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Ya que muchos intentaron compilar un relato acerca de las cosas que entre nosotros han sido del todo
certificadas, según nos las transmitieron los que desde un principio fueron testigos oculares y
servidores del Logos, me pareció bien también a mí, habiendo investigado exactamente todas las
cosas desde sus fuentes, escribírtelas en orden a ti, excelentísimo Teófilo (amigos de Dios), para que
conozcas la solidez de las enseñanzas en las que fuiste instruido.
Lucas | El anuncio
En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, cuyo nombre era
Nazaret, a una virgen comprometida en matrimonio con un varón cuyo nombre era José, de la casa
de David, y el nombre de la virgen era María.
Y entrando en donde ella estaba, dijo:
“¡Alégrate, muy favorecida! ¡El Señor está contigo!”
Ella se turbo mucho por esta expresión, y se preguntaba qué clase de salutación sería esta.
Pero el ángel le dijo:
“¡No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios!
He aquí quedarás encinta y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David
su padre, y reinará sobre la casa de Jacob por los siglos, y de su reino no habrá fin.”
Entonces María dijo al ángel:
“¿Cómo ocurrirá esto, puesto que no conozco varón?”
Respondiendo el ángel, le dijo:
“El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te hará sombra; por lo cual
también lo nacido será llamado Santo, Hijo de Dios.
Y he aquí tu parienta Elisabet, aun ella ha concebido un hijo en su vejez, y este es el sexto
mes para aquella que llaman estéril; porque para Dios nada será imposible.”
Entonces María dijo:
“He aquí la esclava del Señor, hágase conmigo conforme a tu palabra.”
Y el ángel se retiró de ella.
El juramento que juró a nuestro padre Abraham, de concedernos que, rescatados de mano de
los enemigos, le sirvamos sin temor, en santidad y en justicia delante de Él, todos nuestros
días.
¡Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo!
Porque irás delante de la faz del Señor, para preparar sus caminos; y dar conocimiento de
salvación a su pueblo, mediante la liberación de sus pecados; a causa de las entrañas de
misericordia de nuestro Dios, con las cuales no visitará desde lo alto el Sol de la aurora, para
dar luz a los que habitan en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pies hacia el
Camino de paz.
Y el niño crecía y se fortalecía en espíritu, y estaba en los lugares despoblados hasta el día de su
manifestación a Israel.
Lucas | La natividad
En aquellos días aconteció que se promulgó un edicto de parte de César Augusto, para que toda la
tierra habitada fuera empadronada.
Este primer censo se realizó siendo Cirenio gobernador de Siria.
E iban todos a registrarse, cada uno a su ciudad.
José subió, pues, de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que es llamada
Belén (por cuanto era de una casa y familia de David), para ser registrado junto con María, su
prometida en matrimonio, la cual está encinta.
Y sucedió que estando ellos allí, cumplidos los días de su alumbramiento, dio a luz a su hijo
primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en
la posada.
Lucas | Simeón
Y he aquí en Jerusalén un hombre cuyo nombre era Simeón.
Y este hombre justo y devoto esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él.
Y le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes que viera al Cristo del
Señor.
Y por el Espíritu entró en el templo; y cuando los padres trajeron adentro al niño Jesús, para hacer
con Él conforme al rito de la ley, también él lo tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, y dijo:
“Ahora, Soberano, despides a tu esclavo en paz, conforme a tu Palabra;
Porque mis ojos vieron tu salvación, la cual preparaste en presencia de todos los pueblos;
Luz para revelación de los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel.”
Y su padre y la madre estaban maravillados de las cosas que se decían acerca de Él.
Y los bendijo, y dijo a María su madre:
“He aquí, Este está puesto para caída y levantamiento de muchos en Israel, y como señal
que es contradictoria (y aun a ti misma te traspasará una espada), para que se descubran las
intenciones de muchos corazones.”
Lucas | Ana
Estaba también allí cierta profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser.
Esta, de edad muy avanzada, había vivido con su marido siete años desde su virginidad.
Y era viuda de hacía ochenta y cuatro años, y no se alejaba del templo, sirviendo de noche y de día
con ayunos y oraciones.
También esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba acerca de Él a todos
los que esperaban la redención de Jerusalén.
Decía entonces a las multitudes que acudían para ser bautizadas por él:
“¡Engendros de víboras!
¿Quién os mostró cómo huir de la ira que viene?
Haced, pues, frutos dignos del arrepentimiento, y no comencéis a decir entre vosotros
mismos: “A Abraham tenemos por padre.”
Porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham de estas piedras.
Y ahora mismo el hacha está puesta a la raíz de los árboles.
Todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego.”
Y las multitudes le preguntaban, diciendo:
“¿Entonces, qué debemos hacer?”
Respondiendo, les decía:
“El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene, y el que tiene comida, haga lo mismo.”
Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron:
“Maestro, ¿Qué dices que hagamos?”
Él entonces les dijo:
“No exijáis más de lo que os ha sido ordenado.”
Le preguntaron también los soldados, diciendo:
“Y nosotros, ¿qué hemos de hacer?”
Y les dijo:
“No extorsionéis ni denunciéis falsamente a nadie, sino contentaos con vuestra paga.”
Y cuando el pueblo estaba expectante, y todos cavilaban en sus corazones acerca de Juan, si tal vez
él sería el Cristo, Juan declaró a todos, diciendo:
“Yo en verdad os bautizo con agua, pero viene el que es más poderoso que yo, de quien no
soy digno de desatar la correa de sus sandalias: Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.
Su aventador está en su mano para limpiar bien su era y recoger el trigo en su granero, pero
quemará la paja con fuego inextinguible.”
Así, con estas y otras muchas exhortaciones, anunciaba la buena noticia al pueblo.
Entonces Herodes el tetrarca, siendo reprendido por él a causa de Herodías, mujer de su hermano, y
por todas las maldades que había hecho Herodes, añadió a todas también esto: ENCERRÓ A JUAN
EN LA CÁRCEL.
Lucas | El bautismo
Cuando todo el pueblo era bautizado, aconteció que también Jesús fue bautizado; y mientras oraba,
fue abierto el cielo, y al descender sobre Él el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma,
surgió una voz del cielo:
“Tú eres mi Hijo amado, en Ti me complací.”
Lucas | La genealogía
Jesús mismo, al comenzar (su ministerio), tenía como treinta años, siendo hijo (según se
suponía) de José, de Elí, de Matat, de Leví, de Melqui, de Jana, de José, de Matatías, de Amós,
de Nahúm, de Hesli, de Nagai, de Maat, de Matatías, de Semei, de Josec, de Judá, de Joanán, de
Resa, de Zorobabel, de Salatiel, de Neri, de Melqui, de Adi, de Cosam, de Elmadam, de Her, de
Josué, de Eliezer, de Jorim, de Matat, de Leví, de Simeón, de Judá, de José, de Jonán, de
Eliaquím, de Melea, de Mainán, de Matata, de Natán, de David, de Isaí, de Obed, de Boaz, de
Sala, de Naasón, de Aminadab, de Admín, de Arní, de Esrom, de Fares, de Judá, de Jacob, de
Isaac, de Abraham, de Taré, de Nacor, de Segurg, de Ragau, de Peleg, de Heber, de Sala, de
Cainán, de Arfaxad, de Sem, de Noe, de Lamec, de Matusalén, de Enoc, de Jared, de
Mahalaleel, de Cainán, de Enós, de Set, de Adán, de Dios.
Lucas | La tentación
Y Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó del Jordán, y era conducido por el Espíritu en el desierto
cuarenta días, siendo tentado por el Diablo.
Y no comió nada en aquellos días, terminados los cuales, tuvo hambre.
Entonces el Diablo le dijo:
“Ya que eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.”
Jesús le respondió:
“Está escrito:
No solo de pan vivirá el hombre.”
Entonces, haciéndolo subir, le mostró todos los reinos del mundo en una fracción de tiempo, y le dijo
el Diablo:
“Toda esta potestad y su gloria te daré, pues a mí me ha sido entregada y al que quiero la
doy, y será toda tuya, si te postras y me adoras.”
