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Un héroe en pandemia

En pleno siglo XXI, he notado como el mundo ha ido desarrollándose constantemente, trabajando
en el bienestar de todos. Lamentablemente, en los inicios del 2020, esto se vio paralizado, es raro
ver como el mundo en un abrir y cerrar de ojos puede cambiar completamente, sin duda alguna,
este año tuvo un tiempo muy desagradable afectando drásticamente a mi familia.

Todo inició en marzo, cuando postule a la UNT, me preparé todas las vacaciones para rendir tal
examen, el cual logre pasar con mucho éxito. Mi familia realizo una reunión para celebrar mi
ingreso, pero quien diría que tal felicidad duraría poco tiempo, a mitad del mes, por mandato del
gobierno, se estableció cuarentena a todo el país debido al COVID 19, cancelando las clases que
tanto esperaba.

Al principio, creí que soportaría los 15 días, pero cada vez se volvía más incierto el tiempo de
encierro y al ver las noticias de como las cosas empeoraban, mi ansiedad y estrés empezaron a
intensificarse más. Largas noches de insomnio, donde la oscuridad era mi única compañía, quería
que todo esto acabe y salir del abismo que yo mismo había creado.

Al pasar los meses, ocurrieron miles de muertes en el país y en el mundo, todas estas penas eran
pequeñas ya que las personas las cuales estaban falleciendo eran desconocidas, pero esto cambió
cuando mi padre se contagió del COVID 19. Él estaba investigando la cura con ayuda del Gobierno
y otros países. Trágicamente la enfermedad le chocó bastante, lo llevo a estar hospitalizado e
incluso necesitar oxígeno. Recuerdo cuanta preocupación sentí, estaba al borde del colapso. Con
mucha valentía seguí las enseñanzas de mi padre, continuando con su investigación para que él
pueda salvarse. Mi casa se convirtió en un laboratorio.

Mi padre murió un 15 de octubre y ese mismo día mi mamá se contagió. El dolor que sentí no lo
puedo explicar con palabras. ¿Cómo voy a continuar con esta investigación? ¿Realmente vale la
pena?, pero recordé la valentía que siempre tuvo mi padre, poniendo el hombro y su vida en
peligro por la población, hasta en sus últimos días de vida.

Con mi mamá contagiada y mi padre muerto no podía quedarme con los brazos cruzados, así que
decidí continuar con su investigación. Rescaté varios archivos y prototipos de cura. Después de
varios días, con fallos y aciertos, pude hacer una cura. Se la dosifiqué a mi madre, vi notoriamente
su evolución y recuperación, pero necesitaba otro sujeto de prueba para confirmar si la vacuna
funcionaba. Secuestré a un contagiado y con mi última gota de esperanza inyecté la vacuna.
Gracias a Dios fue un total éxito. Me concentré en hacer más dosis y repartirlas por todo el
mundo.
Después de meses el mundo regresó a la normalidad, la vacuna había funcionado y todo regresó a
como era antes. Esto fue por ti papá, la gente jamás sabrá de todo el esfuerzo que invertiste en
esto, gracias.

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