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Just Read.
Poppy ha estado sola toda su vida. Cuando cumple 18 años y la echan de su
casa de acogida, se apresura a encontrar un lugar donde vivir. Por suerte para
ella, Asher está ahí para ayudarla.
Asher ha deseado a Poppy desde el momento en que la vio. Cuando descubre
que ella necesita un trabajo y un lugar donde quedarse, se da cuenta de que
podría conseguir justo lo que desea. A ella.
Asher siempre consigue lo que quiere y lo que quiere es Poppy. Al final, ella
será suya para que él pueda apreciarla.
El sol entra a raudales por la sucia ventana y me ciega, las sucias cortinas no
ayudan a bloquear la luz. De repente, un fuerte golpe en la puerta de mi
habitación me hace sentarme. Me aferro a la manta contra el pecho, aunque
anoche cerré la puerta del dormitorio con llave y nadie puede entrar.
—¡Levanta tu culo perezoso! —me grita mi padre adoptivo, Paul, a través de la
puerta.
Dieciocho años, pienso mientras salgo de mi pequeña cama de dos plazas para
prepararme para el día. La mayoría de la gente estaría deseando que llegara su
cumpleaños, pero a mí el mío me hacía ilusión. Significa que voy a salir de este
apartamento de mierda, pero realmente no tengo ningún otro sitio al que ir. Si
lo tuviera, me habría ido hace mucho tiempo. Mis padres de acogida llevan
meses diciéndome que sólo me queda un poco más antes de que me echen, así
que sabía que este día iba a llegar. No había forma de que mis padres de acogida
me dejaran quedarme si no recibían un cheque cada mes por hacerlo. He estado
ahorrando todo lo que he podido de mi trabajo a tiempo parcial en la cafetería,
pero sólo llevo cuatro meses trabajando allí y los dos mil dólares que he ahorrado
no me van a durar mucho, sobre todo en Nueva York.
Me miro en el espejo que cuelga en el fondo de mi armario y veo mis ojos azules
mirándome fijamente. Me cepillo el cabello largo y castaño antes de recogerlo en
una coleta alta. Me visto rápidamente y guardo las pocas pertenencias que tengo
en mi mochila. Pasar de casa de acogida a casa de acogida no me ha permitido
acumular muchas posesiones propias, así que viajo ligera y puedo hacer la
maleta y salir por la puerta en cuestión de minutos. Saco el cajón de la mesa
auxiliar y le doy la vuelta para tomar el sobre con mis ahorros. Lo meto en la
mochila con un par de mudas de ropa y echo un último vistazo a la habitación.
No es gran cosa, pero probablemente sea la casa más bonita en la que he vivido.
La mayoría de las veces tenía que alojarme con otros niños en un apartamento
estrecho que rara vez se limpiaba y que apenas tenía suficiente comida.
Con eso abro la puerta y salgo a la cocina, donde Paul y su esposa Marge están
sentados en la pequeña mesa de la cocina. Apenas levantan la vista cuando
entro y voy a agarrar una naranja de la encimera. Toda una vida en el sistema
de acogida hace que no me sorprenda en absoluto que no me deseen un feliz
cumpleaños.
—Espero que hayas empacado todas tus cosas. —Marge dice mientras empiezo
a pelar la naranja—. Sí, a menos que pagues el alquiler no puedes quedarte
aquí. —Paul añade. Asiento con la cabeza y termino de comer el resto de mi
naranja. Mientras ellos tiran los platos del desayuno en el fregadero y se dirigen
al salón, yo tiro la cáscara de naranja y me dirijo a la puerta principal. Me
detengo con la mano en el pomo de la puerta cuando oigo el clic de la televisión.
No me molesto en echar un último vistazo a mí alrededor antes de abrir la puerta
y salir al pasillo para dirigirme a la cafetería para mi turno.
Por suerte, la cafetería donde trabajo no está muy lejos y puedo ir andando.
Además, todas las personas con las que trabajo son muy amables. Saben de mi
situación así que siempre me dejan coger sus turnos extra. Necesito todo el
dinero que pueda conseguir si quiero ser capaz de conseguir un lugar propio e
ir a la universidad. Sin embargo, la ubicación y mis compañeros de trabajo no
son mi parte favorita. Mi parte favorita de trabajar aquí es ver al Sr. Americano.
El Sr. Americano es un habitual de aquí. Es el hombre más guapo que he visto
nunca. Cabello castaño ondulado que tiene tendencia a caer sobre su frente. Un
rostro anguloso que termina en una mandíbula fuerte y obstinada que parece
tallada en piedra por los dioses. Tiene los ojos marrones más profundos que he
visto en nadie. Solía pensar que los ojos marrones eran aburridos, pero los suyos
me fascinan. Si te fijas bien, verás pequeñas motas de oro y negro mezcladas
con el marrón.
Es guapísimo, pero sobre todo es el hombre más amable que he conocido. Me
hace sentir que me ve, que me ve de verdad, que es algo que no he tenido, bueno,
nunca. Siempre me pregunta cómo va mi día y trata de que hable de mí. Todos
los días intenta averiguar algo nuevo sobre mí y de alguna manera se ha
convertido en un juego. Hasta ahora, se ha enterado de que mi color favorito es
el púrpura, que soy hija única, que nunca he tenido una mascota, pero me
encantan los animales, que nunca he visto el océano, pero siempre he querido
hacerlo, y que nunca conocí a mis padres. En los últimos días las preguntas se
han vuelto más y más personales y no sé si eso me emociona o me asusta.
Nunca me ha interesado el sexo opuesto. En realidad, nunca me ha interesado
nadie, pero hay algo en el Sr. Americano que me llama. Llevo semanas
fantaseando con él y últimamente estas fantasías han tomado un giro
decididamente sexual. Hace días que me despierto sudando con la mano metida
en las bragas y siempre es su cara la que me hace esto en mis sueños.
Me pregunto qué piensa el Sr. Americano de mí. Si también sueña conmigo por
la noche.
Siempre he sido más bien un búho nocturno, pero todo eso cambió hace tres
meses. Para ser honesto mis noches empiezan a ser una tortura. Cada noche
sueño con ella. Mi rayo de sol. Ya han pasado meses y empiezo a cansarme de
mi propia mano. Sin embargo, ahora todas las mañanas salto de la cama y no
veo la hora de ir a la oficina. Ahora la mañana es mi momento favorito del día.
Todas las mañanas entro en el vestíbulo de mi empresa y me dirijo directamente
a la cafetería para tomar mi dosis. Nada más entrar, la veo. Cabello largo y
castaño recogido en una coleta, grandes ojos azules sin maquillaje y vestida con
jeans y el polo de la cafetería. Normalmente, nunca me serviría mi propio café,
ese es un trabajo para mi asistente, pero tiendo a pasar por asistentes como
algunas personas pasan por pañuelos. Hace tres meses, la asistente que me
envió la agencia de trabajo temporal ni siquiera llegó a traerme el café antes de
renunciar, así que bajé a la cafetería del vestíbulo para traerlo yo mismo.
Cuando entré en la tienda, la vi. Mi pequeña rayo de sol. Poppy. Era preciosa y
cuando me miró para pedir mi pedido perdí el hilo. Tenía esa mirada como si
fuera más sabia que su edad, pero el rubor que manchaba sus mejillas decía
que seguía siendo tan inocente. Era una combinación intrigante. Apenas podía
pedir mi pedido, tropezando con sus palabras y sonrojándose tan dulcemente.
La luz que entraba por la ventana de la cafetería la iluminaba y hacía que
pareciera que estaba brillando.
Desde entonces es mi sol.
En cuanto tomé un sorbo de mi café, me enteré de algo más sobre ella. Resulta
que Poppy es una barista terrible. Pedí un café americano pequeño con un poco
de azúcar, pero me puso tanta azúcar que era difícil de beber. Tenía la esperanza
de que tal vez me había malinterpretado, pero el día siguiente no fue mejor, ni
los ochenta y siete días siguientes. Salía de la cafetería y me dirigía a mi oficina,
donde tenía que pedirle a mi ayudante de entonces que corriera a otra cafetería
a por mí pedido. Algunos dirán que era una pérdida de tiempo, pero habría
pagado cualquier cantidad para poder ver a mi sol todos los días.
Fue entonces cuando supe lo lejos que estaba de ella. Hace tiempo que tengo un
poco de fobia al compromiso. Desde que gané mi primer billón y las mujeres
empezaron a perseguirme con signos de dólar en sus ojos. He evitado las citas
desde entonces. Si estoy con alguien, quiero que esté conmigo por mí y no por
lo que pueda darle. ¿Pero por Poppy? Creo que la aceptaría, aunque estuviera
conmigo sólo por mi dinero. Quiero mantenerla y protegerla. Quiero que sea mía.
Tenía una sonrisa en la cara mientras entraba en la cafetería. Cuando vi que
Poppy estaba detrás del mostrador recibiendo gritos de un cliente con un traje
marrón mal ajustado, mi sonrisa se desvaneció rápidamente. Poppy parecía
estar tratando de contener las lágrimas e inmediatamente me adelanté para
defenderla cuando el gerente, un amable hombre mayor, intervino.
