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Si has entrado aquí es porque eres de esos usuarios que no se conforman simplemente con gastar dinero
en mejores componentes para su PC, sino que busca llevar lo que tiene al máximo de sus posibilidades.
Para todos vosotros hemos creado este artículo en donde vemos todas las formas de optimizar el
rendimiento de juegos en tu PC sin invertir un solo euro en ello (o al menos muy poco).
Índice de contenidos
¿Es el PC la mejor plataforma para jugar?
Programas y benchmarks para medir el rendimiento de tu PC
Optimizar rendimiento de juegos en el hardware
Baja la temperatura todo lo que puedas
Instalar Windows en un SSD: Básico
Activar perfil XMP de tu memoria RAM y Dual Channel
Mantener la BIOS actualizada
Comprueba que tu monitor da su máxima frecuencia
Desactivar sincronización vertical y activar refresco dinámico
Asegúrate de instalar los últimos drivers de la tarjeta gráfica
Instala otros drivers como chipset o los de periféricos
Realiza un overclocking seguro
Optimizar rendimiento de juegos en el sistema
Optimizar configuración de tarjeta gráfica
Optimizar la configuración en juegos y hacer benchmarks
Uso de DirectX 11 o 12
Activa el perfil de máximo rendimiento de Windows
Utiliza antivirus que consuman pocos recursos
Influencia de las actualizaciones de Windows
Desactiva OneDrive y otras aplicaciones de nube
Desactivar efectos visuales de Windows
Desactivar otras opciones secundarias
Eliminar basura del PC
Desinstalar programas inútiles y quitarlos del inicio
No limpies el registro
Conclusiones sobre optimizar rendimiento de juegos
Para los que piensen que un PC con tarjeta gráfica de hace dos o tres años está acabado, podemos
decirle que quizás haciendo algunas configuraciones en el sistema y optimizando el equipo, consigan
aumentar en más de 10 FPS los registros de rendimiento previos. El aumento de fluidez y disminución
de lag serán claves para mejorar la experiencia.
Las ventajas de las consolas serán que cuentan con juegos exclusivos de gran renombre como God of
War o Halo en caso de PS4 o Xbox y que su coste es menos elevado que un PC. Quizás estas sean las
ventajas más reseñables, porque en todo lo demás un PC gama por goleada. Hagamos una lista con las
ventajas que aporta un PC:
Antes de empezar a toquetear la configuración para optimizar rendimiento en juegos del PC, conviene
saber desde dónde partimos, es decir, medir con números cuál es el rendimiento de nuestro PC. De esta
forma es posible comprar los números iniciales con los que dará el equipo tras realizar las distintas
tareas de la lista.
Para esto tenemos los llamados benchmarks o test de rendimiento para CPU, GPU y memoria RAM, o
el equipo en general. Es una forma de ver la velocidad de nuestro equipo traducida a números y
comprobar de forma práctica el cambio de rendimiento. Los más importantes los comentamos y
explicamos en este otro artículo que no tiene desperdicio:
Los sistemas actuales lo que hacen es bajar drásticamente el rendimiento de los chips principales (CPU
y GPU) para así evitar que las temperaturas se salgan de la tabla y quemen estos complementes. A esto
se le llama Thermal Throttling y debemos evitarlo en la medida de lo posible.
¿Cómo hacemos esto? Pues teniendo una buena refrigeración en la caja de PC con ventiladores que
metan aire fresco y ventiladores que saquen el aire caliente. Normalmente una configuración correcta
para tu PC será tener 1 o 2 ventiladores en el frontal metiendo aire, y otro atrás para sacarlo (flujo
horizontal). Otra forma sería colocar ventiladores que cojan aire desde la base del chasis y ventiladores
que lo expulsen por el techo (flujo vertical). Pero lo más normal es tener flujo mixto, metiendo por el
frontal y sacando por atrás y zona superior. Recordad que el aire caliente pesa menos, así que tiende a
irse hacia arriba.
A esto debemos sumarle un buen disipador para nuestra CPU, sobre todo si es un equipo para juegos,
nada de disipadores de serie de Intel y mejor uno personalizado o refrigeración líquida. Tener las
temperaturas por debajo de los 60oC hará que los componentes trabajen al máximo, pudiendo ganar
gran cantidad de FPS en los juegos (20 FPS o más si el PC iba muy mal).
