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Letra Escritura y Lectura en La Linguisteria Lierni Irizar
Letra Escritura y Lectura en La Linguisteria Lierni Irizar
Lierni Irizar
El significante.
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En este seminario, el significante aparece, por un lado, como aquello que
produce efectos de significado. La función del significante es el fundamento de
la dimensión de lo simbólico, tal como el discurso analítico permite aislarlo. Un
discurso en el que se trata, no del sentido ni del referente, sino de la función del
significante mismo. Pero además, el significante aparece también como causa
material de goce. (p. 33)
El significante es ubicado en relación a un discurso, un modo de funcionamiento,
una utilización del lenguaje como vínculo entre los que hablan, que son seres
vivientes. (p. 41) No hay ninguna realidad prediscursiva sino que cada realidad
se funda y se define con un discurso. Lacan nos dice que los hombres, las
mujeres y los niños no son más que significantes, nada quieren decir como
realidad prediscursiva. (p. 44)
El significante es contingente y no arbitrario como afirmaba Saussure y no es
definible más que como una diferencia con otro significante. Pero es también un
signo del sujeto.
El significante, separado de sus efectos de significado, introduce el Uno en el
mundo. (p. 64) Lacan plantea la diferencia que existe entre un S1, significante
puro y un S2, significante secundario respecto al primero. (p. 95) S2 remite al
sentido que no es más que semblante y Lacan nos alerta para que nos
preservemos de comprender demasiado rápido. El S1 es el significante del cual
no hay significado y que simboliza el fracaso del sentido. Surge aquí entonces la
primera pregunta. Ese S1 que no tiene sentido ni se enlaza a otro significante,
¿no es en realidad una letra o tiene, al menos, función de letra?
La letra
La letra, nos dice Lacan, es algo que se lee literalmente: “No es lo mismo leer
una letra y leer”. (p. 38)
La escritura
En este seminario, Lacan introduce las categorías lógicas en relación a la
escritura: lo necesario es aquello que no cesa de escribirse y lo imposible, lo que
no cesa de no escribirse. Lo que no es escribe es la relación sexual: no hay
relación, proporción, entre los sexos. Es algo que no se escribe (p. 14) pero
además, Lacan nos dice que todo lo que está escrito parte del hecho de que será
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siempre imposible escribir la relación sexual (p. 46). Esto afecta al propio
discurso analítico que se sostiene de este enunciado (p. 17).
Se pregunta también, cuál es la función de lo escrito en el discurso analítico y
afirma que en dicho discurso, se trata de lo que se lee más allá de lo que se ha
incitado a decir a un sujeto, un decir cualquier cosa. (p. 38). Y afirma que si algo
puede introducirnos en la dimensión de lo escrito es percatarnos de que el
significado no tiene que ver con los oídos sino con la lectura, la lectura de lo que
uno escucha en el significante.
Si retomamos las categorías lógicas, Lacan añade la contingencia para nombrar
aquello que cesa de no escribirse, y afirma que es ahí que la experiencia analítica
encuentra su término pues lo más que puede producir es un S1. (p. 113)
Significante S1 que es el significante del goce, goce singularísimo.
Afirma también que la escritura es una huella donde se lee un efecto de lenguaje.
(p. 147) Y surge aquí una nueva pregunta: ¿cómo se puede leer una huella? ¿no
tendríamos que pensar que para que una huella sea legible ha de devenir letra?
Y entonces, ¿cómo una huella se hace letra?
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El significante nunca es idéntico a sí mismo
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Si todo esto nos parecía ya suficientemente complejo, el narrador toma un
fragmento del Quijote de Cervantes y otro de Menard y nos dice que, aunque
son verbalmente idénticos, el segundo es “infinitamente más rico. (Más ambiguo,
dirán sus detractores; pero la ambigüedad es una riqueza)”. (p. 52)
(…) la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de
lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo porvenir.
(…) la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de
lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo porvenir.
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Pequeños hallazgos sobre marca y escritura.
