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CONCEPTOS DE SEXUALIDAD EN PERINATOLOGIA*

Dr. Enrique Valdéz R.
Departamento de Obstetricia y Ginecología. Hospital Clínico J. J. Aguirre, Universidad de Chile

INTRODUCCION
¿Se deben desaconsejar las relaciones sexuales durante el embarazo...?
La sexualidad durante el embarazo, a pesar de su importancia, es quizá uno de los tópicos de la
medicina perinatal que cuenta con menor evidencia científica que permita la elaboración de
conclusiones válidas que puedan ser transmitidas en la enseñanza de nuestra especialidad y a la
población en edad fértil.
Durante décadas la actividad sexual y sus consecuencias en el período perigestacional ha sido
rodeada de una serie de "mitos y leyendas" producto de conclusiones de estudios e
investigaciones de dudosa calidad en su diseño y metodología, las que por cierto, se encuentran
bastante alejadas de los tópicos sugeridos actualmente por la medicina basada en la evidencia.
En un intento por responder la pregunta al título de esta introducción, me dediqué a realizar una
revisión actualizada de libros clásicos y trabajos de investigación que cumplieran con la mayor
cantidad de requisitos que pide la medicina basada en la evidencia y así poder obtener
conclusiones dignas de ser compartidas. En busca de este objetivo analizaré el efecto de la
actividad sexual en la perinatología en tres períodos:

I. Periconcepcional.
II. Gestacional.
III. Postnatal.

I. Actividad sexual en el período periconcepcional


Basado en el conocimiento adquirido a través de la lectura de textos guías en nuestra
especialidad, nosotros nos encontramos con sugerencias que no necesariamente se ajustan al
conocimiento acumulado. Una de estas, es la presentada por Speroff, quien enfatiza
textualmente "en parejas infértiles se recomienda la calendarización coital según parámetros
clínicos, ultrasonográficos y bioquímicos" (1). Pero esta sugerencia surge a partir de la opinión
de expertos y de datos aportados por estudios a menudo carentes de una adecuada metodología.
Por otra parte, existe evidencia que la tensión ocasionada a las parejas por esta calendarización
coital está relacionada a ciclos anovulatorios que impide el logro del embarazo. Agrawal realizó
un estudio donde la temperatura basal, el seguimiento folicular y las mediciones del peack de
LH no demostraron aumentar la posibilidad de embarazo versus la recomendación de actividad
sexual de al menos dos veces por semana, argumentando que tal resultado sería debido a la
liberación del estrés asociado a estos métodos y al aumento de la probabilidad de realizar un
coito fecundante en el período periovulatorio (2).
La evidencia encontrada en estudios experimentales en modelos animales muestra, por una
parte, que el semen tendría propiedades que favorecían la implantación embrionaria, pero por
otra, que la actividad coital periconcepcional provocaría aumento de la tasa de abortos
secundarios a factores infecciosos y a contracciones uterinas ocasionadas por el orgasmo
femenino. Tremellen y Huang realizaron trabajos donde evaluaron métodos de fertilización
asistida en humanos (FIV e IIU) y su asociación a relaciones sexuales peri procedimientos
concluyendo que, si bien es cierto la actividad sexual no aumentaba la tasa de embarazos, el
logro de implantación de embriones vivos evaluado a las 6-8 semanas era mayor en aquellas
parejas que no suspendían su actividad sexual (3, 4).
Es importante destacar que, hasta la década pasada al orgasmo femenino no se le había
evidenciado algún rol funcional, salvo el de provocar placer, hasta que Becker & Bellis en 1995
desarrollan la teoría que "la retención espermática es mayor si el orgasmo femenino es posterior
al masculino", teoría posteriormente corroborada por otros investigadores (5). Si a lo anterior le
sumamos el rol que juega la indemnidad del reflejo bulbo-cavernoso en la expresión seminal al
momento de la eyaculación masculina (6), podemos aseverar que la actividad sexual con fines
reproductivos tendrá mayor éxito en la medida que sigamos las recomendaciones mencionadas
y evitando aconsejar cualquier tipo de restricciones en la vida sexual de la pareja.
II. Actividad sexual en el período gestacional
La mayor parte de la descripción de la respuesta sexual fisiológica en el embarazo se basa sobre
lo publicado por Master y Jonson de 1966. En general, los cambios en la plataforma sexual se
deben a una mayor vasocongestión pelviana, vaginal y al aumento de lubricación vaginal. La
fase de excitación se caracterizó por vasocongestión de genitales internos, externos y a una
marcada lubricación vaginal. En la fase de meseta este estado congestivo persistió, siendo aún
mayor durante el orgasmo lo que facilitó percepción de la gestante de poder alcanzar múltiples
orgasmos. Por último la fase de resolución fue más prolongada (7).
Informaciones más recientes referente a que el estado gravídico afecta la sexualidad de las
parejas, en términos que presenta un impacto negativo en la líbido, frecuencia y actividad
orgásmica sexual, presentan un asidero científico avalado por una serie de investigaciones que
demostraron que la respuesta sexual era afectada drásticamente durante la gestación
independientemente de la edad y la paridad, siendo mucho más marcado en el último trimestre
de la gestación (8, 9, 10), citán dose como posibles etiologías; trastornos de personalidad y
temores maternos (aborto, parto prematuro, etc.).
En lo relacionado al impacto de la actividad sexual en la génesis de patologías de alto riesgo
perinatal (preeclampsia, parto prematuro y rotura prematura de membranas) y su participación
como factor inductor del parto, existen evidencias, algunas veces, que procedo a detallar:
a) Preeclampsia (PE): Es conocido que esta patología que afecta entre el 7-10% de la población
gestante, de etiología parcialmente conocida es más frecuente en aquellas que comparten una
serie de factores de riesgo entre otros, la primiparidad. Robillard en 1994, basado en la teoría
eitiopatogénica inmunológica de la preeclampsia, realiza un estudio donde concluye que el
mayor riesgo de presentar esta enfermedad, la concentran aquellas gestantes que presentaron un
cambio de pareja reciente con una cohabitación sexual breve (11). Posteriormente, Morcos en el
año 2000 realiza un estudio caso-control en nuligestas evaluando el tiempo de la exposición
sexual como factor de riesgo en el desarrollo de Preeclampsia aseverando que "el aconsejar a
mujeres nulíparas prolongar el tiempo de las relaciones sexuales previa a la concepción con el
fin de disminuir el riesgo de PE no está justificado" (12).
b) Parto prematuro (PP) e inductor del Trabajo de Parto: Basado en la evidencia acumulada en
estudios fisiopatológicos realizados en décadas pasadas, donde se encontró que la relación
sexual podría jugar algún rol en la génesis del parto de pretérmino y en la maduración cervical
previa al inicio del trabajo de parto debido a la alta concentración de prostaglandinas presentes
en el fluido seminal (13), la liberación ocitócica producida ya sea por la estimulación del pezón
(14) o por la ocurrencia del orgasmo (15) y/o por el factor infeccioso asociado a la vaginosis
bacteriana relacionada a la actividad coital (16), muchos textos clásicos desaconsejaban la
actividad sexual durante la gestación. En el presente existe información relevante originada de
estudios metodológicamente adecuados donde se concluye que la actividad sexual con o sin
orgasmo, con independencia de la salud gestacional no aumenta el riesgo de parto prematuro
(17) ni de vaginosis bacteriana (18) y es más, el riesgo relativo de PP fue menor en gestantes
con orgasmo reciente (19). La frecuencia de actividad sexual por sí misma tampoco está
asociada a un mayor riesgo de parto prematuro, salvo en aquella mujeres colonizadas
por Trichomona vaginalis o Micoplasma hominis con actividad sexual frecuente (20).
Con respecto al como elemento desencadenante del trabajo de parto cabe mencionar que, debido
a la heterogeneidad en los diseños de los diferentes estudios examinados, los revisores de la
base Cochrane (2001) concluyen que: "el rol de las relaciones sexuales como medio de
maduración cervical y/o inductor del trabajo de parto es incierto", aconsejando que para
alcanzar la validación de estas hipótesis es de suma importancia homogenizar criterios
metodológicos en investigaciones futuras.
c) Rotura prematura de membranas (RPM): Con el objetivo de conocer el comportamiento
bioquímico de las membranas corioamnióticas frente al eyaculado humano, Harmanli, estudió in
vitro las propiedades biomecánicas de éstas; concluyendo que se ven debilitadas al ser expuestas
por una hora al fluido seminal, lo que llevaría a pensar que en modelos in vivo este
comportamiento facilitaría la RPM (21). A pesar de esto, los estudios clínicos realizados en
humanos no apoyan dicha hipótesis, más bien se demuestra que en nulíparas sanas la actividad
sexual no aumenta el riesgo de este accidente (18) y que éste se elevará frente a la presencia de
membranas ya debilitadas por corioamnionitis subclínicas (22) y/o cuando la pareja realiza el
coito en posición cara a cara (17).