La mejor forma de optimizar rendimiento en juegos, y en general en cualquier tarea, es instalar un SSD
o Unidad de almacenamiento en estado sólido. Para ver la diferencia en pocas palabras, un SSD SATA
puede llegar a los 620 MB/s de transferencia (el triple de rápido que un HDD), mientras que un SSD
M.2 NVMe puede llegar a los 3000 MB/s o incluso 5000 MB/s en los PCIe 4.0 (entre 15 y 20 veces
más rápidos que un HDD).
Tener un disco duro 15 veces más rápido dará alguna ventaja al PC, ¡y tanto que la da! Notaremos que
el arranque es más rápido, la apertura instantánea de aplicaciones, y la carga de los juegos de solo
varios segundos. Los tirones y los tiempos de carga de escenarios en los sandbox serán historia con un
SSD.
Para ver si tu sistema operativo utiliza un HDD o SSD míralo físicamente abriendo el PC identificando
la unidad o mejor, instalar CristalDiskInfo y busca marca y modelo de tu disco duro C:\.
Las memorias RAM actuales cuentan con una serie de perfiles llamados JEDEC o perfiles XMP que
permiten trabajar a los módulos a una frecuencia superior a la base, que serán 2133 MHz en DDR4. Lo
normal hoy día es tener memorias con una velocidad superior a esta, y de hecho la frecuencia de
referencia que toma nuestra BIOS suele ser de 2400 MHz si no activamos los perfiles JEDEC de
nuestros módulos (si los tuviera).
Antes de entrar en la BIOS, vamos a comprobar si efectivamente nuestras memorias están dando todo
lo su rendimiento a través de CPU-Z. Este programa monitoriza el hardware del equipo incluidas las
memorias, tanto en PC como portátiles. Abramos dos instancias y situémonos en Memory y en SPD.
En Memory tenemos la cantidad total de memoria, si usa o no Dual Channel y la frecuencia actual de
funcionamiento. Debemos tener en cuenta que la frecuencia de funcionamiento marcada será la mitad
de la efectiva por ser de tipo DDR. Entonces, si mide 1799 MHz, significa que trabaja a 3600 MHz
efectivos, en consecuencia, XMP estará activado.
En SPC podremos verificar cuándos módulos o bancos hay operativos en el equipo, así que en la
pestaña de “Slot #n” tendremos las ranuras disponibles. Si el numero en cuestión da información,
significa que ahí hay un módulo instalado. Ya sabéis que para usar Dual Channel se requieren dos
módulos instalados, bien en Slots 1 – 3 o Slots 2 – 4. Aquí también se informa del soporte XMP y los
perfiles disponibles.
Para activar el perfil XMP debemos entrar en la BIOS del equipo pulsando Supr, F2 o la teclado que
correspondiente antes de que arranque el sistema operativo. Dentro, buscaremos un apartado de
Tweaking o Tweaker y seleccionaremos de la pestaña XMP Setting o similar la opción XMP o XMP
2.0 si es plataforma Intel, o DOCP si es AMD. Con esto habremos activado la máxima frecuencia
disponible para nuestra RAM. Ganaremos entre 1 y 5 FPS o más dependiendo de la frecuencia.
Y ya que estamos dentro de la BIOS, que mejor forma de mantenerla en perfectas condiciones que
actualizarla a la versión más reciente. Todas las placas actuales con BIOS UEFI permiten actualizarse,
y de hecho los fabricantes suelen sacar paquetes de forma gradual para retirar bugs, amplias soporte de
hardware o mejorar el rendimiento de determinadas CPU o RAM.
El procedimiento no es igual en todos los fabricantes, aunque ASRock, Asus, Gigabyte y MSI tienen
función de actualización a través de la red en muchos modelos y será lo más sencillo. Sino, tendremos
que hacerlo de forma manual desde un archivo que descargaremos y lo colocaremos en una unidad
flash USB.
Dejamos por ahora el hardware principal para centrarnos en nuestro monitor, porque sí, también tiene
mucho que decir en la experiencia final en caso de que esté preparado para gaming.
