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W. DU SOLIER Jefe de Arqueblogos del Instituto Nacional de ‘Antropologia € Historia INDUMENTARIA ANTIGUA MEXICANA PROLOGO DE M. TOUSSAINT EDICIONES )} MEXICANAS 24 MEXICO 1950 PROLOGO La obra que acerca de la indumentaria de los antiguos mexicanos ha realizado .Wilfrido Du Solier, merece, nuestros mas calurosos elogios por- que en ella se adunan el preciso conocimiento arqueoldgico de los diversos trajes que reconstruye, con el espiritu de un artista que se dijera esté di- sefiando el vestuario de una compaitia de ballett ruso. Desde luego se comprende la utilidad de una obra como ésta, sobre todo si el artista logra completar sus series para abarcar todas las cultu- ras que florecieron en el pais que hoy conocemos con el nombre de Méxi- co. No sélo el trivial pretexto para hacer trajes de fantasia o vestir per- sonajes de cine en las llamadas peliculas histéricas, sino la reconstruccién cientifica que puede servir hasta para elaborar maniquies de museo o inter- pretar algunas figuras semejantes a las que aparecen en estas laminas. La documentacién erudita que fija los datos cientificos obtenidos para reconstruir cada traje palidece frente al brillo de sus realizaciones artisti- cas, porque no se ha contentado con representar simplemente los trajes si- no que ha deseado, y muchas veces lo ha conseguido, dar la impresién de personajes vividos en la debida actitud que le marca st oficio, para tradu- cir asi una verdadera obra de arte. No quiero decir que su ctiterio artistico sea el perfecto criterio del arte en la actualidad, ni podia ser ésto cuando la reproduccién exige apegarse al realismo en la forma més estricta con ob- jeto de que su documentacién tenga antes que nada la exactitud necesaria. Dentro de esa limitacién que impide estilizar 0 deformar intencionadamente sus figuras, Du Solier les ha dado una presentacién agradable y algunas verdaderamente bellas, asi por la suntuosidad de la vestimenta como por la actitud artistica del sujeto. Creemos pues que es necesario que Du Solier continiie con las culturas indigenas que faltan a fin de que poseamos la se- rie completa de la indumentaria indigena. Mas tarde puede intentarse la indumentaria de la época colonial que, si es de mas Facil realizacién por la abundancia de material grafico, es no menos dificil por la seleccién preci sa que debe hacerse y por la discusidn critica a que hay que someter cada modelo, ya que muchos no fueron pintados en época contemporénea al st~ jeto, sino muchos afios después, por lo cual los trajes fueron adulterados, Cuando poseamos un conjunto asi los estudios de indumentaria tendrén una base cientifica en México. Manuel Toussaint, FUENTES DE INFORMACION Infortunadamente para el estudio de la indumentaria prehispanica, Mé- xico no es un pais privado de lluvias como Egipto, o el Perti en sus costas. En estos pueblos, debido a la aysencia de precipitaciones pluviales, ha si- do posible hallar en tumbas prehistdricas numerosos trajes y utensilios en. perfecto estado de conservacién. Por el contrario, en México tinicamente Se han localizado insignificantes restos textiles elaborados por los antiguos mexicanos. De abi deriva una tarea por demas dificil al tratar de reconstruir la indumentaria usada en todos sus actos por los pobladores precolombinos del Anahuac. Sin embargo, salen en nuestro auxilio otras fuentes de informacion que nos permiten revivir la indumentaria de los personajes mas sobresalien- tes on la vida de esos pueblos precortesianos, particularmente la creada en los siglos de su mayor florecimiento. Las fuentes de informacién que acabamos de aludir son las siguientes: Cronistas, cédices, pintura mural y cerémica, Veamoslas en el orden se~ fialado. Los Cronistas, particularmente del siglo XVI, fueron en su mayoria testigos objetivos de la iiltima parte del siglo de esplendor de las altas cul- turas del Anahuac, Destaca Fray Bernardino de Sahagiin, autor, entre otras obras, de la “Historia General de las Cosas de Nueva Espaiia”, en cuyas paginas describe prolijamente la vida religiosa, politica y social de los nahuas. au mene ene mere ER W. DU SOLIER Son asimismo autores de obras importantes: Fray Diego Duran, quien, en su “Historia de las Indias de Nueva Espafia’’, basada en narraciones de indigenas mexicanos, nos informa am- pliamente sobre las costumbres reinantes en el siglo XVI, en el cual vivid; Fernando de Alva Ixtlilxéchitl, indigena, descendiente de los monarcas de Texcoco, Convertido al catolicismo, fué probablemente el primer historia- dor mexicano del siglo XVI; sus obras, dedicadas a la historia antigua de su pueblo y a Ja conquista espaiiola, son de gran valor para el historiador y para el arquedlogo; Bernal Diaz del Castillo, soldado que fué del con- quistador Hernan Cortés; en 1539 escribié su crénica “Historia Verdade- ra de la Conquista de la Nueva Espafia”. Fray Toribio de Benavente, me- jor conocido por Motolinia, palabra que en nahua significa “pobre”; mi- sionero heroico y caritativo, escribié la importante “Historia de los Indios de Nueva Espaii Asi podrian seguirse enumerando autores y obras que reviven las cos- tumbres entonces imperantes y el escenario en el cual se desarrollaron, su- mamente ttiles para formarnos un concepto muy aproximado del estilo de indumentaria de los personajes del siglo XVI. La segunda fuente de informacién la constituyen, como se ha dicho, los cédices. Estos son manuscritos que transcriben una serie de relatos an- tiguos. La palabra cédice ya posee, de hecho, una acepeién casi propia re- ferida a los preciosos documentos creados por los_indigenas americanos anteriores a la Ilegada de los europeos al Nuevo Continente. Relatan pasajes hist6ricos o rituales en forma de escenas graficas; es- tan realizados en brillantes colores fileteados con firmes lineas. Fueron creados entre los siglos XII y XVI D.C. Los materiales empleados en su confeccién son: papel de agave, en tiras cortadas y dobladas a manera de acordeén; piel de ciervo o de venado preparadas con un fino estucado; asimismo se elaboraban. con fibras de maguey tejido, de palma y aun de algodon. Los colores usados en la decoracién de esos lienzos fueron en su ma- yoria de procedencia vegetal, revueltos con resinas 0 aceite de chia (Nes- tacea mexicana, cuya semilla molida produce un aceite secante). Poseen una firmeza y brillantez tal, que la accién de los siglos no ha podido mo- dificar ostensiblemente sus tonalidades. Los tonos preferentemente usados fueron: azul, rojo, verde, amarillo, juinda, rojo indio, blanco y negro. Aplicaronse representando voliimenes y lesconociendo los efectos de luz y sombra, Son, pues, tintas planas per- filadas en negro, De esos cédices conocemos hasta la fecha tres grupos: los mayas, los nahuas y los mixtecas. En el primero de los mencionados grupos se | en- cuentran los tres nicos mayas conocidos: el Peresianus, el Dresdeneis 0 a Dresden y el Tro-Cortesianus. Estos’ libros, en contraste con los nahuas, ostentan un cardcter decorativo casi nulo, hecho que se pone de relieve en fa limitada gama de colores, reducida al azul, rojo, castafio y negro. En el segundo y tercer grupo existe mayor ntimero de documentos. En el curso de esta obra iremos citando Gnicamente los utilizados con mayor frecuencia para la redaccién del libro. El Vindobonensis es, en nuestro concepto, uno de los mas bellos c6- dices, tanto en lo que se refiere a su dibujo y estilizacion, como en lo que tiene que ver con la policromia. Sus paginas nos muestran en su mayor al- cance el infinito valor que poseen para el historiador y el azquedlogo. Ya decia Sahagiin: "....servian estos cédices para anotar sus ideas metafisicas ¥ abstractas; para perpetuar las ciencias como la Mitologia, Cronologia, Arte Adivinatorio, Astrologia, Medicina...” En los e6dices nahuas y mixtecas se echan de menos asimismo las me- dias tintas y los sombreados, lo cual se debe a que tanto los colores como log contornos son convencionales. En muchos casos, los tonos poseen un valor fonético relacionado con la figura. Por ejemplo, siempre que un ob- jeto, en vez de su color constante aparece con otto distinto, éste se tiene en cuenta en Ia operacién de descifrar su sentido, Verbigracia, el mimico tepetl va pintado de verde y suena tepec, mas cuando aparece pintado de negro, el sonido cambia en tliltepee, indicando prieto o negro. Los pintores precortesianos distorsionaban intencionalmente sus obras, de tal manera que la mayor parte de las figuras estan representadas de perfil, aunque ojos y adornos aparecen vistos de frente. Era un propésito Gcliberado, con el cual se lograba una mayor claridad de expresion. Volviendo al tema de los colores usados por los nahuas, transcribimos lo que Orozco y Berra reproduce al respecto: “BI color rojo sacaban de la grana, nocheztli, que se vendia en los mercados en forma de panes: de menor clase era el tlapalneztli o grana ce- nicienta. Con el achiotl, achiote (Bixa Orellana) se sacaba color vermellén, mezclando las flores o semillas con la grasa del cocts axin. El huticuahuitl, palo de Campeche o de tinte, suministraba un rojo negruzco; revuelto con alumbre el color salia claro y hermoso. Colorado fabricaban con las hojas del arbusto tezoatl, hervidas con alumbre; también de la planta dicha tla- liac.” Amarillo claro obtenian del zacatlaxcalli: amarillo oscuro del ocre lla- mado tecozahuitl, o del xochipalli, tintura de flores, que tiene la hoja se- mejante a la artemisa; naranjado, de las hojas del mismo xochipalli mez- cladas con nitro. Del xiquilitl o xiquiliptzahuaz, afiil, (Indigofera Argen- tea), sacaban el azul turquf y claro; y del matlalxihuitl e! muy fino azul lla- mado matlalli, 0 los texotli y xocohuic, azul celeste. Para el blanco servian el tizatl o tizatlallt, tizate, semejante al blanco de Espaiia y el chimaltizatl, que calcinado queda parecido al yeso, Tinta negra hacian del nacazcolotl, huixachin y otros ingredientes, 0 de Ia planta llamada tlaliac; color negro de una tierra fétida' mineral, llamada tlalihixac o con el humo del ocotl, a1 TS jeu AT W. DU SOLIER usado todavia. Con el amarillo de! zacatlaxcalli y el azul texotli, unidos al tzacutli, formaban el verde oscuro dicho yiapalli: los matices del verde de las mezelas diversas de amarillo y azul. La grana con alumbre, dan mora- do, El leonado provenia de Ja piedra que traian de Tlabuic, llamada te- coxtli, molida y revuelta con tzacutli". (1) En las mismas circunstancias descritas del cédice Vindobonensis, se hallan algunos cédices nahuas, tales