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El Escándalo Nunca Duerme
El Escándalo Nunca Duerme
Hace 22 años
Todo este incidente fue culpa de Mad. Mad el instigador. Mad, el tipo
que grabó la noche de su mejor amigo sin molestarse en preguntar
primero. Cabrón. Gabe sintió que su cara se sonrojaba un poco, pero había
aprendido lo suficiente sobre el mundo para saber cuándo callar.
—Señor Ogilvie, no entiendo por qué mis amigos están aquí. Tal vez
salieron después del toque de queda, pero no es un secreto que casi todos
los estudiantes salen de vez en cuando. —Otra cosa que Gabe había
aprendido era cuándo aceptar la responsabilidad. Dios, iba a extrañar a sus
amigos. Si su estúpido pene conseguía que le expulsaran, no se hacía
ilusiones sobre lo que sucedería. Sus padres lo enviarían a otra escuela
privada, y él tendría que empezar todo de nuevo—. Por favor, si les libra
de la responsabilidad, lo admitiré todo.
—Si piensa por un segundo que los deportes le salvarán del castigo que
se ha ganado, está equivocado. Este establecimiento tiene reglas, y yo las
sigo. He visto la evidencia en video. Es asqueroso. Perverso. ¿Qué les
pasa, chicos?
Mad sonrió como si admitiera en silencio que su lista de faltas era larga
y distinguida.
Todos los ojos se volvieron hacia Zack. Con cabello oscuro y ojos
azules, Zack a menudo parecía listo para encerrarse en sí mismo
permanentemente. Había estado en Creighton durante dos meses antes de
que Gabe realmente le hubiera hablado. Mad había sido el que trajo al niño
tranquilo a su grupo. Gabe pronto se dio cuenta de que Zack era inteligente
y divertido…y, a veces, podría encontrar una manera de salir de un aprieto.
Durante cinco años, habían sido los seis contra el mundo. No deberían
haber encajado. Connor y Dax se habían convertido en amigos porque
ambos eran atletas. Roman y Zack eran los tipos obviamente ambiciosos.
Y de alguna manera, él había sido el empollón atrapado bajo el ala del
chico rico más odioso e ingenioso de la escuela, Maddox Crawford.
Tal vez su sueño estaba a punto de ser destruido, pero no iba a arruinar a
sus amigos. Tenían un pacto.
—Amigo, eso fue débil. —Dax puso los ojos en blanco—. Como si
alguien lo creyera. Mire, señor Ogilvie, ya sabe cómo es la prensa,
dispuesta a decir cualquier cosa sobre nosotros los chicos ricos para hacer
dinero. ¿De verdad quiere que la revista People publique un artículo que
exagere sobre los súper titulados muchachos de Creighton que se vuelven
salvajes y se llevan a mujeres que apenas han dado su dudoso
consentimiento a la cama?
Gabe miró boquiabierto a su amigo. ¿Qué demonios?
—¿Esto es porque hice esa broma en su auto su primer año aquí? Tiene
que superar eso. —Mad puso los ojos en blanco.
Por supuesto que esto estaba sucediendo porque Mad había hecho algo
estúpido.
Por una vez, Mad no tuvo una respuesta lapidaria. Se había quedado de
piedra, con los ojos en blanco.
El consejero resopló.
Zack suspiró.
—Algún día irás demasiado lejos, Mad, y solo espero que podamos
salvarte en ese momento. Con respecto a esta vez, no hicimos nada más
que ser jóvenes y estúpidos. La señorita Jones está soltera, y como Gabe
tiene un principio de barba al mediodía y una polla sorprendentemente
grande, entiendo cómo ella podría haber creído que él era mayor. El único
que hizo algo criminal fue un imbécil aquí. —Señaló a Mad.
Siguieron a Zack, Mad casi tirando de Gabe. Ogilvie no los desafió. Los
rayos de los cielos no los golpearon.
—Chicos, no puede ser tan fácil —dijo Gabe mientras emergían a la luz
del sol. De repente estaban rodeados por compañeros de clase que los
señalaban y charlaban sobre el escándalo.
—Promesas, promesas.
Capítulo 1
Nueva York
En la actualidad
Gabe miró el ataúd y se preguntó qué había ido tan mal. Un minuto, la
vida había sido algo parecido a lo normal. Bueno, normalmente jodida. Al
minuto siguiente, estaba de pie en una iglesia llena de conmoción lúgubre
y lirios con al menos setecientas personas a su espalda, esperando la
reacción adecuada para criticarle.
También había dejado atrás unos problemas en los que Gabe ni siquiera
quería pensar. Pero tendría que hacerlo en unos seis meses, cuando su
hermana tuviera a su bebé.
Sus ojos podrían estar rojos, pero miraba hacia adelante, con los
hombros hacia atrás y la cabeza bien alta. Y ella llevaba el bebé de
Maddox Crawford. Ese maldito mamón no había cumplido sus promesas,
ninguna de ellas.
Había sido un imbécil por dejar que Sara saliera con Mad. Debería haber
sido obvio que el imbécil la seduciría y la tiraría. Mad no había sido tan
fiel a Sara como a su MO[1]. Cristo, todo acerca de su relación había sido
completamente predecible, excepto la muerte de Mad en un accidente en
un viaje rutinario de avión, pero el resto… Joder, podría haber escrito ese
libro.
—Oye, creo que están listos para comenzar el servicio —dijo una voz
baja detrás de él.
Gabe se dio la vuelta. Allí estaba Roman Calder con su traje habitual de
tres piezas, que Gabe sabía que compraba dos veces al año a un sastre de
Londres. Hacía el viaje desde Washington hasta el Reino Unido bajo los
auspicios de la diplomacia, pero en realidad se trataba de esos trajes. Y
ahora que Roman estaba aquí, Gabe quería saber una cosa.
—¿Viene?
Roman lo siguió hacia el segundo banco, donde Dax había reservado sus
asientos.
Gabe sabía exactamente cómo había pasado los últimos dos meses.
Después de que Mad hubiera abandonado a Sara, se había vuelto un poco
loco, bebiendo sin parar y yéndose de parranda con modelos y actrices.
Pero Gabe sospechaba lo que otros no podían: Mad había estado
protegiendo a alguien. No tenía idea de a quién. Su mejor conjetura era
que, después de dejar a Sara, había encontrado una nueva amante y había
usado a todas las demás mujeres para desviar la atención de los periódicos
del nuevo objeto de su deseo. Ese había sido el MO de Mad, y había
confiado en gran medida en las tácticas de engaño cuando fue acosado por
la prensa. Gabe probablemente debería dejarlo estar, pero quería saber la
identidad de esa mujer. Quería saber si la nueva amante de Mad tenía
algún indicio del dolor que había causado al alejar a Mad de Sara.
—Odio tener que estar aquí delante. —Dax se puso de pie y extendió
una mano. Como todos los demás en la iglesia, se veía sombrío.
Nunca dejes que te vean sudar, Gabe. Esa es la clave para los matones.
Caminas por su lado. Les haces la peineta[2]. Si te causan problemas
reales, abátelos de una manera que asegure que permanezcan abajo. Vas a
matar porque ese es el camino de la naturaleza, amigo.
Gabe había aprendido esa lección de él. En ese momento, Mad había
estado hablando sobre los matones del último curso en su escuela, pero
Gabe había tenido en cuenta esa lección para los negocios. Si iba a
derribar a alguien, se aseguraba de que no pudiera volver a levantarse.
Nunca.
—El ataúd está allí para el espectáculo. Al parecer, la gente quiere algo
sustancial para mirar durante el servicio. Eso es lo que dijo el coordinador.
—Gabe suspiró—. La foto no cuenta, y la urna es demasiado pequeña.
Había un gran poster de Maddox frente al ataúd vacío. Iba vestido con
un traje de Brooks Brothers hecho a medida, sonriendo a la cámara como
un gilipollas. Por otra parte, él siempre se había visto así.
¿Su bebé heredaría esa sonrisa? ¿Esa emoción interminable para la vida
que Mad había poseído?
Maldito seas por dejarnos atrás. Y maldito seas por lo que le hiciste a
mi hermana, pero me gustaría que estuvieras aquí.
—Hola —dijo una voz familiar. Gabe se volvió para encontrar a Connor,
vestía una camisa y pantalones planchados. Solo otro tipo normal, excepto
por el hecho de que Gabe sabía que él era de la Agencia. La CIA había
reclamado a Connor hacía mucho tiempo, y cualquier ilusión de
normalidad que él usaba era realmente una máscara—. Lo siento, llego
tarde.
—Igualmente.
Gabe había escuchado esa teoría. Era difícil pensar que una tormenta
había derribado a Maddox Crawford. Él mismo había sido una fuerza de la
naturaleza. Mad debería haber sido tiroteado por un marido furioso, o un
hermano.
—Lo prometo, me aseguraré de que todos recibáis el informe final —
murmuró Roman. Gesticuló con la cabeza hacia el pasillo—. ¿Es quien
creo que es? ¿Cuál es su nombre? ¿Tavia?
Dax se sentó.
Solo porque los otros no sabían que en el fondo, Mad en verdad adoraba
toda la atención de los reporteros y de TMZ[3]. Se reía cuando los
paparazzi lo perseguían por Park Avenue. El hombre nunca había
encontrado un escándalo que no hubiera activado su interruptor. También
había tenido una profunda devoción por la historia. Más o menos.
Gabe resopló.
Roman gimió.
—Cabrón.
Connor respiró hondo, obviamente reprimiendo una carcajada.
Alguien los hizo callar, y eso les hizo sonreír a todos. Fue bueno saber
que más de veinte años después, todavía podían meterse en problemas.
···
Una hora después, Gabe metió a su hermana en una limusina. La
multitud finalmente estaba empezando a dispersarse. Tanta gente, y todos
fueron un borrón para Gabe. Mantuvo la cabeza baja, esperando no tener
que hablar demasiado. Los funerales, lo había descubierto, le molestaban
enormemente. Justo cuando necesitaba estar solo para llorar y pensar, se
encontraba rodeado de otros. No necesitaba consolar a un grupo de
personas que realmente no habían estado tan cerca de Mad. Necesitaba
consolar a quien había sido la más cercana.
—Estaremos bien. Los Hamptons están tranquilos en esta época del año.
Me quedaré por un tiempo y pensaré las cosas. Después de que las noticias
se hayan calmado, puedo regresar y tener el bebé. Si alguien pregunta, diré
que tuve una aventura cuando viajé a París por negocios en junio. —Sus
ojos volvieron a tener una mirada ausente—. Realmente creí que si él
tuviera tiempo para pensar, para echar de menos lo que teníamos,
regresaría. Eso nunca sucederá ahora.
—¿Estás bien?
Gabe no podía apartar sus ojos de ellos. No eran enormes, pero cabían
en la mano, estimó. Serían suaves. Él podía decirlo por la forma en que se
movían. Llevaba un vestido negro con diminutos puntos blancos y un
cinturón azul Tiffany que le ceñía la cintura, mostrando su figura de reloj
de arena. Fijó su edad en algún lugar cercano a los veinticinco años, tal
vez uno o dos años más, pero algo sobre ella, tal vez su piel clara y sus
rizos, le atrajo.
—Oye, pensé que te había perdido. —Un joven con un elegante traje la
alcanzó y deslizó su mano entre las suyas.
Sin importar lo que sucedió entre Mad y Sara, la pena por la muerte de
su amigo se alojó en sus entrañas, por el hombre que había conocido más
de la mitad de su vida y por todo lo que debería haber sido.
—Creo que encontrarías esa tarea difícil, por decir lo menos. Mis
guardaespaldas son sorprendentemente vigilantes.
—Es muy difícil. Estoy luchando para creer que realmente se ha ido. Me
miré en el espejo después de recibir la noticia. ¿Sabes lo que vi? Un
hombre que aprendió a anudar correctamente una corbata porque Maddox
Crawford le enseñó. Besé a mi primera chica porque Mad pensó en la
situación.
Zack asintió.
Zack suspiró.
—El servicio secreto me ama. Espero que este bar tenga una habitación
trasera.
—Si no la tiene, haremos una, señor presidente. —Todavía era irreal
pensar que su amigo de la infancia era el hombre más poderoso del mundo
libre.
—Por favor, no me llames así, Gabe. Déjame fingir que soy Zack
durante una hora más o menos.
—Oh, si quieres sentirte como uno de los chicos, podemos hacer eso por
ti. De hecho, nos complacerá recordarte los días en que eras un niño tonto,
Scooter.
···
Everly Parker miró alrededor del elegante bar y se sintió fuera de lugar.
Esta no era su gente, a pesar de que trabajaba con algunas de estas
personas. Ella no era de ir de bar en bar. No miraba el reloj y esperaba a
las cinco de la tarde para poder visitar su antro favorito. No, ella era una
clase de chica que trabajaba durante horas y horas para ir a casa, a un buen
libro y a un baño de agua caliente. Pero esta noche quería ser otra persona,
alguien que no había enterrado a su mentor y amigo hace una hora y no
estaba contemplando la posibilidad de perder tanto su trabajo como el
techo sobre su cabeza.
—Oye, ¿vas a cuidar esa bebida toda la noche? —Scott Wilcox se
inclinó hacia delante y le guiñó un ojo. Estaba tomando su tercer margarita
—. Porque creo que deberías tomarte unas copas de vino y ser mi
compinche. Harry, de contabilidad, está aquí y te juro que voy a morir si
no salgo con ese pedazo de hombre pronto. Él es el único chico
verdaderamente guapo en el trabajo. Debería ser mío.
Ella puso los ojos en blanco. A veces Scott tenía una imaginación
vívida.
Tomó un buen trago del sauvignon blanc que había pedido. Scott tenía
razón. Necesitaba vivir un poco antes de que el martillo cayera sobre su
cabeza. Si las cosas salían como ella sospechaba, tendría suerte si podía
permitirse el lujo de comprar vino de tetrabrik el próximo mes.
Ella no seguía los chismes de los periodicuchos como hacían todos los
demás. De hecho, evitaba a propósito esa tontería. ¿Por qué fijarse en los
problemas de las celebridades cuando tenía muchos de los suyos? Además,
cuando se trataba de personas como Maddox, más ficción que verdad
llenaba los periódicos. Querían una buena historia, y la vida real tendía a
ser demasiado aburrida. El Maddox que ella conocía había trabajado duro,
doce horas al día, a menudo seis días a la semana. Se había preocupado por
sus empleados. Ella apostaría que nadie informó eso.
Maddox le había dicho una vez que había asistido a la misma escuela
privada que el actual presidente y que habían sido cercanos en el pasado.
Los dos habían sido parte de un pequeño grupo de amigos que se habían
bautizado como los Perfectos Caballeros. Everly no estaba segura de si
querían que el nombre fuera irónico, pero lo sospechaba, dada la mala
reputación de Maddox. Los rumores de sus grandes bromas habían sido
materia de leyenda…y salieron en algunos anuncios de campaña realmente
despreciables contra Hayes.
—¿Una qué?
Claramente, Scott no había sido criado alrededor de armas de fuego.
—Me alegra verte aquí, querida. Pensé que habrías vuelto a Brooklyn
después del servicio —Como muchos criados en el Upper East Side, dijo
la palabra Brooklyn como si fuera un virus que no quería contraer.
Aquellos pobres engañados pensaban que la ciudad solo existía entre
Midtown y Harlem, y no ensuciarían sus zapatos de diseñador caminando
por el resto de la isla. Pero en todos los demás sentidos, Tavia había
demostrado ser agradable, aunque un poco nerviosa. La mujer apenas
podía quedarse quieta.
—Scott me convenció de quedarme un rato. —No le había costado
mucho. Su apartamento había estado muy tranquilo durante los últimos
cinco días. El silencio se había vuelto intolerable. No se había dado cuenta
de cuánto había llegado a depender de la amistad de su jefe.
Tavia golpeó una cuña de Prada contra el suelo. Los zapatos podrían
haber tenido algunos años, pero aún se veían elegantes y con clase.
—Así que los finiquitos podrían salir rápido. Dios, no quiero buscar otro
trabajo. Costó una eternidad encontrar este.
Tavia negó con la cabeza, su pelo pálido se sacudió sobre sus hombros.
—Lo que significa que serás valioso, Scott —le aseguró Everly a su
amigo—. Sabes algo sobre cada parte de Crawford, después de haber
pasado seis meses en la mayoría de los departamentos principales. Estarás
bien.
Había pasado tiempo con ella, pero no le había confiado sus secretos. Y
ella lo había entendido, hasta que su avión se cayó y ella recibió ese
misterioso correo electrónico.
Ella dio codazos y se abrió camino hacia el bar lleno de gente e intentó
llamar la atención del barman. Desafortunadamente, solo contó dos
personas trabajando.
Él pasó por delante de ella, pero se detuvo ante las dos rubias al final de
la barra. Eran delgadas y hermosas. La historia de su vida. Siempre había
sido baja y un poco más regordeta de lo que la moda dictaba. Maldita sea,
eso no significaba que no necesitara una bebida tanto como las chicas
delgadas.
Él comenzó a pasar junto a ella de nuevo, pero una gran mano se deslizó
a su lado y sobre la barra, deteniéndole.
Esa era la voz más profunda y sexy que jamás había escuchado en su
vida. Estaba unida a una mano de aspecto muy masculino.
—Él necesita saber qué tipo de vino te gustaría. Déjame adivinar. —Le
dirigió una mirada de consideración—. ¿Un tinto dulce?
Muy bien, Everly. Esa fue una respuesta ingeniosa súper sexi al hombre
más atractivo que jamás había conocido. Por supuesto que él quería saber
sobre sus problemas digestivos.
Los labios del Señor Atractivo se curvaron hacia arriba cuando se apoyó
contra la barra.
—Supongo que está muy ocupado esta noche. El lugar está lleno.
Incluso escuché el extraño rumor de que el presidente está aquí.
—Estoy seguro de que el líder del mundo libre puede conseguir alcohol
de mejor calidad en la Casa Blanca. —Extendió esa gran mano suya—. Me
llamo Gabriel.
Everly sabía que ella era una especie de fanática de los ordenadores,
pero tal vez Eve podría ser una seductora coqueta. Eve podía beber su vino
y fingir que el hombre magnífico a su lado la veía como una mujer
irresistible.
Así que él era rico. No era sorprendente ya que había admitido que había
nacido en esta parte de la ciudad. Ella tomó un sorbo de su copa de vino de
quince dólares.
Everly miró hacia atrás. Scott estaba sentado solo otra vez, Tavia ahora
estaba absorta en otra conversación en una mesa cercana con otros
miembros del equipo administrativo de Crawford, gesticulando tan rápido
como sus labios se movían.
—Entonces, parece que la mayoría de los hombres aquí esta noche están
ciegos.
Casi podía sentir su mirada como una caricia física, pasando de sus ojos
a su pecho. Su mirada permaneció allí por un momento antes de sacudir la
cabeza como si se estuviera corrigiendo. En su inspección, ella sofocó el
impulso de temblar.
—¿Estás con la fiesta VIP que está ocupando a todos los camareros?
Él hizo una mueca, aunque eso no hizo nada para estropear su belleza.
—Me temo que sí, pero necesitaba salir por un minuto. Pensé que
estiraría las piernas y me buscaría un trago por mí mismo. Ahora estoy
feliz de haberlo hecho. Te vi en la calle antes.
Gabriel asintió.
—Estabas caminando por la ochenta y cuarto. Supuse que vendrías aquí.
¿Estabas con la multitud en la iglesia?
—No soy estúpido. Le voy a decir que vine aquí para reunirme con la
delegación de la ONU de… No lo sé. Elige un país devastado por la
guerra. Le diré que estaba tratando de hacer las paces o algo así.
—Zack, vamos, hombre. ¿Eres el líder del mundo libre y tienes miedo
de tu secretaria de prensa? —Connor negó con la cabeza.
—Has pasado demasiado tiempo en ese bote tuyo, hombre. Has olvidado
el arte de la diplomacia.
—No creo que lo haya tenido nunca —respondió Gabe—. ¿No recuerdas
que Dax fue quien consiguió que todos estuviéramos castigados porque le
dijo al profesor de matemáticas dónde debía meterse la calculadora?
Connor se rió.
Zack se burló.
—No puedo tener a la mujer que quiero, así que, ¿cuál es el punto? —
Zack se echó hacia atrás.
Cuando eran críos, las chicas eran pocas e infrecuentes, ya que habían
asistido a una escuela masculina. Cuando se encontraban en presencia de
una mujer, se acostumbraron a decir me la pido. Era tonto y juvenil, pero
él tenía un “me la pido” con Eve.
Dolor. Estaba allí, una cuerda floja que les conectaba a todos. Podían
reír y bromear y fingir que todo era normal, pero Maddox estaba muerto, y
una parte de ellos había sido arrancada para siempre. Era otro recordatorio
de que su infancia había desaparecido.
Zack tenía razón. No podían hacer nada al respecto esta noche, al igual
que Gabe no podía arreglar el desastre en el que estaba su hermana. Y no
podía cambiar el hecho de que Mad se había ido y se sentía vacío por
dentro. Podría, sin embargo, honrar a su amigo.
—Por Mad.
Por nuestra amistad. Zack había pasado siete años con sus padres en
Moscú. Su padre había sido el embajador de los Estados Unidos, por lo
que Zack aprendió el idioma con fluidez cuando era niño.
Gabe recordó la primera vez que se escabulleron de los dormitorios y se
reunieron en el cobertizo del jardinero. Mad había robado una botella de
bourbon del director, y todos habían bebido. Y Zack había dicho esas
mismas palabras en ruso. Por nuestra amistad.
Lo último que necesitaba era que sus amigos pensaran que necesitaba
ayuda para tener relaciones sexuales.
—Me desperté en Jersey con tres mujeres que juraban que les había
pedido que se casaran conmigo. Me escabullí cuando empezaron a tirarse
del pelo. Esa pelea de gatas me salvó. No, gracias. Encontraré mis propias
citas.
Agarró su chaqueta.
···
Realmente era hora de irse a casa. Everly no estaba segura de por qué
no se había ido cuando Scott se había marchado. Eso no era exactamente
cierto. Sabía lo que estaba esperando, o más específicamente, a quién.
Simplemente no estaba segura de por qué.
¿Estaba esperando que ella se fuera? Gabriel podría pensar que era una
especie de acosadora espeluznante. Si era un actor o alguien famoso,
podría tener que lidiar con la adoración de extraños constantemente.
Definitivamente ya era hora de salir. Solo le faltaba la cuenta. Y maldita
sea, nunca había una camarera cuando la necesitaba.
Miró su móvil mientras esperaba y encontró un mensaje de texto. El
número apareció como desconocido.
—Um, gracias.
—De nada. Ahora está mucho más tranquilo aquí que antes. —Miró
alrededor de la barra ahora medio vacía—. ¿Qué le pasó a tu amigo?
—Esa fiesta se acabó. Todos tenían que ir a casa. Pero estaba pensando
en trasnochar un poco. ¿Cuáles son tus planes para esta noche, Eve?
Eve. Ella no era Everly para Gabriel. Lo que significaba que no esperaba
que fuera una chica buena y educada. No tenía que ser tímida sobre lo que
quería.
Ella se puso de puntillas y se encontró con sus hermosos ojos azules.
Podía ver la sombra de barba oscureciendo su mandíbula y se preguntó qué
se sentiría al pasarle las yemas de los dedos por la cara, y el pulgar por su
labio inferior.
Le estaba pidiendo que se acostara con él. Una aventura de una noche.
Everly nunca había tenido una. Se había acostado con dos hombres en toda
su vida, y ambos habían sido sus novios. El sexo había estado bien, pero
algo en la mirada de Gabriel le dijo que éste sería mucho mejor.
Suave. Sus labios eran suaves sobre los suyos. Agradable. Se movía con
gracia depredadora. Sus dedos se hundieron en su cabello, y las manos de
Eve parecieron encontrar naturalmente los músculos firmes en su cintura.
Incluso a través de su camisa de vestir almidonada, podía sentir el calor de
su cuerpo. Prácticamente se desprendía de él hasta ella, calentó su piel e
hizo que cobrara vida.
Fue considerado, pero Everly sabía con precisión quién estaba a cargo.
Sus labios se adhirieron a los suyos, guiándola. Un pequeño tirón en su
cabello le dijo de qué manera quería que se moviera.
—¿Es eso lo que querías, Eve? —Él respiró las palabras contra su boca
—. ¿Querías ver si puedo besar? Te puedo dar más. No quiero
simplemente besar tus labios. Quiero desnudarte y descubrir si eres tan
dulce y suave en todas partes como te ves. Quiero pasar mi lengua sobre tu
piel hasta que memorice cómo sabes. Quiero besarte tanto tiempo y tanto
que olvidarás que alguna vez te besaron antes. —Levantó la cabeza y
respiró hondo—. ¿Entonces qué dices? ¿Cenarás conmigo?
