Capítulo 1 Sustentabilidad y Conducta

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CAPÍTULO 1 SUSTENTABILIDAD Y CONDUCTA

El Dilema Ambiental, la gravedad de los problemas ambientales dejó de ser un mal augurio
transformándose en cruda realidad. Los tres niveles de la biósfera –atmósfera, agua y suelo se
encuentran en estados de degradación.

El “dilema ambiental” enfrenta dos situaciones contradictorias: por un lado, las necesidades
humanas se expanden al ritmo que crece la población, los deseos por alcanzar niveles de vida
dignos y el anhelo de contar con acceso equitativo a agua, casa, comida, empleo y otros
satisfactores básicos. Por el otro, existen límites a los recursos naturales que sirven para satisfacer
dichas necesidades: esos recursos, son cada vez más escasos, se concentran en sectores
minoritarios de la población y muchos de ellos se han degradado (contaminado) por su utilización
no cuidadosa. Por lo tanto, El dilema se manifiesta como un conflicto entre el deseo humano de
obtener y consumir más recursos naturales y la necesidad de conservar esos recursos (Tanimoto,
2004).

En la búsqueda de soluciones al dilema ambiental podemos ubicar posiciones encontradas entre


sí, la posición preservacionista establece que el cuidado de los recursos naturales debe prevalecer
sobre las necesidades de uso de los mismos por parte de las personas, especialmente cuando la
integridad de esos recursos pueda verse amenazada.

Alternativamente, existen posturas que asumen la satisfacción de las necesidades humanas


coincidentemente con la solución de los problemas ambientales. Establecen que los seres
humanos tienen el derecho a disfrutar de dichos recursos para sobrevivir y alcanzar niveles de vida
dignos (Bonnes & Bonaiuto, 2002).

La postura del desarrollo sustentable contradice a la prédica preservacionista, al considerar que


el dilema arriba planteado es perfectamente manejable si se hacen compatibles las necesidades
humanas con las de los ecosistemas.

Aunque el desarrollo sustentable enfatiza que los recursos naturales pueden y deben ser
empleados para satisfacer cabalmente los requerimientos humanos, reconoce que la integridad
del ambiente es una condición fundamental para alcanzar la satisfacción de las necesidades de las
personas y sus comunidades. Por lo mismo, dicha aproximación busca ser coherente con las reglas
o principios ecológicos, procurando, por lo tanto, respetar las reglas básicas de funcionamiento de
los ecosistemas. Dos de estas reglas son la interdependencia y la diversidad. El principio de la
interdependencia establece que, en un ecosistema dado, todos los elementos dependen entre sí,
de manera que la pérdida de un componente, o su daño, genera un desbalance en el sistema total
y, por lo tanto, el resto de los elementos se ve afectado.

El principio, resalta las ideas de equilibrio y dependencia recíproca entre los componentes de un
sistema. Si un elemento falla, el resto se ve afectado.

El otro principio básico es el de diversidad: La integridad de un ecosistema depende de la variedad


de componentes que lo constituyen, dado que la pérdida de alguno de ellos puede ser
compensada por algunos de los elementos restantes. Un ecosistema de mayor diversidad es más
resiliente, está menos expuesto a la degradación –o a su desaparición- (Pradhan, 2006).
Estos dos principios aplican tanto a los sistemas ecológicos biofísicos, como a la ecología humana.

La sustentabilidad, como ideal de desarrollo humano, incluye estos principios, estableciendo


la necesaria interdependencia espacial entre los ecosistemas biológicos y los humanos, pero
además, introduce la idea de una interdependencia temporal entre los sistemas biológicos y
humanos del presente y los del futuro, como garantía de conservación de los recursos naturales y
culturales. En lo referente al principio de la diversidad, la visión de la sustentabilidad reconoce la
importancia y la necesidad de variedad en los componentes de los sistemas humanos y la de los
físico- biológicos. Incluye, además, la consideración de los elementos sociales y culturales es
necesario cuidar no sólo los recursos naturales y su diversidad, sino también los socio-culturales.

