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EL CIRCULO DE LA VEJEZ 1° Conmocién Habiendo participado, escalén por escalén, del camino de la vida (Figura 4), creciendo y progresando en diferentes niveles de realizacion, cierto dia el hombre accede al ultimo peldafi. A partir de allf la sociedad, el cuerpo, la familia, y toda la cultura en él mismo incorporada como tradicién y mito, le presentan la irrevocable verdad de su vejez. Ya es viejo, ingresé al espacio y al tiempo de la tercera edad. Aqui y asf comienza a rodar este circulo o cadena de vivencias que, a la manera de una crisis vital, le exigira una respuesta. Es asi que la realidad de la vejez que se concientiza 0 se impone, origina una primera reaccidn: el shock o la conmocién. Tal como la plantea Aragon, la vivencia del shock seria “Pero que ha pasado?... La vida... y soy viejo”. De la manera como el hombre maneje este primer estado de conmocién y la respuesta que dé a esta situacién, sera la tonalidad que matizaré la vida que inicia partiendo desde sn vejez. Por otro lado se da el hecho de haber accedido a aquel momento de la vida para cl que una persona se prepara habitualmente. La previsién social, la idea de la abuelitud, la realizacién profesional, etcétera, son fndices de que consciente 0 semiconscientemente el hombre se va prepa- rando para cuando llegue a viejo. Y ahora que ese momento ya ha llegado, lo sorprende como algo que irrumpe como si en realidad no se lo esperara. Muchas son las variables que se cruzan al momento de ponernos a pensar el por qué de esta reaccién. Por ejemplo, la variable social, con su actitud de marginar a aquellos que aparentemente ya quedan fuera de la productividad comu- nitaria y la firma de la muerte social de una persona al momento de la burocracia de la jubilacién, beneficio previ- sional que ha perdido en las ultimas décadas el cardcter jubiloso que originalmente pretendié poseer. Por otro lado, la variable familiar, representada por una dindmica que no esta preparada para incorporar en su movimiento un nuevo 37 tEscaneago con Lamocanner rol, porque cada uno debe estar en lo suyo y no hay tiem } PO para perder, de modo tal que la “lentitud” del jubilado y su ociosidad molesta al punto de la exasperacién. Asimismo, la variable econémica, que reduce en un alto porcentaje ¢| ingreso; Paulo VI definié a los ancianos como los “nuevos pobres”, y la certeza de la definicién esta dada por la verdad de la situacién, de personas que habiendo sido sostén de familia durante arios, de la noche a la mafiana pasan a ser sostenidos —en el mejor de los casos— 0 pobres sin sostén alguno. Sin olvidar la variable orgdnica o corporal, que también acerca problemas y perturbaciones que antes no habia presentado. Finalmente, la variable espiritual enten- diendo por ésta, el conocimiento o la ignorancia de los recursos espirituales y su buena o mala administracién a los efectos de disponer una nueva dindmica a la propia vida. En fin, como vemos, quedan serialadas una serie de circunstan- cias que instalan al hombre, casi sin pensarlo, en la posicién de tener que enfrentar esta tarea vital. Y la reaccién de shock o conmocion se da, precisamente, porque el hombre, en tal posicién, se hace la siguiente pregunta: {qué esté pasando? gqué puedo hacer? {qué voy a hacer? La vivencia de esta primera expresién del bloqueo total, especialmente espiritual, es, por lo visto, una respuesta adaptativa y normal si puede ser resuelta convenientemente y se dispara de alli en adelante una actitud significativa, con sentido. Si el individuo no puede saltcar este primer momento, se produce una fijacién en este estado emocional que convierte en crénico este panorama. Cuando ésto sucede, se instala entonces en un continuo estado de indiferencia y bloqueo; el hombre fijado en la etapa de la conmocién, vive continuamente desconcertado y des- orientado, como prolongando indefinidamente la pregunta “jqué estA pasando?”, en la imposibilidad de darle respuesta y no entendiendo absolutamente nada de lo que ocurre @ SU alrededor. Escaneado con CamScanner EL CIRCULO DE LA VEJEZ 2° Negacion Una de las maneras de cémo puede superarse este primer momento de la conmocién, es la negacién. El hombre que se resiste a aceptar esa no-vida que aparentemente le plantea su panorama vital y se defiende de aquella vivencia a través de la negacién o no aceptacién de lo que lo angustia: “yo no soy un viejo”, En este caso, la negacién es un mecanismo importante que revela, primeramente, que el hombre esta vivo y no se resiste a claudicar, a jubilarse de la vida. En tal sentido es, originariamente, una respuesta adaptativa ante esta violen- cia de la naturaleza humana que significa ver a la vejez como una escalada descendente y declinatoria, cuando la vocacién del hombre se identifica desde el origen y por siempre como un ascenso significativo y continuado, sin fracturas ni discontinuidades. Es asi que la negacién parece responder a una actitud curiosamente oscilante del hombre, entre “saber” y “no saber"; por un lado, esta tomando conciencia de su ingreso en la zona de la vejez, pero por el otro lado, actuia y pretende mostrarse como si aun no lo hubiera hecho o como si no se digra cuenta de que lo esta haciendo, Es de esta manera como pretende protegerse de la discriminacién, del senti- miento de aislamiento, de la sensacién de haber perdido el mundo que antes —joven— posefa, de la vivencia de que la vida se acaba, del apremio del fin de los proyectos que ya no podran ser. No hay bienestar interior sin la posesién de cierta esti- macién de si mismo; y la negacién pretende apoyar una autoestima que, partiendo de la desorientacién y del descon- cierto inicial, ha perdido dignidad y valores. Si los otros no lo ven viejo y si él mismo no se ve viejo, entonces seré que no lo es. El mecanismo magico de la negacién esta echado a rodar y asi puede superar la conmocién inicial. Serialo una vez mas que esta negacién tiene, en principio, una funcién de apoyo o defensiva que debemos contener. Si es una actitud que se fija sostenidamente en el tiempo, la 39 tEscaneago con Lamocanner CLAUDIO C. GARCIA PINTOS vejez adquiere un matiz de inmadurez e inautenticidad; una verdadera ficcién o “como si” de vida, sostenida sobre la base del sufrimiento y la ansiedad. Las formas cémo esta negacién se manifiesta, son coti- dianas y claras. Especialmente estan en el orden del aspecto corporal; la vestimenta, el color del cabello, el aspecto de la piel y la aparicién de las arrugas, la demostracién de la vitalidad mental, fisica —deportes p.e.— y sexual. En realidad, reitero, que una persona al ingresar a la vejez, pretenda mantener un aspecto juvenil y vital es légico y natural, adn cuando adquiera por momentos visos de negacion de su realidad evolutiva, Pero, cuando esta actitud se fija, alli comienzan las consecuencias emocionales y se perfila un matiz sostenido en la vida de ese individuo. Muchas son las personas que Ilegan a esta edad con preo- cupaciones exageradas acerca de su salud y aspecto, llegan- do a intentos compulsivos por permanecer jévenes y sentirse vitales y atractivos como antes. Por ejemplo, la secuencia de operaciones plasticas e implantacién de prétesis de todo tipo para acceder a una imagen corporal juvenil, el vestirse y vivir como jévenes 0 adolescentes, el practicar deportes de una manera no adecuada a su edad, etcétera. Pero entiendo que la manera més clara de esta negacién compulsiva es el estar pendientes de aventuras amorosas, especialmente, con personas mucho mds jévenes. Y digo que es un ejemplo claro porque debe entenderse en esta busqueda de la aventura sexual, dos niveles de manifestacién: por un lado, el demos- trar la vitalidad fisica y sexual y ostentar, a rafz de la juventud de la pareja, el ser atractivo/a o sensual o seductor/ a. Y por otro lado, recibir a partir del encuentro, juventud o jovialidad de parte del otro. Como si en la aventura y eventualmente en la relacién genital, el otro, el partenaire, le donara cierta jovialidad. Curiosamente, estas personas que compulsivamente nicgan su realidad de viejos a través de las aventuras amorosas, en una pretendida ostentacién de su vilalidad, juvenilidad, potencia para el placer, se encuentran corriendo una carrera contra el tiempo, arriban- do, inexorablemente, a un real empobrecimiento de su vida 40 eEscaneago con Lamocanner BL CIRCULO DE LA VEJB2 emocional y demostrando, en definitiva y e contrariamente a lo que pretenden demostrar, una real carencia e imposi- bilidad de goces genuinos. Incluso en el intento de reforzar la imagen de potencia y vitalidad, de fuerza, incrementan la fragilidad psiquica y emocional, exponiéndose a situaciones humillantes y atin ridiculizantes, demostrando incluso una cierta tendencia autodestructiva. Otro camino de la negacién es la no identificacién con el grupo de personas mayores —ancianas 0 viejas—, sus pares, percibiéndose a sf mismos como si estuvieran fuera de este grupo cuando cronolégicamente pertenezcan a él. P.e. se traduce en frases tales como “pobre viejo”, “yo no quiero estar con todos esos viejos”, etcétera. Se refieren entonces a si mismos como ajenos a ese grupo de personas porque ellos son viejos, aunque, incluso, su edad sea mayor que la de aquellos a los que se refieren. Es asi que la actitud negadora de la vejez, especialmente en su manifestacién compulsiva, genera la fijacién del hombre que envejece en esta etapa del cfrculo 0 cadena de la vejez y le imposibilita el acceso al goce genuino de la edad. La manifestacién mds comun de esta actitud negadora, suele encaminarse en el orden del refugio en una eternizada juventud, a través de una exagerada preocupacién por el cuerpo, la busqueda de halagos y admiracién por la belleza y la actividad desenfrenada. La aparici6n de sentimientos juveniles como refuerzo de la negacién de la vejez, se traduce en una cadena 0 circuito que reconoce como pasos, la idealizacién de la juventud, la identificacion con ella, la negaci6n de la propia edad y la evasién ilusoria de la crisis. 3° Fastidio Cuando un individuo no queda fijado en la etapa de la negacién, es decir que no llega al punto de la negacién compulsiva, la realidad de la vojoz se impone, superando o 41 eEscaneago con Lamaocanner desbordando los enmascaramientos anteriormente propues. tos. De modo tal que la conciencia de la vejez ya es un hecho y ésto da lugar a la tercera etapa del circulo, es decir, el fastidio o la rebeldia. Esta vivencia tiene su origen en un creciente sentimiento de impotencia respecto de la posibilidad de enfrentarse con las vicisitudes de la tercera edad y el apremio del tiempo que sigue su paso inexorablemente. El hombre se siente impotente porque habiendo intentado distintos caminos para evitar, detener o contener el paso del tiempo, no lo ha logrado y se siente llevado por la vejez hacia el fin. La vivencia de la imposibilidad para vivir significativa- mente la vida, sumada a la anterior —la vivencia de que no puede detener el paso del tiempo ni recuperar el tiempo pasado—, origina un sufrimiento, una crisis de sin-sentido, cayendo en un estado de vacio existencial. Todo ésto origina Ja conciencia de estar engendrando el mal en si mismos, quebrantdndose la autoestima ya deteriorada al acceder dolorosamente a los contenidos negativos de la interioridad. Asi, la propia vida es vivida como la encarnacién de la insatisfaccién, los fracasos, la impotencia y el desamparo. Ante la imposibilidad de enfrentarse con este “enemigo”, se produce una proyeccion del conflicto al exterior, especial- mente dirigido hacia los jévenes, y esta etapa de fastidio suele traducirse en una rebeldia contra la sociedad joven, fuera del espacio de la vejez; como si la existencia de esos jévenes, fuera la rafz de la propia vejez o su presencia un testimonio por contraste de la propia situacién evolutiva. Por otra parte, ellos tienen delante suyo todo el tiempo y todos los proyectos para realizar, cuando él mismo ya ha perdido —o cree haber perdido— toda esa riqueza. Los rasgos caracteristicos de esta etapa de fastidio, son el continuo descontento, la susceptibilidad, la incesante irascibilidad, la reivindicacién obstinada de los tiempos pasados “que siempre fueron mejores”. En definitiva, el valor del fastidio se da en el orden del proyectar hacia afuera el conflicto con la posibilidad de 14 resolucién al momento de poder desplegar toda la rebeld{a 42 eEscaneago con Lamocanner EL CIRCULO DE LA VEJEZ que se origina cuando esa crisis del sin-sentido se instala. Algo asf como un desayote de estas emociones de adversidad o contrariedad, para poder elaborar asi una actitud positiva ante la propia edad La fijacién en esta terecra ctapa del cfreulo de la vejez, perfila una tercera edad muy especial, exteriorizacién de la creciente ansiedad por ser viejo y la vivencia de la miseria interior irreparable. Los puntos claves de este tipo de fija- cién son la sistematizacién del negativismo, la disconformi dad y la oposicién; la presencia continuada del reproche, la critica colérica y diversas formas de agresividad que repre- sentan y expresan, ciertamente, una tendencia autoagresi- va y autodestructiva, incluso de autorreproche. Serdn, entonces, ancianos insatisfechos, disconformes con todo aquello que se les puede acercar, demandantes por excelen- cia atin cuando denuncien que nada de lo recibido satisface su expectativa y necesidad, como eritica a lo que la sociedad les da; viven continuamente en la comparacién de lo actual con lo pasado, en una competencia que siempre gana el ayer. 4° Depresién Cuando esa vivencia del sin-sentido y del vacio interior no es profunda, cuando ni la negacién ni el fastidio pudieron obnubilar totalmente la percepcién de la realidad del hombre al punto de discriminar finalmente el espacio natural y genuino de la vejez, cuando tuvo la ecologia afectiva que le permite verse y sentirse contenido atin siendo viejo, el hombre no queda fijado en la etapa de la rebelién y puede asf acceder al enarto estado del efrenlo: la depresién. En este punto, queda dicho, no se puede mantener la actitud negadora ni la rebelde, y el hombre esta obligado a Teconocer su condici6n; la grandeza y la crudeza de la verdad supera siempre la astucia de aquellos mecanismos que suele el hombre disponer para evitar su concientizacién. Una vez que la propia condicién es reconocida como tal, el hombre suele deprimirse. En este momento dirige esos 43 eEscaneago con Lamocanner CLAUDIO C. GARCIA PINTOS sentimientos de fastidio que antes habia proyectado, en un movimiento introyectivo, los hace propios —o los reconoce como tales— y entra en relacién con aquella parte de la interioridad que origina el conflicto. Entra en dialogo con sus propias miserias y limitaciones por un lado, y con sus propias y genuinas posibilidades y recursos por el otro. La vivencia depresiva es un paso necesario y satisfactorio en el proceso de elaboracién del propio envejecer. Realmente es alli cuando el hombre accede cara a cara a su propia condicién, ya sin negaciones ni disfraces. Es ahora cuando esta desde el interior y desde su naturaleza espiritual en condiciones de escuchar esta apelacién que surge de su propia esencia y que lo invita a un movimiento creativo para responder desde sus riquezas a la superaci6n de las miserias de su condicién actual. Muchos creen que es aconsejable evitar la emergencia 0 la vivencia de estados depresivos en este punto. Mas atin, creen que es una buena contribucién el tratamiento de los mismos con la negacién (por ejemplo, “no, pero si vos no S08 viejo”) pero obteniendo, la mayoria de las veces, el efecto contrario, es decir, la profundizacion de la depresion. Esto se da por varias razones, pero fundamentalmente por las siguientes: * primero, porque ahora que el hombre ha Ilegado a ver con nitidez y crudeza que es viejo, es una violencia el intentar convencerlo infantilmente que no lo es; més atin, el pretender negarle a un viejo consciente de su condicién de tal que lo es, es recibido por éste como un trato que lo considera un tonto o una criatura. * en segundo lugar porque se favorece la confusién del viaje que, convencido de lo que es, ahora recibe datos en contra de tal convencimiento. Finalmente,entonces, ,qué es? Si por su situacién social, laboral, familiar, sanitaria, etcé- tera, ya ha dejado de ser joven, ha perdido la identidad de joven y por la actitud negadora de los otros no puede acceder ala identidad de viejo, entonces, {qué es, joven, viejo o nada? Asi se profundiza la depresién. 