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VII.

SOBRE LA "CONCEPCIÓN ESTÁNDAR"


DE LAS TEORÍAS CIENTÍFICAS*

CARLG. HEMPEL

I. Las teorías: una caracterización


preliminar

Es generalmente aceptado que las teorías son las claves de la com-


prensión científica de los fenómenos empíricos: sostener que un de-
terminado tipo de fenómeno está científicamente entendido es equi-
valente a decir que la ciencia puede ofrecer una explicación teórica
satisfactoria de dicho fenómeno.
Las teorías son construidas normalmente sólo cuando una investi-
gación previa en un determinado campo ha producido un cuerpo de
conocimientos que incluye generalizaciones empíricas o supuestas leyes
respecto del fenómeno que se estudia. Por lo tanto, una teoría se
propone suministrar un conocimiento más profundo construyendo los
fenómenos como manifestaciones de ciertos procesos subyacentes
gobernados por leyes que dan razón de las regularidades previamente
estudiadas, y produce correcciones y refinamientos de las supuestas
leyes a través de las cuales las regularidades habían sido previamente
caracterizadas.
Por lo tanto, prima facie, la formulación de una teoría puede con-
sistir en la enunciación de proposiciones de dos tipos; para abreviar

*"On the 'Standard Conception' of Scientific Theories" apareció originalmente en M.


Radner & S. Winokur (eds.), Minnesota Studies in the Philosophy of Science, vol.
(Minneapolis, 1970), y se publica en español con autorización del autor y de la University
of Minnesota Press. Traducción de Rafael Vidal.
1Este ensayo desarrolla más ampliamente, y modifica en algunos respectos algunas

ideas planteadas en un articulo anterior, "On the Structure of Scientific Theories",


publicada en The Isenberg Memorial Lecture Series, 1965-66 (East Lansing: Michigan
State University Press, 1969), pp. 11-38. Estoy agradecido a la Michigan University Press
por el permiso para incluir algunos pasajes de ese ensayo en el presente.
permítasenos llamarlas principios internos y principios puente. Los
principios internos sirven para caracterizar el ambiente o escenario
teórico: especifican las entidades básicas y los procesos propuestos por
la teoría, así como las leyes teóricas que se asume que los gobiernan.
Los principios puente, por otra parte, indican las maneras en las cuales
el escenario está relacionado con los fenómenos ya examinados
previamente y que la teoría pretende explicar. Creo que esta concepción
general se aplica igualmente a los dos tipos de teorías que Nagel,
siguiendo a Rankine, distingue en su minucioso estudio del tema2, es
decir, las teorías "abstractivas" tal como la teoría newtoniana de la
gravitación y movimiento, y las teorías "hipotéticas" tales como la teoría
cinética del calor o las teorías ondulatoria y corpuscular de la luz.
Si I y P son los conjuntos de principios internos y puente por medio
de los cuales una teoría T es caracterizada, entonces T puede ser
representada como una pareja ordenada de dichos conjuntos:

(la) T = (I, P)

o de manera alternativa y apelando aún más a lo intuitivo, T puede ser


representada como el conjunto de las consecuencias lógicas de la unión
de los dos conjuntos:

(1b) T = c(IUP)

En la formulación de los principios internos se hace uso general-


mente de un vocabulario teórico Vt, esto es, de un conjunto de tér-
minos no empleados en anteriores descripciones y generalizaciones
acerca del fenómeno empírico que T pretende explicar, sino que más
bien han sido introducidos específicamente para caracterizar el esce-
nario teórico y sus leyes. Evidentemente, los principios puente con-
tendrán a ambos, es decir, los términos de Vt y los del vocabulario
usado en las descripciones y generalizaciones originales acerca del
fenómeno del que la teoría da cuenta; este otro vocabulario estará
accesible y entendido antes de la introducción de la teoría, y su uso
estará guiado, al menos inicialmente, por principios que son in-