como: el Borgia, Vaticanus, Nuttal, Tellerano, etc. (2). Sobre la historia de los cédices hay que afiadir que uno de los puntos rimordiales que utilizamos para distinguir su origen, ya sean nahuas de la Riess Central o mixtecas de la Siesra de Oaxaca es ta ceetmica devoreda a base de deidades. Las actitudes, acciones o posiciones de esos personajes, debidamente relacionados, contribuyen asimismo a procuramos datos valio. sos para sumar nuevos conocimientos acerca’ de la indumentaria prehispa- nica, En la actualidad, la arqueologia descubre nuevos elementos de pintura mural, de gran utilidad para un mas profundo conocimiento de las culturas en estudio, La pintura mural es la tercera fuente informativa. ‘Tiene la ventaja sobre el cédice de que las figuras y objetos estan re- presentados en un tamafio mucho mayor, lo cual permite la observacién y estudio de los detalles. Ademas, como los muros pertenecen a zonas ar- queologicas bien conocidas en cuanto a su estratigrafia, estilo arquitecténi- co, escultura, etc., pueden con relativa facilidad darseles filiaciones concre- tas a los personajes representados en las pinturas. Hasta el momento presente, la figura humana se ha encontrado repre- sentada en los murales hallados en los siguientes lugares de México: Mon- te Alban, Oaxaca (3); Bonampak, Chiapas (4); Teotihuacin, Estado de México (5); Chichen Itza, Yucatan (6); Malinalco, Estado’ de México (7); Tamuin, San Luis Potosi (8); y San Cristobal Ecatepec, Estado de Mexico (9). Mucho se ha discutido sobre la técnica de estas pinturas murales, pe- ro la mayoria de los arquedlogos cree que se trata de pintura al fresco. 0 sea que fueron pintadas cuando el estuco aun estaba tierno, de modo que los pigmentos colorantes resuiltaron absorbidos, formando parte del mismo estuco. (1) Sahagaa, tomo IM, pig, 306-9, Clavigero, tomo 1, pig. 368, (2) Veace Bibliografia @B) A. Caso 1932 (4) A. Villages 1949 : (5) A. Cato 1932 (6) S. Morley 1947 @) A. Tor. 1935 (8) W. Di Solier 1946 (9) W. Du Solier 1939. -He En estas espléndidas pinturas murales la mano del artista tuvo mayor libertad, y logré grandes aciertos, aunque subsiste la misma tendencia ya indicada al referirnos a cédices mayas y nahuas. Sin embargo, vemos en Jos famosos frescos mayas de Bonampak, Chiapas, que el pintor hace ya alarde de representar figuras con gran realismo, mostrindose también po- seedor de un concepto de perspectiva y de escorzado. EI conocimiento de la indumentaria prehispanica maya se enriqueciO enormemente con el descubrimiento de los frescos de Bonampak, porque si bien es cierto que la cultura maya es probablemente una de las que mayor néimero de esculturas pétreas con representacién humana ha producido, el color, tan esencial para valorizar el material de vestuario, no aparece en aquéllas: ast pues, los hallazgos murales han proporcionado datos inestima- bles para la reconstruccion de la impedimenta ancestral. Por el contrario, a los fresquistas nahuas, como los de San Cristébal Ecatepec, Malinalco y los de épocas mis o menos contemporaneas de Chi- chen Itz, del Nuevo Imperio Maya, y los de la cultura huaxteca de Ta- muin, el régimen teocratico no les permitia probablemente el desarrollo del realismo, tasandoles la libertad artistica a una reproduccién convencionalis- tay ritual; pero aun asi la pujante naturaleza estética encontro cabida en estas pinturas de gran sabor religioso, que se ofrecen como grandes con- juntos equilibrados y atrayentes. En estas pinturas la indumentaria es representada con regular detalle, aunque como él escorzo no existe, toda, o casi toda la impedimenta se ob- serva de frente, lo cual dificulta una correcta interpretacion. Los murales de Monte Alban fueron encontrados en el interior de las tumbas gue en gran nimero ha descubierto el Instituto Nacional de Antro- pologia ¢ Historia por medio de sus investigadores el Dr. A. Caso y el ar- guedlogo J. Acosta. La misma posicién de ellas indica su caracter funera~ rio y religioso de espiritu hieratico; por lo mismo, aportan una excelente contribucién al conocimiento de una fase de la cultura. Finalmente, Jos murales de Teotihuacén presentan dos tipos de dibujo, el de gran estilizacion con representaciones humano-divinas, o sea la figura corporal con atributos de divinidad, y el de una gran escena en la que apa- yecen representaciones humanas con bastante realismo, pero muy pobre in- dumentaria, cosa que no sabemos si atribuir a que en la época en que las pinturas [yeron ejecutadas 1a poblacién civil era parca en el vestir, © a que Como aparecen dichas representaciones en el Paraiso (Tlalocan), la ropa no era necesaria, Deciamos que la iiltima fuente de informacién es la escultura en sus formas pétrea y de arcilla, La escultura fué el primer medio de que se valié el indio de Meso- ‘América para representar el ser humano: Se han encontrado figurillas de barro que datan de mas de 200 afios A. C.; este medio de expresién perdu- 16 hasta la Ilegada de los espaiioles al Continente americano. H15— W. DU SOLIER La evolucién de estas figurillas, —que ya han sido estudiadas~ la clasificaci6n de ellas por su estilo en etapas y periodos, explica con cierta elocuencia el proceso del traje; solamente se siente la falta de un elemento: el color, que, como se ha dicho, valoriza los materiales que el modelado no sefiala, Estas figurillas de barro, pertenecientes a etapas antiguas, conocidas como arcaicas, son las precursoras de las grandes culturas pétreas durante las cuales se labraron piezas maravillosas, enormemente titiles para el est. dio de la inchmentaria, Aun cuando este libro se orienta preferentemente ‘al estudio del traje en una época determinada, creemos procedente el reproducir la forma mas primitiva del vestuario, si asi pueden titularse las escasas prendas que deco- raban el aborigen arcaico, que apenas habia pasado de la vida nomadica a la sedentaria con el uso de la agricultura, personaje que principiaba a preo- cuparse por el adorno personal. A través del periodo arcaico es facil apreciar que la indumentaria no tenia aparentemente en México nada de utilitario, ya que se concretaba al adorno del cabello, collares y amuletos. No obstante, estos adornos osten- taron tal variedad que entre millares de figurillas raro es encontrar dos de ellas con un mismo tocado. Figura { Pegurila, Interpretacisn, La cabellera en las figuras femeninas se adornaba _trenzando el pelo con tiras de cuero, algodén o flores (véase Figura 1). En este periodo ar- caico también se encuentran algunas figurillas femeninas que portan ena. giiillas, y algunas empiezan a lucir dibujos (véase Figuras 2 y 3). En las representaciones masculinas, el tocado también asumia alguna impostancia, (véase Figura 4) aunque la mayoria de elas no exhibe vestido alguno: la excepcion la constituyen las imagenes con taparrabo o pedazo de tela larga que, después de ceffir la cintura, pasaba por entre las piernas cubriendo las paries pudendas. -16— FUENTES DE INFORMACION Figura 2 Figura 3 (Tiatilo) (EL Opetio) Figura 4 (Bbeno, S.L.P.) Figura 5 (Tatil) ai \W. DU SOLIER A través derestas representaciones podemos concretar que este primer grupo cultural gozaba de amplia libertad en su indumentaria, imponiendo cada quien su gusto propio en el arreglo de su persona; asimismo es fac- tible asegurar que su indumentaria se limit6 en las mujeres al tocado del cabello, el collar o amuleto (véase Figura 5) y la enagiiilla; es posible, sin embargo, que csta iltima prenda fuese mas tardia. Por lo que corresponde al hombre, su arreglo terminaba en el cabello y, en algunos casos, en el ta~ parrabo. Esta indumentaria tan sencilla se desarrollé aproximadamente entre Jos afios 200 A.C. y 200 D.C. No fué sino mucho mas tarde cuando el hombre empezé a usar las primeras “mantas de hombros”, © sencilla capa confeccionada de un rectangulo de tela o cuero, amartada en dos de sus extremos (véase Lamina I a). Por lo que concierne a la mujer, no creemos que el huipilli o quesque- me que describiriamos como una camisa abierta sin mangas, fuese usado si- no hasta mediados del siglo VII, D.C. Estas prendas, masculinas y femeninas, con el tiempo se hicieron mas y mas elaboradas, interviniendo decoraciones pintadas y bordadas, hasta establecerse un protocolo de traje, que implicé que la gente no pudiera lucie prenda alguna que no estuviese en relacién con su posicién social. Debi- do a ello, puede distinguirse con bastante claridad, en cédices, esculturas 0 pinturas murales, si el personaje o personajes representados son dioses, re- yes, embajadores, sacerdotes, etc, Es precisamente este momento cultural el que se desarroila en este estudio. Estimamos absolutamente necesario observar un orden en el desarrollo de la indumentaria, por lo que se impone iniciarla segiin la importancia que en la vida social y politica tentan los personajes de la época que estu- diamos, y que comprende el perioda que se abarca entre los siglos VII y Debido al destacado caracter teocratico de aquellos personajes, su in- dumentaria se basaba generalmente en las vestiduras y atributos de su dios. Ocurria, ademas, que um personaje real con los afios era transformado en deidad y se le reconocian un sinntimero de cualidades y poderes que en vida nunca posey6; dicho personaje, ya convertido por la tradicién en dios, exhibfa una determinada indumentaria que posteriormente usaban los sa- cerdotes dedicados a su culto, (1) y, en algunos casos, los esclavos que habian de ser inmolados, en aras de ese mismo dios. Todo esto nos induce a estudiar brevemente en el proximo capitulo las maximas figuras del antiguo panteén mexicano. (1) Sahagia, tomo I, pg. 1829 - 30 a18— LOS DIOSES I Segiin acabamos de indicar, el sacerdote era uno de los personajes mas sobresalientes en las culturas aborigenes de América. De acuerdo con su importancia, las vestiduras que us6 ostentaron gran esplendor. Debido a la intima conexién existente entre la indumentaria de estos personajes y la de las deidades superiores, estimamos indispensable. referirnos a esas in- vestiduras sagradas antes de entrar de Ileno al estudio que nos proponemos. Asi, trataremos uno por uno los dioses principales del Anahuac. Quetzalcoatl,—Es la deidad maxima del panteén mexicano, y tal vez de todo Meso-América. Tuvo tal influencia en la vida religiosa, politica, social ¥ artistica que casi no existe una zona arqueolégica del siglo 1X al XVI en que no aparezca reproducida esta deidad, 0 alguno de sus atribu- tos, ya sea en la arquitectura, en la escultura o en la ceramica. Deseribir a Quetzalcoatl, su