Respondiendo Jesús, le dijo:
“Está escrito:
Ante el Señor tu Dios te postrarás y a Él solo servirás.”
Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso de pie sobre el pináculo del templo, y le dijo:
“Ya que eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo, porque está escrito:
A sus ángeles dará encargo acerca de ti, para que te guarden.
Y:
En las manos te llevarán para que tu pie no tropiece en piedra.”
Jesús respondió y le dijo:
“Dicho está:
No tentarás al Señor tu Dios.”
Y habiendo acabado toda tentación, el Diablo se apartó de Él hasta un tiempo oportuno.
Lucas | El regreso a Galilea
Jesús regresó a Galilea en el poder del Espíritu, y se extendió su fama por toda la comarca.
Y Él enseñaba en las sinagogas de ellos, siendo alabado por todos.
Lucas | En Nazaret
Y fue a Nazaret, donde había sido criado, y conforme a su costumbre entró en la sinagoga en el día
sábado, y se levantó a leer.
Y le fue entregado el rollo del profeta Isaías; y habiendo desenrollado el volumen, halló el lugar
donde estaba escrito:
“El Espíritu del Señor está sobre mí, por lo cual me ungió para dar buenas noticias a los
pobres:
Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos,
Y recuperación de la vista a los ciegos,
Para enviar a los oprimidos en libertad,
A proclamar el año favorable del Señor.”
Oyendo estas cosas, todos se llenaron de ira en la sinagoga; y levantándose, lo sacaron fuera de la
ciudad y lo llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual había sido edificada la ciudad de ellos,
para despeñarlo; pero Él, pasando por en medio de ellos, prosiguió.
Lucas | Mateo
Después de estas cosas, salió y observó a un publicano de nombre Leví, sentado en el lugar de los
impuestos, y le dijo:
“¡Sígueme!”
Y dejándolo todo, se levantó y lo seguía.
Y Leví le hizo un gran banquete en su casa.
Y había un gran número de publicanos y otros que estaban reclinados a la mesa con ellos.
Y los fariseos y los escribas de ellos murmuraban contra sus discípulos, diciendo:
“¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores?”
Respondiendo Jesús, les dijo:
“Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos.
No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.”
Lucas | No juzgar
“No juzguéis, y de ningún modo seréis juzgados.
No condenéis y de ningún modo seréis condenados.
¡Perdonad! Y seréis perdonados.
Dad, y se os dará: medida buena, apretada, remecida y rebosada os darán en vuestro regazo.
Porque con la medida que medís se os volverá a medir.”
También les dijo por parábola:
“¿Puede un ciego guiar a otro ciego?
¿No se caerán ambos en un hoyo?
Un discípulo no es superior a su maestro, pero cuando ha sido bien instruido, será como su
maestro.
¿Y por qué miras la brizna que está en el ojo de tu hermano, y no notas la viga que está en tu
propio ojo?
¿Cómo puedes decir a tu hermano: hermano, deja que saque la brizna que está en tu ojo, y tú
mismo no ves la viga que está en el tuyo?
¡Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claramente para sacar la brizna
que está en el ojo de tu hermano!”
Y todo el pueblo y los publicanos, al oírlo, reconocieron la justicia de Dios, habiendo sido
bautizados con el bautismo de Juan, pero los fariseos y los doctores de la ley, al no ser bautizados
por él, rechazaron el propósito de Dios con respecto a ellos mismos.
Entonces, ¿a qué compararé los hombre de esta generación, y a qué son semejantes?
Son semejantes a los muchachos que se sientan en una plaza y gritan unos a otros, y se
dicen:
¡Os tocamos flauta y no bailasteis; entonamos lamentos y no llorasteis!
Porque vino Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y decís: ¡Demonio tiene!
Viene el Hijo del Hombre, que come y bebe y decís: ¡He aquí un hombre comilón y bebedor
de vino, amigo de publicanos y de pecadores!
Pero la sabiduría fue justificada por parte de todos sus hijos.
“Cierto acreedor tenía dos deudores: el uno debía quinientos denarios, y el otro cincuenta.
No teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos.
¿Cuál de ellos, pues, lo amará más?
Respondiendo Simón, dijo:
“Pienso que aquél a quien perdonó más.”
