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el amor conyugal en la sagrada escritura Cuslquier tema biblico que mos propongamos estudiar encuentra en su desarrollo una espada de dos filos, earacteristica de toda la Bieritura sa extraordinaria riqueza. Ventaja por la amplitud de datos, inconve niente por Ia dificultad de sintetizarlos. La Biblia abarea los mas di versos aspectos de Ia realidad humana, La historia y la profecia, lo pot tico y To filossfico, el ideal y Ia realidad, el proyecto y su realizacién fs entrelazan y eruzan, desbordan con frecuencia nuestros limitados ho- Fizontes y posibilidades, haciendo sumamente dificil la labor de expo- sicién, Lo que aslirmamos de enalquier tema biblico pedemos aplicarlo. ‘eon toda razén al matrimonio. Esta riquera desbordante de la Biblia es la que me ha fiirme a un solo aspecto, el amor conyugal, renunciando ‘uestiones morales (poligamia, divoreio, fecundidad), las infl Airico-religiosas de los pueblos veeinos y el aspecto institucional y cos. timbrista del matrimonio en Isracl. Estudiaremos, ante todo, la rea Tidad del amor conyugal a través de los diverios matrimonios ccon sus zonas de Inces y tombras. A continuacién de la reali Siaremos ex el idea tal como se nos tanunte 4 través de, os bro proféticos y sapienciales y que aleanza su culminacién en el amor de Gristo por st esposa, In Tglest el punto de partida Ha eserito H. Jonny que “la Biblin es un inmenso canto de amor del hombre y de la mujer, del esposo y de In esposa; es la historia mara- villosa y teagica de un gran amor, el de Dios y de su Pueblo, el de Gristo y su Tglesia, y tambien de un amor euyas bellezas hacen resplan- decor hasta lo mas humildes amores del hombre y de la mujer eri: is, con Ia ereacién del ro nos dan dos ver La historia de este amor comienza en el Gi hombre, Los dos primeros eapitulos de este 201 las 202 nes diferentes y de épocas distintas, mis antigua la del capitulo segundo, Centrindonos en nuestro tema vamos a fijamos solamente en esta, se gunda narracién, mis dramética, max rica en detalles, aunque menos depurada ¥ mis pesimista, por su orientaciin hacia el I. Dios erea al hombre y Io Stia en medio de “érboles hermovos a la vise ta y sabrotos al paladar”, en una regién regada por eustro riot, signo de extraordinaria riqueza. Pero advierte si soledail: “No es bueno el hombre esté solo; voy a hacerlo una ayuda proporcionada a el” (Gr 2,18). Comienza entonces un verdadero dese de “todos euantos ani- males del campo y euantas aves del ciclo forms de la tierra,» Pero entre todos ellos no habia para el hombre ayuda semeja a entonces Dios a la mujer de la costa de Adan y se Ia presenta respnesta del hombre es una do las frases mis entusinstas y bellas de Jos primeros capitulos de la Biblia: “Esto si que es ya hueso de mix Inuesos y carne de mi carne” (2,23). El hombre eneuentra en la mujer tuna ayuda proporcionada a él, un verdadero complemento con el que Puede formar una sola carne, un ser por el que esté dispuesto a aban onar a su padre y 2 su madre. El texto deja claro que el amor con yugal es el mis fuerte de la tierra, mis fuerte aim que el amor filial “Aunque no podemos ver equi todo cl contenido de Ia idea moderna de intersubjetividad conyugal, la expresién “una sola came” designa evidentemente Ia existencia comin, el didlogo encarnado, Tus relacio- nes de paz que unen al hombre y a la mujer” (Schillebeeckx). Sin embargo, en este ambiente de entusiasmo, de descubrimiento de una realidad maravillosa, se introduce el enemigo, Con el pecado original comienzan las sombras en el matrimonio, se produce Ia. primera disen- sidn de la historia humana. Le mujer, compatiera y ayuda del