—¿Cuál es el problema, señor? —le pregunta cansado el gerente. Pero antes de
que Poppy pueda responder, el cliente, ahora furioso, se le adelanta.
—Esta zorra tonta no puede hacer bien un simple pedido de café. ¿Qué tan
estúpida hay que ser para fallar en la preparación de un café?
—Lo siento, señor. Permítame que otra persona le tome el pedido. Y Poppy,
¿podemos hablar, por favor?
El gerente lleva a Poppy a la parte de atrás y ya sé lo que va a pasar. No es la
primera vez que los clientes se quejan.
En realidad, es increíble que haya durado tanto.
Entonces me doy cuenta. Cuando Poppy sea despedida, ya no la veré todos los
días. Empiezo a sentir pánico al pensar en ello y en ese momento Poppy sale con
lágrimas que empiezan a correr por su rostro. Se echa la mochila al hombro y
prácticamente pasa corriendo junto a mí cuando sale por la puerta. El pánico
se apodera de mí ante la idea de no verla más y me doy la vuelta y corro tras
ella.
Despedida el día de mi cumpleaños. Ese pensamiento no deja de rondar por mi
cabeza mientras salgo de la cafetería y del edificio. ¿Qué voy a hacer ahora? No
tengo trabajo, ni lugar donde vivir, nada. Salgo del edificio y me quedo parada
sin saber a dónde ir ahora.
De repente, un hombre con un traje negro que parece hecho sólo para él sale
corriendo y mira a su alrededor. El cabello castaño despeinado, que parece
haber pasado las manos por él toda la mañana, enmarca el rostro más atractivo
que he visto nunca. Una cara delgada con una mandíbula fuerte y pómulos altos
se complementa con unos labios carnosos y los ojos azules más hermosos que
he visto nunca. Son el azul1 más claro que he visto nunca y me miran fijamente.
Cuando sus ojos se posan en mí, se detiene y lo reconozco inmediatamente como

1Anteriormente la autora indicó que los ojos eran color marrón, en este capítulo señala que son
azules. Esta contradicción es propia de la autora.
Sr. Americano, la verdad es que estoy muy enamorada de él y noto cómo se me
calientan las mejillas al mirarle.
Se detiene frente a mí y tengo que inclinar la cabeza para mirarle y es entonces
cuando me doy cuenta de lo alto que es. Supera con creces mi 1,70 y debe de
medir al menos 30 centímetros más. Me quedo boquiabierta y él se limita a
mirarme fijamente. Me sonríe ligeramente mientras me mira y yo busco
desesperadamente en mi cerebro algo que decir. Un silencio incómodo se
extiende entre nosotros mientras nos quedamos mirando el uno al otro. Me
pregunto cómo sería ser suya mientras mis ojos le recorren. Esa fantasía se
desvanece en cuanto me fijo en su ropa. Lleva un traje que probablemente cueste
más de lo que yo gano en todo un año, y yo apenas tengo dos mil dólares, sin
casa ni trabajo. Me doy cuenta de lo tonta que es mi fantasía de estar con él.
Nuestras vidas son drásticamente diferentes y, además, él parece un dios griego
y yo soy, bueno, sólo yo.
Empiezo a mirar de nuevo a su cara para preguntarle por qué ha venido a por
mí y me doy cuenta de que debe haber visto lo que ha pasado en la tienda. Dejo
de mirarle para no ver la lástima que seguro que hay en sus ojos. Me quedo
mirando sus zapatos mientras se aclara la garganta y, cuando sigo negándome
a levantar la vista, empieza a hablar.
—He visto lo que acaba de ocurrir. Siento que ese hombre te haya hablado así y
que te hayan despedido.
Me limito a asentir con la cabeza, negándome a mirarle. No sé qué espera que
diga a eso.
—Me gustaría ofrecerte un trabajo. Si todavía lo necesitas. —Se apresura a decir.
Esto hace que levante la cabeza. Un trabajo significa dinero que necesito
desesperadamente.
—¿Qué tipo de trabajo? —pregunto.
—Necesito un nuevo asistente. Tendrías que contestar al teléfono, responder a
los correos electrónicos y asistirme en cualquier otra cosa que necesite.
Por un segundo me pregunto a qué se refiere con asistirle en cualquier otra cosa
que necesite y mi mente da un giro sucio. Me sorprende que el hecho de ayudarle
de otras formas menos profesionales no parezca molestarme tanto. En todo caso,
creo que podría tener un poco de curiosidad por saber cómo sería eso. Nunca
he estado con nadie antes, ni siquiera he tenido una chispa de interés en
alguien, así que esta línea de pensamiento me toma por sorpresa. Debe tomar
mi silencio como una señal de que me voy a negar, porque se apresura a
continuar.
—Te aseguro que la paga será muy generosa. Será de lunes a viernes, tendrás
días de enfermedad y vacaciones y todo eso.
—Realmente no sé si estoy cualificada para ese puesto, señor. No tengo ninguna
experiencia haciendo ese tipo de cosas —respondo. Me encantaría aprovechar
esta oportunidad, pero no vale la pena si me van a despedir de nuevo. No creo
que pueda soportar perder dos trabajos en un día.
—Creo que lo harás muy bien. Aunque tendré en cuenta tú falta de experiencia.
Puedo ser paciente mientras aprendes las reglas —dice con una sonrisa.
Tardo menos de un minuto en darme cuenta de que no tengo muchas más
opciones y en aceptar la oferta de trabajo del Sr. Americano. Extiendo mi mano
para estrechar la suya y sonrío mientras vuelvo a mirar hacia él para aceptar su
oferta.
—Ya tiene una nueva asistente entonces, señor....
Me doy cuenta de que no sé su nombre y de que casi le llamo Sr. Americano en
su cara.
—Eh, Sr., lo siento, no he pillado su nombre.
—Es Asher Welch.
Welch. Como en Welch Holdings. El nombre del edificio frente al que estamos.
Por supuesto, lo es, pienso para mí.
—Encantada de conocerle Sr. Welch. Soy Poppy Herring.
Voy a apartar mi mano de la suya, dándome cuenta de que hace tiempo que
hemos dejado de moverlas y que ahora sólo estamos de pie agarrados de la
mano. Su agarre se hace más fuerte y miro hacia abajo para ver que sus dedos
están ahora entrelazados con los míos. Me tira de la mano y me lleva de vuelta
al edificio y directamente al ascensor. Pulsa el botón y las puertas se abren
inmediatamente. Subimos los dos y veo cómo pulsa el botón de la última planta.
Las puertas se cierran sin ruido y, cuando el ascensor empieza a moverse,
también lo hace mi ritmo cardíaco. Nunca había subido a un ascensor y
enseguida me doy cuenta de que no me gustan. Siento que mi mano está
sudando en la de Asher, pero mi miedo supera la vergüenza y me aferro a él con
más fuerza. Él parece sentir mi malestar porque me atrae más hacia él y me
rodea con su otro brazo. Segundos después, el ascensor se detiene y las puertas
se abren.
Me sigue rodeando la cintura con el brazo mientras me saca del ascensor y me
lleva a su despacho. Pasamos por delante de lo que supongo que es mi mesa
fuera de su despacho, pero no se detiene ahí. En lugar de eso, me lleva a través
de dos puertas dobles y a un sofá situado en la parte derecha de la habitación.
Nos sentamos y veo por primera vez su despacho.
Todo está hecho en blanco y negro. Los cuadros de la pared son todos abstractos
y en blanco y negro. Su escritorio y su silla son negros, y las estanterías que
bordean una de las paredes también son negras. Incluso el sofá en el que
estamos sentados es blanco. Todo parece tan aburrido y sencillo que me entran
ganas de meter algo de color e intentar animar un poco el lugar.
Vuelvo mi atención al Sr. Welch y veo que ya me está mirando. Le dedico una
sonrisa incómoda cuando me doy cuenta de que todavía me rodea con su brazo.
Me encanta la sensación de su brazo envolviéndome de forma protectora. Al
haber crecido en el sistema de acogida, nunca había tenido a alguien que
quisiera protegerme y cuidarme. Me tomo un minuto más para absorber la
sensación antes de alejarme de él, dejando que su brazo deje de rodearme. Él
frunce el ceño al alejarse de mí y su brazo vuelve a alcanzarme como si fuera a
arrastrarme hacia él, pero se paraliza y deja que su brazo vuelva a caer a su
lado antes de que pueda alcanzarme. Sé que he sido yo la que se ha alejado
primero y que voy a trabajar para él, así que debería mantener la
profesionalidad, pero no puedo evitar la punzada de decepción por no haberme
arrastrado hacia él.
Se aclara la garganta y se levanta bruscamente.
—Déjame mostrarte dónde vas a trabajar —dice mientras empieza a tenderme
la mano. Me levanta del sofá, pero suelta mi mano como si le quemara en cuanto
me pongo de pie. Se da la vuelta y me lleva hasta el escritorio que pasamos
frente a sus puertas.