Él le dijo:
“Rectamente juzgaste.”
Y vuelto hacia la mujer, dijo a Simón:
“¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa; no me diste agua para mis pies, pero esta ha regado
mis pies con las lágrimas, y los secó con sus cabellos.
No me diste un beso, pero esta, desde que entré, no cesó de besar mis pies.
No ungiste mi cabeza con aceite, pero esta ungió con perfume mis pies.
Por lo cual te digo que sus muchos pecados han sido perdonados, porque amó mucho; pero
al que poco le es perdonado, poco ama.”
Y a ella le dijo:
“Los pecados te han sido perdonados.”
Y los que estaban reclinados con Él, comenzaron a decir entre sí:
“¿Quién es este, que también perdona pecados?”
Pero Él dijo a la mujer:
“Tu fe te ha salvado, ve en paz.”
Lucas | Siervas del Señor
Y aconteció un poco después, que caminaba por todas las ciudades y aldeas, proclamando y
anunciando la buena noticia del reino de Dios, y con Él iban los doce, y algunas mujeres que habían
sido sanadas de espíritus malignos y de enfermedades:
María, la que llamaban Magdalena (de la cual habían salido siete demonios), y
Juana, mujer de Chuza, mayordomo de Herodes, y
Susana, y otras muchas que les servían con sus bienes.
Lucas | El sembrador
Y cuando se reunió una inmensa muchedumbre, pues las gentes de ciudad tras ciudad venían
acudiendo a Él, les habló por parábola, diciendo:
“El sembrador salió a sembrar su semilla, y al sembrarla, una cayó junto al camino y fue
pisoteada, y las aves del cielo la comieron.
Otra cayó sobre la piedra, y habiendo brotado, se secó por no tener humedad.
Otra cayó en medio de las espinas, y al crecer juntamente, las espinas la ahogaron.
Y otra cayó en buena tierra, y habiendo crecido, dio fruto a ciento por uno.”
Diciendo estas cosas, exclamaba:
“¡El que tiene oídos para oír, oiga!”
Lucas | El Samaritano
Y, he aquí, se levantó un doctor de la ley para ponerlo a prueba, diciendo:
“Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré vida eterna?”
Él entonces le dijo:
“¿Qué está escrito en la ley?
¿Cómo lees?”
Y él respondiendo, dijo:
“Amarás al Señor tu Dios de todo corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y
con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo.”
Le dijo:
“Rectamente respondiste, haz esto y vivirás.”
Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús:
“¿Y quién es mi prójimo?”
Respondiendo Jesús, dijo:
“Cierto hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, los cuales
después de desnudarlo y golpearlo, se fueron, dejándolo medio muerto.
Y por coincidencia, cierto sacerdote bajaba por aquel camino, y al verlo, pasó por el lado
opuesto.
Igualmente un Levita, al llegar junto al lugar y al verlo, pasó por el lado opuesto.
Pero un samaritano que iba de camino, se acercó a él, y al verlo, fue movido a compasión; y
acercándose, vendó sus heridas derramando aceite y vino, y lo montó sobre su propia
cabalgadura, y lo llevó a un mesón y cuidó de él.
Y al día siguiente, al partir, sacó dos denarios, los dio al mesonero, y le dijo:
“Cuídalo, y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese.”
¿Quién de estos tres te parece haber sido prójimo del que cayó en mano de los salteadores?
Y él dijo:
“El que hizo la misericordia con él.”
Entonces Jesús le dijo:
“VE Y HAZ TÚ LO MISMO.”
Lucas | La avaricia
Le dijo uno de la multitud:
“Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia.”
Él le dijo:
“Hombre, ¿Quién me nombro juez o partidor entre vosotros?”
Y les dijo:
“Mirad y guardaos de toda avaricia, porque aunque alguno tenga más que suficiente, su vida
no depende de las posesiones que tiene.”
Y les refirió una parábola, diciendo:
“La tierra de cierto hombre rico produjo buenas cosechas; y él razonaba dentro de sí,
diciendo: ¿Qué haré? Porque no tengo donde recoger mis frutos.
