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CAPITULO I! El conductismo como programa de investigacién ‘son los ciegos. Asi es como alguien, sin sa- Yes asi cémo los que nos iluminan in camino que por su parte seria inca- berlo, llega a mostrarte irrefutablemente u! paz de seguir. Julio Cortézar, Rayuela La revolucién conductista y la consolidacion del movimiento ‘Al comienzo de una de sus obras, FLAVELL (1977, pag. 19 de la trad. cast.) se lamenta de que «/os conceptos auténticamente interesantes que hay en este mundo tienen la desagradable costumbre de escapar a nuestros més decididos intentos por concretarlos, por hacerles decir algo definido y hacer que se aten- gan a ello». No sé si el conductismo sera uno de esos conceptos auténticamente interesentes, pero se resiste a ser definido y se mantiene tercamente en esa ambi- giiedad y diversidad de significados de la que se lamenta FLAVELL. Tal vez tenga razon RiviéRE (1987) cuando, refiriéndose a tgsienloola Boone -al parecer, otro de esos conceptos auténticamente interesantes-, observa que ig- Bs ° enous pacoisaloos tienen a veces la estructura concen je una cate- mos caso a las investigaciones de Ros y otros autores g : (ROSCH y LLOYD, 1978; SMITH, y MEDIN, 1981; ver también Cap. V de este libro) los les, a diferencia de ‘ceuconoertas enigamerse.craidos se ca- jfusa, y en muchos casos confusa, con Iimi- racterizan por tener a tes borrosos y sin atributos que definan por igual a todos sus ejemplares. Para averiguar si ismo es uno de estos conceptos, no queda mas remedio que buscar los atributos que definen al fismo» -en términos de Lakatos su nticleo firme o central- en la amplia gama de ejemplares de con- ductismo que nos ofrece la literatura. Esa diversidad es inherente al conductismo desde su mismo nacimiento. Tras ye 2 i arson (1913) un a Fecortio Nort rica y en muy pocos afios, antes de aispones je ou fa Av bee ue la ay; fa revolucion conductista habla tuna ta space (LOGUE, Tot 8 debe 3 su sintonia con el zoigels 0 esp interés socal que despertaron 1985). Prueba de ello es , 1985b). Entroncada c SUs pro. mosas desde el primer momen oe aes) era, ante todo, metogeen pragmatica y empirista, a a os metodos subjetivistas, que se weet Contra el abuso 49 eae ecctambién, por analogia, en psicologia ome s6lo con sujetos hut "1984; MACKENZIE, 4977), WATSON, propone hax ada fal respecto vase BOAKES. TE, cuyo objeto debe Ser Ta conducta observa? psicologia objetiva y antinene ropuesta eS ampliamente aceptada, rae reer pon ae nico , H ndicionados, establecie! io asi el condicionami Ee ae contidel conductismo, lo que, segun algunos ail constituye ya la primera esviacion del genuino programa conductista (por ej Rupes, 1982). Pero no ser suficiente para proporcionar un ndcleo conceptual al Conductismo, favoreciendo la dispersion te6rica bajo el gran paraguas del objet. (emo. Seguin una clasificacion realizada por ROBACK (1923), diez afios después Gal manfiesto funcional habla diez clases de conductismo y diecisiete subctases (algunas tan pintorescas como el conductismo «nominal»: los que se crefan con- guetistas pero no lo eran). ‘Como los mandamientos, esas diez clases se encerra- ban en dos (LASHLEY, 1923): el conductismo extremo co radical (que negaba la existencia de la conciencia) y el ‘conductismo metodolégico (que aunque no ne- gaba la conciencia, crefa que no podia estudiarse por métodos objetivos). Pero ni uno ni otro eran capaces de ofrecer una teorla unitaria de la conducta. Se entra as{ en una nueva fase: la era de las teorias (CAPARROS, 1980; YELA, 1980) 0 neoconductismo. Como sefiala YELA (1980), ya se sabla que habia que etudir lo observable; ahora slo faltaba saber lo que haba que observar. El pe- tfodo del neoconductismo, con sus cuatro jinetes ala cabeza (GUTHRIE, TOLMAN, Hae Ee element la época més productiva del conductismo. To- ee sind 7 ioe ae ala sombra del positivismo ldgico. Pe- "0 eagealienguereenadS i fa, y algunos mas de una teorla. La época aes ismo tiempo, el comienzo de su fin. No vamos a qui ese perfodo, ya que mereceria un estudio pormet rizad respecto, entre otros, CAPARROS r mnotizeda (ieee , CAPARROS. 1980; LOGUE, 1985b; MACKENZIE 1977; 2! 1985), pero estamos de acuerdo con YELA (1980) fi oe denso y laborioso se salda con un estrepitoso fi LE eee ete ea formular una teorfa unitaria sino que, t aloao fragago: no s6lo no se ha lagad 8 la dvgido en escuelas y soe : tras. tantos esfuerzos, el conductismo se ha- yor si tenemos en cuenta que los gageconcdiables. El dafio, si cabe, es alin ma- Sauasliaa a tecensteg a eT nam parang ek De dientomente dela teoria que cada cul 8 See eae Terie et tantos tipos distintos de conductismo. Ssostenga. £Gémo;hablan podido sural ~molar, molecular, mediacional, radical, Proposttvo, l6gioo, etc.— a parti a partir de unos datos objetivos? No vamos a seguir el el «manifiesto conductista» de falar, S cenauciere cae Brorgama de rvesigacién a camino iniciado por esta pregunta. Nuestra tarea es otra: establecer qué tienen en comin todos ellos, es decir, averiquar ma de cuss. el. niclen coptral del PROmeT S Ej nucleo central del programa conductista Segdn MACKENZIE (1977), lo Unico que tienen en comt de conductismo desarrolladas vty paso cori ia eterna coneepsion dea cerca s metosona careciendo de un nacleo tebrie in: «E/ conductismo fue el Unico -9 al menos el més detalla- do, intransigente y Sofisticado ~ intento serio que nunca se habla hecho para desarrollar una ciencia sobre principios solamente metodolégicos» (MACKENZIE, 1977, pag. 142 de la trad. cast.) SKINNER (1983, pag. 951) rE parece estar de acuer- Go - -sdlo en | parte, claro— con esta apreciacion cuando ome Se que go mas para constituirse en un programa de investigaci6n: ha de disponer de un 1 rosea En la filosofia de la ciencia actual (por ej., KUHN, 1962; LAKA- 108, 1 ein pon no se ee qu fa. Ademas de la con- ta, que sin een ae sr otros rasgos conceptuales comunes para que podamos hablar de un programa de investigacin on a Lepage opinion, nu ctism ts capaihudo pots el ap uado en la tra- dicién del asociacionismo que nace en ARISTOTELES, el conductismo comparte la teorla del conocimiento del empirismo inglés, cuyo exponente mas Iticido es la obra de HUME (1739/1740) A treatise of human nature. Segin HUME, el conoci- miento humano esta constituido exclusivamente de impresiones e ideas. Las im- presiones serian los datos primitivos recibidos a través de los sentidos, mientras que las ideas serian copias que recoge la mente de esas mismas impresiones, que perdurarfan una vez desvanecidas éstas. Por tanto, el origen del conocimien- to serfan las sensaciones, hasta e! punto de que ninguna idea podria contener in- formacién que no hubiese sido recogida previamente por los sentidos. Pero las ideas no tienen valor en s{ mismas. sicos de! pensamiento y el aprendi- Estos son los principios ismo humeano. Estos principios de la asociacion seran, a su vez, . Con diversas variantes, todos los conductistas las adoptan como elemento fundamental para la descripci6n o, en su caso, explica- cién de la conducta animal y humana. Dado que inicialmente somos una tabula edio por mecanismos asociativos, es logico que el rasa y todo lo adquirimos del mi conductismo tomara como area fundamental de estudio el aprendizaje: la estruc- “Teorascogntves del aprenden, = morfica de las contingencias © COVatia. sas asociaciones, tura de la condu Oe como ablecen e: Nada i iar C 4 . ciones ambientales. aes imple en una situacion simple: la rata 0 la paloma mejor que elegir un on . en ya caja trucada 0 en un ne que as {sticas J " ite. ‘son caracterl al que ‘alizaremos mas adelan a han d ociacionista, por razones que aus (1885) se enfrentaba aj de EBBINGHAUS, son totalmente arbitrarias. a jut ‘ismo- asume las Kk oad ire ionis- 3 En sus d ze cion. Esta asunci6n tendra ampli tas como pase de su experimentacion y teorat una serie de exigencias ae consecuencias. ie modo direct necesario y otras de modo indirecto y, teorla psicologioa, UNAS PSs exigencias conforman otros rasgos adicionales por tanto, no necesatias, CHT aos en algunos carte al néicleo central y en Gel programa conduct sys teorias. La Fiat intron protector de SUS ra 2.1 representa el nticleo cen. otros a citurSn nde comin a todas las variantes del conductismo, junto tae! ‘ocupan su cintur6n protector, que pueden diferir se- dan la posicion conductista. Asimismo se recogen las que se derivan de la asuncion de ese nucleo central ime las ideas expuestas en las proximas paginas y, explicacion. En todo caso, la adscripcién a una u gos que vamos a comentar a continuacién mica en funcién de la perspectiva tedrica ur autores que defient s esenciales Esta figura resu! tra en ellas SU fa uno de los rast fe abierta polé! yan los dos anomalias asociacionista. tanto, encuen otra condicion de cad constituye un motivo di adoptada por cada autor. ; x Uno de los rasgos que con mas frecuencia suelen considerarse como consti- tutivos del programa conductista es ionis ta, es decir, la es. 2Es el entalismo una exigen- cia necesaria de la asunci6n del as jacionismo? En principio habria que diferen- ciar entre i i (WaTSON en algunas ocasiones, SKINNER siempre, junto con algtin otro), que niegan la existencia de la mente, y los con- i icos, que Unicamente exigen que se an los requisitos de objetividad (por ej., KENDLER, 1984; ZurIFF, 1985). Lo que e e propia exi: ia apie aucaiacia one's que se haga po O de indices conductuales. De hecho, a parti ineorporer vanities [otervnlentgs dando paso a modelos mediacion: i . ales que cumplian en 0 ua fanclin llr ala dua tendrén los. cién. Por tanto no creemos que él 7 antimer an ee oe rasgo necesario del conductismo, aunque obviamente ha- istas que son antimentalistas. Lo que si es un rasgo constituti- vo del conductismo es la idea de que upteulergatablernediacior iacional o intervinien- jue se defir is fn * me fe ue ser isomorfa con las variables observables. En otras pala- Z eRllae iat, es a are ett aliatiania de a eliied un refiejo " . Este es el principio de correspondencia que, seguin algunos El conductimo come programa de invest Programa de imestigaién ete apron reac oer AMBIENTALISMO EXTRENO, RNOMALAS DEBOAS ‘ALAINCAPACIOAD RUA PALTADE onaanizxcon ara ADQUAIR Problema hare Rtobioma del conti FIGURA 2.1. El conductismo como programa de investigacién cientitica. De acuerdo con las ideas de Lakatos (1978), se distinguen los principios que