Nos centraremos en la tasa de refresco y la tecnología de refresco dinámica si es que la tuviera. Como
sabéis, los FPS (Fotogramas por Segundo) tienen que ver con la fluidez a la que va el juego, mientras
más tenga, más fluido irá. Pero el dispositivo que finalmente muestra la imagen es el que marca esa
fluidez con su tasa de refresco en Hz, que en definitiva son medidas equivalentes. Si un juego marca
120 FPS y la pantalla solo es capaz de darnos 60 Hz, ese juego lo veremos a 60 FPS.
Obviamente las limitaciones de un monitor no se pueden pasar por alto, pero actualmente existen
pantallas capaces de dar 75, 120, 165 e incluso 240 Hz de refresco. Así que vamos a mirar cuál es su
potencia máxima y activarla de dos formas distintas:
A través de la GPU:
Usamos el ejemplo de una tarjeta gráfica Nvidia, pero en AMD será muy parecido. Debemos abrir el
panel de control de Nvidia situado en la barra de tareas y dirigirnos al apartado de Cambiar resolución.
Aquí vamos a seleccionar la frecuencia que estimemos oportuna o la máxima que de nuestro monitor.
Pero justo a la derecha, está disponible la frecuencia de refresco, así que elegiremos la mayor que
veamos. De esta forma la fluidez mejorará drásticamente en nuestro equipo si soporta más de 60 Hz.
Desde Windows:
En la medida de lo posible, seguid el método anterior, pero desde Windows también se puede hacer.
Para ello abrimos la configuración de pantalla desde botón derecho sobre el escritorio, y nos vamos
hasta el final, donde pulsaremos en Configuración de pantalla avanzada.
En la siguiente ventana pulsaremos en la opción de Mostrar las propiedades de adaptador de pantalla
para finalmente acceder a una nueva ventana. En ella, nos iremos a la pestaña de Monitor, y elegiremos
la mayor tasa de refresco disponible.
Lo anterior se puede mejorar aún más realizando dos tareas extras en nuestra configuración de juego y
monitor. La sincronización vertical hace que los FPS del juego no sobrepasen el máximo de Hz que
admite la pantalla o a los que esté configurada en ese momento. Desactivarla, significará que la tarjeta
gráfica entregará la máxima potencia posible y FPS en el juego, pudiendo así medir la tasa en los
benchmarks que hagamos.
Para desactivar la sincronización vertical, debemos buscar dicha opción en el propio juego para
desactivarla. Esta estará en las opciones gráficas o configuración de pantalla dentro del juego.
Otra función que implementan muchos monitores actuales es el refresco adaptativo o refresco
dinámico. Permite adaptar de forma automática los Hz de la pantalla a las necesidades del juego, siendo
AMD FreeSync o Nvidia G-Sync los disponibles según el monitor. Su activación evitará el molesto
parpadeo o flickering y el tearing o tirones en la pantalla.
Dicha función la debemos tener activada en el monitor en primer lugar. Y luego nos iremos al
controlador de la tarjeta gráfica para hacer lo propio. FreeSync es actualmente compatible con tarjetas
Nvidia, así que de nuevo abriremos el panel de control de Nvidia y nos iremos a la opción Configurar
G-Sync. Aquí activaremos la primera opción y la del tercer apartado, en caso de que ofrezca
compatibilidad nos permitirá guardar estos cambios.
Para algunas de las acciones anteriores se requiere tener instalados los drivers o controladores de la
tarjeta gráfica. Estos son completamente necesarios para optimizar rendimiento en juegos de nuestra
tarjeta gráfica dedicada AMD o Nvidia. Y además debemos tenerlos actualizados a la última versión
para así tener la máxima optimización posible y funciones nuevas que el fabricante implemente.
Para el caso de Nvidia, accederemos a la sección de soporte para descargar la última versión
disponible. Debemos colocar el modelo y la versión de Windows que tenemos. Recomendamos
siempre instalar los drivers PCH por ser los genéricos. Además, si instalamos también GeForce
Experience, la aplicación nos mantendrá actualizados estos controladores.
Junto con los drivers de la tarjeta gráfica, necesitamos otros drivers para optimizar rendimiento en
juegos como los relativos al chipset o incluso a los periféricos. Tengamos en cuenta que son una serie
de rutinas que mejoran la comunicación entre la CPU y el dispositivo, así que es necesario para “que se
entiendan” a la perfección.
