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Agradecimientos

La investigación histórica nos lleva a por caminos y lugares que sin la


ayuda de otros actores no podríamos recorrer de forma correcta, por
ello quiero agradecer a las personas que ayudaron para que este
proyecto rindiera sus frutos.
En nuestras búsquedas en el Archivo Parroquial de Zacatecas,
en el Archivo Histórico del Estado de Zacatecas, en el Archivo General
de la Nación y en la Biblioteca Elías Amador conté con la
colaboración del personal que amablemente me brindó todas las
facilidades para realizar la consulta. En especial gracias al personal
que no sólo cumplió con su trabajo, sino que involucrándose en el
proyecto influyó para que saliera en las mejores condiciones posibles.
Gracias a Cristina Morales, Susana Palacios, Judith Medina Reynosa,
a la maestra Josefina y a todos aquellos que colaboraron
desinteresadamente para la elaboración de este proyecto.
Agradezco a la Dra. Leticia Ivonne del Río, por la confianza que
ha depositado en mi trabajo, por los valiosos comentarios, tanto en las
lectorías como en la dirección del proyecto que inició como una tesis y
ahora podremos ver publicado. Así como al Dr. José Francisco Román
Gutiérrez por el apoyo y entusiasmo que me transmitió para culminar
este proyecto.
No puedo dejar de mencionar que este proyecto nació de las
conversaciones con el Dr. Francisco García González, con quien
aprendí habilidades del historiador que han sido fundamentales en mi
quehacer académico.

3
Gracias a los docentes del programa de la Maestría en
Humanidades - Área Historia, de la Universidad Autónoma de
Zacatecas, por todos los elementos de análisis que proporcionaron
para desarrollar este trabajo, además de los comentarios y
sugerencias que en el transcurso de los seminarios aportaron para
mejorarlo.
El Seminario Permanente de Estudios de la Ilustración y sus
Fronteras, también fue un espacio de crecimiento y de vínculo con
investigadores que me han ayudado a mejorar y superarme en el
ámbito de la historia, para todos ellos mil gracias.
Un agradecimiento especial a mi amiga Laura Elena Solís por su
ayuda en la búsqueda y acceso bibliográfico. Gracias a Elvia, Silvia,
Rosalía, Mónica y Jorge, que con su amistad aliviaron las arduas
jornadas de investigación y redacción.
Agradezco infinitamente a toda mi familia, en especial a mi
madre Aurora García por todo lo que me ha dado y enseñado, a mi
padre José Félix, a mis hermanos, Manuel, Francisco, Delia, Esther,
Rubén, Ismael y Omar, por todo su apoyo y tolerancia en los
momentos críticos y por enseñarme la importancia de la unión familiar.
Vaya un agradecimiento especial a Carlos Alberto Alvarez, por el
interés mostrado en este trabajo para su publicación y la ayuda para
hacerlo realidad.

4
INTRODUCCIÓN

Este trabajo es resultado de la investigación iniciada para la


elaboración de la tesis de maestría, que a su vez es continuación del
que fue presentado para optar por el grado de licenciatura en donde
analicé la historia social de Zacatecas a través de un trabajo de
investigación denominado: El Matrimonio en Zacatecas: perspectiva
civil y religiosa en el siglo XVIII. En esa tesis analicé el proceso de
conformación matrimonial, la implantación del modelo español, el
patrón de nupcialidad, las dotes y la normatividad transgredida bajo el
velo de la costumbre. Éste último punto fue motivo de arranque de
este proyecto, pues dejó muchas dudas y curiosidades que procuré
abordar de una forma más amplia.
Para lograr mi objetivo me di a la tarea de revisar algunas
categorías de análisis que permitieran entender los comportamientos
matrimoniales y los eventos violentos dentro de la cultura
novohispana, entre ellas elegí: patria potestad, honor, violencia, que
se desarrollan en el primer capítulo. Así como las cuestiones
patrimoniales que jugaron un papel importante en la vida matrimonial,
pues como veremos, hubo casos en donde se presentaron denuncias
de disenso por quienes ostentaban la patria potestad y a través de
esta figura legal, podían impedir un matrimonio para proteger lo que
consideraban por una parte el honor familiar y por otra su patrimonio.
Evidentemente la normatividad es un hilo conductor que nos
lleva a confrontar el modelo ideal y la realidad a través de los casos
analizados. El peso del honor y de las costumbres, en ocasiones
colocaron a los habitantes zacatecanos en una disyuntiva en donde
tenían que elegir entre el secreto de sus relaciones ilícitas o la
5
propaganda de una pareja sancionada por una sociedad tradicional.
Podían elegir el secreto, pero sólo en la medida de sus posibilidades,
pues todo acto fuera de la tradición, podía ser denunciado por las
partes, por la familia o por los vecinos, que consideraban, además del
bienestar público, el descargo de sus conciencias. No podemos dejar
de mencionar, que el interés económico, las rencillas, los ajustes de
cuentas, también jugaron su papel en las denuncias.
Lo anterior como preámbulo para abordar la vida matrimonial
enfocada a los eventos de discordia de la pareja y aquellos en que
participaron miembros de la familia o vecinos ajenos al matrimonio. En
el capítulo II realizamos una clasificación de los procesos de violencia
que fueron registrados en Zacatecas, siendo abordarlos desde dos
perspectivas: las violaciones a los límites del deber conyugal, que
atiende la violencia física, la violencia por motivos sexuales, la
violencia económica o incumplimiento de deberes económicos y la
violencia emocional; y las violaciones a los preceptos del sacramento
matrimonial, que infringen la fidelidad, unicidad e indisolubilidad.
Todos estos elementos apreciados en los procesos judiciales
que analizamos en el capítulo III en donde abordaremos todas las
partes que componían un proceso, desde la denuncia, hasta la
sentencia definitiva.
La revisión de información de todo el siglo nos permitió observar
cambios y permanencias en las actitudes frente a la violencia conyugal
y la aceptación de esas conductas por parte de la sociedad
zacatecana.

6
I.- NORMATIVIDAD Y TRADICIÓN

Aproximación historiográfica
El siglo XX trajo consigo importantes procesos de ajuste y renovación
de la tarea del historiador, donde la incorporación de nuevos sujetos y
eventos de la historia han propiciado la aparición de relatos históricos
que dan cuenta de elementos antes no abordados. Una de estas
novedades fue el estudio de los comportamientos sociales dentro del
espacio familiar, una historia de la vida privada y su relación con la
vida pública. Es en este contexto en que se suscribe nuestra
investigación.
La violencia familiar es un tema que ha atraído la atención de
quienes, preocupados de entender el por qué de las actitudes y/o
problemas de la sociedad actual, buscan una explicación en la
evolución histórica de los mismos.
Al respecto hemos podido localizar trabajos en donde sólo se
mencionan aspectos superficiales, otros que son cortos en su
dimensión, así como investigaciones profundas y extensas que
permiten apreciar con más detalle la vida familiar cotidiana de los
sujetos de antaño.
Debemos señalar que, aunque la violencia conyugal es un tema
relativamente nuevo como argumento social y cultural, hemos querido
abordarlo desde la historia en la tesitura del siglo XVIII, pues es en
este período en donde los cambios políticos, sociales y culturales son
evidentes y en donde se forjan nuevos enfoques para el ordenamiento
social a partir de las disposiciones del Estado por una parte, y por otra,
las ideas ilustradas que irrumpen con gran fuerza.
Varios son los trabajos que sobre materia legislativa se han
7
escrito. En ellos se expresan los lineamientos que se deben seguir en
el comportamiento social.
Aún cuando hay muchos ejemplos de que la norma no muestra
cómo se vivieron los procesos en su cotidianidad, si nos ayuda en
buena medida a entender por una parte, los ejes rectores que
proponía el Estado y por otra nos permite establecer parámetros
comparativos que aporten elementos para delinear el tipo de sociedad
en que se movieron los actores protagonistas de nuestra investigación
y cómo se vieron envueltos en conflictos familiares, cuál fue su actitud
y reacción.
Al hacer una búsqueda bibliográfica sobre nuestro tema nos
encontramos con estudios e investigaciones que, aunque no están
enfocados en el contexto zacatecano del XVIII, si nos aportaron
elementos de observación desde donde mirar nuestro objetivo y por
ello consideramos importante mencionarlos.
Entendemos pues, que trabajos como el de Roberto Hoffman
(1992), Sarmiento Donante (1988) y Ots Capdequí (1986) nos
muestran los antecedentes históricos del derecho de familia, así como
los trabajos de León Pinedo (1992); Esriche, (1999) y Pérez y López
(1791) que son diccionarios jurídicos y recopilaciones de leyes que
estuvieron vigentes en el periodo colonial, nos dan luces sobre el tipo
de sociedad y familia que se deseaba establecer.
Los trabajos de carácter historiográfico localizados nos aportan
elementos de los comportamientos sociales y familiares en relación a
los eventos violentos.
La aparición de la violencia como tema de investigación lleva en
escena poco tiempo. Fue hasta la última década del pasado siglo que
se prestó atención puntual al problema de los comportamientos
8
violentos dentro de las relaciones de familia. La historia se preocupó
por develar la construcción de los mitos y creencias que en torno a ella
se generaron.
La violencia de que nos da cuenta la historiografía nos refiere un
comportamiento cultural que responde a las condiciones históricas de
los sujetos que participaran en actos violentos.
Los textos con que contamos nos dan razón de diversos actores,
contextos y formas en que se expresa la violencia, de ahí que
podemos tener en cuenta que la violencia familiar implica el maltrato
infantil, la violencia conyugal, la violencia entre hermanos y aquella
dirigida a los ancianos.
Pilar Gonzalbo (2001) plantea la hipótesis de que las
disposiciones reales establecidas en la segunda mitad del siglo XVIII
contribuyeron a la proliferación de demandas sobre los conflictos
domésticos antes soportados en silencio, lo cual es un claro ejemplo
del cambio de conciencia que se estaba viviendo en el tránsito hacia
una sociedad moderna, aunque lento, pero constante.
La violencia asimismo tenía sus especificidades de acuerdo a la
calidad de los sujetos, la posición social, el entorno familiar, su
pertenencia y lugar dentro de la estructura social y económica en el
pueblo, villa o ciudad. Gonzalbo afirma que los casos extremos de
violencia eran más frecuentes en el entorno rural y que la
promiscuidad era más propia del entorno urbano.
Así mismo, Lipsett-Rivera (1996) propone que más que un reflejo
de la trasgresión a la normatividad dentro de las familias, la violencia
conyugal era un problema suscrito en una conformación cultural donde
la costumbre ampliaba las fronteras, pues la patria potestad que daba
ciertos derechos de autoridad a los hombres en su trato con las
9
mujeres y que al excederse se manifestaba en actos violentos, va a
trascender el ámbito de la familia formal encontrándose en la relación
de las uniones informales, y aún cuando las estipulaciones jurídicas
estaban indicadas para las uniones matrimoniales, los procesos por
actos violentos en las uniones informales se juzgaban con la misma
rigurosidad y con los mismos parámetros. A finales del XVIII, cuando
se están manifestando cambios en los diferentes rubros sociales,
también se observa un cambio en la recepción de las denuncias
femeninas, pues si antes el desafiar la autoridad del marido era motivo
de violencia pero no de atención por parte de las autoridades, quienes
veían en dicha violencia una corrección ante un comportamiento
equivocado, ahora las denuncias eran recibidas como válidas y podían
ser escuchadas, pero no por ello se garantizaba la actuación judicial
para su defensa.
Por su parte, Pablo Rodríguez (1996) plantea que la falta en las
obligaciones de los cónyuges, provocaba una agresión y un
desequilibrio en las relaciones de familia que desembocaban en actos
de conflicto que se van a manifestar en la mayoría de los casos en
eventos violentos, generalmente callados y que van a trastocar el ideal
de vida matrimonial.
Las causas más comunes de la violencia, dice Padilla Rangel
(2001), eran la ignorancia, la venganza, el alcoholismo y el impulso
sexual incontrolado centrando a los niños y las mujeres como objetos
contra quienes se ejercía la violencia con más frecuencia. Sumado lo
anterior a la pobreza constante, las relaciones familiares conflictivas y
la relación vecinal o familiar con el agresor.
Afirma Rodríguez Jiménez (1994 y 1996) que los cambios
jurídicos, administrativos y de conciencia en el siglo XVIII en relación a
10
las formas de comportamiento social y familiar van a permitir un
cambio en las prerrogativas que permitían a las maridos ejercer
castigos violentos sobre sus esposas a favor de una filosofía conyugal
más armoniosa e igualitaria, haciéndose necesaria la combinación de
viejos y nuevos valores que permitieran una mejor sociabilidad
conyugal. Estos cambios, que se reflejan en una nueva manera de
entender la patria potestad masculina frente a su familia, permitieron
que la mujer tuviera una mayor posibilidad de denunciar los
comportamientos de sus maridos en función de su posición en la
familia.
Los trabajos que abordan el desarrollo de los procesos judiciales,
como son los de Pita Moreda (1996) y Pescador (1996), anotan cómo
los tribunales de justicia actuaron más frecuentemente como agentes
de protección de la estabilidad familiar que como sistema de justicia
retributiva, teniendo por finalidad restaurar la normalidad cuando ésta
resultaba alterada por situaciones recurrentes de conflicto doméstico.
Debido a que los tribunales deseaban la estabilidad familiar, hacían lo
posible para que la esposa perdonara los abusos del marido quien
salía de prisión relativamente en corto tiempo, advertido de un castigo
mayor en caso de reincidir. Si bien el discurso de las autoridades tanto
seculares como eclesiásticas deja ver su posición en contra de actos
violentos, también es claro que antes que la defensa del agraviado
aparece la necesidad de restablecer el orden familiar.
Otros autores como García González (2002) centran su atención
en atender la violencia familiar enfocada en los niños. Dicho autor se
ocupa en observar cómo los niños eran una de las figuras que más
sufría la violencia, debido a sus limitaciones de fuerza y de
dependencia que los hacía incapaces de defenderse.
11
Padilla Rangel, citada anteriormente, nos plantea de forma
general que el comportamiento violento hacía los niños y las mujeres
tiene origen muy remoto y su conocimiento y concientización podrá
hacer comprensible el proceso de asimilación y aceptación de dichos
comportamientos a lo largo de la historia.
La violencia reflejada en los hijos no sólo se representa en
agresión física como ya se planteó, también se expresa de otras
formas. Un ejemplo lo esboza Villafuerte García (1991) al mencionar
un grado de violencia en el interés de los padres por establecer
alianzas matrimoniales convenientes que en muchos casos no eran
deseados por los hijos, algo que además violentaba y vulneraba la
función del sacramento que determinaba la mutua voluntad de los
contrayentes.
Teniendo en cuenta estos elementos y considerando que nuestro
trabajo se enfoca en la historia de la violencia conyugal, es necesario
adentrarnos al estudio de la construcción histórica de está categoría y
su implicación para la época de estudio, el siglo XVIII.

12
Construcción histórica del concepto.

De Español y Negra nace Mulata1


En la actualidad, podemos entender las actitudes violentas como una
acción no válida del comportamiento humano, especialmente en lo que
se refiere al comportamiento conyugal. Sin embargo, esta concepción
no siempre ha sido la misma, ha ido evolucionando con el paso del
tiempo.
Joaquín Escriche y Martin, al hacer su recopilación de conceptos
de usos jurídicos, legales y forenses, propone la siguiente definición
para violencia, la cual asume Rodríguez de San Miguel se aplico en el
período colonial. Violencia es:
... la fuerza de que se usa contra alguno para obligarle a
hacer lo que no quiere por medios a que no puede
resistir. No hay consentimiento donde hay violencia; y así
es que la violencia ejercida contra el que en su virtud
contrae una obligación, es causa de nulidad o rescisión
del contrato, aunque se haya ejercido por un tercero que
no teniendo parte alguna en la utilidad, pues el forzado
prefiere una cosa a otra. (...) Hay verdadera violencia
cuando es capaz de hacer impresión a una persona
razonable inspirándole temor de exponer su persona o
su fortuna, o las personas a quienes ama, a un mal
grave y presente: bajo el concepto de que para graduar
el efecto de la violencia se ha de tomar consideración de

1
En: http://xewaxo.sellclassics.com/2805k/home/pintura-de-castas.
13
la edad, el sexo y la condición de las personas, pues un
anciano y una mujer se sobrecogen más fácilmente que
el hombre que se halla en la fuerza de la edad...2

Esta definición nos permite ver la percepción que se tenía de la


mujer frente a una figura masculina, ya fuera dentro o fuera del mundo
familiar que además coincide con la expuesta en el Diccionario de
Autoridades que considera como violencia: “la fuerza, con que alguno
se le obliga á hacer lo que no quiere por medios, a que no puede
resistir”.3
Hay otras definiciones surgidas del análisis comparativo de las
disposiciones legales y de los hechos cotidianos. Yolanda Padilla nos
propone una tipología de la violencia estableciendo límites que van a
fijar la violencia social como “cualquier tipo de uso de fuerza física,
psicológica y emocional que lastima a la sociedad particularmente a
los grupos vulnerables de ella como pueden ser los pobres, los niños,
los jóvenes y las mujeres”.4 Esta definición, sugiere que los hombres
adultos, salvo los ancianos, no son, como grupo social, susceptibles
de ser sujeto de violencia.
La finalidad de nuestro trabajo es analizar la violencia conyugal
entendida como aquellos eventos en que la voluntad y la libertad eran
subyugadas para someterlas al control de otro, es decir, todo acto

2
ESRINCHE, Joaquín Diccionario razonado de la legislación civil, penal, comercial y forense o
sea resumen de las leyes, usos, prácticas y costumbres como asimismo de las doctrinas de los
jurisconsultos, dispuesto por orden alfabético de materias, con la explicación de los términos del
derecho. Obra importante y utilísima en que toda persona de cualesquiera estado y condición
hallarán fácilmente la necesaria instrucción sobre sus derechos y obligaciones y la solución de las
dudas que les ocurran en sus contratos, pleitos, asuntos mercantiles, disposiciones entre vivos o
testamentos y demás actos de la vida social por Don Joaquín Esriche y con citas del derecho, notas
y adiciones por el Lic. Juan Rodríguez de San Miguel, 2ª edición corregida y aumentada, Mejico,
Imprenta de Schneider y Languand, 1842, pp. 698-699; Existe una obra facsimilar de la edición de
1837, editada por UNAM, Porrúa, Gobierno del Estado de Guerrero, 1999.
3
Diccionario de Autoridades, Vol. 3, pp. 492.
4
PADILLA RANGEL, Yolanda: Inocencia robada: aproximación histórica al abuso sexual en
Aguascalientes, Aguascalientes, DIF Municipal Aguascalientes 2001, p. 29.
14
contra la inclinación natural del sujeto que resiste a la voluntad, como
lo plantea Rodríguez de San Miguel citado anteriormente y fray
Vicente Ferrer en la Suma moral, en donde apunta normas de
5
comportamiento del buen cristiano.
En la Biblioteca Elías Amador se encuentran diversos tratados
de comportamiento, manuales de confesores, sumas morales que
atienden la conducta antes, dentro y fuera del matrimonio, que
sirvieron esencialmente para los eclesiásticos que tenían contacto
directo con sus feligreses, ayudándolos a decidir penitencias y
aconsejar y asegurar el mantenimiento de la vida en común de las
parejas que habían cumplido con la ceremonia y rito del sacramento
del matrimonio.
En este trabajo nuestra intención es analizar las formas
expuestas de violencia dentro del matrimonio, y para ello habrá que
dividirlas, aún cuando los documentos acreditan que en los procesos
de violencia se ven implícitas varias modalidades.
Para hacer una clasificación de las manifestaciones de la
violencia habrá que partir de los postulados de violencia manejados en
la actualidad y aplicados al periodo virreinal, pero no de manera
arbitraria sino atendiendo a las características de cada categoría.
La violencia puede entenderse de dos maneras 1.- La forma
activa (abuso físico, emocional o sexual) y 2).- la forma pasiva
(abandono físico, manifestado por la falta de atención a las
necesidades físicas; abandono emocional, o la falta de respuesta a las

5
FERRER, Vicente (Fr.), Suma moral para examen de curas y confesores que a la luz del sol de las
escuelas Santo Tomás dio al público el P. M. Fr. Vicente Ferrer de la orden de predicadores y
catedrático jubilado de la Universidad de Valencia, añadida y dispuesta para uso de los
principiantes, por el M. Fr. Luis Vicente Mas, de la misma orden y catedrático de Prima en dicha
Universidad. Parte II, México, Imprenta nueva Madrileña de D. Felipe de Zúñiga, y Ontiveros,
1778.
15
necesidades de contacto afectivo e indiferencia ante los estados
anímicos; así como el presenciar o ser testigo de la violencia).6
En está construcción de la categoría violencia conyugal debemos
centrarnos en entender la concepción de violencia que se tenía en la
época. Por ello es preciso recurrir a los documentos para advertir
como estas prácticas violentas tenían ese carácter en la mente de los
protagonistas de los procesos. El elemento más recurrente en los
procesos consultados en este trabajo, para solicitar el divorcio, es
precisamente la violencia conyugal. Baste con mencionar un caso a
manera de ejemplo, en donde la mujer alude a la violencia de la que
ha sido sujeto por parte de su marido, teniendo que sufrir maltrato
físico y emocional del marido. Ella expresa con sus propias palabras
que se siente agredida y violentada en su integridad física:
…ha mucho tiempo el que en mi persona pone
manos violentas, así con palo como
amenazándome con cuchillo, fuera de las
muchas palabras de improperio con que me
maltrata.7

Esta cita nos permite sustentar, que el término violencia


conyugal no es nuevo, sino que forma parte del devenir histórico en
tanto que como seres sociales, tendemos a vivir en comunidad y
concretamente en familia, y dentro de esta convivencia
insoslayablemente aparecen actos violentos.

6
GARCÍA GONZÁLEZ, Francisco: “La violencia familiar desde una perspectiva histórica:
abandono, explotación y maltrato infantil en el Zacatecas colonial”, en IV Coloquio de Psicoterapia
familiar, Zacatecas, UAZ, 2002, pp. 1-10.
7
AHEZ, Fondo Poder Judicial, serie Criminal, año 1767, foja 1.
16
Patria Potestad
La cosmovisión cultural de la patria potestad, que desde tiempos
remotos va a limitar la acción de un individuo dentro del ámbito
familiar, se verá reflejada en la actividad social de cada ser humano,
de ahí que los novohispanos tuvieran en cuenta tanto la cultura
familiar heredada de la tradición occidental, como la mezcla de
elementos culturales de los pueblos prehispánicos8 que originaron la
aparición de un patrón de comportamiento diferente en el territorio que
conformaba el virreinato, mismo que va ha estar determinado por
elementos característicos de cada grupo social.
La posición jurídica occidental de la mujer con relación a la patria
potestad está delineada desde el derecho romano en que pasa a ser
menor de edad en función de la dependencia con el marido. Esta
potestad del jefe de familia sobre la mujer se conocía como Manus
que se adquiría vía justas nupcias, y por el uso, es decir, por la
permanencia de ella un año seguido en el domicilio conyugal, previa
autorización paterna.
En virtud de que en la Edad Media el matrimonio era regulado
por la Iglesia, no se dieron otras disposiciones respecto de la patria
potestad y se continuó aplicando el derecho romano en función de la
regulación del patrimonio familiar.9
La jurisprudencia colonial refleja una marcada afinidad con las
estipulaciones del derecho romano, es por ello que en materia de
derecho familiar encontramos que al concederle el carácter de

8
Por otra parte, entre los aztecas, el poder de la familia estaba centrado en un marcado patriarcado,
sin embargo este se constituía en matrimonios definitivos, como provisionales y el concubinato, en
donde la mujer ocupa una posición de inferioridad respecto al varón. Ver CRUZ BARNEY, Oscar,
Historia del Derecho en México, México UNAM, 1999, p. 18.
9
AMBROSIONI, Carlos / TABAK, Héctor: Lecciones de Derecho Romano, Buenos Aires,
Editorial Abaco, 1981, pp.269-295.
17
relaciones jurídicas se les consideraba relaciones de poder, de tal
forma que la patria potestad es entendida de la siguiente manera:
...una persona tiene bajo su dominio arbitrio a otra
persona dentro de ciertos límites, o lo que es lo mismo,
una persona está sometida a otra desde el punto de
vista del derecho privado. El poder familiar implica
subordinación, no mera obligación. En sí un poder
sobre personas libres, pero cuya libertad se merma por
el hecho de estar sometida a la potestad ajena; al
poseedor del poder le corresponde cierta cantidad de
propiedad (fuerza para obrar como lo tenga por
conveniente).10

Con este antecedente y una marcada aceptación cultural de la


sumisión se van a tolerar, hasta cierto grado, el exceso en el uso del
derecho de quien ostente la patria potestad. Ello es patente en los
manuales de confesores, catecismos, sumas morales, y demás obras
para la regulación de la vida de los fieles -y, dicho sea de paso
abundaron en el periodo novohispano-, que contienen información
relevante sobre derechos y obligaciones de los miembros de la familia.
Estos manuales dan noticia de la preocupación por regular los actos
humanos y en ellos dejar claro que si bien la sumisión y corrección son
debidas al padre, también lo es que éste, recíprocamente, respete y
trate suavemente a los miembros bajo su dominio.11
Sin embargo, como ya se verá más adelante, la situación de los
hijos y la mujer en relación con el pater no va a tener modificación
significativa en la teoría, pero si va a variar mucho en la práctica. Este

10
HOFFMANN ELIZALDE, Roberto, Antecedentes históricos de la posición jurídica del menor en
el derecho sucesorio, UNAM, México, 1992, p. 15.
11
La Biblioteca Elías Amador cuenta con varios volúmenes de estas obras como catecismos,
manuales de confesores, sumas morales, etc. desde el siglo XVI, sólo como muestra citaremos a
VILLALOBOS, Henrique de: Manual de Confesores compuesto por el P. Fr. Henrique de
Villalobos, lector de Prima de Teología, jubilado de San Francisco del Real de Salamanca y Padre
de la Provincia de Zacatecas, con Privilegio de Castilla y Portugal, Salamnca, Impreso en Casa de
Diego Cussio, 1625 y FERRER, Vicente: Suma Moral…

18
lento pero perceptible cambio de mentalidad puede parecernos
generalizada, pero no sucedió lo mismo en el seno de la Iglesia donde
aún en las últimas décadas del periodo colonial se exigía la obediencia
y reverencia hacía el padre, pues la falta de obediencia era un pecado
contra la piedad, según consta en el IV Concilio Provincial Mexicano
promovido por Lorenzana.12 Si bien en dicho Concilio se promueve la
obligada obediencia de los hijos hacia el padre en cuanto al
consentimiento matrimonial, en el mismo texto se plantea la necesidad
de que las uniones matrimoniales no debe existir violencia física o
moral, teniendo que ser un acto voluntario.
Es importante detenernos en este punto, pues si bien es cierto
que la última parte del siglo XVIII va a presentar estas contradicciones
en cuanto al poder real de la patria potestad para elegir cónyuge,
también lo es que algunos textos de mediados de siglo nos hablan de
la validez del matrimonio celebrado sin el consentimiento de los
padres, pues se menciona que en algún tiempo pasado la Iglesia
aprobó o toleró las leyes seculares que invalidaban dichos
matrimonios, pero que para ese tiempo la Iglesia había abrogado tales
leyes y estableció que en adelante el valor del matrimonio dependiese
únicamente del consentimiento de los contrayentes y de ninguna
manera del conocimiento de aquellos bajo cuyo dominio se hallan. Por
lo tanto no consideraban lícito el atender las leyes seculares que a ello
referían, pues éstas, básicamente, tenía que ver con cuestiones
patrimoniales. De esta forma, si en algunos lugares persistían las
leyes que se decían abrogadas no tenían valor en cuanto al

12
Aunque el IV Concilio Provincial Mexicano no obtuvo la autorización real, si es orientador en
cuanto a las tendencias de la mentalidad de fines del período colonial. Ver CASTAÑEDA
DELGADO, Paulino/ HERNANDEZ APARICIO, Pilar: El IV Concilio Provincial Mexicano,
Madrid, Editorial Deimos, 2001, p. 533.
19
sacramento del matrimonio, éste sería válido como sacramento,
aunque esto conllevara pérdidas patrimoniales y hereditarias.13
También se debe tener en cuenta otro factor: la importancia y calidad
social del padre para hacer valer la voluntad en tales decisiones, pero
eso lo analizaremos más adelante.
Si entendemos como patria potestad la relación de tutela,
sumisión y obediencia, que mujeres y niños debían de rendir ante
padres y esposo, a cambio de la obligación de proporcionar casa,
vestido y sustento (que no incluía jurídicamente, la obligación de
proporcionar bienestar emocional y afectivo), nos encontramos ante
una situación que difícilmente, podría hacer aparecer como delito, lo
que antes hemos denominado forma pasiva de violencia. Sino más
bien, ante una relación en donde el padre o tutor funge como el
poseedor del patrimonio familiar, incluidos sus miembros.
Desde esta perspectiva, en donde tradicionalmente es acepta
esta última concepción, puede entenderse que muchas mujeres no
denunciaran las carencias económicas, las faltas de atención y
desvíos de sus esposos, en tanto que culturalmente se asumían como
parte de su propiedad. Por ello encontramos prácticas y/o costumbres
en la convivencia familiar que tendieron más bien a callar eventos
violentos en su interior, pero no sólo la violencia dirigida hacia las
mujeres, también los actos violentos dirigidos hacia el pater familias,
pues en pos de salvaguardar el honor, decidía callar ante una
sociedad que se regía por una dignidad aparente (en donde no tenían
cabida, la deshonra de una hija o el adulterio de la esposa) por ser
propio de su calidad de hombre la fuerza y el dominio de un hogar.
Por otra parte, los abusos de quien detenta la patria potestad

13
Ver FERRER, Vicente (Fr): Suma Mora…, pp. 280-281.
20
eran tenidos como normales, aún en el discurso eclesiástico, como un
legado cultural. Sin embargo, el exceso en las formas de corrección y
castigo van a generar que el sujeto contra quien se ejerce la violencia
acuda a quejarse ante las autoridades. Es importante ver cómo en
Zacatecas del siglo XVIII, estos problemas, que en algún momento he
llamado familiares, se convierten de privados a públicos al convertirse
en materia del vecindario, pues no son pocos los casos en que estos
comportamientos son conocidos por todo el barrio y aún por toda la
ciudad, más cuando llegaban a formar parte de un proceso judicial.
La defensa del honor familiar y la virtud de los integrantes de un
grupo, se presentó como materia prima a lo largo del periodo
novohispano, en varios procesos que nos permiten observar diversos
comportamientos que responden al tipo de circunstancias en que se
movieron los actores, además de evidenciar como la participación
social y la idiosincrasia cultural determinaron los comportamientos
violentos de los miembros de la familia. Pero a ello nos referiremos en
un capítulo particular que aborde el tema de los procesos y su
realización en el periodo de estudio, así como las implicaciones del
evento.
Cada cultura va generando reglas de comportamiento pero la
familia se ha constituido históricamente en una institución permanente
en donde hay relaciones de dominación y sumisión.
Esta relación dominio-sumisión aunque aparecerá más evidente
para los investigadores sociales, también es importante para aquellos
historiadores interesados en comprender a la familia como membrana
social que facilita, o no, el control de los comportamientos de los
hombres y mujeres en las distintas épocas. Lavrin ubica a la familia
como transmisora de la cultura: “La familia va a convertirse en el medio
21
en que se mantienen las costumbres el orden y determinadas
tradiciones”.14
Las diferentes herencias jurídicas nacen de formas de
comportamiento practicados según normas empíricas de transmisión
generacional, es decir de comportamientos reflejados en la cultura y la
tradición, más que en el conocimiento o desconocimiento de normas
escritas, por un grupo de poder, como menciona Richard Boyer,
Así, la política de la familia se inspira en dos fuentes: una
teórica y otra práctica. Esta última moldeaba la
experiencia en forma más directa, ya que, a pesar de las
ideas persuasivas refinadas por los intelectuales, la
práctica y el ejemplo son transmitidos más directamente
a la vida cotidiana (...); la política cobra significado en la
interacción con la sociedad y las instituciones que en
realidad interfieren con la vida personal.15

La tradición jurídica en materia matrimonial que rigió los destinos


de los comportamientos familiares del periodo colonial se fundamentan
en el derecho canónico, que en su constitución toma bases sustanciales
del derecho romano, germánico y judío, adaptándolos a la concepción
sacramental del matrimonio y sus principales postulados, con lo cual la
familia adquiere una doble significación en cuanto a su función natural y
como sacramento.16

14
LAVRÍN, Asunción: “Introducción: el escenario, los actores y el problema” en LAVRIN,
Asunción (comp.): Sexualidad y Matrimonio en América Hispánica. Siglos XVI-XVIII, México
Grijalbo 1991, p. 13.
15
BOYER, Richard: “Las mujeres, la “mala vida” y la política del matrimonio” en LAVRIN,
Asunción (comp.): Sexualidad y Matrimonio en América Hispánica. Siglos XVI-XVIII, México
Grijalbo 1991, pp. 274-275.
16
GONZÁLEZ DEL VALLE, José María: Derecho Canónico según el Código de 1983, España,
EUNSA, 1999 pp. 19-22.

22
Normatividad y tradición en el matrimonio.
En la Nueva España coexistieron diferentes cosmovisiones, al ser una
sociedad multiétnica y pluricultural, ya que cada grupo contaba con la
propia: la española, la de origen africano y las diversas etnias
americanas, cada uno con sus variantes y la cultura “sincrética que fue
conformándose a partir del mestizaje biológico y cultural a lo largo del
período colonial”,17 de igualmente manera, las formas de percibir las
uniones conyugales eras distintas, sin embargo, el modelo impuesto a
través del catolicismo permitió establecer normas y límites de lo que
estaba permitido y de lo que no estaba permitido.
El discurso religioso dictaba reglas de conducta en las que se
formaba a hombres y mujeres de cómo tenía que ser su desarrollo en la
vida cotidiana. En lo últimos 30 años se ha impulsado la investigación
sobre la vinculación entre religión, sexualidad, normatividad y
trasgresión. Noemí Quezada, nos presenta una trabajo en donde analiza
si los modelos sociales establecidos para la mujer y el varón
funcionaron, y de qué manera para cada grupo;18 Josefina Muriel, se
enfocada más al estudio de la mujer; nos habla sobre la vida de los
recogimientos femeninos que generalmente reunían mujeres de todas
las calidades, y estado civil distinto, con necesidad de un espacio
habitacional.19 Lo anterior, porque culturalmente y según las
disposiciones legales, las mujeres debían pertenecer a un hogar
decente, ya sea del marido, padre o tutor, y ante la carencia de éstos,

17
QUEZADA, Noemí: “Cosmovisión, Sexualidad e Inquisición” en QUEZADA, Noemí /
RODRÍGUEZ, Martha Eugenia / SUAREZ, Marcela: Inquisición Novohispana, México, UNAM,
UAM, 2000, p. 77.
18
QUEZADA, Noemí, Sexualidad, amor y erotismo. México prehispánico y colonial, México,
UNAM/Plaza y Valdés Editores, 1996, pp. 228-231.
19
MURIEL, Josefina, Los recogimientos de mujeres. Respuesta a una problemática social
novohispana, México, UNAM, 1974.

23
los recogimientos femeninos eran la única opción para seguir
manteniendo su buen nombre y fama. Estas casas acogían a solteras,
viudas o casadas por diversos motivos, entre ellos, el seguir un proceso
judicial en contra de sus propios tutores (marido, padre u otra figura
masculina).
El catolicismo impuso la figura de un Dios-creador, varón único,
con poder absoluto, que rige las relaciones sociales y las relaciones
entre los sexos. Asimismo, dicta normas de comportamiento para
hombre y mujeres asentadas en un modelo basado en la polaridad:
pureza-pecado, como código cultural y de comportamientos sexuales
que debían acatar los novohispanos. La idea de que Dios es varón,
estableció las relaciones asimétricas con la superioridad del hombre
sobre la mujer.20
Quezada propone que “el matrimonio normó la sexualidad en
relaciones conyugales caracterizadas por el amor idealizado, y en
relaciones extraconyugales por el erotismo. La mujer novohispana, a
pesar de vivir bajo esta cosmovisión, logró integrar en su imaginario el
amor y el erotismo, en tanto que el hombre vivió su sexualidad dividida
entre el amor y el erotismo, todo ello permeado por los modelos ideales,
el prestigio social y el pecado”.21
En la sociedad colonial nacer hombre o mujer implicaba un destino
bien definido. El hombre adquiría prestigio a través de la riqueza y la
virilidad comprobada por los hijos legítimos e ilegítimos. La mujer, por su
parte tenía como destino social el matrimonio y sus funciones: la
reproducción biológica y la reproducción de patrones culturales, siempre
dependiente de un hombre que le daba protección económica y social a

20
QUEZADA, Noemí, Sexualidad, amor y erotismo… p. 12.
21
QUEZADA, Noemí: “Cosmovisión, Sexualidad… p. 79.
24
través del nombre, como hija, esposa o madre. La mujer, debía ser
casta y trabajadora, ser buena administradora del hogar, educadora de
los hijos, y sobre todo, obediente, para evitar el maltrato por parte del
esposo y cumplir con el débito conyugal. “La mujer tenía así dos
caminos para buscar el equilibrio: la religión y la magia, ambas
proporcionaban seguridad”.22
Las mujeres buscaban en la religión un equilibrio de manera
pasiva: resignación, comprensión, tolerancia, etc. y con la magia
amorosa deseaban revertir el orden establecido para someter y controlar
al hombre.
Los procesos inquisitoriales sobre magia amorosa, han sido
analizados por Quezada, quien nos propone que las mujeres casadas
eran quienes más recurrían a ella para no perder al marido, pues eso
significaba pérdida del status social, la inseguridad y la desprotección,
por ello, una vez conseguido el marido, se buscaba conservarlo y
retenerlo, aunque este fuera un tirano. “Mediante las prácticas de magia
amorosa trataron de solucionar la problemática de pareja y, en
consecuencia, consolidar la situación económica” Entre los hombres,
fueron más los solteros los que recurrían a la magia amorosa para
atraer pareja. La política de la Corona española incide para que se
casen individuos del mismo grupo social-étnico aunque en la mayoría de
los procesos que analizaremos en este trabajo no se consigna el grupo
étnico. Quezada, como etnóloga interesada en los procesos culturales
explica la persistencia y continuidad en las relaciones conyugales hasta
nuestros días, a partir de la necesidad de obtener seguridad y de
resolver problemas relacionados con la sexualidad “derivados de la

22
MESTIN, Micher: Aproximación a una ciencia de las religiones, Madrid, Ediciones Cristiandad,
1978, p. 257, citado por QUEZADA, Noemí: “Cosmovisión, Sexualidad…, p. 81
25
cosmovisión católica vigente aún en nuestra sociedad y en nuestra
conciencia”. 23
Los referentes legales sobre el comportamiento dentro del
matrimonio los encontramos en leyes seculares que rigieron las
relaciones durante el período colonial, antes, dentro y fuera del
matrimonio. Éstos son: las Siete Partidas, las Leyes de Toro, Novísima
recopilación de leyes de España, Recopilación de leyes de los reinos de
las Indias. 24
Demos una mirada a la legislación emanada para el control de
los comportamientos en materia matrimonial para España y las Indias,
que se puede apreciar al revisar la voluminosa obra de Antonio Xavier
Pérez y López, Teatro de legislación universal de España e Indias...25
El volumen número 19 de la obra de Pérez y López contiene las
ordenanzas, pragmáticas y leyes emanadas de las disposiciones
eclesiásticas y reales en materia matrimonial, presentadas en orden
cronológico desde las Decretales26 hasta la Real Cédula de 27 de
Febrero de 1793.

23
QUEZADA, Noemí: “Cosmovisión, Sexualidad…, p. 85.
24
Ver Siete Partidas del Sabio Rey don Alfonso el nono nuevamente glosadas por el licenciado
Gregorio López del Consejo Real de Indias de su Magestad, Impreso en Salamanca por Andrea de
Portonaris, Impresor de su Majestad, Año MDLV, con Privilegio Imperial, edición facsímil del
Boletín Oficial del Estado, Madrid 1985, Partida IV; Leyes de Toro; Novísima recopilación de
leyes de España, Boletín Oficial del Estado, Madrid 1805, vol. 5; Recopilación de Leyes de los
Reinos de las Indias. Mandadas imprimir y publicar por la Majestad Católica del Rey don Carlos
II, Nuestro Seño, Ivlian de Paredes 1681, edición facsimilar de Porrúa México y Escuela Libre de
Derecho, 1987.
25
PÉREZ Y LÓPEZ, Antonio Xavier, Teatro de la legislación universal de España e Indias por
orden cronológico de sus cuerpos y decisiones no recopiladas: y alfabético de sus títulos y
principales Materias. Su autor Don Antonio Xavier Pérez y López del claustro y Gremio de la Real
Universidad Literaria de Sevilla en el de Sagrados Cánones, su Diputado en la Corte, Abogado del
Ilustre Colegio de ella, é individuo de la Real Academia de Buenas Letras de dicha ciudad, Madrid,
Imprenta de Manuel González, 1791. 28 Tomos. Esta obra se encuentra en la Biblioteca Elías
Amador, con lo que nos permite intuir que fue conocida y utilizada en Zacatecas.
26
Recopilación de epístolas y definiciones pontificias.
26
Evidentemente no podemos hablar de la legislación, sino de
legislaciones, dada la diversidad territorial y social del mundo hispano.
Por ello encontramos reales cédulas y ordenanzas que responden a
problemas locales, y que no solucionan problemas similares en otro
espacio geográfico.
Por su parte las disposiciones emanadas del seno eclesiástico
aluden a la correcta forma para el desarrollo de las uniones y su
permanencia como vínculo indisoluble, así como disposiciones que
permitan correctivos para los transgresores de los preceptos de
unicidad y fidelidad para todo el mundo católico. La importancia que la
Iglesia le da a la elección matrimonial, tiene que ver con la libre y firme
voluntad de adquirir el Sacramento, apartándose de la “codicia y otros
afectos terrenos” que podían obligar a mujeres y hombres a casarse
contra su voluntad. Así lo decretó el Concilio de Trento, que siguió
vigente todo el período colonial y que estuvo en contra de la práctica
de los matrimonios arreglados, aunque si consideró obligatorio el
consentimiento paterno.
Otro documento importante son Las Siete Partidas, que fueron
producidas en el siglo XIII, por el rey Alfonso X El Sabio, vigente hasta
el siglo XIX.27 Ello viene a colación en virtud de que la definición de
matrimonio tomada por Pérez y López de Las Siete Partidas a la letra
dice así:
Ayuntamiento de hombre é de mujer, fecho con tal
entencion de vivir siempre en uno, é de non se de
partir, guardando lealtad cada uno de ellos al otro, é
non se ayuntando el varon á otra mujer, nin ella á otro
varon, viviendo ámbos á dos.28

27
CÁRDENAS GUTIÉRREZ, Salvador, “Estudio introductorio” en Alfonso X, Las siete partidas
del Sabio Rey 1758, Edición facsimilar, México, Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2004, p.
XXV-XXXIV.
28
PÉREZ Y LÓPEZ, Antonio Xavier, Teatro de la legislación…, Vol. 19, p. 357.
27
En esta definición observamos la intención de fidelidad, atención
mutua y cohabitación para que se convierta en matrimonio reconocido.
Pérez y López, en su obra de 1791, también nos refieren la
legislación romana en asuntos patrimoniales que tienen que ver con el
contrato matrimonial, es en este sentido que se alude a las penas
económicas que implican las faltas a los preceptos matrimoniales y la
desobediencia paterna.
El derecho romano con su amplio tratado legislativo tenía como
derecho de todo individuo la libertad, entendida como la facultad de
hacer lo que uno quiere, a no ser que lo impida la ley o la violencia.
Partiendo de este postulado se hace referencia al derecho familiar o
Estado de Familia fundamentado en que los hijos son libres pero
considerados alieni iuris, por estar sometidos a la potestad.29
En las relaciones de patria potestad encontramos vicios que
corrompen la voluntad de los contrayentes: éstos pueden ser: error,
dolo y violencia.
La violencia reconocida como “vis o metus”30 expresada en
amenaza injusta que predice peligro grave e inminente para una
persona al emitir una declaración de voluntad. Sin embargo esta
difiere a la violencia del temor reverencial, en función del estado de
dependencia hacia quien ejerce la potestad.
Para que sea reconocida como violencia ésta tiene que ser “una
amenaza injusta de un mal grave e inminente que se formula contra
una persona para compelerla a celebrar un contrato. Tiene que ser de
un mal. El mal debe ser grave: en la persona en la libertad, en su

29
AMBROSIONI, Carlos / TABAK, Héctor, Lecciones de derecho…, pp. 93-269.
30
Violencia real o activa, o bien, las amenazas.
28
honestidad o en la de sus próximos parientes ó en sus bienes además
de grave, el mal debe ser también inminente”.31
Por eso era tan difícil hacer las denuncias, pues la suposición de
peligro tenía que conllevar un mal grave explícito e inminente.

Cambios legislativos durante el siglo XVIII.


El siglo XVIII presenta una época que trae consigo importantes
cambios en la concepción del matrimonio relacionados con el
movimiento general de la sociedad, la economía y la cultura
novohispanas. Esta reorganización político administrativa, provocó
cambios profundos en la educación, así como un fenómeno de
laicización y tal vez un movimiento de emancipación de los modelos
tradicionales.
Asimismo, las concepciones del matrimonio y el amor tuvieron
nuevas interpretaciones en función de las obras literarias de finales
del siglo XVIII, haciendo énfasis en la felicidad. Advirtiéndose a la vez
un nuevo estatuto jurídico para las viudas y solteros como dignos de
compartir la jefatura de la familia, institucionalizándose un marcado
individualismo.32
En el siglo XVIII se debilita la costumbre de los esponsales
verbales,33 y se hace necesario legitimar la unión mediante una
ceremonia religiosa y dejar registro en la parroquia firmado por ambas
partes. Asimismo surge una reglamentación en donde es necesario
asentar en dónde, cómo y cuándo debían celebrarse las uniones.

