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UNIDAD III

INSTRUMENTOS PÚBLICOS, PRIVADOS Y


PARTICULARES

1. Clases de instrumentos. Por Marcela H. Tranchini

El CCCN en la Sección 3ª, Capítulo 5, Título IV, Libro Primero, referida a la


forma y prueba del acto jurídico recepta la clasificación de los instrumentos que
efectuaba la doctrina en torno al código velezano, distinguiendo los instrumentos
públicos de los instrumentos particulares, que a su vez clasifica en particulares no
firmados y privados (que son los particulares firmados). Además renueva y expande la
posibilidad de utilizar soportes distintos del papel, incorporando al código la noción de
“soporte”, en respuesta a los avances tecnológicos.

Así, el art. 286 dice:

La expresión escrita puede tener lugar por instrumentos públicos, o por instrumentos
particulares firmados o no firmados, excepto en los casos en que determinada instrumentación
sea impuesta. Puede hacerse constar en cualquier soporte, siempre que su contenido sea
representado con texto inteligible, aunque su lectura exija medios técnicos.

Por su parte, el art. 287, establece:

Los instrumentos particulares pueden estar firmados o no. Si lo están, se llaman


instrumentos privados.
Si no lo están, se los denomina instrumentos particulares no firmados; esta categoría
comprende todo escrito no firmado, entre otros, los impresos, los registros visuales o auditivos
de cosas o hechos y, cualquiera que sea el medio empleado, los registros de la palabra y de
información.

La expresión escrita se relaciona con la prueba, y cobra importancia junto a la


manifestación de la voluntad, que debe ser exteriorizada para surtir efectos jurídicos.

La autonomía de la voluntad se vincula con el principio de libertad de formas,


que rige para los actos jurídicos que no tengan una forma impuesta o determinada por
la ley.

2. Instrumentos públicos. Por Marcela H. Tranchini


2. 1. Concepto.

El documento escrito se utiliza cuando se pretende dar certeza a los actos


jurídicos que se celebran o demostrar la existencia de hechos.
El art. 682 enuncia las categorías de instrumentos que luego se desarrollan en
las Secciones 4º' y 5º (Instrumentos públicos y Escritura pública y acta) y 6º
(Instrumentos privados y particulares) del Título IV del Libro Primero del Código Civil y
Comercial de la Nación.
A la clasificación de instrumentos en públicos y privados propia del código
derogado agrega expresamente la de instrumentos particulares no firmados que ya
había sido analizada por la doctrina.
Su fuente es el art. 978 del código velezano que decía:
“la expresión por escrito puede tener lugar, o por instrumento público o por
instrumentos particulares, salvo los casos en que la forma del instrumento público fuere
exclusivamente impuesta.”

El art. 289 inicia la sección que dedica a la regulación de los instrumentos


públicos. No los define, pero hace una enumeración de tres categorías que considera
como tales, de la que se pueden extraer sus características.
El artículo dice:
“Enunciación. Son instrumentos públicos:
a) las escrituras públicas y sus copias o testimonios;
b) los instrumentos que extienden los escribanos o los funcionarios públicos con los requisitos
que establecen las leyes;
c) los títulos emitidos por el Estado nacional, provincial o la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
conforme a las leyes que autorizan su emisión.”

La ley requiere, por una necesidad social, que algunos actos y negocios
jurídicos se otorguen a través de instrumentos que brinden seguridad en el tráfico
jurídico y, además, en caso de controversia, agilicen su prueba, de modo tal que
puedan ser acreditados sin otro recaudo que su sola presentación en juicio.
Por tal motivo la ley crea instrumentos, que denomina públicos, a los que
impone requisitos de validez y, si ellos se cumplen, les otorga una eficacia probatoria
que es la de hacer plena fe (art. 296 CCCN) de su contenido, en cuanto que se ha
realizado el acto, la fecha, el lugar y los hechos que el oficial público enuncia como
cumplidos por él o ante él hasta que el instrumento sea declarado falso en juicio civil o
criminal.
La doctrina se ha encargado de definir a los instrumentos públicos.
Para Salvat “es el otorgado con las formalidades que la ley establece, en
presencia de un oficial público a quien la ley confiere la facultad de autorizarlo".

Llambías, en sentido similar dice que son “los otorgados con las formalidades
que la ley establece, en presencia del oficial público a quien la ley le confiere la
facultad de autorizarlos”.

Para estos autores el elemento dominante de la definición es la intervención del


oficial público que agrega su autoridad al documento.

2. 2. Enumeración

El art. 289, bajo el epígrafe “Enunciación”, dice:

“Son instrumentos públicos:


a. las escrituras públicas y sus copias o testimonios;
b. los instrumentos que extienden los escribanos o los funcionarios públicos con los
requisitos que establecen las leyes;
c. los títulos emitidos por el Estado nacional, provincial o la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, conforme a las leyes que autorizan su emisión.”

Se ha restringido marcadamente la enumeración del art. 979 del código


velezano y, tal como se había sostenido de la enumeración de dicha norma, ésta es
enunciativa, porque pueden existir otros supuestos no incluidos en ella.

A continuación se analiza el alcance del nuevo artículo:

Inc. a: Su fuente, el art. 979 inc. 1 C.Civ. decía:

“Son instrumentos públicos respecto de los actos jurídicos:


1º. Las escrituras públicas hechas por escribanos públicos en sus libros de protocolo, o
por otros funcionarios con las mismas atribuciones, y las copias de esos libros sacadas en la
forma que prescribe la ley”
El primer inciso del art. trata de los instrumentos extendidos en el protocolo de
un escribano público, lo que incluye no solo a las escrituras públicas (art. 299 CCCN),
sino también a las actas notariales, que deben reunir los mismos recaudos que la
escritura pública (arts. 310 y311).

Se incluyen además, las primeras (o ulteriores) copias o testimonios de la


matriz, términos que el Código utiliza como sinónimos —el C.Civ. se refería sólo a
copias— que posibilitan la circulación en el tráfico negocial de las escrituras y que
tienen el mismo valor que aquella, siempre que reúnan los recaudos formales para ser
consideradas tales (art. 308 CCCN).

En cuanto a otros funcionarios autorizados a ejercer las mismas funciones que


el escribano, si bien no los menciona el artículo en análisis, se refiere a ellos el art. 299
que define a la escritura pública cuando, en su primera parte, dice:

“La escritura pública es el instrumento matriz extendido en el protocolo de un escribano


público o de otro funcionario autorizado para ejercer las mismas funciones, que contienen uno
o más actos jurídicos.”
¿Quiénes son los funcionarios autorizados a ejercer las mismas funciones que
el escribano?

Se trata de los cónsules (art. 20 inc. c) y d), Ley 20.957/ 75, relativa al régimen
del Servicio Exterior de la Nación. Allí se establece que los funcionarios del Servicio
Exterior de la Nación a cargo de oficinas o secciones consulares pueden autorizar
todos los actos jurídicos que, según las leyes de la Nación, correspondieren a los
escribanos públicos y que su formalización tendrá plena validez en todo el territorio de
la República Argentina. En otras palabras, los cónsules podrán autorizar documentos
notariales, incluso escrituras públicas, con las formalidades y condiciones exigidas por
las leyes de la Nación para la validez de los instrumentos públicos, cumpliendo con los
recaudos que dicha ley determina.

Además de los cónsules, en el caso específico de testamentos pueden ser


otorgados por un argentino en el exterior o por un extranjero domiciliado en el Estado,
ante un ministro plenipotenciario del Gobierno de la República o un encargado de
negocios (art. 2646 CCCN).

Inc. b:

El inciso b reproduce prácticamente la redacción del inciso 2° del artículo 979


del código derogado, cuya fuente se reconoce en el artículo 688, inciso 2° del Esbozo
de Freitas.

El inc. 2º del código velezano consideraba instrumentos públicos a:

“Cualquier otro instrumento que extendieren los escribanos o funcionarios públicos en


la forma que las leyes hubieren determinado;..”
Respecto de los otros instrumentos que extendieren los escribanos, comprende
a aquellos que mencionan las leyes orgánicas, distintos de las escrituras y actas, esto
es: certificaciones de copias, de firmas, cargos.

Más compleja es la interpretación de los instrumentos extendidos por otros


funcionarios públicos.
Ha predominado el criterio amplio, extendido incluso en la doctrina
especializada, que incluye allí a cualquier documento que satisfaga las formalidades
legales y sea extendido por un funcionario público competente, de manera se
comprenden muchos supuestos que se denominan documentos oficiales. En ese
entendimiento se encuadran dentro del concepto de funcionario público a quienes
integran los tres Poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, ya sea en el
ámbito nacional, provincial o municipal, incluyendo en esa categoría a: leyes, decretos
y resoluciones oficiales, las actas de los oficiales públicos de registro civil, etcétera;
respecto de los documentos judiciales, se debe distinguir los emanados de los
distintos funcionarios en el ámbito de su competencia: jueces, secretarios,
prosecretarios, oficiales, notificadores, oficiales de justicia, etcétera, de los escritos
presentados por las partes, que no adquieren el carácter de instrumentos públicos
aunque integren el expediente judicial.