Si notamos que nuestro equipo da tirones o no tiene la fluidez que debería, posiblemente Windows no
haya instalado los controladores del chipset. Desde el soporte de AMD o soporte de Intel podremos
instalar la última versión disponible según la plataforma que utilicemos.
Lo mismo haremos con los periféricos, y dependiendo de la marca de nuestro producto, pues tendremos
que dirigirnos a la correspondiente página web para adquirir de forma gratuita los mismos. Serán muy
importantes aquellos que controlen la tarjeta de red Wi-Fi o LAN, tarjeta de sonido, ratón o teclado.
Quizás tengas hardware preparado para realizar overclocking, pero nunca te has atrevido a hacerlo o
incluso ni siquiera sabías que tenías esta posibilidad. Aquí no se trata solo de optimizar rendimiento en
juegos, sino de ir un poco más allá y buscar el límite de tu tarjeta gráfica o procesador.
Como su propio nombre indica, overclocking significa subir el voltaje y la frecuencia de trabajo por
encima de su límite especificado, lo que genera mayor consumo y mayores temperaturas, como como
un aumento de la inestabilidad. Pero también será de gran importancia el undervolting, que es todo lo
contrario, disminuir el voltaje para mejorar temperaturas y quizás hacer que el hardware rinda mejor.
Esta práctica es posible hacerla en todas o casi todas las tarjetas gráficas dedicadas AMD y Nvidia, así
como en los procesadores AMD Ryzen e Intel de la serie “K”. Tradicionalmente se ha realizado desde
la BIOS, pero actualmente hay programas que directamente permiten hacerlo desde el sistema
operativo de forma más cómoda y segura. Usa:
Siguiendo con el ejemplo de nuestra tarjeta gráfica Nvidia, en el apartado de configuración 3D del
panel de control contamos con importantes opciones que nos permitirán modificar el comportamiento
de la tarjeta. El procedimiento para AMD será similar.
Esto más bien será útil para aplicaciones de diseño y rendimiento general del sistema, ya que los juegos
cuentan con su propia configuración gráfica, y por supuesto tendremos que toquetear. No obstante,
mientras más carga gráfica y recursos que quitemos al sistema, más liberada irá la CPU y GPU a la
hora de jugar.
Cada uno de forma individual dispone de una configuración y opciones gráficas determinadas, que
dependiendo de lo actual que sea, consumirá más o menos recursos. Esta es una diferencia fundamental
con las consolas, ya que la cantidad de opciones que tenemos y los niveles de calidad a los que
podemos llegar actualmente son impresionantes si tenemos un hardware a la altura.
Aquí se trata de ajustar estas opciones de tal forma que encontremos el equilibrio perfecto entre calidad
y rendimiento. Por ejemplo, no es lo mismo jugar en Full HD que en 4K, ni tampoco querer hacerlo a
120 Hz o a 60 Hz. Tampoco será lo mismo tener un PC de gama baja, media o alta. Estas serán las
opciones que tengan mayor influencia en el rendimiento:
Resolución: mientras mayor sea, mayor será la calidad de texturas y el volumen de triángulos que deba
mover la GPU. Lo normal será jugar en 1920x1080p actualmente.
Antialiasing: función que permite suavizar los bordes de las figuras según la calidad de renderizado.
Actualmente se está sustituyendo por DLSS.
Trazado de rayos: otra función que se está implementando en las nuevas tarjetas que permite simular el
comportamiento real de la luz en un juego.
Filtrado de texturas y calidad: se trata de añadir mayor detalle a las texturas del juego
Profundidad de campo: Es la distancia a la que podemos ver los objetos del juego. Esto influyen en la
capacidad de memoria GRAM.
Estas y muchas más opciones tendremos disponibles para ajustar el rendimiento del juego. Tras realizar
modificaciones, lo ideal sería probar que tal va el juego o realizar un benchmark si dispusiera de él.
Uso de DirectX 11 o 12
Optimizar rendimiento de juegos paso16
En la configuración gráfica anterior es de vital importancia utilizar la API DirectX 11, 12 u otras
compatibles como OpenGL o Vulkan. Son un conjunto de librerías que usa el motor gráfico del juego
para moverse, así que la integración de ambos marcará en parte el rendimiento.
