Está en la página 1de 12

HISTORIA DEL DERECHO ESPAÑOL

CURSO 2022/2023

MÓDULO 2: EL DERECHO MEDIEVAL. DISPERSIÓN NORMATIVA Y RECEPCIÓN DEL DERECHO


COMÚN

TEMA 5: LA MONARQUÍA MEDIEVAL

- MONARQUÍA Y ESTADO MEDIEVAL


- REINOS Y SUPERESTRUCTURAS
POLÍTICAS

DAVID TORRE PÉREZ


Concepto de Monarquía en la Edad Media

Al igual que en el resto de los estados europeos de este periodo la monarquía es la


forma de gobierno adoptada en los diferentes reinos, condados que van surgiendo al
compás de la reconquista. Al frente aparece un soberano que es el titular del poder político.
El concepto de monarquía en este tiempo arranca de la forma de entender el poder político
en el imperio romano y además recibirá la aportación de esa doctrina política desarrollada
por la iglesia católica.

Se extiende por todo el territorio europeo, con la vista puesta en la consecución del
bien común, la satisfacción de los intereses de la comunidad. En la edad media los
pensadores del momento van a contribuir a la construcción de ese concepto de
monarquía que en el plano teórico no es una monarquía absoluta, el poder del
monarca conoce límites, está sujeto al cumplimiento de las leyes, y no es una
monarquía patrimonial (proyección del patriarcado), el poder que ejerce el monarca no
se relaciona con el reino como un dueño y no se confunde el patrimonio personal del
monarca con el que le corresponde como soberano.
La sucesión a la Corona
Normas que regulan la sucesión: el derecho antiguo y los sistemas sucesorios en el
reino astur-leonés, en Castilla, en Navarra, en Aragón y en Cataluña.
Las normas son pocas y sobre todo poco precisas hasta el siglo XVIII, es decir,
esas primeras normas en general se refieren a lo habitual, no contemplan problemas, lo
que se sale de lo ordinario, que el acceso corresponda a una mujer o a alguien que
haya sido procesado en la región...
Cada uno de los nuevos reinos va a desarrollar su propio derecho sucesorio, coinciden en
lo esencial, pero cada uno irá adoptando con el tiempo las medidas que
considera necesarias para la regulación del acceso al trono.
En el periodo anterior del S. XVIII vemos dos etapas: por un lado, los primeros
momentos tras la quiebra del estado visigodo, surgen las nuevas comunidades políticas;
y, por otro, una segunda etapa en la que podemos entender que se ha producido una
consolidación de los temas sucesorios a partir del siglo XIII.
Hablamos de un derecho antiguo que corresponde a los primeros años, en el que hay
normas de carácter consuetudinario, primeros testamentos de los monarcas que fallecen
resolviendo los temas u otras disposiciones con las que se pretende resolver un problema
relativo a la sucesión.
Principios sucesorios: indivisibilidad de la Corona, capacidad para reinar,
sucesión hereditaria, existencia de unos herederos forzosos y derecho de
representación.
Principios inspiradores, que se desprenden de las normas que vemos en cada uno de los
territorios.
Primer principio, la indivisibilidad del reino, en los primeros tiempos es frecuente que
el monarca distribuya a su muerte los dominios entre sus sucesores, se tiende a asegurar
la no división del reino entre los sucesores del monarca causante. Se distingue
entre territorios de abolengo y territorios ganados o acapetos: Los primeros son
aquellos que el rey recibe de manos de su predecesor en la Corona y de los que no
puede disponer, en tanto los segundos son los adquiridos durante su gobierno, de los
que puede disponer libremente pudiendo ser de libre disposición en favor de sus
herederos. Esa idea se consolida en Castilla a partir del año 1230.
El segundo principio, la capacidad para reinar. El rey tiene que estar
capacitado mentalmente, se exige la legitimidad de nacimiento, ser natural del reino;
cuestión más controvertida tiene relación con el sexo, se prefiere al varón sobre la mujer,
existiendo dos sistemas sucesorios: uno que prevé la exclusión absoluta de las
mujeres o un sistema de cognación (o vínculo de sangre) cuando lo único que se tiene
en consideración es el grado de parentesco con el causante, con el que las mujeres
pueden acceder al trono. En el derecho español prevalece en el sistema castellano a
partir del siglo XV, un sistema de cognación, en el que las mujeres tienen acceso y se
mantiene hasta el siglo XVIII, donde se opta por el otro sistema.
Un tercer principio habla sobre la sucesión hereditaria y sólo excepcionalmente se recurre
a la opción de la elección. El monarca reinante designa al heredero, llama a los herederos
forzosos a los que obligatoriamente debe designar. Cuando no existen herederos forzosos
hablamos de elección voluntaria. En el caso de Navarra si no existen estos herederos se
producirá la elección del nuevo monarca. En el resto de los reinos no encontramos ninguna
norma que regule este suceso.
Los herederos forzosos son aquellos que no pueden ser excluidos del llamamiento a la
herencia, salvo en caso de incapacidad o en caso de que sean apartados, desheredados y
en este caso debe justificarse. Estas personas son los descendientes legítimos del monarca
reinante, los ascendientes del monarca reinante, o los parientes en la línea colateral hasta
el segundo grado.
El ultimo principio es el derecho de representación, en Castilla se reconoce desde el siglo
XIII. Se trata de la posibilidad de transmitir un derecho que no se ha llegado a ejercer. Antes
de haber ejercido el derecho de acceso al trono se transmite ya a sus herederos.

