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Sanciones por incumplimiento de las exigencias de los actos jurídicos.

La doctrina, en general, señala que un acto es i n e f i c a z e n s e n t i d o a m p l i o , cuando


no produce efectos jurídicos o deja de producirlos, ya sea en virtud de causas intrínsecas o de
causas extrínsecas1. A partir de este concepto genérico, según la doctrina, es posible encontrar dos
tipos de ineficacia: la invalidez y la ineficacia en sentido estricto.
Se habla de i n v a l i d e z para hacer referencia a aquella ineficacia que proviene de
defectos intrínsicos, en este caso el acto no produce efecto alguno o deja de producirlos, derivado
de la omisión de requisitos de existencia o de validez. La invalidez también puede definirse como
la no idoneidad de un acto jurídico para producir sus efectos propios, a causa de un defecto
intrínseco del acto mismo, defecto que puede ser la falta de alguno de sus elementos constitutivos
o el estar viciado uno de ellos. Dentro de la invalidez, la doctrina ubica la inexistencia jurídica, la
nulidad absoluta y la nulidad relativa. En todos estos casos existen problemas con la estructura de
los actos, vinculados con los requisitos de existencia y validez.
La i n e f i c a c i a e n s e n t i d o e s t r i c t o supone, en cambio, un acto existente y válido,
pero que no va a producir sus efectos o que va a dejar de producirlos por causas extrínsecas, esto
es, por un hecho que es posterior y ajeno al acto mismo. En este caso el acto cumple con los
requisitos de existencia y validez, pero no va a producir sus efectos o va a dejar de producirlos por
causas extrínsecas, por ejemplo, la resolución, la terminación, la revocación, la caducidad, la
inoponibilidad, y la suspensión.

No todas las causales de ineficacia en sentido amplio corresponden a sanciones civiles , ya


que son sanciones civiles la inexistencia, la nulidad absoluta, la nulidad relativa y la inoponibilidad,
sin perjuicio de que también sean causales de invalidez o ineficacia en sentido estricto, según
corresponda.

1. La Invalidez.

Los actos son perfectos o imperfectos, según hayan o no cumplido los requisitos de
existencia y validez. Los actos imperfectos pueden ser inexistentes, nulos absolutamente o nulos
relativamente.

1.1. Inexistencia jurídica.

En teoría la inexistencia jurídica es la sanción establecida por la omisión de requisitos de


existencia del acto jurídico (voluntad, objeto, causa, y solemnidades en los casos en que la ley lo
establece).
El origen de esta sanción es de carácter histórico, se atribuye la creación de esta teoría al
jurisconsulto alemán ZACHARIAE en el siglo XIX, como una forma de justificar o posibilitar la
invalidación de matrimonios celebrados por personas del mismo sexo. La nulidad sólo opera por
causas legales, y no se consideraba causal de nulidad el mismo sexo de los contrayentes, pero
1
La ineficacia por causas intrínsecas, deriva de la falta de un requisito de existencia o validez del acto
considerado en sí mismo. En cambio la ineficacia por causas extrínsecas, deriva de hechos posteriores a la
gestación del acto jurídico y que son ajenos al acto considerado en sí mismo; aquí ineficacia está tomada en su
estricto rigor, es decir, alude al hecho de que el acto no genere sus efectos por causas ajenas al acto.
ZACHARIAE señaló que el concepto de matrimonio suponía la unión de personas de diferente sexo,
por lo que se estaba frente a un requisito de existencia, y no frente a un requisito de validez. En
efecto, si no hay más nulidad que aquella que la ley expresamente establece, y no hay una causal
de nulidad del matrimonio relativa a los cónyuges del mismo sexo, el acto no será nulo, pero esta
conclusión pugna con el sentido común; por eso para él, este matrimonio no es nulo, sino que no
existe, no tiene autoridad.
Esto se expandió luego al derecho patrimonial, por ejemplo, la compra venta sin precio,
sociedad sin aportes, etc. (la Ley de Sociedades Anónimas, reconoce la inexistencia
expresamente).
La gran interrogante que se formula en el CC, es si el legislador civil reconoce o no la
sanción de inexistencia jurídica como una sanción distinta de la nulidad absoluta. Esta interrogante
surge porque no existe una referencia expresa en el CC a la inexistencia, y a partir de esta falta de
regulación la doctrina se pregunta esto.
A nivel doctrinal, la opinión de los autores en este punto se encuentra dividida, no existe
una posición unánime (esto porque los dos grandes exponentes se encuentran enfrentados, SOLAR
y ALESSANDRI).

ALESSANDRI y José Clemente FABRES niegan la teoría de la inexistencia, o niegan que el CC


considere a la inexistencia como una sanción distinta de la nulidad absoluta. Sus principales
argumentos son:

i. La falta de reglamentación de esta figura; si el legislador la hubiese querido incorporar, lo


hubiese hecho expresamente. Por lo tanto, los actos que en doctrina son inexistentes en
Chile, son nulos de nulidad absoluta (ALESSANDRI cree que sólo se distingue entre nulidad
absoluta y relativa, comprendiendo los actos inexistentes en los nulos absolutamente).

ii. Se basan en el art. 1682, que es una disposición que consagra las causales de nulidad
absoluta, y según los partidarios de esta postura, los términos empleados por el legislador
en este artículo son suficientemente amplios como para cubrir las posibles hipótesis de
inexistencia jurídica. El art. 1682 engloba todos los requisitos que se exigen tanto para la
validez como para la existencia de los actos jurídicos.

Art. 1682. La nulidad producida por un objeto o causa ilícita, y la nulidad producida por la
omisión de algún requisito o formalidad que las leyes prescriben para el valor de ciertos
actos o contratos en consideración a la naturaleza de ellos, y no a la calidad o estado de
las personas que los ejecutan o acuerdan, son nulidades absolutas.
Hay asimismo nulidad absoluta en los actos y contratos de personas absolutamente
incapaces.
Cualquiera otra especie de vicio produce nulidad relativa, y da derecho a la rescisión del
acto o contrato.

iii. El legislador en el art. 1682 sancionó expresamente con nulidad absoluta los actos de las
personas absolutamente incapaces, los cuales no tienen voluntad, y la voluntad es un
requisito de existencia; por lo tanto, en este artículo el legislador sancionó expresamente
con nulidad absoluta la omisión de un requisito de existencia, que es la falta de voluntad.
Los argumentos de quienes están a favor de la inexistencia jurídica o que consideran que
el legislador reconocería la inexistencia como una sanción distinta de la nulidad absoluta, son los
siguientes:

i. Esta doctrina sostiene que el legislador habría reconocido la figura de la inexistencia en el


art. 1444, el cual clasifica los elementos del acto jurídico en elementos de la esencia, de la
naturaleza y accidentales. Cuando se refiere a los elementos de la esencia, señala que son
aquellos sin los cuales el acto no produce efecto alguno y esto es muy distinto de la
nulidad, ya que lo anterior es sinónimo de que no existe.

Art. 1444. Se distinguen en cada contrato las cosas que son de su esencia, las que son de
su naturaleza, y las puramente accidentales. Son de la esencia de un contrato aquellas
cosas sin las cuales o no produce efecto alguno, o degenera en otro contrato diferente;
son de la naturaleza de un contrato las que no siendo esenciales en él, se entienden
pertenecerle, sin necesidad de una cláusula especial; y son accidentales a un contrato
aquellas que ni esencial ni naturalmente le pertenecen, y que se le agregan por medio de
cláusulas especiales.

ii. También se basan en el art. 1681, el cual sanciona la omisión de los requisitos establecidos
para el valor de ciertos actos, es decir, sanciona con nulidad absoluta la omisión de
requisitos de validez, y no de existencia. El art. 1681 dice que es nulo todo acto o contrato
a que falta alguno de los requisitos que la ley prescribe para el valor mismo del acto o
contrato según su especie y la calidad o estado de las partes; no expresa que el acto o
contrato sea nulo si falta alguno de los requisitos exigidos para su existencia, sino que se
refiere a requisitos prescritos para el valor, para la validez del acto o contrato, o sea, se
afirma que el art. 1681 se refiere a los requisitos de validez y no de existencia.

Art. 1681. Es nulo todo acto o contrato a que falta alguno de los requisitos que la ley
prescribe para el valor del mismo acto o contrato, según su especie y la calidad o estado
de las partes.
La nulidad puede ser absoluta o relativa.

iii. Otro argumento que da esta postura, se basa en la redacción de una serie de disposiciones
en el CC, disposiciones que por los términos utilizados darían entender que el legislador
habría reconocido a la inexistencia como una sanción distinta a la nulidad absoluta. Por
ejemplo, los arts. 1554, 1809, 1701, 1801 inc. II, 1802, 1814, 2027, 2055 y 2057, 1554.

Art. 1554. La promesa de celebrar un contrato n o p r o d u c e o b l i g a c i ó n a l g u n a ; salvo


que concurran las circunstancias siguientes:
1. Que la promesa conste por escrito;
2. Que el contrato prometido no sea de aquellos que las leyes declaran ineficaces;
3. Que la promesa contenga un plazo o condición que fije la época de la celebración del
contrato;
4. Que en ella se especifique de tal manera el contrato prometido, que sólo falten para
que sea perfecto, la tradición de la cosa, o las solemnidades que las leyes prescriban.
Concurriendo estas circunstancias habrá lugar a lo prevenido en el artículo precedente.
Art. 1701. La falta de instrumento público no puede suplirse por otra prueba en los actos y
contratos en que la ley requiere esa solemnidad; y se mirarán como n o e j e c u t a d o s o
c e l e b r a d o s aun cuando en ellos se prometa reducirlos a instrumento público dentro de
cierto plazo, bajo una cláusula penal: esta cláusula no tendrá efecto alguno.
Fuera de los casos indicados en este artículo, el instrumento defectuoso por
incompetencia del funcionario o por otra falta en la forma, valdrá como instrumento
privado si estuviere firmado por las partes.2

Art. 1801 inc. II. La venta de los bienes raíces, servidumbre y censos, y la de una sucesión
hereditaria, no se reputan p e rfe c t as ante la ley, mientras no se ha otorgado escritura
pública.3

Art. 1802. Si los contratantes estipularen que la venta de otras cosas que las enumeradas
en el inciso 2º del artículo precedente n o s e r e p u t e p e r f e c t a hasta el otorgamiento
de escritura pública o privada, podrá cualquiera de las partes retractarse mientras no se
otorgue la escritura o no haya principiado la entrega de la cosa vendida.

Art. 1809. Podrá asimismo dejarse el precio al arbitrio de un tercero; y si el tercero no lo


determinare, podrá hacerlo por él cualquiera otra persona en que se convinieren los
contratantes; en caso de no convenirse, n o h a b r á v e n t a .
No podrá dejarse el precio al arbitrio de uno de los contratantes.

Art. 1814. La venta de una cosa que al tiempo de perfeccionarse el contrato se supone
existente y no existe, n o p r o d u c e e f e c t o a l g u n o .
Si faltaba una parte considerable de ella al tiempo de perfeccionarse el contrato, podrá el
comprador a su arbitrio desistir del contrato, o darlo por subsistente, abonando el precio a
justa tasación.
El que vendió a sabiendas lo que en el todo o en una parte considerable no existía,
resarcirá los perjuicios al comprador de buena fe.

Art. 2027. La constitución de un censo deberá siempre constar por escritura pública
inscrita en el competente Registro; y sin este requisito n o v a l d r á c o m o
c o n s t i t u c i ó n de censo; pero el obligado a pagar la pensión lo estará en los términos del
testamento o contrato, y la obligación será personal.

Art. 2055. N o h a y s o c i e d a d , si cada uno de los socios no pone alguna cosa en común,
ya consista en dinero o efectos, ya en una industria, servicio o trabajo apreciable en
dinero.
Tampoco hay sociedad sin participación de beneficios.
No se entiende por beneficio el puramente moral, no apreciable en dinero. 4

2
Por lo tanto, exigido el instrumento público como solemnidad para el perfeccionamiento del acto o contrato,
si este no existe debe mirarse no como nulo, sino como no ejecutado o celebrado el acto o contrato. La
cláusula penal no tendrá efecto alguno porque no puede garantizar un acto o contrato que no tiene existencia,
que no puede producir efecto civil alguno.
3
La solemnidad de la escritura pública es requerida para el perfeccionamiento del contrato, para su existencia
ante la ley.
4
En el contrato de sociedad, el aporte es un requisito esencial para que exista la sociedad.
Art. 2057. Si se formare de hecho una sociedad que no pueda subsistir legalmente, ni
como sociedad, ni como donación, ni como contrato alguno, cada socio tendrá la facultad
de pedir que se liquiden las operaciones anteriores y de sacar sus aportes.
Esta disposición no se aplicará a las sociedades que son nulas por lo ilícito de la causa u
objeto, las cuales se regirán por el Código Criminal.

En todos estos casos la ley se refiere a la existencia del acto o contrato y establece que ese
acto o contrato no se ha llegado a perfeccionar (no lo califica de nulo).

Luis CLARO SOLAR reconoce que el CC sólo trata la nulidad y que nada dice sobre la
inexistencia, pero advierte que al referirse a la nulidad lo hace como modo de extinguir las
obligaciones, y como la inexistencia no extingue nada que no ha existido, no se puede extinguir lo
que no ha nacido. Contestando a ALESSANDRI, señala que es verdad que los actos de los
absolutamente incapaces se sancionan con la nulidad absoluta y no con la inexistencia, pero ello
es porque esas personas pueden aparentemente consentir, y es por ello que se prefirió la nulidad
absoluta.
Rafael VALENZUELA cree que ambas posturas tienen fuertes argumentos, pero que en
ciertos casos simplemente no hay otra forma de resolver el problema que recurriendo a la
inexistencia, en tal sentido cree que el CC da lugar en algunos casos a la inexistencia jurídica.5

Sobre la posición de la jurisprudencia en Chile, se puede decir que no existe una posición
uniforme en esta materia, existen fallos en que expresamente se ha reconocido la omisión de los
requisitos de existencia a la nulidad absoluta, y en otros se ha reconocido la inexistencia.

Al margen de cual sea la posición de la doctrina y la jurisprudencia, hay que destacar cuál
es la diferencia posible entre estas dos sanciones civiles, al respecto la doctrina da un listado de
diferencias:

i. La primera diferencia dice relación con los efectos que produce una u otra clase de actos.
El acto inexistente por su propia condición jamás va a producir efectos jurídicos; los actos
nulos, en cambio, en tanto no se declare judicialmente la nulidad, producen todos sus
efectos civiles.

ii. Otra diferencia se relaciona con la actividad o participación del juez en una u otra sanción.
En materia de nulidad la participación del juez es fundamental, porque mientras la nulidad
no esté declarada por una sentencia firme y ejecutoriada, el acto se presume válido y
produce en consecuencia todos sus efectos jurídicos; de ahí que en Chile más que hablarse
de nulidad se debe hablar de anulabilidad, de manera que por más anulable que sea el
acto, en tanto no sea declarado nulo va a producir los efectos del acto válido. En materia
de inexistencia, esto es diferente, ya que la inexistencia no requiere de una declaración
judicial, la actividad judicial se justifica sólo en caso de que exista una controversia entre
las partes, limitándose en este caso la actividad del juez a una mera constatación. El juez
declara la nulidad, en cambio, el juez constata la inexistencia.

