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La eclesialidad representada en la Romería

de la Virgen de Zapopan

Renée de la Torre
CIESAS de Occidente
Introducción

La sociedad mexicana se caracteriza por un elevado índice de participación ritual


vinculada a las formas tradicionales del catolicismo. El catolicismo en México es
la institución que organiza el sentido de las grandes celebraciones de la vida
humana y social (bautizo, primera comunión, quince años, matrimonio y muerte).
Los momentos decisivos de la vida de los individuos y los pueblos se viven en el
marco de los rituales católicos. Esta tendencia a organizar la vida individual y
colectiva alrededor de los rituales católicos se manifiesta también en la amplia
convocatoria masiva de los cultos tradicionales y la devoción mayoritaria a
símbolos católicos, como es el de la Virgen de Guadalupe a nivel nacional, o de
los santos, cristos y vírgenes locales y barriales. Pero no sólo eso, en México año
con año se movilizan millones de creyentes que se desplazan de sus lugares de
vida a los santuarios de su devoción haciendo de "México un país peregrino"
(Shadow 1994: 15).
En este sentido, el culto y la devoción a imágenes tradicionales del
catolicismo se mantienen como elementos compartidos de identificación nacional,
y en otros casos de identificación local y regional, como son los casos de las tres
Vírgenes jaliscienses más importantes: la de Zapopan, la de San Juan de los
Lagos, y la de Talpa a través de las prácticas rituales alrededor de sus santuarios.
Las funciones simbólicas de las peregrinaciones han sido múltiples y
paradójicas. Dado que a lo largo de la historia de México, el catolicismo floreció
con una modalidad sincrética, entre las tradiciones, imaginarios y cosmologías
nativas, enraizadas en las culturas indígenas que ocupaban el territorio mexicano,
y las imágenes y modelos de devoción traídos por los evangelizadores españoles
como parte de la conquista, las peregrinaciones han tenido una triple función:

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integrar, resistir y renovar. Este proceso que posibilita la coexistencia y
reciprocidad funcional entre las culturas dominantes y las populares lo conocemos
como catolicismo popular. En ellas se dramatizan en un mismo escenario espacio
temporal, tanto las estructuras y orientaciones jerárquicas que tienden a ordenar,
normar y estructurar los modos de acceso a lo sagrado; como las prácticas
espontáneas de los creyentes que manifiestan la resistencia, la reinvención y el
dinamismo simbólico.
Este postulado nos lleva a retomar la distinción entre Communitas y estructura
de Turner & Turner (1978). Para este autor, las peregrinaciones son un pasaje, un
tránsito liminal entre dos estados de las cosas. Durante la peregrinación se
suspenden temporalmente las estructuras del orden, de la normatividad y de la
normalidad de la organización social. Por ejemplo, se irrumpe con el trabajo para
liberar el tiempo; se invierte la obligatoriedad de las actividades diarias por una
actividad voluntaria que es sumarse a la peregrinación, se dejan los lugares de
residencia para desplazarse a un santuario, se abandona la vida profana para
lograr una experiencia (individual y colectiva) sagrada. Este estado de liminalidad
produce, en una elipsis de tiempo (marcado por la salida-el recorrido- la llegada- el
regreso) un sentido de coommunitas, que expresa una idealización de lo que
debería ser la sociedad, en la medida en que instaura los lazos sociales
horizontales, a la vez que desconoce la verticalidad de las formas de organización,
en sus propios términos:
"Los peregrinos pueden encontrarse a sí mismos como miembros de una
vasta multitud. Pero esta es una multitud de similares, no de personas
interdependientemente estructuradas" (Turner & Turner 1978:13).

