Está en la página 1de 2

¿Puede un hombre saber cuándo su vida ya terminó?

Mark Lebian White Johnson, un hombre que nació como muchos otros, en una familia normal, su
padre fue dueño de una línea de tren en Chicago y tenía cierta inclinación hacia las apuestas, su
madre, ama de casa, de clase mestiza, con antepasados afroamericanos; se podría decir que
nunca le faltó nada, y que vivió como muchos otros, sin embargo, hay algo en Mark que lo hacía
sentir diferente, siempre quería más y se esforzaba por tenerlo.

Desde niño destacó en todo, tocaba el piano para alegrar a los amigos de sus padres en la fiestas
que ellos daban en la modesta mansión en la que vivían, en la escuela era siempre en mejor de la
clase y destacaba tanto en ciencias como en literatura, leía las teorías de Heisenberg y sentía una
admiración increíble por Schrödinger y su forma en la que quiso refutar la interpretación de
Copenhague de la teoría cuántica; pero lo que más le gustaba era leer, amaba sus libros y le
gustaba imaginar que él era el protagonista de todas sus historias, leía a Poe y le encantó Dante y
su divina comedia aunque le costó un poco entenderla debido al verso en que estaba escrito.

Cuando creció también creció su ambición, quería todo, ingreso a la universidad y rentó un piso
que le pagaba su papá, durante la universidad tuvo su primera novia, sin embargo no le ponía
mucho interés, puesto que siempre decía -- el amor puede esperar, cariño, somos jóvenes,
aprovechemos para obtener todo lo que podamos ahora y después poder vivir con holgura y
felices-- ella se cansó de él y lo abandonó, pero Mark no sintió tristeza ni rencor, se decía a si
mismo que no era tiempo de estar triste, ya lloraría cuando le falten sus padres y que debía
seguir estudiando y trabajando para tenerlo todo, su deseo era tenerlo todo.

Al terminar la universidad se graduó con honores y después de unos años de trabajo puso su
propia empresa y ya no tuvo que trabajar más, pero no se conformó, siempre quería más y
empezó a invertir en otras empresas, su padre anciano ya, le heredó su línea de tren y su
mansión y en una carta le escribió “Hijo, veo que ya tienes la vida que quieres, y yo he trabajado
mucho durante tanto tiempo, me iré de viaje con tu madre y disfrutaremos del tiempo que nos
queda”. Mark sintió satisfacción pues obtuvo una mansión lujosa y una empresa más en la que
ganar dinero, además sus padres parecían felices.

Una semana después le llegó una carta de Milán, “Señor Mark White, lamentamos informarle
que sus padres murieron en un accidente de coche, le pedimos que por favor viaje hasta aquí
para recoger los cuerpos y darles la sepultura que merecen, lo sentimos. Giovanni Castelo, Policía
de Milán”. Mark tiró la carta y a si mismo se decía: -- “ya lloraré cuando me falten mis padres”,
pero ¿Por qué no estoy llorando? Si los quiero, o al menos eso pienso, ellos siempre me trataron
bien, lo mínimo que puedo darles es una lagrima-- después de pensar un momento quizás
demasiado corto, pensó “No tengo tiempo para esto, tengo que pensar en el futuro, lo muerto,
muerto está, necesito tener más, así podré tener una familia y ser feliz cuando ya no me falte
nada”, nunca fue a recoger a sus padres y se quedó viviendo solo en la mansión, a veces salía con
una que otra mujer pero el mismo decía “No es el momento, aún tengo mucho por ganar” y cada
vez que alguno de sus colegas le preguntaba si pensaba tener hijos el respondía “Tranquilo, eso
será en el futuro, aún tengo mucho que hacer”.

Pasaron los años y su mansión se llenó de libros, planos, revistas, y adornos, muchos adornos.
Quizás él no lo notó, pero se volvió egocéntrico, ponía la excusa de que trabajaba para que su
futura familia pueda ser feliz, pero en el fondo lo hacía solo porque quería más, sino ¿por qué los
adornos?

Algunas de las cosas que hacía cuando no estaba en negocios y trabajando era leer, compraba
una cantidad de libros increíble, la biblioteca se llenó en poco tiempo y tuvo que colocar libreros
en los demás ambientes de la casa; también compraba adornos muy caros y extravagantes,
floreros en los que no tenía flores que poner, cuadros a los que nadie podía apreciar puesto que
nadie visitaba su casa, y espejos, muchos espejos, le encantaba verse en ellos pero no para verse
a si mismo, sino para ver qué tan lujoso se veía, nunca se fijó en las primeras canas que
empezaron a aparecer, ni en las sutiles arrugas que empezaban a crecer en su rostro.

Su casa solo tenía algunos sirvientes, y casi nunca le dirigían la palabra porque cuando lo hacían
él les respondía “te pago para que trabajes, no para que me preguntes mi vida, si vas a hacer
alguna pregunta que sea relacionada al trabajo”. Por estas razones ninguno de sus sirvientes le
tenía aprecio, si no fuese porque pagaba bien lo habrían abandonado hace mucho.

Un día saliendo de una reunión de negocios pasó por una tienda de antigüedades y vio algo que
le llamó la atención, una esfera, parecido a esas bolas de cristal en las que las brujas ven el futuro
en las películas, pero no era eso, era un espejo esférico, y le gustó, lo deseó desde ese momento
y entró a comprarlo, ni siquiera escucho cuando el vendedor le mencionó el precio, salió de la
tiendo y se fue a casa pensando “Todos los espejos que tengo son demasiado limitados, solo
reflejan una parte de mí, este en cambio puede reflejar todo a mi alrededor, podré verme en él y
también ver lo que me rodea, veré todo lo que conseguí durante este tiempo”.

Llegó a su casa, y entró directamente hacia la sala, en la mesa de centro, tallada en mármol y con
adornos barrocos en los flancos, colocó el espejo con cuidado y se vio a sí mismo, y vio detrás de
él, libros, espejos, adornos, cortinas, todo lo que alguien se puede imaginar que puede haber en
una casa. Después de unos momentos de satisfacción noto algo extraño, no había nadie a su
lado, el espejo reflejaba todo el ambiente y no había nadie allí más que él, no tenía familia y no
tenía hijos “aún queda tiempo” se dijo, y entonces al fin se vio a sí mismo y se quedó asombrado,
habían pasado 65 años, él tenía la casi 90 años y no tenía a nadie, se sintió solo y pensó “Mi vida
ha sido buena, siempre trabajé por el futuro y nunca estuve triste, nunca lloré” y al terminar de
pensar eso también se dio cuenta que nunca había sonreído ni había sido feliz, y lloró, se sintió
molesto consigo mismo al ver en el espejo como sus lágrimas caían por su rostro, surcando las
pronunciadas arrugas, se miró las manos y vio las manchas y arrugas que da la edad, se le
notaban los huesos y le temblaba; en ese momento uno de los sirvientes entró a la sala, lo vio
llorando pero no dijo nada, Mark por el contrario lo llamó, le dio un cheque con una gran
cantidad de dinero le dijo que lo reparta entre los demás, los despidió y se fueron felices, pues
nunca le había tenido ningún aprecio.

Esa noche no durmió, se la pasó llorando y sintiendo al fin los dolores de un cuerpo viejo y
cansado, al día siguiente, con los ojos rojos por el llanto, tomó una pluma y escribió en u papel
con la mano temblorosa “Me doy cuenta ahora que creía vivir, pero estaba muerto hace mucho,
¿Cuándo dejé de vivir? Me gustaría saberlo, mi alma murió hace mucho, me temo, y hoy al fin
también lo hará mi cuerpo” fue hacia la ventana, la abrió y saltó y en ese instante sintiendo el
viento en su rostro sintió miedo y pensó en la familia que nunca llegó a tener, ¿Cómo serían sus
hijos o su esposa? Pensó en sus padres abandonados en Milán hace más de 50 años, pensó en su
novia, la única que tuvo y pensó en sí mismo y en como llego a terminar así de solo, lloró por una
última vez escuchó un crujido en su interior y, finalmente, silencio y oscuridad. Su vida había
terminado.

---ahm---

También podría gustarte