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1 Monarquía y Estado Medieval
1 Monarquía y Estado Medieval
CURSO 2022/2023
Se extiende por todo el territorio europeo, con la vista puesta en la consecución del
bien común, la satisfacción de los intereses de la comunidad. En la edad media los
pensadores del momento van a contribuir a la construcción de ese concepto de
monarquía que en el plano teórico no es una monarquía absoluta, el poder del
monarca conoce límites, está sujeto al cumplimiento de las leyes, y no es una
monarquía patrimonial (proyección del patriarcado), el poder que ejerce el monarca no
se relaciona con el reino como un dueño y no se confunde el patrimonio personal del
monarca con el que le corresponde como soberano.
La sucesión a la Corona
Normas que regulan la sucesión: el derecho antiguo y los sistemas sucesorios en el
reino astur-leonés, en Castilla, en Navarra, en Aragón y en Cataluña.
Las normas son pocas y sobre todo poco precisas hasta el siglo XVIII, es decir,
esas primeras normas en general se refieren a lo habitual, no contemplan problemas, lo
que se sale de lo ordinario, que el acceso corresponda a una mujer o a alguien que
haya sido procesado en la región...
Cada uno de los nuevos reinos va a desarrollar su propio derecho sucesorio, coinciden en
lo esencial, pero cada uno irá adoptando con el tiempo las medidas que
considera necesarias para la regulación del acceso al trono.
En el periodo anterior del S. XVIII vemos dos etapas: por un lado, los primeros
momentos tras la quiebra del estado visigodo, surgen las nuevas comunidades políticas;
y, por otro, una segunda etapa en la que podemos entender que se ha producido una
consolidación de los temas sucesorios a partir del siglo XIII.
Hablamos de un derecho antiguo que corresponde a los primeros años, en el que hay
normas de carácter consuetudinario, primeros testamentos de los monarcas que fallecen
resolviendo los temas u otras disposiciones con las que se pretende resolver un problema
relativo a la sucesión.
Principios sucesorios: indivisibilidad de la Corona, capacidad para reinar,
sucesión hereditaria, existencia de unos herederos forzosos y derecho de
representación.
Principios inspiradores, que se desprenden de las normas que vemos en cada uno de los
territorios.
Primer principio, la indivisibilidad del reino, en los primeros tiempos es frecuente que
el monarca distribuya a su muerte los dominios entre sus sucesores, se tiende a asegurar
la no división del reino entre los sucesores del monarca causante. Se distingue
entre territorios de abolengo y territorios ganados o acapetos: Los primeros son
aquellos que el rey recibe de manos de su predecesor en la Corona y de los que no
puede disponer, en tanto los segundos son los adquiridos durante su gobierno, de los
que puede disponer libremente pudiendo ser de libre disposición en favor de sus
herederos. Esa idea se consolida en Castilla a partir del año 1230.
El segundo principio, la capacidad para reinar. El rey tiene que estar
capacitado mentalmente, se exige la legitimidad de nacimiento, ser natural del reino;
cuestión más controvertida tiene relación con el sexo, se prefiere al varón sobre la mujer,
existiendo dos sistemas sucesorios: uno que prevé la exclusión absoluta de las
mujeres o un sistema de cognación (o vínculo de sangre) cuando lo único que se tiene
en consideración es el grado de parentesco con el causante, con el que las mujeres
pueden acceder al trono. En el derecho español prevalece en el sistema castellano a
partir del siglo XV, un sistema de cognación, en el que las mujeres tienen acceso y se
mantiene hasta el siglo XVIII, donde se opta por el otro sistema.
Un tercer principio habla sobre la sucesión hereditaria y sólo excepcionalmente se recurre
a la opción de la elección. El monarca reinante designa al heredero, llama a los herederos
forzosos a los que obligatoriamente debe designar. Cuando no existen herederos forzosos
hablamos de elección voluntaria. En el caso de Navarra si no existen estos herederos se
producirá la elección del nuevo monarca. En el resto de los reinos no encontramos ninguna
norma que regule este suceso.
Los herederos forzosos son aquellos que no pueden ser excluidos del llamamiento a la
herencia, salvo en caso de incapacidad o en caso de que sean apartados, desheredados y
en este caso debe justificarse. Estas personas son los descendientes legítimos del monarca
reinante, los ascendientes del monarca reinante, o los parientes en la línea colateral hasta
el segundo grado.
El ultimo principio es el derecho de representación, en Castilla se reconoce desde el siglo
XIII. Se trata de la posibilidad de transmitir un derecho que no se ha llegado a ejercer. Antes
de haber ejercido el derecho de acceso al trono se transmite ya a sus herederos.
x En Aragón no hubo normas fijas hasta la aparición de los Condes de Barcelona, siendo la
sucesión resuelta de acuerdo con el Derecho consuetudinario: el rey designaba sucesor
en su testamento con la aprobación de los Magnates.
La condición de súbdito natural podía quedar suspendida cuando éste incurría en la ira
regia (era expulsado por el rey de su reino por haber cometido alguna infracción u
omisión de las obligaciones que tenía para con él).
El rey tenía la obligación genérica de administrar justicia y gobernar, lo que se reflejaba
en un conjunto de competencias básicamente dirigidas a:
- la administración de justicia
- fonsadera (derecho exclusivo del rey para percibir las rentas para los gastos de la
guerra y mantenimiento de la Casa Real)
- A diferencia de la Corona de Aragón –una auténtica entidad política plural, en la que las
diferentes entidades políticas integradas en la misma conservaron su personalidad jurídica
propia–, la de Castilla no fue en sentido estricto una superestructura política.
Imperio Castellano-Leonés
- Algunos autores, como García Gallo precisan que más que de un Imperio leonés cabría
hablar de un Imperio castellano-leonés, toda vez que únicamente con Alfonso VII
(1126-1157) se constata la existencia de una relación de vasallaje entre reyes y condes
españoles y francesas en relación a aquél.