Para Turner las peregrinaciones contribuyen a revitalizar el sentido de identidad


compartida. Sin embargo su carácter es ambiguo, pues esto no quiere decir que
diluya o revierta las representaciones de autoridad y jerarquía. Las
peregrinaciones dramatizan tanto una forma de estar juntos idealizado en el
sentimiento de communitas, como la realidad fáctica del orden social cimentado en
la estructura, que impone jerarquías, normas y comportamientos
institucionalizados por la ortodoxia católica. Estos dos componentes son los que

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servirán de guía de análisis de mis apuntes etnográficos sobre la romería de la
Virgen de Zapopan, la fiesta religiosa más importante en la ciudad de Guadalajara.

Las peregrinaciones en México

En México uno de los símbolos unificadores de la identidad nacional ha sido la


imagen de la Virgen de Guadalupe. Si bien es cierto que el guadalupanismo logró
ser un lugar de encuentro y mestizaje de distintos y heterogéneos habitantes del
país (criollos, mestizos e indios), sobre todo de aquellos asentados en el centro;
también lo es que a partir del siglo XIX, a nivel local, donde las distintas iglesias
tenían sus propias vírgenes y santos patrones, el culto por la virgen de Guadalupe
se sufrió como una imposición centralista y nacionalista.
Los cultos locales que hasta hoy subsisten tuvieron que resistir al proyecto
oficial eclesial que encontraba coincidencias con el centralismo del Estado en
formación. El milagro es que hoy día, ni el secularismo, ni el laicismo socavaron al
guadalupanismo, pero tampoco el centralismo oficial del catolicismo, ni la difusión
masiva a cargo de la empresa Televisa (que lleva el culto de la Guadalupana a los
hogares mexicanos) han logrado desterrar los cultos tradicionales y locales.
Las peregrinaciones masivas anuales a los santuarios regionales siguen
ejerciendo una geografía y temporalidad sagrada alrededor de los símbolos y
rituales ligados con el catolicismo tradicional. Los santos patronos y las imágenes
locales de devoción son también emblemas de la identidad regional, que unifican a
distintas poblaciones en un mismo culto. Uno de ellos, es el de la llevada (o la
traída, dependiendo si se ve desde Guadalajara o desde Zapopan) de la Virgen de
Zapopan, la patrona de la ciudad de Guadalajara y su región. Esta peregrinación
se ha mantenido vigente a lo largo de casi tres siglos. En la actualidad la romería
se realiza cada 12 de octubre y convoca a más de 2 millones de peregrinos,
provenientes de los pueblos vecinos de Zapopan, habitantes de la ciudad de
Guadalajara, y de otros rumbos del país. La romería consiste en acompañar a la
Virgen "Viajera" de regreso a su santuario, en un trayecto que va desde la
Catedral de Guadalajara a la Basílica de Zapopan, ya que la "Zapopana" cumple

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anualmente la tradición de visitar durante el verano la mayoría de las parroquias
de la ciudad entre los meses de mayo y octubre. 1

El origen mítico de la devoción

La Virgen de Zapopan encarna un encuentro entre evangelizadores españoles


e indígenas. Se le reconoce bajo el nombre de "La Pacificadora" pues rememora
el milagro de la pacificación de los indios caxcanes, que habían llegado a
conformar un ejército con más de 12000 elementos, para rebelarse contra los
Españoles en la Guerra del Mixtón a partir de 1540.
La Virgen representa a la Inmaculada Concepción, es una pequeña estatua de
caña de maíz, realizada por artesanos tarascos (grupo étnico del estado de
michoacán), mismo material con que los indios de la región construían sus
deidades. Fue el Fraile Antonio de Segovia, durante 1531 a 1546 ( encargado de
la evangelización de los indígenas de los hoy estados de Michoacán, Zacatecas,
Aguascalientes, Jalisco, Nayarit y Sinaloa) quien introdujo esta imagen. El fraile
acostumbraba colgarse la imagen en el cuello y en su labor de intermediario para
apaciguar a los indígenas sublevados, los indios vieron que la Virgen emitía luces
y destellos. Razón por la que se le veneró como milagrosa. El fraile logró pacificar
la rebelión y al poco tiempo la donó a la comunidad indígena de Zapopan, donde
le construyeron su altar.
Fue el conquistador Nuño de Guzmán quien en 1530 impuso la obediencia a la
Corona Española, y años después en 1541 la estatuilla tendría como altar el
mismo lugar. Durante más de un siglo, al templo de Zapopan acudían
exclusivamente los indígenas de la región, esto cambió cuando en 1653 la imagen
de la Virgen fue declarada milagrosa, y su devoción se extendió entre españoles,
criollos y mestizos (González Escoto 1998: 115) .Su presencia en la región
simboliza la unidad devocional de la diversidad de razas y castas. Es un santuario