En principio todas las monarquías peninsulares no fueron electivas sino hereditarias,


variando según los reinos y las épocas los mecanismos que se utilizaban para
entronar al rey. Pero en todos los reinos el criterio electivo fue sustituido por el
hereditario.
x En el reino Astur-Leonés la sucesión al trono se inspiró en la monarquía visigoda, con
mezcla de elementos electivos y hereditarios.

x En la Corona de Castilla se aplicó desde su origen el sistema sucesorio, fijándose el


orden de sucesión definitivamente en Las Partidas. En 1388 se creó el título de
Príncipe de Asturias para el que había de suceder al trono.

x En el reino de Navarra el régimen sucesorio contenía elementos electivos y hereditarios,


procediendo la elección en ausencia de descendientes del rey. El heredero del trono recibió
el título de Príncipe de Viana desde 1423.

x En Aragón no hubo normas fijas hasta la aparición de los Condes de Barcelona, siendo la
sucesión resuelta de acuerdo con el Derecho consuetudinario: el rey designaba sucesor
en su testamento con la aprobación de los Magnates.

x En los Condados Catalanes, a la sucesión del Conde de Barcelona se aplicaba el Derecho


feudal, en general hereditario con exclusión de la mujer.
Derechos y deberes de los súbditos
El vínculo o relación general rey-súbdito se articulaba en torno a una serie de derechos y
obligaciones recíprocas cuya descripción debe ir precedida por la determinación de las
diversas categorías de súbditos: súbditos naturales, súbditos no naturales y vasallos.
La condición universal de todos los hombres en la Edad Media era ser súbditos de un
príncipe, lo que es ya un lazo de sentido público. El ser súbdito natural significaba estar
vinculado a una tierra y a quien la gobierna. La noción de naturaleza desplazó la noción
más restringida de vasallaje, y al mismo tiempo, la condición de natural resultaba estar por
encima a la de vasallo. En todos los reinos la condición de natural se adquiría en la
Alta Edad Media principalmente por la vía del nacimiento y la de residencia estable,
variando los criterios (amplios o estrictos) en cada reino.
En Castilla se siguieron hasta el siglo XIII criterios amplios, es decir, se podía conseguir esa
condición por vasallaje, por crianza, por pertenecer a la caballería, por casamiento, por
herencia, por bautismo, por manumisión, o por residencia de 10 años.
En Cataluña había criterios más restringidos. En Aragón se consideraba que los hijos de
naturales nacidos fuera también lo eran si residían en el reino, pero sólo mientras
permaneciera en él. En Navarra sólo era considerado natural el hijo de naturales y el
hijo de extranjeros no le bastaba con haber nacido en el reino. La condición de natural
tenía mucho que ver con la capacitación para la ocupación de cargos.
La categoría de súbdito no natural era una categoría jurídica que acogía a las numerosas
gentes de origen extranjero. No se usaba siempre como contrario al de natural, ya que
podían existir distintos reinos bajo una misma corona, y por ello hacer súbditos naturales y
extranjeros con no naturales y no extranjeros. En la Península la situación jurídica de
los no naturales y de los extranjeros se zanjó, con la creación de estatutos particulares.
En la corona de Aragón las condiciones de naturaleza y extranjería se definían con
referencia al marco de cada reino y no al conjunto de ellos.