5
La nueva doctrina civilista opta por la inexistencia, aunque ALESSANDRI, SOMMARIVA y VODANOVIC dicen
que la tendencia actual es incluir la inexistencia en la nulidad absoluta.
iii. Procesalmente hablando, la nulidad puede hacerse valer tanto por acción, como por
excepción, en cambio, la inexistencia sólo puede hacerse valer en juicio por medio de una
excepción. Cuando el acto es nulo, se puede iniciar un juicio con el objeto preciso de que
se declare la nulidad, en cambio, en el caso de la inexistencia, esto no es así, porque la
nada no produce una acción.

iv. Otra diferencia dice relación con el saneamiento o convalidación. Respecto a esto, la
nulidad puede sanearse, en general, por el transcurso del tiempo (diez o cuatro años,
según si se trata de nulidad absoluta o relativa, respectivamente), puesto que la ley desea
que las relaciones jurídicas sean ciertas; y en el caso particular de la nulidad relativa, ésta
se sanea por la ratificación de las partes (no así la absoluta, en donde hay un interés
público comprometido). En cambio, la inexistencia jamás se sanea, ni por ratificación de
las partes (ya que la nada confirmada, sigue siendo la nada), ni por el transcurso del
tiempo.

v. Otra diferencia es en cuanto a la titularidad para reclamar una u otra. La nulidad tiene
señalado por el legislador quienes son los titulares; en el caso de la inexistencia, la
doctrina afirma que todas las personas pueden reclamarla. Dicho de otro modo, la ley
señala quienes pueden resultar beneficiados con la declaración de nulidad, en cambio la
inexistencia puede ser alegada (como excepción) por cualquier persona y beneficia a todo
el que pueda verse afectado por ella.

vi. Otra diferencia dice relación con los efectos que provoca la declaración de nulidad y la
constatación de inexistencia, por su parte. La declaración de nulidad produce efectos
solamente para las partes que debatieron en juicio acerca de la validez del contrato; esto
es una manifestación concreta y particular del efecto relativo de las sentencias, el que está
plenamente acogido en el art. 1690. Esto no ocurre en materia de inexistencia, ya que la
constatación de inexistencia siempre produce efectos erga homnes, porque el juez no ha
declarado nada, simplemente ha constatado una realidad.

Art. 1690. Cuando dos o más personas han contratado con un tercero, la nulidad
declarada a favor de una de ellas no aprovechará a las otras.

vii. Los actos nulos en algunas hipótesis son susceptibles de conversión, cuestión que no es
posible en el caso de los actos inexistentes. En la conversión ocurre que el acto que podría
haber sido nulo, o que es nulo, puede subsistir como válido pero con caracteres distintos.
El art. 1701 inc. II grafica esta situación; aquí el legislador dice que el instrumento público
declarado nulo pierde su calidad de tal, pero puede hacerse valer como instrumento
privado.6

Art. 1701. La falta de instrumento público no puede suplirse por otra prueba en los actos y
contratos en que la ley requiere esa solemnidad; y se mirarán como no ejecutados o
celebrados aun cuando en ellos se prometa reducirlos a instrumento público dentro de
cierto plazo, bajo una cláusula penal: esta cláusula no tendrá efecto alguno.

6
La conversión consiste en que ciertos actos pueden subsistir como válidos, pero con un carácter diferente.
Fuera de los casos indicados en este artículo, el instrumento defectuoso por
incompetencia del funcionario o por otra falta en la forma, valdrá como instrumento
privado si estuviere firmado por las partes.

1.2. La nulidad.

La nulidad es una sanción civil que está reglamentada en el título XX (“De la nulidad y la
rescisión”) del libro IV del CC, concretamente en los arts. 1681 y siguientes. El concepto de nulidad
es un término genérico bajo el cual se comprende tanto la nulidad absoluta como la nulidad
relativa, pero esta última también recibe la denominación de rescisión, de manera que el nombre
de este título se refiere tanto a la nulidad absoluta como a la nulidad relativa.
Las normas del título XX son de fundamental importancia, porque son aplicables no
solamente a la nulidad de los contratos, sino que a la de los actos jurídicos en general. Estas
normas tienen un ámbito de aplicación muy extenso, no se limitan en el Derecho civil, sino que se
aplican al derecho privado en general.
Estas normas (arts. 1681 y siguientes) constituyen el estatuto general, pero no el único
existente en el CC o en la legislación civil, porque si se revisa la legislación civil, es posible encontrar
reglas especiales de nulidad, por ejemplo, a propósito del matrimonio, del testamento, y la
tradición; pero igualmente, aún respecto de estas materias, estas normas tienen importancia, ya
que tienen un carácter supletorio.
Basándose en el art. 1681, la doctrina define a la n u l i d a d señalando que es la sanción
por omisión de los requisitos establecidos ya sea en atención a la naturaleza del acto o contrato,
ya sea en atención a la calidad o estado de las partes que lo ejecutan o celebran 7. Este concepto
genérico de nulidad es muy importante, porque a partir de él es que se pueden extraer las dos
grandes especies de nulidad en nuestro ordenamiento, que son la nulidad absoluta y la nulidad
relativa.

Art. 1681. Es nulo todo acto o contrato a que falta alguno de los requisitos que la ley prescribe
para el valor del mismo acto o contrato, según su especie y la calidad o estado de las partes.
La nulidad puede ser absoluta o relativa.

Las c a r a c t e r í s t i c a s de la nulidad son las siguientes:

i. Es una s a n c i ó n l e g a l d e d e r e c h o e s t r i c t o , es decir, sólo puede aplicarse en los


casos en que está contemplada o establecida por la ley. El legislador es el que establece
cuales son las causales de nulidad, sin que a las partes les quepa crear causales distintas
de nulidad de las fijadas por él. Por otra parte, esta característica implica que si el
legislador señala que un determinado acto es nulo, las partes no pueden dejar de observar
la correspondiente disposición legal (art. 11). La doctrina señala un ejemplo: el art. 1796
sanciona con nulidad absoluta el contrato de compraventa entre cónyuges no separados
judicialmente; esta es una norma que tiene por objeto evitar el fraude a terceros, pero
puede ocurrir que los cónyuges quieran celebrar un contrato de compraventa sin
perjudicar a terceros, sin embargo, de todas maneras la norma lo prohíbe (ellos no pueden
dejar de observar la norma). Por lo tanto, las partes no pueden crear nulidades puesto que
éstas son restrictivas de la ley, es una atribución privativa del legislador, y por más que
7
También se puede definir como la sanción legal establecida para la omisión de los requisitos y formalidades
que se prescriben para el valor de un acto según su especie y la calidad o estado de las partes.
estipulen dejarla sin efecto, una vez establecida la sanción de nulidad por la omisión de un
requisito de validez, los jueces están obligados a aplicarla en virtud del art. 11.

Art. 1796. Es nulo el contrato de compraventa entre cónyuges no separados judicialmente,


y entre el padre o madre y el hijo sujeto a patria potestad.

Art. 11. Cuando la ley declara nulo algún acto, con el fin expreso o tácito de precaver un
fraude, o de proveer a algún objeto de conveniencia pública o privada, no se dejará de
aplicar la ley, aunque se pruebe que el acto que ella anula no ha sido fraudulento o
contrario al fin de la ley.

Esto no significa que la ley en cada caso particular deba señalar que la omisión de tal
requisito acarrea la nulidad del acto, ya que cada vez que se infringe la ley al celebrar un
acto, si esta infracción se encuentra comprendida dentro de las hipótesis contempladas
por el art. 1681, la sanción es la nulidad del acto 8. El requisito debe encontrarse
establecido para la validez del acto y sólo entonces su incumplimiento acarreará la nulidad
de dicho acto; cualquier otro requisito que no esté establecido como condición de validez,
no acarreará la nulidad del acto, sino otras sanciones, por ejemplo, la inoponibilidad para
terceras personas.

Art. 10. Los actos que prohíbe la ley son nulos y de ningún valor; salvo en cuanto designe
expresamente otro efecto que el de nulidad para el caso de contravención.

Si las partes omiten un requisito establecido en un decreto o reglamento, la sanción no es


la nulidad, ya que ésta sólo existe si se omite un requisito establecido por la ley como
requisito de validez del acto. Sí podrá haber otras sanciones establecidas por la ley, como
multas, etc.
Si se omite un requisito exigido por un DFL, y este requisito ha sido exigido como requisito
de validez del acto, la sanción también será la nulidad del acto, por ejemplo, el
Reglamento del Registro Conservatorio de Bienes Raíces es un DFL, de manera que la
infracción en una inscripción de usufructo, por ejemplo, puede conducir a la nulidad de la
inscripción.
Como es una sanción legal de derecho estricto, sus normas no pueden ser interpretadas
de manera analógica, sino que sus normas deben ser interpretadas de manera restrictiva.

ii. La sanción de nulidad n o o p e r a d e p l e n o d e r e c h o (ipso iure), la sanción de


nulidad en nuestro sistema es de declaración judicial obligatoria, así lo ponen de
manifiesto los arts. 1689 y 1687. Sobre la base de esta característica, algunos sostienen
que más que hablar de actos nulos, hay que hablar de actos anulables, ya que mientras no
exista una declaración judicial contenida en una sentencia firme y ejecutoriada, el acto
nulo produce todos sus efectos. En otras palabras, la nulidad siempre supone un vicio, y
mientras el acto no sea declarado nulo, producirá los mismos efectos que un acto
perfectamente válido; por eso se debe hablar de actos anulables y de actos nulos.

8
La ley emplea diferentes expresiones para señalar que la omisión de ciertos requisitos es sancionada con la
nulidad del acto, por ejemplo, es nulo, se prohíbe, no tendrá valor alguno, se rescinde, puede anularse, para
que valga, para que sea válido, para que tenga efecto, etc.
Art. 1689. La nulidad judicialmente pronunciada da acción reivindicatoria contra terceros
poseedores; sin perjuicio de las excepciones legales.

Art. 1687. La nulidad pronunciada en sentencia que tiene la fuerza de cosa juzgada, da a
las partes derecho para ser restituidas al mismo estado en que se hallarían si no hubiese
existido el acto o contrato nulo; sin perjuicio de lo prevenido sobre el objeto o causa ilícita.
En las restituciones mutuas que hayan de hacerse los contratantes en virtud de este
pronunciamiento, será cada cual responsable de la pérdida de las especies o de su
deterioro, de los intereses y frutos, y del abono de las mejoras necesarias, útiles o
voluptuarias, tomándose en consideración los casos fortuitos y la posesión de buena o
mala fe de las partes; todo ello según las reglas generales y sin perjuicio de lo dispuesto en
el siguiente artículo.

iii. Algunos autores señalan que es una sanción de carácter e s t r u c t u r a l , esto porque todas
las causales de nulidad dicen relación con defectos que comprometen la estructura del
acto jurídico.

iv. Otra característica está directamente vinculada con la acción de nulidad, ya que la acción
para reclamar la nulidad es i r r e n u n c i a b l e a n t i c i p a d a m e n t e (art. 1469). Esto es
lógico, porque el legislador busca, cuando establece las causales de nulidad, el respeto al
ordenamiento jurídico, hay un interés superior que es el cumplimiento de las normas
jurídicas. La norma que declara la irrenunciabilidad anticipada de la acción de nulidad (art.
1469), no está en el título relativo a la nulidad, está mucho antes.

Art. 1469. Los actos o contratos que la ley declara inválidos, no dejarán de serlo por las
cláusulas que en ellos se introduzcan y en que se renuncie la acción de nulidad.

v. El legislador chileno considera a la nulidad como un m o d o d e e x t i n g u i r l a s


o b l i g a c i o n e s , esto consta en el art. 1567 Nº 8, disposición que enumera los modos de
extinguir, y en el Nº 8 el legislador señala que las obligaciones se extinguen por nulidad
absoluta y rescisión (nulidad relativa)9.

Art. 1567. Toda obligación puede extinguirse por una convención en que las partes
interesadas, siendo capaces de disponer libremente de lo suyo, consienten en darla por
nula.
Las obligaciones se extinguen además en todo o parte:
8. Por la declaración de nulidad o por la rescisión.

La ubicación de la nulidad como modo de extinguir las obligaciones es muy criticada por la
doctrina, por varias razones:

- Si se atiende a lo que ocurre en la realidad, la sanción de nulidad afecta directamente


al acto o contrato, y la afectación de las obligaciones derivadas del acto o contrato es
simplemente consecuencial, es una consecuencia de la afectación del acto, o sea, la
nulidad no ataca a las obligaciones, sino al acto o contrato.

9
Andrés BELLO, siguiendo el CC francés, trató la nulidad en cuanto a modo de extinguir las obligaciones.
- Limitar la nulidad a un modo de extinguir obligaciones, es limitar su verdadero campo
de acción, ya que ella se extiende a muchos actos que no generan obligaciones y
pueden ser anulados. Ejemplo.

- Un acto una vez declarado nulo, se entiende que las partes nunca lo celebraron y, por
lo tanto, deben ser restituidas al mismo estado en que estaban antes de celebrar el
contrato. Entonces ¿cómo puede extinguirse algo que nunca existió?

Rafael VALENZUELA cree que debió haberse dicho que la nulidad es un modo de invalidar los
actos o contratos y como consecuencia de ello se extinguen las obligaciones y derechos de
tal acto declarado nulo. Al respecto, en el principio de la fuerza obligatoria, consagrado en
el art. 1545, se establece que los contratos legalmente celebrados sólo pueden ser
“invalidados” por el consentimiento mutuo de las partes o por causas legales, dentro de
las cuales se encuentra la nulidad (sería una causa legal de invalidación de los contratos,
en el caso que se la entienda no como un modo de extinguir obligaciones, sino contratos).

Art. 1545. Todo contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes, y no
puede ser invalidado sino por su consentimiento mutuo o por causas legales.

vi. La acción de nulidad es una acción de c a r á c t e r p a t r i m o n i a l , y por lo tanto es


transferible, transmisible y prescriptible (está expuesta a extinguirse por la prescripción
extintiva). Respecto de la renunciabilidad de la acción, hay que hacer ciertos alcances: aún
cuando las acciones patrimoniales son renunciables, la acción de nulidad es irrenunciable
anticipadamente; y una vez que existe la causal de nulidad, las partes no pueden
renunciar válidamente al derecho de reclamar la nulidad absoluta, en cambio, sí pueden
hacerlo respecto de la nulidad relativa (esto es lo que se denomina ratificación de la
nulidad relativa).

vii. En cuanto al campo de aplicación de las normas sobre nulidad del CC, la regla general es
que operan en todo lo referente al derecho privado. Tratándose del derecho público,
campo en que el Estado o sus funcionarios actúan con autoridad o poder de imperio, la
regla general es que no les sean aplicables las normas sobre nulidad del CC, a menos que la
ley se refiera expresamente a ese caso (art. 10). Las normas sobre nulidad se aplican a
cualquier acto jurídico, a menos que haya una disposición expresa que consulte otra
sanción que la nulidad.10

Art. 10. Los actos que prohíbe la ley son nulos y de ningún valor; salvo en cuanto designe
expresamente otro efecto que el de nulidad para el caso de contravención.