Al respecto ilustran los Fundamentos del Anteproyecto, en el que se vierten las


consideraciones efectuadas por la Comisión integrada por los Doctores, Lorenzetti,
Highton de Nolasco y Kemelmajer de Carlucci. Allí se lee:

“Se dedica la Sección cuarta a los instrumentos públicos, tema sobre el cual existen
múltiples discusiones doctrinales. Se entiende que la instrumentación de los actos en el Código
Civil vigente solo admite las variantes de instrumentos públicos, instrumentos privados e
instrumentos particulares no firmados, mas esta diferencia surge exclusivamente de la
instrumentación, no de los actos de los cuales emana, lo cual ha sido cuestionado por la
doctrina.
Se ha criticado que el Código incluye en la extensa enumeración del artículo.
979, un conjunto de instrumentos, que pueden ser agrupados del siguiente modo:
I) Los que refieren, sin describir el supuesto de hecho que los configura, como
actos en los cuales intervienen particulares y un funcionario público, o agentes investidos de
funciones públicas: el caso de las escrituras públicas, las otorgadas por otros funcionarios,
actas judiciales, y los asientos de los matrimonios;
II) Los que refieren a instrumentos emanados de funcionarios públicos de modo
unilateral, o sea sin intervención de particulares: asientos de corredores, letras aceptadas por
el gobierno o sus delegados, billetes u otros títulos de crédito emitidos por el Tesoro Público,
cuentas sacadas de los libros fiscales, inscripciones de la deuda pública, acciones de
compañías, billetes, libretas, y toda cédula emitida por los Bancos.
La doctrina especializada ha separado conceptualmente dos especies de
instrumentos públicos:
I) Instrumentos Oficiales, que son todos aquellos originados por funcionarios
públicos, y que tienen un valor superior al de los instrumentos regulados por el Código Civil, ya
que son originados por órganos del Poder Público. Estos instrumentos generan una presunción
de legitimidad y legalidad que invierte la carga de la prueba, pero admiten simple prueba en
contrario. Tal es el caso de la moneda, decretos, órdenes, etc. Son instrumentos oficiales, con
prescindencia de su contenido. En sentido estricto, su regulación jurídica pertenece al Derecho
Público, y solo es aplicable el Código Civil de modo residual, debido a que todavía no ha sido
dictado un Código de Derecho Público, tal cual la doctrina especializada ha destacado;
II) Instrumentos Públicos en sentido estricto, expresión que debe remitir
específicamente al ámbito de la normativa civil. En este ámbito, la expresión instrumento
público refiere a aquellos instrumentos que devienen de la actuación de agentes a cargo de
funciones públicas, cuya competencia material esté asignada por ley formal, siempre y cuando
dichos instrumentos consten de documentos matrices elaborados conforme rigurosos
procedimientos garantistas (respecto a los ciudadanos): comprobación de identidad, capacidad,
legitimación; adecuación de la voluntad que define el objeto y la causa del acto, no solo para
cerciorarse de su congruencia, sino de la expresión técnica correspondiente; presencia en el
acto, para garantizar la legalidad, certeza acerca de la comprensión y alcances de las
declaraciones, y de la libertad y autonomía para expresarla; fijación coetánea con lo sucedido,
modo adicional de garantizar la precisión y certeza inherentes a esta clase de actos;
conservación, guarda, archivo ordenado y protección de los instrumentos matrices para permitir
en todo momento la auditabilidad, verificación y consulta.
Sin ignorar estos desarrollos, se mantienen criterios más tradicionales, en tanto a los
fines de la legislación no son necesarias ni convenientes tales diferenciaciones.
En consecuencia, entre los instrumentos públicos, en primer lugar se incluyen las
escrituras públicas y las copias, llamándose tales a los conocidos como testimonios, pero para
las cuales las leyes notariales consignan la palabra copia, por ser la que el Código Civil utiliza
al referirse a esta clase de reproducciones. Parece conveniente respetar esta práctica
legislativa.
Luego, no sólo los instrumentos que extienden los escribanos sino también aquellos
extendidos por los funcionarios públicos con los requisitos que establezcan las leyes y
asimismo los títulos emitidos por el Estado nacional o provincial conforme a las leyes que
autorizan su emisión. Estos títulos son instrumentos oficiales que emanan de funcionarios y,
aunque conforme con la doctrina el contenido de estos documentos no es propio de la fe
pública, por su jerarquía gozan de una presunción de legitimidad y de autenticidad que los
habilita para quedar incluidos en este cuerpo legal como instrumentos públicos.”

En consecuencia, si se atiene a la interpretación que le han dado los autores


del código, asiste razón a la doctrina amplia, que incluye dentro de los instrumentos
públicos a todos los documentos oficiales. Pero con una importante precisión:

Los instrumentos públicos extendidos por escribanos u otros funcionarios con


facultades fedantes narran los hechos que perciben y coetáneamente los vuelcan al
instrumento. Así: secretarios de Juzgado, cuando expiden testimonios de los
expedientes; cónsules, cuando autorizan instrumentos públicos; secretarios
legislativos, respecto de las actas de sesiones del Congreso; jefes del Registro Civil,
cuanto labran actas de nacimiento, defunción, matrimonio, etc.; funcionarios de los
Registros de la Propiedad cuando expiden certificados o informes del registro de la
propiedad; oficiales de justicia, cuando labran actas. Estos instrumentos gozan de
plena fe, pero con la particularidad de que los hechos que el oficial público enuncia
como cumplidos por él o ante él, esa plena fe solo se destruye con la declaración de
falsedad en juicio civil o criminal.

Respecto de los documentos oficiales, emanados de cualquier funcionario


público, siempre que se cumplan con las formalidades, de acuerdo al tipo de
instrumento, estos documentos no tienen un contenido propio de la fe pública, aunque
por su jerarquía gozan de una presunción de legitimidad y de autenticidad, esto es, de
autoría cierta.
En este sentido, la Comisión X de las XXVI En las Nacionales de Derecho Civil,
celebradas en La Plata el 28, 29 y 30 de septiembre de 2017, concluyó por
unanimidad que:

“I.- CONCEPTO DE INSTRUMENTO PÚBLICO: En los fundamentos del Anteproyecto


(Título IV, Hechos y Actos, Capítulo 5) se describen desde el plano doctrinario, la coexistencia
de dos tipos de actos dentro del concepto legal de instrumentos públicos, agregando que “sin
ignorar estos desarrollos, se mantienen criterios más tradicionales, en tanto a los fines de la
legislación no son necesarias ni convenientes tales diferenciaciones”. Las dos clases que
referencian dichos fundamentos son:

1.- Aquellos en los cuales intervienen (acto compuesto) particulares y un funcionario


público, o agentes investidos de funciones públicas: tal es el caso de las escrituras públicas, o
actos otorgados por otros funcionarios (actas judiciales, acto de celebración de matrimonio,
etc.). En este ámbito, la expresión instrumento público refiere a aquellos instrumentos que
devienen de la actuación de agentes a cargo de funciones públicas, cuya competencia material
esté asignada por ley formal, siempre y cuando dichos instrumentos consten de documentos
matrices elaborados conforme rigurosos procedimientos garantistas que se desarrollan antes,
durante y con posterioridad al acto, que son guardados y archivados para su consulta y acceso
toda vez que sea necesario.

2.- Los extendidos por funcionarios públicos en ejercicio interno de sus funciones, y
asimismo los títulos emitidos por el Estado nacional o provincial conforme a las leyes que
autorizan su emisión. Son Instrumentos Oficiales (Fiorini, Gordillo) que generan presunción de
legitimidad y legalidad que invierte la carga de la prueba, pero admiten simple prueba en
contrario.

En consecuencia, cabe concluir que el CCyCN, en la expresión instrumentos públicos,


comprende ambas especies.”

Inc. c):

Los títulos emitidos por el Estado nacional, provincial o la Ciudad Autónoma de


Buenos Aires, conforme a las leyes que autorizan su emisión. Quedan comprendidos
los títulos que son instrumentos oficiales emanados de funcionarios cuyo contenido no
es propio de la fe pública, empero por su jerarquía gozan de una presunción de
legitimidad y de autenticidad, que los habilita para su inclusión en este cuerpo legal
como instrumentos públicos. Sin duda, ello facilita su circulación, y da la credibilidad y
solvencia que merecen los receptores.

2. 3. Requisitos del instrumento público.

Los requisitos del instrumento público son:


a) Intervención de un oficial público en ejercicio efectivo de una función pública
(art 290 inc. a) y 292 CCCN.

b) Competencia del oficial público en razón de la materia, del territorio, y de la


persona (art. 290 inc. a y 291 CCCN).

c) Cumplimiento de las formalidades exigidas por la ley.

2.3.1. Intervención de un oficial público en ejercicio efectivo de una


función pública.

El art. 290 CCCN exige en la primera parte del inc. a) la “actuación del oficial
público”. El oficial público ─como se dijo─ puede ser un funcionario judicial,
administrativo, legislativo o notarial.

El art. 292 CCCN, a su vez, prescribe:


“Es presupuesto para la validez del instrumento que el oficial público se encuentre
efectivamente en funciones. Sin embargo, son válidos los actos instrumentados y autorizados
por él antes de la notificación de la suspensión o cesación de sus funciones hechos conforme
a la ley o reglamento que regula la función de que se trata.
Dentro de los límites de la buena fe, la falta de los requisitos necesarios para su
nombramiento e investidura no afecta al acto ni al instrumento si la persona interviniente
ejerce efectivamente un cargo existente y actúa bajo la apariencia de legitimidad del título.”
El principio general es que el oficial público debe encontrarse efectivamente
en funciones.

Pero, ¿desde y hasta cuándo el funcionario es tal?

Pueden fijarse dos puntos extremos en el tiempo: nombramiento y aceptación


(investidura) y cese definitivo o temporal (suspensión), conforme a lo regulado por las
leyes y reglamentos que rigen la respectiva función.

2.3.1.1. Inicio del carácter de funcionario público.

El funcionario público reviste tal carácter siempre que el Estado, mediante el


respectivo acto administrativo, lo invista del mismo. El nombramiento atribuye a una
determinada persona una función específica. Esto es así tanto en el caso del
funcionario público que integra el cuerpo de los agentes del Estado, en cualquiera de
sus tres poderes (Legislativo, Ejecutivo y Judicial), como en sus distintos niveles
(nacional, provincial, municipal, ciudad autónoma de Buenos Aires), como al escribano
que, aunque no es parte del organigrama estatal desempeña una función pública.

La aptitud o habilidad para autorizar instrumentos públicos se inicia con la


investidura que deriva del nombramiento (designación) y de que haya sido puesto en
posesión del cargo, suele denominarse por la doctrina “Capacidad del oficial público”1
Es preferible no acudir a esa expresión pues puede llevar a confusión con la
capacidad jurídica de la persona, es decir, a su aptitud para adquirir derechos y
contraer obligaciones (capacidad de derecho) o para ejercer por sí mismo sus
derechos propios (capacidad de hecho).

Nótese que las cualidades personales del sujeto (edad, nacionalidad, título
académico, etc.) pueden ser recaudos previos para el desempeño en el cargo, pero
nunca investirán por sí para el ejercicio de la función pública.