1 Lo relativo al referente histórico de la peregrinación de la Virgen de Zapopan está fundamentado


en Castellanos 1994.

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que recuerda el triunfo de la inculturación y que sirvió para la integración de los
pobladores locales.
A lo largo de la historia, la Virgen de Zapopan ha tenido distintos
reconocimientos. En 1734, cuando los pobladores sufrían de pestes y epidemias
fue nombrada Patrona contra las catástrofes (rayos, epidemias y tempestades).
De ahí su vocación viajera, pues era usada para visitar las zonas de desastre.
Actualmente visita al año 172 parroquias de la diócesis. En la época
independentista la Virgen fue nombrada por los ejércitos insurgentes con el grado
de “Generala” por la protección brindada. También cariñosamente sus fieles le
llaman la Chaparrita. La Virgen de Zapopan ha intercedido por la población en los
momentos de riesgo, pero también lo ha hecho por sus hijos quienes a través de
su devoción le agradecen múltiples milagros.

Apuntes etnográficos de la Romería:

En la romería desfila la diversidad cultural, desde los charros jaliscienses, las


compañías de calandrias, lo pajareros, los grupos católicos parroquiales, los
caballeros del Santo Sepulcro, los estudiantes del Seminario, los frailes
franciscanos, el mismísimo Cardenal y los obispos, los ejércitos de las guardias
Zapopanas, multicolores danzantes, e incluso los “personajes” de las películas de
Hollywod.
La llevada de la Virgen comienza desde un día antes el 11 de octubre. Los
peregrinos pernoctan en las plazas del centro de Guadalajara para asistir a las 5
de la mañana a la misa de Gallo en Catedral y acompañar a la Virgen en su
trayecto de regreso a la Basílica de Zapopan. El ambiente combina lo lúdico con el
fervor religioso, cantos, rezos, pláticas y porras a la Virgen son los acordes que
acompañan la velada.
Los creyentes comunes asisten para cumplir alguna manda, pedir o
agradecer algún favor o milagro, o tan sólo acompañar con jubilo a la Virgen. Los
peregrinos viajan acompañados de sus familias y de sus vecinos. Muchas son
personas de escasos recursos que a lo más llevan una cobija para resistir el frío

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nocturno y algún refrigerio para matar el hambre. Algunos han llegado en
camiones desde sus lugares de origen, otros vienen caminando provenientes de
los barrios populares de Guadalajara.
La fiesta religiosa inicia a las 5 de la mañana con una misa de gallo oficiada
por alguno de los obispos auxiliares de Guadalajara. Las campanas al vuelo
anuncian su salida. Aplausos, vivas a Cristo Rey y a la Generala, cantos religiosos
y rezos acompañan desde muy temprano (las seis de la mañana) a la imagen que
es acomodada en un carro alegórico.
El trayecto de peregrinaje parte de Catedral, ubicada en el corazón de
Guadalajara, por la Avenida que de centro a norte se conoce como 16 de
Septiembre, Alcalde y Ávila Camacho, una de las arterias más importante que
conectan el centro de la Guadalajara con el centro del poblado de Zapopan, que
hoy forma parte de la mancha urbana de la ciudad. Esta avenida es el escenario
cotidiano del tráfico vehicular que los pobladores de la ciudad usan para
desplazarse de un lugar a otro. Es en los términos de Marc Augé un no lugar,
trazado para el tránsito y el fluir de las relaciones anónimas. Sin embargo el día 12
de octubre se convierte en el lugar antropológico por excelencia, un territorio
cargado de historia e identidad local. Se convierte en el lugar del encuentro de la
diversidad humana que conforma el mosaico cultural y social de la ciudad y sus
poblados aledaños. (Augé 1993).
A los lados de la calle se han acomodado los espectadores para poder
contemplar el paso de la Virgen. Desde ahí, como uno de tantos espectadores,
realicé mis anotaciones etnográficas el 12 de octubre del 2000. El trayecto de la
Virgen a su Santuario dura más o menos 5 horas.
Para los fines analíticos de este trabajo, dividiré el tiempo en dos: el antes
y el después de la pasada de la Virgen, que se caracteriza por un desfile de la
diversidad de identidades creyentes, y en el cual resalta el sincretismo cultural y el
sentimiento de communitas. Y el momento central, en el cual la imagen de la
Virgen se hace visible, y va acompañada por una escenificación de la estructura
diocesana, la cual analizaré bajo la modalidad de la estructura.

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El communitas: el despertar del México profundo y las imágenes de
Hollywod

La romería es un evento no sólo religioso, sino que se mezcla con la necesidad de


mantener las tradiciones, renovarlas e incluso inventarlas. Si algo ha caracterizado
a Guadalajara y su región es su cultura de raigambre criolla, y no tanto sus
tradiciones indígenas. Esta región es la cuna de los emblemas nacionales del
folclore criollo mexicano: los charros, los mariachis, el Jarabe Tapatío. Todos ellos
se dan cita en el desfile. Sin embargo, el 12 de octubre, gran parte de los citadinos
despiertan y se inventan su origen. Ese día los ruidos cotidianos de los camiones y
automóviles desaparecen, y en su lugar se entonan sonidos del pasado: los de los
caballos y los mariachis, los de las bandas de guerra, y finalmente los de las
danzas indígenas que saturan el ambiente. Llama la atención que un gran
contingente de los peregrinos se viste de penachos multicolores, como para
recordarnos que en esta región el México profundo, ligado a las tradiciones
prehispánicas, no ha muerto.
Una de las tradiciones más importantes que acompañan y nutren de
simbolismo este culto es la de los danzantes. Algunos bailes están íntimamente
asociados con la memoria histórica de la colonización y evangelización de la
región y fundamentan la rebelión chimalhuacana que tuvo lugar en 1541, donde la
imagen hizo su primera aparición milagrosa en un acto de pacificación entre los
indios caxcanes y los españoles.
Hoy en día algunas de las danzas que acompañan a la imagen en su
peregrinación conservan los ritmos chimalhuacanos. Sin embargo, esta tradición
con fuertes raíces indígenas y prehispánicas no ha desaparecido, sino que más
bien se ha ajustado e incorporado a los nuevos referentes identitarios de la cultura
urbana de Guadalajara. Quienes conforman las compañías danzantes no son
personas que pertenecen a grupos étnicos establecidos en la ciudad, sino la gente
que de ordinario viste a la moda y que ese día portan orgullosamente todo tipo de
indumentaria para recrear nuestro origen indígena.