Tengo que contenerme para no alcanzarla y atraerla hacia mí de nuevo. Se sentía
tan perfecta debajo de mi brazo o con su mano en la mía. No tenía intención de
cogerla de la mano fuera, pero una vez que su mano estaba en la mía, no podía
soportar soltarla. Luego, en el ascensor, pude sentir su cuerpo temblando junto
al mío y ni siquiera lo pensé. La rodeé con mi brazo y la atraje hacia mí. Sus
temblores cesaron casi de inmediato, así que me limité a rodear su cintura con
el brazo mientras la llevaba a mi despacho y a mi sofá. Sin embargo, luego se
separó de mí. No estoy seguro de si fue porque no quería mi contacto o ya no lo
necesitaba o si ver mi despacho le recordaba nuestra relación laboral y quería
mantenerla profesional. Espero poder hacerla cambiar de opinión porque
necesito desesperadamente volver a sentirla entre mis brazos.
La observo mirar alrededor de mi despacho y trato de verlo a través de sus ojos.
No quería que nada me distrajera, así que tengo una decoración moderna en
blanco y negro. Pienso en que no quiero distracciones y quiero reírme de mí
mismo. Acabo de ofrecerle a la mayor distracción un trabajo a mis órdenes.
Siento que mi polla empieza a engrosar al pensar en Poppy a mis órdenes.
Rápidamente disipo esos pensamientos mientras me vuelvo hacia ella. Veo su
mirada de desagrado cuando termina de echar un vistazo a mi despacho y
enseguida pienso en cómo cambiarlo a su gusto. Quiero que le guste trabajar
aquí y conmigo. Sobre todo, quiero gustarle. Lo necesito.
Me levanto del sofá para enseñarle el lugar y le tiendo la mano. Pone su mano
en la mía sin dudarlo, pero entonces recuerdo que se alejó de mí antes y no
quiero que se sienta incómoda, así que suelto su mano inmediatamente y la
conduzco a su escritorio. Paso la siguiente hora repasando lo que hacemos en
mi empresa y cuáles serán sus responsabilidades. Cuando termino, ya es hora
de comer.
—Déjame invitarte a comer.
—Oh, no tienes que hacer eso. —Ella responde con su dulce voz.
—Insisto.
Me acerco y pulso el botón del ascensor. Sé que la ponen nerviosa y eso me
convierte en un cabrón, pero quiero volver a sentirla apretada contra mí.
Además, la otra opción es bajar cuarenta tramos de escaleras.
Quizá pueda ayudarla a superar su miedo.
Entramos en el ascensor y ella se acerca a mí cuando las puertas se cierran. Le
rodeo la cintura con el brazo y tiro de ella mientras el ascensor empieza a
descender. Siento sus ojos sobre mí y miro hacia abajo para ver que me mira
fijamente. Mis ojos bajan hasta sus labios y veo que su pequeña lengua rosa
sale y se lame el labio inferior. Empiezo a inclinarme hacia ella, con ganas de
besar sus labios, cuando el ascensor se detiene y las puertas se abren. Poppy se
aleja de mí de un salto y se abre paso entre las pocas personas que esperan para
entrar en el ascensor. La alcanzo unos pasos más tarde y la conduzco fuera,
calle abajo, hasta una charcutería2 en la que suelo pedir mi comida.
Nos acercamos al mostrador y pedimos cada uno un sándwich de pavo y unas
patatas fritas, y luego cogemos una mesa que acaba de abrirse en la parte de
atrás. La veo morder su sándwich y tengo que contener un gemido cuando la
oigo gemir al morderlo. Me sorprende la rapidez con la que termina su comida y
acabo ofreciéndole un poco de la mía. Tomo nota de que debo darle de comer
más a menudo y de que debo tener un refrigerio en la sala de descanso.
Terminamos la comida y nos ponemos de pie para tirar la basura antes de
llevarla de vuelta a la oficina.
—Ahora te llevaré a Recursos Humanos para que rellenes el papeleo y empieces
a trabajar oficialmente mañana. —le digo mientras le mantengo la puerta abierta
y la conduzco a las oficinas de RRHH.
Llamo a la puerta y les comunico que tienen que hacer que Poppy rellene el
papeleo de nueva contratación y se asegure de que está instalada antes de que
yo suba a mi despacho. Intento desesperadamente concentrarme en el trabajo
durante las dos horas siguientes, pero cuando el reloj marca las tres de la tarde
me encuentro bajando para ver cómo está Poppy. No me gusta no tener mis ojos
en ella.
Cuando entro en RRHH, mis ojos buscan inmediatamente a Poppy y la veo
echarse al hombro la mochila que lleva todo el día.
—¿El papeleo está listo? —le pregunto mientras se dirige hacia mí.
—¡Sí! Soy una empleada oficial. Incluso tengo mi identificación de empleado y
mi placa —dice orgullosa.
Le sonrío mientras se detiene frente a mí. Me doy cuenta de que estoy
bloqueando la puerta y me giro para dejarla pasar primero. No puedo evitar que

2 Carnicería especializada en carne de cerdo, embutidos y agregados.


mis ojos se desvíen hacia ella mientras la veo caminar por el pasillo delante de
mí. Salimos al vestíbulo y me doy cuenta de que mi tiempo con ella está a punto
de terminar.
—Deja que te lleve a casa. —Me ofrezco a sacar mi teléfono para llamar a mi
conductor.
—Oh, no tienes que hacer eso.
—Quiero hacerlo.
—No, de verdad. Estaré bien.
—Insisto —digo mientras le pongo la mano en la espalda y la dirijo hacia la
puerta principal y a mi auto que está esperando. Nos acomodamos en el auto y
mi chófer me mira en busca de la dirección.
—¿Cuál es tu dirección? —le pregunto. Es entonces cuando me doy cuenta de
lo nerviosa que parece Poppy. No deja de moverse y no me mira a los ojos.
—¿Poppy? ¿Qué pasa, Sunshine3?
—No tengo casa. O un lugar donde quedarme. Estaba en una casa de acogida,
pero hoy he cumplido dieciocho años y me han echado.
Estoy sorprendido. ¿Quién en su sano juicio echaría a esta criatura perfecta de
su casa? ¿Quién no querría a esta chica? Le digo a mi chófer que nos lleve a mi
casa. No seré tan estúpido como para dejar que esta chica se vaya. La protegeré
y la cuidaré hasta que me muera.
Ella es mía ahora.

3 Rayo de sol.
El conductor se acerca a la acera y veo por primera vez la casa de Asher. Es una
casa de piedra rojiza muy limpia en la parte bonita de la ciudad. Mientras miro
por la ventana, Asher sale del auto y se acerca a abrirme la puerta. Me tiende la
mano y yo la pongo en la suya y tomo la mochila con la otra mano. Voy a
ponerme la mochila al hombro, pero Asher me la quita y me lleva a la escalera.
Espero mientras abre la puerta y le sigo hasta el vestíbulo.
—Deja que te enseñe el lugar.
Asiento con la cabeza mientras se gira y me lleva al interior de la casa. Me enseña
el salón, el comedor formal, el despacho, la cocina y un baño antes de que
volvamos a subir las escaleras al segundo piso. Me enseña las dos habitaciones
de los invitados y sus cuartos de baño y, por último, me enseña su habitación.
La combinación de colores parece ser la misma que en su oficina. Su casa
también está igual de desnuda. El salón tiene un simple sofá de cuero y una
mesa de centro con una televisión de pantalla plana gigante montada en la
pared, el comedor era sólo una mesa y cuatro sillas, y los dormitorios eran sólo
camas y una cómoda. La casa apenas parecía habitada.
—¿Acabas de mudarte? —pregunto mientras miro alrededor en busca de fotos
o algo que haga que su casa parezca más personal.
—No, llevo aquí unos cinco años —dice y le observo mirar también su casa. Me
pregunto qué es lo que ve cuando mira a su alrededor.
—¿Tienes hambre? —Me pregunta y me doy cuenta de que ya son cerca de las
17:30.
—Sí, podría comer.
—Ok podemos pedir algo para llevar entonces. ¿A menos que prefieras ir a
comer?
Estoy a punto de contestar cuando suena su teléfono y se excusa para contestar.
Entra en su despacho y empieza a hablar por teléfono. Me dirijo a la cocina y
abro la nevera para ver si puedo preparar algo de comida para nosotros.
La nevera está bastante vacía, con sólo algo de mantequilla, leche y huevos
dentro. Después busco en los armarios y en la despensa y encuentro algo de
pasta, jarabe y algo de harina y azúcar. No puedo hacer mucho con esto, pero
sé que puedo hacer tortitas y huevos. ¿A quién no le gusta desayunar para
cenar? Saco los ingredientes y rebusco en los armarios hasta encontrar sus
sartenes. Estoy echando la primera tortita en la sartén cuando Asher entra en
la cocina.
—Algo huele bien —dice mientras se acerca a mí en la estufa.
—Son sólo unas tortitas —digo mientras las volteo hacia el otro lado.
