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Ensayo – Análisis Crítico:

¿Cómo se debe educar a un(a) hijo(a)?

Hay varias teorías sobre cómo educar, qué es lo que se tiene o no que hacer, hay

teorías que dicen una cosa y otras que indican otra. Para mí no hay una forma específica

para educar, yo pienso que cada una de las teorías que hablan sobre esto tienen algo de

cierto y algo que no, algo siempre se puede rescatar. Pero la mayor parte de las veces,

siempre hay líneas con las que empatizas más, en mi caso sería la educación progresista,

que es educación en libertad. Yo creo que este tipo de educación es uno de los mejores

métodos para poder educar. Me basaré más específicamente en el tipo de educación que

empleaba A.S Neill en su escuela de Summerhill.

La educación en libertad tiene como principio fundamental enseñar al niño sin

emplear la fuerza, sino más bien motivando su curiosidad y espontaneidad. Pero este tipo

de educación se fue degradando, si bien ya no se usaba la fuerza, las sanciones y

condiciones con tal, éstas se fueron camuflando en medios de persuasión y coacción

disimulada, que es lo mismo que nada. Pero A.S. Neill con su sistema, realmente

representa el verdadero principio de la educación en libertad, sin miedo; ya que en este se

cree que sí la libertad funciona. Yo también me encuentro de acuerdo con esto, la libertada

es algo fundamental en el hombre y si no se puede educar en libertad realmente no hay

punto en ser libre, creo también que si a un niño se le va criando con prohibiciones,

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condiciones, miedos, etc. se le esta privando de su libertad, por lo que el niño hará caso,

pero solo por el miedo tanto al padre o a las consecuencias y esto más adelante acarreará

odio, el niño crecerá y reproducirá lo que aprendió, la forma en la que le educaron y todo se

repetirá y así se volverá un círculo vicioso.

Claro que hay que hacer una diferencia importante en el concepto de libertad.

Libertad no significa libertinaje. La libertad significa hacer lo que quieras mientras no

invadas la libertad del otro.

“La autonomía significa el derecho del niño a vivir libremente, sin ninguna

autoridad exterior en las cosas psíquicas o somáticas” (Neill, 1963, p. 98). Esto significa

que el niño hace lo que quiere cuando quiere, esto es dejarle al niño vivir su propia vida y

que no se le va a reñir o pegar por esto, que siempre se lo ama y protege. Para mí esto es

muy importante, porque así el niño como ya dije vive como él quiere y no como a veces los

padres quieren que lo haga, hay que entender que el niño no tiene que vivir una vida

planeada para él, sino la suya propia, esa es su función. Y yo creo que el resultado de esto

será la autodisciplina.

A mí parecer muchas veces tratamos de que el niño se adapte rápido a la sociedad,

pero para que el niño haga esto nosotros de una forma, a veces inconsciente otras no, lo

obligamos. Puede que dentro de casa tratemos bien a nuestro niño, pero en la calle él hace

algo mal y lo pegamos, lo reñimos enfrente de todos, claro no quiero generalizar, ya que no

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son todos. He visto cómo desde un principio se le enseña a decir no, porque a ellos también

se les enseño a decir no: no toques eso, no hagas ruido, no digas, etc. Y estas cosas son

importantes para el niño, el tocar, el sonido, etc., es su forma de descubrir la vida y cuando

les decimos no es decirle no a la vida. Para mí esta palabra no es muy fuerte porque de

entrada ya no está prohibiendo algo y no se le está dejando ser ya se les está reprimiendo.

Personalmente digo que es mejor no utilizarla no digo que nunca se la use, si es importante

para cuando el niño va hacer algo que lo lastime, hay si se le puede pedir o decir que no lo

haga, pero no estoy de acuerdo con usarla cada cinco minutos, eso es mucha represión

incluso para un niño, y sabemos a qué lleva esto: a una educación sin libertad.

Cabe aclarar que la libertad no implica malcriar al niño. Ya que obviamente cuando

al niño se le dice que no en alguna ocasión, él debe obedecer, pero nosotros también

tenemos que obedecerle cuando sea necesario. Neill (1963) dice que “el hogar apropiado

es aquel en que niños y adultos tienen los mismos derechos” (p. 99). Esto yo lo considero

esencial para la comunicación entre los niños y los padres, ya que si el niño siente que lo

que dice es tan importante como lo que sus padres dicen, no tendrá reparos en hablar con

sus papás. El niño sentirá que les puede contar todo y será sincero, porque los padres al

tomar en cuenta lo que el niño dice, no lo juzgan, ni tienen prejuicios hacia él. Para mí todo

problema, pensamiento e incluso petición de un niño es tan importante como los nuestros y

no me parece bien que se menosprecie porque “no es importante”, “si es solo un niño”, etc.