constituyen su ndcleo central y su cinturdn pro- tector. Las ideas centrales, comunes a todas las versiones del conductismo (6valo central) estable- ‘cen un programa de investigacién ocupado del estudio de las conductas que, sea cual sea su com- Plejidad, se entienden siempre como un conjunto de elementos unidos entre s{ mediante reglas sin- ‘técticas de acuerdo con los principios de correspondencia y equipotencialidad, Ademés, existiria otra serie de ideas auxiliares en el cinturén protector (évalos peritéricos) conectadas a esos princi- pios generales, que no serian compartidas necesariamente por todas las versiones del programa. Fi- nalmente, los recuadros inferiores de la figura representan los dos grupos principales de anomalias ‘empiricas con que ha tropezado el programa asociacionista del conductismo, conectadas al niicieo central. autores, constituye uno de los rasgos nucleares del conductismo (por ej., BOLLES, 1975; ROITBLAT, 1987) y que se deriva directamente del asociacionismo. Al asumir este principio, es obligado, luctismo, Ss met por lo que el i - . Es este tipo de cognitivismo’y EILIN, 1983), compa- tible con el conductismo, el que critica SKINNER, (1978) en su célebre articulo «Por qué no soy un psicdlogo cognitivo». Aplicando el principio de parsimonia, ‘SKINNER (1978) considera que el aparato mental no es ‘sino un «sustituto interno de las contingencias» y que, por tanto, no aporta nada nuevo al estudio directo de las contingencias. Tal afirmacion. eee a No es por otros muchos conductistas (Por el» " ; KENDLER, com, 1984 RozeBoom, 1986; ZURIFF, 1985 1986). En lo que si estan de acuerdo todd, 1985, mentales con las variabl Clog 7 de los procesos ti aS V les obs, esenla correspondence ‘como corriente asociacionista, es, nov. Un rasgo central , : Por tanta, su anticonstructivismo. épicamente atribuidos al conductismo es que es . Otro de los rasgos " sare La protesta conductista por esta atribucis eo. ria E-R (0 estimUlo TSP no, los dos procedimientos experimentales ya practicamente Tile a cuyo estudio estan dedicados sus principales teoriag = cos del condi sm ER. El condicionamiento clasico establece originalmente responden eee mientras que el condicionamiento operante implica una fey una eet ora ‘bien, cuando se considera al conductismo una teoria E.R in ciacion R- “mente del procedimiento experimental empleado, lo que se est ha, ernest opinion, es sefalar su caracter atomista y elementista, deriva. ciendo, Partigs do directamente del sta, por el que toda conducta, por comple. asociaciones simples, e en B ikon st e elementismo s/ es, a nuestro entender, yn, este caso, es : rasgo constitutivo ma c onductista. Lo que ya no se deduce légicamen. te de la aceptaci6n del asociacl : partir de su consideracién como teorla E-R, es la a. Es bien cierto que, durante e como un «ca nia 0) p e a necesidad de que el aprend anifieste en una conducta observable sdlo se sigue de las asociaciones E-R o R-E, que impli Por parte del Suiignapnadolanananeclaiontaar constituirian un modelo adecuado para los efectos del aprendizaje latente (ZURIFF, 1985), por lo que, dentro del con- is icta. pur Otro de los rasgos que suelen considerarse nbiggiaismo, Es bien cierto que el ambientalismo no es una suposicion ria del conductismo (LOGUE, 1985b), ya que éste no prohibe la incorporaci6n de impulsos instintivos (HULL, 1943) 0 de una determinacién genética de la conducta (EYSENCK, 1986). Pero también es cierto que, como sefialan algunos autores (por @j., EYSENCK, 1983; LOGUE, 1985b; REVUSKY, 1985), la mayor parte de los tistas han aca por a a q un sentido mas general, e moconiits sitda el principio a conducta fuera del organi 7 oes ELA, 1980). El aprendizaje siempre es iniciado y controlado por el am- le. le argumento resulta mas evidente cuando analizamos ot! ttributos Potenciales del conductismo: a izamos otro de los atribt : el caracter pasivo del organismo, que se limita a Tesponder a las contingencias ambiental — 2 . les. Los ski iam in le acuerdo con esta apreciacion, innerianos obviamente no esta! ya que en el condicionamiento operante es el ere ‘conducts come programa de invesigaciin 2 icia las secuencias asociativas. Pero han de admitir finalmente encias (SKINNER, 1981). El asi del ap izaje. Es en este sentido en el que el sujeto del conductismo es pasiv el aprendizaje no es una cualidad intrinseca al organismo, sino que necesita sa, impuisato. aie ALD aS (Revusky, 1985). Este rasgo, caracteristico de toda teorla mecanicista (KENOLER, 1984), supone una escasa consideracion del caracter biolégico del aprendizaje, pero resulta, en to- do caso, coherente con el asociacionismo conductual basado en la idea de la fa- bula rasa. Igualmente coherente con esa idea resulta o ja al eonductsmo: nque se ha puesto en duda su necesidad légica ISTEIN, ae , este principio se considera como uno de los cimientos del edificio conduc- tista (por ej., BOLLES, 1975; REVuSKY, 1985; ROITBLAT, 1987; SELIGMAN, 1970). Dado i ductismo es la conducta h , debe asumir al, ya que, de lo contrario, no podria gene- uaciones artificiales de condicionamiento con ratas a la ieja. El conductismo sostiene para ello tres ti I } 2 waste, n 9a \s estimulos 0 respuestas son