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En el momento actual existen más de 300 compañías de danzantes. A la
romería se dan cita 3000 danzantes multicolores que con sus cuerpos generan
una ofrenda corporal. Hoy la ofrenda es para la Virgen, a quien reconocen como
"la Gran Madre". Los danzantes provienen de los pueblos vecinos, de los barrios
tradicionales de la ciudad (que desde hace siglos participan en esta tradición) y de
asentamientos urbanos que se poblaron recientemente.
Las compañías de danzantes son independientes de las parroquias, pues las
prácticas de los danzantes han sido parte de la religiosidad popular, que si bien
han sido históricamente toleradas por la institución, no son promovidas de manera
oficial. El día 18 de cada mes, los frailes sacan la imagen al exterior del templo y
decenas de compañías danzantes bailan en el atrio de la basílica. Las compañías
de danzantes se distinguen por sus ritmos, los instrumentos que usan para hacer
música, los bailes, pero sobre todo por su indumentaria. Se pueden distinguir los
Concheros y las compañías de danza Aztecas, que escenifican rituales
prehispánicos y de conquista. Visten con grandes penachos de plumas, pectorales
y taparrabos; los lanceros, son compañías nuevas, que visten con trajes de indios
del Norte: Apaches y Pieles Rojas; los sonajeros que recrean las danzas
tradicionales del folklore regional, se caracterizan por hacer música con las suelas
de metal en los guaraches; los matachines que tienen sus raíces en las tradiciones
de Zacatecas y traen carrizos y sonajas; también están presentes los grupos de
rescate del folklore y los que visten de manta y recrean un ritual más místico –
esotérico, inspirados en espiritualidades Nueva Era.
Algunas compañías de danzantes han mantenido esta tradición mediante la
herencia cultural familiar. Este es el caso del Grupo Azteca, conformado por una
amplia red de la familia Sandoval, que alcanza hasta 60 miembros (padres, hijos,
nietos y bisnietos). Los trajes de esta compañía son adaptaciones
contemporáneas al atuendo azteca: penachos de plumas de aves exóticas, trajes
de colores vivos con pedrería y lentejuelas. Para las mujeres vestidos y para los
hombres taparrabos. En los tobillos traen caracoles y en las manos sonajas,
instrumentos con los que realizan la música de las danzas. Cada año el grupo
renueva el vestuario, y son los propios miembros de la familia los que se encargan

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de su diseño y confección. Esta compañía le danza mes con mes a la Virgen de
Zapopan, pero además participan anualmente en otras peregrinaciones
importantes como son las de la virgen de San Juan de los Lagos y la de Talpa y la
del Santo Niño de Atocha, además de asistir a la celebración nacional de la Virgen
de Guadalupe.
Pero así como se mantiene viva la tradición, ésta también se renueva y
reinventa. Muchas de las compañías danzantes han sido recientemente creadas y
están conformadas por jóvenes e incluso niños de nuevos asentamientos urbanos.
Estos grupos se distinguen de los tradicionales porque sus vestidos están
inspirados la estética de los indígenas Pieles Rojas y Apaches de los Estados
Unidos: camisas de manga larga con pantalones hechos con satines de colores
brillantes, de los cuales cuelgan largas barbas, y bandas o paliacates amarrados
en la frente. También traen hachas con las que interpretan sus danzas. El señor
Ramiro Ramos fundó en 1991 la Compañía de Lanceros del Colli. Él diseña los
trajes inspirado en el Libro Vaquero. En su grupo participan 35 miembros, que se
reúnen semanalmente en la plaza de la colonia para que la gente los vea. Para él,
el motivo de la danza es manifestar su alegría para agradar a la Virgen. Pero a sus
miembros se les exige una ética puritana: no beber, fumar, ni bailar banda. Para
esta compañía, ser danzante es una forma de vida: "uno debe ser auténtico. Por
eso no acepto drogadictos ni borrachos en mi grupo". Sin embargo, no todas las
compañías exigen estos comportamientos. Estos grupos no recrean las danzas
tradicionales, ni siquiera conocen la tradición de origen, más bien se caracterizan
por escenografías simples, pero por ser los más ruidosos (traen láminas de metal
en las suelas de los zapatos).
Otro tipo de nuevos grupos es el conformado por jóvenes clase media (algunos
profesionales y universitarios) que se identifican con los movimientos mexicanistas
y Nueva Era, 2 y que recrean danzas indígenas como parte de una búsqueda de
experimentación mística trascendental. Ellos visten de manta blanca, sin adornos,
y durante sus danzas realizan rituales de purificación.

