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Bayón - América Latina en Sus Artes
Bayón - América Latina en Sus Artes
EN
SUS ARTES
relator:
DAMIAN BAYóN
(!JfffiD
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sialo veintiuno editores, sa
CER~ DEl AGUA 248. MEXICO 20. D.F.
l¡
if. LA UTILIZACIÓN SOCIAL DEL OBJETO DE ART E, POR EDMUNDO i~ESNVf•:S 189
l. Lenguas visuales de nuestra babel 189
2. Clasificación de las imágenes posibles de América 198
CRONOLOGÍA 217
BIBLIOGRAFÍA 225
ÍNDICE DE NOMBRES 231
NOTICIA SOBRE LOS COLABORADORES
BARATA, MARIO
Nacido en 1921 en el Brasil. Diplomado _oor Escuela de Museología -(Río
de Janeiro. 1940); licenciado en Ciencias Sociales (Universidad del Brasil,
I 942); diplomado en Ciencias Políticas (París, l 948); licenciado en Letras
(Historia del Arte, Sorbona, l 948); doctor en Historia del Arte (U niversi-
dad del Brasil, Río de Janeiro, 1954). Profesor de historia del arte (Uni-
versidad del Brasil, Río de J aneiro, J 954-1969); profesor en el Museo de
Historia N acional (Río de Janeiro, 1915-1969); ex conservador del Museo
de Bellas Artes (Río de Janeiro) al servicio del Patrimonio Histórico y
Artístico Nacional. Actual secretario regional para América Latina de la
Asociación Internacional ele Críticos de Arte. Director de la Asociación
de Museos de Arte del Brasil. Publicaciones principales: Ensáio de Numis-
,· mática e Ourivemria, Río de Janeiro, 194-5; Azulejaría no Brasil, Río de
Janeiro, 1955; Conceito a/ual da natureza da escultura, Río de Janeiro,
I 954; Escala Politécnica do Largo (le Sao Francisco, Río de Janeiro, I 973.
BAYÓN, DAMIÁN
Nacido en Buenos Aires en 1915. Estudios avanzados de arquitectura en
Buenos Aires; doctor en Historia, París (1964). Sin contar sus libros de
poesía es autor de: Construcción de lo visual, Puerto Rico (1965); Qué es la
crítica de arte, Buenos Aires (1970); Arte de ru/Jtura, M~xico (1973); Aven-
tura plástica de Hispanoamérica, México (1973); El Greco (inédito);
Rubens (inédito). Profesor de apreciación de arte, Universidad de Puerto
Rico (1954-1958); profesor de historia de la arciuitectura, Universidades de
[ XI l
r
DE J UAN, ADELAIDA
Crítica cubana de arte. Nació en La Habana en 1931. Obras principales:
In troducción a Cuba: las artes plásticas, La H abana (1968); L os temas en
la p intura cubana, Santiago de Chile (1972); Galeria latinoamericana, La
Habana (en prensa); Pintura y grabados coloniales cubanos) La Habana (en
prensa). Profesora de historia del arte en la U niversidad de La I-iabana.
En 1969 fue enviada corno experta de la U nesco a la reunión d e Quito so-
bre las artes plásticas en Latinoamérica.
FEVRE, FERMÍN
Nacido en Buenos Aires en 1939. Ljcenciado en Letras (Buenos Aires);
estudios de historia del arte (Santiago de Chile). Principales publicaciones :
La imagen de América) Buenos Aires ( 1966); La expresión americana, Buenos
Aires (1966); Comunicación, participación )' lenguaje (con M. Montserrat.
.1968); Crit erios para la crúica de arle contem poráneo (con M. Slemenson
y G. Kratochwil, 1969). Crítico de arte en la revista Criterio. En 1969 gan ó
el Premio Anual de la Crítica de Arte. Ha sido m iembro del gran jurado
en la VII Bienal de Menores de 35 años, de París (197 1). H a dictado cur-
sos en Buenos Aires, La Plata, Rosario, Córdoba. Secretario de la Asocia-
ción Argentina de Críticos de Arte; mi embro ele la Asociación Intern acio-
nal de Críticos de Arte (A1cA).
L
NOTICIA SOlJRE LOS COLABORADORES XIII
KALENBERG, ÁNGEL
Nacido en Montevideo en l 936. Realizó estudios en la Universidad de
Montevideo. Principales publicaciones: Educación y diseiio industrial, 1964;
Venecia era una fiesta, l 968; Antonio Frasconi, 1968; La escultura baja del
pedestal, l 969; In troducción a .foaquín Torres-Garcia, 1970; Carlos Gonzá-
lez o la invención del grabado uruguayo, 1970; El drama del movimiento,
el drama de Calder; Auguste Rodin, 1971 ; ¿Es surrealista la pintura llamada
surrealista;,, 1971; París, la última escuela, 1972; Introducción a Rafaél Ba-
rradas, 1972; El artista y el museo, 1972; El museo como intermediario entre
la autoridad y los artistas, 1973. Director del Museo Nacional de Artes
Plásticas y del Museo de Artes Decorativas, Montevideo. Secretario general
de la Comisión Nacional de Artes Plásticas. Miembro de la Comisión Na-
cional de Preservación del Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural. Ha
presentado varios envíos uruguayos a las bienales de París, San Pablo y
Venecia.
ROMERA, ANTONIO R.
Nacido en Cartagena (España) en 1908. Estudios de pedagogía en España
y de estética en Lyon. Reside en Chile desde 1940. Ha dictado numerosos
cursos de estética en las universidades de Santiago, Concepción y Valparaí-
so. Presidente de la sección chi len a de la Asociación Internacional de Crí-
XIV NOTICIA SOBRE LOS COLABORADORES
SAMANIEGO, FILOTEO
Nacido en Quito en 1928. Estudios primarios y secundarios en Quito. Es-
tudios universitarios en el Instituto de Ciencias Políticas de París. Profesor
de historia del arte en la Escuela de Artes y en la Facultad de Artes de la
Universidad Central (Quito, 1965-1968). Director del Patrimonio Artístico
Nacional de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Obras literarias: Agraz; Re-
lente; Umiña; Signos y signos; El cuerpo desnudo de la tierra. Obras de
historia del arte: Columnario quiteño; Tres siglos de barroco decorativo;
Influencias italianas en la arquit ectura colonial quiteña. Próxima a apare-
cer (en colaboración): Historia del arte ecuatoriano.
(
STASTNY, FRANCISCO
Nacido en Praga en l 933. Desde 1940 en el Perú, donde realizó sus estudios
primarios, secundarios y universitarios (Universidad Nacional Mayor de
San Marcos, Lima). Doctorado en Letras, especialidad arte, con una tesis
sobre la influencia del manierismo italiano sobre la pintura peruana. Es-
tudios de perfeccionamiento en París, Roma, Bruselas y Londres. Fue di-
rector del Museo de Arte de Lima (1964-1969) y desde 1970 es profesor de
arte del Perú y de América en la Universidad Mayor de San Marcos. Ha
participado en la vida académica de varias universidades extranjeras: Lon-
dres, Yale, Pittsburgh, Nueva Orleáns. En 1971 obtuvo la beca Guggenheim.
Publicaciones principales: La presencia de Rubens en la pintura colonial,
l.
1
,
....-
NOTICIA SOBRE LOS COLABORADORES XV
Lima, 1961; Miguel Ángel, pintor y escultor, Lima, 1964; Brev~ historia del
arte en el Perú, Lima, 1967; La pintura en Sudamérica (1910-1940), Buenos
Aires, 1967; M. P. de Alesio y la pintura del siglo xvi, Buenos Aires, 1969;
Francisco Laso, Lima, 1969; Un Zurbarán en Lima, Madrid, 197J; M. Ale-
sio and the development of Peruvian colonial painting, Nueva Orleáns,
1972.
YURKIÉVICH, SAÚL
Nacido en La Plata en 1931. Doctorado en Letras (Universidad Nacional
de La Plata, l 965). Profesor y director del Departamento de Letras, Facul-
tad de Humanidades (Universidad Nacional del Nordeste, 1958-1960);
profesor en la Facultad de Humanidades (Universidad Nacional de La
Plata, l 964); profesor de estilística (Universidad Nacional del Sur, 1964-
1965); profesor de historia del arte y de teoría del arte (Escuela Superior
de Bellas Artes, La Plata, 1965-1966); profesor asociado, Facultad de Letras
(Universidad de Rouen, 1966-1969); profesor asociado (Universidad de Pa-
rís-VIII, 1969-1973). Principales obras: Valoración de Vallejo, 1958; 1Hoder-
nidad de Apollinaire, Buenos Aires, 1968; Fricciones, México, 1969; Fun-
dadores de la nueva poesía latinoamericana, Barcelona, 1971; Poesía
hispanoamericana 1960-1970, México, 1972; Retener sin deten er, Barcelona.
·j·, Prefacio
"a) considerar a América L atina como un todo, integrado por las actuales
formaciones políticas nacionales. Esta exigencia ha llevado a los colabora-
dores del proyecto a sentir y expresar su región como una unidad cultural,
lo que ha favorecido en ellos el proceso de autoconciencia que el proyecto
tiende a estimular, ya que sólo los intelectuales latinoamericanos son lla-
mados a participar en él;
"b) considerar la reginn a jJarlir de su contemporaneidad, remontándose en el
pasado, eso sí, cuando sea necesario para comprender el presente. Este re-
caudo ha obligado a los colaboradores a enfrentar las ardientes cuestiones
de la actualidad, en cuanto suceden en la región o tienen repercusión
en ella ."
Se sobrentz:ende que este volumen sobre las artes se ocupa de las llamadas
plásticas o visuales, puesto que la literatura. ha sido objeto del primero de esta
serie, y la arquitectura, la música y las artes del espectáculo lo serán de los
sucesivos.
· El ti:bro ha sido redactado siguiendo las directivas generales de la reunión
de Lima )' las particulares de la que se celebró en la ciudad de Quito (22-26 de
junio de 1970), a la que concurrieron los siguientes expertos: Jorge Enrique
Adoum, Mario Barata, Damián Carlos Bayón, Víctor Carvacho, Edmundo Des-
noes, Adelaida de Juan, Jorge Alberto Manrique~ José Luis Martínez, Samuel
Oliver, Mario Pedrosa, Carlos Rodríguez Saavedra y Filoteo Samaniego.
De acuerdo con las recomendaciones de esta reunión, se han seleccionado
entre los mejores críticos de América Latina los autores de este libro, cuya
estructura es tambien la que le asignara dicha reun ión de Quito, o sea: parte I.
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' ·, Situación -del ane latinoa.J.Ílericano en el ,mundo ·de hoy; \parte Jll. Raíces; •a
J;Uilacipnes y conflictos; parte III. Arte y sociedad. ,. . ,, l / .'
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El arte latinoamericano en el mundo de hoy
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Despertar de una conciencia artística ( 1920-1930)
ANTONIO R. ROMERA
El continente americano, por razones que no es del caso explicar ahora, resulta
un fenómeno de variedad. Su vida histórica ha estado marcada por el signo de
la diversidad. Y naturalmente los rasgos de su cultura -especialmente los de las
artes visuales- son complejos. Ya en 1956 Alfonso Reyes escribía, con el cono-
cimiento de la tierra que lo vio nacer, las siguientes lúcidas palabras: "En el
lenguaje de la filosofía presocrática, digamos que el mundo sin América era
un caso de desequilibrio ... de extralimitación, de hybris, de injusticia."
De modo tal, que el universo en lo que corresponde a Europa y parte de
Asia necesita del "caos americano", de este mundo vital y espontáneo, para
equilibrarse y completarse, para componer una summa armónica.
Frente a la serie conflictiva constituida por la vida política de Europa, con-
viene señalar la gran paradoja del aparente desorden americano acudiendo de
nuevo a otros textos del maestro de Monterrey: "La cultura americana es la
única que ignora en principio las murallas nacionales y étnicas."
Es evidente que la querella de las artes americanas produce el enfrenta-
miento de dos corrientes opuestas. Poco a poco esas dos tendencias, la indige-
nista y la culta o extranjerizante -para designarlas de algun? manera no del
todo exacta_- se van aproximando. La indigenista se tiñe -sin renunciar
del todo a su inspiración autóctona- de los valores plásticos . y formales. La
culta se \incorpora los motivos vernaculares.
Pero en los años que corren a lo largo del primer cuarto de siglo, no sólo
la querella se encuentra en ~u punto culminante, sino que el sector europei-
zante, con excepción de alguna zona en que predomina el arte autóctono o
indigenista, lleva la etiqueta de todo aquello que se realiza en Latinoamérica.
Fueron los aüos de máximo esnobismo extranjerizante.
. Hacia el segundo decenio del siglo xx aparecen los primeros atisbos del des-
pertar de una conciencia americanista, de una sensibilidad artística que co-
mienza a enfrentarse al arte y que revela el estímulo accionado por unas cir-
cunstancias surgidas de la tierra misma en que nace la obra.
Las dos zonas geográficas están marcadas muy definidamente: Desde México
hasta el cono sur bañado por el Estrecho de Magallanes, la arqueología, el peso
de la tradición, los prestigios de un pasado que se dejó mecer por las brisas del
folklore a veces en notas del más repetido convencionalismo van perdiendo
fuerza a medida que nos acercamos al Río de ta Plata y a las fronteras de Chile.
Tales diferencias de enfoque de las artes pl{1sticas responden igualmente a
r :i 1
1
6 EL ARTE LATINOAMERICANO EN EL MUNDO DE HOY, ¡
los aspectos sociales y, si indagamos con mayor hondura, advertiremos que tienen ~;
una parte de motivación sumergida en la historia. J~
Si buscáramos algunas claves que nos explicaran el fenómeno artístico y el ;f
desarrollo de la pintura en esta parte del globo, tendríamos que considerar, en l
primer lugar, el choque de dos mundos. j'
A veces es el simple traslado de la sensibilidad occidental a un medio <lis-·:¡¡
tinto. Hay en los nuevos productos del arte así surgido un simple traslado de i
escenario, pero la obra, aunque con pérdida de intensidad, de valores de auten- -~-
ticidad, de rasgos creativos propios, viene a ser remedo de lo que se hace en Jt
Europa en esa época que se ha llamado "el delirio de los ismos". ¡
El otro lado de esta moneda postula el indigenismo. El ensayista Cossío del f
Pomar, tan atento siempre a los problemas que ese indigenismo plantea, cita al ~
uruguayo Zum Felde para afirmar sus ideas: "La americanidad es para nos- ~
otros la forma definitiva de universalidad." Y en seguida escribe por su cuenta: ',:~
"_Ahí se inició un arte [en México] que. . . obedece a una conciencia aparte, l
de tiempo y de espacio americano, lo que ya significa una demostración de J
originalidad." t
Una de las fechas decisivas en el despertar de la conciencia artística en f
Latinoamérica está marcada por el decenio 1920-1930. En esos momentos quie- :!
nes los vivieron no vieron acaso muy claramente el problema. Pero contem- \
piados los hechos desde la realidad de los años 70, al mirar con cierta pers- !
pectiva, se comprende que algo estaba cambiando. _'f;
Guillermo de Torre ha escrito, aludiendo a otro dominio: "Era común en- ,'.}:
tonces -en los primeros años del decenio del 20- una tendencia general a ~
rehabilitar la autonomía de las artes, volviendo cada una a su propia esencia."
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. ,3] ·'PRECURSORES DE LA MODERNIDAD
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Una primera lista de precursores podría c0nstituirse con los nombres de J oa-:-~~-
'quín Torres-García, Pablo Burchard, Rafael Barradas, Wifredo Lam, -Emilio ;:
Peúo_ruti, Rufino Tamayo y Cándido Portinarí,. '
En estos pintores se advierte de modo ostensible la influencia externa y, p or,· .
_~:s upuesto, el impulso creaqor íntimo . .Todos ellos - con la .excepción del ! pos-.' \;
impr~sionista Burchard que no salió de su patria, ·, Chile, hasta 1959, es de~ir-, ·:
I • ,
oESPERTAR DE UNA CONCIENCIA ARTÍSTICA 9
cuando se hallaba al final de su vida y realizado lo más importante de su obra-
estudiaron o viajaron por el Viejo Mundo. De algún modo recibieron su in-
flujo y fuerrin a su vez vehículos de trasmisión de otras sensibilidades más
jóvenes.
El caso de ,Burchard nos señala que las corrientes de cultura y las tendencias
decisivas en los anafes de la civilización son una historia de impregnación in-
deliberada del aire del tiempo que corre a lo largo de todas las zonas del planeta.
Sólo así se explica que un pintor que no abandonaba las fronteras de su
patria pudiera imbuirse de las corrientes de avanzada en unos tiempos en que
las escasas revistas editadas en estos países se ocupaban del arte más conven-
cional y mediocre.
Los otros artistas mencionados y a los cuales se les puede llamar "precursores
de la modernidad" -inclusive el que muere más joven, Barradas, 1890-1928-
alcanzan a vivir el decenio decisivo en el cual hacen eclosión las corrientes de
vanguardia.
Antes de seguir adelante subrayemos que Rafael Barradas a pesar de la
brevedad de su carrera, realizó un activo y muy importante aporte al cambio
de sensibilidad en la historia del arte de vanguardia en este continente. Vivió
en España en clima de innovaciones en los años 21 y 22, colaboró asiduamente
con sus grabados en la revista de avanzada Ultra, de Madrid, y la muerte lo
sorprendió en su patria cuando predicaba entre sus colegas· el vibracionismo,
variante de la pintura futurista.
Lo primero que puede sefi.alarse como punto de partida es que, a la larga,
la influencia de todos esos artistas iba a marcar su impronta en Dtros más
jóvenes. Pero debemos decir que la obra de aquellos maestros no señala todavía
el despertar de la concientia artística de América.
Algo se vislumbra ya, pero tales atisbos son vagos, confusos y sólo se mani-
fiestan con relumbres políticos. Piénsese, por ejemplo, que Uslar-Pietri habla
de mestizaje únicamente en 1954 y que muy avanzado ese mismo decenio, en la
Universidad de Chile, se producen unos famosos debates en los cuales se en-
frentan dos conceptos antipódicos: imaginismo y criollismo. Ambos, entendidos
en el campo literario, podrían ser el equivalente de las claves "hacia afuera
y hacia adentro".
Poco a poco se apresuran los cambios. El rnodern style, con el nombre de
novecentismo, lo cultiva Torres-García, por influencia de los catalanes, en sus
decoraciones de la Generali ta t de Barcelona ( 19 l 6) y más tarde en Nueva York
al , comienzo de la década del 20. A la vez, en les países americanos en donde
los artistas expatriados se reintegraban llevando enseñanzas e influencias, sur-
gen vagos atisbos de los movimientos que habían alcanzado su plenitud en
Europa: la pintura fauvt:, el cubismo, el futurismo, el dadaísmo, el surrealismo.
Los nombres de artistas citados más arribJ están insertos en esas conientes.
Habiendo comenzado su actividad profesional antes de 1920 alcanzan en esos
años lo más decisivo de su producción. Acaso las excepciones se. den con Pablo
Burchard y con Andrés de Santa María, quienes cuentan en Ja fecha clave 53 y
54 años respectivamente. Pero las obras que he visto del chileno y del colom-
biano están marcadas por todos los rasgos de la innovación.
~..~ _,,.....--51 .{3/;"'';!l"'"" }J'-1..
· ,;,.~.;;; • ,t;t~ "-{ ·,_,:,:-:;;:__ ~::...·~~~·~,,t).'' ':'1t~"'":'".I'. ~:;,:,·.~·•#i"""'>!!9.·#'i4- ·-..¡;.~~~-':el
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.. e- . a:¿- -·J.
EL ARTE
>\;;''~!C?''.\ ?;s~!,.J!~:
LATIN0A.MERICANO' EN EL MUNDO.i' D.E,>H '
- ' -· • f • ... \ ~ ~ • • • • ·' ~f \ ·. f.).-~~- 1
' . _::. '" Los demás, Barrada§. el venezolario Revérón { 1889.-19545, Wifr~do _,..i,
·~ . {1902) ;.. y__ Cá,.ndido Porti!}ar( {1903-'1961) ~- se ·11anan,,. ~l comenzar, ~¡' ~e-~e~~?\,:e
~ · plena' evolución ,y ·van a ser, junto a bt:r:os pintores, lbs --auténticos precurs,ó t.
, . del arte .nu~evo en esta parte del mundo. Entre los continuadores_están· los ' b~
., _ ·sileños Tarsila do .A'maral, Emiliano - di Cavaléanti, Lasar ·Segall, · el éubárt
Mario Carreño, el argentino Lino Enea Spilimbergo y el chileno Roberto Mar,..
_- Antes }.de señalar los diversos estilos seguidos J>br ·esos pintores ·deb_e_m , .
subrayar un ·rasgo que parece impuesto por el medio.' Su arte se va, a pareceijlaJ
de ·Europa--; pero en algo va a cambiar: ¿será el influjo espacial, la imposiyf6 .
~
,.,.. .- f .,,.absorbente de la naturaleza, acaso el dominio del , mito? El hombre suda:mer,i..
, .... ( carfo, -con las técnicas superiores de una cívilización muy desarrollada,: co? $'
- fondo cultural varias veces milenario, en las nuevas tierras tiene· qué '. vqlve(
plantearse lós problemas más primitivos. , ·- r ·· ;:·.
Dichas tendencias -consideradas por ahora sólo las europeizantes1 s·e .,
cinden en dos corrientes: la de la razón y la del instinto. . La primera -:.""'
representada por Joaquín Torres-García y Pettoruti. Santa María~~Y Burc}ia't
marchan por la ruta del irracionalismo; La crítica, frente a los dos últimos/ijtr
liza ·los términos expresionismo y fauvisme. En efecto, en su pintura.- pred~~-i
el lado cromático y la mancha informe, por oposición al ·c onstructivismo. · ·
... :' · -
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·~. 1
l t. ~ '*,\ ,
-' , ,'. --:- --r.el\a '. d'éf.: i~pulsq :insitntivo de ,µ na ' tbtalidad,·: es ;¡¿~-·que·.:pi,es_ta '. .á)1 ~arte-~<'.!~
-,-", ( -ú1firn,f,_,hora su •c~a-lida~ específi.c a." ;y a~ri cuand9.--•ji_:i~~tiy~1;ese ..;: ú1t,i1Aa,",Jfo
~ :x,'.; és ñot~rio q~e.- dich'Q fenómeno . 'enl.aza. co~_- _u na· ,tr~9-icióji·:qüe_1f~i~n.e.- ·;µ,~ -.Ji.J
en -~1.. -tjempó y .,que es, _como he señalado -más arril:fa; una·,,c~nstante. :~ l\:f~~e ·
·· -~- · eje~plific~ ,su. idea con los . nombres de Tamayo,' L~i:µ y Ofqzc9·. , \ .,.})1~~~1
1
•,~r•/A_\_'_" . i:';-~,•:~'_..;.,._;'·"',~~•._.-·.!.'';:;~~
• ~. ,. J , ...::; •
(Pctla_cio d_~ ·Bellas Art~s, México, c. 1908) : Es mi' óleo-muy .cargado ·de ' patl(g},
. j' de úr( suave roman,ticismo en ~l que surgen .::sensaciones ,s~mbólic-ªs.\-s·l!~j_etiv~s
tan ,ajenas áJ estilo con el cuai Diego- R1vera _a9quirida fama universalt-- ~ ;·
,. La segunda 1 etapá se halla más marcada por el áire francés, .-mejor-diríam,_0..5
-
1
pa~siense; por ser en esa .ciudad, centro .de la ·aventura estética · de ,n;t:t~~-t~i
-- ti~mpo, en donde se va a desarr-ollar lo mejor de la pintura del mexi~a~9-.)~'
r • .; estos l(lños pertenecen La terraza del café, 1915; los notables lienzos _de· Ang~lin ~
una ~serie de 1919,; El arquitecto, 1914 y els Retrato de Ramón• Gómez de .
. Serna, 1915. ·
,,· ' Decisivo para la evolución de su pintura habrá de ·s er su· viaje\ a It~Jia ~f'!
-- ..
l 940~ Y aun. cuando Gustave Coquiot verá en los óleos de París en fecha --niuj'P, ·
temprana -una anticipación de la pintura .al fresco, será •sin duda el viaje··a-. t ~
tierras toscanas el .que influirá en su-actividad de muralista y no atjuella ..etapai"' ,
madrileña de fuerte naturalismo, por un lado, y por el -otro las desv.ia~ione--.,;_
producidas ac~so por _contactos con ciertos maestros intimistas. . . _ ·
, ' Pos'teriormente, ya . en París, se relaciona con el grupo de Pica:sso, .J u( ·
Gris, Modigliani. Alguno de ellos -Modigliani- le hace un retrato, hoy en- él
( M1tseo de Bellas ·Artes de San Pablo. Él, a su vez, retrata a escritores que: cqII),'t "
Ramón y
Martfn Luis Guzmán_ se relacionaron afectivamente con el·..gr'u-pci
cubista. Pero las pinturas de Rivera de esa tendencia pertenecen.. a 1915_ y ~~'!.rn.· ,
tempranas con ré1ación al decenio que nos interesa.'- De todos mod~s suponer.}.. 0
5] SIMPATÍAS Y DIFERENCIAS
3 José Clemente Orozco, Autobiograf{a, México, Era, 1971, p. 56. Orozco insiste en los es-
fuerzos por lograr una pintura mural que habían llevado a cabo desde antes de la Revolución
de 1910 el Dr. Atl y sus discípulos (op. cit., pp. 31-2 y 35-8). Cf., también Justino Femández,
Arte moderno y contempordneo de México, México, Universidad de México, 1952, pp. 211-35
y 305-7.
¿IDENTIDAD O MODERNIDAD? 23
la idea de identidad con aquella cultura, puesto que se reconocían tales instru-
mentos como válidos para nosotroS- pero utilizándolos para mostrar y expresar
la realidad americana - lo que implicaba desde luego el reconocimiento de esa
realidad como algo sustancialmente diferente, propio y expresable sólo por ame-
ricanos. Rubén Navarra lo ha dicho redondamente con referencia al Brasil y a
México, y su juicio podría ciertamente hacerse extensivo a los otros países:
... tanto los pintores brasileños como los mexicanos supieron aprovechar de la influen-
cia francesa su elemento creador por excelencia, es decir, su espíritu de libertad,
empleándolo como punto de partida para una lucha contra el convencionalismo de la
visión pintoresca, y yendo al encuentro de una imagen más sincera de las realidades
nativas.4
2] MATICES DIFERENCIADORES
... hasta la más mínima expresión de la vida espiritual y física. ... brota de lo nativo ... ;
el arte del pueblo mexicano es ei más gra.nde y de más sana expresión espiritual que
hay en el mundo ••. a
Escultores a las razas nativas; a los soldados convertidos en verdugos por sus jefes; a los trn..
bafadores y campesinos azotados por los ricos; a los intelectuales que no adulan a la burgues{a,
1922. Cf. Raquel Tibol, Historia general del arte mex'icano. E.poca moderna y contemporáneas
México, Hermes, 1964, pp. 147-8.
f
24 EL AR.TE LATINOAMERICANO EN EL MUNDO DE HOY t
de paisaje, que seguía las escuelas en boga en la Europa de la segunda mitad del
siglo x1x, pero también :redescubrían el. paisaj_e nuestro, como Salas en Quito
o Pueyrredón en la Argentina. Pero el paisaje, quizá por ser inanimado -por
más que el mexicano José María Velasco tratara de llenarlo de un contenido -.
. moral e histórico- no satisfacía las aspiraciones. En cambio, los movimientos ,
que surgen entre 1920 y 1930 lograron por fin crear un arte que expresara lo
nacional con un lenguaje universal, lo que es especialmente claro en el caso de
México y del Brasil, pero también acontece, en mayor o menor grado, en otros
países. En lucha contra el "convencionalismo de la visión pintoresca" iban en
pos de una imagen "más sincera de las realidades nativas" 10 valiéndose de los
instrumentos que les proporcionaba la vanguardia frances·a: lo que equivalía,
de hecho, a expresar lo propio en un lenguaje universalmente comprensible.
Pero por todo eso tales movimientos artísticos vienen a ser, de algún modo, no
sólo una apertura hacia el futuro, sino también, por otra parte, la realización
de un viejo anhelo latinoamericano siempre pospuesto. Pueden las actitudes y _las
realízaciones· de ese momento entenderse como la culminación de la vieja idea y
considerarse en parte como ligadas más al pasado, a la tradición cultural de
un siglo de independencia. Por eso digo que si de un lado los artistas de esa
hora miran con un ojo a Europa y con otro a América -(en aquel esfuerzo por
cortar la vieja cuestión de la identidad latinoamericana), también miran con
un ojo hacia adelante, hacia las nuevas posibilidades que se abrían, y con
otro hacia atrás, a la tradición de la cual venían a ser el punto culminante.
La importancia de esa do,ble situación de ambigüedad para lo que véndría des-
1
pués en la historia del arte latinoamericano puede comprenderse si se observa que
en la medida en q ue los movimientos de aquella década crucial cuanto más eran
la. culminación de los afanes pasados, más ten dr ían que ligarse a esa tradición y
más comprometían su futuro. De hecho, lo que siguió puede entendersQ en buena
parte como un resultado ·de esa situación clave. Ahí donde la urgencia de un arte
nacional de expresión universal había sido m ayor, ahí donde más claramente el
arte venía a cubrir aquel inmenso vacío y se sen tía como un logro por fin alcan-
zado, como es el caso de México, la liga con ese pasado se establecería con más
fuerza a largo plazo. Podría decirse todavía m ás; mientras más lograron los movi-
mientos d~ los años veintes en tanto que movimientos -no en referencia a la
obra personal de los artistas- más hipotecab an a distancia su futuro.
He dicho que lo que pasó en aquel enton ces es la gran bisagra o charnela
que divide en dos la historia del arte latinoamer icano desde la independencia y
~bre la puerta hacia el futuro. Pero de las dos partes que componen una bi-
sagra pesaba más la que quedaba atornilJada al muro de los afanes román-
ticos decimonónicos.
hacia Europa y otra hacia América, parecía claro que el equilibrio se rompía
en varias partes y que la preocupación americana cobraba mayor importancia
28 EL ARTE LATINOAMERICANO EN EL MUNDO DE HOY . .:,
11 Jorge Romero Brest, La pintura brasileña contemporánea, Buenos Aires, Poseidón, 1945, pp.
9 y 14.
¿IDENTIDAD O MODERNIDAD? 29
mente. 12 A la larga eso tendría consecuencias importantes. El hecho que interesa
destacar aquí es que el arte, al cumplir de alguna manera las viejas aspiraciones
nacionalistas, resultaba muy a la medida de lo que requerían entre 1920 y 1950
los diversos ensayos de trastrocar la viciosa situación social latinoamericana. De
modo, pues, que desde los gobiernos revolucionarios mexicanos hasta intentos
tan fallidos como el aprismo peruano acompañaron con entusiasmo el rumbo
que tomaban las artes, y lo aplaudieron siempre con entusiasmo. De ahí surgió
una especie de compromiso tácito que no sólo en México sino en América Latina
toda contribuyó a reforzar el cariz nacionalista.
El viejo ideal latinoamericanista se renueva con cada sacudida social. Es un
fenómeno muy nuestro que- cuando una nación alcanza o cree alcanzar en lo
interno metas largo tiempo esperadas, tiende, en un doble juego de buena
intención y de exhibicionismo, ·a ayudar o animar a las demás naciones a que
den pasos similares. En este siglo eso ha pasado por lo menos desde que en
1921 la Revolución mexicana se convirtió en gobierno estable hasta la Revolu-
ción cubana. Y esa actitud de hermandad ha alcanzado evidentemente al arte, de
modo que puede también, de algún modo, considerarse un factor digno de to-
marse en cuenta en el aumento de actitudes latinoamericanistas o naciona-
listas. Refiriéndose al Brasil Mário de Andrade habla de una rebeldía esté-
tica combinada con una rebeldía social, y de que se procuraba la "estabilización
de una conciencia creadora nacional".13
Resulta normal que en la vía del latinoamericanismo la influencia mayor
fuera la de la escuela mexicana, porque temprano había sido capaz de estruc-
turar una escuela con una poética definida. En cierto modo se convirtió, in-
cluso por lo que preconizaba de revolución social, en un faro hacia el que mu-
chos miraron. Su influencia mayor se hizo sentir, obviamente, en aquellas partes
donde había condiciones sociales correspondientes a las mexicanas: Guatemala,
Bolivia, el Perú, Ecuador o el mismo Brasil -todos con problema indígena o
negro, todos con una estupenda tradición artesanal-; e incluso el fenómeno
fue favorecido por circunstancias políticas especiales. Pero más que de una in-
fluencia directa que puede encontrarse en no poc9s artistas, se trató de un
entusiasmo por el movimiento mexicano, de una "presencia" de éste en el
mundo plástico de · los países latinoamericanos. No olvidemos que, al fin y al
cabo, la postura de los artistas en muchos países había partido de actitudes simi-
lares a las de los mexicanos.
Así pues, en un período que puede situarse- con las salvedades del caso-
entre 1930 y 1950, aunque se aprecie en muchos países latinoameri.c anos una ten•
dencia creciente hacia el nacionalismo, lo extremoso de las posiciones varía de
región a región. La actitud nacionalista para fructificar requería apoyarse en
la base sólida que pudieran ofrecerle las tradiciones locales. Siqueiros, como
Así las cosas, hacia fines de la década de los años cuarenta empezó a sentirse
en diversos puntos del mundo latinoamericano que el gran esfuerzo de síntesis
que consistía en equilibrar un arte capaz de expresar las identidades nacionales
en un lenguaje universal estaba condenado a perecer. La solución ·a la vieja
pregunta sobre el ser americano, a la cual los movimientos del "rompimiento"
habían tratado de dar respuesta definitiva,' no se había logrado. El empeño estaba
fracasado, por lo menos fracasado por las vías que se habían ensayado: el equi-
librio primero se rompía y aparecía claro que lo nacional impedía lo universal.
Del regodeo en lo propio al susto por sentirse atrasados. Muchos artistas, por
primera vez con resonancia internacional, sintieron que si no se ponían
al día perderían el paso en la república de las artes.
Se produjo así el segundo gran viraje del siglo en el arte latinoamericano,
que consiste en el casi abandono de la búsqueda de lo propio. Si bien se ve, éste
puede entenderse como un momento más del movimiento pendular de la cul-
tura en que participan, en una forma u otra, las naciones nuestras. Los mo-
vimientos de los años veintes habían optimistamente pensado que cancelarían,
sintetizándolo, aquel alternativo abrirse y cerrarse, pero habían venido a termi-
nar indudablemente -por la mayor pa,rte- en un momento más del mirar hacia
adentro.
Se empezó a asumir entonces que bastaba ser mexicano, brasileño o peruano
para hacer una pintura mexicana, brasileña o peruana: lo cual por lo menos
es discutible, aunque desde luego es más discutible todavía el decidir que un
pintor de tal o cual nación debe adrede hacer un esfuerzo parai pintar como tal.
· Se empezó entonces a reconocer y exaltar a aquellos artistas como el me-
xicano Tamayo, el uruguayo Torres-García, el argentino Pettoruti o el chi-
leno Matta, que no habían tenido la preocupación nacionalista en la base de
su creación. Y simultáneamente llovió el desprecio sobre la escuela mexicana
y se lanzó anatema contra ella. Se la atacaba por lo que había llegado a ser,
no por lo que había sido.