ilE. Nagcl, The Structure of Science (New York: Harcourt, Brace World, 1961, pp.
125-129.
dependientes de la teoría. Refirámonos a él como el vocabulario
preteórico o antecedente Va relativo a la teoría en cuestión. " Un
fenómeno que ha sido examinado y del cual una teoría da cuenta, ha
sido concebido a veces como descrito, o por lo menos describible, por
medio de un vocabulario observacional, esto es, por un conjunto de
términos que representan individuos particulares o atributos generales
los cuales bajo condiciones convenientes son accesibles a la
"observación directa" por observadores humanos. Sin embargo, se ha
encontrado que esta concepción es inadecuada en varios aspectos
importantes3.
La distinción que he sugerido entre vocabulario teórico y vocabuIario
antecedente no descansa en la anterior suposición. Los términos del
vocabulario antecedente no necesitan y no deberán ser concebidos
como observacionales en el estrecho sentido que acaba de ser
esbozado, ya que el vocabulario antecedente de una teoría dada
contendrá generalmente términos que fueron introducidos original-
mente en el contexto de una teoría anterior y los cuales no son obser-
vacionales en un sentido intuitivo estrecho. Veamos algunos ejemplos.
En la teoría cinética clásica de los gases, los principios internos son
suposiciones acerca de las moléculas de los gases; estos principios ha-
cen referencia a la masa, al tamaño y a su gran número; e incluyen
también varias leyes en parte tomadas de la mecánica clásica, parcial-
mente estadísticas en su naturaleza y concernientes a los movimientos
y colisiones de las moléculas y a los cambios resultantes en sus
momentos y energías. Los principios puente incluyen enunciados tales
como el de que la temperatura de un gas es proporcional a la energía
cinética media de sus moléculas y que las tasas de difusión de los di-
ferentes gases por las paredes del envase son proporcionales al número
de moléculas de los gases en cuestión y a sus velocidades promedio.
Por medio de dichos principios puente, ciertas microcaracterísticas de
un gas que pertenecen al escenario de la teoría cinética

3 Véanse las siguientes discusiones del tema, las cuales también dan referencias adi-

cionales a la literatura: H. Putnam, "What Theories Are'Not", en E. Nagel, P. Suppes, A.


Tarski, eds., Logic, Methodology and Philosophy of Science (Stanford, Ca-lif., Sfanford
University Press, 1962), pp. 240-251; los comentarios sobre este articulo en R. Jeffrey,
Journal of Philosophy,'61 (1964), pp. 80-84; G. Maxwell, "The Onlological Status of
Theoretical Entitics", en H. Feigl y G. Maxwell, editores, Minnesota Studies in the
Philosophy of Science, vol. líl (Minneapolis: University of Minnesota Press, 1962), pp.
3-27; P. Achinstein, Concepts of Science (Baltimore: Johns Hop-kins Press, 1968),
capitulo 5.
son relacionadas con las características macroscópicas tales como la
temperatura, presión y velocidad de difusión; estas microcaracterísticas
pueden ser descritas y las generalizaciones que les conciernen pueden
ser formuladas en términos de un vocabulario antecedente disponible,
a saber, el de la termodinámica clásica. Y algunas de las características
en cuestión podrían muy bien ser consideradas como directamente
observables o medibles.
Tómese por otra parte, la explicación teórica que proporcionó íá
primera teoría de Bohr acerca del átomo de hidrógeno para ciertas leyes
empíricas previamente establecidas, tales como estas: la luz emitida por
el gas de hidrógeno incandescente está limitada a ciertas longitudes de
onda discretas muy características, las cuales corresponden a un
conjunto de líneas distintas en la emisión del espectro de hidrógeno;
estas longitudes de onda se ajustan a ciertas fórmulas matemáticas
generales, la primera y más famosa de las cuales es la de Balmer

Aquí, b es una constante numérica; y cuando n toma los valores 3,4,


5 .......... la fórmula proporciona las longitudes de onda de las líneas
que forman las llamadas series de Balmer en el espectro del hidrógeno.
Ahora veamos brevemente los principios internos y los principios
puente de la teoría mediante la cual Bohr explicó estas y otras leyes
empíricas referentes al espectro del hidrógeno.
Los principios internos establecen la concepción de Bohr de que un
átomo de hidrógeno consiste de un núcleo alrededor del cual un
electrón circula en una u otra órbita de un conjunto de órbitas dis-
cretas con radios r1 r2, r3. . . , en donde ri es proporcional a i2; de tal
manera que cuando el electrón está en la i-ésima órbita tiene una
energía Ei características de esa órbita y proporcional a (—l/ri); que el
electrón puede saltar de una órbita interior a una exterior o viceversa y
que en este proceso absorbe o emite una cantidad de energía que es
igual a la diferencia absoluta que hay entre las energías asociadas con
esas órbitas.
Los principios puente que conectan a estos sucesos con los fenó-
menos ópticos a ser explicados, incluyen enunciados tales como estos:
a) la luz emitida por el gas de hidrógeno incandescente es el resultado
de la emisión de energía de aquellos átomos cuyos electrones están
saltando de una órbita exterior a una interior; b) la energía
liberada por un electrón que pasa de la i-ésima órbita a la i'-ésima ór-
bita (i > j) es emitida en la forma de ondas electromagnéticas mo-
nocromáticas con longitud de onda λ = (h c) / (Ei—Ei) donde h es la
constante de Planck y c la velocidad de la luz.
Como es de esperarse, estos principios puente contienen por una
parte, ciertos términos teóricos tales como 'órbita del electrón* y 'salto
de un electrón', los cuales fueron introducidos específicamente para
describir el escenario teórico; por otra parte, estos principios también
contienen los términos disponibles con anterioridad tales como 'gas de
hidrógeno', 'espectro', 'longitud de onda de la luz', 'velocidad de la luz' y
'energía'. Y claramente, cuando menos algunos de esos términos —por
ejemplo, 'longitud de onda de la luz' y 'gas de hidrógeno'— no son
términos observacionales en el sentido intuitivo mencionado
anteriormente. Sin embargo, los términos son entendidos con
anterioridad en el sentido indicado arriba; para cuando Bohr propuso
su teoría del átomo de hidrógeno, los principios para el uso de ésta,
incluyendo los principios para la medición de longitudes de onda
ópticas, estaban ya disponibles; estos principios estuvieron basados en
teorías antecedentes incluyendo la óptica ondular.

2. La construcción de teorías como cálculos interpretados

En la filosofía analítica de la ciencia, las teorías han sido


generalmente caracterizadas de una manera más bien diferente de la
que aquí se ha esbozado; y, cuando menos hasta hace poco, esta
caracterización era ampliamente aceptada de tal manera que podía ser
tomada como la construcción filosófica 'estándar' o 'recibida' de las
teorías científicas4. También en esta construcción, una teoría es
caracterizada por

