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A través del espejo

Grillos
Hugo Hiriart

Francisco Toledo, Álbum de zoología

“A los animales pequeños sólo se los puede cuchar su canto; esta astucia permitía alzar dose en el suelo, se contemplaba la lucha de
ver con exactitud cuando se encuentran a hasta la altura de los ojos, como había pres- los grillos”. Es decir, como dictaminaba el
la altura de los ojos; cuando uno se inclina crito Kafka, a la soprano o al tenor. Hasta siempre puntual Kafka, se veía a los ani-
sobre ellos en el suelo y allí los contempla, este momento todo va bien; la opacidad malitos gladiadores a la altura de los ojos.
adquiere de ellos una idea falsa e incom- arranca de que a algunos de estos animali- Pero se dio un día el desquite de los
pleta”. Este enunciado metodológico habría tos “se les confería el nombre de un caudillo grillos, cantores amorosos y enjaulados gue-
sido suficiente para inmortalizar a Kafka. de la historia china, porque existía la cre- rreros: “Cuentan que en la época en que
Implica la comprensión de la realidad de encia de que el alma de ese caudillo tenía, el imperio de los Sung fue conquistado
un insecto; implica también, y esto pue- a partir de entonces, su sede en el grillo”. por los mongoles, el generalísimo de los
de ser más importante, que un insecto es al- Esta devoción alcanza su apoteosis en la ejércitos chinos se hallaba boca abajo en
go que podemos no entender; el arte de Kafka época Sung, cuando los grillos propiciaron el suelo contemplando una lucha de gri-
está entero en esta posibilidad de incom- la catástrofe y la ruina; sucedió así: “Du- llos, cuando le fue transmitida la noticia
prensión e indiferencia. Canetti relaciona rante la época Sung se hizo costumbre criar del cerco de la capital por el enemigo y el
—¿entre qué cosas podrá decirse que no hay grillos a los que se preparaba e incitaba a la inminente peligro que se cernía sobre ella.
relación?— la observación de Kafka con los lucha. El poseedor de un grillo famoso ofre- El general no fue capaz de separarse de los
chinos (que, como se podría maliciar, son cía sangre de su propio brazo a los mosqui- grillos; tenía que ver primero cuál era el
grandes conocedores en materia de anima- tos, y una vez que estos habían chupado vencedor. Cayó la capital, y así terminó
les diminutos), en una digresión (la única hasta saciarse, los trituraban y los ofrecían el imperio de los Sung”.
del libro) cuyas sorprendentes noticias acer- como carne picada al grillo, para aumentar Ya dijo Balzac que tanto vale la caída
ca de los grillos es preciso divulgar. su combatividad. Por medio de pinceles es- de un guante de mujer como la de un im-
Principiemos así: en el periodo Tang se peciales se excitaban en el insecto los deseos perio. ¿Quién arroja la primera piedra so-
criaban grillos en pequeñas jaulas para es- de lucha, y luego, acurrucándose o estirán- bre el general chino?

98 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO

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