2.3.1.2. Investidura irregular.

Puede ocurrir que la designación no esté hecha adecuadamente, vale decir, no


se hayan cumplido las normas que presiden su designación. Pues bien, aunque se
carezca de alguna de las condiciones exigidas por la ley para su nombramiento, si ha
sido nombrado y puesto en posesión del cargo, el oficial público es capaz y, por tanto,
está autorizado para llenar válidamente su cometido. Por ejemplo, si el notario
designado es incapaz por ser menor de edad, o por razones mentales, será incapaz
como persona, o no tiene título habilitante (generalmente abogado), si fue investido en
su función, tiene aptitud para autorizar instrumentos públicos.

Esta solución ─que provee el art. 292 en su segunda parte─, consulta


adecuadamente el interés de los particulares, que no están en condiciones de
averiguar si en el nombramiento del oficial público se han llenado las exigencias
legales, ni pueden quedar librados en lo que concierne a la suerte que corran los actos
autorizados por el oficial público.

El artículo añade una especificación con relación a su fuente, cuando invoca la


buena fe con relación a la ausencia de los recaudos necesarios para su

1
LLAMBÍAS, Jorge J. Tratado de Derecho Civil, Parte General, V. II, 3º edición actualizada.
Buenos Aires, Ed. Perrot, p. 431. BOFFI BOGGERO, Luis M. “Instrumentos públicos”. Enciclopedia
Jurídica Omeba, T. XVI, p. 211p. 213. ABELLA, Adriana “Instrumentos públicos en el Código Civil y
Comercial de la Nación Argentina”. Revista del Instituto de Ciencias Jurídicas de Puebla, México. ISSN:
1870 - 2147. Año IX, no. 36, julio - diciembre de 2015, p. 363.
nombramiento. Como principio general los particulares están protegidos y se mantiene
la validez del acto y del instrumento, dentro de los límites de la buena fe, que se
presume; pero si se demuestra que los particulares sabían o debían saber que el
agente era funcionario solo en apariencia, no podrán invocar la validez del acto. Es
una aplicación concreta del principio general de la buena fe (art. 9 y conc. CCCN).

2.3.1.3. Cese definitivo o temporal del carácter de funcionario público.


Notificación.

La aptitud para autorizar instrumentos públicos cesa luego de la notificación de


la suspensión, o cesación en sus funciones (art. 292, primera parte). Es también el
Estado quien, a través de los órganos competentes, excluirá temporaria o
definitivamente al funcionario del ejercicio de su función.

El cese debe ser notificado al mismo funcionario. Los procedimientos para


hacer efectiva tal notificación dependen de normas nacionales o locales, según el
funcionario de que se trate. Los actos cumplidos por él serán de ningún valor, pero son
válidos los actos anteriores a la noticia de la cesación de sus funciones. La notificación
puede efectuarse de cualquier manera auténtica.

En materia de escrituras públicas, el art. 305 inc. a) CCCN dispone que la


escritura debe contener “… la fecha de su otorgamiento; si cualquiera de las partes lo
requiere o el escribano lo considera conveniente, la hora en que se firma el
instrumento”. A su vez el artículo sanciona la nulidad de las escrituras que no tengan
la designación del tiempo en que sean hechas.

Ello permite determinar si el notario estaba efectivamente en funciones al


momento de la autorización de la escritura: si lo estaba por no habérsele notificado el
cese de su función el instrumento es válido.

2.3.2. Competencia del oficial público en razón de la materia, del


territorio, y de la persona (art. 290 inc. a y 291 CCCN).

2.3.2.1 Competencia. Definición.


La actividad que debe desarrollar el Estado, para lograr sus fines, solo puede
ser cumplida en la realidad por personas humanas (agentes del órgano encargado de
la función) a quienes se encomienda individual o colectivamente y en forma selectiva,
el deber o facultad de efectuar determinadas tareas. Así hay una competencia
legislativa para sancionar leyes; una competencia administrativa para designar
personal gubernativo; una competencia notarial para dar fe pública; etc.

Según la Real Academia Española 2 la palabra competencia proviene del


latín. competentia; cf. competente; y en su tercera acepción significa:

“f. Ámbito legal de atribuciones que corresponden a una entidad pública o


a una autoridad judicial o administrativa.”

Dromi define la competencia como la “esfera de atribuciones de los entes y


órganos determinada por el derecho objetivo o el ordenamiento jurídico positivo.”

Se distingue la competencia por razón de la materia, territorio y personas.

2.3.2.2 Competencia y jurisdicción.

Los conceptos de competencia y jurisdicción suelen asimilarse y, a veces, se


los usa indistintamente. Sin embargo, ello es erróneo.3

La jurisdicción viene del latín iurisdictio, esto es y en el sentido que aquí


interesa significa: “Poder que tienen los jueces y tribunales para juzgar y hacer
ejecutar lo juzgado.”

Dentro de la función jurisdiccional hay competencias que fijan los límites a su


ejercicio.

2
https://dle.rae.es/?id=A0fanvT|A0gTnnL. Fecha de consulta: 20/07/ 2018.
3
En el ámbito notarial también se aplica indistintamente en algunas leyes notariales. Así en
Salta, el art. 23 de la ley 6486 de 1987dice que: “Los escribanos públicos tienen jurisdicción en todo el
territorio de la Provincia.” Mientras que el concepto de competencia se limita a la que es tal en razón de la
materia (art. 24). También el Ley Notarial 1482 de 1949 de la Provincia de Corrientes dice en su art. 24
que: “LOS Escribanos de Registro tendrán jurisdicción en toda la Provincia cualquiera sea el asiento de
su oficina.”
En cambio otras leyes como la Ley 49 T.O. de 1993 de la Provincia de La Pampa o la Ley 404
de la Ciudad de Buenos Aires distinguen entre competencia atribuida al notario en razón del territorio y
de la materia, de la Jurisdicción que corresponde a los órganos disciplinarios, sea el propio Colegio; el
Tribunal de Superintendencia (art. 44 y 123 de las leyes respectivas). Lo propio con ley 9020 de la
provincia de Buenos Aires que utiliza con propiedad el término “jurisdicción” cuando se lo atribuye a las
Cámaras de Apelación en lo Civil y Comercial del Departamento Judicial La Plata; al Juzgado Notarial y
al Tribunal Notarial (art. 38).
De estas precisiones se deriva que el escribano no tiene función jurisdiccional,
no le pertenece jurisdicción alguna; su función es esencialmente alitigiosa y su
competencia es la que determina los contornos de su función.

2.3.2.3. Competencia en razón de la materia

La competencia en razón de la materia alude al número limitado de actos que


puede realizar el funcionario público. Por ello, el art. 290 inc. a) expresa que debe
actuar “en los límites de sus atribuciones”.

Carnelutti define la competencia material como “la extensión del poder que
pertenece o compete a cada oficio, a cada componente del oficio en comparación con
los demás".

La validez de los instrumentos públicos está en consecuencia ligada a los actos


que la ley encomienda al oficial público.

En el caso del notario el criterio que ha tenido mayor aceptación consiste en


enumerar los actos que el escribano está facultado a realizar.

En posteriores estudios se tendió a establecer categorías de actos notariales, a


fin de incluir no solo la tarea estrictamente documentadora, sino otras.

El CCCN le atribuye la de autorizar las escrituras públicas y expedir sus copias


o testimonios; pero además la de autorizar otros instrumentos, entre los cuales se
encuentran las actas (art. 289 incs. a) y b). Ambos documentos notariales
protocolares, escrituras y actas cuentan con una regulación específica en el nuevo
código (arts. 299 a 309 y 311 a 312, respectivamente).

Pero además, el art, 289 inc. b) incluye a documentos extraprotocolares como


las certificaciones de firmas o de copias.

Fuera de esta competencia, que directamente vinculada a la autorización de


documentos notariales, el propio código exige que en las escrituras públicas el notario
califique los presupuestos del acto, y lo configure técnicamente (art. 301 CCCN), con
lo cual se le atribuye, ya en la legislación de fondo, la realización de las operaciones
de ejercicio: calificación, adecuación a la ley, legitimación de los sujetos del acto.

Además las leyes orgánicas notariales del país enumeran los actos en que
puede intervenir el notario; con ello se trata de evitar que le sean negadas las que
están incluidas, pero se corre el riesgo de que no se les reconozcan las no están
incluidas; por ello esas enumeraciones se consideran enunciativas.
Así, por ejemplo, la ley 9020, orgánica del notariado en la Provincia de Buenos
Aires, dispone:

“Artículo 127: Compete al notario:


1. La formación y autorización de instrumentos públicos que documenten actos o
negocios jurídicos o solamente la comprobación y fijación de hechos.
2. Ejercer las demás funciones que ésta y otras leyes le atribuyen.

Artículo 128: Integran la actividad del notario:


1. El asesoramiento en materia notarial e instrumental, con la formulación en su caso,
de dictámenes orales y escritos.
2. La redacción de documentos privados.
3. La relación y estudio de títulos dominiales inmobiliarios.
4. Toda actuación de carácter profesional encomendada por la autoridad pública.

Artículo 129: Los notarios están habilitados para realizar toda gestión que fuere
conducente al cumplimiento de su cometido y a la eficacia de los documentos que autoricen y a
tal objeto podrán:
1. Efectuar tramitaciones ante organismos nacionales, provinciales y municipales,
incluso las vinculadas con la inscripción en los registros públicos de los actos notariados en la
Provincia o fuera de ella.
2. Cumplir gestiones ante tribunales de todo fuero y jurisdicción, en cuanto se
relacionen con actos notariales en que hayan intervenido, incluida las tendientes a suplir
omisiones y subsanar errores en expedientes en que hayan sido designados para autorizar
escritura. En este último caso, su actuación se limitará a producir un dictamen para la debida
intervención de las partes y decisión del Juzgado.”

2.3.2.4. Competencia en razón del territorio.

Señala el ámbito geográfico dentro del cual el órgano puede actuar o intervenir
en asuntos que le incumben en razón de la materia, cualquiera sea el domicilio de las
personas, el lugar de ubicación de los bienes o del cumplimiento de las convenciones.
Por tanto, importa un límite territorial al ejercicio de la función.

Por ello se ha dicho que “el hecho de que un escribano de Provincia autorice
una operación sobre un inmueble ubicado en Capital Federal, donde también se
instrumentó el boleto y domicilian las partes, no está prohibido”.4

En el caso del órgano notarial, la extensión demarcada se denomina


generalmente “distrito” y así lo consignaba el art. 980 del C. Civ.

