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No se pone en cuestión que por encima de determinados umbrales los campos electromagnéticos

puedan desencadenar efectos biológicos. Los principales efectos biológicos que producen las
radiaciones no ionizantes son calentamiento, alteración de las reacciones químicas o inducción de
corrientes eléctricas en los tejidos.

Algunas personas han atribuido un conjunto difuso de síntomas (dolores de cabeza, ansiedad,
suicidios y depresiones, náuseas, fatiga y pérdida de la libido) a la exposición de baja intensidad a
campos electromagnéticos en el hogar. Se ha informado de casos de irritación ocular general y
cataratas en trabajadores expuestos a niveles altos de radiación de radiofrecuencia y microondas.
Determinadas personas afirman ser "hipersensibles" a los CEM, achacando dolores, cefaleas,
depresión, letargo, alteraciones del sueño e incluso convulsiones y crisis epilépticas a la exposición
a éstos. Algunos estudios epidemiológicos sugieren un pequeño incremento del riesgo de
leucemia infantil asociado a la exposición a campos magnéticos de baja frecuencia en el hogar por
lo que en el 2001 la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer de la OMS (IARC) clasificó a
los campos magnéticos de frecuencia extremadamente bajas (ELF) como posibles cancerígenos en
seres humanos.

Los principales efectos según las distintas fuentes de exposición:

• Los campos magnéticos estáticos de alta intensidad pueden producir ligeras alteraciones de los
latidos cardíacos y un aumento del ritmo cardíaco anormal (arritmia), pudiendo llegar en algunos
casos a poner en peligro la vida de pacientes (fibrilación ventricular).

• Campos de frecuencia extremadamente baja (ELF) hasta 300Hz. Existen escasas pruebas
experimentales confirmadas de que estos campos afecten a la fisiología y el comportamiento
humano a las intensidades habituales en el hogar. Fueron catalogados por la IARC en el grupo 2B
de carcinogenicidad basándose en estudios epidemiológicos en niños.

• Campos de frecuencia intermedia (cocinas de inducción doméstica, bombillas de ahorro


energético, sistemas de seguridad). Pueden inducir corrientes eléctricas en el cuerpo humano,
produciendo a partir de una cierta intensidad, excitaciones nerviosas y musculares. No hay datos
sobre los efectos de la exposición a largo plazo a CEM de frecuencias intermedias ya que el
número de estudios realizados hasta la fecha es muy escaso.

• Campos de radiofrecuencias, el uso de fuentes de radiofrecuencia está muy extendido. La


exposición a estos campos se diferencia según operen cerca del cuerpo como los teléfonos
móviles, la telefonía inalámbrica, los dispositivos Wi-Fi etc. o lejos como las antenas.

Durante los últimos años se han realizado multitud de estudios, tanto experimentales como
clínicos y epidemiológicos, para valorar los efectos para la salud de las radiofrecuencias de la
telefonía móvil. Además, diversos organismos han realizado las revisiones de estos estudios
valorando la evidencia que aportan. Las principales conclusiones de estas revisiones son:

 La evidencia actual de los resultados clínicos y epidemiológicos no permite establecer la


existencia de una relación causal entre exposición a las radiofrecuencias de la telefonía móvil y
efectos adversos sobre la salud.
 Los estudios controlados sobre personas que se declaran hipersensibles a los CEM de
radiofrecuencia de la telefonía móvil y antenas no han demostrado la existencia de una
relación causal entre la sintomatología que expresan estas personas y su exposición a este tipo
de Radio frecuencias.

 Interpretados globalmente, los resultados de los estudios epidemiológicos publicados hasta la


fecha sobre tumores cerebrales y uso de teléfono móvil no demuestran un incremento del
riesgo de padecer este tumor en un período de uso de 10 años. En algún estudio se ha
observado un ligero aumento del riesgo de padecer tumores en el grupo de usuarios de
teléfonos móviles con más horas de uso. Los errores y sesgos detectados en estos estudios
impiden establecer relaciones causales.

 Los cortos períodos de exposición a la telefonía móvil (TM) y los elevados períodos de latencia
de los tumores cerebrales aconsejan continuar los estudios a largo plazo sobre los efectos de
la TM.

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