31
AMBROSIONI, Carlos / TABAK, Héctor, Lecciones de derecho…, pp. 227.
32
GONZALBO AIZPURÚ, Pilar, Las mujeres en la Nueva España. Educación y vida cotidiana,
México, El Colegio de México, 1987, p. 27-42.
33
Ver LAVRIN, Asunción: Sexualidad y Matrimonio…, p. 13-51.
29
Volviendo al texto de Pérez y López, podemos advertir estos
cambios en la compilación que incluye cédulas, ordenanzas, etc,
recogidas en un apartado denominado: Reales Resoluciones No
Recopiladas que se refieren al periodo de 1770 a 1793.34 Uno de los
cambios que percibimos es que en adelanta ya no será necesaria la
autorización del rey para contraer matrimonio por parte de soldados y
marinos, sino que dicha autorización será delegada en sus superiores.
Así, se incluye una Real Cédula de 5 de Febrero de 1770, donde en
forma muy breve se aclara que el conocimiento de causas de bigamia
es privativo de las Justicias Reales y Militares; la Real Cédula de 28
de Noviembre de 1775 advierte que las causas de soldados, del
ejercito o armada, sobre esponsales y palabras de matrimonio toca al
Vicario Eclesiástico Castrense. El 18 de Marzo de 1777 una Real
Orden manda que a los sargentos o cabos de tropa marítima que
fueren convencidos de cumplir palabras de esponsales, han de
cumplirlo con dicho compromiso dando noticia al Coronel o
Comandante a su mando, no sin antes ser enterados de que por haber
contraído matrimonio sin consentimiento previo debían de cumplir una
condena de 8 años sirviendo como soldado en su propia compañía.
La década siguiente contempla una Real Cédula de Marzo de
1781 en que se tratan las dispensas de grados de parentesco para
contraer matrimonio, con un cambio importante, pues las personas
pobres ya no debían viajar a Roma para conseguir las licencias para
contraer matrimonio lícito con grados de parentesco cercanos. Estos
casos eran difíciles en cuanto qué podrían tener implícita la idea de
incesto cometido, que podría degenerar e inducir, según el mismo
texto de que hacemos referencia, a la infamia o mala fama de los

34
PÉREZ Y LÓPEZ, Antonio Xavier, Teatro de la legislación…, Vol. 19, pp. 392-431.
30
contrayentes. Con la nueva disposición bastaba con presentar un
certificado de pobreza, y después de contraído el matrimonio los
Obispos ó sus Oficiales podían indicarles su penitencia en obras pías
que no fuera pagar limosna.35
La Real Cédula expedida el 26 de Mayo de 1783 dispone que el
hijo o hija que contrajere matrimonio en desacuerdo con el padre, si
éste muriera, no puede la madre nombrarlo heredero, ni hacerle
donación.
En 20 de Enero de 1784 se manda que cuando los criados
abusen de la confianza de sus amos y seduzcan a las hijas para
36
contraer matrimonio sean castigados y esto con la finalidad, como
hemos mencionado antes, de que los matrimonios se dieran entre
iguales.
Pero de estas disposiciones la que causó un mayor impacto
hacía las últimas décadas del siglo XVIII fue la Real Pragmática de 23
de Marzo de 1776,37 no sólo por la primacía social y política que le
otorgaba al patriarcado, sino también obedece a las reacciones que en
torno a ella se desplegaron.
La disposición real estaba dirigida a otorgar a los padres y
tutores elementos indispensables para la continuación de los intereses
de grupo, y fue el recurso legal al que acudieron aquellos que estaban
en desacuerdo con uniones matrimoniales que no correspondían con
dichos intereses. Ello muestra una forma de pensar y actuar que
quedó plasmada en los procesos sobre discenso. Pues parece que la
norma no era lo más importante, sino la interpretación que cada

35
PÉREZ Y LÓPEZ, Antonio Xavier, Teatro de la legislación…, Vol. 19, pp. 403-404.
36
PÉREZ Y LÓPEZ, Antonio Xavier, Teatro de la legislación…, Vol. 19, p. 405.
37
LAVRIN, Asunción, “Introducción…, pp. 33-35. Los trabajos que encontramos en el libro citado
dan noticia de dicho impacto no sólo en el territorio novohispano, sino en todo el territorio hispano.
31
individuo, en virtud de sus intereses, podía hacer y con ello defender
una postura que en muchos casos era síntoma de desobediencia.
La Real Pragmática decía que la realización de los matrimonios
… de hijos é hijas de familias menores de veinte y
cinco años, deban, para celebrar el contrato de
esponsales, pedir, y obtener el consejo y
consentimiento de su padre, y en su defecto de la
madre; á falta de ambos, de los de los abuelos por
ambas líneas respectivamente; y no teniéndolos, de los
dos parientes mas cercanos que se hallen en la mayor
edad, y no sean interesados ó aspirantes al tal
matrimonio; y no habiéndolos capaces de darle, de los
tutores ó curadores: bien entendido que prestado los
expresados parientes, tutores ó curadores su
consentimiento, deberán executarlo con aprobación del
Juez Real, é interviniendo su autoridad, si no fuese
interesado; y siéndolo se devolverá esta autoridad al
Corregidor ó Alcalde Mayor Realengo mas cercano.38

Es decir que la elección de la persona con quien se pasaría el


resto de la vida, estaba determinada no sólo por los gustos de los
padres sino por los intereses de personas externas a la familia
sanguínea que debían aprobarlo. Además manifestaba que estaban
obligados a ello todas las clases “desde las mas altas clases del
Estado, sin excepción alguna, hasta las mas comunes del pueblo...”
observando que el respeto y obediencia a los padres y mayores no era
exclusiva de un grupo, sino que era un deber de todo individuo, por ser
un atributo obtenido por derecho natural y puesto que el contravenir a
ello traía consecuencias para el total de la familia.
Pero aún cuando la Pragmática marcaba como límite de edad los
25 años, después de ella debían pedir el consejo para las uniones
matrimoniales, pues el no hacerlo era quebrantar la norma y por ello
ser sujeto de penas por desacato.

38
PÉREZ Y LÓPEZ, Antonio Xavier, Teatro de la legislación…, Vol. 19, p. 393.
32
Las penas a los contraventores se pueden apreciar como
castigos económicos o materiales que estaban destinados a
desheredar a todo aquel que no obedeciera el mandato paterno, pero
implicaba a la vez la exclusión de clase, puesto que perdía todo
vínculo, patronato y derechos perpetuos de la familia. Pero ¿Qué
pasaba en los casos en que el patrimonio era reducido y no había
títulos familiares por los cuales pelear?
En nuestra investigación hemos encontrado que a pesar de no
existir elementos económicos, en los procesos se alude, para impedir
un matrimonio, la desigualdad en la calidad de las personas.
Cuestiones que abordaremos más adelante.
Por otra parte, la Pragmática contempla un punto desde donde
los iniciados en el proceso matrimonial podían sustentar la importancia
de su libre elección de pareja, en función de que en dicha Pragmática
se indicaba que para evitar los excesos por parte de padres y
parientes, no se debía obligar a casar a ninguna persona contra su
voluntad. Para ello hacían alusión a la tradición, donde los padres por
sus propios intereses, más que respetando el fin por el cual se había
instituido el sacramento del matrimonio, hacían casar a sus hijos
“violentamente” con persona que respondiera a los intereses familiares
más que a las características de una persona de igual calidad que
garantizara una buena unión.
Por ello se manda que para el bienestar de la “República civil y
cristiana” los padres que no tengan una justa y racional causa para
impedir un matrimonio deberían dar su consentimiento.
También se hacía mención de que los procesos no debían durar
más de ocho días y en caso de recurso, hasta treinta días, a fin de que
no se dilatara la celebración de los matrimonios racionales y justos.
33
Pero en Zacatecas tenemos por lo menos un proceso que dilató
un año, reteniendo en depósito a la posible contrayente, y es de
observar que el tiempo de depósito de las pretendientes al matrimonio
tenía mucha ingerencia en su desistimiento. Por ello se dictamino por
Real Orden de 12 de octubre de 1787 que los depósitos para explorar
la voluntad de los que han contraído esponsales se debían hacer por
el Juez Ordinario.
Para mantener las cuestiones familiares como materia privada se
mandaba evitar anotar los detalles de los procesos y sólo se diera
noticia del auto a favor o adverso, de tal forma que no se prestara el
caso para difamaciones, y por ello debía ser siempre a puerta cerrada.
En toda la Pragmática se observa un interés profundo por defender el
honor y la tranquilidad de las familias, más que impulsar las uniones
libres de los descendientes de éstas.
A raíz de las muchas particularidades que se generaron a partir
de la aplicación de la Pragmática se hicieron necesarias las
Modificaciones, Ampliaciones, Restricciones y Advertencias dictadas
el 7 de abril de 1778.39 En ellas se aclara que no se entienda dicha
Pragmática con los mulatos, negros, coyotes é individuos de castas y
razas semejantes, tenidos y reputados públicamente por tales, sin
embargo se deberá hacer entender a éstos la obligación natural que
tienen de honrar y venerar a sus padres y mayores y por ello deberán
pedir su consentimiento y licencia. Sobre los indios indica que deben
atenerse a la Pragmática y que los caciques deben considerarse en la
clase de los españoles por lo que respecta a la Pragmática.
El impacto real de las disposiciones de la Real Pragmática en
Zacatecas, se puede apreciar en los procesos de disenso que se

39
PÉREZ Y LÓPEZ, Antonio Xavier, Teatro de la legislación…, Vol. 19, p. 419.
34
presentaron en la última década del siglo XVIII, además de las
múltiples interpretaciones que se dieron a partir de los intereses de los
personajes involucrados, según se observa en un expediente con
fecha 5 de octubre de 1795 en que se lee
... Pragmática sesión de veinte y tres de marzo del año
anterior de mil setecientos setenta y seis, que todos los
menores de edad de cualquier grado o condición que
sean hayan de pedir y obtener el beneplácito de sus
padres, o mayores para poder contraer esponsales, y
que de ninguna manera lo celebren y mucho menos el
matrimonio sin tan esencial requisito bajo las penas que
en ella se determinan concediendo a los padres o
tutores que en el caso de versarse desigualdad en las
familias u otros graves inconvenientes, auxilien su
resistencia al matrimonio con la autoridad de justicia ...40

Se puede apreciar cómo la Pragmática legitimaba los


matrimonios por conveniencia, dejando a los contrayentes
desprotegidos en caso de desacuerdo ante estas decisiones, pues
como se observa en el texto la desigualdad familiar era tenida como
“grave inconveniente” para la realización del matrimonio.41
El interés por conservar grupos con calidad sanguínea y linaje
natural, se observó durante todo el periodo colonial, pues la Real
Pragmática establecía el impedimento de uniones entre personas
desiguales, lo que tendría por resultados una raza impropia. Esta
consigna la encontramos presente en la mayoría de los casos de
disenso, emprendida por los padres y familiares que consideraban la
unión como inadecuada para la sobrevivencia de un linaje.
Pero con los cambios de concepción del matrimonio, los
planteamientos van a sufrir algunos cambios en su legislación. Hacia
la fase final del periodo colonial llegó a Zacatecas una Cédula

40
AHEZ, fondo: Poder judicial, serie: civil, foja.1, 1795.
41
PÉREZ Y LÓPEZ, Antonio Xavier, Teatro de la legislación…, Vol. 19, pp. 394-401.
35
expedida por la Real Audiencia en que se mandaba extender a las
personas de edad mayor que intentaran casarse con personas de
diferente calidad, la facultad de hacerlo si el Virrey, Presidente y
Audiencias lo permitían y habilitaban:

Acompaño a Vuestra Señoría ejemplares del Bando que


he mandado publicar con esta fecha, insertando una
real cédula expedida a la Real Audiencia de Puerto
Príncipe, en que mandó su Majestad se extendiera a las
personas de mayor edad, conocida nobleza, o notoria
limpieza de sangre, que intenten casarse con negros,
mulatos y demás castas, la facultad que puedan ocurrir
a los Virreyes, Presidentes y Audiencias de estos
dominios, para que concedan o nieguen el permiso y
habilitación que corresponde.42

Sin embargo es importante resaltar cómo ese tipo de ordenanzas


y cédulas permitieron apreciar una mayor injerencia de las autoridades
reales en esos procesos de uniones matrimoniales, que poco se
apreciaba en épocas pasadas, lo cual es un reflejo del cambio de
jurisdicción en materia matrimonial que se operó durante la segunda
mitad del siglo XVIII.

Por otra parte, el IV Concilio Provincial Mexicano, aunque no


llegó a publicarse, tiene gran importancia, pues su creación responde
a necesidades legislativas propias de la época, dado que desde el
Tercer Concilio Provincial Mexicano que tuvo lugar en 1585, la
situación había cambiado y los postulados que de él surgieron ya no
eran eficaces para solucionar la nueva situación matrimonial. Los
puntos más importantes, referentes al matrimonio, tratados en el
Concilio Mexicano de fines del XVIII, obedecían a la correcta
aplicación de los dictámenes emanados de Trento, pero haciendo

42
AHEZ, fondo: Ayuntamiento de Zacatecas, serie: Reales Cédulas y Provisiones, subserie:
Despachos, autos y otros, foja. 1, 1810.
36
énfasis en aclarar a los pretendientes la importancia del sacramento y
sus preceptos y los castigos (terrenos y divinos) en caso de
trasgresión, además de ordenar a los párrocos no bendecir sin
preceder confesión precisa que aclarara el correcto comportamiento
para deslindar posibles impedimentos.43

Tradición matrimonial española y su aplicación en la Nueva


España.
La idea de familia que los españoles tenían en su bagaje cultural,
hacía énfasis en las estructuras de parentesco o un mismo nivel
social, con un marcado rasgo de subordinación de la mujer y la moral
sexual que indicaba como el hombre casaba con doncella de su
misma clase para obtener una sucesión legitima, y la mujer aportaba
al matrimonio una dote, cuya cuantía podía compensar diferencias de
rango.44
El modelo matrimonial existente en España al momento de la
conquista gozaba ya de una maduración importante, auspiciada por la
expansión de la doctrina cristiana y con ella se estableció un modelo
ceremonial en el que la participación del representante eclesiástico era
obligatoria. Pero a pesar de una lucha intensa por parte de la Iglesia
católica por acaparar el control del evento matrimonial en su totalidad,
se veía obstaculizada por la gran cantidad de elementos tradicionales
que intervenían en el proceso, siendo la consolidación económica de
la familia el punto central que daba inicio a los matrimonios.

43
CASTAÑEDA DELGADO, Paulino / HERNÁNDEZ, Aparicio, El IV Concilio…
44
GONZALBO AIZPURÚ, Pilar, “Las cargas del matrimonio: dotes y vida familiar en Nueva
España” en GONZALBO AIZPURÚ, Pilar / RABELL, Cecilia (Coord), Familia y vida privada en
la historia de Iberoamérica, México, El Colegio de México / UNAM, 1996, pp.207-227.
37
La idea motriz del modelo español se centró en la relación
matrimonio-patrimonio, es decir, en el manejo de las estrategias
matrimoniales que les permitieran acceder al control del sistema social
a partir de las relaciones que se pudieran generar, ya no sólo a partir
de las relaciones de familia, sino de la posibilidad de asociarse y
solidarizarse con un grupo que resultara benéfico en su movilidad
social.45
Un modelo que se difundió a lo largo y ancho del territorio
novohispano, fue el de estructura y redes familiares que fueron
adoptadas por los grupos establecidos en el Norte. 46
La pretensión española, primordialmente de la Iglesia que se
encargaba de la regulación de las uniones, tanto españolas como de
los diferentes grupos sociales, era el establecimiento del modelo
peninsular influenciado por la expansión del poderío católico sobre las
instituciones de control social. Con ello el matrimonio, que en tiempos
pasados no tenía tanta importancia se caracterizó, a lo largo del
territorio europeo y específicamente en España, por una permanente
poligamia con gran número de uniones ilegítimas. La facilidad de
obtener el divorcio y el concubinato era común debido a la falta de
ese patrón del matrimonio único, que va a transitar hacia la
concepción de un contrato privado entre dos familias que incluía un
intercambio de propiedades que eran aportadas para el sostenimiento

45
Para entender el comportamiento dentro del sistema matrimonial español ver: CHACÓN
JIMÉNEZ, Francisco, “La familia en España: una historia por hacer” en La familia en la España
mediterranea (siglos XV-XVIII), Barcelona, Crítica, 1987, pp. 1335; GIRAUD, Francois, “De las
problemáticas europeas al caso novohispano: apuntes para una historia de la familia mexicana” en
ORTEGA NORIEGA, Sergio (coord) Familia y sexualidad en Nueva España, FCE, 1982, pp. 56-
80; GUERRERO MAYLLO, Ana, Familia y vida cotidiana en una elite de poder: los regidores
madrileños en tiempos de Felipe II, México, Siglo XXI, 1997.
46
KICZA, John E., “El papel de la familia en la organización empresarial en la Nueva España” en
ORTEGA NORIEGA, Sergio (coord) Familia y poder en Nueva España, 1991, p.76. METZ, 1974,
pp. 85-154.
38
de la vida familiar. Es decir, que cada uno de los futuros cónyuges
aportaba una cantidad reflejada en bienes muebles, raíces o dinero
efectivo en las dotes y arras.47
El matrimonio se institucionalizó a partir del Concilio de Trento,
de donde emanó la base de las disposiciones doctrinales que dotaban
al matrimonio de un carácter jurídico y ampliamente religioso,48 cuyo
fin primario radicaba en terminar con el concubinato y la poligamia.
En este sentido de regulación de las prácticas matrimoniales la
Iglesia mantuvo un papel “secularizador”, y mediante la legislación del
sacramento del matrimonio, se va a transitar a una concepción más
clara del término, dando a la mujer un lugar definido. En el Concilio de
Trento, se exigió la presencia de un sacerdote para considerar como
válido y obligatorio el matrimonio, que antes aparecía como un rito
secular del cual el sacerdote católico estaba excluido, debido a la
permisibilidad y legalidad de las uniones esponsalicias con la entrega
de palabra o prenda de matrimonio.49
La concepción de la mujer va a tener cambios importantes ya no
como subordinada e irresponsable, y en extremo como representación
del mal, sino que en ella descansa la responsabilidad del honor
familiar, directamente relacionado con la conducta sexual y los
comportamientos que resguardaban el capital simbólico de todo un
linaje.50

47
MCCA, Robert, “Tratos nupciales: la construcción de uniones formales e informales en México y
España, 1500-1900” en GONZALBO AIZPURÚ, Pilar, Familia y vida privada en la historia de
Iberoamérica, México, El Colegio de México, 1995, p. 22.
48
Sobre la evolución jurídica del matrimonio católico en la historia occidental ver METZ, René, et.
al. Matrimonio y divorcio, Salamanca, Ediciones Sigueme, 1974, STONE, Lawrence, Familia, sexo
y matrimonio en Inglaterra, 1500-1800, México, FCE, 1990.
49
HUIZING, Peter, “La disolución…., pp. 135-154.
50
GONZALBO AIZPURÚ, Pilar, Las mujeres…, pp. 27-42.
39
El hecho mismo de que se le permitiera elegir pareja, le daba a
la mujer una posición muy diferente a la que en la Edad Media se le
imponía. Sin embargo, para el siglo XVIII la práctica de las
disposiciones no era absoluta, pues la intervención de los padres en
dicha elección es muy frecuente y en muchas ocasiones autoritaria,
dado que el papel que asumían en el matrimonio se acompañaba de
un importante legado económico y socio-cultural, en que las uniones
van a permitir la integración de nuevos individuos a un grupo social
determinado, que implicaba no sólo a los cónyuges, sino a toda la
familia.
Con la conquista y establecimiento de la sociedad española en
los territorios americanos, llegaron sus prácticas sociales, costumbres
y comportamientos culturales, que en mucho diferían de la
cosmovisión del mundo indígena que en ellos habitaba.51 El mosaico
de grupos étnicos con diferencias y rasgos específicos finalmente
adoptaron, en su mayoría, las costumbres religiosas que les fueron
impuestas.
El proceso de adaptación de este modelo en los pueblos
indígenas no fue rápido, a pesar de los muchos intentos por regularlo,
pues los indios separados de la lengua y costumbres españolas,
seguían viviendo en un régimen tradicional que trasgredía el modelo
español en cuanto a prácticas matrimoniales autorizadas y legitimadas
por el sacramento otorgado por un sacerdote católico, por lo menos
en los primeros años de la ocupación española.52 Así, era más
probable que siguieran las tradiciones de su comunidad, provocando
vínculos considerados como ilegítimos dentro del nuevo régimen.

51
SEED, Patricia, Amar, honrar…, p. 31.
52
SEED, Patricia, Amar, honra…, p. 34.
40
No era fácil que una sociedad acogiera modelos y conductas que
no formaban parte de su cultura tradicionalmente aprendida durante
generaciones, pues la diferencia lingüística, hacía aún más difícil la
transmisión de estructuras religiosos y sociales acordes con el modelo
europeo, pero además, debemos agregar que la conducta de los
españoles tampoco correspondía al modelo ideal del catolicismo. Para
fray Alonso de la Vera Cruz, “era muy difícil que los indígenas
conocieran el Evangelio porque los españoles escandalizaban con su
lujuria, avaricia y soberbia,”53 lo cual no permitía la fluidez de
entendimiento de dichas normas. Podemos suponer que no era fácil
para los pueblos indígenas hacer a un lado sus antiguos modelos y
darle paso a la cultura cristiana.54
Sin embargo, aunque con complicaciones y resistencias de
diversa índole, el modelo peninsular se implantó como norma en el
territorio novohispano.
Aunque los religiosos españoles luchaban por desaparecer las
“horribles y abominables" prácticas relacionadas con la sexualidad
fuera del matrimonio (poligamia, homosexualidad, incesto y repudio)
de manera explícita, no fue nada fácil debido a que, como ya lo hemos
mencionado antes, los españoles practicaban este tipo de sexualidad
no legitimada por el sacramento del matrimonio.55

53
ORTEGA NORIEGA, Sergio, “Teología…, p. 34.
54
GONZALBO AIZPURÚ, Pilar, Familia y orden colonial, México, El Colegio de México, 1998,
pp. 29-30.
55
Ver GARCIA MENDOZA, Jaime, “Casos de curas solicitantes denunciados” en QUEZADA,
Noemí / RODRÍGUEZ, Martha / SUAREZ, Marcela (editoras), Inquisición Novohispana,
México, UNAM,/UAM, 2000, vol. II, pp. 25-44; FLORES MELO, Raymundo, “Casos de sodomía
ante la inquisición de México en los siglos XVII y XVIII” en QUEZADA, Noemí: Inquisicón
Novohispana, pp. 45-61; GUERRERO GALVÁN, Luis René: Procesos inquisitoriales por el
pecado de solicitación en Zacatecas (siglo XVIII), Zacatecas, Tribunal Superior de Justicia en el
Estado de Zacatecas, 2003.
41
Fray Alonso de la Vera Cruz, fray Bartolomé de Ledesma y fray
Juan Focher, hicieron varios trabajos sobre legislación del matrimonio,
todos ellos coincidiendo en que el modelo tomista del matrimonio y de
los comportamientos amorosos era el único válido para los cristianos,
y asimismo, que la Iglesia tenía competencia exclusiva en este rubro.56
El modelo fue fortificándose a partir de su transmisión, tanto la
normatividad jurídica, como los usos que la tradición y costumbre
marcaban como formas del bien vivir dentro del grupo familiar. Pero los
casos de trasgresión en que se atenta contra los preceptos y la armonía
matrimoniales, atacaban los principales postulados eclesiásticos, en
virtud de que vulneraba no sólo el orden establecido en la tierra, sino la
eficacia del sacramento matrimonial como generador de la gracia
divina.
En este contexto de transgresiones se fueron tomando
determinaciones que limitaban el poder de que gozaban los padres y
esposos dentro de la familia, para regular los métodos de castigo y
corrección que aplicaban dentro del grupo familiar, de ahí que podamos
entender que en el siglo XVIII novohispano la violencia se interpretara
como la fuerza que aplica una persona con potestad sobre quienes
están bajo su poder sin razón y consentimiento, con lo cual coartaba su
libertad, según veíamos antes.

Matrimonio en Zacatecas.
Zacatecas en el período virreinal, adquirió un papel primordial no sólo
en el contexto geográfico-administrativo de la Nueva Galicia, sino en el
Norte de la Nueva España, ya que partiendo de su posición

56
Para ver más sobre la implantación del sacramento del matrimonio en el siglo XVI y sus tratados
legislativos ver GONZALBO AIZPURÚ, Pilar, Familia y orden…; ORTEGA NORIEGA, Sergio,
42
económica, los habitantes de Zacatecas se dieron a la tarea de
transmitir los usos y costumbres de la sociedad novohispana.
Zacatecas ocupó un lugar fronterizo entre las tierras pobladas
por los grupos peninsulares en el Centro y Sur del territorio
novohispano y las tierras del Norte que aún estaban fuera de la
jurisdicción española, no sólo en la primera parte del periodo colonial,
pues esta situación continuó durante el dominio español, a medida que
se presentaba como abastecedora de recursos materiales y humanos
en la conformación de nuevos centros y ciudades,57 lo que permitió la
participación de sus habitantes en la formación de actitudes y
prácticas que caducaban en España, pero que en las circunstancias
locales se presentaban favorables para la conformación de grupos de
poder para crear un sistema de comportamiento que permitiera
controlar una compleja formación social.
Estos hombres, con sus propiedades, poder e ideología de tipo
feudal, propiciaban que "las autoridades en general y la Iglesia en
particular fueran burladas",58 de tal forma que transgredían
abiertamente las prohibiciones religiosas, lo cual se tomaba como
ejemplo de rebelión e irrespeto. Algunos ejemplos que mas adelante
abordaremos en este trabajo, dan muestra de que en una sociedad
profundamente religiosa, se daban casos de desorden e

“Teología…, pp. 19-48.


57
La importancia que tuvo, si no la ciudad en sí, sus habitantes o descendientes como Juan de
Oñate, primero en el freno de la colonización inicial de territorio norteño, al descubrirse los centros
mineros del territorio zacatecano, y después, con la misión de conquista, como transmisores de
elementos culturales. Ver GUTIÉRREZ, Ramón A., Cuando Jesús llegó las madres del maíz se
fueron. Matrimonio, sexualidad y poder en Nuevo México, 1500-1846, México, FCE, 1993, pp. 84-
94.
58
ALBERRO, Solnge, “Zacatecas, zona frontera, según los documentos inquisitoriales, siglos XVI-
XVII” en Estudios de Historia Novohispana, Sevilla, 1987, p. 158.

43
incumplimiento del discurso eclesiástico, siendo estas sociedades más
vulnerables debido a la mayor exigencia de un buen comportamiento.
El grupo de prestigio social y económico zacatecano integrado
por mineros y grandes comerciantes, extendió su poder e influencia
hacía el Centro y Norte del virreinato, y tuvo su época de esplendor
hacía la fase final de dominación española, pues se vio ampliamente
favorecido con las Reformas Borbónicas, presentándose como un
grupo que acaparaba los espacios de poder.
Poder y condición que se simbolizaron en títulos y
nombramientos reales, y la protección y control de sus ganancias se
respaldaron con las alianzas matrimoniales que delimitaron la entrada
o salida de individuos en esta élite. Esta situación es entendible si
atendemos a la idea de que la familia es el medio de conservación de
la tradición y el patrimonio de una generación.59
En este contexto se desarrollaron los criterios de
comportamiento colonial donde la división social en jerarquías
determinó comportamientos y actitudes ante las relaciones y
concepción de las normas tanto seculares como eclesiásticas en
cuanto al matrimonio. Pues aún cuando los principios normativos,
tanto eclesiásticos como reales, eran emitidos como medio de control
tanto de españoles como de otros grupos, las circunstancias
económicas y sociales determinaban en gran medida la posibilidad de
trasgresión o de clandestinidad de la infracción.60 A esto tendríamos
que agregar la situación de las autoridades para prestar poca
atención a las faltas de comportamiento de los cónyuges, y a las

59
LAVRIN, Asunción, “Introducción…, p.13.
60
LAVRIN, Asunción, “Introducción…, pp. 21-26.
44
prácticas corruptas que pocas veces quedan registradas en los
documentos.61
La situación especial que guardó la ciudad de Zacatecas debido
a sus características geográficas y de distribución del poder
gubernamental, nos hace pensar en una posible explicación de la
abundancia de eventos violentos en estos lugares. Teniendo en
cuenta la posibilidad de que en los centros poblacionales alejados de
las ciudades era difícil lograr un control, pues presentaban un
ambiente propicio para ubicar casos de desobediencia y desorden
debidos a la incompetencia o lejanía de las autoridades, sobre todo en
aquellos lugares que estaban en la frontera con otras jurisdicciones y
que quedaban muy alejadas de la ciudad de Zacatecas, lo que
contribuía a la falta de identidad o pertenencia.
La información que arroja nuestra investigación documental,
como veremos más adelante, deja ver que no sólo los grupos
privilegiados transgredían la ley, ya que son muchos los casos en que
individuos de calidades diferentes aparecen como actores que se
negaban a acatar las normas. En los espacios rurales, alejados de la
ciudad de Zacatecas, encontramos como principales actores de las
transgresiones a mestizos, negros e indios.
Es necesario visualizar como se presentó la situación de las
distancias, no sólo con la finalidad de ubicar los lugares observados en
los procesos, también nos ayuda a apreciar las posibilidades de
habitación de las personas que eran sentenciadas al destierro que
siempre iba de 10 leguas en adelante, lo que equivale
aproximadamente la distancia entre Zacatecas y Jerez.

61
Como ejemplos consultar: RAMOS DÁVILA, Roberto, Zacatecas, síntesis histórica, Zacatecas,
Gobierno del estado de Zacatecas, 1995, pp. 66-67; AHEZ, f: Notarías, s: Gutiérrez de Ávila
45
Plano original del Teniente Veterano de Infantería Juan Antonio de Evia, 1797.62

El plano representa la distribución geográfica de la Intendencia


de Zacatecas a finales del siglo XVIII. Nos da una idea de la lejanía
de varias poblaciones con relación a la ciudad de Zacatecas, si
consideramos las distancias del centro y los otros puntos
poblacionales, como Nochistlán, Sombrerete, Nieves o Mazapil, que
fueron entidades limítrofes con Guadalajara, Durango, San Luis Potosí
y que se vieron abastecidos de eventos de violencia y de falta de
aplicación de castigos, según la muestra documental consultada, es
evidente que la distancia de la capital jugaba un papel importante para
incurrir en transgresiones.
A si mismo permite apreciar visualmente la distancia que
separaba a las parejas abandonadas, que posteriormente se vieron

Manuel, caja 8, libro 21, fj. 92v, 1721; AHEZ, f: Poder Judicial, s: Civil, fj. 1, 1800.
62
Plano anexo al Informe del Intendente Francisco Rendón La Provincia de Zacatecas en 1803.
46
involucradas en procesos de adulterio, bigamia y concubinatos en
territorio zacatecano. Teniendo en cuenta la distancia que guarda la
jurisdicción de Zacatecas con la Ciudad de México, Querétaro, San
Luis Potosí y Durango, que encontramos en estos procesos,
percibimos el nivel de anonimato que tenían, por lo menos las
personas que no gozaban de una calidad que les diera la publicidad y
con ello la posibilidad de ser ubicado y reconocido.
En este contexto se van a implantar en Zacatecas las
costumbres occidentales en materia matrimonial, enmarcada en la
ceremonia de velación y bendición eclesiástica del sacramento, un
proceso de aculturación paulatina en donde, poco a poco, se va
adoptando el modelo peninsular con las diferencias que las
circunstancias establecen.
Implantación acompañada de la recurrencia a violar el modelo y
la legislación, principalmente por los individuos que no se forman a la
sombra de dicha tradición, pero que aún y con su rechazo tendrán que
acatar en función de un proyecto poblacional y de control de las
familias que tenía como propósito el mantenimiento de comunidades
estables bajo una normatividad apropiada.63
La incapacidad de fidelidad a la pareja tenía que ver con varias
cuestiones, entre ellas la distancia que existía entre los cónyuges, ya
que muchos de los casos exponen cómo la mujer habitaba en un lugar
distante del que habitaba su marido.
El modelo legislativo sólo da muestra del patrón de
comportamiento social en materia conyugal propuesto todo el territorio
novohispano. En Zacatecas, como en otras localidades, nos vamos a

63
LAVRIN, Asunción, “Introducción…, p. 16; GONZALBO AIZPURÚ, Pilar, Familia y orden…,
pp. 23-48.
47
encontrar con transgresiones que van a mostrar un espacio cultural
que poco coincide con la propuesta eclesiástica plasmada en los
documentos, pues la Iglesia era consciente de la debilidad humana
ante la tentación del pecado y por ello insistía en la atención a las
formas correctas de comportamiento.64
Zacatecas, también participó del cambio de mentalidad paulatina
que se vivió en el último siglo de dominación española. Una ciudad en
la que existió una gran proliferación de libros, muchos de los cuales
eran textos prohibidos, abriéndose, por ellos, varios procesos
inquisitoriales que dejan apreciar como las ideas de Voltaire y
Rousseau, entre otros ilustrados eran, no sólo leídas sino discutidas
en varios espacios del Zacatecas novohispano. En 1782 circuló por la
ciudad, si no el escrito, sí una amplia discusión sobre el texto titulado
El Retablo de París, el cual provocó escándalos en la ciudad, pero no
fue tan difundido como un libro cuyo nombre desconocemos, que fue
leído y comentado por varios sujetos en 1796, el libro incitaba a los
fieles a reflexionar sobre el pecado moral que cometían si escuchaban
misa de sacerdote amancebado, pero lo que es interesante del
proceso es que estos libros eran comentados en diversos lugares aún
frente a familias completas.65
Escobedo menciona que en Zacatecas crecía un interés hacia la
lectura y como en este libro se trataban temas referentes a
procuradores, escribanos, confesiones, fiestas de corpus, matrimonios
adúlteros y aldeanos pervertidos. Además de que el dueño del libro
expresó como heredó de Alejandro Nicolás Pemartín 160 libros

64
Ver LAVRIN, Asunción, “Introducción…, p.22.
65
ESCOBEDO, Martín, “Textos y lecturas en Zacatecas: una historia de restricciones transgredidas y
libertades restringidas, en Primer Coloquio de Historia, Zacatecas, UAZ, 2000, p. 10.

48
profanos en lengua vulgar, lo que muestra un ejemplo de la
significativa difusión de estos textos en Zacatecas.
Pero si la lectura y difusión de estos textos provocaba tal alboroto,
¿cómo recibiría la sociedad zacatecana las prácticas que se realizaban
en las tertulias y fandangos de los personajes acomodados? Los
procesos mencionan una reacción opuesta por parte de las autoridades
eclesiásticas, y su oposición a las sátiras, el teatro, la circulación de
canciones, décimas trovadas, etc.; todos ellos cargados, desde su
óptica, de obscenidad y libertinaje. Pero tenemos noticia de que las
autoridades reales participaban de este tipo de eventos.66
El espectáculo que representaba la vida cotidiana en Zacatecas,
hacia la fase final del periodo colonial nos da muestra de cómo los
actores proclamaban la libertad de acción, y poco temor a los castigos
que su actuar les ocasionara, ejemplo claro es el de don José Monter,
que llega a Zacatecas como funcionario real y al poco tiempo dio
testimonio de su pasión por el pensamiento ilustrado y las reformas
instauradas en Francia, sin que el anuncio de un castigo le pudiera
causar temor, más aún alardeaba del poder que tenía.67
El caso de José Monter y Alarcón se torna peculiar a los ojos de
los zacatecanos contemporáneos, pues fue un aliciente para cambiar las
prácticas de la sociedad zacatecana. Sin embargo, habrá que atender
con cuidado estos indicadores, pues el periodo en que el personaje
participó en los eventos de nuestra ciudad corresponde a la última
década del siglo XVIII y tenemos noticia de que las ideas y actitudes que
se desprendieron de los movimientos ilustrados en Europa llegaron y se

66
Ver ESCOBEDO, Martín, “Textos…, y ROBLES, J.A, “Mambrú se fue a Zacatecas: amores de un
pícaro libertino en la Nueva España ilustrada” en ORTEGA NORIEGA, Sergio (coord.) Amor y
desamo: vivencias de parejas en la sociedad novohispana, 1992, pp. 127-152.
67
ROBLES, J.A., “Mambrú…, p. 127-152.
49
difundieron en la ciudad, tanto por Monter como por otros habitantes a lo
largo de esa década.
El expediente que contiene el caso de Monter, y los estudios
generados sobre el mismo, dejan ver muchos aspectos que dan razón
de un doble patrón de comportamiento de los acaudalados zacatecanos,
los cuales, por un lado, presentan ante los ojos ajenos una imagen de
fe, piedad y recogimiento, es decir los comportamientos de un buen
católico, y por el otro, muestran a los hombres de carne y hueso, ávidos
de ideas de libertad de expresión y renegados de la costumbre y
tradición marcada por las reglas de comportamiento cristiano. El
proceso de Monter o “Mambrú” como él mismo se denomina, deja ver la
libertad de acción de estos individuos, quienes sin temor van
pregonando sus amores y calificando a las señoras más respetadas, de
la sociedad zacatecana, como torpes y deshonestas.68
El proceso es por demás interesante en relación al matrimonio,
pues contradice el discurso eclesiástico. Además de pregonar sus faltas
de fidelidad, produce y hace distribuir un sainete donde recrea sus
múltiples relaciones ilegitimas con las esposas de personajes
prominentes de la sociedad zacatecana y con ello un ataque directo a la
santidad del estado matrimonial y la expresión abierta de su preferencia
por la libertad sexual fuera del matrimonio.
Otro elemento de análisis en relación a la cosmovisión
novohispana son los diferentes casos de disenso, es decir, los juicios
por oposición de los parientes a la elección matrimonial.
Con la aparición de la Real Pragmática de Matrimonios de 1776
aparecen los casos de disenso, pues antes de esta disposición, las
autoridades reales no tenían ingerencia en los procesos matrimoniales

68
AGN; Fondo documental: Inquisición; volumen: 1129; expediente. 3, fojas. 1-99.
50
-que eran exclusivos de la Iglesia-, en adelante, se buscaría, con esta
disposición, mantener una endogamia de grupos privilegiados
mediante el patriarcado.69
A través de los casos de disenso podemos comprender cómo los
jóvenes luchaban por la unión que ellos deseaban, aún cuando varios
años atrás se había estipulado la nulidad matrimonial sin el
consentimiento de los padres o tutores, quienes muchas veces
terminaban cediendo ante la voluntad de los hijos, como lo hicieron
María Josefa y Máximo de Sosa, quienes lograron que Félix Núñez,
hermano de afinidad –en función de ser marido de la hermana de la
novia- de María, consintiera su matrimonio, luego de iniciar el disenso
por su inconformidad ante la elección de la hermana de casar con
persona de baja calidad.
Hay que puntualizar que el documento no habla de una
diferencia racial por parte de Máximo, el novio, más bien Felipe Núñez
alude al estado económico previniendo a su hermana de la diferencia
que va a representar el cambio de una vida llena de comodidades y la
que está decidida a adoptar con una persona a quien le faltan recursos
para proporcionarle la vida a la que ha estado acostumbrada. En virtud
de ello parece que la petición de disenso no cumplía con los
lineamientos legales para impedir la unión, de tal forma que el proceso
concluye con el consentimiento del tutor para aprobar el matrimonio.70
Sin embargo, hay que admitir que una constante en las
relaciones familiares de la época colonial era una marcada actitud de
obediencia a la figura que detentara la patria potestad, es decir, que la
función del padre estaba presente durante toda la vida de los

69
LAVRIN, Asunción, “Introducción…, p. 33.
70
AHEZ, f: Poder judicial, s: Civil, 1795.
51
miembros de la familia, pasando luego en el matrimonio esta función al
marido, elemento que facilitó la endogamia en el grupo español,
manifestando gran importancia hacia los valores de honor, virtud,
obediencia, mismos que se van a reproducir de generación en
generación y se van a fortalecer a través de la legislación emanada en
materia de relaciones familiares.71

La vida matrimonial.
Celebrada la ceremonia matrimonial, acompañada de todos los
elementos tradicionales -elección de pareja, compromiso o desposorio,
fijación de la dote, arras72 y ajuar por lo que respecta a los elementos no
eclesiásticos, y la presentación, información matrimonial,
amonestaciones, velación, rito sacramental y bendición en lo que
corresponde al ámbito de la iglesia- los recién casados pasaban a
hacer vida maridable en su nuevo hogar y asumir la responsabilidad de
la construcción y persistencia de una familia y su aceptación social.
Por desgracia los documentos con que disponemos no dan razón
de las características de los matrimonios bien habidos, o mejor dicho
bien avenidos, pues el carácter oficial de los mismos sólo nos permite
advertir algunos aspectos generales de la vida matrimonial. Y sólo
cuando existen desavenencias entre los miembros de la familia o entre

71
GONZALBO AIZPURÚ, Pilar, alude a estas actitudes como base para el sostén de la familia, que
era la base de la sociedad prehispánica, aún sin fundamento en formas concretas de ritos
matrimoniales. Familia y orden…, pp. 29-30.
72
Arras. Son donaciones económicas proter nupcias prometidas por el marido antes de la ceremonia
y consumada la donación, una vez realizada la ceremonia, que por ley ascienden a una décima parte
de los bienes del marido. Porcentaje que no era validado en la mayoría de los casos. GONZALBO
AIZPURÚ, Pilar: “las cargas del matrimonio: dotes y vida familiar en Nueva España” en
GONZALBO AIZPURÚ, Pilar / RABELL, Cecilia (coordinadoras): Familia y Vida Privada en la
Historia de Iberoamérica, México, El Colegio de México, 1996, pp. 207-227.
52
los esposos, es cuando encontramos información dentro de los
procesos.73
En una ciudad relativamente pequeña, que tenía una población
de 27 469 habitantes a finales del siglo XVIII74 -aunque en la época
constituía una de las ciudades más importantes del territorio
novohispano-, era común que la mayoría de los vecinos se conociera y
más aún los vecinos muy cercanos, de ahí que algo que representara
novedad, en cuanto a que salía de lo acostumbrado, rápidamente se
difundía entre la población, propiciando la participación de individuos
externos al matrimonio en la vida conyugal.
Cuando este tipo de conflictos se denunciaba, se hacía ante el
alcalde ordinario o el juez eclesiástico, a quienes correspondía el
aconsejar y estimular a los matrimonios en conflicto para que procuraran
vivir de manera honorable y decente. Pero en no pocas ocasiones las
advertencias de estas autoridades no lograban frenar las malas
costumbres de éstos, dando pie a una denuncia formal que implicaba,
en caso de resultar a favor del denunciante, la aprensión del agresor y
su encarcelamiento, o en su defecto, la advertencia de que en caso de
reincidencia ese sería su castigo.75
Los indicios de una degradación del matrimonio se dejaban ver a
corto o mediano plazo, con manifestaciones violentas, fruto,

73
Sólo tenemos algunas evidencias que tienen que ver con la carta de amor de una esposa a su
marido preso por una supuesta calumnia, que fue en lo que concluyó el proceso. Ver anexo 1, así
como la defensa hecha por María Josefa Hernández, quien recibió heridas por palos que Nicolás
Vázquez intentaba dirigir contra Joseph Antonio Valencia, esposo de María Josepha, por lo cual
estuvo en grave estado de salud. AHEZ, f: Poder Judicial, s: Criminal, 8 Noviembre 1776.
74
GARCÍA GONZÁLEZ, Francisco, “Política y familia en Zacatecas en el siglo XIX” en
GONZALBO AIZPURÚ, Pilar, La familia en el mundo Iberoaméricano, México, El Colegio de
México, 1994, p. 87.
75
PITA MOREDA, “Conflictos familiares y tribunales de justicia a fines de la colonia: algunos
casos novohispanos” en GONZALBO AIZPURÚ, Pilar y RABELL, Cecilia (coord.) La familia en
el mundo Iberoaméricano, UNAM, México, 1996, pp. 341-357; PESCADOR, Juan Javier, “Del
dicho…, pp. 373-387.
53
posiblemente, de una mala elección, aún cuando era voluntaria. Esta
violencia la podemos clasificar en dos grandes tipos: 1).- el ataque al
cuerpo y la honra y 2).- la trasgresión de los preceptos del matrimonio.
En el primer tipo tenemos los golpes y palabras en público, el
inadecuado estado de las prendas de vestir, falta de manutención y
vestido, abandono e indiferencia.
El abuso físico sufrido por un cónyuge era en cierta forma
aceptado, si los motivos eran suficientes para merecerlo, aún cuando
en la mayoría de los casos se mencionan a la embriaguez y a los celos
como motivos para que el marido maltratara a la esposa. Pero esto
puede suponer que estamos hablando sólo de violencia hacia la mujer,
sin embargo, los documentos permiten distinguir que el hombre también
puede sufrirla.
El segundo punto tiene que ver con la falta a los preceptos de
unicidad, indisolubilidad y fidelidad, manifestadas en procesos que
atañen a relaciones adúlteras, bígamas (casados dos veces) y petición
de divorcio o nulidad matrimonial.
Es evidente que el comportamiento, bueno o malo, no era lo mas
importante en esta sociedad, como lo era el que dicho comportamiento
se hiciera público, pues entonces, dicho comportamiento atentaba
contra la familia, y podría desembocar en la desacreditación o deshonra
de la misma, afectando por tanto la correcta observancia de la
costumbre del total de la vecindad.
Es perceptible que en Zacatecas del siglo XVIII hubo una gran
afluencia de matrimonios inestables, en donde el marido tenía la ventaja
al tener la posibilidad de salir de él sumándose a los aventureros que
buscaban una mejor condición económica en las exploraciones de
tierras norteñas. Mientras que la mujer debía, siguiendo la norma social,
54
permanecer en su hogar a la espera del cónyuge. La mayoría de ellas
sobrevivían sufriendo penurias al tener pocas opciones de subsistencia,
siéndoles muy difícil encontrar un trabajo que les permitiera mantenerse.
Hubo excepciones en donde las mujeres supieron tomar el control no
sólo de su vida sino de toda una familia y sacarla adelante mediante su
trabajo. O bien, simular una vida maridable estable y feliz, a pesar de la
distancia o del consumado abandono.
Las medidas asumidas para guiar la vida familiar en la segunda
mitad del siglo XVIII, permitieron a la mujer tener la posibilidad de
denunciar los excesos de la pareja, aunque esto no significaba la
garantía de que fueran escuchadas. Los cambios de comportamiento
fueron inevitables a medida que el siglo transcurría. La mayoría de las
denuncias que hemos podido localizar pertenecen a la segunda mitad
del siglo XVIII, quizás porque antes no tenían ni siquiera la posibilidad
de iniciar un proceso, además, el que fueran aceptadas las denuncias,
tampoco garantizaban que el cónyuge agresor fuera sancionado, sino
que las autoridades eclesiásticas tenían como objetivo mantener el
matrimonio consagrado y por ello hacían lo posible para que el
agraviado regresara a su vida marital.
Podemos inferir que el comportamiento matrimonial en el
Zacatecas del siglo XVIII no correspondían estrictamente a la norma,
pues encontramos que se presentaron abundantes denuncias sobre
relaciones adulteras y por delito de bigamia o "casado dos veces",
según los datos obtenidos en nuestra investigación lo que era
considerado, en la época como actitudes libertinas y transgresoras de
las normas matrimoniales.