Por último, existen varias c l a s i f i c a c i o n e s d e n u l i d a d , dentro de las cuales se


mencionan las siguientes:

i. La primera y más importante clasificación es la que distingue entre nulidad absoluta y


nulidad relativa. Si se quisieran establecer las diferencias entre una y otra figura, se puede
decir que la n u l i d a d a b s o l u t a es una sanción que está establecida en el interés de la
10
En la última década se ha desarrollado toda una teoría de la nulidad de Derecho público a partir de los arts.
6 y 7 de la CPR.
ley, del orden público y de las buenas costumbres, esto es, existe en esta figura un interés
general comprometido, lo que se proyecta en una serie de aspectos, como son las
causales, los titulares y también en la forma de saneamiento, ya que la única forma de
sanearla es por el transcurso del tiempo, específicamente en un lapso de 10 años (plazo
máximo de prescripción).
En el caso de la n u l i d a d r e l a t i v a , si bien es cierto es una sanción que pretende la
observancia de la ley, en ésta existe más bien un interés particular comprometido,
concretamente el interés de las partes, y esto se proyecta en las causales, en los titulares
(los que se reducen en comparación con la nulidad absoluta), y también en lo tocante al
saneamiento, ya que la nulidad relativa no solamente se sanea por el transcurso del
tiempo (cuatro años), sino que también puede sanearse por la renuncia a ejercer la acción
de nulidad.
Esta clasificación está mencionada expresamente en el art. 1681 inciso II.

Art. 1681. Es nulo todo acto o contrato a que falta alguno de los requisitos que la ley
prescribe para el valor del mismo acto o contrato, según su especie y la calidad o estado
de las partes.
La nulidad puede ser absoluta o relativa.

ii. Otra clasificación distingue entre nulidad total y nulidad parcial, en este caso el criterio de
clasificación es la extensión. La n u l i d a d t o t a l es aquella que afecta a la totalidad del
acto jurídico, la n u l i d a d p a r c i a l , en cambio, es aquella que sólo afecta a una o más de
sus partes (en un contrato se habla de cláusulas).
Esta no es una clasificación que esté claramente recogida en el CC, pero sí hay alguna
referencia a propósito del testamento, porque en estas materias es posible comprobar
que el legislador acepta expresamente la posibilidad de nulidad parcial (que exista un vicio
en una cláusula o disposición del testamento), es el caso por ejemplo, del art. 1059 que
establece que las disposiciones captatorias son nulas; también los art. 1060 y 1061 se
refieren a la nulidad parcial.

Art. 1059. Las disposiciones captatorias no valdrán.


Se entenderán por tales aquellas en que el testador asigna alguna parte de sus bienes a
condición que el asignatario le deje por testamento alguna parte de los suyos.

Art. 1060. No vale disposición alguna testamentaria que el testador no haya dado a
conocer de otro modo que por sí o no, o por una señal de afirmación o negación,
contestando a una pregunta.

Art. 1061. No vale disposición alguna testamentaria en favor del escribano que autorizare
el testamento, o del funcionario que haga las veces de tal, o del cónyuge de dicho
escribano o funcionario, o de cualquiera de los ascendientes, descendientes, hermanos,
cuñados, empleados o asalariados del mismo.
No vale tampoco disposición alguna testamentaria en favor de cualquiera de los testigos, o
de su cónyuge, ascendientes, descendientes, hermanos o cuñados.

El tema de la nulidad parcial no está tratado de manera uniforme en la doctrina y en la


jurisprudencia; en doctrina existen posiciones encontradas, hay autores que rechazan la
figura de la nulidad parcial porque sostienen que el acto jurídico es una unidad y por lo
tanto, concurriendo un vicio, el acto debe anularse por completo, sin que corresponda
entrar a fraccionarlo. Otros en cambio sostienen que el principio de conservación del acto
jurídico, lleva a tener que revisar caso a caso si el acto es capaz de sobrevivir o no con la
cláusula afectada por el vicio de nulidad.
Al revisar el tema a nivel legislativo, como se dijo, el legislador no reconoce la nulidad
parcial en el título relativo a la nulidad, pero sí en materia sucesoria.
A nivel jurisprudencial se ha reconocido la figura de la nulidad parcial en materia de
contratos, sosteniendo que para determinar en un caso concreto si un contrato es nulo
total o parcialmente, es necesario determinar la trascendencia de la cláusula en el
contexto del contrato.
Si se analiza la nulidad parcial en el derecho comparado, hay legislaciones más modernas,
como el CC italiano o alemán, las cuales sostienen que para decidir si una acto es nulo total
o parcialmente, hay que atender al interés de las partes, esto es, a si las partes habrían
contratado o no sin la cláusula que se anula.

iii. Otra clasificación que es netamente doctrinal, es la que distingue entre nulidad expresa y
nulidad tácita. Se dice que la nulidad es e x p r e s a , cuando la ley declara de manera
explícita y directa que determinado vicio provoca la nulidad, por ejemplo, cuando el
legislador se refiere a que los actos de los absolutamente incapaces, son absolutamente
nulos.
La n u l i d a d t á c i t a es aquella que deriva de una relación de normas jurídicas,
concretamente de la relación entre los arts. 10, 1681, 1682 y 1466, es decir, cuando la
nulidad deriva de la aplicación de las reglas generales. Esta clasificación puede llevar a la
confusión de que la sanción no es siempre una sanción legal, sin embargo, esto no es así.

Art. 10. Los actos que prohíbe la ley son nulos y de ningún valor; salvo en cuanto designe
expresamente otro efecto que el de nulidad para el caso de contravención.

Art. 1681. Es nulo todo acto o contrato a que falta alguno de los requisitos que la ley
prescribe para el valor del mismo acto o contrato, según su especie y la calidad o estado
de las partes.
La nulidad puede ser absoluta o relativa.

Art. 1682. La nulidad producida por un objeto o causa ilícita, y la nulidad producida por la
omisión de algún requisito o formalidad que las leyes prescriben para el valor de ciertos
actos o contratos en consideración a la naturaleza de ellos, y no a la calidad o estado de
las personas que los ejecutan o acuerdan, son nulidades absolutas.
Hay asimismo nulidad absoluta en los actos y contratos de personas absolutamente
incapaces.
Cualquiera otra especie de vicio produce nulidad relativa, y da derecho a la rescisión del
acto o contrato.

Art. 1466. Hay asimismo objeto ilícito en las deudas contraídas en juego de azar, en la
venta de libros cuya circulación es prohibida por autoridad competente, de láminas,
pinturas y estatuas obscenas, y de impresos condenados como abusivos de la libertad de
la prensa; y generalmente en todo contrato prohibido por las leyes.
1.2.1. Nulidad absoluta.

Relacionando los arts. 1681 y 1682 se puede decir que la n u l i d a d a b s o l u t a es la


sanción legal impuesta por la omisión de los requisitos establecidos en atención de la naturaleza
del acto o contrato.
El vicio que lleva a la nulidad tiene que ver con el acto mismo, el acto es mirado
objetivamente, no en relación con las personas que lo ejecutan; por ejemplo, una compraventa sin
precio, no es tal. Sin embargo, el inc. II del art. 1682 dice que hay nulidad absoluta en los actos y
contratos de personas absolutamente incapaces, lo que da pie para sostener que se está mirando
a las personas que lo celebran y no a la naturaleza del acto o contrato, pero don Rafael VALENZUELA
cree que esto no es así, ya que lo que se está sancionando es la falta de voluntad de los
absolutamente incapaces y la voluntad es un requisito de existencia del acto (es el más
importante).

En cuanto a las c a u s a l e s d e n u l i d a d a b s o l u t a , b asándose en el tenor literal del


art. 1682, se puede decir que son causales de nulidad absoluta:

i. El objeto ilícito.
ii. La causa ilícita.
iii. La omisión de solemnidades legales (omisión de requisitos o formalidades prescritas por la
ley para el valor del acto o contrato en consideración a la naturaleza de ellos).
iv. Los actos de las personas absolutamente incapaces (porque para la ley carecen de
voluntad).

Estas causales se amplían dependiendo de la posición que se adopte respecto de la


inexistencia jurídica; si se adhiere a la teoría de la inexistencia, las causales ya mencionadas
quedan como únicas causales de nulidad absoluta, porque la omisión de cualquier requisito de
existencia se sanciona con la inexistencia jurídica; pero si se sostiene lo contrario, es decir, si no se
acepta la teoría de la inexistencia jurídica, el listado de causales se amplía, ya que hay que
considerar las hipótesis de:

i. Falta de objeto.
ii. Falta de causa.
iii. Los supuestos específicos de falta de voluntad como el error esencial y la fuerza física. El
e r r o r e s e n c i a l es una figura extremadamente polémica en cuanto a su sanción,
porque hay quienes sostienen que éste es un supuesto de inexistencia jurídica (por falta
de voluntad), otros dicen que la sanción es la nulidad absoluta (porque no adhieren a la
teoría de la inexistencia); y una tercera postura sostiene que el error esencial se sanciona
como cualquier otro vicio de la voluntad, por ende, en este caso la sanción sería la nulidad
relativa, esto porque el art. 1454 que se refiere al error susbstancial, que sigue al art. 1453
que establece el error esencial, señala que este error vicia "asimismo el consentimiento",
de forma que tendrían igual sanción: la nulidad relativa.
Rafael VALENZUELA agrega la fuerza, más precisamente, los casos de f u e r z a f í s i c a , como
el tomar la mano a una persona para que firme, ya que en este caso no habría voluntad; es
decir, cuando la persona aparece como objeto de una acción y no como sujeto.
Esta ampliación no se contradice con la característica de que la nulidad sea una sanción
legal, ya que la amplitud de los términos utilizados por el legislador en el art. 1682 permiten
agregar los requisitos de existencia.

Respecto a los t i t u l a r e s d e l a n u l i d a d a b s o l u t a , a l hablar de titularidad se hace


referencia a quienes pueden reclamar la nulidad absoluta. Se refiere a la titularidad de la nulidad
absoluta el art. 1683 el cual señala que los titulares son tres.

Art. 1683. La nulidad absoluta puede y debe ser declarada por el juez, aun sin petición de parte,
cuando aparece de manifiesto en el acto o contrato; puede alegarse por todo el que tenga interés
en ello, excepto el que ha ejecutado el acto o celebrado el contrato, sabiendo o debiendo saber el
vicio que lo invalidaba; puede asimismo pedirse su declaración por el ministerio público en el
interés de la moral o de la ley; y no puede sanearse por la ratificación de las partes, ni por un lapso
de tiempo que no pase de diez años.

En primer lugar este artículo señala al j u e z , y dice que éste puede y debe declarar la
nulidad absoluta aún sin petición de parte. El legislador al señalar que el juez “puede”, le está
reconociendo expresamente la facultad para proceder de oficio, y esta es una facultad que en
sede civil es excepcional11.
A continuación el artículo señala que “debe” declarar la nulidad absoluta, por lo que el
juez está obligado a hacerlo (implica un mandato o imposición al juez) cuando aparece de
manifiesto en el acto o contrato. Un vicio de nulidad aparece de manifiesto en el acto o contrato,
cuando consta o aparece de modo patente, debe saltar a la vista; pero si para poder llegar a
establecer el vicio, el juez debe recurrir a otras pruebas distintas de las que constan en el acto o
contrato y relacionarlas, se entiende que el vicio ya no aparece de manifiesto. Según el profesor
ALESSANDRI, un vicio es manifiesto, cuando para su establecimiento basta sólo con leer el
instrumento, sin necesidad de relacionarlo con otra prueba o antecedente externo al proceso;
como por ejemplo, en el caso de los incapaces aparece de manifiesto el vicio cuando el contrato es
celebrado por un impúber, el cual actúa sin representación; otro ejemplo, sería que en un proceso
se acompañe un contrato de compraventa de un bien raíz por un documento privado.
El supuesto en que el juez debe y puede declarar la nulidad, supone que exista un juicio
del cual está conociendo el juez, y que en ese juicio se presente un documento en que consta un
acto o contrato, y que en ese acto o contrato aparezca de manifiesto o conste de un modo patente
un vicio de nulidad absoluta.

En segundo término el legislador señala que puede alegar la nulidad absoluta t o d o


a q u e l q u e t e n g a i n t e r é s e n e l l a , excepto aquel que ha ejecutado el acto o celebrado el
contrato, sabiendo o debiendo saber el vicio que lo invalidaba.
Cuando el legislador habla de “todo aquel”, lógicamente está explicitando que la
titularidad no está limitada a las partes que celebraron el acto que se anula, sino que puede
reclamarla todo aquel que tenga un interés en la declaración de nulidad. No es necesario haber
intervenido en el contrato cuya validez se impugna, basta tener interés en la declaración de

11
En materia procesal civil rige el principio dispositivo, es decir, son las partes las que mueven el proceso, no
el juez, esto es distinto a lo que ocurre en sede penal (principio inquisitivo). En sede civil el principio que rige
es el principio de la pasividad, en virtud del cual el juez sólo puede actuar a petición de parte. Otro ejemplo en
que el juez puede actuar en sede civil de oficio, se encuentra en materia de prescripción, en donde el
legislador le reconoce al juez la posibilidad de declarar de oficio la prescripción de la acción ejecutiva.
nulidad absoluta, lo cual es lógico, porque el vicio de nulidad afecta al acto jurídico en sí mismo,
sin consideración a las personas que lo han celebrado.
La palabra “interés” está referida a un interés pecuniario, o patrimonial, no basta un mero
interés moral o cívico, debe ser un interés que beneficie económicamente, como el liberarse de
una obligación u obtener una indemnización. Por ejemplo, el querer que se anule una cláusula
testamentaria, siendo que en el testamento sólo interviene la voluntad del testador, pero
probando un interés pecuniario se puede pedir su nulidad (sin interés no hay acción).
Lo anterior sucede, salvo que el que ejecutó el acto o celebró el contrato, sabía o debía
saber el vicio que lo invalidaba. En esta parte el legislador lo que hace es consagrar el principio
nemo auditor, que postula que no será oído el que sabía o debía saber el vicio que lo invalidaba.
Cuando el legislador menciona al que “sabía” el vicio, se está refiriendo al sujeto que tenía
un conocimiento real y efectivo del vicio que afectaba el acto que él ejecutó o celebró 12. Se
requiere que la persona haya actuado con plena conciencia de estar ejecutando un acto viciado,
en el fondo supone dolo, malicia, actuar contra la ley vigente a sabiendas. Ahora bien, la buena fe
se presume y el que alega el dolo debe probarlo, por lo tanto, el que invocó la nulidad sabiendo
que el vicio existía, deberá probarse esta situación, para que no pueda alegarla. Esta posición del
legislador obedece a que nadie puede aprovecharse de su propio dolo.
Pero la ley no solamente sanciona privando de la acción al que sabía, sino que también al
que “debía” saber el vicio que lo invalidaba. Aquí se hace referencia al sujeto que ha sido
negligente, al sujeto que atendiendo los antecedentes no podía sino haber sabido el vicio que lo
invalidaba. Se ha entendido que una persona debe saber de la existencia de un vicio que invalida
el acto o contrato, cuando se acumulan tal cantidad de circunstancias y elementos que podían
indicarle la presencia del vicio(s), que se presume que no es posible ignorarlo sin actuar con gran
negligencia, y la ley esto lo asimila al dolo (la persona debió conocer el vicio, si no lo conoció fue
por grave negligencia); por ejemplo, el que compra una casa sobre la cual hay una prohibición
judicial de gravar o enajenar, inscrita en el registro correspondiente y la compra se efectúa sin
consultar dichos registros por negligencia. En este sentido el legislador hace referencia al principio
que dice que nadie puede aprovecharse de su propia torpeza.
Lógicamente que estas excepciones están destinadas a sancionar a las partes. Sin
embargo, han surgido algunos problemas a raíz de esta excepción, que son dos:

i. Si una persona contrata por intermedio de un representante, el cual actúa o celebra un


contrato con dolo ¿podrá el representado demandar al otro contratante pidiendo la
nulidad del contrato? La jurisprudencia no es uniforme en este punto, e incluso es
contradictoria, así:

- Niega la posibilidad de demandar la nulidad, en vista a que según el art. 1448, lo


hecho por el representante se estima hecho por el representado.
12
Aquí no basta el conocimiento presunto o ficticio de la ley a que se refieren los arts. 7 y 8, porque si
bastara, las partes jamás podrían pedir la nulidad absoluta, ya que se presumiría que siempre conocen la ley,
por lo tanto, es necesario el conocimiento real y efectivo del vicio que invalidaba el acto. Su fundamento no
está, por lo tanto, en la norma que se refiere al conocimiento de la ley, sino el conocimiento del vicio que hace
anulable el acto.

