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Salmo 82:3-4

3) Defended al d�bil y al hu�rfano, haced justicia al afligido y al


menesteroso.
4) Rescatad al d�bil y al necesitado libradlo de las manos de los
imp�os.

Este salmo presenta el contraste entre la justicia de Dios y la


justicia humana. El salmista hace referencia a la "reuni�n de los
dioses", en relaci�n a los que ejercen justicia, es decir a los jueces.
No es novedoso, que exista corrupci�n en los estrados judiciales y que
se haga acepci�n de personas. La condici�n pecaminosa del hombre as�
lo exige. Esto no depende de las leyes, sino del hombre.
Se exige la defensa y el recate del d�bil y el necesitado aunque
no haya ninguna raz�n que ante la ley de los hombres pueda ser esgri-
mida. La ley que el hombre utiliza tiene en la mayor�a de las sociedades
un antecedente religioso. En el caso de los pueblos judeo-cristianos
ese antecedente es la ley de Mois�s. Esta ley permite juzgar situaciones
de conflicto entre los hombres. Como siempre hay d�biles y poderosos,
cuando el conflicto se produce entre un d�bil y un poderoso, es posible
que se beneficie al poderoso indebidamente. Esto es una gran injusticia,
en la que suele caer la justicia humana. Sin embargo, el salmista
repara en una injusticia mayor. Es el hecho de que existen personas en
necesidad que son olvidados por sus cong�neres y por supuesto, como no
tienen conflicto para plantear o no se encuentran en la posibilidad de
hacerlo, no son tenidos en cuenta por la justicia humana.
Pero la pregunta que debemos hacernos es: �Solamente son olvidados
por la justicia humana? �Y que decir de los cristianos de hoy en d�a?
�Que podemos de decir del hecho de mientras se est� celebrando un
culto de alabanza al Se�or, 5000 personas mueren de hambre en el mundo?
La Palabra de Dios nos habla fuerte y claro, despertemos del letargo
de una religi�n basada en actos religiosos exclusivamente, a una
donde el compromiso con Dios y con el pr�jimo es una manera de vida!

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