55
Costumbre como rectora del comportamiento.
A la par del desarrollo normativo, los comportamientos, más que
obedecer los preceptos, eran reflejo de una realidad distinta a lo
establecido como características del matrimonio, es decir, unicidad,
fidelidad e indisolubilidad. En la práctica se observan adulterios,
concubinatos, bigamia, separaciones, fuerza física que rebasa el límite
del correctivo, faltas en provisión de sustento, vestido y habitación, etc.,
constituyendo muestras de la contradicción entre el modelo ideal y la
realidad.76
El modelo patriarcal para el comportamiento de la familia en
Nueva España, tenía implicaciones importantes, entre ellas, que la
mujer y los hijos debían obediencia y fidelidad absolutas. De este
principio emergió una desigual impartición de justicia que se vio reflejada
en una doble moral: por una parte se perseguían los delitos o pecados
de la mujer y por otro se toleraban o se inducía a los hombres a probar
su virilidad mediante relaciones ilícitas que muchas veces conllevaba la
procreación de hijos fuera del matrimonio.
La función del padre era proveer de los elementos necesarios para
el sustento, vestido, habitación y bienestar de los miembros de la familia.
El padre Juan Martínez de la Parra afirmaba en un sermón de finales del
siglo XVII que "debe, pues, mandar y gobernar el marido", y la mujer
obedecer sumisamente siguiendo la tradición cristiana. Martínez de la
Parra, explica cómo la sumisión de la mujer no sólo estaba establecida
por la tradición, sino que era parte esencial de los designios divinos y
que Dios le había designado tal posición sujeta al hombre debido a que

76
Se hace necesario apuntar que más que pensar en una trasgresión a los órdenes se debe pensar en
la conformación de un orden diferente al cual se adhirieron los individuos novohispanos de todas
las calidades,. GONZALBO AIZPURÚ Familia y orden…, pp. 23-28.

56
de "Debajo del brazo la sacó: y eso -dice Martínez Parra- fue dejarla
77
sujeta; pero de muy cerca del corazón” lo que nos sugiere el estar
sujeta también conllevaba el derecho o la obligación del esposo de
brindarle afecto.
Este sermón va más allá del simple discurso que manda la
sumisión de la mujer, pues permite apreciar un límite, de tal forma que le
indica al marido que no tiene autoridad para excederse en sus
acciones. El sermón dice a la letra:
Maridos lobos, maridos, tigres, maridos dragones,
entended, entended que no es vuestra esclava esa
pobrecita paloma que así tratáis tan fiero, tan imperioso y
tan terrible. Es vuestra compañera para una y otra
fortuna, para una y otra vida.78

Este sermón nos permite apreciar la forma de pensar de las


autoridades en relación a los actos que no se deberían permitir dentro
del matrimonio. Además de lo ya mencionado con anterioridad, nos
refiere que no es bien visto que el marido sea sometido a los mandatos
de su esposa o se deje manejar por "mujer voluntariosa"; también
menciona el castigo divino que le espera al hombre que desprecia,
injuria y comete ruindades contra su compañera, así como la falta de su
obligación de darle "según su esfera, a su mujer todo lo necesario (...) ni
por si le falta, ni en la habitación ni en el matrimonio".79
Asume que la falta de estos elementos indispensables además de
agredir, son causa de efectos desastrosos, pues ponen a la mujer en

77
MARTÍNEZ DE LA PARRA, Juan, Luz de verdades católicas (Colección de sermones
predicados en la Casa de la Profesa en la ciudad de México, 1690-1694, que incluye el sermón
denominado Consejos sobre el comportamiento que han de guardar los cónyuges católicos, citado
y publicado en TOSTADO GUTIÉRREZ, Marcela, Álbum…, Vol. 3, p. 127.
78
MARTÍNEZ DE LA PARRA, Juan, Luz de verdades… citado en TOSTADO GUTIÉRREZ,
Marcela, Álbum…, Vol. 3, p. 127.
79
MARTINEZ DE LA PARRA, Juan, Luz de verdades…citado en TOSTADO GUTIÉRREZ,
Marcela, Álbum…, Vol. 3, p. 127.
57
ocasión de mendigar o prostituirse, siendo la causa el agravio del
marido.
Cumplidas las obligaciones del marido las mujeres no tenían
ocasión para poner queja alguna, según el discurso eclesiástico y la
literatura circulante, que aconsejaban que las mujeres debían guardar
silencio de su disgusto y servir ciegamente a su oficio, pues el hecho de
que ella guarde silencio es muestra patente de su sacrificio en pro del
amor y cordialidad dentro de su matrimonio, de tal forma que:
… peca mortalmente la mujer que deja de obedecer a su
marido en cosas graves, justas o a lo menos no injustas,
si lo hace con rebeldía, con terquedad y con desprecio;
si le pierde gravemente el respeto o con palabras si le
responde, o le dice palabras que, aunque no sean
injuriosas, sabe ya que le provocan a echar juramentos,
votos y blasfemias.80

Por lo anterior podemos afirmar que la costumbre ancestral de


colocar a la mujer sujeta al esposo, padre, hermano o cualquier figura
masculina seguía pesando y rigiendo los comportamientos dentro del
matrimonio. Nos parece muy ilustrativa esta última cita en donde se
sugiere, que a pesar de ser una cuestión injusta, la mujer debía
soportar y perdonar, para no generar blasfemia y juramentos que
llevaran a cometer pecados al esposo. El único camino bien visto
socialmente para la mujer, es la sumisión, comprensión, perdón y
resignación. Sin embargo, como veremos en los casos analizados,
aunque en la vida cotidiana siguió permeada por la costumbre, se
pueden percibir actitudes de rebeldía en contra de esta tradición.

80
MARTÍNEZ DE LA PARRA, Juan: Luz de verdades… citado en TOSTADO GUTIÉRREZ,
Marcela, Álbum…, Vol. 3, p. 129.

58
II.- IMÁGENES DE LA VIOLENCIA CONYUGAL

En relación a la violencia podemos advertir que toda forma de


corrupción al ideal del matrimonio cordial planteado desde la Iglesia y
el Estado va a traducirse como eventos violentos o de abuso. La
reflexión sobre el término de violencia familiar nos han llevado a
recapacitar sobre estas formas de abuso. En la bibliografía analizada
encontramos una constante que trata de recuperar un aspecto de la
violencia tal y como se entiende en el sentido más común, es decir el
maltrato físico, un elemento que generalmente se denunciaba ante la
autoridad como “malos tratos”.
Sin embargo, la mayoría de los autores extienden su perspectiva
en función de observar además de la violencia física y la violencia
sexual, la violencia emocional y psicológica, estos aspectos encontrados
o reflejados en las situaciones de trasgresión a las normas de unicidad y
fidelidad del matrimonio, así como las faltas a los deberes por parte de
uno de los cónyuges.81

81
Ver GONZALBO AIZPURÚ, Pilar, “Violencia y discordia en las relaciones personales en la
ciudad de México a fines del siglo XVIII” en Revista Historia Mexicana. Vol. LI, octubre-
diciembre 2001, pp. 233-259; GARCÍA GONZÁLEZ, Francisco, “La violencia familiar…, 2002,
21 p.; PADILLA RANGEL, Yolanda, Inocencia robada…, pp. 21-42; RODRÍGUEZ JIMÉNEZ,
“Una manera difícil de vivir: Las familias urbanas neogranadinas del siglo XVIII” en GONZALBO
AIZPURÚ, Pilar/RABELL, Cecilia, Familia y vida privada en la historia de Iberoamérica,
México, El Colegio de México/UNAM 1996, pp. 309-324; LIPSETT-RIVERA, Sonya, “La
violencia dentro de las familias formal e informal” en GONZALBO AIZPURÚ, Pilar/RABELL,
Cecilia, Familia y vida privada en la historia de Iberoamérica, México, El Colegio de
México/UNAM 1996, pp. 325-340; PITA MOREDA, “Conflictos familiares y tribunales de justicia
a finales de la colonia: algunos casos novohispanos” en GONZALBO AIZPURÚ, Pilar/RABELL,
Cecilia, Familia y vida privada en la historia de Iberoamérica, México, El Colegio de
México/UNAM, 1996, pp. 341-358; MESQUITA SAMARA, Eni de, “Misterios de la “fragilidad
humana”: el adulterio femenino en Brasil en los siglos XVIII y XIX, en GONZALBO AIZPURÚ,
Pilar/RABELL, Cecilia, Familia y vida privada en la historia de Iberoamérica, México, El Colegio
de México/UNAM, 1996, pp. 359-372; PESCADOR, Juan Javier, “Del dicho…, 1996, pp. 373-387
y “Entre la espada y el olvido: pleitos matrimoniales en el provisorato eclesiástico de México, siglo
XVIII” en GONZALBO AIZPURÚ, Pilar/RABELL, Cecilia, La familia en el mundo
iberoamericano, México, UNAM, 1994, pp. 193-227; VILLAFUERTE GARCÍA, María de
59
Las obligaciones y responsabilidades de los casados van a revelar
circunstancias de relaciones de grupos. Hemos encontrado que algunos
trabajos contienen información sobre la violencia en virtud del grupo
racial de los protagonistas de los procesos, pues este dato se encuentra
registrado en los procesos. Sin embargo, dichos trabajos se concentran
en analizar la transgresión al modelo matrimonial, esto es, malos tratos,
divorcio, bigamia, adulterio, abandono, falta del ajuar doméstico, falta al
débito conyugal con la frecuencia razonable,82 etc., y la información
racial, sólo viene a complementar ese objetivo.
La revisión de los compendios normativos en materia
matrimonial y los usos y costumbres de la tradición permite observar la
falta de atención de los legisladores en las relaciones interpersonales,
pues centran su trabajo en los elementos patrimoniales. No así el
discurso eclesiásticos, que estaba encaminado al fortalecimiento del
ideal matrimonial personificado en la Sagrada Familia. De ahí que la
base de la sociedad era la unidad familiar, y ésta estaba cimentada
en una arraigada concepción de la importancia del matrimonio para
vivir cristianamente, y en el mismo tenor, la Iglesia determinó los
deberes y derechos de cada cónyuge a través del púlpito, catecismo y
confesionario.
A pesar de ser un modelo muy arraigado en la sociedad colonial
y que había sido construido en función o apegado a la ley, éste se
venía abajo violentamente por un arrebato de pasión83 o como los
mismos actores lo llaman por la fragilidad ante la tentación.

Lourdes, “Padres e hijos. Voluntades en conflicto (México, siglo XVII)”, en Seminario de Historia
de las mentalidades, Familia y poder en Nueva España, INAH, México, 1991, pp. 133-142.
82
Al respecto indica GONZALBO AIZPURÚ, Pilar, que existieron importantes discusiones en
torno a qué se entendía por una frecuencia razonable de relaciones sexuales en el matrimonio,
“Violencia…, p. 256.
83
GONZALBO AIZPURÚ, Pilar, “Las cargas del matrimonio…, p. 303.
60
Proponemos, para éste trabajo, una tipología de violencia
conyugal para estudiar los casos. En principio los clasificaremos en
dos grupos: 1.- violaciones hacia los límites del deber conyugal y 2.-
violaciones del precepto sacramental del matrimonio.

Violaciones hacia los límites del deber conyugal


Es importante observar las violaciones hacia los límites del deber
conyugal que dejaban efectos visibles, o sobrepasaban el límite de lo
físico afectando la estabilidad emocional, de ahí que podían ser
apreciados por propios y extraños, que en determinado momento
daban fe de lo que ellos habían observado, lo que constituía una falta
grave al honor y el recogimiento familiar.

De Chamiso e India sale Cambuja84


Violencia física.
Una de las infracciones más frecuentes, tiene que ver con un ataque
directo al cuerpo a través de los golpes, malos tratos y heridas
producidas con diferentes objetos transformados en armas.

84
En: http://genealogiaegusquiza.blogspot.mx/2010/12/las-pinturas-de-las-castas-en-america.html
61
Si bien encontramos literatura de la época en contra del castigo
o el empleo de la fuerza física en contra de la pareja, también
encontramos comentarios que apuntan sobre la licitud de los golpes y
malos tratos del marido con la finalidad de corregir actitudes
incorrectas. También encontramos opiniones que consideraban que la
pareja no debía ser golpeada por ningún motivo. Asimismo, había
opiniones intermedias en donde se justificaba el uso de la fuerza hasta
cierto grado de permisibilidad, siempre y cuando hubiera motivo para
ello, aunque el exceso era tenido como mal comportamiento del quien
ejercía la violencia. Este tipo de violencia dejaba huellas o marcas
visibles del abuso de la fuerza.
Tomaremos como ejemplos de literatura que circulaba en el siglo
XVIII y que trataba como tema central la vida conyugal a La perfecta
casada85 y La instrucción de la mujer mexicana86. En estas obras se
puntualizaba la sumisión, recogimiento y sobre todo obediencia que
debía la mujer al marido y la responsabilidad de éste de proporcionarle
lo necesario para una vida decente, pero también aludían a que en el
matrimonio no debía de haber peleas, sino amor, pues el hecho de
que el hombre gobernara su casa y mujer no le daba derecho de
despreciarla, ofenderla y golpearla, pues con ello pecaba mortalmente.
La corrección hacia las malas acciones que tocaba al marido no daba
lugar a que se le tratara como esclava, pues como circuló en la
literatura: la corona del matrimonio era la paz.

85
LEÓN, Lus de (fray), La perfecta casada, Madrid, Alba, 1998.
86
Citado por TUÑÓN, Julia, Mujeres en México. Recordando una historia, México,
CONACULTA, 1987, p. 69.
62
La paz, casados, la paz es de vuestros matrimonios la
corona; la paz es la que hará vuestra vida un cielo, y es
la que os dará el cielo de una eterna vida en la Gloria.87

Por otra parte, hay trabajos relativamente recientes que apuntan


que el movimiento ilustrado trajo consigo un cambio de mentalidad en
relación con los eventos violentos dirigidos hacia las mujeres. Plantean
un cambio de mentalidad en cuanto qué si bien la potestad del hombre
le daba autoridad para corregir, no era justificación para dirigirse
violentamente hacia ella puesto que debía ser considerada como
compañera, y las actitudes violentas eran una grave ofensa a la
dignidad del sacramento.88
Los índices documentales dejan ver una proporción mayor de
mujeres afectadas por la violencia conyugal, pero esto no es prueba
suficiente para pensar que la violencia contra hombres no se ejercía,
más bien, como ya anotábamos, hay que considerar que en el marco
de los valores de honorabilidad no era aceptado el que un hombre,
cabeza de familia, tuviera la flaqueza para admitir que era víctima de
ataques, –hablando de violencia física-, de tal manera que fueron
pocos los casos registrados documentalmente.
Había opiniones que argumentaban que el marido tenía
autoridad para aplicar correctivos físicos y verbales, pero no podemos
determinar cuál era el límite a estos castigos. La crueldad y el exceso
hacían que saliera el caso fuera del ámbito privado para convertir a los
vecinos en jueces quienes juzgaban como no válidas las acciones que
atentaran en contra de la integridad física de uno u otro cónyuge. En

87
MARTINEZ DE LA PARRA, Juan, Luz de verdades… citado en TOSTADO GUTIÉRREZ,
Marcela, Álbum de la mujer, antología ilustrada de las mujeres mexicanas, época colonial, México,
INAH, 1991, Vol.2, p.129-130.
88
RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, Pablo, “Una manera difícil…, pp. 318-321.
63
ocasiones, las opiniones se convertían en testimonios admitidos y
efectivos para lograr una sentencia.
En Zacatecas, continuamente encontramos casos de violencia
denunciados por los testigos presenciales, quienes interpretaban el
límite de tolerancia admitido para educar o corregir a su pareja.
Ejemplos de lo anterior son los siguientes:
Juana de Rentaría, después de diez y ocho años de haber estado
casada declaró que nunca había tenido el gusto de disfrutar ese estado
“tan santo” que era el matrimonio, debido a que había sufrido
continuamente maltrato físico y ofensas verbales, afirmando que
además de los golpes sufridos llegó a ser arrastrada de los cabellos.
Sus palabras quedaron asentadas de la siguiente manera: “llegó a
arrastrarme de los cabellos, abofetearme, sacarme fuera del lugar a
deshora y quererme echar en un tiro”. No contento con ello la quiso
matar muchas veces amenazándola con cuchillo, de lo cual resultaron
las señales que le permanecían en la garganta hasta el día de la
demanda.89
Salvadora de Olague, denunció a su marido Joseph Hernández,
por los malos tratos de que era objeto, argumentado que había sido
agredida desde siempre y sin causa alguna:
…estimulada y atosigada de la mala vida que
dicho mi marido siempre me ha dado sin causa
meritoria que por mi parte a ello promueva sino
sólo llevado de su mal natural.90

El caso de Joseph y Salvadora fue un proceso completo pues el


primero no acató "los apercibimientos que por dos veces se le han

89
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 168, 12 Octubre 1717,
fj. 33v.
90
AHEZ, f: Poder Judicial, s: Criminal, fj. 1f., 1723.
64
hecho por don Juan Hurtado de Mendoza, cuando fue éste Alcalde
Ordinario", de ahí que se citó a declarar a Mathías Hortiz de la Cruz,
quien dijo conocer a los querellantes por ser vecino inmediato del
matrimonio por tiempo de seis meses y debido a esa cercanía veía
constantemente las agresiones que Joseph destinaba a Salvadora,
diciendo:
…tratándola mal de palabra, y obra, tanto que en una
ocasión que el dicho Hernández estaba golpeando a la
dicha su mujer, el declarante, movido de caridad llego a
quitársela de las manos y con efecto los apartó y que por el
mal traje que la dicha Salvadora, acostumbra traer conoce el
maltrato que le da el dicho su marido...91

Los malos tratos de palabra y golpes siempre son justificados por


el marido denunciado argumentando la falta de la mujer hacía sus
deberes dentro del vínculo del matrimonio, algo que no es propio y
exclusivo de Zacatecas, pues los mismos motivos se argumentan en los
procesos que se dieron en la ciudad de México y en Nueva Granada.92
Joseph Hernández refiere en su declaración que aunque acepta
los actos de que se le acusa sobre “maltratarla de obras y palabras”, ello
ha sido debido a que le ha dado motivos suficientes al declarante,
causas que no hace presentes “atendiendo al crédito de su mujer” pero
dice ha hecho del conocimiento del señor juez, que le faltó al respeto
“embistiéndole a la cara.93
Es claro que la violencia física estaba en cierta forma aceptada, en
cuanto a que hubiera motivos suficientes para hacerlo, sin embargo la

91
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 168, 12 Octubre 1717,
fj. 33v.
92
Ver GONZALBO AIZPURÚ, Pilar, “Las cargas del matrimonio…, pp. 207-227; RODRÍGUEZ
JIMÉNEZ, Pablo, “Una manera difícil de vivir…, pp. 309-324; “Vidas rotas: divorcios y
separaciones conyugales en el Nuevo Reino de Granada” en Revista Historias, INAH, Mexico,
Abril-Septiembre 1994, p.87-103.
93
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 168, 12 Octubre 1717,
fj. 33v.
65
mayoría de los casos que se refieren a ello mencionan la embriaguez,
un carácter temerario y los celos como motivos para que el marido
maltratara a la esposa.
Pero algunos casos relatan cómo hechos menores provocaban
situaciones violentas en extremo, que escandalizaban a quienes las
presenciaban
El caso en que Leoncio Juárez, testigo presencial relata como
Joseph Medel procedía con su esposa María de Aranda ilustra de forma
inmejorable esta situación, permítase citarlo, pues menciona que
... la colgó de las manos en un puntal del jacal en que
vivían y le also la ropa baja y con una cuarta, que este
testigo dice había comprado a un pastor de la punta, y que
con ella le dio hasta el numero de seis azotes como si
fuera muchacha y que esto fue porque se perdió una
guajolota y que después de haberle dado los referidos
azotes la hizo que la fuese a buscar por la nopalera y
jacales circunvecinos gastando en esto toda la noche del
día que esto sucedió; y que después sucedió que por
haberse ahogado una gallina con la misma cuarta le dio
por todo el cuerpo por encima de la ropa; que así mismo
en otra ocasión, por no haber fregado una olla, la
susodicha María de Esparza el susodicho su marido le dio
a la susodicha con un palo bastantemente hasta que la
gente que presente se hallaba se la quitaron, y que así
mismo por cuatro palomas y un pollo que se llevó el
coyote, con la referida cuarta le dio a la susodicha tanto
cuartazo hasta que se cansó y por ruego de este testigo la
dejó; y que en otra ocasión porque se derramó un poco de
saltierra con un cuchillo que tenía en la mano le dio a la
susodicha que la descalabró en una parte, y que también
por haberse perdido un borrego la hizo que fuera a
buscarlo por todas las nopaleras y que en esa solicitud la
tuvo toda la noche hasta otro día que vino la susodicha sin
el borrego por lo cual la maltrató de palabra y que por
haber perdido un niño suyo un cuchillito el dicho Joseph
Medel trató de palabra inicuamente a la susodicha
diciéndola y amenazándola que la había de matar si no le
buscaba el cuchillito, con cuyo temor la susodicha y este
que declara de compasión, en su compañía fueron a
buscar el dicho cuchillito, en la parte donde el niño lo había

66
[...]hasta que lo hallaron [...]que todo lo dicho vio este
testigo ocularmente por vivir con ellos...94

En éste como en otros casos, podemos preguntarnos por qué eran


tolerados semejantes exceso por las víctimas, las familias y los vecinos.
En el caso de Medel advertimos esa cultura tradicional que hemos
venido refiriendo sobre la patria potestad en donde el marido se
convierte en el “dueño” de su esposa.
Joseph Agustín y Agustina Ruiz fueron testigos del
desproporcionado castigo infringido por Joseph Medel a su mujer y no
intervinieron tomando en cuenta que como marido, detentaba la patria
potestad, aunque en el proceso indican que el dicho Medel tenía un
carácter “bastante temerario”. El capitán don Juan de Navarrete expone
que no intervino al ver a María ensangrentada debido a los golpes
recibidos por Medel por el mismo motivo que los testigos anteriores, es
decir, María era esposa de agresor y sólo él tenía la facultad de decidir
hasta dónde estaba el límite de lo correctivo. Además, de considerar
que la agredida había dado motivo para tal reprimenda.
Este caso de violencia exacerbada ilustra con mucha claridad, la
mentalidad de la época, en que la mujer no podía defenderse por sí
sola, al enfrentarse con eventos de violencia conyugal.
Según las declaraciones, los testigos hacen tres consideraciones:
1.- El marido posee la patria potestad
2.- La mujer ha dado motivos para la agresión o el castigo.
3.- El castigo es justificado en virtud de las dos anteriores
consideraciones.
El capitán Navarrete percibió que el castigo no era justificado
cuando al preguntarle a María el motivo de la agresión le “respondió que

94
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 168, 19 Diciembre
67
por aquel pollito que estaba allí muerto (enseñándole el dicho pollito)”.
Navarrete procedió a informar al padre de María para que éste, con su
autoridad y recurriendo a la patria potestad antes depositada en él
procediera a la defensa de su hija.95
Un cuarto testigo, llamado Leoncio96 nos induce a pensar que
había grados de violencia aceptables según la edad, pues compara lo
que ha visto con el castigo infringido hacia una menor, diciendo que la
castigaba “como si fuera muchacha”.
Los golpes y malos tratos eran pues una constante en el mundo
novohispano; estaban enmarcados en un sistema ideológico que
establecía la autoridad que tenía el hombre de corregir a las personas
que estaban sujetas a él, de tal forma que si estos correctivos eran
severos se entendía que había razones suficientes de falta de
obligaciones por las cuales los miembros de la familia se exponían a
dichos castigos.97
Esta relación de desigualdad era aceptada, asumida y transmitida
por hombres y mujeres. De manera que la propia familia, aún cuando
tuviera conocimiento de actitudes violentas, sólo intervenían cuando la
situación llevaba connotaciones verdaderamente graves en cuanto a la
integridad física y/o moral.

1709, fj. 3v.


95
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 168, 12 Octubre 1717,
fj. 5v.
96
En la mayoría de los procesos, observamos que no se asentaban los apellidos de los testigos, a
menos que representaran un elemento de calidad de los mismos, pues casi siempre aparecen
únicamente nombres de pila, que podríamos interpretar de dos maneras hipotéticas: 1.- No tenían
calidad social que representar a través de su apellido. 2.- Era una sociedad en donde los vecinos se
conocían entre sí.
97
La situación de violencia que se genero con este sistema de valores es perceptible también en la
ciudad de México, donde la documentación permite ver un alto grado de desorden, ver PITA
MOREDA, “Conflictos familiares…, pp. 341-358 y LIPSETT-RIVERA, Sonya, “La violencia
dentro…, pp. 325-340.
68
Lo anterior se puede apreciar en un proceso sobre uxoricidio98 en
Vetagrande. Antonio Gallegos, interpuso una demanda por la
desaparición de su hija María de los Dolores Gallegos, y expone como
sospechoso al esposo de ésta, Esteban Núñez, acusado de su posible
muerte y tirarla “en una cata, envuelta en un chomita”. La sospecha se
fundaba en la aparición de una mujer muerta que tenía la cara desollada
y el cuerpo ya podrido, por lo cual no se podía reconocer, pero que tenía
el pelo como el de la hija desaparecida.99
El proceso revela que aún cuando la madre de María de los
Dolores sabía que su hija estaba viviendo en un continuo maltrato,
debido a la embriaguez del marido, -y que sufría de golpes propinados
con cuchillo y que en una ocasión le había herido un pulmón
amenazándola con desollarla-, no intervino hasta el momento de su
desaparición, que fue cuando se lo comunicó a su marido Antonio
Gallegos el estado en que vivía su hija.
Las sospechas se hicieron mayores ante las diferentes versiones
que Esteban Núñez daba sobre la ausencia de su mujer: a unos decía
que la tenía sola, a otros, que se había huido, y a otros que estaba bien,
por lo que los padres intuyeron una desgracia y presentaron la
100
denuncia solicitando se procediera a la investigación.
Sin embargo, en un documento posterior Antonio Gallegos
declaró que por residir en la jurisdicción de Sombrerete, y su hija en
Vetagrande, y atendiendo a su pobreza y la distancia que había de

98
Uxoricidio.- Muerte causada a la mujer por su marido. Diccionario de la Real Academia de la
Lengua Española, Madrid 1992.
99
AHEZ; f. Poder Judicial; s. Criminal; 1731; fj. 1f-2f.
100
AHEZ; f. Poder Judicial; s. Criminal; 1731; fj. 1f-12f.
69
recorrer para seguir el proceso en Zacatecas dejaba el caso de su hija
“en manos de Dios y la Real Justicia”. 101
Otro caso registrado nos muestra que hubo familiares que sí
buscaban actuar en caso de enterarse de que había violencia conyugal.
Antonio Rodríguez, quien avisado del maltrato de su hermana y
“haciendo la sangre su oficio”, acudió a su residencia y preguntó al
marido, según consta en el proceso, las siguientes palabras: ¿”hombre,
por qué estás dándole a tu mujer?”; éste le respondió que “porque le
daba la gana”. No conforme preguntó si le daba causa “a que se le diera
el remedio conveniente?”, siendo la respuesta de Joseph Miguel que se
apartara “que era un mulato, ladrón y que fuera en hora mala de su
casa”.
Desgraciadamente, no encontramos información de cómo terminó
este caso, solamente nos fue posible encontrar la denuncia arriba
referida, de donde podemos desprender que la hermana de Antonio
Rodríguez tenía por marido a un hombre violento y que éste, al ser
cuestionado por su comportamiento respondió con insultos, atendiendo
a su derecho de marido. También podemos percibir una sociedad
estamental, en donde la pertenencia a una casta podía ser utilizada
como ofensa.
La intervención oportuna de familiares, posiblemente pudo evitar
que la violencia llegara hasta el uxoricidio, pues aunque no podían
evitar la violencia, si cuando menos minorarla.102
Debido a que las penas impuestas eran muy leves y sólo
consistían en una penitencia y el compromiso de cambiar de actitud

101
AHEZ; f. Ayuntamiento; s. Reales Cédulas y Provisiones; ss. Autos, despachos y otros; 1731,
fj.1f.
102
Para acercarse más a los procesos por uxoricidio registrados en la Nueva España ver
PESCADOR, Juan Javier, “Del dicho al hecho...
70
dentro de las relaciones matrimoniales, no había seguimiento y
culminación del caso y por lo mismo, en nuestra búsqueda, sólo
encontramos denuncias y no procesos concluidos.
Pocas veces se imponían otro tipo de castigos, económicos o de
privación de libertad, tan sólo tenían que conformarse los agredidos con
una llamada de atención, lo cual significaba pasar de un agravio físico a
uno emocional, puesto que el proceso sólo era un periodo de descanso
que concluía, generalmente, con el regreso al hogar y la acostumbrada
vida.103
El interés de las autoridades reales y eclesiásticas por garantizar
la unidad familiar, permitió que se pasaran por alto situaciones
inapropiadas para el modelo ideal de matrimonio, con la finalidad de
garantizar la continuidad de la familia llegando a perdonar actos que
incurrían en pecados graves voluntaria o involuntariamente.

Violencia por motivos sexuales.


La violencia sexual, dentro del matrimonio, podría pensarse como
inexistente en función del débito conyugal, única expresión sexual
aceptada por los parámetros eclesiásticos. Las relaciones
consideradas como pecados de fornicación -adulterio, incesto,
estupro, pecados contranatura, etc.- eran combatidas a través de la
predicación, el catecismo, la doctrina cristiana en donde se precisaban
límites de ejecución de la sexualidad, de tal manera que los discursos
eclesiásticos difundían usos y costumbres tenidos como justificados
por la sociedad.
Estos límites permitieron a hombres y mujeres acudir ante el juez
eclesiástico para denunciar prácticas no consentidas, entre ellas el

103
Ver RODRÍGUEZ Jiménez, Pablo, “Una manera difícil…, pp. 320-322.
71
incumplimiento al débito conyugal, ya fuera por impotencia u otra
causa, pues podía orillar a alguno de los cónyuges a involucrarse en
prácticas prohibidas en la búsqueda de la satisfacción de sus
necesidades sexuales. Por otra parte, estuvieron las quejas por
exigencias sexuales excesivas por parte de alguno de los cónyuges.104
En relación a la correcta sexualidad dentro del matrimonio las
Siete Partidas aclaran que los casados no pecaban con la cúpula,
siempre y cuando tuvieran en ello el propósito de la procreación o
porque alguno de los cónyuges pagara al otro el débito, pero si se
hacía sólo por deleite y gozo era pecado venial, más aún cuando se
ingerían bebidas calientes.105
Hay que tomar en cuenta otros elementos de la actividad sexual
que afectaron y provocaron una violencia emocional a las parejas de la
época colonial, y que representaron una violación importante a los
preceptos matrimoniales y a los postulados del comportamiento de los
individuos dentro de una familia. Para ello se debe analizar el efecto
negativo que provocó en la pareja el incesto106 de alguno de sus
integrantes que a la vez llevaba al infractor a cometer otros delitos y
pecados como el adultero, estupro y violencia física sobre hijos,
entenados, cuñados y otros parientes cercanos a su cónyuge. 107

104
GONZALBO AIZPURÚ, Pilar, “Violencia y discordia…, p. 257.
105
PÉREZ Y LÓPEZ, Antonio Xavier, Teatro de la legislación…, Vol. 19, p.378.
106
“No existen sociedad primitivas o no, en las que el incesto, el matrimonio en el interior de la
estrecha célula familiar, no se encuentre vedado. (…) Todos los sistemas de parentesco se
perpetúan porque no hay una vida humana posible más allá de una cierta taza de consanguinidad
porque se impone que un pequeño grupo de hombres para vivir se abra al mundo exterior: la
prohibición de incesto es una realidad de larga duración” BRAUDEL, Fernand, La Historia y las
Ciencias Sociales, Madrid, Alianza Editorial, 1986, 7ª reimpresión, pp. 91, 94-95.
107
Los grados prohibidos de cohabitación se pueden entender como de primer grado el de padre con
hija, hermano con hermana o abuelo con nieta; de segundo grado tío con sobrina carnal, primos
hermanos, cuñados y padrastro con entenada; de tercer grado primos segundos, o terceros y
parientes que fueran de los grados dichos; también se contemplan los grados de afinidad que son los
de compadres parientes de la mujer o del hombre, padre e hijo con dicha propia mujer dos hermanos
72
La información documental que adquirimos durante nuestra
investigación, cuenta con elementos indicativos de las actitudes
acostumbradas dentro del matrimonio en la vida cotidiana, pero poca
información encontramos sobre las actitudes ante la sexualidad,
posiblemente porque era tema más bien del ámbito verbal, más que
del lenguaje escrito en lo que se refiere a la vida sexual del común de
los vecinos.
Hay que tener en claro que la violencia sexual, es tenida como
tal en aquellos casos en que la actividad sexual sale de los parámetros
de normalidad dictados por la Iglesia, de ahí que sus transgresiones
fueran descubiertas en el seno de los confesionarios o por denuncia.
Ejemplo de estas denuncias es el pleito de divorcio o nulidad de
matrimonio interpuesta por Isabel Henríquez contra Manuel Sandoval,
ambos mulatos libres
... oponiéndole a dicho su marido el defecto de no
haberla podido corromper en el tiempo de dos años
que ha eran casados por lo monstruoso y
desproporcionado de su parte viril, pues aunque había
perdido una hija y esta reputarse y haberse bautizado
por hija de dicho su marido, no lo era sino de otro
hombre, con quien como frágil, por socorrer las
necesidades que padecía, se había mezclado...108

Nos parece importante referir este caso, ya que permite advertir


que la violencia sexual era aplicada tanto a hombres como mujeres,
pues en una sociedad patriarcal no era bien visto el que un hombre
fuera acusado de impotente, menos por su esposa, y aún cuando los
casos parecían ser muy discretos, trascendían al dominio popular y
con ello atacar la honorabilidad del individuo afectado, de ahí que el

o primos con una mujer. CUTTER, Charles R. Libro de los principales rudimentos tocante a todos
juicios criminal, civil y ejecutivo, México, UNAM, 1994, p. 39.
108
APZ, Área, disciplinar, Sección procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c: 168, 13 de Abril de
1714, f. 65f.
73
resultado de la sentencia poco mermara los efectos producidos a la
imagen del agraviado, pues en este caso la declaración tan puntual
dejaba la intimidad al descubierto cuando Isabel declaraba ante el
Vicario in capite la nula corrupción por parte de su marido al
...no haber podido tener con ella acto consumado, sino
que para poder tener descanso en su naturaleza por la
referida monstruosidad le hacía juntar las piernas y en
ellas extra vas seminaba, a que dicho demandado
contradijo y negó...109

Pero el proceso o juicio llevaba implícita otra humillación, no sólo


las declaraciones, pues el acusado y en muchos casos la víctima de
una sexualidad que escapaba del modelo eclesiástico impuesto era
sometido a una revisión médica que implicaba la intromisión de
terceros en las partes más íntimas del cuerpo. Ello ocurrió en este
caso, pues Manuel Sandoval fue examinado en su parte viril por el
bachiller Nicolás Xuárez, médico de la ciudad, por don Isidro Pérez de
Santa Maria, cirujano de la ciudad y por un Joseph, maestro de
cirujano, del quien no se asienta el apellido, como medio de
comprobación de la declaración de Isabel, siendo el veredicto médico
contrario a lo que ella expresaba, pues declararon
… no haber en el susodicho impedimento e impotencia,
que se articulaba por parte de dicha su mujer de
monstruosidad en dicha parte viril antes si tener menos
de la regular proporción natural según las estaturas de
los hombres, que así mismo certificó el notario como
hecha en su presencia…110

Este fue un proceso por impotencia, para pedir la anulación


matrimonial, y no ante un proceso para solicitar el cumplimiento del

109
APZ, Área, disciplinar, Sección procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c: 168, 13 de Abril de
1714, f. 65f.
110
APZ, Área, disciplinar, Sección procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c: 168, 13 de Abril de
1714, f. 65f.

74
débito conyugal. Es evidente que a Manuel Sandoval le interesaba
dejar en claro su virilidad, además de declarar “siempre haber pagado
el débito con actos consumados y perfectos sin embarazo ni
resistencia”.111
El resultado de la sentencia no limpiaba la ofensa, pero el que se
comprobara la nulidad del proceso era para Manuel Sandoval una
gran ventaja ante los individuos que habían presenciado el desarrollo
del juicio y con ello limpiaba en algún grado el prestigio de su
honorabilidad. Lo cual es importante analizar, pues mucho se ha dicho
sobre el valor del honor y de la carga que ello representaba en función
de la calidad de un individuo, generalmente aplicada a los españoles y
blancos. Lo interesante es que a Manuel Sandoval no parece
importarle la calidad social, sino su calidad viril, pues no olvidemos
que es mulato libre.
Ante esta situación Isabel Henríquez quedaba expuesta a la
venganza del cónyuge, algo de lo que la Iglesia era consciente, para
ello se advirtió muy levemente que el marido no tomará actitudes de
venganza lo que se aprecia en la sentencia que emite el juzgado
eclesiástico indicándoles que
… le respete y sirva como es obligada, lo cual cumpla
en virtud de santa obediencia y so la pena de
excomunión late sententis y con apercibimiento que se
procederá contra ella a todo lo demás que hubiere
lugar por derecho, dando primero y ante todas cosas el
dicho Manuel de Sandoval fianzas con personas llanas
y abonadas de que tratará bien a la dicha su mujer y
[entre renglones: no le quitara la vida ni hará daño] le
dará el sustento, vestuario y demás necesario y vida
honesta y maridable, haciendo de ello caución juratoria
…112

111
APZ, Área, disciplinar, Sección procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c: 168, 13 de Abril de
1714, f. 66f.
112
APZ, Área, disciplinar, Sección procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c: 168, 13 de Abril de
1714, f. 66v.
75
Como medida de cumplimiento antes de cerrar el caso se hacía
jurar al agraviado no dañar a su cónyuge por venganza en función de
la difamación de que había sido objeto. Sin embargo, no encontramos
documentos que muestren en qué medida se cumplía o no dicho
juramento, lo que sí es presumible es la ruptura o fragmentación del
matrimonio como consecuencia de este tipo de denuncias.113
En relación con la violencia sexual por parte del marido
encontramos un proceso en donde la mujer denuncia que ha sido
obligada a mantener relaciones con otra mujer al mismo tiempo que
con su marido y cuando se niega a aceptar dicha situación, es
reprendida y golpeada:
…me tenía en compañía de una mala amistad de dos
que tenía con tanta osadía y malicia que a rigor me
hacía acostarnos los tres juntos en una cama y un día
que lo vide cometiendo adulterio le dije que lo diría a
los superiores de la mujer y me amarró ocultamente
colgada y antes que el sol se pusiera y me tuvo dando
por cada hora que toda la noche me tuvo de aquella
manera hasta que me faltó el vigor y después me
descalabró por muchas partes y me partió la cara…114

Es de advertir, la actitud del esposo que sabedor del castigo


hace callar a su mujer por medio de la agresión física, lo cual podría
indicar que muchas mujeres conocedoras de los deslices del marido
no podían acudir con la autoridad, por miedo a la reprimenda.
Aunque no encontramos procesos específicos sobre violencia
sexual completos, si encontramos fragmentos dispersos en procesos

113
Estas juratorias de buen comportamiento a posteriori marcan un significativo cambio de
mentalidad en la fase final del siglo XVIII, con una permanente mención del amor, la comprensión
y el respeto en el seno matrimonial, RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, Pablo, “Una manera difícil…, pp.
309-324.
114
APZ, Área, disciplinar, Sección procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c: 168; 19 Abril 1728, f.
44f.

76
iniciados por otra causa, en donde se refieren comportamientos
temerarios por parte de maridos que son vistos tratar mal a sus
mujeres y en la terminología de la época “verlo experimentar muy
sangriento con su mujer”.
Otro aspecto que queremos abordar es la violencia sexual
dirigida hacia otros miembros de la familia. Para ello procederemos a
relatar el proceso iniciado por María Curier, mulata libre, contra su
marido, Pedro del Río, español, “quien con poco temor de Dios y en
grave daño de su conciencia” había violado repetidamente a su hija de
poco más de diez años llamada Theresa de San Joseph que había
tenido con su primer marido. Esta violación representaba un ataque
emocional mayor, al tratarse justamente de aquel que estaba obligado
a salvaguardar el honor de la familia, tanto de su cónyuge, como de su
descendencia. En la denuncia están explicitadas las muchas heridas
de la niña en “sus partes bajas” y la bárbara violencia de que fue
objeto en el Cerro de la Compañía y en otros escenarios. Sumado
todo esto, al agravio social que representaba para María Curier que
todo el mundo se enterara de lo violento que era su marido, que su
hija había sido violada por él, y que ella no había podido darse cuenta
antes de estos eventos sino después de largo tiempo de continuas
violaciones.
Otro caso registrado es el de Juana de Rentería, quien declaró
bajo juramento haber sido maltratada y que su denuncia no era con la
finalidad de injuriar al esposo, sino porque ya estaba cansada de
semejante trato. Asimismo declaró que su marido había amenazado
varias veces con violencia y cuchillo en mano violar la virginidad de la

77
hermana, cosa que no había podido conseguir por su constante
resistencia.115
Un proceso sobre incesto lo es el de Pedro de la Asumpsión,
mulato, quien fue pillado in fraganti. En la documentación se asienta
que con poco temor de Dios y respeto a los mandamientos
eclesiásticos forzó a su hija María Guadalupe de sólo ocho años de
edad,116 cuando ésta iba a cumplir el encargo de comprar dos reales
de velas que le había encargado su mamá y atrayéndola al Cerro de la
Compañía la hizo entrar en unas peñas donde “le hizo la porquería”.117
El caso fue presentado ante el fiscal del juzgado eclesiástico
luego que unos hombres que pasaban por el lugar oyeron llorar a
María Guadalupe y agarraron a Pedro, sin poder desmentir el acto
evidente, pero que de no haber sido así hubiera podido suceder
repetidas veces como con Teresa de San Joseph, que hemos
referido antes.
Estos casos fueron procesados por adulterio, estupro e incesto,
pero fueron enfocados a castigar la falta por los grados de parentesco
que prohíben las relaciones sexuales en los primeros grados, es decir
de padres con hijos, y entre hermanos sanguíneos y de afinidad.
Generalmente todos coincidían en la prohibición hasta el tercer
grado.118

115
APZ, Área, disciplinar, Sección procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c: 168; 12 Octubre de
1717, f. 35v.
116
El libro de los Principales rudimentos diferencia el estupro por edades, de tal forma que los
perpetrados en persona de entre cinco y once años se llama inmaturo. CUTTER, Charles R. Libro
de los Principales…, p. 38.
117
Para ver la declaración completa de María Guadalupe consultar el Anexo 2. APZ, Área,
disciplinar, Sección procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c: 169; 17 Abril 1753, f. 69f.
118
En relación a los grados de parentesco aceptable para las relaciones lícitas ver Lavrin, 1989, pp.
13-52.

78
También la violencia por motivos sexuales afectó en otro sentido
a los hombres, cuando éstos tenían que transitar por un proceso del
cual no eran culpables, y eran procesados por falsas acusaciones. Si
damos por verdadero el fallo del juez en el caso de Diego de Barrios,
indio, casado con una viuda española llamada María Carrillo, quien
llegó al matrimonio con cinco hijos de su primer esposo. Diego Barrios
fue acusado de adulterio, incesto y estupro efectuado en Juana
Carlos, su entenada, después de haber sido reunidos en careo, para
determinar lo ocurrido, el abogado de Diego mencionaba los motivos
para dar por nula la denuncia en virtud que
…dice haberla gozado durmida el dicho Diego de Barrios
mi parte, lo cual infirió por haberlo hallado cuando
dispertó junto a la cama a donde la susodicha dormía y
que la había destapado de la ropa que tenía encima a lo
cual pregunto: cómo no dispertó en el tiempo que
supone que dicho mi parte la gozó; faltaron movimientos
o era su sueño letargo que le privo los sentidos, para que
quiera dar a entender pudiese haber el acto que refiere
sin que dispertase; ello mismo a conoce ser su
deposición frivola falsa y de ningún aprecio, pues no es
dable ni presumible el que un hombre goce a una mujer
sin que dispierte y el decir se hallo destapada es factible
el que cualquiera persona durmiendo se destape de la
ropa que tiene encima.119

La acusación, según los documentos, fue falsa, pero no por ello


dejó de causarle agravio a Diego de Barrios, pues dicho proceso pudo
constituirse en obstáculo para las buenas relaciones con su esposa al
mismo tiempo que generar duda sobre su honorabilidad. Aunque
María Carrillo no aceptó como ciertas las declaraciones de su hija, el
haber un proceso judicial de por medio le causó un malestar
emocional como madre y como esposa. Según consta en el litigio,

119
APZ, Área, disciplinar, Sección procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c: 167; 20 Febrero 1709, f.
21f.
79
Juana Carlos tenía la intención de terminar con la vida matrimonial de
su madre utilizando para ello el desprestigio de su padrastro.
La violencia, pues, podía ser utilizada a favor o en contra, lo
mismo que la patria potestad. Encontramos varios procesos que
terminaron con una sentencia en donde se asienta que hubo
calumnias por parte de las hijas o entenadas, que utilizaron su
condición femenina de fragilidad, para acudir a los tribunales y hacer
declaraciones falsas de violencia ejercida sobre ellas. Además,
también pudo ser un mecanismo de desprecio ante una sociedad
estamental en que no veía con buenos ojos que una española se
casara con un indio, y esa era la mejor forma de desacreditarlo.
Aún cuando son varios los casos registrados en los archivos, son
sólo una pequeña muestra del grado de violencia que se vivió en el
Zacatecas colonial, pues la mayoría quedaron como un mal recuerdo
en la memoria de los participantes y no en un documento escrito que
sustente nuestra investigación.

