Está en la página 1de 3

Recorrido por el estudio vulcanológico del Monte Merapi en la prevención de

tragedias
Steve M.

El volcanismo ha sido fuente de inspiraciones y complejos sistemas de creencias para las mentes
humanas desde tiempos antiguos. Esto se debe al profundo temor y respeto que los seres
humanos han sentido por los volcanes desde hace milenios.
Con el fin de atenuar la vulnerabilidad a la que estamos expuestos como especie ante estos
poderosos emisarios del poder de la naturaleza, hemos pasado desde su veneración como
deidades espirituales, hasta su riguroso estudio científico, siendo actualmente capaces de
entender cada día mejor los procesos de los volcanes, y permitiéndonos protegernos de mejor
manera de estos, llegando incluso a responder anticipadamente a posibles tragedias y salvar vidas.
En el presente ensayo se hace un breve recorrido en el tiempo en el estudio vulcanológico del
Monte Merapi, a través de dos de sus erupciones, como uno de los que mejor ejemplifica el cómo
la humanidad ha aprendido a responder ante la furia de los volcanes, y cómo en nuestros días la
visión general de los volcanes ha dejado de ser mística y ha evolucionado a una más racional, pero
no dejando de lado la reflexión de que tal vez, de cierta forma, los volcanes no difieren tanto de
esta primera visión.
Indonesia es el país con mayor número de volcanes del mundo, y posee un total de 127 volcanes
activos (van Padang, 1983). En este país también fue donde ocurrió una de las mayores erupciones
volcánicas registradas en la historia, la explosión del Tambora en 1815, con más de 71.000
muertes (Oppenheimer, 2003). También es notable la erupción del Krakatoa en 1883, que dejó
unas 37.000 muertes, y que hizo explotar la isla del mismo nombre (van Padang, 1983).
Con estos datos en mente, no es de extrañar que Indonesia se trate del país que ha sufrido más
erupciones a lo largo de la historia, siendo algunas de ellas de las más grandes registradas. Queda
en evidencia el hecho de que la población de Indonesia ha estado expuesta a peligros volcánicos
desde tiempos inmemoriales, y que estos peligros han llegado a formar parte de sus vidas. Esto, a
su vez, hace comprensible el hecho de que en el país existan, en distintas localidades, diferentes
tribus con sistemas de creencias variados relacionados con los volcanes de sus respectivas
localidades.
Es interesante cómo muchas tribus han adorado a los volcanes como dioses, pues, a pesar de que,
con los avances y comprensión actuales de los volcanes, muchas tribus siguen optando por estas
creencias, y desde cierto punto de vista, no pierden razón al deberle respeto a los volcanes, pues
de ellos fue posible el suelo y el sustento que estas personas poseen, y así como un dios, el volcán
puede arrebatarles de un momento a otro todo lo que les fue dado. Estas personas sienten que su
vida está a merced del volcán.
Por otro lado, parece ser que, con los progresos científicos, la humanidad parece tener cada vez
más control sobre estas deidades, zafando cada vez más de la voluntad de los volcanes. Si se echa
un vistazo, por ejemplo, al Monte Merapi, se notará este punto, pues este es uno de los volcanes
que ya vienen siendo monitoreados desde el siglo pasado.
El volcán Merapi es considerado uno de los más peligrosos del mundo, si se tiene en cuenta su
permanente actividad y su cercanía a las regiones de alta población.
La observación de los volcanes, con el fin de proteger a las poblaciones, comenzó luego de la
erupción del monte Kelut en 1919. Esto a través de varias maneras: estudiando el tipo de volcán,
intentando predecir una erupción, investigando las regiones amenazadas, desarrollando formas de
advertir y evacuar a la población e intentando atenuar el efecto de las erupciones. Entre los varios
volcanes estudiados con este fin, estaba el Monte Merapi. Para 1927 ya había un sismógrafo
presente en su estación de observación, Maron, al pie del monte Merapi, y 6 km de la cumbre (van
Padang, 1983).
Durante la erupción de 1930, la estación Maron llevó a cabo sus registros. El 22 de noviembre se
produjo un primer sismo importante, en relación con otros menores que se venían dando desde