hombre, Je incita al mal; el hombre, su protector, la acusa ante Dios, Los q estaban unidos ée convierten en enemigos. Una de las consecuencias mas terribles de la ruptura con Dios es la ruptura del hombre con la mujer, que habri de soportar su servidumbre: “Y buscaris con ardor a tu marido, que te dom: A partir del pecado Ia historia humana se ve inundada por oleada cesivas de luces ¥ sombras que, eon frectiencia, convergen en th punto. Y asi advertiremos que, junto a las grandes alegrias @ ilusiones, brotan las amarguras, la envidia, In disensién entre los esposos. luces del amor Hoy estamos de acuerdo en ad dad, ©5 la base de un como Io conecbimos hoy di l noviazgo, tomado con serie= Sin embargo, el noviazgo, 10 existia en Terael, Las relaciones freeuen- tes entre los jovenes estaben sustitufdas por la intervencién de los padres que escogian expos para sus hijos mediante el pago de una cantidad (© de unos productos determinados. Ni siquiera es preciso que los jove- nes se amen y conozcan antes del matrimonio, como ocurre con Issac y Rebeca, Tobias y Sera, ‘No obstante, en el caso de Jacob si se da un auténtico noviazge, uno de los mis hellos de la historia biblica, un verdadero poema amoroso. Huyendo de su hermano Esai Hega a Mesopotamia, Alli conoce a Ls in, hermano de su madre, y se enamora de su hija Raquel. “Teni Labin dos hijas, Lia, la mayor, era tierna de ojos; pero Raquel, la menor, era muy apucsta y hermosa, Amaba Jacob a Raquel y dijo a {te serviné siete afios por Raquel, th hija menor”. ‘Tras el con- el autor sagrado: “Sievié Jax Jacob no tendré inconveniente en volver a servir otros siete aiios con tal de conseguir « Ia mujer que desea, Ya hemos dicho que este easo es una excepeién. Sin embargo, a pesar de Ia forma algo impersonal y fria con que acostumbra comenzar el ma- timonio en Tsrarl, hay que reconocer que se dan en ellos numerosos momentos de felicidad, Podriamos preguntarnos: En qué radica esta felicidad de lox matrimonios biblicos? Con todos los riesgos que supone el exquematinmo indiceré tres causas: Ia belleza femenina, que wuscita fl amor, Ia fecundided y la ayuda mutua. Con esto no descubro nada Imuevo mi eepecifice; pero ereo exponer, en sintesis, los datos ofrecidos por Ja Eseritura. Resulta sorprendente el interés de 1a Biblia por exaltar la belleza y las virtudes de la clegida. De Rebeca dice: “La joven era hermosa y virgen, que no habia cmocido varén” (Gen 24,16). Raquel era “muy apuesta y hermosa” (29,17). Abigail, “mujer juiciosa y de hermosa apariencia’ (. Sam_ 25,3). Sara, Ia fatura esposa de Tobias, es “una joven bella y reta” (‘Tob 6,10). Rat, un ejemplo de piedad, de sacrfieio, de con- fianza en Dios. De Mikal, primera esposa de David, no se dice nada en teste aspecto; pero es el tinico caso de la Exeritura en que se dice que ‘una mujer esta enamorada de un hombre y Te ama (1 Sam 18,20). Este solo dato tiene mucho mis valor que cualquier otro. No extraiiara, pues, ‘que Isaac ame # Rebeca y se consuele de la muerte de su madre (Gen 24,67); que David mande a buscar a Abigail euando ésta quede viuda: ‘que Tobias sintiese gran amor por Sara y ec le apegase a ella su cora- 26n; que Box se sienta atraido por Rut. La ayuda mutaa, el atravetar juntos Jas mismas dificultades y las mis: hhoras mondtonas también sitve para unir a los espovos. Sara pro- haciéndose pasar por su hermana para que no Jo mae ten, Mikal ayuda a ercapar a David cuando Saul intenta asesinarlo. Rut se une a Bor en su ancianidad y no busca “a ningin joven, ni rico pobre” (3,10), Pero la mujer ayuda a su esposo no sélo en’ esto fextremos, sino en Tos momentos vulgares de cada dia. Fs la compatiera, fl complemento; en