Art. 8. Nadie podrá alegar ignorancia de la ley después que ésta haya entrado en vigencia.
Art. 7. La publicación de la ley se hará mediante su inserción en el Diario Oficial, y desde la fecha de éste se entenderá
conocida de todos y será obligatoria.
Para todos los efectos legales, la fecha de la ley será la de su publicación en el Diario Oficial.
Art. 1448. Lo que una persona ejecuta a nombre de otra, estando facultada por ella o
por la ley para representarla, produce respecto del representado iguales efectos que si
hubiese contratado él mismo.

- Acepta la legitimación, afirmando que el dolo es un acto personalísimo, y además, en


cuanto el representante sólo está autorizado para ejecutar actos lícitos y no ilícitos.
Otra sentencia dice que la prohibición para demandar la nulidad que establece el art.
1683 se refiere al que ha intervenido directamente en el acto o contrato, pero no al
que ha sido representado convencional o legalmente, a menos que se compruebe la
concurrencia inequívoca de su voluntad.

ii. En relación a sí esta prohibición se extiende a los herederos o cesionarios de la persona


que celebró el acto o contrato, la CS reiteradamente declara inhabilitados para alegar la
nulidad absoluta a los herederos del que ejecutó el acto o contrato sabiendo o debiendo
saber del vicio de que adolecía, por los siguientes fundamentos:

- Porque ellos no han podido adquirir por la sucesión por causa de muerte un derecho o
acción que su causante no tenía y que mal podía transmitirles, es más, no sólo no tenía
ese derecho, sino que la ley expresamente se lo impedía. Esto no significa que se haga
al heredero responsable del dolo o culpa ajena, ya que no cabe identificar al dolo
mismo (que es personalísimo y que nace y muere con el autor) con sus consecuencias
o efectos civiles, que por ser de carácter económico se transfieren o transmiten de
acuerdo a las reglas generales.

- Si cuando el dolo es imputable a un incapaz (art. 1685), no se permite a él ni a sus


herederos alegar la nulidad, con mayor razón aquella prohibición para alegar la
nulidad absoluta se extiende a los herederos y cesionarios de las personas capaces.

Art. 1685. Si de parte del incapaz ha habido dolo para inducir al acto o contrato, ni él
ni sus herederos o cesionarios podrán alegar nulidad. Sin embargo, la aserción de
mayor edad, o de no existir la interdicción u otra causa de incapacidad, no inhabilitará
al incapaz para obtener el pronunciamiento de nulidad.

Sin embargo, la doctrina cree que esta prohibición es algo personal que se impone a la
persona que actuó con dolo o culpa y no se extiende a los herederos, porque esta es una
sanción legal, y toda sanción es excepcional y, por tanto, de derecho estricto, lo que obliga
a una interpretación restrictiva que hace imposible la aplicación analógica de la norma.
Además el dolo y la culpa son personalísimos y no se transmiten a los herederos.

Si bien el que ha celebrado el contrato debiendo saber el vicio que lo invalidaba no puede
alegar la nulidad absoluta, ello no impide que el tribunal la declare de oficio si aparece de
manifiesto en el acto o contrato, en vistas a que aquello constituye una obligación del tribunal.
La nulidad de un acto que se ha celebrado con el representante de una persona, puede
pedirse contra el representado; aunque CLARO SOLAR cree que si el dolo del representante da lugar
a daños y perjuicios éstos no podrían pedirse al representado, ya que no puede suponerse
mandato para cometer dolo.
En tercer lugar, el art. 1683 señala que puede asimismo pedir la declaración de nulidad
absoluta el M i n i s t e r i o P ú b l i c o e n e l i n t e r é s d e l a m o r a l o d e l a l e y . Esta norma
hoy en día hay que entenderla no haciendo referencia al ministerio público del proceso procesal
penal, sino que hay que entenderla referida a la Fiscalía Judicial que se desempeña en las Cortes
de Apelaciones (esta norma conserva la misma redacción desde los inicios del CC).

Por último es necesario hablar del s a n e a m i e n t o d e l a n u l i d a d a b s o l u t a . El art.


1683 señala que la nulidad absoluta no puede sanearse por la ratificación de las partes, ni por un
lapso de tiempo que no pase de 10 años. Esto implica que la única forma de saneamiento que
tiene la nulidad absoluta, es la prescripción extintiva de la acción de nulidad, que tiene asignado
un plazo de 10 años (plazo máximo contemplado en el CC). Desde el momento de la celebración de
un contrato, comienza a transcurrir el plazo de la acción para reclamar la nulidad absoluta, la cual
al cabo de 10 años se extingue en virtud de la prescripción extintiva.
No puede sanearse por la ratificación de las partes en vistas a que ella se encuentra
establecida en el interés general, el cual no puede quedar supeditado por la voluntad particular. El
hecho que no pueda confirmarse (ratificarse) se desprende de los arts. 11, 12, 1683 y 1460. 13

Art. 11. Cuando la ley declara nulo algún acto, con el fin expreso o tácito de precaver un fraude, o
de proveer a algún objeto de conveniencia pública o privada, no se dejará de aplicar la ley, aunque
se pruebe que el acto que ella anula no ha sido fraudulento o contrario al fin de la ley.

Art. 12. Podrán renunciarse los derechos conferidos por las leyes, con tal que sólo miren al interés
individual del renunciante, y que no esté prohibida su renuncia.

Art. 1683. La nulidad absoluta puede y debe ser declarada por el juez, aun sin petición de parte,
cuando aparece de manifiesto en el acto o contrato; puede alegarse por todo el que tenga interés
en ello, excepto el que ha ejecutado el acto o celebrado el contrato, sabiendo o debiendo saber el
vicio que lo invalidaba; puede asimismo pedirse su declaración por el ministerio público en el
interés de la moral o de la ley; y no puede sanearse por la ratificación de las partes, ni por un lapso
de tiempo que no pase de diez años.

Art. 1460. Toda declaración de voluntad debe tener por objeto una o más cosas que se trata de
dar, hacer o no hacer. El mero uso de la cosa o su tenencia puede ser objeto de la declaración.

Como la nulidad absoluta no puede sanearse por un lapso que no pase de diez años,
pasados éstos el acto se purifica, el vicio desaparece, el acto se convalida. Otros autores (FABRES)
dicen que el acto no se convalida, sino que se adquiere el dominio de la cosa por prescripción
extraordinaria; no es el acto el que se ha saneado, es sólo el tiempo el que confiere el derecho por
disposición de la ley. Aquí la prescripción no está fundada en el título, ella misma es título y modo
de adquirir al mismo tiempo.
La Corte Suprema ha declarado que la acción personal de nulidad absoluta, prescribe
extintivamente a los diez años (arts. 1683 y 2514).

Art. 2514. La prescripción que extingue las acciones y derechos ajenos exige solamente cierto
lapso de tiempo, durante el cual no se hayan ejercido dichas acciones.
13
Don Rafael VALENZUELA cree que sería más propio hablar de confirmación. Los tratadistas reservan la
palabra ratificación para referirse a aquellos actos que no le son oponibles a una persona y ella acepta que le
sean oponibles, ratificándolos.
Se cuenta este tiempo desde que la obligación se haya hecho exigible.

La acción para pedir la nulidad absoluta es irrenunciable, se trata de una institución de


orden público.
La acción de nulidad absoluta se concede sin distinguir si se ha cumplido o no el contrato
nulo.

1.2.2. Nulidad relativa.

La nulidad relativa es la sanción legal impuesta a los actos celebrados con omisión de los
requisitos y formalidades exigidos en atención a la calidad o estado de las partes que los ejecutan
o acuerdan.
La nulidad relativa no está establecida en el interés de la moral y de la ley, no protege los
superiores intereses de la colectividad, sino los de ciertas y determinadas personas en cuyo
beneficio la ley la ha establecido.

En cuanto a las c a u s a l e s d e n u l i d a d r e l a t i v a , e n esta materia, basándose en lo


que dispone el art. 1682 inc. final, se puede decir que jurídicamente la nulidad relativa es la regla
general, porque el legislador señala que cualquier otra especie de vicio produce nulidad relativa y
da derecho a la rescisión del acto o contrato.

Art. 1682. La nulidad producida por un objeto o causa ilícita, y la nulidad producida por la omisión
de algún requisito o formalidad que las leyes prescriben para el valor de ciertos actos o contratos
en consideración a la naturaleza de ellos, y no a la calidad o estado de las personas que los
ejecutan o acuerdan, son nulidades absolutas.
Hay asimismo nulidad absoluta en los actos y contratos de personas absolutamente incapaces.
Cualquiera otra especie de vicio produce nulidad relativa, y da derecho a la rescisión del acto o
contrato.

En concreto las causales (vicios) que pueden provocar la nulidad relativa son:

i. La voluntad o consentimiento viciado por error, fuerza y dolo. En cuanto al error esencial,
para incluir éste como causal de nulidad relativa, la doctrina se apoya en el art. 1454,
disposición que está lógicamente a continuación del art. 1453, el cual se refiere al error
esencial; el art. 1454 dice que el error de hecho vicia “asimismo” el consentimiento, por lo
que el legislador afirma que el error esencial también vicia el consentimiento, el cual se
sanciona con nulidad relativa, y no sería un error obstáculo en que falte la voluntad, cuya
sanción sería la inexistencia o la nulidad absoluta.

Art. 1453. El error de hecho vicia el consentimiento cuando recae sobre la especie de acto
o contrato que se ejecuta o celebra, como si una de las partes entendiese empréstito y la
otra donación; o sobre la identidad de la cosa específica de que se trata, como si en el
contrato de venta el vendedor entendiese vender cierta cosa determinada, y el comprador
entendiese comprar otra.

Art. 1454. El error de hecho vicia asimismo el consentimiento cuando la sustancia o


calidad esencial del objeto sobre que versa el acto o contrato, es diversa de lo que se cree;
como si por alguna de las partes se supone que el objeto es una barra de plata, y
realmente es una masa de algún otro metal semejante.
El error acerca de otra cualquiera calidad de la cosa no vicia el consentimiento de los que
contratan, sino cuando esa calidad es el principal motivo de una de ellas para contratar, y
este motivo ha sido conocido de la otra parte.

El consentimiento también puede estar viciado por fuerza moral; aquí se excluye la fuerza
física, esto porque, si tuviese lugar, convertiría al actor en un mero sujeto pasivo, y en ese
caso se debería hablar de falta de voluntad y no de un vicio del consentimiento. El
consentimiento también puede estar viciado por el dolo (principal y obra de parte).

ii. La segunda causal de la nulidad relativa es la lesión. A propósito de esta causal, hay que
recordar que la lesión en nuestro sistema es un vicio objetivo, y se sanciona sólo de
manera excepcional (la ley expresamente la reconoce y sanciona). En cuanto a los casos de
lesión que están expresamente sancionados por el legislador, hay que tener presente que
no siempre la lesión se sanciona con la nulidad relativa del acto, por ejemplo, se sanciona
con nulidad relativa la compraventa cuando la lesión alcanza el nivel de enorme (art. 1888,
en relación con la compraventa de bienes raíces), no así el caso del mutuo. Además
existen casos de lesión que se sancionan con nulidad relativa, en que la nulidad relativa
tiene características especiales, esto es lo que ocurre a propósito de la lesión enorme en el
contrato de compraventa de un bien raíz14.

Art. 1888. El contrato de compraventa podrá rescindirse por lesión enorme.

iii. En tercer lugar, se señala que constituye causal de nulidad relativa la omisión de
formalidades habilitantes. Puede que en algunas obras esta causal se denomine con el
nombre de los actos de los relativamente incapaces, sin embargo esto es incorrecto,
porque decir y afirmar que los actos realizados por los incapaces relativos son nulos
relativamente, es impropio, en el sentido de que los incapaces relativos pueden actuar
representados, lo que es válido.
Las formalidades habilitantes son requisitos externos del acto jurídico exigidos por el
legislador en atención a la calidad o estado de las partes. Significa que la omisión de
cualquier requisito que la ley prescriba para el valor del acto y que no esté expresamente
sancionado con la nulidad absoluta, debe ser sancionada con nulidad relativa.
Estas personas no siempre son incapaces, como el caso de la mujer casada en sociedad
conyugal, la que no es incapaz desde el año 1989 (art. 1757).

Art. 1757. Los actos ejecutados sin cumplir con los requisitos prescritos en los artículos
1749, 1754 y 1755 adolecerán de nulidad relativa. En el caso del arrendamiento o de la
cesión de la tenencia, el contrato regirá sólo por el tiempo señalado en los artículos 1749 y
1756.
La nulidad o inoponibilidad anteriores podrán hacerlas valer la mujer, sus herederos o
cesionarios.

14
ALESSANDRI cree que la lesión no es causal de nulidad relativa, porque la nulidad cuando cabe en la lesión
es de una naturaleza especial, distinta de la que tiene la nulidad general que aquí se trata como vicio del
consentimiento.
El cuadrienio para impetrar la nulidad se contará desde la disolución de la sociedad
conyugal, o desde que cese la incapacidad de la mujer o de sus herederos.
En ningún caso se podrá pedir la declaración de nulidad pasados diez años desde la
celebración del acto o contrato.

Respecto a los t i t u l a r e s d e l a n u l i d a d r e l a t i v a , h ay que tener presente en esta


materia el art. 1684, ya que basándose en esta disposición se puede decir que los titulares de la
acción de nulidad relativa son a q u e l l o s e n c u y o b e n e f i c i o l a h a n e s t a b l e c i d o l a s
l e y e s . Lo anterior se debe ha que esta es la única forma de englobar todas las hipótesis que
pueden darse, ya que en concreto los titulares van a ser aquellos que sufrieron el vicio, como el
que sufre el dolo, la lesión, la fuerza, el incapaz en caso de haber celebrado un acto sin las
formalidades habilitantes, o la mujer casada bajo régimen de sociedad conyugal. Por lo tanto, se
requiere que haya un pedimento de la parte en cuyo beneficio está establecida; por ejemplo, no
puede alegarla el que ha contratado con un incapaz ya que la ley ha establecido la nulidad relativa
sólo en favor de éste. Tampoco podrá el juez declararla de oficio, aunque aparezca de manifiesto.

Art. 1684. La nulidad relativa no puede ser declarada por el juez sino a pedimento de parte; ni
puede pedirse su declaración por el ministerio público en el solo interés de la ley; ni puede
alegarse sino por aquellos en cuyo beneficio la han establecido las leyes o por sus herederos o
cesionarios; y puede sanearse por el lapso de tiempo o por la ratificación de las partes.