Ella tragó. Sus palabras hicieron que todo menos su necesidad
desapareciera.
La mujer que estaba detrás del mostrador de El Plaza arqueó una ceja
mientras miraba a Eve, que estaba en un rincón, mirando los techos
abovedados y los enormes candelabros del elegante vestíbulo de mármol.
De hecho, desde que llegaron, ella había mirado a todas partes menos a él.
La duda se estaba deslizando en su interior. Su mirada penetrante y el
lenguaje corporal tenso se lo dijeron. Gabe apostaba que Eve no hacía este
tipo de cosas a menudo. Si la dejaba pensar durante mucho tiempo, podría
perderla.
—No necesito ayuda con el equipaje, pero sí necesito algo más. —Sacó
un par de billetes de cien dólares—. Mantener mi estancia aquí en secreto.
No necesito que los periodistas se presenten.
Gabe sabía que un hombre inteligente no pasaría esta noche con Eve,
sino que iría a casa y se prepararía todo el fin de semana para la
escaramuza legal del lunes. Tenía la intención de luchar por la herencia
legítima de su sobrina o sobrino. No le importaba lo que dijera el
testamento o a qué organización benéfica había dejado Mad su dinero y
sus bienes mundanos. La protección y la seguridad de su fortuna
pertenecían a Sara, maldita sea. Pero Gabe no quería pensar en eso ahora,
no cuando tenía a una pelirroja intrigante y cálida para ayudarle a olvidar
temporalmente.
Sonó una campanilla y se abrió una de las puertas del ascensor para
revelar a un empleado uniformado.
Una vez que estuvieron solos, apretó el botón del piso diecinueve. Las
puertas se cerraron.
Eve jadeó un poco antes de rendirse a sus labios, pero besaba con una
pasión que surgía de todo su ser. La mujer le encendió.
Como el primer beso ya le había hecho adicto y Gabe fue a por otro.
Cuando volvió a moldear sus labios a los suyos, enterró sus manos en la
seda de su cabello y tiró con la fuerza suficiente para inclinar su rostro y
permitirle un acceso más fácil a su boca. Eve respondió perfectamente,
siguiendo su ejemplo, respondiendo con abandono. Cuando dejó que su
lengua recorriera su labio inferior, su boca se abrió para él.
—¿Estás bien?
—Nada de noes esta noche. Dime que quieres. Dime que te gusta.
¿Así que la fuerza era un afrodisíaco para ella? Él podía mostrarle una o
dos cosas porque definitivamente quería impresionar a la chica.
Pero sobre todo, estaba desesperado por entrar en su interior. La
necesidad le espoleó.
Tuvo que dejarla cuando llegó a la suite y luchó por encontrar la llave.
Nunca era nervioso y torpe. Maldita sea, solía ser suave, siempre
controlado. Culpó a Mad. A ella.
Cuando le indicó que entrara, Eve lo hizo con piernas temblorosas. Gabe
apreció saber que no era el único sorprendido por la química entre ellos.
—Quiero verte.
Él se acercó más.
—Permíteme.
—Eres hermosa.
—Lo eres. Quiero dejar muy claro lo hermosa que creo que eres. —La
besó otra vez, levantándola y apartándola de su vestido, dirigiéndose al
dormitorio mientras su boca comía con avidez la de ella.
Eve no peleó con él, no se movió para hacer que la volviera a poner en
el suelo. Simplemente envolvió sus brazos alrededor de su cuello y dejó
que Gabe la cargara. Sus dedos se hundieron en su cabello y se agarró
fuerte mientras su lengua bailaba contra la suya.
No duraría mucho. Dios, no podía creer que estuviera pensando eso. Por
lo general, podía pasar horas, pero Gabe supo que en el momento en que
entrara en Eve, iba a perder el control. Necesitaba hacerlo bueno para ella
ahora porque apenas la había tocado y ya quería tirarla contra la pared y
abrirse paso en su interior.
Agarró sus tobillos y la deslizó por la cama, abriéndole más las piernas
en el proceso. Su polla se contrajo cuando vio que ella tenía razón. Su
coño estaba mojado. Jugoso. Podía ver como brillaba desde arriba, incluso
en las sombras. Unos pocos besos, algunos a tientas, y estaba lista para
correrse. Nunca había tenido una mujer que le respondiera tan fácilmente.
—Dímelo de nuevo.
Su orden sonaba brusca y dura, pero Eve obedeció, sus piernas rodearon
su cintura, abriéndose completamente hacia él. Gabe gimió. Demonios, sí.
No necesitaba esforzarse para alinear sus cuerpos. Frotó su polla contra su
suave abertura. Sabía exactamente dónde quería estar, encerrado dentro de
su vagina como si ella tuviera un faro guía.
—Por favor, Gabriel. Oh, por favor —gimió ella contra su piel—. No
me hagas esperar. Nunca me he sentido así.
Esperando.
Sus cuerpos eran como uno. Eve lo envolvió en una sujeción muy
apretada y caliente. Y él amó cada segundo de su cercanía.
Se suponía que sólo tenían esta noche. Él había elegido un hotel en lugar
de su ático porque quería tenerla, y luego irse tan pronto como terminara.
Pero en ese instante supo que no lo haría. No podía. Necesitaba más.
Incluso mientras yacía sobre Eve, todavía en su interior y jadeando, la idea
de tenerla nuevamente hizo que su polla comenzara a hincharse una vez
más.
Había comprado unas horas más con ella, tal vez incluso toda la noche.
—Todavía es temprano. El sol no está del todo alto. No tengo que estar
en ningún lugar durante unas horas. ¿Y tú?
—¿Estás bien?
Ella no quería decir nada que le hiciera detenerse. Solo quería estar
cerca de él, y eso valía un poco de incomodidad.
—Estoy bien.
Gabriel miró hacia su sexo, sin dejar dudas sobre su intención. Everly
se retorció. No habían hecho eso todavía. La había besado en todas partes,
excepto allí, y probablemente no era una buena idea. No se había duchado.
Intentó cerrar las piernas, pero noventa kilos de músculo estaban entre
ellas.
—¿En serio?
—Sí.
Everly se resistió a él, pero Gabriel la abrazó con fuerza, con las caderas
inmovilizadas en el colchón, obligándola a tomar todas las sensaciones
que tenía para dar. Todo su cuerpo se sacudió. Un placer rutilante crepitaba
por sus venas. Cualquiera que estuviera en este piso tenía que haber oído
sus gemidos de éxtasis.
Una vez que el clímax pasó, Gabriel se alejó. Todo el cuerpo de Everly
se calmó cuando bajó del limbo, hasta que lo vio de rodillas, sobre ella,
buscando un condón.
Everly le rodeó con los brazos, sabiendo que después de esto le echaría
de menos y que siempre clasificaría a otros hombres según la noche que
había pasado con Gabriel.
Se hundió en su interior, sus caderas avanzaron y luego retrocedieron
hasta encontrar el ritmo perfecto. No le costó mucho tiempo enviarla más
y más hacia arriba, hasta que ella colgó nuevamente de un hilo. Esta
mañana, nunca habría creído que era capaz de orgasmos múltiples. Ahora
sabía que Gabriel no solo podía dárselos, sino que con él eran inevitables.
—No tiene que ser así. Obviamente hay una chispa entre nosotros. No
hay razón para que no podamos explorarlo. Dame un segundo.
—Pensé que habíamos acordado solo una noche. —Podría soñar con
Gabriel, pero sabía lo que era la realidad. Venían de dos mundos
diferentes. Todo sobre el hombre gritaba dinero y privilegio. Everly era
una chica de un barrio pobre que estaba a punto de encontrar su camino
allí.
—Adiós, Gabriel.
Ella no se volvió, sino que se dejó atrapar contra su calor de nuevo hasta
que su pecho se moldeó en su espalda.
Gabriel se rió.
—Yo creo que puedes. Encajamos como si estuvieras hecha para este
momento conmigo. Mira cómo estas cosas bonitas llenan mis manos.
Vamos, Eve. Quédate. Jugaré según tus reglas.
—Cariño, puedo tener sexo con muchas mujeres. No quiero decir que
eso sea corriente, pero la noche anterior fue más que sexo para mí. Me
sentí más conectado contigo de lo que me he sentido con nadie en mucho
tiempo. No estaba mintiendo. No puedo tener un enredo romántico en este
momento, así que voy a ser egoísta y te pediré que te quedes conmigo. Los
próximos meses de mi vida serán un desafío profesional y personal. Tal
vez no sea justo para mí decirlo, pero quiero pasar unos días contigo para
tener algo que recordar.
···
—Mis padres eran muy estrictos con la televisión y las películas —dijo
Gabe. —En realidad no me di cuenta de que las películas eran en color
hasta que fui a la casa de un amigo durante unas vacaciones. Teníamos
televisión en la sala de juegos de la academia, pero estaba programada en
uno de esos canales que mostraban documentales y programas “clásicos”.
Creo que el director creía que si no teníamos programas geniales para ver
o juegos de video para jugar, estudiaríamos más. Eso no sucedió.
—Desde que tenía siete años. Pasé nueve meses al año en varias
escuelas para chicos en Connecticut. ¿Y tú? ¿Una escuela de chicas? Tal
vez ibas a una escuela católica con una falda corta y trenzas.
Everly rió, sintiéndose extrañamente contenta con él. No, lo que notaba
iba más allá de eso. Se sentía como si le perteneciera.
—¿En serio?
—Sí. No era la mejor hija del mundo para él. Mientras todos los demás
estaban ocupados exhibiendo animales de granja, me interesé en los
ordenadores.
Puede que le gustasen las películas antiguas, pero era obvio que también
había visto algunas nuevas. Everly se sentó y se giró, colocándose contra
el lado opuesto a él y observó la hermosa imagen de Gabriel relajándose,
con su gran y musculoso pecho medio fuera del agua. Todavía no se había
afeitado y con esa barba en crecimiento se le veía gloriosamente
masculino.
—Primero, no hay tal cosa como un dulce sombrero negro. Se les llama
así por una razón. Son en su mayoría anarquistas o criminales. Me
interesaba más la desobediencia civil. Oh, y realmente me entusiasmaba
El señor de los anillos. Puede que haya pirateado la compañía de Peter
Jackson intentando encontrar el primer tráiler. Yo tenía quince años. Se
podría decir que maduré un poco tarde.
Ella sintió como se sonrojaba. Tal vez debería haber sido un poco menos
honesta. Se suponía que debía mantenerse alejada de Everly. ¿Por qué no
podría Eve haber estado metida en la moda y el arte?
···
Eve. Le hizo sentir un poco como Adán. Habían compartido dos días en
su propio paraíso privado, y con la singular excepción de ordenar al
servicio de habitaciones, no habían visto ni hablado con nadie. Su teléfono
estaba lleno de mensajes, pero no le importaba. Sara no había llamado y
ella era la única a la que podía permitir interrumpir este momento con
Eve. Tal vez.
—Ven aquí. Te prometo que estoy completamente saciado. No creo que
pudiera tener una erección si quisiera una. —Estaba mintiendo. Su polla
estaba tan loca por ella como el resto de él, pero ahora mismo realmente
quería abrazarla. Se estaba haciendo tarde y tendría que irse por la
mañana. Había eludido todas sus reuniones este fin de semana, pero por
eso pagaba a sus abogados. Estarían preparados para mañana. En este
momento, solo podía centrarse en cuánto odiaría decirle adiós a Eve.
Hmm. Si quería que dijera que sí, probablemente tendría que trabajar en
su presentación.
Eve se acomodó contra él, rodeando con un brazo su lado derecho. Era
perfectamente voluptuosa.
—Oh sí. La ponía al menos una vez al año. Comíamos comida china y la
veíamos junto con Con la muerte en los talones[7]. Decía que era la
función doble perfecta. Romance y aventura. La comida china estaba
hecha por refugiados de Jersey. La familia Pollizzi. Era horrible. Les
gustaba decir que era cocina fusión. El chino y el mal italiano nunca deben
ir juntos. Aunque la lasaña Kung Pao era legendaria.
Ella le hacía reír. Estar con Eve le mostró a Gabe lo serio que se había
vuelto.
Su rostro se iluminó.
—Me encanta la ciudad. Tanta buena comida… Creo que he ganado diez
kilos al probarlo todo.
Todo lo que tenía que hacer era alimentar a la chica y era masilla en sus
manos.
—Lo perdí no hace mucho tiempo. No lo sé. A veces parece que fue
ayer. A veces parece que hace mucho.
Eve se quedó en silencio por un momento, luego volvió la cara hacia él.
—Se fue cuando yo era pequeña. Solo éramos mi padre y yo. ¿Y tú?
Su nariz se arrugó de esa linda manera que le hizo saber que no estaba
impresionada.
—Sí, creo que poder pagar esta suite súper cara por tres noches es una
prueba de que tienes algo de liquidez, Gabriel.
Él se quedó quieto.
—Espera. Um, pensé que estabas pagando por esto. Les dije que tú te
encargabas de todo.
Estaba seguro de que el concepto era extraño para ella. El padre de Eve
probablemente había sido muy protector. No podía ver a su padre
dejándola vivir en un estado diferente nueve meses al año.
—Porque todos los hombres de mi familia durante los últimos cien años
han asistido a la Academia Creighton, y yo no iba a ser diferente, según mi
padre. Mi familia vino en el Mayflower. Mi tátara-tátara abuelo fue uno de
los primeros prisioneros de guerra oficiales de Estados Unidos. El hecho
de que él muriera en una cárcel de casacas rojas[8] fue un serio motivo de
orgullo para mi padre.
Él sonrió al recordar.
Le encantaría llevarla arriba. Subir unos veinte mil pies donde el mundo
retrocedía y un hombre podía ver la eternidad.
—Sí. Era un hombre frío, pero me dio eso. Pienso en él cuando vuelo.
Murió hace unos años. Ataque al corazón. Aunque creo que su problema
empezó antes de lo que pensamos. La FAA le quitó la licencia porque no
pasó el examen médico. Una vez que fue castigado, ya no era el mismo.
Mi madre se fue un año después de cáncer. Los extraño. No habría pensado
que lo haría, pero lo hago.
Era el hombre cuyas manos se habían apretado ante la idea de que Mad
se tirara a Sara. Era el hombre que iba a encontrar a la mujer que había
jodido a su hermana y asegurarse de que no se beneficiara de ninguna
manera con la muerte de Mad.
Gabe acurrucó sus manos alrededor de sus caderas, deleitándose con sus
curvas. Su polla estaba completamente erecta de nuevo.
—Yo tampoco, Ven aquí, cariño. Hagamos que esta noche cuente y
hablaremos por la mañana. Tal vez las cosas se vean diferentes para ti
entonces.
La atrajo hacia abajo y oró para que pudiera convencerla de que le diera
más.
···
—De acuerdo. Voy a darme una ducha rápida. Entonces hablaremos, ¿de
acuerdo? —Apareció en la puerta, obviamente cómodo con su desnudez—.
¿Seguro que no quieres unirte a mí?
—Gabe, amigo, tenemos que hablar —dijo una voz masculina desde la
parte delantera de la habitación.
—Será mejor que tengas una buena excusa para sacarme de la cama.
A esta hora del lunes por la mañana, mucha gente caminaba por la
calle. Cualquiera podría ser un fotógrafo. Gabe conocía la rutina: meterse
en el coche lo más rápido posible. En cambio, se volvió y miró el hotel en
el que había dejado a Eve, deseando estar todavía allí con ella.
Eve apenas había podido mirarle después que le había dicho que
necesitaba irse. Asintió de inmediato y estuvo de acuerdo, y no necesitaba
ser un genio para saber que pensaba que tenía la intención de deshacerse
de ella. No había mucho que pudiera hacer al respecto ahora. Podía decir
todas las palabras correctas, pero no iba a creerle hasta que la llamara.
—Dijiste que Dax estaba aquí. —Gabe estaba sentado frente a Connor y
le lanzó una mirada interrogativa, asumiendo que ahora tendrían que
esperar a su amigo.
—En tu lugar, yo también estaría enfadado. Ella era sexi. —Dax guió el
coche con pericia hacia el tráfico matutino—. Y podéis hablar con
tranquilidad. Volví a revisar el coche. Nadie está escuchando A menos que
la NSA tenga algunos juguetes nuevos.
—¿Policía?
Roman asintió.
—Te dije que había sido un error —recordó amablemente Dax mientras
hacía girar la limusina.
Gabe recordó vívidamente esa última pelea con Mad. Gabe lo dejó con
la cuenta y caminó por el parque durante aproximadamente una hora. Se
había sentado en un banco y sabía que todos los turistas y lugareños que lo
rodeaban disfrutaban el día, pero no reparó en ello. Solo había visto su
amistad con Mad desmoronándose. Había estado tan brutal y
violentamente enfadado que si hubiera tenido la oportunidad en ese
momento, podría haber estrangulado a su mejor amigo.
Pero no tuvo la oportunidad. Más tarde esa noche, después que se hubo
calmado un poco, había ido al aeropuerto para hablar con Mad
nuevamente. Desafortunadamente, el avión acababa de despegar. Pensó
que tendría más tiempo para que todo funcionara.
—No era así con ella. —Ese hecho desconcertó a Gabe—. Era…
perfecto con Sara. Al parecer, había madurado y había dejado de beber
tanto. Demonios, incluso parecía haber abandonado a otras mujeres y se
quedaba en casa con Sara cada vez que podía. Fuimos a los Hamptons y no
salimos de la casa durante una semana. Parecían muy felices.
—No habrá manera de mantener esto tranquilo, Gabe. No una vez que la
cinta salga. Y si hay alguna duda sobre a quién estás amenazando, estoy
seguro de que la policía puede hacer que un testigo o dos se presenten.
—No de acuerdo con el Times. Hemos ido más allá de los periódicos
sensacionalistas, hermano. Los periódicos de verdad han recogido esta
historia.
—Ni siquiera quieres saber lo que dicen los otros periódicos —explicó
Roman con un suspiro—. Aparentemente, la FAA ha encontrado algunas
trazas de productos químicos que no deberían haber estado allí y dicen que
es evidencia de un dispositivo incendiario en el avión. La hipótesis es que
alguien dejó un explosivo programado en su avión.
Por segunda vez en diez minutos, Gabe sintió que el mundo cambiaba.
Tenía que esperar estar todavía de pie cuando se detuviera.
···
Everly salió del ascensor, con la mente aún en Gabriel. ¿Qué había
hecho? ¿Por qué le había dado su número una vez que había descubierto
quién era? Había sido algo impulsivo. Ella no tenía su número de teléfono.
Él no lo había ofrecido. La había besado, le dijo que tenía que irse y se fue.
No más promesas de llamar. Parecía taciturno mientras se vestía
rápidamente, y se fue como si huyera de la escena de un crimen.
¿El único lado brillante? Maddox Crawford habría flipado con ella por
haber tenido una aventura de una noche con su mejor amigo después de su
funeral.
—Buenos días, señorita Parker. Es bueno verte aquí con ojos tan
brillantes después de un fin de semana indudablemente largo. —Jennifer,
la recepcionista general de la oficina corporativa, estaba sentada en el
escritorio, con un discreto dispositivo Bluetooth en su oído. Respondía las
llamadas y las enviaba a quienquiera que fueran dirigidas. Pero también
servía como centro neurálgico para los chismes en la oficina. La
información verdadera y falsa fluía a través de ella como un río antes de
enviarla al pequeño mundo mediante su afluente de secretarias.
Jennifer tenía una luz en los ojos que Everly no entendía. Sin embargo,
sabía una cosa. Cuando Jennifer se veía tan feliz, tenía una primicia
verdaderamente jugosa con alguien.
No quería tener que explicar por qué había llegado tan tarde. Su
personal no la cuestionaría. Ella era agradable con ellos. Mientras
completaran los proyectos e hicieran su trabajo, era flexible en las horas
que trabajaban. La mayoría de ellos se habían ganado el apodo de
“Escuadrón Friki” de su oficina al mantenerse aislados y al celebrar
torneos semanales de Magic: El Encuentro[11]. Y, por el bien de la
productividad, no se atrevió a que ellos comenzaran con Juego de Tronos.
Sin embargo, en general, prefería a su equipo a la malicia del resto de los
grupos.
—Everly, estoy muy contenta de que estés aquí. ¿Estás bien? —Tavia
parecía preocupada, asomó la cabeza fuera de su oficina, estaba muy
elegante con un sencillo vestido tubo negro y altísimos zapatos de tacón
con una distintiva suela roja. Aunque Everly había visto el atuendo unas
cuantas veces; nunca dejaba de ser llamativo.
—Espero abrir una nueva escuela con el dinero que recaudemos este
año. — Señaló la foto más reciente—. Encontré este pueblo en la India que
necesitaba desesperadamente una escuela para niñas. Tienen una escuela
para varones, pero el edificio de las niñas se quemó y nadie ha recaudado
el dinero para una nueva.
Dos meses antes, Everly había ido a almorzar con Tavia después de que
una de las niñas de su escuela en Liberia hubiera desaparecido sin dejar
rastro. Con lágrimas en los ojos, Tavia agarró la foto de la niña y juró
encontrarla.
Boko Haram era un grupo terrorista que creía que todas las cosas
occidentales eran malas, y eso incluía educar a las mujeres. Habían
secuestrado a una escuela entera de niñas, obligándolas a convertirse a su
forma extrema del Islam. ISIS, otro grupo terrorista, se estaba moviendo a
África. Everly podía entender por qué Tavia tenía miedo por las jóvenes a
las que trataba de ayudar.
—¿Quieres que vea qué más puedo hacer? —Le parecía mal no
ofrecerlo—. Estoy segura de que los miembros de seguridad de las
oficinas internacionales de Crawford están trabajando a tope, pero les
pediré una actualización.
—Oh, eres muy dulce, pero por favor, no distraigas su atención del área.
Su trabajo para encontrar a la niña es demasiado importante para
apartarles. Estoy segura de que nos dirán lo que encontraron tan pronto
como sean capaces, pero no podemos arriesgarnos a que las pistas se
enfríen.
¿Cuál debía ser la razón por la cual Everly no recibió ningún informe de
gastos o solicitudes de reembolso? A veces sus agentes de campo estaban
demasiado ocupados para el papeleo. El resto del tiempo, los agentes
odiaban lo que llamaban cosas de burócrata.
Así que iba a tener que explicar por qué había llegado tarde. Ella no
estaba segura de por qué Tavia necesitaba saberlo. La mujer no era su jefa.
¿NUEVA AMANTE?
Debajo del titular había una foto suya corriendo hacia el taxi con su
vestido arrugado, con el pelo ondeando al viento y una mano levantada
para evitar a la prensa.
Dijo que la llamaría. Tenía su número. ¿El chico malo de Wall Street
llamarla? ¡Ja!
Tavia suspiró.
Everly sintió que su piel se calentaba. En cierto modo, ésta era su peor
pesadilla. No podía soportar la idea de que todos murmuraran a sus
espaldas sobre su relación con otro hombre. Al menos este rumor era
cierto. Pero hasta la noche anterior, no había tenido una vida sexual, nada
que a nadie le pareciera interesante de todos modos. De repente, prefería a
sus compañeros de trabajo criticándola por lo joven que era para su
trabajo.
—No puedo creer que esos reporteros me estuvieran esperando fuera del
hotel. ¿Por qué se quedaron? Gabriel se marchó antes que yo. —Aunque
no mucho antes. Una vez que se fue, ella había querido salir lo más rápido
posible. La habitación parecía demasiado vacía sin él.
—Oh, cariño, lo siento mucho. Odio que esto te haya pasado a ti.
—Vuelve a guardar las garras, por favor. —Tavia negó con la cabeza—.
Ha pasado por suficiente.
—Esto es horrible. ¿Por qué una mujer pensaría que es una buena idea
“coleccionarlos” a todos?
—Porque están buenos y para demostrar que puedes —dijo Scott
sugestivamente—. Ya has tenido a dos de ellos.
Estaba muy harta de eso. Scott nunca había preguntado, pero Everly
deseaba que ya hubieran cruzado ese puente para no tener que discutirlo
ahora.
—Nunca me acosté con ese hombre. Éramos amigos ¿Es eso tan difícil
de creer?
—Pues sí. Mira, no tenía idea de que el hombre con el que salí el
viernes por la noche era un chico malo de Wall Street. Si lo hubiera
sabido, me habría mantenido alejada de él.
—Oye. —No podía dejar que se fuera sin saber una cosa.
—¿Sí?
Para Alicia,
Curioso.
Le dio la vuelta a la pantalla para ver las fotos que este loco le había
enviado. Maldita sea. La pantalla estaba rota, una perfecta explosión de
destrucción desde el centro, casi como si alguien hubiera roto el visor a
propósito. Si quería ver las imágenes que la cámara podría haber
capturado, solo tenía una opción.
Antes de que pudiera hacer una salida limpia, su teléfono sonó con un
mensaje de texto. Ella miró la pantalla. Naturalmente, de nuevo era de un
número desconocido.
Su amigo iba vestido para los negocios con un traje y corbata a medida,
sus mocasines italianos completaban el conjunto. Con el cabello rubio
oscuro que empezaba a ponerse gris en las sienes, Connor se parecía a
cualquiera de los miles de ejecutivos adinerados y exitosos que caminaban
por las calles de Manhattan todos los días. Gabe sabía que era una
máscara. Connor poseía una crueldad bajo su fachada. Siempre había sido
demasiado serio, pero ese enfoque se había vuelto más oscuro en los
últimos años. A veces, Gabe se preguntaba si el niño que le había enseñado
a jugar al lacrosse había sido eliminado completamente por el espía.
Gabe resopló.
Ese algo de verdad sería que Mad había pasado tiempo con esta mujer.
Gabe solo conocía una manera en que Mad hubiera pasado tiempo con
cualquier mujer, y eso era entre sus piernas. Mientras Sara había estado
llorando y lidiando con las náuseas matutinas, Mad se había movido a la
siguiente cama.
Gabe había visto las fotos. El cabello de Eve había estado volando por
su rostro, ocultando casi todo, excepto sus grandes ojos verde avellana y la
intrigante inclinación de su barbilla. La culpa se situó en sus entrañas.
Debería haberle dicho que saliera por detrás. Demonios, debería haberla
acompañado a su casa. Debería haberla protegido. Eve no entendía su
mundo.
—La dejarán tranquila si me alejo ahora. Iré a cenar con una modelo
insípida esta noche y la prensa lo olvidará.
Conocía a algunas mujeres que se ganaban la vida delante de una
cámara. Eran citas casuales, mutuamente beneficiosas. Las mujeres tenían
la garantía de ser fotografiadas por salir con uno de los solteros más
elegibles de Manhattan. Y a él se le garantizaba el sexo casual.
Lo había pensado.
—Me colé esta mañana a las cinco. No quería ninguna pregunta. —Gabe
ya estaba cansado. No le admitió a Connor que había venido tan temprano
porque no podía dormir, no podía pensar. Quería a Eve y no podía tenerla.
—Buena idea.
—Me importa una mierda con quien se haya acostado antes de Sara —
admitió Gabe—. Quiero saber por quién la dejó. No haré nada estúpido.
—Veintisiete años.
—Así que está más cualificada para ser una chica de calendario que una
vicepresidenta de seguridad. —Gabe apenas controló su temperamento.
—Si así es como te sientes, tendrás que hacerlo con muchas mujeres.
¿Vas a despedir a Tavia Gordon, la gurú de las relaciones públicas,
también? Ella y Mad tuvieron una aventura hace unos años. Obtendrás un
montón de mala prensa por dejar ir a la directora de una organización
benéfica que educa a niñas y mujeres pobres en países subdesarrollados
porque has decidido que es una puta.
—Lo insinúas con cada acción que estás tomando. —Connor hizo rodar
sus hombros y algo de la tensión desapareció—. Sé razonable. Sabes que
no es justo juzgar a Everly Parker antes de conocerla. Entiendo que estás
muy enfadado, y Mad no está aquí para que puedas desquitarte. Pero no la
castigues.
—No quieres saberlo. Pero si deseas mi consejo sobre Everly Parker, ten
un poco de perspectiva antes de hacer un movimiento, después procede
con precaución. Tal vez tengas razón sobre el detective privado. Podría
darnos una ventaja si decide que Mad le debe algo. Conseguiré que un
equipo trabaje en desenterrar todo lo que podamos sobre ella. Pero mantén
la calma.
Eso no iba a suceder. Connor podría tener razón, pero Gabe no creía que
pudiera dejarlo pasar. Así que no dijo nada.
—Iré con Dax a buscar un café. —Connor asintió con la cabeza hacia la
puerta—. Luego continuaremos nuestras entrevistas. Roman sigue en el
hotel.
—Por supuesto.
—Está bien. —Él podía oírla removiendo papeles—. ¿A qué hora debo
apuntarla?
Pensar que Eve estaba ahí afuera, asustada, sola y confundida, hizo que
su estómago se retorciera.
—Hola, Hilary ¿Llegué tarde? No sabía que tenía una reunión esta
mañana.
Eve, la mujer que había pensado que había recogido al azar la noche del
funeral de Mad, también era Everly Parker. ¿Cuáles eran las
probabilidades de que su reunión hubiera sido una mera coincidencia?
Definitivamente él no votaría a su favor. Más probablemente, como la
amante de Mad, ella sabía que el hombre no tenía familia y que tenía la
intención de dejarle todo a su mejor amigo. Obviamente, se había tomado
la muerte de su amante ricachón tan mal que había ido en busca de otro.
Gabe apretó los dientes. A partir de ahí, había sido un asunto simple
extender sus piernas y meterse debajo de su piel. Demonios, prácticamente
la había invitado a hacerlo.
¿Realmente esperaba que creyera que no tenía idea de quiénes eran los
amigos de Mad?
Gabe cruzó los brazos sobre su pecho y se maldijo. Había sido atrapado
por una hermosa estafadora que pensó que podría proteger su cómodo
trabajo al acostarse con el nuevo jefe. Quizás ella tenía la intención de
conseguir el mismo trato con el que había engañado a Mad. Al menos no
sentiría esa culpa que Connor había advertido que le golpearía más tarde.
No. Iba a disfrutar cada momento de esto.
—Señorita Parker, por favor entre. Siéntese. Creo que tenemos algunas
cosas de las que hablar. ¿No es así?
···
Estaba bastante segura de que así fue como se sintió Caperucita Roja
cuando la habían invitado a entrar en la cabaña de su abuela ese fatídico
día en el bosque. ¡Dios mío, qué dientes tan grandes tenía su lobo malo
personal! Gabriel Bond no la estaba mirando como lo había hecho durante
los días que pasaron juntos. De hecho, su mirada fría y depredadora ahora
la hacía querer salir por la puerta.
Everly rezó para parecer más tranquila de lo que sentía. Esperaba poder
ver a Gabriel de nuevo, pero no como el reemplazo de Maddox y su nuevo
jefe. Esto definitivamente era incómodo. Pero no parecía tan incómodo
como enfadado.
—Gracias, Hilary. Eso será todo. —Hizo un gesto con la cabeza hacia la
asistente administrativa, que cerró la puerta a su espalda. Probablemente
estaría hablando por teléfono con Jennifer en segundos. A pesar de ser
mayor que la mayoría de las ayudantes, había sido la única fuente de
Maddox para los chismes.
—¿Eve? —Una ceja se levantó sobre sus ojos azules, con una gran
cantidad de acusaciones.
—Lo siento. La verdad es que quería ser alguien más esa noche.
Conocerte pareció más como una fantasía que la terrible realidad en la que
me encontraba. Después de esa primera noche, parecía más fácil seguir
con Eve.
Everly trató de no hacer una mueca. Gabe tenía que estar bajo una
enorme tensión, perdiendo a su mejor amigo y teniendo que asumir el
control de la compañía de Maddox. Tal vez en diferentes circunstancias
sería más comedido. Por otra parte, no le conocía bien, así que tal vez no.
Everly se alisó la falda, necesitando algo que hacer con sus manos
mientras recobraba el dominio de sí misma.
El teléfono de Everly comenzó a sonar. Sintió que el calor subía por sus
mejillas.
Él apagó el móvil.
—No podías haber estado demasiado asustada. Querías que te llamase.
—Estaba inquieta cuando salimos del bar el viernes por la noche. Para
el lunes por la mañana, pensé que sabía algo de ti. Aunque no lo sabía.
Realmente no. De hecho, no sabía nada de ti. —La tensión la obligó a
sentarse erguida en la silla, con los hombros hacia atrás.
—No voy a jugar este juego contigo, Eve. Quiero decir, Everly. Tendrás
que perdonarme. Te asocio con tu nombre de ligue.
La miró con suavidad, pero su falta de negación bien podría haber sido
un acuerdo silencioso.
—Ayer leí sobre ti, señor Bond. Confía en mí, no tengo ni de cerca tu
experiencia. Pero claro, hombres como tú pueden salirse con la suya con
cualquier tipo de escapada sexual. Las mujeres como yo… he tenido una
sola aventura en toda mi vida, y me llaman puta.
Estaba torciendo sus palabras. Decidió que sería una mala idea admitir
que había sentido curiosidad por él. Usaría esa información en su contra de
alguna manera, no tenía ninguna duda.
—Me sentí un poco mal por eso. Ahora me pregunto si no los llamaste
tú misma.
Gabe se colocó justo delante de Everly, tan cerca que tuvo que
levantarse. Si hubiera permanecido sentada, él se habría alzado imponente
ante ella, dándole la ventaja psicológica de obligarla a mirarlo. No estaba
dispuesta a permitir eso.
A pesar de que apenas llegaba a la mitad de su pecho, se mantuvo firme.
La tensión chisporroteaba alrededor de ellos, haciéndole difícil respirar.
—Oh, ¿me vas a demandar? Eso debería ser una audiencia interesante.
Bueno, todavía no te he despedido. Ya sabes cómo va con la nueva gestión.
Tenemos que entrar y descubrir dónde están los talentos de todos. ¿Cuáles
son los tuyos, Everly?
Su sangre ardió aún más. Sí, era ira. Estar lo suficientemente cerca
como para sentir el calor de su cuerpo no podría estar excitándola, no
después de la forma en que la había tratado.
—Sí, creo que jugaste con tus raíces nerd. Fue inteligente. Raro. Tengo
que admitir que encontré ese aspecto de ti profundamente intrigante. Pero
sé una o dos cosas sobre negocios, y no encajas con la idea de una
ejecutiva. Me preguntaba por qué mi querido amigo Mad había contratado
a alguien tan joven.
—Sí. He sido fundamental para llevar a esta empresa al siglo XXI. Los
últimos cortafuegos del jefe de seguridad eran una mierda que incluso un
alumno de segundo grado podría atravesar. Sé lo que estás insinuando,
señor Bond, pero me contrataron porque conozco mi negocio. Así que
puedes manejarme de una de dos maneras. Puedes sentarte en el sillón que
heredaste, como todo lo demás en tu vida, y podemos repasar mi papel en
la empresa o puedes apoyarte en mí como un misógino que está
disfrutando de su intimidación. Tú eliges.
No había ningún indicio del amante suave en este beso. Tomó el control
cuando sus labios forzaron a los suyos a abrirse más y se lanzó hacia lo
profundo. Él metió sus dedos en su cabello, dictando el ángulo y la
profundidad de su penetración. Su cuerpo apretó el de ella, lo dominó. Se
apretó contra Everly, haciéndole saber que su sofisticado traje
simplemente enmascaraba su naturaleza primitiva.
—Eve, sé que no debería hacer esto. No puedo detenerme. —Sus manos
se deslizaron por su espalda para acunar los globos de su trasero—. Está
mal y no puedo alejarme.
Permitirle que la tocara ahora estaba mal. Las noches que pasaron
juntos, ninguno de los dos sabía que pronto serían jefe y empleada. Ahora
lo sabían. Crawford Industries no tenía una política anti-fraternización.
Everly no podía pensar en una sola razón por la que no deberían verse,
excepto que él había dejado claro su desprecio por ella. Había dejado claro
que la había usado mientras la culpaba de alguna manera.
Su corazón se ablandó.
Gabriel gruñó mientras pasaba sus dedos sobre sus bragas, justo donde
le ansiaba.
—Ya estás mojada. Caliente y suave para mí. ¿Es por eso que Mad
estaba tan loco por ti? Desearía no hacerlo, pero entiendo por qué lo dejó
todo para tenerte.
—¿En serio?
Su corazón se aceleró. Su cuerpo ardía por más de él. Pero negó con la
cabeza.
—No.
Gabriel vio a través de su negación.
—¿Gabriel Bond?
Everly asintió. Su padre había sido policía. Ella había crecido con gran
parte de su conocimiento; no era simplemente una nerd de los
ordenadores.
—Necesitas protección.
—No iría mal. Encuentra a Daxton Spencer. Está en algún lugar del
edificio entrevistando a los empleados. Luego localiza a Roman Calder y
llévalos a los dos a la comisaría. —Gabe se volvió hacia los detectives—.
Caballeros, ¿puedo ir en mi coche a reunirme con ustedes?
—Al menos háganle salir por la parte de atrás. —La cabeza de Everly
daba vueltas. Por encima de todo, había un hecho: ahora él era el jefe de
Industrias Crawford, y ya que Mulford, el jefe de seguridad de edificios,
estaba de vacaciones en Australia durante dos semanas, Everly era su
suplente. Eso significaba que tenía que proteger a Gabriel. La compañía no
necesitaba más prensa ahora. Ella no sabía si realmente había matado a
Maddox, pero era inocente hasta que se probara su culpabilidad.
Dejó escapar un suspiro. Más tarde. Su trabajo tenía que ser lo primero.
Gabriel necesitaba que ella saliera adelante. Lo mismo Crawford
Industries.
—No, no lo es. Cuando llegó por primera vez, me dijo que era su
empleada. Vuelva a la oficina y envíe a su abogado.
—Me llamo…
—Sí. Lo que sea. Se supone que ésta es una comisaría tranquila. —Ella
se acercó a las puertas y abrió una de ellas. El sonido de la multitud afuera
se volvió un rugido sordo otra vez—. Retroceded sanguijuelas. Lo digo en
serio. Sacad vuestros culos de los escalones. ¿Creéis que no usaré gas
lacrimógeno contra vosotros? Porque no me gustó la forma en que
hablabais de mi hombre, Tom Cruise. Sí, os estoy hablando a vosotros.
—¿Perdón?
Dax asintió.
Esa era una información interesante con la que no tenía ni idea de qué
hacer. Hace dos horas la habría emocionado. Ahora solo la confundía más
que nunca.
A pesar del escritorio sin personal, un zumbido les alertó del hecho de
que alguien había abierto la puerta de la comisaría.
Si.
—Oh, insisto. Tengo que escuchar esta historia. Bueno, primero debo
asegurarme de que Gabe no haga nada más estúpido de lo que ya hizo, así
que por favor cuéntale a Dax la historia. Puede ponerme al corriente más
tarde.
—¿Te gustaría compartir? —Si Dax ya había hecho su trabajo, ¿por qué
habían querido que se quedara?
Ella ignoró esa pregunta mientras Roman los guiaba a través de otra
puerta. Mantuvo su voz baja, tanto para reducir el chisme potencial como
para asegurarse de no interrumpir a los detectives que trabajaban a su
alrededor.
—El señor Bond está aquí. Puede hablar con él. No ha dicho ni una
palabra, y detuve el interrogatorio cuando se negó a hablar sin tener a su
abogado presente.
Everly pasó al espacio contiguo y miró a través del espejo de dos vías.
Gabriel estaba sentado en el espacio utilitario, su rostro estaba en blanco.
No sonrió ni mostró ningún signo de alivio cuando entró Roman.
Simplemente se levantó y le dio la mano al hombre.
No lo sabía excepto en el sentido más vago. Everly solo sabía que estaba
muy cansada de ese chisme.
—No puedo explicar por qué, pero Maddox tenía una relación estrecha
conmigo. Me preocupaba por él. —De hecho, sintió su pérdida más
profundamente de lo que había esperado—. Habló de todos vosotros. Dijo
que erais sus hermanos, pero solo os mencionó por los apellidos. Fue
extraño.
Everly se sonrojó sintiéndose culpable y maldijo por tener una piel tan
clara. A veces, revelaba cada emoción. Aun así, no iba a incriminarse a sí
misma. Sería estúpido olvidar que Dax era el amigo de Gabriel. Sus
lealtades estaban allí, no importaba lo agradable que pareciera.
—Bueno. Mira, Everly, te voy a pedir que hagas algo que no es justo
para ti. Gabe necesita algo de tiempo para procesar todo lo que ha
sucedido. No lo juzgues hasta que haya tenido la oportunidad de pensar
realmente en todo.
Everly se erizó.
—Que eres el tipo de mujer que solo se acostará con un hombre para
tener consuelo, porque te hace sentir segura. Lo harías porque quieres
amor.
—Eso me hace sonar como una imbécil indefensa. Creo que prefería
cuando todos creían que era una puta.
—No, eres demasiado inteligente para eso. Pero también eres inocente.
—La estudió con ojos oscuros y conocedores—. No vienes del mismo
mundo que nosotros, y esa podría ser una buena razón para que corras lo
más rápido que puedas. Te estoy pidiendo que no lo hagas porque creo que
eres buena para Gabe. Creo que te necesita. Y esta situación va a empeorar
antes de que mejore.
Para hacer eso, tenía que comenzar a conectar los puntos entre Gabriel y
cualquier otra cosa que estuviera pasando.
Le miró con una sonrisa falsa en los labios. A veces ser mujer y con
curvas significaba que la gente la subestimaba. Everly lo encontraba
molesto la mayor parte del tiempo, pero también había aprendido a
aprovecharlo.
—Estoy bien, pero tengo mucha sed. ¿Crees que tienen una máquina
expendedora o algo por aquí?
Rápidamente les escribió a ambos para decirles que estaba bien y que
esperaba más información. Una vez que terminó, se guardó el teléfono en
el bolsillo y miró la habitación donde Gabriel estaba hablando con Roman.
Tal vez internet lo sería. Bueno, no honesto, pero podría darle una idea
de por qué este interrogatorio parecía mucho más serio de lo normal.
Caminó por el mismo pasillo por donde había desaparecido Dax y le dio
al policía que estaba allí su sonrisa más inocente.
El oficial asintió.
Así que todos sabían más que ella. El oficial hizo que Gabriel pareciera
el principal, y quizás el único, sospechoso.
Digiriendo esa suposición, se escabulló para encontrar un baño y entró
silenciosamente. Estaba de suerte. Nadie parecía estar aquí y, según su
pequeña pantalla, la señal era fuerte. Abrió el motor de búsqueda de su
teléfono y escribió las palabras Gabriel Bond, Maddox Crawford e
investigación del asesinato.
Pero el titular más grande, con las enormes letras rojas, llamó su
atención.
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—¿Tienes alguna idea de lo que has hecho? —Gabe gruñó en voz baja
—. Te dije que estuvieras muy seguro porque arruinarías su vida y ella
sería lastimada. Dijiste que habías cambiado.
Reconocería esa voz en cualquier parte. Profunda, pero con ese indicio
de cansancio del mundo que Maddox Crawford siempre había poseído.
—¿Así puedes pasar por otras cincuenta mujeres? ¿Se supone que debo
creer que cambiarás si tienes un poco más de coño? Vete a la mierda Te
voy a matar por lo que has hecho. No lo voy a hacer hoy. No lo voy a hacer
mañana. Voy a esperar hasta que pienses que estás a salvo. Entonces
estaré allí. ¿Lo entiendes? —Se puso de pie, arrojando su servilleta con
evidente disgusto.
···
Roman suspiró.
—Entonces admite que no quería que nadie supiera que planeaba matar
al señor Crawford.
Gabe golpeó su mano izquierda contra el escritorio. Esta era una línea
de interrogatorio que preferiría evitar.
—Fui al parque después de dejar Cipriani. Decidí salir del trabajo esa
tarde y vagué por el parque para pensar un poco.
—Lo pasé solo, pensando en esa conversación con Mad. Cené en casa.
Mi ama de llaves puede verificarlo. Me acosté cerca de la medianoche.
—¿Gabe?
—¿Sí?
—Claro. —Era mejor estar de acuerdo con Roman, luego hacer lo que
necesitaba. Roman no iba a entender su necesidad de ver a Everly. O su
motivo. Tenía que rastrearla y llevarla a donde quería tenerla.
Maldita sea, tenía que dejar de pensar en tener sexo con Eve hasta que
volviera a hablar con ella. No la tocaría hasta que descubriera qué papel
había jugado en este caótico desastre. Y lo que sabía que pudiera sacarle
de esto.
Por supuesto, era posible que no tuviera que preocuparse nunca por
volver a tener sexo con ella. Eve podría haber decidido que era una mala
apuesta como nuevo amante, ya que la había insultado y prácticamente
había sido arrestado por asesinar al último.
Gabe lo siguió. Tan pronto como tuviera un momento libre, tenía que
conseguir su dirección. Ahora que sabía que Eve era Everly, se dio cuenta
de que tenía acceso a todos sus registros de empleo, incluida su dirección
en Brooklyn. Podrían continuar su discusión en su casa. Tenía su propio
interrogatorio para realizar.
Roman suspiró.
—Ya había llegado cuando entré en la comisaría. Una vez que descubrí
que está en el equipo de seguridad de Crawford, pensé que debería saber
qué está pasando. En realidad, me sorprende que no la despidieras en el
acto. Dax me dijo que había un rumor sobre ella y Mad.
¿Quería jugar así? Por supuesto que sí ahora que había presenciado su
interrogatorio. Quería golpear a Roman por dejarla quedarse. Su opinión
de él obviamente se había derrumbado después de su pelea esta mañana, y
ver a los detectives de homicidios interrogarlo probablemente lo había
derribado un poco más. Maldición. Necesitaba hacer todo lo posible para
asegurarse de que no se alejara de él.
Así que ella había hecho otra conquista. Eso no era sorprendente.
Aparentemente, era lo que Everly Parker hacía mejor.
—Tenía que estar aquí. Puedo hacer mejor mi trabajo si entiendo lo que
está pasando. Entonces, ¿qué no le estás diciendo a la policía?
Tal vez él no evitaría una pelea después de todo. Parecía estar ansiosa
por una.
—Es por eso que te hice llamar a Dax. Nos llevará de vuelta a la oficina.
Vámonos.
—Tal vez no quiero trabajar en esta ciudad —su voz se había vuelto
grave y terca.
Gabe planeaba usar esa promesa espontánea para su ventaja. Tenía que
derribar el muro que había levantado contra él y esperaba que respondiera
a ser necesitada. Si le hacía pensar que eran socios, tal vez podría
deslizarse bajo sus defensas. Si pudiera descubrir lo que sabía y eliminarla
de su organismo al mismo tiempo, mucho mejor.
Sacudió la cabeza.
Tomó su mano en la suya porque siempre había encontrado que era más
fácil hacerse cargo que esperar a que le siguieran. Y le gustaba sentir su
piel contra la suya.
Ella hizo una pausa, obviamente juntando las piezas del rompecabezas.
Entonces se quedó sin aliento.
—Te lo diré todo si vienes conmigo. Pondré todas mis cartas sobre la
mesa y podrás mostrarme las tuyas. Luego veremos con qué tipo de mano
nos quedamos.
Cuando Everly abrió la puerta, la luz brillante del día inundó las
escaleras. Se detuvo en la parte superior y miró el helicóptero. Tenía un
hermoso cuerpo blanco y negro con una elegante cabina a juego. Dax había
dejado la puerta de la cabina abierta, pero ella no hizo ningún movimiento
hacia él.
—Nunca me han gustado las alturas, para decirte la verdad. —Se apartó
como si estuviera lista para correr de regreso hacia las escaleras.
No estaba dispuesto a dejar que hiciera eso. No tenía idea de por qué
Mad no la había llevado, pero el vuelo había sido una gran parte de la vida
de Gabe durante mucho tiempo. Su negocio familiar consistía en
levantarse en el cielo. Además, si tenía miedo, podría aferrarse a él. Podría
estarle agradecida por mantenerla a salvo.
—¿Estáis listos? —preguntó Dax, su voz sonó fuerte por los auriculares.
Gabe sonrió.
Capítulo 8
Everly echó un vistazo a la biblioteca. Era sorprendentemente clásica,
incluso sobria, dado que estaba en la casa de soltero de Maddox Crawford.
Había esperado que todo fuera llamativo y moderno, con los últimos
dispositivos y una pantalla plana tan grande como la de Times Square. En
cambio, la casa apestaba a elegancia de la vieja escuela. Claro, tenía sofás
de cuero contemporáneos en el piso de arriba y armarios euro-modernos
en la cocina, que deberían haber parecido fuera de lugar. Pero también
había elegido los accesorios y telas que salvaban las distancias entre la era
dorada y la actual, manteniendo el carácter del edificio. Los techos de
yeso, los medallones, las molduras y los revestimientos de las puertas la
impresionaron. Todo parecía pertenecer a una revista.
Él levantó la vista de lo que parecía ser una montaña de papel, con una
sola hoja en la mano.
Él sacudió la cabeza.
—Le gustaba dar dinero para una buena causa, pero pagar de más por el
alcohol no era una de ellos. ¿Despidió a esta tal Valerie?
Con un poco de suerte, una de las treinta y siete personas que compraron
un café con leche una hora antes o después de que se enviara el correo
electrónico se convertiría en su mensaje de texto misterioso. Tenía que
esperar que también le enviara las fotos. Lástima que la tarjeta de
memoria SD estuviera bloqueada en su oficina.