ella confia el corazén de su marido cuando es m sericordiosa, trabajadora, sensata (ef. Prov. 31,1081). Son estas cu Tidades de entrega y sacrifcio las que alegran a In familia y hacen que los esposos deseen, igual que Tobias y Sara, “poder llegar juntos a ‘nuestra ancianidad” (Tob 8,7). Sin embargo, lo que quisés constituye Ia hase mis frecuente de goxo ‘es Ia fecundidad; porque los hijos, ademés de simbolizar el amor mu- tuo de los ceposes ¥ alegrar el hogar, son un signo de Ia ben vina, Este tema es tan conocido que el escaso espacio del articule me 208 impide desarrollarlo. Insistiré algo més sobre trapartida, Ta esterilidad, Al cuando analice su con- Formulémonos ahora Ja pregunta: Hla existido algin matrimonio feliz en Ia historia bibliea? La folicidad prerfecta no ha existide ciertamente, Quizés podria emtreverse en alyunas narriciones, como Tas de Box -y Rut, Tobias y Sara. Pero, a parte de lo sucintas, mo ofrecen las garane tias de verdaderas historias para poder deducir esta felicidad hasta. la muerte. Las historias reales, las que se kan ido repitiendo hasta nues- ias con nombres y situaciones diferentes presettan un cierto matiz que les da un sello de verosim las sombras en el amor 204 Como insinué antes, una de las prineipales eausas de desavenencias es Ia esterilidad. Seria interesante hacer el recuento de las mujeres estériles dle la Biblia, Parece que muchas de le mix importantes lo Rebeea, Ri Ta esposa dle Fleana, Teabel, espoa Qu \stodo de realvar la intervencién posterior de ios, que concede los hijos como un don suyo, Lo cierto es que el he cho Se repite, y trae graves consecnenicias, La esterilidad de Sara preoeupa a Abrahiin y amarea a sa esposa: ‘lo toma a Agar y nace Ismael las desavenencias no disminnyen, aumentan, y ol patriarea se ve forzado a expular a st propio hijo jum con Ia eselava, “Muy duro se Te hacia esto Abrahim, a causa des hijo” Gen 21,11. Pero ha de hacerlo, No sé si soy injusto com Sera a el prototipo de Ta mujer estéril. Sus eelos. sa sus eaprichos —easi-divia, st ernoldad-— gantesca dle su expose. Sin emburzo, Abral ella; el episodio de la sepultura de Sara es de gran helleza: (Gen sepultado mis tarde junto a su esposa (25,10). Tambie Isaac tuvo que suftir en su matrimonio, Rebeca era estéril cin, de engaiios, de Cuando Esai se easa tomé por mujeres a Judit y a Besemaat, “que fueron para Isaac y Rebeca una (Gen 26,349) Tampoco Jacob foe muy di que comenré com am verdadero iuilio, se uansformé poco « poco en un semillero dle discor- dias por las rivalidades entre Lia y Raquel. Los capitulas 29 y 30) del Génesis son bastante teister en este aspecto, La prospetidad de Jacob deberi limitarse sor “rico en extrem sumerosos rebaiios, dle siervos y siervas, de camellos y asnos” (30,43). Poca cosas a fin de ‘cuentas, en comparacién eon tantas desavenencias, la mentiray el rob de Raquel, la w hija Dina, el episodio de Rubin y Bala, 10 a 1a este nda fuente ve desanidn es la poligamia. ingque admitida en el Antiguo ‘Testame ‘4 se propone como ideal de vida. Ya hemos visto las consocuencias que trajo a Jacob. Mas claras quedan todavia en los matrimonios de David, tan famosos como infelices. El primero, con Mikal, pudo haber sido un verdadero éxito, pero quedé roto por la envidia de Saul. Y comienzan « apatecer en la olacisn de vida del rey una serie de mujeres, tan numerosa, que dudamos pudie. fen satisfacer sty corazén: Abigail, Ajinoem, Maaki, Jagguit, Egla. Mas tarde se indica: “Tomé David mas concubinas y mujeres de Je- rusalén” (2 Sam 5,13). Quirds =u soledad profunda sea la que explique cl pecado con Betsabs, aumentado por el asesinato de Urias. La ame- rnaza de Dios es tremenda: “Tomaré tus mujeres anto tus ojos y se las daré a otro que se acostaré con tus mujeres a Ta Tus del sof” (12,10. Poco dsepuce “hirié Yavé al niio que habia engendrado a David la mujer de Urias y enfermé gravemente™, muriendo al séptimo dia, a pesar de las instentes siiplicas y sytmos del rey. Esta sucints exposicién, a pesar de estar basada en ln Biblia, puede resultar demasiado pesimista, Por ¢ tir on que el Ta felicidad no faltan en la Biblia, Bstim presentes en el comienzo y desarrollo de numeroso= matrimonios. Perduran a veces hasta la vejez ¥ la muerte, Pero las zonas de sombra no faltan. Son en ocasiones de- masiado abundantes, con una erucldad sangrienta. s curioso que la palabra y le accidn de Dios se nos hayan transmitido en un 4 rminado por dos realidades tremendamente hum cia, de suma bajeza: la querra y el dominio s vide de eada dia. Se revela en ella, en sus fracasos, en sus asesinatos sangrientos, en los episodios tj fn, Dina y Betsabé, fn los pecados de David, on las envidias de Sara y Raquel, en la deses: peranza de Ana, en el matrimonio tariio de Boz, en las noches antes de Tobias, en Ix aneianidad estéril de Isabel. A través de todo To bajo y degrad ia con una suma grandeza— Dios va abriendo un camino, ‘meta a cons feuir, va preparando una revelacién futura y def Porque la Biblia no te limita @ constatar hechos, como Jos que hemos presentado hasta ahora. Propone también una erie de ideales y normas de vide. Aunque la poligamia no se heya extendido en Israel seguira . teniendo valor Ta frase del Génesis: “serin dos en una sola carne”. Aunque los celos y las envidias destruyen numerosos matrimonios, amar- gando In vida de los eényuges, seguir siendo verdad que el hombre y la mujer deben ayudarse y complementarse. El ideal permanece. Mas ‘ain, va. aer sublimado con la ensefianza de los profetas y con la ierup- ign del evistianismo. ef matrimonio en tes profetas Uno de los temas mis aludidos por los profetas para indicar Tas relacio- nes entre Dios y st pueblo cs el del matrimonio. Dejemos claro desde cl principio que no intentan hacer una teologia del matrimonio, ni dar tunos consejos determinados a los esposos. To que ellos busean es resaltar el amor de Dios que ha clegido a la virgen de Israel, la ha desposado, Ia ama, mientras ésta marcha tras otros amantes, olvidin- dose de sa verdadero expos0. De todos modos, al eseoger el matrimonio ‘como simbolo de Tas relaciones entre Dios y su pueblo, los profetas exal- tern indirectamente el amor conyagal, manifeetindenos quo esta rea 205 lidad, a pesar de suv muchas tinieblas, sigue siendo una de las més sublimes. EL primero que aludo al tema es Oseas (1-3). Vuelve a aparecer em Jes 2,2; 31-13), Isaias (544-8; 62,3-5) y Ezequiel (16 y 23). No podemos detenernos en vende cada uno de estor libros. Pero indirectamente, como deciamos, estin Menos de ensefianzas para Ta vida de Tos esposos. La hondad, la’ benevolencia, la ternura. misericordiosa de Dios son el modelo del amor del hombre por la mujer; el hombre no debe esclavizar, sino busear el bien y la felicidad de la esposa, cle. varla hasta Asi es de condiciin inferior: incluso traicionade puede salvar atin a la culpable, restaurar el hogar desteuido, hacer revivir la fe jurada y profanads los extravios de Taracl y Judi hacen ver, por comtraste, lo que debiera ser Ia filelidad amante de la esposa, Es dilieil valorar la israclitas, Pero, sin duda, coutribuyeron a deparar los sentimientos caulinos ante 1a’ mujer, ennoblecieron la idea del matrimonio, promovie- ron Ia unién estrietamente monogimien. los libros sapienciales 206 Con clos nos introducimos en una concepeiin nueva del matrimonio, cen la que Ia