4
Cám. Nac. Civ. Sala E, autos: “Pampurro, B.B. y J. C/ Aste, Juan C.” Del 30-5-77. ED, 76-
576. En igual sentido Cám Nac Civ. Sala A, Autos “Stanislavsky, Rosa C. C/ Soriano Nazar, C.” Del 22-
11-78. Revista Notarial 842, p. 151.
Distrito es la porción de territorio o demarcación que subdivide un país,
provincia, para efectos diversos: electorales, judiciales, entre otros.

La demarcación notarial se basa generalmente en criterios de división política y


judicial.

El sistema federal que rige en nuestro país obliga a vincular los distritos al de
las Provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Consideran un solo Distrito a
toda la Provincia las leyes de Chaco5, Corrientes6, Tucumán7, Neuquén8, Salta9,
Mendoza10, entre otras. También es Distrito único la Capital Federal.

Otras provincias tienen pluralidad de Distritos. Tal el caso de la a Provincia de


Buenos Aires11, Córdoba12 y Santa Fe13.

El art. 305 inc. a) CCCN dispone que la escritura debe contener el lugar de su
otorgamiento. Y el art. 309 sanciona con la nulidad a las escrituras que no tengan la
designación del lugar en que sean hechas.

La exigencia del lugar tiende a comprobar la competencia territorial del


escribano.

Debe tenerse presente que el notario es competente en tanto actúe dentro del
territorio asignado. Lo importante es que el escribano actúe dentro de su distrito. En tal
sentido la Cámara Civil 1ra. de Capital Federal estableció: “Siempre que el escribano

5
La Ley 2.212 de 1977, de la Provincia de Chaco establece, en su art. 3 que “Los escribanos de
Registro tendrán competencia en toda la Provincia cualquiera sea el asiento de su oficina.”
6
La Ley 1482 de 1949 de la Provincia de Corrientes dice en su art. 24 que: “Los Escribanos de
Registro tendrán jurisdicción en toda la Provincia cualquiera sea el asiento de su oficina.”
7
Ley N° 5732, es su art Art.10 dispone: “Los escribanos de registro tendrán jurisdicción y
competencia en toda la Provincia, cualquiera sea el asiento de su oficina.”
8
La Ley 1033 de la Provincia del Neuquén del año 1977 establece en su art. 16 que: “Los registros
tendrán competencia territorial en toda la Provincia, la que constituye una jurisdicción única”.
9
En Salta, el art. 23 de la ley 6486 de 1987, dice que: “Los escribanos públicos tienen
jurisdicción en todo el territorio de la Provincia.” Mientras que el concepto de competencia se limita a la
que es tal en razón de la materia (art. 24).
10
La Ley 3058 de 1964, establece en su art. 73 que: “Los registros tendrán competencia
territorial en toda la Provincia, la que a tales efectos constituye una jurisdicción única. El registro notarial
es una unidad indivisible que no puede tener más de una sede, y en ella deben otorgarse los actos
notariales.”
11
La ley 9020 establece que la competencia territorial se fija por distritos cuya extensión debe actualizar
el Poder Ejecutivo el cada 5 años (arts. 3 y 4). El criterio de determinación del ámbito geográfico se
regular en función de criterios económicos y geográficos. Ello implica que no necesariamente deben
coincidir con la división política de la Provincia. El art. 193 de la Ley 9020 establece que hasta tanto el
Poder Ejecutivo no cumpla con lo previsto en el art. 4, los distritos notariales estarán constituidos por
cada uno de los Partidos de la Provincia, con lo cual el ámbito de actuación territorial del notario
bonaerense coincide, de momento, con la división política.
12
La Ley 4183 establece en su art. 5 que la jurisdicción del escribano será el departamento
correspondiente al lugar del asiento de su registro.
13
La Ley 6898 dispone en su art. 6, que: “Los escribanos deberán fijar su domicilio profesional y residir
en el lugar del departamento asiento de su registro.”
haya obrado dentro del territorio asignado para el ejercicio de sus funciones, es
indiferente el lugar de otorgamiento de la escritura”.14

Si bien el protocolo no puede ser retirado de la notaría sino para el


cumplimiento de las obligaciones relativas a encuadernación o para ser
inspeccionados, la extracción de los cuadernos corrientes es admitida si para la
prestación de funciones lo requiere la naturaleza del acto. En tales casos no es
imprescindible que el notario consigne que se constituye en determinado lugar, por
ejemplo un Banco, o en el domicilio de los sujetos negociales, aunque cuando se trata
de personas imposibilitadas por razones de salud, suele designarse. Por cierto, en
materia de actas notariales, debe consignarse el lugar en el que se practica la
diligencia.

2.3.2.4.1 Actuaciones extraprotocolares.

Cuando el notario realiza actos en ejercicio de su función fedante, aunque ellos


sean extraprotocolares (vgr. certificación de firmas), debe realizarlos en los límites de
su competencia territorial.

2.3.2.4.2 Actuaciones profesionales.

Las actuaciones fedantes son aquellas en las que interviene el escribano en su


condición de oficial público, en ejercicio de la fe notarial produciendo un instrumento
público notarial.

Los profesionales, en cambio, comprenden aquellos actos en que obra el


escribano sin necesidad de investidura notarial, por el solo hecho de poseer título
habilitante para desempeñarse como profesional del derecho, vgr. dictámenes, estudio
de títulos, redacción de documentos privados, entre otras. Estas actividades se suelen
consignar en las leyes locales.

El escribano no puede dar fe fuera de su demarcación territorial, pero es


profesional del derecho en cualquier lugar del territorio nacional. De lo que se deriva
que puede realizarlas en toda la República.

Finalmente, la última parte del inciso a, refleja el precepto contenido en el


artículo 981 del código derogado por el cual se amplía la competencia territorial
cuando el oficial público ha actuado en un lugar que si bien no se encuentra dentro del

14
La Ley, T. 38, p. 226. También Cám. Civ. De la C.F., Sala F., autos: “Repetto, Joaquín D. C/ Repetto,
Horacio, suc. Y otros, del 25-3-69; LL, 136-342.
espacio asignado es conocido como comprendido en él. Claro que ello es materia de
apreciación judicial.

2.3.2.4.3. Extensión de la competencia territorial:

Se admite la prórroga de la competencia en determinados casos expresos y


legales siempre dentro de la misma provincia. Tal lo que ocurre cuando hay pluralidad
de distritos. Así el art. 130 de la Ley 9020 establece:

“Artículo 130:
I.- Los notarios ejercerán sus funciones dentro de los límites territoriales que
correspondan al registro de su actuación.
II.- La competencia territorial se extenderá cuando:
1. El notario hubiere de practicar notificaciones relacionadas con documentos pasados
ante su registro.
2. Fuera solicitada su intervención en la sede de su registro para actuar en protestos y
otras actas a fin de cumplir el objeto de requerimiento, hubieren de efectuar diligencias no sólo
en el distrito de su competencia sino también en otros.
3. Se tratare de escrituraciones de planes sociales y no existiere sede o representación
de la entidad interviniente en el distrito en el que se ubique el inmueble objeto del acto; caso en
que serán competentes los notarios de ese distrito para actuar en el más próximo, en el que los
hubiere o en la capital de la Provincia de acuerdo con el artículo 189.
4. Se tratare de escrituras a las que conforme a la ley debe comparecer la autoridad
judicial, caso en que serán competentes los notarios cuyos registros tuvieren sede en el
Departamento Judicial respectivo.
5. Hubiere imposibilidad de intervenir los notarios de un distrito por impedimentos
físicos, legales o éticos debidamente acreditados o se careciere de servicio notarial por
vacancia o falta de registro, casos en que serán competentes los notarios que tuvieren sede en
distritos limítrofes.
III.- En los casos previstos en los incisos 1) y 2) del parágrafo anterior, la competencia
territorial es extensible a cualquier distrito notarial de la Provincia en tanto se den tales
supuestos.”
Bien entendido, respecto del inc. 2 que el requerimiento y, al menos una de las
diligencias, deben realizarse en el distrito de competencia del notario interviniente.

2.3.2.5. Competencia en razón de las personas.

De acuerdo al artículo 291 CCCN, es de ningún valor el instrumento autorizado


por un funcionario público en asuntos en que él, su cónyuge, su conviviente, o un
pariente suyo dentro del cuarto grado o segundo de afinidad, sean personalmente
interesados. La prohibición es objetiva, pues resulta imposible medir la validez del acto
en función del interés del agente desde un punto de vista subjetivo.

El fundamento de la invalidez radica en la necesidad de salvaguardar la


imparcialidad que debe regir en el ejercicio de la función pública. La imparcialidad
consiste en una conducta mediante la cual el agente mantiene una distancia equidistante
entre todos los participantes del acto y, consecuentemente, su relación respecto de ellos
es de relación de ecuanimidad o equidad.

Para Pelosi, la prohibición impuesta al notario por el artículo 985 del Código
Civil, fundada en el principio de imparcialidad, es un supuesto de incompetencia por
razón de las personas, expresión con la que se conoce usualmente esta restricción.

El Código, en el artículo 291, con acertado criterio, innova respecto de su


fuente, el art. 885 C. Civ. en las siguientes cuestiones:

a) Incluye expresamente al cónyuge del oficial público.

b) Incluye al conviviente del oficial público. Si bien no se aclara debe tratarse


de unión convivencial inscripta.

c) Determina que la prohibición de actuar comprende a los parientes


consanguíneos dentro del cuarto grado y afines hasta el segundo. Con lo cual
concluye con la duda respecto de si estaban comprendidos los parientes por afinidad.

d) Suprime la referencia a la actuación de sujetos en calidad de representantes


de sociedades anónimas contenida en el artículo 985 del código derogado. Hay
sostener que la eliminación significa habilitar al oficial público a autorizar instrumentos
en que su cónyuge, su conviviente, o un pariente suyo dentro del cuarto grado o
segundo de afinidad actúen en representación o incluso como socios o asociados de
personas jurídicas, dado que en estos casos el interés no es personal sino de dicha
persona jurídica.

Es que las personas jurídicas tienen una personalidad distinta a la de sus


miembros, lo que importa permitir la actuación del funcionario en los casos
mencionados.