—No, el avión fue usado por otro ejecutivo de Crawford el día anterior.
Uno de los servicios que ofrece el aeropuerto privado que utilizamos es un
chequeo de morro a cola entre cada vuelo. Dax miró los registros. Me
envió un mensaje de texto para decir que Kingston, el propietario del
aeropuerto, y su mecánico jefe inspeccionaron el avión tres horas antes de
que Mad despegara. Jerry Kingston ha sido un amigo de la familia desde
siempre. Es un buen tipo y no tenía motivos para querer a Mad muerto. Si
hubiera habido una bomba en ese avión entonces, la habrían encontrado.
Así que se plantó en algún momento entre el control de tierra y el
despegue. Mad volaba solo.
Ella tuvo que sacudir la cabeza con incredulidad ya que Zachary Hayes
era conocido por su comportamiento serio.
Cuando Gabriel sonreía así, era difícil recordar por qué debía
mantenerse alejada de él.
Era tan extraño pensar que el chico guapo frente a ella no solo conocía
al hombre más poderoso del mundo, sino que habían crecido juntos.
Gabriel Bond era el tipo de hombre que viajaba en helicópteros privados y
cenaba con el comandante en jefe. Era el tipo de hombre que estaba
perfectamente cómodo en limusinas y mansiones.
Era el tipo de hombre que disfrutaría de una mujer como ella durante
algunas noches, y luego volvería a intimar con mujeres de su propia clase.
Everly había sido criada en medio de la nada. En realidad, nunca había
sido dueña de un vehículo propio, solo había tomado prestado el de su
padre porque él casi siempre había conducido su coche patrulla. La madre
de Gabriel había sido una debutante, mientras que la suya se fue cuando
Everly tenía seis años y se llevó prácticamente cada centavo que tenían. Ni
siquiera se había molestado en decir adiós. De hecho, no había hablado
con su madre en años. Se había visto obligada a enterrar a su padre sola.
Porque estaba bastante segura de que, aunque esta casa tenía seis
habitaciones palaciegas y más de setecientos metros cuadrados, aún era
demasiado pequeña e íntima para refrenarles si quería mantener puesta su
falda y su cama solitaria.
—Eso no es una buena idea. —La miró como si supiera algo que ella no
sabía.
Él se encogió de hombros.
—La buena noticia es que Mad tiene todo un armario de cosas que las
mujeres se han dejado aquí. Estoy seguro de que encontraremos algo que
te vaya bien. La mala noticia es que es muy probable que tu edificio esté
rodeado de reporteros ahora. Aparentemente, conocieron tu identidad esta
mañana, y alguien les dijo que venías conmigo a la comisaría de policía.
Entonces, a menos que estés desesperada por tus quince minutos de fama,
me temo que estás atrapada aquí conmigo.
—¿Por qué tendrían algún interés en mí? —Claro que la habían atrapado
saliendo de un hotel un par de días antes, pero…—. Pasé un fin de semana
contigo.
—Bingo. Así que, ya que te vieron salir del hotel después de nuestra
noche juntos, te aseguro que dicen que ahora eres mi amante. Incluso
puede haber especulaciones descabelladas sobre un posible ménage à trois
o alguna conjetura de que maté a Mad en un ataque de celos. No tengo
dudas de que también se están preguntando públicamente si has venido
hoy a la comisaría de policía para darme una coartada o el último clavo en
mi ataúd.
—Oh, Dios mío. —No importaba que hoy fuera terrible. Quería borrar
toda la semana y empezar de nuevo—. Que desastre.
—¿Sí?
—No. Dax lo hizo. Tiene las manos rápidas, pero si no hubiera podido
quitártelas, te aseguro que Connor podría haber encontrado una manera de
entrar. Si vas a estar enfadada con alguien, que sea conmigo. Era la mejor
manera que podía pensar para mantener a la prensa fuera de nuestro
camino. Ninguno de los dos puede ir a casa ahora, así que creí que éste era
un buen arreglo ya que tenía las llaves de la casa de Mad. Heredó una
mansión mucho más grande cuando su padre murió. La menciona como su
dirección, pero prefería quedarse aquí. Los reporteros podrían tardar un
par de días en descubrir dónde nos escondemos.
—No puedo creer que necesito a alguien para distraer a la prensa. Nunca
fui la amante de Maddox.
—De acuerdo. Digamos que te creo. ¿Cuál fue tu relación con Mad?
¿Trabajabas para él fuera de la oficina?
—Ni una vez. —Nunca la había invitado aquí y ella nunca lo había
pedido. A él parecía gustarle su acogedor apartamento.
—¿Por qué? —¿Qué tenía esto que ver con resolver el asesinato de
Maddox?
—Porque no creo que tu nuevo trabajo en Crawford tenga nada que ver
con la suerte. Mad nunca usaba cazatalentos. Tenía un departamento de
recursos humanos sólido y prefería promocionar desde dentro cada vez
que podía.
—Tal vez Maddox quería a alguien más joven, más versado en medios
electrónicos de seguridad que mi predecesor y sus amigos.
—Aun así, alcanzar una posición ejecutiva como esa debería haberte
costado años… a menos que una persona muy poderosa te haya elegido
para el papel.
Gabriel estaba equivocado. Tenía que ser eso. No había ninguna razón
para que Maddox Crawford se hubiera interesado en ella antes de que se
conocieran.
—Eso no tiene sentido.
—Estoy dentro.
—No entiendo. Rompió con Sara. Eran felices, al menos eso creía yo. —
Resopló—. Bastardo. Sara se había arreglado para ir a una recepción con
él. Habían planeado hacer pública su relación. Mientras esperaba que la
recogiera, él le envió un mensaje de despedida. ¿Cómo podía importarle
Sara y tratarla así?
—Tienes razón sobre los correos electrónicos. Pero, ¿por qué un hombre
tan poderoso como Maddox Crawford trata directamente con un
cazatalentos?
Tal vez sí, pero no veía cómo nada de esto les ayudaba a descubrir quién
había matado a Maddox y por qué. Si alguien que trabajaba en Crawford se
sentía despreciado por no haber sido promovido cuando su predecesor se
retiró, seguro que, podría haberlo matado por rabia. Pero tenía mucho más
sentido que el empleado descontento se deshiciera de ella y esperara que
Mad le o la eligiera para cubrir el puesto. Además, ella había venido aquí
con Gabriel para obtener algunas respuestas, y él había comenzado a hacer
todas esas preguntas. Estaba un poco enferma de sentirse interrogada.
—No lo creo —le dijo—. Volvamos a eso más tarde. Dime lo que no le
dijiste a la policía.
—No sé nada.
—Entonces no creo que tengamos nada más que decirnos el uno al otro.
Me arriesgaré con la prensa.
—No me toques así —insistió—. Eres mi jefe ahora. ¡Ya está bien!
—Tienes que hacerlo. No voy a pasar por esto contigo otra vez, Gabriel.
Si no puedes confiar en mí, entonces es hora de alejarte.
—¿Por qué?
—Tenía que hablar con él de nuevo. Fui allí para intentarlo. Caminé por
el parque durante horas. Una vez que me calmé, supe que no podía dejar
las cosas como estaban entre nosotros. Habíamos sido amigos durante la
mayor parte de nuestras vidas. Me di cuenta de que tenía que salvar lo que
podía y esperar que finalmente buscara algún tipo de relación con su hijo.
—Suspiró detrás de ella, la acción los acercó más—. Mad hubiera sido el
primero de nosotros en ser padre. Ese día, no podía imaginarme que no
conociera a su propio hijo. Nosotros… ¿Cómo puedo decir esto sin sonar
como un pobre niño rico?
—Sé que tus padres no estaban muy unidos. —Everly no pudo evitar
sentir empatía. Incluso antes de que su madre se fuera, siempre se había
sentido distanciada de la mujer y le había dolido. Así que, incluso si eso la
hacía estúpida, también respondió a la tristeza de Gabriel. Algo en su
interior quería consolarle.
—La academia Creighton fue mi padre la mayor parte del tiempo. Ahí
es donde conocí a todos mis amigos. A veces pienso que pasé mi infancia
solo hasta que conocí a Mad. Mucho de lo que soy hoy es por él y su
amistad constante.
—Gabriel. . .
—Déjame sacar esto. —La forma en que la agarró le dijo a Everly que
solo la pura fuerza de voluntad le mantendría en movimiento—. Ese día
me senté en el parque después de haber amenazado con matarlo, pensé en
lo que significaba tener hijos. Estos cinco hombres fueron muy decisivos
en moldear mi vida. No podía imaginar un mundo donde nuestras familias
no se conocieran entre sí. No podía imaginarme a todos nosotros si no nos
juntábamos con nuestros hijos para relajarnos, reír, beber y gritarles, de la
forma en que nuestros padres no nos habían gritado. Se suponía que
íbamos a ser mejores, maldita sea. Se suponía que nuestros hijos tendrían
una verdadera infancia.
Eso era verdad. Podría manejar mucho por sí misma. Era muy
competente. Su padre le había enseñado defensa personal y cómo usar un
arma. Se sentía cómoda tomando la decisión de cuándo huir o pelear. Pero
no tenía ni idea de cómo manejar a una multitud de periodistas insistentes.
Si la hubieran dejado a su suerte, se habría ido a casa, sin darse cuenta de
que había problemas hasta que fuera demasiado tarde.
No iba a hacer eso. Tal vez era una idiota y sus hormonas estaban
afectando su juicio, pero creía que no había ido al aeropuerto ese día con
mala intención.
Lo más seguro.
—Él no era una adolescente —respondió ella—. Creo que tenemos que
averiguar por qué Maddox quería una reunión con el presidente. Dudo que
fuera allí por una cerveza. ¿Sobre quién te preguntó en ese video?
Mencionó un nombre cuando estabas hablando con él en el almuerzo.
—Si Maddox iba a ver al presidente, tal vez Sergei era alguien que el
presidente conocía.
—Te lo agradecería.
Mañana. Tenía hasta ese momento para encontrar todo lo que pudiera
sobre la muerte de Maddox y decidir qué haría a continuación.
···
—Quédate.
La pregunta era, ¿cómo hacer que confiara lo suficiente para irse otra
vez a la cama con él? Con la mayoría de las mujeres, podría susurrar
algunas palabras bonitas u ofrecer alguna fruslería. O simplemente podía
explicarle que nadie creería que no estaban acostándose juntos, por lo que
bien podrían hacerlo. Estaba bastante seguro de que ninguna de esas
tácticas le llevaría a ningún lado con Everly.
Así que necesitaba encontrar otra razón para que permaneciera cerca.
No. No podía pensar en el hijo de Sara como un error. El bebé era una
bendición, y toda la sangre de su sangre que le quedaría de Mad.
—Probablemente no, pero apuesto a que guardó sus secretos aquí. Mad
creía que la información es poder. Así que conocía a sus enemigos.
—¿Enemigos?
Gabe asintió.
Las armas habían asustado a Mad. Gabe y algunos otros muchachos una
vez habían hablado de ir a cazar, y Mad no quiso tener nada que ver con
eso. De hecho, había tratado de disuadir a Dax de unirse a la marina
porque estaba seguro de que le dispararían. Pero algo lo había asustado
tanto como para que pusiera a un lado sus reparos y comprara un arma de
fuego.
—Podría tener otro escondite aquí abajo. ¿Cuántos años tiene este
edificio?
—¿No tienen todos un lugar para sus citas? —dijo, más ausente que
ácida, mientras miraba alrededor de la habitación, examinando,
estudiando.
Él frunció el ceño.
—Esto era un bar clandestino. Fue una de las formas en que Alfred
Crawford compensó las pérdidas en el mercado de valores después del
crac financiero. El dinero de las bebidas alcohólicas le mantuvo a flote
hasta que su negocio legítimo volvió a tener saldo. ¿Crees que hay
escondites?
—Solo puedo especular a qué se refería, pero apuesto a que tenía más
secretos de los que yo imaginaba.
Hijo de puta.
—Esto vale cada centavo. Pero tiene que haber más espacio allí, algún
otro compartimento oculto. —Dejó la botella en el escritorio porque
definitivamente no la iba a esconder de nuevo—. Un bar clandestino
hubiera necesitado un área más grande para esconder el licor. Tiene que
haber más detrás de esa puerta del compartimiento.
Obviamente, Mad tampoco le había contado sus secretos. Gabe era tan
cínico como podría ser, pero incluso él no creía que alguien pudiera fingir
esa expresión. Dios, era hermosa. Prácticamente brillaba. Era casi
imposible imaginar a Mad alejándose de ella. Solo habían pasado unos
pocos días desde que Gabe le había hecho el amor y se estaba muriendo.
Mad no había sido un hombre paciente.
—¿Estás pensando lo que mismo que yo? —susurró ella—. Puede que
hayamos encontrado algo.
Le gustó la forma en que ella dijo hayamos. Sabía que debería tirarse en
plancha sobre su hallazgo, y lo haría, pero no podía dejar pasar este
momento sin tocarla.
—Gabriel…
—Baila conmigo.
—No tengo ni idea. Este lugar habría sido un patio de recreo para él. Le
preguntaré a Sara si alguna vez lo mencionó.
Ella se burló.
—Has conocido a muchas mujeres. Fue difícil para mí salir cuando era
adolescente. Mi padre se encontraba con cualquier novio potencial en la
puerta de casa con el uniforme completo, pistola incluida.
Maldita sea. Había pensado en tener hijos con Everly Parker. Estaba
enamorándose, demasiado profundamente.
—No tuve un novio de verdad hasta que estuve en la universidad.
¿Sabes cómo conoció a mi padre? Cuando nos dirigíamos a casa el fin de
semana para que pudiera presentarlo, papá lo detuvo por exceso de
velocidad. Le cacheó y todo. Lo juro, creo que la única razón por la que
Bryan se quedó conmigo fue por temor a que mi padre le hiciera
perseguirlo si me hacía llorar.
—Oh, habría sido mucho más duro contigo. Pero creo que también le
habrías gustado. No eres lo que él hubiera esperado.
—Everly, te necesito.
Acunó su cara, su cuerpo nunca perdió el compás del baile. Las manos
de Everly se deslizaron hacia su cintura, aferrándose a él. Ella exhaló,
cerró los ojos y se ofreció.
Everly levantó una mano y le hizo señas para que se uniera a ella. Se
inclinó para hacer precisamente eso cuando, por encima de la música del
gramófono, escuchó lo que sonaba como una puerta al cerrarse, seguido de
pasos en el piso de arriba.
Ya no estaban solos.
Capítulo 9
Everly se incorporó cuando Gabriel se movió lentamente por la
habitación, apagó el gramófono y luego se dirigió hacia el pequeño pasillo
que conducía a la puerta secreta.
—¿Qué pasa?
Las palabras apenas habían salido de sus labios cuando ella también lo
oyó. Una puerta cerrándose de golpe. Se escucharon pisadas.
Más cerca. Las voces se acercaban. Ese último chillido había sido por
encima de su cabeza. Estaban en la escalera que solo conducía a un lugar.
Aquí. Su corazón latía con fuerza en su pecho. Probablemente eran chicos
que buscaban dinero o drogas, o los reporteros habían sido más rápidos de
lo que Gabriel les había dado crédito.
—¿Qué?
—Este tipo hace días que ha muerto, pero huele como si alguien hubiera
cocinado recientemente—dijo uno de los hombres mientras doblaba la
esquina de la biblioteca—. Si no estamos solos, necesitamos que esta
mierda se haga rápidamente. No puede haber testigos.
—No hay tiempo para eso. Necesitamos que este lugar se incendie
rápidamente. Una habitación más, luego salimos de aquí.
Coctel molotov.
Everly no podía verlo, no podía decir si Gabriel había sido herido. Tenía
una oportunidad de salvarlo.
Salió por detrás de la puerta secreta e inmediatamente sintió el calor.
Las llamas lamían la pared mientras el humo ocupaba todos sus sentidos.
Reprimiendo la necesidad de toser, se movió detrás del atacante de
Gabriel.
Gabriel apareció por encima del escritorio, apuntando esa pistola justo
donde estaba el matón. Desafortunadamente, Everly estaba allí ahora,
congelada, con el atizador todavía en la mano. Sus dedos estaban
adormecidos, lo dejó caer al suelo.
Él frunció el ceño.
—Estoy bien.
—No te muevas.
—¿Está muerto? —Era una pregunta estúpida porque los ojos del
hombre estaban abiertos y sin ver.
—Está bien. —Sin importar lo que pasara, lucharía por encontrar una
salida. Con Gabriel.
···
—No creo haberte visto nunca tan nervioso. ¿Es por la policía?
—Estoy bien.
—Seguro que sí. Necesitas calmarte antes de tratar con ella. ¿Tienes
alguna idea de lo que buscaban esos hombres?
—Ninguna. Dejaron todo lo de valor, por lo que pude ver. Parecían más
interesados en papeles, archivos y libros. No tiene sentido.
—Con un matón muerto y el otro desaparecido, no podemos obtener
ninguna respuesta.
—Casi muere esta noche. Una vez que esos idiotas descubrieron que
estábamos en la casa, intentaron matarnos. Eliminó a uno de ellos antes de
que yo pudiera hacerlo. Estuve a punto de dispararle.
—Sí, pero solo después de que hiciera una temeridad que podría haber
terminado conmigo atravesando su corazón de un balazo.
—Me dijo que acamparía fuera del despacho oval si tuviera que hacerlo.
—Roman se encogió de hombros.
—Las últimas palabras de Mad para mí fueron una pregunta sobre ese
hombre. Indaga para mí, ¿de acuerdo? Pregúntale a Zack. —Golpeó la caja
de metal que habían sacado de contrabando—. Guardé tantos archivos del
escritorio de Mad como pude, junto con esta caja que encontramos
escondida en la habitación secreta. ¿Puedes abrir eso?
Con ese consejo, su amigo regresó a su hotel. Dax les saludó con la
mano antes de subir las escaleras a la otra habitación de invitados.
Gabe vaciló.
Gabe se tensó. Deseaba a Everly, pero ella necesitaba dormir más que su
lujuria.
—Quizás deberías.
Sara era una mujer razonable, pero su ira hacia Mad no había
disminuido mucho. Aunque había estado callada durante el funeral, su
muerte parecía haber agudizado su furia a algo que se acercaba al odio.
Parte de eso se transfirió a las mujeres de las que Mad había hecho alarde
ante la prensa desde que la había dejado. Sara necesitaba tiempo para
sanar y enterrar la amargura ahora que había enterrado al hombre.
—No sé qué pasó entre esos dos. Ella jura que nada. Incluso Dax la cree.
—Se pasó la mano por el pelo—. Demonios, no sé exactamente qué está
pasando entre nosotros dos. De cualquier manera, no creo que deba
arrastrar a Sara a esto. Podrían pasar semanas antes de que ella regrese a la
ciudad. Si—y quiero decir si—Everly y yo nos seguimos viendo entonces,
le facilitaré a Sara las cosas.
—Ni soñarlo, pero yo no soy el que está loco por la chica. A veces la
felicidad requiere cierto nivel de creencia en lo inverosímil, especialmente
la romántica. Si quisieras mi consejo, te diría que no puedes culparla por
con quién salió antes de conocerte. Tal vez sea mejor si olvidas cualquier
relación que tuvo con Mad. No parece estar añorándole, pero la forma en
que te mira es muy interesante. —Se encogió de hombros—. Si la quieres,
tómala. Y no mires atrás.
—Nah. Soy un ave nocturna. Además, creo que podría haber descubierto
quién es nuestra molesta blogger. Pillé su rastro esta tarde e intercambié
dos correos electrónicos con ella. Estoy fingiendo ser un loco teórico de la
conspiración. Ella piensa que tengo una primicia. Mañana veremos si
estoy en lo cierto. Le di algo de información. Si aparece en Capitol
Scandals, sabremos que estoy cerca.
—¿Ella?
Se quitó la ropa sin el cuidado que Everly había puesto para quitarse la
suya. Las prendas cayeron al suelo, luego se acarició la polla dos veces
antes de enrollar el condón. Todo el tiempo, la imaginó en la ducha, su
cuerpo suave y curvilíneo resbaladizo por la humedad.
Si estar con ella era un error, era algo que Gabriel intentaría repetir una
y otra vez.
—¿Me deseas?
Sus pechos llenaron sus palmas con su dulce peso. Pasó los pulgares por
los pezones. Las pequeñas protuberancias ya estaban duras. A Gabe le
encantaba cómo se retorcía contra él y cómo se quedaba sin respiración
cuando pellizcaba esas perlas.
—La próxima vez que te diga que te escondas, hazlo. —Se cernía sobre
ella, con la intención de imprimir su voluntad.
Sacudió la cabeza.
—Casi te mato.
—¿En qué estabas pensando que ha hecho que estés tan mojada? —Sí,
no le importaba una mierda el rapapolvo ahora, solo lo resbaladiza que
estaba, lo apretada que estaría a su alrededor. Frotó su clítoris en círculos
rítmicos, lo suficiente como para hacerla gemir.
Inclinó su boca sobre la suya y la besó con todo lo que tenía. ¿Por qué
esperar? Everly sabía que iría tras ella. Estaba concentrada en el placer
que él podía darle. Sin duda, estaba lista para él ahora. Sabía muy bien que
esta noche no iba a dormir sola. Gabe no tenía la intención de defraudarla.
Everly se quedó sin aliento mientras le envolvía con los brazos y las
piernas. Su polla estaba tan cerca del cielo resbaladizo que se sentía
desesperado por estar dentro. Everly inhaló y exhaló. Sus pupilas se
dilataron. El calor le abrasó. En ese momento, sintió que había estado frío
toda la vida hasta que la conoció.
Juntó las manos detrás de su cuello y enlazó los tobillos en la parte baja
de su espalda. Gabe cambió de posición, agarrando su culo y levantándola,
alineando sus cuerpos. Luego dejó que la gravedad hiciera el trabajo.
Esto era más que sexo. Era pura conexión. Estaba ligado a Everly de una
manera que nunca había estado con otra mujer, de una manera que nunca
había imaginado estar con ninguna mujer. Y en este momento, el hecho de
no poder unir sus cuerpos de todas las formas posibles simplemente no era
aceptable. Gabe la quería tan unida a él como él se sentía unido a ella,
saber que estaba completamente con él en este momento.
El deseo primitivo le atravesó. Este acto iba más allá del placer. Gabe
tenía la intención de usarlo para asegurarse de que ella estaba tan apegada
a él como él se sentía con ella. Tenían que compartir algo más que piel y
gozo. Necesitaban honestidad. Y al enterrarse en su interior mientras
miraba hacia su maldita alma, se sentía tan honesto como nunca lo había
sido.
Esto también era sobre la confianza. Estaban en una situación peligrosa,
y ella necesitaba confiar en que él haría más que darle un orgasmo.
Necesitaba confiarle su vida si querían sobrevivir.
Los cubrió con los suyos, bebiendo los sonidos de su liberación. Quería
esos sonidos para sí mismo. Siempre. Él destrozaría a cualquier hijo de
puta que intentara quitársela.
Everly sabía que eran solo palabras que había pronunciado después de
la pasión, pero todo lo femenino en su interior respondió.
—Gabriel, no puedo permitir esto… que lo que sea que hagamos juntos
altere por completo mi vida profesional. Dorarme la píldora con elogios
no me hará cambiar de opinión.
Pero mañana tenía una cita para reunirse con el informante que
supuestamente tenía la primicia sobre el asesinato de Maddox. Por
supuesto, este extraño misterioso también le había advertido que no se
enredara en la red de Gabriel, pero Everly sabía que estaba completamente
atrapada. Sí, habían acordado ser socios en todo esto, pero todavía dudaba
en hablarle sobre la reunión. Gabriel lo desaprobaría. De hecho,
probablemente la dejaría aquí con sus perros guardianes y se pondría en
contacto con el informante. Eso no podría pasar. Ella recibió instrucciones
de ir sola y no quería arriesgarse a perder esta fuente en caso de que
tuviera información vital. Everly tenía la intención de averiguar lo que
esta persona sabía, especialmente si eso explicaba quién había matado a su
amigo y exoneraba a Gabriel.
Tenía que ser inocente. Ella no podía pensar de otra manera, pero
tampoco podía darle todo lo que tenía. Si lo hiciera, él la retiraría de la
investigación. Todos sabían que dos cabezas eran mejor que una. La
necesitaba.
—Sé una cosa o dos acerca de asegurar un edificio. Creo que puedo
mantener a un grupo de periodistas entrometidos fuera de nuestro espacio
de trabajo.
Gabriel tenía razón, maldito sea. Pero necesitaba sacar esa tarjeta de
memoria SD de su caja fuerte. No había logrado ver todas las fotos y
quería estudiarlas.
