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LAS CIUDADES MARAVILLOSAS (Parte 1)

En las ciudades maravillosas existen ríos con inmensidad sonora de múltiples colores, de calma y agitación.

El olor a violetas y los cantos de los zorzales negros que sobresalen del caos vehicular.

El río Suquía que, aunque esté acorralado en un conducto de cemento atravesando toda la ciudad, los días de lluvia, se
desborda con la fuerza suficiente para tomar los paredones, salpicar las calles, sonando fluido, salvaje, vivo y maravilloso.

En las ciudades maravillosas pueden verse las capas y capas de tiempos e informaciones en algunas paredes, entre colores,
ladrillos, cemento, escrituras con distintos materiales, papeles afiches, propagandas, publicidades, suciedad, moho;
muchas veces fragmentos de tantísimos elementos que conviven en simultáneo, condensando en su superficie
movimientos, fricciones, contradicciones, posibilidades y contextos.

En las ciudades maravillosas hay olor a tilos como los de la Avenida Colón que me recuerdan a la navidad, a las vueltas a
casa después del boliche.

Tienen playas y flores de lavanda y lugres como Villa ventana, con calles de tierra y cabañas, bosques con pinos y su paisaje
verde y sus sierras.

Por suerte cuento con mi cámara que me brinda la posibilidad de ver en profundidad. La idea constante de aventura. La
posibilidad de ver más allá de obvio y de poder modificar los espacios fotografiados, de observar las sierras y el hermoso
paisaje que tenemos, recorrerlo y sentirlo.

Algunas ciudades maravillosas tienen forma de cuadrícula como La Plata, con sus calles de azares, de paraísos, de tilos, de
fresnos, de palos borrachos, de robles, de ginkgos. En primavera cerrando los ojos se podría adivinar por donde andamos.

Las ciudades maravillosas tienen distintas tonadas, cadencias e idiomas, olor a especias y colores como la feria boliviana
de Liniers. Lo cosmopolita de la ciudad de Buenos Aires con plazas, bares, comidas y costaneras.

La sensación del recuerdo al sentir algún aroma y buscar en la cotidianeidad ayuda para que la vida tenga otras
características, sentarnos a leer en la costa del rio y ver caer el sol.

Existen ciudades maravillosas como Monte hermoso y su playa que enamora. Sus atardeceres, las noches estrelladas de
verano y el sonido de las olas... su paz.

Las ciudades maravillosas tienen manos de madres, amasando la masa de las empanadas o las pastas de los Domingos o
el pan dulce de Navidad; con su magia, su sabiduría y su amor para la caricia perfecta en el momento necesario.

Tienen olor de la tierra mojada, el lago donde atravesé casi toda la vida y el recuerdo de la alegría y los sueños compartidos.

Algunas tienen mar, con su inmensidad, su turbulencia y caos y la calma absoluta. El cielo de colores magníficos, la
sensación de estar rodeada de nubes y nuevamente la inmensidad llena de belleza y los cielos siempre distintos.

Las ciudades maravillosas se llenan de momentos en que se cumplen las actividades que requieren constancia como
estudios, ejercicios físicos, alimentación saludable. Y eventos organizados donde puede comprobarse que todo ha salido
según lo planificado ¡y que haya sido del agrado de las personas que participaron en él!
Cuando hay paisajes de campo y lugares sociales. Casas, escuelas, clubes, los olores a tierra y a flores y también cuando
Las personas que quiero están cerca. Los compañeros, las hermanas, las sierras, los árboles de mi barrio y sonidos de
pájaros. La ciudad de Resistencia y sus periferias.

Los atardeceres junto al río Paraná en La Paz, Entre Ríos, su silencio, sus canoeros pasando, las aves, esa expansión enorme
que nos ofrece cuando lo miramos en altura, los reflejos en la cara, esa sensación increíble.

Las ciudades se vuelven maravillosas cuando compartimos tiempo de calidad con nuestros hijos, tiempos con dedicación
exclusiva, en el que leemos, paseamos o hacemos algo que desean.

El aroma de los eucaliptos que hay en el camino que lleva a mi casa actual: me llena de buen humor y tranquilidad.