Violencia económica o Incumplimiento de deberes económicos.


Otro elemento que podemos clasificar como parte de las violaciones
hacia los límites del deber conyugal es el incumplimiento de los
deberes económicos que tienen que ver con la falta de provisión de
casa, vestido y sustento, pues el marido, tenía la obligación de aportar
todos los elementos necesarios para la subsistencia de toda la familia.
Así lo afirma y declara doña Teresa Gertrudis de Calera hacía 1731,
cuando su marido la deja "en la necesidad de mendigar con su padre y
hermanos", aunque este tuviera la "responsabilidad de traerla bien y
ministrarle lo necesario para ella y sus hijos".120

120
AHEZ, f: Poder Judicial, s: Criminal, 1731, fj. 1f.
80
La celebración de un matrimonio tenía diversas cargas
121
económicas por un lado las ceremonias religiosas y festivas del
evento y por otro, la obligación de mantener a la esposa y a los hijos.
Cuando por algún motivo el esposo abandonaba el domicilio conyugal
(para buscar una retribución económica mejor en otro lugar, o por
abandono conciente de la esposa) la mujer se veía en una situación
emocional de indefensión.
Una mujer que había crecido con un ideal de matrimonio en el
cual se contemplaba que el marido, como jefe de familia, tenía la
responsabilidad de suministrar los elementos materiales necesarios
para cubrir necesidades fisiológicas y económicas, y se veía en la
situación contraria, en que no le eran proporcionados los elementos
mínimos de subsistencia debió conllevar una afectación a su
estabilidad emocional.
Aún cuando muchas mujeres enfrentaron esta situación y
pudieron sostener su casa y su familia, no fueron pocas las que
reclamaron el derecho de recibir una manutención digna por parte de
sus cónyuges, estuvieran éstos físicamente donde estuvieran. Por otra
parte, también se usó la falta de cumplimiento de este derecho, para
solicitar la separación del matrimonio.
El inadecuado suministro de prendas de vestir, denotaban, en
algunos casos, evidencia clara de maltrato, y éste hecho era utilizado
judicialmente. Los testigos presentados en el proceso de un matrimonio
compuesto Salvadora de Olague y Joseph Hernández122 así lo
atestiguaron:
...y que ha oído decir que no la asiste con el alimento y
vestuario necesario, y que la ropa que dicha Salvadora

121
Ver apartado La Vida Matrimonial de este trabajo.
122
Ver nota 90 que refiere a este mismo caso.
81
trae, es bien distraída, y que también sabe por haberlo
oído decir este testigo que ha habido ocasión que el
dicho Joseph Hernández, le ha quitado la camisa a la
dicha su mujer para ponérsela él, con cuyo motivo,
Francisco de Olague, padre de la susodicha se la ha
vuelto a quitar al dicho Joseph Hernandez su yerno, a
quien por dicha acción ha reprendido y maltratadole
golpeándole...123

Fueron varias las denuncias que se presentaron para argumentar


que después de un corto tiempo de matrimonio, este estado se
convertía en un martirio para hombres y mujeres, como fue el caso de
María Encarnación que vivió en paz en su matrimonio apenas una
semana.124
Debemos mencionar que según la información que pudimos
rescatar en los archivos, en Zacatecas hubo matrimonios celebrados en
otras regiones, pero que vinieron a radicar a esta ciudad, lo mismo que
matrimonios que tuvieron que emigrar hacia otras latitudes buscando
mejores posibilidades de subsistencia, situación que los alejaba de sus
familias y amigos que en determinado momento pudieran auxiliar a uno
u otro cónyuge o a ambos.
El caso ya mencionado de Salvadora de Olague, ilustra cómo la
ayuda económica del padre generó, más que una solución a un conflicto
conyugal, el acrecentamiento de los problemas entre la pareja. Joseph
Hernández argumentaba que no podía suministrar vestuario a
Salvadora, porque seguía pagando las deudas que contrajo con la
ceremonia nupcial, pero que sí le proporcionaba alimentación en la
medida de sus posibilidades. Lo anterior quedó registrado en la
documentación de la siguiente manera:
...desde que se casó con la dicha Salvadora de Olague
no ha podido acudirle con el vestuario necesario,
123
AHEZ, f: Poder Judicial, s: Criminal, fj. 1f., 1723.
124
AHEZ, f: Poder Judicial, s: Criminal, 1774.
82
respecto de que para efectuar dicho casamiento contrajo
empeño crecido en cuya correspondencia ha estado
entendiendo, que en cuanto a la comida si la ha atendido
con lo menesteroso, y que sus fuerzas han
alcanzado...125

La desigualdad de calidad al momento de admitir un matrimonio


era punto trascendental, pues como vimos antes, a través del caso de
Máximo Sosa, los padres o tutores daban a la igualdad de calidad, una
importancia fundamental para consentir la unión, argumentando que
esa diferencia haría que no se pudiera cumplir con todo lo que estaba
acostumbrada la dama que quisiera contraer matrimonio con alguien
de menor calidad.
En Zacatecas la movilidad laboral propiciaba la separación de las
parejas en la búsqueda de oportunidades de trabajo, ya fuera en las
minas o haciendas. En ocasiones la ausencia era muy prolongada
pero mandaban dinero a sus familias, otros, en cambio, desatendían
sus deberes económicos por diversas causas. Por esta razón,
encontramos procesos en donde las mujeres se presentaban ante las
autoridades para exigir el regreso del marido o bien del ingreso
económico al que estaba obligado, pues la falta de recursos exponía a
la mujer a situaciones de mendicidad o prostitución. Por otra parte, esa
misma separación conyugal, podría deparar en el pecado de adulterio,
concubinato, o bigamia, por alguna de las partes, propiciando “la
afectación grave de su alma”, como consta en las declaraciones
judiciales.
Pero no todas las mujeres se mantuvieron en espera del regreso
del marido o acudieron ante las autoridades. Como mencionamos,
muchas emigraron para hacer frente a una situación económica

125
AHEZ, f: Poder Judicial, s: Criminal, fj. 1v., 1723.
83
deplorable que no podían tolerar. Esta decisión generó, en muchos
casos, que al ausentarse de su residencia no vacilaran en unirse
nuevamente, por lo que se les siguieron procesos por pecados de
adulterio y/o bigamia.
Referiremos el caso de Nicolasa Lujan, quien vivió una relación
ilegítima con Antonio Sotelo al considerar que su marido había muerto,
puesto que la ausencia había sido muy prolongada si ninguna noticia
de él, por lo cual, inició la relación con Antonio Soleto, e intentó
formalizarla a través del vínculo matrimonial.
En el proceso judicial seguido en su contra, consta que se
llevaron a cabo las diligencias necesarias para encontrar registro de la
muerte del marido. Y al no tener la confirmación de su defunción
quedó invalidada la petición de la pareja para contraer matrimonio.
Además de no poder unirse mediante el sacramento nupcial
Nicolasa Lujan, debió pagar la sentencia por la relación ilícita que
había tenido con Antonio Sotelo, siendo aún casada con un marido del
que no se tenía registro de su fallecimiento. Por lo tanto, la Nicolasa
Luján había incurrido en el pecado y delito de adulterio, y se le
sentenció al destierro diez leguas en torno a la ciudad o bien a
permanecer en depósito126 hasta el regreso de su marido. Por su
parte, a Antonio Sotelo, sólo se le advirtió que no la buscara o
perturbara en cualquier lugar que Nicolasa Luján se encontrara, ya
fuera en la ciudad de Zacatecas, o en donde instara su residencia en
virtud del destierro.127
Los hombres que no regresaban a su vida conyugal, también se
veían envueltos en estos delitos. Es decir, a partir de una necesidad

126
El concepto de depósito se explicará en al capítulo Violencia y Proceso Penal.
127
APZ, Área, disciplinar, Sección procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c: 167; 6 Abril 1709, f. 3f.
84
económica, que obligaba a la separación matrimonial, se generaban
necesidades afectivas y físicas que inducían a relaciones ilícitas, y que
en muchos de los casos, se buscó legalizar, amparándose en la
distancia, y en el desconocimiento de los vecinos del anterior
matrimonio contraído en un lugar lejano.
Tomando en cuenta que la patria potestad conllevaba la
manutención de la familia, y esto envolvía cuestiones de
honorabilidad, el que la mujer tuviera que trabajar se consideraba en la
mentalidad de la época, como un agravio hacia la condición de los
varones, pues quedaba al descubierto una economía deficiente.
Pero también referiremos la situación en que, no por una
economía deficiente, sino porque la mujer contaba con sus propios
recursos económicos ya sea por viudez u otro tipo de herencia,
colocaba al esposo en una posición de desigualdad que le afrentaba
igualmente en el honor varonil, pues él debía ser el sostén del hogar.
La incapacidad económica por parte del marido no fue motivo de
denuncia específica, sino que constituía un elemento de peso para
argumentar las denuncias por adulterio y bigamia, o para solicitar el
divorcio.
La incapacidad económica fue usada como elemento agravante
en procesos donde la mujer refería la incapacidad del marido para
cumplir con la obligación de sostener el hogar y ministrarle a ella y a
los hijos lo necesario para habitar, comer y vestir. Es evidente que
muchos hombres se mostraban renuentes a aceptar abiertamente su
insolvencia monetaria, pero aceptaban obligados por las
circunstancias. Sin embargo, el honor no siempre fue obstáculo para
aceptar la aportación femenina, en función de su prosperidad sin cargo
de conciencia por parte del cónyuge.
85
A razón de ello hay que enfatizar que muchas son las ocasiones
que las mujeres remiten a este punto, mientras que el marido
generalmente desmiente la versión, misma que los testigos se
encargaban de ratificar o desmentir, según el caso. A ello refiere María
de Rentaría, al indicar que puso tienda a su marido Francisco Portillo,
el cual lo desmiente, pero es ratificado por los testigos.128
También referiremos la declaración de María Josefa Bravo de
Acuña quien indica haber gastado su capital en la compra de
“cordovan y suela para formarle zapatería”, lo cual Pedro de Chavarría
también desmiente, y los testigos afirman ser cierto.129
Otro elemento que consideramos como violencia o
incumplimiento del deber económico consiste en la dilapidación de la
dote y las arras por parte del marido, mismas que según se especifica
en la legislación y las cartas de dote, están reservadas para el
sustento de la esposa en caso de disolución del vínculo matrimonial o
en caso de muerte del marido. Con lo cual la esposa corría el peligro
de quedar en condición de mendigar o padecer, por falta de recursos
económicos, situación que hubiera podido evitar respetando los
debidos procedimientos.130
Cada uno de los elementos analizados en este apartado refieren
lo importante que era para un matrimonio la estabilidad económica,
que va a transitar hacia una forma de vida cordial y asumida, en
función de que al no descuidar los deberes materiales por parte del

128
APZ, Área, disciplinar, Sección procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c: 169; 26 Septiembre
1730, f. 80f.
129
APZ, Área, disciplinar, Sección procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c: 169; 9 Septiembre 1794,
f. 111v.
130
Para un tratamiento más extenso sobre la dote, ver MARQUEZ GARCÍA, Rosalba: El
matrimonio en Zacatecas: perspectiva civil y religiosa en el siglo XVIII, tesis de licenciatura,
Programa de Licenciatura, Unidad de Historia, UAZ, 2003, pp. 82-129.

86
esposo, este no se enfrentará con acusaciones que ventilen posibles
relaciones adúlteras o ilícitas, contrario a lo ocurrido cuando no se
cumplían dichas obligaciones, claro ejemplo de ello se muestra en el
anexo 3.

Violencia emocional.

De Español y Negra sale Mulato131

En una época en que el ingreso al matrimonio, en muchas ocasiones,


no dependía de una decisión personal, sino de una disposición paterna,
de una sentencia judicial devengada de una demanda de
incumplimiento de palabra, por obligación surgida de necesidades
económicos o cualquier otra circunstancias, puede entenderse que la
armonía no sea uno de los ingredientes principales de la vida conyugal.
Como ejemplo referiremos a don Sebastián Gutiérrez de Ávida, notario
público de la ciudad de Zacatecas, quien en su testamento declara
haberse casado, pero no velado, con doña María de Chabarria y Parra
Aguirre, hija de don Pedro de Chabarria y Parra Aguirre, alférez de la
ciudad, involuntariamente y forzado por haberle demandado

131
http://genealogiaegusquiza.blogspot.mx/2010/12/las-pinturas-de-las-castas-en-america.html
87
“siniestramente su honra”. Sebastián Gutiérrez lo asienta de la siguiente
manera:
…cuyo matrimonio para descargo de mi conciencia
contraje involuntariosamente y forzado por haberme
demandado siniestramente su honra, al cual matrimonio
ocurría por evitar escándalo y por esta razón declaro la
dicha fuerza para descargo de mi conciencia…132

Obsérvese cómo la voluntad y libre deseo no era el punto esencial


de dicho matrimonio, además de que a lo largo de su vida conyugal no
se logró avivar un sentimiento afectivo. Más bien, parece que Sebastián
Gutiérrez vivía en un continuo resentimiento por haber sido obligado a
casarse, pues asienta en el documento que se casó, pero que no hubo
velación.133
No olvidemos que las acciones en contra del sacramento
matrimonial podían conllevar la pérdida del honor, y un escándalo podía
traer como consecuencia al escribano el desprestigio social y con ello la
pérdida de una posición y relaciones sociales que había alcanzado a
través de su cargo, y prefirió salvar durante su vida las apariencias, aún
cuando el precio fuera vivir con una mujer que consideraba siniestra y
por quien no sentía el más mínimo aprecio, hasta que se vio en la
necesidad de descargar su conciencia a través de un documento
testamentario.
Así podemos entender, que los matrimonios que no se
concertaban consentidamente por ambos cónyuges podían traer como
consecuencia poca o nula relación afectiva entre dos personas
desconocidas, máxime cuando eran partícipes de un matrimonio
arreglado, en donde ni siquiera se conocían mínimamente antes de la

132
AHEZ, f.: Notarías, s: Sánchez de Santa Anna, Francisco, c: 1, libro 4, fj. 304f, 1711.
133
La velación se refiere a la ceremonia de imposición del sacramento. Véase MARQUEZ
GARCIA, Rosalba, Matrimonio… pp. 72-81.
88
ceremonia. Hay estudios que plantean incluso, que las relaciones
conyugales no necesariamente debían contener relaciones afectivas
que pudieran derivar en tentaciones, pues "se consideraba que el apego
afectivo posterior al matrimonio era inconveniente, cuando no
indecente".134
Encontramos evidencias, por otra parte, donde las parejas que se
casaban con la voluntad y consentimiento mutuos, no tenían garantía de
armonía conyugal. Hubo casos en que, a poco tiempo de la
cohabitación, los contrayentes se daban cuenta de circunstancias
incómodas o desagradables que habían permanecido desconocidas
hasta que la convivencia diaria las dejaba al descubierto. Sobre ello
encontramos declaraciones como la que hiciera doña Rafaela de Ayala
al describir su relación matrimonial y los
…injuriosos procedimientos con que mi marido me ha
tratado mal casi desde el instante en que contrajo
conmigo; creciendo de día en día tanto su sevicia, cuanto
en él ha echado profundas raíces el abominable vicio de
la embriaguez de que está poseído, en tanto grado que
bebiendo con exceso todos los días, y a todas horas
como es notorio en esta ciudad... me amaga con la
muerte y muchas ocasiones me ha puesto casi en los
umbrales de ella con golpes, palos y pedradas...135

A razón de éste, y otros ejemplos similares, podemos advertir que


los días de paz de varios matrimonios zacatecanos eran cortos. Esta
situación de desamor instantáneo se va a presentar en la mayoría de los
procesos analizados, en donde podemos afirmar que la violencia
emocional comienza el mismo día de la boda, pues no es difícil imaginar
la intimidación de convivir con un desconocido en toda la extensión de la
palabra. Aunque no hay una denuncia específica por violencia

134
MATTHEWS, S. “El cuerpo, apariencia y sexualidad” en DUBBY, Georges / ARIÉS, Philippe,
Historia de las mujeres, Vol. 5, Madrid, Taurus, 1993, p.102.
135
AGN, Inquisición, Vol. 1224, exp. 2, fj. 119.
89
emocional, todos los procesos que atienden a conflictos conyugales,
contienen elementos de violencia emocional, que son utilizados a favor
de las partes con el propósito de que sean tomados en cuenta por los
jueces en el momento de emitir una sentencia.
La historia de Rafaela de Ayala y su esposo Francisco Marmolejo
está empapada de elementos de discordia, pues el espectáculo que se
desarrollaba entre la pareja iba más allá del espacio familiar, donde los
parientes además de contemplar, intervenían en las acciones de los
cónyuges, sin embargo como relata doña Rafaela
…a más tropelías que casi diariamente acontecen es
concomitante no sólo el escándalo domestico sino
también la novelera concitación del barrio, pues todos los
vecinos se asoman a sus puertas, y ventanas movidos
de los dolorosos clamores que muchas veces he dado
hecha barredero de mi casa, y arrastrada por mi marido
de los cabellos en el suelo ... sería hacer fastidiosa esta
narración si me propusiera por objeto de ella referir en
especie a toma todos y cada uno de los agravios que se
han inferido en el discurso de mi matrimonio...136

En esta narración se observa la difícil tarea de ocultar la violencia


conyugal y un cierto límite tolerable tanto por la pareja, como por la
familia y los vecinos. Sin dejar de señalar, que había ocasiones en que
ésta violencia podía ser ocultada, como expresó Rafaela de Ayala
137
"pasando en silencio el martirio continuo".
Si consideramos que esta última declaración de nuestra
protagonista tenía eco en gran parte de las mujeres zacatecanas,
podemos evidenciar que las mujeres tenían pocas posibilidades de
expresar su disgusto sobre las acciones de sus maridos. Sin embargo,
hubo quienes como doña Rafaela rompieron el patrón, aunque
difícilmente encontró atención por parte de las autoridades, a quienes

136
AGN, Inquisición, Vol. 1224, exp. 2, fj. 119v-120.
137
AGN, Inquisición, Vol. 1224, exp. 2, fj. 119v.
90
tuvo que acudir en multitud de ocasiones hasta que por fin le dieron
cause a su denuncia. Como ella misma afirma "se han visto con no se
que especie de desprecio en otras ocasiones".138
No era difícil que una mujer pudiera acudir ante un juez y
denunciar cualquier tipo de abuso, pero ¿a cuántas les pasaría lo mismo
que a doña Rafaela, y cuántas persistieron en su afán de ser oídas? Los
documentos no permiten responder esta pregunta, pero sí dejan
observar que estos comportamientos eran vistos por los jueces como
normales dentro del espacio matrimonial, incitando al demandante a
volver a su hogar, con resignación y sumisión a continuar su vida
139
maridable como la había llevado.
Estas denuncias no son privativas de las mujeres, y según
nuestros datos documentales tampoco respondían a un grupo social
específico, pues todos participan de algún proceso semejante. Lo que
es pertinente diferenciar es el grado de conocimiento que expresan los
demandantes a la hora de defender su posición, como lo hiciera doña
Rafaela al definir su situación matrimonial "o por mejor decir
servidumbre pharaonica".140
La vida o cohabitación indeseada o accidentada también existió
para los hombres, como lo expresó Juan Joseph de Arena hacia 1770,
quien se casó con María Gertrudís Balbuena, al indicar que después de
su matrimonio y habiendo pasado en él una vida quieta durante tres
meses, de alguna forma cayó en poder de los familiares de su esposa
un papel que tenía el apunte de la confesión general que hizo antes de

138
AGN, Inquisición, Vol. 1224, exp. 2, fj. 120f.
139
Esta actitud también la observa Lipsett-Rivera, para el caso de México, no sólo en las
autoridades, sino como componente esencial de una cultura en función de la patria potestad, pp.
325-340.
140
AGN, Inquisición, Vol. 1224, exp. 2, fj. 120f.

91
celebrarse el dicho matrimonio y con malicia lo hicieron “tan público” con
lo cual se provocó un mal emocional en función del descrédito que le
ocasionó el que todo mundo se enterara de sus pecados por una parte,
y por otra, el estado de ánimo que le ocasionaba, a decir de él mismo,
“estar de arrimado” al no tener una casa propia.141
Esta declaración, junto con otros casos, hacen evidente lo que
siempre y cuando el anonimato o encubrimiento de los pecados no
dejaran emerger a la superficie comportamientos incorrectos, éstos
seguirían tolerándose tanto por los actores, como por aquellos que
tenían conocimiento de ellos, y no lo denunciaban en virtud de que, de
hacerlo, se convertía en un atentado contra “las buenas costumbres y el
ideal del sacramento matrimonial”.
El sistema de valores que privaba en la época colonial defendía la
importancia de la vida íntima, que no debía hacerse del dominio público,
pero que al igual que la legislación difería en mucho de la realidad.
Lipsett-Rivera hace un análisis por demás interesante donde se
observa como los hombres también denunciaban en función de una vida
insufrible, pero más que enfocarse a los malos tratos, se enfrentaban
con la violencia emocional.
Hemos mencionado como las amenazas jugaron un papel
primordial en el desarrollo de los eventos violentos y con ellas el temor
que propiciaba una violencia emocional considerable. Esto se aprecia
puntualmente en las denuncias que tratan de casos en que la persona
contra quien se ejerce la violencia emocional actuaba contra su
voluntad incitada por el temor, como muestra la declaración siguiente:
…que sabe que de propósito la hace sentar a la puerta
de dicho aposento, y el dicho su marido se pone detrás
de dicha puerta, a atisbar si alguno le habla, para con

141
AGN, Inquisición, Vol. 1179, exp. 23, fj. 245.
92
este motivo maltratarla, no porque la dicha Salvadora le
haya dado motivo suficiente para ello…142

Pero no es el único caso que encontramos en que se


quebranta la voluntad del cónyuge. Encontramos el testimonio de
Leonsio Juárez, quien afirmó tener conocimiento de una mujer que
vivía siempre sujeta del miedo a causa de las continuas amenazas de
su marido. Por lo cual ella, llevada por el temor, no denunciaba a su
agresor. Recordemos que el miedo es uno de los elementos de
violencia manejados en las definiciones de violencia en capítulos
precedentes.143
Todos los tipos de violencia que hemos analizado dejan ver la
importancia de la apariencia para el “bienestar” social de las familias
aunque esto conllevara un ataque a la autoestima y estabilidad
emocional de las personas.

Violaciones a los preceptos del sacramento matrimonial.


Un segundo aspecto se enfoca a las violaciones del precepto
sacramental del matrimonio, que atacan directamente las
prescripciones eclesiásticas de unicidad, fidelidad e indisolubilidad. La
violación directa de estos preceptos llevaba consigo un desorden que
afectaba la estabilidad matrimonial, pues daba pie a otros eventos que
degradaban no sólo la institución familiar, sino que afectaban en la
opinión pública y las buenas costumbres, en función de un sistema de
valores y de prácticas lícitas.
Toda falta a los principios esenciales del matrimonio constituye un
delito y un pecado que tienen graves consecuencias. Los preceptos de

142
AHEZ, f: Poder Judicial, s: Criminal, fj. 1f., 1723
143
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 168, 19 Diciembre
1709, fj. 3v.
93
unicidad, fidelidad e indisolubilidad matrimonial, componen las normas
más defendidas por la doctrina cristiana, guía de los comportamientos
sociales del periodo novohispano. De ello se desprende que toda
relación que se presente fuera del matrimonio tenga la connotación de
ilícita, de las cuales la más frecuente, después de realizado el
matrimonio, es el adulterio, pero siempre conviviendo con casos de
bigamia y divorcio.
Gonzalbo nos muestra que las transgresiones presentadas a lo
largo del siglo XVIII van a estar determinadas por diversos factores que
aluden a diferencias de género, calidad y posición social, del entorno
familiar y las circunstancias que acompañaban la vida rural que es
donde se producían los casos más extremos y la situación de
promiscuidad que se registraba en el entorno urbano, todo ello
acompañado de un “sutil, lento pero constante cambio de
144
mentalidad”. De ahí la necesidad de hacer una evaluación de las
características propias de los eventos presentados en la ciudad de
Zacatecas y los pueblos circunvecinos.
El periodo colonial, aún y con sus muchas transgresiones, es una
muestra de fuerte interiorización de los preceptos sacramentales del
matrimonio. Es decir, que los preceptos de unicidad, fidelidad e
indisolubilidad que postulaba la Iglesia para el mantenimiento de una
familia van a estar asumidos moralmente como la forma adecuada de
comportamiento comunitario.
Aún cuando existieron transgresores, el sistema cultural en que se
movía la sociedad colonial tenía como único modelo el matrimonio
cristiano, y el respeto a este precepto hacía sentir a los hombres y

144
GONZALBO AIZPURÚ, Pilar, “Violencia y discordia…, p. 238.
94
mujeres la obligación y deber de denunciar cualquier falta contra la
doctrina imperante.
Esta situación permitió que se presentaran muchas denuncias
ante la Inquisición en función de limpiar todo aquello que fuera contra la
fe. Casi siempre eran denuncias presentadas por vecinos, y en algunos
casos por los mismos parientes, que con objeto de hacer “descargo de
su conciencia” acudían a dar razón de todas aquellas prácticas que se
consideraran adversas al orden matrimonial establecido por el discurso
eclesiástico.
Estas denuncias no eran sólo por incurrir en transgresiones a los
preceptos matrimoniales, pero como no es objetivo de este análisis
relacionar los tipos de delitos que en la Inquisición se procesaron,
enfoquemos nuestra atención a los procesos que atendieron
transgresiones al sacramento del matrimonio.

Adulterio.
La posición legal en torno al pecado y delito de adulterio fue tajante
desde los primeros códigos conocidos. En dichos códigos y tratados, la
venganza del agraviado determinaba el castigo, pero es importante
advertir que la mayoría pugnaban que fuera aplicado el castigo sobre
ambos transgresores y no en la persona de uno de ellos perdonando al
otro. Esta actitud ante la infidelidad más que representar un sentimiento
de duelo por la falta de amor era un signo visible de deshonor, y para
recuperarlo hacía necesaria la venganza.145
La Iglesia católica tenía una visión distinta en función de que el
matrimonio, tal y como fue concebido por la doctrina tomista, era la
unión y crecimiento como pareja, y por ende, la venganza estaba

145
PESCADOR, Juan Javier, “Del dicho al hecho…, pp. 374-379
95
descartada del correctivo a aplicar. Además, como ya apuntábamos, el
fin principal de teólogos y autoridades era la conservación de la unidad
familiar y con ello del matrimonio, en ese sentido ¿cómo consentir que el
consorte agraviado cobrara con la vida del otro la falta a la fidelidad,
constituyendo así el fin de la unión?
La Iglesia estableció estrategias con el fin de evitar que los
individuos consintieran ante la fragilidad de la carne y con ello al
deterioro de la célula de la sociedad. Dicha estrategia consistió en crear
una argumentación que legitimara la necesidad de la fidelidad, unicidad
e indisolubilidad del matrimonio en pro de la salvación del alma de los
esposos, de ahí que la infidelidad se proclamara como pecado mortal.146
Debemos recordar, por otra parte, que la propia Iglesia inducía a
callar los casos de adulterio en que el agraviado no tenía noticia de la
afrenta. Vicente Ferrer indicaba, que era mejor evitar el escándalo en
pro de conservar la pureza del alma del agraviado pues al enterarlo se
contribuiría a generar males mayores.147
Si bien es cierto que el precepto de fidelidad fue asumido, también
es cierto que proliferaron relaciones adúlteras que quedaron registradas
a lo largo de todo el período colonial novohispano.148
Por su parte, las leyes seculares no consideraban el adulterio
masculino como delito, a menos que estuviera acompañado de
agresiones físicas o faltas a las obligaciones conyugales. Mientras que
para la Iglesia, al menos en la letra, era causa de divorcio,149 aunque en

146
PESCADOR, Juan Javier, “Del dicho al hecho…, pp. 377-378.
147
FERRER, Vicente, Suma Mora… p. 41.
148
PESCADOR, Juan Javier, “Del dicho al hecho…, pp. 374-379; PITA MOREDA, “Conflictos
familiares…, pp. 341-358.
149
ESCRICHE, Joaquín, Diccionario razonado… p. 206.

96
la práctica los jueces eclesiásticos intentaban por todos los medios que
la mujer perdonara al marido y volvieran a hacer vida maridable.
La acusación de adulterio por parte de la esposa, muchas veces
no tenía repercusiones, en función del discurso cultural en que un
hombre probaba su virilidad a través de la riqueza y de la procreación,
aún fuera del matrimonio, por lo que la denuncia, podía ser considerada,
tan sólo, como un intento de manchar la honorabilidad del acusado por
parte de la mujer, aunque fuera de todos conocido, que lo que se
denunciaba era cierto. Aún y con estas limitaciones ambos consortes
tuvieron la posibilidad de acceder al tribunal eclesiástico y presentar
demandas por adulterio.150
El delito de adulterio, entendido como la relación física que se
establece con persona casada, se presentó en Zacatecas con diferentes
características. Los datos que presentan nuestros documentos permiten
apreciar adulterios tanto de mujeres como de hombres, aunque son más
las denuncias de adulterio presentadas contra hombres. En su mayoría
constituyen adulterios simples en donde uno de los participantes es
casado, pues sólo encontramos un caso de adulterio doble, en donde
ambos son casados y destaca el caso de María de Rentería, que parece
haber consumado el adulterio por vengarse de Francisco Portillo, quien
hizo lo mismo y con muchas mujeres.

Tabla 1: Procesos por adulterio en Zacatecas. Siglo XVIII


NOMBRE DEL NOMBRE DE LA AÑO CARACTERISTICAS DEL PROCESO
INFRACTOR PAREJA ILICITA
Asencio Ruiz Lucrecia Caldera Se inició proceso por bigamia, resultando ser
un ilícito comercio que se encuentra
separado.
Diego de Barrios Juana Carlos 1709 Se inició proceso por adulterio, incesto y
estupro contra entenada, el cual resultó ser
nulo y sentenciada la denunciante por

150
GONZALBO AIZPURÚ, Pilar, “Violencia y discordia…, p. 238.
97
calumnias.
Anastasia Ruiz Antonio de Arteaga 1709 La denuncia presentada por el esposo de
Anastasia dio paso a un proceso que reveló la
mala vida que le daba a Anastasia y la ayuda
que ésta recibió de sus padres. La carta de su
esposa fue determinante para la resolución
del caso, ver anexo 1.
Nicolasa Lujan Antonio Sotelo 1709 Debido a la ausencia del marido y la noticia
de una supuesta muerte se une ilícitamente
con Antonio, quien inicia trámites para su
matrimonio que le es negado. Sentencia para
Antonia de destierro 10 leguas a la redonda
de la ciudad de Zacatecas [Equivalencia
aproximada = 60 Km.]
Feliciano Troncoso María Gertrudis Rivera 1714 Era su cuñada, por lo cual fueron
encarcelados y procesados, pero después la
esposa los perdona y se permite la
habilitación del matrimonio.
Santiago Travito Francisca de Salas 1714 Abusó de ella a los 12 años, siendo esclava
de la esposa del infractor, amenazándola de
muerte si lo acusaba.
Alejandro Gaitán de 1720 Exiliado por adulterio, pide, por medio de su
León hijo, se le permita regresar a la ciudad para
curarse y volver a la cohabitación con su
mujer.
Don Juan Francisco Catalina Gertrudis 1728 Denunciados por su reincidencia, de cuya
de Barcena Muñoz relación tienen un hijo que vive con Juan
Francisco, pero no aclara si vive con la
esposa legítima. Sentencia monetaria.
Baltasar Marín Antonia Figenia 1728 Denuncia puesta por la esposa en función de
que por muchas reconvenciones que ha
hecho no ha podido separar a su marido de la
mala amistad.
Tomas Barcena 1729 Se le manda que vaya a hacer vida con su
mujer e hijos en Sombrerete.
María de Rentería 1730 Contrajo ilícita amistad con un hombre por
hacer lo mismo su marido.
Francisco Portillo Mulata nombrada 1730 En los 2º años que duró separado de su
Theresa esposa tuvo relaciones con varias mujeres,
hostigado de hallarse solo.
Joseph Urbano Elena de la Cruz 1730 Se comprobó adulterio con su entenada de
Segovia más de un año, efectuado sin violencia del
acusado. Sentencia para ambos infractores,
uno por el adulterio e incesto, y la otra por
faltas al respeto de los sacramentos y a su
madre.
Carlos Luis Anastacia Pascuala 1731 Sólo denuncia presentada por persona celosa
de la honra de Dios.
Lorenzo Exipciaco María de los Dolores 1731 La acusación se presentó como parte de la
demanda de divorcio presentada por su
esposa, puesto que Maria es su hermana,
además de que Lorenzo también intentó
cometerlo con otra hermana y con su suegra.
La declaración hecha por la esposa fue
negada por los testigos. Caso inconcluso
Bernardino de Estrada Beatriz Rubalcaba 1732 Parte de demanda de divorcio que además

98
agrega no asiste con lo necesario a su
esposa, quien se muda con un hijo para
sobrevivir.
Juana Lucrecia Gaspar de los Reyes 1736 5 años de adulterio que las autoridades
locales han podido deshacer.
Juan Bautista Bona María Dorotea Pérez 1744 Casado ultramarino
Simón Mayorga Ana Francisca 1747 Información para iniciar investigación.
Esteban Bonilla Petra Navarro 1751 Debido a estar en días de piedad y
misericordia y los ruegos de la esposa se deja
en libertad sin conclusión del proceso.
Francisco Calderón María Josepha de 1753 El padre de María presentó denuncia por
Mora estupro, el cual desmintió Francisco y deja ver
el trato que daba a las mujeres que visitaban
su tienda, pero la declaración de María ratifica
la denuncia y agrega que fue amenazada con
cuchillo para condescender. Caso inconcluso.
Pedro Joseph de la María de Guadalupe 1753 Fue preso en el momento que estupraba a su
Asumpsión hija por el Alcalde del pueblo de Chepinque,
se recibieron declaraciones, pero no presenta
sentencia.
Vicente Toribio Antonia Bermúdez 1754 Se determinó que por ser una acusación
Rodríguez infundada debía castigarse a la esposa y
testigos.
Joseph Ortega Rita Josepha Román 1754 Información para iniciar investigación.
y Cárdenas
Pedro de Chavarría 1754 Como parte de demanda de divorcio se
presenta información sobre varias relaciones
ilícitas del acusado, además de la mala vida
dada a su mujer. Caso inconcluso.
Antonia de Lares Luis Rangel 1758 La investigación indica falsedad de la
acusación, pues la mujer abandona al marido
sin acompañante.
Juana Cachero Xavier el mejicano 1765 La investigación indica la falsedad de la
acusación y la mujer demanda al marido por
el mismo delito.
José Antonio Dena María Guadalupe 1775 Sentencia de destierro por 4 años y divorcio.
Vergara
Joseph Matías de Juana Ignacia 1778 Muere la pareja ilícita y solicita le sean
Olague Gertrudis Velásquez entregados sus hijos, quienes van a vivir con
la esposa.
Francisco Marmolejo Esclava mulata 1781 El adulterio se comete bajo el mismo techo de
(nombre desconocido) la esposa, quien denuncia, además, malos
tratos.
Manuel Morales Juana de la Rosa de 1794 Ambos son casados. Inicio de la
Jesús investigación.
José Antonio Rivera Paula Rona 1797 Encarcelado por reincidencia en su delito.
151
Fuente: Elaborado con información del Archivo General de la Nación.

151
AGN, Inquisición, Vol. 1224, exp. 2, fj. 119-125; Vol. 1323, exp. 3, fj. 1-3. AHEZ, Fondo:
Poder Judicial, s. Criminal, 7 Mayo 1714, fj. 45; 7 Enero 1720, fj. 5; 6 Junio 1732, fj. 9; 19, Abril
1736, fj. 43; 16 Diciembre 1744, fj. 13; 13 Abril 1747, fj. 9; 31 Agosto 1758, fj. 5; 1 Junio 1778, fj.
5; s: Civil, 9 Noviembre 1797, fj. 1; Serie: Civil, 11 Junio 1765, fj. 1; 21 Enero 1794, fj. 1f. APZ,
Sección Disciplinar, s. Procesos, ss. Eclesiásticos, c. 167, 21 Enero 1709; 20 Febrero, 1709; 6 Abril
1709; c. 168, 15 Junio 1712, f. 15f.; 26 Marzo 1714, f. 1f; 22 Abril 1728, fj. 47f; 30 Octubre 1728,
99
En nuestra investigación encontramos muchos casos de adulterio,
de ellos damos razón en el cuadro anterior, pero sólo consideramos
analizar los casos excepcionales o mencionar uno, como representativo
de casos similares.
Dentro de una casa podían cohabitar parejas que no pertenecían
a un matrimonio, siendo este tipo de relaciones -a todas luces
prohibidas- las que daban pie a inquietar la tranquilidad de la población,
propiciando el comienzo de una investigación que permitiera descubrir el
tipo de trasgresión en que incurrían los participantes de estas relaciones
ilícitas.152
Al momento de la conquista los nuevos habitantes del territorio
recién descubierto establecían, sin ningún tipo de remordimiento,
relaciones ilícitas con las mujeres que habitaban en estos lugares, dado
que al salir de España habían dejado atrás todo lo que tenían,
incluyendo - si existía- una familia.
Los trabajos emprendidos para lograr el equilibrio en los procesos
matrimoniales de los recién descubiertos, se van a fortificar aún más con
los postulados tridentinos en materia matrimonial, de tal forma que para
el siglo XVIII se tenía una normatividad bien fundamentada, la cual se
había enseñado lo suficiente tanto a indígenas, castas y peninsulares de
forma que tuvieran la capacidad de seguir dichos postulados como todo
buen cristiano. Sin embargo estas prácticas no desaparecieron, sino que
mudaron en su aplicación, pues ahora se presentaban encubiertas.

fj. 99f; 26 Abril 1729, fj. 6f; 26 Septiembre 1730; fj. 6f; c. 169, 4 Agosto 1730, fj. 63f; 23 Enero
1731, fj.13; 3 Abril 1751, fj.16; 29 Marzo 1753, fj. 64; 17 Abril 1753, fj.69; 8 Septiembre 1754, fj.
99; 9 Septiembre 1754, fj. 104; 10 Septiembre 1754, fj.109.
152
Ver PESCADOR, Juan Javier, “Del dicho al hecho…, pp. 373-387, PITA MOREDA,
“Conflictos familiares…, pp. 341-358, SEED, “Amar, honrar...

100
Una gran limitante para el estudio de estos procesos es la falta de
denuncias de estos acontecimientos. Zacatecas tenía grandes
similitudes con el resto del territorio hispano de la época, en donde la
mayor parte de estos eventos se presentaba entre individuos
desiguales. Encontramos varios casos de relaciones adulteras del señor
con sus esclavas, si bien es cierto que esta era una práctica cubierta por
la costumbre, también lo es el que no era frenada debido al miedo que
sobre las sirvientas se ejercía.
Contamos con denuncias que alrededor del siglo XVIII se
presentaron, por los dueños de esclavas, que denunciaban el abuso
cometido por sus antiguos dueños, las cuales argumentaban que eran
pretendidas por los susodichos y forzándolas a mantener relaciones con
ellos las amenazaban de muerte si lo comentaban, con la intención de
que no llegara a oídos de sus esposas.153
Pero había casos en que la pasión de las relaciones ilícitas y el
descaro de los infractores llegaban al punto de que, además de que se
cometía el adulterio bajo el mismo techo de los cónyuges, éste se hacía
tan público que la esposa tenía que pasar por vergüenza o humillación
al darse cuenta que del mismo género textil se le había aprovisionado a
ella y a la amante.
...con tanto descaro que si daba una pieza de Bretaña,
pongo por ejemplo, con la mitad de ella había de hacer
su adultera camisa y con la otra mitad yo observando
detestable uniformidad a expensas de mi pena de
armador, zapatos y demás...154

El delito de adulterio no parecía afectar en mucho a la pareja en


tanto que su cónyuge no faltara en el hogar con lo necesario, como ya lo

153
AHEZ, f: Poder judicial, s: Criminal, fj. 1, 1714.
154
AGN, Inquisición, Vol. 1224, exp. 2, fj. 119.

101
hemos mencionado antes, Podría decirse que la moda europea, si es
que así lo podemos llamar, se manifestaba en estas actitudes en cuanto
a lo que nos dice la Marquesa de Halifax a finales del siglo XVII "no veas
ni prestes oídos a esto... ya que una queja tan indecente hace a una
esposa mucho más ridícula que la falta que la provocó".155
La apariencia, característica de la sociedad colonial zacatecana,
permitió este tipo de comportamientos, en donde las damas guardaban
su posición de señoras, dueñas de sus maridos y sus propiedades, de
ahí que toleraban las libertades del marido. No así cuando implicaba
connotaciones y faltas de otro tipo, ya sean faltas económicas, agresión
física, emocional o sexual. Ver anexo 3.
Pero esta situación también tenía un límite, pues cuando la
relación era tan pública, provocaba el ridículo de la esposa, lo cual es
poco probable que fuera soportado, dándose ocasión a una denuncia
como lo hiciera María Josepha de Herrera. El descaro de su esposo en
su ilícito comercio con Paula Rona llegó a tal grado que "le prendieron,
en compañía de su concubina, por haberlos hallado en ese sitio llamado
de la Peñuela aún en el mismo acto carnal según tuve noticia",156 y aún
cuando se vieron ambos en prisión, ya libres volvían a su ilícita amistad,
provocando con ello que el dicho José Andrés Rivera despreciara las
obligaciones que como responsable de la familia debería asumir. El
maltrato y falta de lo necesario provocaron que la demandante trabajara
en compañía de sus hijos para lograr el sustento. Es entendible el grado
de dramatismo encontrado en las denuncias, si contemplamos que el
adulterio masculino en sí no era contemplado como delito, sólo cuando
era acompañado de faltas económicas y faltas al deber conyugal.