Sin duda este segundo viraje, por todo lo que queda dicho, resultó mucho
más fácil en el resto de América que en México. Las aperturas en Venezuela,
Colombia, el Brasil o la Argentina habían sido al fin y al cabo constantes y no
¿IDENTIDAD O MODERNIDAD? 33
había existido la cohesión de escuela ni la celestinería del mecenazgo oficial.
Baste pensar que la Ciudad Universitaria de Caracas, construida y ornada
con obras de arte según la cuidadosa ordenación discurrida por Carlos Raúl
Villanueva, no tiene ningún rastr@ de posturas nacionalistas (si bien es cierto
que apenas unos artistas venezolanos .-Manaure; Vigas, Barrios- partici-
paron junto a la constelación de extraordinarios creadores de todo el mundo
que consiguió reunir el arquitecto), mientras la Ciudad Universitaria de Mé-
xico, inaugurada el mismo año de 1953, ostenta satisfecha los murales en la tra-
d1ción de la escuela mexicana, de Diego Rivera, Siqueiros, Chávez Morado o
Juan O'Gorman. Sin embargo, a pesar del titánico esfuerzo que representaba, el
viraje se cumplió también en México, aunque durante un tiempo haya convi-
vido (y de algún modo todavía convive) con las últimas decadencias dei
rnuralismo. Apoyándose en el ejemplo y la obra de Tamayo y de Carlos Mé-
rida, una generación todavía formada en la vieja escuela -eon Juan Soriano
y Pedro Coronel a la cabeza- logró romper el círculo mágico; la presencia
de artistas formados en otras latitudes, como Remedios Varo, Leonora Ca-
rrington, Matias Goeritz o después Kazuya Sakai ayudó, y para las genera-
ciones que se manifiestan después de 1950 -Vicente Rojo, José Luis Cuevas,
Günther Gerzso, Rafael Coronel, Manuel Felguérez y tantos otros- aquel fu-
rioso nacionalismo no es sino un pasado definitivamente anulado.
El arte latinoamericano, con figuras de la talla de los venezolanos Soto y
Otero, del argentino Julio Le Pare o del brasileño Ivfabe, formados de hécho
todos fuera de sus respectivos países, ya en Europa ya en los Estados Unidos,
parece abandonar definitivamente la búsqueda de lo propio y entregarse a la
búsqueda a secas. Se trata sin duda de artistas situados en el primer plano
de la producción mundial, que podrían haber aparecido en cualquier parte.
Algunos otros, también de la mayor altura, aunque no sigan la vieja vía. nacio-
nalista muestran en su obra la impronta evidente de la tierra que los vio
ni:lcer, trátese de la generación mayor, la de Tamayo, Carlos Mérida, Wifredo
Lam, Amelia Peláez u Oswaldo Guayasamín, o de artistas más jóvenes, como
el peruano Szyszlo, la chilena Marta Colvin, el colombiano Alejandro Obregón,
los mexicanos Pedro Coronel, Juan Soriano o más recientemente Francisco
Toledo. Pero es más común la postura de los que quieren ser, simplemente,
artistas; si son argentinos, colombianos o venezolanos eso no parece importar:
se toma como un asunto de familia que aparentemente no tiene que ver con
el arte. Aunque quién sabe. Si bien después de alrededor de 1945 la opción
de sentirse universales parecía sin duda la única válida, no deja ésta de ser
uria opción que de alguna manera responde al viejo problema entre identidad
y modernidad. América Latina ha tomado decididamente el camino de la
segunda, pero cabría siempre preguntarse ¿estamos sólo en un momento más del
movimiento pendular, que nos lleva alternativamente a cerrarnos y abrirnos?
III
Actitudes y reacciones
ADELAIDA DE JUAN
El Sindicato cree que el arte no sólo es reflejo de las condicion~ sociales sino también
expresión de los limites geográficos dentro de los cuales es creado [ ... ] El Sindicato
recomienda también que los valores nacionales se relacionen íntimamente con las
corrientes internacionales del arte moderno [ .. . ] está a favor del trabajo colectivo.2
1 Cf. S. L. Catlin, y T . Grieder, .A.rt oj Latín America since independence, Yale University,
1966, p. 21.
2 Cf. J. Charlot, The Mexican Mural Renaissance, Yale U niversity Press, 1963, p. 243.
3 Cf. L. Castedo, A History of Latín American Art and Architecture, Nueva York, 1969,
p. 224.
36 EL ARTE LATINOA...Tv!ERICANO EN EL MUNDO DE HOY
Los artistas que defiende Martín Fierro son, en su mayoría, los que han rea-
lizado su aprendizaje en Europa para luego introducir las vanguardias eñ su
patria. Especialmente Pettoruti, quien encontró, ante el escandalizado rechazo
público, el apoyo de la publicación y de la Asociación Amigos del Arte, fundada
también en 1924 y que habría de perdurar hasta 1937. En r ealidad, la irra-
diación de ambas se ciñe al período 1924-1930. Paralelamente se manifiesta el
"Grupo de Boedo", formado por artistas cuyas preocupaciones político-sociales
primaban sobre las estéticas, empleando sobre todo el grabado como medio de
expresión. A partir de la década del treinta, otros artistas como Bemi y Cas-
tagnino habrían de continuar esta preocupación temática den tro de formas rea•
listas que denotan cierta influencia mexicana.
Papel similar al desempeñado por l\1artin Fierro fue asumido en Cuba por
1927. Exposición de arte nuevo. Cábele a "1927" el honor de agrupar bajo su patro-
nímico esta primera exposición colectiva de arte nuevo que se. celebra en Cu~a, los
nombres y aportaciones de todos los artistas de la nueva generaoón que, con ahincado
empeño, luchan para incorporar _nuestro ar_te a los grandes empeños _de nuestra h~ra,
sin abandonar, empero, su cubamsmo esencial [ . .. ] No se trata de alistar fuerzas, smo
de una revisión esencial para nuevos empeños.
cultivada fue la del infonnalismo. Del grupo Los Once que se da a conocer en !:
La Habana en 1953 a pintores mexicanos como Felguérez y Carrillo, de Mabe,
y Piza en Brasil a Szyszlo en el Perú, recorre la América Latina una pintura ..
cuyas variantes formales se restringen a determinadas alteraciones técnicas de .
mayor o menor originalidad. En muchos de estos países, el tránsito de la figu...-,
ración a la abstracción se realiza paulatinamente, por un proceso de interiori- -
zación y de desasimiento que conduce orgánicamente a la elaboración pura-
mente formal.
En vísperas de la década del sesenta, una nueva era de cambios sociales y polí-
ticos se inicia en la América Latina. A partir del triunfo de la Revolución
cubana en 1959, estos cambios conmoverán a la mayor parte de nuestra Amé-
rica. El brote de movimientos armados revolucionarios en numerosos países del
continente, como el que tuvo a su frente, en Bolivia, a Ernesto Che Guevara,
asesinado en 1967; la insurgencia de movimientos estudiantiles, como el que
fuera trágicamente sofocado en México en 1968; el sesgo nacionalista de gobier-
nos como el establecido en el Perú a fines de 1968; el triunfo, dos años después,
de un gobierno socialista encabezado por Salvador Allende en Chile, son hechos
que marcan decisivamente la década. A sem ejanza de lo sucedido durante los
años veinte y treinta, en la América Latina cobran fuerzas de nuevo los ideales
bolivarianos de afirmación nacional, den tro de un contexto internacional mar-
cado por el crecimiento del proceso de d escolonización y la guerra del Vietnam.
Estos factores influyen sobre la producción cultural, matizando, no sólo los te-
mas, sino sobre todo las relaciones entre el artista y su público. ·
A inicios de la década del sesenta, y también participando de una tendencia
internacional, una nueva figuración comienza a abrirse paso. No responde ahora
al sentimiento de inserción en la labor social n i a la afirmación nacionalista
como lo había sido cuarenta años atrás. Sí desempeña, en muchos casos, la
función del comentario crítico de la sociedad'; generalmente de modo parabólico,
refiriéndose a particularidades deforrnantes. De ahí surgen las visiones mons-
truosas que van de lo grotesco -Botero en Colombia, Eiriz en Cuba, Macc~ó
en Argentina, Coronel en México, Balmes en Chile- a la alusión directa. Con .
esta última línea se evidencia una nueva toma de conciencia referida concreta-
mente al país y su situación política; tal el caso de Seguí en la Argentina y
de Alcántara en Colombia. No se trata de una tendencia que carezca de una
línea de continuidad, sino de !a preminencia que adquiere como nota domi-
nante. En la Argentina, por ejemplo, si bien el grupo Madí, disidente de J:i.rte
Concreto, proclamó en su manifiesto de 1946 que "confirma el deseo del hom-
bre de inventar objetos, al lado de la h um~nidad luchando por una sociedad
sin clases", 7 artistas como Carlos Alonso y Antonio Bemi habían persistido en
su pintura de contenido social. Este último, sobre todo, recorrió varias posibi-
1 Citado por J. Romero Brest, El arte en la A rgen tina, Buenos Aires, 1969, p. 37.
ACTITUDES Y REACCIONES 4]
Iidades de la pintura social hasta su creación de Juanito Laguna y Ramona
Montiel, personajes clave para la exposición de realidades sociales persistentes
y duras. En 1959 se funda el movimiento Espartaco, el cual publica un mani-
fiesto titulado "Por un arte revolucionario latinoamericano".
Al finalizar la década del sesenta se comienzan a alterar las relaciones esta-
blecidas entre el artista y sus canales de apertura hacia el público. Los pintores
que habían encontrado en las bienales y los salones una forma de funcionar
dentro de la sociedad, empiezan a objetar estos canales de comunicación. La
Décima Bienal de San Pablo es boicoteada internacionalmente, dentro de la ola
de impugnaciones a eventos similares, referida, en este caso, a condiciones específi-
cas del país sede. En la Argentina, país que se había convertido en uno de los
centros principales del arte experimental latinoamericano, se suceden varias con:
mociones en las instituciones promotoras de las manifestaciones artísticas. El
_Instituto Di Tella, que durante más de una década había acogido en Buenos
Alres las muestras más novedosas, cambia la tónica de su sección de artes plás-
ticas. Jorge Romero Brest pide que el Centro de Artes Visuales, dirigido por él
en el Instituto, se transforme en un centro de investigaciones teóricas y tecno-
lógicas para artistas. Esto implica la supresión de becas y premios e, inciden-
talmente, el fin de la carrera de jurado de Romero. Éste ha manifestado que
"creo que las obras de arte actuales han dejado de corresponder a una actividad
estética para transformarse en una actividad social''.8
El Di Tella había albergado, entre 1964 y 1968, distintas muestras que, titu-
ladas "Happenings", "Arte de los medios", "Experiencias", procuraban la coor-
dinación de diversos medios técnicos y la transformación del público en un
agente activo. Pero en 1968, ciertos artistas, que protestaban por una medida
del 1\1useo Nacional de ~ellas Artes, terminan por impugnar violentamente
-algunos fueron detenidos por la policía- la institucionalidad misma de los
centros como el Di Tella, el Museo de Arte Moderno y el propio Museo
Nacional. Ese mismo año de 1968 marca el fin de la Bienal Americana de Arte
que patrocinaban las Industrias Kaiser en Córdoba. Paralelamente a lo seña-
lado y saliéndose ya del radio estricto de las exposiciones, el Manifiesto de los
"Plásticos de vanguardia de la comisión de acción artística de la CGT de ·1os
argentinos" (noviembre, 1968) indica que el problema se esboza, en los sectores
más radicales, como una impugnación no sólo a las institucione$ de promoción
artística sino como un nuevo planteamiento del papel del artista en la sociedad:
New York University, vol. 14, núm. 2, invierno de 1970, pp. 98-103.
42 EL ARTE LATINOAMERICANO EN EL MUNDO DE HOY
continuar (hasta que surjan posibilidades nuevas) devengando medios económ icos de
esta sociedad, con un m ínimo de mistificación. . . continuar la desmistificación del
arte y la aclaración de sus contradicciones al máximo de mis habilidades, solo o en
asociación con otras personas o grupos. . . continuar la búsqueda de posibilidades de
crear situaciones en las cuales el comportamiento de las p ersonas pueda ser el ejer-
cicio de la acción.
Resulta sintomático que, en dos artistas de obra tan diversa como Matta y
Le Pare, se ponga de manifiesto una preocupación común sobre el papel del
arte en la sociedad. Liberación surrealista por una parte - "el espectador . ..
adquiere conciencia de ser"-; creación, por otra parte, de situaciones nuevas
en las cuales el espectador se convierta en actor "colectivo y temporal". Voceros
ambos de una toma de conciencia social, abordan un mismo problema por
vías diversas; conscientes de las limitaciones de su campo, sin embargo, creen
que su deber en tanto que artistas consagrados, es el trabajo dentro de su
terreno específico, procurando que irr adie más allá de los límites tradicionales
de la obra de arte.
Esta situación, expuesta en rasgos muy generales, se refiere, al abrirse la dé-
cada del setenta, a la casi totalidad de _los países latinoamericanos. Respondien-
do a condiciones sociales e históricas determinadas, el campo de acción que se
le ofrece al artista se ciñe a posibilidades específicas de su labor individual y
colectiva. Evidentemente, la situación en Cuba -transcurridos trece años de
gobierno revolucionario- ya es otra. Contrariando malignas voces de alarma,
la Revolución cubana n o ha sofocado las diversas manifestaciones de la plástica
cubana que, desde hacía varias décadas, había alcanzado un rango propio, a
través de grupos de pintores destacados. Esta actitud de la Revolución no repre-
senta en sí el logro de una expresión nueva, sino tan sólo la no comisión_ de
un error. Este hecho, unido a la vinculación de los plásticos a funciones reales
dentro de la sociedad, ha dado resulta.dos felices.
Entre éstos, merece destacarse en lugar sobresaliente la expansión de las
expresiones artísticas fuera del ámb ito de 1a galería, buscando, por una parte, la
comunicación eficaz con un público masivo, y, por otra, la combinación de
diversas manifestaciones -diseño, plástica, arquitectura, música, literatura-
para lograr un objetivo extrartístico. Ejemplo destacado de lo primero es la
creación en Cuba de la gráfica: el diseño (ti pografia, logotipos, portadas, etc.),
y, sobre todo, de carte_1es y vallas, hoy reconocido como uno de los más notables
-si no el mayor- logro de la plástica cubana de la Revolución. 13 Los carteles
y las vallas, a los cuales se unen otros elementos para la decoración de las plazas
12 Cf., texto reproducido en el catálogo de la exposición Le Pare, Casa. de las Américas,
La Habana, diciembre de 1970.
13 Cf. D. Bayón, "La mejor plástica de una nueYa cultura: el afichismo cubano", en Sin
H Cf. A. de Juan, "La belleza de todos los días.., en Cuba internacional, julio de 1969,
pp. 10-15.
IV
Las formas de la crítica y la respuesta del público
FERMÍN FEVRE
l] LA CRÍTICA
. I
·,
48 ;r EL ARTE · LATINO~ERICAN9" EN EL MUNDO. DE \H~~·
.- ' / ·-:j.
1 la define· así: "Entiendo por crí~~a la crítica· que no se ejerce sobre ·seres,
sobre ·obras, sino sobre ese;-aaS; y ..que .en la vision de -los ·seres y de las ·obrá•s·
no ~ve •.m ás que un prete~to para la meditació:ii de las esencias." 3 . '. '
Quede así en claro, sin detenernos en mayorés detalles para no extender -1ª-
entradá en .materia, que e~ crítico es alg-Qien .9.ue participa dinámicamen,Y!~,·-e ·
, quehacer
'-'--' .
artístico.
. .
Su participación. es dinámica. Como
. ' .
prec;isaba
'
recientemente'
. -~
·
•. ·. D~mi_á n ~~yón: "La cr.í~ica es pue_s, .c~mo el prese1;1te! un -in~tante del deven}~
· ·..· . futuro -que se hace pasado en· el momento ,en qu(! lo qúeremos apr~ar. Hablaf .
así, de críti~a dinámica, resulta, en sí mismo, una·' redundancia, puesto qu~:
toda crítica 'supone el dina~ismo corno base de su pi;-opia definición." 4 · ._ ~ ci-
Cop. lo dicho, se -advertirá que el crítico es algo más que U!_} .come_!!!,.g:_i~ti ,
1
:1 Francisco A. Palomar, Primeros salones de arte en Buenos Aires, Buenos Aires, Muni-
cipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, 1962, p. 21.
~ J. A. García Martínez, Los orígenes de nuestra critica de arte, Buenos Aires, Ediciones
Culturales Argentinas, 1963, p. 10.
7 Antonio R. Romera, Historia de la pintura chilena, Santiago de Chile, Zig-Zag, 3~
Alfredo Chiabra Acosta, que firmaba sus críticas bajo el seudónimo de "Ata-
laya". Poco después de su muerte en 1934, aparecieron sus Crónicas de arte
argentino (1920-1932) que recogen su obra periodística dispersa en publicacio-
·f1es minoritarias. Sin mayor sistematización ni metodología este crítico traduce
una actitud esencial en un crítico: la actitud crítica. Quiere esto decir que
Atalaya no se dejaba impresionar por los grandes nombres, ni por los _vaiores
consagrados, ni presuntamente vigentes. Todo lo ponía en duda, lo cuestio-
naba al máximo, con verdadero espíritu inquisidor. No eludía cortesías y ata-
caba la complacencia de la crítica y del público. Así comienza una de sus
crónicas: "Nuestros chers confreres en el pesebre de la crítica, han disentido,
en las opiniones expuestas en sus respectivos órganos -grandes, espesos y de
tiro pesado, sobre la plusvalía o no del Salón de Primavera. En lo que han coin-
cidido maravillosamente es en su incomprensiviqad obtusa, y marcadamente
en la desaprensión. de un manfichismo desolador. Desde el momento que nos
arriesgamos a lanzar afirmaciones tan rotundas y contundentes, hemos de fun-
darlas con válido argumento y fehacientes y precisos detalles extractados de
esos inmensos potreros de 1ugares comunes que son sus desvaídas crónicas ... " 8
La mayor especialización, el contacto con el exterior, la asimilación de los
movimientos de vanguardia, el mayor grado de desarrollo -en suma- de las
artes visuales en los países latinoamericanos, hizo que a partir de 1950 -apro-
ximadamente- se destacaran algunos críticos. Generalmente, lo lograron más
allá del periodismo, en la participación directa de las corrientes inovadoras,
formación de un público más especializado y culto, o dirección de museos o
institutos de arte. Nombres como los de Mario Pedrosa en el Brasil, Aldo Pe-
llegrini en la Argentina o Marta Traba en Colombia, han significado un aporte
valioso a este proceso, asumiendo muchas veces una actitud partidista y polé-
mica en favor de los artistas de vanguardia.
Sería injusto no destacar en su verdadera magnitud la figura de Jorge
Romero Brest, cuyas dimensiones son extracontinentales. A través de toda su
acción, tuvo la virtud de no enquistarse en determinada etapa del proceso
y asumir todos los alcances de la experiencia estética. Sus libros, oscuros y
contradictorios, no dan una exacta medida del poder desencadenante y bene-
ficioso de su hacer. Por otra parte, es uno de los pocos críticos .. del continente
que ha buscado elaborar una metodología crítica.
13 op. cit., p. 13. Cf. además, "Poesía quechua y pintura abstracta", por E.milio A. West-
phalen, en Revista peruana de cultura, Lima, núm. 2, 1964.
14 Inocente Palacios, "El preconcepto en el arte latinoamericano", en Revista Nacional de
Cultura, núm. 71, Caracas, septiembre-octubre de l 965.
1s José Gómez Sicre, "Para !a pintura el maf!.ana es hoy", en Visión, núm. I 1, p . 20.
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,.. ' ¡ :·~ ~, ~- :
-~ : . . ·~ 1
54 . EL ARTE •LATINOÁMERICANO :EN EL MUNOO , DE iHÓ:Y
)".>·;.
y
'Il~~stro medio, ·que, con flier~a originalidad plástica, venga a ser la expresióq,~
inás ~alta ,de las fuerzas espirituales de ·nuestra realidad glooal.16 - - ~;¡:·~
El cuestionar .el arte de abundancia debe ser, sobre todo, tarea del Tercer Mundo:
' ' '
.dé~·
América Latina, aprovechando lo_que ella dejó de bueno e integrando los valores ·p,o§j-:
·tivos en las naciones. que todavía no dieron el salto del arte nuevo. El cuerpo contrai ~:
la máquina. En el caso brasileño lo importante ies hacer de la miseria, del sub<!e~olJo _
nuestra principal riqueza. No ejercer ningún tabú sobre los nuevos materiales e instrúf-.
mentos ni deje-rse asustar. Sobre todo evitar .c onfrontaciones artesanales (t~cnológÍC:as),;
por . razones . obvias. Siempre es_taremos en posición de inferioridad. Lo ·que impprt.f
-nada cuesta repetirlo- es la idea, la propuesta. Si fuera necesario usaremos el ·prop'i'~ ·- .
cuerpo como ·canal del mensaje, como motor de la obra. El cuerpo, y en él, los múscÚ::,;). ·
los, la sangre, las vísceras, los excrementos y, sobre todo, la inteligencia.18 · ·~. ·
d] Profesionalización de la crítica - i: ,.
··.~
<'Ji ·
Tanto entre los artistas, como para el público de arte en general, l_a crítict
de .. ~!:t_e &?..~ 9e- mp.lp. -ºP!!lifm. Este fenómeno está bastante extendido en e~
mundo entero, aunque en Latinoamérica parezca hallarse acentuado.· ~-;r,
22 Jorge Manrique, citado por J. Fernández en "Un simposio sobre no-arte", Deslinde, núms.
2·3, abril de 1969, México.
23 Arturo Uslar Pietri, "La muerte de la crítica", en Veinticinco· ensayos, Caracas, Monte
A vila, 1968.
LAS FORMAS DE LA CRÍTICA . Y LA RESPUESTA DEL PÚBLICO 57
gencia. Quedan las historias de la literatura y el arte que toman nota de las
novedades y las tendencias y tratan de explicarlas. Quedan los cronistas que
anuncian y comentan perecedera y fugazmente las novedades, en las reseñas
que informan al público entre el diluvio de los libros impresos. Quedan los
profesores que reducen la historia artística y literaria a tema de cátedra. Todos
ellos hacen obra útil. Pero la crítica, ¿dónde está?" Y es que el periodismo,
los modernos medios de comunicación masiva, · los mecanismos dinámicos de
una cultura audiovisual, las propias reglas del juego de la sociedad de consumo,
llevan a modificar el papel del crítico, e incluso a suprimirlo.
Pero así como las formas artísticas buscan transformarse para sobrevivir, la
crítica parecería tener un camino si se replantea en su totalidad. Es un hecho
que entre el desarrollo de la antropología moderna, por ejemplo, y las inves-
tigaciones críticas de arte hay cada vez relaciones más estrechas. Esto apuntaría
a una función más interdisciplinaria de la crítica, más desatenta del objeto
artístico en particular, pero más profundamente ocupada por desentrañarlo.
También está la posibilidad de subrayar más evidentemente el carácter crea-
dor de la crítica, bajo formas más dinámicas e inéditas. En ese sentido me-
recen atención las experiencias de Federico Morais quien ha intentado sus-
tituir el lenguaje tradicional del crítico por otro más vivo. Ha iniciado así en
Río de Janeiro una serie. de experiencias críticas que consisten en añadir a su
columna d e crítica periodística exposiciones críticas, en las que con el mismo
lenguaje y con materiales semejantes a los utilizados por los artistas, responde a
las obras presentadas por éstos.
Al mismo tiempo existe en los críticos jóvenes un manifiesto interés por el
trabajo en equipo y en forma interdisciplinaria. En ese sentido puedo señalar
mi propia experiencia al trabajar sobre temas artísticos determinados con una
psicóloga social y un sociólogo 2 •1 y confrontar con artistas y público las conclu-
siones. Otro testimonio puede darlo el Grupo Taller de Bolivia que congre-
gara a jóvenes críticos de La Paz en torno a la revista A rea de reciente y efí-
mera vida. En uno de sus primeros números se definían: "Los de este Taller
estamos empeñados en hacer una crítica que se desenvuelva dinámicamente,
es decir, que tenga el máximo de posibilidades de apreciación y juicio sobre la
obra. Esto creemos - experimentamos- se logrará mediante la labor en equipo.
Cada uno de los miembros del Taller trabaja sobre el aspecto que más le inte-
resa y, respetando las posiciones individuales, cada trabajo es sometido a discu-
sión y diálogo. No se trata de sacar un producto corp.ún, se trata de ensanchar
cualitativamente el campo, obteniendo además innúmeras ventajas en lo que
se refiere al tratamiento de diferentes aspectos de la misma obra y al encuen-
tro de diversos puntos de vista sobre la obra en general. 25
Estos son sólo algunos ejemplos de una nueva conciencia crítica. Romero
Brest ha renunciado para siempre a integrar jurados, en un gesto que es también
una definición. Ya son varios, también, los críticos que buscan romper el cerco
2 4 Marta Slemenson, Germán KratochwH, Fermín Fevre, Criterios para la ,crítica de arte con-
temporáneo, Buenos Aires, Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, 1969; ";Existe un vado
de vanguardia en las artes plásticas argentinas?", Mundo Nuevo, núm. 49, Parí;, junio de I 970.
25 R evista Arca, La Paz, núm. 2, julio de 1970.
- ~
0
' del mercado .de ar~e, los mecanismos· superados de las bienales- inter.n acionali
de _arte, los jurados y ·premios .'y su régimen o el ámbito mercantilizado de l.1_
~ galérfa. de arte. En ese sentido los .artistas. son, otra vez, los verdaderos adelan
. tados, al · créar obras qué no se venden. Un arte que tiene otro tipo de é:o-· ·
sumo.- . ' . . ' -· - / .. ,·~!!.-
.- . Coloquios de· críticos; simposios, mesas redondas, debaten cada vez con mai
J. .
yór · libertad' sobre la crítica y sus problemas actuales. Sin ir más · lejos el ~ .,.
Congreso Internacional de Críticos de Arte reunido en · Canadá en 1970 tuvo_ .
como tema central: Crisis de la crítica: los críticos, ¿son liberadores u opr.i-= >'
J
sores'.
t
·, ·· ~~,-
\En medio de la crisis actual, una tarea parece imponerse con claridad· a 1a.,;
crítica:· abrir el proceso, liberarlo. El solo hecho de que en Latinoamérica~\ ,.
exista conciencia de ello es ya un síntoma positivo. La incertidumbre .sobre .su,,.;·
futuro no pu_ede ser mayor que la que existe sobre el futuro mismo . del arte/ · ·
Lo cierto es que ambos términos se hallan hoy en estado de revisión. Y · eJ .' :
futuro - de la crítica está en compartir arriesgadamente, con imaginación, el.,..
destino de su constante punto de referencia: el arte.
2] -~ L PÚBLICO
discontinuidad entr~ l<;>s mom<:!ntos .1 de ~creación -de los ~rtistas y las -~á~ú.1<l. •'!
de la. crítica- y el' público,. En e1 Perú, por ejemplo, cuando los artist~s .pareé~
superar la ,temática indigenista incorporándose_a un lenguaje µiás~)!nive~~~l
la crítica se orienta en el mismo, sentido, los colec~ionistas se vuelvep a ~.
1búsqueda de obras de color local, hasta entonces olvidadas por el interés ·el
(sus creadores, sus difusores y su público), Bu_enos Aires, Instituto Torcuato Di Tella, 1967. ·r
2s Regina E. Gibaja, El público de arte, lliienos Aires, EUDEBA, 1964.
LAS FORMAS DE LA CRÍTICA Y LA RESPUESTA DEL PÚBLICO 61
ciones culturales transmitidas por los medios de comunicación de masas. Así,
este grupo concurre con más frecuencia a exposiciones y conciertos, muestra
una mayor adhesión a la lectura de libros y escucha más música clásica por
radio."
Es, en todo caso, cada vez más el público participante buscado por las co-
rrientes artísticas más recientes. Es decir, un público que sale de una tradi-
cional actitud contemplativa y hedonista y pasa a desarrollar un papel más
activo; sumándose a la experiencia, aceptando, rechazando o completando la
proposición estética que el artista, con su obra o sin ella, le ofrece.
Dentro de su esfera de acción limitada y minoritaria, este público puede
pasar a influir más directamente sobre el hacer de los artistas y completar, así,
un proceso que adquiriría un rasgo hasta ahora inédito entre nosotros. A este
público, en realidad, se dirige el artista de hoy y a él dedica su atención la crí-
tica. El público de arte tendería así a una especialización, y si el término le
cabe, a una "profesionalización". Y esto se da como una paradoja hasta ahora
insalvable, frente al artista que quiere precisamente eliminar intermediarios
e ir hacia todos .a través de un arte total.
Ante el cuestionamiento que los propios artistas hacen del arte, este pú-
blico nuevo ha de jugar un papel importante. Y es que el día en que arte y
vida se articulen vitalmente en la sociedad, integrándose sin mutuos recelos,
el público de arte dejará de preocuparnos, ya que todos, sabiéndolo o no,
seremos artistas.
, 1 • ; .
- . /, I
\
V
./ /
ción ex nihilo, el primer Museo de Bellas Artes del continente es el de, §a.--~;·_
tiago de Chile cuya fundación remonta al año 1880._ Las institu~iones , eq~i- ·
valen tes argentinas o brasileñas iban a aparecer muy poco tiempo más tarq~ · ·
en varias ciudades importantes. .f -.,;¡ , · : ,
· Durante ·años esos museos que empezaron con colecciones más qu~ ·preqí:~ ·
rias debieron acoger prácticamente todas las obras disponibies que .tuvieraJ i
.un mínimo de dignidad artística. Entre ellas no faltaban las que entoncé"s
erán consideradas "modernas". Hoy, con la perspectiva que da el tiempo, veme\ ·
' que no todo era deleznable en esa pintura latinoamericana finisecular. 1 1¡,.
En la tercera década ciertos países empiezan a despertarse a la autoc9~
cienciaª del arte propio descubriendo que la vanguardia posee una funci0ii .
cultural -por no decir política- de primer orden a condición de saber cari,~ . ·
!izarla. Si no hubiera sido por la precariedad de los medios mucho podía IÍ~
· cerse desde entonces. Los norteamericanos -en ese sentid0-- quemaron 1~
etapas: el dinero público y, sobre todo el privado afluyó en tal cantidad dy'e:,
rante más de un siglo que ello permitió la creación de museos, -bibliotecas, u~f ·
versidades, vale decir, todos los instrumentos necesarios para la difusión de !¡
ensefü~.nza y el conocimiento. {;:. ·
En cierto modo nosotros llegamos tarde para adquirir las~ grandes obr::is' :.
-antiguas. o modernas-- verdaderamente representativas. Razón de n.iás_~ Pª~li
··que nos decidamos de una vez por todas a coleccionar y valorar lo ·-propi~
Quizá no tanto por razones de nacionalismo o continentalismo -atendibles p,qj
cierto -sino principalmente porque esa misma investigación nos ayudará ..~~~
comprender quiénes somos y en qué estamos empeñados. ',
Como punto de partida de esta toma de concien.cia se menciona siempre 1~ ·
. _.,\¾
-~ --:!t.r
1 Stanton L. Catlin y Terence Grieder, Art oj Latín American since !ndependence, N~~} .
Haven, Yale University Press, 1966. . · ' ..
• 2 Dami.á n Bayón, Aventura plástica de Hispanoamérica, México, Fondo de Cultura Econ6j .
mica, 1973. ,. :
\.~ ~
[ 62]
LOS ORGANISMOS DIFUSORES Y LA MOVILIDAD DE LA CRÍTICA 63
Semana de Arte Moderno que tuvo lugar en San Pablo en 1922. Hay que se-
ñalar sin embargo que exactamente hacia esa misma época en México el escritor
-Y entonces ministro- José Vasconcelos llamaba a los jóvenes pintores ~ la
obra titánica de "pintar la Revolución" cuya chispa en realidad había surgido
más de diez años antes. En Buenos Aires también por ese tiempo hay signos pre-
cursores de vanguardismo aunque no de origen gubernamental ni tan "compro-
metidos" como los mexicanos. En 1921 expone en la galería Chandler el pintor
Ramón Gómez Cornet, provinciano argentino que había pasado un tiempo en
París estudiando en la academia Ranson. El mismo año un abogado uruguayo,
Pedro Figari, realiza en la galería Müller otra exposición que va a entusiasmar
a la juventud. Tres años más tarde vuelve de Europa Emilio Pettoruti sien-
do "adoptado" por el grupo de la revista Martín Fierro~· lo mismo va a ocurrir
poco después con Xul Solar, extraño pintor que es al mismo tiempo ocultista e
inventor de idiomas. En fin, en 1928, otro "europeizante", Alfredo Guttero,
torna al país para fundar con algunos jóvenes artistas: Raquel Forner, Alfredo
Bigatti y Pedro Domínguez Neira el llamado Taller de Arte Plástico que iba a
tener gran importancia en la formación de una conciencia artística de avanzada.
En el Uruguay como en la Argentina no serán los grandes gestos sino el
prestigio de ciertos individuos lo que marque el advenimiento de lo nuevo.
Esas personalidades son fundamentalmente dos: Rafael Barradas que vuelve
a su tierra en 1928 para morir pocos meses después; y algo más tarde, en 1934,
Joaquín Torres-García se instala hasta su muerte (1949) en Montevideo, don-
de predicará su "buena palabra" de arte geométrico-sensible.
· Cada país reacciona de una manera diferente a las impulsiones que le
vienen de lejos. Así en Chile, un ministro progresista - Pablo Ruiz- decide
en 1928 cerrar la Escuela de Bellas Artes por dos años y manda a París, do-
tados de sus correspondientes becas, a unos treinta estudiantes aventajados.
En 1930 se crea a su vez la pri_!llera - y hasta la fecha única en el continente-
Facultad de Bellas Artes donde van a enseñar precisamente algunos de los que
estuvieron en París y que pertenecían al grupo Montparnasse.
En Venezuela la historia de la "vanguardia actuante" podría resumirse de
esta manera. En 1912 un grupo de artistas expone unas 150 obras en el Teatro
Calcaño de Caracas. Contemporáneamente aparece el Círculo de Bellas Artes
que trabajará durante años en una labor que consiste en difundir las ideas plás-
ticas nuevas. En 1928 se realiza una exposición importante en la Academia
de Bellas Artes, mientras que por otra parte se ve la aparición de la revista
~álvula~ Después de ciertas diferencias internas entre grupos de artistas, en_1940
se realiza en el museo recién inaugurado el I Salón Oficial Anual de Arte
Venezolano, que no se ha interrumpido desde entonces. 3
Movimientos parecidos o equivalentes han ido teniendo lugar por todo el
continente. En algunos casos las fuerzas de reacción han sido más poderosas, en
otros son precisamente los vanguardistas los que han conseguido imponer su
opinión. La segunda guerra mundial va a constituir un corte neto. Por un lado
quedará suprimido el cordón umbilical que nos mantenía unidos a Europa, por
3 Gaston Diehl, Prólogo al 189 Salón Oficial, Caracas, Creole Petroleum Corporation,
1957.