Adviértase que la personalidad diferenciada (art. 143 CCCN) nace a partir de la


constitución de las personas jurídicas, por lo cual la prohibición se mantiene cuando se
trata de instrumentos de constitución de personas jurídicas en las que el oficial público,
su cónyuge, su conviviente o sus parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad
o segundo de afinidad adquiriesen el rol de socios o accionistas.

2.3.2.5.1. Extensión de la incompetencia a quienes actúan en el mismo


Registro.
Con fundamento en que el Registro es una unidad, la doctrina y algunos
fallos15 consideran que la prohibición se extiende a los escribanos que actúan en el
mismo registro y no solamente a su titular: adscriptos, interinos, suplentes, suplentes
recíprocos y subrogantes.

En consecuencia, ninguno de los notarios que integran el Registro debe


intervenir en una actuación protocolar o extraprotocolar (vgr. certificación de firmas) en
que cualquiera de ellos, su cónyuge, o conviviente inscripto, o sus parientes dentro del
grado o segundo de afinidad que determina la ley, estén personalmente interesados.

Dado que la prohibición debe interpretarse restrictivamente, el instrumento no


es inválido pues la invalidez predicada por el artículo afecta solo al agente de la
función y no al registro en que actúa. Eventualmente, podría constituir una falta de
ética o disciplinaria, según los respectivos ordenamientos locales.

2.3.3. Cumplimiento de las formalidades legales:

Es el tercer requisito de validez. A él se refería el 986 C. Civ.:


“Para la validez del acto es preciso que se hayan llenado las formas prescriptas por las
leyes, bajo pena de nulidad.”

Como los instrumentos públicos son de diferentes clases, no es posible


enunciar una forma que sea común a todos ellos, salvo la actuación del oficial público.

Sin embargo, existen dos recaudos que abarcan a varias clases de


instrumentos públicos:

3.4.1.1 Las firmas del oficial público, de las partes, y en su caso, de sus
representantes.

Si alguno de ellos no firma por sí mismo o a ruego, el instrumento carece de


validez para todos. En relación con la firma de las partes, dijimos que es indispensable

15
La incompetencia que prevé el artículo 985 cc no sólo impide al escribano de registro actuar como tal
en asuntos en que él o sus parientes dentro del cuarto grado fuesen personalmente interesados, sino que
también obsta para que lleve dichos asuntos para ser instrumentados y autorizados ante su propia oficina
aunque circunstancialmente sean atendidos por un suplente. CNCiv, Sala C, 17/3/68, Revista Notarial
780-1779.
cuando hay declaración de su voluntad, ya que por ella manifiestan su conformidad
con el contenido del instrumento

1) La firma del oficial público: El C. Civ. no lo exigía expresamente, pero


era evidente que ella constituye el requisito indispensable para acreditar su
intervención, aunque estaba contemplada en una de sus especies: la escritura
pública (art. 1001). El CCCN en su art. 290 inc. b) exige claramente la firma del
oficial público, denominada autorización del acto, pues expresa la autoría del
instrumento público.

2) La firma de los comparecientes: El art. 988 C.Civ. exigía la firma de


todos los interesados. Cuando alguno no sabía o no podía firma era de aplicación,
por analogía, el régimen de una de las especies: la escritura pública. (art. 1001 C.
Civ.)

El citado art. 290 en su inciso b), de las partes, y en su caso, de sus


representantes. Si alguno de ellos no firma por sí mismo o a ruego, el instrumento
carece de validez para todos.

En relación con la firma de las partes, o de quienes actúen en su


representación, es indispensable cuando hay declaración de su voluntad, ya que
por ella manifiestan su conformidad con el contenido del instrumento. La firma, ya
se ha dicho, prueba la autoría de la declaración de voluntad expresada en el texto
al cual corresponde (Art 288 CCCN).

En torno al código derogado (art. 988 y 1004) se conformaron dos posiciones


respecto a la falta de firma de las escrituras públicas. Mientras unos consideraban que
ello acarreaba la nulidad total del instrumento cualquiera fuera su rol como
compareciente. Otros, en posición que se comparte, consideraban que la exigencia
legal se refiere sólo a la firma de quienes son interesados (art. 988) o revisten carácter
de parte del negocio, que es lo mismo (art. 1004); de manera que en la medida de que
consten las firmas de las partes, el instrumento era válido a su respecto, sin perjuicio
de no producir efectos respecto de los restantes comparecientes que no lo eran.
Incluso, si la escritura se refería a dos actos vinculados en la realidad pero
independientes en cuanto a su validez jurídica (compraventa y constitución de
usufructo, o compraventa y mutuo hipotecario y faltaba la firma del usufructuario o del
acreedor hipotecario, el instrumento es válido parcialmente respecto de la
compraventa).
Actualmente, tres artículos hacen referencia al recaudo de la firmas. El art. 290
inc. b), que para la validez del instrumento público exige la firma de las partes y sus
representantes; el art. 305 inc. f) que, entre los requisitos de las escrituras públicas
exige las firmas de los otorgantes y los testigos y el art, 309 que señala entre los
casos que generan la invalidez de aquellas, solo a la falta de firma de las partes,
permite consolidar la postura enunciada en segundo término. En suma, una
interpretación armónica de las tres disposiciones lleva a la conclusión de que solo
cuando falta de firma de una de las partes se puede predicar la nulidad del
instrumento.

En las actas propiamente dichas que tienen por objeto comprobar hechos, la
firma del compareciente, llamado aquí requirente, es ineludible en el requerimiento,
pero no necesariamente en la o las diligencias que el notario debe efectuar.

3.4.1.2. La fecha y el lugar de la celebración.

Son elementos decisivos pues los hechos jurídicos se dan en un lugar y


tiempo determinados. La ley exige fecha y lugar para determinados instrumentos
públicos (ej. escritura pública y actas: arts. 302 y 309 CCCN), pero no hay una norma
general que lo establezca para todos los instrumentos públicos; bien que puede
deducirse su exigencia pues aquellos son datos que hacen plena fe hasta la sentencia
que declare su falsedad (art. 296).

3.4.1.3. Testigos instrumentales.

Algunas especies de instrumentos públicos requieren la presencia de testigos,


llamados testigos instrumentales.

En materia procesal el testigo es un medio de prueba.

En el instrumento su presencia y firma tiene por finalidad percibir


determinado hecho o acto. El código derogado, en su redacción originaria exigía la
presencia de testigos en todas las escrituras públicas (art. 1001), imperativo que
fue suprimido por la ley 15.875. Tal supresión, largamente esperada eliminó una
formalidad que se consideraba innecesaria.
No obstante el Código los mantiene en determinados actos que considera
que deben estar revestidos de una solemnidad mayor que la acostumbrada, como
el matrimonio (art. 418) para el que se mantiene el número de dos testigos si el
acto se celebra en la oficina del oficial público y de cuatro si se celebra fuera de
ella. La exigencia de testigos también se mantiene en el testamento por acto
público (art. 2479), no obstante en este supuesto reduce a dos el número de
testigos de los tres originarios que imponía el código derogado.

En materia de escrituras públicas en general el artículo 305, inc. f), exige


que obren las firmas de los testigos, pero este caso se limita a aquellos en que han
sido requeridos por las partes o por el mismo notario.

En la media que los testigos sean impuestos legalmente o su presencia


fuere solicitada por las partes o el notario, el CCCN establece que deben reunir
ciertos requisitos, para garantizar que cumplan su función.

El art. 295 eliminan las inhabilidades de los religiosos, los comerciantes


fallidos no rehabilitados, los dependientes de otras notarías y quienes no
residiesen en el lugar, y los ciegos que se disponía en el código velezano.

Los dos primeros incisos del artículo se refieren a la habilidad personal del
testigo; los dos últimos tienen en cuenta al oficial público, con fundamento en la
imparcialidad.

Impide ser testigos a las personas incapaces de ejercicio (art. 23 y 24),


salvo que se hubieran emancipado por matrimonio (art. 27), lo cual es lógico ya
que si ellas no pueden ejercer por sí mismas sus derechos, por lo que están
sujetas a una representación legal, es natural que se les impida ser testigos
instrumentales. También les es vedado ser testigos a aquellas personas a quienes
una sentencia les impide ser testigo en instrumentos públicos (art. 295 inc. a);
conviene destacar que el art. 275 del Código Penal dispone que a los condenados
por delito de falso testimonio se les aplica la sanción accesoria de inhabilitación.

Perdura la inhabilidad de los dependientes del oficial público (art. 295 inc.
b, entre los que cabe incluir, aunque no son propiamente dependientes, a los
adscriptos, subrogantes y suplentes, claro que este último caso no importará la
invalidez del acto, pues no está expresamente incluido, aunque puede caberle al
autorizante una sanción disciplinaria.

Se conservan aquellos casos en que se presume parcialidad del testigo


por su vinculación con el oficial público, lo que se justifica dado que la intervención
de testigos se supone como una garantía de que los hechos coinciden con los que
percibió el oficial público. Respecto de los parientes se reiteran los casos del art.
291 y se incluyen los convivientes (art. 295 inc. c).

El Código ha eliminado a los ciegos como un caso de inhabilidad, incluido


en los artículos 990 y 3708 del código derogado. Es claro que quien carece de
visión no puede percibir con exactitud el acto sobre el que atestigua, aunque el
fundamento puede encontrarse en que la lectura del acto permite prescindir de la
vista.

El CCCN no incluye a los sordos, quienes, padecen de una disminución


física que obsta a la correcta percepción de lo que ocurra en el acto en el cual
participan.

La presencia y firma del testigo es un recaudo formal del instrumento. De


manera que su inhabilidad ocasiona la nulidad.

2. Instrumentos privados y particulares. Por Marcela H.


Tranchini y Natalia L. Barriviera

2.1 Concepto y caracteres. Relación con el principio de


libertad de formas.

En una aproximación al concepto, puede decirse que los instrumentos


privados son aquellos que se otorgan sin la intervención del oficial público.