Casi todos los juegos actuales operan sobre DirectX 12, aunque muchos cuentan con la posibilidad de
volver a la versión anterior en caso de tener un hardware más antiguo o limitado. Otros como DOOM
utilizan Vulkan u OpenGL, pero en todos los casos, se dispondrá de una opción para que el usuario
pueda elegir entre los que sean compatibles con el juego.
Por supuesto DirectX 12 es el que mayores funciones soporta, por ejemplo, DLSS 2.0 o el Ray Tracing
por hardware solamente son posibles con él. Pero a veces nos podemos encontrar con un determinado
juego que vaya mejor en DirectX 11 en nuestro PC, y las diferencias pueden ser de 10 FPS o más, así
que probemos ambas posibilidades para optimizar rendimiento en juego.
Windows cuenta con distintos perfiles de energía para controlar el rendimiento y el consumo de un
equipo. Será especialmente importante en los portátiles, pero conviene saber que en todos los casos está
disponible un perfil oculto llamado máximo rendimiento. En él, todo el hardware funcionará sin
limitaciones en su frecuencia o funciones, así que vendrá de fábula para jugar.
Para efectuar su activación debemos seguir un pequeño truco que es utilizar el siguiente comando en la
consola PowerShell del sistema. Esta la encontraremos en el menú inicio o abriendo el menú de
herramientas con la combinación de teclas “Windows + X”.
Windows Defender es un antivirus bastante equilibrado, con una buena puntuación y porcentaje de
detecciones según las páginas web que monitorizan estos datos. Además, es un software que no
consume demasiados recursos.
Por encima de este estando los antivirus Norton Security, Avast, Symantec o Bitefender. Y en el lado
contrario, y poco recomendables están McAfee, qScan o Kingsoft entre otros. Otro aspecto positivo de
Windows Defender es que genera muy pocas notificaciones y apenas está presente para el usuario. Se
puede desactivar fácilmente desde su panel de control.
Seguimos con los consejos para optimizar rendimiento en juegos de nuestro PC, y aquí el volumen de
actualizaciones que hayan sido aplicadas al sistema operativo van a tener influencia.
Windows 10 no es precisamente el mejor en esto, y muchas veces las actualizaciones hacen más lento
el sistema, e incluso lo rompen en el caso de las actualizaciones principales bianuales. Así que tener un
sistema operativo relativamente nuevo o instalado desde hace poco tiempo va a darnos un extra de
rendimiento, y quien no lo que crea, que lo pruebe.
Si algo va mal después de una actualización, tendríamos la posibilidad de eliminarla según del tipo que
sea. Para ello seguid este tutorial:
OneDrive es la aplicación de sincronización con la nube de Microsoft, y por tanto viene instalada y
activada por defecto en el sistema. Ésta consume recursos de hardware y de red, así que puede ser
molesta a la hora de jugar online y en equipos poco potentes, por este motivo la desactivaremos.
La acción es tan simple como irnos la barra de tareas y pulsar con botón derecho sobre el icono de la
nube. Aquí pulsaremos sobre Configuración y desactivaremos las tres opciones marcadas en la pestaña
de Configuración. Daremos el toque final pulsando con botón derecho y eligiendo “Cerrar OneDrive”.
Si tenemos otras aplicaciones como Drive o Dropbox instaladas y en ejecución, también
recomendamos desactivarlas temporalmente para aligerar la carga de datos en la red y en segundo
plano.
Todo lo que hagamos para optimizar rendimiento en juegos del PC no está de sobra, así que incluso
vamos a desactivar los efectos visuales del sistema para que la gráfica trabaje menos. Al menos
pruébalo para ver si tiene influencia en tu equipo, si no, pues déjalos como estaban, ya que el trabajo es
bien rápido.
Para acceder a ellos lo más fácil es escribir en el menú inicio “Ver la configuración avanzada del
sistema”. En la ventana que se abre, nos situaremos sobre Opciones avanzadas, sección de
Rendimiento. Aquí pulsaremos en Configuración para acceder a los Efectos visuales. Vamos a
seleccionar “Ajustar para obtener el mejor rendimiento”.
Para desactivar más efectos visuales de Windows, nos dirigiremos a Configuración > Accesibilidad >
Pantalla. Navegando hacia abajo encontraremos las opciones “Mostrar animaciones”, “Mostrar
transparencia” y un par más.
