DONDE MEJOR EMPOLLAN 4 abuelos, 8 bisabuelos) hay 14 ancestros en

LOS PÁJAROS… (*) 100 años, ¿cuántos ancestros tiene ese bebé
Por Adriana Marcus, 2013
Cuando descubrimos que estamos
embarazadxs, algo cambia definitivamente.
Si se trata del primer embarazo, la joven
pareja ya no es solamente una joven pareja,
un hombre y una mujer sueltos en la vida y
enamorados, construyendo un «nosotros» de
a dos. Ahora ese «embarazo» que es un hijo en
camino- enlaza para siempre a los dos linajes
de origen, a través de ese tercero que llega.
Nazca o no ese bebé, desde el momento
de la concepción la pareja se transforma en
una familia. (**)
Asimismo, los progenitores de la joven
pareja se vuelven abuelos, los hermanos se
hacen tíos, y los abuelos, bisabuelos. Nacen
así nuevos roles dentro de la estructura
familiar. Y cada cual va construyendo una
imagen, unos deseos particulares, unas
ilusiones, un lugar en la novela familiar para
ese nuevo integrante que viene en camino.
Es que ese bebé que crece en el regazo
materno forma parte de un sistema familiar
que se viene tejiendo generación tras
generación, desde los misteriosos inicios de
los tiempos humanos.
Si en 4 generaciones (bebé, padre-madre,
desde que la abuela Lucy se paró en dos patas
a divisar el horizonte, iniciando la progenie
humana de la bipedestación, hace millones
de años?
Cada una de esas incontables vidas con
todas sus vicisitudes y en sus contextos
existenciales- ha sido necesaria para que este
bebé, exactamente éste, con estos padres,
en este momento y en este lugar, se esté
gestando.
Cada uno de esos ancestros ha nacido
en determinadas condiciones externas
e internas, se ha criado y desarrollado
en un contexto particular, ha vivido sus
circunstancias peculiares con alegrías,
sufrimientos, tragedias y creaciones, y ha
hecho luego lugar a quienes fueron llegando,
y fueron guardados en la memoria de sus hijos
y nietos, que los han conocido y vivenciado.
Para la pareja que espera al bebé, resulta
un ejercicio esclarecedor confeccionar su
árbol genealógico. Saber de dónde venimos
nos otorga una especial fuerza interior
la fuerza que nos dan todas esas vidas
que contenemos en nosotros. Una fuerza
poderosa que nos ayudará a afrontar la vida
tal cual es. Y pertenecer a ese árbol es uno de
los principios fundamentales para una vida
saludable, y un derecho de todo miembro

(*) «Donde mejor canta el pájaro es en su árbol genealógico», Jean Cocteau, según Alejandro
Jodorowsky en su libro «Donde mejor canta un pájaro».
(**) La «familia» es un concepto controversial, tiene muchas modalidades y formatos, y es una
construcción social que va cambiando a lo largo de la historia de la humanidad. Todos sabemos de
qué estamos hablando, ya que todos venimos de allí. Incluso una persona que vive sola se considera
una familia monoparental. Podemos no tener hijos, pero todos somos hijos, es decir, tenemos padres,
abuelos, bisabuelos y demás ancestros.

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familiar. Ser reconocido como parte es
imprescindible para tomar la vida.
En el árbol genealógico, las raíces
representan a nuestros ancestros y la copa
a nuestros descendientes. En cambio la
configuración que propone el familiograma
o genograma ubica a los ancestros arriba y
a los descendientes abajo. El familiograma
Esquema del árbol:
Esquema básico familiar
2
es una representación esquemática de los
integrantes del sistema familiar en la cual las
mujeres se representan con un círculo y los
hombres como triángulos o cuadrados.
Al armar nuestro esquema, colocamos
a los integrantes de cada generación en
orden de nacimiento (de mayor a menor, de
izquierda a derecha), los nombres de cada
unx, sus fechas de nacimiento y defunción,
y sus vínculos.
Cuando agregamos datos significativos
(eventos importantes con lugares y fechas,
como casamientos, accidentes, mudanzas,
jubilaciones, abortos, bancarrotas, incestos,
crímenes, violaciones, fortunas, internaciones,
prisión, alcoholismo, exilio, estafa, pérdidas
en juegos, desocupación, ocupaciones,
vínculos), construimos un sociogenograma.
En este esquema, los eventos y las relaciones
entre los integrantes del sistema familiar le
dan movimiento y significado al esquema
anterior (el familiograma simple), más rígido
y fotográfico. Allí podremos descubrir hilos
rojos (temas específicos que atraviesan las
generaciones y se repiten una y otra vez),
nombres y sobrenombres significativos,
repeticiones, secretos, exclusiones, síndromes
de aniversario, hijos de reemplazo, etc. Desde
la comprensión de estas peculiaridades
podemos reordenar nuestro propio lugar
en el sistema familiar y «romper el hechizo»
que opera transgenera-cionalmente en
nosotros cuando ignoramos algunos eventos
traumáticos.
Construir este sociogenograma con
la asistencia de los padres, tíos, abuelos o
primos, ayuda a completar la información
que ilumine de un modo novedoso nuestras
vidas. El sociogenograma es lo que la familia
conserva en la memoria con sus fechas,
sus agujeros negros, los hechos que dejan
marcas, los lazos, dentro de diferentes
(*) Eleanor Madruga Luzes muestra un antiguo libro tibetano en el que se ilustra cómo las
matrices paternas pasan al hijo y las maternas a la hija, si no se han «trabajado» previamente, antes
de la concepción.
(**) Francoise Doltó decía que «el hijo porta la deuda contraída con su madre y su padre en la
época prenatal fusional».