Y los padres deben aceptar y comprender lo que sus hijos les dicen. Entre ambas partes

para que esto funcione se necesita sinceridad completa.

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“…la educación sin libertad da por resultado una vida que no puede ser vivida

plenamente. Tal educación ignora casi por completo las emociones de la vida...” (Ídem,

p.93). Para mí que cuando al educar a alguien, adulto o niño, y te olvidas de cómo se siente,

lo único que realmente estás haciendo es darle conocimientos, sin nada más, lo que estás

haciendo es solo llenarles la cabeza. Pero de qué importa si alguien es inteligente pero no

vale mucho como persona, cuando te olvidas de los sentimientos, emociones de un niño,

creas una falta de oportunidad para expresarlas y lo que realmente se obtiene es a un niño

reprimido, que a veces es odioso, pero al final de cuentas no se siente bien consigo mismo,

ya que no sabe cómo sentirse. Esto sucede porque al centrarnos solo en la “cabeza” y

dejando de lado el “corazón” de una forma más o menos implícita lo estamos reprimiendo y

esto es también una falta de libertad.

La libertad es necesaria para el niño, porque solo con ella puede crecer a su manera

natural y ésta es una buena manera. Un niño con libertad manifiesta exteriormente un gran

aumento de sinceridad y caridad, y un decrecimiento de agresividad. El enemigo malo de la

libertad es el miedo. Cuando los niños no están bajo el miedo, no son ni agresivos, ni

rencorosos.

También algo muy importante para la educación de los niños es el amor. Cuando un

niño siente que sus padres lo quieren, lo aman, lo aceptan, etc., el niño no necesita más, es

un niño tranquilo sin necesidad de causar problemas, sin necesidad de sacar de quicio a

nadie. Hay que tener fe en los niños, los niños lo perciben, saben que algo falta, que algo no

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es suficiente, puede ser falta de aprobación o que no les falta confianza hacia ellos pero esto

a la larga causa muchos problemas. En cambio si nosotros le mostramos que tiene nuestra

aprobación, que le tenemos confianza porque podemos contarle de todo, lograremos que

muchas inhibiciones desaparezcan.

La aprobación es sumamente importante para el niño, es una forma de mostrarle que

estás de su lado y siempre lo estarás. Con esto demuestras a los niños que crees en ellos y

que por ende ellos también pueden. Este apoyo a un niño, para mí, crea una sensación de

seguridad, y que realmente los padres siempre te protegerán, pase lo que pase.

Pero cómo pueden aceptar a los niños si no se aceptan a sí mismos, eso es lo

primero que tienen que lograr. Yo pienso que esto elemental, si no te aceptas tal cual eres,

es muy improbable que aceptes a alguien más, ya sea niño o adulto. Esto es porque no te

encuentras conforme contigo mismo, por lo que tampoco podrás “aprobar” a nadie. Cuando

se resuelva esto recién se podrá brindar la importante necesidad de aceptación al niño y de

esta manera ser naturalmente bueno. Hay que aprobar al niño, eso significa que lo aceptas

tal cual es, no hay que tratar de formarlos como tú quieras que fuere, no hay que cambiarlo

conforme a tus expectativas ni tampoco tratar de formar a tu niño como tú hubieras querido

ser, eso significa que estás proyectando todo lo que no pudiste hacer en tu niño. Más bien,

como ya se dijo, simplemente aceptarlo y amarlo así tal cual es sin reparos.

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“Estar al lado del niño es darle amor, no amor posesivo, no amor sentimental, sino

conducirse con él de tal manera que sienta que se le ama y se le aprueba.” (Ídem, p. 107).

Para poder lograr esto se tiene que renunciar a la intolerancia que es una consecuencia del

miedo, hay que renunciar a la desaprobación y a la autoridad que se disfraza de odio.