Y dijo:
Esto haré: derribaré mis graneros y los edificare más grandes, y allí almacenaré todos mis
granos y mis bienes, y diré a mi alma: alma, tienes muchos bienes almacenados para
muchos años: reposa, come, bebe, diviértete.
Pero le dijo Dios:
¡Necio! Esta noche reclaman de ti tu alma, y lo que preparaste, ¿Para quién será?
Así es el que atesora para sí y no es rico para con Dios.
Lucas | La levadura
Y una vez más dijo:
“¿A qué compararé el reino de Dios?
Es semejante a la levadura que tomó una mujer, y la escondió en tres medidas de harina hasta que
todo fue leudado.”
Lucas | Bartimeo
Aconteció que al acercarse Él a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando.
Y cuando oyó que pasaba un gentío, preguntaba qué sería aquello.
Y le informaron:
“Está pasando Jesús el nazareno.”
Entonces gritó, diciendo:
“¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!”
Y los que iban delante lo reprendían para que callara; pero él gritaba mucho más:
“¡Hijo de David, ten misericordia de mí!”
Entonces Jesús se detuvo, y ordenó que le fuera traído, y al acercarse, le preguntó:
“¿Qué quieres que te haga?”
Y él dijo:
“Señor, que vea.”
Jesús le dijo:
“Recibe la vista.
Tu fe te ha salvado.”
Y al instante vio, y lo seguía glorificando a Dios.
Y al ver aquello, todo el pueblo dio alabanzas a Dios.
Lucas | Zaqueo
Y habiendo entrado, iba pasando por Jericó.
Y he aquí un varón llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, procuraba ver quien era Jesús, pero
no podría a causa de la multitud, porque era pequeño de estatura, así que se adelantó corriendo y se
subió a un sicómoro para verlo, pues estaba a punto de pasar.
Cuando Jesús llegó al lugar, miró hacia arriba y le dijo:
“Zaqueo, baja de prisa, porque es necesario que hoy pose Yo en tu casa.”
Y él se apresuró a bajar, y lo recibió con regocijo.
Pero al verlo, todos murmuraban, diciendo:
“¡Entró a hospedarse con un hombre pecador!”
Entonces Zaqueo, puesto de pie, dijo al Señor:
“He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres, y si algo he defraudado a alguno,
lo restituyo cuadruplicado.”
Jesús le dijo:
“Hoy vino la salvación a esta casa, por cuanto él también es hijo de Abraham; por que el
Hijo del Hombre vino a buscar y salvar lo que se había perdido.”
Lucas | En Jerusalén
Y aconteció que cuando se acercó a Betfagé y Betania, cerca del llamado monté de los Olivos, envió
a dos de los discípulos, diciendo:
“Id a la aldea de enfrente, al entrar en ella, hallaréis un pollino atado en el que ninguno de
los hombre se sentó nunca; desatadlo y traedlo.
Y si alguien os pregunta: ¿por qué lo desatáis?
Diréis asi: Porque el Señor tiene necesidad de él.”
Yendo entonces los enviados, hallaron como les dijo, y mientras ellos desataban el pollino, sus
dueños les dijeron:
“¿Por qué desatáis el pollino?
Ellos dijeron:
“Porque el Señor tiene necesidad de él.”
Y lo llevaron a Jesús, y al avanzar Él, tendrían sus mantos en el camino.
Cuando ya se acercaba a la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, se
regocijaron y comenzaron a alabar a Dios a gran voz por todos los milagros que habían visto,
diciendo:
“¡Bendito el rey que viene en nombre del Señor!
¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!
Y algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron:
“Maestro, reprende a tus discípulos.”
Respondiendo, dijo:
“Os digo que si estos callan, las piedras clamarán.”
Y cuando llegó cerca y vio la ciudad, lloro por ella, diciendo:
“¡Oh si tú también conocieras en este día lo conducente a la paz!
Pero ahora fue ocultado de tus ojos.
Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos levantarán torres de asedio contra ti, y te
rodearán por todos lados, y te arrasarán con tus hijos dentro de ti, y no dejarán piedra sobre
piedra, por cuanto no conociste el tiempo señalado de tu visitación.”
