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El Cristo de San

Damián
y la oración ante Él
Nos situamos
Hay momentos en la vida en que parece que todo nos sale mal. Nos dan ganas de
gritar, de tirarlo todo por la borda.
A Francisco le pasó igual: el negocio de su padre no le satisfacía, había vuelto de
una guerra enfermo y tras ser prisionero, los amigos que tenía le estaban fallando…
En esos momentos te preguntas: ¿a quién acudir? ¿qué hago con mi vida? ¿dónde
está Dios?
Pues…, Francisco reaccionó. Salió para recuperar la paz y buscar respuestas. ¿Y
qué pasó? Se topó, a unos kilómetros de casa, con un viejo icono de Jesucristo
crucificado. Se acercó, y de rodillas, ¿sabéis qué oró?
El Cristo de San Damián
¿Cómo es esta imagen?
Podemos decir que se trata de una de
las imágenes más conocidas. Es de la
época románico-bizantina, datada sobre
el siglo XII de autor desconocido y con
cierta influencia sirio-oriental.
La cruz es de madera de nogal
recubierta de tela sobre la que pintaron
con colores vivos. Sin pedestal mira
unos 2,10 metros de alto por 1,30 metros
de ancho.
El Cristo de San Damián
En esta imagen vemos a Jesucristo vivo y sin corona.
¿Por qué? Porque es un Cristo Resucitado que venció a
la muerte.
Su postura expresa un gesto de acogida y parece que
nos está abrazando.
Sus ojos se dirigen al Padre, invitándonos a nosotros a
que también lo hagamos.
¿Cuántos personajes aparecen? Casualmente 33, que
reflejan la comunión de los santos de todos los tiempos.
Y los pies sobre fondo negro parece que asciende del
abismo.
El Cristo de San Damián
En su rostro, sin corona de espinas, vemos a un Cristo sereno,
incluso hasta se puede adivinar una sonrisa en su cara.
El Cristo de San Damián
Los personajes que podemos ver
representados a su lado están
relacionados con la vida de Jesuscristo,
como la Virgen María y Juan el apóstol a
su derecha (en el lado izquierdo si
miramos la cruz de frente) y a su
izquierda María Magdalena, María (la
madre de Santiago y José) y el centurión
que exclamó que realmente Él era el hijo
de Dios.
El Cristo de San Damián
Todos portan un halo en la cabeza excepto
el centurión, ya que fueron personas que
dedicaron su vida por Jesús.
La figura pequeña de su derecha es
Longinos, el soldado romano que golpeó
con la lanza a Jesús y en el otro lado se
encuentra Estefatón, el soldado que le
ofreció la esponja bañada en vino y vinagre.
Arriba a la derecha de la imagen se ve una
pequeña cabeza que se cree que es el
autor de la cruz de San Damián aunque no
se conoce su identidad.
El Cristo de San Damián
En los brazos podemos ver las
manos de Jesús sangrando
(sin los clavos en las palmas)
con tres ángeles que le
rodean en cada mano (seis
ángeles en total).
El Cristo de San Damián
En la cúpula se puede ver la imagen de
Cristo ascendiendo al cielo representado
dentro de un círculo con una descripción
debajo en latín que dice: Jesús de
Nazaret, Rey de los Judíos. También se
puede observar la mano derecha de Dios
con dos dedos extendidos (interpretando
que da la bendición a su hijo por su
sacrificio) y diez ángeles que rodean a
Jesús, cinco por cada lado.
El Cristo de San Damián
La mano de Dios es el signo más
antiguo en representar a Dios Padre.

Están en un semicírculo, la otra mitad


del círculo no se puede ver pues Dios
no tiene rostro, es un misterio.

El círculo donde vemos a Cristo


expresa la perfección y representa la
plenitud de la gloria, donde le reciben
los ángeles.
El Cristo de San Damián
La sangre de Cristo que chorrea sobre
los personajes que lo rodean, indica que
han sido lavados y salvados por su
Pasión.
La de sus pies cae sobre seis
personajes que apenas se reconocen
por el estado de conservación de esta
parte, pero podrían ser: San Juan
Bautista, San Miguel, San Pablo y San
Pedro, San Damián y San Rufino.
El Cristo de San Damián
A la izquierda de las piernas de Cristo (a la
derecha si vemos la cruz de frente) se ve el gallo
de Pedro, que recuerda nuestra debilidad e invita
a la vigilancia. También simboliza al Sol naciente,
Cristo, cuya luz se difunde por toda la tierra.
El Cristo de San Damián
En 1257, cuando las clarisas abandonaron San Damián, se lo llevaron consigo al
nuevo monasterio de Santa Clara construido para ellas en Asís , donde lo
conservaron durante siglos en la sacristía.

