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Teologia Propia
Teologia Propia
TEOLOGICO BERITH
TEOLOGÍA
PROPIA
DIOS, SU PALABRA Y SU PERSONA
RECOPILACIÓN DEL PBRO. DAVID
LEGTERS M. EDITOR
SAMUEL HDZ. CLEMENTE
CONTENIDO
PRIMERA PARTE
DIOS: SU PALABRA
Tema 1 2
LA INSPIRACIÓN (Dr. René Pache)
Tema 2
EL TESTIMONIO Y ORIGEN DE LAS ESCRITURAS (Prof. John Murray)
SEGUNDA PARTE
DIOS: SU PERSONA
Tema 3
LA INCOMPRENSIBILIDAD DE DIOS (David Legters M.)
Tema 4
LA NATURALEZA DE DIOS (David Legters M.)
Tema 5
DIOS PADRE (David Legters M.)
Tema 6
DIOS HIJO (David Legters M.)
Tema 7
DIOS ESPÍRITU SANTO (David Legters M.)
Tema 8
LA SANTÍSIMA TRINIDAD (David Legters M.)
Tema 9
DIOS EN GRANDIOSA TRINIDAD (Les Thompson)
3
PRIMERA PARTE
DIOS: SU PALABRA
TEMA 1
LA INSPIRACIÓN1
INTRODUCCIÓN:
Antes de tratar el tema de la inspiración de la Palabra escrita, tratemos primero el papel que tiene la Palabra en sí.
B. EL HOMBRE, DOTADO DEL PODER DEL HABLA, TIENE LA CAPACIDAD DE COMUNICARSE CON DIOS.
El hombre, siendo creado a la imagen de Dios, tiene la capacidad de expresarse. Este factor, el del idioma, es uno de
los que diferencian al hombre de los animales. Es el poder del habla que permite la más completa expresión de la
personalidad. De cierto modo, el don del habla tiene más fuerza que los hechos; el habla es lo que indica la verdadera
fuente de conducta. Dios al hablar revela su voluntad y su carácter. De la misma manera, el hombre se auto-revela cada
vez que abre su boca. Por esa misma razón, ―de toda palabra ociosa que hablen los hombres, darán cuenta en el día de
juicio, porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado‖ (Mt.12:36-37). De manera que Dios
no pudo haber escogido mejor manera de comunicarse con nosotros que ésta.
1
Apuntes tomados del libro de René Pache, The Inspiration and Authority of Scripture; Ed. Moody, Chicago, 1969
2
Jn 16:13, Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta,
sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.
3
Jn 5:24, De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna…
6:63, El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.
4
Is 55:11, Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.
1. LA ANALOGÍA ENTRE LA PALABRA ENCARNADA Y LA PALABRA INSPIRADA
Algunos teólogos prefieren decir que sólo Cristo es la Palabra de Dios; y que la Biblia no es Palabra divina en sí, antes bien
solamente la contiene. Rechazamos como absurda tal aseveración, debido, por ejemplo, a consideraciones como éstas:
• En su predicación, Cristo proclama la Palabra: ―Aconteció que estado Jesús junto al lago de Genesaret, el gentío
se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios‖ (Lc.5:1).
• Felipe predicó a Cristo en Samaria, y el resultado que se dio fue que los de ese lugar recibieron la Palabra:
―…Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo. …Cuando los apóstoles que estaban en
Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan‖ (Hch.8:5,14).
• Lo que predicó el apóstol Pablo no fue palabra de hombres, sino Palabra de Dios: ―Nosotros sin cesar damos
gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra
de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes‖ (1Ts.2:13). 5
Si hacemos una analogía entre Cristo (la Palabra hecha carne) y la Biblia (la Palabra hecha libro), nos puede enseñar
mucho, tanto por las similitudes, como por las diferencias que revela. Cristo dijo: ―me preparaste un cuerpo… he aquí que
vengo … como está escrito de mí en el rollo del libro‖ (Heb.10:5-7). ―¿A qué libro se estaría refiriendo? ¿A qué persona?‖,
preguntó Lutero en su comentario sobre este pasaje. Luego, contesta que tiene que haber sido un libro: la Biblia; y una
persona: Jesucristo. Veamos, pues, cuán inseparables son:
Cristo fue concebido por el Espíritu Santo (Lc.1:35). Toda la Escritura es inspirada por Dios (2Tm.3:16); hombres de
Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo (2Pd.1:21).
El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn.1:14); lo divino y El pensamiento inescrutable de Dios se ha expresado en lenguaje
eterno se hizo humano, visible, accesible, en forma de siervo nuestro, terrenal; la Palabra de Dios se hizo palabra humana. El
(Fil.2:7); hablando el lenguaje de la gente común (Jn.7:15; mensaje divino ya es legible, entendible y traducible; hace a un lado
Lc.10:21) la sabiduría humana, y se dirige al humilde (1Co.2:4-10).
Cristo, cuando se humilló en forma voluntaria (Fil.2), tomó cuerpo, La palabra escrita se acomoda a los límites humanos de
nació y creció; su presencia se limitó a una pequeña nación, pero comprensión y revela sólo parte del misterio divino (1Co.13:12);
este ―hijo de José‖ es al mismo tiempo el Divino Salvador de todo hubo proceso largo de la revelación, desde Gn. hasta Ap.
el mundo. Algunos pasajes son difíciles de entender; es mayor- mente un libro
judío, pero el más universal de los libros, la Palabra de Dios para
toda la humanidad
El Cristo encarnado fue en todos los respectos igual a nosotros, Jesús dijo: ―tu palabra es verdad‖(Jn.17:17; ver Sal.19:8; 119:142 y
pero al mismo tiempo perfecto, sin pecado (Jn.8:46; Heb.2:17; 4:15); 160). ―La Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda
omnisciente (Jn.4:16-19) y omnipotente (11:44). espada de 2 filos … discierne los pensamientos y las intenciones del
corazón‖ (4:12). Las Escrituras en los autógrafos originales fueron
guardados de todo error.
Jesucristo tuvo una autoridad única (Mr.1:22; Jn.7:46). Ningún libro habla como éste (la audacia de Is.1:2, por ej). Sólo en
el A.T. se afirma 3,808 veces que lo que transmite es la misma
Palabra de Dios.
Cristo fue traicionado y rechazado; ―los suyos no lo recibieron‖ La Biblia ha sido odiada y rechazada más que cualquier otro libro.
(Jn.1:11-12; 7:5); los líderes religiosos no creyeron en él (7:48); ―los Los pecadores la detestan por sentirse condenados en sus páginas.
hombres ama- ron más las tinieblas que la luz porque sus obras Ha sido quemada (Jr. 36:23), despedazada y prohibido. Líderes
eran malas‖(3:19; ver 7:7); lo crucificaron, porque dijo ser el Hijo de religiosos que la debieran estar promoviendo la han rechazado. A
Dios (19:7); Cristo siempre habló con claridad, pero lo acusaron de pesar de sus múltiples declaraciones de origen divino, todavía
ambigüedad y falsedad(10:24), ―tu testimonio no es verdadero‖ muchos dicen no saber si es en verdad la Palabra de Dios; afirman
(8:13). que el testimonio que da de sí mismo no es válido.
Nuestra concepción de la PALABRA ENCARNADA Determina en nuestra actitud hacia la PALABRA ESCRITA
Si endurecemos nuestro corazón para no aceptar a Cristo… …la revelación es incomprendida (Jn12:37-41;8:37,43,Is29:11;Jr6:10)
Resulta imposible creer en Jesucristo y a la vez no creer en las …y lo inverso: el que duda de las Escrituras tampoco tiene mucha fe
Escrituras, pues ellas dan testimonio de él (Jn.5:39-40). en Jesucristo, quien siempre dio testimonio de ellas (Jn.5:46-47).
Y por el otro lado, si escuchamos el mensaje de Cristo… …las Escrituras nos convencen de su verdad (Hch.17:1-3,11; 18:28)
Al convertirse el corazón al señorío de Jesucristo… …el A.T. (y toda la Biblia) brilla en todo su esplendor, pues el velo es
quitado (2Co.3:15-16;4:4)
Si obedecemos a Cristo, y guardamos sus enseñanzas… …la Palabra de verdad nos santifica (Jn.17:6,17).
Si predicamos a Cristo… …las Escrituras son nuestra autoridad (Hch.2:17,25,31,34-35;
3:181Co.15:3-4 y otros más).
6
Si amamos a Cristo… …su Palabra escrita (la Biblia) nos llena de gozo, fuerza y
consolación (Jn.14:23; 15:9-11; ver Neh.8:10; Jr.15:16).
Queremos decir que no obstante lo anterior, las Escrituras no son ningún objeto de culto (no se trata de caer en alguna
especia de ―bibliolatría‖). El gran contraste entre Cristo y la Biblia es permanente: sólo Cristo es nuestro Divino Salvador; la
Biblia simplemente es el medio divinamente inspirado para revelárnoslo y para conducirnos a él. El libro santo se
reverencia; se aceptan sin reservas sus palabras; pero sólo al Dios Trino se adora.
Podemos observar el siguiente paralelismo entre el misterio de las dos naturalezas de Cristo y las dos de las Sagradas
Escrituras:
• Por la encarnación, Cristo es a la vez verdadero Dios (Jn.1:1,14; 20:28; Rm.9:5) y verdadero hombre
(Heb.2:14,17). De la misma manera, la Biblia es – por el milagro de la inspiración – a la vez Palabra divina y
palabra humana. No pretendemos explicar completamente ninguno de los dos milagros; ni siquiera podemos
explicar nuestro propio nacimiento, ni nuestro nuevo nacimiento. Cierto es que nacemos con cuerpo y con espíritu,
pero ningún erudito puede explicar dónde termina el uno y comienza el otro, o cómo se unen ambos. La naturaleza
divina se nos comunica por el Espíritu Santo (Tito 3:5; 2Pd.1:4), y es la más gloriosa verdad para nosotros. Pero
cierto también que queda más allá de nuestra comprensión humana.
• El término ―Palabra‖ se da al mismo tiempo a Jesús, como a la Biblia. Jesucristo es la Palabra encarnada, la
manifestación personal de las perfecciones divinas en medio de los hombres. La Biblia es la Palabra escrita, la
manifestación verbal en lenguaje humano de las mismas virtudes divinas invisibles. Para nosotros, son
inseparables, pues Jesucristo nos es revelado sólo en las páginas de la Biblia, y la Biblia sólo fue escrita con el
propósito de revelarnos a Jesucristo.
• Quienes pretenden hallar en el carácter humano de la Biblia un pre-texto para negar su divinidad, razonan igual
que aquellos que – bajo pretexto de la personalidad humana de Jesucristo – le niegan su cualidad de ser Dios.
No nos debe sorprender que la Biblia, aun cuando Palabra de Dios, muestre a la vez tantas evidencias de su
humanidad; como tampoco nos sorprende el mismo hecho en el caso de Jesucristo, que siendo Dios, también es
hombre. Con respecto a la manera en que se unen las dos naturalezas (en el caso de Jesucristo) y las dos voces
(en el caso de la Biblia), precisamente es en lo que nuestra fe tiene que ejercerse, pues sigue siendo un enorme
misterio. Más, como dijera el apóstol Pablo, es un misterio de piedad, que llena el alma de gozo y de esperanza.
2. LA NATURALEZA DE LA INSPIRACIÓN
2.1. DEFINICIONES
2.1.1. “REVELACIÓN” es el acto mediante el cual Dios se da a conocer a sus criaturas.
2.1.2. “INSPIRACIÓN” (en su sentido técnico, especializado, teológico) es la acción misteriosa del Espíritu Santo,
mediante la cual ejerce una influencia regidora sobre los escritores originales de los Testamentos Antiguo y
Nuevo, de modo que pudiesen proclamar y escribir en una forma exacta y auténtica en lenguaje humano el
mensaje que Dios quiso comunicar. Dicha influencia abarcó hasta la selección de las palabras, con el fin
de que los autores fueran guardados de cualquier error u omisión.
2.1.3. “ILUMINACIÓN” es la acción del Espíritu Santo mediante la cual guía las mentes y los corazones de los
lectores y oidores hasta llegar a una comprensión salvífica del mensaje divino.
2.2. EL TEXTO CLÁSICO (2ª TIMOTEO 3:16)
2.2.1. “TODA LA ESCRITURA ES INSPIRADA POR DIOS”
El griego es: ― ‖, que literalmente significa ―por Dios exhalado‖ (no inhalado) o sea, es el
producto del hálito vivificador procedente de Dios, o que es hablado por él. Aquel otro gran ―libro‖ de Dios – el de
la creación – fue creado de la misma manera: ―Por la Palabra de Yahvé fueron hechos los cielos, y todo el ejército
de ellos por el aliento de su boca‖ (Sal.33:6). Josefo, en su libro Contra Apio,5 explica que ―pneustia‖ es aquello
que se origina en Dios. De modo que toda la Escritura tiene su origen en Dios, aun cuando fue escrita por el
hombre y para el hombre.
¿Cuál sería la traducción correcta de 1Tm.3:16: ―Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil…‖; o, ―Toda
Escritura inspirada por Dios es útil…‖? El verbo copulativo ―es‖ pertenece donde nuestra Biblia lo coloca; ver los
ejemplos siguientes: Rm.7:12; 2Co.10:10; 1Tm.1:15; 2:3; Heb.4:13.
De cualquier forma, siempre diría lo mismo, pues hay que considerar que:
7
a) Es toda la Escritura la que es inspirada; es decir, de acuerdo al contexto del pasaje, se refiere a todo el A.T.;
y el mismo argumento sería válido también para el N.T., como veremos más adelante.
b) Es la Escritura, o sea, el texto en sí, lo que Pablo está diciendo que es inspirada. Esta es una verdad vital,
pues ¿de qué nos serviría si los autores sagrados hubiesen recibido revelación divina y no hubiesen tenido la
capacidad de registrarla o escribirla en una forma segura y auténtica? Pues sabemos que tanto Balaam
como David y mismo Pedro, por ejemplo, no fueron infalibles (Nm.22-24; 2Sm.11; 24:1-11; Gal.2:11-14).
Luego, si Dios sólo inspiró los pensamientos en las mentes de ellos, no habría mensa- je seguro para
nosotros hoy, pues tiene siglos que pasaron a mejor vida.
a) Es útil para enseñar, para sentar el cimiento de la fe sobre la base de la verdad divina
(Dt.4:36; Sal94:12, Rm.15:4).
b) Es útil para redargüir (la misma palabra en Jn.16:8); o sea, produce convicción de pecado,
refuta y elimina el error, especialmente cuando no es por simple ignorancia. La mente
humana está embotada y el corazón endurecido (Ef.4:18); requiere urgentemente del poder
de la Palabra divina para abrir ojos y persuadir acerca de su verdad (Jr.23:29; Heb.4:12)
c) Es útil para corregir, o sea, para llevar a un errante hijo de Dios nuevamente al sendero de la
verdad, advertirle y censurarle con amor y en el nombre del Señor. El hombre es tan
propenso al desvío; y tanto en el área moral como en la doctrina, es como un árbol tierno que
necesita de un apoyo firme para hacerlo crecer derecho (Sal.119:9,11).
d) Es útil para instruir en justicia, o sea, edificar y establecer al creyente en su vida, mediante
una instrucción espiritual que pueda moldear su forma de pensar y su carácter, y darle un
sentido espiritual para su vida, una filosofía de su ser (Sal.119:98-99,130), es decir, que sea
―sabio para la salvación‖ (2Tm.3:15).
5
Primer libro, cap. I, sección 7.
2.3. EL ORIGEN DE LA INSPIRACIÓN (1ª COR.1 Y 2)
• Hay una mente del Señor, una sabiduría de Dios, que es misteriosa, escondida y eterna: ―Mas hablamos sabiduría
de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, … Porque,
¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo‖ (2:7,16).
• El hombre natural, siendo cegado por el pecado, no la puede conocer ni la puede recibir: ―El hombre natural no
percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han
de discernir espiritualmente‖ (2:14).6
• Dios, a iniciativa propia, por medio de su Espíritu, nos ha revelado su propia Persona y la obra de salvación que ha
hecho; y dicha revelación fue preparada para aquellos que le aman (2:9-12).
• Habiendo nosotros recibido de su gracia maravillosa, la damos a conocer a otros. Pablo lo hacía en forma verbal
cada vez que predicó la Palabra (2Ts.2:13); y lo hizo también en forma escrita: ―Así que, el que desecha esto, no 8
desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo. … Os decimos esto en palabra del
Señor…‖ (2Ts.4:8,15). ―Si alguno se cree profeta o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos
del Señor‖ (1Co.14:37). El Espíritu Santo guió a los apóstoles en este ministerio (con mayor precisión en lo que
escribieron que en lo que dijeron), ya que sus ―discursos‖ (―logoi‖, o ―formas de expresión‖) fueron emitidos ―no con
palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu‖ (1Co.2:13).
• El hombre espiritual, a saber, una persona regenerada y sumisa al Espíritu de Dios, puede recibir semejante
lenguaje espiritual. Lo aprecia, lo sabe examinar con discernimiento, pues tiene la mente de Cristo (2:14-16).
6
Ver 1Co.1:18,23, Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. … Pero
nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura.
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1ª P 1:12, A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han
predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles.
8
1ª Ts 1:5, Nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre…”
En resumen, no podemos menos que admirar la sobriedad y prudencia de las Sagradas Escrituras, pues siempre y en
todos lados afirman y presuponen el milagro de la inspiración, aunque nunca nos explican la manera en la que sucedió. Ni
Pablo, ni Pedro, ni ninguno de los autores bíblicos nos dice cómo la influencia divina se ejerció sobre sus personas. Ante su
silencio, no estamos autorizados para sondear a fondo este misterio, como tampoco lo estamos para sondear los milagros
de la encarnación de Cristo, la regeneración del creyente, o la creación del universo. Con todo, hay algunos datos
concretos que sí nos da la Biblia, y que podemos examinar y reflexionar más, a fin de mejor comprender ciertos aspectos de
la acción divina en la inspiración.
2.5.3. Como regla general, los autores sagrados preservaron siempre su estado consciente, su lucidez.
Incluso, en algunas ocasiones tuvieron un diálogo con el Señor haciéndole preguntas, presentándole quejas,
conociendo sus reacciones (Is.6:11; Jr.14:13 y 15:15; Ez.9:8 y 11:13). A Daniel le causaron pavor sus visiones,
pero Dios inmediatamente le dio las explicaciones necesarias (7:15-16,19,28); 8:15-16,26); excepto cuando se le
10
dio la orden de sellar el mensaje por el momento (8:26; 12:4,9).
2.5.4. Sucedió con frecuencia que el mensaje fue más allá del nivel de comprensión del profeta/autor.
Ya sea que estuvo consciente de ello o no. Así en el caso de Dn.12:8-9.
Sobre el tema, lee los textos siguientes: 1Co.2:9; 1Pd.1:10-12; Lc.10:23-24; y Sal.22 (este salmo no lo pudo
entender David cuando lo escribió; pero a Pedro y a Pablo – ya después de los hechos – sí les resultó fácil
entenderlo, come vemos en Hch.2:24-31 y 13:35-37).
2.5.5. A veces Dios obró en forma obligatoria (perentoria): Jr.20:7-9; Nm.22:35/24:13; Jn.11:51 / 2Pd.1:21.
2.5.6. A veces los autores ni siquiera sospecharon que estaban bajo la influencia de la inspiración.
Lucas, el historiador fiel, reunió todo su material, entrevistó a los testigos oculares, pero ¿será que sabía que su
relato estaría incluido en las Sagradas Escrituras? Lo que hizo fue poner por escrito datos que pudo averiguar sin
la necesidad de revelación sobre-natural.
Con todo, la inspiración divina lo guió en el proceso de selección de los datos que incluiría, su interpretación
de ellos, y en la omisión de los datos que no había escogido el Espíritu Santo. Y como en su caso, así también fue
en los de los demás autores de relatos históricos en la Biblia.
En conclusión, la inspiración profética podía posesionarse de la persona sin que él lo anticipe (como el viejo
profeta de 1Ry.13:20), sin que lo sepa (como Caifás, Jn.11:51), sin que le guste (como Balaam, Nm.23 y 24), y sin que
lo comprenda (como Daniel, 12:8-9).
Como lo dijera Gaussen: La iluminación es susceptible de grados, no así la inspiración. Profetas son
iluminados por Dios, unos más, otros menos; pero lo que dice no es más o menos inspirado. O es así, o no lo es;
o es de Dios, o no lo es. En esto no hay medidas ni grados, aumento ni disminución. David recibió luz de Dios,
Juan Bautista más que David, un simple cristiano posiblemente más que Juan Bautista, un apóstol más que un
cristiano común, y Jesucristo más que los apóstoles. Pero la palabra inspirada de David … ¿Qué diré… la palabra
inspirada incluso de Balaam… ¡es palabra de Dios, tan así como la de Juan Bautista, como la de San Pablo, o
como la de mismo Jesucristo! ¡Es Palabra de Dios!
9
Jn 11:49-51, Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada; ni pensáis que nos conviene que un hombre
muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca. Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús
había de morir por la nación…
10
Ef 3:3,5, Que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente, …misterio que en otras generaciones no se dio a conocer
a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu…
2.5.8. Los profetas creyeron plenamente que estaban transmitiendo al pueblo las mismas palabras de Dios.
• Moisés repitió más de 50 veces en el libro de Levítico frases como éstas: ―YHWH llamó a Moisés‖; ―YHWH
habló a Moisés diciendo: Habla a los hijos de Israel…‖
• David, como vimos arriba, dijo: ―El Espíritu de YHWH ha hablado por mí…‖ (2Sm.23:2).
• Jeremías constantemente usó frases como: ―La palabra de YHWH vino a mí diciendo…‖; y ―Luego YHWH
me dijo…‖; y ―Así ha dicho YHWH‖, etc.
• Pablo fue claro: ―La palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres,
sino según es en verdad, la palabra de Dios…‖
• Juan expresó con toda solemnidad: ―La revelación de Jesucristo, que Dios le dio; y la declaró enviándola
por medio de su ángel a su siervo Juan, que ha dado testimonio de la palabra de Dios…; el Hijo de Dios
… dice esto: …el que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias; …Estas son palabras
verdaderas de Dios‖ (Ap.1:1-2; 2:18,29; 19:9).
Más adelante vamos a ver en forma más amplia y con mayor detalle, la pregunta fundamental: 11
¿Es la Biblia la Palabra de Dios?
