Está en la página 1de 15
26 froten Cartrsto XX REGIONES, PROVINCIAS ¥ MUNICIPIOS EN EL PROCESO DE INTEGRACION NACIONAL ¥ SUPRANACIONAL por Aros Manta Hovssnne 1. Ln gobalizacién, 1a cogionalizacién y ta descantralicacién .... 795 a} El concepto do globalizacién, 195 ) La regionalizacién y la descentralizacién. Sus interrelaciones con 2s globalizacién aes tlones, provineias y municipios . ) La regién on al provaeo de intogrotian D La integracién regional nacional... 2) La imtogracién regional eupranacional ~ 'b) La provincia en ol proceso de integeaciéa D La integracion regional nacional. 2) La intogracién regional supranacional ©) El municipio en el proceso de lntegraciéa D La integracién regional nacional. 2) La integracién regional supranacional Cartrozo 1 HISTORIA CONSTITUCIONAL por ROBERTO GARGARELLA Introdueeién. ‘Segiin diré, el modelo de organizacién constituc i de los surgidos durante aquellos afios fue el Las Constitucio- nos liberales aparecidas en dicha época pueden vorse como una rene- cin frente a dos alternativas més bien opuestas acerca de cémo organizar le vid: Jado, una concepei , por atro, w ‘En ocasiones, se hacia referen- cia a estas dos alternatiyas aludiendo a la necesidad de escapar tanto Gel sl de I snl’ cme dl “and i sngrasntvonin a etan dos propuestas —presentadas por smo como propuestas extremas y en todo caso ezhaustivas—, la alternativa constitucional liberal cumplié un papel enormemente importante para el desarrollo institucional de la regidn. De todos modos, sugeriré algunos de los IImites de las propuestas del liberalismo, y haré algunas reflexiones sobre los contenidos igualitarias de este y otros modolos de organiza cién conatitucional. 2 He impirtante que, antes de comenaar con cuslguiae desarrollo selticn,relice ‘ganas aclaracinas terminolégtas, Lea sombrea que aquf Ulliee pars designse los Aifcentes modelos constitucioeles liberal, esuservedor radical aevinctlan con concapcas (gos arrestran tras de of una lea bistocia:Vodos ellos han sido ullieados yen diferentes fonlexine, de modo diferente, Aqul, apelo al sentido que comimmente azgclamos con los {inaines munclonads, para lag presianr ms espenifcamente el aigaideado que Yoy 8 atsibael alos mismoos em las hqas que siguen, Pero me importa reconocer desde ya que ‘Te terminologta que aparcen en ma texto nn coincide nocacaismonto con Ia qu utlea 60 ‘ols taxis sobre la matara, cuando ce apela s soncoptes eno le citadee Giberalono, ‘oaserveduriomn,radicalisme) Misdizcnlnaa quiere too de arts tarminos lees ‘seueceder que iuminadar. 2 ‘Dansoxo Consrirucionat. lio que sigue, el examen de ci itucionales y de Jas discusiones que los precedicron ocupars un lugar predominante', ‘De todos modos; conviene dejar en claro que la idea de modelo constitu ional exeede el marco de las Constituciones escritas *. Para caracterizar las mencionadas visione: dela. d ala vex que han subordinado toda la estructura de los derechos a la reservacién de aquellos valores. No es que estas Constituciones; tan frecuentes on toda Latincamérice durante el siglo XIX, no hayan Bawa Js Theory of Jstice, Harvard University Prose, Cembridg, 1972, Cap. 1. Diena “estrucora sie” aberoaia lon inatasions a imjertantes Gla gota, sncargadee de dstsnir ls derechos y detoren fandementles 7 ce vids Is “veniales rovesientes ds Ie ecoperarn scat. aves ilu, dest dy aan intense inde ‘poranls, a Conan politea do un pals yl pineal dipencones enact esis. 3 Ba ext snide, conviens dela adlardo desde un comin que mi otrés = entrar os anise de ate suodeles y posi Sanda 700, lameataemeate, tan caus Rtiriesyeecilne que explana apogto ou Galicia. Me preoupast ri, ‘toa, por lon aporos"jstfeaivs”oantsaivs" qu pore sapecin “apc ‘noulados a tales cmcepcones ‘[Obvianente,debdo a que enon modelo constitutoasles sparen como "poe ‘desis no Geert eeperarca un “pernta ence entre los y is Coneeaione ene see ‘Graatiuciéa yal prac de su dito puede verte como representa tn ‘oust und independioate,plagado de contradicioien mosiacone eatrerunadas, 4 lees erode cae cotta ney wpe Snecma nape os ies alongs permis nnetbinon itntosCosttaiones rind dprades Jari dento den mares més ample qus-—cogin entend-contcbusrhanucsica ror ganpronsin de las mismas, tornano visible slgoooe de as prempunton, ta Ylacpios Keates, ous obetives, sulle interna : ‘Bsronta consrmpvorena 29 ineluido en su cuerpo un listado de derechos individuales. Ocurzia, sin embargo, que todos esos derechos resultaban condicionados a la satis- facclén previa de otros objetivo: se acoptaba el derecho a la libre