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“El espíritu del Señor Jehová es sobre mí” (v. 1a).

La primera pregunta de esta sección


se trata de la identidad del que habla. ¿Sobre quién ha descendido el espíritu de Dios? ¿A
quién ha ungido el Señor? Lo siguiente sugiere que es el siervo, la figura mesiánica que
aparece de manera prominente en capítulos 42, 49-50, y 52-53.

• Dios dijo del siervo, “he puesto sobre él mi espíritu” (42:1). Ahora el siervo dice, “El
espíritu del Señor Jehová es sobre mí.” Dios también le dijo al siervo “Para que abras ojos
de ciegos, para que saques de la cárcel á los presos, y de casas de prisión á los que están de
asiento en tinieblas” (42:7; véase también 49:9). Ahora el siervo dice que él ha de “publicar
libertad á los cautivos, y á los presos abertura de la cárcel.”

• Jesús citó este versículo, diciendo, “El Espíritu del Señor es sobre mí” (Lucas 4:18).
Declaró, “Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos” (Lucas 4:21).

Cuando el espíritu del Señor desciende sobre una persona, suele conferir poder (Jueces
3:10; 6-34; 14:6, 19, etcétera, etcétera). En el libro de Isaías, esta frase aparece cuatro
veces, y se refiere a la transmisión de sabiduría y entendimiento (11:2; 40:13 y
continuación) y al traer alivio a los necesitados (61:1; 63:14).

“porque me ungió Jehová” (v. 1b). Ungir con aceites se suele hacer por varias razones
(sanar, enterrar, para expresar tristeza o alegría). Particularmente se hace para designar a
una persona para un trabajo importante. En el Antiguo Testamento se ungía a los profetas
(1 Reyes 19:16). Se ungía a los sacerdotes (Éxodo 40:13-15) y a los reyes (1 Samuel 10:1;
16:3, 12-13; 2 Samuel 23:1; 1 Reyes 1:39).

El Nuevo Testamento habla de Jesús como ungido (Juan 20:31; Hechos 5:42; Hebreos 1:9,
etcétera). Los dos títulos que reconocemos como mesiánicos (el hebreo Mesías y el griego
Christos) significan ungido. En el Nuevo Testamento se usa Christos (Cristo) casi
exclusivamente. Mesías se encuentra dos veces (Juan 1:41; 4:25), y ambos versículos
también usan Cristo – “Hemos hallado al Mesías que declarado es, el Cristo” (Juan 1:41).

“hame enviado á predicar buenas nuevas (bas·ser) á los abatidos” (v. 1c). En el Antiguo
Testamento, bas·ser se suele referir a las buenas noticias de una victoria militar. El hecho
de que éstas son buenas noticias para “los abatidos,” puede sugerir una victoria sobre un
opresor. El Antiguo Testamento usa bas·ser para referirse a la salvación que Yahvé trae a
su pueblo (Baker y Carpenter, 170). Debemos pensar de estos versículos como la salvación
de Dios en dos niveles. En el primero, hablan de Dios liberando a los exiliados de su
servidumbre – dándoles la oportunidad de regresar a Jerusalén. En el segundo nivel, hablan
de Dios liberándoles (y liberándonos a nosotros) del pecado.

“á vendar á los quebrantados de corazón” (v. 1d). Fíjese en el verbo. Solemos decir
“consolar a los quebrantados de corazón,” pero aquí dice “vendar á los quebrantados de
corazón.” Vendar va más allá de un consuelo normal y corriente. Vendar es más como una
cirugía del corazón. Juntar las partes rotas – reparar las roturas.

Esto se refiere al corazón espiritual, claro. Cuando hablamos de gente con el corazón roto,
nos referimos a su espíritu – a las emociones. Una persona con el corazón roto es una
persona que lamenta – que ha perdido la esperanza. Pero Dios ha enviado al siervo/mesías
para reparar los daños – para eliminar la causa de la tristeza – para darle a la persona con el
corazón roto razón para tener esperanza de nuevo.

“á publicar (liq·ro) libertad á los cautivos” (v. 1e). Mientras que la frase quebrantados de
corazón se refiere a la condición interna de los afligidos, las palabras cautivos y presos se
refieren a su condición externa” (Young, 459).

Estas palabras evocan el Año de Jubileo (Levítico 25:10, 13; 27:24; Jeremías 34:8-10).
Cada séptimo año (año sabático), los israelitas debían permitir que la tierra permaneciera en
barbecho y liberar esclavos que eran ambos varones y hebreos. Era un año de descanso para
la tierra, para los animales de trabajo, y para los humanos también (Éxodo 21:1-11;
Levítico 25:20-21; Deuteronomio 15:12-18).