equivalentes, es cir, cualquier estimulo asociarse con la misma facilidad y siguiendo las mismas leyes asociativas a cual iquier otro estimulo o respuesta. En otras palabras, toda situacion de cap a a cece dulaapostacten n que el «contenido» de los términos asociados afecte al aprendizaje. Esto justifica, como en el caso de Sanches (1885), el uso de ta- reas arbitrarias y alejadas de los contextos naturales a los que luego han de apli- case sus conclusiones (BOLLES, 1975; SELIGMAN, 1970). incipi ‘equivalencia hace referencia a eee a anand asociativos. Este principio responde a filogenética (CARRETERO, 1986a; DE VEGA, 34) rincipio, necesario ~ * establece la equivalencia 5 4 iv a entre to ralizar de las conducta humana com) ‘s indudable que el conductismo . No podia ser menos: todas las tabulas rasas se parecen Una vez més, el asociacionismo conduetual niega un valor funcional al organis- mo, como especie o como individuo, en el proceso del aprencizaje. Fs licito, por tanto, afirmar que el conductismo carece de sujet © que, en Ultimo extremo, silo ional» (PYLYSHYN, 1984) seria una réplica de la es- tuviera, su «arquitectura funci tructura de la realidad, de acuerdo con el principio de correspondencia. Este es el principal corolario que se deriva de la asunci6n del ascaclonieie 2 peloclog a. Y es un corolario que SKINNER (1978) su coherencia caracteristica, ha sabido extraer cuando afirma que « Aun cuan- do fuera real, no seria capaz de explicar mucho mas que las contingencias exter- nas que le sirven de modelo» (pag. 54 de la trad. cast.). Teoria cogs dl apy tt La crisis del conductismo fe ; ico y metodoldgico ComtN, Consist ' iicleo teOFiCo Yn positivista del métodg «t's Aes Se er inal oon 7 un Spoclacionlerne Pee incapaz Je elaborar ee iia investigaclonee = ie tif ictismo e : z Ns ae ba, En vez 02 rductistas dedican sus est cal que con tanto anhelo DUSCAD? ing a cientemente significativas: °° rigs (YELA, 1980). De esta forma poco a rebatirse los unos rogresivo, en la terminologia de | a ee eiomo d de constituir un progr echos uevos sino incluso de expe conductis redeci Ic licar xaos, siendo incapaz NO $50 & curso de Sus expermertog eave condiiong aii iciones, él Uctista s multiples anor . tas condiciones, © F 88 rae tiles igo surgiendo. En est@8 COT rupcion oe a nuevo anfen? ado en ‘ hallaba escasamente Monto dé informacion, que, ampal Eee la revolucign psiaolégico, el procesamie te in Mundial, ofrecia la promesa de ro. tecnolégica promovida por Ia s mentales que hablan estade cuperar para la psic acion conductista> (SIMON, 1972). Realmente, tes autodirigidos, parecta poco conve. it «la larga glaci hibernados durante «la ae ena era de los computadores y los indo correr ratas por laberintos, itiva» y su facil aceptacion por i vier niente que los psicdlogos eee Soe ae ey a aver acsas sera objeto de andlisis en el proximo capitulo, Draet Ca saree aqui es que la crisis del conductismo, si bien se vig aoa aa de su hegemonia, fue, ante todo, una consecuencia de sarap de den interno. El conductismo no estaba en condiciones de luchar ae en xterior. Bastante tenfa con combatir contra su propia guerrilla aan a gu Jimentaba de las multiples anomalfas empiricas produci- jiento, que las desavenencias tedricas ler295 interna. Esa guerrilla se alim' i los imentos sobre condicionam 6 ietan ee Muchas de esas anomalfas existian desde los primeros tiem. ismo, pero el éxito global del programa habia hecho que se consi- Cee Rane eae se atribuyesen a defectos en los procedimientos expe- rimentales. Sin embargo, cuando el programa comenz6 a debilitarse, las anoma- las se empezaron a ver con otros ojos: aquellos datos demostraban la falsedad de algunos de los supuestos basicos del conductismo. De entre todas las anomalias empiricas, tal vez el trabajo mas influyente fue la investigacién realizada por GARCIA y KOELLING (1966) sobre aversién condicionada al sabor, en la que las ratas mostraban una preferencia selectiva por ciertas aso- ciaciones frente a otras: si se presentaba a la rata un estimulo condicionado com- puesto de sabor, luz y sonido seguido de un estimulo incondicionado aversivo consistente en un malestar gastrico experimentalmente inducido, las ratas asocia- ban el malestar al sabor, pero no a la luz 0 el sonido. Por el contrario, cuando el Sar candctonado consista en una descarga eléctrica, el animal la asocia- sc eCIT Season cones (aon casero Repenentes Se aprendzale KOeLuna. 