3
contextos históricos, políticos, sociales y
económicos. Incluye todo lo que forma
parte del «átomo social» (según Moreno),
inclusive los seres amados y los odiados, los
vecinos, los animales domésticos y los objetos
significativos. Armando este esquema, se
activa una memoria que atraviesa los tiempos.
El resultado es sanador y permite a la
joven pareja afrontar y resolver algunos
nudos o implicancias propias antes del
nacimiento del bebé, y evitarle las tensiones
sufridas por la pareja en esta etapa, que tanto
afectan a los bebinos (bebés intrauterinos).
Si bien lo ideal es «limpiar nuestras
matrices» para liberarnos de las implicancias
transgeneracionales- antes de concebir,
es raro que las familias compartan estas
reflexiones con los jóvenes. (*) (**)
El embarazo no es el mejor momento para
«trabajar nuestras sombras» o afrontar tareas
que nos puedan conflictuar, pero quienes
acompañan a las parejas durante la gestación
pueden ayudar a ver algunos «nudos» para
destrabarlos a tiempo, antes de que operen
durante la gestación mediante síntomas
«obstétricos» que suelen no considerarse
de origen emocional o transgeneracional
(crecimiento enlentecido del bebino
(«RCIU»), amenaza de parto prematuro o
inmaduro, aborto, hipertensión inducida por
el embarazo, hipercontractilidad uterina, etc.)
o «clínicos» (infecciones urinarias, desmayos,
trastornos de la conducta alimentaria, etc.)
(***)
Algunas de las dinámicas que generan
implicancias en las embarazadas con impacto
en los bebinos son los que siguen. político), es parte del árbol, y su derecho a
pertenecer a él nos obliga a hacerle su lugar
1. Las exclusiones en el sistema y reconocerlo sin juicios. Nuestra vida viene
familiar también de allí.
Las exclusiones más frecuentes ocurren
Cada sistema familiar está formado por
con los hijos «perdidos», se trate de abortos
muchos linajes. Si partimos de una persona,
espontáneos o provocados. De esto no
ésta proviene del linaje materno y del paterno,
se habla. Muchas veces, porque el mismo
es decir que es el producto mestizado de dos
sistema médico lo considera «sólo un
linajes diferentes. En general uno predomina
embarazo perdido», muchas otras porque su
sobre el otro, dejando huellas profundas,
recuerdo provoca culpa o dolor. El «evento»
mientras que la otra familia de origen queda
pasa a formar parte de una «historia clínica»
más opacada. Somos herederos, de este
obstétrica, distorsionando su significado
modo, de dos culturas diferentes, con sus
y su impacto existencial. (*) Además, se
propios gustos culinarios y artísticos, sus
lo considera un tema a ser guardado en
mitos familiares peculiares, sus estructuras y
la intimidad de la pareja, como un asunto
reglas específicas, sus relatos propios.
privado que atañe a la vida sexual de los
En cualquier caso, lo común a todos los
progenitores. Sin embargo, al confeccionar el
sistemas familiares es que todo miembro
familiograma e incluir a los hijos prenatales
de un sistema familiar tiene derecho a
o postnatales perdidos en el lugar que les
pertenecer. Las exclusiones de un miembro
corresponde por orden cronológico, los
de la familia (por haber cometido un acto
hijos vivos descubren su verdadero lugar en
aberrante o vergonzante que motivó que
el sistema familiar. No es lo mismo ser el
se lo «olvide», ya que su recuerdo generaría
primer hijo (quien transforma a la pareja en
mucho dolor o vergüenza) deberá repararse
familia) que el segundo o tercero. Desconocer
en una generación futura a través de un
su propio lugar en el orden de llegada a la
nuevo miembro que represente al excluido
familia y creer que se ocupa el lugar que en
aun sin saberlo-, repitiendo su conducta o su
realidad es el lugar de un bebé que se perdió
destino. Ese nuevo miembro repetirá tareas
es difícil: la vida se estanca de un modo
interrumpidas del ancestro con el que está
incomprensible, porque uno está en el lugar
inconscientemente identificado.
de un muerto.
Cuando se descubre que un ancestro
A veces se desconoce la pérdida de un
«olvidado» lo fue debido a un hecho muy
gemelo ocurrida durante el embarazo, y
traumático, lejos de juzgarlo por ello cabe
que en la historia familiar quedó registrada
incluirlo en el árbol familiar, ya que más allá
como «una pérdida de sangre»; sin embargo,
de lo sucedido (muy ligado a las circunstancias
de vida, al contexto histórico, social y
(***) Elena de la Aldea dice: «Todos los curadores y sanadores saben reconocer, cada uno en
su lengua, lo que llaman «la enfermedad de los antepasados» y saben que ésta sólo se cura poniendo
en orden la historia, evocando lo sucedido, dando lugar, respeto y reconocimiento a aquello que
fue roto y silenciado.»
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quien nació es el gemelar sobreviviente, Anne Ancelin Schützenberger. Eso que es
que puede cargar con una culpa de origen «indecible» en la generación que omite hablar
desconocido toda su vida, con una actividad de lo doloroso, pasa a la siguiente generación
frenética duplicada (lo hace por los dos), con como un «secreto indecible» y de allí a la
una tristeza como sentimiento permanente, siguiente como «lo impensable», generando
hasta poder revelar lo ocurrido. Entonces disturbios, según Francoise Dolto. El secreto
la persona sobreviviente puede decirle a su se origina en un acontecimiento de vida que
gemelo no nacido «estás muerto y yo estoy no se puede olvidar pero tampoco recordar,
vivo, acepto tu destino y en tu honra miraré por doloroso. Se lo transmite sin decir.