Cada cincuenta años (el año que termina siete años de sabático – el Año de Jubileo), los
israelitas tenían la oportunidad de redimir cualquier tierra que había sido vendida – la idea
era que la tierra le pertenecía a Dios y eran ellos a quienes Dios se la había dado desde el
principio. Cualquier israelita que había sido forzado a la servidumbre debía ser liberado.

Entonces, ambos el año sabático y el Año de Jubileo se dedicaban a la libertad.

“y á los presos abertura de la cárcel” (v. 1f). Esto estaría muy claro para esta gente judía
que tan recientemente ha sido liberada de su largo exilio y permitida regresar a Jerusalén.

“A promulgar (liq·ro) año de la buena voluntad de Jehová” (v. 2a). “En versículo 1 la
proclamación tocó el lado humano – libertad, liberación – pero ahora se concierna con el
lado divino” (Motyer, 377).
“Año de la buena voluntad de Jehová” de nuevo evoca el Año de Jubileo – un año dedicado
a la libertad.

El siervo/mesías debe proclamar el año de la buena voluntad del Señor – el año cuando los
favorecidos pueden esperar recibir bendiciones de Dios.

“y día de venganza del Dios nuestro” (v. 2b). En este contexto, la palabra “venganza” es
desconcertante, ya que todas las otras frases son positivas. Estos versículos hablan de traer
buenas noticias a los oprimidos, de vendar los corazones rotos, y de proclamar libertad para
los cautivos.

Pero los babilónicos tenían que decaer para que los israelitas pudieran ser liberados. Las
fuerzas del mal tienen que sufrir una derrota si las fuerzas del bien han de ganar. En este
sentido Dios trae venganza sobre los que se le oponen.
“á consolar á todos los enlutados” (v. 2c). Como se anota arriba, el siervo/mesías
eliminará la causa de su lamentación – traerá esperanza nueva para los que lamentan.

“A ordenar á Sión á los enlutados, para darles gloria (pe’er – tocado, turbante, corona
de laurel) en lugar de ceniza” (e·per) (v. 3a). Anote este juego de palabras – pe’er en lugar
de e·per – algo de belleza poética que es imposible de reproducir en la traducción.

Los que lamentan harán “cama de saco y de ceniza” (Isaías 58:5) o “(ceñirán) de saco, y (se
revolcarán) en ceniza” (Jeremías 6:26) como señal de lamentación. Pero el siervo/mesías
les dará una señal de gloria – un turbante – una corona de laurel – para adornarse la cabeza.
En presencia del siervo/mesías, las cenizas ya no serán apropiadas, porque en presencia del
siervo, la lamentación misma será delegada al montón de cenizas.

“óleo de gozo en lugar del luto” (v. 3b). Aceite se usa para cosas comunes como cocinar o
pomada para la piel o para las lámparas. También se usa para cosas especiales como en el
perfume o para ungir. En el templo, el aceite a menudo se mezclaba con mirra u otros
aromáticos preciosos. En presencia del siervo/mesías, la lamentación será reemplazada por
el uso festivo de estos óleos.

“manto (ma’ateh – prenda) de alegría en lugar del espíritu angustiado” (v. 3c). En
presencia del siervo/mesías, la gente ya no sentirá timidez ni temor – ya no sentirá
debilidad ni impotencia – no querrá quedarse al fondo donde no sea vista – no sentirá la
necesidad de llevar prendas sencillas de colores apagados. En vez, se pondrá prendas
alegres – coloridas – prendas que proclaman la alegría de sus corazones y que alaban al que
les ha traído esa alegría.

“y serán llamados árboles de justicia” (se·deq) (v. 3d). Antes, al prevenir a la gente de
que sus pecados llevarían a la destrucción, Dios dijo, “Porque seréis como el olmo que se le
cae la hoja, y como huerto que le faltan las aguas” (1:30). Ahora ese capítulo de la historia
de Israel ha pasado y la situación se ha invertido.

Esta frase, “árboles de justicia,” es parecida a nuestra frase, “pilares de la iglesia.” La


palabra olmo, como la palabra pilar, implica ambos fuerza y estabilidad. Ni un árbol ni un
pilar parecen hacer mucho más que estar quietos. Pero el árbol está ahí, de pie, año tras año
ante el viento y las tormentas. Pilares están de pie, día tras día, aguantando el peso del
tejado. Cuando pasamos delante de un árbol o un pilar, lo vemos en el mismo sitio donde lo
habíamos visto el día anterior y el año pasado. Ese tipo de estabilidad nos da tranquilidad.
Nos sentimos seguros en presencia de fuerza y estabilidad

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