*La denominación "recibida" con respecto a las teorías es de Putnam ("What Theories
Are Not", p. 240). Algunas etapas características en la evolución de esta construcción de
las teorías científicas están representadas por las siguientes obras: N. R. Campbell,
Physies: The Elements (Cambridge: Cambridge University Press, 1920; reimpreso como
Foundations of Science, New York: Dover, 1957), capítulo 5; F. P. Ramsey, "Theories"
(1929), en Ramsey, The Foundations of Mathematics (London: Routledge and Kegan
Paul, 1931); R. Carnap, Foundations of Logic and Maíhemalics (Chicago: University of
Chicago Press, 1939), especialmente las secciones 21-25; R. B. Braithwaite, Scientific
Explanation (Cambridge: Cambridge University Press, 1953), capítulos 1-111; R. Carnap,
"The Methodological Character of Theoretical Concepts", en H. Feigl y M. Scriven,
editores, Minnesota Studies in the Philosophy of Science, volumen 1 (Minneapolis:
University of Minnesota Press, 1956), pp. 38-76; R. Carnap, Philosophical Foundations of
Physies, editor M. Gardner (New York, London: Basic Books, 1966) parte V; Nagel, The
Structure of Science, capítulos 5 y 6.
dos componentes, los cuales mas o menos tienen ciertas afinidades con
lo que ha sido llamado arriba los principios internos y los principios
puente.
El primer componente es un sistema deductivo axiomatizado —al-
gunas veces llamado cálculo— de fórmulas no interpretadas; los pos-
tulados del sistema corresponden a los principios básicos de la teoría.
Por lo tanto, dicho de manera general, los postulados del cálculo
pueden ser considerados como fórmulas obtenidas por la
axiomatización de los principios internos de la teoría y substituyendo
los términos teóricos primitivos en los axiomas por variables o por
constantes.
El secundo componente es un conjunto de proposiciones que dan
sentido empírico o aplicabilidad al cálculo, interpretando algunas de
sus fórmulas en términos empíricos —es decir, en términos de un vo-
cabulario que sirva para describir los fenómenos que la teoría pretende
explicar. Estas proposiciones, que evidentemente son semejantes a los
principios puente mencionados arriba, fueron caracterizadas por
Campbell y por Ramsey como formando un diccionario que relaciona
los términos teóricos con los preteóricos5; otros escritores se han
referido a ellas como "definiciones operacionales", "definiciones
coordinativas", "reglas de correspondencia" o "principios interpre-
tativos" de los términos teóricos.
La concepción estándar, entonces, puede ser esquematizada re-
presentando a la teoría como una pareja ordenada de conjuntos de
proposiciones:

(2) T = (C, R)

donde C es el conjunto de fórmulas del cálculo y R el conjunto de


reglas de correspondencia.
En tanto que los principios puente invocados en nuestra caracteri-
zación inicial de una teoría se conciben como un subconjunto de la
clase de proposiciones afirmadas por la teoría, el status de las reglas
de correspondencia en la construcción estándar es menos claro. Una
construcción plausible de ellas sería como reglas terminológicas per-
tenecientes al metalenguaje de la teoría el cual estipula la verdad por
definición o por una convención terminológica más general de ciertas
proposiciones (en el lenguaje de la teoría) que contienen los tér-

5 Campbell, Foundations of Science, p. 122; Ramsey, "Theories", p. 215.


SOBRE LA "CONCEPCIÓN ESTÁNDAR" 14

minos teóricos y preteóricos. Por esta razón no existe una analogía


inmediata a (1b) que sea una esquematización alternativa del punto de
vista estándar. El status de las reglas de correspondencia será exa-
minado más adelante en la sección 6.
Sería una tarea de interés para la historia y para la filosofía de la
ciencia localizar los orígenes de la concepción estándar y reconstruir su
desarrollo en detalle. Tal estudio tendría que tomar en cuenta se-
guramente la caracterización de la geometría física de Reichenbach
(esto es, la teoría de la estructura geométrica del espacio físico) como
un sistema abstracto no interpretado de geometría "pura" o geometría
matemática, suplementado por un conjunto de definiciones
coordinativas para los primitivos6, y tendría que considerar los puntos
de vista de Poincaré y Einstein acerca de la estructura geométrica del
espacio físico.
Campbell y algunos otros proponentes de la concepción estándar
proveen uh tercer componente de una teoría —Campbell lo llama una
analogía, otros (Nagel entre ellos) lo llaman un modelo— el cual se dice
que caracteriza las ideas básicas de la teoría a través de conceptos con
los cuales ya estamos familiarizados y que están gobernados por leyes
empíricas ya conocidas y que tienen la misma forma que algunos
principios básicos de la teoría. El papel de los modelos en este sentido
será considerado después; mientras tanto, la concepción estándar de
las teorías será entendida en el sentido del esquema (2). Yo mismo
confié en la construcción estándar en muchos estudios anteriores7,
pero ahora he llegado a considerar que está equivocada en ciertos
aspectos filosóficamente significativos, los cuales trataré de indicar en
las siguientes secciones.

eEsta idea es expuesta muy claramente en el capitulo 8 de H. Reichenbach, The

Rise of Scientific Philosophy (Berkeley y Los Angeles: University of California Press,


1951). i--.- .