el mundo por vos también con mis ojos», y Francoise Dolto dice que lo que se calla
reconociliarse con ese destino, encontrar paz en la primera generación, la siguiente lo lleva
y alegría y fuerza para vivir. en el cuerpo, ya que la lealtad propia dentro
Desde el real lugar de cada cual se toma del sistema familiar asegura que «las deudas
la vida con claridad. emocionales se paguen en alguna siguiente
generación como una obligación familiar»
2. Los secretos y las omisiones (A.A.Sch), o en palabras de la psiquiatra
Los eventos dolorosos (duelos por chilena Mónica Kimelman «lo que no se
defunciones tempranas o abortos, accidentes, resuelve en una generación se resuelve en la
etc.) o vergonzantes (homicidios, incestos, siguiente o en otra».
estafas) en general son omitidos en los relatos Lo no dicho retraumatiza, generando
familiares. Lo no dicho «por el bien de todos» comportamientos extraños, enfermedades
termina constituyendo un secreto familiar que y repeticiones.
se transmite curiosamente en esta condición Los secretos se transmiten a través del
de secreto de generación en generación. Pero silencio y de eludir el tema cuando aparece
«los hechos son testarudos y el inconsciente en las conversaciones.
familiar tiene buena memoria», como dice Sin embargo, «en una familia, los niños y
(*) El aborto es un tema controversial, que sigue provocando debate en la sociedad (en un arco
amplio que va desde el fundamentalismo religioso institucional hasta el feminismo militante). Su
ilegalidad ha causado y sigue causando muertes evitables y sufrimientos enormes, maltrato e inseguridad
para unas y enriquecimiento cómplice y criminal para otros. Un altísimo porcentaje de mujeres ha
realizado al menos un aborto provocado en su vida, de modo que el aborto es un hecho de la realidad
que innegablemente ocurre. Si bien la decisión de interrumpir una gestación puede haber sido tomada
con seguridad y consciencia, en algún momento se hace sentir su impacto en la familia. Cuando un
hijo no es deseado, debería respetarse el derecho de la madre a no aceptar tener el hijo, y recibir el
acompañamiento correspondiente para transitar el proceso que ella y su pareja corresponsable elijan
del modo menos traumático posible. Por otra parte el «aborto consensuado» del que habla David
Chamberlain es posible: en profunda conexión, la madre puede explicar lo que ocurre y pedirle al
bebino que se retire, durante el primer trimestre del embarazo. En ocasiones, cuando finalmente el
embarazo sigue su curso, la madre puede quedar con culpa y sobreproteger posteriormente al/la hijx,
lo cual también amerita una ayuda empática. Es un tema para abordar y no para abortar condenando
a quienes se someten con desesperación y dolor a una intervención de sus cuerpos.

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los perros saben todo, siempre y sobre todo
aquello que no se dice» (F. Dolto). También
dice Dolto: «el inconsciente de madre e
hijo están ligados; el hijo adivina, sabe y
siente las cosas familiares a lo largo de 2 o 3
generaciones».
Al construir el genosociograma con la
ayuda de los familiares disponibles para
esta tarea, algunos secretos pueden ser
develados, liberando a sus miembros a partir
de la comprensión- de tener que «llevar
en sus cuerpos lo callado» o repetir lo que
traumatizó.
3. Las jerarquías desordenadas
Existe un orden natural en los sistemas
familiares de nuestra cultura occidental
capitalista tal como la conocemos,
vivenciamos y reproducimos. De estos
órdenes habla el constelador alemán Bert
Hellinger.
Este orden de origen biológico- indica
que «primero están los padres, y luego los
hijos», ya que los primeros generan a los
segundos. Esto parece caerse de maduro,
pero cuando no se cumple, hay hijos que
paternan a sus padres, hermanos mayores
que cuidan de sus hermanos menores en
reemplazo de los padres, abuelos que crían
a los nietos y parejas que permanecen en
convivencia violenta «por el bien de los hijos».
Otro orden importante es el que opera
entre hermanos: primero viene el mayor (se
lo anota a la izquierda), luego el siguiente
(sigue hacia la derecha) y así. Se incluyen
los abortos espontáneos (se marcan con un
punto) y los provocados (se anotan con una
cruz) en el orden en que ocurrieron. Los
bebés fallecidos al nacer o posteriormente
se representan por un círculo o un triángulo
(o cuadrado) con una cruz dentro. De este
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modo se incluye a los hijos no nacidos y a
los nacidos, respetando sus lugares, ya que
esto contribuye a que cada cual conozca y
reconozca su verdadero lugar en el sistema
familiar.
Los hermanos de otras parejas de sus
padres deben incluirse, en orden cronológico,
en relación con el padre y la madre de cada
uno de ellos. Forman parte de la «fratría»,
aunque no lo hayan sabido hasta entonces.
Otro orden familiar dice que «la pareja
actual con hijos ocupa una jerarquía mayor
que la/s pareja/s previa/s con o sin hijos».
Personas que creían estar en determinado
lugar de la fratría y descubren luego que están
en otro, dicen sentir alivio y haber sentido
siempre una cierta incomodidad, como de
usurpación, desubicación o confusión.
4. Los hijos de reemplazo
Si una pareja ha sufrido una pérdida
afectiva reciente (defunción de un familiar,
aborto, otros) y concibe y gesta un hijo en el
período de duelo, la madre no se encuentra
emocionalmente disponible para ese ser en
gestación. El bebino crece en un regazo
afectivamente vacío, tomado por la muerte
reciente, lo que constituye una carencia
afectiva existencial desde el mismo inicio de
la vida, con importantes implicancias futuras.
Los duelos llevan diferentes tiempos
para su resolución. A veces los duelos por
un hijo se suspenden según el lema «tené
otro hijo así te olvidás del que perdiste».