expresién 0 asociacién, por aso, pero bajo condicién de que no se ofendiese de tal modo a la iglesia catélica. En este sentido, puede decirse que ol conservadurismo tendié a abrazar y a promover politi- cas conservadoras, esto os, clent6 el compromiso del Estado con cier- tae concepeiones del bien, aun a costa de desplazar las opciones propias de una mayor‘a de individuos, tario (tipieamente, Congresos mss poderosos, un Poder Ejecutivo si- bordinado a Ja volunted popular, una rama judicial incapas de des fiar las decisiones de In Legislat faertemente des ‘arias, por lo que, para muchos, eu nodién de derechos era simpleinen- te ridicula. ;Para qué servian los derechos eonsagrados constitucia- nalmente, sino para frenar las apetencias mayoritarias? El modelo radical, segin entiendo, tuvo muy poea fortuna en la Latinoamérica del siglo XIX, aunque habia sido enormemente influyente tanto en los, Estados Unidos como en Europa, sobre todo hacia fines dal siglo anterior. De todos modos, segtin diré, en Latinoamérica se acostumbr6 a agitar el fantasma del radicaliemo como una gravisima amenaza siempre latente, oculta ex la mente de unos pocos pero inflayentes ideres locales. ividwales incondicionales, indepen- diontes tanto de la voluntad de la mayoria como de la necesidad de preservar cualguier otro tipo de valores, ligados a alguna concepcién del bien en partionlar. En lo que sigue, y en primer lugar, examinaré una a una estes | distintas alternativas presentes en Sudamérica acerca de cémo organi zar el poder institucional, e lustraré las mismas con ejemplos histéricos/ conoretos. Luego de dicha exposicién, y en cada case, me oouparé de evaluar criticamente las virtudes y los defectos de tales eoncepeiones, para finalmente esbozer los rasgos que podrian distinguir © haber / distinguido alguna visién diferente de las anteriores. I ‘Cuando hacemos tn repaso del pales Constituciones lati- noamerieanas dictadas durante el demos reconocer que muchas de elias se inseribieron dentro dé los pardmetros definidos por ‘el conservadurismo®, El modelo conservasir se hizo presente en Latina- amérioa desde los primeros atios posteriores a la Revolueién: Bn parti cular, dicho conservadurismo adquirié tm reflejo constitucional aro dosds 1816, una vez disipado el temprano—y tal ver ingenuo— entu- siasino postevelncionario, Desde 1815, entoncos, y al menos hasta mediados del siglo, la gran mayoria de los pafses de la regién aparecieron gobernados a partir de principios conservadores. Hacia la maitad del siglo XIX, en cambio, ol modelo congervador debié onfrentar dificultades més scrias para soste- nerse. La explicacién de este sobroviniente “reflujo” conservador puede ‘al menos en parte, en las: eae 2 suogo de este paréntesis, de todos modes, 18 cor- ‘eapeién’ 6 ‘revivis con tanta o mas fuerza que antes y, ademés, con un discurso més articulade que el que habia mostrado en la primera mitad del siglo. 7 Enirelas principales propuestas del conservadurismo estuvo la de ‘concentrar el poder politico en pocas manos, de modo de faclitar una répida y dréstica reconstruecién de la sociedad. Estas propuestas solfan, apoyarie, cn dtima instancia, en una concepcién elitista de la politica, conforme ale cual no era valioso ni conveniente que la mayoria de la poblacién interviniese en la discusiOn y decisién de los principales asuntos prilicos que la sociedad debia resolver. tal poder —asumian— isbia quodar en manos de la'minorfa més iustrada de la comunidad: De acuerdo con estos crterios, y conforme veremos, lay Constitucianes moldeadas a partir de la concepcién conservadora se distingwieron fundamentalmente por la presencia dé Poderes Rjecutivos muy fuertes, otados con poderes oxcepcionales stscoptibles de ser utilizades en situaciones de “crisis interna o externa”. Tales facultades exeapeionales resultaron una “novedad” propia del constitucionalismo (conservader) Istinoamericano (en parte, seguramente, como resultado de la cusencia do una base institucional robusta capaz de absorber y de procesar los 3a lo gue aigue uo me adentraré en l etd de Tas eansas de-sorgmlento dat ‘otadignaperfecconiin en Latinoamérica 8 Sebo sedler, de todos modon, que exist ane ‘bvia alain entre el impact que ligs a tanr el modelo couservadorperfeselonsts ea it reniéa y ls canto siglo de dominio espasol. Recudsdese, por jamal, que le Corona ‘espansla leptin wos pretanctinea cxpanaivas ant Ja iglesia astmiendo, a cambio, i bligacion de evangoliara los hahitsutes del “nuevo” continente: Dane allt entances; oe ‘no roullaraexicafia al smbieo