origen y cualidades, resulta sumamente complejo y dificil, pues como dice el Dr. A. Caso (1): “Quetzalcoatl, uno de los dioses maximos, es también un ejemplo de cémo sintetizan en un so~ lo dios aspectos que, desde nuestro punto de vista, parecen sin relacién magna..."; ademds, son tantas las fabulas y ficciones que los indios in- ventaron acerca de sus dioses, y tan distintamente relatadas en diversos pueblos que ni ellos las entendian claramente entre si; en muchas ocasiones no alcanzaban a identificar esta deidad con niimero tan crecido de atri- butos. (1) A. Caso 1936. i W. DU SOLIER No obstante, parece haber un acuerdo comin en que este dios miste- rioso fué hijo del Ser Supremo y hermano de otros dioses, y aun se le acep- ta como hijo nico habido de la diosa Chimalma. Sus tres principales advocaciones son: como Estrella Vespertina (Ve- nus) recibia el nombre de Tlehuizcalpantecutli; como dios del Viento que barria los caminos para facilitar la legada de las luvias, se le designaba Ehecatl: y por iiltimo se le conoce como Serpiente Emplumada. que tiene un significado mitolgico de “cosa divina’. En nuestro concepto, dicha acepcién es el agua, pero en forma de rio ondulante, semejando una ser- piente, erizado de espumas producidas por el chogue del elemento contra las piedras salientes y que, a distancia, producen el efecto de phimas (1). La representacion de Quetzalcoatl-Tlahuizcalpantecutli es un_ tanto complicada, pero la forma mas clasica y mas légica es la que identificamos en el Cédice Borgia (2). Su representacién es la de un personaje con todos los atributos de Quetzalcoatl-Ehecatl, a saber: gorro cénico con un hueso clavado, un enor me pico de ave, un pectoral en forma de caracol cortado, y orejas cur- vas; por la espalda, esta deidad esta unida a un esqueleto estilizado a la manera nahua. Es conveniente recordar lo que han escrito antiguos historiadores, es decir, que Quetzalcoatl-Ehecat! se arrojé a una hoguera y que salié de las cenizas del corazén su espiritu en forma de estrella, la cual subi6 al cielo; dijeron los viejos que esa estrella era el lucero de la mafiana y por eso le designaron como Quetzalcoatl-Tlahuizcalpantecutlis de ahi deriva que a la representacion de la muerte junto a Ehecatl se agre- gue la muerte del mismo, y su transformacién en Tlahuizcalpantecutli (Venus). Las pinturas representan la figura de Quetzalcoatl-Ehecat!_mediante una cabeza fantastica (signo ideoldgico del elemento Viento), con un pico de pajaro con cresta. Por ese pico la deidad desataba el viento. Quetzalcoatl es, ademas, el patrono del Calmecac, 0 seminario para no- bles, como en su oportunidad relataremos. Quetzalcoat] como Serpiente Emplumada indica lo que su nombre lite- ral: quetzal y serpiente, 0 “Serpiente Emplumada”. Texcatlipoca.—E] Dr. A, Caso ha escrito: “es también otro de los dioses mas importantes y quizé el que tiene formas mas diversas... es el patron de los hechiceros y de los salteadores, pero al mismo tiempo es el eterno joven, el Telpochtli, el que no envejece nunca... su nombre sig- nifica “el espejo que humea”; por esto su idolo esté pintado con un tizne de reflejos metalicos que los indios llaman Texcapoctli, 0 “humo espejean- te”. (1) W. Ds Soller 1940, (2) W. Du Solier 1939, Los DIOSES Asimismo es el patrono del Telpuchcalli, la escuela popular de guerra para los jovenes plebeyos, y del cual hablaremos mas extensamente. En algunos cédices o pinturas murales y aun en figuras pétreas. se le representa generalmente con un espejo humeante colocado en la frente, pero'en otros lo lleva como pectoral; también tiene substituido un pie por FT mismo. espejo humeante, que segtin la mitologia le fué arrancado por el Monstruo de la Tierra (con significacion astronémica). Tlaloc.—Dios de las Lluvias, y del Rayo, cuyo significado etimolégi- co es: “el que hace brotar”. Después de Quetzalcoatl es la deidad mas signilicativa, pues como pueblo principalmente agricultor que era el nahua, esta deidad tiene una funcién vital para las cosechas. Cabe también’ observar_que esta deidad del Agua, Tlaloc, es proba- blemente al igual que la del Fuego Huehueteot! una de las _representacio- nes graficas mas antiguas que se conocen en Meso-América, donde en un principio no tuvieron probablemente relaciones agricolas. Esta deidad es sin duda una de las mas faciles de identificar, pues su caracteristica primordial estriba en la mascara con que le distingue lo mis- mo la pintura, la escultura que la ceramica. Representa una ancha faz von doe cireulos alrededor de los ojos, a manera de anteojos. Ademés, lu- ce unos grandes bigotes enroscados de la punta, debajo de los cuales em gen unos terribles colmillos. Algunas veces lleva un abanico de plumas si- tuado en la nuca. Xipe-Totec.~Al referimnos a esta deidad hemos de volver a tomar la magnifica obra del Dr, Caso sobre Ja Religiou de los Aztecas, en don- de sintetiza las principales deidades nahuas; de ella, reproducimos unas ‘alabras del capitulo dedicado al mencionado dios: “El dios Xipetotec, nuestro sefior el desollado” es el dios de la Primavera y de los joyeros. Su culto, probablemente fue importado desde: tiempos toltecas al Valle de Me- ico, porgue se encuentra en la cultura Teotihuacana (1). Parece ser ori- ginacio de la regién limitrofe entre los actuales Estados de Oaxaca y Gue- frero, en donde existe un pueblo llamado Tlapaneco o Yapi, que era otro nombre con el que los aztecas designaban al dios Xipe. Su culto es uno de los que més repugnan a nuestra sensibilidad, pues consistia en desollar a un esclavo y cubrir con la piel de la victima al Sa- ferdote de la Tierra. Este rito significa que al llegar la primavera, la tie- fra debe cubrirse con una nueva capa de vegetacin y cambiar su piel muerta cubriéndose con una nueva. Por su aspecto, Xipe se parece mucho a Texcatlipoca, s6lo que, como ya hemos dicho, es un "Texeatlipoca ‘rojo en vez de negro, y del primer co- for son tados los atavios y adornos, pero el rostro lo tiene tayado horizon- talmente de rojo y amarillo”. (1) Tam obra fu eserta por Caso antes de establecerse el nuevo concepto de Ia cultura tlteca Be W. DU SOLIER Otra de las deidades importantes es Mixcoatl, cuya etimologia es: mixtli, nube; coatl, culebra “Culebra de Nube”, nombre que los nahuas daban a la Via Lactea. Esta deificacién de la gran nebulosa es uno de los ntimenes mas confusos de la mitologia Como numen de la Via Lactea tenia Mixcoatl dos nombres: Ixtacmix- coatl, “Culebra de Nube Blanca” y Citlalatonac, “La Estrella que no bri- Ils”, pues en realidad no es otra la nebulosa. Algunos autores creen que Mixcoatl no es mas que un nuevo nombre que toma Texcatlipoca, atribuyéndosele como numen principal los otomies, los cuales, por vivir en’ los montes, eran todos cazadores, Por la misma ra- z6n, es asimismo dios de éstos. Por ultimo, esta deidad es mujer u hombre, segiin el papel que representa. En el cédice Vaticano se representa a Mixcoatl en forma de persona- je con antifaz, En la cabeza lleva el aztlaxeli, constituido por las dos plu- mas de Aguila caracteristicas de las deidades estelares. Presenta el cuerpo rayado como la deidad venusina. El resto de sus atributos, como son el penacho, las sandalias, las orejeras, etc., no tiene propiamente una forma determinada. Hasta aqui lo que se refiere a las deidades masculinas directamente relacionadas con los atavios de los personajes que aparecen reproducidos en esta obra, Refiramonos acto seguido a las principales deidades femeni- nas del panteén nahua. . Chalchihuitlicue.— Compafiera del dios Tlaloc: esta deidad es “la de la falda de jade", diosa del Agua, con poderes sobre el mar y los rfos, dueiia de la potestad de ahogar a los que andaban sobre estas aguas, y de provocar tempestades y torbellinos. Por lo que se refiere a su representacién, Sahagtin nos la describe asi: ‘Los atavios con que pintaban a esta diosa, eran la cara con color amarillo y la ponian un collar con piedras preciosas, de que colgaba una medalla de oro; en la cabeza tenia una corona hecha de papel, pintada de azul cla- ro, con unos penachos de plumas verdes, y con unas borlas que colgaban hacia el colodrillo, y otras hacia la frente de la misma corona, todo de co- Jor azul claro. Tenia sus orejas labradas de turquesas de obra mosayca, estaba vestida de un vipil (huipilli) y unas enaguas pintadas del mismo co- Jor azul claro con sus franjas de que colgaban caracolitos mariscos.. .”" EI Dr. A. Caso, por su parte, dice que la venda azul y blanca, con dos borlas que cuelgan a ambos lados del rostro, es una caracteristica muy constante en la representacién de esta diosa. Afiadiremos que la ms notable y mAs asimilable caracteristica suya es la “falda de turquesas”, especie de raudal de aqua que surge de la par- te inferior de las figuras que representan a esta deidad, muy comin en los cédices nahuas. ue LOS DIOSES Tlazolteotl.—La diosa de las cosas inmundas, que parece tener su ori- gen en la regién huaxteca, Tiene como principal caracteristica en su toca- do las vendas de algodén sin hilar, decoradas con dos malacates 0 husos; asimismo es muy comin la mancha negra o blanca que le cubre la nariz y la boca, En algunas ocasiones, se le representa cubjerta con la piel de una victima, lo mismo que a Xipe; en otros casos lleva en las manos una escoba. Como es devoradora de inmundicias, come los pecados de los hombres, dejéndolos inmaculados, De ahi el sito de la confesion que se practicaba ante los sacerdotes de Tlazolteot! (1). Tlazolteot! parece ser también una advocacion de Coatlicue y Cihuacoatl. Figuran, desde luego, en la mitologia mexicana muchisimos otros dio- ses y diosas que silenciamos por ser totalmente ajenos al presente estudio sobre la indumentaria. Nos hemos concretado a sefialar las principales deidades nahuas que fueron fuente de inspiracién para crear el vesttario de los sacerdotes de su advocacién, y que nos permiten familiari la indumentaria en general. Después de este breve capitulo sobre las deidades podemos ya entrar en el estudio de los sacerdotes y sus investiduras. (1) A. Caso 1936, AB LOS SACERDOTES il Si hemos de creer a los cronistas y si hemos de atenernos a la belleza de los cédices prehispanicos, no podemos menos de admirarnos del alto grado de buen gusto que estos pueblos habian adquirido en la combinacion de colores. No menor agrado causa lo augusto y regio de algunos de sus trajes de gala, asf como lo macabro y ligubre de los que en ciertas ceremo~ nias usaban los sacerdotes. Estos, segiin tradiciones legadas por los cronistas, nunca aseaban