La imposición rígida de autoridades lo que alimenta al odio y con éste se aumenta el

niño problema. Los niños problemas en su mayoría son los niños oprimidos. Aquí es donde

empieza la violencia, las condiciones, la obediencia hacia una autoridad, etc. Así yo creo

que es como comienzan a desvirtuar al niño y de esta misma manera nace el odio. Y así los

niños empiezan a sentirse odiados y sentir odio, al final todo este odio lo reprimen. Por eso

algunos niños empiezan a destruir cosas, pero cabe decir que los niños destruyen

inconscientemente, es su forma de expresar todo este odio reprimido. Pero lo que realmente

pasa es que es el odio de los padres el que convierte a los niños en niños problema. Neill

(1963) dice, “No hay nunca niños problemas; sólo hay padres problema. Quizás fuera

mejor decir que sólo hay una humanidad problema. […] porque está bajo el control de

gente que son antivida…” (p. 95). Es como la sociedad convierte a los delincuentes en

problemas, por las normas ya establecidas. La cura es el amor, pero lo difícil es que nadie

puede imponer amor. (Ídem, p. 109). Esta “curación” es un proceso que necesita de

aprobación, confianza y comprensión, hacia el niño por parte de los padres.

Un punto con el que no me parece bueno en la educación para los niños es el de

educar con miedo. Hay una frase que dice “Realmente, la falta de miedo es la cosa más

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hermosas que puede ocurrirle a un niño." Para mí, el crecer sin tenerle miedo a tus padres,

los castigos, a las condiciones, etc.; es una muestra verdadera de la educación en libertad.

El miedo es una cosa terrible en la vida de un niño, éste debe ser eliminado, si se puede, por

completo, mejor. Cuando hay miedo lo único que puede salir de eso es odio y violencia.

El miedo es egoísta, a veces temes por personas que realmente te importan. Pero la

mayor parte de las veces, tiendes a temer por ti mismo. Los miedos siempre tiene un origen,

casi siempre tienen un motivo por el cual se manifiestan. Claro que hay casos en los que un

niño al que se le ha educado libre del miedo, pero si aun así tiene miedo, es muy posible de

que haya jalado miedos antes de nacer, o sea se han trasmitido los miedos de la madre

embarazada, el cómo tratar estos miedos es más difícil ya que realmente no se sabe la causa

exacta por la cual fue trasmitido. Pero esto aún no se sabe si es posible.

La mayor parte del tiempo los miedos son inculcados, miedo al castigo, miedo al

enojo del padre, miedo a los gritos, etc. Es mucho más “fácil” vivir con niños que te tienen

miedos, ya que cuando el niño te tiene miedo simplemente te dejan tranquilo. Pero es

mucho más bonito vivir con niños que te quieren, que disfrutan estar a tu lado sin la

necesidad de temerte.

“El miedo destruye el amor. La dignidad pretensiosa y el respeto exigido mantienen

alejado al amor. El respeto impuesto siempre implica temor.”(Ídem, p. 118). Pero el respeto

que tiene amor y comprensión tiene una ausencia total del miedo. Cuando un niño ha sido

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educado sin miedo, demuestra que ha sido bien educado en su libertad, sin inhibiciones y

por eso no tiene miedo a la vida. No creo que se lo mejor inculcarle miedos a los niños, por

ejemplo, la típica frases “cuando llegue tu padre…”, con esta frase lo que realmente se está

haciendo es volver la figura del padre en algo malo, en algo que infunde temor con solo

pensar, y el niño puede llegar a canalizar toda la rabia, el odio que estaba sintiendo contra

la madre hacia el padre, y después siempre lo asociara con una figura que lo asusta, y esto

lo llevará a claro a respetarlo y hacerle caso, pero no es un respeto sincero, es un respeto

por miedo.

Los gritos, las voces coléricas y fuertes lo único que consiguen es mantener al niño

en un estado de estrés y nerviosismo, esto no ayuda para nada en su desarrollo y que puede

tener repercusiones en su personalidad; además que quién sabe qué otros miedos podemos

infundir en el niño cada vez que gritamos. Si solo gritamos, los niños se acostumbran a

obedecer solo cuando se les grita, para ello, antes les repetiremos inútilmente las cosas, nos

cansaremos de repetir y gritaremos. Al cabo de un tiempo como los niños se han

acostumbrado a esto, los padres ya en vez de gritar a la última vez, comenzarán a grita a la

primera o segunda, para ahorrarse el resto de las inútiles repeticiones. Yo no pienso que

este sea un buen sistema para lograr que el niño nos escuche. Los gritos no hacen bien ni a

los niños ni a nosotros, emplearlos no nos lleva a nada, no sirven, entonces si no sirven,

porqué se los utiliza, yo creo que si un padre grita es primero porque no puede controlar sus

emociones y por eso estalla fácilmente y segundo porque a él también lo educaron con

gritos y no pudo o no supo cómo romper con este círculo vicioso de repetición.