latinnameriano ia ea de qos Inf poo spr psopagna ‘través del oo dela fuerza etatal “Hasroma consrerueronAt, Bt confictos més serios que debfan enfienter las nuevas naciones). Los jecutivos fuertos vinieron acompatiados, consiguientementa, de Logie. lativos sometidos a le autoridad presidencial, con escasas Exgultades, 1poco numerases, y normalmente destinados a reunirse durante perf. dos breves luego de lapsos muy espaciados en el tiempo. Mis alld de las ocas faculiades formales que dejaban al Congreso, eabe llemar la atencién sobre las altas exigencias que ce imponian a quienes querian formar parte del mismo. Diches restrieciones aparecian, principaimen- ‘2, en forma de calificaciones de propiedad, o 2 través Gel requisite do contar con ua determinado capital, ode formar parte de cierto tipo de profesiones, ademés de otras exigencias abiertas o encublertas com las relacionadas con‘la edad, el sexo ovla raza. Este esquema bésico de organizacién instituctonal:ino se distingui6, tampoco, por el establesi- aiento de firmes mecanismos de control sobre las diotintas remas del poder. En partioular, y sogiin veremos, en algunos casos se llegé a pedir Ja absoluta irreaponsabilidad polttica de funcionarios tales camo el presidente de la Nacién: eee Fi s io centra- Tegé a concretarse en précticament paises do le regién, salvo en contadas exeepciones, y por heve tiempo. Asi, en ol easo de Chile (1826-1828), de Peri (an pais que parecié tener un desarrollo constitucfonal mas lento que los dem&s Bstados latinoamericanos, fan- damentslmente on razéx de lo tardio de su independencia, producida en 1824), 0 de Ta Argentina (en donde ol modelo conservador aparecié, vineulado con regimenes, al menos prima facie, federalistas). El cardcter perfeccionista del conservaduriemo aparoce en su pro-{ poesia de utilizar el poder enercitivo esiatal en defensa de una cierta[ cancepeidn dal bien G.o., una.religién). Su idea central —segin veremos, | divoctamonte controria ale del liberalismo— es la de que et Sstado no | debe ser indiferente ante las.clecciones que haga cada uno en cuestiones | de moral personal. No existe, para el conservadurismo, tm Ambito de | privacidad fuerte y ajono.a la regulacién del Rstado: si las ideas que se cultiven privadamente son conirarias a 0 afectan la moral compartida (sea ésta definida como la moral tradicional de la comunidad o como la moral dominante en un momento detorminado), luego, aguellas idéas no son merocedoras de-la proteccién estatal. Mas bien, 7 por el contra- rio, el Estado se encuentra obligado a desalentar o directamonte @ combatir tales eoncepeiones. Criterios éome los sedialades se hacen visibles, fundamentalmente, ‘en las severas restricciones que el conservaduriemo tendié a establece: sobre tos derechos de los individuos; en especial, limitaciones sobre los derechos de la ciudadania a escoger a sus representantes, y imitaciones ‘sobre derechos efvicos elementales, como Ios vinculados con las Hiborte- des de prensa, reunién y asociacién. Bl respoto de tales Ebertades 2 ‘Danscwo Consrerecionat rosulté entonces habitualmente condicionado al respeto del orden poli- tico y de ciertos valores morales *. En tal sentido, por ejemplo, se entiende que Juan Egeiia —una de les figures més importantes’ del constitucionatismo chileno durante el siglo XIX y, notablemente, res- ponsable de la primera declaracién de derechos del pafs— sefialara que ‘ja sume do los males que produce la libertad de imprenta en la religion, le moral, la mutua concordia interior de los ciudadanos, y aun «l crédito exterior de la nacién, es mucho mayor que sus bienes"”, A partir de dicho razonamiento, procuraba jastificar el desplazamiento do los derechos individuales con el objeto de impedir “pertarbaciones” sobre ol orden social establecido. En idéntico sentido, Fermin Toro, uno de los mis actives miembros del conservadurismo venezolano, indicaba que un buen gobierno, entre otras cosas, debia asegurarse de que “en los catecismos morales y religiosos no, haya nada coptrerio las costum- bres y a la creencia popular, que un sistema filoséfica no envuelva principios absurdos 0 peligrosos para la sociedad; que en las obras de arte no se ofenda a le deceneia puiblica”*. Ejecutivos:ya de por ef poderosos, y dotados ademéds de poderes cexcopsionales; Congresos muy debilitados, derechos restringides yuna organizacién territorial sentraliota: las caxacteristicas citadas, comfor- me veremos, resumen los rasgos principales del conservadurismo, como modelo para el disefio constitueional. 