Pone algunos platos y cubiertos para nosotros y luego viene a ver cómo termino
de cocinar. Llevamos todo a la encimera y cada uno toma asiento. Todo está en
silencio mientras nos servimos el almíbar sobre la comida y comemos. Él gime
al masticar su primer bocado y mis ojos se fijan en sus labios. Oírle hacer ese
sonido hace que mi cuerpo se altere. Me aprieta el corazón y muevo los muslos
para tratar de aliviar este nuevo dolor.
—Esto está muy bueno —dice mientras se mete otro bocado en la boca y me
sonríe.
—Es sólo una tortita. Algo bastante simple, en realidad.
—Yo no podría hacerlas. Soy terrible en la cocina.
—¿Por eso no había realmente comida aquí? —pregunto y él asiente con la
cabeza.
—Sí. Supongo que me he acostumbrado a comer fuera o a pedir comida para
llevar.
—¿Puedo enseñarte a hacer algunas cosas si quieres? ¿O puedo cocinar yo?
Mientras me quedo aquí. Te prometo que empezaré a buscar un nuevo lugar
mañana, sólo necesito...
—Puedes quedarte el tiempo que quieras. No tienes que salir corriendo de aquí.
Me gusta tenerte aquí.
No quiero admitirlo, pero me encanta su casa y quedarme aquí con él. Estar
aquí con él me parece tan natural y me hace sentir tan segura por primera vez
en mi vida. Ahora que he probado la seguridad, no estoy dispuesta a renunciar
a ella tan pronto. Sin embargo, ya estoy empezando a enamorarme de Asher y
sé que cuanto más tiempo me quede aquí, más difícil será irme. ¿O qué pasa si
tiene otras mujeres en casa? Creo que me moriría si tuviera que ver cómo se
lleva a otra mujer a la cama.
Terminamos la cena y mantenemos la conversación mientras nos ponemos uno
al lado del otro y lavamos los platos juntos. Me sorprende la libertad con la que
fluye la conversación entre nosotros. Me parece que lo conozco desde hace años
y no desde hace unas horas.
Pasamos al salón y nos sentamos juntos en el sofá y acabamos hablando
durante horas. Le conté que crecí en un hogar de acogida y que me mudaba de
casa en casa. Lo solitario que era y cómo siempre deseaba tener mi propio hogar
permanente. Le hablé de mi amor por la decoración y de cómo quería ir a la
escuela para estudiar diseño de interiores, pero sabía que tendría que trabajar
durante unos años para ahorrar suficiente dinero. Me ofreció dejarme decorar
su casa y su oficina y estuve a punto de aprovechar la oportunidad antes de
recordar que ya me había dado un trabajo y que no quería dejarle colgado en el
trabajo para decorar. Además, yo no era una profesional. Simplemente me
gustaba encontrar cosas diferentes y juntarlas todas para crear un hogar.
Asher me habló de su infancia y de sus padres. Era hijo único, como yo, pero
ahí terminaban las similitudes. Sus padres le querían y se habían asegurado de
que lo supiera cada día. Me dijo que todavía están muy unidos y que almuerza
con ellos todos los domingos. No sé por qué, pero cuando me lo cuenta me siento
aún más enamorada de él. Incluso me ha invitado a almorzar este domingo, pero
no estoy segura de que deba ir. Pero tengo la sensación de que me convencerá.
—Déjame acompañarte a tu habitación —dice después de que nos sentemos en
el sofá durante unas horas para hablar.
Le agarro la mano y me levanta sin soltarme mientras me lleva por las escaleras
hasta la habitación de invitados situada justo al lado de la suya. Nos detenemos
frente a la puerta y, de repente, me pongo nerviosa. Le miro y veo que me mira
los labios. Tengo muchas ganas de besarle. Sentir sus labios pegados a los míos.
Me pregunto cómo se sentiría. Él sería mi primer beso. Mi primer todo. Ya es la
primera persona que me toma de la mano.
Entonces recuerdo por qué estoy aquí y que voy a trabajar para él y lo mucho
que necesito este trabajo. De mala gana, retiro mi mano de la suya y giro el
pomo de la puerta para abrirla.
—Buenas noches —digo mientras miro fijamente los dedos de sus pies antes de
abrir apresuradamente la puerta y pasar a toda prisa. Le doy un portazo en la
cara antes de apoyarme en ella e intentar calmar mi acelerado corazón. Espero
no haberme puesto en evidencia, pienso mientras me dirijo a mi mochila y me
pongo un pijama. Voy al cuarto de baño y me lavo los dientes antes de echar las
sábanas y meterme en la cama. Me preocupa no poder conciliar el sueño, pero
lo hago antes de que mi cabeza toque la almohada.
Anoche no pegué ojo. Después de acompañar a Poppy a su puerta, lo único que
quería hacer era atraerla hacia mí y besarla. Salió corriendo antes de que
pudiera averiguar a qué sabían sus labios y me fui a mi habitación y me quedé
despierto preguntándome por qué había huido de mí tan rápido. Por su lenguaje
corporal y la forma en que se lamía los labios y se inclinaba hacia mí, pude ver
que también estaba interesada en mí.
Pasé el resto de la noche tratando de idear un plan para convencerla de que
cediera a este sentimiento entre nosotros. El primer paso es levantarme
temprano e ir a buscar bollería fresca para desayunar. Quiero demostrarle que
puedo cuidarla y anticiparme a sus necesidades. Parece que le gusta cocinar,
pero no sé ni por dónde empezar en cuanto a ingredientes. Me imagino yendo
de compras con ella después del trabajo. Recorriendo pasillo tras pasillo con ella
y escuchando cómo me cuenta lo que piensa hacer con cada ingrediente. Es una
tarea tan ordinaria, pero sé que hacerla con ella seguiría siendo interesante.
Salgo de la cama y me pongo rápidamente unos jeans y una camiseta antes de
bajar tranquilamente las escaleras y salir por la puerta. Camino una manzana
hasta mi panadería favorita para coger unos pasteles y magdalenas para
desayunar. También compro zumo y café, ya que no sé qué le gusta beber. Llego
a casa y estoy colocando todo en la encimera cuando oigo a Poppy bajar las
escaleras. Me encuentra en la cocina un momento después y veo que sus ojos
se abren de par en par cuando ve la comida que tiene delante.
—Puede que me haya pasado un poco en la panadería esta mañana. Sólo quería
que tuvieras opciones.
—Eso es muy considerado —dice mientras mira todas las opciones.
Acaba decidiéndose por un bollo de arándanos y un zumo de naranja. Tomo un
café y un bollo de queso antes de unirme a ella en el mostrador.
—¿Estás nerviosa por tu primer día?
—Un poco. Creo que tardaré uno o dos días en ponerme al día, pero espero poder
manejarlo todo pronto.
—Estoy seguro de que lo harás. Además, estaré ahí para ayudarte si necesitas
algo.
—¿No se supone que soy yo quien te ayuda? —pregunta con una pequeña
sonrisa.
Me río ligeramente mientras la veo llevarse a la boca el último bocado de su
bollo. Se baja del taburete y se lava las manos en el fregadero. Parece que se
entretiene y la observo mientras se seca lentamente las manos.
Finalmente, se da la vuelta y me mira.
—¿Qué pasa, Sunshine?
—Es que no creo que tenga ropa adecuada para ponerme hoy. Todos los que vi
ayer iban vestidos de forma muy profesional y lo único que tengo son unos jeans
y unas camisas.
Parece avergonzada de admitirlo y quiero darme una patada por no haberlo
pensado antes. Me apresuro a encontrar una forma de arreglar esto y
rápidamente saco mi teléfono, enviando un rápido mensaje a mi compradora
personal.
—Mi estilista se reunirá con nosotros en la oficina con algunas opciones para ti.
Pero puedes ponerte lo que quieras hoy. Si tu jefe te pone problemas, hablaré
con él. —Bromeo.
Me sonríe agradecida antes de subir las escaleras para prepararse. Sonrío tras
ella y, cuando termino de limpiar la cocina y subo para seguirla, me doy cuenta
de que sigo sonriendo.
Asher me abre la puerta trasera del auto y la mantiene abierta mientras me
deslizo dentro antes de deslizarse tras de mí. Me siento un poco cohibida al ir
vestida de manera tan informal mientras él va de traje junto a mí. Estoy un poco
nerviosa por ver lo que su estilista ha elegido para mí. Estoy segura de que la
ropa será preciosa, pero probablemente sólo podré permitirme un traje.
Unos minutos más tarde llegamos a la puerta de la oficina y me maravilla lo
diferente que ha sido mi viaje esta mañana en comparación con el de ayer. Una
vez más, Asher me abre la puerta y me pone la mano en la espalda mientras me
lleva al edificio y a los ascensores. Sé que tendré que acostumbrarme a viajar en
ellos, pero hasta que me sienta más cómoda, me alegro de tener a Asher aquí
para apoyarme.
Subimos a la planta superior y, al abrirse las puertas, veo que la sala de
conferencias está llena de estantes con ropa y zapatos. Asher me abraza
mientras nos dirigimos a la sala de conferencias y me presenta a su compradora
personal, Tia. Es una mujer simpática, delgada y enérgica que me da la mano
con fuerza antes de acercarse a uno de los estantes y empezar a sacar prendas.