También son titulares los h e r e d e r o s , esto porque ellos son los continuadores legales de
la persona del causante. Los herederos son como el causante, ya que lo van a suceder en todos sus
bienes, derechos y obligaciones transmisibles (el fundamento de esto está en el art. 1097).
Mientras dura la comunidad hereditaria, cualquier heredero puede alegar la nulidad relativa del
acto que había realizado el causante, pero una vez hecha la partición, se le adjudica a cada
heredero una cosa determinada y como tiene efecto retroactivo, una vez terminada la partición
solamente aquel heredero al que se le adjudicaron los derechos que tenía el causante en el acto
celebrado de cuya nulidad se trata, puede alegar la nulidad relativa. Esto como consecuencia del
efecto retroactivo de la partición (art. 1344).

Art. 1097. Los asignatarios a título universal, con cualesquiera palabras que se les llame, y aunque
en el testamento se les califique de legatarios, son herederos: representan la persona del testador
para sucederle en todos sus derechos y obligaciones transmisibles.
Los herederos son también obligados a las cargas testamentarias, esto es, a las que se constituyen
por el testamento mismo, y que no se imponen a determinadas personas.

Art. 1344. Cada asignatario se reputará haber sucedido inmediata y exclusivamente al difunto en
todos los efectos que le hubieren cabido, y no haber tenido jamás parte alguna en los otros
efectos de la sucesión.
Por consiguiente, si alguno de los consignatarios ha enajenado una cosa que en la partición se
adjudica a otro de ellos, se podrá proceder como en el caso de la venta de cosa ajena.

Otros titulares son los c e s i o n a r i o s , que son aquellos a quienes el contratante ha


transferido sus derechos por un acto entre vivos.

Respecto a la titularidad que corresponde a los incapaces relativos, conviene tener


presente lo dispuesto en el art. 1686. Esta es una disposición que se justifica en la intención del
legislador de explicitar la eliminación del beneficio de la restituio in integrum (institución del
Derecho Romano)15. Aquí el legislador señala que si en un acto celebrado por un incapaz relativo
cumple con las formalidades habilitantes, sólo podrá pedir la nulidad del acto en la misma forma
que los plenamente capaces (por fuerza, dolo, etc.), pero no por ser menor adulto.

Art. 1686. Los actos y contratos de los incapaces en que no se ha faltado a las formalidades y
requisitos necesarios, no podrán declararse nulos ni rescindirse, sino por las causas en que
gozarán de este beneficio las personas que administran libremente sus bienes.

En cuanto a los incapaces absolutos, también la omisión de formalidades habilitantes


tiene como sanción la nulidad relativa. Según el CC, el tutor de un absolutamente incapaz no puede
enajenar los bienes muebles de su pupilo, sino con autorización del juez y en pública subasta
(estos requisitos son formalidades habilitantes); pero si el absolutamente incapaz actúa por sí
mismo, habrá nulidad absoluta. También procede la nulidad relativa cuando su representante
omite una formalidad establecida por la ley para su protección.

Por último, en cuanto al s a n e a m i e n t o d e l a n u l i d a d r e l a t i v a , el art. 1684 pone


de manifiesto que existen dos formas de saneamiento de la nulidad relativa, cuales son: el
transcurso del tiempo (cuatro años) y la ratificación.

Art. 1684. La nulidad relativa no puede ser declarada por el juez sino a pedimento de parte; ni
puede pedirse su declaración por el ministerio público en el sólo interés de la ley; ni puede
alegarse sino por aquellos en cuyo beneficio la han establecido las leyes o por sus herederos o
cesionarios; y puede sanearse por el lapso de tiempo o por la ratificación de las partes.

En cuanto al t r a n s c u r s o d e l t i e m p o , hay que tener presente los arts. 1691 y 1692. El


art. 1691 señala que el plazo para pedir la rescisión durará cuatro años, este plazo corresponde a
un plazo de prescripción extintiva, ya que al cabo de cuatro años la acción para reclamar la nulidad
relativa se extingue por prescripción, es decir, si pasado este plazo la persona que puede hacer
valer la nulidad relativa no lo hace, el vicio del acto desaparece y éste queda completamente
saneado. El mismo artículo establece la forma en que debe computarse el plazo, siendo la regla
general que los cuatro años se cuenten desde la celebración del acto o contrato, salvo la situación
del vicio de fuerza, porque en este caso el plazo de cuatro años comienza a correr desde que la
fuerza ha cesado (en los casos de error o dolo no hay excepción a las reglas generales); y salvo la
situación de los incapaces, ya que el art. 1691 inc. III, señala que cuando la nulidad proviene de
una incapacidad legal, se contará el cuadrienio desde el día en que haya cesado la incapacidad;
todo lo cual se entiende en los casos que leyes especiales no hubieren designado otro plazo 16.

Art. 1691. El plazo para pedir la rescisión durará cuatro años.

15
La restituio in integrum era un beneficio que permitía en el Derecho romano a los incapaces solicitar la
nulidad de un acto jurídico celebrado por ellos, aún cuando se hubiere cumplido con todas las formalidades
habilitantes, esto por haberle ocasionado a éste un perjuicio económico. Por ende, cada vez que un menor
experimentaba un perjuicio económico en sus relaciones jurídicas, cumpliendo o no con las formalidades
habilitantes, debía ser restituido, lo cual es injusto y crea una falta de certeza jurídica.

16
En el caso de la compraventa y la permuta, el plazo para pedir la rescisión por lesión enorme también es de
cuatro años. Esto manifiesta una armonía entre las normas del CC.
Este cuadrienio se contará, en el caso de violencia, desde el día en que ésta hubiere cesado; en el
caso de error o de dolo, desde el día de la celebración del acto o contrato.
Cuando la nulidad proviene de una incapacidad legal, se contará el cuadrienio desde el día en que
haya cesado esta incapacidad.
Todo lo cual se entiende en los casos en que leyes especiales no hubieren designado otro plazo.

El art. 1692 se refiere a los herederos como titulares de la acción de nulidad relativa,
concretamente, a como se computa el plazo respecto de ellos, y señala que los herederos mayores
de 18 años gozan de cuatro años o de lo que reste de este plazo, según corresponda. En el caso de
fuerza o violencia el plazo para pedir la rescisión se contará desde el día en que ésta hubiere
cesado, por lo tanto, si la persona fallece aún bajo la influencia de la violencia, el plazo no correrá
y el heredero mayor gozará del cuadrienio íntegro, ya que aun no había comenzado a correr el
plazo de prescripción. Por esta razón la ley dice que los herederos mayores gozarán del cuadrienio
o del residuo.

Art. 1692. Los herederos mayores de edad gozarán del cuadrienio entero si no hubiere principiado
a correr; y gozarán del residuo en caso contrario.
A los herederos menores empieza a correr el cuadrienio o su residuo, desde que hubieren llegado
a edad mayor.
Pero en este caso no se podrá pedir la declaración de nulidad pasados diez años desde la
celebración del acto o contrato.

El inc. II de este artículo hace referencia a los herederos menores de 18 años, señalando
que los cuatro años o su residuo, se empezarán a contar sólo desde el momento en que ellos
tengan la mayoría de edad, sin embargo no se podrá solicitar la nulidad relativa al cabo de 10 años
de la celebración del acto o contrato; si no han cumplido los 18 años y para que no transcurra el
plazo de 10 años, los herederos pueden actuar representados, por ejemplo, el heredero tiene un
año y ya ha corrido un año, por lo tanto, hay que suspender hasta que cumpla 18 años, pero para
tal tiempo habrá prescrito, por lo tanto, será su representante legal (padre, madre o tutor) el que
la alegue.
Esta suspensión es doblemente excepcional: en primer lugar, porque la regla general es
que no haya suspensión en las prescripciones especiales de corto tiempo, y el art. 1691 es una
prescripción de corto tiempo, a diferencia de la prescripción de 10 años de la nulidad absoluta,
que es una prescripción de largo tiempo. Y en segundo lugar, solamente se suspende en favor de
los herederos menores (si el heredero es demente, sordo o sordomudo o está bajo tutoría o
curaduría no se suspende).

¿Qué pasa si una persona está en calidad de incapaz, por ser interdicta por disipación por
muchos años, toda la vida inclusive? Según el art. 1691 inc. III al terminar la interdicción
comenzaría a correr el plazo del cuadrienio que podría ser incluso de más de 30 años (en el
supuesto de 26 años de incapacidad, más cuatro del cuadrienio). Esto daría un tiempo superior al
que establece la nulidad absoluta (10 años). Todo este problema se produce en vista a que en el CC
no está contemplado este caso, sólo se contempla el caso de los herederos menores (plazo
máximo de 10 años). Esto crea gran incertidumbre, al permanecer el acto por muchos años sin que
el plazo para pedir la nulidad prescriba (ya que el cuadrienio empieza a correr una vez terminada
la incapacidad).
La mayoría de los autores creen que el CC está inspirado en la posición de sanear los actos
al cabo de 10 años, en aras de la certeza jurídica. Por ejemplo, el art. 1757 modificado por ley
18.802 expresa que en ningún caso pasados 10 años se podrá pedir la nulidad.

Art. 1757. Los actos ejecutados sin cumplir con los requisitos prescritos en los artículos 1749, 1754
y 1755 adolecerán de nulidad relativa. En el caso del arrendamiento o de la cesión de la tenencia,
el contrato regirá sólo por el tiempo señalado en los artículos 1749 y 1756.
La nulidad o inoponibilidad anteriores podrán hacerlas valer la mujer, sus herederos o cesionarios.
El cuadrienio para impetrar la nulidad se contará desde la disolución de la sociedad conyugal, o
desde que cese la incapacidad de la mujer o de sus herederos.
En ningún caso se podrá pedir la declaración de nulidad pasados diez años desde la celebración del
acto o contrato.

La segunda forma de saneamiento a que se refiere el art. 1684, es la r a t i f i c a c i ó n de las


partes, la que se encuentra regulada en los arts. 1693 y siguientes. Esta forma de saneamiento se
justifica plenamente en cuanto la nulidad relativa está establecida en beneficio de ciertas y
determinadas personas, y tratándose de un derecho que sólo mira al interés particular de ellas,
cae bajo la disposición general del art. 12, que permite la renuncia de los derechos que sólo miran
al interés individual del renunciante y cuya renuncia no está prohibida.

Art. 1684. La nulidad relativa no puede ser declarada por el juez sino a pedimento de parte; ni
puede pedirse su declaración por el ministerio público en el solo interés de la ley; ni puede
alegarse sino por aquellos en cuyo beneficio la han establecido las leyes o por sus herederos o
cesionarios; y puede sanearse por el lapso de tiempo o por la ratificación de las partes.

Art. 12. Podrán renunciarse los derechos conferidos por las leyes, con tal que sólo miren al interés
individual del renunciante, y que no esté prohibida su renuncia.

La ratificación según la doctrina, es la confirmación del acto o contrato viciado por medio
de la renuncia a ejercer la acción de nulidad. Desde la perspectiva de la teoría general del acto
jurídico, se podría definir la ratificación como un acto jurídico unilateral, mediante el cual el titular
de la acción de nulidad relativa renuncia a ella. Con este concepto queda de manifiesto la
imprecisión de la expresión “ratificación de las partes” ya que quien ratifica es solamente el que
sufrió el vicio.17
En general la doctrina critica el término ratificación que empleó el legislador, y prefiere
utilizar la expresión confirmación, porque el término ratificación debe utilizarse para otras figuras

17
La c o n v e r s i ó n es una figura distinta, y existe cuando en un acto jurídico, en que no concurren los
requisitos legales para que pueda surtir los efectos que las partes se propusieron, es posible llenar los
requisitos de otro tipo de acto jurídico, siendo idénticos la finalidad y los efectos conseguidos. En lugar del
acto nulo, se entiende celebrado otro acto, si hay razones para suponer que las partes, de haber sabido que el
acto que celebraban era nulo, habrían encaminado su voluntad a éste. Por ejemplo, la letra de cambio que no
cumple con todos los requisitos, de forma que puede surtir los efectos propios de un reconocimiento abstracto
de deuda.
Además de la conversión fundada en una consideración hipotética de la voluntad de las partes, hay otra
llamada conversión formal que obra sin más, automáticamente, en virtud de la disposición de la ley. Por
ejemplo, en el art. 1701 inc. II, se entiende que el instrumento público defectuoso por incompetencia del
funcionario o por otra falta en la forma y que está firmado por las partes, servirá útilmente como instrumento
privado, si no se trata de un acto en que la ley requiere el instrumento público como solemnidad, y en que él
no puede suplirse por otra prueba.
jurídicas, como por ejemplo, cuando el mandante valida o “ratifica” lo que hizo el mandatario que
no tenía poder para representarlo18.
Las ca r a c t e r í s t i c a s de la ratificación son las siguientes:

i. Es un acto jurídico unilateral que se perfecciona con la sola declaración de voluntad del
titular de la acción.
ii. En segundo lugar, es un acto jurídico irrevocable, una vez que el titular ha renunciado no
puede dejar sin efecto la ratificación.
iii. En tercer lugar, es un acto que produce efectos retroactivos, porque en virtud de la
ratificación se entiende que el acto fue válido desde el primer momento.

Respecto a los re q u i s i t o s de la ratificación, estos son:

i. Para que la ratificación sea eficaz en el saneamiento de la nulidad relativa, ésta tiene que
emanar de la parte que tenía derecho a solicitar la nulidad (art. 1696).

Art. 1696. Ni la ratificación expresa ni la tácita serán válidas, si no emanan de la parte o


partes que tienen derecho de alegar la nulidad.

ii. La ratificación debe emanar, para que sea válida, de parte capaz. Se refiere a este requisito
el art. 1697, el cual señala que no vale la ratificación expresa o tácita del que no es capaz
de contratar. Esto no significa que los incapaces estén excluidos de la posibilidad de
ratificar, sino que simplemente significa que deberán cumplir con la autorización o
representación según proceda.

Art. 1697. No vale la ratificación expresa o tácita del que no es capaz de contratar.

iii. En tercer lugar, para que la ratificación sea eficaz, debe ser oportuna, lo que significa que
necesariamente tiene que hacerse antes de que la nulidad sea declarada por sentencia
firme o ejecutoriada.

iv. Finalmente, conforme a lo que señala el art. 1693, la ratificación puede ser expresa o
tácita. El art. 1694 señala que para que la ratificación expresa sea válida, debe hacerse con
las solemnidades a que por la ley está sujeto el acto o contrato que se ratifica.

Art. 1693. La ratificación necesaria para sanear la nulidad cuando el vicio del contrato es
susceptible de este remedio, puede ser expresa o tácita.

Art. 1694. Para que la ratificación expresa sea válida, deberá hacerse con las solemnidades
a que por la ley está sujeto el acto o contrato que se ratifica.

18
La palabra ratificación tiene en derecho varias acepciones: (i) designa el acto en virtud del cual una persona
asume por su cuenta los actos ejecutados a su nombre, por otra que no tenía poder para ello (por ejemplo, art.
672 inc. II); (ii) dice relación con la inoponibilidad, es decir, es el acto por el cual un tercero acepta los
efectos de una relación jurídica ajena, vale decir, que no le empecería bajo respecto alguno (arts. 1450, 1818 y
898); (iii) equivale a la confirmación del acto nulo relativamente, o sea, la renuncia del derecho de pedir la
nulidad (no importa la renovación del acto jurídico que adolece de nulidad relativa).
La confirmación no debe estar afectada por el mismo vicio que hace rescindible el acto
que se trata de ratificar, y debe hacerse con conocimiento del vicio del acto y del
correspondiente derecho de exigir la nulidad, y con intención de confirmarlo. Si se trata de
la confirmación de un acto solemne, la confirmación expresa deberá someterse a las
mismas solemnidades de ese acto.
Respecto a la ratificación tácita, el art. 1695 señala que la ratificación tácita es la
ejecución voluntaria de la obligación contratada. La ratificación tácita tiene lugar cuando
la persona conociendo el vicio, cumple con el acto o contrato con la intención precisa de
ratificar, es decir, con la intención de renunciar a la acción de nulidad

Art. 1695. La ratificación tácita es la ejecución voluntaria de la obligación contratada.