3. Las Constitucionesmoldeadas ala luz del conservadurismo. En este punto, tel vex. convenga hacer un repaso de las Constitu- ciones dictadas en la regién Ietinoamericana durante las primeras seadas del siglo XIX, y que pueden considerarse inscriptas dentro del modelo citade. En Beuador, por ejemplo, se dictaron vatins Constituciones quo, de ‘un modo u otro, parecieron dar eabida a los principios del conservadue rismo, Entre ellas, destacarian sobre todo la Constitucién de 1848, yla do 1868. La primera do alles, a 1a quo se 1a conoce como ia *Carta dela Esclavitad”, concedis enormes facultades al Poder Bjecutivo, permitién- dole, por eJemplo, y con el consentimienta del Senado, detener y encar- colar 2 quien considerara necesario, suspender provedinifentos jadicia- * Cabe reconccer, de todca sands, que muchos folios, mis Uberales, también 22 incinaron por poner linites eobre la prenea y sobre low devechee polfiscs, aunque ‘Nabstualnentetendievan a darle menor poco a la coosiGe religioa, ofusren 3a eblertos Resto a ls posta de qus lz cudadanta partiapars en polltea, sta Cust, R: Juan Bgatia. Analog, a. Andrée Hallo, Santiago de Chil, 1269, po. 8485 * Gitado en Rowseo, J. Li Pansamiento conservador, 1815-1808, Biblioteca de Ayacache, Garabas, 1977, p15. | | 4 ‘Husrowia constrructoNal. 38 Jes o poner fin a las sesiones del Poder Legislative (Legislative que era convocado, ademés, y segrin la Constitucién, silo una vez cada custro afios). Por su parte, 12 Constitucién de 1869, quo recibi6 el nombre de “Carta Negra de Esclavitad frente al Vaticano”, no s6lo rofora6 ol sentralismo y, notablemente, los poderes del presidente, sino que ade- ‘més condicfoné los derechos individuales bésicos al respeto de la reli- én catélica, Le Constitueién declaré ilegales todos los cultos no eaté- Ticos, a la ve que reconoeié como ciudadanos, tinicamente, a los miom- bros de la comunidad catélica. En Pert pueden reconocerse, al menos, tres Constituciones préxi- ‘mas al conservadurisme: la del 26, Ia del'9$ y la del€0. La primera de ellas es la Constitucién bolivariana, de corta duracién efectiva pero de larga influencia, Dicha Constitucién consages s Simén Boliver como presidente vitalicio, a la vez que le concedié amplios poderes®. La sequnda Constituciéa mencionada, la Constitucién del ’39, elaborada ‘en Huancayo, volvi6 e organizar un Bjecntivo fuerte y aredueie drésti- camente los derechos individuales (asi, por easo, através de la elimina cién del derecho de habeas corpus y-del derecho dé rebelién, o a través del debilitamiento del garantismo judicial). La Constitucién del ’60, menos extrema que la anterior, instauré también un sistema fuerte: ‘mente presidencialista y centralista; prohibié el ejercicio publico de toda religién quo no fuera la catéliea, y otorgé wa amplio poder de influencia sobre los asuntos piblicos ala iglesia catélica y a las fuercas armadas. Como en los casos anteriores, aquf también se dej6 abierta la ‘postbilidad de una extensién adicional do los poderes del presidente, a través del uso de facuitades extraordinarias. De Colombia merecen destacarse, ante todo, las Constituciones de 1821 y 1886. La primera consagré un sistema centralista, con-un Bjecutivo fuerte y capes de reforzar su,autoridad a través de poderes extraordinarios. La segunda volvié sobre dichas Kneas, destacandose ademas de por é! modo en que restringié los derechos individuales, por su desdén por las garantias procedimentales, por las limitaciones que i modelo bolivarians, sega se sabe, tuo una signifcativa iafloendia en “ptincamériea aunque, sepecicamente, lao Gonstituciones que pretendieren planar ‘roetemento cu pencomiento (en Vanseteln, Poré, Nuova Geaada y Bolivia) resutaron, 0 log hechos,distintivamenteefimeroa. Las eaagos mis obviamenteperfsccionistan de 1 CConattaelones bolvarianas aparecen Vinculados con a curlsa insituci que Bolivar ‘denominé Poder Moral un nuevo poder que, en su apinén, debia inenrporasse eae esto ‘onstitacceal, come Segano destinado a velar por ia vigenaia de es busnas . ‘Ver, al reepeci, Beason, J. lez Historie conatewional de Vensousla, Parra Lada Hie Ceracas, 3830. Conforine'a Bolivar, por otra pare, el poder politico de la Nacién debi (qeedar Concasirad, fandamentelmente, ea of Pedce Bjecutiva. Bu honcz de dicho eal, Balt no sala dissné un Bective todopoderos, sino que ademis, actablements, ¥ acereando mucho ou propuesta aJa propaesta de Gn iooarca o detador, pid paca dt Inlamo tants la perpetudad on ol cargo cama su frvespansabilided oa el eercicio de sus Fusdlones, esto ss ol presidente no podia eer sometide aun jucio destinado a facaiear fu sotvided on el poder. 