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El cisne y el cuervo

Nadaba majestuoso un cisne en el lago, con su hermoso cuello largo y sus plumas
blanquísimas. Un cuervo lo vio y empezó a sentir una profunda envidia. Pero
pensó que su belleza no tenía mérito ninguno:
– Yo sé por qué tienes en realidad el cuerpo tan blanco… Es porque te estás
bañando todo el día- dijo el cuervo.
Y para demostrárselo, el cuervo se sumergió en el agua, convencido de que así su
cuerpo perdería ese todo tan oscuro. Pero al salir del agua, se miró y sus plumas
seguían siendo tan negras como siempre.
Aún más enfadado, decidió entonces estropear el color del cisne, y se revolcó en
el barro para sacudirse cerca de él. Entonces, las plumas del cisne se llenaron de
barro, pero al sumergirse en el agua, volvió a recuperar su tono blanco, y sus
plumas parecían incluso más hermosas y brillantes. El cuervo, desesperado por
no poder imitar el color blanco del cisne, se fue de allí.

Moraleja: «De nada te servirá despreciar la virtud, el talento o la belleza por


envidia, porque nada van a cambiarlos».

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