.

1.2. 3. Principales diferencias entre la nulidad absoluta y la relativa.

i. La nulidad absoluta puede y debe ser declarada de oficio por el juez, de propia iniciativa,
cuando aparece de manifiesto en el acto o contrato; en cambio, en el caso de la nulidad
relativa requiere petición de parte y aunque el vicio aparezca de manifiesto a la vista el
juez, éste no puede declararla de oficio.
ii. La nulidad absoluta puede ser pedida por el Ministerio Público (Fiscalía Judicial) en el sólo
interés de la moral y de la ley. Esto no rige para la nulidad relativa, ya que estamos ante
meros intereses privados.
iii. La nulidad absoluta puede ser alegada por todo el que tenga interés en ella, con la
excepción del que ha ejecutado el acto o celebrado el contrato, sabiendo o debiendo
saber el vicio que lo invalidaba. En cambio, la nulidad relativa sólo puede alegarse por las
personas en cuyo beneficio la han establecido las leyes o sus herederos o cesionarios.
iv. La nulidad absoluta se sanea por un lapso de 10 años y la nulidad relativa en cuatro años,
sin perjuicio de que puede suspenderse.
v. La nulidad absoluta no puede sanearse por ratificación de las partes, en cuanto se
encuentra establecida en el interés de la colectividad general. La nulidad relativa sí puede
confirmarse.

1.2.4. Efectos de la nulidad.

Los efectos tanto de la nulidad absoluta como de la nulidad relativa, una vez que éstas han
sido declaradas, son los mismos. Por eso los arts. 1687 y 1689 se refieren a los efectos de ambas
nulidades sin distinción alguna.

Art. 1687. La nulidad pronunciada en sentencia que tiene la fuerza de cosa juzgada, da a las partes
derecho para ser restituidas al mismo estado en que se hallarían si no hubiese existido el acto o
contrato nulo; sin perjuicio de lo prevenido sobre el objeto o causa ilícita.
En las restituciones mutuas que hayan de hacerse los contratantes en virtud de este
pronunciamiento, será cada cual responsable de la pérdida de las especies o de su deterioro, de
los intereses y frutos, y del abono de las mejoras necesarias, útiles o voluptuarias, tomándose en
consideración los casos fortuitos y la posesión de buena o mala fe de las partes; todo ello según las
reglas generales y sin perjuicio de lo dispuesto en el siguiente artículo.
Art. 1689. La nulidad judicialmente pronunciada da acción reivindicatoria contra terceros
poseedores; sin perjuicio de las excepciones legales.

En Chile la nulidad no produce sus efectos en tanto no haya sido declarada judicialmente
por sentencia firme, tal como lo pone en evidencia el art. 1690 (esto se justifica porque la nulidad
en general es de declaración judicial) y mientras no sea anulado el acto viciado, éste surte todos
sus efectos porque lleva envuelto en sí una presunción de validez, no obstante, ya declarada la
nulidad, operará retroactivamente destruyendo todos los efectos del acto nulo en el pasado.

Art. 1690. Cuando dos o más personas han contratado con un tercero, la nulidad declarada a favor
de una de ellas no aprovechará a las otras.

Para saber cuáles son los efectos que produce la nulidad, es necesario distinguir entre
nulidad declarada judicialmente para las partes y nulidad declarada judicialmente para terceros.
Las partes son quienes han concurrido con su voluntad a la celebración de un determinado acto
jurídico, en cambio los terceros, son los que no han concurrido a dicha celebración.

a. Efectos de la nulidad entre las partes.

A este respecto hay que tener presente un principio consagrado en el art. 1690, que
señala que cuando dos o más personas han contratado con un tercero, la nulidad declarada ha
favor de una de ellas no aprovechará a las otras. Esta norma no hace más que recoger el principio
del efecto relativo de la sentencia, consagrado en el art. 3 inc. II, y que señala las sentencias
judiciales no tienen fuerza obligatoria sino respecto de las causas en que actualmente se
pronunciaren.19
En relación con los efectos concretos, en esta materia hay que distinguir dos hipótesis: la
primera hipótesis es que no se han cumplido las obligaciones derivadas del contrato, y la segunda,
es que sí se han cumplido las obligaciones derivadas del contrato. En definitiva, hay que atender si
se ha ejecutado o no el acto jurídico.
En cuanto a la primera hipótesis, si se declara la nulidad de un contrato en el cual las
partes no han cumplido con sus obligaciones (un acto jurídico no ejecutado), en este caso la
declaración de nulidad al extinguir la fuente generadora de las obligaciones, va a extinguir
consecuencialmente a éstas (las partes no podrán reclamar nada, no podrán pedir la ejecución, ya
que el contrato y las obligaciones que de él derivan desaparecen). Esto se relaciona con el art.
1567 inc. II Nº 8, el cual señala que las obligaciones se extinguen además en todo o en parte, por la
declaración de nulidad o por la rescisión.

Art. 1567. Toda obligación puede extinguirse por una convención en que las partes interesadas,
siendo capaces de disponer libremente de lo suyo, consienten en darla por nula.
Las obligaciones se extinguen además en todo o parte:

19
El art. 1690 aplica correctamente el principio fundamental, de que sólo admite la fuerza de la cosa juzgada
en la causa en que actualmente se pronunciare, por lo tanto, la sentencia que declara la nulidad no puede hacer
desposeer sin más trámite a los terceros poseedores de los bienes muebles sobre que versaba el contrato
declarado nulo, si ellos no han figurado como partes, ni han sido citados en el juicio; sino que debe estarse a
las resultas del juicio reivindicatorio, que debe seguir con este objeto el que obtuvo la declaración de nulidad
a su favor.
8º Por la declaración de nulidad o por la rescisión.

En la segunda hipótesis, en donde el contrato se ha cumplido en todo o en parte, se aplica


lo que dispone en su inc. I el art. 1687. Este artículo contiene lo que se denomina el efecto
retroactivo de la nulidad declarada judicialmente; es decir, da a las partes el derecho de exigirse
recíprocamente la restitución de todo lo que hubieren entregado en virtud del contrato, o sea, el
contrato se destruye en el pasado por una ficción y las partes quedan como si nunca hubieran
celebrado el contrato.

Art. 1687. La nulidad pronunciada en sentencia que tiene la fuerza de cosa juzgada, da a las partes
derecho para ser restituidas al mismo estado en que se hallarían si no hubiese existido el acto o
contrato nulo; sin perjuicio de lo prevenido sobre el objeto o causa ilícita.
En las restituciones mutuas que hayan de hacerse los contratantes en virtud de este
pronunciamiento, será cada cual responsable de la pérdida de las especies o de su deterioro, de
los intereses y frutos, y del abono de las mejoras necesarias, útiles o voluptuarias, tomándose en
consideración los casos fortuitos y la posesión de buena o mala fe de las partes; todo ello según las
reglas generales y sin perjuicio de lo dispuesto en el siguiente artículo.

El inc. II señala en concreto la manera o forma en que las partes han de ser restituidas al
mismo estado en que se encontraban hasta antes de la declaración de nulidad. Las reglas
generales que señala el legislador, se encuentran en los arts. 904 y siguientes, los cuales están
contenidos en un párrafo que se denomina de las prestaciones mutuas, ubicado dentro del título
XII que se denomina “de la reivindicación”. El legislador en la reglamentación de las prestaciones
mutuas atiende a la buena o mala de fe las partes, y aquí se encuentra claramente una protección
de la buena fe y una sanción de la mala fe.
Existen casos de excepción en los cuales las partes no van a tener derecho a ser restituidas
al estado en que se encontraban antes del contrato nulo; estos casos son:

i. El primero está contenido en el art. 1468 (este caso ya está enunciado en el art. 1687 inc. I
parte final), en donde se sanciona de manera expresa al contratante que ha actuado de
mala fe, al que a sabiendas a dado o pagado por un objeto o causa ilícita. Aquí se exige un
conocimiento efectivo, no un conocimiento presuntivo de la ley, que contiene el art. 8

Art. 1468. No podrá repetirse lo que se haya dado o pagado por un objeto o causa ilícita a
sabiendas.

Art. 1687. La nulidad pronunciada en sentencia que tiene la fuerza de cosa juzgada, da a
las partes derecho para ser restituidas al mismo estado en que se hallarían si no hubiese
existido el acto o contrato nulo; sin perjuicio de lo prevenido sobre el objeto o
causa ilícita .
En las restituciones mutuas que hayan de hacerse los contratantes en virtud de este
pronunciamiento, será cada cual responsable de la pérdida de las especies o de su
deterioro, de los intereses y frutos, y del abono de las mejoras necesarias, útiles o
voluptuarias, tomándose en consideración los casos fortuitos y la posesión de buena o
mala fe de las partes; todo ello según las reglas generales y sin perjuicio de lo dispuesto en
el siguiente artículo.

Art. 8. Nadie podrá alegar ignorancia de la ley después que ésta haya entrado en vigencia.
El art. 1687 no sólo les impide el ejercicio de la acción de nulidad en virtud del principio
nemo auditur, sino que además, y para el caso que la nulidad se pronuncie, la parte que ha
obrado torpemente no puede exigir lo que dio o pagó. Ejemplo.
Como se dijo, este “a sabiendas” a que se refiere el art. 1468, debe entenderse como un
conocimiento real y efectivo del vicio.

ii. Un segundo caso de excepción está contenido en el art. 1688. Si se declara nulo un
contrato celebrado con una persona incapaz sin los requisitos que la ley exige, el que
contrató con esa persona no puede pedir restitución o reembolso de lo que gastó o pagó
en virtud del contrato, sino en cuanto prueba que el incapaz se ha hecho más rico.

Art. 1688. Si se declara nulo el contrato celebrado con una persona incapaz sin los
requisitos que la ley exige, el que contrató con ella no puede pedir restitución o reembolso
de lo que gastó o pagó en virtud del contrato, sino en cuanto probare haberse hecho más
rica con ello la persona incapaz.
Se entenderá haberse hecho ésta más rica, en cuanto las cosas pagadas o las adquiridas
por medio de ellas, le hubieren sido necesarias; o en cuanto las cosas pagadas o las
adquiridas por medio de ellas, que no le hubieren sido necesarias, subsistan y se quisiere
retenerlas.

Esta norma se va aplicar precisamente cuando una de las partes sea un incapaz, y en
principio éste no restituye, porque el legislador subentiende que si no ha actuado
representado o autorizado, el contrato no podría favorecerle, salvo en cuanto se hubiere
hecho más rico; esto el legislador lo hace en base a otro principio inspirador del CC, como
lo es el principio del enriquecimiento sin causa.
El legislador en el art. 1688 inc. II señala cuando se entiende que el incapaz se ha hecho
más rico, y aquí se diferencian dos situaciones: en primer lugar, en cuanto a las cosas
pagadas o adquiridas le hubieren sido necesarias, como por ejemplo, cuando lo que se
recibió lo ocupó para pagar una deuda. Y en segundo lugar, en cuanto las cosas pagadas o
adquiridas, que no le hubieran sido necesarias, subsistan y se quisiere retenerlas. 20

iii. Finalmente un tercer caso de excepción se consagra en el art. 907, que trata en concreto
la restitución de los frutos, y en esta materia se distingue entre poseedor de buena o mala
fe. Al poseedor de buena fe se le da un tratamiento privilegiado, éste no está obligado a
restituir los frutos que ha percibido mientras estuvo de buena fe (y se presume que lo
está, hasta el momento de la contestación de la demanda), de acuerdo con las reglas
generales dadas en la reivindicación (arts. 906, 907, 908).

20
VODANOVIC dice que la regla del art. 1688 sólo tiene aplicación en el caso de que el contrato se anule o
rescinda por incapacidad de una de las partes; y así si el contrato se anula por ilicitud del objeto, error, dolo o
cualquier otro vicio, no se aplica este artículo. Don Rafael VALENZUELA cree que VODANOVIC se equivoca,
porque la norma se refiere al incapaz que actúa sin cumplir con las formalidades habitantes, no al incapaz por
ser tal, ya que la restitutio in integrum no tiene aplicación en nuestro sistema. Sin embargo, algunos sostienen
que la restitución quedará limitada en este caso a la cuantía, a la porción en que el incapaz se hubiere
beneficiado y no a la totalidad de lo que se hubiere dado o pagado.
Art. 906. El poseedor de mala fe es responsable de los deterioros que por su hecho o culpa
ha sufrido la cosa.
El poseedor de buena fe, mientras permanece en ella, no es responsable de estos
deterioros, sino en cuanto se hubiere aprovechado de ellos; por ejemplo, destruyendo un
bosque o arbolado, y vendiendo la madera o la leña, o empleándola en beneficio suyo.

Art. 907. El poseedor de mala fe es obligado a restituir los frutos naturales y civiles de la
cosa, y no solamente los percibidos sino los que el dueño hubiera podido percibir con
mediana inteligencia y actividad, teniendo la cosa en su poder.
Si no existen los frutos, deberá el valor que tenían o hubieran tenido al tiempo de la
percepción: se considerarán como no existentes los que se hayan deteriorado en su poder.
El poseedor de buena fe no es obligado a la restitución de los frutos percibidos antes de la
contestación de la demanda: en cuanto a los percibidos después, estará sujeto a las reglas
de los dos incisos anteriores.
En toda restitución de frutos se abonarán al que la hace los gastos ordinarios que ha
invertido en producirlos.

Art. 908. El poseedor vencido tiene derecho a que se le abonen las expensas necesarias
invertidas en la conservación de la cosa, según las reglas siguientes:
Si estas expensas se invirtieron en obras permanentes, como una cerca para impedir las
depredaciones, o un dique para atajar las avenidas, o las reparaciones de un edificio
arruinado por un terremoto, se abonarán al poseedor dichas expensas, en cuanto
hubieren sido realmente necesarias; pero reducidas a lo que valgan las obras al tiempo de
la restitución.
Y si las expensas se invirtieron en cosas que por su naturaleza no dejan un resultado
material permanente, como la defensa judicial de la finca, serán abonadas al poseedor en
cuanto aprovecharen al reivindicador, y se hubieren ejecutado con mediana inteligencia y
economía.

b. Efectos de la nulidad respecto de terceros.

