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Torre, Renée de La - La Eclesialidad Representada en La Romeria
Torre, Renée de La - La Eclesialidad Representada en La Romeria
de la Virgen de Zapopan
Renée de la Torre
CIESAS de Occidente
Introducción
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integrar, resistir y renovar. Este proceso que posibilita la coexistencia y
reciprocidad funcional entre las culturas dominantes y las populares lo conocemos
como catolicismo popular. En ellas se dramatizan en un mismo escenario espacio
temporal, tanto las estructuras y orientaciones jerárquicas que tienden a ordenar,
normar y estructurar los modos de acceso a lo sagrado; como las prácticas
espontáneas de los creyentes que manifiestan la resistencia, la reinvención y el
dinamismo simbólico.
Este postulado nos lleva a retomar la distinción entre Communitas y estructura
de Turner & Turner (1978). Para este autor, las peregrinaciones son un pasaje, un
tránsito liminal entre dos estados de las cosas. Durante la peregrinación se
suspenden temporalmente las estructuras del orden, de la normatividad y de la
normalidad de la organización social. Por ejemplo, se irrumpe con el trabajo para
liberar el tiempo; se invierte la obligatoriedad de las actividades diarias por una
actividad voluntaria que es sumarse a la peregrinación, se dejan los lugares de
residencia para desplazarse a un santuario, se abandona la vida profana para
lograr una experiencia (individual y colectiva) sagrada. Este estado de liminalidad
produce, en una elipsis de tiempo (marcado por la salida-el recorrido- la llegada- el
regreso) un sentido de coommunitas, que expresa una idealización de lo que
debería ser la sociedad, en la medida en que instaura los lazos sociales
horizontales, a la vez que desconoce la verticalidad de las formas de organización,
en sus propios términos:
"Los peregrinos pueden encontrarse a sí mismos como miembros de una
vasta multitud. Pero esta es una multitud de similares, no de personas
interdependientemente estructuradas" (Turner & Turner 1978:13).
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servirán de guía de análisis de mis apuntes etnográficos sobre la romería de la
Virgen de Zapopan, la fiesta religiosa más importante en la ciudad de Guadalajara.
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anualmente la tradición de visitar durante el verano la mayoría de las parroquias
de la ciudad entre los meses de mayo y octubre. 1
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que recuerda el triunfo de la inculturación y que sirvió para la integración de los
pobladores locales.
A lo largo de la historia, la Virgen de Zapopan ha tenido distintos
reconocimientos. En 1734, cuando los pobladores sufrían de pestes y epidemias
fue nombrada Patrona contra las catástrofes (rayos, epidemias y tempestades).
De ahí su vocación viajera, pues era usada para visitar las zonas de desastre.
Actualmente visita al año 172 parroquias de la diócesis. En la época
independentista la Virgen fue nombrada por los ejércitos insurgentes con el grado
de “Generala” por la protección brindada. También cariñosamente sus fieles le
llaman la Chaparrita. La Virgen de Zapopan ha intercedido por la población en los
momentos de riesgo, pero también lo ha hecho por sus hijos quienes a través de
su devoción le agradecen múltiples milagros.
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nocturno y algún refrigerio para matar el hambre. Algunos han llegado en
camiones desde sus lugares de origen, otros vienen caminando provenientes de
los barrios populares de Guadalajara.
La fiesta religiosa inicia a las 5 de la mañana con una misa de gallo oficiada
por alguno de los obispos auxiliares de Guadalajara. Las campanas al vuelo
anuncian su salida. Aplausos, vivas a Cristo Rey y a la Generala, cantos religiosos
y rezos acompañan desde muy temprano (las seis de la mañana) a la imagen que
es acomodada en un carro alegórico.
El trayecto de peregrinaje parte de Catedral, ubicada en el corazón de
Guadalajara, por la Avenida que de centro a norte se conoce como 16 de
Septiembre, Alcalde y Ávila Camacho, una de las arterias más importante que
conectan el centro de la Guadalajara con el centro del poblado de Zapopan, que
hoy forma parte de la mancha urbana de la ciudad. Esta avenida es el escenario
cotidiano del tráfico vehicular que los pobladores de la ciudad usan para
desplazarse de un lugar a otro. Es en los términos de Marc Augé un no lugar,
trazado para el tránsito y el fluir de las relaciones anónimas. Sin embargo el día 12
de octubre se convierte en el lugar antropológico por excelencia, un territorio
cargado de historia e identidad local. Se convierte en el lugar del encuentro de la
diversidad humana que conforma el mosaico cultural y social de la ciudad y sus
poblados aledaños. (Augé 1993).
A los lados de la calle se han acomodado los espectadores para poder
contemplar el paso de la Virgen. Desde ahí, como uno de tantos espectadores,
realicé mis anotaciones etnográficas el 12 de octubre del 2000. El trayecto de la
Virgen a su Santuario dura más o menos 5 horas.