—Este es una hermoso coño. Me pregunto qué debería hacer con eso.
Gabriel podía ser muy potente y apasionado. Le gustaba eso de él. Pero
también adoraba su lado burlón. Era un hombre muy complejo, y
frustrante. A pesar del orgasmo que había tenido apenas quince minutos
antes, había vuelto a excitar su cuerpo muy fácil y rápidamente.
Necesitaba sentir su lengua sobre ella, sumergiéndose profundamente. Su
boca se quedó justo por encima de su lugar más necesitado. Everly no
pudo contener un gemido, le deseaba.
No parecía convencido.
—Te pertenezco.
—Muéstrame que este coño es mío —exigió en voz baja—. Que toda tú
me perteneces. A nadie más.
—¿Sí?
Gabriel levantó un solo dedo como para pedirle que le diera un segundo.
Se acomodó entre sus piernas y la cubrió con la boca. Otra ráfaga de calor
encendió su cuerpo, especialmente cuando él se hundió más. Su lengua se
sumergió en sus profundidades, penetrándola como había hecho antes su
polla. Lo hizo una y otra vez, invadiéndola y excitándola hasta que tuvo
que sujetarla a las sábanas para evitar que se retorciera con cada gemido.
Una vez que la hubo sometido, levantó una mano y acarició su clítoris
en círculos ligeros y excitantes. Al mismo tiempo su lengua se movía en
su coño, volviéndola loca.
Estaba muy guapo con sus ojos azules ardiendo en su rostro enrojecido,
como un gran depredador que espera a su presa, planeando su próximo
movimiento. Tenía la sensación de que sería mejor que disfrutara su
oportunidad de tomar las decisiones porque no pasaría mucho tiempo
antes de que él le arrebatara el control de nuevo.
Everly pasó las manos sobre los músculos de sus hombros y su pecho,
deleitándose con la dura sensación de su carne, su pulso acelerado. Se
inclinó para presionar sus labios sobre el latido de su corazón, le fascinó la
forma en que cerró los ojos. Cuando ella lamió un pezón, él gimió.
Ella se movió sobre su amplio pecho para lamer el otro disco plano,
disfrutando del juego.
—Es justo. Y tal vez también quiero saber a qué sabes.
—Me vas a matar, cariño. Solo quiero que entiendas que voy a recuperar
el control. Y entonces…
—Más fuerte —dijo entre dientes apretados—. No tienes que ser suave.
No me romperé.
La idea de que podría haberle perdido en ese fuego la abatió. Cerró los
ojos y se dejó llevar por una ola de preocupación, un gran alivio y algo que
parecía sospechosamente más fuerte que la atracción. Tenía miedo de
examinar cuánto más. ¿Amor?
Pero Everly sabía que había pasado demasiado tiempo temiendo invertir
en las personas. Tal vez había estado más impactada por la deserción de su
madre de lo que quería admitir. Tal vez había tenido miedo de terminar
como su padre, amando a un fantasma que se fue hace mucho tiempo.
Everly sabía que eso podía pasar con Gabriel; él podría muy bien dejarla
sola y anhelante. Pero se negó a perder la belleza de este momento por su
miedo.
Descartó todos los miedos sobre él. Si realmente quería buscar una
relación con este hombre, tenía que abrirse. Tenía que confiar en Gabriel.
Everly sabía por su tono que no estaba de humor para negociar. Con
suerte, tendría tiempo más tarde para jugar con él y provocarle, chuparle
hasta que no pudiera durar un segundo más. Tenía la intención de
prodigarle todo el placer y la atención que él le brindó para que supiera
exactamente lo bien que se sentía ser deseado de esa manera. Algún día.
Una vez que hubo terminado de protegerlos, dejó que su mirada vagara
por su cuerpo mientras él se tendía para que le tomara. En ese momento,
Everly encontraba muy fácil creer que le pertenecía, que su cuerpo había
sido hecho para darle placer, que su corazón latía con devoción por nadie
más que por ella.
—Estoy loca por ti, Gabriel. —No podía decir nada más. Aún no. Pero
tampoco podía permanecer en silencio.
—Como dije antes, estamos en esto juntos. Tú y yo. —Su susurro hizo
que el sonido fuera mucho más íntimo que simplemente compartir algún
peligro y pasión. Lo hizo sonar como si significara algo emocional y
duradero—. Tenemos que confiar el uno en el otro. Te cuidaré, lo juro.
Nunca dejaré que nadie te lastime.
Gabriel tenía razón. Para tener algún tipo de relación verdadera, tenían
que intentarlo. Ella ya no podía ocultarle secretos. Habían salido de la
comisaría de policía después de su interrogatorio inicial, con la intención
de poner todas sus cartas sobre la mesa. Everly no quería esperar más. Si
iban a ponerse en serio con ello, tenía que darlo todo.
—Es increíble. —Él agarró sus caderas, subió las manos hasta su
cintura, y acunó sus pechos mientras la empujaba hacia abajo.
—Bésame.
Everly encontró sus labios con los suyos, acariciando suavemente y
deleitándose en su cercanía. Juró que podía sentir los límites alrededor de
su corazón desmoronándose. Sí, la aterrorizaba. Él la aterrorizaba porque
en un par de días, Gabriel había demostrado lo vacía que estaba su vida sin
él. Le había mostrado lo bien que se sentía ser adorada.
Le amaba.
Everly era demasiado consciente del mundo como para no saber que
podría estar dirigiéndose hacia un corazón roto, pero la soledad también
apestaba. Después de todo, era mejor haber amado y perdido que nunca
haber amado, ¿verdad? Por otro lado, ahora que Gabriel se había abierto
camino en su corazón, ella no tenía idea de cómo expulsarlo, y no quería
hacerlo.
Casi allí. Casi allí… Él cambió el ángulo de sus embates, generando una
fricción contra ese punto mágico en su interior que la tuvo jadeando,
arañando su pecho, lista para cantar su nombre. El éxtasis estaba muy
cerca.
Cuando empujó dentro de ella una vez más, Everly soltó un grito agudo.
Pura perfección explotó entre sus piernas, dentro de su vientre. Se aferró a
él. Gabriel era su salvavidas en esta piscina de placer, tal como ella
esperaba que fuera en la vida.
Su primera noche juntos, ella le había dado su cuerpo. Esta noche, había
compartido su corazón. Mañana, revelaría sus secretos.
···
Asintió.
—Sí, necesita descansar. Ayer fue duro para ella, especialmente el fuego
en casa de Mad. —Su suposición era que había estado reprimiéndose
durante mucho tiempo. Gabe la había animado a llorar, a dejar salir sus
emociones y compartirlas con él. Estaba muy satisfecho de que confiara lo
suficiente en él para participar. ¿Alguna vez había llorado con Mad? La
pregunta le perturbó—. Además, cuanto más duerme, más tiempo le lleva
darse cuenta de que estamos atrapados aquí.
Roman entró en la sala de estar con el ceño fruncido. Llevaba dos tazas
de café y le dio una a Connor.
—No, pero seguro que te gusta acercarte a ella —dijo Connor con una
sonrisa de complicidad—. Es una gritona, por cierto. Cada vez que me
quedaba dormido, ella empezaba a hacer ruido y volvía a desvelarme.
—¿Estás seguro de que acostarte con esta mujer es una buena idea?
—Vale. ¿Estás seguro de que acostarte con Everly es una buena idea?
—Creo que Everly no estaría de acuerdo, y por eso es una mala idea
seguir acostándote con ella —respondió Roman.
—Puedo callarla.
A Gabe no le gustó la expresión de Connor.
—Claro que no. Quiero decir que le explicaría que continuar con este
sitio “clandestino” ya no es una opción de carrera viable. Voló su tapadera
al caer directamente en mi trampa. Mirad el titular de Escándalos del
Capitolio esta mañana, muchachos.
Gabe suspiró. ¿El blog había mencionado cómo había evadido a los dos
hombres armados que habían tratado de matarle? ¿O hablaba de su
disposición a sacrificarse para salvar a Everly Parker? No. Todo, con todo
lujo de detalles, giraba en torno al hecho de que había salvado el
malditamente caro whisky de Mad.
—Yo también habría salvado ese whisky. Dejarlo atrás para que muriera
trágicamente en ese incendio habría sido un crimen terrible. —Cuando
Gabe le lanzó una mirada de advertencia, Connor suspiró—. Mira, tenía
que darle a Lara Armstrong algo que nadie más sabía para ver si publicaba
la historia. Le pasaste esa botella a Dax cuando te recogimos en Harlem.
Los policías no tenían idea de que alguna vez la tuviste, así que esta
“fuga” prueba más allá de cualquier sombra de duda de que o bien está
dirigiendo Escándalos del Capitolio o hablando directamente con
quienquiera que lo haga. Ella es la única a quien se lo dije, la única que
podría haberlo sabido.
—No soy tan creativo. —Connor puso los ojos en blanco—. Además,
tuve que darle un poco de información de lo que le gusta, y le encanta
publicar artículos que hacen que los ricos parezcan estúpidos y que se
creen con derecho a todo. Es su tónica.
—Una vez que descubra lo que sabe —prometió Connor. Su voz había
adquirido ese tono, “sé algo que tú no” que utilizaba cuando ya no creía
que fuera prudente hablar.
Gabe tomó las fotos de Roman. Cada una mostraba una niña sonriente
de no más de trece o catorce años. La niña africana en la primera imagen
parecía inocente, vestida con un uniforme escolar, de pie fuera de su aula y
saludando. La segunda foto se parecía mucho a la primera, aunque esta
niña india llevaba un lindo bindi rojo en su cara y un uniforme diferente.
Una tercera niña llevaba un hijab, lo que indicaba que había alcanzado la
pubertad.
—¿Qué es eso?
—Ordené eso antes de saber quién era ella. Diles que me envíen una
factura. Ya no necesito sus servicios.
Connor asintió.
—Me escuchaste, Gabe ¿Pensaste que no lo vería? Su foto está por todo
Internet.
—Sara, escucha. Tengo que hablar con ella. Si estaba involucrada con
Mad, podría saber algo. Tienes que entender que Mad probablemente fue
asesinado.
Sara no era capaz de ser racional en ese momento. Tenía que tratar con
ella lo mejor que pudiera hasta que descubriera toda la verdad. Entonces se
sentaría y explicaría.
Esa no había sido Sara. Gabe sintió que se le caía el alma a los pies. Se
dio la vuelta.
Esa era la Sara que conocía, la chica dulce con la que había jugado
durante los veranos de su infancia.
—Estoy bien. Te lo explicaré más tarde. Tienes que confiar en mí. Te
llamaré pronto.
O podría tener el efecto de que ella empujara algo tan arriba en el culo
de Gabriel Bond que nunca más podría ver con claridad.
Había bajado las escaleras, lista para darle a Gabriel toda la evidencia
que tenía. Connor parecía saber mucho sobre pirateo. También podría
ayudarla.
Desafortunadamente, no había encontrado a Gabriel. Había encontrado
este archivo.
Las puertas del ascensor se abrieron. Entre lágrimas, miró a través del
vestíbulo oscuro y privado. Mierda ¡Adiós a la idea de no llorar!
En algún lugar del Upper West Side. Anoche, con el coche, habían
pasado por delante de un par de lugares conocidos. Sería mejor caminar
hacia uno de ellos. Everly tenía pocas dudas de que Gabriel no había
terminado de tratar de controlarla, por lo que iría tras ella.
—Tardaré un poco.
—¿Es por eso que se está acostando con Gabriel Bond ahora, por el
dinero?
—¡Everly!
Decidió hablar con Dax. Parecía que sería infinitamente más razonable.
A pesar de que se pondría del lado de Gabriel, no infringiría la ley por
hacerlo. Eso esperaba.
—No quiero tener nada que ver con este hombre. Si puedo salir de este
edificio, ya tengo quien me lleve fuera de la ciudad.
—¿Qué hiciste para hacer que huyera? —exigió Dax, parecía enfadado.
Sus ojos fueron a la carpeta en su mano y maldijo—. Te dije que era un
error. ¿Por qué demonios tiene ese informe?
—No. Era demasiado tarde para evitar eso. Me estaba tomando una taza
de café, que por cierto ya estará frío, porque pensé que mi responsabilidad
era simplemente mantener a la gente fuera. Nadie mencionó que
tendríamos que mantenerlos dentro también.
—¿Que estabas pensando? ¿Has olvidado que hace apenas doce horas
alguien intentó matarte?
—De alguna manera, creo que estaré más segura cuanto más me aleje
del señor Bond. Esto es sobre él. No sobre mí.
—No voy a ir a ninguna parte excepto lejos de aquí y del señor Bond. Si
no me ayudas, me arriesgaré con los reporteros.
Se apartó de todos ellos. Lo último que quería soportar era una regañina
de estos cuatro hombres. No tenían nada cercano a sus mejores intereses
en el corazón.
Alguien le agarró el codo. Everly miró por encima del hombro para ver
a Gabriel con su mano sobre ella y la determinación estampada en su
rostro cuando comenzó a arrastrarla hacia atrás.
Tenía que dejar de tratarlo como a su novio. Era hora de que se acabara
toda la mierda del amor femenino.
Roman extendió una mano como si quisiera aplacar al león que encontró
entre ellos.
—Sube y escucha lo que Gabe tiene que decir. Si todavía quieres irte
después de escucharle, te acompañaré fuera del edificio sin ser detectada y
te llevaré a donde tengas que ir —prometió Roman.
Le estaban dando una opción, pero ella no podía darle a Gabriel otra
oportunidad para engañarla. Roman y Connor mentían para ganarse la
vida. Dax tal vez no tanto, pero para navegar en la política militar,
probablemente dijo una mentira o dos. Y Gabriel… No vayas por ahí.
Todos ellos eran excelentes para obtener exactamente lo que querían. Ella
era demasiado directa para jugar este juego. Dijo exactamente lo que
quería decir. No había manera de que pudiera jugar con estos hombres y
esperar ganar.
···
Se veía muy pálida mientras yacía allí inmóvil. Jesús, tal vez debería
llamar a un médico. Entonces matar a su amigo.
—El peligro está en todas partes estos días. Y realmente iba a irse.
¿Sabes lo que la prensa habría hecho con Everly? Podrían ayudarla a
joderte de siete maneras desde el domingo si ella eligiera interpretar a la
mujer desdeñada. Todo lo que necesitaría es una entrevista nacional en la
que implique que mataste a Mad en un ataque de celos, y te verías acusado
por un gran jurado y siendo detenido sin fianza.
—No. Tú no.
Gabe hizo una mueca. Obviamente, la amnesia a corto plazo había sido
una ilusión. Lo recordaba todo.
—No finjas que te importa una mierda. Leí lo suficiente de ese informe
para saber que no. Alguien dijo algo sobre una salida trasera de este lugar.
Un amigo viene a recogerme.
—Me gustaría ver el contenido de esa caja. Mientras esté aquí, tengo la
intención de examinar la evidencia que encontré y por la que casi muero.
En este momento, todavía estoy temporalmente a cargo de la seguridad de
Crawford. —Lanzó una mirada obstinada a Gabe—. ¿Alguna posibilidad
de que me envíes a la cola del paro?
—Mis padres están muertos, y yo soy la única familia que Sara tiene
ahora.
—Alto allí, Bond. Déjame adivinar lo que pasó. Tu hermana vio que la
prensa hablaba de nosotros y se le fue la olla porque ahora te estás
acostando con la mujer que se llevó al papi de su bebé.
—Supongo que debería estar contenta de que ahora solo pienses que
estaba acostándome con él por placer. Déjame hablar, Bond, y tendrás tu
turno. Entiendo por qué dijiste lo que le dijiste a Sara. Fue duro, pero
tenías que encontrar alguna forma de explicar mi presencia.
—De alguna manera creo que es más fuerte que eso, pero te lo dejo a ti.
No estoy molesta por lo que le dijiste a Sara. Estoy enfadada por ese
informe. Tenías un detective privado que desenterró la suciedad de mi
vida. De mi familia ¿Cómo se supone que debo perdonarte por eso?
—Así que decidiste destruirme antes de que pudiera hacer algo de eso.
—Tomé la decisión de reunir algunas municiones en caso de que una
mujer que no conocía fuera detrás de mi familia. Una vez que supe quién
eras, nunca lo habría usado contra ti.
—Sí, pero eso no nos hace compatibles. Incluso si nunca usaste ese
informe, eres el tipo de hombre que reúne municiones contra tus enemigos
en caso de que lo necesites. Eres el tipo de hombre que amenazó con matar
a su mejor amigo.
—Porque piensa que Mad la dejó por ti. Cree que eres la razón por la
que su bebé no tiene un padre.
—Dices que no sabías quién era yo cuando ordenaste ese informe, pero
no lo cancelaste. No despediste al detective. Todavía tienes tus municiones
por si alguna vez me vuelvo contra ti. ¿Por qué querría vivir en ese mundo,
Gabriel? —Hizo un ademán de despedida—. Es irrelevante. Toda esta
charla es completamente inútil porque sé la verdad. Dime una cosa: ¿Me
crees cuando digo que no tenía nada más allá de una amistad con Maddox?
Oh, Dios, así era la vida con un hombre tan despiadado como Gabriel
Bond. Guerra. Estaba preparándose para una guerra con un hombre del que
se había enamorado. Su corazón se hundió. A pesar de que a ella le gustaba
Maddox, él había sido igual. Siempre dispuesto a acabar con sus
enemigos.
—Creo que sí. —Deseaba que Mad estuviera aquí ahora para poder
saber su opinión sobre cómo tratar con Gabriel, quien se había comportado
esta mañana como un completo imbécil. Apostaba a que Maddox le habría
dado algunos consejos que parecerían locos y que, al final, habrían sido
terriblemente sabios. O le habría ofrecido encontrarle un prostituto. En
realidad, era una proposición al cincuenta por ciento con él.
—No creo que hubiera gastado diez mil dólares simplemente para
encontrar un trío. Vale. Podría haberlo hecho, pero dudo que hubiera
contratado a un detective privado. Conocía un buen número de
acompañantes de clase alta. Simplemente las habría llamado.
—Sí, lo es, considerando el hecho de que Ferling vivía en una zona muy
segura de la ciudad —admitió Connor—. Lo comprobé y él fue el único
asesinato en esa vecindad en los últimos dos años.
—Así que Mad está muerto y el detective privado que contrató también
lo está y en circunstancias misteriosas —postuló Gabriel, entrando en la
habitación.
Everly intentó actuar como si no fuera nada más que otro engranaje en
la rueda de este misterio.
Él asintió.
—La hija de Ferling dijo que Mad primero contrató a su padre para
encontrar a una mujer de unos cincuenta años, Deborah Elliot. Eso fue
hace poco más de nueve meses. Está viva y reside en Florida. Luego, más
recientemente, Mad buscó a una mujer llamada Natalia Kuilikov. Una
inmigrante rusa que vino a los Estados Unidos hace casi quince años. Al
parecer, desapareció hace un tiempo.
—¿Everly? ¿Qué pasa? —Se movió detrás de ella y sacó una silla.
¿Soborno? ¿Por qué alguien tendría que pagar a su madre? Podía ver
fácilmente a la mujer aceptando el dinero. Era lo que siempre había
querido. Su madre no había estado mucho tiempo, pero Everly podía
recordarla hablando de un momento en que su vida había sido mejor y
todo giraba en torno al dinero y la posición social. No pudo evitar mirar a
Gabriel. Tenía ambas cosas. Haría bien en recordar eso. Las personas que
vivían en este mundo, o que habían caído de él como su madre, harían
cualquier cosa por permanecer o volver a él.
—Lo tengo. Sí, ella trabajó brevemente para Crawford hace veintiocho
años. Abandonó la empresa, se casó con el padre de Everly y dio a luz.
Todo en unos pocos meses. Benedict Crawford continuó con los pagos
hasta que Everly cumplió seis años.
—Mis padres tenían ambos ojos azules. Nunca supe dónde conseguí mi
verde avellana. —El pensamiento la golpeó de la nada y murmuró ese
hecho a nadie en particular.
Everly cerró los ojos. Oh, Dios. Era una Crawford. El conocimiento la
hizo sentarse y jadear para respirar.
—¿Everly?
Ella asintió.
—Todo eso es fascinante, pero ¿cómo tiene algo que ver con las razones
del asesinato de Maddox? ¿Tenemos alguna idea de quién es esta Natalia?
¿Ya has hecho un seguimiento de ella?
—No importa.
—Por supuesto que sí. —Gabriel puso una mano sobre la de ella—. Esto
lo cambia todo.
Se apartó.
Papá nunca le había dicho que no era su hija por ADN, pero tal vez no lo
sabía. Y si lo hubiera sabido, ella le quería aún más por ser el mejor padre
que una niña podía tener. Le había dado todo lo que podía, especialmente
su afecto y apoyo, a diferencia de los otros hombres en su vida. Benedict
Crawford había pagado a su madre para deshacerse de su responsabilidad.
Maddox había ocultado la verdad y manipulado. Podría haberle dicho que
eran hermanos en cualquier momento, pero permaneció mudo. Y
Gabriel… ni siquiera quería pensar en Gabriel.
Se puso de pie porque no tenía nada más que decirle. Everly necesitaba
salir, pero no estaba segura de a dónde ir. Se volvió hacia Connor, Roman
y Dax, todos la miraban en silencio. Estaba dispuesta a argumentar que
debería irse cuando algunas fotos que había sobre la mesa llamaron su
atención. Entre ellas, un trío de caras familiares.
—A diferencia de Tavia, Val nunca se ensuciaría las uñas con las niñas.
Pero Maddox realmente creía en el trabajo que hace la fundación. Así que
tal vez la mantuvo cerca porque ella ayuda a organizar la gala anual. —
Frunció el ceño—. Pero todos contribuimos, de verdad. Mi amigo Scott,
con quien probablemente fuiste muy grosero por teléfono, dona gran parte
de su tiempo libre para manejar el marketing y la promoción de la
fundación. Me he ofrecido como voluntaria en varias campañas para llevar
suministros escolares. Es divertido y nos hace sentir que estamos haciendo
algo bueno.
—Es obvio que Mad encontró los cheques a Deborah Elliot, lo que le
llevó a encontrar a Everly —continuó Dax—. Podemos deducir que tiene
fotos de las niñas porque están desaparecidas y es probable que alguien le
haya pedido ayuda para encontrarlas. ¿Tal vez Ferling tenía contactos en el
extranjero? Tal vez esta Natalia sea otra niña desaparecida.
—¿Por qué no voy a la oficina y hablo con Tavia, a ver si le dio las fotos
a Maddox? Si es así, tal vez podamos eliminar a las niñas desaparecidas de
la lista en términos de tener algo que ver con el asesinato de Maddox.
¿El haber estado tan cerca de ser asesinado no había tocado la fibra
sensible como sí lo hizo el haber perdido su precioso helicóptero?
—No creo que sea una buena idea. —Dax cruzó los brazos sobre su
pecho.
Everly no la agarró.
—¿Número de zapato?
—38 pero…
Cuando su voz se volvía baja y sexy, no podía evitar responder. Era una
reacción puramente física. Podía ignorarlo. No iba a caer en su trampa de
nuevo, ¿verdad? Se aferró a la imagen de ese informe y de esa información
entrando en algún sistema en el que Gabriel Bond mantenía la suciedad de
la gente de su vida, por si acaso. No pudo evitar recordar que Maddox
había hecho lo mismo. Gabriel incluso había admitido que Mad
probablemente guardaba archivos sobre él y todos sus amigos, también.
Siempre estaría esperando que Gabriel se volviera contra ella.
—Primero, nunca te llamé así, ni una sola vez. ¿Estoy feliz de que no
tuvieras una relación con Mad? Ahí le has dado. Habría sido desagradable.
Pero estaba más allá de que me importara. Te quería, a pesar de todo. —
Abrió la puerta de su habitación para ella—. En cuanto a ese informe, lo
he explicado y me he deshecho de él. Ni siquiera leí la maldita cosa.
Tienes que creer que lo ordené antes de saber de quién estaba hablando. Le
pedí al detective que investigara a tu familia, Everly. Pero sabía muy bien
desde nuestro fin de semana juntos que no tenías una. Estaba protegiendo a
mi hermana y a su bebé de una mujer sin rostro que podría venir y exigir
una parte de la herencia de Mad.
—Por supuesto que sí. Creo que Mad querría que tuvieras algo.
Podemos hablar sobre eso. Nos sentaremos, tú, Sara y yo, y discutiremos
qué deberíamos hacer. Creo que tener algo de tu hermano podría hacerte
sentir más bienvenida en este mundo.
Everly le miró porque eso no era lo que había esperado que dijera. De
ningún modo.