Sus notas distintivas son:

a) Es un documento escrito (art. 286 CCCN).

b) Es autógrafo, pues su autoría se atribuye a quien lo suscribe (art. 288


CCCN), independientemente de otra persona lo haya elaborado.

c) Rige el principio de libertad de formas. Para el instrumento privado no se


exige otro requisito que la firma del otorgante; incluso en los casos del art 313, se la
puede sustituir por la impresión digital o la suscripción de dos testigos.
Como aplicación práctica del principio de libertad de formas en el instrumento
privado, se puede indicar que: no es necesario consignar el lugar y fecha de su
otorgamiento16 ─excepcionalmente la fecha es exigida en el testamento ológrafo: art.
2472 CCCN, y en la letra de cambio para su validez como tal: art. 1, Decreto 5965/
63); ni el nombre y domicilio del o los firmantes, ni otros datos personales17─. Pueden
dejarse espacios en blanco, usarse abreviaturas de toda clase y números para las
cantidades que se entregan y otras cantidades, aun cuando correspondan a elementos
esenciales del acto instrumentado 18 . Puede ser redactado en cualquier idioma 19 , y
20
utilizarse cualquier soporte para redactarlos. Puede suscribirse con lapicera,
21
bolígrafo o lápiz, o en forma digital.

Desde ya, que, aunque ninguno de estos recaudos son exigibles, es de buena
práctica y de toda lógica que se incluya la identificación de los otorgantes ─aunque por
lógica conviene identificarlos, al menos, por su nombre, apellido, o denominación
social y si intervienen por o para una persona jurídica, su denominación social,
domicilio; estado civil, pues si se trata de la venta del inmueble destinado a vivienda
familiar, o de un inmueble ganancial, se requerirá es asentimento del cónyuge, o del
conviviente con unión convivencial inscripta; que, por ejemplo, la cantidad total
entregada como precio en una compraventa sea expresada en letras; que no se dejen
espacios en blanco; ni desde ya, que se firme en lápiz. La mayor disponibilidad de
datos, de acuerdo al tipo de acto, facilitará el tráfico negocial y la prueba en caso de
controversia.

2. 2. Casos especiales.

La libertad formal en materia de instrumento privado, presenta dos


excepciones, además de la necesidad de firma y sus sustitutivos en el caso de que la
persona no supiera o pudiera firmar.

16
Comparar con los arts. 305 inc. a) y 309 CCCN, relativos a las escrituras públicas.
17
Comparar con los arts. 305 inc. b) y 309 para las escrituras públicas.
18
Comparar con el art. 303, en materia de escrituras públicas.
19
Comparar con el art. 302, respecto de las escrituras públicas.
20
Comparar con el art. 300, que para las escrituras públicas, en su segunda parte, remite a las
legislaciones locales la regulación de las características de los folios, su expedición, así como los demás
recaudos relativos al protocolo, forma y modo de su colección en volúmenes o legajos, su conservación
y archivo
21
Las legislaciones locales exigen firmar con tinta de la clase y color que los Colegios de Escribanos
determinen. Por cierto, esto puede variar cuando se regule el uso de la firma digital para este tipo de
actos.
En el caso del testamento ológrafo, ya mencionado, el art. 2477 exige que sea
íntegramente escrito con los caracteres propios del idioma en que es otorgado,
fechado y firmado por la mano misma del testador.

Y, en el caso de alteraciones materiales el art. 316 CCCN introduce una


novedad 22 cuando establece que el Juez evaluará si se ellas alteran su aptitud
probatoria. Dice al respecto:

“Las raspaduras, enmiendas o entrelíneas que afectan partes esenciales del acto
instrumentado deben ser salvadas con la firma de las partes. De no hacerse así, el juez debe
determinar en qué medida el defecto excluye o reduce la fuerza probatoria del instrumento.”

2.3. Requisitos de validez. Firma. Supresión del requisito


del doble ejemplar.

El Código Civil exigía dos recaudos de validez del instrumento privado: la firma
y el doble ejemplar.

El art. 1021 CC expresaba:

“Los actos, sin embargo, que contengan convenciones perfectamente bilaterales deben
ser redactados en tantos originales, como partes haya con un interés distinto.”

La exigencia, de orden público, no podía ser dejada de lado por la voluntad


contraria de los particulares. El fundamento era conservar la igualdad probatoria de las
partes. Solo podía suplirse, o resultaba aminorada, en los casos especiales previstos
en los arts. 1022, 1024 y 1025 CC.

El recaudo podía cumplirse mediante copia, fotocopia u otro medio que


reprodujera el otro ejemplar. Por cierto, las firmas debían ser ológrafas en cada uno.

Aunque no se lo consagraba expresamente, se entendía que el incumplimiento


de la formalidad acarreaba la nulidad relativa.

22
El CC no regulaba las alteraciones materiales del instrumento privado. El Código de Comercio (art.211)
establecía que no eran admisibles los documentos corregidos y no salvados.
El CCCN, siguiendo el argumento doctrinal de que la parte que no tome la
previsión de exigir el doble ejemplar, puede luego incumplir la obligación que resulta
del instrumento que ella misma suscribió, suprime este recaudo.

Ello no obstante, en la práctica, es aconsejable que cada parte tenga su


ejemplar. En materia de contratos de consumo se exige la entrega de un ejemplar al
consumidor (art. 10 Ley 24.240 y sus modificatorias) y, en los contratos bancarios, el
cliente puede exigir su entrega (art. 1380 CCCN).

2.3 1 La firma (reenvío al l Unidad II, Segunda parte.)

2.3.2 Firmante que no sabe o no puede firmar en los instrumentos


privados.

2.3.2.1 La cuestión en el marco del Código Civil.

En el código velezano se establecía una única posibilidad para quien no


supiera firmar: otorgar el acto en una escritura pública, a través de la firma a ruego23.
La doctrina extendió por analogía esta situación de que la persona no podía firmar.

Era claro que las diversas situaciones que pudieran plantearse al respecto, no
lograban resolverse exclusivamente por medio de la escritura pública.

Por empezar, el derogado Código de Comercio, en su art. 208,24 reconocía la


suscripción de algunos actos mediante un signo diferente de la firma; en la Ley de
Contrato de Trabajo 20744 y sus modificatorias, se admitió la posibilidad de signos y la
impresión digital. Leyes nacionales y provinciales, sobre todo previsionales, también
preveían y prevén la posibilidad de estampar la impresión digital, pero en tales casos
se exige, o bien la presencia del interesado ante los funcionarios, o la certificación de

23
Art. 1001 CC “La escritura pública … Si alguna de las partes no sabe firmar debe hacerlo a
su nombre otra persona que no sea de los testigos del instrumento…”
24
Art. 208 “Los contratos comerciales pueden justificarse: inc 3° Por documentos privados, firmados por
los contratantes o algún testigo, a su ruego y en su nombre.
la impresión digital por notario, Juez de Paz, u otro funcionario habilitado, como por ej.
el cónsul del lugar donde se encuentra la persona.

2.3.2.2 El artículo 313 del CCCN. Su interpretación.

El CCCN, cambia radicalmente de postura, cuando en su art. 313 establece:

“Si alguno de los firmantes de un instrumento privado no sabe o no puede firmar, puede
dejarse constancia de la impresión digital o mediante la presencia de dos testigos que deben
suscribir también el instrumento.”

El artículo ha generado un problema interpretativo respecto a la persona que


no sabe o no puede firmar un instrumento privado. La letra del artículo expresa que si
alguno de los firmantes de un instrumento privado no sabe o no puede firmar, puede
dejarse constancia de la impresión digital “o” mediante la presencia de dos testigos
que deben suscribir “también” el instrumento.

El uso por un lado la conjunción “o” y por otro del adverbio “también”, colocan
al intérprete en una disyuntiva: si son dos procedimientos distintos y optativos, esto es,
si basta únicamente con la impresión digital o con la firma de dos testigos para que el
instrumento valga como principio de prueba por escrito; o si deben aplicarse ambos
procedimientos de manera conjunta, la impresión digital y la firma de dos testigos.

Más allá de que la presencia de ambos recaudos es la alternativa que genera


mayor certeza, la conjunción disyuntiva “o” debe ser interpretada en el sentido de que
puede recurrirse a una de las dos alternativas, sin que ambas sean obligatorias en
forma conjunta.

En el caso del testamento ológrafo, en que uno de sus requisitos de validez es


la firma, no puede recurrirse ni a la impresión digital, ni a la firma a ruego por dos
testigos. Si no sabe o no puede firmar, el interesado debe acudir al testamento por
acto público.

2.3.2.3 El artículo 313 del CCCN. La impresión digital. Valor probatorio.

El CCCN se adscribe a la posición que atribuye a la impresión digital efectos


individualizadores de una persona, pero en manera alguna la equipara a la firma. Por
ello, en esencia el instrumento de tales características es un instrumento particular no
firmado que, en todo caso, solo brinda la identidad de la persona.
Su valor probatorio depende de los demás elementos de prueba aportados. Del
art. 314 in fine CCCN resulta que el documento signado con la impresión digital vale
como principio de prueba por escrito y puede ser impugnado en su contenido.

2.3.2.4 El artículo 313 del CCCN. La firma a ruego por dos testigos.
Valor probatorio.

Mientras que el alcance del valor probatorio del instrumento privado signado
con impresión digital está establecido en el art. 314 in fine, no ocurre lo propio con el
instrumento particular suscripto a ruego por dos testigos, con lo cual éste debe ser
considerado como un instrumento privado y, cuando la firma de los testigos sea
reconocida, tendrá los efectos que le asigna el art. 314. Claro que para que el
reconocimiento de la firma de los testigos tenga el efecto de reconocer el cuerpo del
instrumento, deberá el autor del documento reconocerlo.

2.3.2.5 El artículo 313 del CCCN. Apreciación

Las alternativas de la impresión digital o de dos testigos que firman a ruego,


conlleva riesgos importantes.

Atribuir la autoría de un documento a quien estampa su impresión digital, o


que es firmado a ruego por dos testigos es altamente peligroso. Cualquier persona, sin
ser profesional del derecho, entiende sin dificultad que la impresión digital pudo
haberse estampado estando la persona inconsciente, o con dificultades para
comprender sus acciones, o habiendo ya fallecido. Incluso, asignar a alguien el
contenido de un instrumento privado suscripto por dos testigos, propicia la comisión de
ilícitos.

Por ello se sugiere acudir en estos casos a la certificación de la impresión


digital y de las firmas de los testigos por notario. Desde ya, que en la práctica, las
entidades bancarias o las autoridades nacionales, provinciales o municipales, exigirán
que el interesado que no sabe o no puede firmar, tome tales precauciones o concurra
personalmente a la institución.