2 Las interpretaciones que articulan un discurso más o menos coherente, y que dan sentido a
prácticas simbólicas de una religiosidad New Age con alma mexicanista, se puede encontrar
en Velasco Piña 1990.

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Lo novedoso requiere de la legitimación que da la tradición para perpetuar sus
nuevas formas de generar identidades, que aunque novedosas, coinciden con lo
tradicional en la búsqueda de la "constitución imaginaria del linaje de creyentes y
su realización social en una comunidad" (Hervieu- Léger 1996: 39).
También lo inesperado se da cita en el ritual. La romería se convierte en un
carnaval de máscaras. Los celadores son los encargados de resguardar el orden,
visten trajes de fantasía grotescos y juegan con el látigo a asustar a quienes se
quieren pasar de la valla. Entre los disfraces destacan los de animales feroces:
lobos, osos, gorilas y orangutanes; pero también han sido incorporados en los
trajes de los celadores los personajes de las películas de terror de Hollywod: Fredy
tijeras, Viernes 13, Beetle Juice, o los impactantes cantantes de The Kiss el grupo
Heavy Metalero del cual se decía invocaban al demonio. Además de ellos uno
puede encontrar entre los peregrinos a un tierno Winnie Pooh que saluda
amablemente y manda besos a los espectadores. Los que se ganaron la atención
del público fueron Salinas, quien recibió los abucheos, y Fox a quien la gente
aplaudió a su pasó.

La estructura del ritual

Uno sabe que la Virgen se acerca pues el escenario visual y auditivo se


transforma radicalmente de lo secular a lo eclesial. Tras los charros, las
calandrias, los mariachis, las bandas de los pueblos y los danzantes, se despliega
una iglesia ordenada, con música de fondo de iglesia y de guerra. En este
contingente desfilan estandartes de distintos grupos y asociaciones devotas, las
banderas de los múltiples grupos parroquiales de Adoración Nocturna. Los
franciscanos promueven desde una Combi el rezo del rosario, pocos de los
asistentes se suman a la invitación. Otros jóvenes seminaristas tocan acordes de
guitarras para cantar canciones de Iglesia. Los estudiantes de la Facultad de
Teología prenden al público con las tradicionales Vivas: "Vivan nuestros mártires
santificados; Viva Cristo Rey; Viva la Generala" --¡Viva! ¡Viva!. Anuncian que ya

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viene la Zapopana, ya se acerca. En eso se despliega la entrada de la banda
militar que va marcando la cercanía de la Virgen.
La imagen va custodiada por el Cardenal de Guadalajara (que viste traje de
peregrino), los obispos auxiliares, los frailes franciscanos, las guardias de honor,
las escoltas y las bandas de guerra. Para este día, la Virgen de Zapopan es
resguardada por más de mil “soldados”, (otro medio millar vino de la ciudad de
México a brindar sus servicios), que se encargan de hacer una valla para
protegerla de cualquier peligro y de mantener el orden entre los peregrinos.
En Guadalajara la guardia de la Zapopana está conformada por más de
quinientos integrantes: niños, mujeres, hombres y ancianos conforman este
peculiar ejército de creyentes, todos uniformado en azul y blanco –los colores de
la Virgen-- y traen como distintivo en sus atuendos el escudo de armas de la
Virgen. Estos se distinguen de la feligresía en general pues tienen un lugar
asignado en el desfile: forman parte del contingente oficial que acompaña y cuida
de la imagen, y se han preparado militar y religiosamente durante todo el año para
desfilar de manera ordenada. 150 elementos conforman las bandas de guerra que
entonan al clamor de los tambores y trompetas los ritmos de milicia católica. Los
niños traen cachuchas (cuarteleras azul) y las niñas traen sevillanas. Las señoritas
se distinguen por la sevillana blanca y las mujeres (casadas) conforman la
retaguardia, con el distintivo de la sevillana negra. Los custodios (hombres
distinguidos por servir por más de una década a la guardia) visten de traje azul
marino. El calabrote central y lateral están conformado por hombres adultos, y son
los encargados de jalar la carroza de la Virgen. Atrás de ella camina el Cardenal
con los obispos. A los costados, va el contingente más impresionante por su
elegancia y contraste con las formas contemporáneas de vestir, son los hombres
que conforman la Guardia regia, con uniforme de terciopelo a rayas, con casco de
bronce coronado por plumas, espada y lanza, una réplica de la guardia suiza del
Vaticano. También desfilan los Caballeros del Santo Sepulcro, con largas capas
blancas y boinas españolas. Al paso de la virgen las porras y vivas se intensifican,
algunos espectadores sueltan el llanto por la emoción que produce el momento.

