EFECTOS DE LA DEFICIENCIA DE NUTRIENTES ESPECÍFICOS EN LA INMUNIDAD
Deficiencia nutricional primaria Defectos inmunológicos
Zinc La timulina, una hormona tímica
dependiente del Zn que se requiere para
la maduración y la diferenciación de las
células T
Cobre Actividad in vitro de las células T se
encuentran comprometidas, y
consecuencias en la inmunidad innata y
adquirida; las células T están afectadas, la óseas y rotura arterial; cabello ralo,
capacidad oxidativa y actividad
microbicida de neutrófilos y macrófagos,
la actividad citolítica de las células NK se
encuentran deterioradas
Selenio Hay presencia de estrés oxidativo, lo cual
provoca inmunidad comprometida y
genoma viral alterado, dando como
resultado mayor
susceptibilidad a microorganismos virales.
Hierro Anemia hemolítica
Inmunitaria ferropénica
Vit E Desestabilización de las membranas de las Daños a los nervios y los músculos
células del sistema inmune, la
disminución de la hipersensibilidad
retardada y con la disminución de la
producción de inmunoglobulina.
Vit A Afecta la fagocitosis, disminuye la
producción de anticuerpos Induce el
proceso de inflamación y agrava la
inflamación ya existente.
Proteínas Histidina es esencial para niños, se
necesita suplir con la dieta. El triptófano
es un
precursor del neurotransmisor serotonina
Malnutrición calórica-proteica Altera la integridad tisular de la piel y las Retraso en el crecimiento y pérdida de
mucosas que constituyen la primera
barrera defensiva con qué cuenta el ser
humano frente a la agresión de agentes
Manifestaciones clínicas
Retardo en el crecimiento y puede
producir pérdida del cabello, diarrea,
impotencia, lesiones oculares y de piel,
pérdida de apetito, pérdida de peso,
demora en la cicatrización de las heridas y
anomalías en el sentido del olfato.
Discapacidad intelectual grave, vómitos,
diarrea; enteropatía por pérdida de
proteínas; hipopigmentación; alteraciones
metalizado o rizado
Náuseas, vómitos, diarrea, alopecia (caída
del cabello), alteraciones en las uñas,
erupciones cutáneas, fatiga y daños
neurológicos.
Piel pálida. Dolor torácico, latidos
cardíacos rápidos o falta de aliento. Dolor
de cabeza, mareos o vértigo. Manos y pies
fríos
con pérdida de sensibilidad en los brazos y
las piernas, pérdida de control del
movimiento corporal, debilidad muscular
y problemas de la visión
Pérdida de visión y la ceguera
La fatiga excesiva o crónica
peso hasta varios síndromes clínicos muy
variados