su persona, conservando asi sobre ellos el sudor, el polvo y la sangre de sus Vietimas, la cual, al secarse sobre el pelo lo erizaba, dandoles a los persona- jes un aspecto feroz, Un cronista, al referirse a este punto, dice: "“Cria- ban sus cabellos a manera de Nazarenos, y como nunca los cortaban ni pei naban, y ellos andaban sucios, parecian el demonio”. En cuanto a la calidad y magnificencia del traje de los sacerdotes, co- rrespondian légicamente a la jerarquia e importancia de los mismos. En el curso de algunas ceremonias, el sacerdote tomaba probablemen- te algunos atributos 0 utensilios de guerrero, con objeto de completar litir- Gicamente las que poseian un determinado caracter semibélico. Para llegar a sacerdote se requetia un largo aprendizaje, que tenia lugar en un seminario que se llamaba Calmecac, escuela 0 establecimiento educativo con profesorado especial, al cual tinicamente tenian acceso las clases nobles, fueran hombres o mujeres. El Telpuchcalli exa un colegio ci- vil destinado principalmente al aprendizaje de los hijos de guerreros. Ase- guran los cronistas que de estos establecimientos educativos habia uno en cada barrio de la ciudad. ‘W. DU SOLIER Las dos primeras prendas de que se investian los alumnos del Calme- cac eran: el maxtlatl, (una banda de tela, que después de rodear la cintu- ra pasaba entre las piernas y cuyos extremos colgaban del frente o de atras, © aun de ambos lados) (véase Figura 6); y el tilmaili, que es una sola manta de hombros, fina y blanca, elaborada en algodon. Figura 6 A esta especie de monaguillos o aprendices se les designaba con el nombre Teotlamacazque, cuyo significado es “"mancebos, mozos divinos 0 donceles de Dios”. La vida de estos estudiantes era dura y disciplinada; levantébanse a la salida del sol, barrian y limpiaban el templo, y era una de las imperiosas obligaciones el tener listos y aseados los objetos del culto y de los sacrificios. Los ascensos 0 promociones a tin grado superior, tenian lugar cada cinco afios, y se concedian segtin los méritos contraidos por los jévenes. Una vez que alcanzaban el sacerdocio, las clases se multiplicaban, Dichas clases sacerdotales recibian distintos nombres; asi, al jefe supremo Ila- mabasele Teotecutli, o Sefior Divino. Se caracterizaba su indumentaria por una borla de algodén que Ilevaba colgando sobre el pecho. Le seguia en dignidad el Hueiteopixqui (Gran Sacerdote). ‘Tanto uno como otro personaje eran elegidos de entre lo mas granado de las casas reales o de la nobleza mas elevada. Por esta razén nada tiene de pasticular que dos emperadores del Ana- huac desempefiaran la mencionada dignidad: Moctezuma Zocoyotzin y 0 LOS SACERDOTES Cuauhtémoc. Ello también se explica debido a que los monarcas de Méxi- co asumian el doble caracter de jefe de la religién y del Estado. El Jefe Supremo, o Teotecutli, era el encargado de los problemas ci- viles, y actuaba ademas como consejero del rey; tenia a su cargo ungirle el dia de la proclamacién, En grandes ocasiones también sacrificaba. Por €l contraio, el jefe Huciteopixqut, atendia sélo y directamente los asuntos tituales. EI nombre con que se designaba a los sacerdotes comunes era el de Teopixqui, cuyo significado es: oficial 0 guarda de Dios. Dejabanse crecer el pelo, a menudo les Ilegaba hasta los pies; Jo tren- zaban con cordén de algodén y lo pintaban con tinturas negras (1). El vestido de Jos sacerdotes consistia principalmente de una manta 0 tiéinica blanca fina, de algodén, que se elaboraba en mayor o menor grado, con flecos, franjas 0 labores, segtin la jerarquia del que la usaba. Los Sacerdotes casi siempre formaban parte de los ejércitos que sa- lian a guerrear, ya fuese para desempefiar los sacrificios e interpretar os agiieros, o simplemente para combatir en defensa de los dioses. En cuanto a sus obligaciones variaban segiin la funcién a que estaba dedicado el personaje; pero la inmensa mayoria de ellos ofrecia sangre de las orejas a fh salida del sol, al que también recibian con sacrificios de co- dornices, mésica y oraciones: nueve veces incensaban al astro supremo: cuatro de dia y cinco de noche, a intervalos casi iguales. A los idolos los incensaban al amanecer, a mediodia, a la puesta del sol y finalmente @ media noche; en esta hora tafifan sus flautas, bocinas y caracoles, pronunciando oraciones especiales. Seguir la evolucién del traje en el sacerdocio es tin problema harto di- ficil, atin cuando no imposible. Creemos que esa labor podria Ievarse a cabo mediante el paciente estudio de los panteones nahuas, zapotecas, tol- tecas, chichimecas, huaxtecas, mayas, etc., los cuales nos indicarian la anti- giiedad y creacion de los dioses que dieron motivo a la formacién de los tra~ jes de los mismos, indumentaria que mas tarde habian de asimilar los sa~ cerdotes dedicados al culto de cada uno de estos dioses. Para el mismo fin podria contarse con los temas ornamentales que cubrian capas, rodelas, maxtlatl, etc., los cuales ayudarian asimismo a atribuirles una mayor o me- nor antigiiedad. Tal estudio sefialaria el proceso cronolégico de la indu- mentaria de los pueblos prehispanicos. Mas como el objetivo de nuestro libro enfoca directamente a obser- var un periedo cultural, dejamos para otra ocasién la labor de seguir pa- 50 @ paso el proceso evolutivo de la indumentaria antigua mexicana, para concretarnos a estudiar los diferentes personajes y Sus ornamentos, segtin la seleccién que de sacerdotes reproducimos. (1) Orozco y Berra, pig. 230 - 1880. eH LAMINA I b. Sacerdote con treje de Ehecetl LAMINA II a Sacerdote mixteco con atributos de Tlaloc b. Sacerdote LAMINA Ii Sacerdote con atributos de Tezcatlipoca LAMINA IV b. Sacerdote con !a bolsa de tebaco ax Guerdién de jévenes LAMINA V Secerdote vestido de Quetzalcoat! LAMINA VI Sacerdote Maya LAMINA VII Sacerdote LAMINA VIII Secerdote encargado del fuego nuevo wilt tty Seat ae DESCRIPCION DE LAMINAS = ae Fi Sa. te I, a—En esta lamina representamos la indumentaria usada por los simples sacerdotes, ¢ teopixqui, sin ninguna jerarquia honorifica o atribu- to mfstico. Consistia su vestuario en una manta blanca y sin adornos (tilmatli) y un taparrabo, (maxtlatl). No usaban todavia sandalias (cactli). b.—Reprodiicese la indumentaria de un sacerdote investido con los atributos del Dios del Aire Ehecatl. Presenta el cuerpo ungido de negro, caracteristica exclusiva del sacerdote. Los atributos comunes a los sacerdotes ataviados con la_indumenta- ria de Quetzalcoatl son: en la cabeza el gorro cénico (1) decorado en la parte anterior con un hueso. La cara la cubre una mascara que simula un pico de pajaro, pintado de rojo (caracteristico del Dios del Viento Ehe- En, ef gue bane los camincs) Del cuello pende el “ehecacoxcatl”, o joyel del viento, (un caracol cortado longitudinalmente) (véase Figura 7); algunas veces este personaje luce orejeras 0 aretes que asimismo adoptan Ia forma de caracoles corta- dos, 0 conchas. Su nombre es Agicoluihqui-nocococtalli. Del gorro cuelgan largas y hermosas plumas negras interrumpidas por bandas rojas; del remate de este penacho cuelgan phumillas amarillas. Ademas de estos adornos de la cabeza, porta un abanico de plumas multicolores encajadas en una base de papel o cuero. (1). Por ostentar el gorto los colores amarillo y azul puede representar, segin Seler, el limite det dla ¥y de In noche, ¥ toda Ia divlsa o sea Tlabulzcalpantecutlt sefior del Crepdsculo, Estrella de la Mafiana y de Ja Tarde, con lo que tembiéa se identifica a Quetzalcoat. -35~ W. DU SOLIER Como prendas de vestir leva el maxtlatl, cuyos extremos aparecen redondeados (como perteneciente a Quetzalcoatl) y una faldita que le recu- bre la parte trasera. Figura 7 Figuea 8 Ostenta algunos adornos en la mufieca, a manera de pulseras, proba- blemente de jade o turquesa, que entre los pueblos prehispanicos era mas estimado que ningun otro material, incluyendo el oro. Ello se debe a que el verde, en este caso el jade, representaba lo inestimable, “lo precioso”, “Chalchihuite”, palabra que defing este ciimulo de cualidades; verde-azul “cosas preciosas"', “cosa divina”, “cosa celeste”, etc. En las rodillas también lucian unas ajorcas gruesas de oro, de las cua- les colgaban phimas y aun cascabelitos de concha. Por iiltimo, lleva calzadas unas sencillas sandalias con ribetes rojos (interpretado del cédice Vindobonensis).. Il, a.—E| personaje representado es por demas interesante, dado que esta ungido de un color rojo, (Nocheztli, pintura a base de la grana 0 co- chinilla) que bien pudiera significar la sangre de los ajusticiados por él mismo en aras de alguna deidad. Ostenta atributos de dos deidades: en la cabeza el gorro cénico de Quetzalcoatl, y en el rostzo las anteojeras de jade del Dios del Agua (Tla- Joc). Completan el ornamento del rostro del probable sacerdote (1) una media mascara que recubre la parte inferior de la cara representando. las fauces del tigre, En los lébulos de las orejas lleva orejeras de jade (véase Figura 8) de las cuales surgen dos plumas rojas y amurillas. (1), Decines probable porque aun cuando todos los atribuies y el estar sagiéo de color podria Indlear fratarse de algin persomie eacerdotsl, queda uaa duda por el iatrumento gue leva en Ia in0, We 0 Podemos identficar claramente 36 DESCRIPCION DE LAMINAS Sobre el pecho ‘descansa un hermoso pectoral, que si interpretamos debidamente los colores con que aparece en los cédices, estaba hecho con mosaicos de turquesas y enmarcado con oro. Ademis, lleva un collar de cuentas de jade con cascabeles de oro (al collar de jade se le lamaba chalchiuhcoxcatl). Como vestimenta, usa una enagiiilla a franjas verdes y blancas, su- jeta con un vistoso cinturén policromo, trenzado, rematando en la parte posterior en un disco de jade y oro. Pese a las enagiiillas, leva el max- tlatl, (caracteristica mascuilina) En ambas_mufiecas luce pulseras de jade, coral, y perlas, con casca- beles de oro. Empufia en la diestra una probable sonaja. Usa cacles 0 san- dalias. (Interpretado del cédice Vindobonesis). b.—Sacerdote tomado del cédice Vindobonensis. Tiene el cuerpo un- gido de negro, con excepcién de manos y pies; la cara esta teflida de san gre. Trae el cabello despeinado, embadurnado de sangre y, entrelazado en el pelo, lleva un “tocado” adornado con pedernales ensangrentados y ilizaciones de calaveras. El Cuello lo adorna un hermoso collar de cuentas de turquesas, coral y perlas con probables discos 0 esferas (cascabeles?) de oro; de la mitad in- ferior del collar pende un gran cuchillo de pedernal con las dos puntas en- sangrentadas, al igual que los micleos del caracol que tal vez son una atadura, A titulo de vestido leva tinicamente una enagiiilla guinda con flecos y un maxtlatl blanco. En las mufiecas y los tobillos luce ajorcas que hacen juego con el collar. ° En los pies subsisten las sandalias, que parecen ser comunes a todos los grados de los personajes que se representaron en el cédice Vindobo- nensis. En el dibujo que corresponde a este personaje aparece en la actitud de sahumar al dios de su advocacién. I1.