II. Actividad sexual en el período postnatal


En este punto, la literatura presenta mayores consensos que apuntan a aseverar que la calidad de
la vida sexual de las parejas dentro del primer año postnatal se ve claramente afectada. Es así,
que durante el período puerperal, la frecuencia y el goce sexual disminuyen dramáticamente y
esta disfunción es mayor en aquellas puérperas con trauma perineal (desgarros de 2º y 3er grado)
o aquellas sometidas a instrumentación obstétrica (23). Por otra parte, el impacto del nacimiento
en la relación de parejas es mayor que lo anteriormente publicado, evidenciándose en uno de los
estudios una actividad sexual no satisfactoria en el 53% de las parejas a las ocho semanas
postparto y en la mitad de los casos esta situación persistía hasta por un año, lo que llevó a un
25% de éstas a solicitar ayuda profesional (24, 25). Entre las causas identificadas en la
declinación de la actividad sexual se mencionan: dolor perineal, cansancio materno, método
anticonceptivo, lactancia materna, depresión postparto, sequedad vaginal y sensación subjetiva
deteriorada del atractivo sexual de la puérpera (9, 24).

CONCLUSIONES
1. El período del embarazo, puerperio y lactancia, generalmente ejerce un impacto negativo en
la líbido, frecuencia coital y en la capacidad de lograr orgasmo.
2. La actividad sexual con fines procreativos debe ser aconsejada al menos un par de veces por
semana, sugiriéndose alcanzar la actividad orgásmica femenina posterior a la masculina.
3. No existe suficiente evidencia que la actividad sexual juegue algún rol en la génesis de
patología de alto riesgo perinatal (PE, PP, RPM), como tampoco en el inicio de modificaciones
cervicales como inductor del trabajo de parto.
4. En población de bajo riesgo perinatal las relaciones sexuales no deben desaconsejarse.

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