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Al niño nunca hay que asustarlo, ni tampoco hacerlo sentirse culpable o inferior.

Cuando los niños nos preguntan si nosotros tenemos o teníamos miedo y nos hacemos a los

“valientes” y les decimos que no tenemos miedo a nada, no estamos siendo sinceros y el

niño desarrolla un sentimiento de culpabilidad en el sentido de porque yo sí soy miedos y

mi papá/mamá no, esto no lleva a nada. En cambio sí les decimos la verdad, y les decimos

que sí alguna vez he sentido miedo, el niño lo vera como su igual, (ya se dijo lo importante

de que ambos estén al mismo nivel) y usted ganará su total respeto, pero la diferencia es

que éste será verdadero y no basado en el temor.

Algo que pude notar que está bien ligado al miedo son las mentiras. Hay una frase:

“si tu niño miente, o bien te tiene miedo o te copia.”(Ídem, p. 129).

Yo pienso que deberíamos tratar de no mentirles nosotros a ellos, para mí que hay

que decirles la verdad, pero cómo vamos a hacerlos si casi la mayor parte del tiempo es

que ni nosotros mismos somos sinceros con nosotros todo el tiempo, por eso es tan difícil.

Pienso que mentimos porque tenemos que mantener una imagen en la sociedad, debes

ocultar cosas que para la sociedad no son buenas, y la mejor forma de hacerlo es mintiendo,

obviamente que no todos hacen esto, pero la gran mayoría sí.

Pero las mentiras de los niños que están inspiradas por el miedo son una gran causa

por la que el niño miente; si no hay o desaparece el miedo, las mentiras disminuyen. Neill

dice que “el mejor modo de hacer de un niño un embustero para toda la vida es insistir en

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que dígala verdad y nada más que la verdad.”(p. 131), para mí lo que quiere decir es que no

deberíamos insistirles en que sean honestos con nosotros, les debería nacer; esto sería más

fácil si el niño tiene un modelo de padre totalmente sincero con él, si el niño tiene eso es

más sencillo que nos diga la verdad. Pero sé que es muy difícil ser cien por ciento veraces

todo el tiempo, pero si se toma la decisión en serio; realmente no hay que mentirles a ellos

ni delante de ellos.

Los padres no necesitan mentir, ni siquiera debería atreverse a hacerlo. Pues si el

mismo padre miente ya sea al niño o delante de él, está siendo un completo hipócrita,

porque está pidiendo que su niño haga algo que ni él mismo hace. Entonces el niño al ver

que como sus mismos padres miente él también lo hace, ya que lo considera natural y

además vive en un ambiente de mentiras. Sin embargo si en el hogar es uno donde no hay

mentira pues es lógico que los niños sean sinceros y francos. Cuando un niño es sincero y

te cuenta que al hacer una travesura rompió, algo no deberías enojarte ni hacer mucho

alboroto, a fin de cuenta es algo material, tiene remedio; y según yo algo mucho más

importante, es que el niño te tiene la suficiente confianza como para decírtelo; no lo

arruines esta confianza castigándolo, golpeando o gritándole, porque esto solo acarrea

miedo, y si se infunde miedo, claro que para salvar su pellejo el niño miente.

La mentira pues es un mecanismo de defensa de las personas. Pero es un

mecanismo falso, ya que la mentira nos atrapa en sí misma. Y al final no nos protege,

porque se descubre que se ha mentido y a veces las consecuencias son peor. Las mentiras

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nos llevan al autoengaño y al desequilibrio y a un malestar emocional. Pero en cambio la

sinceridad, por otro lado nos libera y nos aporta salud emocional.

Cabe aclarar que la vasta imaginación de los niños puede llevarles a contarte mil y

un cosas que sabemos que no existen. Pero estas “mentiras” son naturales y sin intención,

son ciertamente fantasías, que son naturales y espontaneas, pero que se mezclan con la

realidad.

Las fantasías son diferentes a mentiras, y lo peor que un padre puede hacer es

destruirlas secamente, es un error fatal. El mejor camino es estimular al niño a hablar sobre

sus fantasía que el mismo ha creado, tomar parte de su juego y así explicarles o hacerles dar

cuenta, de que no es real, pero como ya dije no secamente, si no hacerlo de tal manera que

sea el mismo niño el que se dé cuenta y que la supere, pero lo importante es que lo haga por

si solo; el padre lo puede guiar en el proceso, pero para mí que es mejor que el mismo niño

lo realice, no hay que darle todas las respuestas de una en su manito. Ya que hacerlo todo

fácil para el niño es algo fatal en su carácter, en su personalidad.