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También resulta interesante la diferencia que encontramos entre tipos de
escrituras que van desde los pictogramas, a los ideogramas y al alfabeto.
Veamos brevemente la cuestión.
Pictogramas sumerios.
Hacia el año 3300 a. C. la relación de los pictogramas con la lengua es
totalmente contingente. Nada en la escritura remitía al lenguaje sino a la cosa.
Nada en el signo remitía a la palabra musen que era la utilizada para decir pájaro.
Era el dibujo de un pájaro lo que constituía el pictograma y por tanto podría
haberse leído con diversas palabras según las lenguas.
Por eso, el sistema de pictogramas sumerios es “una escritura de las cosas”.
Estos pictogramas se comenzaron a utilizar para designar objetos, animales,
partes del cuerpo, etc. y sin referencias sobre la pronunciación. Pero también
podían tomar determinados valores simbólicos como la amistad o la enemistad.
La mayor parte de las palabras constaban de una sola sílaba por lo que
aparecían múltiples homofonías. Los escribas sumerios realizaron una de las
primeras revoluciones de la escritura al utilizar los pictogramas para anotar la
sílaba correspondiente a ese objeto o bien para otro significado con la misma
pronunciación.
No voy a recorrer la historia de las diferentes escrituras. Tomaré sólo algunos
conceptos que considero pueden ser de interés.
Se habla de pictograma cuando un dibujo supone la representación de un
mensaje sin la referencia de su forma lingüística. Un dibujo de un clavo que se
lee de diversas formas en castellano, inglés o francés es un pictograma. No
ofrece ninguna información sobre la manera en que se denomina una cosa.
Un ideograma es cualquier signo gráfico que representa una idea.
Los pictogramas se presentan como elementos aislados, mientras que los
ideogramas (que en su origen eran antiguos pictogramas) constituyen un
sistema. Al hablar de ideogramas hablamos de escritura.
Todas las escrituras tienen un origen ideográfico. La grafía en principio es
arbitraria, aunque pretenda imitar la realidad. Los pictogramas y los ideogramas
tienen carácter arbitrario.
Alfabeto.
El alfabeto es una de las posibles formas de escritura, pero una parte de la
humanidad, como los mil millones de chinos, se sirve de otros sistemas. La
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aparición del alfabeto es solo un capítulo dentro de la historia de las escrituras.
Fue hacia 1500 a C. en la zona de Siria, Líbano, Israel y Jordania, donde
apareció el alfabeto, en una región en la que se expresaban por medio de
lenguas semíticas.
Todos los alfabetos tienen un origen común. El origen se encuentra en los
pictogramas que adquieren valores fonéticos y evolucionan hacia una escritura
silábica y hacia el alfabeto.
En su libro El infinito en un junco, Irene Vallejo realiza la hipótesis de que fue
alguien, un sujeto desconocido a través de un acto individual, quien inventó el
primer alfabeto sin ambigüedades para la lengua griega. Comenzó adaptando
en torno a quince signos fenicios consonánticos en su mismo orden, con un
nombre similar (Aleph, bet, gimel, etc., se convirtieron en alfa, beta, gamma, etc.)
y tomó letras que no eran útiles, las llamadas consonantes débiles, y utilizó esos
signos para las cinco vocales que se requerían. Fue un gran logro ya que supuso
una gran mejora del alfabeto que permitió que la lectura dejara de estar sujeta a
conjetura y se volviera más accesible. Vallejo nos pide que imaginemos cómo
sería leer sin vocales, cómo identificaríamos la palabra “idea” partiendo de la
consonante “d” o “aéreo”, sólo con la “r”. Podemos pensar que el equívoco de la
lengua era entonces infinitamente mayor que en la actualidad. Esta invención
fue un acontecimiento único ya que no hay indicios de un tránsito gradual desde
un sistema menos completo a otro más acabado. Fue un acto de creación de un
sujeto.
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Veamos qué idea de escritura encontramos en Platón.