1955; fae les (por ej., BREGMAN, 1934; GARCIA, KIMMELDORF y aaa IKE, 1935), este experimento produjo un enorme impacto {Elconductsmo como programa de investigacién at en el mismo nucleo central del conductismo. A pesar del escepticismo y el recha- zo con que fue inicialmente recibido (GaRCIA, 1981), pronto pasé a convertirse en un grave problema. Porque lo que este experimento venia a mostrar era que los eaimuos “neutros" no e neutros, que los elementos que se aso- claban no eran al , sino que te if , un contenido para el animal. Cala por tierra el principio de a os. Como sefiala BOLLES (1985a) con cierta ironia, hasta entonces cuando se obtenia un resultado anomalo se pensaba «algo falla en la i de este animal». A partir del experimento de GARCIA y KOELLING (1966) ee a decirse «se trata de una rata y una rata tiene sus inclinaciones». Muy pronto ai fengarepe se confirmé no sdlo on guetgianes oopeionaae al sabor, sino también en situaciones de evitacién (BOLLES, y en otros ti- pos de tareas (LOLORDO, 1979). Quedaba establecida la existencia do upaselec: ividad en el aprendizaje asociativo: Este dato no hacia sino confirmar lo que los -conduotgra en un proceso general de aprendizaje (SELIGMAN, 1970), no era nada ra comparado con lo que se avecinaba. Pronto se comprobé. qugase aprendizale ae Re eo un solo ensayo, con un intervalo de horas entre uno y otro estimulo e incluso sin que el animal llegase a emitir respuesta alguna (una revisién de estos efectos puede encontrarse, por ej., en BOLLES, 1975; DICKINSON, 1980; MACKINTOSH, 1983; RACHLIN, 1976; ROITBLAT, 1987; TARPY, 1985). De esta forma no sélo se ponia st ent recicre pine ipio de span ae si- no también la propia idea de que la con fel animal guardaba una correspon- dencia con las contingencias ambientales. Sencillamente, estos fendmenos eran contrarios a las leyes de la asociacién y, por tanto, ponfan en duda el propio nu- cleo central del programa conductista. Esta misma impresion de que ee oe coe se vid ademas reforzada por la Tee le ira serie de anomalias ee a amiento (WILLIAMS y WI- LLIAMS, 1969), 1971), irre adquirir asociaciones (BRELAND y BRELAND, 4 961), fenémenos de bloqueo (KAMIN, 1969), etc. Algunos de estos fendmenos atacaban al nticleo central asociacionista y otros a algunos supuestos secundarios (contigilidad, refuerzo, etc.). Pero, en conjunto, mostraban la insuficiencia de las teorlas conductistas del aprendizaje que ni siquiera agotaban todas las Posibilidades del enfoque a: id contra vio. (por ej., BANDURA, 1986) y la profundizacién en el nucleo asociacionista, liberandolo de supuestos in- necesarios. Esta Ultima opcién ha dado lugar a la aparicién de un nuevo progra- ma de investigacién en el aprendizaje animal, cuyo rasgo mas caracteristico es la Teorias ognities, san er J oA continuacion nos ocuparemesg, ~ i i i otras dos opciones. Cay, te programa, para ae adelante ae sobre las ; nitivo jacionismo C9 El neoasocia spatodas y da Icapacided dp, lia Jas anomalla® afios se ha producido, s onsecuencia de titimos af Se gin sues tica ‘jel conductis™°: oye 108 gaz DICKINSON, 1980), Una auténye- (Ac 33; BO! jimall. El ni gunos autores yao, 1M estudio del ap! prendizale anit IUEVO Programs Ss fe una liberacion hibicior reece jempo que profundiza en he 9 1980; Dickin: a oe rer, 1985). El auge dear 4983; Simone - i 1987; T, BEVER y TERRA, LA (1985, pag. 37): « infrahumanos Se ocupan principal. arse § > su mundo de una | manera , €N Sus in. ecient ue Is Pein e iste en la adquisi- contecimie ntos. apret izaje consis! quisi. a I del | entorno (DICKINSON, 1980), obre la nizacién causal je asociaci entre uit esa informacion es el al asocie dos elementos entre si, no Ahora bien, para que el anim éstos sean contiguos ¥ contingentes, es necesario ademas que uestos 280% ise al ‘i sco tai ara de 2 dos elementos. basta con que proporcionen informaci6n sobre una relacién causal. El nuevo programa rev de los conocimientos adquiridos ne como Unico , mecanismo de aprendizaje patjos aimee. ig. Sin embargo, mantiet laasociacion y como Unica variacion dentro del mecanismo las diferencias cuan- titativas: «se asume que el conocimiento del animal sobre Ia relacion entre dos hechos puede siempre resumirse en un simple numero: la fuerza de la asocia- (MACKINTOSH, 1985, pag. 225). Este mecanismo tan cién que hay entre ellos» simple lograrfa dar cuenta de la adqui ion de representaciones de notable com- o del animal y, so- plejidad, debldora la considera nes apa 4 ela que el animal apren- al. Este se ae segun el principio de correspondencia, a reflejarla: «no se considera ce eee aprenda sobre relaciones complicadas, sino que aprende @ a de esas seco cp ieee 088 pag. 40). En consecuencia, este Parmer n, cede con el forma similar a lo que sucede con el procesami nocimientos i més petenndo por aor on ues ope mae Ma en que se representan los rocesos de aprendizaje. Mientras éstos son muy simples, aquéllos {quéllos son muy complejos. De hecho, el concepto central en este ‘Er conductiamo come programa de levestigacion conduct a programa es | it ia y la forma en que repri la del animal. Se han desarrollado multiples modelos para representar esas Tontingencias (véase revisiones de los mismos en GRANGER y SCHLMMER, 1986; FawMONO y PAYNTER, 1983; ROITBLAT 1987). Todos ellos tienen en comin la idea de que los organis en no sdlo asociaciones positivas (e: ), si a inhibitorias), e incluso la ausencia de relacio relevan- rendida). También asumen el principio de correspondencia entre represen- ffeiones y contingencias reales. Por titimo, admiten un supuesto de redundancia seguin el cual stlo.se,9ptendap Jas.relaciones que Proporcionan informacic seh donde, de acuerdo con la teoria de la informacion, ésta se ae términos de reduccién de la incertidumbre (véase AGUADO, 1989; DICKINSON, 1980; MACKINTOSH, 1983; RESCORLA, 1980; TARPY, 1985). En general, las teorlas desarrolladas dentro del programa neoasociacionista apren ret jones E-E. En éste y en otros sen- tidos, este