44 eEscaneago con Lamocanner EL CIRCULO DE LA VEJEZ * en tercer lugar, porque si realmente no cs un viejo, habrfa cosas que tendria que hacer y sin embargo no puede. Pero si se le insiste en que no es viejo tiene que poder. Este apremio puede generar situaciones humillantes y frustran- tes y profundizar los estados depresivos normales. En realidad podria enumerar otras consideraciones pero entiendo que lo importante es ejemplificar répidamente que Jo fundamental en este momento de confusién para el ancia- no que esta buscando una identidad, una referencia firme donde poder encontrar un reflejo de su condicién, es un cédigo necesario para él. Por lo tanto, la misién de los “otros” —familiares, psicélogos, médicos, amigos, la comunidad toda— ante el desarrollo del cfrculo, pero especialmente ante la emergencia de los estados depresivos, es la de mantener una comunicacion abierta y franca con el hombre que envejece y nunca impedir tales depresiones sino mas bien ayudar a sobrellevarlas de la mejor manera. Lo impor- tante, aquello que permite la superacién de las vicisitudes de la identificacién del anciano y la superacién de los estados depresivos de referencia, es lograr un contexto de compren- sin sobre la base de la verdad y una relacién fructifera que no sea entorpecida con mentiras y falsas esperanzas. Quien no pueda superar este paso dentro de la cadena vivencial de la vejez, quedard fijado en él y viviré una edad con la tonalidad del desdnimo y la melancolfa. Todos los matices de la depresién marcaran cl paisaje de los afios por vivir, con la vivencia sostenida de ser nada por no haber po- dido acceder a una identidad vital asumida y plenificante. La vivencia del vacfo interior se habré instalado y originara la emergencia de sintomatologia organica que conformaré acabadamente el panorama de un cuadro depresivo neuré- tico. 5° Aceptacién Si el hombre puede superar la etapa de depresién, accede 45 eEscaneago con Lamocanner CLAUDIO C. GARCIA PINTOS a este quinta paso del circulo que es la aceptacién. En el estado anterior, la emergencia de la verdad habia obligado al hombre a introyectar todo aquello que habfa proyectado y a desarmar todo aquello que habia armads, en la intencién de negar o distorsionar la realidad de su condicién. Esta situacién lo habja llevado a vivir ciertos estados depresivos. Ahora bien, segin cémo maneje esa verdad que ahora tiene ante sus ojos, sera el fracaso de quedarse fijado en la depresion y hundirse en el vacio interior por no encontrar donde asirse, 0 serd el éxito de acceder a la aceptacion de su edad. En este caso, podria decirse que ha encontrado un elemento donde hacer pie y detener su caida en el vacio sefialado. E] aceptar la edad significa reconocer y asumir el punto vital donde se encuentra ubicado y la imposibilidad de renegar de él, la falsedad de negarlo y lo infantil de preten- der eternizar una juventud que, irremediablemente, ha quedado atrds. E] aceptar la edad significa ubicarse en el lugar de viejo y comprender que hay proyectos que ya no podrdén ser, limitaciones fisicas y un futuro que se acorta. Es asumir que hasta ese momento se ha vivido, posiblemente, corriendo irresponsablemente o se ha manejado sin prevision el tiem- Po y que a esta altura ya no tienen lugar ni la carrera desenfrenada ni la despreocupada administracién del tiem- po. Durante mucho tiempo se ha pensado, e incluso hoy, que el éxito de la vejez es llegar al punto de asumir que uno es viejo, concientizar la edad que uno tiene, acceder a la propia verdad evolutiva, y actuar entonces de acuerdo a esa con- dicién. En este momento me interesa sefialar que en reali- dad entiendo que ese no es el verdadero éxito, aunque se presente como un paso previo y necesario para llegar a él; es la vispera del éxito, pero aun falta un trecho para lograrlo. Y sefialo ésto por lo siguiente: creo que un gran error de nuestra cultura es identificaT a la gente segun su condicién, por ejemplo, Juan es un adolescente, Maria es negra, Pedro