Otras reglas de la Ecología: - Flexibilidad: los sistemas ecológicos se mantienen en un


estado que se caracteriza por fluctuaciones interdependientes de sus variables, permitiendo
ajustes ante los cambios; - Ciclicidad: las interdependencias de los miembros de un ecosistema
involucran el intercambio de energía y recursos en ciclos continuos; - Asociación: los componentes
del ecosistema participan en un juego de competencia y de cooperación entre sí.

Desarrollo Sustentable (DS) como aquel “…que satisface las necesidades del presente sin
comprometer la capacidad de la futuras generaciones para satisfacer sus necesidades”. Un pilar
fundamental del concepto de DS es la visión dinámica e interdependiente del desarrollo humano y
del cuidado del ambiente. Dicha visión es dinámica porque concibe a los procesos ambientales y a
los sociales en constante cambio, no de manera estático. El DS refiere la necesidad de conciliar una
variedad de necesidades aparentemente contrapuestas entre el mundo natural y el humano Esta
conciliación cubre una interdependencia dinámica entre el desarrollo humano y el uso y
restauración de los recursos naturales, por un lado; pero, por el otro, refiere una interdependencia
temporal entre el bienestar de las generaciones presentes y las futuras.

Un aspecto fundamental que diferencia al concepto de Sustentabilidad de la postura


preservacionista tradicional es la visión de un rol pro-activo y estratégico que se le asigna a los
seres humanos en la consecución de un balance entre las necesidades humanas y las de los
ecosistemas naturales, tanto en la perspectiva del presente como la del futuro. sus El concepto de
DS enfatiza la idea de que los seres humanos son responsables de utilizar los recursos naturales y
de promover activamente la renovación y recuperación de los mismos, asegurando la resiliencia
de los ecosistemas, con el fin de garantizar su vida sustentable y uso a través del tiempo.

El grado de sustentabilidad de una sociedad se mide por el esfuerzo de sus ciudadanos para
moderar su consumo de los recursos naturales, para lograr un balance entre sus necesidades y la
de los ecosistemas, para actuar de manera equitativa, y para ser solidarios con sus congéneres del
presente y los del futuro. También se estima el grado de sustentabilidad logrado, observando las
consecuencias de esas actuaciones. Se han propuesto diferentes indicadores del desarrollo
sustentable, áreas ambiental física (acceso a agua potable, manejo de desechos), social (justicia
social, condiciones de vida, acceso a educación), político/institucional (infraestructura,
participación en ciencia), y económica (distribución del ingreso, tasa de empleo, entre otros).
Muchos de estos indicadores constituyen el llamado nivel de desarrollo humano. Una sociedad
sustentable, por lo tanto, es aquella que da a sus integrantes condiciones de acceso a satisfactores
de índole física y social, que es equitativa en la distribución de sus recursos naturales y sociales,
que promueve el progreso en la adquisición de conocimientos, y que mantiene intacta la
integridad de los recursos naturales.

Indicador adicional: el Bienestar Subjetivo, el cual se relaciona con la felicidad que reporta un
individuo y, en general, con su nivel de satisfacción con la vida. Una sociedad sustentable debe ser,
de acuerdo con este criterio, una sociedad feliz, o por lo menos, una que la coloque en el camino a
lograr ese estado. Por primera vez en la historia, al menos de manera oficial, se reconoce que la
felicidad de las personas es un objetivo de planes y programas gubernamentales y este objetivo se
liga de manera explícita a la sustentabilidad.

Lo anterior tiene un gran significado para las ciencias de la conducta ya que implica que los niveles
de impacto de la sustentabilidad contienen indicadores psicológicos. Al estimar qué tan
sustentable es una sociedad deben recogerse mediciones de componentes subjetivos psicológicos
como la felicidad y el bienestar subjetivo, los cuales debieran ser establecidos como metas en las
estrategias de desarrollo sustentable nacionales. La sustentabilidad no sólo está determinada por
factores psicológicos, sino que ésta también genera cambios en los estados y en los procesos
psicológicos de las personas.