' Por ejemplo, en mi ensayo "The Theoretician's Dilemma" en H. Feigl, M. Scri-veh y G.


Maxwell, editores, Minnesota Studies in the Philosophy of Science, volumen II
(Minneapolis: University of Minnesota Press, 1958), pp. 37-98.
4. El papel de los conceptos preteóricos en
los principios internos

La suposición, en la construcción estándar, de que un cálculo


axiomatizado no interpretado es un constituyente de una teoría me
parece que obscurece ciertas características importantes compartidas
por muchas teorías científicas. Tal suposición sugiere que los princi-
pios básicos de una teoría —aquellos que corresponden al cálculo—
están formulados exclusivamente por un vocabulario teórico "nue-
154 CARL G. HEMFEL

vo", cuyos términos serian reemplazados en el cálculo axiomatizado C


por variables o por constantes aparentes. En este caso la conjunción de
los postulados de C sería una expresión del tipo Φ<t1, t2, … tn> formada
a partir de términos teóricos y únicamente a través de símbolos lógicos.
Sin embargo, lo que realmente ocurre es que los principios internos de
la mayoría de las teorías científicas emplean no sólo conceptos teóricos
"nuevos" sino también "viejos" o preteóricos, los caracterizados, en
términos del vocabulario antecedente. Porque el escenario teórico está
normalmente descrito por términos que tienen, en alguna medida, un
uso y han sido entendidos antes e independientemente de la
introducción de la teoría. Por ejemplo, las suposiciones básicas de la
teoría cinética clásica de los gases atribuye a los átomos y a las
moléculas características tales como masas, volúmenes, velocidades,
momenta y energías cinéticas, las cuales ya habían sido usadas en el
estudio antecedente de los objetos macroscópicos; la teoría ondulatoria
de la luz usa conceptos anteriores tales como longitud y frecuencia de
onda, etc. Así pues, los principios internos de una teoría —y por lo
tanto el cálculo C correspondiente— tienen que ser vistos en general,
como conteniendo los términos preteóricos además de los del
vocabulario teórico. De acuerdo con esto, los postulados de C ya
conjuntados formarían una expresión del tipo ψip(t1, t2, … , tk, p1, p2, …
pm) donde las t corresponden a los "nuevos" términos teóricos en tanto
que los p son preteóricos o entendidos previamente. Consecuentemente,
el cálculo teórico que la concepción estándar asocia con una teoría no
es por regla un sistema totalmente no interpretado que contenga aparte
de los símbolos lógicos y matemáticos, únicamente nuevos términos
teóricos.
Podría ser objetado, a partir del ventajoso punto de vista de un
operacionalismo estrecho, que en este nuevo contexto, los "viejos"
términos p1, p2, … pm representan nuevos conceptos, bastante di-
ferentes de lo que significan en un empleo preteórico. Porque el uso de
términos tales como 'masa', 'velocidad' y 'energía' en referencia a
átomos o partículas subatómicas requiere criterios de operación y
aplicación completamente nuevos, ya que en los niveles atómicos y
subatómicos las cantidades en cuestión no pueden ser medidas por
medio de escalas, electrómetros, o cosas parecidas, que proporcionen
criterios operacionales para su medida de acuerdo con el nivel
preteórico de los objetos macroscópicos. En el operacionalismo estricto
los diferentes criterios de aplicación determinan diferentes
conceptos, y entonces tendríamos que concluir que cuando los tér-
minos p1, p2, … pm son usados en principios internos representan
conceptos nuevos y que es por lo tanto impropio usar los viejos tér-
minos preteóricos en contextos teóricos; que deben ser reemplazados
aquí por nuevos términos apropiados, los cuales junto con t1, t2, … , tk,
pertenecerían entonces al vocabulario teórico.
Sin embargo, como ya es bien conocido, las diferencias en el criterio
operacional de aplicación no pueden ser consideradas como indi-
cadoras de diferencias en los conceptos, ya que de ser así sería impo-
sible sostener que se mide "una y la misma cantidad" en un caso
particular —tales como la temperatura o la densidad de un gas dado—,
mediante métodos diferentes; o incluso con instrumentos diferentes de
construcción similar; como una consecuencia, la diversidad de métodos
para medir una cantidad, incluso en el nivel macroscópico, requeriría
de una interminable proliferación y distinción de los conceptos de
temperatura, densidad, etc.
Más aún, en tanto nos permitamos el uso de la notoriamente vaga y
evasiva noción de significado, tendremos que considerar los
significados de los términos científicos no sólo por su criterio
operacional de aplicación sino también como se refleja en algunas de
las leyes o principios teóricos en los cuales funcionan. Y en este
contexto parece significativo hacer notar que algunos de los principios
más básicos que gobiernan el uso preteórico (por ejemplo, el relativo a
la teoría cinética clásica) de términos tales como 'masa', 'velocidad' y
'energía' son llevados al uso teórico. Por lo tanto en la teoría cinética
clásica, la masa es tomada como aditiva en el sentido de que la masa
de varias partículas tomadas conjuntamente es igual a la suma de la
masa de los constituyentes, exactamente como en los cuerpos ma-
croscópicos. De igual manera las leyes de conservación de masa,
energía y momentum y las leyes del movimiento son —por lo menos
inicialmente— llevadas o trasladadas de los niveles preteóricos a los
teóricos.
De hecho, el principio de aditividad de la masa es usado aquí no sólo
como un principio preteórico y como un principio teórico interno sino
también como un principio puente. En este último papel, implica, por
ejemplo, que la masa de un cuerpo gaseoso es igual a la suma de las
masas de las moléculas que lo constituyen; esto conecta ciertas
características del escenario teórico con las características
correspondientes del sistema macroscópico que pueden ser descritas
en términos preteóricos. Estos diferentes papeles del principio de
i
156 CARL O. HEMFEL.