—Las dejo a ustedes dos —dice Asher, que me sonríe y sale de la habitación. Le
observo a través de las ventanas mientras desaparece en su despacho. Me vuelvo
hacia Tia a tiempo para que me entregue el primer traje y me empuje hacia una
pantalla de privacidad en la esquina de la habitación. Me paso la mayor parte
de la mañana probándome una prenda tras otra. Justo cuando vuelvo a pasar
detrás de la cortina para ponerme mi ropa, oigo a Asher entrar de nuevo en la
habitación. Saber que estoy casi desnuda en la misma habitación que él me
produce una gran emoción y aprieto los muslos mientras oigo a Asher y a Tia
hablar de cómo nos fue. Me visto rápidamente y me acomodo el cabello detrás
de las orejas mientras salgo a su encuentro.
En cuanto salgo de detrás del biombo, los ojos de Asher me encuentran. Me
sonríe cuando me acerco a él y me tiende la mano en cuanto estoy a su alcance.
Me atrae hacia su lado y sé que no debería dejarlo, pero me siento tan bien al
estar arropada por él después de haber estado alejada de él toda la mañana.
—¿Has encontrado algo que te guste?
—Sí. Muchas cosas —digo pensando en todos los vestidos de negocios, faldas y
trajes de pantalón que me he probado esta mañana. Tia incluso había traído
otras prendas que no eran para el trabajo. Colocamos todas las opciones que
me gustaban en una pila y miro para ver que está apilada mucho más alto de lo
que pensaba. Es imposible que me pueda permitir todo eso. Me separo de Asher
y me dirijo a la pila para intentar ordenar las opciones. Tia no me dejó mirar las
etiquetas de los precios cuando me lo estaba probando todo, pero ahora echo
un vistazo a hurtadillas y creo que me voy a desmayar al ver los precios. Tendría
que usar todos mis ahorros para comprar un solo traje. Siento que mis mejillas
se enrojecen de vergüenza al imaginarme diciéndole a Tia que no puedo
permitirme nada y que le he hecho perder el tiempo esta mañana. Voy a darme
la vuelta para hacer eso cuando siento que Asher se acerca a mí.
—¿Esto es todo? —pregunta. Como si la pila de ropa de un metro de altura no
fuera a ser suficiente.
—Sí, pero no hay manera de que pueda pagar todo esto. O nada de esto —digo.
—Yo invito —dice antes de volver a dirigirse a Tia y decirle que nos lo llevamos.
Voy a protestar, pero él levanta una mano para detenerme antes de volver a
acercarse a mí y tirar de mí en sus brazos.
—Déjame hacer esto por ti. Por favor.
¿Qué puedo decir a eso? Necesito ropa nueva para trabajar aquí.
—Al menos déjame pagarte.
—Por supuesto que no. Por favor, deja que esto sea mi regalo. Me gusta darte
las cosas que necesitas.
Siento que mis mejillas se calientan y entierro mi rostro en su pecho mientras
digo en voz baja:
—A mí también me gusta. —No estoy segura de que me haya oído, pero siento
que sus brazos me rodean. Nos quedamos así durante varios minutos hasta que
oigo que mueven los percheros y me doy cuenta de que Tia está recogiendo todo.
Me ofrezco a ayudarla a desmontarlo todo, pero hace una llamada y dos
ayudantes vienen a ayudarla a recogerlo todo. Me embolsa toda la ropa mientras
ellos recogen todo y en pocos minutos la sala de conferencia vuelve a ser la de
siempre. Vuelvo a apilar las bolsas junto a mi mesa antes de sacar uno de mis
nuevos trajes y dirigirme al baño para cambiarme.
Elijo un vestido púrpura intenso que hace resaltar mis ojos azules y acentúa
mis curvas. Lo combino con un par de tacones negros. Doblo mi ropa vieja y me
giro para mirarme en el espejo. Me parece que pertenezco a este lugar y eso me
hace sentir que realmente puedo hacer este trabajo. Me pregunto si a Asher
también le gustará.
Agarro mi ropa vieja y salgo del baño. Me estoy arreglando para poner mi ropa
en una de las bolsas cuando Asher sale de su oficina.
—¿Qué tal si comemos algo antes de...? —Corta lo que estaba diciendo cuando
sus ojos se levantan y me ve con mi ropa nueva. Me muevo nerviosa cuando no
dice nada durante largos minutos.
—¿Es demasiado? —pregunto cuando no puedo soportar más el silencio.
—No. No, es perfecto. Estás hermosa.
Le sonrío, contenta de que le guste mi conjunto tanto como a mí y de que me
haya llamado hermosa. Se queda mirándome mientras yo le sonrío y recuerdo
que me dijo algo sobre el almuerzo. Es en ese momento cuando mi estómago
gruñe y suelto una pequeña carcajada.
—Sí, creo que ese almuerzo suena bien.
Sonríe mientras se dirige hacia mí y me rodea con su brazo mientras nos
dirigimos al ascensor.
Dos semanas después
Poppy y yo nos hemos asentado en una nueva rutina durante las últimas dos
semanas y ya es la asistente más larga que he tenido. Todas las mañanas
desayunamos y vamos juntos al trabajo. A veces me toca conseguir el desayuno
a mí, pero últimamente ella nos cocina en casa. Incluso me ha enseñado a hacer
algunas cosas básicas como huevos revueltos y panqueques. Me encantan esas
mañanas en las que hacemos el desayuno juntos. Nos movemos juntos por la
cocina y nos reímos de mis intentos fallidos de cascar huevos o de mis
panqueques quemados. En la oficina, Poppy ya se ha dado cuenta de mi horario
y es increíble anticipando lo que voy a necesitar. Es tan brillante y lo ha captado
tan rápido que ahora no creo que pueda vivir sin ella. En la oficina o en casa.
La amo y cada noche me duermo con fantasías de hacerla mía.
Todavía no hemos cruzado esa línea, aunque creo que ambos queremos hacerlo.
Sé que yo lo deseo y la forma en que su cuerpo se inclina hacia mí cada vez que
la rozo en casa o en la oficina me hace pensar que ella también siente esto entre
nosotros. La he sorprendido mirándome los labios en innumerables ocasiones.
Una mañana bajé a desayunar sólo con el pantalón del pijama y me gustó tanto
la forma en que me miraba que he seguido haciéndolo desde entonces. No sé
cuánto más podré soportar esta tensión. He utilizado mi mano para aliviarme
muchas veces esta semana, pero no es rival para ella. Podría correrme, pero en
cuanto huelo su gel de baño o escucho su voz, vuelvo a estar duro como el acero.
Alguno tiene que ceder pronto.
Poppy entra en mi despacho al final del día y me deja unos archivos que
necesitaré mañana por la mañana. Sonrío mientras guardo el archivo en el que
estoy trabajando y me levanto para recibirla. La meto bajo el brazo y nos
dirigimos al ascensor para ir a casa.
—Tenemos que parar en la tienda de camino a casa. —Me recuerda.
—Lo que quieras, Sunshine. —le digo mientras subimos al ascensor y bajamos.
Ha mejorado mucho en el ascensor y sé que es egoísta, pero echo de menos
cuando no podía montar en uno sin que yo la envolviera.
Nos dirigimos al auto y le decimos al conductor que pare en la tienda de camino
a casa. El conductor nos deja salir por delante y da la vuelta para buscar un
aparcamiento y esperar mi mensaje. Siento que Poppy desliza su mano hacia la
mía y sonrío para mí mientras entramos en la tienda y cogemos un carrito. Estas
últimas semanas ha iniciado el contacto conmigo con más frecuencia y me
encanta que se sienta lo suficientemente cómoda conmigo como para hacerlo.
Coge un carrito y saca la lista de la compra en su teléfono mientras empezamos
a caminar juntos por los pasillos. Me encanta hacer esto cada semana con ella.
Me cuenta lo que quiere intentar hacer esta semana y cada vez que lo hacemos,
me imagino haciendo esto y otras tareas ordinarias y mundanas como ésta
durante el resto de nuestras vidas.
Llenamos el carro y cargamos todo en bolsas mientras le mando un mensaje a
mi conductor para que venga a buscarnos. Hablamos de nuestro día y de lo que
haremos para cenar de camino a casa, mientras llevamos todo al interior y lo
guardamos. Ella sube corriendo a cambiarse mientras yo termino de guardar lo
último. Me giro cuando la oigo bajar las escaleras y la veo entrar en la cocina
mientras se recoge el cabello en la parte superior de la cabeza. Unos cuantos
mechones se sueltan y se enroscan delicadamente alrededor de su rostro. Lleva
unos pantalones de yoga negros y un jersey rojo que se le cae del hombro
mientras se arregla el cabello. Nunca he visto nada tan bonito y me pican las
manos para agarrarla y no soltarla nunca.
He decidido que esta noche es la noche. No puedo aguantar más tiempo sin
hacerla mía. Llevamos semanas bailando el uno alrededor del otro y la tensión
sexual ha alcanzado su punto más alto. Es como si hubiera una tercera persona
en la habitación con nosotros y sé que alguno tiene que ceder. Sólo tengo que
encontrar el momento adecuado para dar el paso.