3. TEORÍAS DE LA INSPIRACIÓN
3.1. LA BIBLIA ES UN GRAN Y EXCEPCIONAL LIBRO HUMANO, PERO CARENTE DE INSPIRACIÓN DIVINA
A la par con La Odisea de Homero, el Corán de Mahoma, la Comedia Divina de Dante, las tragedias de
Shakespeare, el Popol Vuh de los mayas, los libros sagrados de los hindúes, etc. La Biblia es de inspiración ―natural‖
(que niega la inspiración divina). Este punto de vista es insostenible, por muchas razones: (entre ellas, las siguientes)
• El carácter superior de Jesucristo que sobrepasa en su amor, pureza, justicia y perfección a todo lo que se halla
en la literatura humana; ¿dónde encontrarían el modelo para él los evangelistas, si nunca había existido tal
personaje? Y se supone que el artista es superior a su creación, el autor a su obra; pero los discípulos de Jesús
fueron todo menos perfectos. Y si en verdad los autores sagrados concibieron por su cuenta las páginas sublimes
de la Escritura, ¿cómo es que quienes los siguieron nunca produjeron algo similar a los libros canónicos?
• El poder que posee como palabra viva y eficaz para transformar la vida (Heb.3:7; 4:12-13; Jr.5:14; 23:29):
◼ Convence de pecado (Stg.1:23; Rm.3:20; 7:7),
◼ Despierta la conciencia, (2Cr.34:14-21; Jr.36; Neh.8:1-9; 9:3),
◼ Regenera al pecador (Jn.5:24; 1Pd.1:23-25; 1Ts.2:13; Rm.1:16 y 10:17); casos de Agustín: ―toma y lee‖,
Rm.13:14; Lutero, Rm.1:17; Wesley, 2Pd.1:4 y Sal.130; nosotros, 2Tm.1:12 y 2Co.4:13,
◼ Santifica al creyente (Mt.4:4; 1Pd.2:2-3; Sal.119:20,70,103,131; Jn.8:31-32; 15:3; Ef.5:26; 1Jn.2:14), y
◼ Hace huir al adversario (Ef.6:17; Mt.4:1-11, ―Escrito está...‖)
• Las profecías (predicciones), muchas de ellas muy detalladas, y todas confirmadas por la historia como cumplidas.
11
Roland de Pury: Qu‟est-ce que le protestantisme?, París, Ed. Librairie Protestante, 1961; citado en René Paché: The Inspiration and Authority of
Scripture; Chicago, Ed. Moody, 1971, p. 62.
12
Karl Barth: Church Dogmatics, trad. Thomson y Knight, T. 1; Edinburgo, Ed. Clark y Clark, 1956, pp. 528-529
13
Ibid., pág. 531.
• Estos hombres cuyo testimonio escuchamos, hablan como personas falibles cual somos nosotros.
…Podemos leer y analizar su testimonio como siendo puramente palabra humana. Podemos sujetarlo a toda clase de
crítica inmanente, no sólo en lo que respecta su contenido filosófico, histórico y ético, sino también en su contenido
religioso y teológico. …Cada quien, en su propia manera y grado, compartió la cultura de su época y medioambiente.
…El que la Biblia sea vulnerable, o sea, capaz del error, lo es así también en su contenido religioso o teológico. Ocurren
traslapes y contradicciones obvias.…De modo que, queramos o no, ellos no hablaron un lenguaje especial de revelación
radicalmente diferente al de sus propias épocas. …Pudiera parecer más débil su carácter de testimonio a la revelación,
por el hecho de que tiene tantos ―paralelos‖.14
Barth no para allí, pues sus afirmaciones sobre la humanidad e infalibilidad de la Biblia son sólo el comienzo.
Es enérgico Barth al afirmar, además, que la Escritura es, con todo, la Palabra de Dios:
• Creemos, con la iglesia, que las Sagradas Escrituras, siendo ellas el testimonio original y único de la revelación divina,
son en sí mismas la Palabra de Dios.15 13
Por supuesto, habría que entender lo que Barth quiere decir con una afirmación tal, ya que rechaza la
inspiración de la Biblia como ha sido enseñada por los padres de la iglesia primitiva (por ej., San Agustín), y
por los reformadores del siglo XVI, en especial Calvino, y como se enseña en los símbolos doctrinales de las
iglesias de tipo reformado (como en la Confesión de Fe de Westminster/Cap.1) Como lo dijera Pierre
Courthial, un pastor francés: Sobre este punto fundamental, Barth no ha sido capaz, ni sabe cómo, ni quiere,
exorcizar los demonios de la ya vieja tradición de la alta crítica en la que fue enseñado, y que, por desgracia,
aún se enseña en demasiadas escuelas de teología y seminarios protestantes y católico- romanos. … Queda
claro que, para Barth, la verdadera humanidad de la Biblia implica su no menos verdadera falibilidad. Es
claro, también, que esta humanidad de la Biblia viene a ser la base que legitimiza la labor de la alta crítica.16
Para este teólogo (así como para otros como él), la Biblia en sí no es ―Revelación‖, pues la teología
dialéctica afirma que la misma naturaleza de la revelación hace imposible que sea escrita. Cuando algo
queda ―escrito‖, está bajo el control del hombre, y como si resultara que el Espíritu de Dios ―queda aprisionado
entre las dos pastas de la Palabra escrita‖.
De modo que, cualquiera que fuese nuestra doctrina sobre la inspiración, queda claro que los documentos
bíblicos no pueden considerarse como inspirados. Brunner además rechaza también las doctrinas del
nacimiento sobrenatural de Jesús, y de la expiación sustitutiva.
Con respecto a los evangelios sinópticos, cree que registran muchos datos que no son históricos; que
ponen en boca de Jesús palabras que no pronunció, que dicen cosas de Jesús que nunca sucedieron como
están reportadas. Y en cuanto al cuarto evangelio, resulta muy posible que Jesús nunca haya pronunciado
ninguna de las palabras que Juan le asigna. Añade Brunner: ―En algunos puntos, la variedad de la doctrina
apostólica, desde el punto de vista puramente teológico e intelectual, nos presenta con una contradicción
irreconciliable‖19 Nota con cuidado cuán serio es tener tal postura. Pues si la Biblia es falible y contiene
errores tanto en teología y en principios éticos como en asuntos de historia y ciencia, luego ¿qué nos puede
ofrecer? Aún queda alguna posibilidad incluso de conocer a Dios en forma objetiva? ¿No tendríamos que
decir, como María: se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto? (Jn.20:12)
14
Ibid., pp. 507-509.
15
Ibid., pág. 502.
16
Pierre Courthial: „La conception barthienne de l‟Escriture Sainte, examinée du point de vue réformé‟, en La Revue Réformée, XVII (1966/2): pp. 1-35.
17
Emil Brunner: The Theology of Crisis, Nueva York, Ed. Scribner, 1929, pág. 41.
18
Emil Brunner: The Mediator, trad. Olive Wyon, Nueva York, Ed. Macmillan, 1934, pág. 577.
19
Emil Brunner, Revelation and Reason, trad. Olive Wyon, Filadelfia, Ed. Westminster, 1946, pág. 290.
3.2.3.3. RUDOLF BULTMANN,
Otro de los teólogos contemporáneos de mayor influencia, se ha esmerado en separar del texto bíblico todo lo
que sea mito a fin de preservar la esencia del evangelio, el kerygma que la iglesia debe proclamar.
Entre los elementos del Nuevo Testamento que, según Bultmann, habría que eliminar por sus cualidades
míticas que las hacen inaceptables a la mente humana moderna (de hecho, es eliminar todo lo que sea
milagroso o sobrenatural), están estas doctrinas: la preexistencia de Cristo; su nacimiento virginal; su deidad;
sus milagros; su muerte sustitutiva en la cruz; su resurrección (así como la de los creyentes); su ascensión; su
retorno en gloria; el juicio final; la existencia de los espíritus, tanto malos como buenos; que el Espíritu Santo
sea una persona; la doctrina de la Trinidad; la muerte como resultado del pecado; la doctrina del pecado
original; etc., etc.
Tal parece que si Bultmann hubiera querido llevar a su conclusión lógica estas ideas, no habría nada que
le impediría decir que… ¡Dios mismo es el último mito que hay que eliminar! De hecho, siendo la Biblia una
obra llena de material de credibilidad dudosa, no puede ser revelación de Dios.
14
Por ello es que los teólogos dicen que sólo contiene el eco humano de la revelación, un testimonio falible
de ella. Los autores, dejados a sus propios recursos, incluyeron en sus memorias datos que ―embellecen‖ la
historia, leyendas y mitos. De modo que es completamente imposible para cualquiera entresacar la verdad del
error en toda esta mezcolanza.
Los teólogos, pues, intentan superar este obstáculo, diciendo que la Biblia es, por cierto, sólo una palabra
humana, pero Dios .puede hacer que se convierta en su Palabra, en el momento que él la toma y la usa en un
―encuentro personal‖.
COMENTARIO: No se sabría nada de Cristo, a no ser por la Biblia. Si sólo Cristo es la Palabra de Dios, entonces
¿cuál Cristo? ¿El de Mateo, o el de Juan, o el de Pablo, o quizás el de Bultmann o de algún otro teólogo?
La Biblia afirma, reafirma, y vuelve a afirmar que ella es la Palabra de Dios (ver en otro lugar de nuestro estudio,
―El testimonio de la Biblia a sí misma‖). Podemos incluso decir que la Biblia es Palabra de Dios escrita.
La neoortodoxia cree que lo que está escrito sólo es testimonio humano a la Palabra de Dios, y que ella, por ser
del mundo ―noumenal‖, del mundo de las ideas, del mundo de Dios, no puede estar circunscrito al mundo
―fenomenal‖. Sería como aprisionar a Dios en las páginas de un libro humano. Pero si en verdad Dios se encarnó
en Cristo, también pudo expresar su Palabra en forma escrita, mediante la inspiración de su Santo Espíritu.
(Confesión de Fe de Westminster, cap. I, sección A: ―…le agradó dejar esa revelación por escrito…‖; sección B:
―…Palabra de Dios escrita…‖
Isaías no haya sentido gran espanto y reverencia cuando escribió el sexto capítulo de su profecía; o que Jeremías,
mientras escribía Lamentaciones, sólo sirvió de amanuenses, y se mantuvo estoico, sin lágrima alguna en sus ojos,
obedeciendo a una voz superior; o que el corazón de David no se haya llenado de gozo y gratitud cuando cantaba el
Sal. 23 o el 103; o que Pablo, escribiendo a sus varias congregaciones, no les haya derramado de ese rico tesoro de su
propia experiencia y amor hacia ellas.21
21
Adolph Saphir: Christ and the Scriptures, Nueva York, Ed. Gospel Publ. s/f, pp. 74-80.
22
Erich Sauer: From Eternity to Eternity, Grand Rapids, Ed. Eerdmans, 1954, pp. 104-105.
• Caso Jeremías, Jr.1:9,17; 23:28; 26:2; 36:2.
• Ver también, Is.6:7,9; 51:16; Ez.2:7-8; 3:10-11,17; Dt.18:18.
• Palabras de Jesús, Mt.24:35.
• Observación de Pablo, Hch.24:14; 26:22; compara con Rm.15:4.
• Caso Juan, Ap.29:9; 21:5; 22:6.
He aquí un breve enlistado de pasajes cuyos argumentos dependen de una sola palabra:
• Mt.22:32 y Ex.3:6 (Lc.20:37-38).
• Mt.22:45 y Sal.110:1.
• Jn.8:58 y Ex.3:14.
• Jn.10:33-36 y Sal.82:6.
• Gal.3:16 y Gn.12:7.
Así se podrían multiplicar muchos otros textos más. Tomemos ahora el ejemplo del autor de la epístola a los
Hebreos, cuyo argumento muchas veces gira sobre una sola palabra de la Escritura:
• Hb.1:5-6 y Sal.2:7; 2Sm.7:14 (Dios llama al Mesías su Hijo).
• Hb.1:9 y Sal.45:7 (se repite la palabra Dios, con referencia al Hijo y al Padre.
• Hb.2:6-8 y Sal.8:4-6 (3 veces repite la palabra todo, o todas las cosas, una sola palabra en el griego).
• Hb 2:11-12 y Sal.22:22 (de nuevo, se enfatiza la palabra hermanos).
• Hb.3:7-11 y Sal.95:8-11 (2 palabras enfatizadas, hoy y reposo).
• Hb.6:13-17 y Gn.22:16 (la expresión juró por sí mismo).
• Hb.7:3 y Gn.14:18-20 (también el silencio de la Biblia es elocuente, pues se omite toda indicación del
origen y de la genealogía de Melquisedec a fin de compararlo a él con el Hijo eterno de Dios.
• Hb.12:26 y Hageo 2:6 (la frase Aún una vez le da una implicancia muy especial a esta oración
gramatical).
23
Citado por Erich Sauer en From Eternity to Eternity, pág. 103.
TEMA 2
EL TESTIMONIO Y ORIGEN DE LAS ESCRITURAS
(JOHN MURRAY)24
1. EL TESTIMONIO OBJETIVO
Cristianos de muy diferentes criterios teológicos afirman que ―la Biblia es la Palabra de Dios‖, o que es ―inspirada por el
Espíritu Santo‖, o incluso que ―ocupa un lugar preferente y único como norma de fe y de vida cristianas‖. Dicho esto, no
significa que haya unanimidad en cuanto al origen, la naturaleza y la autoridad de la Biblia. Cualquiera que haya leído un
poco de la vasta literatura sobre el tema, se puede dar cuenta de que existen posiciones totalmente diferentes sobre la
Biblia, y todas reiteran las afirmaciones arriba citadas. Debido a ello, es preciso definir con mayor exactitud lo que
queremos decir con la frase, ―la Biblia es la Palabra de Dios‖. Vamos, pues, a examinarla y explicarla. 17
La diversidad de opiniones obedece al hecho de que la Biblia nos ha llegado por medio de instrumentos humanos.
Cada uno de los libros tuvo autor humano; la Biblia no nos llegó caída del cielo. Nos llegó en su totalidad, así en todas y
cada una de sus partes, a través del agente humano. Por ello, todo estudiante serio de la Biblia reconoce el factor humano
en la preparación de la Biblia, en su composición, y en el arreglo final de lo que hoy conocemos como el canon de las
Sagradas Escrituras. Si, pues, los instrumentos humanos tuvieron un papel en la producción de la Biblia, cabe la pregunta
de si las marcas de la falibilidad y del error humano no estarían necesariamente presentes en la Biblia también. Desde la
caída de nuestros primeros padres, no ha habido una sola persona perfecta que pisara esta tierra. Cierto es que hubo uno
que fue santo, sin mancha y sin pecado. Pero él fue más que hombre, pues era el Hijo eterno de Dios manifiesto en la
carne. Si él hubiese escrito la Biblia, no tendríamos que pensar tanto este tema, pues habría una respuesta muy a la mano
para la pregunta que es tan urgente y difícil de contestar: ¿cómo puede la Biblia ser Palabra de Dios y a la vez obra
humana? La solución a la antinomia sería en este caso que la persona que la escribió era él mismo, Dios perfecto y hombre
perfecto a la vez.
Pero el caso es que el Señor Jesucristo no escribió la Biblia, ni si-quiera alguna de sus partes. Cuando dejó la tierra para
regresar donde su Padre, no dejó libro alguno escrito. De modo que regresamos al asunto: la Biblia toda fue escrita por
simples seres humanos, quienes sin excepción eran personas imperfectas y falibles.
Esta sencilla verdad ha llevado a muchos estudiosos de la Biblia a la conclusión de que tampoco la Biblia puede ser la
Palabra de Dios en un sentido infalible e inerrante. Dicho de una forma crasa, Dios tuvo que valerse del material que tuvo a
su disposición, y como ese material era el hombre falible, Dios se vio en la necesidad de darnos su Palabra en una forma
que necesariamente fue afectada por los defectos originados de la falibilidad humana. El Dr. J. Monro Gibson dice:
Es importante recordar desde un principio que cualquier artista está limitado por la naturaleza del material con
que cuenta. Puede que tenga pensamientos e inspiraciones más allá de lo que puede expresar en blanco y
negro, o en los colores, o en mármol o bronce, o con notas musicales. Pero la idea, por más perfecta que
fuera, y por cualquier medio de expresión en que se quiera presentar, forzosamente comparte las
imperfecciones del elemento con que se trabaja. Si tan sólo se hubiese recordado este hecho tan obvio, la
mayoría de las dificultades que rondan el tema de la inspiración nunca habrían surgido.25
Luego el Dr. Gibson enumera algunas de las limitaciones con las que tuvo que trabajar Dios (para darnos su Palabra):
las limitaciones de la instrumentalizad humana, el lenguaje humano, las formas literarias, etc. Con argumentos similares a
éste, muchos estudiosos de la Biblia llegan a la conclusión de que el factor humano (la instrumentalidad humana en la
Biblia) es decisivo. Por ende, la Biblia, aunque Palabra de Dios, es a la vez falible – al menos en detalles de ciencia y de
historia– y lo es necesariamente así, simplemente porque nos llegó a través del ministerio de seres humanos.
Sin embargo, los que así piensan deben tomar conciencia de lo que todo ello implica. Si en verdad la falibilidad
humana hace imposible una escritura infalible, luego por lógica es imposible tener escritura infalible alguna. Es decir, nada
puede ser infalible, pues toda Escritura viene por conducto del elemento humano, y como el elemento humano se
caracteriza por ser falible, luego dicha falibilidad se extiende a todas las partes de las Sagradas Escrituras.
24
John Murray, „The Attestation of Scripture‟, Cap 1 del libro The Infallible Word, editores Ned B. Stonehouse y Paul Woolley, Ed. Eerdmans, 1946, 4ª
edición, 1958, pp 1-52.
25
J. Monro Gibson, The Inspiration and Authority of the Holy Scriptures, pág. 146 (compara con Emil Brunner, Revelation and Reason, pp. 128ss.
¿Con qué derecho decimos, por ejemplo, que el ―contenido espiritual‖ es inerrante, pero no así los datos históricos o
científicos de la Biblia? ¿Acaso se suspende la falibilidad humana cuando Dios imparte ―verdades espirituales‖, pero no la
suspende al tratar asuntos de menor importancia? Ni siquiera Jn.3:16 puede ser palabra infalible de Dios, si en verdad la
Escritura es afectada (o quizá infectada) por la falibilidad humana, pues también Jn.3:16 fue escrito por un hombre que era
falible. Es importante entender, pues, que no es posible aducir la falibilidad del elemento humano para tratar de justificar el
que haya algunos errores en las Escrituras, al menos que digamos a la vez que todas las partes, y todas las clases de
Escritura, también fueron tocadas por la fragilidad de la naturaleza humana.
Por lo menos Karl Barth es consecuente en esto, pues afirma que la falibilidad es atribuible tanto a lo religioso y
teológico, como a lo histórico y científico. Como fueron hombres los testigos de la revelación, ―como nosotros, falibles y
propensos al error, debemos leer su palabra y tratar de aquilatarla tal y como es, una palabra puramente humana, sujeta a
toda clase de crítica inmanente, no sólo en lo que respecta el contenido filosófico, histórico y ético, sino también el religioso
y teológico‖.26 Barth puede hablar así porque no identifica la Biblia con la Palabra revelatoria, ya que las Escrituras
18
simplemente son ―testimonios‖ de la revelación.
Insistimos, pues, en la consecuencia lógica. No hemos comprobado aún la infalibilidad de la Biblia. Solamente hemos
eliminado el argumento a priori tomado de la falibilidad humana, como prejuicio que es. La doctrina de la inerrancia de la
Biblia, pues, como todas las demás doctrinas, debe descansar sobre la evidencia adecuada. Y esta evidencia – como en
todo los demás casos – es el testimonio que la misma Biblia da. Por ello, pregunto: ¿Pretende la Biblia ser Escritura
inerrante? De ser así, ¿debemos aceptar dicha pretensión?
Hay que reconocer que sí existen dificultades con respecto a la doctrina de la infalibilidad de la Biblia, y se supone que
nadie espera que creamos una contradicción. Pero por lo mismo, debemos evitar todo intento ingenuo y superficial de
armonizar las cosas, pues no ayudan a la causa de la verdad y de la fe. El estudiante cuidadoso a veces se ve en una gran
dificultad para resolver los problemas causados por aparentes contradicciones. Muchas sin duda se pueden resolver
cuando se estudian más a fondo; pero algunas seguirán sin solución. Y no nos quedará otro recurso que el de confesar con
toda franqueza nuestra incapacidad para resolver ―x‖ discrepancia aparente en la Biblia.
Pareciera también que una confesión así no es compatible con la fe en una Biblia infalible. Pero decir esto es hacer un
juicio en forma muy ligera, ya que no existe casi ninguna doctrina de nuestra fe cristiana que no nos presenta alguna
dificultad imposible de resolver a satisfacción completa aquí en este mundo. Por ejemplo, el que cree haber resuelto las
dificultades relacionadas con la Trinidad, probablemente ni cree en un Dios trino y uno. Y quien no ve ningún misterio en la
encarnación del Hijo de Dios, ni misterio alguno en su muerte expiatoria en la cruz, aún no sabe lo que significa 1Tm.3:16.27
Con todo, estas dudas nuestras jamás desentonan con la fe sincera en el Dios trino y uno, y en Jesucristo el Hijo de Dios
encarnado. Las preguntas que nos hacemos nos dejan perplejos, sí; pero a la vez admiramos – y adoramos – y no nos
sentimos dolidos o frustrados por no entenderlo todo a perfección.
26
Karl Barth, Dogmática de la iglesia, vol. I, 2, pp. 507ss.
27
1ª Tm 3:16, E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles,
predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria.
Si la Biblia no alegara su propia infalibilidad, no tendríamos derecho a creer en ella. Pero si en efecto, ella sí testifica
de que es infalible, luego nuestra fe debe apoyarse en dicho testimonio, sin importar los problemas consiguientes. Si
abandonamos esto como la base de nuestra fe en la Biblia, luego toda apelación que se pudiera hacer a la Biblia como
base de fe para cualquier otra doctrina también tendría que ser abandonada.
Así como desprendemos de la Biblia todas las demás doctrinas, también de la Biblia desprendemos la doctrina acerca
de ella misma. Pues si no podemos apelar a la Biblia para la doctrina de la infalibilidad bíblica, ¿qué derecho tenemos de
apelar a la Biblia para cualquier otra doctrina? Para creer en la Trinidad, por ejemplo, no esperamos sean despejados todos
los problemas que la Biblia nos presenta sobre el tema. Basta que la enseñe. Así también la fe en la Biblia como inerrante
Palabra de Dios no espera que sean resueltas todas las dificulta-des que conlleva el tema de la inerrancia. Basta que la
Biblia la enseñe.
La gran pregunta es, pues: ¿Qué testimonio da la Biblia con respecto a su propia naturaleza? O sea, ¿qué dice la
Biblia sobre su propio origen, su carácter y su autoridad? Encarar así el tema es muy diferente a como muchos otros
hacen, quienes dicen manejar el método científico e inductivo. Dicen, por ejemplo, que no debemos aproximarnos a la
19
Biblia con una teoría a priori de su infalibilidad, sino que debemos ir a ella con la mente abierta, para descubrir cuáles son
los hechos. Luego formaremos nuestra teoría sobre base de los hechos, en vez de tratar de imponer a los hechos alguna
teoría nuestra.