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subordinación de la escritura a la palabra. Esto es lo que para Derrida implica el
logocentrismo.
Derrida parte de los textos de Freud porque, tal y como se ha comentado
previamente, supone un cambio en la tradición, y se interesa especialmente por
la cuestión de la huella mnémica, ya que Freud trató de explicar la percepción y
la memoria desde su visión del psiquismo como una escritura de huellas.
En Derrida, la huella no es una forma de presencia en la conciencia del sujeto
sino algo que se aproxima a su concepto de “diferancia”. La diferancia es algo
que no se puede simbolizar porque desborda la representación: es un abrirse
paso (lo que en Freud sería la facilitación, que serían los surcos que abren
camino a las impresiones recibidas) que se instaura en la diferencia de los
sucesivos actos de abrirse paso. Son impresiones que dejan marcas. La huella
mnémica no es una presencia simple, sino que se constituye en el espaciamiento
por repetición de los actos de abrirse paso. La huella se constituye en el intervalo
entre lo que ya no es y aquello que todavía no es. Una ausencia, un espacio de
inscripción, una marca que se consuma en un “entre”. Derrida afirma: “Hay que
pensar la vida como huella, antes de determinar el ser como presencia”. (p. 280)
La huella es el borrarse a sí mismo: algo ocurre, deja una marca pero ese algo
se borra y no hay que pensarlo en términos lingüísticos sino de impresiones del
exterior (impresión previa al pasaje por la lengua). Ese borrarse la huella sería
para Derrida lo que hace posible la represión.
Derrida explora el recorrido de Freud en relación a la escritura psíquica, y exploró
qué aparato es necesario crear para representarla. Desde el Proyecto en el que
fuerzas, energía o excitación dejan marcas en las neuronas, posteriormente la
huella se convierte en escritura. Es en la Carta 52 donde se produce este viraje
con el paso de lo neurológico a lo psíquico. La huella empieza a convertirse en
escritura. (p. 284) En la Interpretación de los sueños estamos ante una gramática
individual pero que no es traducción de algún contenido previo, aunque conlleva
huellas. Derrida afirma que el paso a la conciencia no es una escritura derivada,
repetitiva, una transcripción que doble la escritura inconsciente. La escritura
psíquica no es traducible, no hay un texto que ya esté ahí, inmóvil, sino que “está
ya tejido con huellas puras, con diferencias en las que se juntan el sentido y la
fuerza”. (p. 290) Es un sistema energético que produce sentido a través de la
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repetición, que hace posible el lenguaje. (A diferencia de Lacan para quien, como
veremos, el lenguaje es previo)
Derrida recorre la obra de Freud que busca un modelo que pueda dar cuenta de
una doble operación que retenga las huellas y acoja al mismo tiempo nuevos
elementos. En el Bloc Mágico describirá la percepción y el origen de la memoria
en un mismo aparato. Las huellas mnémicas pueden ser alteradas, reescritas
por nuevas impresiones. El aparato de escritura en Freud (el Bloc mágico) da
cuenta de esta posibilidad de reimpresiones. Las sucesivas escrituras
transforman lo que estaba escrito. A diferencia de la hoja que conserva
indefinidamente, pero se agota pronto, y de la pizarra, en la que se pueden borrar
trazos, pero no conserva las huellas, el bloc mágico, posee una superficie
receptora siempre disponible y huellas permanentes de las inscripciones hechas.
Las huellas producen el espacio de inscripción y no se escriben como
representación. La huella no es un contenido mental que corresponda a una
realidad exterior.
Derrida considera que todo el sistema freudiano de huellas, inscripciones y
desaparición, legibilidad e ilegibilidad, supone la relación con lo otro, originaria
de la escritura. La percepción pura no existe, llegamos a estar escritos
escribiendo. “El sujeto de la escritura es un sistema de relaciones entre las
capas: del bloc mágico, de lo psíquico, de la sociedad, del mundo. Dentro de
esta escena, la simplicidad puntual del sujeto clásico es inencontrable.” (p. 311)
No habría un sujeto y el mundo como espejo que se representa, no hay
percepción pura, y cree que Freud muestra bien esta cuestión. Desde el
comienzo hay una interacción con la otredad que va dejando huellas y marcas
que modifican lo que percibimos, en un proceso continuo.