—Es una reconstruccién de como, segtin los cronistas, aparecian esos satrapas 0 sacerdotes; con toda la magnificencia del colorido de sus trajes y adornos, mostrando también toda la repugnancia de su aspecto fi co, con los pelos hirsutos y embadurnados de sangre, con todo el cuerpo pin- tado con una grasa negra llamada "'ulli”, derivado de la resina del hule. Completa este. cuadro una de las practicas a que se libraban todas las mafianas, consistente en pintarse cuerpo y rostro con una tinta de humo de ocote, matizandose:con otros colores, principalmente ocre y almagre. Capturaban sabandijas ponzofiosas como viboras, alacranes, cienpies, etc. y las quemaban en-un brasero delante del altar; la ceniza la revolvian con ~~ W. DU SOLIER tabaco “ololiuhqui’ negro de humo y grasas, y todo mezclado formaba el extrafio tinte (1) Por fin, emplea ese rasgo de barbarie que implica el uso de las oreje- ras, el "bezote”, y la “nariguera” (véase Figuras 9 y 10). Este sacerdote lleva una vistosa manta (tilmatli), con adornos més elaborados, reveladores de su jerarquia elevada. De ambos brazos cuel- gan pulseras de oro con ricas plumas de quetzal. En la cabeza ostenta un tocado, un verdadero resplandor de rayos so- lares, que los artifices traducian en forma de plumas rojas de guacamaya. (1) Acosta, Libro V. 38 DESCRIPCION DE LAMINAS De la parte posterior de este semi-cicculo de plumas amatillas y rojas, pende un penacho de elegantes y airosas plumas de quetzal. Las sandalias son del color del fuego, y tienen decorada la talonera. Por iiltimo, anotamos que pies, manos y cara no fueron ungidos con “ulli”, El rostro fue adornado con dos franjas negras, una a manera de antifaz sobre los ojos, y la otra co- rre sobre la boca y llega hasta las orejas, (to- mado de descripcién). Posiblemente, se trata de un sacerdote de Texcatlipoca. IV. a—El personaje a que nos referi- mos es un sacerdote de los que se identifican con el nombre de Telpuchtlato, que eran quienes vigilaban y cuidaban de los mance- bos del Telpuchcalli, en el cual eran, ademas, tuna especie de profesores diplomados. Con excepcién de manos, pies y cabeza, tiene todo el cuerpo ungido de negro que, como ya di- jimos, es cosa propia del sacerdote; su peina- do peculiar y el penacho que lleva en la par- te posterior de la cabeza, podria corresponder perfectamente al atavio de un guerrero. Como adoro lleva tnicamente un collar, mejor di- cho, un pectoral de probable mosaico de tur- quesas con cascabeles de oro, y dos aretes nee elaborados, de turquesas, coral y concha, El maxtlatl es blanco y sencillamente confeccionado; cubre sus cade~ ras con una enagiiilla, Las sandalias son de cuero sencillo (Cédice Vindobonensis). tb.—Hemos incluido ese personaje entre los ataviados como sacerdo- tes, porgue esta figura, tomada del cddice Nuttall, lleva una bolsa en for- ma de gasra de tigre, bolsa que acompafia cominmente al sacerdote (Representa el recipiente donde guardaba el copal para el sahumador, bien servia para llevar el tabaco “Piecetl” 0 cualquier enervante) (véase Figura 11). Viste una larga tiinica roja, que en el extremo inferior luce una franja policroma con dibujos de grecas. Rematando dicha larga ténica, aparece un fleco de plumas multicolores. No lleva pectoral ni collar, pulseras ni nariguera. Adérnase tnicamen- te las otejas con plumas atadas a las orejeras de barro. 9 W. DU SOLIER EI tocado de la cabeza es por demés vistoso y Ilimativo, y posee to- das las caracteristicas del gue usaron los guerreros. Los colores predomi- nantes en dicho tocado son el azul celeste y el amarillo subido. El pelo apa- rece hirsuto y enmarafiado, como propio del sétrapa, Las sandalias son sen- cillas, ‘V.—Varios son los cronistas que describen al dios Ehecatl-Quetzal- coat], y casi todos lo pintan con la indumentaria que reproducimos del Atlas del Padre Duran. Creemos fundadamente que esta misma indumentaria fué utilizada por los sacerdotes dedicados a su culto, ‘Se describe al dios a continuacién, con las mismas palabras empleadas por el Padre Duran, de quien respetamos la redaccién y la ortografia: “Bra este ydolo de palo y tenia la figura que én la pintura vimos con- viene a saber todo el cuerpo de hombre y la cara de pajaro con un pico co- lorado conocida en el mismo pico una cresta con unas berrugas en ela ma- nera de anadon del Pert tenia en el mesmo pico una renglera de dientes y la lengua de fuera y desila el pico asta la media cara tenia amarilla y lue- go una cinta negra que le benia junto al ojo cifiendo por debajo del pico. “El ornato deste ydolo era en la caueca, tenia una mitra de papel pun- tiagudo pintada de negro y blanco y colorado. Desta mitra colgauan atras unas tiras largas pintadas con unos ropacejos al cono que se tendian a las espaldas, “Tenia en las orejas unos sarcillos de oro a la mesma hechura de unas orejas. Tenia en las orejas un joyel de oro grande a la hechura de una ala de mariposa colgado de una cinta de cuero colorado, “Tenia una manta toda de pluma muy labrada de negro y colorado y blanco a la mesma hechura gue el joyel como una ala de mariposa, tenia un suntuoso bragero con los mesmos colores y hechura que la daua abajo de las rodillas. En las plernas tenia unas ealcetas de oro y en los pies unas sandalias calzadas. Tenia en la mano derecha una segus a hechura de hoz Ta que era de palo pintada de negro, blanco y colorada y junto a la empu- fiadura tenia una borla de cuero blanco y negra en le mano izquierda te- nia una rodela de plumas blancas y negras de aves marinas combiens assaunes de garcas y cuebos marinos” (1). VE. —Antes de tratar sobre la indumentaria de la figura que aparece en esta lamina, tomada de un tablero de piedra palencaio que adornaba uno de los muros. interiores del templo de la Cruz, en Palenque, Chiapas, creemos pertinente anotar que sobre la indumentaria antigua maya apenas existen datos, casi todos ellos basados en el libro del obispo Diego de Lan- (1) Péginas 119 y 120 del IT tomo de Ja Historia de las Indias de Nueva, Espata - 1880. 40- DESCRIPCION DE LAMINAS s, da, (1); ademas, puede contarse con algunas notas extraidas del Popol- ‘Vuh, o Manuscrito de Chichicastenango. Referente a las clases sacerdotales y sus instituciones, tampoco puede afirmarse gran cosa. Al sacerdote o Jefe Supremo se le llamaba "“Ajau- Can-Mai", que quiere decir el Gran Sacerdote, Mai; seguianle los “Bala- mes”; a los demas se les designaba “Aj-kins” y a los que se encargaban de sacrificar, 0 sactificadores, “Nacones”. Cabe sefialar que los recientes descubrimientos en las ruinas de Bo- nampak (Muros Pintados) que el artista Agustin Villagra ha sabido re- producir maravillosamente, han aportado nuevo y abundante material pa- ra el estudio de la indumentaria maya, pues en dichos murales, pintados aparentemente al fresco, se reprodujeron gran ntimero de personajes de diferentes jerarquias en preciosa policromia. Insistimos, sin embargo, en que este libro abarca solamente una etapa o periodo cultural, y si aqui re- presentamos algunas figuras mayas que corresponden a fechas mAs anti- guas lo hacemos exclusivamente con el objeto de llamar la atencién sobre el hecho de que basicamente eran afines la indumentaria de los pobladores del centro de México y la de los del sur, pues todos los personajes lleva- ban como prendas de vestir: la manta de hombros, el maxtlatl y las sanda- lias (2), aunque con sus caracteristicas propias. Esta gran cultura que se ha llamado Maya nos ha legado una gran cantidad de “estelas”, o lépidas de piedra, labradas_primorosamente en las cuales se representan innumerables personajes con su elaboradisima indu- mentaria, Desgraciadamente no todas esas lapidas son policromas, 0 cuan- do menos no quedan restos de haber recibido una decoracién pintada. Sin embargo, podemos reconstruir 0 interpretar los materiales que for- maban los elementos de vestir, toda vez que es tal el grado de perfeccién de esas portentosas esculturas de alto y bajo relieve, que materialmente ex- presan la calidad del objeto, y aun detalles del mismo. Asf, por ejemplo, cuando representan algiin paiio 0 tela, los pliegues dan a entender el espe- sor y calidad de la misma. Cuando el escultor interpret plumas, su realismo Ilegé al mas al- to grado de fidelidad, lo cual nos permite hablar de calidades sin temor de equivocarnos. Existen algunas esculturas y “estelas” mayas que, segtin nuestro concepto artistico, superan a cualquiera de las obras del Viejo Mundo. Esta lamina representa a un sacerdote de alta jerarquia, probablemente el Ajau-Can-Mai, La riqueza de sus atavios nos induce a suponerlo, Resalta a primera vista de la imagen el hermoso jade mexicano, sobriamente com- binado con plumas de guacamaya y filigrana de oro. (1) Vesse Bistograt (2) Joyee. Dice que les dnices pueblos que no usaban el maxtlat! era los Tarascos y los Huaxtecos chrervacisn que ya bemot podido eh gran pare comprobar en ecuturaspéteas masculnas he te W. DU SOLIER Recogiése el pelo en mechones, amarrandose la gran masa con un pa- fio enredado, que forma una especie de turbante. Son de jade labrado las orejeras y el collar, de cuyo extremo pendé un pectoral de oro que representa una cara, con gran semejanza con el Dios narigudo de la Lluvia. El maxtlatl esta rica y laboriosamente recamado con dibujos y pro- bables laminillas de oro; lo rematan flecos de plumas cojas. Lleva ademas unas enagiillas con parecidos dibujos y laminillas de oro, y otros flecos de plumas rojas y cuentas tubulares de jade, La parte superior de dicha ena- giiilla y la especie de cintur6n, fueron probablemente confeccionados con una serie de canutos de jade (?) barro (?) 0 algdn otro material sélido, De este cinturén penden dos adornos de jade, oro y plumas. En_las mufiecas y en los tobillos luce hermosas ajorcas de jade tubula- res, Esta representado en actitud de ofrenda. VIE.