Hay algo de verdad en lo que se acaba de decir, pues nunca uno debe acercarse a la Biblia con una teoría a priori de
su naturaleza, y tratar de imponer a los hechos su propia teoría. Rechazamos enérgicamente toda aberración semejante,
como también otros la repudian. Pero resulta que tenemos que imputar a muchos eruditos de corte liberal o radical en su
teología, la misma falta que con tanta presteza asignan ellos a los de teología ortodoxa conservadora. Es correcto, pues,
condenar el método a priori, pero eso no significa que el supuesto método inductivo y científico sea el correcto. Es que no
desprendemos la doctrina de la Biblia de un estudio inductivo de aquello que suponemos determina su naturaleza. Más
bien, desprendemos la doctrina acerca de la Biblia de lo que la misma Biblia enseña sobre su propia naturaleza – o sea,
sobre el testimonio que ella da de sí misma.
Proceder así no implica por ningún motivo que el que cree en la infalibilidad de la Biblia sea indiferente a las
discrepancias aparentes en la Biblia, o a los ataques sobre su infalibilidad que provienen de diferentes partes, sobre base
de supuestas irregularidades y contradicciones.
Los creyentes no debemos darnos el lujo de ser ―oscurantistas‖, porque hay que contestar con crítica recta a toda
crítica incorrecta. El lema de la fe debe ser: ―Examinadlo todo, retened lo bueno‖. Los creyentes debemos siempre estar
listos para dar razón de la fe que tenemos. Pero a la vez, debemos siempre recordar que la fe en la Biblia como la Palabra
de Dios, y el contenido de esa fe, ambos son normados por el testimonio divino sobre ese tema. ¿Cuál es, pues, la
enseñanza de la Biblia con respecto de sí misma?
Nos dirigimos ahora a responder a esta pregunta…
Estas antítesis, pues, no son evidencia de que Jesús enseñó, o siquiera insinuó, que alguna parte del
Pentateuco o del A.T. estuviera en el error. No es cierto, pues, que la Biblia en esos pasajes nos ofrece
información equivocada alguna en cuanto a los hechos y/o a la doctrina.
Todo esto no tendría sentido a no ser por la premisa de la autoridad divina, y por ende, la obligación que
impone la ley levítica (Mal 2:4-8). La autoridad de Moisés queda definitivamente establecida en el último capítulo
que escribe Malaquías: ―Acordaos de la ley de Moisés, mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes
para todo Israel‖ (4:4). Creemos que es un argumento de gran peso el que hubo una larguísima línea de
22
testimonio profético en el A.T., concluyendo con una exhortación tan insistente como la que citamos arriba a favor
de una mayor devoción a la ley de Moisés. Luego en el período intertestamentario, se forma un puente entre los
aspectos retrospectivo y prospectivo. Es decir, Malaquías apela por una parte a la ley de Moisés, y por otra parte a
la promesa de una reanudación de la voz profética en la persona de quien se dice que en todo el A.T. no hubo
mayor que él, a saber, Juan Bautista: ―He aquí que yo os enviaré el profeta Elías, antes que venga el día grande y
terrible de YHWH‖ (4:5).
Pero no es en el A.T. donde está la evidencia positiva más clara, ya que en el A.T. no hay ninguna referencia
de parte de ningún autor a los escritos canónicos en su conjunto. Obviamente, es en la naturaleza del caso que no
la haya, por lo que no es de esperarse ninguna declaración explícita referente a un canon fijo de Escrituras
sagradas. Pero en el N.T., la perspectiva ya es diferente, pues para entonces los libros del A.T. estaban
agrupados ya en una colección fija de escritos autoritativos. La colección ya existía desde antes de vivir los
autores del N.T. Existía en multiforme diversidad, y en unidad; se conocía ya como una colección de escritos
autoritativos. Es al testimonio del N.T., pues, al que hay que acudir, por ser él más pertinente con respecto al
carácter del A.T.
a. MATEO 5:17-19
Tuvimos oportunidad de comentar este pasaje en otro contexto, pero es relevante al punto actual, ya
que ofrece uno de los testimonios más sobresalientes para entender en qué estima tenía Jesús los
documentos del A.T.
[17]No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para
cumplir. [18]Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la
ley, hasta que todo se haya cumplido. [19]De manera que cualquiera que quebrante uno de estos
mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los
cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.
Cuando Jesús dijo ―la ley y los profetas‖, probablemente se refería a todo el A.T.: ―la ley‖ denota la
parte conocida hoy día como el Pentateuco; y ―los profetas‖ son todo lo demás. Es posible también que
con esta frase se estuviera refiriendo específicamente a los libros proféticos del A.T. y con ―la ley‖ se
refería específicamente a la parte legislativa dentro del Pentateuco. Pero aunque así fuere, es casuístico
y contrario a toda la evidencia, inferir por ese solo hecho el que otras partes del A.T. están en una
categoría diferente, por lo menos con respecto a su autoridad. En este pasaje, pues, Jesús nos indica en
qué estima tiene por lo menos una gran parte del A.T., y cómo entiende él la relación de esa parte con su
obra mesiánica, pues dijo: ―No he venido para abrogar la ley y los profetas… sino para cumplir‖.
El verbo ―abrogar‖ (katalúo) es muy significativo: indica abolir, destruir, desintegrar, separar sus
partes, como cuando se desbarata una casa pieza por pieza. Jesús niega en forma terminante estar
haciendo esto con respecto a la ley o a los profetas.
Esto quiere decir que, en cuanto al cumplimiento de su misión mesiánica se refiere, él deja íntegro a
la ley y a los profetas. No sólo pronuncia esta negación enfática, sino que añade la nota positiva sobre el
propósito de su venida: vino a cumplir, a completar. De modo que su obra, en lo que respecta a la ley y a
los profetas, es complementaria y no destructiva. Jesús, que en el contexto inmediato siguiente enseña
con una solemne autoridad en todas sus aseveraciones, aquí hace valer esa autoridad para confirmar la
validez y la autoridad permanentes de la ley y profetas ambos. Y no sólo ello, sino que fundamenta su
propia misión y obra sobre esa validez permanente, porque define su obra como el cumplimiento de todo
lo que está previsto dentro de lo que es ―la ley y los profetas‖.
En el v.18 Jesús aplica la aseveración general del v.17 a la minucia de la ley. Es precisamente esta
aplicación de lo general a lo particular lo que es de más pertinencia al tema que estamos considerando. A
23
veces aseveraciones generales no abarcan o cubren ciertas excepciones en cuanto a algunos detalles.
Pero en este caso, Jesús excluye toda posibilidad de discrepancia entre el principio general y el detalle.
Dice así: ―La proposición de que vine no para abrogar sino para cumplir, se aplica tanto en lo general
como en la minucia‖. No sólo es este el caso, sino que la conexión indicada por la conjunción significa
que la aseveración general del v.17 se fundamenta en el hecho de que ni una jota o tilde, o sea, ninguno
de los detalles minuciosos, pasará de la ley hasta que todo se haya cumplido. Para reforzar y sellar la
veracidad de lo dicho, todavía usa la fórmula de autoridad: ―de cierto os digo‖.
Muchos que profesan ser cristianos rehúyen de la doctrina de la inspiración verbal (que la inspiración
de la Biblia incluye tanto a las palabras como a los pensamientos). Es difícil entender por qué los que
dicen creer en la inspiración tropiezan en el punto de la inspiración verbal, pues es por medio de palabras
que se comunican las ideas. En el caso de las Escrituras, el único medio de comunicación sería
precisamente las palabras escritas.
Si el pensamiento es inspirado, necesariamente las palabras las serán también. Pues bien,
independientemente de la lógica del asunto, el rechazo a la inspiración verbal tiene poco que ver con el
argumento de Jesús en este pasaje. La ley es indisoluble hasta en su jota y su tilde. No sería indisoluble
la ley en su jota y tilde, si en alguna de esa minucia tuviera falla, porque si fuera falible, algún día tendría
que frustrarse, tendría que venir a nada. Jesús, pues, está diciendo en otras palabras, que en su propia
estima, la ley en todos sus detalles es infalible, y por ende indisoluble. Realmente resulta extraño el
prejuicio de aquellos que profesan creer en la infalibilidad de Jesucristo, y a la vez rechazan las
implicaciones tan claras de lo que él enseña. Nada podría ser más claro que esto: que Jesús creyó una
imposibilidad anular hasta en su detalle más pequeño la ley. Él tomó incluso el detalle más pequeño y lo
cumplió, dándole así un significado y una validez permanentes. Es imposible llegar a otra conclusión
diferente: para Jesús, la ley es infalible e inerrante.28
NOTA: Por otra parte, recordemos que cuando se habla de la inspiración de jotas o de tildes, no
estamos pensando de palabras, o letras o tildes en sí, en sentido abstracto. Esto no sería inspiración
verbal, por la sencilla razón que no existen en la Biblia palabras, letras y tildes en el abstracto. Siempre
las palabras están en relación, en cláusulas, en oraciones, en párrafos, en libros, y de hecho en relación
con la Biblia toda. Su significado está en esa relación, y es en esa relación que se dice que son
inspiradas. El solo hecho de cambiar una letra o una tilde podría causar un vasto cambio de significado, y
esa es la realidad a la que da testimonio Mateo 5:17-18.
Hablando de Mt.5:17-19, dejamos abierta la posibilidad de que los términos ―ley‖ y ―profetas‖ tuvieran
un sentido más restringido y específico. Esta interpretación no es del todo segura. Más bien, sería mucho
más razonable creer que Jesús se estaba refiriendo a todo el A.T. Pero no insistimos sobre ello, pues el
argumento que seguimos ahora no depende de ello.
El testimonio de nuestro Señor es tan abundante que lo faltante en un pasaje queda suplido por otro.
Si los otros libros aparte de Moisés y los profetas no están incluidos en la referencia de Mt.5:17-19, sí lo
están en otros lugares.
28
Dewey Beagle en su libro The Inspiration of Scripture, busca evadir la fuerza de Mt.5:17-18, argumentando lo que para él es un contraste entre la letra
de la ley y su espíritu, y cita como apoyo 2Co.3:6, „…un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica‟. Esta
interpretación es a todas luces falsa, pues el contraste entre la letra y el Espíritu es un contraste entre el poder para condenar y causar la muerte que tiene
la ley, y la eficacia para dar la vida que tiene el Espíritu Santo. Encontrar en este pasaje, o en otros, una idea popular pero gastada de un contraste entre la
letra y el espíritu de la ley, es un vil abandono de los principios exegéticos. No es el pensamiento de Pablo, ni es el argumento del pasaje.
b. JUAN 10:33-36
[33] Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú,
siendo hombre, te haces Dios. [34] Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? [35] Si
llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada), [36] ¿al que el
Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy?
La ocasión de estas palabras fue la reacción de los judíos ante lo dicho por Jesús: ―yo y el Padre uno
somos‖ (v.30). ¡Con razón los judíos lo interpretaron como una pretensión de parte de Jesús de igualarse con
Dios! Para ellos, esto era una blasfemia obvia, por lo que tomaron piedras para apedrearle (v.31).
Obviamente, la aseveración de Jesús es asombrosa, la cual nos deja sólo dos opciones: (1) O lo que dijo
no era la verdad, y fue una blasfemia; o (2) era la verdad.
Jesús no solamente dijo ser el Mesías; ¡dijo ser igual al Padre! La acusación de los judíos no era
exagerada, en el caso de que su apreciación fuera la correcta. Lógicamente, pues, y sobre las
presuposiciones que ellos tenían, esta acusación iba directamente al corazón de lo que decía ser Jesús, y
24
a la base misma de su misión y de su obra.
La acusación consistía en una negación de su deidad y de su veracidad. De ser sostenida la
acusación, exhibiría a Jesús como un impostor de los más infames. La acusación, pues, tenía tantas
implicaciones, que Jesús se vio obligado a refutarla. Si alguna vez se requería de argumentos efectivos,
ahora era el momento preciso. Bien, ¿cómo contestaría Jesús la acusación? ¿Qué argumento usaría?
[34] Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? [35] Si llamó dioses a aquellos a
quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada), [36] ¿al que el Padre santificó y envió al
mundo, vosotros decís: Tú blasfemas porque dije: Hijo de Dios soy?
Leemos esta respuesta, y nos asombra la aparente facilidad y tranquilidad con la que se da, como
también su gran prudencia y moderación. En la superficie parece ser una respuesta débil, sin fuerza. La
tranquilidad y la moderación (que son ciertas) y la debilidad (que no la es) se combinan para darnos una
evidencia más para el tema que estamos tratando: el testimonio de Jesús acerca de la Escritura, y en qué
estima la tuvo él.
Para rechazar esta acusación (que es de las más graves que pudiera haber) Jesús se funda- menta –
y centra su defensa – sobre una pequeña declaración tomada del Salmo 82:6. ¡En esto basa su defensa!
Hace una apelación a la Escritura. No hay otra manera de explicar el hecho, más que decir que él creía
que la Escritura era el instrumento inexpugnable para basar en él su defensa, pues ―la Escritura no puede
ser quebrantada‖.
Tan elocuente es el uso que hace Jesús de la Escritura, como lo es para nosotros oscuro el pasaje al
que él apela. Aparentemente no tiene nada que ver el texto citado con el punto en discusión. Sin
embargo, Jesús utiliza este pasaje aparentemente oscuro y de poca importancia como único argumento
en defensa ante el ataque que va dirigido al meollo de lo que era su persona, su enseñanza y su obra.
Además, el pasaje citado es de la parte del A.T. que posiblemente no estuvo incluida en lo abarcado por
Mt.5:17 (la ley y los profetas).
Luego, ¿no demuestra esto que la actitud de Jesús respecto de las jotas y las tildes de la ley es la
misma actitud que tiene respecto de las jotas y las tildes de los Salmos? Bajo cualquier otra suposición,
apelar a una declaración relativamente oscura en el libro de los Salmos carecería de fuerza. Por último,
notemos la fuerza de la cláusula parentética: ―la Escritura no puede ser quebrantada‖. Se podría
argumentar en teoría, que Jesús responde a los judíos con un argumento ad hominem. Cuando pregunta,
―¿No está escrita en vuestra ley?‖, Jesús (dicen algunos) simplemente se está identificando con sus
adversarios en las presuposiciones que ellos tienen, para efectos del argumento. Esto no implica que él
en lo personal así creía, por lo que no debemos tomar este pasaje como testimonio válido de Jesús a
favor de la Escritura. Jesús simplemente repitió aquí las actitudes que tuvieron los propios judíos con
respecto a la Escritura.
En respuesta, decimos que Jesús no sólo expresa la actitud de los judíos con respecto a la Biblia,
sino que expresa su propio punto de vista sobre la inviolabilidad de ella también. Si apela Jesús a la
Escritura, es porque real e intrínsecamente es la última palabra para él, la autoridad final a la que puede
apelar. Y cuando dice que ―la Escritura no puede ser quebrantada‖, sin duda ―Escritura‖ se refiere a la
denotación más amplia, a saber, todo el canon de los libros del A.T. Es del A.T. en su totalidad y sin
excepción que habla, cuando dice que ―no puede ser quebrantada‖. No hay duda alguna sobre cuánto del
A.T. estaba en su círculo de referencia.
Jesús asegura que en su totalidad la Escritura es inquebrantable, y no deja lugar alguno para
supuestos grados de inspiración y de infalibilidad. La Escritura como tal es inviolable. Ni más ni menos,
éste es el testimonio de nuestro Señor. Y el testimonio cobra tanto más peso cuanto se reconoce que él
lo usa para responder a la acusación más peligrosa, y para apoyar su declaración más estupenda que
puede haber, a saber, que él es: … ¡igual a Dios!
b. 2ª TIMOTEO 3:16
Como vimos en el caso del testimonio de nuestro Señor, en el sentido de que su apreciación elevada
de la inspiración de la Escritura es implícito en las fórmulas y las referencias que tanto abundan en su
enseñanza, y además es explícita en algunos pasajes particulares, lo mismo sucede en el caso de los
otros testigos autoritativos del N.T. Hay ciertos pasajes en los que hay enseñanza muy expresa. Quizás
el más importante de todos sea el de 2Tm.3:16, Toda la Escritura es Theópneustos (inspirada por Dios).29
En el contexto precedente, Pablo menciona las Sagradas Escrituras que Timoteo había conocido
26
desde su niñez. Se estaba refiriendo a las Escrituras del A.T. Son ellas las que tiene en mente cuando
dice que ―toda la Escritura es inspirada por Dios‖. La palabra que usa Pablo asigna a toda la Escritura esa
cualidad, que habla de su origen, como el producto del aliento creador de Dios.
La afirmación de Pablo es breve, pero no por ello es de menor importancia. Consiste en que ―la
Escritura‖, cuya denotación es clara en el contexto, es la boca de Dios, el aliento de Dios, y por ende es
oráculo de Dios. Pablo no la califica ni la limita en forma alguna. Toda la Escritura es producida por el
aliento de Dios, y por lo tanto no hay diferencia en cuanto a su origen divino y su consecuente naturaleza
divina. Con relación a los beneficios que reciben los seres humanos por tratarse precisamente de algo
inspirado divinamente, dice que es útil para ―enseñar, redargüir, corregir e instruir en justicia, a fin de que
el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra‖. Por supuesto, Pablo
estaba muy enterado de que Dios utilizó al elemento humano para darnos estas Escrituras. En todas sus
epístolas hace mención constante de los autores humanos de esos libros sagrados. Pero el hecho de
reconocer al autor humano, no le impidió en lo más mínimo hacer la afirmación tan estupenda que hemos
leído: ―Toda la Escritura es Theópneustos‖. Significa que la Escritura es de origen divino, y por ende,
divina en su carácter y divina en su autoridad.
Lo que Pablo dice en este pasaje no es otra cosa que la doctrina alta de la inspiración plenaria, pues
Pablo no dice que es una IN-spiración de parte de Dios en los autores de la Biblia, o en la Biblia misma.
Pablo usa el término EX-piración, o mejor, el de exhalar, no el de inhalar. Dista mucho de decir que el
producto humano o el testimonio humano pueda estar tan compenetrado de la verdad y de la influencia
divina, que viene a ser Palabra de Dios. Aquí el énfasis del texto está en su procedencia divina, y por
tanto la Palabra de Dios está investida de tal carácter y eficacia autoritativos que son como un oráculo de
Dios para nosotros.
c. 2ª PEDRO 1:20-21
Pablo no menciona en 2Tm.3:16 a los autores humanos de la Biblia, ni la manera en que Dios obró
en ellos para darnos la Escritura ―soplada por Dios‖. Es el apóstol Pedro que, aun cuando no nos da una
descripción completa del modo de inspiración, sí va más allá de lo que dijo Pablo sobre la relación que
hubo entre el Espíritu Santo y los testigos humanos inspirados.
Dice Pedro, ―ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía
fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el
Espíritu Santo‖. Habla aquí del papel del Espíritu en la formación de la Escritura, pues dice precisamente,
―profecía de la Escritura‖. Pedro enseña un aspecto negativo, y uno positivo:
◼ Negativo, pues niega que la profecía de la Escritura se debe a alguna iniciativa, voluntad o decisión
humana, NO es producto de la reflexión o de la imaginación humana.
◼ Positivo, porque afirma la instrumentalidad humana: ―hombres de Dios hablaron…‖
Cualquier inferencia falsa que podría deducirse de las expresiones absolutas de la parte negativa,
queda corregida por la aseveración de una instrumentalidad humana. Es cierto que hombres hablaron,
pero lo hicieron de parte de Dios. Este es el dato que armoniza la instrumentalidad humana con la
negación de la interpretación privada y la voluntad humana.
29
Para un examen exhaustivo de lo que significa la palabra „Theópneustos‟, ver B.B.Warfield, “God-Inspired Scripture‟ en el libro Revelation and
Inspiration (NewYork, 1927), pp229-280; para una exégesis completa de 2Tm3:16, ver mismo autor en op.cit., pp 79ss.
Hablaron de parte de Dios, porque fueron llevados – transportados – por el Espíritu Santo. Hubo la
conjunción de los dos elementos: el humano y el divino. Pero el carácter divino de la profecía queda
asegurada por la naturaleza peculiar de la instrumentalidad del Espíritu. Él fue quien condujo a los
instrumentos humanos, de tal suerte que hablaron Palabra de Dios, y no palabra suya.
En este contexto, lo que se está enfatizando acerca de la Palabra profética es su estabilidad, o sea,
su permanencia. La base de su estabilidad es su procedencia divina, pues el Espíritu Santo fue quien
obró en los autores de la Biblia (―Theópneustos‖), y fue quien los llevó (―feroúmenoi‖) hasta su destino.
Por ello, la palabra profética no fue una palabra de momento, o un oráculo transitorio, sino la Palabra
de Dios la cual ha encontrado en la Escritura su ―in/corporación‖ y autenticación permanentes.
31
Ver Louis Gaussen, Theopneustia (Cincinnati, 1959), pp. 74ss.
32
Así Gaussen, op. cit., pág. 77.
C) LOS ESCRITOS DE LOS APÓSTOLES
a. 1ª CORINTIOS 7:10-12
Muchos toman el pasaje de 1Co.7:10-12 como un contraste entre la enseñanza autoritativa del Señor
Jesucristo por una parte, y la enseñanza no autoritativa de Pablo por otra, cuando éste en referencia a los
temas del matrimonio y la separación dice: ―a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el
Señor… y a los demás yo digo, no el Señor‖.
Pero la lectura cuidadosa del pasaje muestra que el contraste no es entre la enseñanza inspirada de
Cristo y la no inspirada del apóstol, sino más bien entre la enseñanza del apóstol apoyada en lo que
expresamente dijera Jesús en los días de su carne por una parte, y la enseñanza del apóstol que toca temas
sobre los cuales nunca se pronunció Jesús por otra. No hay diferencia con respecto al carácter permanente de
las enseñanzas de ambos.
Las frases y los términos que utiliza Pablo en el segundo caso son de igual énfasis y del mismo carácter
obligatorio como en el primero. De modo que el pasaje, lejos de disminuir la autoridad apostólica, la eleva en
29
nuestra estima. Si Pablo puede llegar a ser tan tajante y obligatorio al hablar de casos que, según él mismo
admite, no tienen apoyo alguno en la enseñanza directa de Jesucristo, ¿no ayuda esto a que veamos cuán
profunda fue la convicción de Pablo de estar enseñando y escribiendo con toda la autoridad divina?
Precisamente porque siente tener autoridad propia, le da a su enseñanza el mismo nivel de normatividad que
tiene la otra enseñanza que repite de labios del mismo Señor Jesucristo. Sólo la plena confianza de estar
dando ley divinamente autorizada explica la declaración tajante, en la que previene toda idea contraria: ―esto
ordeno en todas las iglesias‖ (7:17).
b. 1ª CORINTIOS 14:37-38
El que Pablo creyó que sus escritos estaban dotados de sanción y autoridad divinas queda establecido
más allá de toda duda en esta misma carta (1Co.14:37-38).