Lucas | En el templo
Y entrando en el templo, comenzó a echar fuera a los que estaban vendiendo, diciéndoles:
“Está escrito:
Y mi Casa será de oración; pero vosotros la hicisteis una cueva de ladrones.”
Y enseñaba cada día en el templo, pero los principales sacerdotes y los escribas, y los más
prominentes del pueblo, procuraban destruirlo, y no hallaron qué hacer, porque todo el pueblo estaba
pendiente de Él, escuchándolo.
Lucas | Su autoridad
Aconteció que en uno de los días, mientras Él enseñaba al pueblo en el templo y anunciaba la Buena
Noticia, se le enfrentaron los principales sacerdotes y los escribas y los ancianos, y le hablaron
diciendo:
“¿Con qué clase de autoridad haces estas cosas?
¿O quién es el que te dio esta autoridad?
Respondiendo, les dijo:
“Yo también os preguntaré un asunto y respondedme vosotros:
El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres?”
Entonces ellos discutían entre sí, diciendo:
“Si dijéramos del cielo, dirá, ¿por qué no le creísteis?
Y si decimos, de los hombres, todo el pueblo nos apedreará, porque están persuadidos de
que Juan era un profeta.”
Y respondieron que no sabían de dónde.
Entonces Jesús les dijo:
“Tampoco Yo os diré con qué autoridad hago estas cosas.”
Lucas | El complot
Se acercaba entonces la fiesta de los ázimos, la llamada pascua.
Y los principales sacerdotes y los escribas buscaban cómo hacer que lo mataran, porque temían al
pueblo.
Entonces Satanás entró en Judas, el llamado Iscariote, del número de los doce, y él fue y habló con
los principales sacerdotes y magistrados, sobre cómo se lo entregaría.
Y se alegraron, y acordaron darle plata.
Y él se comprometió, buscaba ocasión para entregárselo a espaldas de la multitud.
Lucas | Getsemaní
Y saliendo, se fue, según la costumbre, al monte de los Olivos; y lo siguieron también los discípulos.
Y cuando llegó al lugar, les dijo:
“Orad que no entréis en tentación”
Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra, y puesto de rodillas, oraba, diciendo:
“¡Padre!, si quieres, aparta de Mí esta copa, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.”
Y cuando se levantó de la oración, yendo a los discípulos, los halló durmiendo por causa de la
tristeza, y les dijo:
“¿Por qué dormís?
Levantaos, orad para que no entréis en tentación.”
Lucas | El arresto
Estando Él aún hablando, he aquí una turba, y el llamado Judas, uno de los doce, los precedía, y se
acercó a Jesús para besarlo.
Jesús le dijo:
“Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?”
Entonces los que estaban con Él, viendo lo que iba a suceder, dijeron:
“Señor, ¿heriremos con espada?
Y uno de ellos hirió al esclavo del sumo sacerdote y le quito la oreja derecha.
Entonces Jesús tomó la palabra, y dijo:
“¡Basta de esto!”
Y tomando la oreja, la sanó.
Y dijo Jesús a los principales sacerdotes, y magistrados del templo y a los ancianos que habían
llegado contra Él:
“¿Cómo contra un bandido habéis salido con espadas y con garrotes?
Estando Yo con vosotros cada día en el templo, no extendisteis las manos contra Mí.
Pero esta es vuestra hora, y la potestad de la tiniebla.
Lucas | La negación
Después de arrestarlo, lo llevaron y lo introdujeron en la casa del sumo sacerdote.
Y Pedro lo seguía de lejos.
Y habiendo encendido un fuego en medio del patio y sentándose juntos, Pedro se sentó en medio de
ellos.
Entonces una criada, viéndolo sentado frente a la lumbre, lo miró fijamente y dijo:
“¡Este también estaba con él!
Pero él lo negó, diciendo:
“¡No lo conozco mujer!
Un poco después, otro lo vio, y dijo:
“Tú también eres de ellos.”
Y Pedro dijo:
“¡Hombre, no lo soy!”
Pasada como una hora, otro insistió, diciendo:
“De verdad este también estaba con él, pues también es galileo.”
Pero Pedro dijo:
“¡Hombre, no sé lo que dices!”
