Entre las distintas teorías científicas que explican el funcionamiento del lenguaje humano se
encuentra la gramática generativa de Noam Chomsky, también conocida en la actualidad como
biolingüística. Esta teoría postula la existencia de una estructura mental innata que permite la producción y comprensión de cualquier enunciado en cualquier idioma natural, posibilitando además que el proceso de adquisición y dominio del lenguaje hablado requiera muy poco input lingüístico para su correcto funcionamiento y se desarrolle de manera prácticamente automática. La teoría lingüística de Chomsky es polémica y muchos académicos no aceptan que sea una explicación adecuada de la adquisición del lenguaje y de su funcionamiento, bien sea por la forma en que explica la aparición de los conceptos en la mente del hombre, o porque defiende el carácter universal de ciertos principios sintácticos, o por otros tantos postulados controversiales. Lo primero que debe aclararse es la distinción entre competencia lingüística y actuación lingüística. La competencia corresponde a la capacidad que tiene un hablante-oyente idealizado para asociar sonidos y significados conforme a reglas inconscientes y automáticas. La actuación, o ejecución lingüística, corresponde a la interpretación y comprensión de oraciones de acuerdo con la competencia, pero regulándose además a partir de principios extralingüísticos, como las restricciones de la memoria, e incluso las creencias. Un aspecto que resulta interesante de la gramática generativa, aunque también algo inquietante, es que está referida totalmente a hablantes-oyentes idealizados, los cuales serían una especie de hablanteoyente que conoce el lenguaje a la perfección y que nunca comete errores, debido a que no se ve afectado por limitaciones o distracciones del contexto (Hierro, 1976; véase Chomsky, 1992, como ejemplo). Ahora bien, sea lo que fuere un hablante-oyente idealizado, es claro que el programa de investigación de Chomsky no se centra en el uso que del lenguaje hacen personas en particular sino en un determinado nivel abstracto racional que está exento de influencias extramentales, que ciertamente no son desconocidas por el autor, pero que no se consideran relevantes.