En 1958, 20 años después de ser restaurado por Rosario Aliano, fue expuesto al
público en la capilla de San Jorge.

Después del terremoto de septiembre de 1997 el icono ha sido sometido a una


nueva restauración, y allí sigue expuesto a la devoción de todos, libre ya del vidrio
y del marco que antes lo contenía.
Actuamos
Francisco grita desde su vida, y no se conforma con lo que le rodea. Intenta buscar
respuestas.
¿Alguna vez nos hemos puesto delante del Señor para pedirle: “ilumina las
tinieblas de mi corazón”?
Ante la imagen del Cristo de San Damián hemos contemplado los detalles que
antes hemos comentado. Así que nos podemos plantear:
1. ¿Qué sentido tiene que esté Resucitado y no crucificado?
2. ¿Qué sentido tiene la presencia de Dios Padre y del Espíritu?
3. ¿Por qué están tan contentos los ángeles?
4. ¿Qué significa que la sangre de Cristo caiga sobre mí?
Oramos
San Francisco de Asís: su oración fundamental es

¡Oh alto y glorioso Dios!


ilumina las tinieblas de mi corazón.
y dame fe recta,
esperanza cierta y caridad perfecta,
sentido y conocimiento, Señor,
para que cumpla tu santo y veraz mandamiento.
Oramos
La oración ante el crucifijo nos remite directamente a un joven
Francisco de 24/25 años, a un Francisco que busca un camino para su
vida, en los años 1205-1206.
A un Francisco indeciso en búsqueda de luz, en tesitura de
discernimiento.
No sabe lo que quiere, pero va sabiendo cada vez más lo que no
quiere: ni ser caballero, ni ser comerciante.
Oramos
El encuentro con los leprosos le ha removido profundamente. Son los
últimos, aunque no son los únicos.
Y siente con fuerza que su destino no puede desentenderse del de
estos desgraciados.
Cuando mira a Jesús crucificado, los ve a ellos. Cuando los mira, ve en
ellos a Jesús crucificado.
Oramos
Pero, en realidad, la búsqueda de Francisco no duró sólo dos años, sino toda su
vida, no muy larga pero intensa (murió a los 45 años).

Siempre vivió en discernimiento. Es una oración que expresa la búsqueda


permanente de Francisco.

Formalmente, es un texto sumamente pulido y estilizado, de una precisión de


vocabulario y de un ritmo que suponen una elaboración esmerada.

No la compuso necesariamente a sus 24 años. Sabemos que la recitó a lo largo de


su vida y la enseñó a sus hermanos para que la recitaran.
Oramos
Francisco intuye que un nuevo tiempo está naciendo, y busca una forma de vida y
una espiritualidad para los tiempos nuevos.

Busca algo diferente. Quiere otra Iglesia. Vislumbra otro mundo. Vislumbra también
"otro" Dios.

Le atrae otra forma de vida, otra forma de seguimiento de Jesús, más allá de las
fronteras entre monjes y "laicos", entre monasterios y "mundo", entre "vida
religiosa" y "vida secular”
Oramos
Es una oración profundamente actual, muy propia para nuestro tiempo de
búsqueda. Se escucha con frecuencia que estamos asistiendo a un cambio
cultural, a un cambio de paradigma, a la emergencia de una nueva época.
Esta oración, tan corta que apenas nos da tiempo para saborearla, la rezan
todos los franciscanos en diversas ocasiones tanto en fraternidad como en
privado. Y como todas las oraciones estructuradas de nuestra religión,
merece y necesita comprensión plena.
Oramos
Comprender lo que se dice conduce, finalmente, a evitar la rutina y la
simple repetición de –quizás– palabras huecas, sin significado.
La bella y simplísima oración compuesta por el santo de Asís puede
entenderse mejor si la dividimos en cinco partes:
1. Invocación,
2. Iluminación,
3. Necesidad de las virtudes teologales,
4. Sabiduría y
5. Obediencia.
Oh alto y glorioso Dios (invocación)
El término invocación tiene dos significados.
1. El primero se refiere a llamar o dirigirse a un ser sobrenatural,
2. y el segundo, de acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española, es
“demandar ayuda mediante una súplica vehemente.”