ética va aleanzando un predominio cada vea mas mareado, La integridad moral y religiosa resulta un tema mas frecuente que el simple amor del hombre por su mujer. Los coloquios amorosos. del Cantar de los Cantares no se encuentran por ninguna parte, Ciertamente, sus auto-es estiman a la mujer. “Quien hallé una mujer hhall6 algo bueno y aleanzé favor del Sefior” (Prov 19,22). Una de las cosas mis agradables es “un marido y una mujer que se entienden bien” (Si 25,1). Scmejante dicha slo la aleanza el que teme a Dios: “Feliz, el marido de Ta mujer buena. .. La mujer buena es buena herenci asignadu a los que temen al Sefior; sea rico © pobre su corazén es feliz, en todo tiempo alegre su semblante” (Si 26,1-8), "Si en st lensua hay ternura y mansedumbre su marido ya no ex como los demas hombres, EL que adquiere una mujer adquiere el comienzo de la fortune, una da semejante a él y columna de apoyo. Donde no hay valla, Ia pro- pledad es saqueada; donde no hay mujer, gime un hombre a la deviva”™ (Si $6,22-25). Por tanto, un matrimonio feliz es una bendicién de 19,19. Adn admitiendo que “la gracia de la mujer tecrea a su marido’ Si 26,13) y que “la belleza de Ia mujer reerea la , y el hombre In desea mais que ninguna cosa” (Si 36,22), Ia literatura eapiencial pax rece oponerse en cierts medida al Cantar y evita exaltar la belleaa cor poral, porque el ereyente slo puede gozarse en un amor fiel y en une virtud sélida, (Prov 13, La literatura de este tipo pone en guardia, en numerosas ocasiones, con- tra el adulterio y la infidelidad ($i 23,1821; Prov 8) y exige prudencia ante la mujer del préjimo (Prov 5,214; 7,5-27). Por contraste, anime a la unién intima de los esposos, a In entrega amorosa y fel En este contexto aparece uno de Ios textos mis bellos de la Escritura, iis propio de los Cantares que de este tipo de libros que venimos ana- ligando: “Gézate en 1a mujer de ta juventud (es decir, en tu primera sposa), sierra amable, graciosa gacela; tenga ella su convorsacién con- igo, embridguente en todo tiempo sis amorer, su amor te spasione para siempre” (Prov 5,18). Notemos, por iltimo, que la fecundidad pasa a segundo plano. 1 td de los esposos supera a In eapacidad de engendrar hijes. La familia ‘numerosa no es una bendicién cuendo no se teme a Dios, “Mejor es la esterilidad con Ia virtud”. “Feliz In mujer que, aunque soa estéril, se encuentra sia pecado; dichoso también el eunaco que no ha obrado Ia ‘maldad con sus manos” (Sab 3,12s). Estas palabras conviesten en teoria quella frase tan hermosa dicha por Eleana a su esposa durante su es- tetilidad: “Ana, Zpor qué lloras y no comes? ;Por qué estas triste? GBs que no soy yo para ti mejor que diez hijos?” (1 Sam 1,8). Si te- ‘hemos en cuenta los numerosos problemas suscitados anteriormente por In csterilidad, considerada como castigo de Dios y una afronta piiblica, ‘comprenderemos el avance tan enorme que supone esta nueva doctrina, Nos hemos zeferido con freenencia al Cantar de Jos Cantares. Aungi sélo sea brevemente indicaremos algo sobre él. Es una obra lirica ise raelita muy antigua, inspirada en la literatura cortesana de Exiptos, no festa formada por poesias populares, sino de piezas escritas en el ambien- te dol humanismo de Salomén y que se remontan, por ccnsiguiente, a Ta paca de los Reyes. Como dice Schillebeockx, “es un evangelio del amor erético y de la sexualidad”. EI mismo comienzo lo indica: ““Béseme con los besos de ‘su boca, Mejores son que el vino tus amores” (1,1). La expresidn amo- facento insospechado y nuevo en la literatura bibliea “Me robaste el corazdn, hermana min, eeposa, me robaste el corazén con ‘una mirada tuys, Qué hermosos son tus amores, hermana