Pero quedan latentes… siguen siendo
duelos a ser transitados, y suelen ser duelos
largos (2 o 3 años al menos) que de todos
modos dejan «residuos psíquicos» que
nunca terminan de curar. Un hijo que es
llamado a la vida para «olvidar al hijo que
se perdió», reemplazándolo, no sólo crece que tienen las familias de ser leales a sus
en ausencia de apego prenatal con la madre antepasados, al repetir eventos en fechas
no disponible afectivamente aún, no sólo o edades similares (por ejemplo en la línea
recibe un mandato de destino ajeno, sino materna todos los segundos embarazos
que le es imposible «competir» con la imagen terminan en aborto, o por ejemplo, en todas
congelada para siempre de un «angelito» las generaciones ocurre un accidente en la
- impecable en la foto- que se fue. Los misma fecha).
embarazos de sustitución que dan vida a hijos Una lealtad invisible empuja a repetir, sin
de reemplazo tienen un impacto enorme saberlo, la situación original. Al descubrir
sobre la salud mental de esos hijos. esto, nos liberamos de esta pauta.
Un hijo que es concebido para «nombrar
en él al familiar que falleció», repitiendo el Los aniversarios de eventos traumáticos
nombre del fallecido, llevará una vida difícil. (que podemos incluso desconocer) fragilizan
Carga con una asignación de destino ajena, a las personas que están ligadas de un modo
con un deseo de ser un sustituto de otro, con especial a quien padeció el evento original.
un mandato familiar restrictor. Una hija puede deprimirse a la edad que
Ojalá los duelos (*) pudieran transitarse y tenía su madre cuando algo grave le sucedió,
completarse evitando una gestación. Ojalá se y predisponerla a sufrir a su vez un evento
eligiera un nombre único para cada hijo, ya similar. El conocer esto ayuda a afrontar
que al designar, asignamos (deseos, mandatos, los aniversarios desde la fortaleza que da
destinos) que atan desde esa identidad que reconocer lo que es y honrarlo, y muchas
dan los nombres. veces requiere un trabajo adicional que
Pese a esa pérdida afectiva, si se ha permita «cometer la deslealtad» de no repetir
transitado el duelo como un camino el evento.
ineludible, encontramos «hijos reparadores»,
que son bien recibidos, con un buen lugar 6. Las repeticiones
en la familia y disponibilidad emocional Hay eventos que se repiten en cada
para ellos. generación como si se tratara de una regla
familiar. Por ejemplo, la primera hija mujer
5. El síndrome aniversario se da en adopción a la abuela materna, o el
Al observar un sociogenograma en que tercer embarazo se pierde en cada generación
figuren los acontecimientos significativos o bien en cada generación ocurre un suicidio.
con sus fechas, podemos descubrir el modo Cuando se toma conciencia de este
mecanismo, algunas personas se esfuerzan
(*) La única certeza al nacer es que iremos a morir. Nuestra cultura de la separación (respecto a
la naturaleza) y de la racionalidad positivista rechaza y niega este hecho y lo convierte en un drama.
Según San Agustín «los muertos son seres invisibles, no ausentes»; según Freud «son aparecidos: todo
lo que uno perdió, vuelve» y según los pueblos originarios, los que se fueron nos cuidan. Los que se
van, hacen lugar a los que vienen, como ley natural de la Vida. Viendo nuestro árbol descubrimos que
venimos de ellos seres amados que fallecieron- y que viven en nosotros, desde los recuerdos y los olvidos.

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por «hacer lo contrario de lo que hicieron
conmigo», es decir de evitar la repetición
de determinada pauta. Sin embargo, la
«repetición por oposición» no ayuda a superar
el conflicto que subyace a esta dinámica.
Al conocer el árbol y «cuidarlo», se evitan
las repeticiones. Al reconocer lo que es y
hablar de ello (además de llorar y actuar),
se sana.
A la luz de estas comprensiones, quienes
acompañamos a las familias gestantes,
ayudamos a confeccionar el sociogenograma
y conversamos con ellas acerca de temas que
pueden contribuir a preparar el buen lugar
para el bebé que está en camino.
Estos temas son:
· El reconocimiento de la propia
identidad a partir de la construcción del
árbol familiar. En el sur americano ocurre
con frecuencia que la pareja descubre que
proviene de ancestros mapuche, pese a
llevar apellidos españoles -probablemente
impuestos. El embarazo es un período
vital de especial sensibilidad, un portal
a otras dimensiones existenciales y un
momento en que aclarar la propia identidad
resulta conmocionante y sanador. Se inicia
muchas veces un camino de recuperación
de las memorias ancestrales de la propia
cultura desconocida y de prácticas nuevas
impensadas.
· La relación con la propia madre
(*) Los bebés no maternados o que no han experienciado el apego se denominan en francés «mal
lamidos», en referencia al contacto animal de la madre y su cría.
(**) F. Doltó relata que ante la falta de leche de una puérpera reciente, la enfermera preparó una
mamadera y se la dio… a la madre. Inmediatamente de maternada por la enfermera, su pecho comenzó
a producir leche para el recién nacido!
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de la embarazada, las circunstancias de su
gestación y el vínculo inicial con la madre.
Porque en el embarazo se reedita lo vivido
durante la propia gestación. Si ésta fue
conflictiva, habrá una tensión (de origen tal
vez desconocido) que puede transmitirse al
bebino. Por eso es recomendable que la joven
pareja converse con la madre y el padre de
ambos, pero sobre todo la embarazada con
su propia madre, acerca de su concepción,
gestación, nacimiento, apego, lactancia y
crianza, sus circunstancias, deseos y vivencias.