2.3.2.6. Aplicación notarial

La certificación de la impresión digital, tiene como efecto individualizar


efectivamente a la persona que declara no poder o saber firmar como quien estampa
la impresión digital a fin de asumir la autoría del documento.

Más allá de que el documento sin certificar pueda circular con una de las dos
opciones, cuando se certifican notarialmente las firmas de los dos testigos, resulta del
todo razonable que también el sujeto del acto estampe la impresión digital en el
documento, y ella se certifique, pues de lo contrario la certificación no tendrá los
efectos del reconocimiento, que asigna el art. 314 CCCN.

2.3.3. Documento firmado en blanco.

2.3.3.1 Nociones generales. Protección de los terceros de buena fe.

Para el CCCN ─así como lo prescribían los arts. 1016 al 1019 CC─, es posible
firmar de un documento en blanco (art. 315). Quien así actúa, está autorizando a que
un tercero redacte un texto que tendrá efectos para el firmante. Por ello su naturaleza
es la de un mandato, que por lo general es tácito.

La firma en blanco puede ser estampada para que se complete todo, o parte de
un documento.

Es indudable que la suscripción de un documento de tales características se


basa en la confianza, pero es riesgoso ya que puede ser que el contenido no coincida
por el uso abusivo o excesivo de las instrucciones brindadas.

La norma habilita al firmante a impugnar su contenido. Para ello deberá


acreditar que el texto documental no se corresponde con las instrucciones dadas. Lo
cual se facilita si hay instrucciones escritas, lo que no es lo más frecuente.
Por ello, el firmante no puede valerse de la prueba testimonial, excepto que
exista principio de prueba por escrito. Esta solución se justifica, pues de lo contrario se
permitiría incumplir con las obligaciones contraídas.

El art 315 continúa expresando que:

“El desconocimiento del firmante no debe afectar a terceros de buena fe”.

La buena fe del tercero se relaciona con el desconocimiento de éste, respecto


a que el documento fue firmado en blanco. De tal manera los terceros de buena fe
quedan a resguardo de la posibilidad de impugnación del documento. Lo contrario
importaría atentar contra la seguridad del tráfico jurídico.

Quien asumió el peligro ínsito en la firma de un documento en blanco, debe


cargar con cargar con las consecuencias de su actuación.

2.3.3.2 Sustracción del documento

Aquí la solución es distinta a la del art. 1019 CC, cuyo último párrafo disponía:
“… las convenciones hechas con terceros por el portador del acto no pueden
oponerse al signatario, aunque los terceros hubiesen procedido de buena fe”.
Entonces, en el marco del código anterior, si el documento era sustraído, sus efectos
no podían oponerse al firmante, incluso cuando el tercero era de buena fe.
En cambio, el último párrafo del art. 315 expresa que cuando el documento
firmado en blanco es sustraído25 contra la voluntad de la persona que lo guarda, ello
puede probarse por cualquier medio, pero sin posibilidad, de oponerlo al tercero de
buena fe, adquirente de derechos a título oneroso en base al instrumento sustraído.
Ahora bien, en este caso la buena fe no se presume y el tercero que la alega tiene la
carga de demostrarla.

2.3.3.3 Certificación de firma en documentos en blanco.


Las normas locales notariales, generalmente reglamentos que se refieren
específicamente a los diversos supuestos de certificación de firmas e impresiones
digitales, establecen los recaudos que el notario debe cumplir en los casos de
certificación de firmas en blanco.

25
La norma no contempla otros casos como la pérdida o extravío del documento, solo contempla la
sustracción.
Así el art. 22 del Reglamento de certificación de firmas e impresiones digitales
del Colegio de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires26, establece:
“Cuando se requiera la certificación de firmas a estampar en papel que se encuentre
total o parcialmente en blanco, de acuerdo con lo establecido en el artículo 315 del Código Civil
y Comercial, el escribano dejará constancia de ello en el acta de requerimiento, en la
certificación y en los anexos en su caso.”

2.4. Valor probatorio de los instrumentos privados.

El art 319 CCCN regula la fuerza probatoria del instrumento particular y, como
el instrumento privado es un instrumento particular firmado, la norma también se aplica
a éste.
De acuerdo a lo que en dicho artículo se establece, el juez tiene amplitud de
facultades para apreciar su valor probatorio, de acuerdo a las circunstancias del caso,
y a las pautas que, con carácter enunciativo allí se brindan.
Es bajo este precepto, que deben entenderse los temas que a continuación se
abordan.

2.4.1 Reconocimiento de firma. Efectos

2.4.1.1 Reconocimiento voluntario.


El instrumento privado, por sí solo, carece de eficacia probatoria, a diferencia
de lo que ocurre con el instrumento público (art. 296)
De allí que a tal fin es necesario que el autor del instrumento privado,
reconozca su firma, ya que al admitir una firma como propia, asume el contenido del
documento.
Por ello, la primera parte de la norma impone el deber ─obligación de fuente
legal─ a la persona que se le atribuye una firma, de reconocer o no si le pertenece. El
CC contenía una previsión semejante en su art. 1031.
Es uno de los casos en los que hay obligación legal de expedirse (art. 919 CC y
art. 263 CCCN). Por ello, su incomparecencia al acto de reconocimiento tiene como
consecuencia que el juez puede atribuirle al firmante la autoría de la firma.

26
https://www.colegio-escribanos.org.ar/normas/ReglamentoCertFirmasImprDigitales.pdf. Fecha de
consulta: 8/12/ 2018.
Si el firmante comparece y admite como propia la firma, el instrumento queda
reconocido; si declara que la firma no le pertenece, corresponde acudir a otros medios
probatorios; si guarda silencio, judicialmente se la da por reconocida.
Si se trata de personas jurídicas, la citación debe hacerse al representante
legal. Si este no estampó la firma puede manifestar que ignora quién lo hizo, en cuyo
caso corresponde acudir a la prueba pericial.
Los herederos pueden limitarse a manifestar que ignoran si es o no la firma del
causante, sin que ello implique una presunción en contra de sus intereses.
La norma agrega que:
“La autenticidad de la firma puede probarse por cualquier medio”.
La prueba por excelencia es la pericial caligráfica por cuerpo de escritura27 o
por cotejo de firma..

2.4.1.2 Reconocimiento en caso de fallecimiento del firmante.


El deber de comparecer se limita a la persona a quien se le pretende atribuir la
autoría. En cambio sus herederos, no se encuentran obligados a ello. Pueden limitarse
a manifestar que ignoran si es o no la firma del causante, sin que ello importe una
presunción en contra de sus intereses.
Desde ya que ello no implica que quienes contrataron con el causante, se vean
impedidos de hacer valer los derechos y obligaciones que resultan del instrumento. En
tal caso se utiliza la pericial caligráfica por cotejo de firma.

2.4.1.3 Medios de prueba.

Como se ha expresado la prueba por excelencia es la pericial caligráfica. Ella


puede ser por cuerpo de escritura: el perito calígrafo analiza el cuerpo de la escritura
que se le indica confeccionar al firmante en los casos en que desconoce su firma; si
esa persona no quiere someterse a esta pericia, el juez puede interpretar que la firma
queda reconocida. El otro medio es por cotejo de firma: el perito deberá cotejar la
firma del instrumento privado, con aquellos elementos indubitados que se agreguen al
expediente; se utiliza, sobre todo, en los casos de fallecimiento del firmante.

27
En este caso el perito calígrafo analiza el cuerpo de la escritura que se le indica. Si esa persona no
quiere someterse a esta pericia, el juez puede interpretar que la firma queda reconocida
Ambas clases de pericia caligráfica eran las reconocidas por el código
velezano. Igualmente, es una norma genérica, que deja abierta la posibilidad a nuevos
medios técnicos que permitan concluir sobre la autenticidad de las firmas.

2.4.1.4 Efecto del reconocimiento de firma.


El artículo expresa:
“…El reconocimiento de la firma importa el reconocimiento del cuerpo del instrumento
privado. El instrumento privado reconocido, o declarado auténtico por sentencia, o cuya firma
está certificada por escribano, no puede ser impugnado por quienes lo hayan reconocido,
excepto por vicios en el acto del reconocimiento. La prueba resultante es indivisible. El
documento signado con la impresión digital vale como principio de prueba por escrito y puede
ser impugnado en su contenido”.
Los tres supuestos indicados por la norma (reconocimiento voluntario de la
firma; sentencia judicial de declaración de autenticidad y certificación notarial de la
firma) producen el mismo efecto: importa el reconocimiento del cuerpo del instrumento
privado.
Se introduce la innovación, en el sentido en que se venía pronunciando la
jurisprudencia, de que la certificación notarial de firmas tiene el mismo valor probatorio
que el reconocimiento voluntario o la declaración judicial de autenticidad de la firma.

En todos los casos el documento queda reconocido íntegramente y con


relación a todas las cláusulas; lo que implica que el reconocimiento no puede ser
parcial, o con relación solamente a alguna de sus cláusulas.

2.4.1.5 Inimpugnabilidad del documento reconocido. Excepción

Si el instrumento privado ha sido reconocido voluntariamente, por decisión


judicial, o porque su firma se encuentra certificada ante escribano, no cabe la
impugnación por las personas que lo han reconocido. Es una aplicación de la teoría de
los actos propios y del principio de buena fe, que impide para quien reconoció el
instrumento la posibilidad de arrepentirse.

Sin embargo, la impugnación es posible cuando existen vicios en el acto de


reconocimiento. En tal caso, es quien impugna el que tiene la carga de demostrar
haber sido víctima de error, dolo o violencia.
2.4.1.6 Indivisibilidad de la prueba

Efectuado el reconocimiento, la prueba que emana de él es indivisible y, por lo


tanto, el instrumento probará tanto a favor como en contra de quien lo reconoció y,
asimismo, probará tanto a favor como en contra de aquella parte que pretendió su
reconocimiento.

2.4.1.7 Efectos entre partes y terceros

El instrumento privado, en sí mismo, carece de autenticidad. Entre las partes


solo hace plena fe de su contenido con el reconocimiento de su firma, en cualquiera de
sus formas (art. 314, 2º párrafo).

Sin embargo, el reconocimiento de la firma importa solo una presunción iuris


tantum de que el contenido del instrumento es auténtico. Por ello el firmante puede
probar que el documento fue adulterado, o que el instrumento firmado en blanco se
completó en contra de sus instrucciones (art. 315 CCCN).

Ello no obstante, esa posibilidad queda limitada a los procesos de conocimiento


pleno. En cambio en el proceso ejecutivo el reconocimiento de firma basta para que
esa vía sea eficaz, tal como se desprende del art. 527 CPCN; por lo que queda al
firmante la posibilidad de ocurrir al trámite de excepción de falsedad o inhabilidad de
título (art. 554 inc. 4 CPCN), o demostrar su aserto en el juicio ordinario posterior (art.
553 CPCN).

La presunción iuris tantum de autenticidad del contenido del documento incluye


a la fecha indicada, salvo frente a terceros en que se aplica el art. 317 CCCN.

2.5. Fecha cierta

2.5.1. Concepto

Es el día, mes y año en que un instrumento privado se considera firmado y


puede ser opuesto frente a terceros.
El CCCN establece en su art. 317 que los instrumento privados reconocidos:
“…Adquieren fecha cierta el día en que acontece un hecho del que resulta como
consecuencia ineludible que el documento ya estaba firmado o no pudo ser firmado después.”
De manera que el instrumento privado reconocido tiene eficacia probatoria
entre las partes, pero frente a terceros, tal eficacia se despliega recién a partir de su
fecha cierta.

2.5.2 Cómo se adquiere

La norma, a diferencia de lo que ocurría en el código de Vélez28, no enumera


los distintos casos, dejando librada a la interpretación judicial la calificación como
cierta de la fecha consignada en un instrumento privado.

La prueba puede producirse por cualquier medio, y debe ser valorada


severamente por el juez.

3. Comparación del instrumento privado con el


instrumento público.

La distinción primaria indica que instrumentos privados son redactados y


firmados por los otorgantes, sin intervención del oficial público, y los instrumentos
públicos se caracterizan por ser firmados por sus otorgantes y presenciados y
autorizados por el oficial o funcionario público, de conformidad con las solemnidades
exigidas legalmente. De allí se derivan importantes diferencias entre unos y otros.

28
El CC establecía en el art. 1035 cuatro supuestos, que dividían a la doctrina al momento de considerar
el carácter enunciativo o taxativo de la enumeración:
ARTICULO 1035 – Aunque se halle reconocido un instrumento privado, su fecha cierta en relación a los
sucesores singulares de las partes o a terceros, será:
1º. La de su exhibición en juicio o en cualquiera repartición pública para cualquier fin, si allí quedase
archivado;
2º. La de su reconocimiento ante un escribano y dos testigos que lo firmaren;

3º. La de su transcripción en cualquier registro público;


4º. La del fallecimiento de la parte que lo firmó, o del de la que lo escribió, o del que firmó como testigo.
.
La presencia o ausencia del funcionario público como dador de fe, determina la
que la eficacia probatoria de los instrumentos públicos sea superior a la de los
instrumentos privados. Y que la de los privados, a su vez lo sea, con relación a los
particulares no firmados.

Cuadro comparativo, con especial referencia a la escritura pública

INSTRUMENTO PÚBLICO con INSTRUMENTO PRIVADO


especial referencia a la escritura
pública
Gozan de fe pública, entendida como la No gozan de fe pública.
autoridad (calidad) del instrumento
derivada del hecho de la participación del
escribano u otras personas a quienes la
ley les atribuye la función de dar fe.
Gozan autenticidad o plena fe, la En sí mismos, carecen de autenticidad. El
máxima medida de eficacia probatoria. Lo reconocimiento de la firma (art. 314) importa solo una
que está probado mediante instrumento presunción iuris tantum de que el contenido del instrumento
que merezca plena fe no necesita otra es auténtico. Por ello el firmante puede probar que el
prueba. Y por ello no requieren de documento fue adulterado, o que el instrumento firmado en
complemento alguno. blanco se completó en contra de sus instrucciones (art. 315
CCCN).
Esa autenticidad es externa o material, e Ello no obstante, esa posibilidad queda limitada a los
interna o ideológica: hasta sentencia de procesos de conocimiento pleno.
declaración de falsedad, civil o penal (art. Respecto de los terceros, surtirán efectos en cuanto a la
296 inc. a), o hasta prueba en contrario fecha, cuando se haya atribuido al instrumento fecha cierta
/art. 296 inc. b) (art. 317).
Tiene un autor cierto, que es el autorizante No hay autor cierto que sea responsable de su redacción,
del documento. Por ello tiene sin perjuicio de lo dispuesto en materia de contratos
responsabilidad civil, penal y disciplinaria. celebrados por adhesión a cláusulas generales
predispuestas (art. 984), o en los contratos de consumo
(art. 1093).

La fecha que expresa es cierta y es la que Adquieren fecha cierta si se dan las pautas generales del
se corresponde con la celebración del acto, art. 317.
su modificación o extinción
Deben cumplirse las formalidades exigidas Rige el principio de libertad en cuanto a las formalidades
bajo pena de nulidad y por aquellas que no exigidas, salvo la firma del sujeto del acto (arts. 287 y 288)
la generan, el notario tiene responsabilidad o sus sustitutivos en los casos del art. 315; el caso de las
disciplinaria (arts. 300 a 307 y 309) enmiendas (art. 316) y el testamento ológrafo.
Imposibilidad de firmar en blanco (art. 303) Posibilidad de firmar en blanco (art. 315)
Asegura la perdurabilidad de los actos por La posible pérdida del documento, enerva toda posibilidad
el archivo del original o matriz. de prueba del acto o hecho a que se refiere.
El escribano debe dar copia o testimonio Cada parte debe procurarse su propio ejemplar.
de la escritura a las partes.(art. 308)
En buena parte de los actos sobre bienes Solo existe un responsable de su registración en el caso
registrables, el notario es responsable de que las partes así lo decidan y la persona lo acepte.
su registración (por ej. en materia
inmobiliaria).
El escribano, como profesional de derecho, No hay asesor jurídico, por lo menos obligatorio. En
asesora a las partes, evitando futuras consecuencia, las partes están expuestas a transgredir, en
nulidades tanto de forma, como de fondo. general sin quererlo, las normas que regulan los
Solo pocos requisitos provocan la nulidad presupuestos y requisitos del acto.
del instrumento por defectos de forma.,

4. Correspondencia
El art. 318 regula la correspondencia, concepto que abarca tanto la manuscrita
como la impresa, sea por medios mecánicos o electrónicos, independientemente de
que pueda estar, o no, firmada.), incluyendo dentro de ella al correo electrónico.
La correspondencia goza de una enérgica protección constitucional. El art. 18
de la Carta Magna dispone que la correspondencia epistolar y los papeles privados
son inviolables y que una ley determinará en qué casos y con qué justificativos podrá
procederse a su allanamiento. El art. X de la Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre 29 , dice que toda persona tiene derecho a la inviolabilidad y
circulación de su correspondencia. También, el art. 12 de la Declaración Universal de
Derechos Humanos30, considera que nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su
correspondencia. En sentido similar, se pronuncian el art. 11, inc. 2) CADH y el art. 17,
inc. 1) PIDCYP.
En suma, el plexo normativo citado protege el derecho a mantener en un
ámbito reservado a los papeles privados y la correspondencia, en particular.
La doctrina ha debatido en torno a la propiedad de la correspondencia.
Obviamente, mientras se encuentra en poder del remitente, es a él a quien pertenece.
El problema se suscita cuando el remitente se desprende de ella y la envía al
destinatario.

29
Aprobada en la IX Conferencia Internacional Americana, en Bogotá, Colombia en 1948.
30
Adoptada por la resolución 217 A (III) de la Asamblea General de las Naciones Unidas
el 10/12/1948.
El art. 318 se ocupa de la correspondencia como prueba y distingue los casos
en función de su carácter confidencial. Establece que “puede presentarse como
prueba por el destinatario, pero la que es confidencial no puede ser utilizada sin
consentimiento del remitente. Los terceros no pueden valerse de la correspondencia
sin asentimiento del destinatario, y del remitente si es confidencial.”
El notario puede comprobar mediante un acta el envío y la existencia de
correspondencia, del mismo modo que puede labrar un acta a requerimiento. Lo cual
es extensible a los documentos electrónicos, por ejemplo, el email.

5. Instrumentos particulares no firmados.

5.1 Concepto

Son los documentos escritos que no tienen firma. Los instrumentos particulares
no firmados son regulados por los arts. 286 y 287 CCCN.

El art. 387 brinda ejemplos de esta categoría: impresos, los registros visuales
o auditivos de cosas o hechos, los registros de la palabra —grabaciones— o de
información. Así se incluyen una gran cantidad de documentos manejados en la vida
diaria sin que se encuentren firmadas, como los extractos y comprobantes de los
cajeros automáticos, las tickets vinculados al transporte, a los espectáculos públicos,
comprobantes de pagos de impuestos en oficinas habilitadas e innumerables ejemplos
vinculados a las nuevas tecnologías.

Esta categoría incluye al documento electrónico, que ha sido definido como


"toda representación en forma electrónica de un hecho jurídicamente relevante
susceptible de ser recuperado en forma humanamente comprensible"31.

5.2 Valor probatorio

31
D' Alessio, Carlos Marcelo, en Código Civil y Comercial de la Nación comentado. Coordinación: Miguel
Federico De Lorenzo -Pablo Lorenzetti. Coordinadores. Tomo II, p. 238.
El art. 319 CCCN regula el tema. El valor probatorio de los instrumentos
particulares debe ser apreciado por el juez ponderando, entre otras pautas ─que no
son excluyentes─, la congruencia entre lo sucedido y narrado, la precisión y claridad
técnica del texto, los usos y prácticas del tráfico, las relaciones precedentes y la
confiabilidad de los soportes utilizados y de los procedimientos técnicos que se
apliquen.
Buena parte de las directivas están orientadas a los documentos electrónicos.
El juez, deberá llegar a la íntima convicción respecto a la autenticidad y genuinidad de
distintos estadios del documento, desde su generación, su transmisión y su recepción.
Asimismo deberá valorar cuestiones externas a la generación del documento como
pueden ser conductas o situaciones preexistentes.

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