155
Citado por STONE, Lawrence, Familia, sexo y matrimonio…, p. 255.
156
AHEZ, f: Poder Judicial, s: Civil, fj. 2f, 1797.
102
Los adúlteros no pasaban desapercibidos en una sociedad en que
el mínimo movimiento era observado, escuchado y divulgado por los
demás. Pero, por otra parte la mujer que denunciaba el adulterio
difícilmente podía enfrentar al marido y exigir su derecho, pues en
materia jurídica este delito era de muy difícil prueba:
… como es de muy difícil prueba, porque los adúlteros
ponen mucho cuidado en ocultarse, puede probarse
también por vehementes sospechas….157

Otra figura que las autoridades eclesiásticas combatieron por


considerarlas relaciones ilícitas fue el amasiato o concubinato,158
consistente en la unión de dos personas sin que éstas hayan
oficializado su unión por medio de la ceremonia religiosa.
Concubinato, amasiato y adulterio se consideraban lo mismo, y
esto se aprecia, no sólo en los procesos que hemos analizado, sino
también en catecismos y manuales de confesores. En la época colonial,
se consideraba que el adulterio contenía todas las características
relativas a la lujuria y la concupiscencia, lo mismo que el amasiato, pues
las uniones así registradas no habían sido bendecidas a través del
sacramento.
En nuestra búsqueda, encontramos disposiciones episcopales
instando a los párrocos para que hicieran hincapié en sus sermones, de
la importancia del sacramento del matrimonio, puesto que el amasiato o
concubinato era bastante frecuente en la sociedad zacatecana. A través
de la predicación y con avisos en los lugares acostumbrados se instaba
no sólo a las parejas a legalizar su unión, también se instaba a los
vecinos para que denunciaran si tenían conocimiento de éstos. Una vez

157
ESRICHE, Joaquín (ed.) Diccionario razonado…., p. 22.
158
Concubinato es el trato y comunicación ilícita de hombre con mujer y lo mismo que
amancebamiento. Diccionario de Autoridades...
103
hechas las averiguaciones, y en ocasiones corrían las amonestaciones,
salían a relucir muchos secretos en función de compromisos y
matrimonios antes contraídos. Ver anexo 4. Lo anterior sólo en aquellos
que sí intentaban legalizar su situación, pero la gran mayoría hacía caso
omiso.
La continua movilidad de la población zacatecana facilitaba la
tarea de ocultar una relación ilegítima, pues quienes estaban en esta
condición, hallaban favorable la residencia o el establecimiento fijo en un
territorio alejado de su antigua habitación. De ahí que parejas adúlteras
podían establecerse cómodamente y afirmar un estado matrimonial, con
todas sus circunstancias, sin que en realidad existiera, como sucedió
con Asencio Ruiz y Lucrecia Caldera, quienes se avecindaron en la
Hacienda de la Encarnación "expresando que eran casados, así por el
respeto de su padre de ella, como por vivir más seguros en su ilícito
trato".159
Esta movilidad provocó a lo largo del periodo colonial que en
Zacatecas hubiera gran cantidad de mujeres cuyos esposos estaban a
distancias enormes, y que por lo general no mantenían ninguna
comunicación con sus esposas.160 Lo que propiciaba la sospecha de
que hubieran muerto, pero si no se tenía prueba contundente de ello, la
mujer no podía contraer segundas nupcias. Una opción para subsistir la
encontraban las mujeres abandonadas, también en la emigración, en
donde no sólo encontraran trabajo o formas de subsistencia, sino
también la posibilidad de iniciar otra relación, sin que la presión vecinal
se lo impidiera, como ocurrió con Ma. Josepha Pineda Morales y

159
AGN, Inquisición, Vol. 1323, exp. 3, fj.1.
160
Esta situación también la observa RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, Pablo, para el caso de la zona
minera de Colombia, siendo la movilidad un mal necesario para la búsqueda de subsistencia la que
104
Gertrudis Lamas, a quienes se les siguió proceso por dos veces
casadas. Desarrollaremos más este tema, cuando abordemos la
bigamia.
Algunas mujeres no soportaban el sistema de comportamiento
impuesto, pues significaba, como lo hemos afirmado anteriormente, la
total indefensión y sujeción a una figura masculina que no tenían la
certeza de que aún existiera ante la falta de noticia o envío de
recursos por parte del marido. Pero también hubo casos en qué, la
convivencia generaba un sentimiento de rechazo que concluía en
abandono y al ser conminados a volverse a unir en función del lazo
matrimonial, se rehusaban alegando que el regreso a la convivencia
degeneraría en un daño al espíritu cristiano.
Veamos el caso de doña Margarita de Estrada y Palerizuela,
quien después de veinte años de separación voluntaria con su esposo
don Juan Antonio Villarzaes Campo Verde, ante la insistencia del juez
eclesiástico de que se volvieran a unir, declaró que no desea la
reunión con su marido y para ello se valía de patentar la vida que no
toleraba, alegando “conforme a derecho” no estar de acuerdo en
volver a la “intolerable crueldad y malos tratamientos que me hizo en
el Real y Minas de Guanajuato” donde por cierto “disipó todos los
bienes que lleve al matrimonio y cuando ya no tenia me obligaba con
rigor a buscarle qué gastar y para comer que era lo mismo que
prostituirme tácitamente”.161 Este alegato es muy significativo, pues
reúne elementos legislativos básicos que sustentaban una demanda

provocaba el abandono de muchas mujeres y la posibilidad de que ambos consortes se vieran


tentados a transgredir su voto de fidelidad matrimonial, “Una manera difícil…, pp. 309-324.
161
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 169, 6 Febrero 1730,
fj. 12v.
105
de divorcio, pero que no por ello eran causa de una determinación
favorable por parte de los jueces.
Margarita de Estada advertía que su caso ya había sido
considerado por parte del Visitador del Obispado de Michoacán, quien
había sido informado de la situación, y había considerado suficientes
los motivos para que continuaran separados, pero los jueces
eclesiásticos de la ciudad, la conminaban a aclarar su situación legal a
través de un juicio, pues, la postura del Visitador, sólo podría
considerarse como una opinión, mientras no hubiera una sentencia
judicial.
Margarita de Estada “con todo respeto” les dice a los señores
jueces que ya no puede volverse a tratar el asunto en juicio en vista de
que el Visitador le había dicho que su separación era legal. Sin
embargo, los jueces consideraron que este era uno de los puntos
débiles de su argumento, pues recibe como respuesta lo siguiente:
...no ser admisible la exepción que opone de haber
entendido en su separación el señor visitar... quien sin
audiencia de dicho Villarzan no pudo dar sentencia de
divorcio verificándose el no haberla dado con no
presentar testimonio de ella dicha Doña Margarita ni
menos la de no deberse proceder de oficio a su reunión
como expresa en su escrito de que se infiere intenta
seguir demanda de divorcio contra dicho su marido...162

Después de está determinación se mandó que Juan Antonio


Villarzaes Campo Verde hiciera vida maridable con Margarita de
Estrada y que terminara con su ilícito comercio con otra mujer,
debiéndose separar de ella y unirse con Margarita de Estada, o bien
proceder con un juicio de divorcio agotando las instancias eclesiásticas.

162
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 169, 6 Febrero 1730,
fj. 14v.
106
Es decir, o se unía con su legítima esposa, o presentaba acta de
divorcio.
El adulterio también podía tener un factor económico, pues
encontramos mujeres carentes de recursos que encontraban en las
relaciones ilícitas un medio de subsistencia voluntaria o
involuntariamente.
María Dorotea Pérez hacia 1744, declaraba haber tenido una
relación adúltera en Puebla, con Juan Bautista Bona, español casado en
la Península, y aunque ya había terminado la relación, Juan Bautista
seguía manteniéndola económicamente en la ciudad de Puebla. María
Dorotea Pérez acudió a las autoridades para que impidieran que su
madre, residente en Zacatecas, pudiera reclamar, a través de la patria
potestad, su regreso, argumentando que de volver, su madre podría
llevarla a la prostitución. En el documento se asienta de la siguiente
manera:
…al regresar a su tierra teme recaer o bien ser expuesta
por su madre a la prostitución. Por ello hace alusión a la
frase que dice ser lícito al hijo de familia el dejar la
obediencia de su padre cuando tiene riesgo inminente de
perder su alma.163

Nos encontramos con una argumentación interesante, en donde,


se puede contradecir el derecho de patria potestad a través de un
discurso de defensa de los valores cristianos.
La oposición de los padres también podía degenerar en relaciones
adúlteras.
Como es el caso de Juan Francisco Barcena, que ante la negación
paterna se vio obligado a, mediante engaños, continuar con una

163
AHEZ, f: Poder Judicial, s: Criminal, 1744.
107
relación, que pudo, en un inicio, culminar como lícita. Sin embargo, y
debido al disenso, concluyó en adulterio.
Los padres de Juan Francisco Barcena interpusieron demanda de
disenso para impedir la unión de su hijo con Catalina Gertrudis Muñoz,
mujer de menor calidad, proceso que ganaron los padres. Al verse
impedido Juan Francisco Barcena de unirse en matrimonio legal, buscó
una solución, siendo ésta, el casar Catalina Gertrudis Muñoz con su
sirviente, y así cubrir las apariencias. Barcena, de esta manera, podía
acudir al domicilio conyugal de Catalina Gertrudis Muñoz con
164
consentimiento del marido y seguir su relación.
Pero es de suponer que alguien que se convertía en cómplice de
estos actos, podía ser castigado al descubrirse el engaño, entendiendo
con ello que quien mantenía una relación ilícita de este tipo accedía a
costearlo. Debemos añadir, además que la obligación de proveer lo
necesario al hogar recaía en quien era el marido legítimo, aunque en la
realidad todos estos gastos eran sufragados por la pareja ilícita.
Muchos son los casos de adulterio que pudimos encontrar, lo que
nos induce a pensar en un desprecio a uno de los preceptos más
importantes de la tradición matrimonial eclesiástica, la fidelidad. Otro
indicador es la extendida práctica de incluir a los hijos naturales en los
testamentos, no son pocos los casos en que mujeres y hombres hacen
referencia a los frutos de sus relaciones ilícitas, aunque indican en
varios casos haberlos tenidos con mujeres solteras.
También encontramos casos en que los hijos naturales son
llevados a habitar dentro del matrimonio legítimo, en caso de

164
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 168, 30 Octubre 1728,
fj. 99f.
108
fallecimiento de la madre o porque el padre los reclama para sí, siendo
educados por la esposa legítima.165
El caso ya referido de Juan Francisco Barcena nos lo ejemplifica.
Barcena confiesa y declara tener un hijo de su amante viviendo con él.
A través de los casos analizados nos parece confirmar nuestra
hipótesis de que la mujer, aceptaba los extravíos del marido siempre y
cuando no provocaran la vergüenza pública y sus intereses económicos,
pues el vínculo matrimonial, en muchos casos, representaba más una
alianza entre familias que una sujeción de amor.166 (Ver anexo 5)
Con lo hasta aquí expuesto, parecería que sólo eran justificados
los adulterios masculinos, pero incluso las mujeres podían estar libres
de castigo si el marido las perdonaba con el afán de evitar el escándalo,
los hombres también tenían que callar y tolerar para proteger su
integridad moral167 aun y cuando fueran abandonados por sus mujeres.
Referiremos enseguida un caso en que una mujer se alejó de su
lugar habitual de residencia con tal de no tener que soportar el estado
matrimonial, ella es Regina Díaz, que se fue a un rancho de Puebla
donde se mantenía arrimada168 “con toda clausura y recogimiento”
trabajando y ganando para vivir, pues su marido nunca le había
proporcionado los elementos de sustento y vestido.

165
AGN, Inquisición, Vol. 781, exp. 40, fj. 481-500.
166
KEMPER, Robert, “Desde Colón hasta el colonialismo: Reflexiones a cerca de los cambios en las
instituciones sociales en América” en OCHOA, L. (ed.) Conquista, transculturación y mestizaje: raíz y
origen de México, México, UNAM, 1995, pp. 23-38.
167
GONZALBO AIZPURÚ, “Violencia y discordia…, p.248.
168
En el lenguaje de la época, podemos entender “arrimada” como sinónimo de “alojada”. Sin
embargo, encontramos diferentes acepciones para esta palabra cuya significación puede parecer
opuesta. La primera acepción que referiremos dice así: ARRIMAR: “Dejar para siempre y como
abandonar, y olvidar lo que antes se hacía, o el ejercicio, empleo y ministerio en que uno se
ocupaba, entretenía y trataba: y así se dice fulano arrimó los libros, arrimó las armas etc.” // La
segunda acepción dice ARRIMARSE: Metafóricamente es allegarse a alguno, valerse de su
patrocinio y autoridad para aprovecharse de su favor y amparo. Diccionario de Autoridades… Con
lo cual una y otra acepción al cambiar de significado, también hacen variar la interpretación del
documento referido.
109
Regina Díaz se rebeló al rechazar el estado de hambre y
desnudes con que se encontraba debido al ocio de su marido. Después
de abandonarlo 8 años, la única vez que éste hizo el intento de
comunicarse con ella fue para pedirle que le socorriera con algo, lo que
confirmaba para Regina Díaz la pereza y vagancia como características
de su cónyuge. Al ser conminada por los jueces para que regresara con
su marido, ella alegó, que no era por mantener el estado puro del
matrimonio por lo que su marido pedía su regreso, sino por seguir
viviendo a expensas de ella.169
Hemos de precisar que el marido de Regina Díaz, acudió a los
tribunales eclesiásticos acusándola de ilícita amistad, para obligarla a
regresar, haciendo uso del sistema judicial. Aunque la acusación fue
falsa, el sistema funcionó, y Regina hubo de rendir cuentas y exponer la
ociosidad de su esposo, como motivo de separación.
Hubo otras que reclamaban igualdad de justicia y protección, entre
ellas estuvo Águeda Vásquez de Mercado, española, vecina de esta
ciudad, quien recurrió a solicitar el auxilio eclesiástico en virtud de las
amenazas de muerte hechas por el marido. Al parecer, ella le había
reclamado el adulterio que había cometido, y éste respondió que era un
falso testimonio levantado por celos, y en función de la falsedad, si
seguía acusándolo, habría de darle muerte al atentar contra su
honorabilidad.
Águeda Vásquez de Mercado al ser instada a que regresara a su
vida conyugal, expuso que no habría de ponerse en manos de él y
manifestó el deseo de permanecer en el depósito que le asignó del juez
eclesiástico. Así se expone en el documento:

169
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 169, 6 Junio 1730, fj.
27f.
110
...le suplico mirándome equitativamente y en punto de
justicia como distributiva se sirva aunque mi marido lo
intente negarse a entregarme con él pues aunque
siempre lo intente renuente yo no lo ejecutare por el
riesgo que amenaza a mi pobre vida y debo conservar
hasta que mi creador como quien puede me la quite...170

El alegato de muchos hombres ante la solicitud de separación por


parte de sus esposas era que ellas deseaban vivir fuera de la sujeción,
en estado libre. Pero, como en el ejemplo anterior, hubo mujeres que
solicitaban la separación, no obstante que ésta significara vivir en
depósito toda su vida, es decir, en un encierro diferente, con tal de
librarse de la obligación de vivir con su cónyuge.
Los documentos dejan ver que pocas veces eran atendidas las
solicitudes de separación, pero son prueba de las posibilidades de
expresión que tenían las mujeres, constituyéndose estos procesos como
escenarios en donde se expresaban las formas de resistencia al
modelo de mujer y esposa ideal.
Sin lugar a dudas hay casos en que la buena fortuna favorece al
trabajo de investigación, al presentar casos completos en donde es
posible dar seguimiento a diferentes aspectos y alcanzar diferentes
objetivos a través del propio documento. Este es el caso del proceso
seguido por Francisco Portillo y María de Rentería,171 españoles,
vecinos de Zacatecas, quienes vivieron separados más de veinte años,
aunque tuvieron intervalos de unión varias veces en que “cumplieron
con la obligación de casados”.
La separación fue originada por la relación adúltera de Portillo con
una mulata llamada Theresa, con quien tuvo una hija. Y porque no

170
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 168, 11 Enero1720, fj.
1v.
171
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 169, 26 Septiembre
1730, fj. 76f
111
suministraba lo necesario para el mantenimiento de su hogar. Según
declaración de María de Rentería, ella había aportado el capital
necesario para establecer una tienda y lo poco que ganaba con la
tienda, no le alcanzaba para mantener a su amante y a su familia
legítima. Por lo que se generaban continuas separaciones e intentos de
reunión.
Francisco Portillo declaró que era verdad que maltrataba a María
de Rentería, pero que él no la había amenazado para que se casara con
él. Portillo aceptó “haberla amarrado una noche con motivo de que
habiendo pedidole licencia para ir a una parte, la encontró en otra, de
que entro en sospecha y más habiéndola cogido disfrazada”. Pero negó
que su esposa lo haya mantenido, y que él haya disipado bienes de su
mujer, y también negó que María de Rentería le haya puesto tienda,
A lo largo del proceso surgen datos que advierten sobre la
liviandad de Portillo, quien declaró que “tuvo actos con varias mujeres,
hostigado de hallarse solo”. Pero lo interesante es que María en su
declaración afirmó “que contrajo ilícita amistad con un hombre, por
hacer lo mismo su marido con una mulata y porque no la acudía con lo
necesario”. Recordemos que el adulterio de la mujer era tenido como
delito, mientras que por lo general el del hombre era tenido como
normal.
Cuando había separación por motivos justos las mujeres, como ya
lo hemos mencionado, debían recurrir al depósito, pero el caso de María
de Rentería no fue así, sino que aceptó gozar de la libertad,
aprovechando la separación matrimonial, elemento que fue utilizado en
contra de María durante el proceso.

112
Al señalarle su mal comportamiento, ella declaró que se casó sin
voluntad y con ello “no le ha tenido amor a su marido, que es de
intrépido genio y que jamás se ha sujetado a él...”.172
El proceso duró tres años. María se mantuvo firme en su postura
de lo que ahora llamaríamos “equidad de género”. Somos conscientes
de lo peligroso de usar este término para la época, pero lo
consideramos adecuado para ilustrar el pensamiento de María, quien se
mantuvo firme en su litis, aunque la resolución del proceso, le exigía
regresar a la vida matrimonial al lado de su marido.
Al enterarse de la resolución, desfavorable para ella, no le quedó
otro recurso que quejarse y advertirles a los jueces sobre lo equivocado
de la misma.
Evidenciada su pobreza y la imposibilidad de apelación advierte
que no considera que la unión sea la mejor decisión por ser un
matrimonio al que no entró de forma voluntaria y ello degeneraría en la
pérdida del alma y de la vida teniendo en cuenta que en otro caso
similar de la Ciudad de México, al regresar la mujer con el marido, éste
le quitó la vida por lo que María de Rentaría expresa en su defensa:
…habiendo pedido con titulo de religión en la Ciudad de
México un marido que se le entregase a su mujer que se
hallaba en un recogimiento, habiéndola entregado in
continenti le quito la vida, como fue público en la ciudad
de México y a este ejemplar no dudo ejecutará lo mismo
conmigo Francisco…173

María de Rentería expuso, además, el papel que jugaría como


cómplice de un concubinato y adulterio que ella sabe mantiene su
marido y que aún así se le obliga a vivir en su compañía, lo cual sólo

172
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 169, 26 Septiembre
1730, fj. 79v
173
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 169, 26 Septiembre
1730, fj. 80v
113
generaría la posibilidad de “pecar por el odio que me tiene, y yo de
tolerarlo por mi ciega obediencia con peligro inminente de nuestras
vidas y de nuestras almas”.
Otro proceso de adulterio lo encontramos en el caso de Luisa de
la Cruz, vecina de la Veta, cuyo esposo, Carlos Luis, mantuvo una
relación adultera con Anastasia Pascuala a quien tenía avecindada en
Zacatecas. Se les había reconvenido por “primera, segunda y tercera
vez” a que abandonaran dicho comercio, pero ellos no habían querido
separarse. Y en palabras de Luisa de la Cruz, “más bien viven con
mayor ceguedad”. Carlos Luis, envalentonado, decía que todo se podía
pagar con dinero, incluso la justicia secular y eclesiástica para seguir en
su adulterio:
…dice con osadía que como no le falte salud, ni dinero
para los curas y para la justicia secular; que no le
apartará ni el mismo demonio de la amistad de su
manceba, que qué cosa hay que no se componga con
dineros…174

No todos los procesos de denuncia tenían como consecuencia el


castigo y la corrección del infractor, tampoco podemos dar por sentado
que todas las acusaciones resultaron ser ciertas, pues por lo menos tres
acusaciones por adulterio, incesto y estupro tuvieron una sentencia por
calumnias, es decir que los acusadores recibieron un castigo por las
calumnias hechas a los procesados, como queda ilustrado en la tabla 1.
La condición de clase y las circunstancias económicas marcaban
pautas de comportamiento, en donde aún y cuando existiera el adulterio,
no era de público dominio, o por lo menos, no lo encontramos reflejado
en nuestra búsqueda en los archivos consultados. Posiblemente la falta

174
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 169,23 Enero 1731, fj.
13v.

114
de información se deba a que su posición de élite, les permitía ocultar
relaciones ilícitas, o cuando menos mantenerlos alejados de los
tribunales eclesiásticos y seculares, aunque algún vecino tuviera
conocimiento de éstas.
Aun con la escasez de expedientes que muestren casos de estos
personajes en los tribunales eclesiásticos y seculares, contamos con un
proceso en el cual doña María Josefa Bravo y Acuña, solicita la
separación del matrimonio que tiene contraído con Pedro de Chavarría,
de donde se puede apreciar como los malos tratos, la infidelidad y todos
los puntos reprochables al comportamiento de los casados también se
vivieron en las familias prestigiadas de Zacatecas. Lo que encontramos
como diferente en los procesos es la manera de referirse a los actores.
Esto se aprecia cuando don Pedro de Chavarría se dirige expresamente
al “Ilustrísimo Reverendísimo Señor Doctor don Fray Francisco de San
Buenaventura Martínez de Tejada Díaz de Velazco, dignísimo obispo de
esta diócesis”,175 para solicitar que su esposa volviera a la vida
maridable y no procediera su demanda de divorcio. En virtud del escrito
presentado por el marido ella respondió y ventiló la “mala vida” que el
dicho su marido le dio (ver Anexo 3), mismos que ratificaron los testigos
que por vivir cerca del matrimonio presenciaron “de vista” como “Pedro
de Chavarría le daba mala vida a su mujer, maltratándola de razones, y
aporreándola muchas veces” y a la vez sabían que “el referido su
marido le vendía toda la obra, para mantener a otra mujer y irse a jugar
gallos”.176

175
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 169, 9 Septiembre
1754, fj. 104v
176
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 169, 9 Septiembre
1754, fj. 119v
115
Algunos procesos nos llevan a conocer ciertas circunstancias en
que se movían los miembros de prestigio de la sociedad zacatecana.
Mencionábamos páginas atrás el proceso seguido contra Monter.
Comentábamos su desprecio por las normas sexuales aceptables. No
contento con faltar al precepto de fidelidad, divulgaba el adulterio
cometido con cuatro mujeres y elaboró y se encargó de la difundir en
fiestas y sainetes una obra versada sobre las relaciones adúlteras que
se jactaba de expresar, había mantenido con varias de las más
portentosas damas de la ciudad. El proceso indica que la obra original
contaba con ciento setenta o ciento ochenta y tantas “cuartetas”, pero
sólo consiguieron los inquisidores una veintena cuyo estribillo se dice:
Mambrú es el tesorero
Fontiranilla la leva,
El tesorero es Mambrú
No sée en la que vendrá.177

En los cuartetos recopilados por la Inquisición se narran las


aventuras de Monter, refiriendo características de los esposos de tal
forma que quedara bien entendido de quien se trataba. Se puede
percibir que alude a Anna López de Nava, mujer del regidor Pedro
Antonio de Pascua, a María Ricarda Alonso y Valle, mujer de don
Vicente Castillo, a la mujer de don Francisco Castañeda, y algunas más,
sin contar las que estaban en los cuartetos no recopilados para el
expediente.178
Pero más relevante que la relación de sus amoríos es la alusión
que hace a los adulterios de otros hombres y mujeres. Siendo Vicente
Castillo amigo suyo no tiene reparo en decir que María Ricarda, esposa
de Castillo, “lo espera desesperada” a él, al propio Monter, para que la

177
MÉNDEZ, María Águeda, Secretos del Oficio. Avatares de la Inquisición novohispana, México,
El colegio de México/UNAM, 2001, p. 110.
178
MÉNDEZ, María Águeda, Secretos del Oficio…, pp. 110-114.
116
consuele. Asimismo advierte que “la de Moreno el médico” ya está
ocupada con “don Genaro” y por ello él “ya no la abrazará”.179 Es de
advertir que hacía una selección, al menos en la letra, al aclarar que:
La Viana por tan fea
a Mambrú no lo da,
diciendo que rosita
guarda castidad.
Mambrú, etc.

Pero la Castañeda,
por bubosa y tal,
Mambrú nunca ha querido
meterle el tealetal.
Mambrú, etc.180

Otros adulterios también son aludidos por Monter, pues como él


mismo lo dice, debería ser él quien gozara de dichas relaciones:
La pobre Perejiles
mui baboseada está
del viejo don Rafael,
que a Mambrú asco da.
...
Doña María la Yriarte
es dama singular;
ella aunque tenga varios
Mambrú la ha de gozar.
...
La muger de leche ingrata
de Mambrú se reirá,
pues dice que con el cura
arta de dinero está.
...
Recien llegado estaba
Mambrú en esta ciudal [sic]
quando supo que a Ygnacia
la tronó un colegial.181

Aunque no podemos dar por sentado que todo lo que se dice en


esta composición es cierto, sí deja ver el comportamiento libertino de

179
MÉNDEZ, María Águeda, Secretos del Oficio…, p. 111.
180
MÉNDEZ, María Águeda, Secretos del Oficio…, p. 111.
181
MÉNDEZ, María Águeda, Secretos del Oficio…, pp.111-114.
117
Monter, como está asentado en el documento. Y lo que también
debemos apuntar, es que éste no fue castigado por parte de las
autoridades, probablemente debido a su cargo como funcionario real.
Monter participó en actos poco convencionales, como son los
sainetes y fandangos que no estaban permitidos, pero de los que eran
partícipes gran parte de la población, sin importar la calidad social.
Posiblemente Monter tuvo relaciones ilícitas, fuera de su matrimonio,
posiblemente no, pero el hecho de ventilarlas en público, ya era una
trasgresión al ideal matrimonial. No debemos tampoco olvidar
mencionar el carácter festivo con que muchas veces se dicen cosas que
no son ciertas, y quedan en bromas o juegos que aluden más a una
fantasía que a una realidad. Lo cierto es que el proceso fue cerrado sin
mayor indagación.
Un aspecto que no podemos dejar de mencionar, son los
uxoricidios y homicidios cometidos por adulterio. En una época en
donde el honor hacía callar circunstancias difíciles al interior de las
familias, una vez conocida la relación ilícita de alguno de los cónyuges,
ésta podría derivar en un acto violento que podría llevar a la muerte no
sólo al adúltero, sino con quien mantenía relaciones fuera del
matrimonio.
Incluso, encontramos en la legislación, descargo legal, si el
afrentado causaba muerte a los adúlteros:
En las Siete Partidas se refiere a este hecho de la siguiente
manera:
La pena del adulterio es respecto del adúltero la de
muerte, y la de adúltera, debe ser azotada públicamente
y encerrada en un monasterio, y además, pierde su dote
y las arras, que todo será aplicado al marido…182

182
PEREZ Y LOPEZ, Antonio Xavier, Teatro de la Legislación… tomo 1, p. 406.
118
En la Recopilación de Leyes de Indias en el Libro 8, Título 20, ley
I y 5 dice:
Ley I:
La casa adúltera y el adúltero se han de poder del
marido, y haga de ellos y de cuanto han lo que quisiere;
pero no mate al uno y deje al otro: si hijos derechos
hubieren, o alguno de ellos, hereden sus bienes: si la
mujer no fue en culpa, y fuere forzada no haya pena.

Ley V:
El marido que por su propia autoridad matare a los
adúlteros, aunque sea justamente, no haya la dote, ni los
bienes del que matare, sino en caso de ser con
autoridad de justicia, guardándose la ley I.183

La ley, pues, encontraba como válido el homicidio cometido por


afrenta del honor.
Fernández de Lizardi, a través del Periquillo Sarmiento, hace
una crítica de la sociedad de finales del siglo XVIII en la que advierte un
cambio de mentalidad en relación al matrimonio, en donde plantea que
las ideas ilustradas están generando cambios en las relaciones
conyugales, o por lo menos en la concepción del matrimonio, en donde
el castigo debía ser aplicado sólo a través de los tribunales y no tomar
por la propia mano la vida del adúltero.184 Evidentemente las ideas
ilustras llegaron a la Nueva España, pero no a la gran mayoría que
siguió y ejerció las ideas conservadoras del matrimonio en función de la
defensa de un modelo patriarcal y de defensa del honor, apoyándose no
sólo en la tradición, sino en la legislación que ya hemos comentado.

183
PEREZ Y LOPEZ, Antonio Xavier, Teatro de la Legislación… tomo 1, p. 406.
184
Citado por PESCADOR, Juan Javier, “Del dicho al hecho…, p. 382.
119
Bigamia
La comunidad vecinal podría prácticamente erigirse como institución
policial al sancionar el comportamiento de los miembros de la
comunidad por medio de la vigilancia de las buenas costumbres.185 Para
huir de este organismo no oficialmente reconocido, pero sí muy efectivo,
los bígamos recurrían a la distancia. Es decir, cambiaban sus
residencias a lugares en donde no hubieran tenido noticia de un anterior
matrimonio, o bien, mantenían relación con ambas familias siendo el
bígamo quien se desplazaba de un lugar a otro, sin que hubiera relación
o conocimiento de una y otra familia entre sí.
Lo inaceptable de la bigamia, era su contravención al precepto de
unicidad del matrimonio. Pues no sólo vulneraba la honorabilidad de la
familia, sino el respeto a la Iglesia, al comprometerse en falso, mediante
engaños y repetir un sacramento que debe ser único.
Si bien es cierto que el adulterio era reprochado, también lo es que
era, en cierta medida, tolerado, pero no así la bigamia. 186 La Iglesia usó
a la Inquisición para perseguir este delito. Cualquier persona que tuviera
conocimiento del pecado de bigamia, debía denunciarlo por la salvación
de su alma y descargo de su conciencia, aun y cuando se tratara de
acusar a sus propios parientes.
Debemos recordar la insistencia por parte de las autoridades
seculares y eclesiásticas, ya comentada antes, de formalizar las
relaciones de concubinato o amancebamiento, con lo cual, los actores

185
Ver ENCISO ROJAS, Dolores, “Uniones matrimoniales sancionadas por el consenso de la
comunidad. Siglo XVIII” en Seminario de Historia de las mentalidades Comunidades domésticas en
la sociedad novohispana. Formas de unión y transmisión cultural, México, INAH/CONACULTA,
1994, pp. 139-153.
186
ENCISO ROJAS, Dolores, “Uniones matrimoniales…, p. 148.

120
se vieron atrapados y hubieron de contraer matrimonio, amparándose
en el desconocimiento de los vecinos y la distancia, para de esa manera
cubrir el requisito. Pero una vez descubiertos, eran doblemente
castigados, al no sólo pretender engañar a la comunidad, sino también a
la Iglesia.187
Ejemplo de ello es el proceso contra Nicolás Obispo Monsivais,
quien se casó en San Luis Potosí con Agustina Manuela y
abandonándola hizo vida maridable con Gertrudis Barragán, con
quien, después de andar por diferentes lugares durante siente años,
llegaron a residir en Zacatecas, donde fueron instados por las justicias
del pueblo de Chepinque a formalizar su unión mediante el
sacramento del matrimonio, sin tener noticia del primero.
Fue encarcelado Nicolás Obispo Monsivais por la relación ilícita
que hasta entonces se consideraba tan solo de concubinato,
considerando que esta medida drástica lo convencería de formalizar
su relación.
Nicolás Obispo decidió contraer segundas nupcias con Gertrudis
Barragán para salir librado de la cárcel. Una vez contraído el
matrimonio, hubo un denunciante quien dijo afirmar conocer a Nicolás
Obispo, quien estaba casado en San Luis Potosí, iniciándose un
nuevo proceso, esta vez por bigamia. Nicolás Obispo declaró que no
lo había declarado porque le llegó noticia de la muerte de su primera
mujer, y pensando en el castigo por no casarse, instó por hacerlo. La
declaración en su defensa dice así:
...que el fundamento que tuvo para hacerlo fue haberle
asegurado Joachin de Ordaz, vecino de San Luis
Potosí, de oficio zapatero, que se hallaba entonces en

187
Fueron varias las órdenes llegadas a Zacatecas en el periodo de estudio que dictan la exigencia
de unir en matrimonio las relaciones ilícitas, pero también en ellos se observa como estas órdenes
no se llevaban a cabo. Ver Anexo 4.
121
esta ciudad... que su mujer del declarante era ya
muerta, y en esta atención presentó a los dos referidos
[Joachin de Ordaz y Cristóbal Monsivais] por sus
testigos para la información de libertad y soltura que dio
a efecto de casarse segunda vez...188

Los familiares o vecinos, quizás por miedo, quizá movidos de


maldad, denunciaban las uniones bígamas, aunque esto derivara en el
descrédito de toda la familia y su descendencia.
La continua movilidad de la población norteña fue el factor más
propicio para que se presentaran estos eventos.
Abundaron las denuncias de mujeres que solicitaban la
intervención de las autoridades para que sus maridos se reunieran en su
matrimonio, argumentando la suma pobreza que su ausencia les
acarreaba. Así encontramos edictos y solicitudes tanto en los acervos
eclesiásticos como en los libros notariales donde se pide a los casados
ultramarinos y de tierras lejanas en el mismo territorio novohispano se
reúnan con sus legítimas mujeres para continuar la unión conyugal.
Las mujeres argumentaban que al estar lejos el marido, se veían
expuestas a trabajar, mendigar y hasta verse envueltas en la
prostitución, como lo hizo Magdalena de Zagala en 1735 que
padeciendo necesidades solicitaba el regreso del marido, pues se veía
en peligro de caer en el pecado de prostitución y otro tipo de relación
ilícita y decía que sólo se lo había impedido su fortaleza moral y recato:
“teniéndola expuesta a que faltándole con lo necesario pueda caer en
fragilidad, como la ocasión pueda ofrecérselo si su aplicación no se lo
hubiera estorbado”.189

188
AGN, Inquisición, Vol. 1002, exp. 1, fj. 7.
189
AHEZ, f: Poder Judicial, s: Criminal, fj. 1, 1736.

122
Dada la mentalidad de la época, posiblemente resultaba menos
violento a estas mujeres, entablar una relación bígama, que les
proporcionara el sustento, que la prostitución. Pues no olvidemos que el
sacramento, bendice las uniones, lo que podría hacer pensar, que por
medio de esta bendición, serían favorecidos los actores.
Pero también hubo mujeres que no esperaron el regreso de sus
esposos y se trasladaron a otro sitio de residencia para poder
sostenerse. Los esposos, al regresar y no hallarlas en su hogar
iniciaban su búsqueda, y haciendo su trabajo la voz pública, surgían
rumores de adulterio o bigamia, que ponían en movimiento la
investigación judicial.
Ana Josefa Riaño se había casado en Zacatecas en 1765 y se
había trasladado a la ciudad de México donde vuelve a casarse en
1774, con un morador del Hospicio de Pobres donde vivía. Por mala
suerte, llegó su cuñado a esta casa de beneficencia y la reconoció,
denunciándola como esposa de su hermano, aún vivo. El sacerdote del
Hospicio inició proceso por bigamia ante el tribunal de la Inquisición.190
Asimismo sucedió con María Josefa Pineda Morales, quien fue
denunciada por bigamia. Por necesidades económicas el marido de
María Josefa Pineda Morales, hubo que dejar el lugar de residencia,
Jerez, para buscar mejores oportunidades. Al verse sola y no teniendo
con qué mantenerse, ella emigró también a Celaya, en donde comenzó
otra relación. Cuando su nueva pareja le propuso matrimonio, ignorando
que ella ya estaba casada, Maria Josefa Pineda, sin informar de su

190
El proceso fue trabajado por ENCISO ROJAS, Dolores, “Uniones matrimoniales…, pp. 151-
152.
123
estado marital, supuso que el marido legítimo había muerto, y aceptó
contraer nuevas nupcias.191
Hemos mencionado antes, que hubo matrimonios en donde nunca
fue posible establecer una relación mínimamente cordial, y este hecho,
se convirtió en uno de los factores que propiciaba relaciones ilícitas. Hay
posturas que señalan que ante el fracaso y la vida intolerable dentro del
matrimonio, era mejor intentar una nueva relación con otra persona.192
Como hemos dicho antes, el delito de bigamia, no consistía en tener la
casa chica, sino en transgredir la unicidad del sacramento. Es decir,
pasar por la ceremonia dos veces.
Los procesos inquisitoriales que sobre este pecado se siguieron
durante el siglo XVIII, nos aportan datos por demás sugestivos y nos
permite preguntarnos ¿cuántos de estos transgresores tuvieron la suerte
de no ser descubiertos y proseguir su vida como legitima ante una
sociedad que sólo conocía de ellos lo que habían compartido en la
comunidad? Demos pues, una mirada a las historias de estos
transgresores.
Tenemos un registro de 21 casos de bigamia en Zacatecas (ver
Imagen 6), sin contar el proceso mencionado de Ana Josefa Riaño,
por no haberse consultado personalmente. Del total de estos procesos
sólo se presentó la información para realizar una averiguación formal
en el 48 %; el 19 % no fueron confirmados o se traducían en
relaciones adúlteras que no competen al Santo Tribunal, o bien, el
sujeto sobre quien se procedía en la acusación no era el individuo que
se buscaba. (Ver Gráfica 1).

191
AGN, Inquisición, Vol. 1008, exp. 8, fj. 138-143. 1760.
192
ORTEGA NORIEGA, Sergio, “los estudios sobre la comunidad doméstica en el Seminario de
Historia de las Mentalidades. Balance y perspectivas”, en Comunidades domésticas en la sociedad
novohispana. Formas de unión y transmisión cultural, México, INAH, 1994, p. 23.
124
Tabla 2: Relación de procesos desarrollados contra delitos de bigamia, casado dos
veces o poligamía. Zacatecas, s. XVIII. 193

AÑO INFRACTOR VECINDAD CALIDAD LUGAR DE MATRIMONIOS CURSO DEL


PRIMER O SEGUNDO PROCESO
1718 Santiago Reveles Fresnillo Mulato Xerez, Sain Alto Enfermó y
Zacatecas murió en el
Hospital.
1719 Miguel Ximenes Zacatecas Veracruz Zacatecas Inicia
averiguación
sobre 2º
matrimonio.
1720 Laureano Flores Mestizo Guadalupe, Santa María Estaba en
Zacatecas del Río ilícita amistad
con la 2ª
mujer. Murió la
esposa.
1727 Joseph Morfín o Zacatecas Mestizo México, 1714 Asientos El reo no es el
Joseph de Rivera infractor.
1728 Antonia Luisa Zacatecas India ladina Río Blanco Aguascalien Fue
Nuevo Reino tes sentenciada
de León después de
comprobarse
los
matrimonios.
1729 Ignacio Rosales Casó como Villa Gutiérrez Durango Las señas, no
español y del Aguila corresponden
mestizo al reo, sobre
todo en la
edad.
1731 Andrea de la Zacatecas India San Antonio de Zacatecas Sentenciada,
Trinidad o María los Muleros después de
Theresa Lozano Villa Nombre cumplida la
de Dios sentencia,
debe pasar a
hacer vida
conyugal con
el marido
legítimo.

193
AGN, Inquisición, Vol. 777, exp. s/n, fj. 93-99; Vol. 778, exp. 2, fj. 99-103; Vol. 781, exp. 40,
fj. 481-500; Vol. 807, exp. 3, fj. 88-155; Vol. 826, exp. 11, fj. 230-258; Vol. 862, exp. s/n, fj. 79-89;
Vol. 868, exp. s/n, fj. 157-161, Vol. 909, exp. s/n, fj. 157-161; Vol. 941, exp. 27, fj. 295-303; Vol.
1002, exp. 1, fj. 1-96, Vol. 1008, exp. 8, fj. 138-143; Vol. 1044, exp. s/n, fj. 34-35; Vol. 1181, exp.
18, f. 305-306; Vol. 1119, exp. 1, fj. 1-21; Vol. 1170, exp. 1, fj. 1-36; Vol. 1191, exp. 9, fj. 112-
115; Vol. 1291, exp. 2, fj. 285-288; Vol. 1291, exp. 3, fj. 285-306; Vol. 1180, exp. 3, fj. 14-21;
1339, exp. 1, fj. 1-8; APZ; Sección Procesos, s. Eclesiásticos, ss. General, c. 169, 5 Marzo 1728; 20
Junio 1731. Los mismos datos permitieron la elaboración de las gráficas que muestran las imágenes
7, 8 y 9.
125
1737 Patricio de la Torre Zacatecas Español Asturias Zacatecas, El segundo
1737 matrimonio no
se efectuó. La
noticia se
difundió por
que así lo
aseguró la
segunda
mujer.
1745 Joseph Bonifacio Votipila San Luis Votipila, Cambio de
Antonio Fernández Potosí Chiguagua, nombre varias
Valdazo 1744 veces. Caso
inconcluso.
1746 Francisco Xavier Mulato libre Cuisillo Xala, 1743 Sólo auto de
Rubio información
muy vaga.
1760 Nicolás Obispo Zacatecas Mulato San Luis Zacatecas Sentencia
Monsibays Potosí
1760 Ma. Josefa Pineda Celaya Mestiza Xerez, Celaya , Matrimonios
Morales Zacatecas, mayo 1760 confirmados.
1734 No hay
sentencia pues
escapó del
recogimiento.
1760 Joseph Miguel San Cristóbal Español Boca de Comanga, Originario de
Navarrete de la criollo Leones, 1737 1756 Zacatecas.
Barranca Delito
confirmado no
sentenciado.
1766 Maria Anastacia Blanca Tetillas, Autos para
Fresnillo averiguación
1772 Joseph Antonio San Luis Lobo San Luis Panuco, Autos para
Quintero Potosí Potosí Zacatecas iniciar
investigación
1775 Gertrudis Lamas Sombrerete Mestiza Teotatichi, Sombrerete, Matrimonios
1768 1771 comprobados,
no hay
sentencia.
1779 Joseph Cyrilo Cambia de Indio ó Zacatecas, Santiago Matrimonios
López ó Antonio vecindad mulato Noviembre Papasquiar confirmados.
Noriega 1761 Murió en la
cárcel.
1780 Manuel Crespin Durango Sólo se
Hernández menciona que
casó segunda
vez en Dgo.
1781 Joseph Antonio Español Zacatecas Peñol Información
Aguallo Blanco vaga.
1785 Rosa Maldonado o San Luis Coyota San Pedro Mazapil, Caso
María Rosalía del Potosí Guadalcazar, 1772 inconcluso.
Carmen 1767
Maldonado
1793 Fray Joseph de Guadalupe, Español Zacatecas Murió la 2ª
Jesús Ma. Zacatecas esposa y al
Jauregui regresar con la
primera,
ambos
profesaron
como
religiosos.
126
Gráfica 1

Referiremos a continuación los casos en que los acusados eran


inocentes. Desde el momento en que una investigación formal era
presentada, el acusado era trasladado a la cárcel y sus bienes
confiscados, de tal forma que los agravios que sufrían estos acusados
eran muy fuertes, pues implicaban la pérdida de libertad, una lesión a la
economía y una notoria divulgación de un delito del cual no tenían culpa,
como sucediera con Ignacio Rosales, a quien después de un largo
proceso, se declaró inocente.
Ignacio Rosales había contraído matrimonio en 1729 a la edad de
17 años. Por un rumor se le acusó de bigamia, al referir que un hombre
de su mismo nombre y características físicas, había contraído
matrimonio en el año de 1718. Increíblemente se dio cause al proceso,
sin detenerse en lo que finalmente, y después de ejercidos todos los
agravios, constituyó el elemento de prueba absolutorio, es decir, la
edad, pues el hombre que se había casado en 1718, contaba entonces
42 años y en ese año Ignacio Rosales sólo contaba con 6 años.
Pero, aún y con una sentencia favorable, quien caía en proceso,
debía cargar con una afrenta social de difícil limpieza.
127
Desde el momento en que se iniciaba un proceso por bigamia se
mancillaba la honorabilidad no sólo del acusado sino que incluía a la
familia y sus descendientes. Además el daño emocional no culminaba
con la sola puesta en libertad, pues la comunidad no se libraba
fácilmente de la duda sobre el resultado del proceso y no es difícil
imaginar la situación en que se encontraba cada vez que estuviera en
lugar público como blanco de los rumores, sin contar con el daño
emocional al cónyuge.194
El porcentaje en que el delito era comprobado más no
sentenciado corresponde a un 19%, pues la mayoría no eran
terminados. De éstos, dos murieron en el transcurso del proceso, y
una huyó del recogimiento en que se encontraba depositada. El 14%
de la gráfica, corresponde a los procesos en que se dictó sentencia.
A partir de la lectura de estos expedientes, y centrándonos en
los procesos confirmados más no sentenciados, podemos advertir la
frecuencia en que los acusados remitían a un elemento de descargo,
al afirmar que, después de un tiempo relativamente largo de no tener
contacto con su cónyuge, les había llegado noticia de que éste era
muerto, por lo cual, su pretensión de casarse dos veces no contravenir
el precepto de unicidad, sino de santificar su segunda unión, a través
del sacramento matrimonial. Sin embargo, en las informaciones
matrimoniales, de estos hombres y mujeres, no informaban de su
condición de supuestos viudos, sino que declaraban una soltura de
compromiso.
Los extranjeros casados eran rechazados por las comunidades
de adopción, de modo que al llegar a un nuevo lugar se presentaban
con una falsa identidad o aludiendo soltería o viudez en función de

194
AGN, Inquisición, vol. 826, exp. 11, fj. 230-258.
128
generar posibilidades de aceptación en las clases de poder en donde
los arreglos matrimoniales fungían como trampolines sociales.195
Quienes daban referencias sobre los contrayentes, durante las
informaciones matrimoniales, testificaban en función del tiempo de
conocerles.
Hubo testigos, que informaban que el contrayente era libre de
compromiso, sin mencionar, en caso de tener conocimiento, de una
posible viudez, para evitar, de esta manera, las indagaciones que
retrasarían el matrimonio.
Algunos, optaban por solicitar las dispensas de amonestaciones,
o bien, celebrarlo en artículo de muerte, lo que garantizaba que no se
dieran las diligencias acostumbradas.
También hubo quienes se cambiaban de nombre y lugar de
residencia y a partir de ello podían obtener la aprobación de un
matrimonio. Se observa como el cambio de nombre y residencia eran
relativamente fáciles, sobre todo porque había pocas posibilidades de
que se les reconociera su antigua identidad, pero cuando esto ocurría
se establecían las diligencias para sustentar una denuncia. Esto
ocurrió en algunos casos como el de Joseph Cyrilo López, quien se
casó en San José de la Isla, estando casado en Santiago Papasquiar.
Al llegar a la hacienda de Malpaso fue reconocido por un testigo
presencial de la boda que había celebrado, dice el testigo, en tierra
adentro, declarando que:
...habiendo concurrido allí todos juntos en un fandango
preguntándole como estaba su mujer le hizo seña de
que callara, por lo que advirtiendo esto el dicho Andrés,
lo llamó aparte y le dijo pues qué conoce usted a este
hombre?, como se llama su mujer? A que le respondió
si lo conocí en el real de Basis más delante de Durango
en donde se casó con María Gertrudis que era la mujer
195
ENCISO ROJAS, Dolores, “Uniones matrimoniales…, p. 116.
129
por quien le preguntaba a cuyas palabras le respondió
Andrés que no podía ser eso porque Joseph Cirildo [sic]
era casado con una sobrina suya que estaba en San
Joseph de la Isla a lo que el declarante respondió
diciendo que era cierto lo que decía porque el mismo lo
había visto casar con dicha María Gertrudis y había
asistido a su boda...196

Este proceso permite apreciar lo fácil que era adquirir una


personalidad distinta a la propia al cambiar de un lugar a otro, así
como la facilidad para contraer matrimonio amparándose en esa
nueva identidad. Joseph Cyrilo López sólo tardó dos meses en
conseguirlo, pues llegó al pueblo diciendo que era el hijo desaparecido
de una mujer originaria de allí. Cómo había pasado mucho tiempo
perdido, no era posible reconocerlo, de tal forma que ocupó su lugar,
y a la hora de las informaciones matrimoniales los testigos, como la
novia, hacían referencia sólo a los dos meses de conocerlo. La
contrayente de este segundo matrimonio llamada Ana Tomasa, asentó
en su declaración:
... que como dos meses antes de casarse con él, vino a
este pueblo donde le conoció, ocupando solamente en
andar tocando en las músicas, y que como el vino
dando señas del día y tiempo en que se fue de aquí
perdido, dejando a sus padres Anastasio y Manuela
Rodríguez, así ellos como la declarante lo tuvieron y
tienen por hijo de ellos...197

Pero la mayoría de las veces los bígamos no eran reconocidos,


pues las mujeres no estaban en condiciones de indagar el paradero
del esposo, y muchas de estas relaciones ilícitas duraban años sin ser
conocidos.
Son pocos los casos en que se muestra una voluntad por parte
de la esposa para que el marido regrese a hacer vida maridable con

196
AGN, Inquisición, Vol. 1170, exp. 1, fj. 34-35.
197
AGN, Inquisición, Vol. 1170, exp. 1, fj. 19.
130
ella, más bien, las indagaciones responden a un interés por iniciar un
proceso de divorcio, que les podría permitir tener intervención en los
bienes matrimoniales y mermar las carencias a que se enfrentaban.
Todo ello da muestra de la debilidad de las normas y el control
eclesiástico en materia matrimonial en un territorio tan amplio y en
constante movimiento. Las investigaciones profundas generaban
grandes costos, que las parroquias locales no podían subsanar y era
más importante el establecimiento de parejas lícitas en determinado
lugar, o por lo menos crear una imagen de una sociedad que se
preocupaba por observar las normas de comportamiento.
Aunque los procesos judiciales no pueden dar razón de la
realidad compleja, sí podemos determinar a partir de ellos, una
frecuente denuncia de estos eventos, pues los porcentajes son muy
similares en la 1ª y 2ª mitad del siglo XVIII, como se muestra en la
gráfica.
Gráfica 2

Se puede apreciar también que la realización de los procesos se


fue haciendo más agresiva a medida que avanzaba el siglo. De los
pocos casos que tenemos noticia para la primera mitad del siglo, la
mayor parte responden a información, sin que contemple una abundante
indagación y mucho menos sentencia. En la segunda mitad, sí se

131
presentó conclusión, donde los expedientes dan abundantes datos y en
varios casos se comprueba el delito. Nosotros pudimos encontrar tres
sentencias. (Ver curso del proceso en la tabla 1)
Otra fuente de datos sobre estos comportamientos son los
testamentos y confesiones, que permiten apreciar cómo varios
infractores duraron toda una vida en un matrimonio ilícito, del cual ni la
segunda esposa se percataba. Ese fue el caso de fray Joseph de
Jesús María Jáuregui, quien nos lego la siguiente declaración:
...digo: que conducido de mi miseria cometí el
atrocísimo delito de contraer segundo matrimonio in
facie eclesie, estando viva mi legitima mujer, no por
error en la fe católica, que he profesado, profeso y
profesaré, como verdadero y fiel cristiano sino
arrastrado de una ciega pasión; y habiendo servidose la
Majestad Soberana, de ilustrarme el entendimiento
quitándome de delante la segunda mujer con una
muerte repentina; volví en mi acuerdo confesé mi
pecado y arrepentido de él verdaderamente, solicité a
mi esposa verdadera, quien estando ya para ser
religiosa, se convino conmigo en que ambos lo
seríamos ... suplico a vuestra Señoría se servirá por un
efecto de su acreditada clemencia accedí a esta
solicitud, imponiéndome la penitencia que fuere de su
superior agrado, que acepto y cumpliré con el
rendimiento y obediencia que debo...198

Es notorio pues, a través de este caso, cómo los individuos se las


arreglaban para sostener relaciones bígamas sin que fueran
descubiertos, corriendo con la suerte de poder permanecer en ellas el
tiempo de vida que tuvieran.
Generalmente, quien escondía un primer matrimonio, era hombre
y es probable que tuvieran la sospecha de la muerte de su cónyuge,
fundada en su larga ausencia del domicilio conyugal. Sin embargo
algunos de éstos, se daban a la tarea de comprobar la vida de su

198
AGN, Inquisición, Vol. 1339, exp. 1, fj. 1.
132
primer pareja con mucho sigilo, como lo hiciera Nicolás Obispo al
escribir a su madre y preguntar por su esposa, no dándole este título
sino el de hermana, como lo declara su madre, quien presentó una carta
que dice:
Señora Marta de la Cruz, salud, etcétera.
Mi muy estimada y querida madre de mi corazón
de muchísimo aprecio fuera para mi el ser el portador
de ésta para lograr la vista y unión de vuestra merced
pero ya que no es posible me queda el consuelo y la
esperanza en Dios que logrará vuestra merced perfecta
salud en compañía de mis estimados hermanos y mis
queridas hermanas ofreciendo la que el señor se digna
de concederme que es buena y siempre dispuesta a las
ordenes de vuestra merced para todo lo que fuere
servido.
Señora he estado con el cuidado de mi hermana
Agustina Manuela que dicen se la llevó Dios, estimare me
avise si es cierto o no, yo me hallo en Zacatecas con mi
primo Juan Cristóbal Monsivais y me hallo trabajando y
también bien le noticio a vuestra merced que me he visto
en la cárcel y quien a sacado la cara ha sido Juan
Cristóbal y trato de casarme y no me he casado por
aguardar a uno de mis hermanos cuando no pueda venir
vuestra merced y dado caso que vuestra merced
determine venir me avisará ...199

Aún cuando la respuesta de su madre fue que su mujer era viva y


“que por ningún título ni causa hiciera tal disparate”,200 se dispuso a
contraer matrimonio por segunda vez, rompiendo con el principio de
unicidad y fidelidad que se había establecido en su primer matrimonio.
Después de haberse presentado la información el acusado fue
remitido a México para ser puesto en las cárceles secretas del Santo
Oficio “asegurado con dos pares de grillos bien remachados a
satisfacción del dicho conductor quien los vio y reconoció no
quebrados”.201 Llegado a México se le hicieron los exámenes precisos

199
AGN, Inquisición, Vol. 1002, exp. 1, fj. 14-15.
200
AGN, Inquisición, Vol. 1002, exp. 1, fj.20.
201
AGN, Inquisición, Vol. 1002, exp. 1, fj. 52.
133
para confirmar su fe, determinándose iniciar un proceso inquisitorial fijo,
que después culminó con la sentencia y la noticia de su ejecución.
No podemos advertir que un grupo social determinado hubiera
sido más vulnerable a la bigamia que otro, pues cuantitativamente
encontramos una equivalencia. Además, en varias ocasiones, el
acusado aparecía con diferente nombre, etnia y/o lugar de residencia,
siendo poco confiable dicha información para determinar su ubicación
y personalidad social de la época. Es presumible que este trabajo sólo
constituya una muestra insignificante de las muchas uniones bígamas
que se establecieron, sumadas, desde luego, a la multitud de casos en
que pudieron mantenerse en secreto.