3 Dero Costu 34 Denscno Consrrmvciowat, estableeis sobre la prensa o por el lugar que Ie reserv6 a 1a religién catélica (cotableciendo, por caso, Ia obligatoriedad do la eneefianza del catolicismo en las escuclas o la legitimidad del woo de la fuerza publica en su defensa) En Bolivia se sueedieron, durante todo el siglo XIX, miltiples Constituciones, 1a mayorfa de las cuales parecieron abrevar en el eon servadurismo. Entre tales Conatitueiones —en general de poca vida y dudosa efectividad— pueden destacarse, especialmente, ia de 1826, hecke por Bolivar a su medida; las de 1881, 1884 y 1861, que sontaron las bases deo que podria llamarse una dictadura constitucional, y lade ‘José Ballivisn, do 1848, a la que sus eriticos denominaron a “ordenanza uiilitar’. Dentro de la historia venezolana éonviene citar, especiaimen- te, la Gonstitucién de 1821, de eusio botivariano, Conforme a dicha influencia, Ia Constitucién de 1821 estableoi6, por una parte, un régi- men politica contralista y, por la otra, ereé un Ejecutivo con poderes muy amplios y un mandato excepeionalmente extenso —_, . Ahora bien, quiz no haya existide una Constitucién més cercana al proyecto congorvador, on toda Ja historia latinoamericana, que la preparada en Chile por Juan Bgafia, yque fue aprobada en 1823, Egaiia asumia quelas se encontraba constitutivamente basada en una cierta moral comin, de ra‘ses indudablemente eristianas, que debia ser Preservada y alontada por todos los medios a disposicion del Retado", La Constituciéa de Bgaiia limitaba estrictamente la libortad de prensa. sosteniendo-qua Ia raisma no debia entrometerse en “ios misteric, dogmas y disciptina religiosa, nien la moral que generalmente aprucba Ja esa catslon’- Sogn a Gonsteucoe, area imprenta ibaa reconocarse en.la medida en que el mismo “coutribuylera] a formar ia moral y buenas costurabres; al oxamen y descubrimientos titiles de cuantes abjetos pueden estar al alcance humano; a manifestar de un modo fundado las virtudes cfvicas y defectos ‘de los fimeionarios on ciercicio; y a los placeres honestos y'decorosos”. ‘Todo escrito que ve pretendiese imprimir —agrogaba— iba a estar sujeto’al “consejo de hombres buenos (los consejeros literatos), para el simple y mero acto de | sdvettir a su autor Jas proposiciones censurables” =. Notableinente, y por otra parte, la Constitucién disponfa la crea- ign de-un “Sonado conservadox” crientadio a velar por las “eostumbres Bain Argentine sods prota pd st sa, or np on ol igen de Se hao ee abe ange pune Pr lear {oeteyon Geaio mains fein atoel Gy taties or ins Gerace {ot Gon ewan Tle pes sea ec tne meee diet dee dss ter sar tas dra utpoe e RSE ie, Carper pgs de Prana Y Cass Sane Oe ee ne Sneha datetye SY =a = "Ve or lop Bu Cama, R: Joan ot. Antet, RA. Ande Da, santana Gale 8 ee ae gana Guten, Ba pp 906.009 Histon conssroctonst, 35 ylamoralided nacional”, Bl Senado estaba compuesto por nueve miem- bos que debian Hovar tun registro de los ciudadanos meritorios: un senador “visitadcr”, en tal sentido, se encargaba de recorrer cada afio Jas tres provincias de la Nacién, con el objeto de examinar ‘los actos meritorios de los ciudadanes, su moralidad, su civismo y su religiosi- ae Estas disposiciones constitucionales fueron precisadas luego en una serie de normas —dictadas con posterioridad a la aprobacién de la Gonstitucién—y en cuya redacci6n, nuevamente, Bgaiia jugé un papel decisivo. En particular, Egatia se encargé de presentar un detalladisimo Cédigo Moral, que finalmente ne legé a aplicarse, pero a través del cual el autor de la Constitucién del 23 demostré hasta qué punto considera~ ba razonable involuerar al Estado en la preservacién de un cierto orden moral, y hasta qué punto considerabe legitime interferiz en la vida privada de cada persona ™. El elitismo politico del modelo constitucional de 1628 pusde dis- tinguirse, fondamentalmente, por el poder extraordinario que se ad- judicabe al Ejecutivo frente al rol restringide y subordinado on el que Se dejaba al organisino legislativo. Segdn Im descripcion de Luis Galdames, ol citado texto tenfa una “inclinaciéa decidida a ectablecer una autoridad sin liaites preciscs, manifiestamente incompatible con une democracia”™, Al respecto, la Constitucin ereaba In figura da un “supremo direcior” —elegido a partir del voto de la (muy limitada) cindadania—, en quien-depositaba el grueso del poder polftico, El Poder Bjecutivo —sogtin Egaiia— debia tener “exclusivamente todala administracién, sin