Está en la página 1de 5

Borrador para una

carta a mi madtre

Como volcán me has parido piedra. Piedra llena de fisuras, po-


rosidad del ser, consistencia hueca. Madre volcánica de silencios
milenarios, quietudes ancestrales. Madre estallada de hijos. Cuer-
po sin piel, sin vulva, sin clítoris. Cuerpo desapropiado.
Madre volcánica que me has dado la palabra para ser aún más
muda que tú. Palabra vacía, nunca tuya, jamás dicha por tu boca
conducto de otra boca, por sentidos que eran extraños para ti y
ahora revientan en mí como olas en una mar aterrada y atravesa-
da de corrientes que nunca me enseñaste a hablar porque no te-
nías las palabras que las nombran.
Madre muda de deseos, madre amordazada por los sigilos, madre
inexistente, siempre otra, fantaseada y mil veces destruída. Ma-
dre volcánica me has parido piedra, inmovilidad, inválida de ser.
¿Cómo encontrar mi cuerpo si el tuyo, madre, jamás ha existido?
Cómo pronunciar mi nombre si tú jamás has hablado? Cómo go-
zar si tengo por madre la sin-goce?
Madre siempre lejana, madre de haceres y favores, madre pródiga,
madre negada. ¿ Dónde encontrarnos madre? Amordazado el cuer-
po, arranca:da la piel, violado el sexo, sólo me diste la palabra,
pallabra que no era tuya y que ahora yo pronuncio con horror.
Palabra extraña y hueca, palabra fisurada.
Cómo aprender la sexualidad si ha sido tu peor vergüenza. Cómo
la risa, si has tenido que mirar a los lados para poder reír. Cómo
el deseo si nunca te ha sido posible realizarlo. Cómo mirarte ma-
dre y no verme y no ver en tu mirada otra mirada que nos dirige
y utiliza. Cómo hablarte si aún no hay palabras que nos nom-
bren ni grafismos que nos enuncien.
Cómo aprender la vida si tú sólo has sido el silencio, el utensilio,
el medio, el conducto, el vacío lugar de los otros.
Madre, mujer nunca sida, ¿desde qué .Jugar mi existencia? ¿-Dónde
hallar la vida, el cuerpo, la risa, el goce, si nunca fueron tuyos y
nunca me los diste? ¿ Hada dónde ir ma<dre, lejos de tu vida, le-
jos de tus gestos silenciosos, errante pasajera de habitaciones
36
mensajera de otras voces, corporeidad de otros deseos? Lejos de
tu no-risa y sometimiento. ¿ Cómo encontrar mi cuerpo despedaza-
do, dónde unirlo lejos de ti madre-sin-órganos?
Madre volcánica me has parido piedra; fisurado el ser, descuarti-
zado el cuerpo, desangrada el alma. Logos de palabras que me
destruyen, pensadora de razones que ·n o me importan, deambulo
sonámbula buscando un cuerpo, tejiendo una palabra, limpiando
un deseo, lavando un pensamiento en estos corredores solitarios
de mí misma donde tu imagen descorporizada me hace frente pa-
ra hacerme sentir que no quiero tu vida, que sin ti madre, caída
en el vacío de mí misma que ha sido tu vado, debo inventarme
una vida.
En ti madre he visto cómo otros han robado la vida. En mí están
tus arrugas, en mi cuerpo, tu soledad transhumante, en mi impo-
sibilidad, los silencios milenarios que han amordazado tu cuerpo,
en este estar per'dida y sin orientaciÓ'n, tu propia inexistencia y
en mi grito, el dolor de verme/ te madre ausente de toda sonrisa
y vida posible.
A veces cuando veo que me miras y con palabras de otras voces
me ordenas un camino, siento que todo es mentira y que secreta-
mente quieres dejarme intentar lo que tú nunca ·ni siquiera osaste.
Madre secretamente amada, confusamente percibida, madre inmó-
vil de mi cuerpo atrapada, madre vacía de vida propia, te veo y
en mí me extraño. N o, no quiero ser como tú; señales de desvelos,
cuartos de aburrimientos y tejidos dejados por otras premuras,
desfilan por mi mente. j Oh! madre parturienta que no pudiste
darme la vida, madre preñada. eterna habitante de estaciones en
espera, grávida de órdenes y tareas, preñada de hijos en noches
despreciables donde eras con1denada a la muerte en vida.
Yo te amo mujer nunca sida. Desde la distancia que nos separa,
la inexistencia de palabras que nos nombren y el goce que i·ntento
darme, te amo madre enclaustrada y te recreo en mi. vidn. Quizás
jamás podré hablarte, entregarte mis labioR húmedos de risa y
goce, tampoco intentar narrarte cómo me doy la vida y quizás
nunca invitarte a cenar con mis herma1nas de lucha_ Y hasta temo
que nunca querrás nombrarme. Pero ahora madre, soy yo quien
te da la vida, soy yo quien rebujo en mi cuerpo para crear nues-
tros nombres y escapar a las fisuras y a la dureza frágil que me
has dado por vida.
Tus palabras portan las huellas de desesperación que mi condi-
ción te crea. Verme soñar la salida, gastar mis días y mis noches
en el al'duo trabajo de darme el cuerpo y cincelar las palabras-ba-
rrotes que nos encierran, te hace. madre, temblar en los falsos
cimientos a ti dados. Declaras enton<,es mis esfuerzos infructuo-
sos y como a una hereje ya ni me nombras. Poco a poco los barro-
tes ceden y en mi vida pa:labras nuevas voy diseñando, mi cuerpo
va adquiriendo su voz propia. entonces madre, me ves sonreir y
oyes que canto a otra voz. El temor te paraliza y quieres enton-
ces paralizarme de nuevo, que continúe piedra volvánica, cuerpo
fisurado siempre otro. goce inexistente, reverencia a falsos amos
poco a poco agonizantes.
Yo te veo madre ansiosa e inquieta_ aparentemente inCliferpnte.
fingiendo abulia ante mi risa y mi goce. Aún nada te he dicho
38