Sustentabilidad y Psicología. Todas las áreas de la ciencia contribuyen al desarrollo del


ideal planteado por el desarrollo sustentable. La psicología, al encargarse del estudio del
comportamiento tiene la encomienda de determinar qué características de éste predisponen a las
personas hacia estilos de vida más sustentables. Esta disciplina investiga las percepciones,
actitudes, motivaciones, creencias, normas, valores personales, conocimientos y habilidades que
llevan a las personas a actuar de manera prosocial y proambiental.

Este conjunto de factores se reconoce como variables disposicionales psicológicas, dado que las
mismas predisponen a las personas a actuar. Los comportamientos de interés comprenden a la
conducta proecológica general, las acciones altruistas, los comportamientos de reducción del
consumo de productos y las conductas de equidad, entre otros. Este conjunto de acciones
constituye los llamados estilos de vida sustentables.

Para el ser humano las situaciones en que se desenvuelve son de carácter material como social.
Por lo tanto, los factores situacionales pueden ser de naturaleza física, como la temperatura, los
aditamentos tecnológicos, la distancia, o la presencia o ausencia de un recurso natural. También
pueden ser de carácter normativo, como las normas sociales, las leyes, los valores colectivos y
otros aspectos culturales como la religión y las costumbres. Los psicólogos ambientales esperan
identificar qué aspectos de lo físico y lo normativo en las situaciones, inducen la conducta
sustentable.

Hasta finales del siglo pasado, los psicólogos ambientales estudiaban la conducta proecológica,
que definían como “el conjunto de acciones efectivas y deliberadas que resultan en la protección
de los recursos naturales o, por lo menos, en la reducción del deterioro ambiental”, el ambiente al
que se referían las definiciones de conducta pro-ecológica era el medio físico, el cual incluye los
recursos naturales. El medio social se consideraba de manera separada y aunque explícitamente
se reconocía la importancia de las normas y valores sociales como inductores de comportamientos
pro-ambientales, importaba cuidar el ambiente físico, mientras que el cuidado del ambiente social
no se consideraba dentro del alcance de la psicología de la conservación ambiental. Por otro lado,
el enfoque de los estudios que seguían la definición de la conducta proecológica era de tipo
correctivo, plantea para el concepto de Política Ambiental, enfocado en acciones a corto plazo que
tienen que ver con la limpieza y la reparación de la contaminación y la destrucción ambiental.

La gravedad de los problemas ambientales requiere, a largo plazo, de transformaciones


estructurales en los patrones de producción, consumo y relaciones sociales que garanticen la
supervivencia ecológica; es decir, que debe pasarse de una visión de conducta proecológica, de
tipo correctivo, a una de conducta sustentable proactiva, conservacionista que considere los
cambios requeridos para garantizar la supervivencia de la especie humana.

El nuevo concepto de conducta sustentable debe considerar la dimensión temporal como uno de
sus elementos claves. Debido a las limitaciones encontradas en las definiciones de conducta
proecológica, se propone el concepto de Conducta Sustentable, definido como un conjunto de
acciones efectivas y deliberadas que tienen como finalidad el cuidado de los recursos naturales y
socioculturales necesarios para garantizar el bienestar presente y futuro de la humanidad.

En esta definición se determina que el objetivo del comportamiento es el cuidado de los


escenarios físicos pero también los sociales; ese comportamiento es deliberado, dirigido
intencionalmente a la conservación del entorno; también es efectivo dado que resuelve problemas
y se proyecta, además, hacia el futuro, actuando en el presente para anticipar las necesidades del
mañana. Los autores reconocen que otros aspectos , como las dimensiones psicológicas de la
sustentablidad.

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