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El 23 de febrero, los embajadores en Bolivia de Alemania, España, Francia, Italia y Suecia

participaron en un evento en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) denominado


“Un Año de la Invasión a Ucrania: Diálogo entre la Unión Europea y la Comunidad
Universitaria”. Mucho de lo que se dijo en tal ocasión también se lo puede encontrar en la
“Declaración conjunta sobre la cooperación Unión Europea y OTAN”, firmada en Bruselas
el 10 de enero de 2023, un mes antes del evento en Bolivia.

Dicho documento reafirma el pacto entre la OTAN y la Unión Europea en el contexto del
conflicto en Ucrania. El primer artículo sostiene que la alianza está “basada en valores
compartidos” y resalta “(el) compromiso inequívoco de promover y cuidar la paz, la libertad
y prosperidad en la zona euroatlántica”. También advierte que “actores autoritarios
desafían nuestros intereses, valores y principios democráticos”. Se acusa a Rusia de
“socavar la seguridad y estabilidad global” y se apoya el “derecho inherente de Ucrania de
la propia defensa y de escoger su propio destino”.

Cabe hacer la siguiente pregunta, especialmente en el sur global: ¿Cuáles son


precisamente estos valores en los que se basa la alianza entre la Unión Europea y la
OTAN?

HISTORIAL. Si bien la OTAN, creada y liderada por Estados Unidos, nació en respuesta
al tenso contexto de la Guerra Fría, no intervino militarmente en ningún lugar durante ese
tiempo. Fue solamente después del colapso de la Unión Soviética que la OTAN empezó a
cambiar su rol de organización meramente defensiva en pro de un actuar más
ofensivo/intervencionista. Algunos ejemplos son: la campaña aérea en contra del Ejército
de la República Serbia de Bosnia y Herzegovina (República Srpska) (1995), el bombardeo
sobre Yugoslavia (1999), el liderazgo de la Fuerza Internacional de Asistencia para la
Seguridad en Afganistán (2003), la Misión de Entrenamiento en Iraq (2004) y la
intervención militar en Libia (2011).

En varios de estos casos, especialmente en Iraq y Libia, se puede argumentar que la


OTAN y varios países europeos, en vez de promover la paz, contribuyeron a la
destrucción de aquellos Estados, socavando en el proceso el tan mencionado concepto de
soberanía nacional. “Los países pueden tomar sus propias decisiones, elegir sus propios
caminos (…) ningún país quisiera ser ficha de ajedrez (…). Hay que dejar atrás la idea de
zonas de influencia”, nos recordaba en el evento el encargado de negocios de la Unión
Europea en La Paz, Andreas Pérez, refiriéndose a Ucrania.

¿Tenían los pueblos Yugoslavia, Afganistán, Iraq y Libia el derecho “a defenderse contra
un agresor externo”, como mencionaba el embajador de Suecia, Nicolas Weeks,
refiriéndose a Ucrania? ¿La comunidad internacional no hubiera debido “intervenir
activamente en ayuda del pueblo de país agredido”, como mencionaba el embajador de
Italia, Francesco Tarufi, también refriéndose a Ucrania?

DERECHO INTERNACIONAL.
Si bien, también se podría argumentar, como daba a entender el embajador de España,
Javier Gasso, que dichas acciones de la OTAN en el caso de Iraq y Liba, podrían haber
estado enmarcadas dentro del “derecho internacional” —pues contaban con resoluciones
de Naciones Unidas—, no por eso son, por decirlo suavemente, menos reprochables. “No
ganamos nada con Gadafi. Mira lo que pasó. Mira a Libia. Mira a Iraq (…) La verdad no
hay ningún Iraq ni Libia. Están rotos. No tiene control. Nadie sabe lo que está pasando ahí
(…) Ahora (las cosas) están aún peor que con Sadam o Gadafi en el poder. Libia es una
catástrofe. Iraq es un desastre”, observaba el expresidente Donald Trump antes de asumir
el cargo en una entrevista con CNN en octubre de 2015.

También puede leer: Periodistas de Perú y Bolivia, uníos…

Por su parte, la embajadora de Francia, Helen Roos, hablando de Ucrania y Rusia,


preguntaba: “¿Qué es más imperialista que un país que quiere cambiar el gobierno de otro
país que quiere tener una política exterior independiente?”

RESPONSABILIDADES.

En el caso de Iraq, varios países de Europa formaron parte de la “Fuerza Multinacional


Iraq”, aportando con tropas a la intervención liderada por Estados Unidos en 2003. Tal fue
el caso de Gran Bretaña (46.000), Italia (3.200), Noruega (150), Suecia (3.200), España
(1.300) y la misma Ucrania (1.650). Cabe resaltar que uno de los pocos países que no se
involucró en Iraq fue la Alemania de Gerhard Schroder.

En el caso de Libia, en 2011 (mismo año que Estados Unidos y la mayoría de las demás
tropas europeas se retiraban de Iraq), fueron Francia y Gran Bretaña, junto con el Líbano,
quienes propusieron la infame resolución 1973 en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Dicha resolución sentó base para la intervención militar que terminó con el asesinato del
presidente Muamar Gadafi. Entre algunos de los miembros —permanentes y no
permanentes— entre quienes votaron a favor tenemos a Estados Unidos, Francia, Gran
Bretaña, Portugal y Colombia y quienes se abstuvieron fueron Alemania, Brasil, China,
India y, sorpresa, Rusia.

DECISIONES.

La Unión Europea está buscando fortalecer relaciones con países que comparten sus
valores y reducir cooperación con los que no, así lo recalcó su encargado de negocios.
Entonces, Bolivia debe preguntarse: ¿Cuáles realmente son los valores de la Unión
Europea? Y usando términos de la embajadora de Francia: ¿Realmente quién es el que
está llevando a cabo una “guerra imperialista continental”? ¿Realmente quién tiene
“ambiciones imperiales de conquistar y colonizar un país”?

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