Para los fines analíticos de este trabajo, dividiré el tiempo en dos: el antes
y el después de la pasada de la Virgen, que se caracteriza por un desfile de la
diversidad de identidades creyentes, y en el cual resalta el sincretismo cultural y el
sentimiento de communitas. Y el momento central, en el cual la imagen de la
Virgen se hace visible, y va acompañada por una escenificación de la estructura
diocesana, la cual analizaré bajo la modalidad de la estructura.
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El communitas: el despertar del México profundo y las imágenes de
Hollywod
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En el momento actual existen más de 300 compañías de danzantes. A la
romería se dan cita 3000 danzantes multicolores que con sus cuerpos generan
una ofrenda corporal. Hoy la ofrenda es para la Virgen, a quien reconocen como
"la Gran Madre". Los danzantes provienen de los pueblos vecinos, de los barrios
tradicionales de la ciudad (que desde hace siglos participan en esta tradición) y de
asentamientos urbanos que se poblaron recientemente.
Las compañías de danzantes son independientes de las parroquias, pues las
prácticas de los danzantes han sido parte de la religiosidad popular, que si bien
han sido históricamente toleradas por la institución, no son promovidas de manera
oficial. El día 18 de cada mes, los frailes sacan la imagen al exterior del templo y
decenas de compañías danzantes bailan en el atrio de la basílica. Las compañías
de danzantes se distinguen por sus ritmos, los instrumentos que usan para hacer
música, los bailes, pero sobre todo por su indumentaria. Se pueden distinguir los
Concheros y las compañías de danza Aztecas, que escenifican rituales
prehispánicos y de conquista. Visten con grandes penachos de plumas, pectorales
y taparrabos; los lanceros, son compañías nuevas, que visten con trajes de indios
del Norte: Apaches y Pieles Rojas; los sonajeros que recrean las danzas
tradicionales del folklore regional, se caracterizan por hacer música con las suelas
de metal en los guaraches; los matachines que tienen sus raíces en las tradiciones
de Zacatecas y traen carrizos y sonajas; también están presentes los grupos de
rescate del folklore y los que visten de manta y recrean un ritual más místico –
esotérico, inspirados en espiritualidades Nueva Era.
Algunas compañías de danzantes han mantenido esta tradición mediante la
herencia cultural familiar. Este es el caso del Grupo Azteca, conformado por una
amplia red de la familia Sandoval, que alcanza hasta 60 miembros (padres, hijos,
nietos y bisnietos). Los trajes de esta compañía son adaptaciones
contemporáneas al atuendo azteca: penachos de plumas de aves exóticas, trajes
de colores vivos con pedrería y lentejuelas. Para las mujeres vestidos y para los
hombres taparrabos. En los tobillos traen caracoles y en las manos sonajas,
instrumentos con los que realizan la música de las danzas. Cada año el grupo
renueva el vestuario, y son los propios miembros de la familia los que se encargan
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de su diseño y confección. Esta compañía le danza mes con mes a la Virgen de
Zapopan, pero además participan anualmente en otras peregrinaciones
importantes como son las de la virgen de San Juan de los Lagos y la de Talpa y la
del Santo Niño de Atocha, además de asistir a la celebración nacional de la Virgen
de Guadalupe.
Pero así como se mantiene viva la tradición, ésta también se renueva y
reinventa. Muchas de las compañías danzantes han sido recientemente creadas y
están conformadas por jóvenes e incluso niños de nuevos asentamientos urbanos.
Estos grupos se distinguen de los tradicionales porque sus vestidos están
inspirados la estética de los indígenas Pieles Rojas y Apaches de los Estados
Unidos: camisas de manga larga con pantalones hechos con satines de colores
brillantes, de los cuales cuelgan largas barbas, y bandas o paliacates amarrados
en la frente. También traen hachas con las que interpretan sus danzas. El señor
Ramiro Ramos fundó en 1991 la Compañía de Lanceros del Colli. Él diseña los
trajes inspirado en el Libro Vaquero. En su grupo participan 35 miembros, que se
reúnen semanalmente en la plaza de la colonia para que la gente los vea. Para él,
el motivo de la danza es manifestar su alegría para agradar a la Virgen. Pero a sus
miembros se les exige una ética puritana: no beber, fumar, ni bailar banda. Para
esta compañía, ser danzante es una forma de vida: "uno debe ser auténtico. Por
eso no acepto drogadictos ni borrachos en mi grupo". Sin embargo, no todas las
compañías exigen estos comportamientos. Estos grupos no recrean las danzas
tradicionales, ni siquiera conocen la tradición de origen, más bien se caracterizan
por escenografías simples, pero por ser los más ruidosos (traen láminas de metal
en las suelas de los zapatos).
Otro tipo de nuevos grupos es el conformado por jóvenes clase media (algunos
profesionales y universitarios) que se identifican con los movimientos mexicanistas
y Nueva Era, 2 y que recrean danzas indígenas como parte de una búsqueda de
experimentación mística trascendental. Ellos visten de manta blanca, sin adornos,
y durante sus danzas realizan rituales de purificación.
2 Las interpretaciones que articulan un discurso más o menos coherente, y que dan sentido a
prácticas simbólicas de una religiosidad New Age con alma mexicanista, se puede encontrar
en Velasco Piña 1990.
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Lo novedoso requiere de la legitimación que da la tradición para perpetuar sus
nuevas formas de generar identidades, que aunque novedosas, coinciden con lo
tradicional en la búsqueda de la "constitución imaginaria del linaje de creyentes y
su realización social en una comunidad" (Hervieu- Léger 1996: 39).
También lo inesperado se da cita en el ritual. La romería se convierte en un
carnaval de máscaras. Los celadores son los encargados de resguardar el orden,
visten trajes de fantasía grotescos y juegan con el látigo a asustar a quienes se
quieren pasar de la valla. Entre los disfraces destacan los de animales feroces:
lobos, osos, gorilas y orangutanes; pero también han sido incorporados en los
trajes de los celadores los personajes de las películas de terror de Hollywod: Fredy
tijeras, Viernes 13, Beetle Juice, o los impactantes cantantes de The Kiss el grupo
Heavy Metalero del cual se decía invocaban al demonio. Además de ellos uno
puede encontrar entre los peregrinos a un tierno Winnie Pooh que saluda
amablemente y manda besos a los espectadores. Los que se ganaron la atención
del público fueron Salinas, quien recibió los abucheos, y Fox a quien la gente
aplaudió a su pasó.
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viene la Zapopana, ya se acerca. En eso se despliega la entrada de la banda
militar que va marcando la cercanía de la Virgen.
La imagen va custodiada por el Cardenal de Guadalajara (que viste traje de
peregrino), los obispos auxiliares, los frailes franciscanos, las guardias de honor,
las escoltas y las bandas de guerra. Para este día, la Virgen de Zapopan es
resguardada por más de mil “soldados”, (otro medio millar vino de la ciudad de
México a brindar sus servicios), que se encargan de hacer una valla para
protegerla de cualquier peligro y de mantener el orden entre los peregrinos.
En Guadalajara la guardia de la Zapopana está conformada por más de
quinientos integrantes: niños, mujeres, hombres y ancianos conforman este
peculiar ejército de creyentes, todos uniformado en azul y blanco –los colores de
la Virgen-- y traen como distintivo en sus atuendos el escudo de armas de la
Virgen. Estos se distinguen de la feligresía en general pues tienen un lugar
asignado en el desfile: forman parte del contingente oficial que acompaña y cuida
de la imagen, y se han preparado militar y religiosamente durante todo el año para
desfilar de manera ordenada. 150 elementos conforman las bandas de guerra que
entonan al clamor de los tambores y trompetas los ritmos de milicia católica. Los
niños traen cachuchas (cuarteleras azul) y las niñas traen sevillanas. Las señoritas
se distinguen por la sevillana blanca y las mujeres (casadas) conforman la
retaguardia, con el distintivo de la sevillana negra. Los custodios (hombres
distinguidos por servir por más de una década a la guardia) visten de traje azul
marino. El calabrote central y lateral están conformado por hombres adultos, y son
los encargados de jalar la carroza de la Virgen. Atrás de ella camina el Cardenal
con los obispos. A los costados, va el contingente más impresionante por su
elegancia y contraste con las formas contemporáneas de vestir, son los hombres
que conforman la Guardia regia, con uniforme de terciopelo a rayas, con casco de
bronce coronado por plumas, espada y lanza, una réplica de la guardia suiza del
Vaticano. También desfilan los Caballeros del Santo Sepulcro, con largas capas
blancas y boinas españolas. Al paso de la virgen las porras y vivas se intensifican,
algunos espectadores sueltan el llanto por la emoción que produce el momento.
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Después de que pasó la Virgen desfilan los carros de las radiodifusoras y
los peregrinos que la han seguido en su trayecto. Un lapso de tiempo pareciera
anunciar que todo terminó, pero a lo lejos, vuelve a aparecer el resto de las
compañías danzantes y el color y algarabía del folklore regional.
Reflexiones finales
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Sin embargo, los dos elementos están presentes en el mismo ritual, más no
revueltos. Los unos son espectadores de los otros. Están ahí disputándose el
sentido simbólico de la peregrinación. Finalmente la peregrinación es un espejo a
partir del cual nos miramos los pobladores de la región.
Bibliografía
Augé, Marc (1993) Los no lugares. Espacios del anonimato. Una antropológía
de la sobremodernidad, Barcelona, Gedisa.
Turner, Victor & Edith Turner (1978) Image and Polgrimage in Christian Culture.
Anthropological Perspectives. Neu York: Columbia University Press.
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