El contexto es el del lugar de la mujer en reuniones de culto público. Pablo exhorta a las mujeres a
guardar silencio, y apela a la costumbre universal de todas las iglesias cristianas, así como a la ley del A.T. Y
es en ese punto que apela al carácter divino del contenido de sus prescripciones: ―Si alguno se cree profeta o
espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor. Mas el que ignora, ignore‖. Pablo
aquí afirma con toda claridad que lo que él escribe es Palabra de Dios, y coordina el que apele a su propia
autoridad divina con la apelación a la otra Escritura ya existente, la del A.T.
c. 1ª CORINTIOS 2:13
En una parte anterior de esta epístola, Pablo nos informa – de una manera totalmente consecuente con la
enseñanza de toda la demás Escritura – sobre cómo es posible que palabra de hombre pueda ser Palabra de
Dios. Consiste en que el Espíritu Santo es la fuente de toda la sabiduría que enseñan los apóstoles: ―Dios nos
las reveló a nosotros por el Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios‖. Pablo aquí
no sólo argumenta que el Espíritu Santo es la fuente de la sabiduría de su mensaje, sino habla del medio
mismo de la expresión.
Sigue diciendo (v.13): ―lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino
con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual (pneumatikoís pneumatiká
sunkrínontes)‖, o como lo traduce la Biblia de las Américas: ―combinando pensamientos espirituales
(pneumatikoís) con palabras espirituales (pneumatiká)‖. Noten bien: ¡¡cosas enseñadas por el Espíritu; y
palabras enseñadas por el Espíritu!! Esto es lo que explica la autoridad que tuvieron los apóstoles en su día
para enseñar y escribir.
d. 2ª PEDRO 3:15-16
Pedro habla de los escritos de Pablo como si estuvieran a la par con el A.T., en respecto de su autoridad
divina: ―como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito,
casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de
entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su
perdición‖.
La frase, ―las otras Escrituras‖ (―tas loipás grafás‖) es una alusión al A.T., y al decir Pedro que son
―otras‖, lógicamente implica que son de la misma categoría que las que acaba de mencionar, a saber, las
epístolas de Pablo.
e. APOCALIPSIS
Veamos pasajes como Ap.22:18-19: Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este
libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si
alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa
ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.
(Comparar 10:4/22:10, 21:5/22:6-7, 19:9/1:3)
La honestidad científica es verosímil y creíble; y con frecuencia se usa como argumento en los debates
teológicos. Lo que este autor sostiene, sin embargo, es que el propio hecho de rechazar en forma tan sumaria
la infalibilidad de la Biblia, es en sí un proceder lamentablemente anti-científico, por su manera de tratar los
datos que aporta la evidencia sobre el asunto. El rechazo, pues, se da, pero no reconocen las consecuencias
de lo que está en juego, porque no aceptan en forma científica la evidencia que el testimonio de la misma
Biblia aporta en cuanto a su propio carácter. Sucede que si el testimonio de la Biblia con referencia a la
doctrina de la Escritura no es confiable ni auténtico, luego en última instancia la autoridad final de la Biblia
queda irreparablemente socavada. Lo que está en juego es el lugar que tiene la Escritura en el canon de la fe.
No pensemos tampoco que se pueda apelar a Cristo como autoridad final, si la autoridad final de la
Escritura ya ha sido sacrificada. Rechazar la inerrancia de la Escritura es rechazar el testimonio que mismo
Cristo dio a esa Escritura. De modo que, en última instancia, la integridad del testimonio de Jesús mismo es el
punto crucial en esta batalla por la fe.
2. EL TESTIMONIO INTERNO
La tesis que sostuvimos en nuestra discusión sobre el testimonio objetivo fue, que la Biblia es autoritativa en virtud de
su carácter como infalible Palabra de Dios que es. Y tiene este carácter, porque es el producto del hálito creador de Dios, por
medio de la inspiración plenaria del Espíritu Santo.
Muchos de los que rechazan esta tesis lo hacen creyendo que no daña en lo más mínimo la autoridad divina de la
Biblia, puesto que no obstante abandonan el concepto de la infalibilidad de la Biblia, retienen el testimonio siempre actual y
activo del Espíritu Santo. De hecho, conservan la idea de una autoridad infalible, pero ésta reside en el testimonio interno
del Espíritu Santo. El razonamiento es como sigue: la Biblia es autoritativa, porque el testimonio interno del Espíritu Santo
hace que llegue el mensaje al corazón del hombre de fe.
Que exista la actividad del Espíritu Santo conocida como testimonio interno, nadie lo pone en duda. Y que no pueda
haber verdadera fe en la Biblia como Palabra de Dios aparte del testimonio interno, también todo el mundo lo acepta.
Pareciera ser, pues, que la situación que vivimos (relativo al Espíritu Santo) es una en la que la autoridad divina que nos
confronta hoy no es aquella que procede de algo que hizo el Espíritu Santo en el lejano pasado (inspiración); más bien lo que
nos confronta hoy es la influencia del Espíritu que está obrando por y en nosotros hoy.
¿No será, pues, que hablar de una actividad del Espíritu que para nosotros es impersonal y externa, además de
distante e inactiva, va en perjuicio del significado verdadero de la acción del Espíritu, la cual viene en una forma directa y
personal, dirigida a nosotros y en nosotros ahora en el presente?
33
Es totalmente insostenible la crítica dirigida en contra de la doctrina de la inspiración verbal que la presenta como una teoría de dictado mecánico. Los
exponentes clásicos de la doctrina de la inspiración verbal nunca incluyeron alguna definición del modo de la inspiración. Es muy cierto que a veces
usaron la palabra „dictado‟, pero es también cierto que el uso de esta palabra no fue con la intención de especificar el modo de inspiración como el de
dictado. Siempre dejaron completamente abierta la posibilidad de actividades y procesos múltiples en la formación de los varios libros escriturales, y
reconocieron perfectamente la diversidad que caracterizó a aquellos que fueron los instrumentos humanos en la producción de las Escrituras. Compara
con B.B. Warfield, op. cit., pp. 100-106, y B.B. Warfield, Calvin and Calvinism, pp. 62ss.
2.1. EL BARTHIANISMO
La pregunta que acabamos de hacer señala la división más importante dentro del protestantismo moderno: la
división entre el barthianismo y la posición histórica protestante. La idea barthiana es que la Biblia es autoritativa, sí, en
cuanto da testimonio a la Palabra de Dios. Es el vehículo, o instrumento, a través del cual la Palabra de Dios nos llega.
Como es instrumento, se puede decir que la Biblia da un testimonio único, y en ese sentido también se dice que es
Palabra de Dios. Pero lo que hace que la Biblia sea en verdad autoritativa, es el acto siempre recurrente de Dios, la
divina decisión, mediante la cual el testimonio de la Biblia a la Palabra de Dios es aplicado a nuestro corazón con un
poder doblegador y autoritativo. La Biblia no tiene en sí ninguna autoridad antecedente en forma objetiva. Sólo en el
aquí y en el ahora, con esta persona y con nadie más, por medio de una experiencia concreta de crisis y de
confrontación, es cuando la Biblia puede ser autoridad, cuando Dios se revela así a través del medio de la Escritura.
Sólo cuando hay alguna crisis humana siempre recurrente, y una divina decisión, es cuando la Biblia puede venir a ser
Palabra de Dios.
31
Es evidente, pues, que para el teólogo de simpatías barthianas, el factor que impone autoridad no es la Escritura
como un ―corpus‖ (cuerpo) de verdad dado por Dios a los hombres por medio de un proceso de revelación y de
inspiración en la historia, ni es el carácter divino que la Escritura pueda poseer en forma inherente; sino es algo más,
algo muy diferente y sin relación con cualquier acción en el pasado, o con cualquier cualidad inherente en el presente.
Es importante entender este concepto, y no debe ser solapado. Barth no sostiene, ni puede sostener, que la Biblia en
sí tenga alguna cualidad objetiva e inherente, y que en virtud de dicha cualidad es autoritativa para todo ser humano.
Barth se opondría a decirlo de esta manera, pues afirma que dicha clase de antítesis no es sostenible. Diría más
bien, que la Biblia es algo único, que es Palabra de Dios porque da testimonio a la Palabra de Dios. Ocupa un lugar
único, porque ocurrió algo único en aquella actividad en el pasado que la creó. La Biblia es radicalmente diferente a
cualquier otro libro contemporáneo o de cualquier otro tiempo. No tiene autoridad en el abstracto, sino sólo en virtud de
ser el testimonio humano de la revelación que Dios dio en el pasado. Podría decirse, pues, que el factor que nace de
los eventos y las actividades en el pasado entra a formar parte del complejo entero de factores que se combinan y
convergen para dar a la Biblia aquella naturaleza única que le permite ser el medio adecuado para el acto siempre
recurrente de la revelación divina. No se trata, pues, de ―esto o aquello‖, sino de ―uno y ambos‖.34
Aceptamos esta objeción; pero advertimos que no elimina el problema. Después de hacer lugar para todo lo que
se argumenta a favor de la objeción, sigue siendo un hecho de que, sobre base de las presuposiciones barthianas, no
es la cualidad divina inherente en la Escritura, ni la actividad divina mediante la cual se imparte a la Biblia dicha
cualidad, la que hace que ella sea autoritativa. Esa actividad pasada, y la cualidad resultante, son simplemente los
requisitos previos para que la autoridad suceda aquí o allí; no son en sí lo que da dicha autoridad. Más bien, es el acto
recurrente de Dios que es el dato que constituye la autoridad. Y a este acto recurrente de Dios se le puede llamar ―el
testimonio interno del Espíritu‖, y es con respecto de este testimonio que la Escritura se convierte en algo autoritativo.35
A veces se quiere argumentar que esa es la idea que representa al protestantismo clásico, y aun a la posición
reformada. Inclusive se ha citado a la Confesión de Fe de Westminster en apoyo de esta posición, en la parte que dice,
―nuestra persuasión y completa convicción de que su verdad es infalible y su autoridad divina, provienen de la obra
interior del Espíritu Santo, quien da testimonio a nuestro corazón con la palabra divina y por medio de ella‖ (I:V). Un
breve examen del Cap. 1 de la Confesión bastará para poner en evidencia la falacia de esta apelación que a ella se
hace.
Es más, la Confesión de Fe de Westminster fue escrita con una lógica tal, que pareciera diseñada precisamente
para contradecir este error. La sección quinta, de donde se toma la cita de arriba, no trata de la naturaleza, ni de la
base de la autoridad de la Escritura. La sección inmediatamente anterior las trata, ya que es la cuestión que
lógicamente la antecede. Allí se dice con toda claridad que la autoridad de la Escritura reside en el hecho de que es
Palabra de Dios:
La autoridad de las Sagradas Escrituras, la que hace que deban creerse y obedecerse, no
depende del testimonio de ningún hombre o iglesia, cualquiera que fuera, sino enteramente
del de Dios quien es su autor, porque él es la misma verdad; por esto deben ser recibidas,
porque son la palabra de Dios.
34
En inglés, „either-or‟; „both-and‟.
35
Karl Barth, Die Kirchliche Dogmatick, Die Lehre vom Word Gottes, Ed. Erster Halbband (Munich, Alemania, 1932), pp. 189ss; traducción al inglés
(Edimburgo, 1936), pp. 207ss.
En una palabra, la Biblia tiene autoridad porque Dios es su autor. Y Dios es su autor, porque como dice en la sección
segunda, fue dada por inspiración de Dios. No puede ser más claro el asunto: la Confesión de Fe enseña que la autoridad
de la Biblia no se basa en el testimonio interno del Espíritu Santo, sino en la inspiración del Espíritu, una obra ya concluida,
que produjo (como claramente dice la Confesión) los 66 libros enumerados. Y es en virtud de dicha inspiración que son la
Palabra de Dios escrita: ―todos estos fueron dados por la inspiración de Dios para ser la regla de la fe y de la práctica‖ (I:2).
Sin embargo, es por ―la obra interior del Espíritu Santo, quien da testimonio a nuestro corazón con la palabra divina y
por medio de ella‖, que somos persuadidos de esta autoridad. O sea, la autoridad de la Biblia es un hecho objetivo y
permanente, pues es la cualidad inherente de la inspiración.
Nuestra convicción de ello tiene que esperar la obra interior del Espíritu Santo, que es la que imprime en nuestras
mentes y conciencias los hechos antecedentes de su divinidad y autoridad. Querer poner el uno por el otro sería confundir
una de las más elocuentes e importantísimas distinciones. La Confesión de Fe no deja lugar a duda sobre cuál es su
posición, y al formularla de manera tan clara, expresa lo que ha sido siempre la posición reformada clásica.
32
2.2. LA NATURALEZA DEL TESTIMONIO INTERNO
¿Cuál es, pues, la naturaleza de esta obra interior del Espíritu Santo y sobre qué base bíblica se fundamenta esta
doctrina? Si como hemos venido diciendo en la primera parte de esta discusión, la Biblia es divina en su origen,
carácter y autoridad, debe mostrar las marcas – o evidencias – de tal divinidad. Si los cielos cuentan la gloria de Dios y
si así testifican de quien fue su Creador divino, también la Escritura, siendo obra de la mano de Dios, debe mostrar las
huellas de su autor. Con esto, decimos que la Biblia muestra en sí ser la Palabra de Dios, y su divinidad es auto-
evidente, dando a sí misma su autenticación. La base de la fe en la Biblia como Palabra de Dios es, por lo tanto, la
evidencia inherente en ella, la evidencia que ella misma da tocante a su autor y a su carácter divinos.
Toda evidencia externa que testifica de la divinidad de la Biblia – o sea, desde fuentes fuera de ella misma – sirven
sólo para corroborar y confirmar el testimonio inherente. Pero esa evidencia no se considera de la misma categoría,
pues no tiene el mismo peso que nos puede ser de base y fundamento de fe. Si la fe es fe en la Biblia como Palabra
de Dios, luego la evidencia sobre la cual se basa esa fe obviamente debe ser de carácter divino, pues sólo evidencia
que tenga cualidades divinas sería suficiente para basar nuestra fe en algo divino. La fe en la Biblia como Palabra de
Dios, entonces, descansa sobre las perfecciones inherentes en la Escritura, y aflora cuando la persona alcanza a
percibir dichas perfecciones. Estas perfecciones consisten en sus excelencias incomparables, y nos compelen a la
convicción irresistible e inevitable de que la Biblia es Palabra de Dios.36
Ahora bien, si la Biblia manifiesta su divinidad, ¿por qué no se da la fe en todos los que la leen y/o la oyen?
La respuesta es, que no todos tienen la capacidad perceptiva requerida. La evidencia es una cosa, pero la habilidad
para percibirla y entenderla es otra. ―Porque el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios,
porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente‖ (1Co.2:14).
Es aquí donde entra la necesidad de la obra interior del Espíritu. La oscuridad y la depravación que caracterizan la
mente humana en virtud de su pecado, lo deja ciego y no puede ver las excelencias divinas en las Escrituras. El efecto
del pecado es tal, que no sólo ciega la mente del hombre y la deja impenetrable en cuanto a la evidencia, sino que
produce además en su corazón una enemistad total a la evidencia. La mente carnal es enemistad con Dios, y por ende
resiste todo reclamo de perfección divina. Si lo que se busca es la respuesta adecuada de fe ante las excelencias
divinas inherentes en la Biblia, lo único que puede producir la susceptibilidad requerida es la regeneración radical por el
Espíritu Santo: ―el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios‖ (Jn.3:3). ―El hombre natural no percibe las
cosas que son del Espíritu de Dios‖ (1Co.2:14). Esto es donde ha de funcionar el testimonio interno del Espíritu, pues
consiste en la obra interior del Espíritu Santo en el corazón y en la mente del ser humano.
36
La Confesión de Fe de Westminster, cap. I, sección 5: „El testimonio de la Iglesia puede movernos e inducirnos a tener para las Santas Escrituras una
estimación alta y reverencial (1ª Tm 3:15); a la vez que el carácter celestial del contenido de la Biblia, la eficacia de su doctrina, la majestad de su estilo,
el consenso de todas sus partes, el fin que se propone alcanzar en todo el libro (que es el de dar toda gloria a Dios), el claro descubrimiento que hace el
único modo por el cual puede alcanzar la salvación el hombre, la multitud incomparable de otras de sus excelencias y su entera perfección, son todos
argumentos por los cuales la Biblia demuestra abundantemente que es la Palabra de Dios. Sin embargo, nuestra persuasión y completa seguridad de que
su verdad es infalible y su autoridad divina, proviene de la obra del Espíritu Santo quien da testimonio a nuestro corazón con la palabra divina y por
medio de ella. (1ª Jn 2:20,27; Jn 16:13-14; 1Co.2:10-11)
2.3. LA BASE BÍBLICA
2.3.1. 1ª CORINTIOS 2
Cuando Pablo contrasta el hombre natural y el espiritual, y dice al respecto: ―el espiritual juzga todas las
cosas; pero él no es juzgado de nadie‖ (1Co.2:15), quiere decir que ―el espiritual‖ es aquella persona dotada por, y
en quien mora, el Espíritu Santo. Él es el único que tiene la facultad de discernir las cosas reveladas por el
Espíritu. A diferencia del hombre natural, él sí recibe, conoce y discierne la verdad.
Antes en ese mismo capítulo, Pablo nos declara en términos de mayor fuerza y claridad para nuestro tema,
que la fe en el evangelio que tuvieron los corintios fue inducida por la demostración del Espíritu y del poder: ―y ni mi
palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y
de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios‖ (v.4-5).
Pablo está sin duda reflexionando aquí en la manera de su predicación. Él no predicó valiéndose de los
adornos de la oratoria humana, sino de la demostración (o manifestación) que produce el Espíritu y el poder de
33
Dios. Nos declara en efecto, que el Espíritu de Dios obró de tal forma en él y en su predicación, que la respuesta
que dieron los corintios fue de una fe sólida y basada en el poder de Dios. No fue una fe fugaz como la que se
produce cuando se vale uno del arte de la retórica y de la sabiduría humana.
La fe de los corintios tuvo su fuente en una demostración cuyo autor fue el Espíritu Santo. Por supuesto, fue
una fe depositada en la Palabra de Dios que predicó Pablo. Pero fue una fe producida por la demostración
complementaria del Espíritu, o sea, la manifestación del poder divino.
2.3.2. 1ª TESALONICENSES 1:5
En 1ª Tesalonicenses, Pablo nuevamente hace referencia al poder y a la seguridad con los que él y sus
compañeros predicaron el evangelio en Tesalónica, ―pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras
solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre…‖ (1:5). Aparentemente la
referencia aquí al poder y a la certidumbre tiene que ver con el poder y la seguridad con los que Pablo, Silvano y
Timoteo proclamaron la Palabra, y no tanto en la convicción con la que los tesalonicenses la recibieron. El
evangelio vino en el E.S., y por lo tanto, con poder y certidumbre. Pero no separemos la recepción de la Palabra
que tuvieron los tesalonicenses del poder y de la certidumbre obrados por el Espíritu, pues Pablo continúa
diciendo: ―y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran
tribulación con gozo del Espíritu Santo‖ (v.6).
La fe que produjo el E.S. en los tesalonicenses tiene que ser, pues, fruto de la actividad del Espíritu; y es en
virtud de esta actividad que el evangelio fue proclamado ―en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre‖.
El hecho de que los tesalonicenses vinieron a ser imitadores del Señor y recibieron la Palabra con gozo, se debe al
hecho de que el evangelio no les llegó en palabra solamente, sino en el poder del E.S. Por lo mismo, el gozo con
que ellos recibieron la Palabra fue gozo producido por el Espíritu.
37
1ª Jn 2:27, Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma
os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.
2.4. POR QUÉ LLAMARLE “TESTIMONIO” A ESTA OBRA INTERNA DEL ESPÍRITU
Al testimonio del Espíritu Santo se le conoce también como testimonio interior (o interno) del Espíritu. Cabe la
pregunta: ¿por qué a esta obra interior del Espíritu se le llama precisamente ―testimonio‖? Es que no parece haber
razón apremiante alguna para este título. Sin embargo, sí hay algo apropiado en el uso de la palabra: es que la fe –
producto de esta obra del Espíritu – descansa sobre el testimonio inherente en la Escritura respecto de su propio origen
y carácter divinos.
Es función del Espíritu Santo la de abrir las mentes de los hombres, con el objeto de que puedan percibir dicho
testimonio; así como la de hacer que la Palabra de Dios llegue con poder y convicción a la mente de las personas. Por
ello, se dice que el Espíritu testifica en forma permanente al carácter divino de aquello que es, además, el fruto de su
propio trabajo.
2.4.1. ILUMINACIÓN
Al testimonio interno del Espíritu se le da con frecuencia el nombre ―iluminación‖, o bien, regeneración en el
34
aspecto noético (del intelecto). Se le llama ―iluminación‖, porque abre nuestras mentes para poder contemplar las
excelencias inherentes en la Palabra de Dios. Es ―regeneración‖ en el aspecto noético, porque la regeneración se
manifiesta en nuestra mente renovada cuando comprende la evidencia que la Escritura da de su propio carácter
divino. El ―testimonio interno‖, pues, no puede ser menos que lo que hemos incluido en esta definición de
―iluminación‖.
Pero hay quienes preguntan si esta idea de iluminación es lo suficientemente adecuada, dado el carácter del
testimonio que estamos tratando. En el punto de vista de que el testimonio consiste solamente en iluminación,
dicho testimonio – estrictamente hablando – pertenece exclusivamente al contenido de la Escritura en sí, y no a la
presencia siempre activa del Espíritu. La pregunta entonces es: ¿Podemos decir que la obra en el presente del
Espíritu no sólo imparte a nuestro entendimiento capacidad para ver la evidencia inherente en la Escritura, sino
también imparte capacidad para entender la naturaleza de este testimonio positivo? Si la respuesta es afirmativa,
entonces debemos decir que el testimonio positivo siempre presente del Espíritu consiste en la forma poderosa y
comprobatoria en la que el Espíritu se une a la Palabra, a fin de traerla con fuerza a nuestras mentes y a nuestros
corazones con una convicción que sea irresistible.
En otras palabras, el sello del Espíritu es parte de la categoría del testimonio, estrictamente hablando.
Entendido así, es obvia la razón por la que no sólo es apropiado, sino hasta necesario, darle a esta doctrina el
nombre de ―testimonio interno‖ del Espíritu.