Si una mujer no fue maternada, puede
tener dificultades con su propio recién nacido
(*). Tal vez no recuerde que no recibió leche
materna, pero le cuesta mucho lograr lactar
a su propio bebé («agalactia»)**. También
puede ocurrir que si sufrió rechazo por
parte de su propia madre debido a su sexo,
tenga dificultades en el vínculo con su bebé
femenino sin saber por qué, reeditando
simplemente su propia vivencia.
Si la madre de la embarazada por ejemplo
ha dado en adopción a todas sus hijas mujeres,
ésta embarazada puede sentir mucha tensión
al saber que su bebé es una niña, aún sin ser
consciente del origen de su propio malestar,
y pese a no plantearse dar en adopción al
bebé por nacer.
Hay madres que nunca resolvieron sus
conflictos con sus propias madres (es decir
con la abuela de la embarazada), reiterando
«hacia abajo» un conflicto que tiene origen
en generaciones previas. Es bueno abordar
también las vivencias de las madres de las
embarazadas, que son un sostén fundamental
para la tríada gestante.
Las experiencias prenatales en este caso
de la embarazada- están registradas en el
inconsciente, por lo que es aconsejable
co nf ir m a r la s circu ns tan c ias y lo s
acontecimientos relacionados con su propia
concepción, gestación, nacimiento y crianza,
ya que traerlas a la conciencia y darles un
sentido «limpia» sus matrices y libera al
bebino de quedar atrapado en «redes ajenas».
· El nombre del bebé. F. Dolto dice
que los humanos somos seres de lenguaje.
Por lo tanto, designar es dar entidad a alguien
o algo, es reconocerle su existencia y tener
la posibilidad de imaginarlo en ausencia
con solo nombrarlo. Cuando designamos a
alguien por su nombre, también le asignamos
un sentido, un destino deseado o un deber
ser. O estamos invocando a otro, cuyo
nombre porta el recién bautizado. Decidir el
nombre de un bebé por nacer es una cuestión
trascendente, ya que el SER que nacerá y su
nombre estarán ligados de modo inextricable.
Hay familias en las que hay algunas
reglas: que el padre decida el nombre del
hijo y la madre de la hija o viceversa, o que
el primogénito masculino lleve el nombre del
padre o del abuelo paterno, o que el hermano
mayor le coloque el nombre al que se está
gestando, o que las iniciales sean las mismas
generación tras generación. Dar nombre es
un regalo de quienes conovocan al bebé a la
vida. Al probar el sonido del nombre elegido,
la vibración de sus letras, el ritmo y la cadencia
de su enunciación, se puede percibir lo que el
bebino siente, comunicándose a través de sus
movimientos o sueños maternos.
Imaginar nombres exclusivos y fuera de
la moda que gusten a padre, madre y bebino
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es un acto de comunión. El nombre dado
estará tan íntimamente ligado al ser que se
está gestando que podría decirse que ES ese
nombre, un nombre cuya impronta tiene una
fuerza muchas veces desconocida, como una
marca de fuego en el alma.
Los nombres esconden muchas veces
expectativas de destino dentro de la «novela
familiar». Está bueno preguntar a los propios
padres por qué nos colocaron este nombre
que llevamos (nos guste o no).
Colocar el nombre de un ser querido
que falleció trágicamente puede condicionar
el desarrollo saludable del bebé por nacer.
Llevar el nombre de un famoso mártir
pareciera ser un mensaje de lo que de él
esperan sus padres: inmolarse por alguna
causa, repitiendo el destino del dueño original
del nombre.
A veces son otros los que deciden el
nombre: abuelas, tíos, hermanos o ¡registro
civil! o ¡personal hospitalario! Este es un
tema a ir conversando con tiempo suficiente
como para elaborarlo bien y escoger un
buen nombre. Cuando la pareja no puede
asumir la gestación, cuesta mucho pensar en
nombrar: la aceptación y el nombrar están
en concordancia.
A veces no se tiene mucha consciencia de
que nombrar es un acto de creación, en que
se ofrecen los primeros rasgos de identidad
y filiación que arraigarán para siempre en el
SER que recibe su nombre. Más allá de que
pueda cambiar su nombre posteriormente, lo
vivido por el nuevo ser en los primeros años
es estructurante para siempre.
· Los deseos, las expectativas y los
rechazos familiares. El nuevo ser se inscribe
en una novela familiar preexistente, a la
cual se integrará y que constituirá su matriz
existencial, en la cual tiene un rol a cumplir,
y que lo contiene. Pensar en los deseos que
tienen los progenitores, hablar de ellos,
sirve para reconocerlos y aclararlos, a fin de
permitir que el nuevo ser se desarrolle con
mas independencia respecto a los mandatos
y las expectativas, muchas veces restrictivas.
A veces, el deseo del hijo se relaciona
con la búsqueda de reparación de carencias
afectivas de la madre. Cuando nace el bebé,
las expectativas idealizadas respecto al hijx
se confrontan con la realidad y frustran a la
madre, pudiendo desarrollar conductas de
maltrato hacia ese/a hijx que no puede reparar
su carencia: la madre no puede conectar con
el bebé real, es decir no puede darle a ese/a
hijx que sigue siendo el imaginario- un status
de sujeto. Esta dinámica suele reciclar la
transmisión transgeneracional de carencias,
abandonos y maltratos.
También puede ocurrir que el padre no
acepte su propia paternidad, negándola («ese
no es mi hijo», «es de otro hombre»). O que
la madre no pueda afrontar la gestación o
la crianza del bebé y tenga dudas acerca de
seguir o no con el embarazo, y eventualmente
abortarlo. En todos estos casos, el bebé
intrauterino cualquiera sea su edad prenatal-
siente esta tensión como un peligro extremo.
Por un «amor ciego», este bebino puede
preferir morir antes que producir tensiones
a la madre, y estas dudas maternas o esta
negación paterna terminan en abortos
espontáneos. Cuando el embarazo continúa
de todos modos, y el hijo/a es adulto, puede
sufrir graves depresiones año tras año en la
fecha en que la madre programó un aborto
provocado que luego no realizó, hasta que
-al saberlo- las depresiones cesan. Es que
la vivencia del peligro extremo está presente
en su inconsciente, y al darle sentido a través
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de la palabra, el peligro deja de existir y los
sentimientos angustiantes se desvanecen.
Cuando la palabra da sentido a la vivencia,
cuando la explicación es coherente con lo
que se experiencia, todo se vuelve claro y no
hay más lugar para la confusión.
Si a la madre le cuesta aceptar su embarazo
avanzado, el padre o los abuelos o un hermano
mayor que sí aceptan la llegada del bebé
pueden dialogar con el bebino, y a través de
esta «intermediación por la palabra» ofrecer
una disponibilidad emocional familiar, con
el cuidado de no parentalizar al hermano. Si
la madre tiene apoyo, sostén y continencia,
se le posibilita maternar, apoyar y sostener a
su recién nacido.
Debemos considerar también las
expectativas de otros miembros de la familia,
sobre todo de los abuelos. Cuando por
ejemplo los abuelos paternos rechazan a la
nuera embarazada, rechazan al bebino, a ese
50% que proviene de la madre rechazada.
Todo rechazo, aunque no sea directamente
dirigido al bebino, es vivenciado como
tensión por la madre y como grave peligro
por el bebino.
En familias que sobreestiman las
responsabilidades laborales o roles sociales
por encima de los roles de cuidado de la vida
que se desarrollan en el espacio doméstico
(invisibilizado y desvalorizado socialmente),
las jóvenes embarazadas pueden no registrar
la necesidad de descanso y conexión con su
bebino, y de disponibilidad afectiva, de modo
que los bebinos las «obligan» a conectarse
con ellos a través de unas contracciones
que envían a la madre al reposo laboral,
bajo el diagnóstico de «amenaza de parto
prematuro», por ejemplo.
Si en determinada familia el primer
hijo del linaje paterno es un niño, y una
ecografía revela que quien se está gestando
es una niña, esta «deslealtad» con la pauta
familiar transgeneracional puede generar un
rechazo no expresado, a veces ni siquiera
consciente, debido al sexo del bebino. La
tensión generada puede provocar un «RCIU»
o hipercontractilidad uterina con riesgo de
prematurez, o ausencia de movimientos, por
ejemplo.
Las consecuencias de las tensiones de
todo tipo experimentadas por la madre se
transmiten al bebino (*). La ciencia explica los
caminos neuropsicoinmunoendócrinos (**)
que generan estrés en los hijos prenatales de
madres con tensiones, conflictos o rechazo,
que podemos resumir como «miedos». La
ciencia aún no ha incluido en su cosmovisión
las dimensiones energética, espiritual ni
telepática. Sea como fuere, el bebé intrauterino
percibe la tensión pero no su contenido, de
modo que simplemente siente que algo no
está bien, y que tal vez si no estuviera allí,
gestándose, la mamá se sentiría mejor. Por un
amor ciego hacia su madre el bebino puede
querer «salvarla», yéndose. Este es el origen
de la amenaza de aborto, la amenaza de parto
inmaduro, la amenaza de parto prematuro, la
hipercontractilidad uterina, el retardo en el
crecimiento intrauterino, la gestosis y otras
«afecciones obstétricas».
· Los sueños. Son mensajes del
bebino a su madre. Hay embarazadas que
llevan el registro de sus sueños, y escuchan
de este modo la «voz» de sus hijos. El
idioma simbólico de los sueños puede ser
desentrañado por ellas. El inconsciente de
(*) porque como decía Leonardo da Vinci «la misma alma gobierna a los dos cuerpos».
(**) El estrés o estado de alarma- se asocia con la producción de cortisol materno y bebinal, y esta
hormona es neurotóxica, disminuye la formación de neuronas y altera su funcionamiento de modo
definitivo.
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madre y bebino están fusionados, y desde
ese compartir, están comunicados. Una
embarazada puede soñar que su bebé cabe en
una cajita de fósforos, y al nacer se demuestra
que tiene muy bajo peso. Atender a los
mensajes de los sueños aporta información
sutil de importancia.
Las eventuales pesadillas de la madre
no están necesariamente ligadas a su bebé,
sino a un evento traumático de sus propios
padres, que si bien superaron el trauma
emocional en su momento, transmitieron a
su descendencia el síndrome postraumático
potenciado y revivido en pesadillas (A.A.Sch)
Las intuiciones de la madre embarazada
también son mensajeras importantes a
considerar. En esta época de transición de
paradigmas (del científico-mecanicista al
holístico-consciente) seguramente iremos
incluyendo las dimensiones sutiles (intuición,
percepción, inspiración) entre los insumos
que ayuden a «diagnosticar».
· La palabra
1: La expresión de sentimientos y
emociones de padre y madre permite poner
en palabras lo que de otro modo se expresaría
en actos o tensiones, afectando al bebino.
Una pareja que pudo trabajar sus «sombras»
tempranamente y concibió conscientemente
a su bebino, es decir, lo llamó a la vida no
sólo biológica sino también emocional y
espiritualmente, seguramente permita al
expresar sus sentimientos y emociones- darle
sentido a lo que el bebino va vivenciando.