• 1
'\ I •
1
/ _""!' -
61:
~-, ......_ . .
' EL ARTE'
~
LATIN0AMERICÁ.NO ~EN,_- EL 'MUNDO DE -,H ·
./ /
~ Datos extraídos de la respuesta de Walter Zanini a una encuesta sobre museos de arte
moderno.
5
Datos copiados de la respuesta del Museo de Jl..rte Moderno de Bogotá a una carta par-
ticular dirigida a la Sra. Gloria .Zea de Uribe.
I _...-'r ..... /J., ~~ t
.(_
./ •~.-¡¡..
~ . . ---..~
,_ . ·' - -
. "'
- ·· · ·9t:ros· museos de··arte contemporáneo: '· en la· capital, .e l Aniliuacalli f~nd~a)1
·:. por,JDiego . Rivera y' que' .encierra .alguna de- sus · obras y su propia colecciq-
1
. de arte ,precolombino; y también uno consagrado a la pintura -de·Frida Kahlo
. En, Guadalajara, .en cambio, se conserva. la_.casa donde _·frabajó y -m urió Jos'.·-
·Clemente · Orozco. ,Rufino Tamayo, natural de Oaxaca, ha decidido don ·:
.a-. i~ dudad mi -m,.useo .·con las antiguas .obras . mexicanas coleccionadas .J?9.
·· él_ •Y que servirán de marco a una serie ·de pinturas representativas , dé· et~
.pintor. · , . . ·:.,ll):l'
, , ./ , ., j. .,):.a que estamos hablando de galerías consagradas a un solo gran art~~ta, ~ <!i.
!?t' · gamos que en San Pablo existe un museo Lasar Segall (1967) y en Ciudá'fl
"'- Bolívar ·(Venezuela) otro ·c onsagrado a ese hijo predilecto· que es J ~sús S9tl ·
1
· EnChile encontramos hoy varios centros: el viejo ,Museo Nacional'· ~:I' .
.Be1las Artes; uno de arte contemporáBeo fundado en 1946; y ahora últ!~a- ,,
mente uno flamante llamado Museo de la Solidaridad (1972) que dirige el~c ; - .' ~
cito brasileño Mario Pedrosa y que ya ha conseguido donaciones de artis( ~. -
tan importantes como Miró, Tamayo, Moore -y Tapies.6 . ·;·;
El Uruguay, por decreto de 1911, posee desde ese año en Montevideo ~~- -
Museo ·Nacional de Artes Plásticas en el Parque Rodó. Acabado ·de refacctq; l
\ 1
. •.í
nar7 por . el arquitecto argentino Clorindo Testa, el convencional edificio .Ji1
'- ] • 11
sido adaptado de manera de poder ofrecer al visitante una galería tradicional at
arte uruguayo al mismo tiempo que acoger todas las- manifestaciones conteífi_'f ·
poráneas que pasan por la ciudad. . - -f~/
La gran Lima, que tiene museos arqueológicos como el Larco Herr.e ral y}
el del Oro del Perú, debe conformarse por ahora con el viejo y· simpático edifit'
del Palado de la Exposición coristruido en 1869-1872 por el famos0-ingen.~
~ V l ! E i f t e i . Las colecciones abarcan . desde lo prebolombino ·y\ ·,;m .
colonial hasta las obras peruanas contemporáneas: el local en su nuevo _ .d.1~,
tino fue inaugurado el año _1961. t: ,· :-.
_ En La Paz, el Museo de Arte está instalado en el soberbio palacio nt~f ·
~· ·· de Medina (1775) y comprende colecciones de arte colonial y contempor~;e •. ·
neo boliviano. Tanto en una como en otra de estas dos últimas ciudadei-ma~.,
necesidad de un museo consagrado exclusivamente al arte moderno se hac~ ~~~ .·--;
. sentir imperiosamente. Esper~mos que no tarde en llegar. :~'
. ~ En Cuba, después de la Revolución el Consejo Nacional de Cultura "~!
~ ~
.,- . / 6 Datos proporcionados por Neniesio Antúnez, director del Museo de Bellas Artes~f ,;,
Santiago, a la carta-circular que le envié al respecto. ·-\ .
7 Datos -~ - - - ?tí •
extraídos de la carta-respuesta de Angel Kalenberg, director del museo de Mon,~ , ,
video, a la encuesta que le envié.
LOS ORGANISMOS DIFUSORES Y LA MOVILIDAD DE LA CRÍTICA 67
hecho mucho por los museos. Por de pronto ha renovado el Museo Nacional
que se encuentra en un gran edificio céntrico en La Habana vieja: el Palacio
de Bellas Artes. Las formas modernas y contemporáneas encuentran allí su
marco apropiado con los mismos_ títulos. que las obras antiguas y tradicio-
nales.
La prueba más flagrante de nuestra "incomunicación fraternal" sería el
hecho mismo de comprobar hasta qué punto entre nosotros resulta difícil
reunir material de información. Con todo, no se trata aquí de hacer la historia
exhaustiva de los museos de arte moderno sino de mostrar · más bien hasta
qué punto --en acto o en potencia- ellos constituyen una preocupación de.
casi todos los gobiernos.
Quizá sea por el lado del nacionalismo bien entendido , como los latino-
americanos no dejamos escapar, por último, este aspecto de la cultura, sobre
todo en el caso de nuestros propios artistas. Los dirigentes cuidan en espe-
cial la imagen de los "padres fundadores": el Uruguay atesora celosamente a
Figari y Torres-García; Colombia trata de atrapar su retraso comprando hoy
cuadros de Andrés de Santa María, su máximo pintor de principios de siglo.
Venezuela, a través de sus poderes públicos -pero sobre todo de los priva-
dos- colecciona todo lo encontrable del "profeta" Reverón y también de
los artistas contemporáneos. La Argentina -siempre más reservada en estas
cuestiones- parece no haber entendido aún la importancia capital del pintor
Pettoruti y del escultor Curatella Manes. De todas maneras las colecciones pri-
vadas hacen bastante en ese sentido. Esperemos que en todo el continente los
coleccionistas se acostumbren -como en los EU- a dej ar todo o p arte de su
tesoro al Estado. O gue éste -como acaba de ocurrir en México con la colec-
ción Carrillo Gil- se encuentre en condiciones de adquirir esos importantes
conjuntos.
2] BIENALES LATINOAMERICANAS
Muy conectadas directamente con los museos, los salones, y los premios consa-
grados al arte moderno en general -propio o ajeno- parecen estar las liam a-
das bienales. ¿Se trata de una moda cdtural? En todo caso la iniciativa vino
de Venecia eri donde a principios de siglo se fundó la primera manifestación de
e~te tipo que, si bien ha pasado por todos los avatares imaginables e inima-
ginables, acaba de alcanzar en I 972 su r eunión número treinta y seis.
La Bienal de San Pablo consiste en una exposición internacional de artes
visuales -en -·el sentido amplio- de carácter competitivo r ealizada los años
impares. Fue instituida -:n 1951 y, en sus comienzos, constituía una de las
actividades del Museo de Arte Moderno de San Pablo fundado en 1949. Su
idea fue lanzada po.r iniciativa del presidente de aquella institución: Fran-
cisco Matarazzo Sobrinho.
La Bienal de San Pablo incluye obras de pintura, dibujo, grabado, escul-
tura, tapicería, joyas (a parti r de 1963), arq uitectura, cinematógrafo, foto-
-~\: -
'/
·.>-:~/¡ .
.. '16&:,,'.,._. '.
. ' / _ .:. _·: .- '; ~·- , . ·-, - _,,: -- ,_
. , .. , -<'EL '.ARTE, 'LATINO~ERICANO.. ;;;EN_~
~.<-7'.:: ·:-.-.~\;~~~~-:~~
l:.i;Mlf.~~j l?,~~~
. / _\ ,· ~:··., _:,,, • •, ,· - . . ._ J ' ' ·: - -·,
.. ~ ,'-~ .; en i961. Además .de ia exposición de carácter competitivo .en -que _se .. encu·-
:;~ .'J a
tran pr:enifos destinados artistas nacionales ·al _lado_de · otros·, de_:J~b'ito int :.
... ''>.., nacional~ ·se organizan también, habitualmente, salas "fuera de co_n cursqt
;:fJ. :· ot~as-· de.. tipo didáctico o museológico. . ._ 1 ••• _ · _-- -~
r~>\-_ ·· · ~Hasta ' e1 : momento se realizaron once , bienales; ·siendo interesaiite ·ha:'.;,,,
··_; notar que en 1a primera, que tuvo lugar en 1951, sólo 19 países part~ciparon
mientras que la XI Bienal, en 1971, . contó eón la presencia de ··55 nacioi:í
eh el ·c onjunto de esa manifestación. ·
Existen ·varios tipos de recompensa. Un Gran Premio que fue instituig.
en 1953; los ·l lamados Premios Reglamentarios; 'y en fin otros premios Adcj_ut
ción. Quedando aun otros disponibles que sería largo de enumerar. ·,
_. Es ésta de San Pablo la única Bienal latinoamericana, ·que -has.t a'·.
fecha- ha resultado durable y parece ·que permanente. Muy pronto ·se' _ rna
a .imponer en el mundo entero como una manifestación ·de extrema impon ·
tanda. Prácticamente casi . todos nuestros buenos artistas -a .excepción_de . .unos 1
cuantos· casos- han encontrado allí tarde o temprano su consagración ·def~ni
tiva. Lo mismo puede decirse del resto de los artistas internacionales part~c~ ··'-
pantes en ese concurso. (
. ~ Ji
_· Siguiendo el ejemplo tentador de San Pablo puede decirse que hace · u~g~
1 años las bienales -mejor o peor organizadas- proliferaron sobre el territ~j ,
- I
. ~ _;¿·~
EL ARTE I.:Á.TINO.ÁMERICANO E~ EL MUNDQ DE ·lf~J
rto sólo participan en las bienales internacionales (entre las que resulta imporf ;1
tante la de París, consagrada a artistas. menores · de 35 años) sino que tambiéq;,
enví_a n periódicamente a Europa y los ot_ros países · de América exposidon·~-~
coherentes y bien documentadas de algunos aspectos de sus culturas localési<
entre las que figura, en buena posición~ el arte actual. ~·
/ Las grandes naciones de1 mundo consagran, en ese sentido, enormes sumas .
a la difusión de sus respectivos logros. Las exposiciones se mueven hoy pcf. ·
transporte aéreo gracias a lo cual pueden realizar en un tiempo relativame~f?
corto enormes giras que comprenden casi siempre varias capitales. Este · "s~i:?
vicio a domicilio" ha· hecho sin duda mucho por el conocimiento del arte ant~
guo, del moderno y hasta del contemporáneo. -~...
Ta!nbiéri io privado representa un papel importante en esta obra de con<>:}
cim\ento recíproco. Por ejemplo, el Museum of Modern Art de Nueva Yor1 ~ ·
ha enviado por toda América Latina durante estos últimos años magníficási
exposiciones y no sólo de arte norteamericano, lo que habla bien de sus respon:~
sables que comprenden hasta qué punto en materia de cultura se trata sob:r;é •
todo de ofrecer panoramas completos centrados alrededor de un tema y nÓf , r.
únicamente de ·promover una política cultural basada en un estrecho nacic\ ;
nalismo. ;'
A veces las obras de arte toman el camino inverso. Frecuentemente museos ' ·
o universidades norteamericanas han organizado por su cuenta exposicio~es ii:/~'· ·
nerantes d e arte l_a tinoamericano. Baste mencionar la magnífica que se origin~:
en el Walker .AJ:t Center de Minneapolis y cuyo tema era el arte argentino cotj,~:
temporáneo. _Más importante aún la que emprendieron Sta_nton L. Catlin ,11 .·
Terence Grieder po:r cuenta d e las universidades de Yale y d e Texas y que st:
refirió al Arte Latinoamericano desde la Independencia. Después de habe~ "
figurado en una exposición que viajó por los EU y México el material iba _¾ .
quedar consignado en un libro de consulta indispensable hoy día.8 :Jt~
_.. Sería interesante realizar un buen día la estadística exhaustiva de todos este¾
"movimientos de tropas" de la cultura a lo largo y a lo ancho de nuestro co~
·--t::
s Stanton L. Catlin y Terence Gried er, Art of Latín America since lndependence, New:
.~Jfaven, Yale University Press, 1966. :~¡
·""":.:.?,
.,
LOS ORGANISMOS DIFUSORES Y LA MOVILIDAD DE LA CRÍTICA 71
tinente. Se vería así como entre todos - en especial los más conscientes o más
ricos-- poco a poco se va tejiendo una red que esperamos llegue a ser indestruc-
tible. Eso sí, de ahora en adelante habrá que hacer aun mucho más de lo que
ha sido tímidamente propuesto hasta la fecha. Sólo de esa manera puede llegar
el día en que seamos conscientes, en pleno conocimiento de causa, de esa abstrac-
ción que se llama nuestra propia identidad.
mios. Entre las p rimeras se cuentan becas d.:: perfecci(,n;:,;:,:,: :-.:'.'"."; ~' ,~~t ;:,.-,;e~t:-
gación. Ei Gr2.n Premio consiste en una su rrL?, de ) YJG c.:;~c:;._ -:::.: ,:, <'.;.: :.,.:i~ y se
atribuye d.e mant:ta alternada a la música, iaB leca:: ·-1 Í3 ,.::-~:-:::;t:.-::-o. >:,:~ :,-: ·0:::-ernia I • •
tanto una obra en particular corno urm actitud, k qi.lt- p 0~i:: .-~~:I'.DS }lo.ruar fa.
totalidad de 12. carrera del ártista. En once <1~os, el }•o:::.ó.:.- :-:.~. z.C:.c1.:i:·:.c.c, 600
obras plásticas, dt las cuales 120 irán a un rrmsec, pro~)ic- d.:: :2 iz-1s!~ituciéri y el
resto será renarti do entre d istirnas 2"alerías del D«.ÍS.
J. 1,,_) :.
irruienrio
S·;:, _ • ~- ··on
<.. •- l a . _Ar0·e11t1·na
1 -:i
"· b . • , que es -;1,-- -al U;.
1- ,1 r--·•-i ,-;,¡; r..:..i1-, ·,'i, :,...._ -'~c.. ~01.:!-:~ ..~ c.· , ~r· . . ~.-.. . 1
. ._;_ __ '-·.; '-· .,T11v '-'"'- j_-'' ~; , .h..c:. •• >•• ¡ . U,6.• ~
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., ,;:: ~~ . >,-, --~, 1=: >' ,=-r;.,,,_.y
k- ,. ....
a.r.> ~ ·...... .... r ,~
-~--· .,.__ _
Aires todos los años, existen también otros sz.lon..ts provir,.ci.ales y ha$ta muni-
cipales que, como los rnuseos. dependen d e1 IviinisteriG de Edc.cc:ció:1. En
cambio, las exposiciones argentinas que se ven en el l;!Xt ran jero se o:::igina.n
en el lviinisterio de Relaciones Exteriores, encargado de ese tipo de .represen-
tación cultural.
9 Los datos r.uméricos de es~:i. sección están tomados del artículo de Cccifü. Isc..acs, " La
industria de !a cultura", Fisión, ~3 de octubre de l.971.
•- ~ --~ • ,\ ~ • I ' ·:-;~, r~
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•' •• • I .,
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- • - - • 1 .... ,.., ~ -
/ -: ' ' Antes de ·aeját ese país co~viene recordar aun úna reco~pensa-· a11-ual
vada qll;~· ¿5 ,ya un clásico: el · Premio '-Palanza, muy l?i~n \conceptuado . p~J;:~~
tis~.~s· y·. p~blico q:u~ ven en él: ·una especie . de reconocimiento np-ofici~l f P<?
1
n~r s~~aae influencias del me~io d¡~tinto .en el que' se encuentran actua: d: 1
- .Y quizá. esto tenga: ~:ún 1más importancia- porque de algun·a ._" ~
-y que a su ·vez _
~?-~
-\ oscura manera ellos también "marcan" con- su presencia, .actitud, técnica, a esi ~- . ; ·
mis~o medio que de pronto se transforma en el suyo propio. ·.. · ·\ ._, ·~ -.: __--;
'. ~ste doble vaivéI) es muy útil y tiende fatalm~nte a intet nacionalizarnos, makf ~ .-i
a
que les pese los iIÚransigentes qué sueñan con·. conservar a cualquier~preci~ 1 .r ~
,, ~ ~ ,l;
. _ . ·1cts tra~iciones ancestrales. Y conste que esto no .está dicho -sólo en referencia~ · ·
a los artistas sino, de una manera mucho más generosa y englobante, en,,,..lo~ . .
que se refiere a los profesores, críticos, marchands. A principios de siglo Jaim\ :
_ Sabartés -el amigo de Picas~0-- estuvo e~ Gua:emala; a ~u vez, el gu~temaltecd.,j
Cardoza y Aragón, la argentina Raquel T1bol viven y actuan en México; Marta ;-,_• .
Traba y -Clara Sujo -argentinas- han influido en Colombia y/ Venezuela · res- _~
pectiv~ente; Romero :8re~t no p~a de recorrer el c~nt~x:iente entusiasma~do ~ i_
enfureciendo a sus aud1tonos. Mano Pedrosa, el bras1leno, está ahora radicado· -
· en Chile : .. Los ejemplos podrían multiplicarse aun; no viene al caso hacerlq,._1,.¡;:
Estos últimos lustro; han .sido pues .para el ar~e latino¡mericano de una -gran~
;) intensidad. Hace cincuenta años "entrábamos en la historia.:.'.-y el mundo .tenía}\
la-revelación a eüñaacfituclartísticacffstinta: a veces "comprometida" política<
mente; otras dedicada co_n obstinación a buscar sus propias raíces. En la mát;., ._,_ ·
yoría de los casos ensimismada y concentrándose en la propia catarsis como~¡ .
única vía de liberación. · · · -~
Muchos de nuestros artistas figuran hoy entre los indispensables en U!}a vistá:!~.
de conjunto que abarque toda la cultura contemporánea. La toma de concien5 · ·
cía -de esa universalidad nos hace bien y nos hace mal. Bien, porque parecen =-~.
definitivamente superados los escollos que nos apartaban de la ·"gran fiesta" ~
de los otros, de los que solos parecían poseer la tierra para gozar de ella._ Mal, i;,
_porque jóvenes en la gloria podemos entenderlo todo equivocadamente. Siri i
comprender que cualquier marcha del hombre es un ascenso y no únicamente ~
una búsqueda sin fin. . . t·
Después de venir_de la oscuridad he aquí que llegamos al fin al lugar aser' J~ _
leado de la escala. Hay que tratar de subirla cada vez más alto para merecerla . . .;,,_
·. ~
..
•
VI
Mercado, gusto y producción artística
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ANGEL KALENBERG
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EL ÁRTE
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iATi~óAMERICANO,~~~ ~ ~L-,MU~'oo i>E iJt
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la·' piñtura in~al:.m exic.~1__1a o la ~magen~· e~angüe ofrecida por los qué toda~
_no ·erali. consdentes de fa tierra que pisaban. Había, como siempF~, 'claro:est
· ~cépcioñe~.~·:EJ. ejemplo de lucidez y coherencia del ardoroso y p'blémico .urµ
. . gua-yo Joaqu1n__Torres-G_a rcía· es más que- suficient_e. . 1
.
-:Hoy no se puede ser otra cosa. Oye Caifán, todos necesitamos algo de qué agarrar~ .
nos. Yo sólo veo eso. Eso es lo que se ve, lo que se toca. No Grecia. No México, no· .
nada; el mundo se llama Paramount Pictures presents.
. J~
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MERCADO, GUSTO Y PRODUCCIÓN ARTÍSTICA 79
-Seguro. La bandera de Revlon. El himno nacional de Disneylandia. El ejército
de General Motors. Los países se llaman U. S. Steel, y Hilton e IBM. Ése es el pinche
mapamundi de hoy. [Carlos Fuentes.]
.
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- ... • " ~ \ r ·•: ~ ~ ... .., • ,- • ~
,1 . ·.Ce_.,~ • • / • • "' ... ·- ~ :....
., ...:condfcionamiento. Ya no se·· pinta cofnó ·en-Nueva Yor-k, se-pinta. para N.ue _ 1
! .
York · ·· · - -,
,,., · ·,. -¿Y _el gusto? Bien, pero, ¿qué es el gusto del público? . ·- ' ''
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l,!~a .co11:stant~
histórica en el do~iniq · de. las. artes visual en i'a.
tu~a' moderna es que no ha experimentado procesos evolutivos propios y aut~¡{ ·
~ e~ -A:11éri~a ·. '.~~t
nomos ni emergentes de procesos aje_nos, con la excepción de la escuela u:rugu~1_~ ·
- ya de 'Joaquín '.:forres-G¡irda, llamada _" Universalismo Constructivo'_'· -dé fe~L •.
cundo y vigoroso desarrolle- y el .m,u ralismo mexkano (a pesar•-de ·ias rem~1•.:
- niscencias "renacentistizantes" de alguno de sus · cultores: Diego Rivera),'' qti_~ -~ '
sucumbió ·al panfleto en su pretensión - literaria de elaborar ·-ia: é:ulp_a , (lá_- . d,~-_,..'
deperi~encia) a través del a:mericanismo. · El resto1 siempre ·estab~t -~eferido ~-~J -C#- ,
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EL 'ARTE'. LÁTINOÁMERicÁNo-
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EN
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EL :MUNDO:fnE. •
•y.
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Artesanía. A los efectos de este capítulo hemos de entender por artesanía to-
das las manufacturas. En el período que nos ocupa, no sólo no se ha producido
una aceleración de tendencias, equivalente a la que se da en el campo de las
artes plásticas, sino que se consuman hechos más bien anómalos. Países con una
artesanía prehispánica rica han declinado de un modo sensible. Esto, acaso,
puede atribuirse al hecho de la demanda de un turismo internacional (otra
de las formas de penetración e influencia del Imperio) ávido por adquirir las
"american curious", lo que induce a los productores manuales de cerámica, al-
farería, cuero, tejidos, instrumentos musicales, madera, metales, platería, a la
"serialización" de su obra. De aquí al adocenamiento, al amaneramiento y
la decadencia media un paso, el mal paso que las condiciones del mercado le
obligaron a dar.
Pero aún en estos países un sector de la artesanía, aquel que n o sucumbe
a la presión del consumo rescata la raíz folk en su producción y, a través de ·
ella, acaso dote de sentido a la propia producción artística.
Países como Venezuela y Uruguay, en cambio, sin el peso de la tradición,
han logrado crear una nueva vía de expresión legítima para las artesanías, esa
traducción espontánea del modo de sentir col"ectivo de comunidades humanas
que convergen en un común sistema de referencias y valores, para afrontar y
enfrentar la vida, el mundo, el hombre.
Diseño. Desde el apogeo del diseño (entendido aquí en el sentido más lato
de design, y no sólo como equivalente de diseño industrial) operado por la
Bauhaus, hasta la aparición de las teorías lingüísticas y semióticas, aplicadas a
éste, hubo un largo interregno de estancamiento, reiteración al infinito de
"hallazgos" que en un tiempo lo fueron. Acaso, la única y perceptible trascul-
turación sea la del diseño del señalamiento en el tránsito, que se ha constituido,
a estas alturas, en un código también universal. El resto sigue siendo el páramo.
Una solitaria y sacrificada y tenaz labor de Basilio Uribe (gerente del. Centro
de Investigaciones del Diseño Industrial, en la Argentina) es la sola apuesta que
alguien -influido por el exterior, o no- ha formulado a nivel continental.
A su esclarecedora labor teórica, así como al sostenido programa de exposiciones
y estímulos a diseñadores y productores, permite augurar que, a partir de la
Argentina (donde, además, esperan radicar un Centro de Investigación del
Diseño, a escala continental y con atribuciones pedagógicas) pueda salvarse
este hiato, de inevitables con secuencias cultur ales. Es frecuente, aún hoy, escu-
char el calificativo de "futurista" para todo objeto de consumo que evada en
algo las normas del mal gusto que abunda desde los negocios de bricolage (tan
kitsch, en sí mismos) hasta los grandes centros de distribución comercial (que
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"\r1ven ·d _el k_it~~h: ªl!n cuand<;> en _sí n,iismo"s pu~dan ·no s'erlo)._-- Uribe ·- dirá 'a ·"·
~·' ·própós,J.~o,':"~oh él (el producto industrial) se·exterioriza la ·conciencia.ae~do -
. de la::indtis~ia~ incapaz de crear arte, pero capaz ·de ·propicia:r: la aparición ,,
t- i, : ·J. .. jiµe_;v,9_~'. _91:>jetq,~· e~~étic~s de nattiráleza no ·artística". Esto, d~:5de luego, c<?~ ·.
:'. ,:·; ,- , '. - ·_I?uii:Ia 'á,.)á. ·1:ultúra~· pero a la c_ultura 'de másas. Disminuiría, al propio tie_ mp .
1
'.1¡,\ -~i>: ~I_,-decg(age ::eµ·tr,e artes mayores y menores, esa inútil, esterilizante -Y frustra~.
· :'°,. · _ é'nteléquia•intelectual. , ·· /'
-.. J • Claro que, como lo típico del" subdesarrollo es estar "saturado" de obj'
.. ¡
de consumo y despojado de objetos de producción, el diseño no puede· _·;na:
. ... en la sociedad de consumo que es la sociedad subdesarrollada.
Como subdesarrollados, según hemos visto antes, somos consumidores; consu~I': · .·.
dores·- de información y no sólo de útiles. Pero este consumo de informaciones ~ ' ·. ~,
y yolveremos sobre ello más adelante, consumo de ideología. . .~,.
. La creencia en que los "medios de diiusión'' disminuirían el décalag~ entref · ·
el arte y las masas (hipótesis que encuentra su más apasionado defensor en .'.~.i,
suizo René Berger), trajo los mayores equívocos al mundo del arte: cuanq~ ·'
el arte trata de transformarse en mediC? de comunicación de masas, cuando · f
;_. a_rt.e olvida que, en definitiva, "el medio es el mensaje" (McLuhan) o "el se1t .
t1do no existe fuera de la forma, él es la forma misma en su transparencia¡
(Boris de Schloezer) , esto es, cuando el arte asume un significante ·extraño, ·fra\
casa. ¿Por qué? Porque usando la misma metodología de -los medios de com~:~ .
· nicación masivos, el cuadro en lugar de trasmitir una elaboración plásticiif :
1 , :, trasmite un eslogan, habitualmente político. El problema surge, pues, por ;;~ bi ·_.
", _ ( ·· hecho de que el mensaje sustituye al arte, el significado sustituye al significanti <
, :. · ;'-:~ Entonces, el arte pierde su ciudadanía ante la crítica y el consumo, para tra11~ ·:
\' · , · formarse en propaganda. ·. :~W
La. premisa de este inciso se hace, por esto mismo, discutible en grado surrib' -:
si nos proponemos desentrañarla en algunos de sus sentidos posibles. Pe~
además, será necesario señalar, desde ya, las dudas metodológicas que nos pla~.,, ·
tea su posible desarrollo. · - - · ·.i :
Eh __primer lugar, la expresión "medios de difusión", que nos remite _'~e«: .·
inmediato al término "cultura de masas", de por sí compleja, se ve oscureciqf .
por dos razones. Una accesoria: no se distingue entre los diversos "mediogt~ . ·
trasmisores de mensajes y todos sabemos que no es lo mismo el cine-pintura:¡( _·
aún el telemuseo que la televisión; que entr.e los libros, las revistas y las di~ •.
positivas _(diaporamas i~dusive). ha_y diferencias sustanciales. Otra, funda~~í& .
tal: la acción de los med10s de d1fus1ón de una cultura de masas es una reahd:i~).' ~
distinta para cada una de las áreas de influencia del mundo. · · '.~ '. ~
En la subdesarrollada América Latina, en el curso de los últimos veinticin~ >
años, las cifras relativas de tenencia de aparatos de televisión (para citar 1 'J ~
·l:
.... ·•:~
.,
. MERCADO, GUSTO Y PRODUCCIÓN ARTÍSTICA 85
indicador, tan sólo) pueden considerarse entre las más altas. No hay más que
recorrer las precarias construcciones de madera y lata de los cinturones urba-
nos ("villas miseria", "cantegriles", etc.) para verificarlo. (Lo que no ha lle-
gado aún, o llega con sensibles atrasos, es la sofisticación electrónica.) Y esto
no es casual. S_ucede que el neocolonialismo se alimenta de los medios de comu-
nicación. Y esto vale no sólo para las metrópolis sino también para las· :cfases ·
cfominantes locales. Aquél las infiltra; éstas las detentan. Por su intermedio
s~ trata de retrasar el desarrollo: el consumo de ideas, se sabe, trae fatalmente
una nueva conciencia.
Los "medios de difusión" pueden agrandar o acortar el décalage (el décalag~
informativo, únicamente) según al servicio de quiénes estén. Porque tienen un
carácter instrumental y éste posee un sentido, su dinámica, su modo particular
de trasmitir, el informante es el que determina. Los "medios de difusión", pues,
por si mismos, no lo aumentan ni lo disminuyen. Lo dan de un modo diferente.
Hasta la aparición, en la década del 60, de Caracas o La Habana o Santiago
de Chile, fueron México, Buenos Aires y después San Pablo los polos de irra-
diación continental de la cultura (tanto "tradicional" como "popular") en ge-
neral y de las artes visuales (desde el grabado hasta el cine) en particular. En
dichas ciudades están instaladas la mayor parte de las impresoras y distribuido-
ras de revistas de quiosco, de literatura adocenada, de publicaciones periódicas
de divulgación cultural (historias universales y nacionales de la cultura o de
algunos de sus aspectos, etc.) así como las empresas editoriales que, a imagen
y semejanza de las viejas casas europeas o norteamericanas, funcionan en la ór-
bita de la cultura "tradicional", y por ende acceden a una minoría, para la que
al fin de cuentas están constituidas. Se llamarÍ Fondo de Cultura Económica,
Siglo XXI Editores, Sudamericana, etc., e incluyen en sus catálogos libros sobre
las artes plásticas de América o de la tradición europea occidental, a veces cuida-
dosamente editados. Si el primer tipo de publicaciones logra entrar en hogares
donde las artes visuales· estaban limitadas a las láminas de almanaque recorta-
das y pegadas sobre cartones (en los mejores casos), aparentando disminuir el
décalage, el segundo tipo de publicación, aunque tiene su cuota-parte enaje-
nante, quizá contribuya más efectivamente a reducir la distancia que media
entre la obra y el receptor. Volveremos sobre esto.
En lo que al libro respecta es necesario establecer algunas precisiones. To-
davía el primer tercio del siglo consideró el libro como un vehículo absoluta·
mente solidario con su autor, cuando -Y aún suele ocurrir- éste se encargaba
~e su propia edición, pagándola primero y regalándola luego. Hoy, al entrar
en un mecanismo de oferta y demanda, respondiendo a los intereses de editores/
distribuidores, el libro cae en una zona intermedia y arrastra hacia ella al autor
que no esté muy afirmado en su terreno, determinándolo o influyendo en sus
productos. Hasta una novela, género que fuera favorito de las editoriales, ten-
drá que someterse, entre otras exigencias, a las de una extensión prefijada, por
ejemplo, por el formato y dimensiones establecidas como ideales para la colec-
ción a que está destinada. El editor, sopesando veinte años atrás el muy ex-
tenso manuscrito del uruguayo Juan Carlos O netti y sugiriendo en forma irrefu-
table una reducción de doscientas páginas como condición para que la novela
:~t_·:tl~~t->T';~,:-t> '. -_ /:·.t . -;•- ..,. · "' . -~<:/:;,, . · -::~ ~--~:- ~,-,~- _._ ~ . ,-
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-~epresent~tivo de muchas _-iilgerenci~s· que· el pudor de los --au(
.)·es no publicitó y qüe jalonaron la larga historia de· un,- estilo editor'ic1;I: _1.
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' :/ ,. _ · D~ás est_á decir que absolutamente todo · lo que J:iemos dicho respe~to d·
~- . - .'e scritor es- traducible, sin chirriar, al cambio de la"" shuación de la pintura y la
".( • j escultura. .' ~-
\ 'En :lo que· ·tiene que ver con el cine y la televisión son también las dtidade
más 'i :rríba nombradas las mayores productoras, pero -sobre todo de la obra: d·e_
peor gústo. El cine y' la televisión culturales, con los descuentos que le haremos,., .
más ,adelante, resulta insignificante cuantitativamente hablando. -Pretend,.e r qü~~ .
' c~naíes de comunicación tan valiosos contribuyan en algo al acercamien.to de~j ,
público ·a· la experiencia artística es, lamentablemente, una utopía. Los tapú~ ·.
t-J ··· J•l · par.i teievisión fabricados en los Estados Unidos, que se suman a los vernáculos:\ -
inte_~ tan casi pura y excl usivame~te la domesticación paula_tina ~e nue~tros~j -·
1 1
pubhcos, cuya len~a comun se desintegra en aberrantes d_obla1es. ?1os y_ 01do~,J '
pues, se ven sometidos a un constante bombardeo .que s1 no ha 1mped1do ha~h •
-por lo menoS- logrado demorar la maduración plena y efectiva de un~/
conciencia colectiva (único antídoto contra toda enajenación). i/f
Pasamos ahora a tratar de esbozar algunos perfiles posibles de lo que po~~,,
dríamos llamar una toma de conciencia de los pro y los contra que conllevái .
la -idea de que es viable disminuir el décal_r;ige a través de los medios de comuní-~ ·
cación de masas. Si nuestra respuesta parece inclinarse por los contra, no
entienda que rechazamos los mass media después de haber estado "midiendoJ .•
s~f :
y comparando el mecanismo y los efectos con un modelo de hombre del Renad!j .-
miento" (cf. Umberto Eco, Apocalípticos e integrados ante la cultura de masas)~i
Los rechazamos porque los vemos proponiéndose sacrificar la capacidad de dis~
cernir e ir elaborando un pensamiento crítico en aras del mantenimiento del_~
statu quo. Como contrapartida, quizá sea necesario precisar que dicho sacri:l
fido parece también sumamente peligroso en aras de la aceleración del desarro-i~ ~
llo económico. · · ~' .1. _
La aproximación entre los dos té~minos de la ecuación cultural artist~~I
público supondría la búsqueda y el logro de un lenguaje claramente inteligib1et.·
por parte del primero, o, en el segundo, una creciente capacidad para comprent~i
der dicho lenguaje en todos sus sentidos. ' .· ;J,j1
· Al artista se le siguen atribuyendo funciones sociales tales como el de me;>\~ ·
dificador de la realidad o intérprete crítico de la misma, vidente de un futuró~f ~
y cabecera de puente. Esas funciones lo sitúan ·en una posición distanciada
lq masa, en un rango.
Benjamin, con su atención puesta en un panorama europeo, le atribuye a 1a:j¡,
· '~ ~
d~,·
masa _"todo un :ºn~unto de nuevas a_ctitudes frente la obra de arte"; pero ª. é~J .
