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TEXTO NARRATIVO

La Medicina Veterinaria es, sin lugar a dudas, una profesión que ha ido ganando
terreno en la sociedad peruana. Sin embargo, a pesar de los avances y la creciente
demanda de expertos en el cuidado de los animales, aún persisten ciertos estigmas y
malentendidos sobre esta noble disciplina. Muchos se sorprenden al conocer a un
Médico Veterinario, y no faltan quienes deslizan comentarios como "¿Será un buen
trabajo?" o "Dicen que no ganan mucho". Pero la verdad es que el valor de esta
profesión no se mide en términos monetarios, sino en la satisfacción de ejercer una
labor que se ama, que se siente como una vocación y no como una imposición de la
sociedad.
El origen de la Medicina Veterinaria se remonta a la necesidad ancestral de cuidar y
velar por la salud de los animales, en especial aquellos que eran clave para la
supervivencia humana, como los animales de cría y los que proporcionaban alimentos
de origen animal. Esta relación simbiótica entre humanos y animales marcó el inicio de
una rama de la medicina que, aunque en sus inicios estuvo ligada a la producción
agrícola y ganadera, ha evolucionado hacia un campo mucho más amplio y
diversificado.
Es importante destacar también el papel fundamental de las mujeres en la historia de
la Medicina Veterinaria. Entre las pioneras que dejaron su huella en esta profesión,
sobresalen dos figuras que brillaron con luz propia. Justina González Morilla, valiente y
determinada, se convirtió en la primera mujer en inscribirse en la carrera de
Veterinaria en la Universidad de León. Su camino allanó el terreno para futuras
generaciones de mujeres que aspiraban a seguir sus pasos. María Josefa Cerrato
Rodríguez, por su parte, se erigió como la primera mujer en obtener el título de
Médico Veterinario. Su logro no solo fue un hito personal, sino un hito histórico que
abrió nuevas perspectivas para las mujeres en el campo de la medicina animal.
En un plano más personal, mi propia vocación por la Medicina Veterinaria germinó
cuando apenas contaba con cinco años. Mi padre, un hombre dedicado a la crianza de
gallinas, perros y gatos, fue el artífice de esta pasión que hoy me impulsa. Desde
temprana edad, me inculcó el respeto y el amor por los animales, sembrando en mí la
semilla de lo que se convertiría en una vocación indeleble. A medida que crecía, fui
adentrándome cada vez más en este fascinante mundo. Aún en mis años de colegio,
mi mente bullía con el deseo de explorar los rincones más profundos de la Medicina
Veterinaria. Mi sueño inicial era viajar a Argentina para estudiar, pero circunstancias
personales me llevaron a quedarme en Trujillo, donde continué nutriendo mi pasión
por esta noble profesión.
Así, con el tiempo, comprendí que ser Médico Veterinario no se trata solo de una
carrera, sino de una vocación, una misión que va más allá de las expectativas sociales o
económicas. Es un compromiso con la vida, con la salud y el bienestar de los animales,
y un testimonio del profundo amor y respeto que sentimos hacia ellos. Cada día, al
ejercer esta profesión, me siento afortunado de poder contribuir al cuidado y la
protección de los seres que comparten con nosotros este vasto mundo. Cada consulta,
cada diagnóstico, cada intervención quirúrgica es una oportunidad de hacer una
diferencia, de marcar una huella positiva en la vida de esos seres que confían en
nosotros para aliviar su sufrimiento y mejorar su calidad de vida.
La Medicina Veterinaria es un camino que exige dedicación, conocimiento y empatía.
Pero también es una fuente inagotable de satisfacciones y enseñanzas. Cada día,
aprendo algo nuevo, cada paciente me regala una lección de valentía y fortaleza, y
cada propietario me brinda su confianza y gratitud. A través de esta profesión, he
tenido el privilegio de conocer historias de superación, de amor incondicional y de la
profunda conexión que existe entre los animales y los seres humanos. He sido testigo
de milagros y he compartido momentos de tristeza y alegría. Y en cada experiencia, he
reafirmado mi convicción de que la Medicina Veterinaria no es solo una profesión, sino
una vocación que nos permite ser guardianes y aliados de aquellos que no pueden
hablar, pero que pueden sentir y expresar sus necesidades y emociones.
Al mirar hacia el futuro, siento una profunda gratitud por haber elegido este camino.
Sé que habrá desafíos y obstáculos, pero también sé que cada uno de ellos será una
oportunidad de crecimiento y aprendizaje. Como Médico Veterinario, mi compromiso
es seguir actualizándome, seguir investigando y seguir dedicando mi esfuerzo y pasión
a esta noble causa. Porque cada animal que pasa por mis manos es más que un
paciente, es un compañero de vida, es un ser valioso que merece todo nuestro respeto
y cuidado. Y al final del día, cuando miro a los ojos a esos seres que confían en mí, sé
que estoy en el lugar donde debo estar, haciendo lo que amo y contribuyendo al
bienestar de aquellos que comparten conmigo el privilegio de habitar este maravilloso
planeta.

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