Pero aún hay muchas parejas que se
embarazan más o menos «accidentalmente»
y no han tenido oportunidad de «trabajar su
árbol» previamente. Durante la gestación se
puede iniciar el camino sanador de poner en
palabras lo que duele, lo que hasta entonces se
ocultaba o disimulaba, para liberar al bebino
de tensiones ajenas. En ocasiones, la llegada
del bebino se vive como una interferencia
en el proyecto personal de la madre y/o del
padre; trabajar temprana y adecuadamente
este conflicto evita al bebino su posible
sentimiento de culpa.
2: Las bendiciones y maldiciones son
«`proféticas». La palabra designa, invoca y
provoca. La palabra dicha tiene un valor y
un peso más importante aún en los bebinos,
cuya percepción auditiva es una de las más
importantes para conectarse con el mundo
externo, que aún desconoce, pero que opera
sobre la díada madre-bebino.
Así como el maltrato hacia la madre
transmite peligro por la doble vía de la tensión
materna transmitida y de la percepción
directa del bebino, las bendiciones el bien
decir, lo bueno dicho- genera en el bebino
mucha tranquilidad.
Cuando una tensión aflige a la madre, el
bebino tenso se tranquiliza al escuchar que
alguien le explica lo que ocurre y le asegura
que «son cosas de adultos que arreglaremos
entre adultos, con vos está todo bien, estamos
contentos de que vengas, te esperamos
con cariño, seguí creciendo que te estamos
preparando tu nidito». Al poner palabras a lo
que vivencia el bebino, le damos coherencia
a sus percepciones, confirmando su vivencia,
y lo tranquilizamos. Al mismo tiempo, le
damos entidad de ser, lo tenemos en cuenta,
lo consideramos un sujeto, lo confirmamos
en su subjetividad, le decimos la verdad. Esto
es lo que llama F. Dolto «intermediar por la
palabra». Libera al bebino de las implicancias
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maternas y desata nudos que le impiden
desarrollarse saludablemente, humaniza al
bebino y le da soporte a la identidad y la
seguridad afectiva. F. Doltó dice que «las
palabras que se dicen alrededor de una cuna
son proféticas»: ese es el impacto de las
palabras y los deseos que ellas contienen en el
inconsciente del recién nacido y del pornacer.
3. La confirmación del bebé como sujeto
constituye la base para su salud integral.
Al hablar con el bebino, explicarle lo que
ocurre allí afuera, presentarle sus parientes,
considerarlo en todo momento como ser que
está presente junto a (dentro de) su madre,
se le da entidad de persona, de sujeto, de ser.
Esto puede ocurrir desde bien temprano
en la gestación. De este modo se prepara el
vínculo postnatal de la díada madre-hijo y de
la tríada bebé-madre-padre. La comunicación
prenatal facilita la danza empática que se dará
en el mundo aéreo postnatal entre bebé y sus
padres, en una coordinación que se funda
en las capacidades sensoriales del bebé y a la
sensibilidad de captar e interpretar las señales
del bebé por parte de los padres.
· El gestar mellizos o gemelos. Los
mellizos y los gemelos se crían juntos
desde el inicio de la vida. La obstetricia
denomina «embarazo gemelar» a ambos
casos: se trate de mellizos o de gemelos (los
crianceros dicen que sus chivas «mellicean»).
Los gemelos cargan además con la misma
genética: estaban destinados biológicamente
a ser uno, pero sus primeras células se
separaron precozmente dando lugar a dos
seres idénticos. Sin embargo, cada uno de
ellos construirá su propia subjetividad, y la
madre embarazada suele distinguir dónde está
y quién es cada uno y conectarse con ellos
como dos seres particulares, reconociéndoles
sus características propias (éste es más
tranquilo, aquel suele tener hipo, etc.). A veces
los mensajes médicos infunden tanto miedo
al considerar al embarazo gemelar como
una patología o anormalidad, al pronosticar
un parto prematuro con recién nacidos
demasiado pequeños que irán a requerir su
cuidado en neonatología- que las tensiones
maternas pueden provocar partos precoces
(prematuros o no). Esto a su vez puede poner
en riesgo a uno o ambos recién nacidos.
Por eso es importante que la embarazada
construya su vínculo con cada uno de sus
bebinos desde temprano en el embarazo, se
comunique con ellos, cuide especialmente
su regazo en el último trimestre y no se
deje atemorizar. Y cuando hayan nacido sus
hijos, los deje dormir juntos tal cual como se
gestaron, porque se necesitan mutuamente. Si
uno de ellos debe permanecer hospitalizado,
al otrx se le debe explicar la ausencia del/a
hermanx, ya que poner en palabras lo que
ocurre seguriza al bebé, al tiempo que
convierte a los adultos cuidadores en seres
confiables. De lo contrario, el bebé «sano»
se va replegando de la vida de a poco. Los
mellizos son, al fin, una bendición duplicada
y construyen entre ellos dos una fratría muy
especial por toda la vida.
· La relación de pareja de madre y
padre. No es lo mismo haberse conocido el
día de la concepción del bebé que tiempo
antes, llevarse bien o no tan bien, conocer a
la familia de la pareja o no, ser pareja o no.
Cada «dupla» es única y está conformada
por representantes de dos linajes muy
particulares. Cada miembro de esta dupla
tiene sus propias expectativas explícitas y de
las otras, las que operan desconocidamente
desde su interior en sombras. Lograr un
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espacio para poner en palabras estos temas
resulta importante, para liberar al bebino de
tensiones evitables.
Cuando el bebé es producto de una
violación, la embarazada merece un
acompañamiento especial, que no viene al
caso tratar en este texto, pero que si continúa
con la gestación- permita reconocer que el
hijo no es culpable del trauma sufrido por
ella. Ese hijo sabe lo que pasó (desde un saber
inconsciente), de modo que deberá transitar
su gestación con ayuda, por el camino de la
verdad y el reconocimiento de lo que ocurre.