mia, esposa, {Qué sabrosos tus mores, més que el vino” (4,9-10). La belleza eorpo- ral, exaltade al maximo, y el efecto mutuo corren paralelos hasta esta Tar en el eanto final: “Ponme eual sello sobre tu corazsn, como un sello en ta brazo, Porque el amor es fuerte como la muerte, obstinado como ‘el seol los celos. Sactas de fuego sus sactas, una Hama de Yavé. Grandes ‘aguas no pueden spagar el amor, ni los rios anegarle” (8,67). |A pesar del eseindalo absurdo que entre algunos suscita el Cantar de low Cantares ereo que es uno de los libros yonen las ideas mis concordes con ef ideal matrimonial del Gén del exposo y 1a espora del Cantar concuerdan mucho con la exclamacién, fntusiasta de Adan cuando ve por ver primera a la mujer: “Esto si que es ya hueso de mis huetos y earne de mi carne”. En definitiva, el C thos prevents de forma postica las ilusiones y alegrias de Abrahim y Sara, de Tease y Rebeca, de Jacob y Raquel, de Tobias y Sara. Las ilu siones del amanecer, eargadas de esperanzas Pero ya vimos como no todo es idilio en el matrimonio; eémo surgian las difcultades y las prucbas, los momentos amargos. En esos instantes Ja poesia de los Cantares no ayuda demasiado; resulta excesivamente 207 optimista. EI matrimonio de nuestra époea que busque en la Biblia wn ejemplo vivo, eterno, constantemente vilido en mealio de todas las tel Dulaciones para maniener su amor elo poded cenlninante de la reyelacivin, en weontrarlo en el punto cl amor de Cristo a st Iglesia el ejemplo de Cristo 208 Fue San Pablo quien formulé la idea. En la carta a Ios Ffesios dice: “Maridos, amad a vuestras esposas como Cristo amé a la Iglesia y se entregé por ella... Asi deben los maridos amar a sus mujeres como a sts propios euerpos. El que ama a su mujer se ama a si mismo, Porque nadie aborrecié jamis a su propia carne: antes bien, la aliments» ida con carifio, lo mismo que Cristo w ba Tulesia” (5.25-29). A la ik versa, “asi como la Tplesia debe estar ssumida a Cristo, asi también las mujeres deben estarlo a sus matides en todo” (3.21). La imagen pautina nos reenerda el amor de Dios por su esposa infil 1a predieacién de Tos. profetas, Sin a Alianza todo ‘queda a 1 sino Ia fuerza mor. No son los mensajeros de Dios los que. predican, 10 Dios quien i we. No ae exhorta a la fidelidad y 4 Ja conversion, sino que el i ito da Ia vida por su esposa “para ¥ presentarla rosplandeciente, sin que tenga mancha. mi sino que sea santa e inmacalada” (5.27). Dijo tno hay mejor amor que el del que da ln vida io, no hay mayor amor que-el del expose que da Ia vid sposa. Este es el ejemplo de Crist, EL sabe culpa, mi cosa eri plenamente feliz hasta el final de Tos tiempos, enanido Ie tada su osposa “engalanada como une novia ataviada para su esposo (Ap 21,2), Sélo en aquel momento ne habra ya ni Manto, ni gritos, ni fatigas, porque el mundo viejo hapa. ado (Ap 21,1), Pero mientras, Cristo hu de sul reseatarla, por mantenerla fel, por limpiarla 4 arle toda capa, En ealy finieo punto de partida, Y esta idea hasta con anunei aliedir seria mers palabretia, FF por a esposa, por toda mancha y pero- aspecto de la vida eristiana Crista es el nico ejemplo a seguir, Ia nica solucién. lay recordarla, noms dieiendo yu Jos elementos analizados se conjugan en las vidas de nacstros ios. La realidad se parece mucha a la de aquellos espoxos que vonsideribamos en la primera parte, Pero el ileal con Ia fuerza necesaria para realizaelo, so encuentra también. ante nos. otros en Cristo. En Ia Alianza neotestamentaria el matrimonio cristiano hha conseguido una “ayuda proporcionada a al"; el ejemplo vivo ie amor de Cristo por su Iglesia,

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