También vamos a desactivar a Cortana, así que iremos a Configuración > Cortana > hablar con
Cortana. Desactivaremos estas tres opciones que aparecen. Luego, en la sección de permisos
entraremos en “Administrar la información a la que Cortana puede tener Acceso…” y desactivaremos
todas las opciones aquí presentes.
Una acción obligada y clásica será de borrar todo lo que podamos y dejar el sistema libre de basura e
instalaciones anteriores, que por otro lado pueden llegar a ocupar más de 30 GB.
La forma más satisfactoria de hacerlo es la con la función integrada en la configuración del sistema. Así
que accederemos a su maravillosa interfaz pulsando sobre la rueda dentada del menú inicio. Aquí nos
iremos a “Sistema” y luego a la sección de “Almacenamiento”.
Recomendamos activar el Sensor de almacenamiento para que el sistema borre cada cierto tiempo los
archivos temporales. Tras esto, pulsamos sobre “Archivos temporales” para ver en detalle todo lo que
nos propone para eliminar. Aquí seleccionaremos todo excepto la carpeta de descargas, así hemos
liberado en dos segundos casi 15 GB.
El siguiente paso para optimizar rendimiento de juegos en nuestro PC será desinstalar todo aquello que
ya no necesitemos. Programas antiguos que consideremos más basura inútil y que solamente hacen que
ocupar sitio en el disco duro.
Esto no tiene mucho misterio, solamente abriremos el panel de configuración de Windows y nos
dirigiremos a la opción de “Aplicaciones”. Desde aquí eliminaremos todas las que estimemos
oportunas siempre que no sean de utilidad.
Si alguna se nos resiste, siempre podemos utilizar un software de terceros infalible como es IObit
Uninstaller para realizar una eliminación completa.
Muchos programas que tenemos instalados se inician durante el arranque del sistema, así que son más
elementos consumiendo CPU y memoria RAM que necesitamos eliminar si queremos exprimir hasta el
más mínimo FPS.
Haciendo uso de nuevo de la configuración del sistema, vamos a situarnos en la ventana principal y
acceder a Privacidad. Curiosamente Windows ha situado aquí su opción de “Aplicaciones en segundo
plano” para liar al personal. Aquí podemos desactivar directamente la ejecución en segundo plano, lo
cual desaconsejamos, o mucho mejor desactivar aquellas que no veamos de utilidad.
La cosa no termina aquí, porque ahora vamos a abrir el Administrador de tareas de Windows con “Ctrl
+ Mayus + Esc” y situarnos en la pestaña Inicio para deshabilitar todos aquellos programas que no
queramos que se ejecuten en el inicio de Windows.
Y por último vamos a desactivar aquellos servicios que no sean esenciales ni propios de Windows de
nuestro equipo. Para ello debemos abrir la herramienta “msconfig”, lo cual podremos hacer
directamente escribiéndolo en el menú inicio o en la herramienta ejecutar con “Windows + R”.
En la ventana que se nos abre accedemos a Servicios y activamos la casilla “Ocultar todos los servicios
Microsoft”. Los servicios restantes pertenecen a controladores del equipo u otras aplicaciones, así que
desactivaremos aquellos que no sirvan para nada.
No limpies el registro
Abandonad ya el mito de que limpiar el registro de Windows mejora el rendimiento del sistema.
Windows sabe manejar su registro, y no es para nada recomendable utilizar programas que empiecen a
borrar entradas sin saber perfectamente si tienen dependencias o no.
De esta forma, no solo el quipo irá exactamente igual de lento o rápido, sino que además empezaremos
a experimentar errores en aplicaciones o en el propio sistema. Dejad el registro como está porque no es
un elemento que influya en el desempeño del equipo.
También hemos omitido algunas otras como la asignación de memoria virtual, la creación de la entrada
de registro “AlwaysUnloadDll” o la desfragmentación de discos duros. Y es que, para empezar,
Windows ya asigna dinámicamente la memoria virtual que necesite, que a día de hoy ni siquiera se
utiliza. Un PC de escritorio que se precie debe tener al menos 8 o 16 GB de RAM, siendo suficiente
para jugar. Además, el sistema elimina automáticamente programas en segundo plano para dejar
espacio libre en la memoria si es necesaria, y finalmente la optimización de unidades también se lleva a
cabo de forma automática por el sistema.
Ahora os dejamos con más tutoriales interesantes sobre Windows y guías de hardware: