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Las miserias de la vida

Una preocupación mayor ha sido impuesta a los seres humanos, una pesada carga agobia a los
hijos de Adán desde el día en que salen del seno de su madre hasta aquel en que vuelven a la
madre universal. Cuando piensan en el futuro, lo que preocupa a sus espíritus, lo que temen,
es el día de su muerte. ¡Desde el que se sienta como rey en su trono, hasta el que vive sumido
en el barro y la ceniza, desde el que lleva la corona y la purpura, hasta el que se viste con una
arpillera, solo se ve en ellos pasión, envidia, perturbación, agitación, miedo a la muerte, rencor
y discordia!

Y cuando nos acostamos de noche, el sueño hace surgir nuevas angustias. Apenas uno esta
descansando y durmiendo, los sueños vienen a perturbarnos como si fuera en pleno día: uno
se ve como que escapa a una masacre. Se ve reducido a la situación más extrema y entonces se
despierta: y se asombra al ver que tuvo miedo por nada.

Esto le pasa a todos tanto hombres como animales, pero es siete veces peor para los
pecadores. Muerte, sangre, discordia, espada, desgracia, abre destrucción y calamidades.
Porque todo eso fue creado en contra de los sin Ley: por su culpa fue que vino el diluvio. Todo
lo que proviene de la tierra vuelve a la tierra, y lo que proviene del agua vuelve al mar.

El dinero para sobornar desaparecerá junto con la injusticia, pero la fidelidad permanecerá
para siempre. La riqueza de los injustos se agotará como el estruendo del trueno en la
tormenta. El que ha sido generoso tendrá de qué regocijarse, pero los pecadores se irán a la
ruina.

Los retoños de los malvados casi no tendrán ramas, sus raíces no encontrarán.

Porque la tristeza lleva a la muerte, y la pena interior consumen las energías.

Que la tristeza se acabe con los funerales: no puedes vivir siempre afligidos. ¡no abandones
corazón a la tristeza, échala y piensa en tu propio fin! No lo olvides: es sin vuelta. Tú te
perjudicarías y no le harías ningún bien. Acuérdate de mí sentencia que un día podrás repetir:
¡Ayer fui yo, hoy serás tú!

Desde el momento en que el muerto reposa, haz que también repose su recuerdo; consuélate
desde el momento en que haya expirado.

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