Aménca, mayontanamente, estas actitudes sop. negativas o absolutamente pas1-~. ·:
vas; es decir, o rechazan sus especulaciones que implican un cambio o le vuelvenj .
la espalda. _ ·-~-
La difusión a amplios niveles· 'del libro, del cine, de la televisión, amplía-· ejt .
sector de consumidores cultos,. semillero del cual surgen los propios creadoresj
también incrementa el sector de los que por su carencia de selectividad son e11:¡ ~
globados sin ganar modificaciones esenciales. Las revistas de seudodivulgaciónt~ '
' . -~ .
MERCADO, GUSTO Y PRODUCCIÓN ARTÍSTICA 87
los digestos digestivos que le están destinados cumplen en ellos una labor de
información esquemática, tergiversadora por superficial, en un campo que ni
siquiera roza el de la cultura.
Ese público reclama de los medios de difusión antes que nada entreteni-
miento. Y esto es natural. El subdesarrollo económico obliga al hombre .ame-
ricano a trabajar con bajo rendimiento, hasta el agobio. Mientras las posibi-
lidades del tiempo libre se mantengan en un plano meramente teórico, mientras
la realidad sea la opresión económica y la falta de legítimos estímulos cultura-
les, el fin de la jornada enfrenta al hombre con su televisor, o en el mejor de
los casos con un libro, ya agotadas sus energías. No puede esperarse de él una
actitud exigente y rectora, un rechazo positivo. Embotada su visión crítica, la
masa pierde la posibilidad de dirigir o de influir en los productos que, en cam-
bio, la dirigen e influyen. El creador no podrá esperar de ella en tales condicio-
nes sino la resistencia al cambio y el peso inerte del lastre.
La televisión, pongamos por caso, se beneficia de esta pasividad. Tiende a
ser una significante que prima por sobre su significado, o aún más, tiende a
rechazarlo, a remplazarlo. No importa tanto lo que se dice en esos programas
culturales, en esos informes o paneles que suelen mostrar el punto de más
visible exigencia dentro de los planes de difusión de los canales, la preocupa-
ción recae sobre la "presentación", la juventud, la apariencia o la voz de los
que participan. La importancia monetaria de cada minuto dentro de espacios
que se traducen en cifras siderales hace que un corolario pueda ser acelerado
o cercenado quedando incomprensible un desarrollo, siempre que el cierre téc-
nico sea inobjetable. Si la finalidad aparente es la d idáctica, la superficialidad
hace el papel d e la brillante síntesis.
En el mismo grado en que los medios masivos de comunicación están en
manos -por no decir a los pieS- de poderes con intereses económicos, tradu-
cen dichos intereses a través de cada una de sus expresiones.- Así como en la
economía de los cambios fonéticos el hombre tiende a limar las dificultades de
pronunciación que lo obligan a un mayor esfuerzo, las formas más populares
tienden a redondear toda arista, entregando un producto que no choque los pre-
conceptos, los ideales de vida, la naturaleza misma de su público. El principio
implícito es el de la concordancia, el de la sumisión. Un mundo algodonado
acoge al espectador, que sabe sin sobresaltos que el happy ending espera al fin
de la película o de la serie, al fin del noveioncito de quiosco. A veces la denun-
cia de carencias o fallas sociales parece apartarse del esquema habitual; pronto
lo .vernos reingresar en éste por la vía, absolutamente rosa de una colaboración
del público que remedia (remienda) las situaciones. (Programas de la buena
voluntad, etc.)
A veces aquelios intereses de que hablábamos más arriba se disimulan detrás
de una obra culturalmente válida: la divulgación de expresiones artísticas es
utilizada como un medio de rodear de prestigio, también evaluable, en tér-
minos económicos: colecciones de arte, publicación de revistas o ediciones de
libros por parte de fundaciones o de instituciones comerciales, dirigidas por lo
general para un público de élite. En este caso se les niega prestigio a los gustos
de la masa.
;:-"'·.-e•"~-~-~- •t/~' / •{ ::.'t~:•. : -, :_-_:' • • ', !, ~.'. I 7' •
• :·· -~ . ' .. 'l .. . ;:"" # \ • """' ,.-:"' - •
, Los servicios· q~e los ·niecanism'os_'de -difusión o'fiecen -'·al arti~ta ·acarrean .
] ,:_ ... •, __. . . . . & '· -, ' •
¡ .
.
belas disjrµuladas :y graves. Pueden neutralizar· rebeldías -ciertas expr~sioñ·
artíi;t~c~s s~lo. serán aceptadas en ciertos medios de dif1.:1sión, o ·sólo se a:ceptai'." _
·si re~p o_n den a _ciertas tendencias. Asf y todo Íos medios de difusióri se hfn
plásníacio al nu'evo, ·innegable interés que el público de los núcl~os de ::may'B
homogeheidad .c ultural -el cono sur, por ejempl0- han demostrado pbr Rl:_ 1i
obra~ qué acarrean connotaciones politicosociales, cual se traduce en una_pi:~.. .:.
_fusión inabarcable de ·las mismas. · ·
Pero cabe· que nos preguntemos si la función de puente entre ,la obra q.e -a~t ·
y el público es la que deben cumplir los medios de difusión. Ya que si Jq~
hemos enjuiciado negativamente es porque han sido mal em.pleados. Pregu ,':
témonos, por ejemplo: ¿Deben los diarios y las revistas, la televisión y el ci , ·
ponerse al servicio de la pintura y la escultura tradicionales para reflejarlas , ·
sus hojas o en sus pantallas? ¿O deben convertir a sus h"bjas y a sus pantall"_
en instrumentos significantes de contenidos nuevos, _de significados propios? -
Sin perjuicio de la importancia que en _la enseñanza-institucionalizada tieA- · .:
el uso de textos ilustrados, diapositivas, películas de arte, etc., pensamos que·'ª ª · -~
función primordial del arte no es la didáctica en un grado tan explícito. - ~Y ·· ·,
lenguaje no es sólo informativo y es este rasgo el que ha sido subrayado por 1~ '
general. · ·/41 ·
·t os medios de difusión contribuirán r:al y decisivamente en la disminució] j :
del décalage cuando se conviertan a sí mismos en principio y fin: el día q~1 ·
el cine no filme un cuadro de · Matta sino que se proponga expresar él misrrfQl -
de ·manera intransferible su modo de ver el mundo, el día que la te_levisión if<U _.
recorra con sus lentes las partes que componen el monumento cósmico de Joati
quín Torres-García sino que se propongan expresar con los medios técnicos qué1 ·
posee, que constituyen lo que es, ·la uni_d ad en lo vario característica de nuestr-\ { : -
/ cultura. ·· .; 'li ·
~
VII
La crisis del arte en Latinoamérica y en el mundo
JORGE ROME~O BREST
a] Crisis o disyuntiva
Todo el mundo dice: "el arte está en crisis", refiriéndose menos al arte que
a las artes visuales, y de ahí el título impuesto a mi ensayo, mas no se acierta
con la palabra. Crisis significa "mutación considerable que acaece en una en-
fermedad, ya sea para mejorarse, ya para empeorarse el enfermo", y aunque la
mutación es considerable en el campo de aquellas artes, no cabe diagnosticar
de prisa una enfermedad.
b] Método
,._.,,,.'\.
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-i.L':.
____\ ft .,:· t•> • ~•
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'/ ,
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. '' ?,9Q.·.-.>- )> ·.;;. · · EL- ARTE, LATINOAMERIC~O EN EL· MUNDO ~DE "..Hei} .
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: t,'r-_ .
•
□ P.o;qúe si, bien . el IJJ.arco limita ·1a creación (tesis), er:::artist'a trasgred_e lq{
1
:: _·. ·_ · , límites ,,que impone '(ap.títesis) , provocando una contradic~ión' que -pued~
/ • ... • • '.
·· ' ·--:. '.<r.ésolverse (síntesis) o -extr~marse hasta el punto de que recomience el ciclo;
· : ·_ [J ' ¿Nor es _más importante la relación entre -el contenido y la . forma de cada ,•
'· modalidad?' · · ,l1• F.:.. ..,t-
.
;-;- - -~ . No-'d igo .que 1~, relación marco-~odalidad sea más o .men~s imp~rtá.nte;·-d}goi~. : '.
.que es la pertinente para considerar el proceso hacia ·el cambio, pues ·sóio :~ ·
e~la permite comprender cómo han operado y-cómo operan las obras de· arte:$ ·"'·
visual en un momento dado. .:,~'1s'Af >
D ¿Pertinente? '."1¿
□ · Sí, _pertinente. Empleo la palabra como los lingüistas, para indicar que, por~~ ·,
ser primaria y constante esa relación, ha de· hallarse en ella el sentido ope-~":t
rati;vo de las obras de arte. j .
~~:~-r.
.~1~tv
-·
·-i
~l",...
2] PROCESO HACIA EL CAMBIO J.C.( .
•: ··*-.
,.:J:.i
a] La contradicción , ~ .
./f.
El comien_zo. · Entonces destaco que a los iniciadores del arte moderno (fauves; -¡f; .':
expresionistas, cubistas, 'futuristas) no se les pasó por la men~e que podían hacer tJ, ·
otra cosa que pintar cuadros de caballete, modelar o tallar estatuas y sus deri-.\j ·.
vados, grabar en planchas de materiales diversos: a nivel de los marcos no hubo ~-
cambio. , ~={
Mas, ¿o~o ,en tales marcos sólo podían representar personas, cosas, fragmen:·-'{j .
tos de na~uraleza ... , gradualmente_ forzaron sus alcances hasta romper la uni-:",i",.
dad espacial en los cuadros y la umdad de masa en las estatuas, creando moda- .\7' .
lidades que empezaron a ser antítesis de los marcos. ,¿;/
.,.,.,;n.~
,
''1;
'D Pero ellos se proponían liberar el instinto, intensificar la fantasía, resolver -~f~ ,
b] Avance y retroceso
Pop Art. Años después pudieron llevarlo adelante los pop, y eQ. parte lo hicie-
ron creando el happening, pero también ellos pintaron sobre todo cuadros,
limitándose a limpiar las imágenes de esas notas redundantes (desde el punto de
vista de la información) que antes habían deleitado a los aficionados. Y Olden-
:..~ ...,. ;. )· . .);.¡'. .1 1 • '( ' r
~os _dem4s. En:tre los pintores que no eran pop la confusión ha sido tremeqg ;.:,
,, .: "e_n la pasada. década, quien más
quien menos insistiendo en .caminos de ··cor(~ ~ lf:
.alean.ce, ne~expresioriista~ y neofigurativos cuy~ . gl_oria ha ; sido _m uy · efírri.e!~ _··?
· Con excepción de Franc1s Bacon, que logró _v1gonzar el cuadro de caballet~ ··
por el sarcasmo, ya con fatiga también éL · ·· ... . · . \'.~ -
Algo menos confusa fue la actuación de los escultores, que por respetar l'i r-.
l • masa en el espacio debieron ser cautos. Pero tanto las. máquinas inútiles ~e~-.. ·
Tinguely co~o las expansiones de César no consiguieron eclipsar a Hent Yi~f';
Moore, creador de estatuas hasta hoy. . :.~ ·
En cuanto a los que se orientaron hacia el despojamiento, se afanaron estéril~r _
mente en conservar el cuadro y la estatua convertida en construcción o en 4~f .
sar_ticula_tj.a presentación de sus elementos, apelando a la desnudez d_e l plan:~.~
/ (e~presionismo abstracto, Hard Ed~e), _del espacio apenas anotado (~)a':i,~ ..,
Sm1th, Anthony Caro, estructuras pnmanas) y de la masa carente de s1gn1~1.~ ..,.
cación (Minimal Art en el sentido más amplio). . ·~1 ·
Párrafo· aparte son los grabadores geometricos, incluidos los practicantes 'd~JJ ",
Op Art; y de algunos pocos figurativos, quienes favorecidos por los procedi~~' .. :
mientos nuevos para imprimir y por la escasa duración de las estampas, volvi~; ~; .i
ron operantes a imágenes-signos que no lo eran cuando las pintaban o _COJ:1:~;-~ ·
truían ellos mismos a veces: Albers, Paolozzi. '~--~:
A todos hay que reconocerles una maravillosa capacidad sensible para corri}i .
poner obras con elementos simples, llegando a una extrema síntesis forro~( !.:·
\
Aunque al trasmitir una información pobre, dando existencia oceánica al Ser~~: .. _
casi anémica, y eliminar la posibilidad de co;nunicación como no sea entr~,. ell_Qi :;~
y sus críticos, precipitaron la caída del arte visual en el abismo que ,se venj.~J ~-'-
. do.
prev1en ,:-:-~:: · ~~
·~-
..·,,,;-:,. l .
c] En Latinoamérica .·:ir-
. :~
·
.. ,1.., ~
Primeros siglos. Dos palabras sobre la costumbre de recibir y no gestar iaj.~ .
puesta desde el principio a los pueblos latinoamericanos. Como que prim~!~l .
recibieron el arte barroco en perjuicio del autóctono (México, Alto· Perú). · Y ! i
luego el romanticonaturalista de la mano de pintores y grabadores europeos, '.-t~ i ·.:
quienes les impactaron sólo por los aspectos pintorescos de la realidad coloniaJlt ' {
Y c_o_~ Q. recibir es aceptar, lo c~l!_trari~_~~---q_~él_!:,__~~en4q _c:rear -el:_jnodo. s~;': ·:
perio:r-de vivfr~·¿poélíañc rear los artistas nativos si acepta~do no p r ~~L
ese -mocto de vivir? 0li
et;,.
-. 1~
"-~ .
D ¿Quiere decir que no había motivo en la Colonia para que pintaran cuadil ::
y tallaran estatuas? ._ _ji ' _
¡·.·..
1i"
LA CRISIS DEL ARTE EN LATINOAMÉRICA Y EN EL MUNDO 93
O Salvo el de complacer a los europeos, no había otro.
O ¿Es decir que el Aleijadinho o los pintores del Cuzco o los que tallaron el
púlpito de la catedral le Jujuy hubieran hecho otras cosas?
□ Nunca lo sabremos, pero es fácil conjeturar que con libertad se líubieran
manifestado de otro modo, auténticamente americano.
O Pero hicieron obras valiosas.
□ Supieron aprovechar la pequeña cuota que les dejaron para ser originales.
Luego los aquejó un complejo de inferioridad paralizante, intensificado
cuando dos siglos más tarde se dirigieron a Europa para estudiar, en las
mismas academias de donde procedían sus "profesores" en América, sin que
los impresionistas y posimpresionistas les pudieran hacer mucha mella.
~-.-,.:-.\. _E] Es ci~rto, _pero ¿cómo podían 'potenciar esas formas -p rendidas con alfiler
· _ ' •que traJero1,1? . · · · '.• · ,
·, □ : ¿~inguno ·-venció la impotencia? .
D Los -que · _d e alguna manera se resistieron a la importación: '.SpiliID:berg
Victorica, Sibelli~o, Batlle Planas, en la Argentina, Reverón en Vep.ezuel.
Volpi en Brasil, pero tampoco ellos con decisión. moderna. . Las grand ··
ciudades· eran aldeas todavía y la hibridez fue inevitable. . :'· _,,. _
. - I.
' . ·,.:'$. '
.
~
.. --~, •.
J .
Después y .hasta ·hoy. El primer intento para superar la hibridez fue de losj~-
- concretos argentinos .en los años 40, ·pues .aceptaron franc·a m.e nte el dogma d~~
lvfax Bill ,Y Georges Vantongerloo, e hicieron las cosas tan bien como ellos·. ffoi
q~e no volvió a ocurrir después que se incorporaron indiscriminadamente a ~lg ,.
, corriente de "arte moderno" artistas figurativos, abstractos y cbnq-etos de -Ga~ 1. •
todos . los países, mientras los públicos iban aceptando también las obras quj!.
hacían a semejanza de las europeas primero y de las norteamericanas despuéi ;
Desde luego aludo a los que hoy crean "a la moderna" en marcos. tradici<k~ : . ,
nales, vivan o no vivan en sus propios países. Entre los segundos y para citaft
solamente a los 'indiscutidos: el chileno Roberto Matta Echaurren, el cuban0
' W1fredo Lam, los argentinos Alicia Penalba, Antonio Seguí, Maur:_icio Lasa~skyíj
y Marcelo Bonevardi (sin olvidar al más eminente, Lq~io Fontana, muer~o '" .
hace muy pocos años), el brasileño Arthur Luiz Piza, los colombianos Fe:r:nan,dó ~:
Botero ·y Ornar Rayo, el guatemalteco Rod.olfo Abularach, la boliviana Marina ._f. "
Núñez del Prado, el reruario Jo~quín ~oca-Rey. -'~"l
Respecto a los p!1meros la lista sena muy larga pero, ¿cómo no destacarX
al colombiano Alejandro Obregón, al alemán-mexicano Mathias Goeritz, a l<;>s,~ ·_ .
mexicanos Rufino Tamayo, José Luis Cuevas y_ Alberto Gironella, a los argel!•-=t·
tinos Antonio Berni, Roberto Aizenberg y R ómulo Macció, a los venezola~osj . '.
Alejandro Otero, Mercedes Pardo y }-Iumberto Jaimes Sánchez? · · ,. "': ·
Unos y otros, así como los que abandonaron los marcos tradicionales, poJ±ij!
.ejemplo el argentino Gyula Kosice y el colombiano Edgar Negret,. han traba-~~
jado con honestidad y en legítima búsqueda de mejor ajuste personal, per9 ·•
sin quererlo configuran un síntoma grave en este subcontinente, porque se ~
incorporan al "sistema" cuando tanta falta hace combatirlo en esta América~
poco desarrollada. Hacen un arte para museos y colecciones, sin resonancia -./!;.
_.. ·por supuesto con operatividad limitada. · '
. l'
I
O Hay una contradicción en sus afirmaciones. Por una parte ataca a quienes
crean "a la moderna", por otra a quienes conservan la simbología autóctona.
O La contradicción es de la realidad latinoamericana, de modo que los ataco
porque no comprenden su dialéctica, deteniéndose en posiciones estáticas,
sin hallar los marcos y modalidades convenientes para hacerla vivir.
O Pero en el Brasil el folklore popular es muy potente.
O La referencia es oportuna, primero porque ese folklore es fruto de los ne-
gros, elementos muy activos de la cultura urbana; segundo, porque no im-
pulsó en absoluto a la pintura, la escultura y el grabado, o mejor dicho, lo
hizo pero sin la menor consecuencia operativa. Allí cuentan únicamente
los marcos y modalidades aptos: música, canto y baile.
O Y en los países donde hay indígenas y mestizos, ¿no hay folklore?
O Alejados de las ciudades, ¿qué impulsos vitales proporcionan al artista,
fuera de sus desventuras? Y, ¿cómo se las puede representar en cuadros, es-
tatuas y estampas, destinados a la burguesía que los rechaza? Es un folklore
repetido, triste y monótono. Aparte de que si correspondiera ceñirse a los
intereses de indígenas y mestizos, no son ésos los marcos adecuados.
d] Resumen anticipado
¿He descrito una crisis? Más bien los motivos para que el hombre se aleje del
arte, o porque no comprende qué informan las obras modernas, o porque no le
importa qué informan las "modernas", sin hallar el medio de comunicación
que anhela; pero no una crisis, pues si lo fuera tendría remedio, volviendo a
lo de antes como piden los reaccionarios, y no es el ·caso.
¿He descrito un desarrollo? Es más probable, el desarrollo del arte mo-
derno, ya que las mutaciones se han escalonado siguiendo su propia lógica, por
el análisis a la síntesis, al menos en Europa y finalmente en los Estados Unidos;
no así en Latinoamérica, donde también las mutaciones fueron recibidas como
formas hechas.
· Mas no importa la diferencia, crisis y desarrollo son aspectos de la contra-
dicción dialéctica indicada, entre el orden de las necesidades humanas y el or-
den de las exigencias artísticas. Por 1o que se pueden valorizar o desvalorizar
con idéntico derecho las obras modernas y '-'modernas" y las anacrónicas, todo
depende del punto de mira.
• • I ,
/
3]' HÁC~A LA DISYUNTIV:A' • "-¡ ••'
' '
Límites. Por eso los límites del campo artisticovisual se fueron fijando de acuer.,. _
do con esa capacidad de condensación, y p;;tra finalidades distintas que no los!;_:
han modificado esencialmente: los de la pintura en función del plano, con 9-ol "
dimensiones · r_eales y una ficticia; los de la escultura en función d~ la masa,:f.
que por ocupar espacio tieni tres dimensiones reales; los del grabado en funció1r
del plano y en cierto modo de la masa, con variaciones según el material. 1
Los límites consecuentes derivan de la posibilidad de representar el espacio/
y el movimiento: más amplia para el pintor y el .grabador porque la dimen-,~ .
sión ficticia del plano torna igualmente ficticias a las otras dos dimensiones en ·:·
el espacio que se crea, pudiendo disponerlas a voluntad; menos amplia para -el " .-
escultor, en cuanto debe respetar las leyes del espacio real, aunque a diferencia· .
del pintor y el grabador puede provocar la ilusión dinámica, en las piezas de· f
bulto, gracias a los múltiples perfiles que . se unen de modo inestable en la
mente del contemplador que las rodea.. . ,,.
No .s erá necesario recalcar que la relación plano-masa-espacio-movimiento h_a ;f
sido muy cambiante, dependiendo los caracteres formales del tamaño y el lugar:,,.
a que se destina la obra, según se la ha de ver de cerca o de lejos, detenidak:.,,,
o apuradamente. Cambios que sin embargo no han destruido la relación, aun-.. ·
que la obra sea primitiva, barroca o informal. !:_'~·
\ - 1 ' . ~
98 -: EL ARTE LATINOAMERICANO EN EL MU~DO DE --~
-
1
,. ,.., ,l
/ r
Cualquiera sea el juicio que merezcan p~r las obras que hicieron, nu~.c-
.p odrá empañar el que merecen por la actitud adoptada, al unir · estrech_a meµ
el modo dt¡ conducirse, de imaginar y de pensar. _Una noyedad absoluta _.en e
apartado rincón del mundo y en Latinoamérica. ·
_Más tarde adoptaron actitudes similares algunos artistas de otros países ;J . . -~f
tinoamt!icanos, brasileños sobre todo, pero sin llegar al nivel de ✓ calidad o~i"' -~~
nido por los nombrados. Con la· única excepción de la venezolana _Marisol ; ·r-f
cobar, creadora de muñecos desde hace años en. Nueva York donde s_iemp --~-
ha residido, sobresaliendo por ·la seriedad de su concepción · vital y .artística. < J' ~ F
. . .w ~. '.J
•
. . ~ 4~ '
~:H- • •,.
i"
Contra .la obra única. En el aire la necesidad de que participara el público e&".. _?\
menzó la embestida -contra lo que parecía impedirla: la obra única, que pu~.d~ :·;
ser continente de un símbolo social, mas no opera en la sociedad en cuanto.l -: :
. compré!ldo,r la -aísla; · · ~"
El poster. Como ocurre con el poster, sea comercial, sea mostrativo de situacio-
nes, cuyas imágenes planas pero diferentes a las del cuadro y la estampa, impac-
tan rápidamente. Aparte de que siendo hecho para ser visto desde lejos, el ra-
dio de su acción es mucho más amplio.
Y con el poster, otras fo:rrnas de figuración plana, en periódicos y revistas,
folletos, catálogos ... Formas que por tener contenidos reales, condicionadas a
exigencias prácticas, dejan en libertad de imaginar a quienes no son meros
contempladores sino actores que se mezclan con las imágenes.
Arte para consumir. Para resolver la cuestión en favor del arte he constituido
en Buenos Aires la empresa Fuera de Caja, con Marta Bontempi y Edgardo
Giménez, proponiendo al público obj etos de consumo, generalmente íuncio- .
nales, que tienen caracteres artístico$ individualizables. Un d isefio industrial, a
veces artesanal, distinto.
Edgardo Giménez, excelente diseñador de posters y otros medios publicita-
rios, pin tor también, se ha revelado con esa mqtivación un artista completo de
nuestros días, proyectando objetos, d iseñando espacios habitables y recientemen-
te una casa, todo con sentido moderno si!). comillas, ya que al provocar. feliddad
con sus imágenes hedonistas transforma la estructura existencial de Ios ccnsu-
midores. Y pienso que ésta es la manera como un artista hace la Revoiuóón.
Otros componentes del grupo citado que se distinguió entre los 2.ños 1964:
y 1969, trabajan con el mismo propósito, le que me permite afirmar q;,::e se
trata de un fenómeno netamente argentino: D aiila P uzzovio y Carlos Squ.irru,
en Buenos Aires, proyectan objetos, vestuarios teatrales, ropa y adornos, con
rara agudeza imaginativa, mientras Delia Cancela y Pablo Me.sejean lo ha-:en
en Londres, J uan Stoppani en París, obteniendo extraordinario éxito.
Y todavía me falta insistir, para que se evalúe correctamente el suceso, que:
se trata de d istinguidos artistas visuales, los cuales recibieron anterior-mente
premios nadonales e internacionales por sus trabajos en los m2rcos de trn.dición.
/ -- '
· . .· y .la. música in,strumental, el baile y las drogas, por ser manifestaciones artístic ·
. . apega~as ·a l c4erpo. , · , .. ;i,
: . . 1· ·· · :r_ ·E l tema es arduo para tratarlo ,en un- parágr.afo. Me basta, sin embargó
·. ·: '. ··."[ : pa:;a sostener que- fiestas y espectáculos son los antídotos del arte visual. E "
·__.·._.· ·. ·ellos todo es acción entre personas que no se de~prenden de las sitU:acio_n-( ,,.•:;- :{
"\-'.. . , imaginarias _q ue_cre~n. Mie_~ ras que !~~ ob~s de arte__~is~-~_!__-~rean si~~acione ' ' ~
;/ ;, ·. ._ ~ip.aginarias, prevale<;ien~<;> C91!1º objetos a dTiiañciá - sopre los-. seres fiuriían~, f'
:¡ . ·. ql.lelas]etermihan, cualquiera sea ·el .marco que· se e~plee. . '. ---· . -· _ ~ :¡,,
·.,. . .-- ---. - -.. -- --·--- - lr»,. . u
~:
. .
d] Me dios d.~ exposición y crítica
J:1~s~0s· y galerías. _Ante ~sta situación q_u~ se ha ido _creando, q{ié po.b res
1nut-iles son los med10s habituales de exposición, las galenas y los museos de art~}f•;- -.
.
~-
-~t
j~ -~·.-
moderl!o, aun en Europa y Estados Unidos, con la riqueza que ostentan. . __-:~~-
• I
Todavía los museos sirven, como ya he dicho, para -hallar las , raíces· his_t4!~ t
ricas de las manifestaciones actuales del arte, pero ~g~}~-&1,~ _¿para qué ·-·sir.- 1: -
v~n? <?-enerosam_ente, Pierre. Restany _sostiene que les cab~ un papel.-si los p:r:~f ~
pi etanos se deciden a segmr la corriente de transformación artística, cómo lo~~ •--
hacen algunos europeos y norteamericanos, favoreciendo la única manifesta~f; _,.
,.-
cióh posible para ellos: l a ~. .. Faena sin embargo estéril, por cú_a ~~ _:: :
to sólo pueden vender 1os testimoniós, carentes de operatividad. Prueba d6K··
hasta qué punto esas galerías y esos artistas no han desertado· del campo artis,., ~
ticovisual. · r~--
En cuanto a los objetos industriales de buen diseño o lo que llamo de artéi~-
para consumir, las galerías son rebasadas por los establecimientos comerciales~j;¡;·
con los que no pueden competir, y en cuanto a las fiestas y espectáculos s01y,_~-
más rebasadas todavía, por la imposibilidad de controlar la acción de personas'1. ~·
, De tal modo, los museos siguen exponiendo cuadros, estatuas y estampa_~~-v,:- .
objetos y máquinas inútiles, aparatos luminosos, y las galerías sigueri haciend<?: -~
· esfuerzos por venderlos; afortunadamente para ellas también venden los poster~?,:.'1_
y grabados de la misma especie, únicos artículos de venta fácil. . ,/~, :~_
Algo similar ocurre con las grandes competencias internacionales (Venecia~,~· .
San Pablo, Kassel, París, Tokio .. . ) en las que por diferentes motivos de orga"'i:v,-...
nización se exponen obras de la misma clase que en las galerías y los museos,_I
y se reciben premios. Ni una sola vez dejan de merecer críticas · acerbas, -_ porque::;~·
nada significan en el momento actual, pero ni lós dirigentes, ni los gobiernos;~f ·
ni los críticos, tratan de solucionar el problema, que no es el de qué cosas se :.~
deben exponer y premiar, sino el -de remplazar la exposición con otro -medioir.
\ de manifestación, por supuesto interpersonal. :f{ ~
~--!;i\J,_
~');. ·~
Crítica de arte. No menos pobre e inútil es la crítica de arte, renglón en que,.i~ :·
por cierto, no se distingue Latinoamérica, pues la mayoría de quienes la ejer-;~f.'
cen, aun en Europa y Estados Unidos, sigue creyendo que se puede juzgar una~;~
proposición o un objeto de consumo de la misma manera que un cuadro o~}
Una estatua
.
•/•~: '
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--~· -~
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~ .f
LA. CRISIS DEL ARTE EN LATINOAMÉRICA Y EN EL MUNDO 103
Ni los avanzados que, por ejemplo, emplean ~1 método estructuralista acier-
tan en la consideración del arte actual, encerrándose en las obras de antes para
aplicarlo, con muy escasas excepciones. Ni los sociólogos, que a menudo con-
funden el arte con lo que no es arte, enceguecidos por las connotaciones grupa-
les que les importan.
Por supuesto no aludo a los que comprenden que la c;rítica es teoría,__ en el
sentido althusseriano dél término, como examen de las condiciones reales de _la
producción artistica, pero son muy pocos. lV.ienos todavía en Latinoamérica.
'
La teoría en acción. Ninguna innovación respecto a los medios de que se pue-
de valer la teoría para ser actuante. Los periódicos y revistas son instrumentos
de ideologías diversas que si bien acogen las ideas nuevas, las banalizan en
aras deI sensacionalismo. Y los libros, largos y pesados, siempre llegan tarde al
festín del diálogo, interesando a tan pocas personas que sería lógico pensar en
suprimirlos.
_Quedan las conferencias y mesas redondas, medios anacrónicos que por lo
menos permiten asistir a la exposición de un pensamiento vivo. Aparte de que
- pocos conferenciantes lo tienen vivo, ¿quiénes asisten a sus conferencias? Si es
una mesa redonda, ¿quiénes son capaces de dialogar sin escucharse a sí mismos
y con sentido constructivo?
Los únicos medios eficientes son la Radio y ia TV; por la enorme audien-
cia que con ellas se dispone, aunque allí no cabe hacer teoría sino provocar
imágenes, so pena de que desaparezcan los que ven y escuchan.
¿Qué hacer, entonces? Aquí no debo dar soluciones, por lo que únicamente
señalo, complementando ias observaciones sobre cuanto ocurre en el campo de
los creadores y contempladores, con lo que ocurre en el campo de quienes están
obligados a teorizar.
4] LA DISYUNTIVA
D No se lucha contra el arte sino contra la obligación de hacer -obr;s . definif i~.
vas, como se rechazan las ideas, las leyes, las normas morales, las costumb_!es~ •:
hasta . Dios en cuanto .se manifiesta dentro de un sistema. .,. j .
Lo contingente. Hay razones más profundas del rechazo que expondré en. .-·;t :. 1
b] El factor social
El pueblo. Si las élites decaen porque no apuntan con la conciencia a _la líber- ·,.;'·.
,__ tad, . el pueblo apunta a ella, aunque desordenadamente. ¿Cómo se puede for::J~r ··
talecer y ordenar esa conciencia? He ahí el papel del arte y la faena del, artista. f:~ ·
Las mayorías alienadas por el trabajo burocrático, los hombres que .cumplen'.~: -~
pero no crean, ¿pueden apuntar con la conciencia a la libertad cuando enfren- ~~ ~
tan una obra de arte? Cuando más ejercen esa conciencia en el marco •de sus::·;~,' .
propias actividades, reivindicando derechos. · · f~"-
ij
..¡'._.,.,,
JJ
LA CRISIS DEL ARTE EN LATINOAMÉRICA Y EN E L MUNDO 107
En Latinoamérica. Todo es ambiguo en este subcontinente a medio hacer. Su-
fre las restricciones alienantes, como no las sufren las mayorías en Europa y Es-
tados Unidos, pero tiene más posibilidades de liberación que ellas, en cuanto
no pesan las _terribles tradiciones milenarias. ,
- ·-·El ·optimismo que se desprende de estas palabras no lo alimentan los artistas
con su persistencia en cultivar el arte en los marcos tradicionales, desoyendo
los reclamos de quienes necesitan unas manifestaciones artísticas. Ellos rechazan
con las .pocas excepciones señaladas, la mala conciencia que seguramente los
agobia, y se lanzan a la conquista de los mercados no muy prósperos en Lati-
noamérica; cuando pueden, a los más prósperos de los Estados Unidos. Se
diría que no tienen otra meta.
Mi optimismo procede de lo que ya señalé como gran defecto: el de recibir
y no gestar, pues reactivamente dará frutos, cuando los hombres aclaren la
mente y rechacen las formas recibidas con frivolidad, esta vez con seriedad.
5] DIGRESIÓN TEÓRICA
' -
den cad~ vez meno~ ~el ~jo, otros son los sentidQs que intervienen en _la- creat
,v idad ar.tí,stica, -y en consecuet?-cia las imágenes visuales, sin desap~recer, pier_:c:Ie
su valor epistemológico.
. . :.fi..~
Como la Lengua y el Habla. El enfoque explica también el despoja•m ienit ~
anotado en el desarrollo del arte moderno. ¿Por qué se fueron desprendiend6".·
ios artistas de todo hasta que sólo les quedó la nada? Aunque no lo consigui_~~
ron: hacer del arte visual un lenguaje flexible como el de las palabras hablá~,;,, ·
das, tal fue la intendonalidad que los llevó al despojamiento. .·•~;.,:-~
Por eso forzaron las posibilidades de la imagen-objeto, hablando mal ·f~\t'
Lengua ~igo esto, porque aplico al arte como medio de comunicación el diS::J :
tingo que los lingüistas hacen entre la Lengua y el Habla- y al hablarla maV~.
la debilitaron, pues como dice Roland Barthes, "la Lengua es a la vez productc( . '
e instrumento del Habla". _ "\}- ·
No es, sin embargo, por falta de imaginación o de habilidad para hace!~t'
que los artistas de este siglo empobrecieron la Lengua y el Habla de la pinttii~~l'-
la escultura y el grabado, sino porque la Le·n gua no les proporcionaba los mediós~ .·
convenientes para que con el Habla pudiesen responder a ·1as necesidades d ~l ,; _
hombre. Entonces se hizo urgente inventar otra Lengua y en esto estamos.· ·-;_4_,
'~,
',
,.:ffi.
'
Con la ética. Pero si el hombre apunta al mundo para ser libre con la concien-
cia fundamental de imaginar, o sea estética, también lo hace con la conciencia
fundamental de regular sus acciones, o sea ética.
Por lo que el predominio actual de la conciencia estética acentúa el de la
conciencia ética, rechazándose tanto la obra de arte como la no:i;ma moral, epi-
fenómenos de ambas conciencias.
Hace falta aclarar que esos predominios se vinculan con el modelo de la
representación para conocer, pues si la obra de arte y la norma moral predomi-
naron en el pasado fue a causa de dicho modelo, por haber sido productos, y si
ahora predominan la estética y la ética es a causa de su rechazo, por implicar
acciones.