—Posiblemente, dentro de la gran fantasia desplegada en la indu- mentaria prehispanica, la figura de esta lamina logra por derecho propio ne, de los mas destacados lugares, debido a su alarde de vistosidad y sim- olismo, Como ya se dijo, el color verde-azul era para los pueblos del Anahuac, simbolo de "cosa preciosa” o divina. Ahora bien, si como tal es aceptado este color, —y cremos no existe duda acerca de ello—, hay que calcular qué significado tan elevado no tendria este personaje para representarlo un- gido de color de jade. Aparece con el rostro recubierto por una mascara de mono (ozomatli) pero con un color sumamente imaginativo, Ademés, parece representar una especie feroz, toda vez que muestra una larga hilera de filosos dientes. con sus correspondientes colmillos, De la parte posterior, surge un penacho airoso y elegante, que muy bien podria indicar la personalidad de un guerrero. En la garganta ostenta un rico collar de oro del cual pende un disco en forma de sol. Tanto el maxtlat! como las enagiiillas son del color de la sangre, y Ile- van un fleco blanco. Las sandalias son sencillas (Tomado del cédice Vin- dobonensis). VILE! personaje de esta lamina ha sido tomado del cédice Nuttall, y tepresenta a un probable sacerdote encargado del Fuego Sagrado. Su indumentaria es andloga a la del sacerdote descrito en la lamina TV b. Lo que varia en éste es el collar. Ademés, la tiinica tiene un fondo blanco moteado de negro. En la parte inferior lleva una franja verde, ro- ja y blanca en forma de greca (chicalcoyuque) y por iiltimo el fleco de plu- mas policromas (verde, rojo y blanco). =n 7 DESCRIPCION DE LAMINAS 7 Las pulseras son de jade, adornadas con plumillas; ostenta un collar de jade y probablemente de coral. Las sandalias son sencillas. Las oreje- ras fueron elaboradas de concha. El penacho, al igual que los de otros personajes que aparecen en el cédice Nuttall, no parece ser propio del sacerdote, pero debido a que es- te cédice no ha sido atin bien interpretado, no podemos determinar con exactitud el caracter de la presente figura. Le hemos incluido entre las la- minas dedicadas a sacerdotes debido a que la posicién que ocupa en di- cho cédice nos induce a creer se trata de uno de ellos. Por otra parte, lo interesante de su indumentaria amerita ser reproducido. Be GUERREROS Iv Aunque nuestro objetivo enfoca directamente a la indumentaria, con- sideramos pertinente intercalar una pequefia descripcién sobre los antece~ dentes de los guerreros, a fin y efecto de proporcionar un mejor conoci miento del por qué de sus ornamentos y trajes. La vida de los mancebos antes de llegar a guerreros propiamente di- chos era poco mas o menos la misma observada en la carrera sacerdotal. A los quince afios de edad, a las érdenes de uno de los guerreros del Telpuchcalli, salian a combatic, no precisamente en calidad de combatien- tes, sino mas bien levando el equipo y armas de sus maestros. En esta forma se iniciaban en la carrera militar, en la que podian Ile- gar los jévenes a encumbrarse a los puestos y dignidades mas elevadas, siempre por medio de hazafias guerreras. Antes de enumerar las érdenes y grados militares de los nahuas, refe- ritemos las armas 0 utensilios de que se valian estos pueblos esencialmen- te guerreros para combatit: 0 protegerse. Las armas ofensivas eran: el arco (tlahiutolli) (véase Figura 12), de madera muy eléstica: la flecha (véase Figura 13) (mitl), también de ma- dera, en cuyo extremo amarraban puntas de pedernal (tecpactl), obsidia- na (itztli), o bien la recia espina del pescado libiza; la lanza _(tepuztopilli) también de madera y gran dimension, con puntas de pedernal principal- mente (véase lamina XV); la honda (véase Figura 14) (tematlatl); la ma- za o macana (cuauholalli), y el “macuahuitl”, (véase Figura 15) que fué a W. DU SOLIER llamado por los espafioles “espada” y que en realidad viene siendo una especie de espada de madera, que tenia a ambos lados unas hendiduras en Jas cuales encajaban navajas 0 cuchillos de obsidiana (véanse léminas IX, Xy XI). Por fin, usaban el “atlatl”, pieza de madera (véase Figura 16) Figures 12, 3. ue utilizaban para lanzar dardos. Las ilustraciones muestran_el sistema segén Noguera) Para artojarlos contra el enemigo (véanse Figuras 17, 18 y 19). Figura 19 Figura 18 Representacién de un stlatlen el cddice Representacion de un atlat! en los frescos de Mitta, Selden, a8 LAMINA IX Guerrero Nahua LAMINA X o Tigre LAMINA X! Cabellero Aguila Guerrero: LAMINA Xil Guerrero Caballero Aguila LAMINA XIII Guerrero Caballero Coyote LAMINA, XIV Guerrero Tlexcaltece LAMINA AV & Saat (Ges. Guerrero con atributos de Mixcoatl GUERREROS Las armas defensivas consistian del escudo (chimalli) (véase Figura 20) formado de carrizos (otatli), reforzads con pieles y laminas de cobre. Este elemento defensivo marcaba segiin sus adornos la categoria del que Jo levaba (Laminas nimero IX. X. XL XII, XV y XVIa). La armadura 0 coraza consistia en un sayo de algodén, acolchado, de ung yymestio a dos dedos de grueso, Se le Hamabe ichcahuip (vease Figu ra 2i), Figura 20 Figura 21 Las leyes suntuarias, acerca del vestido, se basaban propiamente en los distintivos militares. Ningtin hombre, mozo o adulto podia usar mantos con labrados de colores, joyas o plumajes mientras no demostrara su ca- pacidad en la guerra, matando y, principalmente, cautivando a un hombre. Ni aun los principales podian atarse los cabellos como los valientes hasta no aber dado muerte o haber apresado a cuatro hombres (véase ‘igura 22). No se excluia de esta costumbre ni al propio rey, el cual tenia que ir a la guerra y realizar algiin acto heroico para poder ser ungido, Cada grado, lucia determinado vestido, colores y adornos. Los simples soldados, los que todavia no habian alcanzado algin gra- do, iban a la guerra desnudos; vestian tinicamente el maxtlatl, pintandose el cuerpo de diversos colores (véase Lamina IX). Al apoderarse de un tercer cautivo, podian ser elegidos para mandar en los mancehos del Telpuchcalli: cuando habian logrado cuatro prisioneros, ascendian. al titulo de capita 19 ‘W. DU SOLIER Después de veinte 0 mas hechos gloriosos se les apodaba cuachic, se les rapaba, dejandoles timicamente un mechén ao pee sobre la oreja iz- quierda, y se les permitia cubrirse con un maxtlatl recamado, y un tilma- tli de henequén con grandes mallas. Los de la clase media y aun los plebeyos recibian 6rdenes de ocelot! (tigre) y de otomit! (otomi). Se les otorgaban distintivos de pieles y goza- ban de prerrogativas. DESCRIPCION DE LAMINAS IX.—En esta lamina presentamos al valiente soldado que ya ha reci- bido los primeros atributos 0 insignias; leva sobre el cabello amarrado (véase Figura 22) (1) Ia cinta roja de la que pende un rico penacho de plu- mas de quetzal. Figura 22 Todo él esta decorado por medio de un sello © pintadera a colores rojo y ne- gro. Como armas Hleva la espada pre- hispanica “macahuitl” y como defensa el escudo “chimalli” (tomado de des- cripcién de Sahagtin). X.— Esta lamina representa a un caballero tigre (ocelotl), Fué tomado el personaje del Atlas de Duran; el grado militar es igual que el del caballero agui- la (cuatli); eran érdenes que se conferian a los mas prominentes guerreros, los cua- les estaban autorizados a llevar la indu- mentaria que en el caso del caballero ti- gre consistia en un vestido que repre- sentaba al animal cuyo nombre osten- taba. Ademas del vestido que representaba al tigre y con el cual se vestia (1) “Teotzcocolli © Tzotmocshueyacott” alto eabello levantado @ un lado. 53— W. DU SOLIER el personaje, llevaba éste en la parte posterior de la cabeza un penacho de plumas, asimismo signo de valentia. Como arma, usaba la espada con cuchillos de obsidiana y el escudo, decorado a base de plumas de quetzal. Portaba también sandalias. Es de suponer habria diferencias aun dentro de la misma orden de Ca- balleros Aguilas. De no haberlas, tendriamos que deducir que como los ejemplos que reproducimos pertenecen a culturas diferentes, las variantes y cualidades diversas que hallamos deberianse a interpretaciones de cada una de dichas culturas. ‘XI.—E] caballero Aguila de esta lamina esta tomado del Atlas Duran, y muestra al guerrero en actitud de lanzar un dardo por medio de la arro- jadera, o atlatl La indumentaria de este guerrero consiste de un’ traje cuya forma re- pite la de un Aguila, de la cual imita hasta las garras; s6lo que el ave, que el cronista no presenta, tenia cuatro patas, pues la terminacién de lo que pu- diesen ser alas lo forman también gacras. El resto del traje es bastante realista. En la cabeza usa asimismo un penacho de plumes verdes de quetzal, insignia que corresponde, como ya hemos dicho, al valiente. El escudo os- tenta colgantes de plumas verdes, y el dibujo sobre el chimalli esta en consonancia con el personaje que lo lleva. Porta sandalias rojas. XIL,—Se ha reproducido en esta lamina a otro personaje cuya indu- mentaria corresponde también a la de un caballero Aguila, aunque su traje difiere del anterior. Es probable que dicho traje represente una dignidad superior, 0 bien que, por pertenecer a una cultura diferente, luzca las ca- racteristicas propias de ella (ilustracién del cédice Vindobonensis) (1) Como indumentaria estrictamente considerada, nos parece superior es- te traje al del personaje anterior, en lo que tiene de alarde realista y ar- tistico. Lo constituyen dos partes: una viene siendo el cuerpo del ave, que, a su vez cubre el personaje: y la cabeza, cuyo casco viene a ser la del agui- la, Esta cabeza se estiliz6 ostensiblemente; parten de ella diversas insig- nias, alguna de las cuales se parece a las usadas por los guerreros mexi- canos. Un detalle por demas interesante en esta figura, es que no obstante tratarse de un caballero Aguila, lleva ademas el maxtlat! (blanco y senci- Ilo) caracteristico del sexo masculino. En este caso las alas del Aguila si fueron representadas formando los brazos; sin embargo, no fué éste motivo para suprimir, las garras como las (1) El Dr. Seler cree proceden tanto el eBdice Vindobonensis como el Nittall de la provincla del To tonacapan o bien de Ia provincia de Cuetlaxtlan. Nosotros nos inclinamos a considerarlo como sisteca He DESCRIPCION DE LAMINAS que leva en las piernas. Un rico collar de mosaicos de turquesas y cora- es, con cascabeles de oro, luce sobre el fornido pecho del guerrero. Las orejeras parecen habér sido hechas del mismo material empleado en el co- lar. Como complemento, el guerrero lleva en la espalda un estandarte o in- signia, parecido a los que usaban los guerreros mexicanos; éste iba fuerte- mente atado a la espalda, para que sélo con la muerte del jefe o general principal se desprendiese de ella. Con una de las manos ase un instrumento cuya interpretacién aun no hemos podido hallar (posiblemente se trate de una macana o cachiporra). Las sandalias son sencillas. XITT.