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Después de que pasó la Virgen desfilan los carros de las radiodifusoras y
los peregrinos que la han seguido en su trayecto. Un lapso de tiempo pareciera
anunciar que todo terminó, pero a lo lejos, vuelve a aparecer el resto de las
compañías danzantes y el color y algarabía del folklore regional.

Reflexiones finales

La peregrinación es un espacio de simbolización en disputa por distintos actores.


Más que la idea romántica de Turner de que la peregrinación produce un lugar
idóneo de communitas, lo que pudimos apreciar es que se da una pugna por la
definición de las prácticas rituales ligadas al catolicismo, en donde a la vez está
presente la estructura y el communitas.
Por un lado, la iglesia católica de Guadalajara, como institución altamente
formalizada, se encarga de construir un ambiente de sacralidad, orden y devoción
altamente ortodoxa e incluso militar, que evoca un pasado reciente, en donde los
católicos tuvieron que defender sus creencias frente al estado anticlerical, que
poco tiene que ver con el momento presente de la Iglesia en Guadalajara. La
iglesia se despliega mediante su ejército como una institución altamente
estructurada y ordenada, que ocupa un lugar central en el trayecto de la Virgen.
Por otro lado, los pobladores, y en especial los danzantes, buscan re-
inventarse un linaje indígena, que los transporte a un pasado más imaginado que
real. Pero que nos habla de la resistencia cultural frente al colonialismo español y
el catolicismo ortodoxo. El ideal del communitas, se escenifica como una
identidad ecléctica, más que sincrética, que busca retornar a un pasado
idealizado, a la vez que mantener el folklore y las tradiciones de la región, e
introducir los nuevos referentes de identificación con los personajes de la
televisión y el cine, y los artistas pop. La presencia de estos últimos, escenificados
por los celadores expresan los nuevos seres mitológicos de las pantallas, que a la
vez que encarnan miedo, pueden revertir la formalidad en espontaneidad, el
orden en experiencia lúdica y la peregrinación en carnaval.

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Sin embargo, los dos elementos están presentes en el mismo ritual, más no
revueltos. Los unos son espectadores de los otros. Están ahí disputándose el
sentido simbólico de la peregrinación. Finalmente la peregrinación es un espejo a
partir del cual nos miramos los pobladores de la región.

Bibliografía

Augé, Marc (1993) Los no lugares. Espacios del anonimato. Una antropológía
de la sobremodernidad, Barcelona, Gedisa.

Castellanos, María de la O (1994) "Tradición y culto en la romería de la virgen


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Guadalajara, UNIVA/Arzobispado de Guadalajara.

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Hervieu-Léger (1996) "Por una sociología de las nuevas formas de religiosidad:


algunas cuestiones teóricas previas", en G. Giménez (comp.), Identidades
religiosas y sociales en México, México: IFAL/UNAM.

Shadow, Robert y María Rodríguez (1994) "La peregrinación religiosa en


América Latina: enfoques y perspectivas, en Garma y Shadow (coords.) Las
peregrinaciones religiosas: una aproximación, México: UAM/Iztapalapa (pp.15-38).

Turner, Victor & Edith Turner (1978) Image and Polgrimage in Christian Culture.
Anthropological Perspectives. Neu York: Columbia University Press.

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