1) 1ª TESALONICENSES 1:5-6
Esta actividad del Espíritu no es inherente a la Palabra, pues el texto refiere que ―…nuestro evangelio no
llegó a vosotros en palabra solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre…‖
No obstante, produce una fe segura, pues en 1Ts.2:13 dice, ―cuando recibisteis la Palabra de Dios que oísteis
de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la Palabra de Dios, la cual
actúa en vosotros los creyentes‖. O sea, se trata de un testimonio del Espíritu Santo que sella la evidencia, de
modo que produzca en nosotros la convicción irresistible de que lo que la Palabra dice es la verdad.
Esto significa que la obra del Espíritu de la que estamos hablando es un testimonio positivo, además de
paralelo y correlativo con la evidencia que la Biblia en forma inherente da de su origen y carácter divinos.
Este testimonio paralelo es uno con –- y confirma –- el testimonio inherente en la Escritura. Nunca debe ser
confundido con el testimonio que en nuestra conciencia se da; más bien, es un testimonio a nuestra
conciencia, y es enteramente obra del Espíritu Santo.
Ya sea que entendamos el testimonio interno simplemente como iluminación, o bien como iluminación
más un suplemento positivo – que también es testimonio – en el sentido más estricto de la palabra, hay un
principio que creemos necesario enfatizar, y es: que el testimonio interno no nos suministra un nuevo
contenido de verdad. El contenido total de la verdad sobre el cual opera el testimonio interno, es el que está
en la Biblia. El testimonio del que estamos hablando consiste simplemente en el hecho de provocar la fe en
que la Palabra de Dios es de carácter divino y autoritativo, y nada más. No da base alguna para nuevas
revelaciones del Espíritu.
Cuando Pablo escribe a los tesalonicenses y dice, ―nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras
solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre…‖, está señalando con toda
claridad una distinción entre el contenido en sí del evangelio, y el poder que lo acompañó cuando les llegó, en
virtud del cual llegó con fuerza y produjo convicción en los corazones de los tesalonicenses.
2) 1ª CORINTIOS 2:4-5
De la misma manera, en 1Co.2:4-5 es evidente que tenemos que hacer distinción entre el contenido de la
palabra predicada por Pablo y la demostración del Espíritu y de poder que hizo que el mensaje de Pablo fuera
eficaz para crear la fe en los creyentes corintios: ―ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas
de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en
la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios‖.
35
3) 1ª JUAN 2:20-27
También aquí notamos esta misma diferencia entre la verdad que – según Juan – sus lectores ya sabían,
y la unción permanente del Espíritu que les permitió tener el entendimiento y discernimiento suficientes como para
cobrar mayor conciencia y hacer una más consecuente aplicación de la verdad ya recibida:
Pero vosotros tenéis la unción del Santo y conocéis todas las cosas; … lo que habéis oído desde el
principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre … Pero la unción
que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así
como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha
enseñado, permaneced en él.
CONCLUSIÓN
En todos estos casos, vemos que la función iluminadora y selladora del Espíritu es el complemento
requerido del testimonio inherente que la Biblia tiene de su propia inspiración plenaria. Las dos columnas de una
fe verdadera en la Biblia como Palabra de Dios escrita, son: el testimonio objetivo, y el testimonio interno.
El testimonio objetivo nos da un entendimiento de la Escritura, que luego sirve de base para la obra
selladora siempre activa del Espíritu de verdad. El testimonio interno asegura que el testimonio objetivo pueda
producir la respuesta apropiada en la conciencia humana. La función selladora del Espíritu tiene su demostración
y confirmación en ese testimonio del que está saturada la Escritura respecto de su propio origen y autoridad
divinos. El testimonio a la inspiración plenaria se confirma constantemente por medio de la obra interior del
Espíritu Santo, quien da testimonio por medio de, y con, la Palabra en los corazones de los que creen.
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SEGUNDA PARTE
DIOS: SU PERSONA
Conferencias dictadas por el Pbro. David Legters M. para LOGOI, International
Colombia, Octubre, 1998
TEMA 3
LA INCOMPRENSIBILIDAD DE DIOS
(DAVID LEGTERS M.)
―El bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, el único que tiene
inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede
ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén.‖ (Pablo: 1Tm.6:15-16)
INTRODUCCIÓN
Estamos aquí para pensar en lo impensable, para considerar lo que está posible sólo para aquellos que se someten a
la revelación de Dios. Para cualquier ser humano, su pensamiento más elevado y al mismo tiempo más profundo, ha de ser
de Dios. El hecho más portentoso que puede concebir el hombre en lo profundo de su corazón, es Dios. La palabra de
mayor peso que puede pronunciar la lengua humana es ―Dios‖.
Pero, ¿cómo es Dios? ¿Qué idea hemos de tener de Dios? ¿Podemos en verdad conocer lo que es más allá de
nuestro conocimiento? ¿Podemos hablar de algo que ni siquiera está en nuestro idioma?
Todo cristiano es un teólogo, pues el que cree en Dios ha de tener en su mente una imagen de cómo es ese Dios en
quien dice creer. El que invoca el nombre de Dios ha de tener en su alma una fe de que ese Dios corresponde a lo que
cree acerca de él, y en su vida ha de vivir de acuerdo a ese concepto de Dios que tiene. Sólo el necio dice en su corazón
―No hay Dios‖ (Sal.14:1 y 53:1), y procede a conducir su vida como si en verdad Dios no existiese. Por ello, es importante el
concepto de Dios, así en nuestro CREDO, como en nuestra CONDUCTA.
CONCLUSIONES:
39
Francisco Lacueva, Un Dios en tres personas, Ed. CLIE, pág. 44.
40
Ibid., pág. 46.
41
Ibid., pág. 47.
2) REVELACIÓN CON PROPÓSITO
Es tan importante la revelación que Dios hace de sí mismo, y ello por varias razones:
Primera, porque sólo a través del conocimiento de Dios podemos tener la vida eterna: ―Y esta es la vida eterna:
que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado‖ (Jn.17:3) Es el camino que Dios
ofrece para que el hombre pueda vivir plenamente como un auténtico ser humano.
La segunda razón de conocer a Dios, es porque así hemos de conocernos a nosotros mismos. Es por el
conocimiento de Dios que el hombre mide su propia valía y sus limitaciones. Implica tener humildad. No somos Dios,
ni nos parecemos a él. Él es santo, nosotros no lo somos. Es el bondad, nosotros no lo somos. Él es sabio, nosotros
somos necios. Él es poderoso, nosotros somos débiles. Él es Dios de amor y gracia, nosotros estamos plagados de
odio y de egoísmo. Por ello, cuando conocemos a Dios, haremos eco de lo dicho por Pedro, ―Apártate de mí, Señor,
porque soy hombre pecador‖. Pero a pesar de lo que nos hemos convertido, todavía somos criaturas de Dios, y él nos
41
ama. No existe dignidad más alta para un hombre o una mujer que la dignidad que Dios nos da.
La tercera razón para conocer a Dios, es porque nos brinda un conocimiento del mundo: lo bueno y lo malo que
hay en él; su pasado y su futuro; el propósito de la historia y el juicio final que pende sobre él. El mundo tiene una
relación especial con Dios, pues es el vehículo para los propósitos divinos. Es un lugar confuso hasta que conocemos
al Dios que lo creó, y aprendemos por qué lo creó.
La cuarta razón42, es porque es el único camino para la santidad personal. Conocer a Dios conduce a la santidad.
Es más, el verbo ―conocer‖--por lo menos en su sentido bíblico--implica amor, favor, elección y compromiso con (―A
vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra‖, Am.3:2). Por eso, para el ser humano, conocer a
Dios tal cual es, es amarlo como es, y desear ser como él es. Jeremías lo resume en la frase célebre:
―No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas.
Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme que yo soy YHWH, que hago
misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice YHWH‖ (9:23-24).
―Las cosas secretas pertenecen a YHWH nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos
para siempre para que cumplamos todas las palabras de esta ley‖ (Dt 29:29).
―Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo YHWH. Como son
más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que
vuestros pensamientos‖. (Is.55:8-9)
42
Las 4 razones aquí enumeradas son tomadas de James Boice, Los fundamentos de la fe cristiana, Ed. Unilit, pp. 21-23.
TEMA 4
LA NATURALEZA DE DIOS
(DAVID LEGTERS M.)
―Oye, Israel: YHWH nuestro Dios, YHWH uno es.‖ (Dt.6:4)
―Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con
todas tus fuerzas. Este es el primer mandamiento.‖ (Mar. 12:30)
Pregunta #5- ¿Hay más de un Dios? No hay sino uno solo, el Dios vivo y verdadero‖
(Catecismo Menor de Westminster)
INTRODUCCIÓN
¿Cuál será el mejor curso de estudio para una persona que es hijo(a) de Dios? ¿No será el propio Dios? Si bien es
cierto que existen otras áreas de estudio también válidas, la ciencia más elevada, el área que más abrirá nuestras mentes,
será el estudio de la naturaleza divina de Dios. El predicador bautista del siglo pasado, Carlos Spurgeon, así lo sintió:
El sabio Salomón, mientras todavía preservaba su sabiduría, y bajo la inspiración divina, declaró: ―El temor de YHWH
es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia‖ (Prv.9:10). Aprendamos, pues a temer a YHWH,
es decir, a amar al Señor nuestro Dios, como lo dijera Jesús, inclusive con nuestra mente.
1. DIOS ES UN ESPÍRITU
―Dios es espíritu‖ (mejor traducido como ―Dios es un espíritu‖) fue la declaración hecha por mismo nuestro bendito y amado
Salvador (Juan 4:24), y ningún creyente verdadero puede poner en duda las palabras de Jesús. Muchos hombres no
pueden creer que Dios exista, tan sólo porque no lo ven. Podemos ver todo lo que es material; mejor dicho, algo de lo que
es material, pues aún en el mundo material existe muchísimo que no es posible ver a la simple vista; pero lo espiritual no
puede verse con los ojos materiales. No podemos ver a Dios porque es un espíritu; pero él existe, ha existido y existirá
para siempre. Él es el único que en todo tiempo puede decir: YO SOY (Ex.3:14). Esto es lo mismo que decir que él es el
único que existe por sí mismo; todo lo demás que existe en los cielos como en la tierra, es obra de su infinito poder.
Dios no es el único espíritu, pues también los ángeles que él creó, ―son todos espíritus ministradores, enviados para
servicio a favor de los que serán herederos de la salvación‖ (Heb.1:14). Por eso, no sería muy correcto decir ―Dios es
espíritu‖, pues así no estaríamos haciendo distinción entre Dios y los demás seres espirituales que existen. Tampoco
evitaríamos fácilmente la idea panteísta, que enseña que todo espíritu es parte de Dios, o una manifestación de la divinidad.
Pero cuando decimos, ―Dios es un espíritu, queremos con ello distinguirlo de otros seres espirituales.
43
Citado por James Boice, Los fundamentos de la fe cristiana, Ed. Unilit, pp. 24-25.
Ahora bien, ¿qué es ―un espíritu‖? Pablo dijo, ―Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el
espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios‖ (1Co.2:11).
El pensar y comprender son actividades del espíritu humano. Y el espíritu humano es comparable a Dios, en virtud de
que el hombre fue creado a imagen de Dios. El espíritu del hombre es la parte no material de su ser; no puede verse,
palparse o medirse. Podríamos decir que el espíritu de una persona es algo así como los pensamientos de esa persona.
Pero aún así, hay que confesar que no hemos contestado perfectamente la pregunta. Es más, nos vemos precisados a
confesar que es difícil dar una definición exacta a la pregunta ¿Qué es un espíritu? Existe un elemento de misterio en el
asunto que no podemos superar. Ahora bien, lo importante de esto es, que al decir que Dios es un espíritu, estamos
negando que tenga substancia material alguna. Por ello, es importante insistir sobre la invisibilidad de Dios.
Dios no es como el hombre que es cuerpo. Dios no tiene cuerpo. Es IN-visible. En toda la historia, no hay persona
humana que haya visto a Dios con sus ojos físicos: ―A Dios nadie le vio jamás...Nadie ha visto jamás a Dios‖ (Jn.1:18 y
1Jn.4:12). Esto explica la importancia de observar el 2° mandamiento: ―No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo
que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás;
43
porque yo soy YHWH tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos, hasta la tercera y cuarta
generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.‖
(Ex.20:4-6) El pecado en el que cayeron los israelitas, recién salidos de Egipto, cuando Aarón hizo el becerro de oro, no fue
el quebrantar el primer mandamiento, ―no tendrás dioses ajenos delante de mí‖, sino el segundo, que era la prohibición de
hacer imagen o semejanza de Dios. Cuando presentó Aarón el becerro al pueblo, proclamó: ―Israel: estos son tus dioses,
que te sacaron de la tierra de Egipto‖. Levantó luego un altar y pregonó así: ―Mañana será fiesta para YHWH‖. (Ex.32:4-5)
¡Cuánta arrogancia la del hombre pensar que puede adorar a Dios a su manera! Dios es celoso, y desea ser adorado
en espíritu y en verdad. Y a la vez, ¡cuánta ingenuidad la del hombre pensar que puede representar con una imagen al
Dios Santísimo, aquel que habita en luz inaccesible! Por más bella que sea la imagen, jamás podrá representar la plenitud
de la majestad de Dios. Al contrario, es un insulto a Dios: oscurece su gloria, limita sus atributos, desvía la adoración. Sólo
uno que ignora la voluntad de Dios, o bien no le teme, podría intentar semejante abominación. Mas es la historia del
hombre, y por ello la insistencia sobre la espiritualidad de Dios, y la espiritualidad de nuestro culto a Dios. No sacrificios, ni
ofrendas, sino un corazón humillado, quiere Dios. No rezos, ni besos, ni pesos quiere Dios, sino un corazón confiado y
confiante. No lo exterior ha de mirar Dios; lo interior del corazón sincero, arrepentido, agradecido y amante es lo que mira.
―Dios es un espíritu, y los que le adoran en espíritu y en ver-dad es necesario que adoren‖. Isaías, hablando en nombre de
Dios, preguntó: ―¿A qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen le compondréis?‖ El mismo contestó su pregunta:
―Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas‖ (Is.40:18,26).
Entonces la única manera que tenemos para poder ver a Dios, es la indirecta. Sólo a través de su ―reflejo‖ que ha
dejado en las cosas que ha creado. Es como la función de un espejo, cuando José se quiere peinar. Hay dos cosas ciertas:
a) Se ven dos cuerpos (el de José y el de su imagen), que son completamente diferentes, el uno vivo y verdadero, el otro no
b) Se ven como exactamente iguales, pues la imagen en el espejo es fiel a José hasta el último detalle.
Algo así sucede cuando comparamos a Dios con el hombre, que es creado a la imagen de Dios. Vemos las mismas
dos cosas: Primero que Dios es completamente diferente al hombre. Segundo, que al mismo tiempo, el hombre es hecho en
la exacta imagen de Dios.
El cuadro arriba ilustra esta verdad, y está basado en los términos del Catecismo citado al inicio del estudio, pregunta
#4: Las 3 líneas horizontales representan 3 atributos ―incomunicables‖ de Dios: su infinidad, su eternidad y su inmutabilidad.
Las 6 columnas verticales representan sendos atributos ―comunicables‖, de los que también participa el hombre como ser
creado a la imagen de Dios, los cuales serían: la sabiduría, el poder, la santidad, la bondad, la justicia y la verdad.
44
2. DIOS ES INDEPENDIENTE44
En la gráfica de la página anterior, el círculo inferior representa al hombre creado a la imagen de Dios, y se aprecia una
línea vertical que lo une con un círculo más grande, superior a él. No se aprecia ninguna línea más que lo una con algo
más arriba de él. Con esto se quiere indicar que Dios no depende de nadie ni de nada, a diferencia del hombre (y de todo
el universo creado) que sí depende(n) de Dios.
Al decir que Dios es independiente, damos a entender que él es auto-existente y autosuficiente. ―En el principio creó
Dios los cielos y la tierra‖ (Gn.1:1). ―Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último‖ (Ap.22:13).
Cuando Dios llama a Moisés de la zarza ardiente, éste le hace la observación, ―Si ellos (los israelitas) me preguntaren:
¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?‖ La respuesta de Dios: ―YO SOY EL QUE SOY‖ (Ex.3:13-14). Díles: ―YO SOY
me envió a vosotros‖. Con este nombre Dios está señalando lo que él es en sí mismo. En particular, nos está mostrando
que es un ser completamente auto-existente, auto-suficiente y eterno.
Si yo dijera de mí mismo, ―Yo soy lo que soy‖, para ser fiel a mi realidad tendría que añadir la frase, ―Por la gracia de
Dios, soy lo que soy‖. No es así con Dios. Los atributos de los renglones horizontales de la gráfica anterior, sólo Dios los
posee. Sólo él existe en sí mismo y de sí mismo; no así nosotros. Sólo él es completamente auto-suficiente; nosotros no lo
somos. Sólo él es eterno, nosotros acabamos de entrar en escena.
44
Mucho de esta sección está tomado de James Boice, op. cit., pp. 99ss.
a) DIOS NO NECESITA ADORADORES.
Que los busca, sí: ―porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren‖ (Jn.4:23); pero no los necesita.
―Dios no tiene nada que ganar de nosotros‖.45 Si nos creó, fue porque quiso. ―El hace todas las cosas según el
designio de su voluntad,...según el puro afecto de su voluntad‖.(Ef.1:11,5) Él es como es, independientemente de
toda otra cosa. ―Creer en él, no agrega nada a su perfección; dudar de él, no le quita nada‖.46
En suma, Dios es el único verdaderamente autosuficiente. Por ello, la necesidad imperiosa de confiar más en él.
Quien no está dispuesto a confiar en Dios, es porque piensa que hay alguna otra persona o cosa más digna de confianza
(Por ejemplo, ¿en uno mismo?) Por supuesto, esto no es otra cosa que una calumnia en contra del carácter de Dios, y una
necedad. Nada ni nadie es todo-suficiente. Sólo porque Dios es totalmente autosuficiente es que podemos descansar en
esa suficiencia y trabajar efectivamente por él. Dios no necesita de nosotros para nada. Pero el gozo de llegar a conocerle
radica en que, con todo, él se inclina para trabajar en, y por intermedio de, sus hijos fieles y obedientes.
4. DIOS ES SOBERANO
De acuerdo a la Biblia, Dios es trascendente como inmanente. Su trascendencia estriba sencillamente del hecho de
que es radicalmente diferente a nosotros. Él es el Creador, nosotros sus criaturas. Él es absoluto, no así nosotros. Incluso
su personalidad es diferente a la nuestra, porque la suya es original, la nuestra es adquirida, derivada.
La inmanencia de Dios estriba del hecho de que se involucra constantemente en todas las áreas de su creación.
Por cuanto él es absoluto, luego él controla todas las cosas, él interpreta todas las cosas, y él evalúa y juzga todas las
cosas. Por cuanto es omnipotente, ejerce su poder en todo lugar. Tan es así, que nadie puede escapar de él, de modo que
es omnipresente.
4.1. EN SU PUEBLO
Dios, como persona que es, constantemente busca tener conversaciones, estar en comunión, y vivir con su pueblo.
Habló con Adán en el huerto del Edén, y cuando cayeron nuestros primeros padres en pecado, siguió Dios visitando al
ser humano, haciendo pactos con él y adoptando como suyo a familias enteras (como las de Noé, de Abraham, de
Israel). En varios puntos de la historia Dios (de alguna manera misteriosa que no menoscaba en nada su
omnipresencia general) ha puesto su presencia dentro del tiempo y del espacio, para morar en ciertos lugares
particulares, como por ejemplo, en la zarza ardiente, en el monte Sinaí, en el tabernáculo, en el templo, en la persona
de Jesús, y en la iglesia como templo del Espíritu Santo.
4.2. EN LA HISTORIA
Dios es el Gran Orquestador de, y el Actor Principal en, la historia humana. En última instancia, es con él que
tendremos que ver. Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, la más grande pregunta al que se tiene que enfrentar el ser
humano es, ¿cómo responderemos a Dios y a su mundo? Lo mismo sucede hoy en día: detrás de todos los retos y las
dificultades de la vida, el reto final es: ¿honramos a Dios y obedecimos su Palabra, o no?
La soberanía de Dios es el atributo por el cual gobierna sobre toda la creación. Para poder ser soberano, por
supuesto debe conocer todas las cosas, porque si hubiese un insignificante elemento del universo fuera de su atención,
no tendría control sobre él. Y para ser soberano, también debe ser completamente libre, como hemos dicho arriba. Es
difícil para el hombre entender este tipo de libertad, porque en nuestra experiencia humana toda libertad es imperfecta
y relativa. No existe la libertad absoluta. Incluso ser libre como un pájaro, realmente no es ser libre. No puede el ave ir
al fondo del mar, ni resistir los embates del ciclón. Pero Dios sí es libre. Nada ni nadie le puede detener. Es capaz de
hacer lo que quiere en todo lugar, y en todo momento. Tiene autoridad universal.
51
Ver Sal. 42:2; 36:9; Hech. 14:15; 17:28; y 2ª Cor. 3:3.
El altivo Nabucodonosor, arrepentido ya y restaurado a su trono, lo testificó así:
―Bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo
dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades.
Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace
según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra,
y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?‖
Hay muchas interrogantes con este concepto, que no nos permite el tiempo tocar, tales como la presencia activa del
mal en el mundo, o la idea de la responsabilidad humana. Estas se verán en otro momento.
Por ahora, les quiero dejar 3 textos que nos permiten confiar en este Dios soberano:
47
2Tm.1:12, ―Yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso
para guardar mi depósito para aquel día.‖
Ef.3:20, ―Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho
más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder
que actúa en nosotros ‖
―Seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso‖ (2Co.6:18)
―Dios siempre fue Padre, y se había revelado como Padre,
pero ahora, en Cristo Jesús, nos da el derecho de dirigirnos a él como nuestro Padre‖ (Nyenhuis, El Fanal, T.1)
―Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra‖ (Credo de los Apóstoles)
―Creemos en un solo Dios Padre omnipotente, creador de todas las cosas, de las visibles y de las invisibles‖ (Credo Niceno)
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INTRODUCCIÓN
El empeño máximo del hombre es el de hablar de Dios. No hay actividad más significativa e imposible que el ser humano
pudiera ambicionar hacer. Es su deseo más ardiente, su afán más alto y su esfuerzo más noble. Es una actividad que no
puede evitar, y que no se atreve a hacer. Para hablar de Dios, se tendría que decir lo que no se puede entender, y describir
lo que no se presta a nuestras percepciones. Lo único que podemos hacer, es repe-tir lo que Dios dice de sí mismo, y
saber que es la verdad. Nos dio sus nombres, que estudiaremos en otro momento durante este congreso. Por ellos
tenemos los primeros indicios de conocimiento de él. Pero cuando tenemos que hablar de su naturaleza, nuestras palabras
son insuficientes.52
Ahora bien, Dios se ha revelado como Dios trino. El único Dios que existe, el Dios vivo y verdadero, es un Dios trino.