—Otr de Jas ordenes o jerarquias con que nos encontramos en la milicia mexicana es la de} Caballero Coyote, que reproducimos en esta lamina (tomada de Sahagiin). ‘Tratase de una figuracién un tanto fantastica de un coyote; decimos fantastica porque la cabeza del animal que aparece en el documento del que tomamos el personaje es de proporciones exageradamente grandes, con relacién al tamafio del cuerpo del supuesto coyote, Esto no implica que la figura carezca de cierto realismo, y ello le ayu- da a darle aspecto mas feroz. Posiblemente, ésta fué la intencién del crea- dor de este traje, propio de uno de los mas aguerridos mexicanos. Este caballero coyote, usa maxtlatl, en dos colores: rojo y blanco, que hacen juego con el escudo, del cual, a falta de flecos de plumas, parten dos cuerdas amarillas (Tezozapo chimalli). El penacho consta de un cono rojo con franjas verdes y amarillas, del cual se levantan ondulantes plumas de quetzal. Las sandalias son sencillas. XIV.—Como tipo de indumentaria fantastica y exética tenemos la de este guerrero tlaxcalteca (tomado del Lienzo de Tlaxcala). Su vestido o coraza es una especie de pectoral acojinado para prote- ger el torax. Este ichcahuipilli esta hermosamente decorado con plumas amarillas de guacaniaya, y verdes de quetzal. Luce también un chimalli, 0 escudo de phimas amarillas y rosa, y su arma es el macuahuitl, En la es- palda carga un elaborado estandarte o insignia, que representa a una gru- ila, 0 gatza, de color amarillo y verde. Segiin descripciones de cronistas, estos estandartes se elaboraban con tiras de bambi y se recubrian con piel o con una especie de papel (véase Figuras 23 y 24) scbre el cual se pegabaa las plumas femande adofics. o, en'el presente caso, la figura de un pajaro de grandes dimensiones. Puede lamar la atencién a nuestro criterio actual sobre las guerras, que tan ricas y apreciables joyas, representando crecidos valores, se lleva- Sen al campo de batalla, poniéndoias en inminente peligro de desaparecer 55 W. DU SOLIER itremisiblemente. Ello se explica en primer lugar si se tiene en cuenta el gran amor que por la magnificencia en los aparatos de guerta, sentian esos pueblos, Figura 24 Figura 23 Ademas, se persegula otro objeto, el de aparecer ante el enemigo, gra- cias a la pintura del ctierpo y el atavio, ‘con porte espantoso, lo cual podia contribuir en buena parte a la obtencién de la victoria, Este aserto puede comprobarse claramente, pues -el mismo Moctezu- ma Thuilcamina cuando se preparaba a poner por obra cu expedicién militar -56~ DESCRIPCION DE LAMINAS contra los mixtecos, ordené que se dispusiesen todas las cosas necesarias pa- ta-la contienda: los garrotes o espadas de dura madera con filo de obsi- diana; los cuernos de concha con que se tocaba la sefial para la pelea; las pieles de puma, jaguar, aguila y culebra, “para poner temor y espanto a los enemigos" (1). De abi, asimismo, el hecho uniformemente narrado por los cronistas, de que la caida del jefe daba por resultado la huida de todo el ejército. Efectivamente, cuando el general o jefe supremo, con las insignias que re- presentaban determinada entidad mistica o divina, ~ y por lo tanto prome- tedora de triunfo—, caja, significaba que la deidad nacional estaba vencida, y que no cabfa contar con la victoria. Este importante dato histérico fué muy sabiamente aprovechado por el Conquistador Hernando Cortés para la relativamente fécil conquista de los ptieblos prehispanicos. a XV.—Tratase este personaje de un guerrero con las caracteristicas 0 atributos de Mixcoatl, deidad adorada por los otomies, chichimecas y ma- tlatzincas (2); fué tomado de una pintura mural al fresco hallada en la zo- na arqueolégica de Malinaleo, Estado de México. Esta deidad, segin las leyendas mitologicas, fué el padre de Ce-Acatl-Quetzalcoatl Mixcoatl era ‘un dios al que se le atribula una gran cantidad de cua- lidades, pues lo mismo era dios de la guerra que de la caza, ete. Parece haber sido creado.con anterioridad a la constitucion del panteén azteca. Cuando se incorporé a él, se le revistié de nuevas virtudes y prejuicios. Le hemos encontrado en calidad de guersero, con su escudo de bam- ba y plumas, empufiando como arma una larga lanza con punta de pe. dernal. En la cara lleva un antifaz (como salteador de caminos que es). Sus orejeras son de una forma complicada, elaboradas, al parecer, de jade, concha y barro. El gorro o tocado astlaxeli es el comiin a Ia deidad de Mixcoatl (dos plumas erectas). Lleva un amplio collar de concha del cual pende un pec- toral de jade 0 mosaico de turquesas. El maxtlatl propiamente dicho es sencillo y blanco, pero ostenta en la parte posterior un hermoso colgante de brillantes plumas de quetzal, las cuales salen de un disco de color rojo y jade. (Mucho se parece el dibujo anterior de este disco a la representa- cion de la mariposa prehispanica “papalotl”) (védse Figura 25). Tanto en los brazos como en las rodillas luce unos mofios rojos. Ade- ms, de la mitad de Ja pierna cuelgan cascabeles de oro. (2) Tezosagoc “Cronica Mexicana”, cap. 33, (2), Joyee. Capitulo I. as \W. DU SOLIER Por altimo debe sefialarse que pier- nas y brazos aparecen pintados con es- trias blancas y del color de Ia piel. Este adorno podria inducirnos a pensar que representase a Ja deidad Tlahuicalpan- tecutli, o Estrella de la Tarde: pero tan- to las dos plumas del tocado como el an- tifaz nos inclina mas bien a ver en este guerrero a Mixcoatl (1). Las sandalias son sencillas, (Bn la pintura mural estan representadas en blanco) ~N XVIa.—La indumentaria de este personaje pertenece a los tipos clasicos de guerreros principales, o capitanes, del ejército mexicano, que como tales apare- cen en el cédice Mendocino. (Su nom- bre es Tlacochcalcotl) . Figura 25 ‘Toda la figura esta vestida de blanco, ostentando el antebrazo y la pierna decorados con rayas coloradas; sobre el pecho también luce dos franjas, una amarilla y la otra roja (2). El yelmo o especie de casco era probablemenete, hecho de papel o te- la, y representa un craneo humano estilizado. La visibilidad la obtenia el guerrero por las entreabiertas mandibulas del craneo. Del mismo casco sa- len adornos morados y plumas de chamol violeta obscuzo, que venia a cu- brir el arrangue de las vistosas plumas de quetzal. En la espalda soporta tres estandartes que parecen verdaderas ban- deras, blancas sobre mastiles rojos, y rematan en la parte superior dos pe- nachos de plimas de quetzal empotradas en conos ojos y azules, El escudo se construy6 sobre una armazén de carrizos y esté cubiérto de plumas, El dibujo del escudo representa unas conchas en un campo amarillo, con una cenefa rosa. Cuelgan de él flecos de plumas verdes (quetzal). Va armado de una lanza. Las sandalias son sencillas, con ribetes rojos. b.—Condluimos el repertorio de guerreros con la répresentacién de un capitan azteca, tomado de Sahagtin o Cédice Florerjtino. El térax del personaje esta protegide por el ‘cheabuipilli de color azul, y la lamina de donde fue tomado nos corrobora la descripcién que de este pectoral hacen (1) En algunas representaionies de Mincostl también leva el everpo rayado, como en el Cadice Va ticano, por ejemplo. (2) Extan‘etyas, Uogorles en el pecho, segin interpretacién de Seer, resin relacién con Ta Inlién del Saceificlo y Fepresentan e] corazén sallendo de la herida, o bien la sangre a DESCRIPCION DE LAMINAS los cronistas. Debe haber tenido un espesor mas que mediano para haber prestado tan buenos resultados, como lo comprueba el hecho de que los mismos espafioles substituyesen en muchos casos sus corazas de hierro con dicho elemento, sumamente flexible y resistente. Como guerrero de alta alcurnia, luce un penacho de plumas de quetzal montadas sobre unas tiras de cuero 0 tela, rojas, amarillas y verdes; es- te penacho parece haber quedado sujeto a Ia espalda con tiras de bambi. Aun cuando parece rara la forma en que estan colocadas esas plu- mas —creimos fueran remedo de los tocados de plumas usados por algu- nas tribus indigenas de la América del Norte~ tenemos que aceptarlas tal como aparecen ilustradas en el cédice Florentino y aun en el Cocatzin, se- gin mas adelante veremos. Como adornos faciales leva el barbaro bezote y las orejeras cilindri cas, el primero de jade y las segundas de oro (chalchiuhteuteotl y teucuitla- nacochtli): De oro es también el collar con cascabeles. Una especie de faldilla de plumas verdes, amarillas y rojas, de cuyas puntas penden lami- nillas de oro recubren el maxtlatl recamado con dibujos rojos y franjas azules y amarillas, El escudo 0 chimalli estaba en concordancia con los colores emplea- dos en Ia faldilla. Su arma es el macauhuitl. Las sandalias son tan sen- cillas como las del personaje anterior. ~59- Soa as =t ws =a ee a aon i =e Trae LAMINA XVII Embajador Maya LAMINA XVIIE Embajador Nahua LAMINA XIX Embajsdor Nehua EMBAJADORES Nuevamente estimamos indicado preceder la reproduccion de laminas con una corta nota dedicada a la representacion que los embajadores o emi sarios tenian en la vida de los pueblos nahuas. Con tal objeto recurrimos a las claras descripciones que hace Orozco y Berra sobre Io que estos personajes eran, los trajes que llevaban y la im- portancia de los mismos. Estos emisarios se elegian segtin la importancia de la persona que de- bia recibiclos, y conforme a ello se nombraban individuos de mayor o me- Pe Ntategoria © rango nobiliario. Generalmente pertenecian a Ia nobleza, tran de edad provecta, gozaban fama de poser juicio recto y conoctan perfectamente el ceremonial requerido en tales casos: El personaje, ya elegido, vestia las insignias del sefior a quien repre- ntaba,y de ahi 14 suntuosidad con que se revestian la gran mayoria de estos embajadores. Por sus insignias era reconocido su caracter, el cual lo hacia sagrado aun en tierras enemigas! st inmunidad era permanente mientras no se apartaba del camino recto. Durante el viaje era recibido y aposentado; una vez Ilegado al lugar de su destino, los nobles lo alojaban en una casa construida ex-profeso para fos huéspedes, llamada calpixca, en donde se le agasajaba esplendidamente. Posteriormente, se le permitia transmitir su mensaje al principe en una sala de andiencia; [a respuesta no la recibia sino hasta el dia siguiente, por conducto de algunos de los empleados de la corte. 