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3 consejos para una lectura bíblica

devocional centrada en el evangelio


A casi todos los cristianos les cuesta mantener una vida devocional saludable. Una actividad que parece
tan sencilla como leer la Biblia y orar diariamente se convierte en un desafío de proporciones para mucha
gente. Gran parte del problema se da por no entender lo que una vida devocional significa y la forma de
llevarla eficazmente.

Para solucionar eso, solemos echar mano de métodos de todo tipo, planes de lectura, libros devocionales,
podcasts, videos de mensajes, todo lo que sea para alimentarnos espiritualmente. No obstante, al rato se
nos pasa que por un día u otro se nos olvida, luego se va una semana, o un poco más y nos sentimos muy
decepcionados con nuestro compromiso en crecer espiritualmente.

Para una vida devocional saludable debemos recordar algunas cosas que nos ayudarán a quitar el peso del
legalismo que muchas veces se enreda con la vida cristiana y sacar un mejor provecho de la lectura
bíblica.

1. Lee la Biblia como una sola historia. Gran parte del problema con la lectura diaria de la Biblia es
que la tratamos como algo que ella no es. A veces lo que buscamos son insights interesantes, frases
cortas de efecto que nos hable al corazón de forma inmediata e impactante. Pero la Biblia no se pro-
pone a entregarnos eso. La Biblia nos trae, por medio de distintos estilos literarios, una gran historia
de redención y toda y cualquier lectura de la Biblia debe ser hecha dentro de ese contexto básico. Leer
la Biblia como una sola historia significa ver el plan de redención desarrollándose por todos los 66 li-
bros, apreciando los detalles de la gracia de Dios derramada en la historia, entendiendo los personajes
no como héroes que debemos imitar o enemigos que debemos odiar, sino como personas como tu y
yo, complejas, con conflictos y angustias, derrotas y victorias. Leer la Biblia como una sola historia
es leerla tal cual ella es: la revelación del plan redentor en Cristo. Leer la Biblia como una sola histo-
ria de forma devocional nos ayudará a apreciar mucho más la gracia y a entender mucho más profun-
damente el evangelio.
2. Lee la Biblia del inicio al final. Los libros de la Biblia no fueron escritos en el orden en que están en
nuestras Biblias hoy, pero aún así, este orden entrega una lógica tanto cronológica como temática que
nos ayuda mucho. Creo que cualquier persona puede tener profundos momentos devocionales ini-
ciando su lectura por un libro específico y caminando con él por algunas semanas, pero en una mirada
más a largo plazo hay muchos beneficios en leer la Biblia de forma regular del inicio al final. La
primera razón es la busca por una comprensión global. Nadie comienza una película por la mitad. Si
comienzo mi lectura por Mateo, habrá una serie de afirmaciones que no tienen sentido si no tengo in-
formaciones previas, como ¿quién fue toda esa gente en la genealogía del capítulo 1? ¿Por qué es-
peraban un Mesías? ¿De dónde sacaron esas profecías? Claramente se puede dar cuenta que esa his-
toria tiene inicio antes de Mateo 1 y esas informaciones son muy importantes para entender no sola-
mente lo que enseña el texto como también la reacción de los mismos personajes. La lectura del An-
tiguo Testamento te dará el contexto mínimo para entender mejor el Nuevo, así como la lectura de los
libros históricos te ayudarán a entender los poéticos y proféticos. La segunda razón para leer la Biblia
de inicio a final es porque Dios se quiso revelarse así, progresivamente. Esto es lo que dice Hebreos
1.1-2a: “Dios, que muchas veces y de varias maneras habló a nuestros antepasados en otras épocas
por medio de los profetas, en estos días finales nos ha hablado por medio de su Hijo.” Leer la Biblia
del inicio al final, además de proveernos una mejor comprensión cronológica, nos ayuda a entender la
historia en sus contextos específicos. Por ejemplo: mucha gente medita en el relato de la vida de
David y de José como si fueran casi contemporáneos, o peor: como si lo que ellos hicieron es lo que
debemos hacer nosotros. Solamente cuando leo la Biblia en su desarrollo histórico puedo conectar los
distintos relatos, entendiendo más profundamente su significado y así no caer en aplicaciones simplis-
tas y equivocadas como: “Tienes que derrotar tu gigante como David” o “vas a reinar como José” -
estoy bastante seguro de que esos relatos no fueron escritos para que lleguemos a esas conclusiones.
Una tercera razón para leer la Biblia del inicio al final es que ese tipo de lectura nos ayuda a tener una
correcta esperanza en el Reino venidero de Cristo. Leerla así me permite caminar con todos esos hijos
de Dios del pasado, entendiendo que estamos en una misma historia, percibiendo cómo Dios apunta
hacia su clímax. Claramente una lectura fragmentada y atomizada de las Escrituras no nos brinda esa
misma clase de experiencia con Dios.
3. Lee en un ritmo natural. Cada uno tiene su método de estudio, de lectura, cada uno sabe como sacar
mejor provecho de un texto, pero a veces nos imponemos métodos y ritmos de lecturas diseñados por
otros y que pasan a ser más un peso que una dinámica natural. Es importante que leas una cantidad de
texto que no sea ni una excusa como para decir: “hoy no tengo tiempo” ni tampoco sea esa lectura
simbólica de dos o tres versículos. Debemos entender que la meta es caminar con Dios diariamente,
debo crear un ritmo posible, entendiendo que habrán días en que no desearé leer la Biblia, pero la voy
a leer igual, luchando contra mi carne, para que Dios hable a mi duro corazón. Habrán días en que vas
a querer leer 15 capítulos y otros días ninguno. Luego te vas a ver jugando: “no leo hoy, pero mañana
compenso…” o “hoy ya fui a la iglesia y ya leímos la Biblia en el culto, así que estamos listos…”. La
meta no es leer capítulos o versículos sino encontrarse con Dios diariamente. Encontrarme con él di-
ariamente en su Palabra me llevará a encontrarme con él en los días buenos y malos, donde él me
confrontará o me consolará. También me llevará a leer mucha cosa que no entiendo, y está bien que
sea así porque es Dios quien determina el tema de la conversa y no yo. Cuando me doy cuenta de que
estoy caminando con él puedo descansar en la certeza de todas esas cosas que no entiendo bien en un
primer momento se aclararán a medida en que yo vaya creciendo en esa relación. Así entenderé mu-
cho mejor su Palabra porque estoy en un proceso, en una escuela, en un camino de discipulado,
guiado por el Espíritu, alimentado por la Palabra, con los ojos puestos en Cristo.
¿Cómo lees la Biblia a diario? No te dejes afectar por la culpa ni te jactes de tu determinación. Camina
con Jesús cada día. Sométate al ritmo y al contenido de su Revelación. Deja que él te enseñe cosas que no
quieres aprender para que tu seas formado a su imagen y no al revés. Camina con Cristo, en una relación
única, verdadera y fructífera.

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