Tal debe ser el sentido de la enigmática declaración de Wittgenstein en el
Tractatus, que algunos artistas suelen citar: "Está claro que la ética no se puede
expresar. La ética es trascendental. La ética y la estética son uno." Y lo dice
porque siendo trascendentales, una y otra son conciencias a priori de la con-
ducta.
Aunque tampoco se confunden, ni se excluyen como pensaba Kierkegaard.
Pues si con razón afirma que vivir es elegirse y esta elección fundamental es
ética, ella se realiza en "lo imaginario", donde todo es posible, y entonces la
elección es a la par estética.
Todo estriba, pues, en los motivos éticos de la creación de obras artísticas,
tan insuficientes en quienes no se permitían el goce pleno de la vida como
,/
. \ , ..._ _ l I -.. ) · .f
6] UTOPÍA
l] EL ENFRENTAMIENTO
El descubrimiento de América fue, sin lugar a dudas, una sorpresa. Colón, bus-
cador de las Indias, vio de pronto surgir ante sus ojos asombrados un continen-
te fuera de ruta; mas, probablemente, la mayor extrañeza de los que lo siguie-
ron no fue la del hallazgo del territorio, sino la de la brusca aparición de civi-
lizaciones milenarias, dispersas a lo largo y ancho de aquellas Indias, con carac-
teres sociológicos, culturales y económicos diferentes.
Triple fue la función encomendada a los partícipes de la más importante
empresa iniciada por Europa, en aquel siglo deslumbrador: descubrir tierras,
conquistarlas y colonizarlas para gloria de los monarcas europeos, y catequizar-
las para Dios y la Iglesia: "Conquistar América a cristazos", como diría Una-
muno.
La garantía de tal función estaba, para felicidad de la empresa, fortalecida
por la fusión de los gobiernos religioso y seglar. Además, se había tenido buen
cuidado de añadir al hecho político una justificación filosófica en cuya virtud
los actos del rey podían y debían robustecerse, no sólo por pretextos de go-
bierno y de prestigio, sino también por argumentos de fe y de servicio al Dios
de Occidente.
Religiones más o menos organizadas se habían desarrollado en América,
unidas a imperios de mayor o menor poder; y de ese disperso pensamiento,
elaborado en medio de un alejamiento espiritual y geográfico, surgieron cul-
turas heterogéneas y dispares.
Si el análisis filosófico lleva a atribuir a tal o cual causa el hecho histórico
de la Conquista, resulta más difícil comprender la derrota armada de la nume-
rosísima población indígena, particularmente en México y el Perú, por el limi-
tado número de hombres audaces que con Cortés, Pizarro, Alvarado o Benal-
cázar habían emprendido tal aventura .
. Presencia de augures o predestinos; luchas internas y fratricidas; endeble
poder de los grandes imperios, azteca o inca, sustentados en el terror militar;
inconsistencia de sistemas económicos; en fin, sorpresas y desconciertos, son al-
gunos de los motivos que facilitaron el afincamiento de los reinos hispano-por-
tugueses de América.
Esos imperios indígenas no son importantes solamente por sus propias cul-
turas, sino porque sintetizan y dominan el ámbito de poblaciones poseedoras
de una cerámica variadísima, de un notable dominio en el tratamiento de me-
tales, de conocimientos textiles y pictóricos muy avanzados, de monumentales
arquitecturas.
[ 115]
• II •
2] RECHAZOS Y ASIMILACIONES
No hay aporte definido del pasado americano en este plan colonial, único en
el mundo. México virreinal crece sobre los derruidos teocallis aztecas; los edi-
ficios mayas son olvidados y recubiertos por la selva tropical; las ciudades in-
cas se esconden en el secreto de sus pobladores y raros son los casos en donde
el fundador respeta el edificio nativo, o usa los cimientos de ia urbe -americana
para levantar sobre ellos el edificio o la villa española. Acolman aprovecha,
interesante excepción, de la planta del palacio original y somete la nueva cons-
trucción a dicha planta; mas sólo el Cuzco utiliza los cimientos y base de sus
más importantes construcciones para crecer sobre los graníticos muros de pala-
cios y templos del incario, sin destruirlos totalmente.
Pero el plan urbanístico de la Colonia, como también las artes plásticas, arra-
san todo vestigio de anteriores civilizaciones, porque su objetivo es, inicialmente,
extirpar en sus mismas raíces el pensamiento idolátrico, que se opone a la
función evangelizadora, y los símbolos y mecas de tales cultos p·aganos.
Cuando alguna vez una forma india, una máscara, un motivo decorativo
aparecen, sólo se presentan esporádicamente. Tal es el caso, por ejemplo, de
ese relieve que reproduce el motivo ritual Chavín, del monolito de Huán-
tar, o el de las sirenas que tocan el charango, en las iglesias de Julí y de
Pomata, en el Alto Perú. También, el de aquellos soles de cabeza fajada a
la manera nativa, que centran los conjuntos de la decoración serliana del
soportal y sotocoro de San Francisco de Quito, como aceptando que la divinidad
suprema americana se confunda con la cruz cristiana, debidamente honrada por
querubines circundantes. Tal el caso de los retratos de nobles indígenas que
aceptan posar con la cruz en la mano, el sol radiante en el pecho, vestimentas
peruanas y escudos nobiliarios; tal el de aquellos talladores de Santa Maria
Tonanzintla, que crean su corte celesti¡il indígena, o el del Aleijadinho, que
vuelve mulatos a sus evangelistas de San Francisco de Ouro Preto. 2
2 Leopoldo Castedo: "Algunas constantes de la arquitectura barroca andina", Boletín de
- Entre los pocos ·ejempÍos 'en los ·que el español recoge -íntegraíne,n te,.Ia ·t~-. ...
·nica primidva y la sigue apl-icanao~ están los casos ·del ,.kero ·p~ruano y · de ,:1-- ·
\ 1
códices mexic~nos: allí -no se ha pensado ·s ino en la importancia de tal expresi?
. gráfica, rpor algún tiempo 'estas expresiones; eminentemente mestizas, son;_có .
tinuadas, sea para imprimir en los keros los relieves coloreados de alguna esc~n~:~ .
de ·l a· Conquista (sin suprimir ni las líneas del diseño preincásico ni la flo~).!4'
y-Ja fauna americanas, al extremo de que dichas escenas y no -la técnica mis1!la . .
diferencian el k·e ro precolombino del kero mestizo colonial), sea en la ·admiraH~~-:
continuidad de los códices mexicanos, debidos a monjes y cronistas que, admi-.~..
.rados por la eficacia gráfica de aquellos códices, utilizarqn a los artistas •indi0~· ·,
para que relataran en esas seriales dibujadas los diversos pasos de los conqu·.
tadores y de los principales personajes que habían intervenido en tales acont' ¡. ,
cimientos históricos. -\ :
Por lo demás, estas contribuciones indias, mestizas o mulatas favorecían·· ~~-.
adoctrinamiento y no eran aceptables sino como medios de convicción, corq~i:-
a'iicientes para atraer la atención desconfiada de los conquistados, o como .p'~ ,
sición conciliadora de algún monje que quería acelerar sus p1anes evangeli\l :
dores, mediante la inclusión, en el follaje ornamental de fachadas y retabl~}~J;~ ~
de "figuras vinculadas a los ritos nativos. · . ·•. /~- ~
Mucho más libre, en cambio, es la irn;lusión de flora y' fauna americ~n.as: ~~~
pinturas y relieves. Si bien, en este caso, la "contribución" proviene d,e uµ~,.._..
lógica adaptación del paisaje americano a la modalidad plástica europea, ·n91'f: ·
podemos negar que hay una variante evidente de for-mas y de motivos d~9~ ~". _
rativos: piñas, palmeras, chirimoyas, bananos, aguacates, hojas de tabaco y 1~~ .:
apepú, naranjas de Misiones, hel:chos y papayas, llenan los cestos y guirna_ld~~?-
en los que tampoco se han excluido uvas, granadas y melocotones, frutos eu!;9;1
· peos aclimatados en América. Añadamos los relieves de agaves, o las graci9l.~ ·
flores ,sagradas, conocidas como Nukchú, que una princesa i~ca mantiene \é1íK·
sus manos. _, ;,i>;¡,;
. r. .... ·
Asimismo, la fauna de monos, papagayos, pumas, serpientes y aves, indisct{ti;~
blemente criollos, como el cuzqueño tunkí, se mezcla al dromedario, al ·elefa~tef- ·.
y al unicornio, aumentando la nota de exotismo. De lo contrario, sólo por ·üfi.!f ;·
clandestinaje rebelde, se repiten símbolos paganos, como en la cara posteii~:;
de l~s pedestales que s?stienen las columnas d~ la fachada de · _1a _cat~dral 6~ ··
Tunp, en donde un signo, probablemente calima, rompe la contmmdad d~ ..
ornamento europeo; o en el de dos mascarones indios que remplazan las hoj~st ~
de acanto de los capiteles corintios, en un pilar. de la Merced, en Quito. ·. _:1; .
... • •;ii<~ ~ ¡'
• • <
--~.\I'.:,
.,,..;~.
3] LA MANO DE OBRA AMERICANA ,', ·tf- ..
La contribución americana fue esencialmente la mano de obra. Y así lo c6~·,
. prendió el f r a ~ f f ; ~ ~ray JOéloc~Ri~kec~áil<l~;Jlizgando "que't ~l: ,,.
españoles no iban a querer usar los oficios que supiesen' , y menos las po9,~~ 1
-~
~~~k~• ,T,
·1~~~
ENCUENTRO DE CULTURAS 119
Andrés, primera Escuela de Artes y Oficios de América. En ella, maestros de
obra, oficiales y artistas europeos, venidos de Flandes, Alemania y España,
enseñaban a hijos de caciques, mestizos y criollos, lo que explica, en parte, la
dedicación que, en el futuro, artes y artesanías obtendrían de las clases sociales
menos favorecidas. Este sistema se repite bajo el patrocinio de otros notables
monjes: Pedro de Gante, en México; Basilio de Santa Cruz, en el Cuzco; Julián
de Quartas, en Yucatán.
No extrañe, pues, ver, durante los siglos posteriores, en la lista d_e artistas,
maestros de obra y artesanos, desde aquellos indígenas mexicanos que, conoce-
dores de las técnicas de sus antepasados, siguen la tradición secular, y por lo
mismo, las formas plásticas de los tlacuilos, o pintores precolombinos, hasta la
nómina interminable de artistas indios, mestizos y mulatos, esparcidos en todo
el continente: Andrés Sánchez Calque y Caspicara, en Quito, Diego Quishpe-
Tito y Melchor Huamán, en el Cuzco; Juan Huaicán, en Juli; los guaraníes
José, el Indio, en Buenos Aires; y Kabiyú, el pintor de Itapuá; y, evidentemente,
el Aleijadinho, en el Brasil, y sobre todo, esa .grey anónima que participó en la
con~~rucción de millares de iglesias; en el labrado de fachadas y retablos; en
la pintura de decenas de miles de cuadros, y en la talla de imágenes sagradas.
El quehacer artístico es casi una exclusividad de indios, mulatos y mestizos. El
español o el criollo, descendiente de españoles, están entregados a las preocu-
paciones del gobierno, al manejo de la economía, a la conducción del clero
o la gerencia de encomiendas, minas u obrajes.
5] EL APORTE OCCIDENTAL
4 Morales Padrón, "El Montañés en Am&rica", Mundo Hispdnico, núm. 258, Madrjd.
. • J • , t·'
. 122~ .. RAÍCES, ASIM_ILACIONES .-. Y ,CONFt,IQT,\
1 ·, • -,·
pliéa ;si se piens1:l en ·el número. de 31rtistas europeos que aparecén d~sde la'r'-'-',
\ g.unda níitad del.siglo xv1: los italianos .Angelino Medoro; Matheo Pér:ez-de.Ales'
o >B'ernai:do. :Bitti, de abundante ,obra y segura influenéia sobre los :· pintotes\¡"
BÓgotá, Lima, · y La Paz; el cc:>mpañero de Cortés, Rodrigo de Cifuentes; él ~é~:
0
entre el arte español del xv1 y el americano de fines de ese siglo, también exis-
ten tales zonas, dentro de la propia América colonial, cuyos productos artísticos
no respetan cronología ni espacio y son confusos, hasta el extremo de que mu-
chas veces es difícil distinguir la procedencia de una u otras piezas, tan similares
son entre sí.
Cuando Erwin vValter J>alm, refiriéndose a la pintura colonial, expresa:
" ... la pintura en las provincias americanas de Espafia está esencialmente iimi-
tada al arte religioso y dentro del arte religioso, limitada, en general, a la ilus-
tración de escenas del Nuevo Testamento o de la Vida de los Santos", y com-
prueba, asimismo que "está entregada de lleno a la reproducción de un temario
devoto",7 ésta es una afirmación bastante exacta; y también es exacto que la
evasión hacia los temas de paisajes, costumbres, mitología y desnudo, es única-
mente excepcional, al constituir ese temario colonial un instrumento de cate-
quesis. Mas este fenómeno, si bien es casi exclusivo en América, no deja de ser
generalizado en buena parte de Europa. Palm afirma con razón que, "el indio
asimila rápidamente las técnicas europeas y se transforma en un artesano habi-
lísimo al servicio de las órdenes religiosas. Está tan entregado a la reproducción
de los modelos metropolitanos como lo están sus colegas españoles y criollos".
Mas resulta· extraño que el citado autor pida, como modelos de creación
artística, "mitología y desnudo mitológico". Había que desear que los pintores
americanos prefirieran los temas de su ecología: paisaje, gentes. Mas, ¿por qué
criticar el uso exclusivista del tema religioso y pedir, en cambio, el mitológico,
ése sí tan lejano a la raíz americana y, por lo mismo, tan poco auténtico? Por
otro lado hay que convenir con el citado autor en que tanto en América como
en España faltó la presencia de artistas de tema civil, tales como Velázquez, y
que "la sensibilidad en el mundo hispánico, no sólo está condicionada por una
censura moral y religiosa, sino que está sujeta a una graduación jerárquica, que
a la Corte concede lo que escatima a los demás". Ese acendrado y opresivo
misticismo fue, precisamente, el punto central de una producción artística pecu-
liar de la mentalidad española y de las colonias hasta mediados del siglo XV1II,
cuando los contactos intelectuales con Francia y con las ideas de la Enciclo-
pedia se tornaron más sensibles.
No parece, sin embargo, que aquellas comprobaciones, o las que consideran
el caso americano como un fenómeno provinciano, en donde ninguna de las
pinturas "sobrepasa la calidad de un buen traba jo de taller europeo", puedan
tomarse como una fórmula de menosprecio. La determinación de "escuelas" pro-
ductivas de pintura o de escultura tiene que ver con una localización geográfica,
lo que explica que los cuadros "provincianos" cuzqueños, bogotanos, mexicanos
o de Potosí puedan tener ciertas características propias y ciertas diferencias.
Parece, pues, injusto, creer que ha desaparecido la "voluntad creadora". Dis-
cutirla sería como discutir la sujeción cortesana, burguesa o aún religiosa del
propio pintor europeo. El retratista entregado a hacer el álbum familiar de un
monarca; aquel que recubre el domo de una iglesia, de acuerdo con normas
ortodoxas impuestas por el obispo o por el Pontífice; o en fin, el que traslada
7 Erwin Walter Palm, "El arte del Nuevo Mundo después de la conquista española", Dió-
genes, núm. 47, Buenos Aires, 1964.
126 RAÍCES, ASIMILACIONES Y CONFLICTOS
6] CONCLUSIÓN
Épócas ·y estilos
·7
MARIO BARA
• l~I. \
La existencia de las artes visuales en las diversas épo~as que componen la Amé-if-.'
rica Latina a . través de los tiempos, desde el momento de -la conquista efeé~?·.
tuada. por españoles y- lusitanos, nos dejaron una enorme suma de obras -plái •:-.·. ,
~i_cas que plantean _una serie de problemas de interés para la Historia del Art~ :
y de la cultura en general. Es un hecho cada vez más observado y estudiad0.~ •:
/
en s~s consecuen~ias y man:ras de ser; que _el ~ -P ~_~ , '.
----- amphos. (gross9 modo del siglo xv o postenores) que se produjo en reg1one~~-.
~~~ªn pob_ l ación muy _c_ivilizada, es enter_~ ~-~J!te__g.~v:~rso---:--al estar sometid_º··iª •*~·-
~n impacto- destruc~or- en ·1as at'eas -cte·-v1da neoht1ca, de naturaleza y cl1m~c.-~-- ~
-bastante diferente~ de las metrópolis ibéricas. Durante cinco siglos la asimilación !:,·. -
de las ·contribuciones externas resulta -en el campo de los impulsos artístico~¡,,-. ~
una constante. En cambio, las formas de adaptación y rechazo eventuales :so"n il ,
aún poco conocidas. · .- ~i.··:. ~
La indagación crucial sobre la esencia del latin.o americano de hoy depend~,
en parte, del examen de ese proceso a través de los tiempos. La incorporación_.,""" '
¡: ..:
de nuevas corrientes estéticas continúa existiendo en el siglo xx a un nivel,~ ..
generador de cultura, del mismo modo que siguen existiendo raíces locales y:~,. .
reaparecen conflictos. Todo lo cual lleva a marginar un tanto los -
o adaptaciones que puedan efectuarse.
1] VARIEDAD DE SINCRETISMO
. .• • s
Ciertas conjeturas -algunas pesimistas- podrían aquí plantearse. ¿Será el lati; '. ...
noam~ricano, culturalmente hablando, un ser limitado por la, falta de secuen_; ~ ":' :
cias naturales o espontáneas en la formación de los medios y formas artísticat \-,· ,·
en que las emplea? La conciencia de autenticidad indigenista o loc_a lista q:ue1-: : .¡_
surgió en varios momentos, sobre todo después de 1920 ¿se transform~rá fácil-.,f · ,
mente en un complejo de superioridad que inhiba y cree barreras a la expansión•/~-
global del espíritu o será fenómeno útil a la cultura? Europeo en el nuevo.._\¡: •
continente o rebelde en perpetua defensa contra una agresión torrencial, ~an~ -t. . ~
tenida a través ele una situación general económica de estructuras jerárquicas'~--t
¿sería ése su destino en un largo ciclo histórico? ¿Cuáles serían las limitaciones.t .'.
reales de esas hipótesis? ¡;¡'.'. ·· :
Sin embargo, el estudio de las características locales y aun el esfuerzo d~_.t .
comprensión de América Latina a través de su arte utilizan actualmente urí~~: .•.
[ 128)
1
·.,
ÉPOCAS Y ESTILOS 129
metodología cien tífica y objetiva, superando así las dudas del tipo anterior-
mente indicado, propias más bien del espíritu genérico de varios intelectuales
pioneros en el terreno de la historia del arte latinoamericano d e los años veinte.
El loable esfuerzo en el campo .del arte colonial del Instituto de Arte Aine-
ricano e Investigaciones Estéticas de la Universidad de Buenos Aires, y del
Instituto de Investigaciones Esteticas de la Universidad de México, tantos años
dirigidos por Mario J. Buschiazzo el primero y por Manuel Toussaint y Justino
Fernández el segundo, se suma al Centro de Investigaciones_ Históricas y Esté-
ticas de la Universidad Central de Venezuela y a la contribución de especia-
listas como George Kubler, Martín Soria, Robert C. Smith, Erwin V1'alter Palm,
Enrique Marco Dorta, Diego Angulo Iñíguez, Antonio Bonet Correa, Germain
Bazin, Yves Bottineau, Pál Kelemen, :Mario T. Chicó, Santiago Sebastián y otros
que han llevado a una reformulación de las bases del conocimiento y de la
interpretación del arte en América Latina basado en un nivel de metodología
científica. En los últimos años la maduración progresiva de esos estudios ha
conducido a algunos historiadores a hacer indagaciones precisamente sobre los
criterios y validez de la periodización y el significado de la concepción y del
término de estilo.
H. H. Rowe consideraba el "estilo" como el primer n ivel de abstracción
para llegar o la periodización y G. Kubler admite como hipótesis que debemos
"hacer corresponder, si esto es posible, estilo y duración" .1 Evidentemente no
vamos aquí a atenemos a las diversas acepciones dadas a la palabra r:stilo en
historia del arte, pero juzgamos necesario expresar dudas sobre el perfecto ajus te
de la época y estilo y los límites del uso de esta última noción basándonos en
el estudio anteriormente citado d e G. Kubler . Escribe este especialista qu e "si
profundizamos la hipótesis que el estilo concierne al mismo tiempo a una rela-
ción y a un desarrollo, necesitamos poner a prueba el lazo entre ia filiación y
la transformación". 2 Plantea el autor siete proposiciones con sus antinomias. De
ellas resulta más adecuado al estado actu al de los estudios de historia del arte,
afirmar que los estilos están cambiando a cada instante, que ia relación interna
de sus elementos ligados al tiempo es una relación sometida a cambios. Un estilo
pasado puede reaparecer en cualquier momento, diferentes estilos pueden co-
existir.
En la etapa actual de nuestros estudios -y Kubler lo d ice enfáticamen te--
se ha superado la idea de período concebido como ~spíritu de la época unificado
y homogéneo, que George Boas llamó monismo espiritualista para indicar su
papel más antiguo en la historia del arte europeo en lot: escritos de V\!oelffli n
o, por ejemplo, en la exaltación "ciega" de los períodos manierista y barroco
en riumerosos eruditos. 3
Kubler considera que probablemente es imposible establecer el conten ido
de una duración sin invocar la idea de estilo aunque más no fuera que a tí-
tulo de conveniencia para una clasificación. Una contradicción capital sur-
giría entonces: la idea de estilo se adapta mejor a situaciones estáticas. Cuando
1 "Période, style et signification dans l'art américa in a ncien ", Rcvue de l'art, 9, P arís, 1970.
2 up. cit.
3 up. cit.
f:•1 -'~ .• ..6\- ·~
s "La pintura en Sudamérica de 1910 a 1945", Anales del Instituto de Arte Americano,
Buenos Aires, núm. 19, 1966.
134 RAÍCES, ASIMILACIONES -y. ·coNFLICT.
, I
6 "El problema del arte mestizo", Anales del !AA, Buenos Aires, núm. 22 , 1969.
ÉPOCAS Y ESTILOS 135
de la arquitectura, arte básico. El arte de las grandes catedrales de la Nueva
España viene del Renacimiento español. La catedral del Cuzco, comenzada "en
el mejor renacimiento Carlos V", tal vez siguiendo el trazado del arquitecto
Francisco Becerra -que había hecho la notable catedral de Puebla, en Méxi-
co- se j unta a una posterior e importante Compañía de la misma ciudad
peruana en la difusión de valores europeos d e orden y regularidad, pero con
riqueza ornamental en el gran retablo, en las pechinas y cornisas. La iglesia
de San Ignacio, en Bogotá (iniciada en 1610) es muy manierista, así como la de
los jesuitas, del mismo siglo, en Salvador del Brasil, o sea Bahía.
Santiago Sebastián considera inexacta la designación de plateresco, que da
énfasis a lo decorativo. Cita como elementos de esa línea estilística las columnas
abalaustradas de Acolman (l\!Iéxico) país donde se desarrollan más los tipos
de soporte en esa forma. En América del Sur existe menos "plateresco", sobre
todo porque la arquitectura comenzó a fijarse y expandirse en el último cuarto
del siglo xv1. En el Brasil, relacionado directamente con Portugal, no hay ejem-
plos de arte manuelino; únicamente escasas derivaciones del Renacimiento en
raras esculturas y algunos retablos del altar. Santiago Sebastián cita "recuerdos"
platerescos en Tunja, en la actual Colombia, e indica arcaísmos -en esa línea
artística debidos a maestros provincianos en algunas otras ciudades de Nueva
Granada.
!
el argentino P . Pueyrredón y el uruguayo J. M. Blanes y los brasileños Alr.neid_af
Júnio:r y Amoedo buscaron valores nacionales más íntimos. Los brasileños Peéh,ó't.
'.Kmér iooyVíctor Meirelles utilizaron su formación académica pafafecüñclar con\";_
eclecticismo un período de glorificación de hechos militares o nacionales en q~~~
cierto "romanticismo académico" tardío se sobrepone al neoclasicismo de origeri~/
',. 0--~,. · ~ -'.·~scultur<Lg_~~ lto po alcanzó, salvo casos excepcionales como ·el . detif
•· Alé1jatliñnÓ;la permañencia y la expansión de la talla. Después de la vigendaif"-.
ael carácter estático y arquitectónico de _,.los pocos ejemplares del siglo XVI,
influjo renacentista, continuados en parte en el realismo y la rigidez de la · es!{t
d~,r
í
cultura del siglo XVIII, con bellos ejemplos en el Perú o en el Brasil (Virrey}~
Conde de Salvatierra, c. 1655, en San Francisco de Lima o imágenes de la iglesial
del monasterio de Sao Ben to, en Río de Janeiro, poco posteriores) el rococÓ'i ,:-
va a marcar brillantemente una larga expansión escultórica elegante, de ~ f /:
sinuo_sa~, en tod~ Amér~ca Latina, c~n _car acterístii:a:s'"enge~e rar equival<:nte~-- e~t :.
las distintas regiones vmculadas casi siempre a patrones directamente ibéncos:~-
El caso extraordinario del Aleijadinho (Antonio Francisco Lisboa, 1737-1814)',?~:'_
que, en el ·Brasil, infunde contenido dramático a formas rocaille, en los fam<?~)-'
sos profetas, está siendo ahora destacado por muchos autores en razón de ·1~:t
originalidad de su afirmación. _:.,-;,.~.;.
En el lenguaje de ese estilo_ amplio, considerado como la fase final del barrer;., ·~
co, el Nuevo Mundo se expresa tal vez mejor que eJJ. otras oportunidades, en tér}~ .i
minos próximos a los de Europa. únicamente un retraso temporal -que ta~ \.
bién existe en regiones periféricas europeas como Sicil_ia y partes de Europaf'-'
_central- distingue esa corriente de la producida eri el Viejo Mundo. Algun~_s; _
- piez~s provenían de allí. Entre las obras llegadas de ·Europa se han registrad& .
ya esculturas de escuela sevillana en Sucre y el resto de Bolivia; y en el Brasil 1t '"
equivalente aparición de piezas portuguesas. Esto · es natural en el caso de un~.
arte extremadamente móvil y de fácil conservación. • · ,~,. .
___.--La~e-~ de Quito produce pequeñas esculturas de notable gracia en plen¿;.,.
- siglo ~ 1u:-A pesar~jemplos como el de la fachada ~el santuario d e Tepaf ~,
' •
,Y
cingo, en México, que llega a un paroxismo decorativo e incluso el de la bell~~·, ·,
, \ J
1 \
\ ~ Casilla de los Reyes en la catedral de México, la talla latinoamericana barroca~•,_,·,
:#.
ultrabarroca y rococó está sometida a ciertas reglas de unidad, que hacen qtie"i .
esa técnica creativa se exprese en moldes de la línea esfrlística amplia. )./
.,
ÉPOCAS Y ESTILOS 139
• , • \ 1 • • -
guntarse ¿en otra dirección, una dirección menos explícita, abandona tan total-
mente Diego Rivera el movimiento de la cultura de Occidente que habí~ hecho
posible la aparición del cubismo? Aceptar la verdad de "otras" culturas negadas
hasta entonces fue también una acción de la cultura de Occidente. El arte
moderno descansa en gran medida sobre esa apertura. La aceptación y el des-
lumbramiento ante el arte negro, sumada a la aceptación y el deslumbramiento
ante la obra de Cézanne, permitió la creación del cubismo. En la medida en
que la Revolución mexicana rompe las estructuras que venían rigiendo la
vida de América Latina desde la Colonia y abre el paso a la modernidad, hace
posible la aceptación y la admiración de un pasado que se había buscado man-
tener en el olvido. Pero la Revolución reconcilia con la tradición sólo en tanto
que ésta era una tradición prohibida. El signo de la mayor parte del arte mo-
derno no es la aceptación de la modernidad sino su crítica. Si los países mo-
dernos de Occidente creen en la técnica y en el progreso, los artistas se vuelven
hacia un arte considerado hasta entonces "primitivo", buscan una voz natural
en la que encarne el signo contrario y a partir de ella empiezan a crear un
arte interior y extremadamente elaborado que si no agrede. a la sociedad y al
público está, por lo menos, de espaldas a ellos.
La Revolución mexicana muestra la necesidad de un arte nacional porque
· esa esencia nacional había sido negada hast~ entonces en nombre de la civiliza-
ción. Encontrar la identidad nacional era hallar el camino de la rebelión con-
tra lo conocido. Pero quizá el error de los muralistas mexicanos · -Rivera,
Orozco, a pesar de su nihilismo, Siqueiros, a pesar de su pretendida ideología
marxista- fue la rápida identificación de esa esencia nacional con el_Esta40.
La celebración de un mundo ocuho que se convierte, en la afirmación;- en una •
historia nacional inmediata, esa historia se identifica con el Estado; la búsqueda
de una tradición prohibida se hace nacionalismo cerrado, aún cuando dentro
de él se critiquen las actuaciones del Estado y continuamente quieran corregirse
sus interpretaciones de la historia. Es imposible negar la potencia creadora de
algunas de las obras de Orozco y Rivera; pero su arte estaba condenado a con-
vertirse en un arte oficial: la rebelión llega a ser institución y se anula.
Sin embargo, a partir de la, Revolución mexicana, una· posible identidad
americana quedaba al descubierto. Sería inútil tratar de verla como la única.
La sobrevivencia secreta del pasado indígena o la del mundo africano que llegó
con los conquistadores y desarrolló también una vida oculta, no toca por igual-
a todas las zonas de América. Las obras de Pettoruti en la Argentina o la de
}J)~-i'es-Ga:r:cía en _el Urqguay nos lo demuestran con suficiente amplitud. Pero
ambos son artis~as modernos en la misma medida que el mexicano Tamayo, el
guatemalteco Mérida o el cubano Lam, que sí son pintores que se vuelven hacia
el pasado americano que les pertenece, en tanto que en su mismo aparecer
como obra su pintura lleva implícita esa crítica de la modernidad característica
del arte de nuestro tiempo. Unos •Y otros muestran un cierto camino .del arte
que no es otro que el que ha hecho indispensable la cultur~ de Occidente.
No hay un arte revolucionario y un arte tradicional. La tradición del arte
contemporáneo -y la única posibilidad de ser creador para el artista americano
se encuentra en el reconocimiento de que es contemporáneo de todos los hom-
DIVERSIDAD DE ACTITUDES 147
breS-- es la oposición, la revolución. Leonardo afirmaba que la pintura es
"cosa mentale". La imaginación creadora ve la realidad y sabe que sólo puede
hallarla corrigiéndola, haciéndola real más allá de sus apariencias inmedi~tas,
aun cuando pase por ellas y se sirva de ellas. Marce! Duchamp llega a saber
que en el mundo contemporáneo no hay realidad a través de la cual pueda
encontrarse el camino de afirmación de la "cosa mentale": la obra es ausencia
de obra, des-obramiento: destruir el mundo de las apariencias inmediatas, qui-
tarle lo que no le pertenece y hacer aparecer la obra a través de la destrucción.
Como toda la pintura, la pintura americana, consciente o inconscientemente,
a través de la reflexión o la intuición del artista, ha tenido que abrirse paso
entre esos dos extremos. La voluntad de universalidad si no es una elección se
convierte en una necesidad que determina la existencia misma del artista. Des-
cubrir un mundo ame_!j.cano_no es de ningún modo cerrarse sobre él como si
fuera capaz de protegernos del mundo; es haber encontrado el espacio de Amé-
rica en el mundo. Mediante la afirmación de ese espacio que de pronto, a partir
del "descubrimiento de América", entró a formar parte, para bien o para mal,
de la historia de Occidente, es como América, sabiéndose parte de esa historia,
la transforma al mostrarse dentro de ella y como parte de ella y al hacerlo se
hace existir dentro de esa historia.
Si las construcciones imaginarias y las arquitecturas mentales de Torres-
García son parte de la pintura americana en tanto que parte de la pintura de
Occidente, cuando Rufino Tamayo o Carlos Mérida inician su redescubrimien-
to de la realidad "original" americana, lo hacen con un pleno conocimiento no
sólo de la evolución que determinaba el estado presente de la pintura en el
mundo, sino también de que la posibilidad de sobrevivencia hasta ese momento
de esa realidad original se encontraba en el hecho de haber desaparecido de la
superficie, de haberse ocultado en el subsuelo, fuera de la historia, y no haberse
mostrado en la realidad. Ponerla de nuevo en la historia tal como fue en el
momento de su desaparición era provocar su desaparición definitiva a través
del rechazo de la historia. Dentro d e ella, esa realidad se había convertido en
un imposible. Pero ésta no es la tarea de los artistas. En Tamayo o en Mérida
la que está en la historia es su obra, como parte de la historia del arte. Estar
en el momento de la historia es ser moderno y ser moderno como artista es
negar los principios de la modernidad. Así, la obra, la realidad de la obra,
pone en la historia algo que no está en ella y preserva su verdad guardándola
en su seno. El lenguaje del que Tamayo se iba a alimentar y a poner en pre-
sente esa realidad americana desaparecida del mundo de la cultura, presupone
a Picasso y a Braque tanto como el de Mérida a Mondrian y al último Matisse.
En la universalidad de ese lenguaje se iba a encontrar la posibilidad de una
proposición distinta que encontraría refugio en él y se haría aparecer haciendo
aparecer a Tamayo o a Mérida como artistas.
Los mitos se comunican entre sí, ha descubierto Lévi-Strauss, y Paul Valéry
nos recuerda que el pintor piensa en términos de pintura. Si la pintura tiene
un pensamiento, este pensamiento se exterioriza y llega hasta nosotros como
imagen, a través de la impresión que son capaces de comunicarnos los colores
y las formas, que no traducen un pensamiento, sino que son en sí un pensa-
148 RAÍCES, ASIMILACIONES Y CONFLIC'FOS·t.,
miento, son un lenguaje. El sentido de ese lenguaje está dado en los términos
de su propia aparición, que lo muestra como un lenguaje no conceptual, pero
que, por esto mismo, puede traducirse a conceptos. Cuando Tamayo hace ha;
blar a la pintura en ella se muestra una fascinante conjunción mediante la que. i
en el espacio natural del cuadro, un espacio que está aparte del mundo y que ',.
el cuadro como objeto pone en el mundo, la naturaleza aparece fuera del tiem-
po, sumergida en una pesada inmovilidad, habiendo encontrado su denso sueño·
material de silencio de piedra y secreta música de las estrellas, y la temporalidad
que el hombre trae consigo se mueve en ese escenario mágico encontrando la ;
angustia de su fugacidad y un sereno eco de eternidad. Una antigüedad perdida
y una modernidad imputsta se encuentran en esos cuadros. Tamayo sólo pa- .
rece tener que cerrar los ojos para evocar la vieja fórmula de la consagración
y lograr que el pasado se encuentre con el presente. En sus obras se funden
dentro de una sola representación la crítica y la posibilidad de celebración. El
mundo de la técnica y el progreso se enfrenta inevitablemente al de los antiguos
mitos indígenas que aparecen para proponernos otra posibilidad. Pero los mi-
tos se comunican entre sí, en el fondo secreto de un pasado perdido, en el prin-
cipio, en los orígenes, allí de donde surgen los vasos comunicantes de la voz
del inconsciente, se encuentra que esa voz, disimulada hasta entonces en el arte
popular de América indígena y ante eJ que la cultura cerraba los ojos en la
misma medida en que lo hada ante el esplendor de las antiguas civilizaciones,
no es diferente, no nos dice cosas distintas de las que Picasso hace aparecer
cuando busca, con los ojos cerrados también, en su pasado mediterráneo. De
entre el horror del mundo moderno surge _toda esa evocación en la que se
mezcla lo divino y lo humano, en la que los dioses son hombres y son bestias ·
y juntos se adentran, en el espacio de una naturaleza inmóvil, por los caminos
del erotismo y la pasión. En uno y otro caso el lenguaje de la pintura se con-
vierte en el lugar del encuentro entre la crítica y la celebración. La universali-
dad de los mitos se muestra apenas nos disponemos a escuchar su voz y la eter-
nidad aparec_e en el seno del tiempo, que también hace común y universal la
existencia crítica.