Para A.S. Neill (1963)

“Un niño educado en libertad no mentirá deliberadamente porque no lo


necesitará. No mentira para protegerse a causa del miedo al castigo. Pero
incurrirá en mentiras de fantasía, contando historias de cosas que no
existieron nunca.

En cuanto a la mentira por el miedo, veo una generación que no tendrá nada
que ocultar. Será franca y sincera acerca de todo. No necesitará en su
vocabulario la palabra “mentira”. La mentira siempre es cobardía y la
cobardía es consecuencia de la ignorancia.” (p. 134).

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Un punto con el cual muchas veces se educa a los niños son los premios y castigos.

Yo personalmente me encuentro en contra de ellos. Para mí primero que los premios son

negativos e innecesarios, porque incitan al niño en solo hacer las cosas por el premio, ellos

hacen las tareas, alguno que otro quehacer porque están esperando el premio por hacerlo,

no porque la acción misma tenga un valor. Esto para mí no es nada bueno, se le está

enseñando al niño a hacer las cosas esperando algo a cambio, entonces si se sigue de esta

manera al niño nunca le va a nacer una iniciativa para él hacer las cosas porque quiere sin

realmente esperar algo.

Los premios son sobornos e incluso en algunos casos es un soborno de afecto, cómo

es esto posible simple, cuando al niño se le dice: “Mami estará más feliz si haces esto…” o

“Mami te querrá más si….”, esto no acarrea a nada bueno. Inclusive el uso de premios

puede suscitar a celos entre otros niños o tus propios hermanos, ya que a él si le dieron y a

ti no. Yo no le veo nada de bueno a esta manera de educarlos, simplemente no me parece

que se les inculque la tendencia de hacer algo porque recibirán algo, esto a la larga puedo

trasformase en solo estudio por la nota. Qué te puede enseñar eso, nada, por eso no es

bueno.

El antagónico natural de los premios son los castigos. Según Neill, los castigos

nunca son justos, porque sinceramente ninguna persona es totalmente justa, y la justicia

supone una comprensión completa, tanto de la situación con de los individuos, (p. 144). Y

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es cierto ninguna persona puede ser justa por que no reconoce, no reconoce lo que ella

misma ha hecho mal, entonces por ende tampoco podrá reconocer cuando otra ha obrado

mal.

Los castigos son innecesarios, al igual que los premios, pero la diferencia clave, es

que los castigos están basados en el miedo hacia una autoridad, y esta lleva al odio. Y como

consecuencia de esto tenemos un círculo vicioso, quieran o no el castigar a un niño aparte

de que infunde miedo, también es un acto de odio en sí mismo, entonces al ser un acto de

odio, también al niño le surgen sentimientos de odio, remordimiento y miedo, y así su

conducta se deteriora, se vuelve pero y qué consigue, más castigos y así sucesivamente. El

resultado final será un niño lleno de odio y resentimiento, malos modales, frío, etc., tal vez

por el miedo que también infunden los castigos se arrepienta y ya no lo quiera hacer al final

del día, pero como el círculo vuelve a empezar, todo continúa y nada cambia.

“… un niños libre no necesita ningún castigo y no necesita recorrer este


círculo de odio. No es castigado nunca y no necesita portarse
malamente. No tiene necesidad de mentir ni de romper cosas. Nunca se
le ha llamado sucio ni malo. No necesita rebelarse contra la autoridad no
temer a sus padres. Tendrá berrinches frecuentes, pero durarán poco…”
(Ídem, p. 146).

Los premios y castigos presionan al niño en tener un interés sobre algo. Para mí es

un error el obligarte hacer las cosas. Nadie puede obligarme a interesarme por algo ni

siquiera yo misma, pero eso es lo que hacen los premios y castigos. Tratan de imponernos

interés sobre las cosas. Con los niños pasa eso, se impone un falso interés, para encubrir

que realmente se le está obligando, pero yo creo que no se debería de obligar a los niños a

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hacer los trabajos y/o a que tengan responsabilidad a costa de los premios y castigos, más

bien es mejor darles responsabilidades que un niños pueda hacer, una donde el niño se

sienta seguro, una donde tenga la confianza para hacerlo. Pero no gracias a que hay “algo”,

bueno o malo, esperándolo. Los premios y castigo si pueden lograr de que el niño obedezca

pero no es real, la obediencia deber salir de adentro de niño, le debe nacer; no debe ser

impuesta.

