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Clase 2
Clase 2
Una de las principales cosas que plantea Verón que es el desfase entre condiciones de
producción y condiciones de reconocimiento, lo que está diciendo es que el reconocimiento
no se replica en producción. Es decir, no se genera ese sentido ideal que se construye en
producción, sino que se generan sentidos de acuerdo a con que condiciones de
reconocimiento se lee ese discurso.
Ejemplo: El lector actual de nuestra sociedad del Quijote, no tiene como condiciones de
reconocimiento, lecturas previas de caballerías. Entonces si el Quijote parodia las novelas
de caballerías, puede no manifestarse como producción de sentido. En el momento en que
Quijote es inscripto, si, por lo que sabemos históricamente, circulaba en esa sociedad, en
esa cultura, las novelas de caballerías, y por lo tanto, las novelas del Quijote eran leídas
desde ese conocimiento de las novelas de caballerías como condiciones de reconocimiento.
Después si el Quijote parodia a las novelas de caballerías, eso es casi un eslogan, que
tenemos como condición de reconocimiento para leerlo.
Los efectos de sentido tienes que buscarlos y a partir de saber cuáles se generaron, verás si
el efecto de sentido es paródico y el por qué. Si yo analizo un texto en producción, el
recorte espacio-temporal es el del lugar cultural y contexto histórico en el que se presentó
ese texto en la semiosis.
Es un error creer que la sociedad, en cualquier época, deben leer un texto en un único
sentido canónico. Justamente, eso es contrario a un elogio que se le hace a los clásicos: en
cada época, dicen algo nuevo. ¿Por qué dicen algo nuevo en cada época? Porque están
dialogando con distintas discursividades externas a lo largo del tiempo. Como va
cambiando con que texto dialoga, no está construyendo el mismo efecto de sentido.
Construyen un efecto de sentido que sirve para la época en que se lo está leyendo.
Hay una suerte de diferencia entre la ironía y la metáfora. La metáfora está jugando en
realidad con elementos más o menos estables, la ironía no. La ironía es propia del discurso
situado en producción.
El mejor análisis semiótico es el análisis grupal: no hay que analizar desde las
condiciones de reconocimiento cotidianas, hay más de una gramática y condiciones de
reconocimiento.
Si escribo un cuento y la primera oración es: “Cae lluvia en Lima”. Sabemos que en Lima
no llueve, así que pertenece al género fantástico.
Para saber a qué género pertenece determinado texto, debo buscar discursividad social y ver
si la ubico en un género establecido. Otra opción es buscar rasgos retóricos, temáticos y
enunciativos que correspondan con un género o estilo establecido, aunque puede ser que
coincida con rasgos de algún género establecido y aun así no ser considerado de ese género,
entonces hay que preguntarse el por qué la sociedad lo clasifica de ese modo.
Steimberg habla de movimientos clasificatorios sociales, es decir, como van cambiando.
Por lo tanto, él no plantea que hay clasificaciones estáticas, que no cambian con el tiempo.
Los géneros tienen una discursividad que habla de ellos bastante extendida y compartida
socialmente. Hay géneros musicales compartidos, pero en algunos sectores sociales hay
subgéneros que no todas las personas comparten, de hecho para algunos solo son
variaciones estilísticas de esos géneros musicales. El metadiscurso del género es más
compartido, en cambio el del estilo no.
Ningún texto genera sentido por sí solo. Esa materialidad lo hace cuando se convierte en
discurso y dialoga con otras discursividades. Una de las discursividades primeras con las
que dialoga socialmente cualquier discurso es con la discursividad sobre los géneros. En el
campo de la literatura, por alguna crítica, algún comentario que hizo alguien que leyó, por
elementos de la tapa, por características del título, etc. Entramos munidos ya de ciertas
caracterizaciones, en algunos casos explicitas de algún género, en otros casos, como que
insinúan el género literario y en otros casos en donde el texto aparece sin clasificación
genérica. Por lo tanto, antes de comenzar la primera línea, ya socialmente nos abrimos a
cierto campo de sentido y no a otros. Si empezamos a leer un texto como novela romántica,
ya nos predisponemos a cierto tono, es decir, condiciona la lectura. Si entramos sin
indicaciones del género, entramos más abiertos a ese texto. Por otro lado, si entramos a
algún libro de un autor conocido, ya hay discursividad fuerte sobre los estilos. Cuando
entramos a ese libro, ya hay una condición de reconocimiento fuerte que es esa
discursividad sobre el estilo del autor. Es decir, esos títulos, ya se cargan de sentido de
acuerdo a esas discursividades sociales sobre género y estilo.
Los rasgos retóricos, temáticos y enunciativos es una formalización que Steimberg hace
sobre las clasificaciones discursivas de género y estilo. Esta formalización es el elemento
encontrado que impulsa las proposiciones, no son estos rasgos los que permiten diferenciar
género y estilo. La diferencia la encontramos en los metadiscursos, en el campo de
desempeño semiótico y en la organización según sistema.
Los rasgos temáticos no son el contenido del discurso. Un discurso los toma de la cultura y
de la historia, lo re-trabaja.
Los rasgos enunciativos son los que vuelven a unir lo que separamos (rasgos retóricos y
temáticos). Es decir, en el momento enunciativo vemos cómo actúan los rasgos retóricos y
temáticos además del enunciativo, tenemos que volver a tener al discurso como unidad. En
el nivel enunciativo se encuentran las figuras textuales (construidas por el discurso)
llamadas enunciador y enunciatario.
Ejemplo: Cosmopolitan, era una revista dirigida a un enunciatario mujer. Por más que la
leían hombres, estos hombres no eran el enunciatario construido por ese discurso.
Por lo tanto, no hay que identificar al autor como enunciador ni al lector como enunciatario.
Ejemplo de Camila Sosa Villada: Enunciador mujer travesti, enunciador con lenguaje
codificado y agresivo.
Un texto codificado construye dos enunciatarios: el que conoce el código del texto y el que
cree conocer.