Esa misma presencia indígena que de pronto ha entrado· a la cultura cuando_
ésta se ha abierto a la necesidad de escuchar las voces hasta entonces conside-
'\ .
1
radas "primitivas", se manifiesta en Carlos Mérida a través de imágenes que
hacen visible el lenguaje de la razón. Si en algunos momentos Tamayo o Picasso
cierran los ojos, Mérida, como Mondrian o Torres-García, los mantiene siempre ·
, abiertos. Un largo y lento proceso, al que de ninguna manera es ajeno el re- .
conocimiento del rigor y el vértigo geométrico de los elementos decorativos
de la arquitectura maya en su nativa Guatemala y en Yucatán, ha llevado a
Mérida a detenerse finalmente en la movilidad de un sistema de signos que,.
como mágicas e impersonales . figuras danzantes, aparecen y desaparecen, on-.
dulan perdiéndose en la continuidad de un solo ritmo o se agudizan reclamando:
una individualidad que su misma representación anula, en sus cuadros para·
efectuar, solos y abstraídos de toda realidad que no sea la que les da un carácter,~
de signos, el conjuro y la celebración. El vértigo de su rigurosa geometría con-
duce al lenguaje de la razón que hace posible que es.)s signos vayan a perderse
DIVERSIDAD DE ACTITUDES 149
en su propio despliegue. Éste es un movimiento sin fin, un ejercicio sin posible
término que al encontrar el dominio en la forma encuentra a su vez en ella
misma la vuelta al movimiento. El infinito que las obras de Mondrian buscan
encerrar en la reducción de sus formas y tan sólo liberan, no puede ser ajeno a
estos cuadros en los que Mérida halla en el rito y la danza el camino de la
abstracción geométrica.
La_ pintura es un lenguaje que se hace universal pasando por la individua- ..
lid~ del creador. __En ella toda· genér.a lización es imposible. El campo· que' s·e
abre entre los dos extremos determinados por la voluntad de abstracción o la
de seguir a la naturaleza que Worringer ya había reconocido a fines del siglo
pasado, no .tiene fin. Cada obra es un signo único y es a la vez un signo entre
signos que se hablan y se comunican entre sí. De este paisaje de signos, pro-
ducto de la diversidad de actitudes, va surgiendo un mundo que avanza parale-
lamente al de los movimientos sociales y los descubrimientos científicos, al pai-
saje general que la acción del hombre va imponiendo a la naturaleza y dentro
del que el hombre mismo unas veces se niega y otras se afirma. Dentro de este
movimiento general el arte está unas veces cerca de sus compañeros, avanzando
junto con ellos, y otras se les opone.
degradándolo ellos mismos. En términos muy generales, esta _acción, con la que
de hecho nace la vanguardia, en la que es imposible no pensar cuando se con-
templa el arte contemporáneo, deja al artista dueño otra vez del espíritu, de la
idea, pero sin lugar en donde ejercerla, en donde realizar el ejercicio del arte,
que es siempre una exteriorización.
Si como suponía Paul Valéry el pintor piensa en términos de pintura, tene-
mos que aceptar que, siguiendo hasta sus últimas consecuencias el · problema
que plantea la vanguardia, el pintor, de pronto, se ha quedado sin pintura
y por tanto también sin pensamiento. Existe el pintor, el artista, por su volun-
tad de serlo, por ese propósito, esa conciencia crítica, que se expresa en la ne-
gación de la obra o en la obra como negación; pero lo que no existe es la obra
como realidad que se despega del artista y se hace independiente de él. Marce!
Duchamp comprendía muy bien los límites de este problema y por eso su obra
es mucho más rechazo de la obra que obra en sí, lucha por vencer el deseo de
pintar en vez de pintura, cuadros que se burlan de otros cuadros, objetos en los
que se busca anular la belleza o la fealdad como valor o que en vez de mostrar
tratan de afirmar la desaparición agudizando la dificultad de ver: la obra como
ausencia de obra.
• ✓• Al entrar los Estados Unidos al panorama del arte al fin de la segunda·
guerra mundial y a través de la Action _Painting, era lógico que se agudizara
este problema. En el país productor de objetos de consumo por excelencia y
que acababa de imponer la verdad de su técnica mostrando su poder, la inun-
dación de objetos tenía que provocar una reacción más clara aún contra el
objeto por parte del artista. No es extraño el culto actual de los artistas y los
críticos de vanguardia en los Estados Unidos por esa ausencia de obra encar-
nada en la figura de Marcel Duchamp. Ya Pollock, de Kooning, Kline, al menos
teóricamente, habían puesto el acento más en la acción del artista, en el acto
de expresar, que en el producto de la expresión. La desaparición de la obra
no como acto sino como realidad en la cual no aparece una idea anterior a
ella sino que es la idea en sí, una idea que se muestra en términos de pintura
o escultura porque es sólo pintura o escultura, es una realidad en el arte de la
vanguardia. La crítica absorbe finalmente a la creación y la anula. Pero al
desaparecer la creación desaparece también la capacidad de crítica contenida
en ella. El arte contemporáneo que empezó haciendo la crítica de la vida, si- ·
guió luego haciendo la crítica de sí mismo como realidad independiente y
finalmente se ha ocultado: en los ejemplos extremos de vanguardia, el arte
,q uiere ser otra vez naturaleza, obra del azar y de los elementos y tan expresivo
o inexpresivo como cualquier otra aparición visible en el mundo, o quiere ser
tan sólo la idea de obra sin obra. Y sin embargo ...
En Latinoamérica, como en cualquier parte del mundo, es imposible ignorar
las exigencias planteadas por la vanguardia. El mundo moderno es uno solo y
somos contemporáneos de todos. Las obras de Pollock o de Kooning existen,
son visibles, han adquirido una realidad independiente más allá de la voluntad
de expresión que encontraba su verdad en el acto de pintar y en esa realidad
independiente es posible encontrar su pensamiento. Tal vez no pueda decirse
lo mismo de todas las obras de vanguardia; pero éste no es el problema. En el
DIVERSIDAD DE ACTITUDES 151
arte siempre ha .habido obras o ideas de obras que no llegan a ser y quedan
fuera del arte. El problema es la perspectiva desde la que debe contemplarse
el fenómeno del arte contemporáneo. La todopoderosa realidad, en ciertas partes
del mundo, de una sociedad de consumo ha producido la ilusión de que el
único punto de vista desde el que se puede hacer y contemplar la obra, hacer
la crítica encerrada en la obra y la crítica de la crítica que muestra la obra,
· es el de esa sociedad. En Latinoamérica, donde los problemas son más diver-
sificados, donde muchas veces no se trata de atacar la inundación de objetos y
la noción de consumo sino, precisamente, de tener los objetos y de llegar al
consumo, el punto de vista puede ser otro. El artista como crítico y el crítico
del artista, conocen el horror de la civilización moderna y los vastos infiernos
sociales que el progreso ha creado: pueden imaginar su llegada y ni los aceptan
ni los desean; su rechazo no es comprendido por las sociedades en las que
viven y que padecen la ilusión del progreso y esto coloca al artista fuera de la
sociedad, compartiendo sus limitaciones y sin participar de sus deseos. Pero el
artista puede estar fuera de la sociedad, inclusive en la medida en que la urgen-
cia por satisfacer las necesidades más inmediatas de esa sociedad lo hacen en
cierto grado superfluo. La norma que dicta la razón de esas sociedades les dice
muchas veces que la belleza debe esperar; sin embargo, esta norma, que hace
la belleza inexistente todavía, en espera· aún de su realización, permite muy
exactamente al artista la creación de los modelos de belleza, le permite entregar
las formas, la apariencia visible, a través de la cual entran a la realidad otras
posibilidades, otro tipo de normas que todavía no se realizan en la realidad más
que en el arte y que hacen del artista un visionario.
Es imposible ignorar que ésta es la otra vertiente del arte contemporáneo.
La labor de destrucción realizada por la vanguardia ha sido a su vez un des-
brozamiento del campo mismo del arte que deja el camino abierto a otras
posibilidades para el mismo arte. Si el rechazo y el abandono de la fidelidad
al modelo natural que ~e inicia ya en cierta · medida desde fa pintura impre-
sionista abrió el paso a la imaginación, a la expresión del mundo interior, como
una realidad con no menos derechos que la de las apariencias inmediatas su-
mergidas en la contingencia, al afirmar su derecho a expresar ese mundo de la
imaginación, el artista adquirió también el derecho de imponerlo a la realidad.
La evolución de la historia misma del arte en sus ejemplos más extremos impuso
ese derecho y practicarlo es estar dentro de esa historia y junto con ella en la
Historia.
El espacio de la pintura encierra su neutralidad y su independencia, y pre-
servándose, nos propone su visión. En él todo es posible. La acción de ver nos
entrega a su vez la mirada de la pintura. Paul Klee lo sabía: los cuadros nos
miran y nos enfrentan a esa insurrección en la que los pilares del acueducto se
han echado a andar y la rebelión de los objetos se suma a la rebelión de la
naturaleza para romper juntos las normas que rigen el mundo. Cuando André
Breton visitó México en 19~ .y redactó junto con León Trotsky un manifiesto
revolucionario, manifiesto que curiosamente contaba entre sus firmantes a Diego
Rivera, descubrió fascinado que el mundo americano, un mundo de naturaleza
desbordante y de conductas absurdas, un mundo de objetos mágicos y de pensa-
'~~
152 RAÍCES, ASIMILACIONES Y CONFLICTO.S '\
l] LA DEFINITIVA CONCILIACIÓN
Cuando los primeros escultores griegos empezaron a tallar las imágenes atléticas
de los koúroi iluminados con una enigmática sonrisa de victoria sobre los labios,
repitieron en su trazo la postura severa y el paso frontal de antiguas escul-
turas funerarias de Egipto. Al hacerlo no sólo estaban creando el primer eslabón
de la larga cadena de esculturas que forman las obras maestras del arte occi-
dental, sino que estaban configurando uno de los ejemplos clásicos de esa ca-
pacidad inherente al ser humano de copiar creativamente. El hombre es un
animal imitativo. Ésa es su fuerza. Y la historia del -quehacer humano es la
historia apasionante de la "difusión" de ÍOfIDas, técnicas y de ideas a través de
los continentes y de los encuentros entre civilizaciones que han permitido esas
mutuas incorporaciones. 1
L as antiguas cunas de la civilización han sido siempre lugares de tránsito y
de intercambio. Las encrucijadas geográficas, los mare~ poblados de islas, corno
el Mediterráneo, las planicies atravesadas por ríos cai:1-d_~losos y regulares, los
puntos de confluencia donde pueblos opuestos se han encontrado en el comercio
o en la guerra, han otorgado siempre las circunstancias favorables al desarrollo
cultural. El contacto entre razas y sociedades diversas que fomenta la hibrida-
ción y las mezclas más variadas hace posible el intercambio fértil que fecunda
y alimenta el proceso histórico. Ese encu eritro entre contrarios h a sido el motor
de los principales cambios en la historia de la humanidad. Tan inte~so ha sido
el trajinar de los grupos humanos a través de los milenios, sobre mares y con-
tinentes, que hoy no h ay invención básica en el mundo de las técnicas que
no sea patrimonio común d e la humanidad, ni grupo- étnico que pueda con-
siderarse raza "pura", ajena al contacto y al mestizaje. Y si algún grupo mi-
núsculo humano vivió aislado, como los pigmeos de Australia o los onas de la
T ,i erra del Fuego, su soledad se refleja precisamente en el primitivismo paleo-
lítico d e su incipiente estado cultural.
Sobre la trama de ese panorama histórico, a menudo se enseñorea la trage-
dia. Civilizaciones enteras fallecen y se hunden en el olvido. Guerras, invasio-
nes. migraciones de masas confrontan a los pueblos en la violencia.
Ejemplo elocuente de estas peripecias, es el proceso -de la Conquista y de la
colonización de América, que fue uno de los choques más dramáticos entre cul-
turas producidos en los tiempos modernos. Choque de dos mundos antagónicos
ante cuyas consecuencias, aún hoy, el observador imparcial no puede evitar su
asombro. Las diversas etapas de la conquista de los aztecas por Hernán Cortés
[ 154]
¿UN ARTE MESTIZO? 155
y del imperio de los incas por Francisco Pizarro, a pocos años de diferencia,
' semejan los actos de una tragedia prestablecida por una serie de deus ex-ma-
china a favor del puñado de soldados españoles, cuyo valor sólo se puede igua-
lar a la intensidad de su ambición. Como se ha observado alguna vez, más que
una conquista militar el proceso fue el de una verdadera retracción de las
culturas aborígenes frente al avance español. Como si la presencia del mundo
occidental implicara la espontánea desintegración del mundo americano. Sólo
profundas razones de orden psicológico, por un lado, y de organización social,
por el otro, pueden explicar este enfrentamiento victorioso de pocos cientos de
soldados españoles a ejércitos organizados, compuestos por decenas de miles
de hombres.
Los acontecimientos que narra la historia militar no reflejan, sin embargo,
la historia de los procesos culturales. Después de algunas décadas de tanteos · y
de intensa labor catequizadora e instructiva, encomendada a las órdenes r~ligio-
sas mendicantes, que representaban verdaderas puntas de lanza culturales; y de
organización económica y administrativa, el patrón de las relaciones que se
establecen entre los dos grupos empezará a perfilarse. Las grandes culturas na-
tivas se retraen, pero no serán totalmente aniquiladas. La presencia física de la
población aborigen era necesaria para los propósitos de la Corona española, que
buscaba la incorporación- de las nuevas ~ierras a su dominio como una exten-
sión de provincias en ultramar.
De modo que frente al avasallador impacto de la cultura de Occidente la
población nativa sufre un intenso proceso de "aculturación" en los centros
urbanos. El mismo proceso será menos vigoroso en las zonas rurales, donde, en
forma decreciente a medida que se produce un alejamiento de los centros "me-
tropolitanos", los mecanisraos de "transculturación" actúan de manera más lenta
y progresiva. Sería ilusorio imaginar que hubo grupos de población que man-
tuvieron su cultura precolombina de modo intacto. Todos, en mayor o menor
medida, estuvieron expuestos a las nuevas formas occidentales. Pero es también
evidente que, transformadas por siglos de continua expos:ción a esas formas,
aún hoy existen comunidades agrícolas que participan de modalidades cultura-
les que se remontan, a través de muchos cambios y adaptaciones, a los antiguos
núcleos aborígenes. Esas comunidades, que se expresan en los idiomas nativos,
son las creadoras de un folklore narrativo, musical y plástico de excepcional
interés para la historia artística y cultural del continente.
Así, la conquista y colonización americana permiten la supervivencia de dos
grupos. E!_p.atiyo, . totalmente aculturado en todas aquellas manif~i~~~~_?n~~-___?_fi-
ciales de la vida colonial urbana en las que particJpa, entre las cuales se cuenta,
~ierto,-·la -creación artístico-religiosa; y progresivamente menos incorporado
en las zofüis-provincianas. y en las regiones rurales, donde se cr~!1.JJ. ol>ras_folkl.ó-
ricas que por carecer del status oficial pueden reflejar aquella situación. Por
otro ládo, el grupo occidental, portador de la cultura "dominante", que se
desenvuelve en su rol rector a medida que adopta los reajustes necesarios que
el medio geográfico y las condiciones exigen y que se reflejan esencialmente en
su "cultura material" (incorporación de hábitos y productos alimenticios). Esta
situación, muy lejos de ser un proceso cerrado, es aún hoy un fenómeno en
156 RAÍCES, ASIMILACIONES Y CONFLICTOS·
1 Una pintura de José Sabogal, el fundador del indigenismo peruano, representa a Garci-
laso con el rostro dividido por la mitad en dos secciones: un lado español de color claro y
el otro indio, de color cobrizo. Extrañamen te esta solución repite la superposición de estilos
de la arquitectura cuzqueña y es, en buena cuenta, una negación del mestizaje. Dos medios
rostros distintos no crean una fa z huma na.
¿UN ARTE MESTIZO?
Las artes, cuyo estudio ha sido pretexto tan a menudo para desarrollar comple-
jas Geistesgeschichten, fueron el ejemplo predilecto usado por los defensores del
mestizaje para demostrar de modo tangible esa fusión "hispano-aborigen". To-
158 RAÍCES, ASIMILACIONES Y CONFLICTOS
l
J
pudiera reconocer la continuación de prácticas paganas. Por otro lado la vigo-
rosa actitud antropocéntrica de la cultura europea del siglo xv1, no podía admi-
l
l60 RAÍCES, ASIMILACIONES Y CONFLICTOS
técnico. Piénsese, por ejemplo, en las extraordinarias tallas de los maorís. Vale
decir que la deformación provinciana se debe exclusivamente a motivos de orden ·
conceptual o mental, no a incapacidad manual o artística.
Idéntico es el proceso que se produce en la literatura de los siglos XVII y
XVIII en los principales centros intelectuales de las colonias. El mecanismo de
"provincialización" se expresa no sólo en la forma literaria exageradamente
recargada de ornamentos, en una especie de "degeneración cultista"; sino que
el pensamiento de hombres intelectualmente sobresalientes como Sigüenza y
Góngora o Peralta y Barnuevo refleja una extraña confusión en su intento de
conciliar el restringido molde de su filosofía escolástica con las nuevas ciencias
empíricas europeas. "La cultura es un fenómeno de superpüsición de noticias,
más que de síntesis", escribe Picón Salas al definir esta situación. El paralelismo
es tan estrecho entre· literatura y artes plásticas, ambas cargadas con un "en-
crespado follaje de primores" y construidas con superposición acumulativa de
elementos provenientes de Europa (conocimientos, en un caso; estilos, en el
otro), que esta semejanza sólo puede explicarse por la igualdad de condiciones
que le dieron origen y que señalan hacia la situación de aislamiento provin-
ciano de los virreinatos. Nadie confundirá la literatura cultista de la colonia ·
con una manifestación de "hibridación cultural"; por igual motivo no debe
creerse que las artes plásticas lo sean. .
Es un hecho innegable que los monumentos del llamado "estilo mestizo" han
florecido en aquellas regiones del continente americano que están más densa-
mente habitadas por la población nati"'.a, como sucede en las regiones involu-
cradas de México, Guatemala, el Peru y Bolivia, y que, por consiguiente, algu- _
na relación causal debe explicar esta circunstancia. Co~ consumidor, más ·que
productor, del arte religioso, la masa indígena pudo haber influido por su "ex-
pectativa estética", en algún grado, en la plasmación del estilo. Y en la medida
en que el clero responsable comprobaba la eficacia de las nuevas formas para
lograr sus propósitos de crear una impresión duradera ~n la congregación, el
estilo habría sido apoyado y reforzado. Pero es también un hecho comprobado
que esas zonas, con su fuerte economía minera y su densidad de población, eran
simultáneamente los lugares más '. 'provincianos" del continente y los más indi-
cados para emprender la construcción religiosa a gran escala. De tal manera
que es · perfectamente legítimo considerar las expresiones del estilo "mestizo"
como auténtica manifestación artística americana, ya no de "místico, atávico y
telúrico" origen precolombino, como t::i.ntas veces se ha dicho, sino por corres-
ponder a la concreta realidad de aquellas zonas provincianas con su activa eco-
n'o mía de explotación y sus núcleos de gran concentración humana en proceso
de transculturación.
Desde que se tomó conciencia del fenómeno se han propuesto variedad de nom-
bres para denominar el estilo. Se ha ensayado hispano-indígena, ibero-andina,
¿UN ARTE MESTIZO? 165
indo-peruano, criollo, hispano-aborigen, planiforme; pero el término que ha
tenido más fortuna desde 193.§ cuando lo plasmó Angel Guido, es el de estilo
"mestizo". Diez años más tarde Alfred Neumeyer le dio el espaldarazo inter-
nacional al usarlo en un artículo en el A rt B ulletin y desde entonces se ha
establecido definitivamente en los escritos sobre arte latinoamericano. La obje-
ción más seria que se ha hecho a su uso proviene de George Kubler, quien
desde 1959 criticó la inconveniencia de aplicar a una forma artística un tér-
mino de calificación racial. En 1963 Graziano Gasparini creyó necesario hacer
circular una encuesta para aclarar el significado del término y el concepto de
arquitectura barroca y /o americana.
En parte el malentendido se debe a diferencias lingüísticas. Es cierto que
la palabra "mestizo" en español tiene una significación más amplia que la
que le adscribe el Oxford English Dictionary al no reconocer en ella sino
al cruce de español con indio americano. Al identificarlo como sinónimo de
"híbrido" y al abarcar no sólo mezcla de razas o especies en animales y plantas,
sino también el producto de cualquier combinación de elementos heterogéneos,
en castellano la palabra "mestizo" adquiere una resonancia más vasta y sobre
todo no conlleva la connotación racial que la haría tan antipática.4
Por último, es una tradición tan arraigada ya en la historia del arte que se
adopten términos inadecuados del punto _de vista puramente semántico, para
denominar los estilos artístico&, que bien puede con-erse el riesgo de incorporar
uno más, con todas las imperfecciones que pueda tener la palabra "mestizo"
y en reconocimiento a sus tres décadas de servicios. ¿Será necesario recordar
los significados y el contenido peyorativo de "gótico", "manierismo", "barroco",
"impresionismo", "cubismo" y "fauvismo"? En el fo~do se oculta una realidad
más profunda de este juego de nombres equívocos. Los estilos no se alcanzan
nunca a definir de modo enteramente lógico, en cambio se evocan con mayor
facilidad al conjuro de una palabra que. tiene cierta latitud afectiva, aunque
ésta sea inicialmente peyorativa. De modo que mientras se defina con precisión
que por "estilo mestizo" se entienden aquellas obras de estilo provinciano
americano que se desarrollan desde finales del siglo xvn en regiones como
Arequipa y el Callao y en el xvnr en zonas de Guatemala y México, conside-
ramos que su uso es pe1·~~ctamente aceptable.
Es así que con exclusión de las expresiones folklóricas, cuyos productos humil-
1 des reflejan ocasionalmente la lejana herencia nativa de formas básicas y téc-
1 nicas aborígenes, en las artes plásticas de los siglos XIX y :xx tampoco podrá
hablarse de expresiones culturales híbridas. América ha sido iñcorporada
.. .... .
a ni-
- ··-·•· .._ .. ---,..,..._,_,
.•.
tamente el arte del pasado, sino que por añadidura tergiversarán las coorde-
nadas del problema presente.
El arte latinoamericano posee una riqueza que desborda estos límites y en-
cierra la promesa de un futuro cargado de nuevas realizaciones, como las que
ya han tomado forma en nuestros días en la literatura del continente.
III
Arte y sociedad
I
El arte de una sociedad en transformación
,
SAUL YURKIEVICH
El arte es una constante antropológica; aparece en toda sociedad desde los albo-
res de la humanidad. Su evolución ha tendido a acentuar la especificidad, a la
creación de objetos plásticos cada vez más autónomos. En primera instancia, el
arte, tal como se 'lo concibe en nuestro contexto cultural, nos remite al arte
mismo, transmite una información irreductible a otros lenguajes, es autorrefe-
rente, autorreflexivo. Pintura y escultura son formalizaciones perceptivas cuya
función inicial es la de comunicarnos información estética. Pero a la vez es
innegable su carácter de representación, su valor icónico o simbólico que nos
remite no sólo a esa entidad que podemos denominar signo plástico, sino tam-
bién a significados suplementarios que están siempre obligados a pasar por los
significantes formales (por lo específicamente estético). Estos significados ponen
al objeto plástico en relación implícita o explícita con el mundo circundante,
lo ponen en conexión o intercambió con las otras actividades sociales, con los
modos operativos y comunicativos de la comunidad; permiten descubrir la com-
plementaridad entre arte, técnica, ciencia y filosofía, consideradas todas como
caminos de conocimiento, como exploradores, denominadores y dominadores
del mundo, como modos de especulación, de experimentación, de acción per-
tenecientes a un mismo sistema de relaciones, las propias de una sociedad y de
una época.
El arte se instala en el seno de una comunidad que instaura el código que
posibilita la comunicación artística. El código proviene de un consenso social
que tolera sólo un cierto margen de innovación; si se lo transgrede, la comu-
nicación se corta temporaria o definitivamente; p ara avanzar, el arte debe dosi-
ficar las sorpresas, la imprevisibilidad en su mensaje. El códig<;> es un ente co-
lectivo que proviene de un acervo común de conocimientos, del grado de con-
ciencia posible de una sociedad que tiene un determinado horizonte semántico.
Lo social y lo estético son concomitantes pero no equivalentes. Cuando se
aborda la relación entre arte y sociedad latinoamericanos se deben establecer
vínculos que no enajenen la especificidad de uno y otro ámbito. Como vamos
a ver, la confrontación no implica necesariamente una subordinación. Si ana-
lizamos el arte de América Latina desde una perspectiva sociológica se nos
plantean varias dificultades:
economía que no sean epidérmicas y que no presupongan, como ocurre con las
tendencias realistas que se autotitulan sociales, la servidumbre del arte con -
menosprecio de lo intrínsecamente estético, o sea del único valor propio, ni
l
prestado ni reflejo, que puede aportar el arte.
Hay una serie de relaciones generales bastante verificables. Por ejemplo, la
relación directamente proporcional entre desarrollo artístico por un lado y desa-
rrollo industrial, desarrollo urbano y desarrollo de la escolarización, por el otro.
Los países latinoamericanos que tienen cierto desarrollo -artístico (Argentina,
Brasil, México, Venezuela) son los más avanzados en cuanto a potencial eco-
nómico. Pero hay desajuste. Venezuela, que vive principalmente de su petróleo,
tiene bajo índice de industrialización y Brasil posee todavía un escaso índice
de urbanización.
En América Latina hay una relativa sincronizad.ón entre evolución artística
y evolución social. Procede sobre todo del trasplante de estéticas europeas o esta-
dounidenses ligadas a contextos tecnológicos; ellas son importadas y practicadas
en las capitales latinoamericanas sin haber alcanzado el grado equivalente de
desarrollo. Como explicaremos más adelante, el cubismo y futurismo correspon-
den a un primer· auge maquinista, a la entrada en la era de las comunicaciones.
El arte concreto se vincula con un determinado estadio indnstrial, con la estan-
darización, el funcionalismo, la difusión d,el diseño industrial, la adecuación
formal a nuevos materiales. Estas tendencias aparecen, sin embargo, en América
Latina en períodos de escasa industrialización, cuando pujábamos por trasponer
el umbral de la era tecnológica.
Otra relación que parece justificada es la que considera el pasaje de una
sociedad dual a una de multiclases como transformador -ctel arte localista, con-
servador, anacrónico, en un arte cosmopolita y de actualidad. Igualmente puede
decirse que el ruralismo implica estancamiento artístico y que la urbanización
promueve el activamiento. Se puede comprobar también, sobre todo en .nuestro
con,tinente, la ligazón entre inestabilidad economicopolítica e inestabilidad artís-
tica, entre las fluctuaciones del mercado comercial y las de su subordinado, el
mercado del arte. En los países capitalistas, el desarrollo artístico está direc-
tamente vinculado a la calidad, permeabilidad, cantidad, capacidad y disponi-
bilidad adquisitiva de la burguesía. La· Revolución rusa rompe por primera vez
esta dependencia y desencadena un proceso de creaciones fundamentales para
el arte ·contemporáneo. La Revolución cubana sobreviene en otra coyuntura
histórica, sujeta a otros condicionamientos y es todavía joven para que podamos
em,itir diagnósticos artísticos. La más singular y más difundida escuela latino- -
americana, el muralismo mexicano, nace de un proceso revolucionario.
Las relaciones entre arte y sociedad son a menudo imperativamente redu-
cidas a fórmulas apodícticas. Son difíciles de formalizar. Su carácter sobre todo
cualitativo las hace refractarias a la enunciación numérica. En Latinoamérica,
la falta de investigación sociológica rigurosa, la carencia de esta infraestructura
del conocimiento, nos hace a menudo incurrir en es~ mal epidémico que hay
que evitar a toda costa: el sociologismo. Con atraso o con progreso, vivimos
mundialmente en la era industrial, en contextos urbanos donde la llamada
civilización tecnológica ha provocado, como nunca, una unificación del hábitat
EL ARTE DE UNA SOCIEDAD EN TRANSFORMACIÓN 175
( cido por artistas latinoamericanos sea cual fuere su estética o su lugar de resi-
/ dencia.
l, A escala planetaria, a pesar de las diferencias de grado de desarrollo, de
las injustas desigualdades en el progreso tecnológico y en la acumulación y
usufructo de la riqueza, se ha generalizado el consenso de que vivimos en una
sociedad en acelerada mutación, en un mundo que cambia vertiginosamente,
merced sobre todo al acrecentamiento de los poderes de transformación de la
materia por el hombre. Este continuo trastrocamiento acarrea modificaciones
fundamentales en los modos de vivir, de percibir, de concebir, de operar y de
, representar el mundo. El --~rte_de nuestro tie~E.<.?~ ~n ~ ~--!..!!RtE!-_~,____ carac-
terizado por una permane?te v~lup fa·a ~·a~ .t~:µoy~_ci_ó:µ, por una inestabilidad y
una m útab1lidad acrecentadas que son el correlato de nuestra aceleración his-
tórica, del permanente proceso de adaptación del hombre a la movilidad de un
universo controvertido sin cesar.
América Latina, a pesar de sus atrasos sociales y económicos, de sus estruc-
turas a menudo obsoletas, de sus abismales diferencias internas, de sus primor-
diales insuficiencias, no escapa al dictamen de la época. Continente explosivo
por su al to crecimiento demográfico, por la velocidad de su desorganizada
uroanización, por la presión de las masas sojuzgadas que reclaman nivel de vida
decoroso y verdadera participación política, por la violencia de - los enfrenta-
mientos sociales, en él se agudizan las crisis; las rupturas, los contrastes, la ines-
tabilidad, la movilidad, los altibajos y antagonismos.
En un continente donde la inmensa mayoría de la población campesina
está doblemente marginada, marginada de la sociedad rural y de la sociedad
global, donde casi un tercio de la población total tiene ingresos de 60 a 70
dólares anuales que prácticamente la excluye de la economía monetaria o de
consumo, cincuenta millones de receptores y diez millones de televisores exaltan
los beneficios de la vida moderna. 2 Los pueblos entran auditiva y visualmente
en una realidad contemporánea cuyo aprovechamiento les está vedado. ·Actual-
mente en Latinoamérica el arte popular más extendido es el que difunden los
mass-media. Por ahora, la plástica está condenada a ser privilegio de minorías,
a pesar de que en los países más urbanizados es reproducida en revistas que se
tiran a escala industrial y que se venden en los quioscos.
Como en otras áreas, en el arte latinoamericano contrastan dos movimientos:
uno marginal, de repliegue, centrípeto, localista, y el otro expansivo, centrífugo,
internacionalista. El primero promueve y consagra valores que no trascienden
las fronteras nacionales y que alcanzan en el mercado local cotizaciones a veces
desmesuradas. Se trata en general de artistas tranquilizadores, previsibles, de
tendencias asimiladas por el gusto social, "legibles" para la mayoría y estéti-
camente más o menos anacrónicas.
Frente a estos artistas de reconocimiento exclusivamente nacional, hay valo-
res internacionales que se incorporan al circuito mundial por contacto directo
con las metrópolis culturales y rara vez a partir de sus países de origen. A
veces, los artistas que tienen formación e información actualizadas, producen
2 V. Jean Huteau, "La transformación de América Latina", -:fiempo N uevo, Caracas, 1970.
EL ARTE DE UNA SOCIEDAD EN TRANSFORMACIÓN 177
obras de avanzada que son rechazadas por el medio, cuyo grado de permeabi-
lidad y de cosmopolitismo superan excesivamente. También se da a menudo,
como ha ocurrido· en Buenos Aires en varias ocasiones, la falta de repercusión
de manifestaciones premonitorias pero realizadas fuera del gran circuito mun-
dial. Para ingresar a éste se impone fatalmente el exilio.
Esta diferenciación inicial y esquemática permite desde ahora entrever el
';
funcionamiento de la promoción artística en Latinoamérica. Su situación mar-
ginal con respecto a los centros mundiales de decisión económica, política y
cultural, su condición de sociedad dependiente de metrópolis exteriores al con-
tinente, el carácter del neocolonialismo imperante en nuestro ámbito impone
también subordinaciones estéticas. Así como somos países exportadores de mate-
rias primas e importadores de productos manufacturados, lo somos también de
productos culturales, exportamos artistas e importamos estéticas. Tanto las pau-
tas de nuestros sistemas económicos como las pautas de nuestro sistema educa-
tivo han sido impuestas desde afuera o trasplantadas por minorías cosmopolitas
con adecuación insuficiente a la realidad local.
Múltiples son los estudios economicosociales tendientes a establecer teorías
y prácticas reformistas o ·revolucionarias que posibiliten la conquista de nues-
tra independencia, de la libre determinación de nuestros pueblos. Pero sobe-
ranía económica no quiere decir aislamieD;tO, sino integración igualitaria en el
concierto mundial. Tal es el imperativo de la era tecnológica, al que no puede
escapar ningún país que impulse su progreso. Producida la descolonización eco-
nómica ¿cómo producir la descolonización cultural?, ¿persiguiendo lo autóctono,
los modismos regionales de extensión limitada, o buscando lenguajes omnicom-
prensivos, a tono con el hombre y el mundo modernos?, ¿buscando denodada-
mente el arraigo a través de formas neofolklóricas o dando libre expansión a
una cultura sin retaceos localistas?, ¿nacionalismo e internacionalismo deben ser
considerados como opósitos y excluyentes? Las prácticas liberadoras en el pla-
no economicosocial suelen ser más unívocas, eficaces y satisfactorias que las del
plano cultural y artístico.
Sin excepción casi, las áreas productoras y exportadoras de patrones cultu-
rales y artísticos son las áreas económicamente más prósperas. La gestación, di-
fusión e imposición internacionales de escuelas o estéticas se produce inicial-
mente en los centros de poder. Hay una innegable relación entre potencia
politicoeconómica y poderío artisticocultural, que tampoco funciona automáti-
camente. Francia tiene menos poderío económico que Alemania occidental pero
más gravitación cultural. La importación cultural en América Latina, desde
los albores de la independencia política procede sobre todo de Francia, a pesar
de que económicamente muchos países, como los del cono sur, estaban den-
tro del dominio británico y los del norte en. zona de influencia estadounidense.
