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Cancion de Amor Mientras Tanto
Cancion de Amor Mientras Tanto
Desde que se bajó del barco, Yemy Abubakar se va adaptando cada vez
mejor a esta ciudad tan diferente de su pueblo en Nigeria. Y los alfajores de
dulce de leche y las gaseosas, se le convirtieron en vicio. Se hizo fanático de
Boca Juniors y de vez en cuando juega un picadito con algunos compatriotas y
los muchachos de la pensión. Ahí le pusieron el apodo: “Mukenio”.
1
Lessa terminó de barrer el galpón donde su padre guarda los autos y le
tiró unos puñados de maíz a las gallinas que correteaban por ahí. Estaba de
mal humor. No le gusta andar siempre fregando como las otras gitanas, que
hacen todo lo que los hombres dicen. Cuando llegó con su familia, era una
nena y quería estudiar. Pero años después la sacaron del colegio porque se
juntaba mucho con los payos y se había agenciado un noviecito que no era
gitano. Con el tiempo se convirtió en una adolescente agraciada. Morocha de
piel cetrina, pestañas largas y unos ojos misteriosos. Sabe que es linda aunque
use siempre los mismos vestidos.
2
Un remolino hizo bailar un poco de polvo y algunas hojas secas. Hacía
calor, pero el otoño ya venía pidiendo pista y la humedad de Buenos Aires se
metía en todas partes.
“¡Yemy!”, gritó Baba desde el andén, agitando los brazos y sonó la señal
de partida. Yemy salió del trance y vio a su amigo que parecía en problemas.
Tenía que bajar. Con movimientos ágiles esquivó a varios pasajeros, se chocó
con otros tantos, pidió permiso y disculpas en su extraño castellano y saltó a la
estación. Desde ahí vio partir al tren y a Lessa con su melodía.
3
Al llegar a la próxima estación, bajaron casi todos y Lessa dejó de tocar
por un momento para contar el dinero. En el estuche, entre las monedas y dos
billetes con la cara de San Martín, relucía un anillo de oro.