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La vida es una lucha continua

¡La vida es una continua lucha en la que nunca debemos darnos por vencidos!

Debemos luchar contra el egoísmo, los vicios y las adicciones; contra el estancamiento
en nuestro progreso intelectual, los sentimientos de inferioridad, y toda práctica que
pueda esclavizarnos.

Es necesario luchar contra los rótulos que otros quieran colocarnos («inservible»,
«fracasado», etc.), contra las circunstancias (sean económicas, sociales, culturales) que
traten de impedir el desarrollo de nuestros sueños, y contra todo lo que detenga nuestro
avance personal.

¡Debemos luchar en todo momento para alcanzar la victoria! La vida plena que Dios
nos regala se disfruta al máximo cuando nos proponemos vencer todo lo que obstaculiza
nuestro crecimiento y hacemos lo que la Biblia enseña.

Podrán venir las tentaciones y los momentos difíciles, pero siempre podremos
mantenernos firmes gracias a la fuerza que Dios nos da y nuestra decisión de luchar por
lo que de veras vale la pena.
(Salmos 144)
1
Bendito sea Jehová, mi roca, Quien adiestra mis manos para la batalla, Y mis dedos
para la guerra;

Misericordia mía y mi castillo, Fortaleza mía y mi libertador, Escudo mío, en quien he


confiado; El que sujeta a mi pueblo debajo de mí.

Oh Jehová, ¿qué es el hombre, para que en él pienses, O el hijo de hombre, para que lo

estimes?

El hombre es semejante a la vanidad; Sus días son como la sombra que pasa.

Oh Jehová, inclina tus cielos y desciende; Toca los montes, y humeen.

Despide relámpagos y disípalos, Envía tus saetas y túrbalos.

Envía tu mano desde lo alto; Redímeme, y sácame de las muchas aguas, De la mano de

los hombres extraños,



Cuya boca habla vanidad, Y cuya diestra es diestra de mentira.

Oh Dios, a ti cantaré cántico nuevo; Con salterio, con decacordio cantaré a ti.
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Tú, el que da victoria a los reyes, El que rescata de maligna espada a David su siervo.

Rescátame, y líbrame de la mano de los hombres extraños, Cuya boca habla vanidad,
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Y cuya diestra es diestra de mentira.

Sean nuestros hijos como plantas crecidas en su juventud, Nuestras hijas como
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esquinas labradas como las de un palacio;

Nuestros graneros llenos, provistos de toda suerte de grano; Nuestros ganados, que se
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multipliquen a millares y decenas de millares en nuestros campos;

Nuestros bueyes estén fuertes para el trabajo; No tengamos asalto, ni que hacer salida,
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Ni grito de alarma en nuestras plazas.

Bienaventurado el pueblo que tiene esto; Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es


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Jehová.
1
Bendito sea Jehová, mi roca, Quien adiestra mis manos para
la batalla, Y mis dedos para la guerra;
a. Bendito sea Jehová, mi roca, quien adiestra mis manos para la batalla: David fue
un guerrero extraordinario, que en los términos de hoy sería un soldado de élite de las
fuerzas especiales.. El adiestramiento es una parte esencial del éxito como soldado, y
David entendía que era Jehová quien había adiestrado sus manos para la batalla y sus
dedos para la guerra.

iii. Quien adiestra mis manos para la batalla: Si un hombre o una mujer siente que
Dios lo está entrenando para usar armas espirituales, como la espada del Espíritu, la
palabra de Dios – entonces el entrenamiento debe continuar siempre. Nunca es “quien
adiestró mis manos para la batalla” sino siempre en el presente: quien adiestra mis
manos para la batalla.

2 Misericordia mía y mi castillo, Fortaleza mía y mi


libertador, Escudo mío, en quien he confiado; El que sujeta a
mi pueblo debajo de mí.
b. Misericordia mía y mi castillo, fortaleza mía y mi libertador: David derrama
nombres y títulos para Dios, cada uno representando algún aspecto del carácter de Dios
o ayuda que había sido útil en la batalla. David conocía la ayuda y la presencia de Dios
de muchas maneras, no solo de una o dos.

i. De todos los nombres y títulos, notamos que David comienza con misericordia mía
(hesed, la gran palabra para el amor de pacto y lealtad de Dios). Amaba y valoraba a
Dios por ser su fortaleza, su alto refugio, su liberador, su escudo, su refugio, su
victoria conquistadora. Sin embargo, el primero de todos ellos era el regalo de Dios de
amor, misericordia y fidelidad.

c. El que sujeta a mi pueblo debajo de mí. “Los hombres que gobiernan a otros deben
agradecer a Dios si tienen éxito en la tarea. Criaturas tan extrañas son los seres
humanos, que si algunas de ellas se mantienen en asociación pacífica bajo el liderazgo
de cualquiera de los siervos del Señor, él está obligado a bendecir a Dios todos los días
por este maravilloso hecho”. (Spurgeon)
Isaías 41:10-
No temas, porque yo estoy contigo;
no desmayes, porque yo soy tu Dios
que te esfuerzo;
siempre te ayudaré,
siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.

Isaías 40:31
Pero los que esperan a Jehová
tendrán nuevas fuerzas;
levantarán alas como las águilas;
correrán, y no se cansarán;
caminarán, y no se fatigarán.

Salmo 73:26
Mi carne y mi corazón desfallecen;
Mas la roca de mi corazón
y mi porción es Dios para siempre.

Filipenses 4:13
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Isaías 40:29
El da esfuerzo al cansado,
y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.

1 Crónicas 16:11
Buscad a Jehová y su poder;
Buscad su rostro continuamente.

Efesios 6:10
Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de
su fuerza.

2 Timoteo 1:7
Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de
amor y de dominio propio.

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