En todas las oraciones, ya sea que estén hechas o sean espontáneas, nos dirigimos
siempre a Dios y, en este caso particular, se aplican los dos significados de la invocación:
nos dirigimos a Dios para hacerle una súplica vehemente.

¿Sabrías otras oraciones en las que se hacen una invocación?


Ilumina las tinieblas de mi corazón (iluminación)
En contra de una imagen muy extendida, Francisco padeció la amargura y el miedo
de las tinieblas. Él, un joven alegre y afortunado, experimentó la angustia de la
oscuridad. Vivió en sus cuerpo y en su alma la negrura de la noche.
No solamente durante sus años de "búsqueda vocacional", sino a lo largo de su
vida, y sobre todo al final, cuando su cuerpo era una llaga, su fraternidad se alejaba
de lo que él había soñado y muchos hermanos le daban la espalda. Y con eso ora.
No elude el reconocimiento de sus tinieblas, mira de frente las tinieblas, acepta
sentir a fondo la noche que le rodea.
¿Miramos de frente nuestras tinieblas? ¿O las intentamos evitar?
Dame fe recta, esperanza cierta, caridad
perfecta (necesidad de las virtudes teologales)

1. La fe es la virtud por la que creemos en Dios.


2. Por su parte la esperanza nos hace aspirar al Reino de los cielos y a la vida
eterna, apoyándonos en la ayuda de la gracia y obtener el gozo del cielo
como recompensa eterna de Dios por las buenas obras realizadas con la
gracia de Cristo.
3. La caridad es la virtud por la que amamos a Dios sobre todas las cosas y a
nuestro prójimo como a nosotros mismos. La caridad asegura la capacidad de
amar, exige la práctica del bien y la corrección fraterna, es siempre
desinteresada y generosa.
Sentido y conocimiento Señor (sabiduría)
Por la sabiduría adquirimos un conocimiento impregnado de caridad y, como dice
santo Tomás, el alma adquiere familiaridad con las cosas divinas y prueba gusto
por ellas.
De esta manera, el verdadero sabio no es simplemente quien sabe las cosas de
Dios, sino quien las experimenta y las vive.
De acuerdo con esto, san Francisco de Asís ha sido uno de los hombres más
sabios en la historia de la Iglesia, pues vivió y experimentó las cosas de Dios
incluyendo los estigmas de la crucifixión.
Hoy lo llamamos "discernimiento".
Para que cumpla tu santo y veraz mandamiento
(obediencia)
Cumplir es mucho más que la mera praxis. Está liberada por dentro por el sentido y el
conocimiento, por la sensibilidad, la gratuidad, la ternura, la voluntad de cuidado.
Traduzcamos esto por vivir. Se trata de vivir. Cumplir no es acatar los mandamientos,
observar las leyes establecidas, someterse al orden. Cumplir es ser fiel a esa luz interior.
Es vivir en el querer de Dios desde el sentido y el conocimiento.
El mandamiento de Dios –Francisco utiliza el singular, no el plural "mandamientos"– es el
mandamiento de la vida, es el mandamiento del Evangelio en cuanto buena noticia. El
mandamiento de Dios no es más que la ley vital, la ley de la vida, que quiere desplegarse
y ser feliz. Y sólo así el mandamiento es veraz, verídico, verdadero. La verdad no consiste
en la adecuación de una idea o de una conducta a una norma inmutable. La verdad es
creativa, es un camino compartido de liberación y de gracia.
Actuamos
La oración ante el Cristo de san Damián es un llamado a la
perfección evangélica expresada en pocas palabras.
Sin embargo, a pesar de su pequeñez verbal, la riqueza
espiritual que contiene es casi infinita, pues nos
compromete a seguir el camino de santidad que siguió el
Poverello de Asís.
Bibliografía
● http://espirituycienciagdl.blogspot.com/2013/10/san-francisco-de-asis-su-oracion.html
● Haz que suceda. Colegios Franciscanos
● https://docs.google.com/presentation/u/1/d/1FcFU1tM1JJmuTnxZcbpl_rOgYexMnH29
KVWdcU_K-i0/htmlpresent?hl=esnos
● Material Grupo de Catequistas.
● http://www.herrieliza.org/articulos/formacion/la-oracion-ante-el-crucifijo-de-san-damia
n
● Banco de imágenes de Google
● https://mundocruces.com/cruz-de-san-damian/
● http://www.fratefrancesco.org/esp/signos/crucifijo.htm
¡GRACIAS!

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