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El horror bandeirante en el siglo XVII: más de

300.000 guaraníes esclavizados


Es una de las pocas coincidencias que hay en las dos versiones de la historia. La cifra de
300.000 indios capturados y vendidos como esclavos para los facendeiros brasileños la
señala el padre Guillermo Furlong en su obra Misiones y sus pueblos de Guaraníes. El
mismo número maneja la historia oficial brasileña: más de 300.000 guaraníes
esclavizados.

Hay otra coincidencia más en las dos versiones de la historia: los bandeirantes preferían
los indios que vivían en las reducciones porque ya conocían y estaban habituados con
las tareas agrícolas y costumbres de los blancos. Dato que no es menor y sitúa el coto de
caza específicamente en las misiones jesuíticas.
Después la historia se divide. De aquel lado, los bandeirantes son una especie de héroes
colonizadores y de este lado, apenas unos asesinos, saqueadores y esclavistas.

El primer ataque

“Con el apoyo de las autoridades lusitanas y con el afán de apresar a los indios y
venderlos a las facendas como esclavos, habían probado ya en 1580 una incursión a las
poblaciones españolas capitaneados por un tal Jerónimo Leitón, pero fue en 1611 que, a
las órdenes de un tal Pedro Báez de Barrios, cayeron sobre la reducción de Paranambaré
y la destruyeron, llevándose a los indios en colleras”, dice Furlong en la obra ya citada.

Las bandeiras eran grupos armados que se organizaban espontáneamente para


determinado fin. Estaba integrado por militares, civiles y aborígenes. En sus incursiones
tierra adentro además de las fuerzas de las armas se valían de la astucia y el engaño para
capturar indios.
Dice Furlong que una de las estrategias usadas era decir a los indios que los jesuitas del
Brasil querían tenerlos en sus tierras, “donde los tratarían tan bien como los trataban los
jesuitas españoles en las suyas”.

Furlong en sus crónicas cita a un personaje de los paulistas que se convirtió en leyenda
en esta región, el Pombero, la avanzada, el espía de los bandeirantes. Lo llama
“bombero” y probablemente una cuestión fonética o de pronunciación, sea la base de la
confusión.

“En 1612 acercose a las reducciones del Guairá otra maloca, la que envío por delante
como bombero, esto es como explorador, a un tal Sebastián Prieto, vecino de San Pablo.
Con dádivas y promesas engañó a trece caciques, quienes determinaron ir con él
llevándose toda su gente”. Según el autor, entre los años 1612 y 1638 los ataques
bandeirantes se repitieron periódicamente. Cada vez con mayor crueldad y
ensañamiento. Pero los años más tristes fueron 1627, 1628, 1629, 1630 y 1631. Ya para
entonces, las técnicas del engaño eran parte de la historia. Los paulistas entraban a
sangre y fuego a las reducciones y se llevaban acollarados a todos los indios que podían
apresar. Los que se resistían eran asesinados.

La cifra de 300.000 guaraníes capturados y vendidos como esclavos el padre Furlong la


saca de documentos oficiales de la época.
“El número de indios de las reducciones como los que no eran de las mismas, que
fueron cautivados desde 1612 hasta 1638 superó la enorme cifra de 300.000. Así se dice
en la Real Cédula del 16 de septiembre de 1639. Sólo en cuatro años, los que van de
1628 a 1631, se vendieron como esclavos, en los mercados brasileños unos 60.000
indios sacados de las reducciones o del país en los que estos estaban situados”.

¿Cuál era el destino de estos aborígenes? El portal Historia del Brasil


(www.historiadobrasil.net) dice que la mayoría de estos guaraníes fueron vendidos a los
hacendados de San Pablo. En menor cantidad a las haciendas de Río de Janeiro y a los
señores de los ingenios de azúcar del Nordeste brasileño.

Los otros motivos de Raposo Tavares

Antonio Raposo Tavares, alias El Viejo, fue uno de los jefes bandeirantes que asoló las
reducciones jesuíticas en busca de aborígenes para venderlos como esclavos. Su fama
de muerte y destrucción perdura en los registros históricos. Nuevas investigaciones
encontraron otros motivos para su odio y violencia que van más allá del botín que
perseguía: tenía una cuestión personal contra la Iglesia católica. La historiadora Anita
Novinsky, profesora de posgrado en la Universidad de San Pablo, reunió documentos
hallados en Portugal según los cuales Raposo Tavares tenía razones religiosas para
quemar iglesias: su madrastra, María da Costa, fue encarcelada por la Inquisición en
1618 bajo la acusación de “judaizante” y sólo salió de la cárcel seis años después.