Hicimos una sencilla cena de espaguetis con pan de ajo para cenar. Asher
incluso consiguió sacar el pan de ajo antes de que se quemara por completo.
Nos reímos juntos de ello mientras comíamos uno al lado del otro en la barra.
Intentamos comer en el comedor una vez, pero nos pareció demasiado formal y
ambos coincidimos en que nos gustaba poder sentarnos cerca y no sentir que
nos estábamos gritando a través de la mesa. Me gusta sentarme en la barra por
todos los toques accidentales que permite esta proximidad. Su pierna roza la
mía y me hace sentir un cosquilleo en todo el cuerpo. Nunca antes me había
sentido así y esta sensación no ha hecho más que aumentar en las últimas dos
semanas. No puedo aguantar más, pero estoy demasiado nerviosa para dar el
primer paso. He estado pensando en formas de seducir a Asher y creo que esta
noche voy a probar algunos de los movimientos que he buscado.
Me muevo inquieta en mi asiento mientras empujo lo último de mi comida por
el plato.
—¿Terminaste? —pregunta Asher mientras se levanta para recoger los platos.
Nos colocamos uno al lado del otro en el fregadero mientras lavamos y
guardamos los platos. Cuando terminamos, nos dirigimos al salón y nos
sentamos juntos en el sofá para ver la televisión. Asher me pasa el mando a
distancia y me coge los pies, los mete en su regazo y empieza a masajearlos.
Gimo de placer cuando me frota el arco del pie y me masajea los nudos y la
tensión. Siento que algo se endurece contra mi otro pie y miro hacia abajo para
ver qué es. Me doy cuenta de que mi pie está apoyado en su regazo justo contra
su polla y eso es lo que sentí endurecerse cuando gemí.
Sintiéndome atrevida, froto lentamente mi pie contra su polla un poco. Los
dedos de Asher se congelan en mi pie mientras continúo deslizando mi pie
lentamente hacia arriba y abajo de su polla que se alarga. Sus ojos se dirigen a
los míos cuando se da cuenta de que lo estoy haciendo a propósito. Veo que sus
ojos se calientan y su agarre se intensifica mientras seguimos mirándonos
fijamente en el sofá. Mi cuerpo se tensa hasta que no puedo aguantar más y me
abalanzo sobre él a través del sofá. Me atrapa con facilidad y me atrae hacia su
cuerpo mientras mis labios encuentran los suyos. Es mi primer beso y estoy
segura de que se da cuenta de mi inexperiencia, pero no parece importarle ya
que su lengua se introduce en mi boca para batirse en duelo con la mía.
Me pone de espaldas en el sofá y se coloca encima de mí. Mis piernas se abren
para que él pueda caber entre ellas y gimo cuando siento su dura cresta rozar
mi sensible clítoris. Mantiene su peso sobre mí y me deja frotarme contra él
hasta que tengo que separar mis labios de los suyos para respirar. Gimo y me
retuerzo bajo él mientras sus labios bajan por mi cuello. Chupa, lame y muerde
hasta llegar a la parte superior de mi camisa, que empuja impacientemente
hacia arriba y fuera de su camino. Levanto los brazos y me siento para ayudarle
a quitármela, y él no pierde tiempo en arrancarme la camisa por la cabeza. El
sujetador le sigue rápidamente y me derrumbo de nuevo en el sofá en topless.
Está sobre mí antes de que pueda parpadear y gimo cuando sus labios rodean
mi pezón. Sus hábiles dedos me pellizcan y acarician el otro pezón hasta que me
convierto en un desastre de gemidos, suplicándole que me tome. Cambia entre
mis dos pezones, dándoles atención a cada uno de ellos. Ni siquiera sabía que
era posible correrse sólo porque alguien jugara con tus pezones, pero estoy a
dos pulsaciones de explotar. Mi espalda empieza a inclinarse sobre el sofá y, en
cuanto siento que sus dientes rozan mi pezón derecho, veo las estrellas. Grito
su nombre en la sala de estar una y otra vez mientras él sigue jugueteando con
mis tetas mientras yo me repongo de mi orgasmo. Cierro los ojos para recuperar
el aliento mientras siento que me acaricia el pecho.
Abro los ojos cuando siento que se separa de mí y me levanta en sus brazos. Me
acurruco en su cuello mientras él sube las escaleras. Abro los ojos cuando siento
que me acuesta sobre algo blando y miro a mi alrededor para darme cuenta de
que estamos en su habitación. No he estado aquí desde la primera noche que
estuve y me hizo un recorrido. No tengo tiempo de mirar a mí alrededor antes
de que se pase la camiseta por encima de la cabeza y se baje los pantalones y se
acueste a mi lado. Miro fijamente la tienda de campaña en la parte delantera de
sus boxers mientras se acomoda a mi lado y me rodea la cintura con el brazo
para atraerme hacia él.
—No tenemos que hacer nada que no quieras, Sunshine —dice antes de
besarme.
—Te deseo —Le digo mientras miro sus ojos azules.
—Yo también te deseo, Poppy. Más que nada.
—Nunca he hecho algo así antes.
—Cuidaré de ti, Sunshine. Siempre.
Sus labios encuentran los míos en un dulce beso antes de empezar a besar de
nuevo mi cuerpo. Esta vez besa entre mis pechos y baja por mi estómago hasta
el borde de mis pantalones. Sus dedos rodean la banda de mis pantalones y
tiran lentamente de ellos y de mis bragas hacia abajo. Se sienta entre mis
piernas mientras me las quita y las tira por el lado de la cama. Intento juntar
las piernas, avergonzada por estar tan expuesta, pero Asher está sentado entre
mis piernas y detiene mis movimientos en cuanto intento cubrirme.
—Deja que te mire, Sunshine.
La mirada de sus ojos mientras me mira fijamente me ayuda mucho a sentirme
cómoda. Sus ojos devoran y calientan al mirarme mientras me extiendo frente a
él. Siento que me mojo cada vez más mientras sigue mirándome y pronto no
puedo aguantar más.
—Tócame, Asher. Por favor —le ruego y sus ojos se dirigen a los míos.
—Nunca he visto nada tan perfecto —dice—. Y nunca he oído nada mejor que
tú suplicando por mí, Poppy.
Vuelve a bajar sobre mí y me da un rápido beso en los labios antes de colocarse
entre mis piernas y posar su boca sobre mi coño. Nunca nadie me había tocado
ahí, y mucho menos me había besado ahí. No podía imaginar lo bien que se
sentiría. Introduce su lengua entre mis labios y me da largos y lentos lametones
desde mi coño hasta mi clítoris. Rodea mi clítoris hasta que mis piernas se
cierran alrededor de su cabeza y mis dedos se enredan en su cabello. Estoy al
borde de mi segundo clímax.
—Dámelo, Sunshine. Córrete en mi cara y ablanda este coño perfecto para mí.
Necesito tenerte bien mojada antes de intentar meter mi polla aquí.
Envuelve sus labios alrededor de mi clítoris y mueve su lengua de un lado a otro
rápidamente. La acción mezclada con sus sucias palabras me lleva al límite y
grito su nombre y mi placer en la habitación mientras sostengo su cabeza contra
mí. Salgo de mi orgasmo y suelto el cabello de Asher mientras él empieza a besar
mi cuerpo. Acomoda sus labios sobre los míos y me da un dulce y lento beso,
dejándome saborearme en su lengua.
Me doy cuenta de que en algún momento se ha quitado los bóxers cuando siento
la punta de su polla rozando mi entrada. Abro más las piernas mientras él frota
la cabeza de su polla hacia arriba y hacia abajo, utilizando mi crema para
lubricarse. Me mira mientras empieza a introducirse lentamente en mí. Gimo al
sentir cómo encaja la cabeza de su polla justo dentro de mí. Gime conmigo y
cierra los ojos como si le doliera.
—Joder, Poppy. Te sientes tan jodidamente bien, Sunshine. Voy a reventar tu
cereza rápido, ¿bien? No quiero hacerte daño.
Tira de sus caderas hacia atrás antes de empujar dentro de mí hasta la raíz.
Apoya su frente en la mía y se limita a respirar mientras yo intento adaptarme
a su tamaño. Permanecemos así durante varios latidos hasta que intento
flexionar las caderas. Quiero que se mueva y, en cuanto siento que saca su polla
de mi estrecho canal, no puedo evitar gemir. Se siente increíble dentro de mí.
Estirando mi coño virgen con su gran polla, rozando mi clítoris y golpeando cada
terminación nerviosa para darme el mayor placer posible. No tarda en llegar mi
tercer orgasmo de la noche.
—Joder, Poppy. Puedo sentir este apretado coñito estrangulando mi polla. ¿Te
vas a correr encima de mí, nena? Quiero sentirte gotear por mi polla y cubrir
mis pelotas.
No puedo contenerme más y me corro, dándole a Asher exactamente lo que
quiere y corriéndome sobre su polla. Grito su nombre una y otra vez hasta que
temo perder la voz. Oigo los gritos de Asher y luego siento su cálida liberación
cuando termina dentro de mí.
Parece que tres orgasmos son demasiado para mí, porque momentos después
de que terminamos mis párpados se caen y siento que me quedo dormida. Lo
último que recuerdo antes de desmayarme es a Asher acurrucándome y
besándome en la frente.
Poppy se desmaya después del tercer orgasmo que le doy y sonrío para mis
adentros mientras la arropo. Ha sido increíble. Fácilmente el mejor sexo de mi
vida, pero creo que el hecho de que fuera con Poppy fue lo que lo hizo realmente
increíble.
No usamos protección y esa idea debería asustar a una persona con fobia al
compromiso como yo, pero la idea de que Poppy tenga a nuestro hijo no me
asusta. En todo caso, me excita más. Nunca he querido una esposa o una
familia, pero desde que conocí a Poppy mis prioridades han empezado a
cambiar. Sé que sólo he conocido a Poppy unas pocas semanas, pero ahora no
puedo imaginar mi vida sin ella. Estas últimas semanas me han hecho darme
cuenta de lo mucho que la quiero y necesito y anoche selló su destino. Ahora es
mía. Voy a embarazarla y atarla a mí. Puede que ya esté embarazada y haciendo
crecer a mi hijo mientras estamos aquí tumbados.
La atraigo más hacia mí y ella se acurruca en su sueño. Pienso en despertarme
así todas las mañanas durante el resto de mi vida y no puedo evitar que la
sonrisa se me dibuje en la cara. Aprieto mi cabeza contra su cabello y empiezo
a besar su cuello. Empieza a agitarse cuando retiro las mantas y continúo
bajando por su cuerpo. Gime cuando le abro las piernas y me acomodo entre
ellas. Parece un poco hinchada desde la noche anterior, pero ya veo que empieza
a salir humedad cuando mi aliento se abalanza sobre su dulce coño.
Se mueve inquieta mientras yo sigo respirando. Finalmente, cuando la tensión
es excesiva, me inclino hacia delante y coloco mi boca sobre sus labios. Empiezo
a besar su coño como si fuera su boca. Le doy largos y lentos lametones antes
de bajar mi lengua hasta su abertura y hundirla todo lo que puedo. La follo con
la lengua hasta que gime y jadea. Noto que sus piernas se tensan a ambos lados
de su cabeza mientras aspira un suspiro. Un segundo después lo suelta
mientras grita mi nombre. Tengo la polla muy dura por haberme bebido su
sabor, pero al oírla gritar mi nombre una y otra vez hace que casi me corra sobre
mí mismo. Pero no quiero desperdiciarlo. Quiero correrme dentro de ella.
Cuando su orgasmo se desvanece, le doy un último beso antes de ponerme de
rodillas y agarrar la base de mi polla con una mano. La miro mientras dirijo mi
polla hacia su orificio. La introduzco con facilidad, sin querer hacerle daño si
está dolorida por la noche anterior. El orgasmo que acaba de tener parece
haberla lubricado lo suficiente, porque cuando me entierro dentro de ella, se
limita a gemir. La penetro y la saco lentamente, haciéndole el amor mientras el
sol entra por las cortinas. Intento retener mi orgasmo, pero la sensación de su
coño envuelto en mí es demasiado buena y empiezo a correrme. Me agacho
rápidamente y empiezo a jugar con su clítoris, deseando que nos corramos
juntos. No tarda mucho en correrse conmigo. Le doy la vuelta para que se
extienda sobre mí mientras intentamos recuperar el aliento. Dejo mi polla dentro
de ella, queriendo mantener la mayor cantidad posible de mi semilla en ella.
Estoy desesperado por atarla a mí. Sé que voy a tener que salir para ir a la
joyería y comprarle un anillo. Si depende de mí, tendrá un anillo en su mano y
un bebé en su vientre antes de que termine el día.
Nos acurrucamos así durante unos minutos antes de levantarnos y la llevo al
baño y directamente a la ducha. Le lavo el cabello y luego su cuerpo antes de
lavar el mío. Cojo una toalla y le seco el cabello y el cuerpo antes de volver a
levantarla y llevarla a nuestro dormitorio. La coloco suavemente en la cama y la
envuelvo con las mantas.
—¿Por qué no descansas un poco más, Sunshine?
—¿Qué vas a hacer?
—Sólo tengo que hacer algunos recados esta mañana. Pararé y cogeré algo para
comer de camino a casa.
—Puedo ir contigo si quieres. —Se ofrece con dulzura, pero quiero que sea una
sorpresa.
—No, Sunshine. Seré rápido. Descansa un poco más.
La beso por última vez antes de dirigirme al armario para vestirme. Salgo por la
puerta en unos minutos y hago que mi chófer me lleve a la mejor joyería de la
ciudad. Entro y me reciben inmediatamente tres empleados. Saben quién soy y
cuánto valgo, así que no necesito decir nada para que me lleven a la trastienda
a mirar en privado. Me ofrecen café y champán, y en pocos minutos estoy
tomando un americano mientras me traen bandeja tras bandeja de anillos para
que los mire. Casi al instante descubro el anillo ideal. Un diamante amarillo
esmeralda en una alianza de platino. Tiene probablemente diez quilates y la
forma en que brilla cuando le da la luz me recuerda a mi sol.
—Ese. Ese es el indicado —digo y se apresuran a meterlo en una caja y en una
bolsa para mí. Les doy mi tarjeta de crédito mientras me entregan la bolsa y en
pocos minutos salgo por la puerta. De camino a casa, me paso por nuestra
pastelería favorita y pido todos los productos favoritos de Poppy. No puedo
esperar a ver su cara cuando vea el anillo y realmente no puedo esperar a ver
mi anillo en su dedo.
Desbloqueo la puerta principal y subo las escaleras de dos en dos hasta nuestro
dormitorio. Hago equilibrar la caja de la panadería mientras abro la puerta del
dormitorio y entro sigilosamente para ver a Poppy dormida de lado. Parece tan
tranquila, con el cabello extendido sobre la almohada y la manta alrededor de
los hombros. Le quito un mechón de cabello del rostro y sus ojos se abren
lentamente. Sonríe en cuanto me encuentra y no puedo evitar que la sonrisa se
extienda también por mi cara. —Hola, Sunshine.
—Hola —dice mientras empieza a sentarse en la cama.
Se sube la manta alrededor del pecho y nos sentamos juntos en la cama. Sus
ojos encuentran la caja de la panadería y todo su rostro se ilumina. Le acerco la
caja y me sonríe mientras abre la tapa. La sonrisa se convierte en sorpresa
cuando ve el anillo encajado entre los pasteles. Sus ojos vuelan al encuentro de
los míos y me arrodillo a un lado de la cama.
—Poppy, tu lugar está conmigo. Sé que tú también puedes sentir esto entre
nosotros. Cásate conmigo. Hazme el hombre más feliz del mundo. —Saco el
anillo de la caja y cojo su mano entre las mías. La miro, esperando que diga
algo, pero me encuentro con un silencio aturdidor. Poppy puede sentir esto entre
nosotros, ¿verdad? Es imposible que diga que no. Si lo hace, tendré que
sobornar a un juez para que firme nuestro certificado de matrimonio. Sin
embargo, de una manera u otra, ella será mía.
¿Matrimonio? Quiero eso con Asher más que nada, pero ¿no es demasiado
pronto? Puede parecer que nos conocemos desde siempre, pero en realidad sólo
han pasado unas semanas. ¡Ni siquiera nos hemos dicho que nos amamos y ya
me está pidiendo que me case con él! Sé que le quiero y la idea de decirle que no
me hace sufrir. ¿Y si le digo que sí y luego cambia de opinión? No podría
sobrevivir a eso. Mis padres no me querían y eso era horrible, pero si Asher no
me quisiera sería mucho peor.
Mi cuerpo parece congelado mientras miro fijamente a Asher. Pero tiene razón.
Puedo sentir esta cosa entre él y yo. Lo he estado sintiendo desde hace meses,
cuando sólo le servía el café y lo llamaba Sr. Americano. Ahora que he
experimentado todo esto; el vivir y trabajar juntos, hacer el amor con él, cocinar
con él, no sé si puedo volver a vivir sin él otra vez.
—¿Poppy?
Vuelvo al presente cuando dice mi nombre, pero aún no sé qué decir. Si digo
que sí ahora y él cambia de opinión, estaré destrozada. Sin embargo, si digo que
no, nunca le daré una oportunidad real a esto que hay entre nosotros.
—Di que sí, Sunshine. Te necesito.
—¡Ni siquiera has dicho que me amas! —grito. Sorprendiéndonos a los dos. Pero
ese es el verdadero problema. Si me dijera que me ama, haría cualquier cosa
que me pidiera.
—¿Qué? —pregunta, todavía parece desconcertado por mi arrebato.
—Ni siquiera me has dicho que me amas, ¿pero me pides que me case contigo?
—Sunshine. Oh Poppy, por supuesto que te amo. ¿Cómo puedes dudar de eso?
Te he amado desde el minuto en que te vi. Por eso te pido que te cases conmigo.
