirir la herencia si

su filiusfamilias, que había sido llamado a heredar, moría antes de hacer la adición. En este

caso, se permitía que el paterfamilias asumiera la posición de heredero.

En el derecho imperial romano, se introdujo la "transmissio Theodosiana," bajo el reinado de

Teodosio II. Esta norma establecía que si un descendiente nombrado como heredero en un

testamento moría antes de la apertura de dicho testamento, su derecho a la adquisición de la

herencia se transmitía a sus propios hijos, lo que ampliaba la línea sucesoria.

Finalmente, Justiniano implementó una norma más general, la "transmissio Iustiniana," que

permitía que el derecho de un heredero testamentario o intestado, que falleciera sin haber

aceptado o repudiado la herencia, se transmitiera a sus propios herederos. Esta transmisión

debía llevarse a cabo dentro de un plazo de un año.

HERENCIA YACENTE
La figura de la "herencia yacente" (hereditas iacens) desempeñó un papel importante en la

sucesión de herederos voluntarios y, en situaciones excepcionales, en la sucesión de

herederos domésticos en el antiguo derecho romano. Este concepto se refiere a un período

intermedio entre la muerte del causante (de cuius) y la adquisición efectiva de la herencia por

parte del heredero designado. Durante este tiempo, se consideraba que la herencia estaba

"yacente," lo que significa que aún no tenía un titular definitivo.

En los primeros tiempos del derecho romano, las cosas que formaban parte de la herencia se

consideraban como "res nullius," es decir, cosas de nadie. Sin embargo, a medida que el

derecho romano se desarrollaba, los juristas comenzaron a considerar la herencia yacente

como un patrimonio provisionalmente sin dueño, dentro del cual los derechos y obligaciones

asociados a los bienes hereditarios continuaban existiendo, aunque temporalmente carecieran

de un titular concreto. Esta concepción permitía que la herencia yacente pudiera adquirir

derechos sin requerir una actuación inmediata del heredero.

En este contexto, los esclavos de la herencia desempeñaban un papel crucial. A través de

estos esclavos, la herencia yacente podía adquirir derechos, como la obtención de frutos o la

gestión de los bienes hereditarios. También podía contraer obligaciones a través de estos

esclavos, lo que permitía que la herencia continuará operando como una entidad jurídica

durante este período de yacencia.

Esta situación especial de la herencia yacente condujo a su clasificación entre las personas

jurídicas como una "universitas rerum," una entidad legal que no estaba asociada con una

persona en particular pero que tenía la capacidad de adquirir derechos y contraer

obligaciones.

Es importante destacar que en el derecho romano clásico, no se elaboró una construcción

dogmática completa de la herencia yacente. Las teorías en torno a si la adquisición de la

herencia se retrotraía al momento de la muerte del causante o si la herencia representaba al de


cuius ocupando su lugar fueron más bien intentos aislados y no se consolidaron en una

concepción general.

Sin embargo, en la época postclásica y, en particular, en el derecho justinianeo, la herencia

yacente finalmente se concibió como un sujeto de derecho independiente, una entidad legal

con la capacidad de adquirir derechos y contraer obligaciones por sí misma, lo que marcó un

importante desarrollo en la evolución de la sucesión hereditaria en el derecho romano.

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