Veinte minutos más tarde, su corazón no dolía menos, pero sabía cuánto
iba a extrañar a Gabriel. Parecía una locura enamorarse de un hombre que
hacía unos pocos días que había conocido. Peor aún, saber que era la
hermanastra de Maddox la había desconcertado y su primera reacción fue
recurrir a Gabriel en busca de apoyo y consuelo. Pero si se lo hubiera
dado, ¿habría seguido con una puñalada por la espalda? Quería confiar en
él, probablemente más de lo que debería. Simplemente no sabía si se
atrevía.
Everly cerró la puerta casi del todo. El centímetro que le quedaba era
solo para poder oírlo. Quería que esta conversación terminara lo antes
posible.
—No puedes verlo más. Ahora dame esa gran y lógica razón por la que
debería enfrentar a la prensa contigo.
Tenía razón. Una vez más, el deseo de creer lo que estaba diciendo
brotó en su interior. Tenía miedo de confiar en ello. Todo lo que había
aprendido sobre su mundo la asustaba. Incluso si él se sentía así hoy,
¿cómo podría estar segura de que estaría allí mañana? Pasaba por las
mujeres como si nada. ¿Cómo sabía que no las trataba a todas exactamente
de la manera en que la estaba tratando, hasta el momento en que aparecía
alguien nuevo?
—No. Porque entonces eres la chica que tuvo una loca aventura de fin
de semana con un tipo que conoció en un bar, en lugar de tener una
relación con el mejor amigo de su hermano y vincularse con él después del
desgarrador funeral.
Y por mucho que quisiera estar enfadada, Everly tenía que pensar en el
hecho de que Sara estaba gestando al bebé de Maddox. Ese niño sería la
única familia que le quedaba en el mundo. ¿Estaba dispuesta a arrastrar el
apellido familiar a través del tribunal de la opinión pública, llevándose a
un bebé con ella, simplemente para evitar a Gabriel y salvar su orgullo?
No. Mierda, odiaba estar arrinconada.
Estaba tan lista para enfrentar la realidad como nunca lo estaría. No era
justo que los chismes mancharan su nombre si ella no se ocupaba de esto,
pero no se podía negar que salir con Gabriel en su brazo ayudaría a sofocar
los feos rumores. Si los periódicos creían que eran una pareja aburrida,
perderían el interés.
—Bien. Haremos la rueda de prensa. Haré mi papel para la cámara, pero
tengo condiciones.
—Lo que sea. —Estaba de pie junto a la puerta, con el torso desnudo,
mirándola a través de la abertura de un centímetro—. Dime que necesitas.
—Este vestido te queda muy bien —murmuró mientras dejaba caer una
mano sobre su cintura. La otra comenzó a subir su cremallera.
Lentamente. Muy lentamente, como si se resistiera a cubrir su piel
desnuda—. Cuéntame tus otras condiciones.
—Mantendrás las manos lejos de mí. —Tenía que hacerlo. Podría tener
una relación civilizada con él en el futuro, por el bien del bebé de Sara,
pero nada más. Sin importar cuánto amarían a su sobrina o sobrino, ese
sería el alcance de su conexión.
Ella contuvo el aliento y trató de no mirar, pero eso fue como darle a un
drogadicto una jeringa llena y decirle que se mantuviera alejado. Las duras
protuberancias y los músculos de su cuerpo mostraban el hecho de que era
todo un hombre. La mirada que Gabriel le envió decía que lo sabía.
Bastardo presumido.
Con una gran habilidad, se colocó frente al espejo del tocador y se puso
una corbata roja.
—Entonces déjame a mí. Roman pidió una limusina. Irá a Crawford con
nosotros. El hecho de que Roman Calder sea fotografiado a nuestro lado
dará un montón de credibilidad a la seriedad de nuestra relación.
¿Por qué? Esa era la única cosa que no podía entender. Quizás si pudiera
responder esa pregunta, tendría una mejor idea de cómo resolver todo este
lío entre ellos.
Se encogió de hombros.
—Como quieras llamarlo. Roman visto con nosotros sugiere que Zack
lo aprueba. Significa que la prensa creerá que vamos en serio. Puedes
quedarte conmigo en mi casa. En unas pocas semanas, cuando la presión
disminuya, podemos romper silenciosamente, si eso es lo que quieres.
Pero debes saber que voy a hacer todo lo que esté en mi mano para hacer
que quieras quedarte.
—No lo creo.
Al fondo, el teléfono sonaba sin parar. Más allá del área de recepción,
Gabe escuchó voces alzadas, puertas que se cerraban. Éste no era el
vestíbulo tranquilo y profesional que había visto ayer. Al parecer, ninguno
de los otros ejecutivos había manejado esta crisis. Olía a sangre en el agua,
y los tiburones estaban dando vueltas. Maldita sea, Everly había tenido
razón. Con Mad ausente para siempre, ambos necesitaban estar aquí hasta
que la exaltación se calmara. Sin una mano firme, todo sentido de orden
implosionaría.
—Avisa a Amanda y a Hilary y pídeles que controlen el tráfico de
llamadas. —Everly estaba fría y calmada, como si el que se le presentara
un problema que resolver, en realidad la ayudara a concentrarse—. Los
teléfonos adicionales se conectan al sistema y puedo redirigir todas las
llamadas de números que no estén almacenados como uno de nuestros
contactos. De esa manera, tú puedes lidiar con los clientes habituales
mientras que las otras chicas pueden manejar a los reporteros. ¿Alguien de
relaciones públicas ha escrito un guión que ellas puedan seguir? ¿El
departamento legal le ha dado el visto bueno?
Everly asintió.
—Bueno, ahora tenemos un plan. Todo irá bien. Noté que los guardias
están en las puertas de abajo. ¿Están siendo rotados regularmente?
Gabriel no quería que nada sobre su relación fuera un teatro, pero Everly
no estaba lista para creer que podría encajar en su mundo. Hasta que lo
estuviera, pasaría todo el tiempo que pudiera con ella.
—¿Qué pasa?
Había días en que Gabe escuchaba las noticias y se preguntaba por qué
Zack no se pegaba un tiro. Ser el presidente de los Estados Unidos era uno
de los trabajos más difíciles del mundo. Todos tenían su opinión y nadie
dudaba en decirle cual era.
—No creo que yo pueda funcionar así. Que sea imposible caminar hacia
el mercado de la esquina o subirse a un metro sin llamar la atención.
Sí, había dejado claro que había una pared entre ellos.
—Lo creas o no, no siempre será tan intenso. Los paparazzi pierden el
interés una vez que un hombre como yo se casa, tiene un par de niños y
comienza a pasar sus tardes en casa con la familia. Por supuesto, algunas
de las ventajas también desaparecen. Cuando no soy tan interesante, los
maîtres de los lugares de moda no están tan dispuestos a colarme en una
mesa principal.
No, no se aburriría.
—Estoy segura de que lo es, pero todo este asunto de la acogedora valla
blanca no es posible en tu realidad. No creo que yo encaje en tu mundo de
cinco estrellas.
—Everly, cariño…
—Detente. Crees que voy a estar tan deslumbrada por tu vida en el jet
set que cambiaré de opinión. Pero no estoy hecha para ser el centro de
atención. No quiero preocuparme por que alguien me fotografíe si paseo
por la acera o si voy a Duane Reade a buscar tampones.
—O ella.
Dios, estaba loco por Everly. No pudo evitarlo. Se inclinó y acarició sus
labios con los suyos. Ella se quedó inmóvil. Sin aliento. Pero no se alejó.
Sus pechos rozaron contra su pecho y él pudo sentir como se sacudía su
polla en sus pantalones. Todo lo que tenía que hacer era estar en el mismo
lugar que ella y no podía pensar en nada, excepto en lo bien que se sentía,
en lo mucho que la necesitaba.
Gabe sabía que irían a hablar con ella, pero ahora mismo quería
estrangular a la mujer porque Everly parecía horrorizada. Y claramente,
había perdido su oportunidad de seducirla por el momento. Ya se estaba
alejando de él, poniendo distancia entre ellos.
—Estoy bien. Todo está bien ahora. —Le miró por encima de los
abultados hombros de Tavia. Tenía los ojos muy abiertos y parecía un poco
como un ciervo atrapado en los faros.
Gabe se preparó para decir y hacer lo que fuera necesario para ganar.
···
Everly tenía ahora mismo una deuda con ella. Tavia la había salvado de
hacer el idiota porque diez segundos más de los besos de Gabriel, y podría
haberse rendido a él directamente sobre su escritorio. Podría haberse
recostado, extenderse y darle la bienvenida al interior.
—Tavia, esas fotos que Maddox había escondido, eran fotos de unas
niñas desaparecidas. Los guardó en una caja de seguridad con sus
documentos más privados. ¿Le diste esas instantáneas? Reconocí a la
chica de la que hablamos el lunes y de las otras que me mostraste en el
almuerzo hace unas semanas. No pude sacarme sus caras de la cabeza.
—Es difícil incluso hablar de esto. Estoy muy apegada a estas niñas. —
Miró de reojo a Gabriel—. No tienes idea de cuánto. Son jóvenes y
deberían tener toda la vida por delante. El mundo es un lugar
desagradable. —Volvió a pasearse por la habitación, acelerando sus pasos
—. La verdad es que Maddox iba a suspender la fundación. Vino a mí hace
un mes y amenazó con deshacer todo el proyecto.
—¿Sí?
Tavia levantó una mano.
—¿De cáterin y licor durante los últimos dos años? —Gabriel se inclinó
sobre el escritorio.
—No lo hice. Todo lo que hice fue pedirle que esperara hasta después de
la gala de este año para que pudiéramos encontrar más pruebas. El año
pasado no estábamos buscando un fraude, por lo que no entendemos
exactamente cómo robó tanto.
Tavia se sonrojó.
—Ejem, ¿cómo puedo decir esto con delicadeza? Everly, hay una razón
por la que te odia.
Tavia asintió.
—Sí, pero yo nunca hablaría de eso. Era cosa suya. Después de que Mad
rompiera con Sara, Valerie se puso a su disposición de nuevo. Pero él optó
por pasar todo el tiempo contigo, y tú sabes lo que decían los rumores.
Así que Valerie pensó que Maddox se había ido con ella, prácticamente
descartando a su vieja amante. No era de extrañar que la contable hubiera
estado tan llena de veneno últimamente.
—Valerie tenía que saber que Maddox nunca fue en serio con ella.
Tavia se estremeció.
—Siempre ha tenido algo por él, aunque sospecho que se trata más de su
dinero que de su corazón. Y la fama. También quería eso, y estaba muy
molesta de que no saliera con ella en público. Traté de advertirle que
Maddox no iba en serio, pero no escuchaba.
—Sí, pero no estoy tan preocupado por eso como por las fotos de esas
niñas —admitió Gabriel—. Traeré a un auditor y descubriré todo lo que
Valerie ha hecho. Podemos proceder desde allí. Confía en mí, no dudaré en
despedirla. Ahora, ¿Mad mencionó por qué quería fotos de tus niñas
desaparecidas?
La delgada mujer miró más allá de Tavia para mirarla. Una expresión
que Everly solo podía describir de disgusto cruzó su rostro.
—No me gustó la forma en que esa mujer te miró. —Él los dirigió hacia
su oficina—. Haré que la escolten fuera de las instalaciones tan pronto
como pueda.
Por supuesto, y Everly no pondría las manos en el fuego por Valerie, por
lo que podría haber querido matar a Maddox. Pero ser capaz de asesinarle
era otra cosa.
Gabriel se inclinó y rozó sus labios contra los de ella. Dios, eso se sintió
bien.
Pasaron horas antes de que levantara la vista y se diera cuenta de que era
hora de conocer a su misterioso contacto. Un pequeño estremecimiento de
emoción la atravesó. Finalmente, algo que podía hacer. Se había sentido
muy indefensa los últimos días, como si los acontecimientos le estuvieran
sucediendo a ella en lugar de hacerlos suceder. La posibilidad de estar
activa fue un alivio.
Ahora tenía a alguien que la cuidara. Everly podía ver su propio frente.
···
Gabe miró los recibos que Dax había traído consigo. A su amigo le
había llevado algunas horas reunir la evidencia que necesitaban, discutir la
situación con Connor y cruzar la ciudad. Deseaba que Everly hubiera
tenido tiempo de almorzar con él, pero ella había afirmado que tenía
demasiado que hacer. Se había pasado algunas horas organizando los
recibos y el archivo de recursos humanos de Valerie. Tavia había estado en
lo cierto… y equivocada. Las órdenes de compra y los recibos en el
archivo parecían condenatorios, pero no eran lo suficientemente sólidos
como para condenar a Valerie si Mad había decidido amenazarla con un
proceso judicial. Pero puede que hubiera encontrado un as bajo la manga.
Tenía mucho que asimilar pero se alegró cuando apareció Dax.
—Hilary dijo que a menudo hacía eso antes de irse de la ciudad porque
había perdido o dejado caer más de un ordenador portátil durante sus
viajes. Se negaba a usar el mismo sistema de respaldo que todos los que
estaban en el edificio porque no quería que nadie tuviera acceso a sus
archivos confidenciales. Así que a menudo hacía una copia de seguridad
en un USB y lo cerraba en un sobre. Cuando le pregunté a Hilary por
dónde debería empezar a averiguar cómo dirigía este lugar y qué planes
podría haber tenido, me lo entregó.
—Sí. Encontré una carpeta entera sobre ella. Él había comparado las
tres últimas recaudaciones de fondos de la fundación. Valerie se encargó
de todo el pedido y el cáterin de los dos últimos. —Entre el año anterior a
que Valerie asumió este rol y la gala del año pasado, los gastos
aumentaron casi en un ciento cincuenta por ciento.
Dax silbó.
—¿No pensó que eso llamaría la atención? A menos que sea estúpida,
tenía que saber que lo haría.
—No lo sé. Mad sabía más de lo que pensé. Encontré algunos archivos
adicionales, pero los tenía protegidos con contraseña. Necesito a Connor
para entrar.
Había probado todas las contraseñas obvias. Sin embargo, sabía que
Connor podía piratear. Como no estaba seguro de lo que encontraría, no
quería que Everly se involucrara.
Gabe no se preocupó por eso. ¿Pero qué demonios iba a hacer para
mantener a Everly a su lado si pasaba el peligro inminente? Podría
comprar un par de semanas a lo sumo debido a la prensa. Si no podía hacer
que cambiara de opinión para entonces… Maldijo entre dientes.
Necesitaba más tiempo porque no tenía la intención de convertirse en un
simple conocido con ella. No pretendía ser alguien a quien saludara en las
fiestas de cumpleaños del bebé o en las reuniones de negocios.
Dax asintió.
—Lo sé. Debería haberla creído cuando dijo que no había sido otra
muesca en el poste de la cama de Mad. Pero ahora no puedo retirarlo. Y no
puedo dejarla ir.
El pesar pesaba sobre él. Deseaba haber tenido más tiempo para
convencerla de que podrían estar bien juntos. Habría llegado a las
conclusiones correctas sobre su relación platónica con Mad por su cuenta,
pero ahora no tendría la oportunidad.
—Aquí Bond.
—Alguien de seguridad está aquí para hablar contigo. Dice que tiene
información sobre cintas de seguridad.
Mierda.
—Que entre.
—Sí. La puerta estaba cerrada, pero al parecer la mujer tenía una tarjeta
de acceso. El personal de limpieza tiene tarjetas que abren casi todas las
puertas, pero solo limpian las oficinas cerradas dos veces por semana. Esa
noche no le tocaba al despacho de la señorita Parker, y el conserje
principal es un hombre.
—¿Qué mujer?
Luego levantó la mano del picaporte de Everly y reveló algo que ningún
auténtico conserje usaría en el trabajo: un delicado reloj blanco. Chanel, si
no estaba equivocado. Claro, podría ser una imitación, pero ¿por qué
alguien que sumergiera sus manos en la solución de limpieza de forma
rutinaria como parte de la descripción de su trabajo usaría joyas que no
fueran impermeables? Él había notado ese mismo reloj antes, cuando ella
había hecho todo lo posible para intimidar a Everly.
—¿Se vuelva loca por ti? Sí. —Dax estaba justo detrás de él.
—¿Dónde está?
Gabe tuvo el mal presentimiento de que sabía cuáles eran los planes de
Valerie.
Se volvió hacia el oficial de seguridad.
Tal vez el correo electrónico secreto y los mensajes de texto que recibió
habían sido una broma terrible. Tal vez quien los envió fue un bromista. O
un individuo enfermo.
Estaba a tres niveles bajo tierra, cada sonido se magnificaba al hacer eco
en el hormigón. Cada chirrido de los neumáticos o el repentino golpe de
los frenos desde arriba a medida que los coches circulaban por la
estructura se amplificaban bajo tierra. La tensión zumbaba con ansiosa
anticipación.
Cuando vio al hombre, no tenía ninguna duda de que era el que la había
contactado tan misteriosamente. Caminó hacia ella, sus brillantes zapatos
de cuero calado crujían elegantemente. Su rostro apenas era visible bajo el
ala de un fedora. A pesar del día inusualmente cálido, llevaba una
gabardina con el cuello levantado para ocultar mejor su rostro.
Estuvo a punto de poner los ojos en blanco ante su disfraz propio de una
película de cine negro, pero se detuvo a tiempo y se mantuvo en guardia.
Sí, él era quince centímetros más alto, pero no podía tomárselo en serio
cuando estaba vestido como para actuar en Hollywood.
—Prefiero ir al grano.
El hombre asintió.
—Si aún no lo has hecho, creo que descubrirás que el hombre que fue
asesinado en la casa fue contratado por la mafia rusa, alguien a quien
usaban cuando no querían tener vínculos estrechos con un crimen.
—¿Por qué dos hombres sin vínculos con Maddox quemarían al azar su
casa?
Ella retrocedió.
—Eso es duro.
—No tengo pruebas tangibles. Tendrás que encontrar eso por ti misma.
Pero créeme, si expusiera toda la verdad, me llamarías mentiroso. O te
asustarías.
Everly deseaba poder decirle que eran tonterías, pero después del
asesinato de Mad y el incendio intencionado en su casa, no tuvo problemas
para creerlo.
—No. Esto es más grande que la simple codicia. —La fulminó con la
mirada—. ¿Quién tiene el poder de encubrir un asesinato como el de
Crawford? Investiga eso y sé realmente creativa sobre por qué. No diré
más ahora. Es demasiado para ti de una vez sin documentación. Pero no te
dejaré sin recursos. Puedes confiar en una persona.
Este dramático discurso no tenía mucho sentido, pero Everly finalmente
tuvo un atisbo de hacia dónde se dirigía.
—No, te llamé aquí para guiarte. Hasta ahora, no lo estás llevando bien.
—Di lo que viniste a decir y acabemos con esto. En este momento, estoy
lista para descartarte como un entrometido conspiranoico loco de atar.
—Ah, por fin sale la chica luchadora. Entonces no te gustó que hablara
mal de Gabe Bond, ¿verdad? Estás muy implicada con él.
—Una vez más, eso no es asunto tuyo. —Una vez que descubrieran
quién mató a Maddox, Gabriel y ella solo se verían ocasionalmente, por el
bien del bebé de Sara. Podría reanudar su trabajo y su hábito de leer una
novela de suspense a la semana. Él podría volver a su antigua vida como
mujeriego en Manhattan.
Frunció el ceño.
—¿Falta dinero?
—¿Cómo lo supiste?
Sonrió.
—Fue muy inteligente por tu parte encontrar el camino para salir del
fuego. —Sabía que la tenía, y ella prácticamente podía sentir su
satisfacción—. No te veas tan sorprendida. Sé muchas cosas que no
debería. Es por eso que necesitas escucharme.
—¿Quién eres?
—Eso no importa. Soy un jugador menor en este juego. He escondido
mi identidad para salvar mi cuello. No podrás descubrirla. No pierdas un
tiempo valioso intentándolo. Solo tienes que saber que simpatizo con tu
hermano y contigo.
El aparcamiento de repente parecía más frío que antes. Sí, Gabriel tenía
amigos poderosos, pero ella no estaba segura de lo que su misterioso
hombre estaba tratando de decir.
—Porque están más metidos de lo que creen, y esa es otra razón por la
que no puedo simplemente decirte todo lo que sé. Incluso si tuviera todas
las pruebas y todos me creyeran, tratarían de ocultarlo para proteger a los
suyos. La verdad debe ser revelada.
De repente, la aceleración del motor del coche sonó más fuerte. Everly
sintió que el suelo se movía mientras alguien pasaba volando en un
deportivo blanco. Everly frunció el ceño. No había muchos coches
estacionados tan abajo. Incluso en medio de la jornada laboral, debía haber
muchos espacios libres arriba. Es cierto que algunas personas estaban
preocupadas por estacionar al lado de otros coches, pero no había notado
el vehículo estacionado en este nivel anteriormente.
Sergei, ¿el hombre que Mad había mencionado en su video con Gabriel
justo antes del infortunado vuelo de su hermano?
—¡Everly! —Oyó gritar a Gabriel por encima del ruido del coche.
Dax asintió.
—Baje del vehículo y levante las manos. —Una voz fuerte y masculina
resonó en el ahora silencioso garaje.
Everly vio que uno de los guardias se aproximaba al coche. Por lo que
podía decir, la parte delantera del vehículo había sido aplastada. El humo
salía de la capota. El airbag se había desplegado y, dado su movimiento,
apostaría que Valerie estaba detrás tratando de respirar o encontrar una
salida desde debajo.
—¿Qué te quité?
—Eso no es posible. Eres una mentirosa. Una puta corrupta que intenta
destruirme porque querías que Maddox fuera para ti. Es por eso que
colocaste documentos para tenderme una trampa, pero demostraré que eres
la culpable o te haré caer conmigo aunque sea lo último que haga.
···
Gabe vio como Everly estrechaba la mano del oficial. Su mujer suave y
curvilínea había manejado la situación con fuerza y gracia. La mayoría de
las mujeres estarían llorando, temblando y buscando a alguien que las
consolara. Incluso Valerie había sido arrastrada, gritando histéricamente
su intención de vengarse. Pero Everly simplemente había pasado a la
siguiente tarea. Había estado perfectamente tranquila mientras hablaba
con los oficiales, incluso riéndose y bromeando en un momento dado. Ver
este lado de ella fue revelador. Era tan competente, tan en su elemento...
Mayormente le había ignorado, excepto para preguntar si necesitaba
algo.
En ese momento, había dicho que no, pero había mentido. Gabe
necesitaba tenerla desnuda y debajo de él. Necesitaba poner sus manos
sobre ella para poder asegurarse de que estaba viva. Maldita sea, él era el
que necesitaba un poco de consuelo.
—¿Estás bien? —Dax cruzó los brazos sobre el pecho mientras miraba
el desorden del estacionamiento.
Dax asintió.
—Eso no es divertido.
—Cuando las puertas del ascensor se abrieron por primera vez, estaba
hablando con alguien —observó Gabe—. Un hombre, creo. Pensé que era
solo alguien que ella conocía. El imbécil no se quedó para asegurarse de
que Everly estaba bien. Podría haber estado asustado, pero ahora quiero
saber. La mayoría de la gente supondría que Valerie simplemente había
tenido un accidente automovilístico. Se asegurarían de que nadie
necesitara atención médica y darían una declaración a la policía. No este
tipo.
—Algo así. Salvo que no corrió, caminó. Ahora que lo pienso, estaba
sorprendentemente tranquilo.
—Parece que Everly se reunió clandestinamente con este tipo. Gabe, ¿te
has parado a pensar que podría haberse estado reuniendo con un
periodista?
—¿Estás seguro? —Dijo Dax, pero su sonrisa hizo que Gabe pensara
que su amigo también confiaba en ella, y solo quería que lo admitiera.
Necesitaba estar a solas con ella. Verla casi morir hoy, saber que podría
haberla perdido irrevocablemente, había cambiado algo dentro de él. Sí,
anoche había sido angustioso, pero él había sido parte de ello, con ella a
cada paso del camino. Hoy, apenas había podido hacer más que ver a
Valerie tratar de matarla. Estaba furioso. Everly se había puesto en
posición de ser el objetivo de la loca, pero sabía muy bien que su chica no
había venido por razones egoístas.
Gabe sabía que la había cagado. Debería haberla creído cuando juró que
Mad y ella no fueron amantes, pero había estado muy seguro de que
mentía porque no creía que existiera alguien como Everly Parker. Su
cinismo podría costarle a la única mujer que podría amar.
Maldita sea, realmente necesitaba estar a solas con ella, descubrir qué
había estado haciendo aquí, con quién había estado hablando y qué dulce
sabría ahora que él reconocía sus sentimientos.
No, pero Gabe estaba pensando que podría intentar eso a continuación.
No le había gustado no conocer el paradero de Everly. La maldita mujer
rara vez se quedaba donde la puso.