No puedo imaginar mi vida sin ti. Te necesito en mi vida, Sunshine. Di que sí.
—¡SÍ! —grito mientras me tiro encima de él y las lágrimas empiezan a resbalar
por mis mejillas.
—Gracias, joder. —Asher dice mientras desliza el anillo en mi dedo. Presiono
mis labios sobre los suyos mientras caemos juntos al suelo. No puedo creer que
esto esté sucediendo. No creo que pueda ser más feliz de lo que soy ahora.
—Será mejor que empieces a planear la boda ahora. O que se joda la boda.
Vamos al juzgado hoy mismo. Ahora mismo. Podríamos estar casados al final
del día.
Me río mientras aprieto mis labios contra los suyos. Realmente no hay nada que
me impida casarme con él hoy. Nunca quise la gran boda y, de todos modos, no
tendría a nadie a quien invitar.
—Ok. Vamos. —susurro contra sus labios. Parece que no puedo apartarlos de
él, aunque tampoco es que me esté empujando exactamente.
Me levanta fácilmente en el aire y coge la caja de pasteles mientras sale por la
puerta. Me lleva escaleras abajo y directamente a la parte trasera del auto que
me espera. Nos besamos y reímos juntos entre bocados de pasteles mientras el
auto nos lleva sin problemas al juzgado. Ni siquiera me sorprende que vayamos
tan rápido. Cuando Asher ve algo que quiere, no se detiene hasta conseguirlo.
He sido suya desde el momento en que lo vi, pero sé que no parará hasta tenerme
atada a él en todos los sentidos.
Por fin llegamos al juzgado y Asher prácticamente entra corriendo. Seguimos las
señales hasta la oficina de licencias de matrimonio y, antes de que me dé cuenta,
estamos firmando la licencia de matrimonio y esperando a ponernos delante del
oficiante para dar el sí quiero. La ceremonia dura sólo unos minutos y de repente
somos marido y mujer. Nos sonreímos como locos mientras nos damos el sí
quiero. Apenas puedo borrar la sonrisa de mi rostro el tiempo suficiente para
sellar nuestros votos con un beso.
Cuando termina, Asher me coge en brazos y me lleva desde el juzgado hasta el
auto. En cuanto nos deslizamos en el asiento trasero, sus labios se pegan a los
míos. No salimos a tomar aire hasta que el auto se detiene en la casa. Asher
abre la puerta y me abraza para llevarme al otro lado del umbral. Nos reímos
juntos mientras cierra la puerta de una patada y me sube las escaleras hasta
nuestro dormitorio.
Me tumba en la cama y sus labios encuentran los míos. Lentamente, Asher se
sube a la cama conmigo y yo abro las piernas para que él pueda descansar entre
ellas. Gimo al sentir lo excitado que está. Lo frota lentamente por mi centro
hasta que soy un desastre jadeante y retorcido, y le suplico que me tome. Nos
quitamos la ropa el uno al otro tan rápido como podemos, hasta que quedamos
desnudos el uno para el otro. Agarra su polla por la raíz y la presiona
suavemente contra mi abertura.
—Mía —dice mientras mira hacia abajo, donde estamos a punto de unirnos.
—Sí. Soy tuya. Tu mujer. Y tú eres mío.
—Claro que sí —dice mientras empuja lentamente una pulgada dentro de mí.
Me mete la polla suavemente, un centímetro cada vez, hasta que está
completamente dentro de mí. Gimo al sentirme tan llena. Se mantiene quieto
dentro de mí y se inclina para darme un beso en los labios antes de apoyar su
frente en la mía y empezar a meter y sacar la polla lentamente. El arrastre de su
polla y la sensación de que me estira tanto me tienen preparada para explotar
en cuestión de segundos. Cuando mete la mano entre nosotros para frotar mi
clítoris, exploto. Atrapa mis gritos en su boca mientras sus labios presionan
suavemente los míos. Ese primer orgasmo parece haberle excitado, porque es
todo lo que necesita para acelerar su ritmo. Pronto sus caderas chocan con las
mías mientras empieza a machacar mi coño. Levanta mis caderas y el nuevo
ángulo hace que llegue a ese punto oculto dentro de mí que hace que todo mi
cuerpo se ilumine. No tarda mucho en estar listo para volver a explotar.
—Espérame, Sunshine. Quiero que nos corramos juntos. —Continúa con su
ritmo mientras yo intento contener mi orgasmo.
—Córrete para mí, Sunshine —dice mientras lleva su mano a mi centro y pellizca
mi clítoris. No sé si es una orden suya o que simplemente no puedo contenerme
más, pero me corro. Siento un chorro de líquido cuando mi coño aprieta su polla
y grito mientras me corro una y otra vez. No sé cuánto tiempo pasa hasta que
finalmente vuelvo a bajar. Asher me besa las mejillas y el cuello y me dice lo
sexy que ha sido.
—Guau —digo riendo.
—Ya lo creo —dice, riéndose conmigo.
—¿Podemos hacerlo otra vez? —pregunto y siento que empieza a endurecerse
dentro de mí de nuevo.
—Lo que quieras, Sunshine —dice mientras se retira y vuelve a introducirse en
mí.
Sonrío cuando sus labios se posan en los míos una vez más y pienso en lo
afortunada que soy mientras Asher sigue dando placer a mi cuerpo.
Llevo a mi mujer a nuestro avión privado. Esposa. Dios, nunca me cansaré de
llamarla así. Nos vamos de luna de miel y vamos a pasar las próximas tres
semanas tomando el sol y jugando en el agua de nuestro bungalow privado sobre
el agua. Estoy deseando tenerla toda para mí y que los dos llevemos tan poca
ropa como sea necesario.
Llevamos un par de semanas casados. Yo quería llevármela la noche que nos
casamos, pero mi mujer parece ser más práctica. Ella quería asegurarse de que
mi empresa, nuestra empresa, se asentara y funcionara sin problemas en
nuestra ausencia. Le dije que podíamos esperar para hacer nuestra luna de miel
pero que tenía que dejarme planearla y que fuera una sorpresa.
Mantener esto lejos de ella ha sido difícil.
Ha intentado todo tipo de trucos para que le diga a dónde vamos o qué le he
preparado. Mi favorito fue probablemente cuando me llevó a su boca. Verla de
rodillas ante mí, con los labios hinchados de tanto chuparme la polla, casi me
hizo estremecerme. Debió de burlarse de mí durante casi una hora,
manteniéndome en vilo e intentando que cediera y se lo dijera, pero yo quería
que fuera una sorpresa y quería hacer las maletas para ella y cuidarla. Al final
la arrastré por mi cuerpo y me enterré hasta el fondo dentro de ella. No pasó
mucho tiempo antes de que ambos encontráramos la liberación juntos. Parece
que no fui el único que se excitó cuando jugó conmigo, si lo empapada que
estaba mi pequeña Sunshine era una indicación.
Me sorprende que aún no se haya embarazado con la frecuencia con la que le
he echado cargas de semen. La he llevado desnuda desde la primera vez, así que
sé que, si no está embarazada ahora, lo estará pronto. Seguiré intentándolo
hasta que lo esté. No es que vaya a ser difícil, pienso mientras el avión baja por
la pista. En cuanto las ruedas se despegan del suelo, Poppy se gira hacia mí,
saltando en su asiento y preguntándome a dónde vamos. Sonrío mientras la
arrastro a mi regazo y acurruco mi cara en su cuello. La inspiro mientras
volamos hacia Bora Bora y nuestro bungalow sobre el agua.
—Ya que no compartes tu secreto, quizá yo no comparta el mío. —me susurra
al oído.
Esto hace que me levante. No quiero que Poppy tenga ningún secreto para mí y
empiezo a debatir si debo decírselo. Quiero saber lo que me está ocultando, pero
no quiero arruinar la sorpresa cuando estamos tan cerca de llegar.
—¿Secreto? ¿Qué secreto? —le susurro al oído antes de empezar a besar su
cuello.
—Mmmm —gime mientras echa la cabeza hacia atrás para que pueda besar su
cuello. Tiro del escote de su camisa para poder besar la parte superior de sus
pechos. La balanceo contra mi dura cresta hasta que me pide más.
—¿Qué secreto? —Vuelvo a preguntar. Sé que no podré descansar hasta saber
qué me está ocultando. Ella también debe verlo cuando por fin baja la cabeza y
me mira a los ojos.
Sus manos se acercan a mi cara y me sonríe suavemente. Se inclina para darme
un dulce beso en los labios antes de retroceder unos centímetros.
—Estoy embarazada. —Ella respira sobre mis labios.
Todo mi cuerpo se bloquea antes de que la mayor sonrisa cruce mis labios. Ella
se ríe al verla y me devuelve la sonrisa. Nuestro futuro pasa ante mis ojos. Yo
dejándola embarazada una y otra vez hasta que le haya dado todos los bebés
que quiera. Criar juntos a nuestros hijos y envejecer juntos. No puedo esperar
a pasar el resto de mi vida con esta mujer.
—Te amo, Sunshine.
—Yo también te amo.

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