Divorcio
Como se apuntaba, la cultura matrimonial dejaba claros los preceptos
de unicidad, fidelidad e indisolubilidad, así como los impedimentos en
grados sanguíneos y de asociación, lo que significaba una forma de
control social.
Los casos estudiados permiten observar que la normatividad en
materia de matrimonio se constituyó en un sistema jurídico, en dos
rubros: casuístico y particular.202
En definitiva, el elemento de mayor fuerza en los procesos
matrimoniales, fue la indisolubilidad.203 Aunque existía la idea de que
la estabilidad del matrimonio garantizaba la permanencia social y
viceversa, hubo continuas infracciones.

202
Ver GONZALBO AIZPURÚ, 1998, pp.23-96.
203
Hemos de precisar que aunque la Iglesia ha realizado una importante labor en la promoción y
regulación de la unicidad e indisolubilidad del matrimonio no fue un invento de la Iglesia católica.
Autores como Philippe Ariés nos hablan de que una “tendencia hacía la estabilización del matrimonio”
aparece en Roma antes de que el cristianismo tomara la fuerza y dirección de los eventos matrimoniales
134
El Catecismo Romano del Concilio de Trento instruía a los
sacerdotes de cómo debían enseñar a los fieles los preceptos
matrimoniales. Indicaba como el sacramento matrimonial es indisoluble
por naturaleza, asentándolo de la manera siguiente:
No solamente instituyó Dios el Matrimonio, sino que,
como declara el Santo Concilio de Trento, le puso
además un lazo perpetuo e indisoluble, puesto que le
dijo el Salvador: Lo que Dios ha unido, no lo desuna el
hombre. Pues por más que es propio del Matrimonio, en
cuanto es deber natural, no poder disolverse, sucede
esto aun en mayor grado en cuanto es sacramento. Por
cuya razón adquiere también suma perfección en todo lo
que es propio de él por ley natural; repugna, en fin, al
cargo de educar a los hijos y a los demás bienes del
Matrimonio que sea disoluble su vínculo.204

También se aclara en el Catecismo, que el divorcio, no es la


anulación del sacramento. Sólo atiende a la separación temporal de los
cónyuges. Refiere que, de efectuarse un segundo matrimonio por
aquellos que han recibido sentencia de divorcio incurren en adulterio,
que podría en este caso, confundirse con bigamia. El documento lo dice
de la siguiente manera
Por el mismo testimonio de Cristo, Señor nuestro, se
prueba fácilmente que por ningún divorcio puede
disolverse el vínculo matrimonial. Porque si por la
escritura (o sentencia) de divorcio estuviese libre la
mujer del lazo conyugal, podría lícitamente casarse con
otro hombre sin pecado alguno de adulterio. Y el señor
dice clara y terminantemente: Todo el que se separa de
su mujer y vive con otra, comete adulterio.205

El vínculo contraído por medio del sacramento matrimonial no se


disuelve por otro motivo que no sea la muerte del consorte. En algunos

de Occidente. Ver ARIÉS, Philippe, “El matrimonio indisoluble” en ARIÉS, Philippe, et. al.,
Sexualidades occidentales, México, Editorial Paidos, 1982, pp. 189-214.
204
Catecismo romano según el decreto del Concilio de Trento, mandado publicar por San Pío VI,
Pontífice Máximo y después por Clemente XIII, 1761. Versión castellana , Buenos Aires, Librería
editorial Santa Catalina, 1950, p.227.
205
Catecismo romano… p. 231.
135
casos era posible que por motivos justos y graves, se aceptara una
solicitud de divorcio y separación, pero ello no dejaba a los esposos en
libertad. Por ello se expresaba que:
… es bien claro que el vínculo matrimonial no puede
disolverse por ninguna otra cosa fuera de la muerte.
Confírmalo así mismo el Apóstol diciendo: La mujer está
ligada a la ley matrimonial, mientras viva su marido;
pero si fallece su marida, queda libre de dicha ley;
cásese con quien quiera, con tal que sea según el
Señor; y dice además: Pero a las personas casadas
manda el Señor, no yo, que la mujer no se separe del
marido; mas, si llega a separarse por justa causa,
permanezca sin casarse con otro, o bien reconcíliese
con su marido. El Apóstol concedió a la mujer que por
justa causa se hubiera separado de su marido, la
elección de o permanecer sin pasar a segundas nupcias,
o reconciliarse con su marido; pero tampoco permite la
Santa Iglesia al hombre ni a la mujer que se separe el
uno del otro sin causas muy poderosas. 206

Con estos postulados se establecieron los ordenamientos sobre la


indisolubilidad del matrimonio, teniendo sólo la opción de separación en
causa justa. El Divorcio, se entendía solamente como la falta de
comunidad matrimonial, o bien, en términos de la época:
Separación, apartamiento de dos personas que están
unidas con el vínculo del Matrimonio, en orden á que no
pueden cohabitar ni vivir juntos (…) Pronunciar el Juez
Eclesiástico sentencia de divorcio por justas causas
entre dos casados, mandándolos separar y apartar para
que no vivan juntos, ni cohabiten, ni se comuniquen,
obligando á entreambos á que lo guarden y cumplan
debajo de censuras.207

La discusión sobre la disolución matrimonial en caso de adulterio


de uno de los cónyuges trajo como respuesta por parte de la Iglesia, la
no disolución del vínculo. Según San Mateo el marido podía dejar a su

206
Catecismo romano… p. 231.
207
Diccionario de Autoridades…
136
mujer si cometiese adulterio, mas no contraer matrimonio con otra.208 En
caso de solicitar la separación debía ser basada en causas graves y
justas.
Para ello son necesarias razones muy graves, y no
bastan seguramente aquellas diferencias y altercaciones
que suelen ocurrir en algunas familias, y pueden
considerarse como accidentes inseparables de la
condición humana.209

La solicitud de divorcio podía tener distintas causas, entre ellas la


no consumación del matrimonio, el adulterio confirmado del consorte,
las continuas amenazas de muerte y la crueldad. También se otorgaba
el divorcio cuando la vida en común era insufrible para alguno de ellos,
pero no suspendía la ley de la fidelidad.210
La muger puede pedir la separación, si el marido la trata
con crueldad ó sevicia, si tanta sil viri saevicia, in mulieri
trepidanti non possit sufficiens seguritas provideri: si va
vertiendo contra ella continuas amenazas
acompañándolas con graves injurias; si le arma
asechanzas para quitarle la vida; si le ha comunicado
algún mal, y continúa viviendo en la disolución; si la ha
acusado de adulterio ú otro delito grave sin probarlo; y si
ha llegado a concebir contra ella un odio espiritual. El
marido puede también pedir la separación si la mujer
hubiere cometido adulterio; o buscase medios para
quitarle la vida ó el honor; ó le implicase en alguna
acusación capital.211

Son pocos los casos que pudimos localizar en que los casados,
generalmente mujeres, solicitaban la participación de la justicia para que
su pareja regresara a hacer vida maridable, y al no tener respuesta
positiva, se propiciaban solicitudes de divorcio.

208
Nuevo Testamento, Mateo, 5,31-32; 19,1-12; Marcos 10,2-12; ESCRICH, Joaquín, Diccionario
razonado…
209
ESCRICH, Joaquín, Diccionario razonado…
210
ORTEGA NORIEGA, Sergio, “De amores y desamores…, p. 18.
211
ESCRICHE, Joaquín, Diccionario razonado…
137
Nos fue posible localizar ocho solicitudes de divorcio, en las cuales
parece evidente que las denuncias por falta de los deberes
matrimoniales o denuncias de violencia, tenían como finalidad, en su
gran mayoría, llegar a un proceso para conseguir la separación del
vínculo.
El proceso de separación siempre estuvo regido por la figura del
poder eclesiástico, por se él el encargada de las cosas espirituales. Y la
autoridad secular, servía como coadyuvante en caso de requerirlo así la
Iglesia en las cuestiones patrimoniales y de ejecución de sentencias.
Dado que la autoridad secular no tenía jurisdicción en la
separación de un matrimonio, más bien su función era evitar la
disolución de los mismos mediante correctivos y advertencias. Sin
embargo, cuando las autoridades eclesiásticas no daban solución, se
hacían partícipes para buscar un remedio.
El cónyuge que es el causante del divorcio, es decir, el adúltero, el
violento, etc., no podía disfrutar después del divorcio, de los bienes del
otro, y además perdía la mitad de sus bienes gananciales. Lo que
implicaba en ocasiones el beneficio de la independencia económica
para el cónyuge que no había sido el causante del divorcio, pues se
quedaba con una considerable parte de lo que había sido bien común
de la pareja.
…el que dio causa al divorcio no continúa participando
de los bienes gananciales que procedan de la hacienda
del otro, al propio tiempo que tiene que dar al cónyuge
inocente la mitad de los gananciales procedentes de la
suya.212

212
ESCRICHE, Joaquín, Diccionario razonado…

138
Otra obligación que contraía el causante de la separación era
alimentar a los hijos, exceptuándose de ello sólo si se comprobaba su
pobreza y el otro consorte estaba en condiciones de sufragarla. Pero la
custodia de los hijos siempre se le otorgaba al consorte inocente, quien
los educaba y los tenía en su poder.
La vida matrimonial insostenible hacía necesaria la búsqueda de
una salida que, muchas veces, se manifestaba a través del maltrato, y
éste se constituía en causa de abandono, que a su vez daba origen al
adulterio, y todas esas razones luego eran argumentadas para solicitar
el divorcio.
Generalmente el hombre era quien excusaba actividades
económicas para abandonar la residencia conyugal. Y la mujer,
aprovechaba ésta ausencia para cimentar su declaración y solicitar la
separación legítima de un matrimonio que, aseguraba, el esposo
despreciaba.
Para ejemplificar esta tendencia al abandono referiremos el caso
de Teodora Josepha Flores, quien expresa, en 1747, cómo su esposo
sólo permaneció seis meses en la residencia matrimonial, trasladándose
al real de Sombrerete, donde residió varios años. Teodora Josepha
Flores acudió a solicitar la reunión conyugal en varias ocasiones,
encontrando siempre una respuesta negativa.
Como último recurso, acudió ante el alcalde ordinario y le expuso
su situación, y afirmó que además de no proporcionarle los medios
económicos que cubrieran las necesidades de casa, vestido y sustento,
era probable que le diera muerte. Todos estos elementos causantes de
justa separación. Su solicitud de divorcio se fundamentaba de la
siguiente manera:

139
... recién casado a los seis meses de él, parece que por
sus acciones da a entender que está y se halla
desamorado o arrepentido de haber contraído el
matrimonio según los justos motivos que en su proceder
se han experimentado abandonando ambos créditos y
vulnerando la materia y forma de que nos verificamos en
tiempo de nuestro consorcio, pues luego que me dejo sin
motivo de ninguna urgencia de trato y contrato en dicho
año, subsecuentemente hasta este presente no ha hecho
vida maridable entera y perfecta conmigo, sino en días o
cortos tiempos que le ha parecido, sin ninguna reciproca
correspondencia, dejándome expuesta a los comunes
peligros que el mundo cerca a los mortales, en tanto
extremo que desde dicho entonces me ha obligado mi
animo y amor vinculado en nuestro matrimonio a
solicitarlo personalmente yendo a buscarlo en donde se
ha hallado en los cuales me ha desairado
posponiéndome a sus gustos y yo siguiéndolo constante
dos y tres veces cada año y reconviniéndole de parte de
nuestras obligaciones nos juntemos al gobierno de buen
vivir, y dicho mi marido se ha desinteresado y disimulado
con varios y frívolos pretextos ... ha vuelto a irse a la villa
de Sombrerete en donde ha sido lo mas de sus
pasatiempos y en donde he ido en todos estos años a
juntarme con él y no habido asequible que su voluntad
halla reconocido el mucho daño que me ha hecho
privándome del recogimiento honesto de mi vida y no ha
querido ejecutarlo sino que antes me ha llegado a decir
boca a boca sin temor de Dios Nuestro Señor y de la Real
justicia en ambas jerarquías que yo por mi sola puedo
vivir como quisiere y dejarlo a el gozar de su maliciosa
libertad, y sin embargo de esta dolorosa pesadumbre no
he desmayado en su busca, sin atender a que pudiera
matarme o venenosamente quitarme la vida, o por otro
desastre sepultarme en un perpetuo silencio, sino que he
procurado unirme a él ... y para prueba ... no se ha
experimentado ... me halla dado asiento alguno en
ninguna parte para mantenerme en vestuario, comer,
vestir y vivir en casa jornalera, porque nunca ha cumplido
enteramente con esta obligación ...213

La mayor parte de las denuncias se hacían para prevenir en lo


posible la continuación de maltrato. Se pedía la protección de las

213
AHEZ, f: Poder Judicial, s: Civil, 1747, fj. 1.
140
autoridades para evitar la venganza de los maridos, ante las
acusaciones que sobre ellos se exponían ante los tribunales.
Teodora Josepha Flores lo expresaba, según consta en el
documento, de la siguiente manera: “que no me redunde peligro de mi
vida por alguna oculta ojeriza que le pueda causar el requerimiento de
traerlo a la presencia de vuestra señoría”.214
Era recurrente que los maridos argumentaran que las mujeres
pedían el divorcio, por buscar gozar de la libertad y librarse de la
sujeción del matrimonio. Sin embargo, conseguirlo no significaba dicha
libertad.
Las demandantes argüían la intención de separarse de una vida
indeseada y no por el deseo de libertad, puesto que eran remitidas a un
recogimiento o depósito donde permanecían, y “debían vivir quieta y
recogidamente”, pues su calidad de divorciadas no les permite vivir
como mujeres libres, aunque esta condición les permitía acceder al
beneficio económico que les generaba la sentencia de divorcio.
En cambio, el hombre divorciado, podía vivir libremente, aunque
se le advertía de la obligación que tenían de guardar los preceptos del
matrimonio, en los términos que expresaba el catecismo.
El estado de divorcio era un periodo de lejanía de la pareja, pero
cumplida la sentencia del infractor, el perdón del cónyuge era suficiente
para solicitar la habilitación del matrimonio. Para ello la Iglesia instaba a
los agraviados a perdonar los excesos de la pareja con el objetivo de
reparar el vínculo:
…que han de procurar sin dificultad reconciliarse con sus
mujeres que hubiesen despedido de su casa por causa
de adulterio, si estuviesen éstas arrepentidas de su
pecado: ¿Por qué un marido cristiano no ha de recibir a
la mujer que la Iglesia recibe? O ¿por qué la mujer no

214
AHEZ, f: Poder Judicial, s: Civil, 1747, fj. 1.
141
perdona a su marido adúltero, pero arrepentido, al cual
ha ya perdonado Jesucristo? Porque si la Sagrada
escritura llama insensato al que vive con una esposa
adultera, se refiere a aquella que habiendo pecado,
rehúsa arrepentirse y dejar la vida torpe en que se ha
metido.215

Otra vertiente de las demandas es la solicitud de nulidad la cual


lleva implícita la invalidez del vínculo sacramentado. Pero sólo era
posible entre personas fieles, que no hubiesen consumado su vida
maridable y quisiesen entrar a la vida religiosa. En caso de sólo ser uno
de ellos quien entra al estado religioso, el otro quedaba en posibilidad
de unirse nuevamente en un segundo matrimonio.
Fundan los canonistas esta doctrina en que la
indisolubilidad del matrimonio no tanto depende de la
circunstancia de ser éste un sacramento, como de la
unión que resulta por la tradición de los cuerpos, según
las palabras de la Escritura: Et erunt duo in carne una;
debiendo sobreentenderse, mientras no llega á
verificarse esta unión, la condición tacita nisi Deus ad
meliora vocaverit…216

Al tratar sobre la violencia sexual hicimos referencia del proceso


iniciado por Isabel Henríquez para solicitar divorcio o nulidad de
matrimonio, poniendo por motivo la no consumación del acto sexual
después de dos años de matrimonio, debido a lo “monstruoso y
desproporcionado” de la parte viril de su marido, Manuel Sandoval. La
continuación del proceso permite intuir que los casos donde no se
consumaba la unión sexual también eran tenidos por causa de divorcio,
pero no así en cuanto a la nulidad, pues lo referido sobre ella atiende a
los casos en que se prefiere la entrada a órdenes religiosas y se depone
la elección matrimonial.

215
Catecismo romano… pp. 231-232.
216
ESCRICHE, Joaquín, Diccionario razonado… p. 216.
142
Para acceder a la separación autorizada por la Iglesia es
necesario pasar por un proceso de divorcio. Sin embargo,
consideramos, a partir de los resultados de nuestra investigación, que
muchos fueron los matrimonios que optaron por la separación
voluntaria sin pasar por este trámite. En los documentos se aprecia
cómo los consortes se ausentaban no por días, semanas o meses,
sino que duraban años sin hacer vida común.
Varios ejemplos que nos hablan de 1, 2, 8 y hasta 20 años de
separación con acuerdo de la pareja. Al ser invitados a reunirse se
niegan tácitamente en virtud de la asimilación de un tipo de vida
diferente, donde cada cual depende de sus habilidades para conseguir
lo que le es indispensable para vivir y con ello ya han adquirido la
independencia necesaria, por tanto rehúsan a vivir en condiciones de
sujeción. Todo ello sin pasar por el proceso de divorcio, que
generalmente tardaba años, y que no les garantizaba una sentencia a
su favor.
La reunión de las parejas separadas mucho tiempo, implicaba ya
una acción involuntaria, que traía eventos de discordia o
incompatibilidad con una vida que evidentemente no deseaban vivir.
El caso de Francisco Portillo y María de Rentaría, que hemos
mencionado en otros apartados, ilustra esta situación. Apuntamos la
defensa hecha por María de Rentaría cuando se le notificó que debía
reunirse con su marido en cuatro días, y ella advertía que de hacerlo
sería en gran perjuicio del alma tanto de ella como de Francisco
Portillo, pronosticando su muerte en virtud de la falta de amor que
existía entre ambos.
Aún cuando en todo el proceso se puede observar reticencia a la
reunión matrimonial, por parte de María de Rentaría, después de todas
143
las declaraciones en contra de la sujeción matrimonial declaró que
obedecería ciegamente todo cuanto atañía a los preceptos del
matrimonio. Los documentos presentan su declaración de la siguiente
manera:
… Obedece ciegamente todos los preceptos de nuestra
Santa Madre Iglesia, creyendo y confesando todo lo
que cree y confiesa y esperando morir y vivir según sus
ordenes, sujetando en todo a su superior corrección lo
contenido en este escrito, esperando de la Divina
Majestad su misericordia y protestando que todo
aquello que no conduzca a la mayor observancia de los
preceptos no es mi animo, ni permita dios que tal
ejecute estoy pronta a obedecer ciegamente los
preceptos de la Santa Iglesia y a que se tilde y borre de
esta mi representación todo lo que pareciere
opuesto…217

Este caso en que se argumentó tanto riesgo espiritual y físico,


adulterio, violencia, y nula cordialidad, no convenció a los jueces,
quienes determinaron, en definitiva, la reunión matrimonial, el perdón
de ambos cónyuges por las ofensas vertidas en el proceso, y el
juramento de respeto mutuo.
Las demandas de divorcio pocas veces tuvieron un seguimiento,
debido a que los jueces eclesiásticos centraban su trabajo en intentar la
reconciliación de la pareja y el restablecimiento de la vida marital. Para
ello se valían de alargar los procesos hasta donde fuera posible. Es por
ello que contamos con pocas sentencias.
María de la Trinidad Zacatecas, en 1774 obtuvo sentencia de
divorcio, causada por la reiterada relación adultera que mantenía su
esposo José Antonio Dena con María Guadalupe Vergara. La sentencia
indica no sólo la separación oficialmente reconocida del matrimonio,

217
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c: 168, 26 Septiembre
1730, fj. 104.

144
sino las penas a que se hicieron acreedores Antonio Dena y María
Guadalupe Vergara, documentalmente expresada en los siguientes
términos:
...su señoría declaró haber lugar a el divorcio y
separación que pretende de su matrimonio María
Trinidad quad torum, et habitationem, por ahora, y no
perpetuo por la culpa que de estos autos resulta contra
los expresados don Antonio Dena y María Guadalupe
Vergara; les condenaba y su señoría les condena, a que
por el término de seis meses, se mantenga con calidad
de depósito la susodicha María Guadalupe en una de las
casas honradas de la ciudad de Zacatecas y no habiendo
a satisfacción del cura Rector Vicario Juez Eclesiástico, y
no habiendo lugar a su recibo con segura custodia
remitirá a su persona a la casa de recogidas de esta corte
donde cumpla el término de su condenación apercibida
de que en lo sucesivo vista con temor de Dios quieta y
recogida...218

La sentencia era muy explicita al indicar que la separación solo


era temporal y no perpetua, lo que implicaba la separación de
habitación, pero no la disolución del sacramento matrimonial.
Antonio Dena fue sentenciado a destierro por 4 años, y María
Guadalupe fue conminada a una casa honrada de la ciudad, o bien a
la que el juez eclesiástico determinara, pero de no haberla debía ser
trasladada a la casa de recogidas de la ciudad de México,
debidamente custodiada, para cumplir allí con un encierro de seis
meses.
Los documentos dejan claro que todo proceso que buscaba la
separación iba acompañado del descubrimiento y conocimiento de los
comportamientos de los cónyuges, que generalmente dejaban traslucir
conductas violentas, -físicas, emocionales, económicas, sexuales-,
pero no implicaba la disolución del vínculo matrimonial.

218
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c: 170, exp. 4, fj. 67,
1775.
145
III.- VIOLENCIA Y PROCESO PENAL

Este capítulo fue pensado para hacer un análisis de los procesos y su


desarrollo en los tribunales eclesiástico, inquisitorial y secular, pues
diferían mucho uno y otro en función del tipo de caso, lo que permite
distinguir diferentes posturas ante actitudes violentas.

Jurisdicción secular y eclesiástica.


Atendiendo a la jurisdicción, como la facultad o poder que se concede
para el gobierno, en la decisión de una cosa, debemos tener en cuenta
la diferenciación de los casos de jurisdicción eclesiástica, secular o
real, e inquisitorial en asuntos de violencia conyugal.219
La justicia secular atendía los conflictos y asuntos relacionados
con cuestiones patrimoniales y de orden público, es decir, se ocupaba
de los asuntos materiales y de desorden social. La justicia eclesiástica
atendía las cuestiones espirituales, pero en ocasiones, ésta
delimitación no era muy clara, en tanto que un caso podría
comprender tanto asuntos de carácter moral como asuntos de carácter
material, en donde forzosamente hubieron de intervenir ambas
justicias.
También hubo casos que se constituyeron como exclusivos de la
autoridad eclesiástica, pero que hubieron de requerir la ayuda del
brazo secular para la concreción de las sentencias. Por otra parte, no

219
Existen abundantes trabajos que han abordado los asuntos jurisdiccionales, los procesos y las
formas de resolución como son HOFFMANN, ELIZALDE, Roberto, La posición jurídica…,
MONTERO AROCA, Juan, Herencia procesal…, CUTTER, Charles R. Libro de los principales
rudimentos… En este apartado nos abocaremos a lo relacionado con los procesos judiciales tanto en
tribunales reales como eclesiásticos de tópico matrimonial, por tanto no se atenderá todo el
entramado que constituyó la aplicación de justicia, que bien se puede consultar en otra bibliografía.
Para el caso concreto de Zacatecas, sugerimos revisar el análisis del proceso criminal hecho por
146
siempre hubo cordialidad en la delimitación de jurisdicciones, más bien
encontramos pugnas por atraer los casos para sí e intervenir en el
desarrollo y conclusión de éstos. Pues, según las relaciones, calidad y
posición social, un denunciado podría tener diferente trato en un
tribunal o en otro.220 La jurisdicción de los procesos dependía de
muchas circunstancias, y en especial de un acuerdo que debía
establecerse entre los tribunales que consideraban que la causa
correspondía a su espacio legal.
Esta situación no era desconocida por los legisladores. Noticia
precisa la encontramos en una copia del Capítulo de la orden para las
cosas que se ofrecieren entre la Inquisición y Audiencia Real de
México y virrey, asentada en España por los consejos de Inquisición e
Indias que fue citado en un proceso dirimido en 1594, que dispone lo
siguiente:
En caso que haya diferencia entre la Inquisición y la
justicia real, sobre a quién pertenece el conocimiento
de las causas familiares, se junte el oidor más antiguo
con los inquisidores en la Inquisición, y vean el negocio
y procuren de concordarlo; y no se concordando,
sobresean y remitan los procesos cada uno a su
Consejo de Inquisición e Indias, para que por
entreambos se vean y determinen; y si la causa
sufriere que los reos se den en fiado, se podrá hacer
de conformidad de ambos tribunales porque no
padezcan los reos.221

ENCISO CONTRERAS, José, Procesos criminales ejemplares del Zacatecas colonial, Zacatecas,
Tribunal Superior de Justicia del Estado de Zacatecas, 2004.
220
Un proceso de 1594 por sospechas de uxoricidio del capitán Francisco de Urdiñola perpetrado en
la persona de su esposa Leonor de Lois y Landaverde un criado con quien, según los testigos, creía
haber cometido adulterio. En virtud de la libertad de que gozaba el sospechoso la Real Audiencia de
Guadalajara y el Tribunal de la Inquisición se enfrentaron para determinar la correspondencia
jurisdiccional de la causa. Se observa en el alegato cómo la posición y la familiaridad que guarda
Urdiñola con el Tribunal de la Inquisición es determinante para la protección que de él recibe.
Archivo General de Indias, Escribanía de cámara, 380 A. Citado por ENCISO CONTRERAS, José,
Procesos criminales…, pp. 103-161.
221
Archivo General de Indias, Escribanía de cámara, 380 A, citado por ENCISO CONTRERAS,
José, Procesos criminales…, p. 148.
147
Aunque parece ser atendido el documento citado, lo cierto es
que los intereses particulares determinaban en gran medida las
jurisdicciones.
La capacidad de los miembros de los organismos jurídicos se
hacía presente en los alegatos. El conocimiento o erudición de los
juristas tanto seculares como eclesiásticos, empataban en varios
puntos, lo que hacía que el conocimiento legal fuera más allá de la
propia jurisdicción, en virtud de que ambas se basaban en el ius
commune,222 situación que se manifestó en refranes como “canonista
sin leyes, arador sin bueyes”, lo mismo que: “canonista y no legista no
vale una arista”.223
Más que abocarnos a los tribunales, que indudablemente
estaban conformados por personas letradas y entendidas de las
causas legales y las formalidades de resolución, debemos atender a
los encargados de recibir y resolver problemas familiares en lugares
alejados de estos centros, es decir las autoridades locales.
En materia eclesiástica tenemos juzgadores eruditos y
entendidos de las causas de fe y su regulación, siendo siempre
encargados de ellos personas con grados de Bachiller a Doctor.
Mientras que la justicia real o secular, que en las regiones provinciales
recaía en los corregidores o alcaldes mayores, se advierte una falta
importante de formación legislativa, siendo estos funcionarios, la
mayoría de las veces, inversionistas que al comprar un cargo se
preocupaban más por la forma de recuperar lo invertido que por dar
atención debida a los procesos.

222
CUTTER, Charles R., Libro de los principales…, p. 20.
223
Diccionario de Autoridades, Vol. 1, p. 118.
148
Posiblemente podemos afirmar que en el siglo XVIII se enfatizó
la lucha por la jurisdicción familiar por parte del poder real y el
eclesiástico. En Zacatecas se pudo percibir con mayor atención
aproximadamente a partir de 1770. Los ordenamientos matrimoniales,
la expulsión de los jesuitas y una creciente vigilancia al actuar
eclesiástico por parte de la autoridad real, van a generar una
descompensación social, una confusión en relación a quién
correspondía determinar el seguimiento de las causas, propiciando
que la mayoría de los habitantes realizaran sus litigios en función de la
costumbre y atendiendo a ello se dirigieran a los eclesiásticos para
exponerlos, constituyendo con ello una falta a la normatividad que
definía las causas que ya no eran de competencia eclesiástica.
En este contexto de relaciones jurídicas es donde se debe ubicar
el por qué los eventos de violencia dentro de la familia van a atenderse
o presentarse ante tal o cuál instancia. Pero es importante aclarar, que
había preponderancia en los casos dirigidos al juzgado eclesiástico,
probablemente debido a que las acusaciones iniciales eran resultado
de la confesión, siendo el delator o acusador aconsejado de prestar
mayor atención al evento, sugiriéndole que siguiera en la vida
matrimonial, sin más, o bien presentara denuncia o demanda para dar
inicio a un proceso judicial, entendido y resuelto a través de un juicio.
El predominio de los procesos presentados ante la instancia
eclesiástica en cuestiones matrimoniales se puede entender porque
era generalmente entendido que estas causas debían dirigirse y
resolverse por la autoridad eclesiástica.224
La Iglesia tenía por objeto regular la moralidad de los actos
humanos, que consistía en el respeto a las reglas y costumbres

224
FERRER, Vicente, suma moral…, pp. 1-9.
149
manifiestas en la ley y la conciencia. Es decir, la Iglesia se encargaba
del orden de los actos humanos en cuanto a lo que debe amarse o
descartarse, lo que es bueno, malo o indiferente, en este sentido se
encargaba de la búsqueda y regulación de la virtud del cristiano.225
Para cumplir su cometido debía tener en cuenta las cuatro
virtudes cardinales: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza.
Según la Suma Moral de Ferrer, la Prudencia atendía a lo lícito y
conveniente de las acciones humanas que debían hacerse en
conformidad de la recta razón; por Justicia entendía la colección de
todas las virtudes, expresadas en una justicia general o propia, virtud
moral que manifiesta interés por el bienestar del prójimo; la Fortaleza
se fundamentaba en la defensa de lo bueno, de donde se infería que
el acto prioritario de la fortaleza era el martirio; la Templanza tendía a
moderar el apetito sensitivo en la concupiscencia y deleites
corporales.226
Siendo las virtudes cardinales parte de la enseñanza doctrinal
dirigida a sus fieles, asumían como suyas aquellas transgresiones de
las virtudes, puesto que era materia regulada por las entidades
eclesiásticas. Los fieles, a su vez, recurrían en primera instancia a la
Iglesia, para expiar sus pecados y transgresiones a través de la
confesión.227
A partir de las sumas morales que pudimos revisar,
encontramos una idea de que el respeto a la ley divina llevaba
implícito el respecto a la ley humana, y éste a su vez, el respeto a la
ley natural; del mismo modo que la transgresión a una de las leyes

225
FERRER, Vicente, suma moral…, pp. 9-18.
226
FERRER, Vicente, suma moral…, pp. 9-18.
227
Para el estudio de los pecados y sus categorías ver FERRER, Vicente, suma moral…, pp. 24-43.

150
conllevaba la trasgresión de otra. Por lo anterior, no se podía entender
una división precisa de jurisdicciones. Aunque cada una se encargaba
de objetivos diferentes, al conjugarse formaban la correcta armonía en
los actos humanos
Es menester precisar qué entendemos por ley eclesiástica y por
ley secular. La ley eclesiástica se constituía por aquellas disposiciones
hechas por la Iglesia para dirigir a los cristianos a fin de lograr la
bienaventuranza eterna, siendo el principal eje rector los
Mandamientos; la ley secular la podemos entender como aquella
hecha por los príncipes, republicanos o pueblos, para lograr la paz y
tranquilidad pública.228
Dado que los primeros en recibir noticia de eventos violentos
dentro del matrimonio, eran los sacerdotes o religiosos, éstos debían
corregir los pecados considerados como veniales en el secreto de la
confesión por medio de la penitencia. Pero cuando las faltas se
constituían en graves y contra la justicia legal, era necesario no sólo la
absolución del pecador a través de la penitencia, sino la denuncia de
lo oculto, para evitar males mayores. 229
Era también obligación de los párrocos y religiosos atender a los
fieles por medio de la corrección fraterna, que atendía a la enmienda
del pecador, teniendo siempre cuidado de no corregir en virtud de
duda, sospecha, conjetura o rumor, sino que debían tener
conocimiento comprobado del pecado cometido y no actuar a base de
indicios.

228
FERRER, Vicente, suma moral…, p.50.
229
FERRER, Vicente, suma moral…, p. 111.
151
La tarea del prelado era corregir primero en secreto, si no había
enmienda se debía hacer delante de uno o dos testigos, y si esto no
bastaba se debía pasar a prelado superior o autoridad competente.230
Pero en los casos en que el pecado fuera dañoso para la
República o para la comunidad se debía denunciar, aún cuando se
tuviera esperanza de la enmienda del delincuente, pues los casos de
pecado público no eran tenor de corrección sino de castigo, de tal
manera que la corrección fraterna solo debía presentarse cuando el
pecado era oculto, aunque este fuera contra otros.231
No aplicaba esto último en los pecados que eran jurisdicción del
Santo Tribunal, como el perjuicio a la patria, la herejía, la bigamia,
blasfemia, apostasía, etc. Tampoco aplicaba cuando el pecado oculto
era de maquinación contra la vida del prójimo, pues este debía ser
denunciado ante el juez, por cualquier persona que lo supiera, aún
eclesiástico, pero advirtiendo que la única intención era indicar el daño
que amenazaba al prójimo.232
Suponiendo que estas estipulaciones fueran respetadas por los
prelados, es entendible que muchos eventos de violencia se quedaran
en la memoria de los participantes y del confesor, pues no ameritaban
ser del dominio público y con ello expuestos en proceso. Pues, como
ya lo hemos repetido, más bien los sacerdotes hacían un discurso de
perdón, resignación y sumisión ante hechos violentos que seguían
inmersos en el secreto matrimonial.
Otros fueron atendidos en la segunda instancia, dentro del fuero
eclesiástico, donde se advertía al infractor de las consecuencias que le

230
FERRER, Vicente, suma moral…, p. 111-113.
231
FERRER, Vicente, suma moral…, p. 113.
232
FERRER, Vicente, suma moral…, p. 114- 118.
152
produciría la reincidencia, pero muy pocos fueron los procesos que
obtuvieron una sentencia definitiva.
Las causas de competencia eclesiástica en materia conyugal,
eran todos aquellos actos que corrompían la idea sacramental del
matrimonio. Por ello encontramos no sólo aquellos asuntos que
trataban de la forma correcta de las uniones, en cuanto a los grados
de parentesco y consanguinidad, y las formas sexuales correctas.
También encontramos eventos de violencia o agresión que deben
atender las autoridades eclesiásticas con el objeto de vigilar la unión y
el mantenimiento del matrimonio y la familia.
De los eventos que se entrecruzaban en una serie de matices de
violencia y que eran argumentados con la finalidad de obtener la
separación o reunión conyugal, predominaban los casos de adulterio y
separaciones matrimoniales, que eran acompañadas de otras formas
de violencia, con tal de que la denuncia tuviera un mayor peso y
pudiera obtenerse una sentencia favorable.
Otros procesos, que por su naturaleza eran tratados por la
instancia eclesiástica, daban noticia de eventos de violencia que
implicaban la participación no sólo de la pareja, además incluían a los
hijos y a personas cercanas a uno de los cónyuges. Pero la agresión
física y la violencia emocional no eran consideradas como graves,
pues no atentaban contra la institución familiar en tanto que no
atentaban contra el vínculo suministrado por la Iglesia. No así, el caso
del incesto, que era considerado como una falta grave, porque
transgredía las relaciones familiares, la consanguinidad, la pureza de
la relación padres-hijos, y la fidelidad, causando no solo daño al
consorte sino también a sus allegados.

153
Son pocos los casos que se desarrollaron con base en los
formalismos establecidos. Las partes de que se componía un proceso
inquisitorial eran las siguientes: cabeza del proceso (es la primera
información que se tiene sobre la causa, sin aún constituirse como
demanda formal); información sumaria (recopilación de pruebas y
testimonios); probanzas del reo (elementos de descargo); y, finalmente
la publicación de testimonios y demás pruebas. Lo que apenas se
constituía como la parte inicial que generaba la acusación formal y de
ello derivaba el escrito de defensa que van a constituir todos los
elementos para la revisión de la causa y generar sentencia
En los casos inquisitoriales, si no era obtenida la confesión, era
posible encontrar sentencias de tormento para el acusado con el fin
único de llegar al conocimiento de la verdad y purgar las culpas, pero
no implicaba que fuera tomado el tormento como castigo, sólo era una
forma de garantizar la confesión.
Por lo que se refiere a los asuntos de competencia secular o
real, debemos diferenciar los procesos en juicios criminal, civil y
ejecutivo,233 dependiendo de la materia. En ellos se trataban –por
causas matrimoniales- cuestiones materiales en relación al patrimonio,
dote, o capital producido durante el matrimonio, que al ser disipado
atentaba contra la legalidad y la estabilidad familiar, siendo estas
causas muy atendidas en los procesos seculares.
Localizamos también las causas criminales, que se ocupaban de
los delitos o transgresiones a la ley, pragmática o estatuto, ya fuera
real o local, pues recordemos que la atención de los delitos en el
periodo novohispano tendió a la casuística, de tal forma que la

233
CUTTER, Charles R., Libro de los principales.., p. 29.
154
costumbre o el ius comune determinaba en mucho la atención de una
causa.
Entre los juicios tratados para el caso de Zacatecas, tenemos las
agresiones físicas, el abandono de deberes económicos y con ello la
solicitud de reunión matrimonial, la mala vida en que hay peligro de
muerte, las sospechas de uxoricidio, casos de adulterio, puesto que
además de ser un pecado contra la fidelidad era también contra la
justicia en cuanto estorbaba al orden público.
Intuimos que hubo una recurrencia a solicitar la ayuda real en
casos de competencia eclesiástica ante la posible falta de atención en
esta instancia o la inconformidad con las sentencias. En ocasiones se
recurría a esta segunda vía para atender casos sentenciados por el
tribunal eclesiástico en materia de su jurisdicción, pero con la finalidad
de eliminar una sentencia de destierro.
Los juicios inquisitoriales van a estar comprendidos en los
asuntos de competencia de ambas jurisdicciones, puesto que de la
primera instancia que van a ser estos tribunales seculares y
eclesiásticos, donde habitualmente se presentan las denuncias sobre
las infracciones, se va a pasar los casos de su competencia al Tribunal
Real Eclesiástico o Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, que fue
establecido con autoridad pontificia, para atender los asuntos contra
“la religión y la fe católica que han profesado o escandalosamente
blasfeman de ella; y contra la corrupción de las costumbres, o abuso
de los Sacramentos”.234
Atendiendo el punto central de nuestra investigación, el Tribunal
de la Inquisición se encargaba de aquellos eventos que indicaban una

234
Diccionario de Autoridades, 1990, Vol. 2, p. 277.

155
falta al sacramento del matrimonio y a la fe. Por ello encontramos que
los sucesos de desavenencia conyugal a los que presta atención, son
los relacionados con las sospechas de bigamia o poligamia, aunque
luego se observaran resultados adversos, que constituían error,
calumnia, adulterio o concubinato, y al comprobarse, pasaban a la
instancia local para su resolución por no ser materia de regulación
inquisitorial.
Si bien es cierto que el Tribunal de la Inquisición es un órgano de
control real, también lo es que su autoridad o potestad estaba
determinada por la figura de un juez eclesiástico destinado para el
conocimiento de las causas de la fe y el abuso de los preceptos
sacramentales. En este sentido es que se ha entendido que la
Inquisición era una sección más de la jurisdicción eclesiástica, pero no
lo constituía en tanto que estaba vigilado y regulado por ambas
jurisdicciones y que servía para el control real sobre las acciones de
los fieles.
Estas jurisdicciones tenían formas convenidas para el desarrollo
de los procesos judiciales, pero los documentos pocas veces dejan ver
en los juzgados un correcto desempeño en el formalismo en que
debían basarse, pues la mayoría de los procesos correspondían a la
parte inicial de la acusación.
La mayoría de los procesos tratados como parte de la materia
eclesiástica no pasaron de ser cabeza de proceso, muy pocos eran
concluidos. Por lo menos los que se desarrollaron en las instancias
locales. No dejan de ser expedientes incompletos los localizados en el
Archivo Parroquial, que aún cuando tienen sentencia, generalmente
aparece aislada del contexto total del proceso, algo que también se
presenta en el Archivo Histórico del Estado de Zacatecas, aunque con
156
menor frecuencia, pues generalmente los procesos ahí resguardados
no pasan a otras instancias, sino que se resuelve por la justicia local o
bien no se les da seguimiento.
En vista de los procesos con que contamos se puede observar
que la Inquisición fue el Tribunal que puso mas atención a la correcta
forma de llevarlos a cabo. Son los expedientes de los cuales se puede
extraer más información, debido a que contenían todos los elementos
que requería la aplicación precisa de los puntos determinados para el
juicio. Pero también podemos advertir fallas en el proceso inquisitivo,
principalmente en cuanto a que el acusado es tenido como culpable
desde el inicio, lo que implicaba que los datos estuvieran siempre
dirigidos a la corroboración del delito y no a la indagación de su
inocencia.235
Teniendo en cuenta nuestra investigación y lo presentado por
otros investigadores, principalmente para el caso de la Ciudad de
México, es evidente que los procesos judiciales tenían como finalidad
el descubrimiento de un delito específico que en muchas
circunstancias resultaba no serlo, con lo cual cambiaba la jurisdicción.
Por ejemplo, si la denuncia era por bigamia, podría ser atendida por la
Inquisición, pero, si en el curso de la propia indagación resultaba que
el delito no era bigamia, sino adulterio, entonces la jurisdicción
correspondía a las instancias locales, ya fuera eclesiástica o secular, y
la Inquisición perdía pertinencia para atender dicha denuncia.
Por lo anterior, el virrey Marqués de la Croix hizo hincapié en la
importancia de tener prudencia al momento de recibir las denuncias,
en virtud de que muchas habían resultado ser calumnias. Además,
refería la importancia de precisar la jurisdicción correspondiente en la

235
ENCISO CONTRERAS, José, Procesos criminales…, p. 43-50.
157
recepción y cuidar que las causas presentadas no respondieran a una
intencionalidad distinta a la justicia:
… dando a uno queja de la conducta y vivir del otro; y
siendo personas de algunas circunstancias, procuré
tomar informes para averiguar el hecho antes de dar
providencia; y siendo de gente ordinaria dar orden a las
justicias para que, con reserva, averigüen y den
cuenta, y por experiencia se ha llegado a saber que
algunas quejas se reducían más a querer quedar el
marido o mujer libres, para a su salvo cometer ofensas,
y por ello en estos casos se debe proceder con tiento, y
en caso de destinarse al marido poner en recolección a
la mujer…236

Indudablemente había un gran trecho entre el modelo ideal y la


realidad en las relaciones conyugales. Quizás podemos asentar como
característica del siglo XVIII un barroquismo de que dan cuenta los
analistas jurídicos, pues la casuística determinaba el desarrollo de los
procesos y no precisamente los postulados normativos.

El proceso judicial.
El juicio o proceso judicial tenía un formato que había que atender
(denuncia, pruebas, testigos, descargos, defensa, etc,) y en base a
esos elementos, el juez debía determinar una sentencia. Pero, como
hemos visto antes, esto sólo en la formalidad, pues las calidades de
las personas involucradas en los procesos, tenían una injerencia
importante en la administración de justicia.
A continuación trataremos cada uno de los elementos formales
que constituían un proceso y cómo eran utilizados en algunos
procesos para conseguir una sentencia absolutoria o condenatoria.

236
SABAU GARCIA, María Luisa (coord.), Estampas de la familia mexicana, México, Impresora
Formal, 1994, p.76.
158
Denuncia.
Aunque ya lo hemos mencionado antes, ahora lo precisamos para
mayor claridad. Las denuncias de violencia conyugal podemos
clasificarlas en dos tipos. 1.- Las denuncias a los límites del deber
conyugal, que tenían que ver con violencia física, sexual, faltas al
deber de proveer de casa, vestido y sustento, abandono y agresión
emocional. Este tipo de denuncia, generalmente la hacía el propio
agraviado.
2.- Las denuncias por violación a los preceptos eclesiásticos, que
tenían que ver con adulterio, bigamia y divorcio, generalmente las
presentaban aquellos celosos de la fe cristiana y de la moral pública,
defensores de la unicidad, fidelidad e indisolubilidad del matrimonio.
Los afectados no siempre conocían la identidad de sus denunciantes.
El discurso de la denuncia debía contener toda la carga de
dramatismo posible. En este sentido encontramos similitudes en el
discurso de casi todas las denuncias, lo que indica una posible
asesoría individualizada que hacía que los alegatos tuvieran los
mismos elementos o, que los denunciantes, acudieran a las
autoridades eclesiásticas, y quien recibía las denuncias manejaba un
formato en donde sólo había que cambiar los nombres y los hechos.
Con la intención de causar impresión y evitar que el denunciante
apareciera como irrespetuoso a los valores y preceptos del
matrimonio, éste debía justificar su buen comportamiento al no incurrir
él mismo en faltas a dichos valores y preceptos, por lo menos en el
caso de las denuncias por faltas del deber conyugal. Para sustentar lo
anterior se narraban todos los agravios posibles, no sólo los que
incumbían al cónyuge, sino todo lo que pudiera aportarse para
sustentar la existencia de violencia en varias modalidades, lo que
159
engrosaba la denuncia con elementos complementarios, mismos que
podían ser utilizados como elementos de prueba.
Por ejemplo, una denuncia por faltas a los límites del deber
conyugal que tuviera que ver con una solicitud de reunión conyugal iba
acompañada de los agravios que éste abandono había provocado no
sólo en el cónyuge, sino en toda la familia, y más aún en al
comunidad, expresando el daño emocional, las faltas económicas, la
exposición a la violencia ante la falta de una figura que ostentara la
patria potestad de la familia, etc.
En el caso de que la denuncia fuera por violencia física, éste
debía exponer que se trataba de eventos repetidos. Pues una
denuncia por agresión física presentada por una mujer, no era válida si
no era sustentada en el continuo maltrato. Según los valores de la
época, el ejercicio de la patria potestad daba al esposo la autoridad
para corregir a todos los miembros de la familia, por los medios
necesarios, ya fueran palabras o correctivos físicos, es decir, golpes.
La denuncia inicial podía derivar en la consecución del proceso
o no. Esto dependía de la gravedad del caso, de la calidad del
denunciante, y del criterio de las autoridades.
Recordemos que en muchos casos las autoridades eclesiásticas,
a pesar de la gravedad, insistieron en la reunión matrimonial siendo su
única actuación los consejos al cónyuge agraviado.
A raíz de nuestra exploración documental podemos asegurar que
la mayor parte de los casos presentados ante los tribunales
eclesiásticos del siglo XVIII no fueron más allá, pues son escasos los
procesos que presentaron un seguimiento, y más excepcionales
aquellos que lograron una resolución o sentencia.

160
En lo que respecta a las denuncias por violación a los preceptos
eclesiásticos –unicidad, fidelidad e indisolubiliad-, generalmente eran
hechas por los vecinos y resueltas por el vicario in capite en conjunto
con los jueces eclesiásticos de Zacatecas.
Los oficiales de la Inquisición eran los únicos facultados para
reunir la información necesaria que acreditara la culpabilidad del
acusado en caso de que el delito fuera bigamia. En los casos en
donde los actores eran indígenas, el caso era planteado en Zacatecas,
pero remitido para su sentencia al Obispado de Guadalajara, sin
requerir que los infractores abandonaran su lugar de residencia, en
donde permanecían encarcelados. En los casos de bigamia de otros
estratos sociales el proceso y los reos eran remitidos directamente a la
Ciudad de México para su resolución y sentencia.
La comunidad era determinante para el progreso de la denuncia
por bigamia. Las denuncias generalmente eran presentadas por
vecinos preocupados por el orden público; en muchos casos, lo
hacían instados por los propios familiares de los infractores, que al no
atreverse a denunciarlos buscaban la forma de hacerlo para descargo
de sus conciencias. También hubo familiares que denunciaron sin
intermediarios.237 Otra modalidad era la autodenuncia, en tanto que
podía reducir el castigo.
Los procesos de bigamia o duplo matrimonio, seguían el mismo
procedimiento inicial, es decir, revelación de la unión ilegítima. Una
vez sustentada la sospecha, el infractor debería ser remitido a la
ciudad de México a las cárceles secretas, bien resguardado para
evitar su fuga.

237
ENCISO ROJAS, Dolores, “Uniones matrimoniales…, pp. 139-153.
161
Después de nombrarse fiscal y notario, juramentados y
ratificados en sesión del Santo Oficio de la Inquisición, se hacían las
acusaciones formales. En el caso de Nicolás Obispo, los documentos
expresan la acusación o denuncia formal, elaborada por el Señor don
Thomas de Cubero y Lenian, Inquisidor Fiscal del Santo Oficio, en los
términos siguientes:
...siendo el susodicho bautizado y confirmado,
ignorando como tal de las gracias, excepciones y
privilegios de que usan y gozan los buenos y
verdaderos católicos cristianos, olvidando de tan
apreciables obligaciones con poco temor de Dios y
menos prudencia de su tremenda justicia, y de la
siempre temida de este Santo Oficio, en grave ruindad
de su alma y otras del pueblo cristiano ha hecho, dicho
y creído, contra lo que tiene, predica y enseña la Santa
Madre Iglesia Católica Romana, y su evangélica
doctrina, pasándose de su presencia al gremio, a el feo,
impuro y abominable de los turcos y antiguos herejes,
cuyos errores suscitaron después los modernos,
sintiendo como ellos, o al menos con mucha caciloidad
mal de los santos sacramentos, y en especial del de el
matrimonio, casándose segunda vez estando viva su
primera y la segunda mujer, creyendo sin duda que lo
podía hacer y que le era lícito la pluralidad de mujeres,
contra lo que enseñan no sólo en ambos derechos sino
también la ley divina, y en tales circunstancias hasta el
derecho natural y contra la común vida, y costumbres
que ha visto en los demás fieles cristianos,
constituyéndose por tan sacrílego delito, hereje y
apostata de nuestra santa fe católica, o al menos
claramente sospechoso de serlo, perjuro, falsario,
sacrílego, escandaloso y diminuto confidente, y
acostumbrado a cometer otros muchos más y menos
graves delitos que de los de su causa resultaren, de los
cuales en general le acuso y en particular de su
proceso...238

A través de este documento podemos ver cómo el fiscal exponía


los argumentos de despego a la fe en donde eran sustentados todos
los delitos imputados.

238
AGN, Inquisición, Vol. 1002, exp. 1, fj. 66-67.
162
La gravedad del delito era respaldada por las sumas morales
que reprendían las acciones voluntarias que atentaban contra los
preceptos y valores eclesiásticos. Aún formando parte como creyentes
de la Iglesia, los bígamos tenían varias mujeres no ignorando la
magnitud del delito, por lo que se hacía acreedor a un mayor castigo.
Sumado todo lo anterior, al hecho de que la bigamia atentaba contra la
integridad del prójimo en tanto que provocaba escándalo público y
agravio al honor de las familias de los infractores.239
En el caso de los procesos por divorcio no podemos hablar de
denuncia, sino de demanda. Uno de los cónyuges debía acudir ante la
autoridad eclesiástica para solicitar la separación del matrimonio pero,
para sustentar la demanda, debían exponerse motivos graves. No
siendo posible que ningún testigo, vecino o familiar la solicitara,
aunque sí podían participar en el proceso con sus declaraciones.
Debemos recalcar que la mujer no podía tramitar, denunciar o
demandar justicia sin el consentimiento del marido. Aquellas que sí se
atrevieron, argumentaron que siendo un problema en donde el marido
era la causa, no requerían de su permiso. En términos de la época una
agraviada expresó: “sin tácita, ni expresa licencia de éste por ser la
causa, que intento tratar de la naturaleza de aquellas que no la
requiere”.240
Una vez que la información delataba violencia en vida
matrimonial y se daba a conocer a las autoridades, se pasaba a una
demanda formal de divorcio.

239
FERRER, Vicente, Suma moral…, p. 1-5.
240
AGN, vol. 1224, exp. 2, fj. 119f.
163
María de Arana, de quien hemos hecho referencia ante,241
después de presentar los testigos que validaron sus acusaciones puso
demanda de divorcio en los siguientes términos:
Divorcio y separación quoadthorum et nustuam
cohabitasionum que tiene lugar por la mucha [sevicia] y
crueldad con que me ha tratado, azotándome
cruelisimamente, por cosas de ninguna importancia,
como por perderse un cuchillito, un borreguito y pollito,
y otras cosas que siendo de su obligación cuidar quería
que lo hiciese yo, y lo que más es corriéndome de la
casa de noche y dejándome arrimada en el campo y lo
que ejecutaba conmigo en la casa, como por ahora
aparece de la información que con la debida
solemnidad presento y esto fue lo que un […] vio
padecer y pasajeros, dejo lo demás a la consideración
de vuestra merced y a la demás información que dará
en el curso de esta causa, y la demanda que fui y me
llevó mi padre a dicha villa de Cárdenas la doy
golpeada de que pedí ante el alcalde mayor diese fe el
escribano como lo hizo reconociendo por inspección de
golpes las mujeres que para ello me reconocieron…se
servirá vuestra merced de mandarme poner en la casa
que fuere servido en depósito, donde se le mande so
graves penas me acuda con lo necesario para mi
vestuario y alimento, además de las costas…242

Las demandas de divorcio siempre debían expresar la necesidad


de separación, pero no para gozar de la libertad sino para resguardar
la integridad física, emocional y moral, por ello, se enfatizaba que las
mujeres debían ser depositadas en alguna casa honrada que
determinara el juez o bien en un recogimiento. Se debía probar que la
vida matrimonial transcurría en detrimento de los valores cristianos.243
Las demandas de divorcio que encontramos fueron de mujeres,
quienes instaban a los jueces a proveerlas de una vida tranquila, aun y

241
Ver el apartado titulado Violencia física.
242
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 168, 19 Diciembre
1710, fj.7v.
243
LIPSETT-RIVERA, Sonya, “La violencia dentro…, pp. 328-339.
164
cuando esto significara la reclusión en un depósito. No encontramos
procesos de divorcio solicitados por hombres.

Encarcelamiento y depósito.
Aceptada la denuncia y convertida en proceso formal, se procedía,
según fuera el caso, a la prisión o al depósito de los implicados.
Ya encarcelado se efectuaba el reconocimiento del reo (nombre,
edad, calidad, vecindad, descripción física, etc.) con la presencia de
los testigos y el notario pero en muy pocas veces, con la presencia del
denunciante. 244
La prisión implicaba que las necesidades básicas debían ser
subsidiadas por personas cercanas al infractor. El encarcelamiento
que alejaba al reo del lugar de residencia de su familia o el destierro
lo colocaba en circunstancias casi imposibles de sostener.
Recuérdese que el proceso formal implicaba la confiscación de bienes.
Pero aún siendo encarcelados en su localidad, la falta de atención de
los familiares puede explicarse en estos casos porque al ser asuntos
conyugales casi siempre generaba el enfrentamiento familiar.
Los ricos y poderosos raras veces pasaban por las cárceles, de
ello da cuenta el refrán siguiente: “La cárcel y la cuaresma para los
pobres es hecha”.245
Los reos urgían la resolución por la suma pobreza que el
encarcelamiento les producía, sin contar con el descrédito generado
que se traducía en que ni los vecinos acudían en su ayuda con la
sospecha de su culpabilidad.

244
CUTTER, Charles R., Libro de los principales…, pp. 31-32.
245
Da a entender, que las excusas de los pobres pocas veces se admiten, y por eso pasan por las
leyes y descomodidades de que se eximen los poderosos. Diccionario de Autoridades…
165
Joseph Cyrilo hizo patente su situación en una carta enviada al
Lic. don Manuel Vicente de Silva Cessati, en la que expresa lo
siguiente:
…compelido de las gravísimas necesidades que en
esta cárcel estoy padeciendo, como forastero, y sin
tener en esta ciudad, a quien manifestárselas, para que
me las socorra; y atendiendo a la larga prisión que
estoy sufriéndola que llega ya a cinco meses por la
falsa calumnia, que se me imputa, y no me han
probado, ni probaran, no puede menos , que postrarme
a los pies de vuestra merced suplicándole se duela de
mí, y mande poner término a tanto padecer, o bien
declarándome libre, o aplicándome la pena, que sea
digna al delito, si se ha declarando que recibiré uno u
otro gustoso, que así lo espero de su cristiana
justificación…246

Los graves padecimientos del encarcelamiento no se incluían


como parte del castigo, únicamente constituía un medio para evitar la
huída del acusado y poder desarrollar el proceso. Aún y cuando,
después de un largo período de averiguaciones y testificaciones, se
pudiera concluir que el acusado había sido inocente, éste podía
fallecer, antes de lograr una sentencia absolutoria. A nuestro juicio el
ejercicio de la violencia sobre el acusado en algunos casos no tenía
justificación, pues el objetivo era, más que buscar la verdad, obtener la
confesión de culpabilidad aunque fuera por medios coercitivos.
Encontramos procesos en los cuales al final de un largo padecer
resultó que no había delito que perseguir, como sucedió con Joseph
Rafael de Ramos, natural de Zacatecas, preso en la cárcel de
247
Chihuahua, acusado de bigamia.
Los documentos sobre bigamia nos permiten ver las duras
condiciones de las cárceles locales donde eran aprendidos hasta que

246
AGN, Inquisición, vol. 1170, exp. 1, fj. 12f.
247
AGN, Inquisición, vol. 807, exp. 3, fj. 144f.
166
se comprobara el delito. Si eran inocentes eran puestos en libertad,
pero con un daño moral, emocional y económico irreparables, en
donde las autoridades no ejercían para limpiar el nombre de los
inocentes acusados.
Si eran encontrados culpables se les llevaba a las cárceles
secretas del Santo Oficio de la Inquisición. Traslado que debía ser
seguro por parte del conductor quien debía entregarlo en México.
Los indios se veían librados del traslado, y la resolución del
proceso se realizaba localmente. Aunque pocos, también hubo quien
consiguió fugarse. Encontramos el caso de María Josepha Pinedo, a
quien ya se le había probado el delito y logró esquivar la justicia
fugándose del recogimiento en donde se encontraba recluida.248
Es pertinente anotar que si bien, los acusados de bigamia eran
encarcelados, sin contemplación de calidad, género o edad, al menos
formalmente, si encontramos excepciones. Algunas mujeres, dada su
calidad, en vez de ser conducidas a la cárcel eran depositadas en
recogimientos, lo que por una parte hacía menos difícil la estancia, y
por otra facilitaba los medios para huir, como sucedió con la
mencionada María Josepha Pinedo.
La situación de los recogimientos o depósitos es susceptible de
análisis, pues en un principio funcionaron para resguardar a las
mujeres en riesgo inminente.249 Pero también fueron utilizados para
retener a las mujeres implicadas en procesos judiciales. Por ello
muchas mujeres lo tomaban como carcelería o encierro, y otras lo
asumían como una vía de escape de una vida insoportable.

248
AGN, Inquisición, vol. 1008, exp. 8, fj. 143f
249
Diccionario de Autoridades…
167
El recogimiento o depósito250 representaba una ventaja para las
mujeres implicadas en un proceso porque era una opción diferente de
la cárcel pero también para aquellas que demandaban justicia porque
las alejaba de sus maridos cuando menos en el período que durara el
proceso. Si la mujer no era la acusada, tenía la ventaja de, en caso
de estar lejos de su familia, tener una vivienda segura. Pero el
depósito o recogimiento no proveía de lo necesario para la
subsistencia más allá de la habitación, gastos que debían sufragar las
inquilinas ya fuera con trabajo o con su patrimonio.
Águeda Vázquez, después de su denuncia fue depositada,
debido a la promesa de muerte de su marido, quien insistía que ella
debía retornar al hogar, en tanto pareja conyugal. Pero Águeda
Vázquez argumentó su negativa sustentándola en el peligro de muerte
en que se encontraba:
…como ha proferido que ha de dar fianzas para que
me entreguen con él solo por matarme precedencia
que no permitiré el que yo me arriesgue a ir con el
susodicho teniendo a la vista la muerte por su mano
(…) no debo aunque se pretenda entregarme con él ir a
mi despeño.251

Los depósitos, como ya mencionamos eran la opción en caso de


no tener a la familia cerca, pues regularmente las afectadas recurrían
a la casa paterna o la de algún otro pariente. Así lo indican los casos
localizados en Zacatecas.
El abandono del hogar no era un asunto atendido urgentemente,
pues pudimos localizar casos en que las mujeres se ausentaron por

250
Se llama el lugar o casa en que viven retiradas en clausura algunas mujeres, por penitencia, o
voluntaria o forzada. Vale así mismo retiro y abstención del trato y comercio de las gentes.
Diccionario de autoridades…
251
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 168, 26 Septiembre
1730, fj. 1f

168
períodos variables que fueron desde 1 a 20 años, sin que mediara de
por medio denuncia, hasta que las autoridades tomaban nota de la
separación matrimonial e instaban a los cónyuges a su reunión, o bien
el marido exigía el retorno de la mujer. Ya hemos mencionado
anteriormente, la otra perspectiva en que el hombre es quien
abandona el hogar debido a la búsqueda de mejores condiciones de
vida.
Los depósitos y recogimientos de las mujeres se daban tanto en
situaciones de denuncias en contra de ellas, como cuando éstas
denunciaban, debido a que la mujer decente, por su situación cultural
debía confinarse al cuidado de su hogar e hijos y evitar ser presa de
pecado o portadora de tentación. Aunado a ello había frecuentemente
la petición del esposo, de que fueran depositadas para evitar malos
comportamientos mientras no estuvieran bajo su resguardo. Los
maridos, por lo general, argumentaba que la denuncia en su contra,
tenía fundamento en la necesidad de la esposa de gozar de libertad
que no le era propia dentro del estado matrimonial, y por ello pedían el
depósito.
El depósito duraba lo mismo que el proceso lo cual originaba
serios problemas a las mujeres que voluntariamente se encontraban
en ellos, al ser ellas las denunciantes. El pago de este servicio
dependía de la calidad y las cualidades de cada mujer. Muchas
pagaron su depósito con el trabajo personal en la casa donde fueron
depositadas o bien exigieron que los esposos se hicieran cargo de los
gastos; otras, por su calidad y orgullo pagaban con sus bienes. Si el
proceso se alargaba era una herramienta en contra de la denunciante,
en tanto que el aplazamiento las empobrecía al grado de no poder

169
sostener su solicitud ante las justicias, por lo que se veían obligadas a
doblegar su voluntad y regresar al hogar.
El proceso de María de Rentaría ilustra la situación descrita en el
párrafo anterior. Aún y cuando tenía la voluntad y el coraje de
enfrentar a su marido, no pudo afrontar el doble patrón de justicia que
imperaba sobre el comportamiento de hombres y mujeres. Pues a
sabiendas de que la duración del proceso implicaba el gasto del
depósito, el proceso se aplazó por tres años y determinó el resultado.
Ella permaneció en depósito costeando su estancia con la venta de
algunas alhajas que pudo rescatar del despilfarro de su fortuna que
había hecho el marido con sus concubinas. Pero ello no fue suficiente,
al cabo del tiempo, se vio imposibilitada de apelar la sentencia a causa
de la falta de fondos económicos y hubo de regresar a la vida
maridable en contra de su voluntad.252
La desigualdad de trato en los procesos también la vemos
reflejada en tanto que la mujer era depositada hasta que terminara el
proceso, siendo ella acusada o acusadora; y el hombre, en caso de
no ser acusado de adulterio, bigamia, inceso o estupro, podía gozar
de su libertad en espera de la sentencia, a menos que se le acusara
de una agresión que atentara seriamente contra la vida de su
cónyuge.
Para que una estancia en depósito o recogimiento culminara con
el regreso a la unión conyugal, las autoridades obligaban al marido a
jurar de palabra y por escrito que resguardaría la vida de su mujer, y la
trataría con amor y respeto.

252
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 169, 26 Septiembre
1730, fj. 80f.
170
Esta promesa la encontramos en las sentencias analizadas, pero
también encontramos procesos de reincidencia.

Juramento, testimonio y pruebas


Una vez que el proceso se convertía en firme, se iniciaba una serie de
pasos que eran la materia de análisis para determinar una sentencia.

Juramento
Para comenzar se debía jurar decir la verdad en nombre de Dios.
Teniendo presente que, el perjurio no sólo implicaba mentir en el
proceso emprendido por las autoridades sino también la propia
degradación del alma, según la mentalidad de la época, era un paso
fundamental en el desarrollo de la investigación.
Según las Siete Partidas, la jura o juramento se entendía como
la afirmación de la verdad o averiguación que se hacía nombrado a
Dios, o alguna cosa santa, sobre lo que alguno afirmaba o negaba.253
El juramento también incluía “las generales de ley”, entendiendo
por éstas: nombre completo, edad, calidad, vecindad, religión y oficio,
así como la ratificación de fe y advertencia de no hacer declaración
por malicia o perjurio, que causara agravio a terceros.
En los procesos desarrollados en Zacatecas encontramos el
juramento del acusador, del denunciado y de los testigos. Los
juramentos eran muy similares y se asentaban de la siguiente manera:
Mathias Ortiz de la Cruz, español y vecino de esta ciudad
de quien su merced dicho señor teniente general de
corregidor por ante mí el escribano le recibió juramento
que hizo por Dios Nuestro Señor y la señal de la Cruz, so
cuyo cargo prometió decir verdad en lo que supiere y le
fuere preguntado…254
253
MONTERO AROCA, Juan, Herencia procesal española, México, UNAM, 1994, pp. 36-37.
254
AHEZ, f: Poder Judicial, s: Criminal, 28 de Enero de 1723 f. 2f.
171
El notario y fiscal que fungían como autoridades locales, no
llevaban a cabo este formalismo, salvo en las averiguaciones formales
que hicieron para el Tribunal del Santo Oficio en cuya jurisdicción
tenían que jurar tanto el fiscal como el notario y aceptar el cargo en
Audiencia.
En cada una de las sesiones, los implicados debían jurar antes
de aportar, ratificar o cambiar información. En caso de solicitar noticias
por medio de cartas, debían dejar patente que no se hacía por malicia
y que su interés era a favor de la verdad.
El juramento es un elemento común en todos los tribunales
eclesiásticos, seculares e inquisitoriales. En este último encontramos
un mayor acatamiento y apego a los formalismos estipulados.
En las Siete Partidas, se menciona tres clases de juramento:
- de voluntad. Es un juramento dado voluntariamente sin mediar
autoridad y fuera de proceso
- de premia. Es el juramento a instancia del juez del oficio dentro
de un proceso. Al rehusar hacerlo, se daba la causa por vencida en
juicio.
- de juicio. Es el juramento hecho en juicio a solicitud de la otra
parte, quien a su vez, podía también verse obligado a jurar y no
pudiéndose excusar.255
En el juramento iba implícito el honor y el valor dado a la palabra.

Testimonios
Los testimonios o confesiones fueron parte esencial de los procesos.
No hubo delito que se dirimiera sin este recurso. Después de

255
MONTERO AROCA, Juan, Herencia procesal…, p. 37.
172
presentada la acusación, denuncia o demanda formal, el juez o
comisario, según fuera el caso, iniciaba el período de pruebas. Los
testimonios o confesiones se realizaban en presencia del juez y
testigos.
La primera vez que se interrogaba a un testigo, éste decía
declarar el tipo o nivel de conocimiento de la acusación, es decir, si lo
había vivido, lo había escuchado o sabía por una tercera persona de la
existencia del delito.
La ratificación tenía como objeto corroborar o advertir
confusiones o errores, observar la congruencia o incongruencia de las
declaraciones. Para ello se estableció que se hiciera después de tres
días.256
Sin embargo, este trámite difícilmente podía cumplir con su
objetivo, pues únicamente consistía en la lectura de la declaración
anterior, misma que el testigo ratificaba y/o añadía nuevos elementos,
pero realmente no se constituía en una nueva declaración que
permitiera observar errores o incongruencias.
Los testigos debían ser personas de intachable calidad y de
buena fama, que pudieran ser confirmadas. Así estaba estipulado en
las Siete Partida y en los manuales eclesiásticos y seculares del siglo
XVIII que hemos revisado.
Pero las circunstancias locales forzaron la presentación de
testigos no muy apegados a las estipulaciones. Se aceptaron
argumentos de personas de no probada calidad ni fama con el único
requisito de jurar y hacer patente su buena voluntad y la promesa de
que sus declaraciones no atendían a la intención de perjudicar al
prójimo sino de buscar la verdad.

256
AGN, Inquisición, Vol. 807, exp. 3, fj. 88-155.
173
En algunos casos el testimonio podía incluir un cuestionario
hecho por una de las partes litigantes para ser contestado por sus
propios testigos. Este cuestionario era aplicado por el juez y
registrado por el notario público a cargo. Los testimonios constituían
pruebas elementales que podían ser contestadas con factores de
cargo y descargo que se constituían en pruebas.

Pruebas
Se conoce como Pruebas a aquellos elementos que ambas partes
podían aportar para dar sustento al proceso. Entre ellas en los
procesos encontramos las siguientes:
La respuesta al cargo, se hacía de manera verbal o escrita en
descargo del acusado, aportando elementos que pudieran
desacreditar la denuncia de algún delito o la declaración de algún
testigo.
Para la acreditación de la respuesta al cargo, al igual que en los
testimonios, se tomaban en cuenta la calidad y fama de quien la
aportaba, el género, y la autoridad en función de la patria potestad
sumado a un elemento en el discurso que tuviera una carga
emocional importante que pesara en la decisión del juez.
Las cartas también eran un elemento a utilizarse en cargo o
descargo del acusado. Las cartas siempre constituyeron pruebas
fuertes para la consecución y desenlace de los procesos en tanto que
significaban el compromiso de la honra con la fianza de la palabra.257

257
En este sentido la palabra empeñada tenía mayor peso en el siglo XIII, pues lo negado o
afirmado por medio de la palabra era tenia mayor validez, por ello la parte contraria debía presentar
mayor prueba. Según Montero Aroca, en el siglo XVIII, tal peso y compromiso de la palabra
escrita era mucho menor, o por lo menos tenía que estar validada por una autoridad. Ver las Siete
Partidas, Partida III y MONTERO AROCA, Juan, Herencia procesal, p. 39.
174
En los procesos encontramos cartas no sólo de las personas de
élite que sabían leer y escribir, sino cartas de mulatos y otras castas
que pudiera sugerirnos que acudían a una instancia que las pudiera
escribir, para luego presentarlas en un proceso. Las cartas podían ser
presentadas tanto por la parte acusadora, como por la defensa. Un
ejemplo lo tenemos en el caso de Nicolás Obispo, en donde su madre
presentó una carta como elemento de cargo en la denuncia de
bigamia.258
Los testimonios y pruebas eran recopilados por el fiscal que
examinaba los autos para que fueran leídos en presencia de las
partes, según fecha previamente establecida. A partir de ese momento
las partes tenían un tiempo determinado para alegar la falsificación de
los testigos o declaraciones, y se preparaban nuevos cuestionarios y
careos, cuando fuera necesario.
Después de iniciado un proceso formal de jurisdicción
inquisitorial el sistema de pruebas estaba enfocado a la obtención de
la confesión de culpabilidad del acusado, pero en ningún momento
tenía la intención de buscar su inocencia, aún cuando a veces el
acusado fuera inocente. La recopilación de información recaía en los
fiscales de la Inquisición, auxiliados por los comisarios regionales o
locales. En Zacatecas existía un comisario nombrado desde el
Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de la Ciudad de México.
Los careos también formaban parte de la recopilación de
información. Se hacían necesarios cuando la gravedad de la
acusación y la negación del delito así lo ameritaban. Pudimos localizar
el siguiente ejemplo:

258
Ver la cita con el número a pie de página 188.
175
Diego de Barrios negó la acusación de adulterio, incesto y
estupro en la persona de su entenada Juana Carlos. Previa cita se
hicieron llamar a las partes y siendo iniciado el careo Juana dijo que
… Diego de Barrios, había tenido acto carnal con la
declarante; cogiéndola dormida y que dicho lo informó
así porque cuando disperto lo vido en pie junto a la cama
donde la declarante estaba durmiendo y que la había
destapado de la ropa que tenía encima de su cuerpo;
como lo había así echo en otras noches. A que dicho
Diego de Barrios le respondió que cómo decía que el
había tenido acto carnal con ella no habiendo pasado tal,
ni habiendo tocadole jamás su cuerpo, ni llegadose a ella
publica ni secretamente, que sino vía que le levantaba
testimonio; a que la dicha Juana Carlos le replicó que era
cierto había dormido con ella dicho Diego de Barrios, y
preguntándosele por su merced dicho señor Juez de
esta causa que qué certidumbre tenía de que fuese
cierto lo que refiere que si la había cogido sobre su
cuerpo al dicho su padrastro; y lo había sentido palparla
o tocarla, dijo que no lo vido sobre sí, ni sintió que la
tocase, ni palpase, que lo que si vido fue que dicho su
padrastro la destapaba hallándolo junto a sí siempre que
recordaba la declarante en pie solicitando el dormir con
ella, de donde infiere y tiene por sin duda lo hizo la
noche que tiene declarada sin que esta declarante lo
sintiese hasta que lo vido en pie y dicho Diego de Barrios
a lo referido negó haber pasado cosa alguna de las que
dicha su entenada declaraba y ser falsa su deposición y
habiendo hechosele otras preguntas...259

El ejemplo es muy ilustrativo de este tipo de eventos. Indica la


presencia de las partes, de las autoridades locales, y el papel del juez
que era quien ejecutaba el interrogatorio, de tal forma que además de
oír los argumentos también se percataba de las actitudes, los gestos y
las tonalidades de la voz, que constituían pruebas atenuantes o
agravantes.260

259
APZ, Área, disciplinar, Sección procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c: 167; 20 Febrero 1709, f.
18f-19v.
260
Sobre el careo ver CUTTER, Charles R., Libro de los principales…, pp. 31 y 37-38.

176
Después de la publicación de pruebas, el acusado tenía un plazo
de veintiún días para presentar respuesta y pruebas de descargo.261 El
discurso vertido en los procesos seculares, eclesiásticos e
inquisitoriales deja ver un lenguaje cuyos términos son propios de
conocedores en materia jurídica. Aunque pocas veces se mencionan
dentro de los documentos, los abogados o personeros262 fueron
fundamentales en el desarrollo de los procesos. Legalmente su
actividad estaba destinada a la defensa del acusado,263 a excepción
de los abogados en procesos inquisitoriales en que, por lo general,
eran fijados desde el inicio del proceso.
En los procesos locales se advierte la ausencia de abogados en
casi todos los expedientes. Pero encontramos casos en que, después
de reunidas las pruebas y los autos, el abogado defensor aparece
para estudiarlos y preparar la defensa del acusado.
En el caso de Diego de Barrios, su defensor, Sebastián Gutiérrez
de Ávila, que dicho sea de paso, era notario público de la ciudad y no
abogado, elaboró la respuesta de descargo sin atender a las formas
jurídicas, pero obtuvo buenos resultados en virtud de que no se
requería gran erudición para refutar la declaración de Juana Carlos.
Sebastián Gutiérrez de Ávila argumentó en defensa de Diego de
Barrios que los hechos narrados por la denunciante no eran creíbles

261
En el auto de cargo y pruebas se designaba defensor, el cual debía tomar juramento, y en ese
momento producir los descargos correspondientes. Ver CUTTER, Charles R. Libro de los
principales…, pp. 42-43, ENCISO CONTRERAS, José, Procesos criminales…, 45-48.
262
Personero era aquella persona que se constituía como procurador para entender o solicitar el
negocio ajeno. Diccionario de Autoridades… T. 3, p. 235.
263
Podemos observar frecuentemente que en la labor de los abogados y de las propias autoridades
se recurría al discurso propio de la época que colocaba a la mujer como menor de edad, y con ello la
ponía en una situación en donde debía estar sometida, en virtud de la patria potestad del padre o del
marido. Por ello, encontramos que antes de ser presentadas las pruebas y juzgado el caso existía ya
una sentencia extraoficial en donde las mujeres aparecían como culpables en la medida que
desobedecían al marido, y por ello justificaba el castigo infringido desde la instancia legal.
LIPSETT-RIVERA, Sonya, “La violencia dentro…, pp. 325-340.
177
en tanto que era imposible que una mujer violada no sintiera
absolutamente nada y se mantuviera dormida. Por lo tanto, lo
expuesto por Juana Carlos debía de obedecer más a sueños o
estados de perdida de los sentidos que a la realidad.264
El defensor podía ser nombrado por el juez, de tal forma que no
era riguroso el nivel académico de abogado. La formación de
abogados a finales del XVIII seguía atendiendo a las Siete Partidas y
al Derecho Romano.265

Tormentos
El tormento del acusado se ejecutaba con la finalidad de conseguir la
confesión del reo sobre la culpa del pecado y delito que se le
imputaba.266
El tormento no se puede entender como pena o castigo para
enmendar un mal comportamiento. Sólo se le atribuía la función de
herramienta para obtener la confesión. Los castigos y penas sólo se
generaban en la sentencia definitiva. El tormento se imponía contra un
reo del cual se tenían pruebas semiplenas o suficientes indicios de
culpabilidad.267
En Zacatecas no fue muy usual, o al menos no encontramos
documentos que fundamenten el uso del tormento para la obtención
de la confesión, pues son medidas que se presentaron principalmente
en procesos inquisitoriales, y la justicia no las consideraba para todos
los casos. Sin embargo el libro de los Principales rudimentos… nos

264
APZ, Área, disciplinar, Sección procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c: 167; 20 Febrero 1709, f.
21f.
265
Ver ENCISO CONTRERAS, José, Procesos criminales…, pp. 15-35.
266
ENCISO CONTRERAS, José, Procesos criminales…, p. 35.
267
Diccionario de Autoridades, 1990, vol 3, p. 302.

178
menciona que el procedimiento se llevaba en la sala donde se
acostumbraba dar tormentos,268 lo cual hace suponer la existencia de
estas salas en los lugares de acción judicial.
Había varios tipos de tormento de los cuales el más común era el
de las cuerdas y vueltas ejecutadas en el potro.269
Oficialmente sólo eran sometidos a tormento aquellos reos que
habían declarado falsamente, habían difamado injustamente, o
presentaban un conjunto de indicios que hacían suponer su
culpabilidad. Pero en la realidad también fueron sujetos a tormentos
algunos sobre quienes sólo pesaban meros indicios.270

Sentencias
Después de lograda la confesión se dictaba sentencia definitiva, que
garantizaba que el proceso se tomara en adelante como cosa juzgada
en tiempo pasado, sin opción de nueva querella.
Parece que las sentencias que se generaban en los tribunales
locales, al menos las del tribunal secular, eran carentes de
fundamento jurídico. Las causas no estaban probadas en los hechos,
ni mucho menos argumentadas con postulados jurídicos. En este
sentido se recomendaba a corregidores y alcaldes ordinarios,
encargados de las justicias locales, que revisaran personalmente los
expedientes y lo analizaran bien antes de sentenciar.271 No así las
emanadas de tribunales eclesiásticos y del Santo Oficio, pues estaban
fundamentadas en los requerimientos eclesiásticos con el fin de purgar

268
CUTTER, Charles R. Libro de los principales…, p. 47.
269
Diccionario de Autoridades, vol 3, p. 302.
270
ENCISO CONTRERAS, José, Procesos criminales…, p. 36.
271
ENCISO CONTRERAS, José, Procesos criminales…, pp. 36-38.

179
los pecados, indicando así el tipo de trasgresión y las penitencias de
que eran acreedoras.
La sentencia era elaborada según el parecer del juez en función
de la revisión de los meritos de una causa.272 Debía ser presentada a
las partes de viva voz, y elaborada por escrito, de forma que la
sentencia escuchada era la lectura hecha en presencia de partes y
testigos.
En los casos de denuncias por malos tratos, el agresor podía
salir de prisión después de conseguir el perdón de la agraviada.
Casi no se encuentran sentencias por violencia conyugal porque
pocos son los procesos que se concluyen jurídicamente, pues la
mediación de las autoridades tendía más a arreglar estos asuntos por
medio de consejos y la recurrencia al discurso religioso de la
indisolubilidad del matrimonio.
A través de las sentencias se puede hacer un análisis de los
procesos judiciales. Cuantitativamente eran muy inferiores aquellos
que tuvieron la resolución de un juez, respecto de aquellos que sólo se
constituyeron en información y no pasaron a otro nivel.
Los casos en que pudimos encontrar sentencias fueron procesos
por adulterio y bigamia. Las sentencias en relación a la separación
matrimonial fueron muy pocas, y el castigo o pena impuesta
correspondía a otros excesos más que a la separación en sí.
La sentencia aplicada a José Antonio Dena corresponde a esto
último que acabamos de referir. Su proceso se abrió por demanda de
divorcio, y la sentencia se aplicó por adulterio e incesto tanto a José
Antonio Dena como a su pareja ilícita.

272
Diccionario de Autoridades, 1990, vol 3, p. 81.
180
Adulterio
Las sentencias por adulterio podían incluir penas (multas
económicas, destierro, vergüenza pública y castigo físico), penitencia
(confesión, oración y arrepentimiento) y reunión matrimonial forzosa.
En los documentos está reflejado el adulterio como el principal y
más frecuente pecado de los excesos de lujuria, que debía expiarse
para la salvación del alma.
El cónyuge agraviado, si era varón, desde la perspectiva moral de
la época, podía quitarle la vida a los mancilladotes de su honor. Si era
mujer, debía perdonar y volver a la comunidad matrimonial una vez
terminado el proceso.
Varios de los procesos consultados fueron confirmados, es decir,
el delito fue comprobado, pero no todos incluyeron sentencia. La
legislación novohispana menciona el tipo de castigo a que se hacían
merecedores los adúlteros en el ámbito procesal, entre los que se
menciona la confiscación de bienes, el destierro, el depósito, etc:
Los adúlteros eran puestos antiguamente en poder del
marido para que hiciera lo que quisiese de sus personas
y bienes;... en el día es castigado el adulterio con pena
de destierro y la adultera con la de reclusión y perdida de
la dote... que según la opinión más probable se liberta la
mujer del castigo si el matrimonio es nulo por falta del
consentimiento, o si creía con justo motivo que su marido
era muerto.273

Una vez efectuada la ceremonia del sacramento matrimonial, los


cónyuges quedaban unidos para siempre. Sin embargo, como vemos en
la cita anterior, se establece como elemento de descargo para los
adúlteros, el no consentimiento para unirse en matrimonio, lo que
justificaba en cierta medida, la infidelidad. También quedaba liberada la

273
PÉREZ Y LÓPEZ, Antonio Xavier, Teatro de la legislación… Vol. 19, p. 401.

181
infracción en caso de considerar que el cónyuge había muerto, por lo
que una segunda relación no implicaban el delito de adulterio, cuando
menos en la mente del infractor, hasta que éste era consciente del
mismo. A pesar de ello, hubo destierros y depósitos forzosos aplicados
como sentencias a mujeres que declararon creer que su marido estaba
muerto, y por ello intentaron un segundo matrimonio. Ello sucedió con
Nicolasa Lujan y Antonio Sotelo.274
La postura de la sociedad frente a estos delitos, van a ser tomadas
en cuenta por las autoridades para juzgar las faltas que eran de
dominio público, por lo que se convertían en escándalo y había que
buscar dar ejemplo por medio de las sentencias.
José Antonio Dena, quién estaba casado con María de la Trinidad
Zacatecas, sostenía una relación adúltera con María Guadalupe Vergara
y fue sentenciado por el tribunal eclesiástico de Guadalajara en los
siguientes términos:
... que le haga salir desterrado por cuatro años, y en el
contorno de cuatro leguas de aquella capital, librando los
oficios correspondientes a los curas vicarios y jueces
eclesiásticos de los contornos para que se haga efectiva
esta condenación apercibido de que cumplida que sea,
no incurra en otros iguales excesos porque se procederá
contra él a lo que halla lugar por derecho...275

Otra sentencia la recibió Gregorio Jaramillo, por los delitos y


exceso cometido en contra de su entenada. Fue acusado de adulterio,
incesto y estupro, y todos los delitos fueron demostrados
“exuberantemente”. Se determinó en la ciudad de Guadalajara, el 2 de
agosto de 1723, que la sentencia fuera ejecutada “usando con él de
toda piedad y benignidad” para expiar sus culpas:

274
APZ, Área, disciplinar, Sección procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c: 167; 6 Abril 1709, f. 3f
275
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 170, Carpeta 4, fj.67.