aditívidad son claramente presupuestos en la explicación de las leyes


de las proporciones constantes y múltiples y en ciertos métodos para la
determinación del número de Avogadro. Estas consideraciones sugieren
que el término 'masa', y otros, difícilmente pueden representar
diferentes conceptos dependiendo de si estos conceptos son aplicados a
objetos macroscópicos o a moléculas y átomos.
En apoyo de este punto podría ser argumentado también que la
mecánica clásica no impone límites inferiores en el tamaño o kynasa de
los cuerpos a los cuales los conceptos de masa, velocidad, energía
cinética, etc., pueden ser aplicados de manera significativa, ni tampoco
las leyes que gobiernan estos conceptos están sujetas a tales res-
tricciones19. Esto sugiere una respuesta adicional a la objeción
opera-cionalista que se acaba de considerar hace un momento: la
aplicación de los principios de la mecánica clásica indica que los
métodos macroscópicos que usan escalas de precisión mecánicas, etc.,
no son suficientemente sensitivos para pesar los átomos, pero que
ciertos procedimientos indirectos proveerán medios operacionales para
determinar sus masas. De la misma manera, la necesidad de diferentes
métodos de medida indica no una diferencia conceptual en el signifi-
cado de la palabra 'masa' como se usa en los dos contextos, sino una
gran diferencia substantiva en masa entre los dos objetos a que se hace
referencia.
Sin embargo, este tipo de argumentos no son aplicables en cada caso
en donde los términos preteóricos son usados en la formulación de
principios teóricos. Por ejemplo, de acuerdo con la teoría actual, la
masa de un núcleo atómico es menor que las masas de los protones y
neutrones que lo constituyen; por tanto, los principios de aditívidad —y
de conservación— de las masas son abandonados en el nivel
subatómico. ¿Decimos con esto que este "cambio teórico" indica un
cambio en el significado del término 'masa', o más bien que ha ocurrido
un cambio en ciertas leyes generales que estaban bien arraigadas
previamente y las cuales antes de la llegada de la nueva teoría se había
creído erróneamente que eran verdaderas y a las que se refieren ambas
teorías, la vieja y la nueva?