Después de la segunda guerra mundial, la situación se modifica a la _vez econó-
mica y culturalmente. Estados Unidos adquiere el monopolio de la influencia> - ·-
politicoeconómica en América Latina y una gravitación artística preponderante. ¡
Ésta corresponde al auge de la plástica norteamericana a partir de la brillante /
escuela de Nueva York, sucedida por el pop-art, el op-art, el minimal-art y el con- ,
ceptual-art. A la par se produce en Francia una declinación creativa. La interpr~ /
178 ARTE Y SOCIEDAD_
·.
. " rróllo del contexto latinoamericano: El trasplante cultural opera de manera
p:iimética y desconectada de la base socioeconómica. Las minorías cosmopolitas
gestado como signo plástico de una nueva visión del mundo móvil, simultánea, !
relativa e inestable, una visión ligada al .contexto urbano de una época de ver-
tiginosas transformaciones. Vuelto a su tierra y colocado ante el imperativo
de elaborar un arte para todos, sustituye el lenguaje especulativo del cubismo,
donde la percepción se asocia con una intelección para iniciados, por los mu-
rales monumentales de anécdota simple, de mensajes inmediatamente legibles,
por estereotipos representados con sistemas más o menos tradicionales. lmpo- .
sibilitado de infundir a su pueblo -que apenas comienza a salir de la explota- ·
ción, el analfabetismo y la pobreza- la comprensión de un arte avanzado,
adapta sus murales a lo que convencionalmente se considera como máximo
común denominador, como nivel de inteligibilidad popular. Partiendo de cá-
nones europeos de última hora, retrocede a otros cánones no menos europeos,
retoma los medios figurativos de tradición renacentista, algo renovados estilísti-
camente. Raquel Tibol lo justjprecia cuando lo considera como un académico · ·
de nuevo tipo:
... Para componer sus relacione'!; lógicas Rivera utilizó el clasicismo y su última deri-
vación, el cubismo; para expresar su optimismo panteísta se valió del impresionismo y
de su extrema consecuencia, el fauvismo; para relatar sus historias recurrió al natu-
ralismo y a su cláusula más flexible; el folklorismo; para dar tiempo y movimiento a
su representación se sirvió del romanticismo y de su infancia retrospectiva: el arqueo-
logismo. Podemos decir, entonces, que Rivera fue un anista académico de nuevo tipo,
lo suficientemente avanzado para crear con fórmulas conocidas un arte novedoso, mexi-
cano por su carácter y contenido, universal por su significado.4
r
~ 181
,,EL ARTE DE UNA SOCIEDAD EN TRANSFOJlMACIÓN
-.•inonofocal; introduce el tamaño jerárquico, invade el techo, distorsiona sus fi.
}guras, envuelve e involucra al espectador con su monumentalidad de grávido
cromatismo.
Ante un mismo incitamiento, el de aproximar el arte al pueblo y a la Re-
volución, con una temática épica, con un recurso imponente, acromegálico, que
.,10 saque del formato de cámara, del usufructo individual, del circuito selectivo
1 de galerías, coleccionistas y museos y que lo vuelva por su emplazamiento y su
1•mensaje, patrimonio colectivo, cada artista da una respuesta en función de sus
dones inventivos. · ~--.__
El muralismo mexicano constituye la más conocida e imitada escuela plás-
tica en América Latina, no sólo por la calidad intrínseca de sus realizaciones,
también por estar ligado a una gesta colectiva. Su telurismo, su indigenismo
satisfacen la expectativa del extranjero, del angloamericano o del europeo que
buscan en nosotros lo típico, lo aborigen, la efusión tropical, primitiva, barroca,
neofolklórica.
Emilio P.e t.toruti,_Jlega a Europa en 1912, época de auge del cubismo y del
futurismo; allí permanece doce años. Ambos movimientos están mancomuna-
dos en una misma lucha contra la pintura naturalista que reproduce una rea-
lidad aparente y estática, y contra la evanescencia del impresionismo que, exce-
sivamente atraído por la luminosidad, ha terminado por disolver las formas y
renunciar a la estructuración. El joven Pettoruti acata todos los estímulos del
momento: hace dibujos futuristas, collages cubistas y pintura abstracta. Ensaya
tendencias, paletas y técnicas distintas. Riguroso, analítico, mesurado, se deci-
dirá por un cubismo sintético, vecino al de Juan Gris. Rompe la perspectiva
unívoca, desarticula los objetos, sugiere el volumen me~iante planos superpues-
tos, pero acentuando siempre la primacía de una composición estática, con un
centro focal y un eje de simetría. De dibujo nítido y factura sumamente escru-
. pulosa, prefiere los colores fríos, grises gamados con algunos toques cálidos;
.una serena y severa limpidez.
Enumero una lista de artistas, entre los más notables de América Latina, que
han hecho toda su carrera profesional en el exterior, cuya consagración es ini-
cialmente extranjera y que luego, por repercusión, será nacional y continental.
La •condición implacable para acceder al mercado internacional es instalarse
en alguna de las metrópolis culturales, en París, Londres, Nueva York, Roma,
Milán. Desde nuestras capitales difícilmente se logra un prestigio que traspon-
ga las fronteras nacionales. Hay un viejo vicio que lo impide: la infraestruc-
tura exportadora que nos ha "balcanizado", que nos ha desunido e incomuni-
cado. Es más fácil ir de Lima o Buenos Aires a París que a Santo Domingo. .
La carencia de estadísticas, de estudios del mercado latinoamericano del arte,
nos obligan a movernos en un plano de experiencia personal o en el campo de
lo conjetural. Me pregunto, en relación con el número de artistas locales exhi-
bido3 por galerías y museos, qué porcentaje de latinoamericanos no residentes
exponen en Buenos Aires, San Pablo, Caracas o Méxíco. Sin duda escaso o mí-
nimo. Esta proporción se reduce si nos circunscribimos a latinoamericanos que
provienen directamente de su país de origen, es decir a -obras de artistas no exi-
liados. Soto, Matta o Le Pare tienen fácil acceso a exposiciones en América
Latina porque presentan valores seguros,, valuados y avalados por el previo
prestigio internacional.
El exilio es una dura prueba que ha destruido a no pocos plásticos con
talento innato, pero es la condición necesaria para formarse en contacto directo
con las fuentes y con la actualidad productiva, para confrontarse con los más
altos niveles mundiales, para ·e ntrar en galerías poderosas, para acceder a un
profesionalismo que recompensa a los consagrados con la solvencia económica
y la adecuada difusión de sus obras, que permite ingresar a las grandes colec-
ciones de museos y particulares. El éxodo de artistas, intelectuales y técnicos
latinoamericanos parece ser una especie de mal endémico, forma parte del
complejo llamado subdesarrollo.
Las ciudades populosas de Latinoamérica reflejan niveles de desarrollo
de una tremenda diferencia. Rodeadas, estranguladas por cinturones de mi-
seria, tienen un centro cosmopolita, de-•,üto nivel de vida, ligado por los rilo~·
dernos medios de comunicación con el mundo. Este centro, parecido al de
cualquier otra urbe importante, concentra y monopoliza el poder político, econó-
mico, social y cultural del país. A medida que nos alejaI!3-0S, comienza. .eL ver-
dadero país. Al llegar a la periferia estamos ya en el interior criollo; la tipifi-
cación étnica aumenta y también la miseria. Allí están las masas, periféricas
no sólo espacial sino también temporalmente, desplazadas del usufructo de bie-
nes materiales y culturales. Toda la actividad y las posibilidades de un artista
están subordinadas a ese centro de la capital, donde debe hallar su sustento
estético y económico. Su suerte está ligada al mercado local, a la receptividad
y a la disponibilidad de la burguesía lugareña, a menudo conservadora o timo-
rata en ane.
Así como nuestros países forman técnicos avanzados que el incipiente desa-
rrollo industrial impide absorber, científicos a quienes el nivel de investigación
EL ARTE DE UNA SOCIEDAD EN TRANSFORMACIÓN
185
y el equipamiento insuficientes impiden progresar, también capacita a artistas
adecuadamente formados e informados pero que de inmediato cliocan con las
limitaciones del circuito local --escasez de galerías, mercado reducido, incomu-
nicación, etc. Para romper este cerco la solución obligada es el exilio; con todo
lo que éste implica de desajuste y desarraigo. En aquellos que practican artes
l no v~rbales, sobre ~odo en los p~á~ticos que ut~lizan lenguajes comunicables por
doqmer, el desarraigo no es dec1s1vo, no constituye una merma estética.
Hay múltiples factores inflacionistas que intensifican la tentación del exilio,
todo un complejo de subordinación cultural, los mitos de la ideología román-
tica (la bohemia como prueba iniciática, el exotismo de lo extranjero, la
búsqueda de sí mismo a través del viaje de formación, o el viaje como ruptura
de los tabúes, trabas y censuras locales). Por otra parte está el éxito obtenido
afuera por algún compatriota célebre, por los grandes de la plástica latinoame-
Max Ernst. Allí vive ya Marcel Duchamp. Matta hace de puente entre los
que miran desde la otra orilla del océano.
Hemos tomado tres casos paradigmáticos para mostrar cómo funcionan los
retornos y cuál es el proceso de adaptación de los trasplantes artísticos. Rivera,
Pettoruti y Torres-García son fecundadores locales, colonizadores de medios
refractarios al arte moderno, formadores de las generaciones que los suceden.
A estos tres maestros contrapondremos tres .exiliados ilustres que han hecho toda
su trayectoria en el exterior: Roberto Matta, Jesús Soto y Julió La Pare. J1_ ~Jt<!.
es el itinerante, el prolífico por antonomasia. Desde el comienzo, su encamina-
miento está vinculado con una constelación de notabilidades artísticas. Inicial-
mente arquitecto, a partir de 1934 trabaja en el taller de Le Corbusier. Co-
mienza a pintar hacia 1937. Por intermedio de Dalí, conoce a André Breton,
quien va a auspiciarlo hasta- 1948, año en que es anatematizado y expulsa.do del
grupo surrealista. En 1938, pinta sus Morfologías psicológicas, muy próximas
al expresionismo abstracto. En 1939 se traslada a Nueva York donde traba re-
lación con los pintores locales. A Nueva York acuden Breton, Tanguy, Léger,
Max Ernst. Allí vive ya Marcel Duchamp. Matta hace de puente entre los
surrealistas parisinos y aquellos que constituirán la escuela de Nueva York..:
Gorky, Pollock, Kline, de Kooning, Rothko, Motherwell. Participa en todas las
grandes exposiciones surrealistas e ilustra las revistas del movimiento. Sin duda
la irradiación internacional d e los surrealistas, su sentido catequizador y ecu-
ménico, su capacidad propagandística han contribuido a la merecida fama de
Matta. Entre el 43 y el 44, concibe el estilo que más lo caracterizará: el medio
acuoso, un espacio profundo que actúa como campo de conflictos energéticos
en su máximo dinamismo, expansivo y explosivo, con estallidos luminiscentes,
donde se insinúan seres zoomórficos, casi antropoides, siempre distorsionados y
convulsos, imágenes orgánicas a la vez cósmicas y microscópicas. A partir del
50, influido quizá por ese coloso tecnológico que es Nueva York y perturbado
por una crisis política, intenta una pintura de tesis, de condena a la opresión
capitalista y de denuncia de las a lienaciones del hombre en la agresiva era me-
cánica. Su visión biomórfica va a combinarse con la incorporación disonante
de utilería tecnológica en una especie de historieta humorística, de caricatura
de la ciencia-ficción. Matta ha gestado un lenguaje muy personal, una imagen
186 ARTE Y SOCIEDAD
Los nombres con que Soto titula sus obras configuran una definición de sus obje-
tivos estéticos: repetición y progresión, metamorfosis, permutación, estructuras y am-
bientaciones cinéticas, relaciones y vibraciones, velocidades, sat uración móvil. . . Si ad-
mitimos que el arte está estrechamente vinculado a la acción y a la especuiación de
su época, a la nuestra corresponde un arte como el de Jesús Soto, mudable, inestable,
movedizo ...
Incorpora toda clase de movimientos: el movimiento real de elementos suspendidos
qu,e se desplazan en el espacio; el movimiento ilusorio proveniente de efectos de ines-
tabilidad óptica; el movimiento del espectador, estimulado a trasladarse, a accionar las
partes movibles. Convertido en partícipe, el contemplador-actor es incluido dentro del
contexto de la obra ...
Por un lado se da en Soto el progresivo apartamiento de la visión monofocal, frontal
y estática. Soto desmantela lo que en la plástica tradicional se entiende por imagen:
una representación nítida, más o menos perfilada, reconocible y unívoca. Por otra
parte, acomete la paulatina anulación del objeto plástico, de la obra de arte como
un cuerpo o una superficie exteriores al espectador. Los peneu·ables nos ingurgitan y
sumergidos en la espesura filamentosa no percibimos una configuración sino un cúmulo
de visiones. También Soto se pliega a la depreciación d el objeto de arte, a su difusión
y abaratamiento, reproduciéndolo en ediciones numerosas que le quitan su jerarquía
de obra única ejecutada manualmente por el artista ...
La movilidad, la relativización de la imag,en, la animación envolvente, la anulación
del objeto plástico, la disolución de los sólidos en una atomización lumínica, el
acento puesto sobre todos los valores ene:-géticos son propósitos y logros de Soto que
demuestran la actualidad de su obra. Ésta coincide con la visión del mundo que di-
funde la ciencia contemporánea. La realidad es, como las estructuras de. Soto, un sistema
de vibraciones sin centro ni componente'S autónomos. No más imagen antropomórfica
Como la obra cinética d_~ 9.!o, la de Julü~}.:'e Pare es una producción ligada
al contexto contemporáneo, un intento de aprovechamiento estético de los re-
cursos aportados por la tecnología. Son artes que desmantelan los objetos plás-
ticos tradicionales -cuadro mural y escultura corpórea-, que modifican el
comportamiento del espectador, que exigen otra percepción, que claman por
abandonar museos y galerías para integrarse en el paisaje urbano. Dije, cuando
Le Pare ganó el Gran Premio de pintura en la Bienal de Venecia de 1966:
EDMUNDO DESNOES
unidad del móvil y el efecto. El móvil de servir a las masas es inseparable del
efecto aprobado por ellas-, y es necesario que exista unidad entre ambos. El
móvil de servir al individuo o a una limitada camarilla no es bueno; ni es
bueno tener el móvil de servir a las masas sin que su efecto sea el de ganar su
aprobación y beneficiarlas." 3
Para empezar conviene desbrozar una brecha, abrir una red de caminos en
esta confusa selva; convertir lo "real maravilloso" en maravilloso real. Para
ello tenemos que invertir los controles de nuestra formación occidental; en Eu-
ropa y Estados Unidos la imaginación artística es una defensa contra la máqui-
na, una búsqueda de cierto equilibrio social -p_a ra nosotros el surrealismo, por
ejemplo, no es una liberación del subconsciente, una subversión del orden bur-
gués, nosotros somos surrealistas por pecado original. Tenemos que utilizar la
cultura, la imaginación y la imagen, para organizar nuestra realidad, darle cohe-
rencia .Y unidad.
La desproporción del mundo parece ser, para consuelo, sólo cuantitativa.
Para nosotros no es un consuelo, como para Kafk.a, sino la frustración de un
mundo que nos amenaza con la entropía, con descomponerse sin haber en-
contrado su forma.
"Nuestro exceso de sensibilidad -piensa Gabriela Mistral-, nuestra piel
toda poros, es lo mejor y lo peor que nos l}a tocado en suerte, porque a causa
de ella vivimos a merced de la atmósfera." Es una observación aguda pero
limitada porque se trata sólo de la cultura pequeñoburguesa en Nuestra Amé-
rica. Es lo mejor que tenemos, pero no basta. No basta ejecutar la pirueta
surrealista mejor que los europeos, y producir un pop más delirante que el
norteamericano, o imponer un marxismo más radical que los soviéticos. Esta
sensibilidad toda poros tiene sus virtudes, es internacionalista como el mejor
mundo actual; esta falta de raíces nos mantiene siempre dispuestos a integrar-
nos a cualquier solución revolucionaria que se proponga la integración de una
comunidad "con todos y para el bien de todos". 4
Esto será nuestro punto de partida. Queremos entender el mundo para
cambiarlo; no somos zorros en piel de corderos idealistas. La manifestación más
evidente y concreta del caos es -espacial, el mundo visuai pulula ingenuamente
a nuestro alrededor -la literatura lo escamotea en los signos de un lenguaje
desbordado y la pobre filosofía latinoamericana no logra tomarlo por los cuer-
nos. Somos pobres en teoría, en ideas y método, pero ante nuestros ojos el
mundo es prolijo. ¿A quién sirven, cómo utilizamos la imagen del sol y la
señal de la cruz? ¿La bandera nacional y el reclamo de un anuncio publicitario?
¿Los murales de Diego Rivera y la mujer desnuda del calendario? ¿El Sagrado
Corazón de Jesús? ¿Un paisaje con el ombú? ¿Los signos de Torres-García? ¿La
estereotipada estampa del burrito y el peón? ¿La fotografía de nuestros abuelos?
¿Un cuadro colonial de la escuela quiteña y un Matta? ¿Un Lam y un Elleguá?
1 Cf. Edmundo Desnoes, "La imagen fotográfica del subctesarrollo", Punto de vista, 1967.
194 ARTE Y SOCIEDAD ,
:'. se convierte así en bufón, en vedette que exhibe sus carnes. Y si ese objeto
· sólo circula entre los elementos privilegiados de la sociedad, si ese objeto in-
.\ lusive está limitado por su irreproductibilidad, su eficacia es nula, sólo sirve
como válvula de escape en el mejor de los casos, si no refuerza el orden esta-
blecido. Tanto por el lenguaje de la mejor pintura latinoamericana como por
·Jos medios de difusión de las obras.
Ésas son las buenas intenciones que van pavimentando los caminos de nues-
tro infierno. Lo primero, desde luego, es tomar conciencia de la contradicción.
"Los pintores continúan haciendo sus obras, las galerías y museos exponién-
dolas, los críticos criticándolas, los marchands y coleccionistas dándoles un valor
económico, y el gran público, con justa razón, continúa como siempre indife-
rente y distante ante un arte clasista, un .arte solamente consumible (y quién
sabe) por la burguesía, un arte que reafirma en sí mismo todos los privilegios
. del poder, un arte que mantiene la dependencia y la pasividad de las gentes."
Este análisis de Julio Le Pare, esta toma de conciencia del creador argentino,
es válida pero exige aquí algunas precisiones. Le. Par.e, como tantos otros artistas
1ambiciosos de Latinoamérica, fue a París en 1958:eñ" busca del máximo centro
del arte. Y allí descubrió diez años después que no existía tal cosa. "Será nece-
sario continuar (como en mayo de 1968) una desvalorización real de los mitos.
De los mitos sobre los cuales el poder se apoya para mantener su hegemonía.
, Estos mitos se encuentran en el interior mismo del arte; el mito de la cosa
.,única, el mito de aquel que hace cosas únicas, el mito del triunfo, o peor todavía
· el mito de la posibilidad del triunfo." Había triunfado, obtenido inclusive el
gran premio de Venecia, 1966, pero se había encontrado con que todas sus
investigaciones visuales respondían a las mismas jerarquías de opresión social
burguesa, en nombre de la creación en abstracto, y en manos de las clases
dominantes. Buscó el arte y acabó encontrando la división de la sociedad en
clases. Es una lección para los miles de artistas latinoamericanos que sueñan
con triunfar en Europa, donde se respeta el arte, o en Estados Unidos, donde
tiene prestigio y produce dólares. Cada día se hace más difícil hablar del arte
comb un fenómeno universal, abstracto, y nos vemos obligados a reconocerlo
· como lo que siempre lo ha considerado el marxismo: una manifestación de la
superestructura ideológica, y muchas veces sin esa relativa autonomía que pre-
tenden tantos críticos que quieren nadar en esas aguas y al mismo tiempo guar-
dar la ropa.
Hay aquí una contradicción deliberada. Queremos hablar sólo de las artes
visu~les en Nuestra América y Le Pare, aunque argentino, funciona dentro de
la cultura metropolitana occidental. Pero es que_ ;Nuestra América es también
eso: 1:!na colonia cultural en muchos aspectos, y no todos negativos. Si las ideas
que· ·hicieron posible nuestra independencia vinieron de Francia, bienvenidas
sean, si las ideas que ponen en crisis nuestro concepto tradicional del arte
vienen de Pekín y París, bienvenidas sean, siempre y cuando sirvan a todos y
t sean para el bien de todos. Debemos ser para nosotros, aspirar a nuestra sobe•
Jranía total, para contribuir algo a la cultura universal, la única posible hoy, y
¡no copiar como unos indios con levita o negros catedráticos.
J La lucidez de Le Pare es resultado de los sucesbs de mayo del 68 en París
t
f.
196 ARTE Y S0C1EDA1p~
9 "La clase de los entrepreneurs, banqueros, financieros, y jefes políticos da ahora sus
primeros pasos por la senda que hace más de cien años caminaron sus correspondientes en
Europa y Estados Unidos; los da precisamente en el momento en que esas naciones, que han
sido sus modelos y el objeto de su admiración y de su envidia, comienzan a sufrir transfor-
maciones sustanciales, lo mismo én el orden de la tecnología que en el económico, en la
esfera social y en la espiritual, en el pensamiento y en la sensibilidad. Algo termina en los
países desarrollados; eso mismo que apenas se inicia entre nosotros. Lo que es alba en México
es ocaso allá y lo que allá es aurora no es nada en México." Octavio Paz: Posdata, México,
Siglo XXI, 1970.
10 Julio Le Pare, Desmitificar el arte, catálogo de su exposición en la Casa de las Amé-
ricas, La Habana, 1970.
~ UTILIZACIÓN SOCIAL DEL OBJETO DE AR~ 197
r1 academicismo de la pintura preimpresionista era, para decirlo en la lengua de
~10s lingüistas, un academicismo del significado: los objetos mismos -rostros hu-
. :manos, flores, jarrón- que se esforzaban en representar eran vistos a través de
una convención, de una tradición, mientras que, en esa profusión de maneras
. que vemos aparecer en una determinada época, en un determinado momento,
: en los creadores contemporáneos, el academicismo de lo significado desaparece,
'... pero en beneficio de un nuevo academicismo, al cual llamaré academicismo del
~ significante. Es el academicismo mismo del lenguaje, pues en un Stravinsky o
.. en un Picasso, se observa un consumo casi voraz de todos los sistemas de signos
que han sido usados o que usa la humanidad, desde que posee una expresión
artística y dondequiera que se encuentra. El academicismo del lenguaje susti-
tuye al academicismo del tema, porque, como las condiciones de lá producción
artística siguen siendo individuales, no hay ninguna posibilidad de que se esta-
blezca un verdadero lenguaje, pues el lenguaje (y vuelvo a mi punto de par-
,tida) es cosa de grupo y es cosa estable." 11 La búsqueda de un lenguaje de
grupo, estable, o al menos, transformándose de acuerdo con el desarrollo social
y J.a educación visual, es el punto de partida para una integración del artista y
11 Georges Charbonnier, Entretiens avec Claude Lévi-Strauss, París, Plon-Juillia, 1961. [Hay
trad. española con el título: Arte, lenguaje, etnología, México, Siglo XXI, 1968.]
198 ARTE Y SOCIEDAD
. "
i
nalmente con una simple mesa de serigrafía, que ser tirado en grandes cantiqa~
•..¡' des en una imprenta.
¡ ¡, .. · _E~ cartel, ___ por otra parte, se ha convertido en un medio masivo de comu-
I ;
nicación dentro de la Revolución cubana: lo mismo se utiliza para llamar a
las armas en caso de agresión -eomo durante Playa Girón o la Crisis de Octu-
bre- que para movilizar a las masas a la agricultura o a una concentración
en la Plaza de la Revolución, que para el anuncio de alguna película o expo-
sición o para recordar al Che. El afiche tiene un carácter social, no se contempla
en las páginas de una revista, individualizado en la lectura o aislado en una
habitación, sino en público, por las calles o en los vestíbulos de un edificio y
las paredes de una oficina o un comercio. También tiene un carácter artesa-
nal, puede imprimirse sin dificultad y con rapidez.
El lenguaje de los carteles, sus imágenes y símbolos, no están dirigidos al
consumo individual y pasivo, sino a la participación social. Su eficacia, desde
luego, todavía no ha sido comprobada en encuestas sociológicas, pero ha cam-
biado el panorama visual de las calles. La iconografía incluye desde figuras como
Martí y el Che hasta obreros y mujeres en los trabajos agrícolas, desde símbolos
de productividad como la rueda dentada hasta los rifles de la rebeldía armada.
Hay afiches, como los del ICAIC, que cumplen tanto una función informativa
como educativa, la composición y los símbolos e imágenes contribuyen a la
formación del gusto popular incorporando ·estilos tan diversos como el surrea-
lismo y el dibujo humorístico. Todavía, sin embargo, no ha logrado integrar un
lenguaje colectivo a todos los niveles de la experiencia, su eficacia mayor ha
sido en el campo político, quedando el prestigio profesional y las funciones
lúdicas un poco abandonadas por la inundación revolucionaria.
..:.., 3] Nacionales. Son las banderas del continente flameando en edificios públi-
cos o colgando de los balcones en los días feriados de cada una de nuestras
veinte naciones. Tiene grandes murales en los edificios públicos de México; óleos
neoclásicos en los museos y ministerios del continente con la venerable estampa
de los patriotas o las gloriosas batallas de la independencia. Esta iconografía,
ya neutralizada por el tiempo y el abuso demagógico, pasa de · mano en mano
cada vez que nos detenemos a mirar un billete o una moneda. Esta siniestra
síntesis de prestigio patriótico y dinero es una de las deformaciones que here-
damos del nacionalismo burgués europeo (el dinero en Grecia y Roma era
otra cosa). El valor de la moneda muchas veces se identifica con su. imagen:
inclusive la Revolución cubana ha heredado esta ambivalencia: un Martí es
un billete de a peso; un Maceo, de a cinco; un Camilo, de a veinte. Algunas
monedas -hay que detenerse a pensar en sus implicaciones-- llevan el nombre
de los padres de la patria: el sucre, el bolívar ...
Este código se prolonga hoy en las 'i mágenes de Perón, y especialmente
Evita, que podemos encontrar hasta en una vivienda del Cuzco. Gaitán en
Colombia, Cárdenas en México y Chibás en Cuba.
Junto a esas mismas imágenes, en ese mismo mundo, el retrato de Gardel
por todo el cono sur, futbolistas como Pelé recorrie~do el Brasil, Negrete y
María Bonita en México, Rita Montaner y Beny Moré todavía hoy en Cuba. Son
imágenes que mezclan la identidad nacional con los mecanismos de la sociedad
de consumo, son la cultura de masas estimulada por la burguesía para entrete-
nimiento y catarsis popular. Estas imágenes, aunque no tieneñ un peso espe-
cíficamente político, suponen un sesgo que mantiene la unidad nacional y el.
orgullo popular de los muchos. ·
En este mundo de la identidad nacional, como proyecto frustrado y como
aspiración, proliferan ciertas imágenes fotográficas de la prensa; desde actos
oficiales, ministros y presidentes, hasta manifestaciones populares, dirigentes
obreros y líderes revolucionarios. Y para transformar el odio de clases en envi-
dia, como señalan los chinos al hablar d e la situación del proletariado en el
mundo occidental la estúpida pero eficaz p ágina social con bodas y bautizos,
fiestas de quince años y "cocktail-parties" é", J; dfarios y en revistas de circulación
masiva.
El comentario sobre todo este mundo nacional. desde hace un siglo, se viene
insertando a través del humorismo gráfico con la siempre ambivalente carica-
tura y el chiste irónico sobre actualidades políticas. En Nuestra América, por
la frustración de tantas aspiraciones, el humorismo gráfico ha sido y es un
desahogo visual de gran arraigo. En México, José Guadalupe Posada expresó
la vida cotidiana del pueblo, su identidad sentimental y macabra, así como la
conciencia política de la Revolución. El Bobo de Abela comentaba semanal-
ARTE Y SOCIEDAD
4] Del consumo. Aquí abrimos un abanico para incluir todas las imágenes de
la sociedad de consumo. Empieza, por ejemplo, con las evocadoras litografías,
románticas o folklóricas, de las cajas de tabaco; crece y se multiplica hoy en
vallas y anuncios de las cervezas del continente, siempre asociadas con el placer
del descanso y la promesa del sexo. O de la vivienda y el auto para los pocos
que tienen recursos y los muchos que se hipotecan o simplemente sueñan con
un VW o la propiedad horizontal. La economía de mercado, al mismo tiempo
que identifica el consumo individual con la felicidad, ha puesto en circulación
una estética degradada, vaciada de su contenido espiritual. Los calendarios
-que lo mismo anuncian la farmacia del barrio que una poderosa empresa co-
mercial- ponen en las paredes de millones de viviendas una triste alienación
de cosificadas mujeres rubias de piernas largas que nada tienen que ver con la
novia del hijo o la esposa (o las amantes) del padre de familia, imágenes del
Fujiyama o de la ciudad de París que nunca visitará, o algún animal domés-
tico, un perrito é:on la lengua húmeda, que le permitirá cierta empatía con un
ser condenado biológicamente a la sumisión. La cultura es una mercancía deco-
rativa: todos podemos adquirir un busto de ·Chopin o una reproducción de la
Venus de Milo, un salón del siglo xvu1, odaliscas, camellos, bailarinas de
ballet, elefantes de porcelana, máscaras africanas, ceniceros aztecas, indios feli-
ces vendiendo flores, gauchos con boleadoras o peones de grandes sombreros
durmiendo bajo la sombra de un nopal (estas últimas imágenes conservan,
diluido, un sesgo nacional). Todo es decorativo, carece de contenido ideológico,
de valor cultural. Para la juventud están las fotos de los beatles o la venus
desnuda de Playboy. Estéticamente son estereotipos, ejemplos del Kitsch que,
como señala Umberto Eco, "es una comunicación que tiende a la provocación
de efecto", la pura exterioridad banal y prefabricada.
5] Para las élites. Este quinto grupo, aquí reducido a una vuelta de espiral por
, las nubes, dominó hasta el otro día cualquier reflexión sobre las artes plásticas.
Habría que definirlo como la cultura visual de las élites. Es el mundo de imá-
genes que consumen o patrocinan las clases dominantes aunque a veces el ar-
tista, como hemos destacado, trata de independizarse a través del mensaje; pero
casi siempre termina cooptado.
Comienza por la introducción de la pintura de caballete para pintar vírge-
nes, generales y damas patricias. Se fortalece con la fundación de una Academia
de Bellas Artes en las principales regiones del continente, ~~_. primera en Brasil,
a finales del siglo XVIII y las demás durante la primera mitad del xix::--s¡--1os
primeros creadores de rniágenes visuales estaban patrocinados por la Iglesia, los
subsiguientes fueron educados y becados por patrocinio gubernamental y reci-
bieron luego comisiones del Estado y la burguesía. Hoy sobreviven a la sombra
de dos alas, el presupuesto nacional y el mercado del arte.
Las clases dirigentes comenzaron utilizando a los artistas para imponer sus
LA UTILIZACIÓN SOCIAL DEL OBJETO DE ARTE 201
valores, establecer las jerarquías visuales y refocilarse o perpetuarse con la iden-
tidad de sus retratos. Y acabaron -ya podían mantener su control sobre las
masas a través de los medios masivos- obligando a los pintores de caballete
y escultores a lanzarse al mercado. Las preocupaciones formales dentro de la
pintura, la búsqueda de un lenguaje propio, pasan entonces a un primer plano.
La originalidad formal, producto del individualismo burgués, es el valor más
cotizado.
El óleo puede glorificar las carnes de una señora burguesa, y es bastante
frecuente, pero carece del prestigio cultural, económico, de un Orozco, un Ca-
valcanti, un Torres-García, un Pettoruti, un Berni, un Portocarrero, un Matta,
un Cuevas o un Soto.
Los profesionales, por otra parte, también participan del elitismo visual,
más por el privilegio de la cultura, por la educación, que por el dinero. Un
médico suele tener una reproducción, La lección de anatomía de Rembrandt,
por ejemplo, en su consulta; el abogado, un picapleitos de Daumier y a veces
hasta los jueces de Rouault; el escritor de folletines radiales los girasoles de
Van Gogh.
socialistas, con banderas surgidas durante su época feudal y que la instauración del socia-
lismo ha rediseñado en la mayoría de los casos.
l•'f.
t
¡ III
El artista en la sociedad latinoamericana
JORGE ENRIQUE ADOUM
l!
1] LOS BARROTES DE LA REALIDAD
i
! Cuenta Nabokov que, "la primera palpitación [de Lolita] ... fue desatada por
!' la lectura de un artículo de periódico que relataba que un científico había lo-
1 grado, después de varios meses de esfuerzo, hacer que un gran mono del Jarclin
t des Plantes de París esbozara un dibujo; ese boceto, el primero que haya sido
1 ejecutado por un animal, representaba los barrotes de la jaula de la pobre bes-
i tia". Lo mismo sucede, al parecer, con los hombres cada vez que se los trata
como a monos a quienes hay que "enseñar" a crear: basta comparar la inago-
1 table riqueza de invención del arte popular o del arte rebelde con las obras
1 de cualquier arte institucionalizado. Ya Arnold von Salis observaba, entre otros,
la pobreza imaginativa del arte griego que "no veía más allá de sus narices", es
decir más allá de sus barrotes.
En la América que aún no era "latina", el artista, que estaba realmente
incorporado a su sociedad y cumplía dentro de ella una función insustituible,
dio muestras de una asombrosa imaginación creadora en los grandes monµ-
1 mentos de piedra -edificios o escultura-, la cerámica, los tejidos y la orf~-
brería de las culturas maya, azteca, inca o aymará. Con la conquista española~ ,
al primer colonialismo cultural de los que ha sufrido el continente aprovechó )
1 la habilidad artesanal indígena para producir "en serie", en talleres y escuelas, f
1 las imágenes que se necesitaban para poblar las iglesias que otros indígenas i
construían según los planos llevados de España y Portugal y bajo la dirección !
1 de arquitectos extranjeros~ ,
R:esultan a veces conmovedores los. -~sfuer~os de algunos críticos latinoam~
r~ca_nos por descubrir en el arte ieligiÓso de esa época·aTguñ.-:rasgo d~_l~--P~l?-
nalidad aborigen: se ha llegado a hablar de una "rebelión de la piedra" para
· calificar los templos platerescos y barrocos de la Colonia. Con excepciones raras, 1
como la del Aleijadinho, cuyos asombrosos Profetas revelan una originalidad
i infinitamente superior a los modelos peninsulares y flamencos, no se puede ;
1 encontrar mucho más que cierta predilección Por los Cristos lívidos y sangui-
l nolentos y algún pájaro, animal o planta metidos de contrabando en los bajo- ,
1 rrelieves de los templos. Y la leyenda de Miguel de Santiago, que llena de ·
asombro y casi de orgullo a los quiteños, no es sino la exacerbación de la copia
de los barrotes: se dice que dio una puñalada a su modelo a fin de poder
"captar" los rasgos de la agonía para un lienzo de Cristo.