Las obligaciones que impone un vínculo de naturaleza a los súbditos son:


x El deber de consejo que los obliga a acudir a la llamada del rey para darle su
consejo en los temas que éste les consulte.

x El deber de contribuir con prestaciones económicas a los gastos del Estado.

x El deber de defender con las armas el territorio cuando es amenazado, que se


concreta en la obligación de la prestación militar.

La condición de súbdito natural podía quedar suspendida cuando éste incurría en la ira
regia (era expulsado por el rey de su reino por haber cometido alguna infracción u
omisión de las obligaciones que tenía para con él).
El rey tenía la obligación genérica de administrar justicia y gobernar, lo que se reflejaba
en un conjunto de competencias básicamente dirigidas a:

- la administración de justicia

- moneda (derecho exclusivo del rey para acuñar)

- fonsadera (derecho exclusivo del rey para percibir las rentas para los gastos de la
guerra y mantenimiento de la Casa Real)

Los súbditos podían desnaturalizarse abandonando temporalmente al rey cuando el


rey cometía algún abuso contra ellos o desatendía sus obligaciones.

Vasallo: al servicio del señor, el cual le daba protección a cambio de


determinados servicios, está bajo una autoridad absoluta, no democrática.
El reino y las superestructuras: REINOS Y CONDADOS

- No existe un concepto unitario de Reino. Inicialmente se concibe como una agregación de


territorios sobre los que se proyecta el poder de un soberano. Con el tiempo, consolidado
ese poder sobre un determinado territorio, adquirirá la consideración de un ente o unidad
política.

- Desde el punto de vista jurídico, puede hablarse de Reinos de abolengo y los


denominados acapetos o ganados. Los primeros son aquellos que el rey recibe de manos
de su predecesor en la Corona y de los que no puede disponer, en tanto los segundos son
los adquiridos durante su gobierno, de los que puede disponer libremente.
SUPERESTRUCTURAS POLÍTICAS
Coronas de Castilla y de Aragón

- La Corona es una superestructura que da cabida a diferentes Reinos, Condados o


Señoríos regidos por un mismo príncipe o soberano.

- La Corona de Castilla fue el resultado de la unión de Castilla y León, incorporándose


después los antiguos Reinos de Murcia, Granada, etc., al compás del avance de la
Reconquista.

- La Corona de Aragón comprendió inicialmente el Reino de Aragón y el Condado de


Barcelona, a los que se unieron, más tarde, los Reinos de Mallorca, Valencia y los territorios
italianos.

- A diferencia de la Corona de Aragón –una auténtica entidad política plural, en la que las
diferentes entidades políticas integradas en la misma conservaron su personalidad jurídica
propia–, la de Castilla no fue en sentido estricto una superestructura política.
Imperio Castellano-Leonés

- El Imperio es una superestructura que da cabida a diferentes entidades políticas de


naturaleza diversa ligadas por relaciones de vasallaje. El titular del poder imperial es
considerado como “rey de reyes”.
- En la Península Ibérica se plantea la existencia de un Imperio leonés (ciertos reyes de
León se titularon a sí mismos como emperadores). Sobre esta idea unos
historiadores dicen que correspondería a:
- ser una supremacía en relación con los restantes reyes y condes derivada de su
conciencia de ser los herederos del Reino visigodo,
y otros que correspondería a:
- la contraposición al Imperio carolingio, al Emirato de Córdoba o incluso al
Papado.

- Algunos autores, como García Gallo precisan que más que de un Imperio leonés cabría
hablar de un Imperio castellano-leonés, toda vez que únicamente con Alfonso VII
(1126-1157) se constata la existencia de una relación de vasallaje entre reyes y condes
españoles y francesas en relación a aquél.

También podría gustarte