En 1496, don Manuel, rey de Portugal, decretó que los judíos deberían ser expulsados
de su reino. Sólo podían quedarse aquellos que aceptasen la conversión al catolicismo,
aquellos que fueron llamados cristianos nuevos. Raposo Tavares fue criado hasta los 18
años en la casa de su madrastra, una cristiana nueva que mantenía su tradición religiosa
como “una judía fervorosa”, según la definición de Novinsky. La madre de Raposo
Tavares también era cristiana nueva.
“La furia de los bandeirantes contra la Iglesia tenía razones ideológicas. Ella
representaba la fuerza que había destruido sus vidas y confiscado sus bienes en
Portugal”, dice Novinsky, autora de ocho libros sobre la Inquisición. Raposo Tavares
mató a los jesuitas porque ellos eran comisarios de la Inquisición en América, según la
historiadora.

Laferocidaddelosbandeirantes

El padre Guillermo Furlong relata que en 1636 se produjo uno de los ataques más
devastadores en las reducciones. El 3 de diciembre, un escuadrón de 1.000 tupíes,
capitaneados por paulistas atacaron la reducción de Jesús María. Los indios se
defendieron con las armas que tenían: flechas, lanzas y hondas. Se atrincheraron en la
iglesia y pelearon seis horas hasta que los enemigos prendieron fuego al edificio.

“La rendición se impuso y los indios salieron por un pasillo a modo de rebaño de oveja.
Afuera los esperaban los bandeirantes, que con espadas, machetes y alfanjes derribaron
cabezas, troncaron brazos, desjarretaron piernas, atravesaron cuerpos, matando con la
más bárbara fiereza que el mundo vio jamás a los que huyendo del fuego se encontraban
con sus armas”.

Agrega Furlong que, no contentos con esto, los paulistas, con más de 25.000 almas que
llevaron al Brasil, volvieron en 1638 y destruyeron “la reducción de Santa Teresa, que
tenía más de 4.000 almas y en parte la de San Carlos, la de Apóstoles, y obligaron a
retirarse con muchas muertes y pérdidas, dejando sus sementeras y pueblos,
(trasladándose los aborígenes) a otras tres reducciones: a la de los Mártires, la de la
Candelaria y la de San Nicolás del Piratiní, tres leguas del río Uruguay”.
Según este autor, el último ataque de los bandeirantes se produjo en 1656. “No bien
aparecieron los invasores cerca del río Ybicuí, los indios soldados de la reducción de
Yapeyú arremetieron contra ellos, con tal furia y estrategia, que mataron o pusieron en
fuga a todos los enemigos, y rescataron y pusieron en libertad a los indios que ya tenían
apresados en siete cadenas o colleras”.

El inicio de la caza de esclavos

Un hecho ajeno a la región fue lo que disparó la captura masiva de aborígenes para las
plantaciones de Brasil. En el inicio del siglo XVII, los holandeses tomaron varios
puertos africanos que eran controlados por los portugueses de donde éstos obtenían los
esclavos. Los ingenios y las haciendas brasileños se quedaron sin mano obra. Fue
entonces que muchos vecinos de la incipiente San Pablo se iniciaron en el negocio de la
captura de indios en las reducciones.
Así nacieron las bandeiras, las expediciones para capturar indios. La historia brasileña
lo explica de este modo: la mayoría de las bandeiras de captura de indios se dirigieron
hacia el sur del Brasil, ya que en estas áreas había mayor concentración de aldeas
indígenas controladas por los jesuitas. “La preferencia por indígenas de las aldeas del
sur tenía también otra justificación. Los indios ya estaban acostumbrados al trabajo
agrícola en función de lo enseñado por los jesuitas. Ya sabían trabajar en plantaciones y
en la cosecha. Como conocían el trabajo, los bandeirantes obtenían mayor valor de
venta por estos aborígenes".

Fuente: https://www.elterritorio.com.ar/noticias/2019/08/04/631860-el-horror-
bandeirante-en-el-siglo-xvii-mas-de-300000-guaranies-esclavizados

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