La Feria de colectividades en Rosario, un evento enorme, familiar, donde se nota mucho el esfuerzo, que es una gran
familia, para poder poner un espacio que reciba y albergue, un espacio donde mostrar sus raíces, probar su gastronomía,
ver sus bailes típicos, se genera un clima hermoso, familiar, inundado de risas, juegos, convivencia, es un valor muy
importante porque es una fiesta pública, y para muchos lo público es lo único.

Las ciudades maravillosas tienen lugares como una playita de nuestro balneario al que vamos con una amiga y en el que
encontramos la paz más absoluta. Nos sentamos en el pasto a mirar el río que corre en ese momento embelleciendo las
siestas, desde allí sentadas podemos ver la barranca

La sensación de libertad absoluta cuando salgo a caminar y bordeo toda la ciudad en un solo recorrido, siento que la
abrazo y contengo y ella me da la razón, soy esa que camina, nada más ni nada menos.

El olor al pan recién horneado de la panadería de la esquina de mi casa que inunda la ciudad a la mañana temprano

El brillo de Buenos Aires a la noche, con su movimiento, sus calles transitadas, los edificios iluminados, esa velocidad, ese
vértigo, la música de los espacios abiertos, las charlas de los transeúntes, el olor a comida al paso, la diversidad cultural y
estética que inunda de bellezas las veredas, las infinitas luces de los autos que no paran de pasar, esa sensación de que la
ciudad nunca duerme...

Salir a caminar por la costa del río junto a mi perra, respirar el aire puro y quizás encontrame con amigos del pueblo si es
que hay coincidencia

Las ciudades maravillosas tienen animales, son seres fuertes, resilientes, inteligentes, sonoros, sensibles, amorosos.

Los perros en las calles, cuidados por organizaciones, son regordetes, con pecheritas distintivas, muy peludos. A veces te
sorprenden en el camino, te acompañan por un par de cuadras y después siguen el suyo. Su pelaje asombroso, de una
textura que te da paz.

La belleza de la naturaleza, que asombra. Las montañas, el mar, los colores, los atardeceres, las estrellas, somos ínfimos
ante su inmensidad. Su sutileza, su fuerza vital, el aire limpio y puro. Sus bellezas que te impactan tanto que te emocionan
hasta las lágrimas.

El Teatro El Pulmón de San Miguel de Tucumán- un teatro independiente de base cooperativa, hicimos obras de teatro
maravillosas, el teatro es pequeño, para 60 personas pero alberga al maestro Carlos María Alsina quien fue muy generoso
conmigo tanto en su conocimiento teatral como con su casa-teatro.
Las ciudades maravillosas nos brindan esa sensación de estar conociendo un lugar nuevo cada vez cuando vas de visita a
otro lugar o cuando salís de tu casa para relajar, caminar, pasar un tiempo fuera. Las ansias por conocer por primera vez
un bar, una confitería, una librería, una localidad, un paraje, o simplemente la experiencia de cada salida, que es nueva
cada vez.

En Purmamarca, la casa de mi bisabuela, de ahí vienen mis ancestras, siempre voy y hablando de refugios es uno de ellos.
Purmamarca es un lugar muy tranquilo, rodeado de cerros de colores, el sol más hermoso, el viento con tierra que corre
con su encanto, el cielo estrellado por las noches, la música que habita en el pueblo todo el día son ecos de una
ancestralidad que no se pierde. "

Sentarme a ver el sol en diferentes horas del día, mi preferido es verlo caer en la tardecita y ver sus colores rosados y
anaranjados, escuchar a los pájaros que vuelan cantando buscando sus nidos y si está frio y nublado o llovizna también
me gusta.

Las ciudades maravillosas tienen que estar frente a un río o un mar. Esa sensación de estar cerca del agua, como en Rosario
y en el Pueblo Esther. Y si tiene una barranca o acantilado, para ver el agua desde la altura mejor todavía para poder
observar lugares lejanos.

Tienen lugares como Salsipuedes en las Sierras Chicas de Córdoba, una casa y un patio en las sierras, estar rodeada de la
familia y de perros y gatos y de un pedacito de monte autóctono, sentir el ruidito del agua correr entre las piedras junto
a la brisa del viento, ver los arboles moverse y sus hojas secas y el aroma a jazmines.

Los atardeceres vistos desde las terrazas, los pájaros que se escuchan en la madrugada, observar el universo de cada
persona en los espacios públicos.

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