1 El _arte oficial -eso se sabe- expresa el orden i~p_!:I_esto, y el . ~ttista,-.cold-
-a-
nizado a pesar suyo, s·e somete ·a mhos: Las "grandes figÜra~,,--del arte colonial í
[207] /
··...J
208 ARTE Y SOCIEDAD
1.
Que el arte es oficio lo saben todos los creadores, y aunque es obvio que
1a literatura, por ejemplo, requiere el· mismo grado de profesionalización que la
plástica, ésta se halla más cerca de la artesanía, del trabajo manual, o sea de
l
las clases populares, impregnada de esa "indignidad social" que le atribuyó la
sociedad de la Colonia. Mientras es de buen tono que las damas de aquello que :1
solía llamarse la aristocracia y algunos ex presidentes o embajadores retirados
escriban ocasionalmente versos de amor o de patriotismo para adquirir presti-
gio intelectual, los artistas pertenecen a la categoría de "los que viven por sus
manos". El "pintor de domingo", tan frecuente en Europa, es más bien raro
en América Latina donde lo sustituye el " poeta" de los suplementos literarios
-también dominicales- de los periódicos.
La desproporción que existe entre el tiempo individualmente necesario para
pintar un cuadro o escribir un libro así como para recaudar el producto de
uno y otro como mercancía, puede ser la razón que explique por qué en el 1.
continente prácticamente no se puede hablar de escritor profesional (escribe
una vez que ha terminado su jornada de trabajo como profesor o periodista, 1
empleado de ministerio o de biblioteca y hasta de correos o de banco, casi de 1
modo clandestino como quien fabrica bombas), en tanto que el artista puede
dedicarse más enteramente a su obra y realizar de manera accesoria otras acti-
vidades casi siempre r elacionadas con ella (enseñanza de las artes, diseño, deco-
ración, publicidad). Quiero decir que, por lo general, el artista latinoamericano
p~rtenece a la clase meaía···y·-soporta ·-rodas · las · desgarraduras y deséuaf!_i_~-~-
mientos -así como ciertos privilegios-_de su clase. Pero aun dentro de ella
es objeto de una doble discriminación: porque si sufre el desdén de las capas
más elevadas, se gana la indiferencia de las capas inferiores de las cuales se
aleja económicamente. (Y aun estéticamente: cuando el cineasta boliviano Jorge
ll
Sanjinés decide realizar en quechua su película La sangre del cóndor está claro
a qué público se dirige, pero la técnica cinematográfica que emplea exige de 1
los indios una experiencia de espectadores, que no tienen, para comprenderla.)
En cuanto al Estado, rara vez r econoce oficialmente la existencia del artista
dentro de la sociedad y su profesión no está protegida por la legislación: si
enferma, envejece, ~ufre un accidente o muere, es asunto suyo; el Estado sólo
se preocupa de él si enferma, enveje~e o muere como empleado o funcionario. 1
Existe, incluso, una curiosa dicotomía, por lo demás ya tradicional, entre la .J
obra de arte y su autor, entre la ocasional nobleza de la primera y la baja
procedencia del segundo, entre el fingido respeto a ella y el descarado menos-
precio por él, entre el carácter supuestamente inofensivo de la creación y la
peligrosidad del artista cuando no está del lado del "orden". Entonces un go-
bierno puede enviar por el mundo una exposición ambulante de su arte mile-
nario y exhibir orgullosamente en la portada del catálogo una obra de un
artista al que mantiene en prisión por sostener como ciudadano las mismas
ideas que en su pintura. O bien, cuando se advierte que la obra de arte no
era tan inofensiva como se creía, las autoridades que d eciden la quema de libros
o la prohibición de una obra de teatro, pueden ordenar que se cubra o se
EL ARTISTA EN LA SO<;_IEDAD LATINOAMERICANA 2ll
borre el mural que habían encomendado al artista. En este caso, el cliente no
sólo tiene la razón sino el poder.
claridad con las víctimas, rechazamos en nombre de un arte para el pueblo las
formas del arte que no nos ven como quisiéramos que se nos viera. Queríamos
el realismo, no la realidad, que no es lo mismo.
de lograr sus tótems o ídolos sin rostro trabajó en el taller de Zadkine. Krajc- ·•\
berg, en cuya pintura de materia volcánica, arena y viento, obsesiva en la re- . '
presentación de las huellas salvajes de las rocas y las nieves, es un brasileño
nácido cerca de Varsovia, que ha vivido en Minsk, Vitebsk, Leningrado, Stutt-
gart, París, Sao Paulo y el Paraná. Kazuya Sakai, en cuyo rigor geométrico "la-
pintura no significa sino que es" Quan García Ponce), nació en Buenos Aires,
se educó en Japón y residió en Nueva York y México. Aizenberg, notable por
esa abstracción metafísica con la que crea un universo de Chirico o de Magritte
latinoamericano, es un argentino nacido en Madrid y que ha vivido en Buenos
Aires y Nueva York.
l
Gómez Cornet (Galería Chandler).
1922 Semana de Arte Moderno en San Pablo, Brasil.
En México se crea el Sindicato de Pintores, Escultores y Grabadores Revolucio-
narios de México, el cual publica un texto de Siqueiros: Declaración social, polí-
tica y estética. En la Escuela Nacional Preparatoria Rivera pinta La Creación y
1 Siqueiros el Entierro del obrero.
Torres-García vuelve a Europa y se fija en París.
1 El argentino Fontana retorna a su país desde Italia.
1923 El cubano Wifredo Lam (1902) viaja a ,Europa donde permanecerá hasta 1940.
El mexicano Orozco pinta un fresco en la Escuela Nacional Preparatoria adonde
lo llamó -como a Rivera y Siqueiros- José Vasconce'los.
En Chile empieza a actuar el grupo Montparnasse.
i 1924 Fierro.
En Buenos Aires se fundan la Asociación Amigos del Arte y la revista Martín
l
En La Habana se crea la asociación Lyceum. Víctor Manuel va a Europa.
El pintor italiano naturalizado argentino Del Prete va a París adonde permane-
rá hasta 1932. El argentino Xul Solar -de vuelta de Europa- expone en Amigos ·
del Arte, de Buenos Aires.
1930 En el Brasil Getúlio Vargas asume el poder. La pintora brasileña Anita Malfatti
(1896-1964) pinta Resurrección de Lázaro. El pintor lituano naturalizado brasi...
leño Lazar Segall (1891-1957), que había expuesto en S~m Pablo desde 1913, em-
pieza también a practicar la escultura.
Hasta 1935 Rivera pinta los frescos del Palacio Nacional en México. J
--E n la Argentina aparece una monografía sobre Pedro Figari con prólogo de ' f
J. L. Borges; Pettoruti es nombrado director del Museo Provincial de La Plata, !
cargo que oc4pará hasta 1947.
En Santiago de Chile se crea la primera Facultad de Bellas Artes de América.
Orozco pinta un mural en Pomona College, California. Adioses, cuadro de Ro-
1
_
l
berto Montenegro. 1
1943 ' Tamayo pinta en la Hyllier Art Library en Smith College; Nemesio Antúnez
(1918), pintor chileno, estudia en Nueva York con el grabador inglés Stanley i
i
Hayter.
Remedios Varo (1913-1963). pintora española, llega a México donde vivirá.
Berni gana el primer premio en el Salón Nacional argentino.
1944 Torres-García publica su libro Universalismo constructivo.
Entre 1942 y 1944 Orozco pinta frescos en el Hospital de Jesús, México. .
·Carlos R. Villanueva (1900), arquitecto venezolano, empieza las obras de la Ciu-
dad Universitaria de Caracas.
J. L. Pagano publica su Historia del arte argentino; revista Arturo, arte concreto.
Siqueiros en Cuba.
1945 Fin de la segunda guerra.
Grupo Arte Concreto-Invención.
Alejandro Otero (1921), pintor venezolano, va a vivir a París hasta 1952.
Portocarrero en Nueva York.
1946 En Buenos Aires Spilimbergo, Urruchúa, Berni decoran las Galerías Pacífico;
Fontana publica su Manifiesto blanco; en la Galería Salón Peuser se realiza una
exposición de arte concreto; publicación de la revista Madí; Orlando Pierri (1913),
,pintor argentino, va a París por dos años.
La grabadora Fayga Ostrower (1920) . que llegó al Brasil en 1934, obtiene una
beca FullbrighL
El pintor mexicano Pedro Coronel (1923) frecuenta en París los estudios de
Brauner y de Brancusi.
1947 En Buenos Aires se funda la Academia Altamira; Fontana vuelve a Italia y publi-
ca el primer manifiesto del Spazialismo; movimiento Madinemsor.
En México muere Julio Castellanos.
1948 Romero Brest funda la revista Ver y Estimar que durará -bajo dos formatos-
hasta 1955 y será publicada en Buenos Aires; allí se realiza ese año la exposición
Nuevas Realidades donde están reunidos concretos, madí, independientes; Alicia
Penalba (1918) se instala definitivamente en París; Pablo Curatella Manes (1891-
1962) , escultor argentino que estudió con Bourdelle en París, produce su obra
El pájaro; el pintor argentino J. M. Moraña reside un tiempo en México.
Mario Carreño deja los EU donde residió d esde 1944.
1949 Tomás Maldonado (1922), pintor argentino concreto, va a Europa y entra en
contacto con Max Bill; Fontana empieza la serie que denomina Perforaciones.
Portinari produce las pinturas dedicadas al héroe Tiradentes.
Camilo Mori (1896), premio nacional de pintura en Chile.
Colorritmos del venezolano Otero.
En Buenos Aires, exposición 150 Años de Arte Argentino; el pintor R. Lozza crea
el movimiento Perceptista.
Í950 La pintora brasileña Tarsila do Amara! (l 897) merece una retrospectiva en el
· Museo de Arte Moderno de San Pablo. •
Autorretrato, del pintor mexicano Juan O'Gorman (1905).
Antúnez en París; Camilo Mori (1896), premio nacional de pintura en Chile.
Los pintores españoles Paleiro y Parra viven por ese entonces en el Perú.
1951 En Buenos Aires se crea la revista Nueva Visión que será más tarde una editorial.
Entre 1951 y 1953 el pintor mexicano Juan Soriano re~ide en Roma.
La pintora boliviana María Luisa Pacheco estudia en Madrid con Vázquez Dfaz.
Se crea en San Pablo la bienal de esa ciudad, primera exposición de la serie.
1952 En México mosaicos de la Ciudad Universitaria: Rivera, Siqueiros, O'Gorman.
CRONOLOGÍA
221
En Buenps Aires exposición· pintura y escultura de este siglo.
Durante diez años el venezolano Ornar Carreño trabaja en París.
1953 Exposiciones de pintura argentina contemporánea abstracta en los museos de Arte
Moderno de Río de Janeiro y Amsterdam; revista surrealista Fases.
Portinari pinta en las Naciones Unidas de Nueva York sobre el tema La guerra
y la paz; el pintor Antonio Bandeira (1922-1967) regresa a París; el escultor
Bruno Giorgi (1905) gana el premio de mejor escultor nacional del Brasil; el
pintor japonés Manabú Mabe (1924) empieza su actuación artística; los pintores
Di Cavalcanti y Volpi comparten el premio de mejor pintor del año; Segunda
Bienal de San Pablo: premio a Tamayo que, a su vez, pinta en Dallas, Texas.
Antúnez vuelve a Chile donde funda el Taller 99; Pettoruti en París.
1954 Pedro Coronel expone en la Galería de Arte Mexicano; pintura de Tamayo en
Sanborn's Reforma.
Muerte de Frida Kahlo.
Ricardo Yrarrázaval (1931), que estudió en Italia y París, expone en Santiago.
Maldonado en Alemania como profesor en la Escuela Superior de Diseño de Ulm
de la que llegará más adelante a ser director.
Segunda Bienal Hispanoamericana de Madrid: premio María Luisa Pacheco.
Sérvulo Gutiérrez expone en Lima.
1955 Muere el pintor argentino M. C. Victorica (1884-1955).
Mosaicos de Mérida en la ciudad de Guatemala; Asociación Arte Nuevo.
Tercera Bienal de San Pablo.
Ta.mayo pinta en un banco en Houston; Lilia Carillo (1930) expone en París;
Francisco Corzas (1936) expone en el salón Nuevos Valores; Rojo viaja a Europa.
En Buenos Aires se crea la Asociación Arte Nuevo (A. Pellegrini, Arden Quin).
En Lima se funda el Instituto de Arte Contemporáneo.
1956 Primera Bienal de México.
Muere Víctor Brecheret (1894-1956) escultor brasileño; L. Piza expone en París.
El Museo de Bellas Artes de Buenos Aires reabre con J. Romero Brest de director.
1957 Muerte de Alfonso Michel (1898-1957), pintor mexicano.
Pintura mural de Tamayo en la Universidad de Puerto Rico.
María Luisa Pacheco en Nueva York; Cuarta Bienal de San Pablo.
Kosice (1924), artista naturalizado argentino, expone en Galería Denise Re.né,
París.
Retrospectiva de Matta en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Muere Diego Rivera (1886-1957); muerte del dibujante mexicano Covarrubias.
Ramírez Villamizar, escultor colombiano, gana el premio Guggenheim.
1958 Segunda Bienal de Méxic:o; libro sobre Tamayo por Octavio Paz; Rojo expone.
Obregón gana un premio Guggenheim.
El venezolano Poleo (1923) y el argentino Le Pare (1928) se instalan en París.
En Lima se crea el Museo de Arte (no oficial).
Primera Bienal Pipino y Márquez en Córdoba, Argentina.
Exposición de Pettoruti en París.
Ricardo Martfnez (1918) artista huésped en la Bienal de Venecia.
El argentino Marcelo Bonevardi (1929) empieza a trabajar en Nueva York.
Mario Carreño, cubano, se instala en Chile.
1959 Muere en México Wolfgang Paalen; P. Coronel, primer premio de pintura.
Mosaico de Mérida en el edificio de la Seguridad Social, Guatemala.
Pintura de Obregón en el Banco de la República, Bogotá; relieve de Ramírez
Villamizar para el Banco de Bogotá.
.;rl 1
Romero Brest deja el Museo de Bellas Artes y pasa a dirigir la sección de artes
visuales de Di Tella; artículo sobre el arte en Buenos Aires aparecido en la re-
vista italiana Domus.
1964 Segunda Bienal de Córdoba: Gran premio a Jesús Soto (1923), premio a Obregón.
A fin de este año y principios del siguiente se realiza en el Walker Art Center de
Minneapolis la exposición New Art of Argentina que viaja por los EU.
Expone en el Museo de Buenos Aires el Groupe de Recherche d'Art Visuel; premio
Guggenheim a la artista argentina Marta Minujín (1941); muere Spilimbergo.
En México se inaugura el nuevo edificio del Museo de Arte Moderno; Bienal de
Escultura; se publica el libro de Justino Fernández, La pintura moderna, y el
de Edouard Jaguer sobre Gironella, que expone en Galería Juan Martín; muere
Antonio Ruiz (El Corzo).
Cuarto Fest~val Nacional de Arte en Cali, Colombia.
Exposición de Arte Latinoamericano en la Kunsthalle de Baden-Baden, Alemania.
En el Perú el premio Tecnoquímica va al artista Shinki; J orge Eielson envía unos
"quipus" a la Bienal de Venecia.
1965 Suicidio en Barcelona del pintor argentino Alberto Greco (1931).
Romualdo Brughetti publica su libro Historia del arte en la Argentina; en el
Instituto Di Tella. Marta Minujín organiza un "opera tivo": La Menesunda.
Séptima Bienal de San Pablo: retrospectiva del artista brasileño Ivan Serpa (1923);
1
la chilena Marta Colvin gana el premio de escultura de la Bienal.
1 Salón Esso, en Washington, exclusivamente para artistas latinoamericanos.
Francisco Corzas (1936) gana el premio del Salón de la Plástica Mexicana; Boni-
1 faz Nuño publica su libro sobre el pintor Ricardo Martínez.
Bienal Armando Reve.rón, Caracas.
Bienal de Jóvenes, París.
1966 Stanton L. Catlin y Terence Grieder publican su libro A rt of Latin America since
1
1
Independence; Thomas Messer y Cornell Capa hacen aparecer otro libro sobre
artistas latinoamericanos: The Emergent Decade.
i
En Buenos Aires el pintor Horacio Butler (1897) hace editar La pintura de mi
i tiempo, una autobiografía. ·
Tercera Bienal de Córdoba: Gran premio a Cruz-Diez; María Simón, escultora
1 argentina, gana el premio francés Braque.
l
•
'l
En la Bienal de Venecia el cinetista argentino Julio Le Pare (1928) gana el
premio de pintura; el brasileño Luiz Piza un premio de grabado.
En Lima se crea el grupo Arte Nuevo; la argentina Dalila Puzzovio gana un pre-
mio -en los festivales de dicha ciudad; Matta el primer premio; el peruano Jorge
Piqueras empieza a tener éxito en Europa en donde también exponen Botero y
1l
Gironella.
Importante exposición en la Unión Panamericana de Washington.
19,67 Novena Bienal de San Pablo: premios a Obregón, Cruz-Diez y al argentino David
Lamelas; el brasileño Flavio R eze.nde de Carvalho r ecibe una recompensa; muere
el pintor brasileño Antonio Bandeira (1922) .
En Di Tella de Buenos Aires: exposición Más allá de la Geometría; Experiencias,
exposición triunfal de Julio Le Pare.
Bienal de París.
Aldo Pellegrini publica Panorama de la pintura argentina contemporánea; en
Londres apar ece el libro de Jean Franco, Modern Culture of Latin America.
1968 En La Habana muere Amelia Peláez.
Exposición Lam, Matta, Penalba en el Museo Municipal de Arte Moderno, París.
224 CRONOLOGÍA
ARTÍCULOS
PUBLICACIONES
CATÁLOGOS
Braque, Georges, 22, 27, 147, Carybé ( Héctor Bernabó) Chiabra Acosta, Alfredo, 51
223 (argentino), 12 Chibás, Eduardo, 199
Brauner, Victor, 220 Casimir (hondureño), 17 Chicó, Mario T., 129, 134
Brecberet, · Víctor (brasile- Caspicara (ecuatoriano), 119 Chicharro, Eduardo, 15
ño), 221 Castagnino, Juan Carlos ( ar- Chirleo, Giorgio di, 216
Breton, André, 151, 152, 185, gentino), 37 Cbopin, Frédéric, 200
215, 219 Castedo, Leopoldo, 35, 117, Chueca Goi tia, Fernando,
Brughetti, Romualdo, 10, 14, 178, 186, 224 135
50, 54, 223 Castellanos, Julio (mexica- Churriguera, José de, 139
Burchard, Pablo (chileno), no), 27, 219, 220 \
8, 9, 10 Castro, C. (mexicano), 166 Dalí, Salvador, 185
Burri, Alberto, 222 Catherwood, Frederick, 25 Damaz, Paul, 222
Buschiazzo, Mario J., 129, Catlin, Stanton L., 24, 35, Damiani, Jorge (uruguayo),
133, 134, 139 62, 70, 223 39
Bustos, Hermenegildo (me- Causa, Humberto ( urugua- Darío, Rubén, 145
xicano), 30 yo), 11 Daumier, Honoré, 201, 215
Butler, Horado (argentino), Cavalcanti, Erniliano di Dávila, Alberto (peruano),
182, 217, 218, 219, 223 (brasileño), 10, 12, 14, 28, 222
37, 183, 201, 219, 221, 222 Debourg, Narciso (venezola-
Cal!Jezón, Isaías (chileno), Centurión, Luis (argentino), no), 224
12 218 Del Prete, Juan (argentino),
Cabrera, Miguel (mexica- César (escultor), 92 218
no), 137 Cevallos García, Gabriel, 116 Delacroix, Eugene, 168
Cabrera, Tomás, 120 Cézanne, Paul, 146, 211 Demarco, Hugo (argentino),
Cáceres, Héctor (chileno), Cifuentes, Rodrigo de, 122 81, 99, 188
12 Cimabue, Giovanni, 15 Desnoes, Edmundo, 13, 193
Calder, Alexander, 82, 188 Clark, Lygia (brasileña), 100, Diament de Sujo, Clara, 76,
Cali, Fran9ois, 122, 126 222 , 175
Calzadilla, Juan, 55 Clausell, Joaquín (mexica- Dias, Antonio (brasileño),
Camargo, Iberé (brasileño), no), 8, 178 100
222 Colón, Cristóbal, 115, 189 Dias, Manuel, 124
Camargo, Sergio (brasile- Colvin, Marta (chilena), 33, Díaz de León, Francisco
ño), 175, 215 223 (mexicano), 30
Cancela, Delia (argentina), Coquiot, Gustave, 16 Diehl, Gaston, 63
97, 101 Córdova Iturburu, Cayeta- Doesburg, Theo van, 182
Candia, Domingo ( argenti- no, 50, 222 Domínguez Neira, Pedro ( ar-
no), 182 Coronel, Pedro (mexicano), gentino), 63
Cano, Alonso, 121 33, 220, 221 Donoso, Haroldo (chileno),
Capa, Cornell, 223 Coronel, Rafael (mexicano), 13
Cárcova, E . de la (argenti- 33, 40 Dony, Paul, 139
no), 217 Cortés, Hernán, 115, 122, 154 Dorta, Enrique Marco, 129,
Cárdenas, Lázaro, 199 Corzas, Francisco (mexica- 163
Cardoza y Aragón, Luis, 8, no), 221, 223 Doubrovsky, Serge, 47
15, 16, 50, 76, 224 Cossío del Pomar, Felipe, 6 Ducasse, Isidore ( urugua-
Carlos, padre (ecuatoriano), Costa, Lúcio (brasileño), 37, yo), 213
121 222 Duccio di Buoninsegna, 15
Carlos V, 135 Couto, Manuel, 124 Ducbarnp, Marcel, 147, 150,
Caro, Anthony, 92 Covarrubias, Miguel (mexi- 185, 215
Carpentier, Alejo, 216 cano), 221 Duffaut, Préfete (haitiano),
Carra, Carlo, 11 Cristo, 192, 202, 205 17
Carreño, Mario (cubano), Cruz-Díez, Carlos ( venezola- Durero, Alberto, 160
10, 217, 218, 219, 220, 221 no), 39, 81, 99, 175, 183,
Carreño, Ornar (venezola- 188, 222, 223 Eco, Umberto, 86, 200
no), 221 Cuevas, José Luis (mexica- Echave Orio, Baltasar de
Carrera, Luis, 194 no), 33, 94, 201, 222 (mexicano), 137
Carrillo, Lilia (mexicana), Cúneo, José (uruguayo), 11 Egas, Camilo (ecuatoriano),
40, 221 Curatella Manes, Pablo ( ar- 36
Carrillo Gil, Alvar (mexica- gentino), 67, 93, 182, 220 Eielson, Jorge (peruano),
no), 67, 224 223
Carrington, Leonora (mexi- Charbonnier, Georges, 197 Eiffel, Gustave, 66
cana), 33, 64 Charlot, Jean, 30, 35, 222 Eiriz, Antonia (cubana), 40
Carrión, Ulises, 55 Chase, Gilbert, 224 Ellegu.á (cubano), 190
Carvalho, Flavio Rezende Chávez Morado, José (mexi- Encina, Juan de la, 7
de (brasileño), 218, 223 cano), 27, 33 Engels, Friedrich, 201
ÍNDICE DE NOM~RES
233
Enríquez, Carlos (cubano), Gasparini, Graziano, 134, 163, Guiteras, Antonio, 204
38 165 Guillermín, Francisco Ro-
Ernst, Max, 185, 219 Gaudí, Antonio, 182 mano (mexicano), 178
Escobar, Marisol (venezola- Gauguin, Paul, 144 Gurvich (uruguayo), 39
na), 98 Genette, Gérard, 48 Guttero, Alfrecfo ( argenti-
Estrada, José María (mexi- Gerchman, Rubén (brasile- no), 63, 93, 217 .
cano), 30 ño), 100 Gutiérrez, Sérvulo (perua- /
Etchebarne, Andrés (uru- Gerzso, Gün ther (mexica- no), 219, 221 /
• guayo), 11 no), 33, 152, 222 Guzmán, Martín Luis, 16
Gibaja, Regina, 60 Guzmán de Rojas, Cecilio
Fader, Fernando ( argenti- 1 , Gilno),
_,
de Castro, José (perua-
30
(boliviano), 28
no), 6, 7
Fals Borda, Orlando, 204 Giménez, Edgardo ( argen- Haedo, Osear F ., SO
Farina, Ernesto (argentino), tino), 97, 101 Hahn, 69
12 Giorgi, Bruno (brasileño), Hayter, Stanley, 220
Felguérez, Manuel (mexica- 219, 221
Girondo, Oliverio, 37 Hegel, Georg Friedrich, 141
no), 33, 40, 222
Fernández, Gregorio, 121 Gironella, Alberto ( mexica- Henríquez Ureña, Pedro,
no), 94, 223, 224 157, 191
Femández, Justino, 22, SO, Heredia, Luis Alberto ( ecua-
52, 56, 129, 223 Goeritz, Matías (mexicano),
33, 82, 94 toriano), 28
Fernández Ledesma, Enri- Herrán, Saturnino (mexica-
que (mexicano), 30 Gogh, Vincent van, 144, 201,
209 no), 19
Fernández Muro, José An- Herrera, Alonso L. de (me-
tonio (argentino), 152, 215, Goitia, Francisco ( mexica-
no), 8, 35, 217, 222 xicano), 137
222 Herrera, Carlos María ( uru-
Fevre, Fermín, 57, 74 Gómez Cornet, Ramón ( ar-
gentino), 11, 63, 217 guayo), 7
Fierro, Pancho (peruano), Herrera, Juan de, 140
30, 166 Gómez de la Serna, Ramón,
Figari, Pedro (uruguayo), 8, 16 Herrera Guevara, Luis ( chi-
17, 22, 50, 63, 67, 93, 208, Gómez Sicre, José, 53 leno), 17, 31
217, 218 González, Juan Francisco Hidalgo, Miguel, 204
Fisher, 42 (chileno), 7, 178 Hippolyte, Hector (haitia-
Fisquet, Th., 166 González Camarena, Jorge no), 31
(mexicano), 27 Hlito, Alfredo (argentino),
Flexa Ribeiro> Carlos (bra- 224
sileño), 37 Gordon, Arturo (chileno),
Fontana, Lucio (argentino), 167 Huaicán, Juan (peruano),
Gon'bar, Nicolás Javier 119 -
64, 94, 188, 217, 219, 220
Fomer, Raquel (argentina), (ecuatoriano), 137 Huamán, Melchor (perua- X
Gorky, Arshile, 185 no), 119
12, 63, 68, 182, 218, 219, 222 Huamán Poma, Felipe, 158,
Francastel, Pierre, 108 Gosseal, Pedro, 137 160, 163
Franco, Jean, 223 Graetzer, 122
Grandjean de Montigny , Humboldt, Alexander von,
Friedeberg, Pedro ( mexica- 159
no), 82 Auguste-Henri-Victor, 139 Hurtado, Francisco, 139
Friesz, Othon, 182 Gras, Amadeo, 49 Huteau, Jean, 176
Fry, 42 Grau, Ricardo (peruano),
Fuentes, Carlos, 79 219
Greco, Alberto (argentino), Ignacio de Loyola, 122
223 Isaacs, Cecilia, 71
Gahona, Gabriel Vicente Izquierdo, María (mexica-
(mexicano), 30 Greenberg, Clement, 69
Grieder, Terence, 24, 35, 62, na), 27
Gaitán, Jorge Eliecer, 199
70, 223
Gamarra, José (uruguayo),
39 Grilo, Sarah (argentina), 222 Jaguer, Édouard, 223
Grimau, Julián, 42 J aimes Sánchez, Humberto
Gambartes, Leónidas ( ar- Gris, Juan, 16, 22, 181 (venezolano), 94
gentino), 222 Guayasamín, Oswaldo ( ecua- Jean, Marcel, 213
García Esteban, F., 39 toriano), 28, 33, 36, 95, 191, J ean, Raymond, 47
García Martínez, J. A., 49, 54 193, 194 José "el Indio" (argentino),
García Pardo, Luis, 42 Guevara, Ernesto "Che", 40, 119
García Ponce, Juan, 216 191, 196, 198, 201, 202, 206 Jouffroy, Alain, 215
García Rossi, Horado ( ar- Guido, Angel, 158, 165 Juan, Adelaida de, 44
gentino), 99, 188, 222 Guignard, Alberto da Veiga Juan, Ronaldo de (argenti-
Garcilaso de la Vega, el (brasileño), 37 no), 224
Inca, 156 Guillén, Asilia (nicaragüen- Juan III, papa, 127
Gardel , Carlos, 199, 202 se), 30 Juan V de Portugal , 139
234 ÍNDICE DE NOMBRES
Romero Brest, Jorge, 28, 29, Sibellino, Antonio ( argenti- Toledo, Francisco (mexica-
40, 41, ?1, 57, 60, 64, 69, no), 94 no), 33, 224
76, 220, 221, 223, 224 Sigüenza y Góngora, Carlos Tolsá, Manuel, 139
Rosenberg, Ethel, 42 de, 164 Tomasello, Luis (argentino),
Rosenberg, J ulius, 42 Simón, flamenco, 122 175, 183, 188, 224
Rosenberg, Léonce, 183 Simón, María (argentina), Tomé, Narciso, 139
Rothfuss, Rod (uruguayo), 223 Torre, Guillermo de, 6
81 Siqueiros, David Alfaro (me- Torres, Augusto (urugua-
Rothko, Mark, 185 xicano), 17, 27, 28, 29, 31, yo), 39
Rouault, Georges, 201 33, 35, 36, 52, 94, 145, 146, Torres, Ricardo (peruano),
Rousseau, Henri, 27 167, 212, 217-220, 222, 224 28
Rowe, H. H., 129 Sisley, Alfred, 178 Torres, Ca milo José, 199,
Rugendas, Juan Mauricio, Slemenson, Marta, 57, 60, 74 201, 202
25, 50, 138, 166 Smith, David, 92 Torres García, Joaquín (uru-
Ruiz, Antonio (mexicano), Smith, Robert C., 129 guayo), 8-12, 17, 22, 28, 32,
219, 223 Sobrino, Francisco ( argen- 39, SO, 63, 67, 78, 80, 81,
Ruiz, Guillermo (mexicano), tino), 81, 188, 222 83, 88, 93, 146-148, 180, 182,
218 Soffici, Ardengo, 11 183, 185, 187, 190, 197, 201,
Ruiz, Pablo, 63 Solar, Xul (argentino), 63, 211, 217, 218, 220
Rusiñol, Santiago, 8 181, 218 Torres Méndez, Ramón ( co-
Russo, Raúl (argentino), Soria, Martín, 129, 137 lombiano), 166
222 Soriano, Juan (mexicano) , Toulouse-Lautrec, Henri de,
Russolo, Luigi, 11 33, 152, 219, 220 11
Sorolla, Joaquín, 15 Toussaint, Manuel, 129, 134,
Sabartés, Jaime, 76 Soto, Jesús (venezolano), 169
Salas, Antonio (ecuatoria- gentino), 10, 11, 12, 28, 94, Uccello, Paolo, 126
no), 26, 124, 166, 193 182, 183, 217, 218, 220, 223 Ugarte Eléspuru, J. M., 224
1,
Sarmiento, Domingo F., 157 no), 8, 13, 14, 17, 27, 32, na), 33, 64, 220, 222, 224
Sauvageot, J., 110 33, 52, 66, 94, 146, 147, 148, Vasarely, Victor, 187, 188
Schelte-Bolswert, 122, 126 152, 175, 211, 217, 218, 219, Vasco de Quiroga, fray, 157
· Schloezer, Boris de, 84 220, 221 Vasconcelos, José, 63, 145,
Schücking, Levin L., 209 Tanguy, Yves, 185 156, 180, 217
Sebastián, Santiago, 129, 135 Tapies, Antonio, 66, 222 Vázquez, Alonso (mexica-
Segall, Lasar (brasileño), 10, Taunay, Nícol as-Antoine, no), 122, 137
37, 66, 93, 218 136 Vázquez, Gregorio (colom-
Seguí, Antonio (argentino), Testa, Clorindo (argentino), biano), 137
40, 94, 153, 222 66 Vázquez Díaz, Daniel, 220
Serlio, Sebastiano, 135 Thibaudet, Albert, 47 Vega, Jorge de la ( argenti-
Serpa, I van (brasileño), 223 Tibol, Raquel, 23, 76, 180, no), 224
, Seuphor, Michel, 182, 218 222 Velasco, J. A., 166
\ Shinki Huamán, Venancio Tinguely, Jean, 92 Velasco, José María (mexi-
(peruano), 223 Toesca, Joaquín, 139 cano), 7, 8, 26
ÍNDICE DE NOMBRES 237
Velásquez, José Antonio Vinatea Reinoso, Jorge, 167 Worringer, Wilhelm, 149
(hondureño), 17, 30 Visconti (brasileño), 19 Wotruba, 82
Velázquez, Diego, 125, 126 Vitullo, Sesostris ( argenti- Wright Mills, C., 202
Venturelli, José (chileno), no), 182
28, 36 Volpi, Alfredo (brasileño),
Verazzi, Baltazar, 49 12, 14, 94, 221 Y rarrázaval, Ricardo ( chile-
Víctor Manuel [García] (cu- Vos, Martin de, 122, 124 no), 221
bano), 19, 38, 217, 218 Vuillard, Édouard, 12 Yurkievich, Saúl, 187
Victorica, Miguel Carlos ( ar-
gentino), 94, 218, 221 Walderberg, Patrick, 215 Zadkine, Ossip, 216
Vicuña Mackenna, Benja- Zanini, Walter, 65
mín, 49 Warhol, Andy, 92
Westphalen, Emilio A., 52, Zea de Uribe, Gloria, 65
Vigas, Oswaldo (venezola- Zügel, Friedrich von, 7
no), 33 53
Vignola, Giacomo Barozzi, Wiericx, H ., 122, 124 Zuloaga, Ignacio, 8, 15
135 . Wilde, de, 69 Zum Felde, Alberto, 6
Villalpando, Cristóbal de __../ ·Winternitz, Adolfo (perua- Zumárraga, fray Juan de,
(mexicano), 137 no), 64, 219 157
Villanueva, Carlos Raúl (ve- Wittgens~ein, Ludwig, 109 Zurbarán, Francisco de, 121,
nezolano), 33, 188, 220 Woelfflin, Heinrich, 129 124, 137
r.Á·ínérica Latina en sus artes .
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Coordinación
I . I .
. CESAR FERNANDEZ MORENO
R·elator
··. DAMIAN BAYON
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Revi-sor
-:.·i-!'ÉCTOR L. ARl'~N A
í ·:.' '
PARTE SEGU NDA: RA~CES, ASIMILACIONES Y CONFLICTOS
...
1. Encuentro de cultura·s . por F ! LOTEO SAMANIEGO
I! . ~pocas y éstilos, por T-·1ARIO BARATA
.. 111. Dive! sidad-·de actitudes, por JUAN GARCÍA PONCE
IV. ¿Un arte mestizo?, por FRANCISCO STASTNY