aún no he 10g'rado nada y sinembargo madre, vuelves a ofrecerme


el silencio y la abnegación.
Todo está quieto, cuajada de sombras la noche hace crecer los fan·
tasmas y yo tengo miedo de morir en el intento; entonces -ya 10
sé- tu vida se llenará nuevamente de sentido y yo apenas si ha·
bré soñado ...
Pero 'fiO madre, labraré mi sueño aunque con cada golpe de cincel,
con cada palabra y cada goce conquistado, vea cómo desapareces
alejándote de mí. Quiero madre, ser mujer, horizonte sin fin, me·
ta desconocida, errante del ayer, fugitiva de tu rostro fisurado
y tu cuerpo saqueado. Pero sobre todo madre ,no quiero esa vida
que me diste para comenzar a morir junto a tu muerte.
A veces me siento desfallecer y entonces, madre, cuántas veces he
añorado regresar a ti, pedirte que vuelvas a enseñarme el signifi.
cado de las palabras voluntariamente olvidadas, que me inventes
nuevamente el amor inventado para ti y que cantaJbas en mi cuna.
o que finjas para mí la felicidad y el goce. Cuántas veces he de.
seado no haberte visto torturada por afanes y servidumbres, mo·
vimiento silente y sometido. Han sido largas las noches en que
he de'seado tu paz de inexistente, acariciado tu ser de niñ~madre
sin poder de decisión sobre tu vida, y en cuántas ocasiones he
añorado tu encierro.
A veces es demasiado doloroso buscar el gesto de mi gesto, inda·
gar por las voces en mí morando, este ser siempre hablada y de·
finida por una afuera para regresar en mil reflujos de palabras
disonantes hablándome de la otra que quieren que sea. Muy do-
lorosa ha sido madre, esta lucha contra imágenes atrapadas en
reflejos de espejos siempre ausentes, siempre sospechosos. Y muy
solitaria he estado madre en la bús'q ueda de mí misma y en la
ruptura de este devenir errante entre discursos y vacíos.
Pero en las noches, cuando las sombras se acrecientan y la luna
comienza a rodar sigilosa, en mis sueños te veo ruina entre mis
ruinas. Una palabra sucumbe a la noche: Ruinas. Poco a poco
comienzan a levantarse velos susurrantes. Restauración, gritan
ecos en mí perdidos. En mis OjOR hay miedo. Las ruinas de tu vida
adheridas a mi historia. capas de otras vidas, silencios de oscuras
noches ancestrales. quejidos milenarios atrás pronunciados y esta
grieta aún presente de ti, madre, en mí morando.
Estas noches de insomnio plenas de voces desconocidas. vigilan.
cia noctámbula de presencias que me doblegan y llenan de espan-
to, locura de vivir entre trastos vieios, fotos amarillas de parien.
tes muertos, maldiciones uronunciadas en los cuerpos. Sentir mi
cuerpo páuiro de inscripciones no descifradas, de órdenes maquia-
vélicamente realizadas. y esta sonrisa que sonríe el mismo rictus
de mis padres.
Pero yo sé que este inventar cotidiano y doloroso nunca será un
acabado, y entonces madre, nunca podré hacerte una cuenta acero
ca de conquistas o palabras en las cuales ya tengamos la existen·
cia. No, movimiento continuo sin paradas posibles. Reouerda que
se trata de superar cuatro mil años de silencio y sometimiento.
Esto es doloroso para mí en el intento de crear una vida nueva
que no te repita madre, pero que te contenga en su impulso.
39