,0Este punto de vista es también sostenido por Achinstein, Concepls of Science, p. 114;

en verdad su discusión, en las páginas 106-119, de las maneras en las cuales los términos
teóricos se introducen en la ciencia presenta muchas observaciones iluminadoras e
ilustrativas y que están de acuerdo con el punto de vista expresado en esta sección y dan
apoyo adicional a él.
Esta cuestión ha recibido mucha atención en años recientes en la
polémica de las ideas de Feyerabend, Kuhn y algunos otros, referentes
a los- cambios de teorías en ciencia y a la dependencia teórica de las
significaciones de los términos científicos2". Sin embargo, como la
polémica ya lo ha mostrado, una solución satisfactoria de este asunto
requeriría de una teoría más adecuada de la noción de igualdad de
significado que la que parece haber hasta el momento.

20Véase por ejemplo, T. S. Kuhn, The structure of Scientific Revolutions (Chicago:

University of Chicago Press, 1962); P. K. Feyerabend, "Explanation, Reduction, and


Empiricism", en Feigl y Maxwell, editores, Minnesota Studies in the Philosophy of
Science, volumen 111, pp 28-97; P. K. Feyerabend, "Reply to Criticism", en R.'S. Cohén y
M. W. Wartofsky, editores, Boston Studies in the Philosophy of Science, volumen II (New
York: Humanities, 1965), pp. 223-261; N. R. Hanson, Palternsof Discovery (Cambridge:
Cambridge University Press, 1958). Para discusiones criticas iluminadoras y constructivas
de estas ¡deas, véase P. Achinslein, "On the Meaning of Scientific Terms", Journal of
Philosophy, 61 (1964), 497-510; Achihstein, Con-cepts of Science, pp. 91-105; H. Putnam,
"How not to Talk about Meaning", en Cohén y Wartofsky, editores, Boston Studies in the
Philosophy of Science, II, 205-222; D. Shapere, "Meaning and Scientific Change", en R. G.
Colodny, editor, Mind and Cosmos (Pittsburg: University of Pittsburg Press, 1966), pp.
41-85; 1. Scheffler, Science and Subjeclivity (Indianapolis: Bobbs-Merril, 1967),
especialmente los capítulos 1, 3,4.
7. A cerca de ' 'la especificación de los significados'' de
los términos teóricos

De cualquier modo, nuestro escrutinio crítico no ha sugerido solución a


una cuestión central a la cual la construcción estándar pretende
responder, es decir, la cuestión de cómo son especificados los sig-
nificados de los términos "nuevos" en una teoría. Hemos encontrado
dificultades con la concepción de que los postulados del cálculo no
interpretado proporcionan definiciones implícitas de los términos
teóricos y también con la idea de las reglas de correspondencia como
principios de interpretación empírica; pero ninguna respuesta alter-
nativa a esta cuestión ha sido ofrecida. Yo creo ahora que este presunto
problema, como Putnam ya lo ha dicho, "no existe"30, o como yo
preferiría decirlo, está mal concebido. Como conclusión sugeriré
brevemente algunas consideraciones en apoyo de este punto de vista.
¿Qué razones hay para pensar que los "nuevos" conceptos intro-
ducidos por una teoría son —o al menos deben ser— especificables a
través del vocabulario antecedente disponible? Una consideración que
influyó mis primeras preocupaciones por el problema es, dicho
brevemente, la siguiente: una teoría se propone describir ciertos
hechos, hacer afirmaciones que son verdaderas o falsas. Sin embargo,
un enunciado podrá alcanzar el status de ser verdadero o falso sólo si
los significados de sus constituyentes están totalmente determinados; y
si queremos entender una teoría, o examinar la verdad de sus
afirmaciones o aplicarla a una situación particular, debemos entender
los términos relevantes, debemos conocer sus significados. De ahí que
un planteamiento adecuado de una teoría requerirá una especificación
de los significados de sus términos —¿y qué otro medio hay para dicha
especificación que el vocabulario antecedente disponible?