que la Legislatura pueda mezolarse en otra cosa que en formar pooas leyes permanentas y generales, reuniéndose por muy poco tiempo y eon intermisién de largas 6pocas”"®, Entre ng muy aunplias atribuciones del director, se encontraba la de tener la inicia- tive, hakitualmente exdlasiva, en el dictado de lag leyes. ‘08, 3s Bl Oédigo do Rgaia camearaba con’ una férea defensa s ia rligléa, para ‘Adentcarse luego ea oueetiones ‘ales com el modo eu que debian celebrarse los tetas oblion dala igleia, alas tlacionee entre oy onfosorms oa pnitente= Ba vequndo lugar, ‘2 cenpaba do i fant y de las relaionss entve gus mafombves, Dizpoui, en tl ecto, ‘sancobes —que fban desta ol descasaiecto a la desharedacia-— para i ingratitude altsnesi ol despresio,oel ehandono de los his hacia los padres Lago acts fferenciae 4 ls eduescida 2 a quo consderaba de central iportancin para av proyecto Bstabocia dems, pautes que debian respetarve dorante las Hesias pdblessy rivadac; regula el ‘nada alcool y fj celebrasnnos para hoarera ls ciudadanoe née meritrica,yegaba 8 ostableesrreglas sobre In misia popular y laa danas nacioneles. Se prolife taabiean Is cirsulacién de lltas,estampas.grabadas sn la setorinsin de oeceavores, Finaace te, elCédign ortenaba a cada caladano llevar un beletin, a esgo do vor eossiderado ago desconoeido, © Stave Caste, shi, 628. » Stora Gascan, bi, pp. 66-87 36 ‘Daneceo Consrivctonac Cabe destacar, finalmente, que como condicién para poder ejercer un cargo pablico la Constitucién disponfa la necesidad de adquirir previamente un “mnérito civico", distincién que se ctorgeba a partir de Tazones tales como el estudio de ciertas diseiplinas, el ser padre de mas de seis hijos legitimos o el dedicarse a favorecer la religién. ‘La Constitucién redactada por Egafia tuvo une breve vigencia, pero su influencia fue mayor sobre los proyectos institucionales por venir y, muy especialmente, sobre la Constitucién de 1883, probable- mente la mds importante, en Chile, durante todo ol siglo XIX, 4, El modelo constituofonal radical. A diferencia del muy influyente modelo conservader, Ia eoncepeién radical no tuvo mayor suerte ex la prdctica politica americana. De todos ‘modos, ello no fue un obstdculo para que se convirtiera en un significa | tivo puto do referencia on el discurso politicn de Is época. Para elgu- | l { nos, el modelo radical repreventabe el ideal a alcanzar, y para muchos otros, la amenaza institucional més seria contra la cual se debia luchar. En los Estados Unidos, el radicalismo parecié encontrar oxpre- sién en algunes,de las voces opositoras a la Constitucién federal de 1787. La posicidm de tales criticos results finalmente derrotada —tanto fen Ia Convenci6n Constituyente como en el debate intelectual de la 4Spoca—, pero sin embargo permanecié como una visién influyente al punto de que elle nos permite explicar, aun, algunas de las peculiares soluciones institucionales finalmente incerporadas en la Constitu- ein norteamericana. In Latinoamsriea, el impacto institucional del radicaliemo tendié a ser menor: no huéo, on dicha regién, un claro reflejo del radicalismo en proyectos constitueionales concretos. De todos modos, algunos quieren ver en la fraseologia radicalizada de las primeras Constituciones de Ia regia rastros evidentes de este modelo ideal. Asi, se ama la atencién sobre Jae elasicas invocasiones radica- les a te “soberanta del pueblo”, la “voluntad popular”, el “contrato social’, la “igualdad’, los “principios universales” y Jos “derechos del hombre”, que distinguieron a textos y discusiones constitucionales como las que ge dieron en Chile, Nueva Granada y Venezuela, entre 1811 y 1612, Hacia mediados de siglo, segim diré, hubo ‘in’ dierto “rebrote” del radicalismo en Ia regién, pero el mismo to pas6 de ser, en el mejor de los casos, un movimionto efimero y de relativamente escasa influencia. Para identificar al constitucionalisme radical puede decirse que su " objetive fundamental suele ser el de lograr ana comunidad autogo- bernada. En tal'sentido, ha sido comin identificar una posieién como ésta con la nocién —de resonancia rousseauniana— segtin. a cual la “vor del pueblo” es “Ia vor de Dios”, Para el radicalismo, el bionéstar de ‘Histon consnmvoronat 37 1s comunidad debe ser el principal objetivo do todo gobierno, Més aia, se tiende a asumir aqui que es la propia comunidad la que debe definir cudles son, especticament, tales objetivo, y exdles los medias para Asumiendo el valor del autogobierno colectivo, el radicalismo ha mostrado habituslmente una gran