La nulidad una vez declarada no solamente alcanza con sus efectos a las partes, sino que
también afecta a los terceros que derivan su derecho de la persona que adquirió la cosa en virtud
del acto o contrato nulo; por ejemplo, A le vende un auto a B, y éste se lo vende a un tercero, pero
A tiene acción reivindicatoria frente al tercero.
Lo anterior no es sino la aplicación de las reglas generales que rigen la nulidad y la
adquisición del dominio: anulado un contrato por resolución judicial ejecutoriada, sus efectos son
retroactivos, y se reputa que el contrato no ha existido nunca, que no ha habido adquisición del
dominio por parte del adquirente, y que el dominio no ha salido jamás del poder del tradente. Así
cuando se anula un contrato de compraventa, las partes se consideran como que nunca han
contratado entre sí, por lo tanto, deben ser restituidas para volver al estado en que se
encontraban antes de su celebración, y como antes de la celebración del contrato el dominio
estaba radicado en manos del vendedor, se reputa que este derecho sigue en sus manos. Siendo
así, y como por otra parte nadie puede transferir más derechos de los que tiene y nadie puede
adquirir más derechos que los que tenía su causante, las personas que han derivado sus derechos
del que compró en virtud del contrato nulo, no han podido adquirir el dominio, puesto que él no lo
tenía, y como el verdadero dueño es el primer vendedor, puede ejercitar la acción reivindicatoria
(que es la que tiene el dueño no poseedor contra el poseedor no dueño). De esta manera se
explica que la nulidad judicialmente pronunciada de acción reivindicatoria contra terceros
poseedores.
Lo mismo sucede si en vez de haber sido enajenada la propiedad, ésta fue gravada con
hipoteca, censo, etc.; en este caso el verdadero dueño tendrá acción para hacer caducar esos
gravámenes, por haber sido constituidos por quien no era dueño de la cosa. Por eso el art. 2416
dice el que sólo tiene sobre la cosa que se hipoteca un derecho eventual, limitado o rescindible, no
se entiende hipotecarla sino con las condiciones y limitaciones a que está sujeto el derecho,
aunque así no lo exprese. Por eso antes de comprar un bien inmueble hay que estudiar los títulos
de los últimos diez años.

Art. 2416. El que sólo tiene sobre la cosa que se hipoteca un derecho eventual, limitado o
rescindible, no se entiende hipotecarla sino con las condiciones y limitaciones a que está sujeto el
derecho; aunque así no lo exprese.
Si el derecho está sujeto a una condición resolutoria, tendrá lugar lo dispuesto en el artículo 1491.

En consecuencia, esta es la regla general: la nulidad judicialmente declarada da acción


reivindicatoria contra terceros poseedores, sin entrar a averiguar si estos poseedores son de
buena o mala fe. En cambio la acción resolutoria sólo da acción contra terceros poseedores de
mala fe (arts. 1490 y 1491).

Art. 1689. La nulidad judicialmente pronunciada da acción reivindicatoria contra terceros


poseedores; sin perjuicio de las excepciones legales.

Art. 1490. Si el que debe una cosa mueble a plazo, o bajo condición suspensiva o resolutoria, la
enajena, no habrá derecho de reivindicarla contra terceros poseedores de buena fe.

Art. 1491. Si el que debe un inmueble bajo condición lo enajena, o lo grava con hipoteca, censo o
servidumbre, no podrá resolverse la enajenación o gravamen, sino cuando la condición constaba
en el título respectivo, inscrito u otorgado por escritura pública.

Las excepciones legales en que no hay acción reivindicatoria, son las siguientes:

i. Ocurre en el caso de que el tercero haya adquirido la cosa por prescripción adquisitiva.
Aquí hay que tener presente los arts. 682 y 683, relacionados con los arts. 717, 2492,
2498, 2508 y 2517.

Art. 682. Si el tradente no es el verdadero dueño de la cosa que se entrega por él o a su


nombre, no se adquieren por medio de la tradición otros derechos que los transmisibles
del mismo tradente sobre la cosa entregada.
Pero si el tradente adquiere después el dominio, se entenderá haberse éste transferido
desde el momento de la tradición.

Art. 683. La tradición da al adquirente, en los casos y del modo que las leyes señalan, el
derecho de ganar por la prescripción el dominio de que el tradente carecía, aunque el
tradente no haya tenido ese derecho.
Art. 717. Sea que se suceda a título universal o singular, la posesión del sucesor, principia
en él; a menos que quiera añadir la de su antecesor a la suya; pero en tal caso se la
apropia con sus calidades y vicios.
Podrá agregarse en los mismos términos a la posesión propia la de una serie no
interrumpida de antecesores.

Art. 2492. La prescripción es un modo de adquirir las cosas ajenas, o de extinguir las
acciones y derechos ajenos, por haberse poseído las cosas o no haberse ejercido dichas
acciones derechos durante cierto lapso de tiempo, y concurriendo los demás requisitos
legales.
Una acción o derecho se dice prescribir cuando se extingue por la prescripción.

Art. 2498. Se gana por prescripción el dominio de los bienes corporales raíces o muebles,
que están en el comercio humano, y se han poseído con las condiciones legales.
Se ganan de la misma manera los otros derechos reales que no están especialmente
exceptuados.

Art. 2508. El tiempo necesario a la prescripción ordinaria es de dos años para los muebles
y de cinco años para los bienes raíces.

Art. 2517. Toda acción por la cual se reclama un derecho se extingue por la prescripción
adquisitiva del mismo derecho.

En este caso, como el poseedor, por acto suyo, se ha colocado en la imposibilidad de


restituir la cosa, rigen los arts. 898 y 900.

Art. 898. La acción de dominio tendrá también lugar contra el que enajenó la cosa, para la
restitución de lo que haya recibido por ella, siempre que por haberla enajenado se haya
hecho imposible o difícil su persecución; y si la enajenó a sabiendas de que era ajena, para
la indemnización de todo perjuicio.
El reivindicador que recibe del enajenador lo que se ha dado a éste por la cosa, confirma
por el mismo hecho la enajenación.

Art. 900. Contra el que poseía de mala fe y por hecho o culpa suya ha dejado de poseer,
podrá intentarse la acción de dominio, como si actualmente poseyese.
De cualquier modo que haya dejado de poseer y aunque el reivindicador prefiera dirigirse
contra el actual poseedor, respecto del tiempo que ha estado la cosa en su poder tendrá
las obligaciones y derechos que según este título corresponden a los poseedores de mala
fe en razón de frutos, deterioros y expensas.
Si paga el valor de la cosa y el reivindicador lo acepta, sucederá en los derechos del
reivindicador sobre ella.
Lo mismo se aplica aun al poseedor de buena fe que durante el juicio se ha puesto en la
imposibilidad de restituir la cosa por su culpa.
El reivindicador en los casos de los dos incisos precedentes no será obligado al
saneamiento.

ii. La declaración de nulidad no afecta al tercero en la situación del art. 1895, esto a
propósito de la rescisión del contrato de compraventa por lesión enorme, es decir,
rescindido un contrato de compraventa por lesión enorme, no caducan las hipotecas y
gravámenes constituidos sobre la cosa. En este caso A no tiene derecho ha hacer cesar el
gravamen, sino que la ley exige que sea B quien haga cesar los gravámenes.
Si el comprador está obligado a purificar la cosa de los gravámenes, es porque ellos no han
caducado por la sola declaración de rescisión, y aún, enajenada la cosa por el comprador,
no puede pedirse la rescisión por lesión enorme, pues esta acción se extingue cuando el
comprador ha enajenado la cosa (art. 1893).

Art. 1895. El comprador que se halle en el caso de restituir la cosa, deberá previamente
purificarla de las hipotecas u otros derechos reales que haya constituido en ella.

Art. 1893. Perdida la cosa en poder del comprador no habrá derecho por una ni por otra
parte para la rescisión del contrato.
Lo mismo será si el comprador hubiere enajenado la cosa; salvo que la haya vendido por
más de lo que había pagado por ella; pues en tal caso podrá el primer vendedor reclamar
este exceso, pero sólo hasta concurrencia del justo valor de la cosa, con deducción de una
décima parte.

iii. En materia de muerte presunta, el art. 94 se refiere a la rescisión del decreto de posesión
definitiva, señalando en el Nº 4 que los bienes del desaparecido se recobran en el estado
en que se encuentren, subsistiendo las enajenaciones, las hipotecas, y demás derechos
reales constituidos legalmente en ellos. En este caso no hay acción reivindicatoria contra
terceros.

Art. 94. En la rescisión del decreto de posesión definitiva se observarán las reglas que
siguen:
4. En virtud de este beneficio se recobrarán los bienes en el estado en que se hallaren,
subsistiendo las enajenaciones, las hipotecas y demás derechos reales constituidos
legalmente en ellos.

iv. En materia de donaciones, la regla general está consagrada en el art. 1432 (en relación con
los arts. 1425 y 1426), y consiste en que si se declara la nulidad de un contrato de
donación, el donante por regla general, no tiene acción contra terceros poseedores, ni
para la extinción de la hipoteca, servidumbre u otros derechos constituidos sobre la cosa
donada.

Art. 1432. La resolución, rescisión y revocación de que hablan los artículos anteriores, no
dará acción contra terceros poseedores, ni para la extinción de las hipotecas,
servidumbres u otros derechos constituidos sobre las cosas donadas, sino en los casos
siguientes:
1. Cuando en escritura pública de la donación (inscrita en el competente registro, si la
calidad de las cosas donadas lo hubiere exigido), se ha prohibido al donatario enajenarlas,
o se ha expresado la condición;
2. Cuando antes de las enajenaciones o de la constitución de los referidos derechos, se ha
notificado a los terceros interesados, que el donante u otra persona a su nombre se
propone intentar la acción resolutoria, rescisoria o revocatoria contra el donatario;
3. Cuando se ha procedido a enajenar los bienes donados, o a constituir los referidos
derechos, después de intentada la acción.
El donante que no hiciere uso de dicha acción contra terceros, podrá exigir al donatario el
precio de las cosas enajenadas, según el valor que hayan tenido a la fecha de la
enajenación.

Art. 1425. Son rescindibles las donaciones en el caso del artículo 1187.

Art. 1426. Si el donatario estuviere en mora de cumplir lo que en la donación se le ha


impuesto, tendrá derecho el donante o para que se obligue al donatario a cumplirlo, o
para que se rescinda la donación.
En este segundo caso será considerado el donatario como poseedor de mala fe, para la
restitución de las cosas donadas y los frutos, siempre que sin causa grave hubiere dejado
de cumplir la obligación impuesta.
Se abonará al donatario lo que haya invertido hasta entonces en desempeño de su
obligación, y de que se aprovechare el donante.

v. La acción de indignidad, la cual no pasa contra terceros poseedores de buena fe. Si un


indigno de suceder a otro lo ha sucedido y ha enajenado los bienes muebles de la
sucesión, los verdaderos herederos no tendrán acción contra terceros poseedor de
acuerdo con el art. 976.

Art. 976. La acción de indignidad no pasa contra terceros de buena fe.

Para que un tercero resulte afectado por la declaración de nulidad, es menester, que se
proceda judicialmente en contra de él (que se entable una acción reivindicatoria, se notifique y se
inicie un juicio contra él). En el hecho, es posible ejercer conjuntamente las acciones de nulidad y
la acción reivindicatoria, así lo permite el CPC.

Respecto a las a c c i o n e s a q u e d a o r i g e n l a n u l i d a d , hay una acción personal


para la anulación del contrato, la cual debe dirigirse contra los contratantes; y una acción real
(reivindicatoria) dirigida contra el actual poseedor de la cosa o el que tenga sobre ella un derecho
real emanado del que adquirió en virtud del contrato nulo.

1.2.5. La nulidad de los actos de los incapaces.

La regla es que si un relativamente incapaz celebra un acto sin las formalidades


habilitantes, el acto es anulable de nulidad relativa, y para demandarla, el incapaz deberá cumplir
con todas las formalidades que la ley exige (pedirla a través de su representante legal o autorizado
por éste). Así, si un incapaz en el deseo de celebrar un contrato, se hace pasar por capaz, y si se
limita a decir que es mayor de edad o que no está interdicto, igual podrá pedir más tarde la
nulidad relativa del contrato, porque la ley estima que el otro contratante ha sido negligente al no
cerciorarse del verdadero estado del incapaz y dejarse guiar por meras aseveraciones. Pero no
sucede lo mismo si de parte del incapaz ha habido dolo para inducir al acto o contrato, por
ejemplo, si falsifica una partida de nacimiento para aparecer como mayor de edad; en este caso no
hay ninguna negligencia de parte del otro contratante, ya que no puede presumir la mala fe, y es
por ello que la ley no permite al incapaz ni a sus herederos o cesionarios alegar la nulidad.
En relación con lo anterior, hay que tener en cuenta el art. 1685 el cual señala que si el
incapaz realizó maquinizaciones fraudulentas tendientes a esconder su incapacidad, en este caso
operaría el principio nemo auditor (el que se aprovecha de su propio dolo no será oído). Pero si el
incapaz se limitó a afirmar que era capaz, el legislador no lo priva de acción, esto porque se
sanciona al contratante que no fue diligente para los efectos de verificar la capacidad de su
contratante.

Art. 1685. Si de parte del incapaz ha habido dolo para inducir al acto o contrato, ni él ni sus
herederos o cesionarios podrán alegar nulidad. Sin embargo, la aserción de mayor edad, o de no
existir la interdicción u otra causa de incapacidad, no inhabilitará al incapaz para obtener el
pronunciamiento de nulidad.

Esta norma, al igual que en la nulidad absoluta, contempla un caso de indignidad para
pedir la nulidad relativa. Se discute si en la indignidad contemplada en la nulidad absoluta, se
incluyen los herederos y cesionarios, porque el art. 1683 no los menciona, al contrario de lo que
sucede en esta situación.

Art. 1683. La nulidad absoluta puede y debe ser declarada por el juez, aun sin petición de parte,
cuando aparece de manifiesto en el acto o contrato; puede alegarse por todo el que tenga interés
en ello, excepto el que ha ejecutado el acto o celebrado el contrato, sabiendo o debiendo saber el
vicio que lo invalidaba; puede asimismo pedirse su declaración por el ministerio público en el
interés de la moral o de la ley; y no puede sanearse por la ratificación de las partes, ni por un lapso
de tiempo que no pase de diez años.

También hay que tener en cuenta el art. 1686, que es fundamental en esta materia. La
razón de este artículo, radica en que el legislador quiere dejar en claro que en el CC no rige a favor
de los incapaces el beneficio de la retitutio in integrum.

Art. 1686. Los actos y contratos de los incapaces en que no se ha faltado a las formalidades y
requisitos necesarios, no podrán declararse nulos ni rescindirse, sino por las causas en que
gozarán de este beneficio las personas que administran libremente sus bienes.

Por último, la tercera regla que hay que tener en consideración es el art. 1688.

Art. 1688. Si se declara nulo el contrato celebrado con una persona incapaz sin los requisitos que
la ley exige, el que contrató con ella no puede pedir restitución o reembolso de lo que gastó o
pagó en virtud del contrato, sino en cuanto probare haberse hecho más rica con ello la persona
incapaz.
Se entenderá haberse hecho ésta más rica, en cuanto las cosas pagadas o las adquiridas por medio
de ellas, le hubieren sido necesarias; o en cuanto las cosas pagadas o las adquiridas por medio de
ellas, que no le hubieren sido necesarias, subsistan y se quisiere retenerlas.

2. La ineficacia en sentido estricto.

La ineficacia en sentido estricto, supone un acto existente y válido, pero que no va a


producir sus efectos o que va a dejar de producirlos por causas extrínsecas, esto es, por un hecho
que es posterior y ajeno al acto mismo.
Se distingue dentro de ella: la resolución, la terminación, la revocación, la resciliación, el
desistimiento unilateral, la caducidad, la suspensión y la inoponibilidad.
2.1. La resolución.

Se puede definir como el término de una relación contractual por sobrevenir un hecho
futuro e incierto que puede consistir o no en el incumplimiento de las obligaciones por una de las
partes; en otras palabras, es la condición resolutoria cumplida, la cual pone término a las
obligaciones del contrato, y en consecuencia a éste, operando con cierto efecto retroactivo.
Declarada la resolución, se extinguen las obligaciones de las partes, y el incumplidor debe
indemnizar los perjuicios (el efecto retroactivo de la condición cumplida, puede afectar a los
terceros en ciertos casos).
Esto se vincula con el tema de las condiciones, y la principal condición resolutoria, es la
condición resolutoria tácita (arts. 1489, 1490 y 1491); también puede ser condición resolutoria
ordinaria.