182
...lo condenaba, y su señoría condenó ... en que se le
den y hagan dar dentro de la cárcel donde se halla
doscientos azotes, y a que salga desterrado de dicha
ciudad de Zacatecas, veinte y cinco leguas en contorno,
por tiempo de cinco años, apercibiéndosele no
quebrante dicho destierro, pena de que será
severísimamente castigado...276

Una vez ejecutada la sentencia se presentaba un auto como


prueba de obedecimiento, para indicar que había sido ejecutada en los
términos establecidos y en el lugar indicado.
El destierro significaba un castigo no sólo para el infractor, sino
para el resto de la familia, por lo que en ocasiones se presentaban
solicitudes para cancelarlo, atendiendo al perdón de la esposa y la
solicitud de los hijos.
Un ejemplo lo tenemos en Francisco Javier Gaytán quien apeló
pidiendo anulación de la sentencia dictada a su padre, Alejandro
Gaytán. En su alegato indicó que sus padres eran separados
voluntariamente desde mucho tiempo atrás, considerando que ello
aminoraba su culpa por el delito de adulterio. Una vez más, observamos
que la ley podía ser evadida cuando no era públicamente conocido el
delito, pues las parejas y las familias asumían, en muchos casos, la
separación matrimonial como solución, aunque ello fuera faltar a los
preceptos eclesiásticos.
Generalmente se entiende que la vergüenza pública como castigo
a los excesos sexuales en las uniones ilegítimas estaba destinada a los
bígamos. Tenemos información que en Zacatecas, en el año de 1730,
se promulgó una sentencia por adulterio, que incluía la vergüenza
pública. Los infractores fueron Joseph Urbano, español, casado con

276
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 170, Carpeta 4, fj.67.
183
María de Segovia, coyota, con la hija de esta última llamada Elena de la
Cruz Segovia. Siendo la sentencia en los siguientes términos:
Debemos condenar y condenamos a dicho Reo Joseph
Urbano, español… en que se halla convicto y confeso, a
que se le den doscientos azotes, por las calles públicas
de aquella ciudad, siendo para ello sacado en bestia de
albarda, a son de trompeta y voz de pregonero que
publique su delito, pidiendo para su ejecución el auxilio
de la Real Justicia; y así mismo le condenamos a que
por tiempo de un año, sirva en la Iglesia Parroquial, o en
el hospital de el Señor San Juan de Dios de dicha ciudad
de Zacatecas, en donde le pareciere al Vicario in capite
Juez Eclesiástico de ella…277

La vergüenza pública implicaba una distinción en su aplicación


para las mujeres, quienes debían pasar por mayor vergüenza, debido a
que se le descubren sus carnes y son expuestas en escarmiento al ser
azotada, como pasó con Elena de la Cruz Segovia. En el documento
quedó asentada su sentencia de la siguiente forma:
…al mismo tiempo que el reo sea castigado, sea sacada
públicamente a la vergüenza descubiertas sus carnes de
medio cuerpo, para arriba, y a que sea desterrada doce
leguas en contorno de dicha ciudad de Zacatecas por
tiempo de dos años, para que durante ellos sirva en un
Hospital o panadería del paraje donde fuere a parar…278

Esta fue la sentencia más severa que pudimos encontrar en los


casos de adulterio en el territorio zacatecano. Pues fue la única que
incluyó vergüenza pública y castigo físico. Las demás sentencias
consistieron en destierro y trabajo personal. Una vez finalizadas dichas
penas, la reunión matrimonial era obligatoria.
Hubo quienes se vieron exentos de escarmiento físico o destierro
y fueron conminados a cubrir sentencias monetarias. En este caso se

277
APZ, Área, disciplinar, Sección procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c: 169; 4 Agosto 1730, f.
63v.
278
APZ, Área, disciplinar, Sección procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c: 169; 4 Agosto 1730, f.
63v.
184
encontró Juan Francisco Barcena quien recibió sólo debió cubrir una
cantidad para purgar sus culpas.
…cincuenta pesos aplicados por mitad a la fábrica
material de la iglesia parroquial de dicha ciudad de
Zacatecas y a la Santa Cruzada… a todas las costas de
esta causa y en que de prontamente doscientos pesos
en reales que se remitan a la disposición de su Señoría
para entregárselos a dicha Catalina Gertrudis Muñoz, en
recompensa del grave daño y perjuicios que le ha
irrogado y que con ellos se remedie en algo la necesidad
que padece…279

Juan Francisco Barcena pagó por un delito del que se encontraba


confeso. Otros, expresamente declaraban que todo se podía pagar
pecuniariamente por lo que sus comportamientos desviados podían ser
consentidos o disimulados si había de por medio estipendios que
pagaban el silencio de sus delitos.280 Un ejemplo lo tenemos en la
declaración de Luisa de la Cruz Rodríguez citada anteriormente.
Esta situación no fue exclusiva de Zacatecas, sino propia del
sistema judicial aplicado casuísticamente, que permitía medir con
diferentes varas los mismos delitos. Los estudios realizados para la
Ciudad de México muestran una situación similar en la atención
prestada por las autoridades a los delitos atendiendo según fuera la
calidad y fama de los procesados.
La concepción de la sociedad novohispana hacía radicar su base
en la indisolubilidad matrimonial, lo que motivaba, por una parte, a
ignorar hostilidades dentro de las uniones conyugales, y a aconsejar

279
APZ, Área, disciplinar, Sección procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c: 168, 30 de Octubre
1728f. 99v.
280
Una visión general sobre la corrupción de los juzgadores zacatecanos del periodo colonial se
aprecia en ENCISO CONTRERAS, José, Procesos criminales…, pp. 44-52.
185
que los desvíos se mantuvieran ocultos en lo posible para no lesionar la
opinión, ni la moral públicas.281

Bigamia
Las sentencias por bigamia, al quedar al descubierto, significaban un
daño moral para los actores que era acompañado de perjuicio
económico, vergüenza pública, trabajos forzados y penitencias
espirituales. Todo con la finalidad de limpiar el alma de los trasgresores
para prepararlos para el regreso a la unión conyugal.
La sentencia por bigamia era de las más duras porque servía
para ilustrar al resto de la sociedad, no sólo a los que presenciaban el
castigo, sino para que todos se enteraran sobre el destino de los
transgresores de los preceptos eclesiásticos.
No son muchas las sentencias derivadas de procesos de bigamia
que pudimos encontrar. Las analizadas revelan que el doble patrón no
era ejercido en este tipo de delito. Hombres y mujeres son castigados
por sus infracciones a la unicidad matrimonial con las mismas penas.
Los inquisidores hacían uso del miedo que podía generar el
castigo ante quienes presenciaban no sólo la sentencia, sino el
transcurso del proceso, pues éste constituía una herramienta para
limpiar el alma de los pecadores y para evitar posibles infractores,
puesto que la sentencia dictada y ejecutada en público significaba un
magnifico medio coercitivo por parte de la autoridad.
Tenemos noticia de que en Zacatecas fueron ejecutadas varias
sentencias que implicaron vergüenza pública, entre las que se cuentan
las de Antonia Luisa y María Theresa Lozano (o Andrea de la

281
Ver PITA MOREDA, “Conflictos familiares…, pp. 346-357 y FERRER, Vicente, Suma
moral…, pp. 72-111.
186
Trinidad)282 quienes fueron sentenciadas en los mismos términos a la
aplicación de “doscientos azotes por las calles públicas de dicha ciudad
de Zacatecas siendo para ello sacada con coraza de bestia de Albarda
a son de trompeta, y voz de pregonero que publique sus delitos”.283
Teniendo en cuenta que las acusadas estaban encarcelas en
Zacatecas, la sentencia se llevó a cabo en Zacatecas, aunque fue
dictada en Guadalajara. Para la ejecución de dicha pena se dio
testimonio al vicario in capite juez eclesiástico de la ciudad de
Zacatecas, para que la llevara a cabo con ayuda de la real justicia.
Por otra parte Nicolás Obispo Monsivais fue trasladado a la ciudad
de México en donde transcurrió el proceso y fue ejecutada la sentencia.
Nicolás Obispo Monsivais pasó un proceso más largo que incluyó
la vergüenza pública y el castigo físico. Requirió de otros
procedimientos, muy probablemente debido al lugar de aplicación de la
sentencia, en donde se dispuso que
...hoy día de la pronunciación de esta nuestra sentencia
oiga misa mayor que se dijere en la Iglesia del convento
imperial de Santo Domingo de esta ciudad, estando en
ella en forma de penitente en cuerpo, sin cinto ni
bonete, con una vela de cera encendida en las manos, y
una soga al pescuezo, y una coraza con insignias de
dos veces casado donde le sea leída esta nuestra
sentencia con meritos y no se humille, salvo desde el
santus hasta haber consumido el sacerdote el
Santísimo Sacramento y acabada la misa ofrezca la
vela al sacerdote que le dijere, abjuré de Levi la
sospecha que contra él resulta de lo que ha sido
testificado, acusado y tiene confesado…284

Los procesos inquisitoriales en la ciudad de México eran muy


explícitos en la formalidad de la ejecución de las sentencias, lo que los

282
Ver Imagen 6.
283
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 168, 5 Marzo 1728, fj.
10v.
284
AGN, Inquisición, Vol. 1002, exp. 1, fj. 93.
187
diferencia de las dictadas por autoridades locales. Podemos advertir e
imaginar el grado de humillación a que eran sometidos, no sólo porque
se leía la sentencia en la misa de mayor afluencia, sino por la
exposición de su cuerpo y rostro, la postura que debían guardar y
sobre todo las insignias.
Las insignias eran señales de deshonor y podían ser desde las
prendas de vestir, hasta la marca con hierro en la frente, que
indudablemente representaba una signo para el resto de la vida, que
podía identificar a quien había cometido el delito de bigamia. No
tenemos referencias documentales alusivas a que alguien hubiese
sido marcado con hierro en la ciudad de Zacatecas, pero en la
legislación colonial estaba establecido con las siguientes palabras: “el
casado o desposado por palabras de presente, viviendo su mujer, si
se casare o desposare con otra, se le marque en la frente con un yerro
en figura de Q”.285
Algunos autores creen alterada la ley, por un error del redactor,
poniendo la Q en lugar de B, que significa bigamia. Así como la señal
de la cruz (†) para indicar que el delincuente era sospechoso de la fe,
también se empleaba un número romano (II) para dar a entender que
aquel había contraído dos matrimonios. Tampoco hay acuerdo entre
los especialistas para delimitar una fecha o un período en donde se
dejó de utilizar el hierro candente. En lo que sí están de acuerdo, es
que en el siglo XVIII ya no se usaba, y en su lugar se practicaba la
vergüenza pública y las insignias en la coraza.286
En la sentencia se indicaba que el reo debía abjurar de Levi que
consistía en confesar y desdecirse “bajo juramento del error en que se

285
PÉREZ Y LÓPEZ, Antonio Xavier, Teatro de la legislación…, T. 1, pp. 148-149.
286
ESRINCHE, Joaquín (ed.) Diccionario razonado…, pp. 85-86.
188
incurría contra la fe y buenas costumbres, de que ha sido notado y de
que se han tenido leves, o vehementes y claros indicios”.287
La sentencia implicaba además, una penitencia corporal. Para el
caso de Nicolás Obispo Monsivais se dictaminó que fuera llevado por
las calles de la ciudad de México, denudo de la cintura para arriba y
con soga y corona, y que le fueron aplicados 200 azotes. Así como el
destierro por diez años:
…que al día siguiente sea sacado a caballero en bestia
de albarda desnudo de la cintura arriba, con dicha soga
y corona, y tirado por las calles públicas acostumbradas
de esta ciudad y con voz de pregonero que publique su
delito, le sean dados doscientos azotes y le
desterramos de la Villa de Madrid, corte de su Majestad,
de esta ciudad de México, de la de Zacatecas y San
Luis Potosí, veinte leguas en contorno, por tiempo y
espacio de diez años de los cuales los cuatro primeros
cumpla en el presidio de Veracruz, o en castillo, a ración
y sin sueldo…288

Los azotes constituían parte del castigo que el reo debía pagar
por su delito. Su publicación por medio de pregonero289 se llevaba a
cabo con fines aleccionadores para todo aquel que lo presenciara o
escuchara. Pero no garantizaban el arrepentimiento y la corrección
del pecado, por ello se incluía en la sentencia rezos, la confesión
frecuente y la asistencia a los oficios religiosos.
… que confiese generalmente dentro del término que le
señale su confesor las tres primeras pascuas del primer
año, y los sábados de él rece una parte del rosario a
Nuestra Señora y tres credos a la Santísima Trinidad, y
en cuanto al vinculo del matrimonio, lo remitimos al Juez
Eclesiástico, ordinario que de la causa pueda y deba
conocer...290

287
Diccionario de Autoridades, 1990, vol. 1, p. 12.
288
AGN, Inquisición, Vol. 1002, exp. 1, fj. 93.
289
El oficial público que en alta voz daba los pregones, publicaba y hacía notorio lo que se quería
hacer saber, y que viniera en noticia de todos. Diccionario de Autoridades, Vol. 3, p. 354.
290
AGN, Inquisición, Vol. 1002, exp. 1, fj. 93.
189
El papel del Santo Tribunal terminaba con la sentencia definitiva,
pues después de ello sólo recibía la confirmación de ejecución en los
términos planteados por escrito. Pero el proceso no culminaba ahí,
sino en la reunión del matrimonio legítimo. El caso de Nicolás Obispo
Monsivais nos indica que el proceso fue remitido al juez eclesiástico
ordinario para que éste se encargara de la restitución del matrimonio.
El proceso contra Nicolás Obispo Monsivais, mulato, se llevó a
cabo en la ciudad de México y es por demás ilustrativo, pero también
lo es el caso de Antonia, alias, Luisa de la Candelaria, encarcelada en
Zacatecas y procesada en Guadalajara por su condición de
indígena.291
Los autos inquisitoriales tenía una estructura que reunía a todas
la autoridades eclesiásticas (clero regular y secular) y reales (alcaldes,
alguaciles, gobernadores, corregidores) así como a todo el pueblo
para presenciar la lectura pública de las sentencias de las causas
examinadas en que resultaban culpables los procesados.
Encontramos una imagen de 1716 de un auto inquisitorial
celebrado en el pueblo de San Bartolomé Otzolotepec, que aunque
nos remite a otro espacio, si nos ilustra sobre la distribución social en
este tipo de actos. Da cuenta de la presencia de sacerdotes, juez
eclesiástico, notarios del arzobispado, curas y ministros, alcalde
mayor, alguacil mayor, corregidor, gobernadores de los pueblos
indígenas y todos los vecinos de todas las calidades (españoles,
castas, indígenas), se reunían alrededor del cadalso, en un lugar
predeterminado para escuchar la misa y la sentencia. (Ver Imagen 9).

291
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 168, 5 Marzo 1728, fj.
10v
190
IMAGEN 9: Auto de fe en el pueblo de San Bartolomé Otzolotepec, MUNAL292

Los bígamos podían autodenunciarse ante el Santo Oficio con la


finalidad de disminuir la sentencia a la que podrían hacerse
acreedores si un tercero presentaba la denuncia. El beneficio de la
autodenuncia era una sentencia de culpabilidad que era tenida “sin
meritos”, lo que significaba que les ahorraba la vergüenza pública, el
destierro y los trabajos forzados. Sólo se les aplicaban castigos
benignos, y una vez cumplidos, estaban en posibilidad de regresar al
matrimonio legítimo.

292
. “Auto de fe, celebrado en la iglesia parroquial de San Bartolomé Otzolotepec, el día 23 de febrero del año
de 1716 en virtud de lo porveído por el Señor Doctor Don Juan Ignacio de Castorena y Ursua, capellán de
honor de su Majestad y su predicador, catedrático de segunda escritura en la Real Universidad, calificador del
Santo Oficio de la Inquisición, canónigo de esta Santa Iglesia Católica, juez provisor y vicario general de los
naturales de este arzobispado. Por el ilustrísimo y reverendísimo señor maestro Don fray Joseph de Lanciego
y Eguilaz, Arzobispo de México del consejo de su Majestad. Precedido por el bachiller Don Nicolás López
Xardón, cura beneficiado por su majestad, juez eclesiástico, vicario in capite y comisario del Santo Oficio de
este reino”, Guía Museo Nacional de Arte, México, MUNAL/CONACULTA/Patronato del Museo Nacional
de Arte, 2006, p. 100
191
REFLEXIONES FINALES

A lo largo del texto hemos realizado una aproximación a la vida


matrimonial y los eventos violentos suscitados durante el siglo XVIII.
Como se apuntó en el primer capítulo, la patria potestad jugó un papel
fundamental al interior de las familias, en la construcción social y en la
perspectiva que sobre la violencia hubo durante los procesos judiciales
que pudimos localizar, los cuales nos permitieron intuir una mentalidad
cargada de elementos que justificaban la violencia ejercida por el pater
familias.
Quien detentaba la patria potestad podía hacer uso de la
violencia hasta un límite socialmente permitido, pero ¿es posible
establecer un término de hasta dónde fueron válidos los malos tratos
y hasta donde no? A partir de la investigación, podemos afirmar que
no, pues los límites estaban fijados por el mismo agraviado, en tanto
que el peso social ejercido sobre la víctima podía hacer que estos
eventos violentos siguieran en secreto, hasta que el escándalo, los
gritos o la estupefacción de los vecinos hicieran reaccionar a las
autoridades a partir de denuncias.
La práctica de correctivos manifestada en agresiones verbales,
físicas y emocionales, era parte de una actitud asumida, no sólo por
los patriarcas, sino por el resto de la familia y la sociedad en su
conjunto. Una sociedad que aceptaba la violencia conyugal en tanto
sirviera para que cada uno de los integrantes del matrimonio cumpliera
con sus deberes, también justificaba la intimidación como recurso para
perpetuar patrones de conducta social, redes familiares, resguardo
patrimonial, etc.

192
Encontramos en nuestra investigación, si no cambios
sustantivos, si por lo menos evidencias que nos permiten intuir una
evolución en la percepción de la violencia conyugal.
Entre la primera y segunda mitad del siglo XVIII encontramos
diferencias en cuanto al número de denuncias. Hay más, en la
segunda mitad. Aunque no podemos precisar la causa, si decimos que
posiblemente las ideas ilustras estimularon un cambio de mentalidad
en cuanto a la concepción de la sujeción matrimonial. Para afirmarlo
requeriríamos un análisis comparativo más detallado entre un período
y otro, que somos conscientes aún no se ha realizado.
Por otra parte, también a finales del siglo XVIII se aprecia una
mayor frecuencia de denuncias ante la instancia real que no se
apreciaba en el período anterior porque se creía que las cuestiones
matrimoniales eran exclusivas de la jurisdicción eclesiástica.
La Iglesia, durante todo el período colonial fungió como
modeladora de los comportamientos públicos y privados, por eso es
de llamar la atención esta nueva actitud que asume a la autoridad
secular para dirimir asuntos que tienen que ver con comportamientos
conyugales, dado que éstos, tenían que encajar con la idea religiosa
del matrimonio.
La cristianización impuso patrones de parentesco y de
comportamiento que había que acatar, de lo contrario, las instancias
correspondientes –que en su caso fue el brazo secular: justicia real o
inquisición- actuarían para impedir desviaciones, extravíos,
apartamientos, etc.
Los procesos por adulterio, bigamia y divorcio develaban otros
problemas como: enlaces matrimoniales involuntarios, oposición
familiar, peleas por el patrimonio, pobreza, etc.
193
En el Concilio de Trento se establecieron los requisitos formales
que aplicaron durante todo el período colonial para validar el
matrimonio. Si bien el sacramento matrimonial debía cumplir con una
serie de previas indagaciones que dieran certidumbre tanto a las
familias como a las autoridades de que el nuevo matrimonio se
verificaba según lo establecido, hemos expuesto casos, en que esto
no siempre fue así. Recordemos el proceso de disenso iniciado por el
padre de Juan Francisco Barcena para impedir su casamiento con
Catalina Gertrudis Muñoz, lo que generó toda una serie de
transgresiones hiladas unas con otras. Del mismo modo el caso de
María de Rentería y Francisco Portillo que su vida matrimonial
transcurrió con constantes incumplimientos al deber conyugal y al
precepto.
El peso de la participación familiar en la concertación y desarrollo
de los matrimonios tiene su razón de ser en la importancia dada al
honor, a la calidad social y al resguardo del patrimonio. Los
comportamientos que para la época eran tenidos como incorrectos
generaban una afrenta al honor no sólo de los posibles contrayentes,
sino al honor de toda la familia y los descendientes.
Las circunstancias económicas y sociales en que se
desarrollaban los matrimonios y la aceptación o rechazo del modelo
tradicional produjeron dificultades conyugales traducidas en violencia
física, abandono, adulterio, bigamia y solicitud de divorcio, cuando no
llegaban al uxoricidio.
Las circunstancias económicas paupérrimas obligaban a uno de
los cónyuges ó ambos a buscar soluciones mediante la migración, que
a su vez provocaba, abandono, disgregación familiar, adulterio,
bigamia y disolución matrimonial.
194
La necesidad, la búsqueda de un modo de vida distinto y la
movilidad laboral generaron que algunos matrimonios se dividieran y
transitaran a formas “inaceptables” de relaciones afectivas o de
conveniencia, que en la época se percibían como signo de
inestabilidad matrimonial y desorden social. Por lo cual, a partir del
conocimiento de esas relaciones ilícitas, por parte del cónyuge, la
familia, los vecinos o las autoridades, demandaban la corrección
mediante el restablecimiento de la vida matrimonial ó solicitudes de
separación efectiva.
La separación constituyó una solución posible para los
matrimonios inestables, pero ello no constituía la aprobación
eclesiástica, que se obtenía después de un proceso por divorcio. La
Iglesia señalaba esencialmente la indisolubilidad matrimonial, pues
como se afirmaba y se afirma en el rito, es un vínculo que Dios une y
que el hombre no puede separar. Sin embargo, ante la imposibilidad
de hacer vida en común de forma armónica, o peligro para una de las
partes, existía la posibilidad de separación transitoria de habitación o
de domicilio en aquellos casos en que hubiera lesiones físicas,
morales o emocionales muy graves, pero de ninguna manera esto
podía ser considerado como disolución o rompimiento del vínculo
adquirido mediante el sacramento, pues sólo la muerte podía
separarlos. Había que cargar pues, “con la cruz que en suerte les
había tocado”.
La sociedad zacatecana debía guardar la apariencia, y en
algunos casos tolerar actitudes y actos violentos al interior de los
matrimonios, con el conocimiento de las familias y vecinos, en pos de
una convivencia pública menos azarosa.

195
Evitar el escándalo era el objetivo de autoridades tanto civiles
como eclesiásticas, pues esto podía degenerar en males mayores. Por
una parte, el comportamiento “pecaminoso”, que se hacía del
conocimiento público, podía inducir a su imitación. Por otra, el
agraviado podía verse expuesto a pecados mayores como el rencor, la
venganza u otro tipo de agresiones, según el discurso eclesiástico.
Había pues, por el bien común, que ocultar en lo posible infracciones
al deber conyugal y violencia marital si esto podía evitar males
mayores. Por ello, ante las denuncias, las autoridades actuaron sólo
de manera superficial, sin buscar solución ni procedimientos para
resguardar los preceptos o la integridad de los cónyuges, pues en la
mayoría de los casos, sólo emitieron advertencias, consejos y
exhortaciones en casos que lindaban en muy diferentes campos,
desde el adulterio hasta el maltrato emocional. Había una especie de
cultura de la apariencia en donde las propias autoridades colaboraban
en la ocultación de prácticas incorrectas.
La violencia conyugal fue vista con mucha indiferencia, más
cuando no atentaba contra los preceptos del matrimonio. Los procesos
que además de violencia conyugal incluían denuncias por adulterio o
bigamia se veían con más interés, siempre y cuando fueran del
dominio público, pues de lo contrario era mejor su desconocimiento.
La violación a los límites del deber conyugal poco se consideraba en
los procesos, pues por encima de ello estaba, por una parte, la
autoridad del vínculo sacramental y por otra la obligada sujeción al
cabeza de familia, suministrara o no los elementos de subsistencia
familiar. Sólo se le puso atención cuando el exceso atentaba contra la
vida del consorte.

196
ANEXO 1293
Esta carta es definitoria del proceso que se inició contra Antonio
de Arteaga por sobre adulterio e incesto con su entenada, del
cual resulto sentencia de calumnias, pero se le hicieron cargos
por no consentir en la unión del matrimonio de la entenada. Para
nosotros es muy significativa en función de las pocas muestras
de aprecio y avenencia por parte de los cónyuges.

Carta dedicada: A mi querido esposo y deseado Antonio de Arteaga que


nuestro señor guarde muchos años como deseo en vida.
Zacatecas

Recibí tus cartas con notable dolor de mi corazón de ver las lastimas
que padeces que te aseguro que juicio y esfuerzo me falta para sentir su
ausencia y trabajos que solo de consuelo tengo verter lagrimas tiernas
deseando tu regalada vista pues sabes con las veras que te amo y
estimo pues no te apartas de mi imaginación un momento de día ni de
noche solo la esperança me tiene en pie y que fío en Dios te ha de
sacar con bien que así se lo pido encarecidamente, las niñas están
buenas y deseosas de verte pues no se olvidan de ti, no hay otra cosa
de que avisarte y no soy mas larga por ser carta viva el portador, solo
digo que eres el fénix de mis esperanzas y que vives en lo mas intimo
de mi corazón y pido a Dios te me guarde muchos años, abril 13 de
1709. Tu amante esposa que te estima y tu bien desea.
Francisca Barba Coronado
[Rúbrica]
Señor Antonio de Arteaga
mi querido esposo
y amante mío.

293
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 167, 20 Febrero 1709,
fj. 53f.
197
ANEXO 2294
Declaración de María Guadalupe, de 8 años de edad, victima de
violación por su propio padre Pedro de la Asumpsión, mulato.
Caso inconcluso.

…Dijo que enviándola su madre María Antonia de la Concepción


después de la oración a comprar dos reales de velas, su padre Pedro
Joseph de la Asención salió tras ella, y la alcanzó en la calle, en donde
la cogió de las dos manos y la llevó, así agarrada para el cerro de la
compañía y diciéndole que mirara que se le habían caído los reales, le
dijo que no importaba que él le compraría las velas, con lo que la llevó
hasta dicho cerro y la metió en unas peñas donde tiró su capote y
luego la acostó sobre él y le decía que no llorara, después se acostó
sobre y le hizo la porquería, y aunque lloraba por el dolor que tenía, y
le decía que se quitara, le respondía dicho su padre que callase que
ya acababa, y aunque la declarante proseguía llorando no se quitó de
hacerle el daño, antes porque lloraba más le dio un coscorrón en la
cabeza y a poco rato llegaron unos hombres, con lo que dicho su
padre se levantó, y se amarró los calzones y llevaron a su padre a la
cárcel y a la que declara ante su merced, que esto es lo que pasó, y
aun está a la hora que declara mala y con mucho dolor en las partes
verendas, las que le mojo; y esta es la verdad…

294
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 169, 17 Abril 1753, fj.
69f.
198
ANEXO 3295

Respuesta presentada por María Josepha Bravo de Acuña, al


traslado que se le hizo del escrito presentado por su esposo
Pedro de Chavarría al Ilustrísimo Reverendísimo Señor don Fray
Francisco de San Buenaventura Martínez de Tajada Díaz de
Velasco, dignísimo Obispo de esta diócesis, pidiendo sea
devuelta a la vida matrimonial.

…Digo que la recta justificación de vuestra merced se ha de servir


repeler en el todo los infundamentados, falsos, inútiles fundamentos o
pretextos con que dicho mi marido pretende apartar justicia y a mi
darme por libre y divorciada como lo tengo pedido ante dicho
Ilustrísimo Reverendísimo Señor por los méritos que haré presentes y
a mi favor resultan general y siguiente.
Sea lo primero como tengo ya expendido en el escripto citado
que ante su señoría Ilustrísima tengo presentado los malos
tratamientos no sólo de palabra sino de palos, heridas y golpes que a
costa y peligro de mi vida he experimentado de dicho mi marido quien
con poco temor de Dios Nuestro Señor y menosprecio de su alma no
ha atendido nada del cumplimiento de sus obligaciones ni aun
dándome para una camisa aunque fuera de manta, ni manutención; y
si haberlo practicado yo a fuerza del trabajo de mis hijos y haber a
expensas de mi solicitud industria y dependencias que he causado de
cordovan y suela para formarle su zapatería a quitarle y poner de este
modo los medios más eficaces para la solicitud de la paz y quietud que
tanto deseaba cuyos beneficios en lugar de remuneración y
agradecimiento, antes eran incentivo a mayores desazones pues si lo
entregaba yo contenta por de avíos parecía solamente la mitad y

295
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 169, 2 Marzo 1754, fj.
111- 115f.
199
sobre la reconvención de lo demás eran todos los disgustos y golpes
que llevo expresados.
Haceme cargo Señor en su citado y escripto de tres ocasiones
que me salí de su compañía y me efugie en otras partes (estas dichas
ocasiones no fueron tres como dice sino dos) pero no especifica los
motivos sino que los honesta y calla porque no le conviene decirlos: y
fueron que en la primera ocasión habiéndose hallado en una de las
varias ilícitas amistades que ha tenido entrando de la calle por
nimiedades buscó motivo de castigarme y me dio un adobazo con un
adobe296 de cuyo golpe me vi a la muerte con cuyo motivo me pase a
la casa de un compadre y tío mío nombrado Cayetano Domínguez que
a la presente vive en el Fresnillo y habiendo dicho mi marido
presentado escrito contra mi porque no gustaba el que estuviera en
casa de dicho compadre ante don Pedro Joseph Bermúdez, teniente
General de Corregidor que a la sazón era de esta dicha ciudad el
expresado Señor hechose cargo de la justicia que me asistía y lo
maltratada que estaba de dicho golpe de su orden y mandato me pase
a la casa de la Señora Condesa como expresa.
En la segunda ocasión que salí de su compañía fue el motivo
hallarse tan sumamente accidentado del pecho y fístolas297 que en el
salieron (cuyas cicatrices hasta la presente tiene patentes a que me
remito) con cuyo accidente el Señor Bachiller Don Joseph de Rivera
Bernárdez Vicario Juez eclesiástico de esta ciudad envió a el Bachiller
Don Joachin Gutiérrez médico aprobado que fue de esta ciudad a que
reconociera dicho accidente, quien le expresó a el enunciado señor

296
El ladrillo de tierra cruda o cocida solamente al sol, mezclado con algunas pajas para que se una
y solidifique. Diccionario de Autoridades, Vol. 1, p. 89.
297
Llaga angosta, honda y callosa, que no se cerraba, y quedaba siempre purgando, la cual solía
proceder de contusiones o apostemas. Diccionario de Autoridades, Vol. 2, p.759.
200
Vicario que era tal la malignidad del accidente que en consecuencia
sólo para cuidarlo podía yo estar con dicho mi marido, pero no para
que llegara a mi; a lo que no asintió y con este motivo dicho Señor
Juez eclesiástico me mandó poner en la casa del Regidor Don Joseph
de León y Vesio en donde estuve tres años mientras le duró dicha
enfermedad, y pasados estos; trató dicho mi marido de
cautelosamente ausentarse y llevarme a mis hijos (los que eran
pequeños para cuyo efecto previno caballos) y sabedor de esto dicho
Señor Vicario por cuyo motivo como va expresado lo puso en la cárcel;
y no hallando fiadores para que saliese tan solamente lo fueron para
entregarme con el nuestro Hijo Francisco Xavier de Chavarría y dicho
mi compadre Cayetano, con lo que dicho Señor Vicario me entregó a
su compañía teniendo dicho señor el cuidado con la actividad,
charidad y celo que fue notoria en esta ciudad de cada ocho días que
salía a pedir la limosna y bolsa del Santo Cristo llegaba a saber como
me iba con mi dicho marido a causa de la experiencia que su merced
tenía de su temeridad y mala vida que me daba: que estas fueron las
dos ocasiones que fuera de su compañía estuve y estos los motivos y
no tres como expresa, ni que a ella me llevara su padrastro quien de
ver su temeridad le corregía de sus desaciertos.
Quiere excepcionarse con pretender quitarme y deslucir mi honra
diciendo que me fui con un hombre a los Baños: esta temeridad y
malicia es digna señor de severo castigo por la encubierta y
mordacidad (hablando debidamente) con que pretender denigrar mi
crédito es evidente que hallándome accidentada del vaso fui de su
consentimiento y gusto a dichos Baños pero no con la simulación que
expresa diciendo que con un hombre pues fui en consorcio del señor
Bachiller Don Juan Visso, con Don Juan Manuel de Reina Narváez y
201
su hermano de éste que se hallaba tullido y por la conveniencia de
curarme, y cuidar a dicho enfermo fui con estas personas de notoria
conocida honra y virtud y de consentimiento y gusto de dicho mi
marido, pues si así no hubiera sido no hubiera enviado mi ropa de
cama como la envió a la casa de dicho Señor Bachiller y Don Juan
Manuel de Reina con quienes estoy prompta a justificarlos. Pruébese
más bien el haber sido con su beneplácito que a los seis días de
llegada a los Baños le escribí un papel pidiéndole prestado un libro de
novelas y me lo envió que esto justifica haber ido con su gusto. Y
habiendo vuelto de dichos Baños como dicha ida por pretexto para sus
temeridades (y para simular la maldad de haberme vendido unas
zarazas298 y una mortaja299 que tenía en mi caja, pretendiendo acabar
con toda mi ropa peor ni hubiera dejado cama en que dormir a no
haberlo participado uno de mis hijos a don Esteban Elías González
Alcalde ordinario que a la sazón era de esta ciudad quien con la
ocasión de saber que a causa de mi trabajo y afanes tenía yo dicha
ropa lo contuvo y tan sólo vendió las zarazas y la mortaja) y habiendo
traído a mi casa la noche que llegue de dichos Baños Doña Ana de
Visso hermana de dicho Bachiller luego que se fue la dicha Señora
hallándose ya silenciosa la noche trató de amarrarme para azotarme y
hacerme otros castigos que por no excandecer ni manchar los castos
oídos de vuestra merced omito referir; lo que no ejecutó a causa de
habérsele hincado uno de mis hijos pidiéndole por Dios Nuestro Señor
y sus santos no lo hiciera; pero obstinado a la siguiente noche estando

298
Llamaban a un género de tela de algodón muy delicada… Solía ser de varios colores, y la que
tenía el campo blanco, por la mayor parte era matizada de varias flores, grandes y pequeñas, todas
estampadas; pero de una tinta tan fina, que mientras se lavaba, mas hermosa, permanente, y vistosa
queda. Era obraje de la China, que traían las flotas de ese País, por lo que en España se estimaba
mucho. Diccionario de Autoridades, Vol. 3, p.563.
202
esta en quietud cerró la puerta y quitó la llave y me tuvo toda la noche
delante de él en naguas blancas diciéndome mil oprobios y malos
tratamientos tirando siempre a provocarme que yo le respondiera para
(quizá) quitarme la vida en cuyo acto me porte con toda prudencia y no
le respondí palabra evitando el que no se ofreciera alguna avería por
hallarse presente un hijo mío grande que provocado de ver las injurias
con que me trataba podía precipitarse y no atender a que era su padre
para quitarle la vida; prosiguiendo como prosiguió en lo delante con
sus temeridades.
A tanto han llegado estos que en cierta ocasión llegó a ponerme
en una cama de un grave tabardillo300 del pesar de haberme ocultado
a el hijo menor; de manera que me vi a la muerte; y habiendo un día a
las cinco de la mañana de él que ya se había pasado un mes y catorce
días de su ausencia con grande intrepidez dentro se arrojó pidiendo
las llaves de las cajas para sacar la obra de zapatos que había por lo
que a causa de tanto alboroto una comadre nuestra que me estaba
cuidando nombrada Gertrudis de Piña le dijo se sosegase que estaba
yo muriéndome a que le respondió que más que me llevase que a eso
venía; llegando a tal el alboroto que hizo pasar en calzón blanco a
Joseph de Loera maestro de zapatero quien procuró con buen modo
contenerlo y no le fue posible, antes se irritó con él de manera que
pudo suceder una avería entre dicho Loera y mis hijos con su padre mi
marido respecto a que trató de golpearlos, y se fue habiendo visto de
que salieron a buscar y llamar un juez.

299
La vestidura, sabana u otra cosa en que se envolvía el cadáver para el sepulcro. Diccionario de
Autoridades, Vol. 2, p. 610.
300
Enfermedad peligrosa, que consistía en una fiebre maligna, que arrojaba al exterior unas
manchas pequeñas como picaduras de pulga, y a veces granillos de diferentes colores: como
morados, cetrinos, etc. Covarrubias dice se llamó así del Latino Tabes, que significa putrefacción,
porque se pudre, y corrompe la sangre… Diccionario de Autoridades, Vol. 3, p. 202.
203
Todos estos excesos y muchos más que por no cansar la alta
comprensión de vuestra merced no expreso, que ha puesto siempre
en el ánimo de golpearme y quitarme la vida a causa de varias ilícitas
amistades que ha tenido y con que me ha hecho padecer y mortificado
por cuyas causas lo han aprendido Don Juan de Landa, Don Juan de
Viaña, don Juan Thello y don Esteban Elías González, las ocasiones
que han sido jueces y con este último teniendo en la cárcel por una
mujer me envió a llamar para juntarme con él a que no condescendí y
volviendo segunda vez a llamarme dicho Señor Alcalde Don Esteban
me dijo que mi marido me capitulaba estar en ilícita amistad a que le
respondí lo justificara y que había de volver por mi honra luego que
viniese a esta ciudad el Ilustrísimo Señor Obispo.
Calúmniame también con temeridad y malicia 1que el hombre
que me llevó a los Baños lo abrazaba yo en su presencia pero no
expresa qué hombre era éste ni cómo se llamaba lo que pido a vuestra
merced se sirva mandar que dicho mi marido declare y jure quién es y
cómo se llama y que afiance esta calumnia.
Supuesto todo lo referido insisto en lo que tengo pedido para
aseguramiento de mi vida y caso de que la recta justificación y
grandeza de su señoría Ilustrísima y de vuestra merced no hallaren
por conveniente el que yo me mantenga como llevo expuesto en
consorcio de mis hijos sea compulso y apremiado a dicho mi marido a
que me de para mi diaria manutención y vestuario y se me ponga en la
casa que destinare su señoría Ilustrísima por tanto y lo más que hace
o hacer pueda a mi favor que reproduzco y protexto de decir por otro
más formal y jurídico pedimento.

204
A vuestra merced pido y suplico que atienda mi relación por
verdadera en la parte que baste se sirva mandar hacer como pido que
es justicia juro en forma de derecho ser cierto y no de malicia, etc.
No se firmar

205
ANEXO 4301

Edicto para todos los habitantes de la ciudad de Nuestra Señora


de los Zacatecas
[Foja 1f]
El Bachiller Don Juan de Cobarrubias cura Rector de esta ciudad y
comisión de la Santa Cruzada y el Bachiller Geronimo de Amezaga cura
interino por el Doctor don Joseph de Alcala, cura propio de ella,
parecemos ante Vuestra Merced en la mejor vía y forma que haya lugar
en derecho y decimos que por cuanto las personas contenidas en esta
nomina que con la debida solemnidad presentamos no han recibido las
bendiciones nupciales habiendo los más de ellos, mucho tiempo, que
contraheron matrimonio: se ha de servir vuestra merced de mandar se
requieran en tres días festivos, inter misarum solemnia, para que llegue
a noticia de todos y pasados, mandar citarlos para la tablilla, por
inobedientes a los mandatos de Nuestra Santa Madre Iglesia, para que
antes que llegue el adviento, en que se sierran las velaciones, vengan a
recibir dichas bendiciones, por tanto. A vuestra merced pedimos y
suplicamos se sirva de mandar hacer según y como llevamos pedido
pues están del servicio y agrado de nuestro Señor en que recibiremos
bien y merced justicia mediante en lo necesario, etcétera.
Bachiller Juan de Cobarrubias Gerónimo de Amezaga
[Rúbrica] [Rúbrica]
Por presentada y despachese edicto para que en tres días festivos inter
misarum solemnia se requiera con la publicación de el a todas las
personas de cualquier estado
[Foja 1v]

301
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 167, 9 Noviembre
1709.
206
la calidad y condición que sea y se hallaré en esta ciudad y distrito de
ella, casada sin recibir las bendiciones nupciales como es de su
obligación, comparezcan en la iglesia parroquial de esta ciudad a
recibirlas dentro de quince días primeros siguientes al de la publicación
de dicho edicto, con apercibimiento que pasado que sea dicho termino
asignado sin prorrogar otro, su merced sin más citación ni
requerimiento, procederá a declararles por incursos en la pena de
excomunión mayor en que han incurrido, y les impone de nuevo para
que lo ejecuten fijándolos por públicos excomulgados hasta que vengan
a recibir el beneficio de la absolución; proveyolo así el señor Bachiller
Don Francisco de Arratia Vicario in capite Juez Eclesiástico interino de
esta ciudad de Nuestra Señora de los Zacatecas y sus agregados a
nueve días del mes de noviembre de mil setecientos y nueve años y lo
firmó.
[Foja 2f]
... Dijo que por ausencia del propietario; Dijo que por cuanto ha sido
informado verbalmente de los señores curas, rectores de la Iglesia
Parroquial de esta ciudad, no haber los moradores y vecinos de ella
acudido a recibir las bendiciones nupciales, aunque para ello se les
asignó termino por tres plazos y el último perentorio; para que lo hicieren
dentro de quince días, en que han faltado al mandato habiendo dejado
pasar dicho termino, y mucho más de él, en que se sierran dichas
bendiciones y porque estas se empiezan a abrir el domingo doce del
corriente y dichos casados, se hallan comprendidos en la pena de
censura que se les impuso para que compareciesen a recibir dichas
bendiciones su merced debía declarar y declaró por incursos en dicha
excomunión a todas aquellas personas de cualquier estado, calidad y
condición que sean que hubieren faltado y estuvieren sin velarse y los
207
cita por este su edicto para el rotulo, y fijación de la tablilla de los
públicos excomulgados; donde se fijaran según la nomina que para este
efecto, presentaron dichos señores curas; de donde no los quitarán,
tildarán, ni borrarán, hasta que vengan a recibir dichas bendiciones
nupciales y merezcan el beneficio de la absolución y por este auto así
los cita, llama y en plaza para dicho rotulo y fijación y para que llegue a
noticia de todos mando se publique este auto así lo cita, llama y
emplaza para dicho rotulo y fijación y para que llegue a noticia de todos
mando se publique este auto, en los primeros dos días festivos
venideros en la Iglesia ...

208
ANEXO 5302

Los expedientes judiciales nos acercan a los personajes de


formas muy variadas, desde los conflictos, los desamores, pero
también los amores, aunque no siempre sean lícitos. Esta carta
es la muestra del amor, y sin lugar a dudas quien la escribió
pretendió expresar amor, aunque haya duda de sus fines.
[Documento mutilado]

…de mi alma apreciare infinito que cuando esta dichosa llegue a tus
bellas manitas te mantengas con los colmos de salud que Yo para ti
deseo ofreciéndote la que Dios es servido de mantenerme que es
buena a Dios gracias para que la dediques en cosas de su amor que
lo executaré como fino y leal esclavo; vida mía no tengo palabras con
que explicar el sumo Dolor que tengo de la carencia de tus divinos
ojos pues ahora de gusto no tengo y vengo a colegir que vivir sin ti no
es vivir… [mutilado] tu belleza y tu modo cautiva el … de tener a mi
hijita cuídamela y de corazón en mi nombre dale cincuenta abrazos a
tu hermano dale mis memorias y a la chiquihua y con esto a Dios
Negrita a quien pido te guarde muchos años para mi mayor gloria,
Bolaños y Marzo 18 de 1751
Bien de mis ojos
Besa tus piecitos lindos
tu fino amante que de veras
te idolatra y tu ausencia
llora.
Quien tu no ignoras.
[En el membrete]
A Srita. Petra Navarro que Dios
Nuestro Señor Guarde muchos años
En la ciudad de Nuestra Señora de los
Zacatecas.

302
APZ, Área: Disciplinar, sección: Procesos, s: eclesiásticos, ss: general, c.: 169, 3 Abril 1751, fj.
18f.
209
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Zacatecas.

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penal, comercial y forense o sea resumen de las leyes, usos, prácticas
y costumbres como asimismo de las doctrinas de los jurisconsultos,
dispuesto por orden alfabético de materias, con la explicación de los
términos del derecho. Obra importante y utilisima en que toda persona
de cualquiera estado y condición hallarán fácilmente la necesaria
instrucción sobre sus derechos y obligaciones y la solución de las
dudas que les ocurran en sus contratos, pleitos, asuntos mercantiles,
disposiciones entre vivos o testamentarías y demás actos de la vida
social por Don Joaquín Escriche y con citas del derecho, notas y
adiciones, por el Lic. Juan Rodríguez de San Miguel, México, Imprenta
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Diputado en la Corte, Abogado del Ilustre Colegio de ella, é individuo
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ilustrada de las mexicanas, época colonial, México, INAH, 1991, 281 p.

TUÑÓN, Julia, Mujeres en México. Recordando una historia, México,


CONACULTA, 1987, 214 p.

VILLAFUERTE GARCÍA, María de Lourdes, “Padres e hijos.


Voluntades en conflicto (México, siglo XVII)”, en: Familia y poder en
Nueva España: Seminario de Historia de las mentalidades, INAH,
México, 1991, pp. 133-142.

218
ÍNDICE

INTRODUCCIÒN 5

I.- NORMATIVIDAD Y TRADICIÒN 7


ƒ Aproximación historiográfica 7
ƒ Construcción histórica del concepto 13
ƒ Patria Potestad 17
ƒ Normatividad y tradición en el matrimonio 23
ƒ Cambios legislativos en el siglo XVIII 29
ƒ Tradición matrimonial española y su aplicación en la
Nueva España 37
ƒ Matrimonio en Zacatecas 42
ƒ La vida matrimonial 52
ƒ Costumbre como rectora del comportamiento 56

II.- IMÁGENES DE LA VIOLENCIA CONYUGAL 59


ƒ Violaciones hacia los límites del deber conyugal 61
• Violencia Física 61
• Violencia por motivos sexuales 71
• Violencia económica o incumplimiento de deberes económicos 80
• Violencia emocional 87
ƒ Violaciones a los preceptos del sacramento matrimonial 93
• Adulterio 95
• Bigamia 120
• Divorcio 134
IV.- VIOLENCIA Y PROCESO PENAL 146
ƒ Jurisdicción secular y eclesiástica 146
ƒ El proceso judicial 158
• Denuncia 159
• Encarcelamiento y depósito 165
• Juramento, testimonio y pruebas 171
♦ Juramento 171
♦ Testimonio 172
♦ Pruebas 174
• Tormentos 178
• Sentencias 179
♦ Adulterio 181
♦ Bigamia 186

REFLEXIONES FINALES 192


ANEXOS 197
FUENTES CONSULTADAS 210

219
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