¿Fue una ilusión esperar que no necesitara medidas tan drásticas? ¿Que
el peligro finalmente se detendría? Parecía que Valerie era la mala en este
misterio que Mad había dejado atrás… pero Gabe no estaba totalmente
convencido.
—Eso tiene sentido. Claramente lo tenía para mí, por todas las razones
equivocadas. —Suspiró—. Creo que la policía está asumiendo que Valerie
fue la que contrató a los chicos de Brighton Beach para incendiar la casa
de Maddox porque obviamente él la estaba investigando.
—Alguien tiene algo que ocultar —susurró Everly, tan blanca que
parecía haber visto un fantasma. Por otra parte, había sido un largo día
para ella.
Por si acaso, Gabe se acercó un poco más.
—Dinero. Las cosas malas como ésta suelen ser por dinero, y soy la
única persona que se beneficiaba de la muerte de Mad.
—Gabe nunca haría eso. —La voz de Dax sonó como una advertencia
dura.
—Qué estás…
Estar tan cerca de ella le estaba excitando, y tenía más que ver con la
posibilidad de marcarla que a un simple deseo sexual. Su necesidad de
Everly era mucho más compleja. Devoradora.
Estaba equivocada sobre eso. Hace una hora, había querido envolver sus
manos alrededor de la garganta de Valerie, sin detenerse hasta que nunca
pudiera volver a amenazar a Everly. Cuando pensó en las personas que casi
la habían asesinado en los últimos días, Gabe se sintió salvaje y
perfectamente capaz de matar.
La besó por última vez, luego dio un paso atrás y lanzó una mirada
interrogativa a Dax.
Dax asintió.
—Todos lo hacemos.
Everly miró en su dirección con una resolución que nunca había visto en
su rostro.
Gabriel dejó que eso le penetrara. Fue honesto con Everly y ella le
estuvo ocultando información.
Gracias a Dios. Ella había encontrado una cosa sobre su estilo de vida
que podría ser beneficiosa. Él tenía amigos que podían ayudarla a piratear
los principales sitios web del gobierno. Sí, su vida podría haber sido más
fácil con una chica que solo quería un brazalete de Tiffany. No su diosa
nerd.
—No.
—Sí, bueno, estuve en un barco durante un año, así que no podía darle
ningún orgasmo. No es de extrañar que me diera una patada en el culo. —
Dax le dio una palmada en la espalda—. Confía en mí, sé de lo que estoy
hablando. Necesitas arreglar las cosas con esta mujer, Gabe. Es buena para
ti.
No. No iba a huir de él. Tal vez debería. Pero se negaba a escapar como
un tímido conejo. En cambio, hablaría con él hasta que entendiera que ella
necesitaba tiempo para procesar todo lo que había sucedido.
—Oh, diablos. ¡Tu vestido! Está arruinado ¿Estás bien? —Scott salió
corriendo del ascensor y se acercó a ella, con expresión preocupada.
—Es culpa mía. —Scott dejó caer los hombros—. Sabía que a ella no le
gustabas. Debería haber dicho algo.
Everly se estremeció.
—Lo siento. A principios de este año, Crawford follaba con Val de vez
en cuando. Ella a menudo esperaba en la oficina para ver si la deseaba. Él
no iba en serio con ella. Una vez, salí con Tavia y Val en la hora feliz, y
Crawford la llamó.
Scott asintió.
—Sin más. Dijo que estaba borracho y que se reuniera con él en algún
hotel si quería follar. Al parecer, a ella no le importaba lo desesperada que
la hacía parecer el que aceptara. Se levantó de un salto y salió de la barra.
Tavia dijo que cuando Crawford la llamaba, Val corría.
—Por supuesto.
Scott sonrió.
—Por supuesto que puedo echar un vistazo. Lo más probable es que ella
haya trabajado con los proveedores de servicios para cobrar en exceso y
luego dividir el dinero extra con ellos, pero te diré si veo algo más.
Everly le dio a Scott un rápido abrazo, sintiendo ojos sobre ella. Cuando
se volvió, Gabriel estaba observando. La pura posesividad ardió en su
rostro antes de que pareciera obligarse a relajarse. Le dio a Scott una
sonrisa antes de que su mano encontrara la de ella.
Gabriel la miró desde el otro lado del asiento, sus brillantes ojos azules
amenazaban con perforarla. Una sexy sombra de barba se aferraba a su
mandíbula.
Gabriel tenía razón, pero ella no quería discutir el tema más probable en
su mente.
—No sé. El hombre con el que hablé esta tarde dijo que no debería
confiar en ti porque estarás al lado de tus amigos cuando todo esto se
desmorone.
—Dímelo tú.
Eso lo sacudió.
—No tenía que estar en la casa con nosotros. Si robó la señal de forma
remota, podría habernos observado. Podría haber estado observándonos
todo el tiempo.
—¿Y por qué haría eso a menos que el interés de este tipo en Mad
precediera a su muerte? —Gabriel ladeó la cabeza, mirándola con una
mirada llena de sospecha—. A menos que tu informante estuviera
involucrado.
Everly vio su punto de vista, que tal vez su misterioso informante no
solo había sido un espectador en el asesinato de Maddox, pero ella veía
otro posible ángulo.
—Maddox también era un tema de interés en vida. Tal vez este tipo le
había estado monitoreando para ver si era una carnaza potencial de
periódicos sensacionalistas / cintas de sexo y simplemente siguió
observando la señal para ver qué sucedía en su investigación de asesinato.
—No, pero sabe mucho. Afirma que me envió información que podría
ayudarme a entender el asesinato de Mad. Hasta ahora, todo lo que he
recibido de él es un correo electrónico y un par de textos crípticos. Afirma
que me envió alguna información. Lo llamó datos, pero no he recibido
nada de eso. Alguien me trajo una cámara, pero tiene fotos, no datos.
Descargué algunas de las imágenes antes de que mi ordenador portátil se
cagara en mí. Si me hubieras dejado ir por la maldita cosa, podría cargar
las fotos en el ordenador de Connor.
Gabriel suspiró.
El que Valerie estuviera bajo custodia era la única razón por la que no
había regresado y reunido sus pruebas.
—Creo que él sabe mucho sobre mí. Realmente, sobre todo. Dijo que
hay más de la muerte de Maddox de lo que estamos viendo. Mucho más.
Me dio la idea de que quería decir que lo que sucedió iba más allá de un
asesinato. Mencionó el nombre de Sergei. Se supone que debemos
encontrar a alguien con ese nombre.
—El día que murió, Mad me preguntó por un Sergei, pero no conozco a
ninguno. ¿Tu misterioso informante dijo cómo se supone que debemos
encontrarle?
—Lo juro por Dios cuando resolvamos todo, voy a moler a palos a este
tipo Sergei, y a tu informante de capa y espada.
—No. —Ella negó con la cabeza enfáticamente—. Soy con quien este
hombre misterioso está dispuesto a hablar. Me sugirió que me pusiera en
contacto con Lara Armstrong, quienquiera que fuera. Voy a hacer eso y
empezar a tantear lo que ella sabe.
—Quieres una pequeña cosa dulce que hará lo que le digas. Que dejará
que la pongas en una bonita jaula, y estoy segura de que hay muchas
mujeres en esta ciudad que estarían más que felices de cumplir tus órdenes
y nunca te cuestionarán. Espero que la encuentres porque no soy esa chica.
—No las quiero. —La agarró por los hombros, su mirada clavada en el
asiento, su intención era simple—. Te quiero a ti.
—No te atreverías.
—No, quieres a una mujer que inventaste en tu cabeza, una que ronronea
por ti y no se pierde detalle de cada una de tus palabras. —Estaba
complacida con cómo sonaba su voz, a pesar del hecho de que su corazón
latía como un tambor.
—Puede que no creas esto, pero nunca he sido tan posesivo. No soy el
imbécil que exige que su mujer haga todo lo que él dice. —Envolvió el
brazo alrededor de su cintura—. Dejo que siga su camino y yo sigo el mío.
Generalmente.
—No contra estas personas, no puedes. Maldita sea, Everly. Dime, ¿soy
el único que está enamorado? ¿No te importaría si yo entrara en lo que
podría ser una emboscada? ¿No significaría nada para ti si muriera? —Las
palabras sonaban como un gruñido desesperado.
—Siempre haré todo lo posible por estar a salvo, pero no puedo dejar de
vivir para hacerlo.
Inclinándose, colocó los labios sobre los suyos. Si solo tuviera una
noche más con él, la tomaría.
Suaves. Sus labios eran muy suaves y sensuales para un hombre. Ella se
aferró a los lados de su mandíbula, sintiendo su áspera barba incipiente. Le
encantaba la forma en que él se sentía, el contraste entre su piel suave y su
masculinidad áspera. Esa dicotomía reflejaba al hombre mismo. Su
exterior alfa escondía una gran cantidad de ternura que probablemente
solo había mostrado a sus cinco amigos más cercanos. Everly se sintió
bendecida de verlo ahora. Puede que no tuviera el lujo de compartir con él
todas las mañanas que le quedaban, pero ahora mismo lo tenía.
—Sabes que sí. —De hecho, tuvo que morderse la lengua para no rogar
por el placer que él siempre daba.
—Eres un mandón.
—¿Sabes lo hermosa que eres para mí? —Palmeó ambos pechos, sus
grandes manos acunándola.
—No se detendrá hasta que yo le diga que lo haga. Quería estar a solas
contigo. Quiero probarte de nuevo. ¿Alguna vez te dije lo jodidamente
bueno que es tu sabor en mi lengua?
—¿Sí?
—¿Así?
—Entonces dime lo que quieres. Dime que necesitas. ¿Qué quiere este
pequeño coño dulce de mí?
—Bésame.
—Oh, puedo hacer eso. —Le dio un pequeño beso justo encima del
clítoris—. ¿Ves? Soy muy bueno besándote.
—No. Lámeme.
Pasó la lengua por un lado de sus labios vaginales, luego por el otro, en
un lento deslizamiento que la volvió loca.
Bajó la boca hacia ella, y Everly se quedó sin aliento ante la primera
pasada lenta de su lengua. Su cabeza cayó hacia atrás, y no pudo hacer
nada más que rendirse. Había anhelado el placer, el dar y recibir, los
momentos en que se rendía a él. Pero significaría mucho más si tuvieran
un futuro. Quería ser su compañera, en el placer, en los negocios, en la
vida.
—Gabriel. . .
—Abre más las piernas, cariño. —Él apartó sus rodillas, encajando sus
hombros en el medio.
—Quieres más.
—Entonces pídemelo.
Bajó sus labios hacia ella otra vez, y Everly jadeó, cada músculo se
tensó mientras la conducía otra vez hacia un placer asombroso.
En esto, estaban sincronizados. Como él, ella quería que esta magia
continuara para siempre.
···
Él, que rara vez estaba inseguro y nunca dudaba, se quedó helado. ¿Y si
ella no correspondía?
—¿Qué pasa?
Sacudió la cabeza.
—Nada.
—¿No me deseas?
—Por supuesto que te quiero. Pensé que eso estaba bastante claro. —Se
tiró de la falda, tratando de arreglarse la ropa—. ¿Qué está pasando? ¿Dax
va a seguir conduciendo?
—Everly, haré lo que sea necesario para hacerte olvidar lo que dije esta
mañana. Deberías saber eso. Me doy cuenta de que este es un momento
horrible para comenzar una relación, pero no puedo dejarte ir porque el
momento no es el correcto. Cometí un error. Debería haberte creído. Solo
puedo prometer que no volveré a cometer el mismo error. Puedes pensar
que soy un completo cerdo por ser tan terco acerca de tu seguridad, pero te
prometo que no te excluiré.
—Por supuesto que no. —Abrió los ojos, listo para explicarse, y todas
las palabras dulces que solía usar para encantar y persuadir a una mujer se
atoraron en su garganta cuando la vio—. Estás desnuda.
—Eve…
Se movió entre sus piernas, deslizando las manos por sus muslos.
—Mi turno, Gabriel. Creo que ese ha sido nuestro problema. No te he
exigido igualdad. No puedo ser la princesa perfecta a la que encierras y
solo sacas cuando crees que es seguro. El mundo es un gran mal lugar y
necesitas a alguien con quien puedas contar. Yo también. El hombre de hoy
me dijo que cuando las fichas caigan, elegirás a tus amigos sobre mí.
—No es verdad.
—Creo que podría ser, pero no estoy segura de qué puedo hacer al
respecto, así que elegiré vivir el momento por ahora.
—Tentarte.
Su polla saltó libre. Parecía esforzarse por abrirse camino hacia ella
como si supiera exactamente dónde quería estar. Sin embargo, no le gustó
que le llamara vacilante. Parecía que era su noche para empujarle.
Everly estaba mirándole la polla, sus dedos saliendo para rozar su carne.
—Las ventanas son muy opacos. Nadie puede ver el interior. Nadie
puede ver qué tan bonitos son tus pechos. Excepto yo.
¿La idea del sexo con una multitud tan cercana la excitaba? Oh, él
podría ponerse sucio si eso encendía a su chica. Sostuvo un pecho en su
mano como si se lo mostrara a la gente en la calle.
El coche se movió pero solo unos pocos metros más. Alguien rozó la
limusina mientras cruzaban la calle.
—Ponte de rodillas.
Hizo una mueca. Eso era exactamente lo que ella estaba tratando de
evitar. No quería ser su pequeño juguete sexual. Quería ser respetada.
¿Quería ser amada? ¿Por él?
Gabe estaba bastante seguro de que ese barco había zarpado y no había
nada que pudiera hacer al respecto. La amaba y tenía que encontrar una
manera de probarlo. A veces la forma más sencilla era la mejor. Lo había
aprendido hace mucho tiempo.
—Te quiero.
Ella gritó y empujó contra él. Podía sentir cómo las palabras la
afectaban. Pero no dijo nada.
—Te quiero. —Tal vez solo lo diría hasta que le creyera. Presionó más
profundo, cada centímetro un puro placer—. Te quiero mucho.
Su cabeza se sacudió, pero ella se echó hacia atrás, tomando más de él.
—Gabriel, no puedo.
—¿Qué verían ahora si pudieran? Una mujer hermosa siendo follada por
un hombre que no puede vivir sin ella. Te verían, pero también me verían a
mí. No podría ocultarme de ellos, y no me ocultaré de ti. Ni un segundo
más.
—¿Qué?
Ella era todo lo que nunca había sabido que quería. Necesitado. Los
inquietos anhelos que había tenido toda su vida parecían desvanecerse
cuando estaba con ella. Le puso nervioso porque esta mujer tenía mucho
poder sobre él. Podría arruinarlo en un instante. Unas pocas palabras
crueles de ella, una traición, y él nunca sería el mismo. Lo había visto muy
a menudo. Los matrimonios en su mundo no eran felices. Eran uniones de
dinero, ambición y sexo. Y él quería más.
—Quiero ver tu cara. Quiero ver tu cara cuando te digo cuánto te amo.
—No tienes que hacerlo. Nunca tienes que decírmelo, pero necesito que
lo sepas. Me encanta todo sobre ti, Everly Parker.
Por primera vez, peleó una batalla de la vida real. Claro, había luchado
en los campos de atletismo, en las peleas del patio de la escuela y en las
salas de juntas, pero ganar a Everly Parker definiría su futuro. Sería
despiadado en su búsqueda de ella.
Gabe dejó que ella tomara su peso, queriendo que su piel estuviera
conectada en todas partes. Pecho con pecho. Las bocas besándose. Los
brazos enredados.
Respirando con dificultad, cayó sobre ella, deleitándose con lo cerca que
estaban, la forma en que sus corazones latían juntos, la forma en que sus
respiraciones se alineaban.
—Gabe, odio ser portador de malas noticias, pero tengo que volver a
casa de Connor. Me temo que hay novedades. —La voz de Dax llegó por el
altavoz.
Miró a Everly.
Everly asintió. Por primera vez desde que la había cagado, ella le dio la
misma sonrisa suave que había tenido cuando se conocieron.
—Tenemos unos minutos más. El tráfico era malo. Solo dame un poco
más de tiempo.
—Estoy genial.
—Mierda.
Connor se recostó.
Se encogió de hombros.
Connor suspiró.
—Una vez más, creo que la Pelirroja tiene razón. Y ella es mucho más
lista de lo que le di crédito. En el momento en que se dé a entender que
Zack está involucrado en algo ligeramente escandaloso, esto estallará.
—Tal vez él piensa que soy culpable. No lo sé. ¿Y qué hay de Roman?
Sabes que él habría hecho cualquier cosa para que Zack fuera elegido,
especialmente después de la muerte de Joy.
Gabe suspiró.
—Si Zack quisiera que algo fuera barrido debajo de la alfombra, Roman
lo cubriría. Demonios, lo arreglaría.
—Tenemos que hablar con él. No veo las conexiones. He mirado todo el
maldito día y no veo nada en todo este alboroto más allá del hecho de que
el padre de Zack fue el embajador en Rusia durante años y que la Bratva
parece estar involucrada. Zack no ha regresado a Moscú en décadas.
Quizás Roman sepa algo.
—Tal vez. Y se pone peor porque la única persona con la que podíamos
haber hablado murió en la cárcel hace aproximadamente una hora.
Gabriel se acercó, tomando sus manos entre las suyas. Ella no se apartó
esta vez.
—Everly, sé que esto es frustrante, pero te juro que haré todo lo que
pueda. Por ahora, no puedes ir sola a casa.
—No voy a pelear contigo por esto, Gabriel. Hay una amenaza real.
Tenemos un montón de cadáveres acumulándose. No te hablé de Garganta
Profunda porque no quería asustarle y sabía que no te gustaría que fuera a
esa reunión.
—De acuerdo.
—De acuerdo entonces. Tengo que vestirme para una cena de diez mil
dólares por plato. Gabe, recogí tu esmoquin hace un rato. Está en el piso
de arriba.
—Él no tiene que pelear mis batallas —señaló Everly—. Déjame ir. Lo
haré yo.
—Ve —le aseguró ella—. Dax y yo estaremos bien aquí. Podría piratear
un poco si alguien me presta un ordenador. Gabriel me hizo dejar el mío
atrás. Creo que es hora de que mire hacia la fundación.
—No le creas —dijo Dax con una sonrisa maliciosa—. Ha pasado una
buena parte de su día coqueteando con Lara Armstrong a través de
Internet.
—Alguien necesita orar por esa mujer —dijo Dax en voz baja.
—Gabe, sabes que Connor tiene razón. Daos prisa. Cuidaré de tu chica.
¿Qué tan apretada quieres la correa? —preguntó Dax, ignorándola por
completo.
—No debería estar fuera por mucho tiempo, pero si algo sucede,
síguela. Ella es buena. Sabe lo que está haciendo. Quiero que tenga
respaldo. —Se inclinó y rozó sus labios con los de él—. Te quiero, Everly.
Esas palabras amenazaron con romperla. Y todo lo que pudo lograr fue
un suspiro.
—Gracias.
—Sé buena.
Cuando Gabriel subió las escaleras, se sintió más vacía con cada paso
entre ellos.
Quería devolverle el beso, quería prometerle que todo estaría bien, pero
todo lo que pudo hacer fue asentir.
Everly quería decir mucho más, pero Connor entró, mirando su reloj con
impaciencia.
—Voy a pedir pizza. ¿Te gustan los champiñones? —El gran cuerpo de
Dax ocupaba la mayor parte de la entrada.
Una hora y una de peperoni y champiñones con salsa extra más tarde,
sacó las tres fotos que había logrado descargar y giró la pantalla hacia
Dax. Ella había usado el sistema que Connor le había dejado para
sintonizar remotamente con el ordenador portátil en su caja fuerte. Estaba
conectado a la pequeña red de ordenadores que mantenía para su uso.
Ahora que había accedido a su sistema, podía ver las fotos. Deseaba haber
dejado la tarjeta de memoria SD en su ranura. Podría haber sido capaz de
encontrar una manera de ver las demás sin descargarlas.
Él frunció el ceño.
—Ni idea. Parece que fue sacada del edificio frente al tuyo.
—Sí —admitió—. El edificio frente al mío tiene acceso al techo, así que
asumo que ahí es donde estaba el fotógrafo.
—Sí —respondió, pero algo que Dax había dicho la hizo detenerse—.
Estoy teniendo problemas con mi ordenador portátil desde hace
aproximadamente una semana. Algo está mal con mi disco duro, por lo
que mi capacidad de almacenamiento se ve limitada. Necesito
desmontarlo, pero cada vez que lo intento alguien trata de matarme. Lo
siento, han sido unos días difíciles. La cámara que recibí no tenía
teleobjetivo. Es una de esas pequeñas cosas digitales.
Él sacudió la cabeza.
El móvil de Everly sonó. Miró hacia abajo, esperando que fuera Gabriel.
—¿Estás bien, Everly? Estoy un poco asustado. —Su voz era baja, casi
un susurro.
—Por supuesto.
¿Gabriel liado con Valerie? Había sido una mujer atractiva, y él nunca
había dado la impresión de conocerla. Por otro lado, Valerie podría no
haber sido lo suficientemente inteligente como para trazar y ejecutar un
accidente aéreo, pero Gabriel ciertamente lo era. De hecho, esa era justo su
especialidad.
Pero si hubieran estado juntos en algún tipo de estafa, ¿por qué habría
traído los recibos de las galas de la fundación a su atención? ¿Por qué la
habría salvado de la locura homicida de Valerie? Si estuvieran
involucrados, Everly no podría imaginarse que permitiera que arrestaran a
Val si tenía alguna sospecha de que ella moriría en la cárcel.
La indecisión se retorcía en sus tripas. Tal vez Scott había leído todo
mal, lo malinterpretó, pero odiaba preocuparle. Además, si no decía que sí,
él solo seguiría llamando.
—Sí.
¿Qué estaba pasando? ¿En quién demonios podía confiar? Ella solo
tenía dos opciones: Gabriel o Scott.
Por otro lado, ¿Gabriel le estaba diciendo que la quería como su mentira
definitiva simplemente para controlarla? ¿Ella era una presa fácil en el
apartamento de Connor?
—Dispara.
—¿De qué diablos estás hablando? Hay cero posibilidades de que Gabe
estuviera teniendo una aventura con esa perra loca.
—No conoces a todas con las que Gabriel ha… ligado —Realmente
odiaba pensar en él teniendo sexo con otra mujer.
—No.
Dax se incorporó.
—¿Quién es él?
Ella se hundió en el sofá. A veces una chica tenía que dar un salto de fe.
Pero los recibos no habían sido las únicas cosas que encontraron. En
realidad, ahora que lo pensaba, los recibos no se habían guardado en
absoluto. Estaban colocados en su escritorio con un montón de otros
papeles. Mad no los había estado escondiendo.
Lo que había mantenido oculto y seguro eran las fotos de las niñas, así
como los nombres de su madre y de la mujer rusa.
¿Qué había dicho Garganta Profunda? A veces no podía ver el bosque
debido a todos esos árboles que la distraían.
¿Qué había dicho Tavia sobre las chicas desaparecidas? Que Maddox
había estado considerando contratar mercenarios. Pero la mañana después
de haberse acostado con Gabe, Tavia le dijo que el equipo de Crawford
Industries estaba buscando a las niñas. Everly no había estado realmente
involucrada con el caso porque no era una amenaza cibernética. Además,
Tavia había conocido a las niñas y sus familias, tenía la información
necesaria.
—¿Cómo lo probaríamos?
—Yo creo que… Tengo que averiguar por qué me enviaron esas
malditas fotos. Tal vez estoy pensando demasiado literalmente. Garganta
Profunda insistió en que debería haber recibido su información. He estado
pensando que estaría allí a la vista, pero ¿y si él fue más astuto que eso?
Esa cámara es lo único que he recibido que no era de trabajo. Si mi
ordenador portátil no estuviera funcionando mal… Oh, maldita sea. —La
verdad la golpeó como una tonelada de ladrillos. ¿Cómo había sido tan
estúpida? Corrió de vuelta a la cocina—. Me habría dado cuenta de esto en
un abrir y cerrar de ojos si mi ordenador portátil no me hubiera dado
problemas ya. ¿Cómo podría no haberlo visto?
—¿Estás metiéndote con las fotos? —preguntó Dax con los ojos
entornados—. ¿Por qué importa el tamaño del archivo? ¿Las fotos no son
archivos grandes?
Sus manos se movían, volando sobre las teclas porque sabía lo que tenía
ahora.
—Son grandes, pero estas son enormes. Estas ocuparon casi todo el
espacio disponible en mi disco duro y hay una muy buena razón para ello.
Hay algo escondido aquí.
—¿Oculto cómo?
Everly se detuvo.
—Así que este es el diario de una mujer. Dax, por favor dime que su
nombre es…
—Natalia.