programa tiene muchas conexiones con la obra de TOLMAN (véase al respecto MACKINTOSH, 1986). Asimismo, se tiende a utilizar conceptos e ideas del esami fe it , equiparandose, por ejemplo, el condicionamiento clasico (E-E) al conocimiento declarativo de ANDERSON (1982, 1983) y el con- dicionamiento operante (R-E) al conocimiento procedural (DICKINSON, 1980). Se produce asi un cambio significativo de direccién: si hasta hace poco eran los hu- manos los que se comportaban como ratas en laberintos, ahora son las ratas las que se comportan como los humanos (AGUADO, 1983; CARRETERO, 1986a). De he- cho, el programa neoasociacionista no pretende extrapolar sus resultados a suje- tos humanos ni a otro tipo de aprendizajes mas complejos (DICKINSON, 1980), si bien los limites del aprendizaje asociativo no quedan definidos con suficiente cla ridad. Laasunci6n del nticleo asociacionista del conductismo «liberado» (AGUADO, 1983; RESCORLA, 1985) del supuesto antimentalista permite a los neoasociacionis- tas enfrentarse con cierto éxito a algunas de las anomalfas que aquejaban al con- ductismo, ademas de hacer algunas predicciones nuevas, corroboradas empirica- mente. En este sentido, constituye actualmente a progresivo. Uno de sus mayores logros ha sido aunar, bajo un Unico SET ismo eR acca, una serie de fendmenos que en el conductismo recibfan explicaciones dispares. Al ad- mitir que el animal puede aprender no sdlo relaciones positivas y negativas sino también la falta de relacion entre dos estimulos (MACKINTOSH, 1973), fenémenos como la inhibicién latente, el precondicionamiento sensorial, la habituaci6n y otros aprendizajes tradicionalmente considerados «preasociativos», pasan a constituir aprendizajes asociativos de pleno derecho. Del mismo modo, en tanto postula que el animal aprende ante todo asociaciones entre estimulos, el gperd a e cioso» deja de constituir una anomal e ionamiento clasico y oneranle empieza ambos tipos de condicionai 1o respon- den Su ceeded aun mise Mera Oo con (DICKINSON, 1980; MACKINTOSH, 1983), prediccién esta comenzani er corroborada (COLWILL y RESCORLA, 1986; RESCORLA, 1987). Por Ultimo, el fendmeno de «bloqueo» de KAMIN (1969) es ‘Teoria cognitas et a joaprende relaciones inion, tan sol que el anima aan informacion predictva ny je no Pl rial, SO" desechados por irrelevanteg” va, que no reducen la incertidumbre are one una ea Principio qe ee ao eta al neoasociacionis mo SUF. algunos Uat0s ANO™AIOS. Su po, nd racias a la cual <' zavjalidad resulta mas ambigua, ay, correspor ae ‘al principio de yipoten eel aprendizaje, no se Tenuncia sicién con respe es : a una sel Oaizaje (AGUADO, 1983; DICKINsoy que se admite la existe taneral de APFEM capolacién de los datos la existencia de un Poe rerzenuncla@ 2 Oe vez de exportaros 1980; RESCoRLA, 1985)- fa cognitive jiativo ni | in que éate : d tivo ni la funcién importan modelos 4° 1 Petes del aprenza idad amblertal no quae specifica cudles son ‘ge recon”oc® eamnec la Aunque iderse» asociativ le © No. Esta, cumple en los humanos: jen «aprence!> jalidad e: ; jentes PU! ia equipotencialidad es UN supuest claro si todos los ambient 16 punto la 6 iinias: hasta 4 ede aceptar ciertas limi 2 jeedades mace sotaconsl | a smOS, ero no Integratias cy inherente al PF jentes Y on respecto al conductis. mites explicativos cercanos q ciones ala equvalenca oo ay avance que supone o clones os tenia. A peset Fe unos c tno tradicional fne08s0C18C'71 TT cieg central de Su Teor NO ha cambiado, Jos del propio foo seha «liberalizad”. icmo jogra superar algunas de las anomalias Shey bin reser ‘jel conductismo, fracasa ante los desafios ue a gio sal ‘corazon del conductismo, que es también su propio coraz6n, hat oir conductsmo ‘a neoasociacionismo no hay cambio de paradigma a ee ts cambios se producen unicamente en el cinturén protector, on ; fos secundarios del conductismo. : a oeettno eras anomalias fundamentals sufridas por el (, nde eat Heed ‘del aprendizale: la existencia de preferencias selectivas en el aprendizaje y la falta de correspondencia entre lo que el organismo aprende ylas contingencias reales. Los neoasociacionistas reconocen que no todas las asociaciones se adquieren con la misma facilidad (DICKINSON, 1980; RESCORLA, 1985), pero ello no implica la existencia de mecanismos del aprendizaje distintos de la asociacién, por lo que mantienen su creencia en un proceso general del aprendizaje (por e., AGUADO, 1983; DICKINSON, 1980; RESCORLA, 1980; REVUSKY, 1988). Segdn ellos, «/as relaciones cualitativas modulan el éxito del aprendizaje, ‘pero no pueden cambiar su naturaleza» (RESCORLA, 1985, pag. 46). Lo que varla & a grado Bi que el animal esté biologicamente preparado (SELIGMAN, 1970) pa- a oe pees pero no los mecanismos basicos del aprendizale, adie d 'e asociativos. En otras palabras, se recurre al in- atsmo para evitar los problemas derivados de | i dizal 7 i le la naturaleza selectiva del apren- dizaje, pero sin que ésta quede incorporada al nticleo central di dl timo extreme, es algo que tendran que explicar los bidlogo i omnes Sih del aprendizaje. Estos, entretanto, siguen t ar los bidlogos y no los psicdlogos He tareas «apreparadas» (GHLOUN TET oe oe - eh meals de lo poste , siguen i 4 S cir, a la viej i iguen usando estimulos «neuttos», arbitrarios, es ee plenamente asumible al suponer’ tivas y, por tanto, los estimulos aus 6 lconduetiamo como programa de investigacién La raz6n de la no incorporacin de la selectividad al nucleo central del pro- grama es simple: sencillamente iacionismo, licar nunca el ori- ignificados. En el proximo capitulo analizaremos con mas detenimien- to este problema. Por ahora sefialaremos que la razon de esa Ipgaloliiee 13 ena pa uraleza os uh amente sintactica del proaa ociacionista. eo- rlas sintacticas 0 formales se ocupan exci ente de ion entre elemen- tos, sean estos estimulos 0 enunciados légicos, viéndose obligadas a suponer la equivalencia funcional de los elementos relacionados. En su caracter door 1, no pueden decirnos nada sobre la naturaleza de esos elementos (signifi- cados). Ni el contenido puede reducirse adomne ni i intaxis, ya sea en el aprendizaje animal, en la psicologfa del pensamiento (por ej., CARRETERO, 14985a; CARRETERO y GARCIA MADRUGA, 1984a; POZO, 1988b), 0 engiaprend ale (véase mas adelante, capitulos IV y V). Como sefiala BOLLES cca rem oy «el defecto capital de la posicién asociacionista es que no puede proporcionar ninguna raz6n convincente por la que una cosa es més facil o més dificil de aprender que otra.» Cuando se encuentra con un hecho asf, su unica alternativa es regresar a la caverna platénica y recurrir al innatismo. Los neoasociacionistas siguen creyendo necesariamente en el principio de equivalencia de los estimulos. Por desgracia para ellos, las ratas no son de la mis- ma opinion. Esta discrepancia posiblemente se deba a que parte de esa comple- jidad que estos autores atribuyen al ambiente resida en la propia rata. Este es otro de los males endémicos que arrastra el asociacionismo: el llamado «problema humeano» (DENNETT, 1978; RUSSELL, 1984; también mas adelante, Cap. Ill). En un programa asociacionista necesariamente el sujeto ha de carecer de organizacién. Esta provendra siempre de fuera del sujeto. Asi, al atribuir al animal expectativas causales se hace desde un modelo de causalidad que no es tal: el acausalismo humeano (véase POZO 1987a). Esta concepcién de la causalidad niega la exis- tencia de vinculos causales y la reduce a una mera sucesi6n de acontecimientos contiguos y contingentes. Asi, el rayo sera la causa del trueno y el sonido de una timbre causaré la huida de una rata ante la descarga que se avecina. Las causas estan fuera del organismo. Como decfa RESCORLA, el animal aprende «porque» el mundo es complejo. La explicacién del aprendizaje no reside en el animal sino en el mundo. Se habla de atencién animal (por ej., ROMBLAT, 1987), pero son los esti- mulos los que compiten por los recursos atencionales, no el animal el que busca activamente (BOLLES, 1985b). En este sentido, el nuevo programa es susceptible de las mismas criticas con que se azotaba al conductismo: no se interesa por la conducta significativa del organismo ni intenta explicarla (BOLLES, 1985b) y sigue considerando el aprendizaje como algo que le «ocurre» al animal, no como algo que éste realiza activamente. Sigue siendo valida la critica que REvusky (1985, pag. 407) hace refiriéndose al conductismo: «a los conductistas tradicionales les resultaba sencillamente inconcebible que el aprendizaje sobre el entorno fuera algo simplemente natural en los animales, en el mismo sentido que es natural en ellos crecer, respirar y reproducirse»>. La creencia en el principio de correspondencia - 0 isomofismo entre las re- presentaciones y el mundo real- plantea nuevos problemas al programa neoaso- Teorins copmitas dt ap eS mediante |: ciacionista. Supone que el sujeto se representa 7 Se Sasa Seteecien de contingencias y, sin embargo, ninguno Se et para explicar los propientt gencias elaborados hasta el momento eS desde este enfoque (Hasson i igaci lizadas : i tos generados por las investigaciones rea! ‘ones 10s sujetos adquieren aa y PAYNTER, 1983). Ademas, en ruymerosas Creal, como sucede posiblemen ‘sentaciones que difieren de las continge ida (SELIGMAN, 1975), si bien ALtoy : en algunos casos de indefension aprendi Son los sujetos No indefensos | ABRAMSON (1978) sostienen [o ey soptimismO~ las contingencias Teale ‘ que detectan erroneamente -con excesivo opt of Tos animales en situaciones fe Mientras se mantiene que las tepresentaciones le ‘xisten miltiples datos le condicionamiento reflejan las contingencias date ia gontingencia real ae muestran que los humanos detectan de modo sesga weno, PEREZ eee dos hechos (por ej., ALLOY y TABACHNIK, 1984; Carri Ti csievereiA, 1968: P y Pozo, 1985; CROCKER, 1981; NISBETT y Ross, 1980; PEREZ F Ae '0- 20, 1987a; WEISZ, 1983). Es dificil explicar esta aparente divergencia A actuali- dad, aunque podria deberse a diferencias metodolégicas entre ambos ares de estudios (NISBETT y ROSS, 1980), as/ como a la falta de experimentos que hayan investigado de modo sistematico todo el «espacio de contingencia» en uno y ‘otro campo (DICKINSON, 1980). Se estén comenzando a realizar esfuerzos de convergencia en uno y otro sentido (DICKINSON y SHANKS, 1985; DICKINSON, SHANKS y EVENDEN, 1984; HOLLAND, HOLYOAK, NISBETT Y THAGARD, 