preocupaciéa tanto por la organiza. ¢iga institucional de la sociedad como —findamontalmente— por el tipo” de ciudadanos que forman parte de esa sociedad: malas institu- ones 0 malos chidadanos (ciudadanos “no virtuosos”) constituyen, ambos, amenazas al ideal del autogobierno. sta tltima proocupacion por Ia “calidad” do la ciudadanfa representa, tal ver, el rasgo distintivo de esta posicin. Se asume aqui que el poder piblico no puede ser “indiferente® frente a las “cualidades morsles” de Ia crudadania ®. Una sociedad autogobernada requiere individuos dotatios de ciertas cualida des de cardcter, ciertas disposiciones morales. Requiere, en definitiva, individues comprometidos con la suerte de su comunidad, Para “ase- gurar” que los ciudadanos se identificaran con los demés miembros de Ja sociedad, o) Estado debia “cultivar” un cierto tipo de ciudadano (el ciudadano virtuoso). A tales fines, el Estado debia establecer una suerte de jerarquia entre’ diferentes ideales del bien, al tope de los cuales se encontrarfan aquel modelo de vida y aquellas cualidades de cardcter mds favorables al bienestar general”. * Muchos eritions de esta posicda, de todos modes, tomaron dich favocaciones 8 ta voluntad poplar del modems extrem posible, y aeusaren al colectivismao de promover 1 deventreno soci, ol save institucional, Vor Haszaon, en Fata Mod The Reoords ofthe Federal Convention of 1737, Yale University Pre, Nov Haven, 1887, wal, p20, Ststeniande que“ae a dlono que la vor del polo os in'vor de ine;perocaslqulora soe el modo en que esia mdsima sea lads o ereids, all no os verdadere” Asizismo ol federaliota Fisher Abas, eiticaado m lo "domderatas" qua ereen que “a0 hay nea ian fngrade sem ou propia voz, que 2e la vez de Dios” (Ax, S, cd: Work of Fisher Anas, Libery Classics, Indianapolis, 1268, vol. 3), » Theophilus Pstsons, on sa fameeo cacies The Reser Recall, hjotando al optimism de ls “deméeratay" gon evan que “sl pelo ‘lone un devecho a poder ialecent, ialienabe; (quel no hay nada tan fJo que ellos no puedan cambiar; y aada (tan sagredo camo] 28 propia Yor’ Citade en Hota, 2, som, P ede. Sovereign States tx on Age of Uncertainty, University Press of Virgsia, Virginia, 1961, p 218. 18 Baral cslotivieme ol alnmayeca de lov miembros da sociedad noes peeacup, Ja euerto de sus consindadanos y, an gansral, tampoco las provaupa ln sverts do 2% comunidad, lo més probable ae que la sociedad renalla valaersble frente aloe ataques de fompnidades vecinas (o que comience 2 apareser como an blanco fae pera aquslas) © ‘esulleineapaa de-mantenerce por sf misma, desarrolaadose da un mado présper, 2% Sqxont, Mc Demscraay’s Discontent. America in Search ofa Public Philosophy, The Belknap Proce of Harvard University Press, Cambridge, 1906. % Bl patriotism, el corse, la destreza querrra, la solidardad, Ya austovidad, la fegalided a paxqued, fron toda vrtedas qua, on un siomeno ore, ee recouolazon sono hundadoualas,ndiopeneabes panel foeelninionv de a vida somanitatia elias, ‘se contraonian os vis Oa cobandfa ol ogtemo, te) gue emenazaea con sneer vie 38, Dunvono Consvaructonat, ‘Cuando tenemos en cuenta las consideraciones anteriores, se en- tendo por qué el “antifederalismo” (el grupo mis radical y crtico dela Constitucién, durante el *periodo fundacional” norteamericano)Ilegé a propiciar, en algunos estados, el establecimionto de una religién parti- salar. Como dijera uno de os principales lideres antifederaliotas, Richard Henry Leo (en una carta a Madison fechada en 1784), la religion debia actuar como “guardién de la moral”. En tal sentido —afirmaba Lee—, debia formarse el pensamiento de los ciudadanos “en favor de Ia virtad ylareligion’®. Firmando como “A Maryland Farmer”, otro antifederalista redact6 un significative documento desiinado a dafender al gobierno como, una escuela formadora de la ciudadanic,quo dab Lograr su cometido fandamentalmente a través de Ta difusién do Ia moral, Esto tipo de criterios —que, cabe reconocerlo, no fueron sostonides de snodo ‘unénime por toda la ditigencia antifederalista—muestran de qué modo resultaba coherente, para muchos dirigentes politicos de la épora, de- fender un ordenamfento institucional permeable ala volunted mayor. tariay, ala vor—yen razén de aquello—, defender el “activismo moral dol Botado, i ~ _ Eneste punto, conviene clarificar lo siguiente: cuando ol constitu: cionaliomo radical rechaza la idea segtin la cual el Estado debe ser indiferente respecto de las distintas concepeiones del bien de Is eiuda- Ganfa, estd rechazando, al mismo tiempo, tna nocién “fuerte” cobra Loe derechos individuales, Los defonsores del radicalismo, on efecto, tien den a asumir que, en caso de conflicto entre los interoses fundamentales de la mayoria y los intereses fundamentales de algrin individno, san los, intereses del iltimo los que deben eder: los dareches, en todo ca20, \ deben estar al servieio del bien comtin, del bienestar de la comunidad. Por lo dicho basta agus, podemos advertir que en un punto crucial, referido a las relaciones entre el Estado y los individuos, el radicalismo. muestra una notable coincidencia con las aspiraciones del modelo con- servador: como oourria con este diltimo modelo, el radicalismo también. considera justificada la utilizacién del poder coercitivo estatal con l objeto de “perfeccionar” a los individuos, ast como tiende a reservar un papel més bien socundario para los derechos individuales. Ambas pos- ‘tras, ast, abren la puerta a una fuerie intervencién de la autoridad blige en cusstiones vineuladas eon (lo que el individualismo denomi- naria) le vida privada de cada uno, De todos modos —y a diferencia de 1 1o quo ooureia en.el easo del conservadurisme—; el zadicaliemo asume gue estes'decisiones se encuentran justiffcadas en tanto sven ala ( voluntad colectiva, y mo —~digamos— a alguna autoridad religiosa 0 valores que la mayoria no reconcce. 2 Ba Sum: atthe An ederciss refer, The Vahey flees Pe, hing 0h psa ‘ ‘Hisroma consterccionas 39 Las posibles eoincidencias entra el radicalismo y ol conservedu- rismo ee disuelven, sin embargo, cuando prestamos atencién a las sugerencias del primero en relaeiéu con la esfera politica. Bn efecto, en cuanto a st propuesta acerca de eémao organizar al sistema polities, el radicalismo ouele proponer la creacidn do instituciones que favorezean la expresién de la voluntad mayoriteria y dojen en manos de sta las principales decisiones pablicas. Bn tal sentido, el radicalismo se ha istinguido siempre por promover una ampliacin de los derechos politicos y de instituciones claramente “sensibles” ela voluntad pop, Jar (notablemente, en esto punto, el radiceliomo —-y pienso on al ejemplo del antifederalismo norteainerieano— ha tendido a rechazar Jos mocanismos de “Erenos y contrapesos" por entender que ellos ee erientaban, fondamentalmente, a diluir la vox de las mayorfas logic: Jativas). Por idénticas xazones, el xadicalismo tiende a miter con sospecha al mismo sistema representativo, olo considera, en ol mejor do los casos, como una opcidn de “segundo mejor”, vélo aceptable sa razén de la imposibilidad de hacor lugar a una democracia Grrects, Bt sistema representativo es resistido tanto por razones préctieas (el poder que se delega —afirmaban algunos radicales— “suale couvectir’s wn buen hombre en su vida privada on wn tirano desde su pueste’)* como Por razones teéricas (vineuladas, implicita o explicitamente, eon una articular concepeién epistémica cen la cual la reflexién eolective favorece més que ningvin otro medio el “condeimiento” de las “vendades ” politions”). Del mismo modo, y dado que asume que las decisiones tomadas por la ciudadanfa con preferibles a las que toman algunas autoridades en st nombre, el radicalismo suelo proponer tun ectrechamiento en Ia relacién entre representantes y representados. La corcannfa entre ssaboa grupos se considera mecesaria, ante todo, para asegurar que los repre. sentantes estén en permanente conocimiento de la voluntad de sus Yotantes. En este sentido, muchos de los defensores de este modelo radical entre ellos, muchos antifedoralistas, en. los Estados Uni dos— se expresaron en favor de formas de representacisn “especulay”, diciendo, por ejemplo, que el Perlamonto debia ser un fel veflgje de la sociedad que se venta'a representar: un gobierno adecuado debia tener los mismos intéreses, sontimientos, opiniones y puntos de vista que las personas a las que representa ™ Por idénticas razones, cl radica: 2 smo tondié a propiciar una mayor frecuencia en la celebracién de las % ‘Danomitve": The Gentine Principles ofthe Ancient Anglo Saxon, Philadelphia, 776, p. 6, Bal mismo eeatido, se gosture que "tan pois coin so delogasl paler neces geal dematindo do an miancs del poder canattayonta, a stableceeutoneesalgga tps Ae tenafe®. Tomes Youve, do Vermont, clala an SHSM, M.A hore Perfect Union, Yermont Becomes @ State, 1777-1816, Vermost, 2801, & 198 }& Asi por slemplo, en na acta de “Tho Federal Farmer’ etado en Stone, 2 The Gonplate Ant: Raderalits, ol. 2, The University of Chisago Pras, Chicagy 190%, pa 40 ‘Denscwo Consmrucionat,

También podría gustarte