PeroO qUlzas poOdremos hablar rulgún día, qUlzas poOdremos encon-


trarnoOs y noOmbrar,nos comoO lagoOs, manantiales y montañas; dar-
noOs palabras sin histoOria -que hoy noOs separa- para que noOs
reinventemoOs oOtra vida.
Hasta ahoOra las palabras sóloO han servidoO para ampliar aún más
las fisuras. En ellas, el código ajeno del padre, su sistema de rígi-
da comprensión, sus leyes de conquista y opresión y el enmasca-
ramientoO de tu silencio. CuandoO hablas madre, me hablas en su
noOmbre, en su lengua, lugar de prohibiciones, lugar de omisioOnes,
lugar de nuestroO noO-Iugar.
Desapareces, te esconden, te descoOnoces, lenguaje ocupadoO, inva-
sión de palabras. Y es este lenguaje el que ,nos separa, madre:
Tú encerrada en cárceles sutiles, atrapada en serviles accioOnes,
desechoO de un hacer cotidiano de anoOnadamientoO.
Tú, mujer inexistente, me has dadoO la existencia a través de tu
senoO descoOnoOcido, leche amamantada a tu seno invadidoO, desaproO-
piado de ti, apropiadoO poOr otroO emitiendo órdenes ·de muerte y se-
paración a través de tu cuerpoO y tu vida conquistada, doOmestica-
da, oOcupada.
Me has queridoO madre. .. Pero mis recuerdoOs te guardan ausen-
te, distante de ti, distante de mí. Alimentar ha sidoO el verboO de
tu acción. ¿Crees acasoO que loOs vacíos se cO'lman con alimentos?
¿Crees acaso, madre, que esta porosidad del ser desaparece con
comidas? ¿Crees, acaso madre que alimentandoO se da la vida?
j Ah! cadena infinita de abismoOS nunca colmados, repeticiones de
madres eternamente recomenzadas, ignorando las diferencias, las
particularidades. NoO, madre, el vacío del ser, la fisura en el mirar-
se pura imagen del ayer, vana sucesión del noO~ser heoha silencioO
y desconoOcimientoO, no puede colmarse con palabras invasoras ni
con exigencias de ignorarnoOs ante otroOs aún más ignorados que
nosotras.
Pero en mí. madre, permaneces mar, siempre jugandoO en la dis-
tancia y en la cercanía. Profunda y enigmática. La mar, movi-
mientoO de profundidades insospechadas, flujoOs y reflujos CoOnstan-
tes, silentes. .. Si tuviera que nombrarte madre, te llamaría silen-
cio, negación, madre sometida, invadida, madre amordazada, mar
dre arrancada del cuerpo, madre pariendoO sin parirse.

Emma de la Rosa

También podría gustarte