30Putnam, "What Theories Are Not", p.241.

\
Pero aun si en aras del argumento lanzamos preguntas acerca del
concepto de significado aquí invocado estas consideraciones no son
forzosas. Por el contrario, cuando en una determinada etapa en el
desarrollo de una disciplina científica una nueva teoría es propuesta,
ofreciendo una perspectiva diferente de la materia bajo estudio, parece
altamente plausible que serán necesarios nuevos conceptos para ese
propósito, conceptos no totalmente caracterizables a través de aquellos
disponibles anteriormente. Este punto de vista me parece que se deriva
de los estudios del lenguaje de la ciencia —especialmente en la
tradición empirista lógica— la cual ha conducido a un constante
atrincheramiento en la creencia o exigencia inicial de total definibilidad
de todos los términos científicos por medio de algún vocabulario
antecedente que consista de predicados observacionales o algo por el
estilo.
Las razones que condujeron a aprobar la introducción de términos
nuevos por medio de enunciados de reducción, sistemas inter-
pretativos, o criterios probabilísticos de aplicación, todas ellas apoyan
la idea de que de los conceptos usados en una teoría científica nueva,
no puede esperarse que sean siempre totalmente caracterizables por los
que están antecedentemente disponibles.
Pero la mera relajación de los requerimientos para la introducción de
nuevos términos científicos dio origen a cuestiones tales como la de si
podemos afirmar que entendemos tales términos parcialmente
interpretados; si la de los enunciados que los contienen pueden contar
como aseveraciones significativas o pueden ser considerados cuando
mucho como una maquinaria efectiva pero inherentemente carente de
significado para inferir proposiciones significativas expresadas en
términos bien entendidos de otras proposiciones, y la de si el confiar en
términos teóricos incompletamente interpretados podría ser evitado por
completo en la ciencia.
Sin embargo, esta manera de ver el problema presupone que no
podemos llegar a entender nuevos términos teóricos excepto por medio
de enunciados que especifiquen sus significados con la ayuda de
términos previamente entendidos; y seguramente esta noción es in-
sostenible. Nosotros llegamos a entender nuevos términos, aprendemos
a usarlos apropiadamente de muchas maneras aparte de la definición:
a partir "de ejemplos de su uso en contextos particulares, a partir de
paráfrasis de las que no se puede afirmar que sean definiciones, etc.
Los principios internos y los principios puente de una teoría, aparte de
caracterizar sistemáticamente su contenido, ofrecen sin
duda al estudioso el acceso más importante a un "entendimiento" de
las expresiones de la teoría, incluyendo los términos así como los
enunciados.
Para ser precisos, todas estas herramientas dejan aún sin contestar
varias cuestiones referentes al uso apropiado de las expresiones en
cuestión; y esto parece mostrar que, después de todo, los significados
de aquellas expresiones no han sido totalmente especificados y que las
expresiones por lo tanto no están totalmente entendidas. Pero la noción
de que una expresión tiene un significado totalmente especificado o que
una expresión está totalmente entendida es obscura; más aún, para los
términos que son considerados generalmente como bastante bien
entendidos hay siempre dudas abiertas respecto de su uso apropiado.
Por ejemplo, no existe un criterio claro que determine si cualquier
objeto extraño que un astronauta pudiera encontrar en otro planeta, o
incluso cualquier objeto que pudiera ser producido en un tubo de
ensayo en la tierra, puede contar como un organismo vivo. Los
conceptos teóricos, como el concepto de organismo vivo, son
"adaptables"; pero esto evidentemente no es una barrera para que sean
adecuadamente entendidos para los propósitos de la ciencia.

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