—Oh, Dios. —Todavía no lo entendía todo, pero sabía una cosa: tenía
que volver a esas otras fotos—. Tenemos que ir a mi oficina. El resto de
este diario está en esa tarjeta de memoria SD. Apuesto a que eso es lo que
Valerie estaba buscando. Ella debe haber estado involucrada o la usaron
como chivo expiatorio. Esto nos llevará a la misteriosa Natalia que, con
suerte, conoce a un tipo llamado Sergei.
—De acuerdo, aunque no estoy seguro de qué tiene que ver esto con la
malversación de los fondos de Crawford utilizados para las galas. Siento
que aún nos faltan piezas del rompecabezas. —Pero él se estaba poniendo
las botas.
—Yo también, pero tenemos que tomar esa tarjeta de memoria SD antes
de que lo haga Scott y quien más le esté ayudando. Eso podría decirnos lo
que nos estamos perdiendo. Si roban esa información, perderemos
cualquier oportunidad que tengamos para averiguar qué le sucedió
realmente a Maddox.
···
—Me siento desnudo sin mi teléfono móvil —se quejó Gabe mientras
se abrían paso entre la multitud.
—Lo sé, pero es un dolor en mi trasero. —Se esforzó por ver a través de
la multitud cuando finalmente se les permitió entrar en el salón de baile.
Un rostro familiar le llamó la atención—. Demonios. ¿Es quién creo que
es?
—Alto. Esos son nuestros mejores amigos. Dales una oportunidad para
explicarse.
—¿Señor Bond?
Gabe se volvió para encontrar a uno de los hombres del Servicio Secreto
que había conocido hacía unos días. Mierda.
—Creo que esa fue la manera en que Zack te dijo que sabe que vas a
estar enfadado —susurró Connor cuando el ascensor comenzó a subir.
Las puertas se abrieron y entró Roman, vestido con un traje muy bien
planchado. Levantó las manos.
—Ya no.
Gabe asintió.
—Sí.
—Tienes que saber que por nada del mundo querría que soportaras el
infierno por el que pasé.
Perder a su esposa. Mad y Gabe fueron los que se sentaron con Zack en
el hospital la primera noche. No había sido herido, pero después de que los
reporteros se hubieron ido, Zack se había vuelto loco. Los doctores le
habían sedado. Mad y él le habían vigilado mientras Roman hacía los
arreglos para el cuerpo de Joy.
Gabe se ablandó ligeramente mientras se sentaba.
—Sé que el jefe de la FAA me jura que su gente le dice que fue un error
del piloto. No tuve nada que ver con eso, pero me gustaría que Connor
verificara a todos los involucrados en la investigación. Sé que no se
supone que trabajes en suelo estadounidense, hombre.
—¿Tu niñera? —Gabe pensó de nuevo. Nata era el apodo que Zack
había usado cuando era demasiado joven para pronunciar Natalia. Zack
había hablado con cariño de la joven rusa que lo había cuidado durante los
primeros siete años de su vida en Moscú.
—Sí —gimió Zack—. Puedes ver que estoy un poco confundido. Tenía
siete años la última vez que la vi. Él y mamá emplearon a una mujer
estadounidense que me vigilaba durante los veranos cuando no estaba en
un internado. Cuando mi madre murió en un accidente automovilístico,
papá decidió que yo era demasiado mayor para necesitar una niñera. ¿Qué
pudo haber dicho Nata que era tan vital o secreto que la gente mataría para
saberlo?
Zack suspiró.
—Entonces tiene que haber algo más. Tenemos que encontrar ese
maldito diario nosotros mismos —dijo Gabe—. Quiero poner a algunos
investigadores en el video del garaje. Tal vez podamos atrapar al hombre
que estaba hablando con Everly. Parece saber mucho más de lo que
debería. También quiero ver los restos del avión de Mad. Mi compañía
construyó ese avión. Enseñé a Mad a pilotarlo. Quiero hacer un estudio
independiente.
Zack asintió.
—Sí.
—Guau. Desearía haber visto cómo ese bastardo habría manejado tener
una hermana. Dios sabe que él les tiró los tejos a las vuestras. Me hizo
feliz ser hijo único. ¿Recuerdas cuando le entró a la prima de Roman
cuando éramos adolescentes?
—Ella le rompió la nariz. Ese fue uno de los mejores días de mi vida —
Se puso serio—. Me pregunto cómo habría manejado tener un hijo.
—Quiero llamar a Everly y hacerle saber que voy de regreso. Creo que
nos vamos a quedar con Connor por un tiempo. Su casa está mejor
protegida que la mía. Tengo que vigilarla muy discretamente.
—Voy a casarme con ella. —Iba a intentarlo de todos modos, pero tenía
que trabajar en su relación, en construir su confianza.
Gabe la tomó, pero le dio un abrazo a su viejo amigo. Estos eran sus
hermanos, su familia por elección. Podía contar con ellos.
La puerta del ascensor volvió a sonar, y otro agente entró llevando los
teléfonos móviles de Gabe y Connor. Liz Matthews estaba justo detrás.
Llevaba un moderno vestido negro que se juntaba en su pequeña cintura y
se ensanchaba sobre las caderas femeninas. La había escuchado decir que
era demasiado corpulenta para estar frente a la cámara, pero la televisión
no podía captar su genialidad, la forma en que sus ojos brillaban con vida.
Gabe le estaba agradecido por salvar a Zack del borde de la desesperación.
Ella era encantadora por dentro y por fuera.
Y fue una suerte que no hubiera ninguna cámara alrededor para ver
cómo el presidente de los Estados Unidos la miraba con ojos hambrientos.
Liz nunca olvidaba preguntar por la familia. Era una buena chica sureña.
—Connor, haz que saquen la limusina. Tenemos que pasar por Crawford
y recoger a Everly y Dax. —Marcó la línea de Dax.
—Estamos entrando por las puertas ahora. Everly descubrió que tiene el
diario de Natalia Kuilikov en una tarjeta memoria SD en su caja fuerte.
También decidió que sus amigos aquí en Crawford están sucios y creo que
le gustas. Le gustas-gustas.
Miró a Connor.
Connor resopló.
Gabe deseó que esos dos lo hicieran en cualquier parte. A veces estaba
bastante seguro de que Zack tenía el peor trabajo del mundo.
De una forma u otra, iba a arreglar las cosas con ella esta noche.
Capítulo 17
Everly guardó la tarjeta de acceso y se preguntó a quién despedirían por
la mañana. Nadie estaba sentado en el escritorio de seguridad. El lugar
estaba vacío e inquietantemente tranquilo.
Había sido una noche infernal. Tan pronto como se bajaron del metro,
recibió un mensaje de texto de una vecina que decía que la puerta de su
apartamento estaba abierta y que alguien había destrozado todo el lugar.
Llamó brevemente a la anciana, quien dijo que no parecía que hubieran
robado, pero que alguien definitivamente había estado buscando algo.
—Gabe viene, pero tiene que abrirse paso en el tráfico, así que tenemos
unos minutos. ¿Estás segura de que no deberíamos ir a tu casa primero? —
preguntó Dax.
Tal vez ella todavía podría ser vital para el caso. Incluso después de que
entregara la información, todavía podrían necesitarla.
—Me estás asustando, Parker. ¿Realmente puedes hacer todo eso con un
ordenador? —Cuando ella asintió, él silbó—. Eres una cosita peligrosa y
lo siento. Garganta Profunda necesita un nuevo nombre porque Gabe tenía
razón. Lo único en lo que puedo pensar es en pornografía. —Dax era al
menos un palmo más alto que ella y tenía otros cien kilos de músculo,
pero la hizo sonreír. Era un poco como un laboratorio de chocolate grande
y hermoso.
Las puertas del ascensor se abrieron de golpe, y ella guió el camino por
la planta familiar.
—Algo está pasando. Acabo de perder todas las barras. —Él se quedó
mirando su teléfono.
—Tal vez algo está mal con la torre de telefonía. —Miró el suyo. Nada
—. Me daré prisa.
No había dado más de cinco pasos cuando Dax la tocó. Ella se dio la
vuelta.
—¿Qué?
—De vuelta a los ascensores —susurró Dax—. Alguien está aquí y tiene
un inhibidor de señal de móvil. Te voy a sacar.
—Podría haber tenido un ataque al corazón. —Everly comenzó a
caminar hacia el hombre caído.
—No. Algo está mal. —Dax la hizo retroceder antes de que escucharan
a alguien moverse en el pasillo a su derecha.
—Tío Yuri, todo esto ha sido un terrible error. —La voz de Tavia
temblaba mientras se acercaba.
Dax cayó al suelo, tirando de Everly con él. Venían del lado opuesto y
pronto bloquearían los ascensores. Tendrían que cruzar el camino del ruso
para llegar a las escaleras. Así que siguió a Dax mientras él se metía en el
laberinto de cubículos y se metía en uno en el medio.
—No grites.
Cuando ella se volvió, entendió lo que quería decir. Se puso una mano
en la boca para detener el grito que amenazaba. El cuerpo de uno de los
guardias había sido empujado contra el lado del cubículo, sus ojos sin vida
estaban abiertos debajo de un agujero en su frente. Parecía no mirar nada.
Su estómago se revolvió. El otro guardia casi seguramente también estaba
muerto. Por eso no había seguridad en el vestíbulo.
—He vendido cientos de niñas. Solo tres han sido publicitadas como
desaparecidas. Creo que mi récord se mantiene por sí solo.
—Tu registro podría hacer que todos estemos… ¿cómo dicen los
americanos? Hasta las rodillas en la mierda. Te dije que esto solo
continuaría hasta que te atraparan.
—No me enviaron aquí para que esperara y espero que nada salga mal
—respondió el tío de Tavia con voz grave y retumbante.
—Todo lo que digo es que si podemos encontrar el diario antes que ella,
no hay necesidad de matarla. La pequeña idiota no tiene idea de lo que está
pasando a su alrededor. Si lo hubiera hecho, habría ido directamente a la
prensa.
—¿Cómo puedes estar segura?
—¿Nada? Bien, ta-tal vez lo llevaba en el avión y cayó con él. Después
de todo, estaba yendo a ver al presidente.
—Es por eso que era tan necesario matar al hombre. Todo podría
haberse derrumbado si hubiera llegado a Washington con ese diario, perra
tonta. ¿Sabes cuántos años ha estado funcionando este plan? ¿Cuántas
personas han muerto, para que tengamos esta oportunidad?
—Sin embargo, decidiste hacer una inversión rápida. —Otra voz se unió
a ellos, esta familiar ¿Scott?—. Encontré pruebas de que ella fue la que
envió los correos electrónicos de chantaje. También ha estado robando de
la fundación medio millón al año. Dime, ¿te lo metiste todo por la nariz,
hermana?
—No tengo que hacer nada, sobrina, y te has olvidado de quién es el jefe
aquí. Deja que te enseñe.
—Sabes que no quería hacer eso. Ella era familia —dijo el ruso, con voz
baja—. No puedo dejar que saque dinero de las corporaciones y nos
exponga. Sus hábitos la hicieron ineficaz, y tuvo que ser abatida.
—Lo sé —respondió Scott—. Estaba amenazando nuestras operaciones.
No he vivido la mayor parte de mi vida en este país de mierda dejado de la
mano de Dios, para que mi hermana destruya todo por la cocaína.
—Encuéntrame el diario.
—Tavia tiene una bala en el cerebro, así que tal vez no deberíamos
escucharla. Voy a buscar a fondo en la oficina de Parker. No estaba en su
apartamento, así que tiene que estar aquí.
—¿Por qué Crawford confiaría en ella con eso? Tiene más sentido que
lo hubiera llevado con él—reflexionó el ruso.
—Olvidas que hice una rotación a través de seguridad. Así fue como
supe dónde colocar los inhibidores para los teléfonos móviles para que los
guardias y el personal de limpieza no pudieran llamar. Limpiaré los
ordenadores para que se vea como si solo hubieran atacado a Tavia. Nadie
tendrá idea de lo que realmente sucedió. Puedo sacarnos de aquí en veinte
minutos.
—No, no haremos nada hasta que sea seguro —susurró Dax contra su
oído—. No saben que estamos aquí. Se irán pronto. Si obtienen la tarjeta
de memoria SD, tendremos que recuperarla, pero no hasta que esté seguro
de que estás a salvo.
···
—¡Gabe! Vuelve aquí. —Connor se dirigió hacia él, pero Gabe presionó
el botón para cerrar las puertas.
Connor era el único que podía obtener ayuda ahora. Gabe no podía
quedarse abajo y cruzar los dedos. Los pisos pasaban, su adrenalina
aumentaba con cada metro que se acercaba. Alguien estaba allí y querían a
Everly.
¿El que había matado a Mad la había atrapado? ¿Ya estaba muerta?
Su corazón se apretó ante la idea de que estaba sufriendo, con miedo.
Habría hecho cualquier cosa en ese momento para cambiar de lugar con
ella.
Siempre había pensado que un marido que quería morir antes que su
esposa era una cosa protectora, pero ahora se daba cuenta de que era
egoísta en el fondo. No quería tener que vivir sin ella. No quería sentir el
dolor que le provocaría saber que se había ido.
Por favor. Por favor. Por favor, que esté viva. Habían pasado años desde
que había orado, pero rezaría a cualquiera que debiera para salvar su vida.
Tavia.
—Gracias por unirte a nosotros, Bond —dijo una voz profunda—. Por
favor, sal del ascensor.
Levantó las manos y salió del ascensor. El hombre frente a él era un toro
gigante con hombros anchos y pecho enorme. Tenía tatuajes deslizándose
por debajo de su camiseta y cubriéndole el cuello. Su cabello oscuro
estaba cortado en un estilo casi militar, por lo que no había nada que
desviara la atención de la cicatriz irregular que recorría su rostro.
—¿Vas a hacerte el tonto? —El hombre más joven al lado del ruso era el
amigo de Everly, Scott. Parecía como si Everly y Mad estuvieran rodeados
de traición. Scott sostenía una semiautomática con la facilidad de estar
acostumbrado a la sensación de tener un arma en la mano.
—Sí, tío. Y está forrado ¿Qué estás haciendo aquí tan tarde, Bond? —La
sospecha se deslizó por la cara de Scott, y miró a su alrededor como si
intentara decidir si estaban solos.
—Dejé unos papeles. Los necesito para los abogados. Dios, ¿por qué
matarías a Tavia? —Porque ella obviamente estaba involucrada. No dijo
eso. La miró y negó con la cabeza—. Hizo mucho bien en el mundo.
—No lo creo.
—No tienes que hacerlo. —Scott dio un paso adelante—. Todo lo que
tienes que hacer es traer a Everly Parker aquí.
—No se supone que la vea esta noche. Me dijo que volvería a su casa —
mintió Gabe.
—Sí. Aun así, es posible que desees dejarlo vivo. Creo que podría ser
muy útil para que Everly hable. No creo que venga si llamo ya que parece
que me ha plantado. —Miró a Gabe—. Ella es sexi, como sabes. Traté de
tirarle los tejos cuando nos conocimos. Supongo que solo está dispuesta a
entregarse a un multimillonario.
Mierda.
—Mira, ella es sólo una chica a la que estaba follando. No quiero morir.
—Claro que sí. —Scott se dirigió hacia él, pero Gabe se mantuvo firme.
Se quedó quieto incluso cuando Scott metió el cañón de la pistola debajo
de su barbilla, el dolor sacudiéndose a través de su organismo—. ¿Dónde
está?
Gabe rezó una vez más para que no hubiera escuchado a Scott, rezó para
que fuera lo suficientemente inteligente como para mantenerse oculta.
Sus ojos estaban abiertos como platos mientras negaba con la cabeza.
—No sé de qué estás hablando. Vine aquí para agarrar un disco duro.
Recibí un mensaje diciendo que había algo importante en él. Puedo
conseguirlo para ti, pero tienes que dejar ir a Gabriel. No tiene nada que
ver con esto.
¿Qué demonios estaba haciendo? Obviamente estaba mintiendo porque
él sabía que el diario estaba en una tarjeta de memoria SD y no en un disco
duro. No iba a dejar que ella tomara el control cuando los rusos
descubrieran que no tenían la información correcta.
—No. Ella me dirá dónde está el disco duro, luego la dejarás ir.
Por supuesto, no era estúpido. Gabe sabía cómo iba a funcionar. Scott no
podía permitirse el lujo de dejar a ninguno de ellos vivo.
—Voy a conseguir ese disco duro de una forma u otra —prometió Scott
—. Una vez que esté seguro de que la información está en el disco,
necesitaré el nombre de la persona que se lo envió. En marcha. Todos
iremos a tu oficina.
Le estaba matando.
Scott tenía un agarre tan fuerte sobre él que a Gabe le resultó difícil
moverse. Arrastró los pies hacia adelante. Si tropezaba, ¿eso le daría a
Everly tiempo para huir? ¿O ella se defendería?
Los disparos resonaron, tan cerca que casi le destrozaron los tímpanos.
Everly estaba tratando de arrastrarlo. Ella no se iría, y Scott les atraparía
de nuevo si no huían. Dax saltó por encima de la pared divisoria y
desapareció. Scott disparó de nuevo, esta vez hacia Dax. Todo sucedió a la
velocidad del rayo. Gabe agarró la mano de Everly.
Mientras corría por el pasillo con ella, le pareció que el mundo había
cambiado. Tenía que ponerla ante todos los demás. Se iban a casar y tener
hijos, y él todavía amaba a aquellos amigos que habían sido su mundo
entero, pero siempre estarían en segundo lugar frente a ella. Su infancia,
ese gran momento despreocupado en que podía ser egoísta y el mundo
había sido su ostra, había terminado. Ahora se entregaba a ella. Sería su
marido, y eso venía con otros términos: amante, amigo, protector.
Agarró su mano, entrelazando los dedos con los de ella para no perderla.
Dios, no podía perderla. Solo unos momentos más y podría encerrarla y
estaría a salvo.
—Tu amigo está muerto, gilipollas. Estás solo. —Scott caminó con una
pronunciada cojera.
Scott siguió apuntando, pero hizo un gesto con la cabeza al nuevo tipo.
Dax no podía estar muerto. Solo le dispararon y fingió. Eso debía ser. Lo
llevarían al hospital y esta noche finalmente se convertiría en una historia
conmovedora que contarían más tarde.
Maldita sea. Nada de esto se suponía que iba a suceder. Se suponía que
serían amigos toda la vida. Toda su larga vida. No se suponía que se
perdieran el uno al otro en su mejor momento.
—Todo va a ir bien.
Vio como Scott colocaba el arma en su cabeza. Tan preciosa. Ella era
preciosa para él y ese cabrón la estaba tratando como si fuera un peón
prescindible.
—No lo sé, pero creo que es hora de que nos enteremos, ¿no es así?—
preguntó una voz familiar.
—No lo creo —dijo Scott. —No creo que los hayas matado.
—Él no la matará porque todavía cree que puede ganar y tiene razón. —
La voz de Connor era tan suave como la de cualquier estafador—. Has
hecho un estudio de Maddox Crawford, Scott. Eso significa que conoces a
sus amigos. Sabías que mentía acerca de matar a Gabe, pero también sabes
que no me importa una mierda a qué puta se haya estado tirando. Quiero
hacer un trato.
Gabe se puso de rodillas, recogiendo el arma que había caído. Tenía que
rezar para que Everly no creyera ni una palabra que saliera de la boca de
Connor. Connor no la lastimaría. Gabe confiaba en él con su vida y tenía
que confiar en él con la de ella.
—No le des nada, sobrino. Ya sabes lo que está en juego. Sabes lo que
harán —dijo Yuri Golchenko con su marcado acento—. No soy tonto. Este
hombre es de la CIA. Si descubre...
Una fuerte explosión estalló en el aire y un punto rojo apareció en la
parte delantera de la camisa blanca de Golchenko. La sangre floreció
cuando el disparo de Scott le alcanzó, y Connor no pudo sostener al ruso.
Dejó caer al hombre.
Everly chilló. Connor maldijo, y Gabe finalmente pudo ver muy bien a
su amigo. Su ropa previamente prístina estaba cubierta de sangre y tenía la
mirada más feroz en su rostro mientras sacaba su teléfono móvil. Parecía
que Connor había eliminado más que a los rusos. También había anulado
el inhibidor de señal de teléfono.
Connor asintió.
—Lo juro, si alguna otra vez dice que es un analista, voy a molerle a
palos. Después de que me operen ¿Un poco de ayuda, amigo? Maldita sea,
son muchos cuerpos. Estaba mucho más seguro en Oriente Medio.
Gabe llegó allí justo cuando Dax comenzó a caer. Atrapó a su amigo.
Claro que podían, pero parecía que incluso Everly estaba contra él.
—No ha terminado.
Cuando ella se dio cuenta de que Dax estaba apoyado contra la pared,
también le ofreció ayuda. Juntos, lograron mantenerlo en posición vertical.
—No. Pero estaremos bien porque estamos juntos en esto, Gabriel Bond.
Tú y yo.
Algo se asentó muy dentro de él, algo que ni siquiera sabía que estaba
fuera de lugar.
A ella le gustaba Zack, pero estaba lista para tener la casa para ella sola.
Y para su prometido.
—No.
—Por supuesto.
—No.
—¿Realmente lo lograste?
Everly estaba dispuesta a ser paciente con Connor y Zack. Connor tenía
un trabajo que hacer y se había visto obligado a elegir entre hacerlo y
salvar a sus amigos. Había más en juego aquí de lo que cualquiera de ellos
realmente entendía.
Connor había creado una historia de portada para las muertes de Tavia y
Scott. Usó el desfalco y el problema de cocaína de Tavia para determinar
su muerte, junto con los guardias de seguridad y el conserje, en un negocio
de drogas que salió mal. Scott, en la historia de Connor, había tenido la
mala suerte de estar con ella cuando el comerciante vino por su dinero. Al
parecer, el equipo de limpieza de la CIA también sabía cómo simular una
escena del crimen. Yuri y sus secuaces simplemente habían desaparecido.
—Descifré el diario.
Había descubierto que el diario estaba escrito en código y en código
ruso. Cuando había reunido toda la información, había encontrado un solo
artículo: un libro escrito a mano que había sido escaneado. Trabajó
durante una semana completa para decodificar la cosa, y luego se la había
entregado a una traductora rusa confidencial.
—¿Y? —Zack tenía una ceja levantada como si supiera lo que venía.
—Maldita sea. Zack, fuiste criado por una chica que había sido vendida
—dijo Dax con voz ronca.
—No pondría las manos en el fuego por ellos. Entonces, ¿esto fue todo
para avergonzarme?—preguntó Zack con severidad—. ¿Se trata del
próximo ciclo electoral?
—Tengo la intención de averiguarlo—respondió Connor con sombría
resignación—. Creo que Natalia está viva.
Pero algunas cosas estaban destinadas a los chicos. Ella había hecho su
parte y estaba feliz de poner su mente en otras cosas.
La miró fijamente.
—Te quiero.
···
Casi los había perdido a todos. Esa noche rondaba sus sueños. Cuando
lograba dormir, seguía viendo a Dax muerto en el suelo, Gabe y Everly
llenos de agujeros de bala.
Había estado allí, el impulso de dejar que los rusos se llevaran a Everly
para poder seguirlos y jugar el juego para el que había nacido para jugar.
Le hacían sentir. Dax, Gabe, Roman y Zack. Eran los únicos que
quedaban que podían.
Igual que su trabajo había sido asegurarse de que Gabe Bond pudiera
conservar a la mujer que amaba.
—Que te den, Mad. —Ahí estaba, esa fuente de odio que parecía tan
cerca de la superficie en estos días. Bebió el líquido ámbar—. No se
suponía que morirías. Se suponía que yo debía ir primero.
Siempre había pensado que moriría en un infierno apestoso, y los cinco
se quedarían preguntándose qué había pasado.
Sobrevivir era peor que morir. Pero ya se dio cuenta de eso hacía mucho
tiempo.
Su foto apareció junto a las palabras. Ahí estaba ella. Bonita y dulce
cosita con cabello oscuro y ojos azules. Una niña rica que pensaba que
podía cambiar el mundo a través de los informes de los periódicos. Oh, él
sabía cómo ella lo justificaba. Le había dicho que usaba los escandalosos
titulares para atraer lectores y luego les impactaba con historias reales,
pero él sabía la verdad. Era una princesa rica y malcriada con problemas
con papá. Entonces, ¿por qué se ponía duro cada vez que veía su foto?
No estaba seguro de por qué había empezado a llamarla así, pero todo
era parte de su cubierta, ¿verdad? Lara Armstrong tenía algo que ver con
Garganta Profunda, y él iba a averiguar qué. Ella podría saber dónde
encontrar a Natalia Kuilikov. Si lo sabía, él lo averiguaría. Protegería a sus
amigos y a su país. Si tenía un poco de sangre en sus manos, eso también
estaba bien.
Niall, tengo miedo. Me he involucrado en algo y creo que alguien está
tratando de matarme.
[2]