8 W. DU SOLIER Al terminar la ceremonia, dabansele provisiones, se le acompafiaba hasta las afueras de la localidad y su’ mision quedaba conclufda EI que agrediera por cualquier circunstancia a algun embajador, reci- bia severisimas penas. Los embajadores fueron continuamente empleados por los reyes de la Triple Alianza (1) para transmitit mensajes a los selores amigos, para ajustar diferencias o bien para declarar las guerras, Una de las principales caractetisticas del embajador era una especie de abanico, mismo que veremos. reproducido en las laminas correspondientes a este capitulo, (1) Ta Teple Alianza estaba fommada por fot reinos de Mézico, Texcoco. y Atztapotzalo. =o LAMINA XX Rey Nahue con el manto regio LAMINA XXI LAMINA XXII El Rey Axayacot! LAMINA XXIII Rey Mixteca _ LAMINA XXIV Rey Mays DESCRIPCION DE LAMINAS Bn ———-—:==--- I : r | ek bl hy ee XVII.—Como una muestra del alto grado de perfeccién que la cultura maya del Viejo Imperio habia logrado, teproducimos la figura de un proba- ble emisario 0 embajador de aquel pais, revestido con, todo su esplendor y magnificencia. Dicho personaje ha sido tomado del bellisimo relieve del Dintel 42 de la Zona Arqueolégica de Yachilan, Yucatan. Le incluimos junto a otros embajadores porque consideramos que ese individuo tan fastuosamente vestido, bien pudiera ser el noble maya que, con los atributos de su rey, estaba en funciones de embajador, y como tal en una mano ostenta el abanico, con caracteres propios de la cultura del Viejo Imperio Maya. Destaca a primera vista el sin igual penacho de largas plumas ver- dés de quetzal, y otras a las que hemos atribuido el color rojo de quaca- maya; este conjunto plumario aparece empotrado en un objeto, que la ca~ lidad del relieve nos induce a pensar fué rigido (madera probablemente); éste tenia también figuras, que dado el desgaste de la piedra no pudimos precisar. ‘A un lado del tocado surge una especie de catrete largo, del que sa- len cuentas cilindricas de jade y coral (?). Adornése el rostro con nariguera y orejeras (cilindricas), probable- mente de jade. Ostenta sobre el pecho un triple collar que interpretamos como en par- te claborado de cuentas de jade: de dicho collar euelgan tres placas 0 pec- torales circulares. Dada la finura de la obra imaginamos fueran de oro; este collar-pectoral termina en una barra de jade torneada (1) larga y ci- (1) Ba seatido figueado. ~~ W, DU SOLIER lindrica, Adornan los brazos brazaletes y pulseras, sobriamente ornamen- tados con piedras, y pequefias plumas. Las piernas aparecen recubiertas con joyas de metal, plumas y “pie- dras preciosas” (jade). Como remate de dichas joyas, constan unas cabe- citas también en jade. Como elemento de alto valor artistico en Ja indumentaria de estos personajes consta la faja, que segtin Landa les daba varias vueltas alre- dedor de Ja cintura. En el grabado aparece de color azul, adornada con di- bujos recamados. Encima parece haber usado otra faja, o tal vez una ena~ giiilla de color rojo con un brocado en su extremo inferior, rematado por una orla de plumillas policromadas. Encima de todo lleva un cinturén en cuyo centro luce un fantastico mascarén de metal con plumas a ambos lados. Debajo de estas fajas porta un doble maxtlat! rojo y azul. que puede corresponder a las dos diferentes fajas mencionadas. Las sandalias son ri- cas. con la talonera decorada con flecos de plumas. XVIM.—La presente lamina fué tomada del Cédice Mendocino, en donde se dice representa a un valiente capitan. Le hemos agregado el abanico clasico de los emisarios mexicanos y de ello resulta una visién de lo que pueden haber sido los elegantes y si- cos embajadores que Moctezuma envié a Cortés. Nos hemos fundado en To que los cronistas dicen, y que no podemos menos de considerar, respecto a que a Cortés, ~a quien las tradiciones pre- sentaban como la personalizacién del retorno de Quetzalcoatl (1) a tierras mexicanas—, tenfan que haberle mandado como embajadores a sefiores muy principales. Este capitan eva el pelo amarrado en la parte superior como los va- lientes, y sujeto a este “‘copete” cuelga un hermoso iris de plumas rojas, amatillas y verdes, adorno que era también afin al guérrero conocido por st arrojo. La manta de hombros es azul, y lleva bordados en blanco. En la: cara, en calidad de adorno, aparece el bezote de obsidiana y la orejera cilindrica dé oro. Rico collar de jade y oro ostenta en el cuello, El maxtlatl es blanco y sencillo. Las sandalias estaban ribeteadas de rojo. XIX.—Embajador mexicano es también el de esta lamina, al que asi- mismo hemos tomado del Cédice Mendocino. Luce el pelo y el tocado se- mejante al anterior, Pudiera tratarse de un sacerdote del culto de Quet- zalcoatl. : (1) Deldad maxima de los pueblos de Anshuae, 6 DESCRIPCION DE LAMINAS El bezote es de jade y la orejera de oro, con colgantes de plumas. Lo que varia principalmente en esta figura es el dibujo de la manta que representa el ehecacoxcatl, 0 joyel del viento, seguramente porque el per- sonaje pertenecia a alguna orden de Quetzalcoatl, o alguna deidad analoga. El color de la manta es rojo y los dibujos probablemente se lograron zon plumas entrelazadas de ganso. En la mano lleva el clasico abanico, Las sandalias son sencillas con ribetes rojos. ~0- i stl ee oe = to ed to) ee a" 1 Safed saat ak eea s viene eee ioe SL —— ee rds ss - = 2 sss saa ee REYES Y PRINCIPES (DESCRIPCION DE LAMINAS) VI Puede afirmarse que una de las principales caracteristicas del rey consistia en el uso de una manta de hombros azul y blanca, cuyo nombre era xinhtilmatli y que entre los reyes mexicanos venia a representar lo que la Pairpura real significé para los monarcas europeos (véase Lamina XX). __, Generalmente, cuando visitaba los diversos Teocalis o templos de la ciudad, vestia de blanco; en las grandes solemnidades y fiestas su indu- Figure 26 mentaria variaba de color y dibujo, conforme al rigor de Ja etiqueta. En las ceremonias piblicas se ponia el copilli, co- rona o diadema de oro y piedras preciosas, en consonan~ cia con la manta, o bien otros adornos como nariqueras de Ambar, cristal de roca, de oro, anillos, (véase Figura 26) orejeras, brazaletes, etc. Los principes vestian telas de ichtli pita cuando ‘aun no habian salido a la guerra; si ya se habian distin- guido en batallas podian portar mantas de algodén blan- as, con cenefas de colores. Sus sandalias solian ser muy variadas (véanse Figuras 27 y 28). Como muestra de las més variadas indumentarias que llevaron los reyes mexicanos representamos las que reproducen las laminas XX, XXI a, XXIb y XXII. 3 \W. DU SOLIER Los personajes representados en las laminas XXIila y XXIIIb han sido tomados del Cédice Vindobonensis y, a nuestro entender, pertenecen a la cultura mixteca, Dado lo suntuoso y vistoso de su indumentaria, nos hemos inclinado a incorporarlos entre las grandes figuras de nuestra historia prehispanica. Figura 27 Figura 28 EI de la lamina XXIV fué tomado de la obra “Arquitectura Maya” (1) y segiin Ia leyenda del calce se trata de un rey maya en su trono, Pre- sentamos en la lamina XXla el retrato del rey Quahilatzaciulatzin, toma- do de la coleccién Aubin. En esta figura puede apreciarse la ingeniosa y elegante manera de arreglarse el cabello, adornado con pequefias plumas verdes y rojas. La manta es de un azul palido con dibujos de catacoles en rojo, y una orla o ribete de fina plumilla roja. E| maxtlat! es sencillo, blanco y rojo; hace juego con lamanta. Las sandalias también Ilevan los colores de la manta y el maxtlatl. Los adornos del rostro son el bezote y las orejeras cilindricas, de ob- sidiana. En la mano izquierda, ademas de la pulsera de precioso jade, lleva una especie de cetro. Por iiltimo, en la mano derecha soporta un delicado aba- nico de plumas verdes con mango, al parecer de obsidiana. XXIb.—La reconstruccion de la indumentaria de este rey fué lograda, por medio de la descripcién de cronistas contemporaneos de Moctezuma Il, (1) George ©. Patten - 1926. ~n- REYES Y PRINCIPES asi como de otras descripciones referidas a los mantos y maxtlatl usados por reyes mexicanos, La capa de hombros y el maxtlatl fueron elaborados imitando la piel de jaguar con ribetes de plumas rojas; los nombres respectivos de estas dos prendas regias son ocelotilmatli y ocelomaxtlatl ("manta de piel de ja- guar" y “cefiidor de jaguar"). Lleva el maxtlatl encima de una especie de blusa rosa claro, con ri- betes rojos en las mangas y en la orilla inferior de la blusa. En las piernas ostenta adornos de oro, y en la cabeza la corona o copilli (1); de la parte posterior arranca rico penacho de plumas verdes de quetzal y plumas ro- jas de guacamaya. XXII.—E] rey de esta lamina esta tomado del Cédice Cozeatzin; re- presenta a Axayacotl, sefior de México, con la indumentaria que portaba cuando combatié contra los de Tlaltelolco, en cual accién mat6 personal- mente a Teconal y Moquihuix, sefiores de dicha localidad. Su indumentaria es por demas magnifica, resaltando principalmente el airoso penacho y el plumaje de la espalda, elaborados todos ellos de colas de quetzal (pajaro clasico de las zonas torridas de México y Guatemala). Se habia discutido durante mucho tiempo el origen y uso del penacho de plumas que sobre la cabeza ostenta el personaje de esta lamina (el ori- ginal existe actualmente en el Museo de Viena) y el gobierno de México mand6 hacer una copia exacta del existente en Viena, que puede verse en uno de los salones del Museo Nacional de Antropologia. Hasta nuestros dias, gracias a nuevos y prolijos estudios, tras haber identificado la indu- mentaria del Rey Axayacotl, se ha sabido a ciencia cierta de la aplicacién del portentoso penacho. Los colores predominantes en él, son el verde, amarillo, azul celeste, rojo (plumas del pajaro llamado picocuchara~Platalea-Jaja), y oro (en for- ma de laminillas recortadas en varios dibujos). Tanto el penacho como el plumaje de la espalda estan unidos a una alma de bambi, que se ataba fuertemente a la espalda del rey. EI traje propiamente dicho, con el que este personaje aparece en el Cédice Cozcatzin, es una variante del traje del dios Xipe-Totee (2) (0 sea el que porta la piel del Desollado). Lo representamos con una camisa de azules plumas de cotinga, ador- nado con otras espléndidas plumas de quetzal y cuchillos de finas laminas de oro. Las orejeras y bezotes son asimismo de oro; luce ademas un collar de cuentas y laminillas del mismo metal y un pectoral de jade. (1) Seler opina que el verdadero nombre de esto corona real mexicana era el de Xiuhuiteoll. (2) Interpretaciéa personal de la eviturs del Cédice BH

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