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Se apresuraron con el martillo y los clavos y cuando Jesús los vio puso el grito en el cielo.

-¿Estáis locos?
-Bueno, no sabemos qué te extraña, siempre ha sido así.
-¿No os dais cuenta lo que me va a doler? ¡Salvajes! ¡Inhumanos!
-Nosotros somos unos mandaos.
-Se lo voy a decir a mi padre, esto es una aberración.
-Nos da igual que sea el jefe, a nosotros nos han dicho clavos y martillo, y aquí están. Así que
cuando quieras comenzamos. Augusto acerca la cruz por favor.
-Ni cruz ni leches, a mí no me tocáis un pelo.
Como todos los años la representación era un Calvario.

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