· La preparación del nido y la
organización familiar para el nacimiento.
Así como desde el inicio el sistema familiar
le hace un lugar al nuevo ser dentro de su
novela familiar, la familia le irá construyendo
el lugar material del nido y de la organización
funcional para su recibimiento. Esto es,
dónde y con qué acompañamiento nacerá el
bebé, con qué ayuda externa podrá contar
la pareja y por cuánto tiempo, qué lugar se
le da a los hijos previos, etc. A medida que
avanza la gestación, el «bebé imaginario»
se va desdibujando y dando lugar al «bebé
real» con el cual la madre se comunica cada
vez con más claridad y consciencia. Ese es
el momento de ir `preparando el «regazo
externo» para la bienvenida el «pornacer».
A veces aparecen recién en ese momento
algunos temas a resolver sobre los cuales
nunca se habló o pensó. No se trata de
una anticipación temerosa, sino de una
preparación consciente y cuidadosa de la
etapa especial que sigue al nacimiento, para
toda la familia.
· La construcción subjetiva de la
maternidad y la paternidad. Sólo podemos
dar aquello que hemos recibido. Por eso,
si nuestro padre tuvo dificultades para
paternarnos o nuestra madre las tuvo para
maternarnos, tendremos la ardua tarea ojalá
antes de concebir- de elaborar nuestras
carencias, reconociliarnos con lo que «nos
tocó» y con la vista hacia adelante- tomar
la vida y construir «otra historia» en cuanto
a nuestros roles parentales, sin juzgar a
nuestros padres ni quedar atrapados en el
eterno reclamo de lo que nos faltó. Pese a que
se habla del «instinto materno» o paterno, el
vínculo madre-hijx y padre-hijx se construye
en el diario convivir y es un camino de
aprendizaje. De esto hay que poder hablar
durante la gestación.
· El descubrimiento de los dones
del árbol. Al construir el esquema familiar,
es posible reconocer en él a integrantes en
los cuales la pareja puede encontrar sostén.
Tal vez una abuela o una tía o la propia
madre han tenido una hermosa experiencia
de embarazo y de parto. Puede haber
hombres comprometidos afectivamente
con la llegada de un bebé, acompañando el
nacimiento, construyendo la cuna del bebé,
componiéndole una canción. Siempre se
encuentran parientes que ayudan cosiendo
ropa, tejiendo la mantita, ayudando a preparar
el nido del pornacer. En cada generación
hay además relatos de los nacimientos que
pueden inspirar y fortalecer. Observando
el árbol, seguramente cada unx descubrirá
en quién se puede sostener, aún cuando
no haya conocido a quien parece mirarnos
desde su lugar, aportando fuerza, seguridad
y confianza. El árbol a veces duele, pero
siempre sana.
Acompañar a lo largo de todo el proceso
del inicio de la vida a las familias gestantes
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(como par teras, comadres, médicxs,
enfermerxs, etc.) requiere una preparación
personal especial, que incluye comprender
también a qué árbol pertenecemos, y por qué
elegimos esta ayuda que ofrecemos (¿estamos
sanando algo? ¿por qué necesitamos ejercer
este rol? ¿prestamos atención al lugar que
ocupamos al ayudar, por ejemplo el evitar
reemplazar a la madre, u ocupar un rol que
no nos corresponde?). Porque hay ayudas que
ayudan y otras que entorpecen.
El cuidado de este proceso único que
es el inicio de la vida dentro del fluir del
árbol familiar es una hermosa tarea, y
requiere delicadeza, saberes (experiencia y
conocimiento), empatía, percepción, intuición
y respeto. Dentro de este acompañamiento,
la construcción del genosociograma es una
tarea fascinante y sanadora, que se puede ir
esbozando durante los meses de gestación
y sobre la cual siempre se siguen haciendo
aportes. Haberlo trabajado con la pareja
gestante, para «reparar lo reparable y aceptar
y reconocer lo irreparable» (*) ayuda a liberar
al bebino de posibles implicancias, y ayuda a
desarrollar sus potencialidades.
Construirlo como cuadro o mural (**)
constituye uno de los mejores regalos de
bienvenida al «mundo aéreo» del bebino por
nacer, aunque lo vaya a comprender mucho
más adelante. Contendrá muchas historias
de toda su tribu de origen, y podrá verse a sí
mismo como el fruto de un antiguo árbol en
el cual sentirse acogido, seguro y feliz.
Bibliografía:
· Ay mis ancestros, Anne Ancelin
Schutzenberger
· La causa de los niños (y otros)
Francoise Dolto
 · Salud mental perinatal, curso Ciencias
del Inicio de la Vida, Zapala 2009, Mónica
Kimelman
· Implicancias transgeneracionales
durante la gestación, Curso Ciencias del Inicio
de la Vida, Zapala 2009, Marcus, Pedraza y
Sanchez
· Mis antepasados me duelen. Compil.
De van Eerset y Maillard.
· Lo transgeneracional, tan viejo y tan
joven, Elena de la Aldea
· Varios de Bert Hellinger
· Viaje a la vida, 2006,Congreso
Internacional Ser y nacer, Cocepción, Chile,
Marcus, Pedraza y Sanchez
· Metagenealogía, Alejanbdro
Jodorowsky y Marianne Costa

Agradecimiento por sus aportes a Elena de

la Aldea y Gabriela González.

(*) Elena de la Aldea en «Lo transgeneracional, tan viejo y tan joven…»

(**)Observar el árbol paradxs delante de él nos permite dimensionar su amparo, continencia y
fuerza, con todos los condimentos que atesora.

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