Si el Dios en el que dices creer no es trino, es un Dios falso, un ídolo inventado, una imagen mental mentirosa. La Biblia
enseña un Dios trino, y de él hemos de hablar en estas pláticas aquí juntos. Como dije antes, nuestras palabras son
insuficientes. Estamos hablando de algo que no tenemos idea. Tenemos que afirmar que Dios es trino, y no tenemos la
menor idea sobre lo que es eso. No es parte de nuestra experiencia humana. Sólo Dios es trino. No existe en todo el
universo creado otra trinidad. Por eso balbuceamos, por eso luchamos por entender. Es un misterio. Y de no ser que así se
nos haya revelado Dios en las páginas de las Sagradas Escrituras, no lo creeríamos.
Normalmente, cuando se enseña teología, se empieza con la idea de la trinidad, para luego especificar las 3 personas
de la Trinidad, en especial las personas del Hijo y del Espíritu Santo. En este congreso lo haremos al revés: primero
hablaremos de cada una de las personas por separado, para luego terminar con lo que normalmente se empieza, el
concepto de la Trinidad en sí. No es mala idea, porque en cierto sentido esta es la forma en la que Dios se ha revelado:
primero como Padre, luego como Hijo, y después como Espíritu Santo. Al hablar de las 3 personas, recordemos siempre
que son personas de la Trinidad. No las estudiamos en forma aislada, como si fueran 3 dioses que luego se juntaron. Son,
siempre lo han sido y siempre lo serán, personas de la Trinidad. Bien, empecemos hablando del Padre.
1. EL NOMBRE
52
Gerald Nyenhuis, Lo que creemos los cristianos, Publ. El Faro, México, estudios de “El Fanal”, T. 1, Lecc. 7, p. 47.
1.2. EL SIGNIFICADO DE ESTE NOMBRE (“PADRE”).
El nombre que más establece una relación, es el nombre ―Pater‖, Padre. Lleva en sí, como una inferencia inmediata, la
idea de ―hijo‖. Para el ser humano, llegamos a ser padres cuando antes no lo éramos. En mi caso, tengo el privilegio de
ser padre, y lo soy desde cierta fecha, 12 de Nov de 1967. Antes no lo era. Era yo hijo, esposo, yerno, pero no padre.
Tenía yo vida y existencia, así como personalidad, pero no era padre. Esa relación no la tuve hasta no haber procreado un
hijo. Pero con Dios no es así. El nombre de Padre indica una relación que él guarda desde la eternidad. Él es eterno, y
eternamente ha sido, es, y será: PADRE. Es una relación eterna.
El nombre implica generación u origen. Nuevamente decimos, es una relación eterna. No hubo ningún momento en la
historia o en la eternidad cuando el Padre no era Padre, y desde ese momento en adelante ya era Padre. Siempre ha sido, hoy
es, y siempre será: PADRE.
En cuanto a las personas de la Trinidad (como veremos al momento de pensar en las otras personas, las del Hijo y del
Espíritu Santo), es una relación eterna, una generación eterna, un ―proceder de‖ eterno. Esto para nosotros es un sin
49
sentido. No muy lo entendemos; más bien, es un total misterio. De no ser algo enseñado por la revelación divina, y por
ende fidedigno, no lo creeríamos. Como dijera Agustín, ―creo para entender‖, es algo que acepto por la fe. Aunque también
la razón me indica que hay otra razón—-la de Dios—-superior a la mía. Y aun cuando yo no entienda cabalmente a Dios,
por cuanto no soy Dios; ni pueda yo comprender su modo de existir o de su naturaleza, por ser ellos tan diferentes a la
experiencia mía y a la existencia mía; con todo, puedo y debo confiar en su revelación, para así entender lo que él quiere
que yo entienda. Lo demás, todo aquello que se extiende más allá de mi capacidad de comprensión, mi razón lo acepta,
porque tengo la fe y la certeza de que hay una razón más allá de la mía que lo explica todo.
Una cosa más en cuanto al nombre ―Pater‖: este es un nombre que hace énfasis sobre algunas cualidades, en
particular las de su compasión, su cuidado, su misericordia, su amor, su ternura, su afecto, su cariño, su provisión, su
protección, su familia, su disciplina, su perdón, etc., etc. Estas cualidades y estos conceptos fueron conocidos ya en el
Antiguo Testamento, pero es en el Nuevo Testamento que más se ponen en relieve. Los Salmos sobre todo, están llenos
de muchos atributos paternales de Dios.
Pero es la revelación del amor de Dios en Cristo Jesús la que hace que la paternidad divina sea, con todos sus atributos
y consecuencias, una experiencia viva del cristiano. El nombre ―Padre‖ y el uso correcto que de él hagamos, es lo que
permite que la relación implícita en este nombre sea nuestro vivir y nuestra perpetua esperanza.
2. LAS RELACIONES
• Nm.16:22, ―Ellos se postraron sobre sus rostros, y dijeron: Dios, Dios de los espíritus de toda carne...‖
• Mt.7:11, ―Si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro
Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?‖
• Lc.3:38, ―Hijo de Enós,...de Set, hijo de Adán, hijo de Dios.‖
• Jn.4:21 ―Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén
adoraréis al Padre.‖
• Hch.17:28, ―Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios
poetas también han dicho: ...linaje suyo somos.‖
• 1Co.8:6, ―Para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre del cual proceden todas las cosas, y
nosotros somos para él...‖
• Ef. 3:14-15, ―Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien
toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra.‖
• Heb.12:9, ―Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los
venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?‖
Dios Padre, la primera persona de la Trinidad, es el creador de todo, y el que sostiene todas las cosas. Cuando Dios hizo
el universo, hizo algo que no era Dios. Ni tú ni yo somos Dios. Tampoco las luminarias del cielo por más bellas que parezcan
(y dicho sea de paso, han sido adoradas como divinas por algunos).
Pero no son Dios; son cosas creadas. Dependen de Dios en todo. Pero Dios es Dios, es el no creado, el auto-
independiente y auto-suficiente, que no depende de nada ni de nadie. Es el Padre de todo.
El universo delata lo que Dios es. De hecho, habla en voz alta y con claridad de lo que Dios es en 4 áreas distintas:53
a) El universo habla de la existencia misma. El universo está ahí, la existencia está ahí, Dios está ahí.
b) El universo tiene orden; no es un caos. Hay una ley que gobierna todo, y Dios está por encima de esa ley; él la
creó. Por ello, decimos que Dios es un Dios ―razonable‖.
c) El universo habla además del carácter de Dios: es un Dios bueno. Creó un universo que es todo bueno. Testifica
de aquel que lo dio por fiat.
d) El universo habla de Dios como persona. Creó Dios al hombre a su propia imagen, lo que declara algo acerca de
50
sí mismo que no se ve en parte alguna del universo. En medio del universo hay algo personal: el hombre. Esto da
evidencia de la personalidad del gran creador de todo. El Dios trino y uno, que desde la eternidad se comunica y
se ama, creó algo que refleja (aun cuando en forma limitada) su persona, su comunicación, su amor.
Entonces Dios puede decirnos, ―¿Quieres conocer algo de cómo soy? Mira a la creación como yo la hice‖.
El universo no es, como algunos dicen, una extensión de la esencia de Dios, pero todas sus partes hablan de él.
• Dt.32:6, ¿Así pagáis a YHWH, pueblo loco e ignorante? - ¿No es él tu padre que te creó?‖
• Sal.103:13-14, ―Como el padre se compadece de los hijos, se compadece YHWH de los que le
temen, porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo.‖
• Is.63:16, ―Pero tú eres nuestro padre, si bien Abraham nos ignora e Israel no nos conoce; tú, oh
YHWH, eres nuestro padre; nuestro Redentor perpetuo es tu nombre.‖
• Is.64:8, ―Ahora, pues, YHWH, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos
formaste...obra de tus manos somos todos nosotros.‖
• Jr.3:19, ―Yo preguntaba: ¿Cómo os pondré por hijos, y os daré la tierra deseable, la rica heredad
de las naciones? Y dije: Me llamaréis: Padre mío, y no os apartaréis de en pos de mí.‖
• Jr.31:9, ―Irán con lloro, mas con misericordia los haré volver y los haré andar junto a arroyos de
aguas, por camino derecho en el cual no tropezarán; porque soy a Israel por padre, y -Efraín es
mi primogénito.‖
• Mal.1:6, ―El hijo honra al padre y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre ¿dónde está mi
honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice YHWH de los ejércitos a vosotros, oh
sacerdotes, que menospreciáis mi nombre...‖
• Mal.2:10―¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? ¿Por qué,
pues, nos portamos deslealmente el uno contra el otro, profanando el pacto de nuestros padres?‖
• Rm.9:4,―Son israelitas de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley,
el culto y las promesas.‖
Es Dios Padre, la primera persona de la Trinidad, la persona que ha llamado un pueblo para sí, y ello con un
propósito específico. Recordemos que los profetas con frecuencia advertían al pueblo, que si eran el pueblo de Dios, lo
eran no por ellos mismos, sino por la gracia de Dios, por el nombre de Dios. Por ejemplo, ―Ahora, así dice YHWH,
Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú‖
(Is.43:1). Dios creó, Dios formó a su pueblo. Lo hizo con la palabra de su poder. Comenzó con Adán y Eva, dándoles
promesas de un descendiente victorioso. Habló a Noé, a Abraham, a David. El propósito que Dios tenía para este
pueblo, como lo comunicara a Abram, era: ―Y serán benditas en ti todas las familias de la tierra‖ (Gn.12:3b).
53
Tomadas de Francis Schaeffer, “La creación, la existencia y el carácter de Dios” en El Dios que adoramos, Ed. Unilit, pp. 111-112.
¿El propósito de Dios era el de hacer de la familia de Abraham una nación grande? ¡No! El propósito era--y sigue
siendo--que a través de la descendencia de Abraham llegara bendición y salvación para todas las naciones del mundo.
El que Dios se haya propuesto hacer algo por el mundo, y que haya usado a Abraham y a su descendencia para
lograrlo, en virtud de todo ello se dice de Dios que es: ―Padre de Israel‖.
• Mt.11:25-27 ―Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra porque escondiste estas cosas de
los entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó. Todas las cosas
me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce
alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.‖
• Lc.22:29, ―Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí.‖
• Jn.2:16, ―Dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi
Padre casa de mercado.‖
• Jn.5:17, ―Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.‖
• Jn.20:17, ―Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas vé a mis
hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.‖
Un texto importante es Juan 5:18, ―Los judíos aún más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de
reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios.‖ O sea, el nombre ―Padre‖ no
indica primordialmente una relación entre Dios e Israel, o entre Dios y los creyentes, sino es primero para indicar la
relación entre la primera persona y la segunda persona de la divinidad: relación de Padre e Hijo.
Si leyéramos Jn.14:6-13 y 17:25-26, veríamos que Dios es esencial y primordialmente Padre del Hijo. El Padre ama al
Hijo, y este amor procede y fluye del Padre, viene a través del Hijo, hacia los demás.54
Dicha relación Padre-Hijo no tuvo origen en el tiempo, sino es desde la eternidad, como hemos dicho: (Juan 1:14;
8:38; 17:5,24), ¡―Me has amado desde antes de la fundación del mundo‖! Por eso, a Dios se le llama en un sentido
especial, ―el Padre de nuestro Señor Jesucristo‖ (Rm.15: 6; 1Co.15:24; 2Co.1:3; Gál.1:1; Ef.1:3, ―Bendito sea el Dios y
Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo‖;
et multi alii).
3. LA PRIMACÍA55
La Biblia enseña que es el Padre, como primera persona de la divinidad, quien tiene primacía en el orden económico
de la Trinidad. Tanto en el A.T. como en el N.T., el Padre ocupa el primer lugar. Es primero en el orden de existencia:
―Como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo‖ (Jn.5:26); y en virtud de ello,
52
él es ―el Padre, del cual proceden todas las cosas‖, esto en referencia a la obra de creación así como a la de redención.
La lista a continuación indica cómo la Biblia asigna, atribuye y le da a Dios Padre la primacía, en:
• Su decreto, su determinación de hacer estas obras (la creación y la redención), ver Hch.4:28 y Ef.1:11.
• Su beneplácito, ver Mt.11:26 y Ef.1:9.
• Su iniciativa, ver Sal. 33:6 y Jn.3:16.
• Su autoridad y poder, ver Mt.6:13; Rm.1:20 y Ef.1:19.
• Su justicia y rectitud, ver Gn.18:25; Dt.32:4; Juan 17:25; Rm.3:26; y 2Tm.4:8.
• Su bondad, sabiduría, inmortalidad y luz inaccesible, ver Mt.19:17; Rm.16:27 y 1Tm.6:16.
Por ende, a él se le llama ―Dios‖ en un sentido especial y prioritario: Él es Elohim, YHWH Elohim, El Elyon, El
Shaddai, y ―el único Dios verdadero‖ (Jn.17:3). De él se habla cuando se dice: ―sólo hay un Dios, el Padre...y un Señor
Jesucristo‖ (1Co.8:6), y ―hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres...‖ (1Tm. 2:5). El mismo Jesús lo
llama, no sólo su Padre, sino su Dios. Mediten el impacto de los versos a continuación:
• ―Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?‖ (Mt.27:46).
• ―Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios‖ (Jn.20:17).
• ―Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo...‖ (Heb.1:9).
• ―He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad‖ (Heb.10:7,9).
• Ver también Heb.2:17 y 5:1.
Inclusive a Jesús se le llama el Cristo de Dios, como en Lc.9:20 (por Pedro). Ap.12:10 habla de ―...el reino de nuestro
Dios, y la autoridad de su Cristo‖. Y Pablo dice, ―...todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios‖ (1Co.3:22b-23).
Valiéndose de toda esta información bíblica los arrianos (tanto los antiguos como los modernos) han llegado a la conclusión--
sin fundamentación justa--de que sólo el Padre es Dios, y el Hijo y el Espíritu Santo no son divinos en su esencia, aunque sí
relacionados por similitud. Sintonicen en este mismo lugar las siguientes pláticas que tratarán más este asunto. Por ahora,
baste decir que en ningún lugar de la Biblia se afirma que sólo el Padre es Dios. Lo que sí afirma, es que el Padre es el
único verdadero Dios. Pero esto, lo afirma no en contraposición al Hijo o al Espíritu Santo, sino en contraposición de los
dioses de los paganos. En cuanto a la Trinidad, hay una sola esencia divina, un solo Dios. Y dentro de su divinidad, el
Padre ocupa un lugar de prioridad y mantiene una relación eterna con las otras personas. Y la mejor palabra humana para
describirla es, precisamente, PADRE.
CONCLUSIÓN
En resumen, Dios Padre: DECRETA la salvación; DIRIGE la historia (y ella cumple la voluntad del Padre) y ES
DESIGNADO Padre por Jesucristo (―mi Padre y vuestro Padre‖).
Ontológicamente, el Padre es totalmente Dios. Económicamente, tiene ciertas actividades específicas: la creación, la
providencia, el Padre de Israel, de los creyentes y del Señor Jesucristo. Del Padre son: el bene-plácito, la presciencia, la
elección, el poder, el amor, la misericordia, el reino y la luz inaccesible.
A él sea la gloria por los siglos. Amén.
54
Ver Jn. 5:19-29; 10:17; 17:24,26
55
Pensamientos tomados de Herman Bavinck, The Doctrine of God, (“La doctrina de Dios), Ed. Eerdmans, pp. 266ss.
TEMA 6
DIOS HIJO
(DAVID LEGTERS M.)
―Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.‖ (Fil. 2:11)
―Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad‖ (Col. 2:9)
―Aparte de Cristo, no sabemos ni lo que es nuestra vida, ni lo que es la muerte, ni lo que es Dios,
ni lo que somos nosotros mismos.‖ (Blas Pascal, Pensamientos)
―Y vosotros, ¿quién decís que soy?‖ (Mr.8:29)
―Que nadie diga: ―Acepto que Jesús era un gran moralista‖, pero no que fuera Dios.
Una persona que fuera meramente humana y dijera las cosas que Jesús dijo, 53
no sería un gran maestro de moral, sino que sería, o bien un loco, o el diablo en persona.‖ (C.S. Lewis)
―Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo sino para que el mundo sea salvo por él.‖ (Jn.3:17)
INTRODUCCION
¿Qué haremos con Jesús? ¿Es Jesús ―la respuesta‖ para el mal que hay en el mundo? ¿Es Jesús ―la única
esperanza‖ para nuestro continente sufriente? ¿Es ―Jesús‖ el nuevo nombre de Dios, que se manifiesta como Padre, Hijo y
Espíritu Santo? ¿Es Jesús el hombre por excelencia, mas no Dios? ¿Es Jesús un demiurgo, un dios creado, el Creador de
todo, mas no el Padre?
A través de la historia de la iglesia, se ha luchado con la figura de Jesús. ¿Quién realmente fue? ¡Cuántas ideas han
surgido, que hoy confunden a la iglesia! En cada generación ha estado latente el deseo de presentar a Jesús de una
manera que satisfaga a esa generación. Un pastor alemán, Bonhoeffer, encarcelado durante la 2ª Guerra Mundial por
oponerse al nazismo, desde la cárcel se preguntó, ¿quién es Cristo verdaderamente para nosotros hoy?
El teólogo alemán Helmut Thielicke comentó sobre las tantas veces que la figura de Jesús había sido ―horriblemente
mutilado‖, a fin de satisfacer el gusto de cada época. Es como si Cristo haya sufrido repetidas crucifixiones, decía, que
haya sido golpeado y desfigurado por los tantos sistemas filosóficos y religiosos de la historia.
Veamos algunos de estos intentos históricos de reinterpretar a Jesús:
falsos
1. CONCEPTOS ESPURIOS DE JESÚS:56
1.1. Primero aparece el concepto del Jesús Asceta. No muy diferente a Juan el Bautista, vestido de piel de camello,
descalzo, renunciando a los deleites de la mesa bien servida. Sería difícil reconciliar este concepto con la crítica que
sus mismos contemporáneos le hicieran, ―He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino...‖ (Mt.11:19).
1.2. Luego está el Pálido Galileo. El hijo del emperador Constantino, Juliano ―el apóstata‖, quiso reinstalar en Roma el
culto a los dioses paganos. En su lecho de muerte exclamó, ―¡Has vencido, Galileo!‖ Un poeta recogió la frase y
la popularizó en un verso que incluyó la letra: ―Has vencido, oh pálido Galileo; el mundo se ha tornado gris con tu
hálito‖. Y mucho del arte medieval refleja esta impresión: un Cristo con aureola, tez descolorida, ojos alzados al
cielo, pies que apenas si alcanzan tocar el piso; en fin, un Cristo débil, sin color de vida, sufriente, derrotado.
1.3. La iglesia oriental, en contraste, dibujó un Jesús Cósmico. Ante el avance de los bárbaros, surgió la figura de un
Jesús ―pantokrator‖, el Creador y Gobernador del universo. Pero tan arriba estaba su lugar, que hasta parecía
desconectado con el mundo real, y con su propia humanidad.
1.4. En los siglos después de la reforma, ss. 17 y 18, los deístas pregonaron un Jesús Maestro de la Moral, todo
humano, y nada divino. Tomás Jefferson en los Estados Unidos escribió libros negando los milagros, y
explicando que Jesús fue un magnífico guía para la ética humana.
1.5. Ya en el siglo XX hay más versiones espurias. Está, por ejemplo, Jesús el Payaso de la obra teatral Godspell: que
pasa el tiempo cantando y bailando. Capta el gozo de Jesús, pero no su misión. Del mismo orden fue la película
Jesucristo Superestrella, que en el Getsemaní quedó dudando sobre quién al fin era: ―Antes estuve muy inspirado;
ahora sólo estoy triste y cansado‖.
56
Ver el libro de John Stott, El cristiano contemporáneo, “Introducción”.
1.6. No faltó quien inventara a Jesús el Empresario. Éste era un hombre bronceado por el sol, musculoso, activo,
sociable, que dominó los secretos del éxito en los negocios. Si desde los 12 años ya decía: ―En los negocios de
mi Padre me es necesario estar‖.
1.7. Está también Jesús el Economista, de George Bernard Shaw, y una 2ª versión como Jesús el Capitalista,
promotor de la propiedad privada.
1.8. Jesús el Socialista no podía faltar. Un líder sindical en los EE.UU dijo: ―Creo en Jesús, pues estoy convencido de
que fue un socialista‖
1.9. Jesús el Revolucionario es muy popular en nuestra América Latina como una especie de Ché Guevara del Siglo I,
con todo y barba negra y ojos que destellan energía. Su acción más remembrada fue la de volcar las mesas de
los cambistas en el templo. Este Jesús apoyó la lucha entre las clases, luchó en contra de los ricos y los
influyentes, y se identificó con las masas oprimidas. Quiso hacer una distribución equitativa el dinero. 54
1.10. Y Jesús el Mago, es ahora un concepto que cobra vigor. Pinta a Jesús como un experto en los símbolos y
secretos de la magia egipcia. Los cristianos primitivos (se dice) destruyeron documentos antiguos que dicen que
Jesús estudió en Egipto la magia, luego vino a Palestina y se hizo famoso con los actos portentosos con los que
impresionó a la gente.
2. JESÚS ES EL SEÑOR
El credo más corto de la iglesia es el más antiguo: ―Jesús es el Señor‖, en el griego 2 palabras: Kýrios Iesoús.
Los que lo afirmaban eran recibidos en profesión de fe y bautizados, pues "si confesares con tu boca que Jesús es el Señor,
y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo" (Rom 10:9). Hay un pasaje en particular que
presenta el significado profundo de este pequeño credo: Fil.2:9-11. Estos versos son el clímax de lo que probablemente
fue un himno a Cristo, cantado por la iglesia primitiva, y que Pablo aquí cita. Quiero enfatizar 3 conceptos en particular que
se desprenden del himno, himno con imprimátur apostólico:
2.1. PABLO SE REFIRIÓ A JESÚS CON UN TÍTULO DE DIOS: KÝRIOS, “SEÑOR”
A veces servía la palabra como un simple título de cortesía, como cuando la Magdalena creyó que Jesús era el
hortelano. Pero los discípulos comúnmente llamaron con este título a Jesús. Es muy significativo, pues desde el año
200 a.C., estudiosos judíos habían traducido el A.T. del hebreo al griego (la versión Septuaginta).
Hubo tanta reverencia por el nombre sagrado de Yahvé (YHWH), que ni lo querían pronunciar. Sustituyeron en su
lugar la frase ho kýrios, ―el Señor‖. Por eso nunca leemos ―YHWH‖ en el N.T., aun cuando se esté citando un pasaje
del A.T. que usa ese nombre. En su lugar invariablemente está ―el Señor‖. En círculos judíos, éste era el término
griego para hablar de Yahvé, el Creador del universo.
Es muy significativo que los discípulos, conociendo este uso del término ho kýrios, todavía así no tuvieron ningún
escrúpulo para aplicarlo a Jesús. En su medio, era igual a decir: ―Jesús es YHWH‖, o sea, ―Jesús es Dios‖.