es psicélogo, Pablo es 46 eEscaneago con Lamocanner EL CIRCULO DE LA VEJEZ viejo, Lucas es un cardidpata... . Y creo que ésto es un error porque si bien la condicién de cada uno es una fuente dadora de identidad (porque si Juan es un adolescente no es ni un nifio ni un adulto ni un anciano; si Maria es negra, no es ni blanca ni amarilla; si Pedro es psicélogo no es ni médico, ni abogado ni albaiiil...), cada uno de ellos no es solamente eso que decimos que son; esa condicién no llega a definirlos acabadamente porque son mds, son mucho més, son perso- nas. Esto parece una obviedad y hasta una tonteria sefia- larlo, pero, {por sefialar lo que cada uno es, no olvidamos a veces lo que realmente son? Esto tal vez sea asi porque estamos mds preparados para manejarnos con estereotipos y no con personas; por ejemplo, si Marfa es negra, todos sabemos eémo son los negros y eémo debemos tratarlos y qué podemos esperar de todos ellos; y si Lucas es un cardidpata, todos sabemos cémo son y qué necesitan, qué decirles a todos los cardiépatas; y si Pablo es un viejo, tadas sahemas cémo son y qué tenemos que hacer por todos ellos. Pero si nos salimos de los estereotipos que terminan despersonalizando a cada uno de nosotros y recordamos que son personas, tnicas e irrepetibles, con necesidades, expectativas e inte- reses genuinamente peculiares y singulares, gsabriamos qué hacer por cada uno de ellos mas allé de su condicién? Seguramente nos plantearia un gran dilema el tratar a cada uno de ellos como personas irrepetibles que nos presentan la necesidad de responderles y tratarlos de maneras origi- nales, adecuadas a cada caso. Seguramente lo que la define a Marfa no es, nunca puede ser, su “ser negra”, su condicién racial; lo que define a Lucas noes, nunca puede ser, su “ser cardiépata”, su condicién de salud; lo que define a Pablo no es, nunca puede ser, su “ser viejo”, su condicién evolutiva. De modo tal que pensar que la aceptacién de la vejez es el éxito, el solo hecho de asumir la condicién de tal, es encuadrarnos y caer en este error sefialado, Es perder de vista que es una persona —espiritual, unica e irrepetible— que ha accedido a la vejez, o dicho de otra manera, una persona portadora de muchos afios de vida. Entonces, el éxito no es aceptar la vejez sino mas bien 47 tEscaneago con Lamocanner ie. aceptar que esa es la plataforma para, de la asuncién de la propia condicién, poder elaborar un nuevo estilo de vida acorde con las mas genuinas y propias necesidades, respon- sabilidades y libertades. Si el éxito es llegar a viejo, ally termina la vida. Pero si el éxito es plenificar cada instante hasta el ultimo con un sentido, el aceptar la propia condicién de vejez es un paso importantisimo pero de transito, porque el camino hasta el éxito todavia continia. Es asi que considero que quedarse en la mera aceptacién de la vejez, instalado alli en este paso es, como en los casos anteriores, una fijacién que puede perfilar una vejez con consecuencias emocionales tales como el conformismo, la pasividad y la vivencia angustiante de no poder superar las propias frustraciones que los limites de mi —aceptada— condicién me impone. 6° Prospectiva “La vejez... puede ser el tiempo de nuestra dicha.” (Jorge Luis Borges, “Elogio de la Sombra”.) Una vez. legado al punto de la aceptacién de la verdad de la condicién de viejo, el hombre se encuentra ante dos caminos: quedarse alli o comprender que el ascenso es alin una tarea, una responsabilidad irrenunciable. Tal como lo sefiala Julian Marias: “no se puede vivir humanamente mas que exigiéndose, manteniendo una tensién creadora, un estado de permanente alerta, un impulso hacia lo alto” (del prélogo a “La Rebelién de las Masas” de Ortega y Gasset, Ed. Cireulo de Lectores). Esa es la tarea de todo hombre, asumirse con un destino itinerante y orientarse en la esca- lada de la autorrealizacién y autodesenvolvimiento de la propia vocacién humana de ser. Cuando el individuo acepta el desafio y responde a 1a aventura de ser auténtico y pleno, se produce un salto hacia 48 tEscaneago con Lamocanner YTE EL CIRCULO DE LA VEJEZ fe on tal Tr)e\ arriba, un salto plenificante y creativo que le presenta un panorama nuevo, verde, virgen, repleto de posibilidades:de vida digna y valorizada. Este paso es el de la prospectivaj- perspectiva o proyecto. Y con este paso se cierra el cfrculo conflictivo de la vejez. El asumir la responsabilidad del salto hacia arriba res- ponde al hecho anterior de comprender que el hombre viejo es, tal como lo sefala Spranger, “como un bote en la cresta de Ia ola, pero cayendo ya en su seno” (Spranger, “Reflexio- nes Sobre el Desarrollo de la Existencia”). Es decir, ha accedido después de mucho andar y superar vicisitudes diversas, al punto mas alto, al lugar desde donde puede observar con claridad lo mejor. Pero al mismo tiempo esta sujeto a un vaivén, a un movimiento que terminaré cuando sea absorbido por el mar en el que navega. Y éste es el desti- no del hombre: navegar sobre el mar de la vida, siempre en un movimiento ascendente, siempre con un norte y accedien- do cada vez a un punto mas alto del itinerario, hasta llegar al momento en que es absorbido por la vida y se introduce al conocimiento de los secretos mas profundos, a su verdad més nitida y a la presencia de la maravilla del fondo del mar, del enal, la ola es la manifestacién més refleja. Quien transita hacia la etapa de la prospectiva accede entonces y es fiel a la esperanza que la vida misma nos propone cada dia. Es asi que mas que decir que mientras hay vida hay esperanza, deberfamos decir que mientras hay esperanza hay vida, porque la esperanza es la vida misma, es su fuente motriz. Como scfiala Gregorio Bermann “la Juventud es lu edad heroica y su filosofia la del eniusiusmo; la madurez es la edad de la plenitud; la vejez necesita un Presente y un mafiana y, mds que otras edades, una filosofia de la esperanza. Cualquier época de la vida que se estanca en su temporalidad, ve achicar su horizonte, pierde vigor y envergadura’.® *Bermann, Gregorio, La psicoterapia de la nifez a la senectud, Ed. Paidés, Buenos Aires, 1971, 290 paginas. 49 eEscaneago con Lamocanner CLAUDIO C. GARCIA PINTOS La esperanza es el salto de la vejez que ha hecho de la serenidad su ecologia natural y de la sabidurfa su estilo de vida. La esperanza es la juz, la claridad y el camino, porque quien envejece no debe renunciar a esperar algo de la vida, sino més bien, es quien esta en inmejorables condiciones de saber qué puede y debe esperarse de ella. De modo que el viejo esté en excelentes condiciones para reconocer el sen- tido de la vida y de su propia vida en particular, accediendo a perspectivas renovadas y seductoras Dirfa entonces que el hombre, cuando viejo, accede a una desdicha dichosa, es decir, a un presente apremiado por el fin, pero que puede ser vivido con la m4s genuina visién del mundo, de la vida, de la Trascendencia y de la eternidad. De aqui en mds es cuando debe apropiarse de su tiempo, aduefiarse de su edad y asumir con libertad la consecucién de un proyecto de vida o atin, la elaboracién de uno mismo. Es asi que aquel que ingresa a la etapa de la prospectiva, accede a la vida misma y decide no jubilarse de ella, elabora una esperanza, actualiza potenciales, dignifica su tiempo, valoriza su interioridad, reconoce sus responsabilidades vitales, practica su libertad y responde a su exigencia esencial de despliegue personal. Es un acceder a la cima de Ja montajfia con los brazos en alto, porque ya no importa tanto el camino recorrido, ni evalua el esfuerzo 0 los sacri- ficios realizados, ni afiora estar al pie de la montafia, sino mas bien, se encuentra més cerca del goce genuino y acepta con orgullo y catisfaceién, vivir cl éxtasis del éxito. Tal como dice Victor Hugo, “si el hombre joven es bello, el viejo es grande; si se ve fuego en los ojos de los jovenes, en los del viejo se ve la luz”, (de “Booz Dormido”), d) Otras consideraciones Un estudio realizado por Richard, Livson y Petersen en 1962, seriala la categorizacién de cinco (5) tipos de ajustes posibles a la vejez; éstos serfan los siguientes: 50 eEscaneago con Lamocanner

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