Todos estos puntos ayudan para llegar al gran fin: la educación en libertad, libre de

miedo. Esta educación nos llevará a un gol mucho mayor. “El fin de la educación —en

realidad de la vida— es trabajar con alegría y hallar la felicidad.”(Fromm, 1963, p. 11). Yo

no podría estar más de acuerdo con esta afirmación.

El fin de la vida es encontrarla felicidad, encontrarle un interés, algo que realmente

te inspira y cada vez te llena, la educación sólo es una preparación para la vida. Pero

últimamente la educación se centra en temas a los que les interesa prepararnos para la vida

ni nuestra felicidad interior. “… ¡Por qué, mil por qués…!. Hago estas preguntas porque

soy maestro que trata con jóvenes. Hago estas preguntas porque las que suelen hacer los

maestros son las que no tienen importancia…” (Ídem, p. 36).

La felicidad hará interesase por la vida, y de esta manera responderás ante ella tanto

con conocimiento pero también con personalidad. Cada niño nacerá con un tipo de

personalidad y un tipo de necesidades. Intentar cambiarlas es un error, solo hay que

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aceptarlas. Qué el niño se siente libre de ser quien realmente es, sin represarías ni etiquetas

ya puestas sobre él. Esto, el poder expresarse, llevará al niño a un estado de goce, de

disfrute, el niño podrá ser feliz.

Si bien en la educación es importante la parte intelectual, también la educación tiene

que ser afectiva, tiene que haber una unión entre ambos porque si se deja de lado el

sentimiento, el afecto , el hombre solamente podrá experimentar las cosas intelectualmente

y será incapaz de sentir otra cosa. Hablar de sus propias emociones le va a ofrecer unas

competencias esenciales para el día de mañana, no solo para entenderse a sí mismo, sino

también para entender a los demás, le ayudará al niño a desarrollar empatía. Yo pienso que

el demostrar amor y cariño a un niño es de las cosa más importante que cualquiera debiera

hacer, claro que no tendría que haber los deberías pero sin eso no lograrías conectar

verdaderamente con tu niño. Con el amor, en vez del miedo u odio, fortaleces más tu

relación con el niño y creas alzos de amistad, confianza y sinceridad, que quieras o no te

darán felicidad y alegría. Y como Neill planteo el camino más sencillo hacia esta felicidad

es por medio de la libertad, sin ella, solo consigues prohibiciones, condiciones represiones,

al final eres una persona amargada e infeliz, por ende educas a tus hijos así y ellos

terminarán así. Y no es lo mejor.

El poder crecer en libertad, sintiendo el amor de tu familia, sin necesidad de sentir

miedos ni represiones, es algo totalmente hermoso, mi mamá aplicó las teorías que se

llevaron a cabo en Summerhill, y puedo decir con seguridad que es una mejor forma de

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crecer. Ya entiendo porque mi mamá encontró inspirador a Neill, talvez por la misma razón

que yo lo encuentro. Ahora sé que al final yo también quiero criar a mis hijos bajo estas

instancias, en libertad para la felicidad, ya que yo lo considero la mejor forma de cómo

educar a los hijos.

Bibliografía:

CONSULTOR DE PSICOLOGÍA INFANTIL Y JUVENIL: El desarrollo de niño. (1989).

(vols. 1-3). Barcelona, España: OCEANO.

Cortejoso, D. (2011, 13 de junio). Cómo educar sin gritos. Recuperado el 12 de marzo de

2015 de http://www.psicoglobalia.com/como-educar-sin-gritos/

Neill, A.S. (1963). Summerhill. México: Fondo de Cultura Económica

Rodríguez, C. (2013, 24 de mayo). La mentira en los niños y niñas. Recuperado el 15 de

marzo de 2015 de

http://www.educapeques.com/escuela-de-padres/la-mentira-en-los-ninos-y-ninas.html

Sabater, V. (s. f.). Claves para educar niños felices. Recuperado el 14 de marzo de 2015 de

http://lamenteesmaravillosa.com/claves-para-educar-ninos-felices/

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U.M.S.A
Facultad de Humanidades y Cs. de la Educación
Carrera de Cs. de la Educación

Ensayo – Análisis crítico:

¿Cómo se debe educar a un hijo?

Alumna: Daniela Moscoso Pinto.

Docente: Mg. Sc. Erick Moscoso Z.

Materia: Fundamentos Psicológicos de la Educación.

Fecha de Entrega: 18 de marzo de 2015.

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