2.2. PABLO APLICÓ A JESÚS UN TEXTO DE DIOS: ISAÍAS 45:2
―Por mí mismo hice juramento, de mi boca salió palabra en justicia, y no será revocada: Que a mí se doblará toda
rodilla, y jurará toda lengua.‖ Audaz es Pablo (o el compositor del himno citado) al tomar este texto de Isaías y aplicarlo
a Jesús. El homenaje en referencia se debía dar a YHWH: sería un homenaje universal (―toda rodilla‖).
Semejante aplicación se da al texto de Joel 2:32, ―Y todo aquel que invocare el nombre de YHWH será salvo‖.
En este caso, Pedro en el día de Pentecostés lo traduce como ―Señor‖, y luego lo aplica a Jesús: ―bautícese cada
uno...en el nombre de Jesucristo. y recibiréis el don del Espíritu Santo‖ (Hch.2:21,38).
2.3. PABLO EXIGIÓ PARA JESÚS UNA ADORACIÓN A DIOS
Como quiera que se interprete lo de la confesión de la lengua al Señor, es indiscutible que el doblar la rodilla es
indicación de culto. En el N.T. regularmente se dirigían plegarias a Jesús, como en el caso de Pablo que oró a ambos:
al Dios Padre y al Señor Jesucristo.
Por ejemplo, ―Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo‖ (1Ts.1:1b); y, ―el mismo
Dios y Padre nuestro, y nuestro Señor Jesucristo, dirijan nuestro camino a vosotros‖ (3:11). Hablando del Primogénito en
el mundo, el autor a la carta a los Hebreos dice, ―Adórenle todos los ángeles de Dios‖ (1:6).
Es evidente que la iglesia primitiva practicó la Cristolatría (adoración de Cristo) antes de desarrollar su Cristología
(la doctrina de Cristo). Pero si Jesús no fuera Dios, estarían practicando la idolatría. Dicho sea de paso, éste fue uno de
los argumentos que Atanasio usó en el s. IV para rebatir a los arrianos, que negaban la plena divinidad a Jesús.
De modo que los autores del N.T. nunca cuestionaron la validez de lo que para los judíos tradicionales era una
afirmación osada, atrevida e incluso blasfema: que Jesús es Dios. Cuando fue cuestionada la doctrina de la
justificación sólo por la gracia, sin las obras de la ley, Pablo la defendió vigorosamente. Pero nunca aparece que
defendiera la doctrina del señorío divino de Jesús, la doctrina de que solamente hay un Señor, y es Jesús el Cristo.
No la tuvo que defender, puesto que nadie la cuestionaba. O sea, ya a pocos años de la muerte y resurrección de
Jesús, la doctrina de que Jesús era Dios ya formaba parte integral de la fe y de la iglesia del N.T., y fue una doctrina
que nunca se cuestionó.
3. JESÚS ES DIOS
Así como los pasajes arriba citados, hay muchos más. Veamos algunos:
Para pensar correctamente al respecto, es preciso tomar todos los datos que nos ofrece la Biblia, pues ella contiene lo
que Dios ha querido revelarnos acerca de sí mismo. En otra plática hablaremos más específica-mente sobre la Trinidad.
Por ahora, basta decir que Jesús es Dios Hijo, la 2ª persona de la Deidad, mismo Dios como es el Padre. El Padre ha dado
juicio al Hijo, ―para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió‖
(Jn.5:22-23).
6. JESÚS ES EL SALVADOR
Jesús no sólo es el Señor, no sólo es divino, es también el Salvador. El cristianismo en esencia una religión de rescate;
se dedica a anunciar las buenas nuevas de salvación. ¡Qué grandes bendiciones nos ofrece Dios! Pues la salvación, en
una palabra, es libertad, o liberación en 2 sentidos: ser libres de, y ser libres para. Libres de la pena de muerte por nuestros
pecados, libres de la culpa y de una conciencia acusadora, libres para entrar a una nueva relación con Dios, reconciliados,
perdonados, adoptados como hijos. Libres de la esclavitud del poder del pecado, libres para tener nuevos propósitos en la
vida; libres de las cadenas del egoísmo, libres para servir desinteresadamente a Dios y al prójimo. Y un día pronto,
seremos libres de la vanidad de la carne, el dolor y la muerte, y libres para entrar a un nuevo mundo bienaventurado de
inmortalidad, belleza y gozo in-decibles. La salvación consiste en todo esto, y mucho más.
Fue para asegurarnos estos beneficios salvíficos que Jesús vino al mundo, murió en la cruz y resucitó de la tumba. No
fue nuestra la iniciativa, sino de él: ―Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido‖ (Lc.19:10).
Jesús se comparó a un pastor que deja su rebaño por ir en pos de la oveja descarriada. No piensa en abandonarla,
esperando que la oveja halle el camino al redil; no, sino que arriesga su vida para irla a buscar (Lc.15:1-7).
Es más, el Buen Pastor, su vida dio por las ovejas (Jn.10:11,15). Dios estaba en Cristo, identificándose con el hombre
pecador, tomando nuestro lugar, asumiendo nuestra culpa, pagando nuestra pena, y muriendo nuestra muerte, para que
fuéramos perdonados y pudiéramos recibir nueva vida en él.
Luego resucitó de la tumba, rompiendo así el poder de la muerte y asegurándonos la permanencia de su obra de
salvación. De principio a fin, es todo por gracia. Sin merecer nada de esto ninguno de nosotros, que él lo quiera hacer, es
incomprensible. Por eso cantamos, ―¡Maravillosa gracia!‖
―Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús mi
Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo‖ (Fil 3:8).
Y Pedro habla también de esta relación íntima, y no sólo para él, sino también para los lectores de su epístola:
―Ustedes lo aman a pesar de no haberlo visto; y aunque no lo ven ahora, creen en él y se alegran con un gozo
indecible y glorioso, pues están obteniendo la finalidad de su fe, la salvación del alma‖ (1ª Ped 1:8, NVI).
57
Salmos 19:14; 23:1; 27:1; 62:2; 63:1; 91:2.
TEMA 7
DIOS ESPÍRITU SANTO
(DAVID LEGTERS M.)
―Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor,
sino que habéis recibido es espíritu de adopción.‖ (Rom. 8:14-15)
―Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad,
el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.‖ (Jn. 15:26)
―Delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios.‖ (Apoc. 4:5)
―Evangelismo sería una tarea imposible, sin el Espíritu Santo, el Dios Evangelista.‖ (David Wells) 59
INTRODUCCIÓN:
Las controversias en las iglesias sobre el E.S. La falta de poder en las iglesias – y en nuestra vida – por no tener la llenura
del Espíritu Santo.
¿Sufres de Sequedad, Amargura, Negligencia, Testarudez y Orgullo, en lugar de ser Sabio, Alegre, Noble, Trabajador
y Obediente. ¿Cuánto quieres en verdad ser lleno del E.S.? El E.S. es el regalo de Dios para el poder en la vida cristiana.
Pero ¿cómo entender al E.S.? El pasaje (narrarlo de nuevo) nos muestra por lo menos 5 características del Espíritu de
Dios: Y vamos a deletrear la palabra S-A-N-T-O, porque así es el E.S.
Sorprende: Le gusta sorprender a sus hijos. Hace cosas que no nos imaginaríamos. A veces rompe con las
tradiciones, los ―reglamentos‖. Eldad, Medad (los 2 israelitas mexicanos que llegaron tarde a la cita) estaban aún
en el campamento, camino al templo. No era lo usual, lo esperado, pero allí los tomó el E.S., para sorpresa de
todo mundo.
2 lecciones:
• El E.S. apunta siempre a Cristo, no llama la atención a sí mismo;
• El E.S. hace que demos testimonio. La señal de una iglesia llena del E.S. es que testificará de Cristo.
Hch.1:15 y 2:1,4, Los 120 fueron llenos del E.S. y dieron testimonio
Hch.1:8, ―Recibiréis poder. y me seréis testigos.
Joel 2:28-29; Ahora (en la iglesia) se ve cumplida esta profecía
Nm.11:29, Ahora se cumple el deseo de Moisés: ―Ojalá todo el pueblo ..... fuese profeta, y que YHWH pusiera su
espíritu sobre ellos‖.
Todos, deben dar testimonio, en todo el mundo, con toda autoridad, y en todo tiempo. Dar testimonio es decir lo
que ha hecho Dios contigo.
CONCLUSIÓN:
Desde que recibimos al E.S. y fuimos bautizados con él (por Cristo), tenemos el Esp, y debemos andar en el Esp, pues de
lo contrario no seríamos de Cristo (Gal.5:13-25); más bautismos, no; más llenura, sí (Ef 5:18).
¿Cuánto quieres ser lleno del E.S.?
Decisión: A orar todos los días: ―Señor, lléname de tu Santo Espíritu por el día de hoy. Quita de mi vida todo lo que pueda
estorbar, y lléname de tu influencia, tu gracia, tu poder, tu amor. ¡Lléname de tu Espíritu! ....‖
2. SUPLEMENTO TEOLÓGICO
Para demasiados cristianos el E.S. es el Gran Desconocido, la Santa Incógnita, el Totalmente Escondido.
¿Qué podemos entender de él?
2.1.2. SANTO
―Santo‖, porque la santidad es un ―atributo‖ de la esencia divina igualmente compartida con el Padre y con el
Hijo. Se le llama ―Santo‖, no porque la 3ª persona de la Trinidad tuviera esta cualidad más que las otras personas,
sino porque él es el Autor de la santidad a través del universo entero. Si al Padre se le llama Creador, como
Padre; y al Hijo se le llama Logos, o Revelador, como Hijo; al Espíritu se le llama Santificador, o Vivificador, como
Espíritu Santo que es.
• Que habla (Hch.1:16; 8:29; 10:19; y 13:2); • Que quiere y decide (1Co.12:11);
• Que enseña (Jn.14:26); • Que intercede (Rm.8:26-27); y
• Que testifica (Jn.15:26); • Que puede ser entristecido (Ef.4:30)
• Que escudriña (1Co.2:10);
Toda esta lista es de cosas que caracterizan a seres personales. Una simple ―fuerza‖ no hablaría, ni escudriñaría, ni
decidiría, ni se entristecería, por ejemplo, una persona, sí; un ente impersonal, no.
En Hch.8:9-24 tenemos el caso de Simón el mago, que se dice haber creído en Cristo y era salvo, pero cayó en el error
de creer que el E.S. se podía comprar, y ofreció a los apóstoles dinero para que ellos le dieran ―ese poder‖ (v.19). Pedro
respondió, ―Tu dinero perezca contigo...‖ El E.S. es, pues, una persona, no una fuerza. Si él está en nosotros, lo está todo, 62
no la mitad, ni las ¾ partes.
En el N.T. se nos muestra al E.S. como miembro de la Trinidad, semejante en todo sentido al Padre y al Hijo, y, sin
embargo, algo distinto a ellos. No significa de ningún modo, que haya 3 dioses; son 3 personas. Sin embargo, de una forma
que trasciende y escapa a nuestro entendimiento, estas 3 personas son también una sola esencia.
―Llamamiento eficaz es la obra del Espíritu de Dios, por la cual, convenciéndonos de nuestro pecado y de nuestra
miseria, ilustrando nuestras mentes con el conocimiento de Cristo y renovando nuestras voluntades, nos persuade a
abrazar a Cristo, que nos ha sido ofrecido gratuitamente en el Evangelio, y nos pone en capacidad de hacerlo.
2Ts.2:13; Hch.2:27; 26:18; Ez.36:26-27; Fil.2:13; Jn.6:37,44-45.
58
Tomado de James M. Boice, Los fundamentos de la fe cristiana, Ed. Unilit, pp. 383-394
TEMA 8
LA SANTÍSIMA TRINIDAD
(DAVID LEGTERS M.)
―Y si la distinción de Padre, Hijo y Espíritu Santo que se da en Dios, porque es difícil de entender,
atormenta y causa escrúpulos a algunos más de lo conveniente, acuérdense de que si nuestro
entendimiento se deja llevar de la curiosidad, se mete en un laberinto; y aunque no comprendan ese
alto misterio, consientan en ser guiados por la Sagrada Escritura. (Juan Calvino, Instituciones, I:XIII:21)
―Ninguna es antes de otra persona, ninguna después; ninguna es más, ninguna menos que otra; sino
que todas las tres personas son co-eternas y conjuntamente iguales.‖ (Credo Atanasiano)
―La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo 64
sean con todos vosotros. –Amén.‖ (2Co.13:14)
―Gloria demos al Padre, al Hijo y al Santo Espíritu;
Como eran al principio, son hoy y habrán de ser, Eternamente, Amén‖ (Doxología ―Gloria Patri‖)
INTRODUCCIÓN
Meditar sobre las 3 personas de la Deidad es como caminar con el pensamiento por el Huerto del Edén, y pisar tierra
santa. Nuestro mejor y más sincero esfuerzo de comprender el misterio incomprensible de la Trinidad siempre será en
vano, y sólo la reverencia más profunda lo salvará de caer en la presunción.59
Pero Dios quiere que le conozcamos, pues por ellos se nos revela. Y Jeremías responde con fe y humildad: ―Alábese
en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy YHWH...‖ (9:24). Pero el que querremos--y
podamos--conocerle no elimina la dificultad de la empresa, ni qué decir de tratar de explicarla. Dios sigue siendo Dios, y el
hombre sigue siendo hombre. ¿Cómo hablar de la experiencia divina, en palabras que describen la experiencia humana?
Sería imposible, excepto por una cosa: Dios en su gracia se ha ―rebajado‖ para hablarnos en nuestra experiencia humana:
en carne humana (el Verbo encarnado) y en vocabulario humano (la Palabra escrita). En base a ello procedemos, no sin
temor y temblor, pero sí con piedad, reverencia y asombro.
Les Thompson cuenta así una experiencia que tuvo en el Ecuador:60
―Allí, en una iglesia rural, conocí a un pobre ciego con quien entablé amistad. Me preguntó cómo había llegado, ¿a pie
o en burro o a caballo? Al decirle ―por avión‖, me metí en un problema complejo, ya que tal aparato era totalmente
ajeno a su conocimiento (apenas si sabía lo que era un auto). ¿Cómo hablar de un aparato gigantesco cargado de
gente que volaba como un pájaro, cuando nunca siquiera había visto un ave?‖
1. SU DEFINICIÓN
Por ello, la necesidad de definir lo que se quiere decir, para no crear imágenes mentales imprecisas o de plano erróneas.
Pensemos, pues:
1.1. “TRINIDAD”
La palabra ―Trinidad‖, sabemos, no aparece en la Biblia. Es un término inventado por un teólogo de habla latina,
Tertuliano, cerca del año 220 d.C. Se deriva ya sea de tres-unus, o trinus, o del griego triás, una unidad que es 3, y 3 que
son uno (no triplícitas).
Teófilo, obispo de Antioquía de Siria (168-183), fue el que primero usó el término griego triás.
El papa Leo el Grande (390-461) explicó la Trinidad de esta manera: ―Un Dios sin división en una trinidad de
personas, y tres personas inconfundibles en una unidad de esencia.‖61 Tertuliano lo definió así: ―La Trinidad de
Personas es una disposición en Dios o un orden que no cambia nada en la unidad de la esencia.‖62
Los Padres de Westminster63 (c. 1650) respondieron así a la pregunta: ¿Cuántas personas hay en la Divinidad?
―Hay 3 personas en la Divinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; y estas 3 personas son un solo Dios, las mismas
en sustancia, iguales en poder y en gloria. Mt.3:16-17; 28:19; 2Cor.13:14; 1Jn.1; 5:18; Hch.5:3-4; Heb.1:3.‖
59
A.W. Tozer, The Knowledge of the Holy (“El conocimiento de lo santo”), Ed. Harper, p. 25.
60
Les Thompson, Más que maravilloso, libro en preparación, cap. 10 “Dios en grandiosa Trinidad”, introducción.
61
Ibid.
62
Tertuliano, Contra Praxeas, caps. 2,3; citado en Calvino, Instituciones, I:xiii:6.
63
Catecismo Menor, preg. #6.
1.2. “PERSONA”
Quizá éste sea el término que cause mayor dificultad. En nuestra experiencia humana, la persona es un alguien,
no un algo. O sea, es un ser que razona, tiene conocimiento, sentimiento y voluntad. Pero también, una persona es
una, no 2, ni mucho menos 3. De modo que 3 no pueden ser uno, por lo menos no tratándose de personas. Y ¿cómo
será en la experiencia de Dios? Si hay más de un ―ente‖, ¿cómo llamarlos?
En la época cuando la iglesia aún hablaba en su mayoría el griego (s. I y II de la era cristiana), se usó el término
ousía, que tampoco tiene una traducción precisa en español. Es como un ―ente‖, y mayormente se tradujo como
―esencia‖. Por ello, la discusión del Concilio de Nicea (325 d.C.), sobre si Jesús era homooúsios (una esencia) con el
Padre, o si sólo era homoioúsios (de esencia similar). Lidereados por personas de sólida convicción bíblica, como el
obispo Alejandro de Cartago y su diácono (a la sazón) Atanasio, el Concilio se pronunció por la 1ª posición, y rechazó
la opción de Arrio y los semi-arrianos que se pronunciaron por la 2ª.
Otro término que se ha manejado es ―hipóstasis‖, voz griega que significa ―sustancia‖. Éste sí aparece en el N.T. 5
veces: 4 veces se traduce ―confianza‖ (pues la etimología proviene de ―estar parado debajo de algo‖), en 2Co.9:4;
65
11:17; Heb.3:14 y 11:1. Pero en Heb.1:3, sí se traduce hipóstasis como sustancia: ―...la imagen misma de su
sustancia‖.
Un término más que se ha usado es ―subsistencia‖, que sirve para señalar una cosa en distinción a otra, a una
persona en distinción a otra. Cuando se aplica a la Trinidad, señala el modo de existencia que es particular a cada una
de las personas divinas y la distingue de las demás.
Calvino dio esta definición de ―persona‖: ―Así, pues, por ―persona‖ entiendo una subsistencia en la esencia de Dios,
la cual, comparada con las otras, se distingue por una propiedad incomunicable.‖64
2. SU DIFICULTAD
Estamos ahora frente a lo que se llama el misterio de la Santísima Trinidad, porque es difícil para la humana
inteligencia entender cómo Dios siendo UNO, puede sin embargo, existir en TRES diferentes personas. Sólo la gracia de
Dios impartida al corazón del creyente sincero, es capaz de llevarlo al convencimiento de esta gran verdad que vemos en la
Santa Biblia y que nos sirve para entender mejor el precioso Plan de la Salvación.65
Me gusta cómo expresa el Dr. Nyenhuis la dificultad:
―Cuando tenemos que hablar de su naturaleza [la de Dios], nuestras palabras son
insuficientes. Tenemos que afirmar que Dios es Trino, una Trinidad, y no tenemos la menor
idea sobre lo que es eso. Quienes niegan la doctrina ¿tendrán razón cuando dicen que no
es racional? No es que sea irracional, sino que es supra-racional.Y el ser humano, que es
solamente racional (y a veces apenas lo es), ¿cómo va a entender lo supra-racional?‖66
No cabe duda que el Dios Trino no es de invención humana, pues el ser humano no haría un Dios tan ajeno a su
entendimiento, y tan lejano de su comprensión. El ser humano no experimenta ninguna analogía y no encuentra ninguna
ilustración de la Trinidad, ni cabe en su imaginación. Solamente puede aceptar la auto-revelación de Dios y decir como
respuesta: ―Así es Dios: tres y uno‖.
Además, el lenguaje humano no es suficiente para expresar verdades que son a la vez, tan altas y profundas.
Por ejemplo, cuando se habla de Dios, ¿qué quiere decir ―esencia‖, o ―sustancia‖, o ―persona‖, etc.? Y si no sabemos el
significado de los términos cuando decimos que la Trinidad es una sola sustancia (o esencia) y 3 personas, ¿qué es lo que
hemos dicho?
El problema es, después de todo, nuestro orgullo intelectual: no que-remos aceptar lo que no cabe dentro de nuestro
muy reducido entendimiento. Queremos ser nosotros mismos, la norma y pauta de la verdad, aun tratándose de la verdad
de Dios. El ser humano quiere ser la medida de todo, aun de Dios. No quiere aceptar por Dios lo que él mismo no pueda
entender y explicar, y que no esté sujeto a los alcances de su razón.67
Con toda su profundidad, la doctrina de la Trinidad es sencilla, aun-que no la podemos entender bien ni explicarla.
La verdad es que hay solamente un Dios. Somos monoteístas de la índole más estricta. Sin embargo, afirmamos con la
Biblia que el Padre es Dios, el Hijo es Dios, y el Espíritu Santo es Dios. Los tres son igualmente Dios, pero hay solamente
un Dios.68
64
Juan Calvino, Ibid.
65
Ezequiel Lango, Catecismo Menor explicado, Publ. El Faro, pp. 22-23.
66
Gerald Nyenhuis, El Fanal, Lo que creemos los cristianos, T. 1, Publ. El Faro, p. 47.
67
Los 3 párrafos anteriores han sido tomados casi textualmente de: Nyenhuis, Ibid., p. 48.
68
Este párrafo es de Nyenhuis, El Dios que adoramos, Ed. Unilit, pág.82.
3. SU DESCRIPCIÓN
Los primeros indicios de la Trinidad se hallan ya en las primeras páginas de las Escrituras, donde se emplea el nombre
Elohim (Dios, pero voz plural en el hebreo) con el verbo en singular. Si bien se puede decir que el plural en el hebreo a
veces indica una intensificación por la majestad de Dios, de cualquier forma también se emplean verbos en plural, cuando
Dios está hablando consigo mismo diciendo, ―hagamos, vamos, confundamos‖ etc, y el pronombre posesivo ―nuestro(a)‖.
Luego la constante insistencia en las Escrituras de que Dios es UNO (―Oye, Israel: YHWH nuestro Dios, YHWH uno es‖,
Dt.6:4), y que no tolera a ningún otro dios. Es preciso por ello notar que la Biblia, en su totalidad, insiste en que Dios es
Uno. No cabe duda: hay solamente un Dios. Pero esto solo Dios es plural.
Es conveniente apreciar que la voz ―uno‖ en Dt.6:4, en hebreo es ―echad‖, que significa no uno aislado, sino uno en
unidad. Nunca en la Biblia hebrea se usa esta palabra para indicar una entidad singular y aislada. Se usa para hablar de
un racimo de uvas, por ejemplo, o para decirnos que los individuos de Israel respondieron como un pueblo, o inclusive para
hablar de la unión sexual en la que Adán y Eva se hicieron una sola carne.