Y al instante, estando él aun hablando, cantó el gallo.
Y volviéndose el Señor, miró a Pedro, y Pedro se acordó de la Palabra del Señor, tal como le había
dicho:
“Antes que el gallo cante hoy, me negarás tres veces.”
Y saliendo afuera, lloró amargamente.
Lucas | La crucifixión
Y cuando lo llevaban, echaron mano a cierto Simón cireneo, que venía del campo, y le cargaron la
cruz para que llevara detrás de Jesús.
Y lo seguía mucha gente del pueblo, y de mujeres que se dolían y lamentaban por Él.
Pero Jesús, volviéndose a ellas, dijo:
“Hijas de Jerusalén, no lloréis por Mí, llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos;
porque he aquí vienen días en los cuales dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres
que no concibieron, y los pechos que no amamantaron.
Entonces comenzarán a decir a los montes: ¡Caed sobre nosotros! Y a los collados:
¡Cubridnos!
Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿Qué se hará en el seco?”
Y también eran conducidos otros dos, que eran malhechores, para ser ejecutados con Él.
Y cuando llegaron al lugar llamado Calavera, lo crucificaron allí, y a los malhechores, el uno a la
derecha, el otro a la izquierda.
Y echaron suertes para repartirse sus vestidos.
Y el pueblo estaba observando; y también los magistrados se burlaban, diciendo:
“Salvó a otros; sálvese a sí mismo, si este es el Cristo de Dios, el Escogido.”
Y también se burlaban de Él los soldados, acercándose, ofreciéndole vinagre y diciendo:
“Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.”
Y había también una inscripción encima de Él: Este es el rey de los judíos.
Lucas | Su muerte
Era ya como la hora sexta, y hubo tiniebla sobre toda la tierra hasta la hora novena.
El sol se eclipsó, y el velo del santuario se rasgó por el medio.
Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo:
“¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!”
Y habiendo dicho esto, expiró.
Cuando el centurión vio lo que había acontecido, glorificó a Dios, diciendo:
“¡Realmente este hombre era justo!
Y todas las multitudes reunidas por este espectáculo, viendo lo acontecido, volvían golpeándose el
pecho, pero todos sus conocidos y las mujeres que lo habían seguido desde Galilea permanecían de
lejos viendo estas cosas.
Lucas | Su sepultura
Y he aquí un hombre llamado José, miembro del Sanedrín, varón bueno y justo, (este no había
consentido a la decisión ni a la actuación de ellos), natural de Arimatea, ciudad de los judíos, que
estaba esperando el reino de Dios, se acercó a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.
Y después de bajarlo, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca,
donde aún nadie había sido puesto.
Era día de preparación, y comenzaba el reposo.
Y siguiendo de cerca, las mujeres que habían llegado con Él desde Galilea observaron el sepulcro y
cómo había sido puesto su cuerpo.
Y cuando regresaron, prepararon especias aromáticas y ungüentos, pero reposaron el sábado
conforme al mandamiento.
Lucas | La resurrección
Pero al primer albor del día uno de la semana, fueron al sepulcro llevando las especias aromáticas
preparadas.
Y hallaron rodada la piedra del sepulcro, y al entrar, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.
Y quedaron muy desconcertadas por esto; peor he aquí, dos varones con vestiduras resplandecientes
se pararon junto a ellas, que estaban atemorizadas y cabizbajas, y les dijeron:
“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
No está aquí, sino que fue resucitado.
Recordad cómo os habló estando aún en Galilea, diciendo: El Hijo del Hombre tiene que ser
entregado en manos de hombres pecadores y ser crucificado, y resucitar al tercer día.”
Y se acordaron de sus palabras, y cuando regresaron del sepulcro, anunciaron todas estas cosas a los
once y a todos los demás.
Y eran María Magdalena y Juana, y María la de Jacobo, y las demás que estaban con ellas, las que
dijeron estas cosas a los apóstoles.
Y estas palabras les parecieron como un delirio, y no las creían.
Pero Pedro, levantándose, corrió al sepulcro, y agachándose, vio los lienzos vacíos, y se fue a casa
maravillándose de lo sucedido.