1986; SHANKS, 1984). Algunos indicios apuntan a que esa convergencia obligara a una especie de pacto intermedio: ni los sujetos son insensibles a las contingencias ni se atie- nen rigidamente a ellas. De hecho, existen ya algunos datos con humanos que muestran que son sensibles a la contingencia real, pero no respetan el principio de correspondencia (CARRETERO, PEREZ ECHEVERRIA y POZO, 1985; PEREZ ECHEVE- RAIA, 1988). De cualquier modo, resulta mas facil interpretar estos datos desde modelos constructivistas 0 interactivos, por lo que suponen un serio reto para las posiciones asociacionistas. El acercamiento de la psicologia cognitiva animal al procesamiento humano de informacién muestra no sélo algunas divergencias, sino también notables con- vergencias y paralelismos (una excelente muestra de unos y otros puede encon- trarse en NILSSON y ARCHER, 1985). Hasta la fecha el acercamiento ha sido mas bien unidireccional: ha sido el cognitivismo animal el que ha incorporado términos y conceptos del procesamiento de informaci6n (RILEY, BROWN y YoERG, 1986 Rorre.ar, 1987; SPEAR y MILLER, 1981), pero esa tendencia puede comenzar a ine vertirse en la medida en que los estudios con animales permitan hacer prediccio- nes relevantes para la cognicién humana (por ¢j., MACKINTOSH, 1985). De hecho, como veremos més adelante, las convergencias entre asociacionismo animal y procesamiento humano de informacién son mayores de lo que suele admitirse ‘comtnmente. En este sentido, el nuevo programa de investigacion en aprendizaje gnimal que hemos etiquetado como «neoasociacionismo cognitivon, si bien a supone una ruptura radical con los presupuestos conductistas y esta sujeto a las limitaciones de todo programa asociacionista, (recogidas en la Figura 2.1), ha gy. puesto no sdlo una revitalizacion de los estudios sobre aprendizaje animal, sing > — El conductismo como programa de investigacién 37 también una esperanza para la realizaci6n de auténticas investigaciones compa- radas en el campo del aprendizaje, que tan necesarias resultan para conocer em- piricamente los limites no sdlo del Proyecto asociacionista, sino también del resto de los programas de investigacién. El conductismo en Ia actualidad Aunque se ha llegado en algunos casos a certifi del conductis- 10, lo cierto es que, ademas del programa de ica betta ce conduct oath que posiblemente constituye la mas sélida y fecunda continuacion del conductismo original, hay algunos signos de vida, e incluso de vitalidad, en el conductismo. Desde luego, como dice el profesor SEOANE, (1982b) si el con- ductismo esta muerto, entonces es un «muerto viviente». De entre los zombies conductistas sin duda Criticando y des- preciando al mismo tiempo a i itiva (SKINNER, 1978, 1985) su obra sigue fiel a sf misma y en constante crecimiento (SKINNER, 1981, 1983, 1984). Si resulta dificil compartir sus ideas, es justo reconocer la coherencia con que siem- pre las ha mantenido. Su conductismo consecuente, mas que radical, constituye sin duda una de las aportaciones mas relevantes para la psicologia cientifica Queda la duda de si llegara a hablarse de un e it (1982; Riges y LOPEZ VALADEZ, 1985) ha inici sis entre las po 9 iado en a psicologia (1959) que puede dotar al sujeto del conductismo, si no de una estructura propia al menos de una estructura interactiva, tendiendo hacia anélisis crecientemente molares. Aunque existen otros muchos autores que, en estos tiempos dificiles, se si- guen ‘enonnslandastetlanlemoscaina co ndvetalee (por ej., BLACKMAN, 1983; EYSENCK, 1986; RACHLIN, 1986; ZURIFF, 1986 y un largo etcétera), tal vez la mayor connuaeién delganductimne se produzca fuera de su propio territorio, o al me- nos en las lindes del mismo. Existen numerosos autores que desde posiciones- claramente conductisias han ido acercandose a los presupuetos cognitivos, en- contrando que, tal como hemos intentado mostrar, ambos supuestos no son ne- Sgearlagente Jncompatbles Todo depende del tipo Ci mo que se 1a. aba oe a el i (1977) y su mas reciente teoria JANDURA, 1986), y las po a a de ne (1986) MMER heel obs Si bien es cierto que la mayor parte de estos proyectos van virando cada vez mas hagla nosiiones ce procasamiono de Irornecr (comparénse al respecto las sucesivas ediciones de The conditions of learning de GaGNE, desde 1965 a 1985), sigue habie ia ista en todos ellos, una in- fluencia no a que posiblemente ha hecho Teorias cognitive de oy, nc alea gravemente, 5 ida, en especial oy, a i bien es cierto que el trabajo en e. U fe, una nueva mixtura de Conductisme, 974; MAYOR y LABRADOR, 1984), ¢¢ j,. ica ha provenido de ici lar respuesta a mas de un probler a superivencia del conductismo en éste y en otros Campos depende en gran meg; 0 con respecto a lo ofrecido por el conductismo. En e| es. it (p. @j., MAHONEY, y FREEMAN, 1985), esto equivale a afirmar — rnd Sein del condcon pacidad de la O y is especificamente e ento de informacié , para proponer una teoria del aprendizaje tedrica y pra as progresiva que el conductismo y sus continuaciones actuales. Las proximas paginas estaran dedicadas a analizar si el Procesamiento de informacin esta en condiciones de lograr tal cosa.

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