Para Derrida, las metáforas de Freud no se refieren a la lengua hablada ni a la
escritura fonética. Sería una inscripción no sometida a la palabra. No será así
para Lacan quien, en Lituratierra, plantea lo escrito como resto de la palabra.
Lituratierra, Lacan.
Miller, en El psicoanálisis 38, afirma que en este texto de Lacan se trata de una
demostración literaria de la producción de la letra como consecuencia del
lenguaje: el estatus de la escritura como un artefacto que sólo habita el lenguaje.
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Se trata de una génesis meteorológica de la letra. El significante está en las
nubes, lugar del semblante. La ruptura de la nube llueve significado y la tierra se
abarranca. Lo escrito es un objeto caído del lenguaje. (p. 25-26)
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Volvamos entonces a Lacan, que realiza una crítica implícita a Derrida
cuando afirma que la escritura no es impresión. La letra no es primaria sino
consecuencia del lenguaje. Recurre a su viaje a Japón para explicar esto. Es al
regreso de su viaje “cuando me produjo lectura aquello que veía de la planicie
siberiana.” (p. 23) Lacan afirma que es algo relacionado posiblemente con lo que
Japón con su letra le había producido.
Le pareció que el chorreado entre las nubes, es la “única huella en aparecer”. “El
chorreado es ramillete del rasgo primero y de lo que lo borra. Lo he dicho: de su
conjunción se hace el sujeto, pero marcándose en ella dos tiempos. Es necesario
pues que se distinga allí la tachadura.
Tachadura de ninguna huella que esté de antemano…” (p. 24)
El chorreado se produce en las nubes, semblante por excelencia y llueve por su
ruptura, “efecto que hace que se precipite de ella lo que era allí materia en
suspensión”.
“Lo que se evoca de goce al romperse un semblante es lo que en lo real se
presenta como abarrancamiento” (surco). (p. 25) La ruptura de semblante
supone una pérdida de sentido y evoca un goce.
Igualmente, “la escritura es en lo real abarrancamiento del significado, lo que ha
llovido del semblante en tanto que él hace el significante.” La escritura no calca
el significante (no lo copia, no sería pasar del oral a lo escrito) sino a sus efectos
de lengua, lo que de ellos se forja para quien la habla.
La escritura se produce por habitar el lenguaje.
La escritura es el abarrancamiento mismo. (Podríamos pensarla como la
formación de regueros, surcos, marcas)
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equívocos. Lectura que además apunta hacia lo imposible de escribir. El análisis
produce el S1, trae al dicho el significante que organiza la posición inconsciente
del sujeto, lleva de algún modo a la luz, el significante clave o el significante
singularísimo como Lacan dice en el Seminario 20, que organiza y comanda la
vida del sujeto.
La Letra.
Seminario 20:
- La letra es sin sentido, son las letras de la lógica: a, S de A/, y Fi
- Es efecto de discurso, en concreto del mercado (en su origen)
Lituratierra:
- Es resto, producto, del lenguaje. Receptáculo de goce sin sentido.
- Es litoral entre saber y goce
La escritura.
Seminario 20:
- Primero es la palabra y después la escritura
- Lo que se escribe es contingente, deja de no escribirse
- Lo escrito no es para ser comprendido
Lituratierra:
- La escritura es lo que ha llovido del semblante en tanto que él hace
significante.
- La escritura no calca el significante (no lo copia) sino sus efectos de
lengua.
- Es el abarrancamiento, ese reguero de lo llovido, (barranco que arrastra
restos, efectos del agua del semblante)
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Nuevos interrogantes.
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Bibliografía
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