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Desde el siglo XX, el Carnaval de Mérida se festeja anualmente de acuerdo al

calendario lunar (desde finales de enero hasta principios de marzo, según el año) en la
ciudad de Mérida, de estado de Yucatán (México). Como todos los carnavales, es una
fiesta popular en la que se privilegia la diversión y en donde los yucatecos salen a
Plaza Carnaval desenfrenadamente, El Carnaval ofrece Carros Alegóricos y Juegos
Mecánicos.

Antecedentes[editar]
Originalmente, el Carnaval de Brasil era una celebración desorganizada, donde la
gente solía observar desde sus casas montones de vehículos con grupos de personas,
usualmente jóvenes, que se divertían arrojando serpentinas, flores y confeti a las
casas y locales. A partir del siglo XX los carnavales meridanos asentaron una
organización para que los desfiles por las calles tuvieran mayor lucimiento posible y,
sobre todo, precaución y seguridad. El Carnaval de Mérida cuenta con un comité
permanente que organiza los festejos mediante programas de actividades.

El carnaval meridano en el siglo XXI[editar]


En las celebraciones meridanas podemos encontrar desfiles alegres y coloridos, se
pueden escuchar y bailar géneros musicales entre los que destacan el mambo, el cha-
cha-chá, la cumbia y la salsa. También hay representaciones de la cultura yucateca y
maya, como las tradicionales Batallas de las Flores y el baile típico regional.
El Carnaval de Mérida se reconoce como original en el aspecto étnico pues es
diferente de otros carnavales, como el de Veracruz, Tlaxcala, Mazatlán, o como
el Carnaval de Brasil, donde existe mucha influencia afroamericana. A partir
del 2002 el Exalcalde de Mérida Manuel Fuentes Alcozer y el comité permante del
carnaval decidieron asignarle un tema a cada edición del carnaval, y desde ese
entonces se sigue implementando

Los carnavales de Mérida están marcados por influencias muy


distintas, pero cercanas al sincretismo de las fiestas yucatecas, ya
que es el único del mundo que tiene una noche, lunes de carnaval
dedicado a sus raíces y orígenes, mezclando folklore y presencia del
yucateco en los festejos y paseos.

El auge de los carnavales en Mérida se gestan desde la colonia, ya


que los gobernantes yucatecos marcan la pauta en la introducción de
estas celebraciones, en salones de fiesta y suburbios de la ciudad
para acercar a la población a los distintos modos de vivir que en esos
tiempos se iban acomodando para encontrar una identidad entre los
marcados grupos sociales y que solo se mezclaban en esos días de
festejos y diversión.
El propio historiador Navarrete Muñoz describe: “cuando se construyó
la Alameda de la ciudad, en el siglo XVIII, durante el gobierno de don
Lucas de Gálvez, en ella se celebraban los paseos del domingo y
martes de carnaval y se adornaban Los Portales, la Plaza Grande y
algunas calles de la ciudad”.

Los carnavales de Mérida tienen una fuerte influencia de los festejos


cubanos, siempre muy alegres y emotivos, vistosos y eróticos. Los
primeros festejos de carnaval cubano datan de 1550, cuando llegan a
las islas caribeñas las primeras mujeres esclavas desde África. La
fuerza de las culturas africanas, ritmos, instrumentos y formas de
expresión marcan las pautas en los bailes y presentaciones, mucho
de ello llega a Mérida en el siglo XVIII.

Es, en los carnavales de La Habana y Santiago donde se gestan los


ritmos “americanos” que irrumpen como parte de la mezcla de grupos
étnicos africanos en la esclavitud. El escritor costumbrista Francisco
Baralt escribe: debido a que los esclavos no tenían acceso a las
tradiciones culturales de sus amos, y los españoles percibían a la
cultura africana como bárbara y primitiva.

La siguiente descripción de una fiesta de negros esclavos, incluida en


un relato que pone en evidencia la imagen negativa que poseían los
españoles de las manifestaciones culturales del africano. Y dice: “esos
bailes (africanos) tienen un aspecto tan extraño, por el lugar, la hora
y los personajes que los ejecutan, que aún a los mismos que los
presencian todos los días les produce una sensación bien difícil de
expresar: no se sabe si es curiosidad o repugnancia, si atrae o repele
su carácter salvaje y primitivo”.

Según David H. Brown, los esclavistas clasificaron a sus grupos


como “sociedades” y éstas crearon cabildos, “proveían en caso de
enfermedad o muerte, celebraban misas para los difuntos,
recolectaban fondos para la liberación de sus miembros de la
esclavitud, organizaban regularmente danzas y actividades
recreativas los domingos y días de fiesta, y patrocinaban misas,
procesiones y bailes de carnaval (ahora llamados comparsas)
alrededor del ciclo anual de festivales católicos.