Art. 1489. En los contratos bilaterales va envuelta la condición resolutoria de no cumplirse por uno
de los contratantes lo pactado.
Pero en tal caso podrá el otro contratante pedir a su arbitrio o la resolución o el cumplimiento del
contrato, con indemnización de perjuicios.

Art. 1490. Si el que debe una cosa mueble a plazo, o bajo condición suspensiva o resolutoria, la
enajena, no habrá derecho de reivindicarla contra terceros poseedores de buena fe.

Art. 1491. Si el que debe un inmueble bajo condición lo enajena, o lo grava con hipoteca, censo o
servidumbre, no podrá resolverse la enajenación o gravamen, sino cuando la condición constaba
en el título respectivo, inscrito u otorgado por escritura pública.

2.2. La terminación.

Es la resolución pero aplicada a una especie particular de contrato, que son los contratos
de tracto sucesivo (por ejemplo, el arrendamiento). La resolución opera con efecto retroactivo, en
cambio la terminación sólo hacia el futuro.
Dicho de otro modo, es la condición resolutoria cumplida referida los contratos de tracto
sucesivo, y opera siempre hacia el futuro.

2.3. La revocación.

Es una declaración unilateral de voluntad que consiste en la retractación de un acto


jurídico ya celebrado, aún bilateral, consentida por la ley al autor de dicha retractación. La regla
general, es que la revocación solamente proceda respecto actos jurídicos unilaterales, como por
ejemplo el testamento, que es un acto jurídico unilateral y esencialmente revocable.
Excepcionalmente también es posible aplicar la revocación respecto de actos jurídicos bilaterales,
en este caso la doctrina se refiere a esta causal como r e s c i l i a c i ó n u n i l a t e r a l , por ejemplo,
en el caso del contrato de mandato, respecto a este contrato el legislador señala en el art. 2163 Nº
3 que el mandato termina por revocación del mandante (también por la renuncia del mandatario).
Art. 2163. El mandato termina:
3. Por la revocación del mandante.

Hay que precisar que la revocación se da excepcionalmente en los contratos bilaterales,


porque aquí se aplica el adagio de que en derecho las cosas se deshacen de la misma manera en
que se hacen. Esto se da en el mandato, porque es un contrato de confianza, y la confianza se
puede perder.
Hay contratos que por sus características son irrevocables, o sea, no pueden ser privados
de efectos por la declaración de una sola de las partes, y esto se debe a que vinculan de inmediato
a ambas, por lo tanto, para restarles eficacia es preciso que lo hagan ambas partes por mutuo
disenso.

2.4. La resciliación.

También llamada mutuo discenso, es una convención (acto jurídico bilateral) por la cual las
partes acuerdan dejar sin efecto un contrato (siempre que no se hayan cumplido las obligaciones
recíprocas, sino sería un nuevo contrato). El legislador admite por regla general, que los contratos
puedan dejarse sin efecto por resciliación, así lo reconoce en los arts. 1545 y 1567 Nº 1. Una
excepción a esto, se da en el caso del matrimonio.

Art. 1545. Todo contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes, y no puede ser
invalidado sino por su consentimiento mutuo o por causas legales.

Art. 1567. Toda obligación puede extinguirse por una convención en que las partes interesadas,
siendo capaces de disponer libremente de lo suyo, consienten en darla por nula. Las obligaciones
se extinguen además en todo o parte:
1. Por la solución o pago efectivo.

2.5. Desistimiento unilateral.

Es el término de una relación contractual por decisión de una parte comunicada a la otra.
Esta es una figura de aplicación excepcional, que sólo rige cuando las partes lo han pactado, o
cuando la ley lo establece. Generalmente se da en los contratos de tiempo indeterminado o de
tracto sucesivo (una de las formas de desistimiento es el desahucio en el contrato de trabajo y en
el arrendamiento).
El desistimiento unilateral puede ser una facultad reconocida a una de las partes antes de
que el contrato haya comenzado a ejecutarse o después. De ordinario, el aviso que debe darse a la
otra parte, se exige que se haga con determinada anticipación, para que ella pueda proveer con
debido tiempo a la disolución de la relación (generalmente se pacta una multa o arras de carácter
penitencial, como contraprestación del desistimiento).
La doctrina señala que la diferencia que existe entre la revocación y el desistimiento
unilateral, es, en primer lugar, respecto del ámbito en el que operan, ya que la revocación opera
tanto en actos jurídicos unilaterales como en actos jurídicos bilaterales, en cambio el desistimiento
unilateral, opera específicamente en actos jurídicos bilaterales (contratos); y en segundo lugar, la
revocación ataca a la fuente, se deja sin efecto la fuente generadora de las obligaciones, en
cambio, el desistimiento ataca directamente a las obligaciones21.

2.6. La caducidad.

Suele utilizarse el término en diversos sentidos, y se define como la pérdida de un derecho


por no haberse ejercido por su titular durante el término fijado para su ejercicio por la ley, o por la
voluntad de las partes.

2.7. La suspensión.

Hay suspensión del acto jurídico cuando los efectos de éste, para tener lugar, están
subordinados a la ocurrencia de un hecho, y éste todavía no se ha verificado. Tal hecho puede ser
una condición suspensiva fijada por las partes o una condición legal, que es un hecho determinado
establecido como necesario por la ley, en calidad de supuesto, para que los efectos del acto
puedan producirse. Así por ejemplo, la muerte del testador es una condición legal, y mientras ello
no ocurra el testamento permanecerá inmóvil.

2.8. La inoponibilidad.

Ésta es una causal de ineficacia en sentido estricto, pero también es una sanción civil. Se
define normalmente por la doctrina, como la ineficacia respecto de terceros de un derecho nacido
ya sea a consecuencia de la celebración o de la nulidad de un acto jurídico (en algunos casos la
ineficacia respecto de terceros puede venir de la resolución y de la revocación). También se define
como la sanción legal que consiste en el impedimento de hacer valer, frente a ciertos terceros, un
derecho nacido de un acto jurídico válido o de uno nulo, revocado o resuelto.
A diferencia de lo que ocurre con la nulidad, la inoponibilidad no está tratada de manera
sistemática en el CC, no hay un título que la defina, que fije sus causales o consecuencias, pero sí se
pueden encontrar casos de inoponibilidad, hipótesis sancionadas con inoponibilidad; sin embargo,
en estos casos el legislador ni siquiera utiliza el término inoponibilidad, sólo lo utiliza
expresamente en disposiciones como el art. 1757.

Art. 1757. Los actos ejecutados sin cumplir con los requisitos prescritos en los artículos 1749, 1754
y 1755 adolecerán de nulidad relativa. En el caso del arrendamiento o de la cesión de la tenencia,
el contrato regirá sólo por el tiempo señalado en los artículos 1749 y 1756.
La nulidad o i n o p o n i b i l i d a d anteriores podrán hacerlas valer la mujer, sus herederos o
cesionarios.

21
La revocación sería un acto sucesivo que tiende primero a borrar o retirar el acto jurídico originario,
desapareciendo mediatamente o por vía de consecuencial, los efectos de éste; por ejemplo, en el juicio para
revocar la donación entre vivos por ingratitud del donatario, se tiende a derribar la donación y como
consecuencia se eliminan los efectos que había originado ese contrato. El desistimiento, aunque también es un
acto jurídico sucesivo, se encamina, en cambio, a disolver inmediatamente la relación determinada por el
contrato, no ataca a éste para derribarlo ni lo cuestiona, sólo pretende poner fin a la relación y, naturalmente,
sólo para el futuro y no con retroactividad.
El cuadrienio para impetrar la nulidad se contará desde la disolución de la sociedad conyugal, o
desde que cese la incapacidad de la mujer o de sus herederos.
En ningún caso se podrá pedir la declaración de nulidad pasados diez años desde la celebración del
acto o contrato.

La doctrina se ha encargado de sistematizar este tema, y ha ordenado las causales de


inoponibilidad; éstas son las siguientes:

i. La primera causal de inoponibilidad la constituye la o m i s i ó n d e f o r m a l i d a d e s p o r


v í a d e p u b l i c i d a d s u s t a n c i a l e s . Las formalidades por vía de publicidad
corresponden a requisitos externos del acto jurídico, y en caso de que estas formalidades
sean sustanciales, la sanción es precisamente la inoponibilidad.
Aquí no se afecta la validez del acto jurídico entre las partes, pero el legislador establece
que como falta esta formalidad, el derecho no va a poder hacerse valer respecto de
terceros. Un ejemplo de esta causal de inoponibilidad se encuentra en el art. 1707;
también en el art. 1902 a propósito de la cesión de créditos, que establece que tanto la
notificación como la aceptación son necesarias (pues se protege a terceros acreedores);
otro caso está contenido en el art. 2503.

Art. 1707. Las escrituras privadas hechas por los contratantes para alterar lo pactado en
escritura pública, no producirán efecto contra terceros.
Tampoco lo producirán las contraescrituras públicas, cuando no se ha tomado razón de su
contenido al margen de la escritura matriz cuyas disposiciones se alteran en la
contraescritura, y del traslado en cuya virtud ha obrado el tercero.

Art. 1902. La cesión no produce efecto contra el deudor ni contra terceros, mientras no ha
sido notificada por el cesionario al deudor o aceptada por éste.

Art. 2503. Interrupción civil es todo recurso judicial intentado por el que se pretende
verdadero dueño de la cosa, contra el poseedor.
Sólo el que ha intentado este recurso podrá alegar la interrupción; y ni aun él en los casos
siguientes:
1. Si la notificación de la demanda no ha sido hecha en forma legal;
2. Si el recurrente desistió expresamente de la demanda o se declaró abandonada la
instancia;
3. Si el demandado obtuvo sentencia de absolución.
En estos tres casos se entenderá no haber sido interrumpida la prescripción por la
demanda.

ii. Otra causal de inoponibilidad es la f a l t a d e f e c h a c i e r t a (art. 1703). Los


instrumentos privados no registran en su otorgamiento la intervención de un ministro de
fe, por lo tanto, estos pueden antedatarse o posdatarse precisamente porque no hay un
ministro de fe que de una fecha cierta a la celebración del acto. Respecto de esto, el
legislador en el art. 1703 señala que el instrumento privado no tiene fecha cierta sino en
los casos que señala la ley, como por ejemplo, así se cuenta respecto de terceros desde el
fallecimiento de alguno de los que han firmado.
Art. 1703. La fecha de un instrumento privado no se cuenta respecto de terceros sino
desde el fallecimiento de alguno de los que le han firmado, o desde el día en que ha sido
copiado en un registro público, o en que conste haberse presentado en juicio, o en que
haya tomado razón de él o le haya inventariado un funcionario competente, en el carácter
de tal.

iii. Otra causal de inoponibilidad la constituye la f a l t a d e c o n s e n t i m i e n t o ; el supuesto,


aquí es que el acto es inoponible porque una de las partes no ha consentido. Uno de los
casos a analizar dentro de esta hipótesis, es la venta de cosa ajena, ya que a partir del art.
1815, se dice que la venta de cosa ajena es válida pero inoponible al verdadero dueño,
porque él no consintió. En este caso el legislador se refiere a la validez del contrato como
instrumento, en el sentido de que cumple tanto con los requisitos de existencia como con
los requisitos de validez (las partes eran capaces, no hay causa ilícita, no hay objeto ilícito,
etc.), además en Chile los contratos no transfieren el dominio, por lo que no se perjudica
al dueño; en lo que respecta al comprador, éste adquiere la calidad de poseedor, la que
unida al transcurso del tiempo le permite adquirir el dominio por prescripción adquisitiva.
Los contratos sólo crean derechos y obligaciones para las partes, y no es obligación, en el
contrato de compraventa, para el vendedor transferir el dominio.

Art. 1815. La venta de cosa ajena vale, sin perjuicio de los derechos del dueño de la cosa
vendida, mientras no se extingan por el lapso de tiempo.

iv. Otro caso se encuentra en el art. 1757, en relación con los arts. 1749 y 1756. Estas
disposiciones dicen relación con el régimen de sociedad conyugal, y el art. 1749
específicamente, establece una limitación al marido como administrador de la sociedad
conyugal, que consiste en que éste no puede dar en arriendo o ceder la tenencia de
inmuebles sociales por más de cinco años, en el caso de los predios urbanos, y por más de
ocho años en el caso de los predios rústicos (el art. 1756 se refiere a los bienes de la
mujer). Al respecto, el art. 1757 señala que los contratos celebrados por el marido por
periodos que superen los establecidos en el art. 1749 son inoponibles a la mujer (sólo en
el exceso, es válido hasta el límite).

Art. 1757. Los actos ejecutados sin cumplir con los requisitos prescritos en los artículos
1749, 1754 y 1755 adolecerán de nulidad relativa. En el caso del arrendamiento o de la
cesión de la tenencia, el contrato regirá sólo por el tiempo señalado en los artículos 1749 y
1756.
La nulidad o inoponibilidad anteriores podrán hacerlas valer la mujer, sus herederos o
cesionarios.
El cuadrienio para impetrar la nulidad se contará desde la disolución de la sociedad
conyugal, o desde que cese la incapacidad de la mujer o de sus herederos.
En ningún caso se podrá pedir la declaración de nulidad pasados diez años desde la
celebración del acto o contrato.

Art. 1749. El marido es jefe de la sociedad conyugal, y como tal administra los bienes
sociales y los de su mujer; sujeto, empero, a las obligaciones y limitaciones que por el
presente Título se le imponen y a las que haya contraído por las capitulaciones
matrimoniales...
No podrá tampoco, sin dicha autorización, disponer entre vivos a título gratuito de los
bienes sociales, salvo el caso del artículo 1735, ni dar en arriendo o ceder la tenencia de
los bienes raíces sociales urbanos por más de cinco años, ni los rústicos por más de ocho,
incluidas las prórrogas que hubiere pactado el marido.

Art. 1756. Sin autorización de la mujer, el marido no podrá dar en arriendo o ceder la
tenencia de los predios rústicos de ella por más de ocho años, ni de los urbanos por más
de cinco, incluidas las prórrogas que hubiere pactado el marido.
Es aplicable a este caso lo dispuesto en los incisos 7.º y 8.º del artículo 1749.

v. Otra causal de inoponibilidad, son los casos derivados de la nulidad de un acto o contrato,
a esto se hace referencia en el art. 1689, que señala que la nulidad legalmente declarada
es oponible a terceros, salvo en los casos que la ley señale lo contrario.

Art. 1689. La nulidad judicialmente pronunciada da acción reivindicatoria contra terceros


poseedores; sin perjuicio de las excepciones legales.

vi. Otra causal de inoponibilidad, la constituye la inoponibilidad por simulación 22. Del art.
1707 inc. I, se desprende que el acto simulado no vale contra terceros.

Art. 1707.inc. I. Las escrituras privadas hechas por los contratantes para alterar lo pactado
en escritura pública, no producirán efecto contra terceros.

22
La simulación es una hipótesis en que se produce una divergencia entre la voluntad real y la voluntad
declarada, destacando que la divergencia es consciente y deliberada, realizada por las partes con fines de
engaño para perjudicar a terceros y/o para infringir la ley.

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