hace semanas. El sismograma entonces presentaba turbulencias. Entre el 23 y 24 de noviembre
de, el sismograma continuó fungiendo un papel en la predicción de la erupción (van Padang,
1983).
La lava, nubes espesas de ceniza sobre el volcán, y posteriormente avalanchas originadas por
nuevas masas de lava y nubes luminosas (van Padang, 1983). La dirección de los valles fue
importante para predecir hacia dónde se dispersaría el material e indicar en un mapa las regiones
que se podrían destruir (van Padang, 1983).
Gracias a estas medidas, el ser humano comienza a tomar el control sobre las circunstancias y
previene las zonas de mayor riesgo y evacua a la población. Posiblemente, hubiese habido
muchísimas más bajas si no se hubiesen hecho los estudios y observaciones anteriormente
señalados.
Pero ¿qué pudo haberse hecho mejor en este caso? Si bien es cierto que se adoptaron medidas
preventivas, no se equiparan a una preparación elaborada con mayores estudios y tiempo, en que
se haya planificado estratégicamente las zonas de refugio, y habiendo hecho en estas las
instalaciones necesarias para garantizar en mayor medida de lo posible la seguridad.
La construcción de un refugio a prueba de bombas cerca de la nueva estación de observación
Babadan, 4 km al Oeste-Noroeste de la cima, en reemplazo a la destrucción de la anterior Maron
(van Padang, 1983), y la confección de futuros mapas de riesgo en caso de grandes erupciones,
para el Monte Merapi.
Del mismo modo que se logró este avance para el Merapi, Neumann van Padang, en 1937, elaboró
mapas de riesgo para el Monte Raung y para el pie del Monte Tjerimai. Así como Stehn, en 1936,
dibujó este tipo de mapas con instrucciones de seguridad para la población vecina del monte Kelut
y el monte Semeru. Conforme se sufren estas desgracias, se han de refinar los métodos
empleados, y en las erupciones posteriores se habrán de tomar las lecciones de las desgracias
anteriores.
Otro caso interesante, es el de la erupción de Merapi de 2010. Esta erupción inició el 25 de
octubre de 2010. La evacuación de Merapi provocó el desplazamiento de casi 400.000 personas
que vivían en un radio de 20 km de la cumbre durante un mes y medio. Utilizando mapas de
amenaza confeccionados a través de los años, así como un plan de evacuación basado en la
experiencia entregada por las erupciones anteriores. Finalmente se llevó a cabo una evacuación
que salvó miles de vidas (Wulan Mei et al. 2013).
Todo lo anterior demuestra que las claves de un manejo exitoso de una crisis volcánica son la
ejecución competente y constante de estudios y monitoreos vulcanológicos, además de las
experiencias de eventos volcánicos anteriores. No obstante, se mantiene cierta inquietud e
incertidumbre, la misma que infunda un profundo temor y respeto por parte de los aborígenes de
los territorios volcánicos hacia estos sembradores de destrucción ígnea.
Estos progresos conseguidos a través del conocimiento y experiencia ganados se basan
mayoritariamente en el estudio de volcanes de la edad contemporánea. ¿Qué sucederá si un día
tocara hacer frente a una erupción de máxima explosividad de IEV 8? (G. Newhall et. Self, 1982),
una como nunca ante se haya podido imaginar, una erupción de magnitud tal como la que, en
teoría, se le atribuye a la que ocurrió hace unos 74.000 años en el lago Toba en Indonesia casi
extinguiendo a la humanidad. ¿Bastarán nuestros progresos logrados hasta ese entonces para ese
cometido?
Tal vez los antiguos temores de las tribus no sean infundados, y algún día, volvamos a estar a
merced de un volcán.

REFERENCIAS
1. Christopher G. Newhall et. Stephen Self, The Volcanic Explosivity Index (VEI): An Estimate
of Explosive Magnitude for Historical Volcanism. (1982).
2. Clive Oppenheimer, Climatic, environmental and human consequences of the largest
known historic eruption: Tambora volcano (Indonesia) 1815. (2003).
3. Estuning Tyas Wulan Mei et al., Lessons learned from the 2010 evacuations at Merapi
volcano. (2013).
4. Neumann van Padang, History of volcanology in the East Indies, Scripta Geol. 71 (1983).

También podría gustarte