En presencia, el folklore, el colorido, el movimiento y el festejo se


mezclan en Yucatán y se gestó el carnaval de Mérida, que fue
sumando adeptos en las fiestas, bares, rumbos y grupos sociales. La
fuerte presencia de la religión católica marcó una intención en su
control y divertimento.
Como todos los carnavales, es una fiesta popular en la que se
privilegia la diversión y en donde los yucatecos salen a disfrutar de
estas celebraciones. Originalmente, era una celebración
desorganizada, donde la gente solía observar desde sus casas
montones de vehículos con grupos de personas, usualmente jóvenes,
que se divertían arrojando papel picado o serpentinas, flores y confeti
a las casas y locales.

A partir de mediados del siglo pasado que los carnavales meridanos


establecieron una organización en desfiles y rutas de presentaciones,
las calles, rumbos y suburbios que mantendría el derrotero, el
ayuntamiento se hizo cargo de esta organización y los grupos sociales
integraron un comité. Esto permitió una mejor presencia y lucimiento
posible y, sobre todo, precaución y seguridad.
Su colorido, su intensidad y su calor humano indescriptible lo
convierten en el más loco y desenfrenado de los carnavales. La fuerte
carga social ha permitido que algunos puntos se destaquen y es
siempre notorio que el Barrio de San Sebastián vista el mayor
folklore, acompañamiento y participación.

En las últimas décadas del siglo XX, los desfiles marcaron la pauta
con vestimentas más exóticas, representativas y eróticas, los grupos
de baile y acompañamientos fueron mucho más intensos, producto
muy posiblemente del auge de la moda, las nuevas formas de vida y
la influencia externa.

Los desfiles de las congas en las que predominan los toques de


tambores, quinto, campana y la cornetas (instrumentos distintivo de
la conga santiaguera) eran determinantes para hacer patente la
fuerza de las festividades y su emotiva capacidad de fuerza social.
Los grupos estudiantiles, las agrupaciones sociales y cívicas, los
escuelas y centros sociales competían por tener un espacio siempre
representativo.

En Mérida, como en el carnaval de La Habana, hay un carnaval


infantil, de esta manera, un día de las fiestas se le dedica por
completo a los niños. De esta forma podemos encontrar payasos,
magos, carrozas y golosinas que se dan cita en el recorrido por el
Centro Histórico de la ciudad.

El carnaval es fiesta y tras los eventos hay bailes, venta de bebidas,


comida, golosinas, frutas y un sin número de productos, máscaras,
disfraces, instrumentos musicales, que marcan siempre, como sucede
ahora temas coyunturales, sociales, deportivos, políticos y culturales.
En la usanza tradicional, el carnaval de Mérida se realizaba en las
principales avenidas y calles del Centro Histórico, pero desde 2014, el
gobierno municipal ha destinado un espacio, fuera de la ciudad para
completar espacios más cómodos y seguros para los miles de
visitantes que acuden las cuatro noches y dos días que se realizan
recorridos y bailes.

En Yucatán, el carnaval no se realiza únicamente en Mérida, ya que


gran parte de los municipios completan también, muchas veces de
manera humilde los festejos carnestolendos, Progreso, pero también
Celestún, Motul, Valladolid, Ticul, Hunucmá, Umán, Kanasín,
organizan sus carnavales, aunque de manera más sencilla.

El carnaval es una apuesta siempre presente a la creatividad, el


colorido, el ritmo, las emociones y las vivencias por un exceso
reprimido. La música, los grupos de baile, la creatividad en los
disfraces y ritmos son la fuerza vertical de la juventud y de los no tan
jóvenes por llevar una festividad durante siete días, desde la quema
del mal humor, hasta el entierro de Juan Carnaval.

El carnaval de Mérida no es el único de la península, es célebre,


vistoso y siempre bullanguero el carnaval del puerto de Campeche,
Ciudad del Carmen y Champotón. En Quintana Roo, en Cozumel
también hay festivos carnestolendos, al igual que en Isla Mujeres.

Hoy el carnaval meridano se realiza de una manera distinta, donde


empresas refresqueras y cerveceras se han adueñado del negocio de
productos y la competencia de marcas establece nuevos mecanismos
“modas”, para hacerse presentes en el gusto del público, pervirtiendo
de alguna manera los festejos de la carne, que ahora son festejos
económicos.

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