66
Otras indicaciones en el A.T. de una distinción dentro de la Deidad:
• Gn.19:24, ―YHWH hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de YHWH desde los
cielos‖
• Sal.110:1, ―YHWH dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra. ‖
• Os.1:6-7, ―Le dijo Dios ... de la casa de Judá tendré misericordia y los salvaré por YHWH su Dios.‖
• Is.61:1, ―El Espíritu de YHWH el Señor está sobre mí, porque me ungió YHWH ... ‖
• Is.63:9-12, ―En toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de su faz los salvó; en su amor y en su
clemencia los redimió. Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su santo espíritu, y él mismo peleó contra
ellos. Pero se acordó de los días antiguos diciendo. ... ¿Dónde está el que les hizo subir del mar con el pastor de
su rebaño? ¿Dónde el que puso en medio de él su santo espíritu, el que los guió por la diestra de Moisés con el
brazo de su gloria. ?‖
• Hg.2:5-6, ―Según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, así mi Espíritu estará en medio de
vosotros, no temáis. Porque así dice YHWH de los ejércitos.... ‖
Pero es el N.T. donde se desarrolla plenamente la doctrina de la Trinidad, ampliando los conceptos ya prefigurados en
el A.T. Como dijera San Agustín, ―El N.T. en el A.T está latente; y el A.T en el N.T está patente‖. Pareciera que ―Dios
esperó hasta encarnarse en el Hijo para darnos esa revelación (enseñanza clara y asumida en todo el N.T.).
Vemos a un Dios en 3 personas en el bautismo de Jesús (la voz del Padre, el Espíritu que desciende como una
paloma, y el Hijo que es bautizado). En las explicaciones que da a los discípulos, después del Aposento Alto, Jesús
claramente habla del Padre y del Espíritu Santo; y también en la conocida fórmula bautismal. Comparen los pasajes
siguientes. Mt.3:16-17; Rm.8:9; 1Co.12:3-6; 2Co.13:14; Ef.4:4-6 1Pd.1:2; Jd.20-21 y Ap.1:4-5.
4. SU DISTINCIÓN
Aquí tenemos que meditar un tanto sobre la distinción de propiedades de las varias ―personas‖ de la Divinidad.
¿En qué se distinguen? Si vamos a afirmar que son de una sola esencia, iguales en poder y gloria, ¿en qué se diferencian,
si acaso en algo? Si Dios es persona (como hemos venido afirmando), tiene un sentido de existencia que se expresa en:
conocimiento, sentimientos y voluntad. Pero si tenemos 3 personas o subsistencias dentro de Dios, cada una también
tendrá: conocimiento, sentimientos y voluntad. Ahora bien, en el caso de Dios, el conocimiento, los sentimientos y la
voluntad de cada persona divina (Padre, Hijo y el E.S.) son idénticos.
Habiendo dicho esto, por los nombres que Dios nos ha revelado, sabemos que existen dentro de la Deidad relaciones,
relaciones que no podemos cabal-mente entender, pero al fin y al cabo, relaciones en un sentido muy divino.
Por eso el orden bíblico invariablemente es: 1° Padre, 2° Hijo, 3° Espíritu Santo. Estas 3 personas están relacionadas
entre sí de un modo que implica algunas diferencias.
Así es como se nos dice que fue el Padre (y no el E.S.) quien envió al Hijo al mundo (Mr.9:37; Mt.10:40; Gal.4:4); y se nos
dice que el Padre y el Hijo enviaron al Espíritu (Jn.14:26; 15:26 y 16:7).
También en las operaciones ad extra (fuera de la Trinidad), los varios miembros de la Trinidad obran en forma conjunta.
Comúnmente se adjudica la obra de creación al Padre, la de redención al Hijo, y la de santificación al E.S. En cuanto al
Plan de Salvación, se dice que el Padre lo decreta, el Hijo lo ejecuta, el E.S. lo aplica. Hay mucho de verdad en todo esto.
Sin embargo, sería mejor decir que cada miembro de la Trinidad coopera en cada una de estas obras.
Por ejemplo, demos un breve repaso a estas obras de la trinidad:
• No sólo el Padre creó el universo, sino también el Hijo (Jn1:3 y Col.1:16); y el E.S. se dice
(por Job 33:4), ―el E. de Dios me hizo‖.
• En la encarnación, las 3 personas colaboraron en unidad: el Hijo fue enviado por el Padre y
hecho carne por intervención del E.S.
• El ministerio de Jesús fue llevado a cabo en el poder del Espíritu y bajo la autoridad,
dirección y aprobación del Padre.
• Las 3 personas intervinieron en la expiación, como dice Heb.9:14 “Cristo, el cual mediante
el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios”
• La resurrección es atribuida al Padre (Hch.2:32), al Hijo (Jn.10:17-18) y al E.S. (Rm.1:4).
• La salvación que gozamos de la misma manera se atribuye a los 3: ―elegidos según la
presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la
sangre de Jesucristo‖ (1Pd.1:2). 67
• El creyente goza asimismo de la presencia de Dios en su vida: el Padre está en el corazón
del creyente; el Hijo está también, y el Espíritu por lo consiguiente (2Jn.2; Col.1:27; Gal.4:6).
• ¡Por eso bautizamos en el nombre del Padre, del Hijo y del E.S.!
Con todo, cada persona tiene su función particular, específica, su ―propiedad‖. El Padre, por ejemplo, es el que envía
al Hijo al mundo, no el E.S. Es la voluntad del Padre la que quiere siempre hacer el Hijo, no la del E.S. Y por su parte, el
E.S. glorifica al Hijo, mientras que el Hijo hace lo propio con el Padre. Calvino lo explicó así:
―Cada una de estas 3 subsistencias, comparada con las otras, se distingue de ellas con una
distinción de propiedad. ...Al hacer mención de Dios, y sin determinar nada especial, lo mismo
conviene al Hijo, y al Espíritu Santo que al Padre; pero cuando se compara al Padre con el Hijo,
cada uno se diferencia del otro por su propiedad. Todo lo que es propio de cada uno de ellos es
algo que no se puede comunicar a los demás; pues nada de lo que se atribuye al Padre como
nota específica suya puede pertenecer al Hijo, ni serle atribuido.69
A través de la historia se ha pensado de muchas maneras de ilustrar que Dios es uno, pero existe en 3 personas.
Yo no le doy mucho crédito a ninguna analogía humana o terrenal, pues más que aclarar, confunden y hasta engañan.
Prefiero ni hablar de ellas.
5. SU DICHA
La doctrina de la Trinidad, aun cuando misteriosa y profunda, más allá del alcance de la razón humana, es de sumo valor
para el creyente. Además, ―es indispensable para la armonía y unidad de otras doctrinas mayores en el sistema cristiano‖.70
Podemos mencionar como botón de muestra, 3 áreas del pensar teológico que son vitalmente afectadas por esta doctrina:
69
Juan Calvino, Ibid.
70
J. Oliver Buswell, Teología sistemática, Ed. Logoi, p. 107; citado en el apéndice del libro de Nyenhuis, El Dios que adoramos, “El valor de la doctrina
de la Trinidad”, p. 101. De hecho, toda esta sección está tomada de este apéndice.
71
Calvino, op. cit., I:XIV
5.2. LA EXPIACIÓN POR CRISTO EN LA CRUZ.
La doctrina de la Trinidad, asimismo, es la única manera por la que se puede concebir la ejecución de la expiación
por nuestros pecados. Si Dios es ―infinito, eterno e inmutable en su ser, sabiduría, poder, santidad, bondad, justicia y
verdad‖ (como vimos en el estudio sobre la naturaleza de Dios), y de no haber Trinidad: ¿Cómo pensar en la
encarnación, y que fue clavado en una cruz mientras la gente lo burlaba, que literalmente llevó nuestros pecados en su
cuerpo, murió y fue al lugar de los muertos mientras su cuerpo permaneció en la tumba, que resucitó con su cuerpo de
resurrección, ascendió al cielo para recibir ―un reino‖ y volverá para establecer su reino sempiterno? Sería imposible
pensar y cuadrar todo esto, excepto en los términos de un Dios trino y uno.
Juan 3:16, por ejemplo ―Porque de tal manera amó Dios [Padre] al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito [la 2ª
persona de la divinidad], para que todo aquel que en él cree [por medio de la convicción del E.S.] no se pierda, mas
tenga vida eterna.‖ ¿Puede salvarnos cualquier tipo de Dios? ¡No, solamente el Dios de la Biblia, el Dios trino y uno:
Padre, Hijo y Espíritu Santo, puede salvarnos!
68
5.3. LA COMUNIÓN DEL CREYENTE CON DIOS.
La doctrina de la Trinidad ilustra el significado de la comunión del cristiano con Dios: ―Mirad cuál amor nos ha dado
el Padre, para que seamos hijos de Dios‖ (1Jn.3:1). Porque Dios es Padre, Hijo y E.S., entendemos que él es un Dios
de amor y de comunión. Esto le da mayor relevancia a las palabras de Cristo, en el sentido de que Dios nos quiere
tomar para sí mismo, para ser su propiedad, para nosotros tener comunión con él, y él con nosotros, y para que
seamos miembros de su familia, la familia de la fe.
Pensar en esto nos debe dejar anonadados. ¡Qué maravilloso que el Dios de perfecciones infinitas, eternas e
inmutables, nos quiera a nosotros, seres creados y finitos cual somos! Pienso en el futuro .... ¿cómo será en la
eternidad contemplar las riquezas infinitas de su amor y su sabiduría? ¡Cuánto empiezo a anhelar el cielo! ¿Cómo
puede uno con tal herencia ser llevado por los desatinos y la locura de una vida mundana?
CONCLUSIÓN:
Para terminar este estudio, hay que volver a recordar que podemos decir cosas valederas respecto de la Trinidad,
porque están basadas en la revelación de Dios en su Palabra. No obstante, seguimos reconociendo que la Trinidad es un
asunto para nosotros insondable. Es inexplicable con la lógica y la razón humanas. Si lo creemos, es porque la evidencia
bíblica lo exige. Es una tan vasta doctrina, que nos humilla. Pero al mismo tiempo consideremos su importancia. Jesús dijo
que Dios busca adoradores que le adoren en espíritu y en verdad.
Lo hemos dicho antes: conocer a Dios es adorarle. Y si nuestra información, o nuestra imagen de Dios es la
equivocada, nuestra adoración ha de ser afectada, o incluso ser inválida, como el culto que se rinde a los ídolos y a los
dioses falsos. Casi todo defecto de culto surge de un correspondiente defecto en nuestra imagen de Dios. Por ejemplo,
algunos se enamoran tanto del E.S., y de su experiencia con el Espíritu, que la vista del Padre y del Hijo se pierde en la
neblina de las emociones. Otros se concentran tanto en la persona del Padre, que pierden de vista el amor del Hijo y el
gozo y poder que da el Espíritu.
Uno de los efectos que produce la doctrina de la Trinidad es precisamente que nos devuelve el punto de equilibrio.
Nunca nos permite elevar a una persona a expensas de otra, en virtud de que la plenitud de la deidad mora completa y
equitativamente en cada una de las 3 personas. Si mantenemos una actitud sana en cuanto a la Trinidad, nuestro culto
será vigoroso, vital, consistente, y lleno de poder. Si perdemos esta verdad, el culto cristiano se terminará. Mira el
―evangelio‖ de los mormones. No creen en un Dios (monoteísmo) y su evangelio es un sistema de obras para poder los
hombres llegar a ser dioses. Mira el ―evangelio‖ de los Testigos. Su evangelio resulta un mero apéndice, un mensaje
sobre cómo hemos de por siempre estar en el paraíso sobre la tierra. El arcángel Miguel es el Redentor, y el Espíritu sólo
una fuerza impersonal. Mira el ―evangelio‖ de las agrupaciones de ―sólo Jesús‖ tan obsesionadas con el legalismo, con las
cosas que son ―necesarias‖ hacer y las ―experiencias‖ que son ―necesarias‖ tener, para ser VERDADERAMENTE salvo.
Hermanos, ¡cuánto cuidado debemos tener en lo que creemos!
Yo amo la Trinidad. Honro y adoro al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo. Fui bautizado en ese nombre, y gozoso me
he entregado al servicio del Trino Dios. ¿Amas tú la Trinidad? ¿Podrás tú cantar conmigo? ...
Se cuenta de un teólogo anciano del siglo XVI llamado Alanus, que prometió a su congregación dar un sermón sobre
la Trinidad. Un día, meditando en el tema, salió a la orilla del mar. Allí se encontró con un niño que escarbaba un hoyo en
la arena. --¿Qué haces?—- preguntó el teólogo. --Estoy haciendo un hoyo grande, tan grande como para que quepa todo el
mar -- Alanus comenzó a reír, percatándose de que sus propios esfuerzos por comprender y explicar al trino Dios se
parecían al falaz intento del niño.
Por lo tanto, aunque esta doctrina es superior a la razón, no es contraria a ella – aun cuando requiere fe. Hay un dicho
que reza: ―Donde es demasiado hondo para andar, la fe puede nadar‖. 69
Leo el Grande72 (390-461 d.C.) explicó la Trinidad así: ―Un Dios sin división en una trinidad de personas, y tres
personas inconfundibles en una unidad de esencia‖. Buena definición, pero ¿cómo entenderla, y qué es lo que comprende?
Con esta breve frase Leo nos da a entender lo complicado de la paradoja, de modo que, para hacerla comprensible,
buscaremos la manera de ilustrarla.
Antes, les contaré una experiencia que tuve en el Ecuador. Allí en una iglesia rural, conocí a un pobre ciego con quien
entablé amistad. Me preguntó cómo había llegado, ¿a pie o a caballo? Al decirle que ―por avión‖ me metí en un problema
complejo, ya que tal aparato era totalmente ajeno a su conocimiento (apenas sabía lo que era un auto). ¿Cómo hablarle de
un aparato gigantesco cargado de gente que volaba como un pájaro, cuando nunca siquiera había visto un ave?
• Un pastel: Podemos dividirlo en tres partes iguales, de modo que cada una de ellas represente al Padre, al Hijo y
al Espíritu Santo. El problema es que el Padre no es una tercera parte de Dios, ni tampoco lo es el Hijo ni el
Espíritu Santo. Él es un Dios, sin división.
• El agua: Puede presentarse en sus tres estados: líquido, sólido o gaseoso, pero en uno solo a la vez; mientras que
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son personas independientes, aunque todos exacta-mente de la misma esencia
al mismo tiempo; un Dios en una unidad de esencia.
• El árbol: Es constituido por raíz, tallo y ramas. El tallo procede de la raíz, y las ramas del tallo y las raíces. Es una
trinidad, pero también nos deja cortos, ya que la raíz puede existir por un tiempo sin el tallo y sin los gajos, pero
Dios nunca existió sin el Hijo y sin el Espíritu Santo: Él es un Dios sin división en una trinidad de personas.
Como se ha dicho: Nuestras ilustraciones de la Trinidad podrán muy bien satisfacer parcialmente el entendimiento de los
hombres, pero nunca podrán explicar de manera precisa la naturaleza de Dios.
El Dr. Nathan Wood, que fuera presidente de Gordon Collage en Boston, E.U. reconoce varias ―trinidades‖ en la
naturaleza, que al menos nos ayudan a comprender la importancia del concepto trinitario.
1. Universo = espacio, tiempo y materia. Quite un solo elemento, y ya no hay ―universo‖. Los tres elementos
juntos forman el universo, y son igualmente esenciales.
2. Espacio = largo, ancho y alto. Elimina un elemento, y el ―espacio‖ deja de ser. Cada parte es de igual
importancia para que exista el espacio.
3. Tiempo = pasado, presente y futuro. Cada parte es de igual y esencial valor. (Luego de usar estas
ilustraciones, el Dr. Wood afirma la necesaria existencia de Dios en forma trinitaria, y la consecuente
interdependencia.)
4. Dios = Padre, Hijo y Espíritu Santo. Aquí se ve la particularidad de cada persona, y la indispensable
interdependencia en la Trinidad: ―El Padre no se ve excepto cuando se hace visible en el Hijo.
72
Es un error pensar que los grandes cristianos del pasado fueran „católicos‟, “apostólicos y romanos” (siguiendo el concepto moderno), y que por lo tanto
no deben ser ni leídos ni creídos. Antes del Concilio de Trento (1545-1563 d.C.) había una sola iglesia cristiana, surgida da la iglesia primitiva. Luegode
este concilio, la iglesia occidental se dividió en dos ramas: la protestante y la católica romana, ambas del mismo tronco
El Hijo es lo que vemos, oímos y conocemos73 [véanse 1Tm.1:15-19; Heb.1:1-3]. Siempre personifica al Padre, día
tras día, hora tras hora, momento tras momento [Jn.14:9]. Siempre revela al Padre que, de otra manera, sería
invisible [Jn.1:18]. El Padre lógicamente es primero, pero no es el aspecto cronológico. Porque el Hijo existe
desde que el Padre existe, estaba con el Padre en toda la eternidad pasada. El Espíritu a su vez procede del
Padre y del Hijo. Él no encarna al Hijo; más bien procede silenciosa, eternal e invisiblemente de él‖.
• Primero, el hombre necesita reconocer la existencia divina: porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto [a
toda la humanidad], pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se
hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas…
(Rm.1:19).
• Segundo, el hombre necesita saber que Dios es uno. Tanto en el A.T. como en el Nuevo, la enseñanza es clara.
Dt.6:4 afirma: Oye, Israel: YHWH nuestro Dios, YHWH uno es. Y Mr.12:29 declara: Jesús le respondió: El primer
mandamiento de todos es: Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. (Dt.4:35,39; 1Ry.8:60; Is.45:5-6;
Zc.14:9; Mr.12:29-32; Jn.17:3; 1Co.8:4-6; 1Tm.2:5.) La naturaleza divina no es dividida ni es divisible. A su vez,
la idea trinitaria, aunque no se expone abiertamente, fluye a través de todo el A.T. En Génesis vemos a Dios
como Creador, pero se nos presenta al ―Espíritu de Dios‖ moviéndose sobre la faz de las aguas. Al crear al
hombre, dice: Hagamos al hombre a nuestra imagen‖ usándose la forma plural al hablar de Dios. Otra vez en Gn.6
dice: No contenderá para siempre mi Espíritu con el hombre. El Sal.2 afirma que Dios tiene un Hijo: YHWH me ha
dicho: Tú eres mi Hijo; yo te engendré hoy (véanse Is.9:6; Mq.5:2; Nm.27:28; Sal.51:11; Is.40:13; 48:16)
• Tercero, el hombre necesita conocer los atributos y el carácter de Dios tal como lo revela la Biblia (especialmente
el A.T.). Vemos que Dios es justo y a la vez santo. Esto lo muestra en su trato con la humanidad, en toda su ley y
en todos sus juicios. Dios es hermoso en su carácter: ¡YHWH! YHWH! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para
la ira, y grande en misericordia y verdad (Ex.34:6).
• Cuarto, el hombre necesita saber la esencia, es decir, la composición de nuestro Dios. Él es un Dios: Padre, Hijo y
Espíritu Santo, ―tres personas inconfundibles en una unidad de esencia‖. Dios esperó hasta encarnarse en el Hijo
para darnos esa revelación (enseñanza clara y asumida en todo el N.T.).
Vemos a un Dios en tres personas en el bautismo de Jesús (la voz del Padre, el Espíritu que desciende como una
paloma, y el Hijo que es bautizado); en las explicaciones que da a los discípulos después del Aposento Alto, Jesús
claramente habla del Padre y del Espíritu Santo; y también la conocida fórmula bautismal (véanse también: Mt.3:16-
17; Rm.8:9; 1Co.12:3-6; 2Co.13:14; Ef.4:4-6; 1Pd.1:2; Jd.20-21; Ap.1:4-5).
Todo el N.T revela ―un Dios sin división en una trinidad de personas, y tres personas inconfundibles en una unidad de
esencia‖. Dicho de otra forma, cada persona posee la misma esencia, sin embargo, cada una es constituida como una
persona distinta y distinguida por características propias (más allá de nuestro entendimiento) que no son comunes a los
demás. Se distingue a las tres personas por la personalidad de cada uno, que exige que usemos los pronombres ―yo‖, ―tú y
él; también la concurrencia de los 3 en el consejo divino, en el amor del uno al otro y en las actividades particulares y
especiales de cada uno.
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San Agustín, en su libro La Trinidad, rechaza este tipo de conclusión, de que el Padre nunca se ha revelado, arguyendo que por ser indivisible, el Padre
(junto con el Hijo y el Espíritu Santo) necesariamente estaba presente en las „teofanías‟ (las representaciones de Dios) del Antiguo Testamento.
IMPORTANCIA DE ESTA DOCTRINA
Este gran misterio es importante por las siguientes razones:
1) Claro está que si Dios se revela como Trinidad, es porque quiere que así le conozcamos.
Ese deseo se debe a su gran amor por nosotros, su creación. ¡Qué paradoja! Pensar que el santo, puro,
inescrutable Dios – Padre, Hijo y Espíritu Santo – nos ama a nosotros, seres tan pecadores, débiles, imperfectos,
llenos de problemas y necesidades. Además, ¡ese amor es inquebrantable! (Rm.8:35) Por supuesto, para poder
responder a ese amor divino, es indispensable que conozcamos a cada una de las tres Personas, como son
reveladas en las Escrituras.
2) Es más, para entender con claridad el plan de redención, es esencial que Dios sea Trino.
Si no lo fuera, ¿cómo explicaríamos la encarnación, la muerte y la resurrección de Jesucristo? ¿Cómo
entenderíamos a Cristo ahora a la diestra del Padre? ¿Cómo apreciaríamos la obra terrenal del Espíritu Santo
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nuestro Consolador? ―Porque de tal manera amó Dios [el Padre] al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito [la
segunda persona de la Trinidad] para que todo aquel que en él cree [por la obra soberana del divino y Santo
Espíritu] no se pierda, mas tenga vida eterna.
4) Además, el Trino Dios mora en los que hemos respondido a su bendito llamado de salvación.
Ahora somos templo de Dios (1Co.3:16). Insólita verdad, ¡el Trino Dios mora en sus hijos! ―Por lo cual estoy
seguro de que ni la muerte, ni la vida … ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es
en Cristo Jesús Señor nuestro (Rm.8:38-39).
Ahora entendemos mejor la definición de Trinidad de Leo el Grande: ―Un Dios sin división en una trinidad de
personas, y tres personas inconfundibles en una unidad de esencia‖.
Sí, es una buena definición, pero ni con un estudio como éste es posible entender la gloriosa majestad y
magnificencia de nuestro Dios. Como Moisés, tendremos que quedar satisfechos con sólo ―ver‖ las ―espaldas‖ de Dios
(aunque tenemos los beneficios adicionales de todo lo que nos reveló Jesucristo). Sin embargo, todo ese poco que
conocemos es mucho. Eso satisfizo a Moisés y, si escudriñamos y nos acercamos a ese santo monte de Dios, también
conoceremos más y más de Dios, y ese conocimiento nos llenará de maravilla, deleite y gran satisfacción, abriéndonos
el apetito para mucho más.